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Dentro del diseño instruccional, los cognitivos se preocupan más por el contenido
que por la forma. Esto es, no realizan especificaciones detalladas de numerosos
objetivos especiales, ni análisis de tareas complejas, sino que en principio parten de lo
que los alumnos ya saben (su conocimiento previo, su nivel de desarrollo cognitivo) y
luego programan experiencias sobre hechos sustanciales, interesados en promover el
aprendizaje significativo de los alumnos (por recepción y por descubrimiento), así como
para potenciar, inducir y entrenar habilidades cognitivas y metacognitivas.
Por tanto, es en la capacidad cognitiva del alumno donde está el origen y finalidad de
la situación instruccional y educativa; por lo cual es necesario darle oportunidad para
desempeñarse en forma activa (abierta o cubierta) ante el conocimiento y habilidades
que queremos enseñarle.
Otro aspecto relevante es la preocupación que debe mostrar por el desarrollo,
inducción y enseñanza de habilidades o estrategias cognitivas y metacognitivas de los
alumnos. En los enfoques de enseñar a pensar, el maestro debe permitir a los
estudiantes experimentar y reflexionar sobre tópicos definidos de antemano
o que emerjan de las inquietudes de los educandos con un apoyo y
retroalimentación continuas.
Constructivismo
De acuerdo con Kamii (1982), debemos partir de la acción del alumno cuando aprende
los distintos tipos de conocimiento (físico, lógico-matemático y social).
El alumno debe ser animado a descubrir hechos de tipo físico, a construir o reconstruir
los de naturaleza lógico-matemático, en el caso de los conocimientos sociales de tipo
convencional, a aprenderlos y los conocimientos de tipo social no convencional a
apropiarlos o reconstruirlos por sus propios medios.
Por otro lado, el estudiante siempre debe ser visto como un sujeto que posee
un nivel específico de desarrollo cognitivo. Como un aprendiz que posee un
cierto cuerpo de conocimientos (estructuras y esquemas: competencia
cognoscitiva), los cuales determinan sus acciones y actitudes. Es por tanto
necesario conocer en qué periodos de desarrollo intelectual se encuentran los alumnos
y tomar esta información como básica, aunque no como suficiente para programar las
actividades curriculares.
Modelo Sociocultural
El alumno debe ser visto como un ente social, protagonista y producto de las
múltiples interacciones sociales en que se ve involucrado a lo largo de su
vida escolar y extraescolar. Las funciones cognoscitivas superiores, de hecho, son
producto de estas interacciones sociales, con las cuales además mantienen
propiedades organizativas en común.