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A LOS MERCADOS
para que la población rural pobre
pueda alcanzar los objetivos
de desarrollo del Milenio
D O C U M E N T O T E M Á T I C O
EL FIDA DE 1978 A 2003
Febrero de 2003
ÍNDICE
3 RESUMEN
29 Referencias
PROMOVER EL ACCESO A LOS MERCADOS
PARA QUE LA POBLACIÓN RURAL POBRE PUEDA ALCANZAR
LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO DEL MILENIO
RESUMEN
Con objeto de ayudar a los campesinos pobres a acceder a mercados eficientes y más
equitativos, el FIDA financia tres tipos de intervenciones: operaciones sobre el terreno;
desarrollo e intercambio de conocimientos; y promoción de las políticas. En sus operaciones
sobre el terreno, los proyectos del FIDA tratan de reducir los costos de transacción entre
los productores rurales pobres y los intermediarios del sector privado. Ello comporta el
apoyo a la creación de organizaciones de productores (grupos, asociaciones, cooperativas)
con vocación comercial, la ayuda y capacitación de los productores para que descubran
nuevos mercados, la vinculación de los campesinos con los comerciantes y los elaborado-
res, la construcción y mejora de las carreteras rurales, el establecimiento de sistemas de
información sobre los mercados, etc. Para ampliar los conocimientos del Fondo en la
esfera de los vínculos con el mercado es necesario mejorar el proceso de aprendizaje a par-
tir de los propios proyectos del FIDA. También tienen que establecerse sistemas de segui-
miento y evaluación eficaces, y una colaboración estrecha con las instituciones cooperan-
tes para mejorar la evaluación y la supervisión del impacto, y deben reforzarse las aso-
ciaciones con diversos agentes. El FIDA ha de operar asimismo a escala nacional, regio-
nal e internacional y fomentar un entorno político mundial que potencie el acceso a los
mercados por parte de la población rural pobre.
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Sólo en los últimos tiempos la función crucial de los vínculos con el mercado para la
reducción de la pobreza rural ha recibido entre las instituciones de desarrollo la atención
que merece, y es aún necesario realizar más esfuerzos, especialmente desde el punto de
vista de la ejecución. El FIDA se ha comprometido a alcanzar el objetivo de mejorar el
acceso de los campesinos pobres a los mercados y, en este contexto, está buscando la forma de:
• incrementar realmente la cuota de mercado de la población rural pobre y mejorar
sus condiciones de participación en los mercados;
• lograr un mayor acceso a los mercados y un mayor desarrollo de los mercados de la
población pobre del medio rural; y
• mejorar realmente las normas de comercio en el plano nacional, regional e interna-
cional, en beneficio de la población rural pobre.
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MERCADOS Y COMERCIO PARA LA REDUCCIÓN DE LA
POBREZA Y EL DESARROLLO RURAL
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LA IMPORTANCIA DE LOS MERCADOS PARA LA POBLACIÓN RURAL POBRE
Los hogares rurales tienen diversas estrategias de subsistencia, que abarcan varias activi-
dades. Para la mayoría, la agricultura es un elemento fundamental de su estrategia; sin
embargo, muchos se dedican también a actividades no agrícolas, incluidas las microem-
presas (elaboración de productos agrícolas, actividades comerciales y otras ocupaciones
no agrícolas). Mediante estas diferentes actividades, los hogares tratan tanto de satisfa-
cer sus necesidades de alimentos como de generar los ingresos que precisan para satis-
facer sus necesidades de consumo inmediatas, para fines sociales y de inversión.
La interacción con los mercados agrícolas constituye por lo tanto un aspecto impor-
tante de las estrategias de subsistencia de muchos hogares rurales, ricos y pobres. Son
los lugares donde los hogares, en su calidad de productores, compran los insumos agrí-
colas y venden sus productos y, en su calidad de consumidores, utilizan los ingresos
obtenidos de la venta de cultivos o de sus actividades no agrícolas para satisfacer sus
necesidades alimentarias y adquirir bienes de consumo. Prácticamente todos los hoga-
res de las zonas rurales son, preferentemente, tanto productores como consumidores,
compradores y vendedores, y muchos venden productos agrícolas y compran alimentos
en diferentes momentos del año. Sin embargo, los hogares rurales que, por un motivo
u otro, no logran interactuar con esos mercados no están en condiciones de adoptar
estas diferentes estrategias de subsistencia; y, de hecho, en muchas partes del mundo,
los pobres de las zonas rurales afirman a menudo que una de las razones de que no pue-
dan mejorar su nivel de vida es su problema para acceder a los mercados.
Por estos motivos, una mejora en el acceso a los mercados no constituye un asunto de
interés únicamente para los productores más acomodados y no afecta solamente a la
producción de cultivos comerciales, frente a los cultivos alimentarios. Es importante
para todos los hogares rurales, y la ayuda a la población rural pobre para que mejore su
acceso a los mercados ha de ser un elemento fundamental de cualquier estrategia encami-
nada a lograr que mejoren su seguridad alimentaria y aumenten sus ingresos.
Si es cierto que los mercados, y el mayor acceso a los mismos, tienen una importan-
cia capital e inmediata para los hogares rurales pobres, es también evidente que consti-
tuyen un requisito previo para la potenciación de un crecimiento económico basado en
la agricultura y el aumento de los ingresos rurales a medio plazo. Los ingresos rurales
no se aumentarán en medida considerable si se hace hincapié exclusivamente en la pro-
ducción de cultivos alimentarios de subsistencia; son más bien necesarios unos sistemas
de producción más orientados al mercado. Para ello, es preciso intensificar la utilización
de sistemas de producción agrícola y potenciar la comercialización y la especialización
en cultivos de mayor valor. Además, estos sistemas deben apoyarse en el establecimiento
de mercados y sistemas comerciales eficaces y que funcionen bien, es decir: que man-
tengan bajos los costos de transacción, reduzcan al mínimo el riesgo, hagan extensiva la
información a todos los agentes y no excluyan ni sean contrarios a los intereses de la
población pobre, en particular de quienes viven en zonas de productividad marginal e
infraestructura deficiente.
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EL CONTEXTO DE LOS VÍNCULOS CON EL MERCADO
DE LOS PRODUCTORES RURALES POBRES
El entorno económico en el que operan los hogares rurales pobres se caracteriza por la
imprevisibilidad, la incertidumbre y el riesgo; y su acceso a los mercados agrícolas en
particular –para su abastecimiento en insumos y productos agrícolas– se ha vuelto cada
día más difícil. Cuando las familias rurales pobres consiguen participar de alguna
manera en estos mercados, lo hacen en condiciones que por lo general no son equitati-
vas: a menudo se ven obligados a vender a bajo precio y a comprar a precios elevados,
con pocas opciones respecto de dónde realizar las transacciones, con quiénes y a qué
precio. Se trata de un entorno que no tiene prácticamente nada que ver con el que
imperaba hace 10 ó 15 años. Entre los principales factores que explican esta metamor-
fosis se encuentran los diversos procesos de liberalización que se han producido tanto a
nivel nacional como internacional, y que se abordan en las secciones a continuación.
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En la práctica, lo que no resulta sorprendente en retrospectiva, la aparición de interme-
diarios del sector privado en el mercado (que van desde comerciantes informales en
pequeña escala hasta grandes empresas de elaboración agrícola, a menudo de capital extran-
jero) para colmar el vacío dejado por la retirada del Estado fue a grandes rasgos menos con-
tinua y rápida de lo esperado. Sin embargo, se ha producido una variación enorme en la
composición de este sector intermediario y en la velocidad con que ha surgido.
En primer lugar, donde más avanzado está este proceso es en los países que fueron
los primeros en introducir reformas de mercado. En algunos, la situación es suma-
mente dinámica y cambia cada año, a medida que va entrando en los mercados un
número creciente de agentes y que las operaciones de comercialización se vuelven más
eficaces y variadas. En segundo lugar, este proceso también ha progresado rápidamente
en los países con economías relativamente avanzada y diversificadas, un sector privado
afianzado, una cultura empresarial y una infraestructura rural relativamente desarro-
llada. En cada país, los mercados han crecido más rápidamente en las zonas próximas
a los centros urbanos, con poblaciones relativamente densas, y en las zonas de mayor
potencial, donde los niveles de producción y superávit agrícolas son más elevados. En
cambio, en las zonas remotas, con una infraestructura deficiente, escasamente pobla-
das y con poco potencial agrícola, el proceso de desarrollo del mercado ha sido mucho
más lento. Además, han aparecido diversos tipos de relaciones comerciales para los dis-
tintos tipos de cultivos: los mercados de los cultivos alimentarios se caracterizan nor-
malmente por acuerdos informales entre los productores y los intermediarios en
pequeña escala, y los mercados de cultivos de exportación, por relaciones “formales”
entre los productores y las empresas de elaboración de productos agrícolas, que en oca-
siones también suministran insumos y prestan servicios de apoyo a la producción. En
muchos países, los mercados de los cultivos de exportación han aparecido con mayor
rapidez y continuidad que los mercados de cultivos alimentarios.
En este contexto rápidamente cambiante, los marcos políticos e institucionales esta-
blecidos por los gobiernos de los países en desarrollo no han respaldado de una
manera coherente el desarrollo del mercado impulsado por el sector privado. A nivel
nacional, la mejora de las vinculaciones entre los agricultores y el mercado en gene-
ral se ha visto limitada, por ejemplo, por un marco jurídico excesivamente restrictivo
para el registro de los grupos de agricultores, un marco jurídico ineficaz para la obser-
vancia de los contratos, o la imposición a los comerciantes de unos requisitos de
licencia excesivos. El entorno político también ha limitado el desarrollo de los mer-
cados intrarregionales. Es cierto que muchos países en desarrollo han tratado de
fomentar el comercio intrarregional y que –especialmente durante la década de
1990– se concluyó una cantidad notable de acuerdos comerciales regionales. Sin
embargo, a pesar de las cláusulas de dichos acuerdos, el nivel del comercio agrícola
intrarregional sigue siendo reducido. Todos estos esfuerzos de comercialización se han
enfrentado a obstáculos estructurales y políticos, incluidos los obstáculos arancelarios
y las restricciones comerciales; los obstáculos no arancelarios, como las divergencias
en los sistemas de normas y de inspección; y los estrangulamientos burocráticos.
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oportunidades de crecimiento y actividades generadoras de ingresos para los hogares
de los países en desarrollo. En la práctica, sin embargo, el camino hacia la mundiali-
zación está acosado de dificultades, en especial para los menos preparados para parti-
cipar eficazmente en el mercado mundial.
El sector agrícola no sólo es el más importante para la reducción de la pobreza rural,
sino que también tiene una importancia fundamental para las economías de muchos
países en desarrollo, que dependen por encima de todo de los productos agrícolas
básicos como fuente principal de los ingresos de exportación. Según el Banco
Mundial, en efecto, los productos agrícolas y los demás productos con gran intensi-
dad de mano de obra representan más de la mitad de las exportaciones de los países
de renta baja y el 70%, aproximadamente, de los ingresos de exportación de los paí-
ses menos adelantados. Sin embargo, irónicamente, a lo largo de las dos últimas déca-
das los precios de mercado de la mayoría de los productos básicos han disminuido en
medida considerable: en 2000, los precios en términos reales de 18 productos bási-
cos de exportación importantes eran inferiores en un 25% o más a los de 1980.
La baja de los precios puede atribuirse a dos factores. El primero es a largo plazo y
estructural y se debe al lento crecimiento de la demanda de productos alimenticios
primarios a medida que crecen los ingresos, frente a una oferta que se expande más
rápidamente de productos básicos tradicionales por parte de un número creciente de
países en desarrollo. El café constituye un ejemplo clásico: no sólo ha disminuido el
precio mundial y se ha hundido el valor de las exportaciones (en USD 4 000 millo-
nes a lo largo de los cinco últimos años), sino que la proporción del valor del mer-
cado de café adquirida por los países productores ha disminuido, pasando del 33%
hace diez años a menos del 10% en la actualidad. Se han visto perjudicados de
manera similar otros cultivos, como el cacao y el caucho.
El segundo factor que explica la disminución de los precios de los productos bási-
cos son las subvenciones y las ayudas afines concedidas a los agricultores en el mundo
desarrollado. En los países miembros de la Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE), el apoyo público total a la agricultura ascendió a
USD 311 000 millones en 2001 (seis veces la cuantía total de la asistencia oficial para
el desarrollo), mientras el conjunto del apoyo a los productores –subvenciones nacio-
nales, aranceles de importación y subvenciones a la exportación– se estima equiva-
lente a casi un tercio de los ingresos agrícolas totales. Los precios pagados a los agri-
cultores de los países de la OCDE fueron en promedio superiores en un 31% a los
precios mundiales. Una gran proporción de dicha ayuda está dirigida a la agricultura
de las zonas templadas, pero es con frecuencia especialmente elevado el apoyo a los
productos de interés para los productores tropicales: entre los cultivos particular-
mente afectados figuran el algodón, el maíz, el trigo, el arroz, el azúcar y las semillas
oleaginosas. Estas subvenciones provocan aumentos directos de la producción y supe-
rávit que se transfieren luego a los mercados internacionales, generando una mayor
volatilidad de los precios y la caída de los precios abonados a los agricultores en los
países en desarrollo. En un estudio sobre las repercusiones de las subvenciones a la
producción de algodón en los Estados Unidos, Oxfam llegó a la conclusión de que,
en 2001-2002, los agricultores norteamericanos recibieron subvenciones por valor de
USD 3 900 millones (el doble que en 1992); sólo para África, las pérdidas potencia-
les debidas a estas subvenciones fueron de USD 301 millones. Dos tercios de dichas
pérdidas correspondieron a ocho países productores de algodón en África occidental.
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Otros obstáculos al comercio, directos e indirectos, socavan la capacidad de los paí-
ses en desarrollo de exportar productos agrícolas al mundo desarrollado. Los países de
renta baja y media han señalado que, entre 1996 y 1999, no lograron cumplir los
requisitos sanitarios y fitosanitarios en lo que concierne a más del 50% de sus expor-
taciones potenciales a la Unión Europea de pescado, carne, frutas y hortalizas frescos
y elaborados. Consideraban estas medidas obstáculos más importantes que los aran-
celes y los contingentes. Por último, además de estos factores, otras prácticas minan
los esfuerzos de los productores en los países en desarrollo por acceder a los mercados
nacionales e internacionales. En ocasiones, los países desarrollados han aprovechado
los programas de ayuda alimentaria y de suministro de insumos agrícolas para liqui-
dar sus excedentes, algo que también ha tenido el efecto de rebajar los precios inter-
nos y socavar los mercados de los países en desarrollo.
No obstante, aunque la liberalización –o, más bien, la liberalización parcial del
comercio agrícola– ha generado problemas enormes para muchos países en desarro-
llo, al propio tiempo han surgido nuevas oportunidades para algunos productores
rurales en ciertos países en desarrollo. Es el caso en particular de los países que gozan
de una ventaja comparativa afianzada en productos específicos y que ya tienen una
posición firme en los mercados internacionales. Además, los nuevos hábitos y preo-
cupaciones de los consumidores en el mundo desarrollado (entre los que cabe desta-
car precisamente la inquietud acerca del efecto de la mundialización sobre los países
en desarrollo) han brindado nuevas oportunidades a los productores de esos países en
desarrollo. En el mundo desarrollado están surgiendo mercados de frutas y hortalizas
tropicales antes no comercializadas; de productos de agricultura biológica; de produc-
tos con la etiqueta “comercio justo”, que garantiza unas relaciones comerciales y con-
diciones de producción equitativas; de productos naturales (como la miel y los pro-
ductos forestales no madereros); y de productos de artesanía rural. También se están
dando oportunidades comerciales regionales y muchos países en desarrollo tienen
buenas posibilidades de aumentar su participación en los mercados intrarregionales.
El reto del FIDA consiste en ayudar a los productores pequeños y pobres a acceder a
estos mercados y a beneficiarse de ellos
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épocas del año)– es una preocupación fundamental de las comunidades rurales en
todo el mundo en desarrollo. Socava la capacidad de los productores para comprar sus
insumos y vender sus cultivos; genera unos costos de transporte y de transacción ele-
vados, tanto para los compradores como para los vendedores; y da lugar a mercados
no competitivos y monopsónicos. En muchos países, el cierre de la antigua cadena de
mercado paraestatal ha exacerbado este problema, dejando a grandes cantidades de
agricultores alejados de cualquier mercado. Los costos de transporte –combinados
con las limitaciones de almacenamiento– revisten una importancia particular para las
mujeres, que tienden a comerciar a nivel local hortalizas y otros bienes perecederos.
Las dificultades de acceso a los mercados restringen las oportunidades de generación
de ingresos. El alejamiento incrementa la incertidumbre y reduce las opciones: da
lugar a la reducción de las oportunidades comerciales y de los precios en granja y a un
aumento de los costos de los insumos. También exacerba el problema de las pérdidas
poscosecha, que en algunas zonas pueden llegar al 50%, con lo cual mina los incen-
tivos de la participación en la economía monetaria y genera unos sistemas de produc-
ción más orientados a la subsistencia que al mercado. En cambio, una mejora de la
infraestructura conduce a una mayor integración del mercado y a unos sistemas de
producción con mayor vocación comercial. El acceso a los mercados es por lo tanto
un factor determinante clave en los sistemas de producción de los hogares.
Estructura del mercado. Los mercados rurales se caracterizan por la extrema asime-
tría de las relaciones entre, por una parte, un número elevado de pequeños producto-
res o consumidores y, por otra, un número reducido de intermediarios en el mercado.
Estas relaciones comerciales son habitualmente no competitivas, impredecibles y muy
desiguales. Los productores rurales que tienen problemas para llegar a los mercados a
menudo se vuelven dependientes de los comerciantes que van a las aldeas a comprar
sus productos agrícolas y venderles insumos y bienes de consumo. Sin embargo, espe-
cialmente en las zonas remotas, no puede confiarse en que los comerciantes sean pun-
tuales o incluso en que lleguen en absoluto, de modo que los productores con fre-
cuencia no tienen más opción que aceptar la primera oferta del primer comerciante
que se presente, por poco favorable que pueda ser. Esta situación se agrava cuando el
comerciante es también la única fuente de información sobre los precios y de otra
información pertinente sobre el mercado.
En muchos países se ha producido un rápido crecimiento de la agricultura contrac-
tual en pequeña escala y, gracias a ella, muchos productores pobres han establecido
una relación comercial importante y segura. Sin embargo, en el contexto de la mono-
polización de las capacidades de elaboración, crédito, comercialización y técnicas por
las empresas de la industria agroalimentaria, los pequeños agricultores han establecido
relaciones comerciales básicamente inicuas. Aunque hay distintas experiencias al res-
pecto, y hay ejemplos claros de empresas que han actuado certeramente en beneficio
propio, en algunos casos los productores minifundistas han comprobado que en rea-
lidad trabajaban más como empleados que como asociados y, en último término, han
obtenido beneficios netos muy reducidos, ya que el sector privado en gran escala
ejerce su poder económico para hacerse con la parte del león del valor añadido. Así se
crea una situación en la que la producción minifundista crece sin que se produzca un
desarrollo de los pequeños agricultores.
Los mercados de insumos han sido incluso más problemáticos. En muchos países, las
empresas comerciales que han sustituido a las empresas paraestatales de distribución
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de insumos sólo disponen de una red minorista reducida en el interior y apenas aca-
ban de comenzar a desarrollar sus redes de agentes. Cuando los insumos llegan a las
comunidades rurales –y en muchos países en desarrollo el uso de fertilizantes ha dis-
minuido drásticamente en los últimos años–, su gama sigue siendo a menudo limi-
tada, y los costos son considerablemente más elevados que antes. Eso se debe a la eli-
minación de las subvenciones a los insumos agrícolas, los elevados costos de trans-
porte, la falta de competencia entre los distribuidores y la incapacidad de los agricul-
tores de negociar condiciones favorables.
Falta de conocimientos técnicos, organización e información. Al participar en los
mercados agrícolas, los productores pobres se encuentran en gran desventaja. Muchos
conocen mal el mercado, su funcionamiento y los motivos de las fluctuaciones de los
precios; tienen escasa o nula información sobre las condiciones del mercado, los pre-
cios y la calidad de los bienes; carecen de una organización colectiva que les dé el
poder que precisan para relacionarse en pie de igualdad con los demás intermediarios
en el mercado, generalmente mayores y más poderosos; carecen de experiencia de
negociación en el mercado y valoran poco su propia capacidad para influir en los tér-
minos y condiciones en que comercian. Al tener poca experiencia, carecer de infor-
mación y organización, no poseen una base a partir de la cual planificar un sistema
de producción orientado al mercado o negociar los precios y las condiciones del mer-
cado. En último término, su falta de conocimientos les lleva a ser agentes pasivos, y
no activos, del mercado, a poder ser explotados por aquellos con quienes tienen rela-
ciones comerciales, y a no ser conscientes de todo el valor de su producción.
El suministro de información sobre los mercados y los precios puede ayudar a los
productores en la toma de decisiones acerca de la comercialización en la granja: ade-
más de ayudarles tanto a interpretar esa información como a actuar en función de ella
y a organizarse colectivamente, puede ayudarles a comprender mejor los procesos de
comercialización e idear estrategias que permitan lograr precios mejores y más esta-
bles para sus productos agrícolas. Sin embargo, dicha información debe ser específica
al lugar a que se refiere, puntual y precisa, dinámica, disponible localmente y en una
lengua entendida por el conjunto de la población rural. Pocos sistemas de informa-
ción sobre el mercado dirigidos por los gobiernos han respondido adecuadamente al
reto que plantean todos estos requisitos. Sin embargo, en muchos países la mejora de
las comunicaciones –las radios y, más recientemente, los teléfonos móviles– desem-
peña una función importante a la hora de reducir las asimetrías en la información.
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y de ingresos a partir de la agricultura. El proceso de liberalización del mercado ha lle-
vado a que los más acomodados –ya se trate de comunidades enteras o de hogares ais-
lados– se hicieran más ricos, y los menos favorecidos, más pobres.
En las zonas donde han surgido nuevas oportunidades comerciales en los mercados,
el valor de las tierras agrícolas ha aumentado, lo que ha tenido varias consecuencias.
En primer lugar, han surgido nuevos sistemas de ordenación de tierras: en determina-
das circunstancias, han sido sistemas a corto plazo, centrados en la explotación y per-
judiciales para el medio ambiente; en otras, sistemas basados en la intensificación sos-
tenible del sistema de producción. En segundo lugar, en varios países de África y
América Latina, este fenómeno ha conducido a la aparición de nuevos mercados de
tierras y a que las elites rurales, los comerciantes y los grandes terratenientes compra-
ran las posesiones de los hogares más pobres con necesidades inmediatas de efectivo.
En términos más generales, es evidente que, a raíz de la liberalización del mercado, el
acceso a la tierra por la población rural más pobre y vulnerable en esas zonas se ha
vuelto menos frecuente que antes. Es probable que las mujeres y las poblaciones indí-
genas sean las personas más afectadas.
Otro cambio de primer orden ha sido la función y contribución crecientes de las
mujeres en el ámbito de la agricultura. Ello se debe a la creciente migración mascu-
lina y al número cada vez mayor de hogares encabezados por mujeres –debido a su
abandono, a las madres solteras, a la separación de las esposas y a la violencia asociada
con los conflictos armados, entre otros factores–, y es un fenómeno social cada día
más importante. La pobreza rural suele ser mayor en las zonas con mayor número de
hogares encabezados por mujeres y, como tal, es evidente que está estrechamente aso-
ciada a la temática de género. En algunos mercados especializados –en particular de
hortalizas–, la participación de las mujeres es sumamente importante y hay muchos
ejemplos de que el aprovechamiento satisfactorio de las nuevas oportunidades de mer-
cado ha conducido a una mejora de las condiciones de vida de las mujeres.
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EXPERIENCIA DEL FIDA Y LECCIONES APRENDIDAS
EXPERIENCIA ANTERIOR
Desde su creación, el FIDA ha reconocido la importancia de los problemas de comer-
cialización para los hogares rurales pobres y, en efecto, más de un tercio de todos los
proyectos y programas financiados por el FIDA a lo largo de los últimos 25 años ha
incluido al menos algunos subcomponentes relacionados con la comercialización
agrícola. Sin embargo, la manera en que el FIDA entiende estas cuestiones de comer-
cialización, así como las respuestas adecuadas que ofrece, ha evolucionado considera-
blemente durante este período.
Más o menos durante la primera década de concesión de préstamos por el FIDA,
el apoyo del Fondo a la comercialización se otorgó normalmente en el contexto del
marco de comercialización paraestatal imperante en la época, y en muchos casos se
dirigió, por una parte, hacia el suministro de insumos agrícolas (en varios casos a la
importación y distribución directa a los agricultores de semillas y fertilizantes) y, por
otra, hacia la construcción de infraestructura física de comercialización. A raíz de la
liberalización de la comercialización agrícola y la restricción de las organizaciones
paraestatales de comercialización, a finales del decenio de 1980 y principios de los
años noventa, el marco institucional en el que se inscribieron las iniciativas de los
proyectos dejó de existir y ya no estuvo claro cómo podía apoyar el FIDA la cadena
de comercialización. Así pues, la proporción de proyectos con un componente espe-
cífico de “comercialización” disminuyó del 30% entre 1981 y 1985 a tan sólo el 12%
entre 1991 y 1995.
Sin embargo, gradualmente fue quedando de manifiesto que, aunque en teoría la
liberalización de la comercialización agrícola ofrecía margen para la aparición de nue-
vos intermediarios del sector privado en el mercado, en la práctica éstos operaban
principalmente en las zonas dotadas de buenas comunicaciones, donde se producían
excedentes de producción importantes. En las demás zonas rurales, menos favoreci-
das, la retirada del aparato estatal produjo un vacío en la comercialización y algunos
productores rurales se vieron incapaces tanto de acceder a los insumos agrícolas
como de comercializar sus cultivos. Se hizo cada vez más evidente que el FIDA debía
desempeñar una nueva función: apoyar de distintas maneras el establecimiento de
nuevos sistemas de comercialización dirigidos por el sector privado para beneficiar a
la población rural pobre.
Ya en 1995, el FIDA comenzó a aplicar experimentalmente nuevos enfoques para
la prestación de apoyo. Una de estas primeras iniciativas, elaborada junto con la
organización no gubernamental (ONG) Cooperativa de Asistencia y Auxilio a
Cualquier Parte del Mundo (CARE), dio lugar al Proyecto de una Red de
Empresarios Agroalimentarios y de Desarrollo de la Capacitación, un pequeño pro-
yecto en Zimbabwe dirigido a mejorar el acceso de los productores minifundistas a
los insumos agrícolas, mediante el apoyo al establecimiento en las aldeas de una clase
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de proveedores de insumos. También en otras regiones, a finales de la década de 1990,
se prestó una atención nueva a ayudar a los pequeños productores a establecer mejo-
res vínculos con los mercados. Además, un número creciente de proyectos incluía
actividades o componentes encaminados a asistir a los agricultores minifundistas a
establecer vínculos más sólidos con los mercados. Resulta significativo que la supera-
ción de las limitaciones del mercado ocupara paulatinamente más importancia entre
los objetivos principales de los proyectos y que la proporción de los proyectos finan-
ciados por el FIDA, que contaban con objetivos relacionados con el mercado, pasara
del 18%, en el período 1991-1995, al 38%, entre 1999 y 2001.
ORIENTACIONES ACTUALES
A medida que se iba adquiriendo experiencia práctica y se extraían enseñanzas, se fue
comprendiendo mejor la necesidad de que el FIDA ayudara a los productores rurales
pobres a acceder a los mercados con mayor eficacia: no sólo para permitirles aprove-
char las nuevas oportunidades –incrementando así su nivel de ingresos–, sino también
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para ayudarles a afrontar y responder a los retos enormes y alarmantes que plantean
estos nuevos mercados, impredecibles y desiguales.
Como consecuencia de ello, la cuestión del apoyo a los vínculos con el mercado ha
tenido cada vez mayor importancia desde el punto de vista de la institución. El Marco
Estratégico establece que el aumento del acceso de los campesinos pobres a los mer-
cados (y los servicios financieros) es uno de los tres pilares para brindar a la población
pobre de las zonas rurales la oportunidad de salir de la pobreza. Reconoce explícita-
mente que las iniciativas encaminadas a aumentar la productividad agrícola sólo pue-
den ser eficaces si están conectadas a una apreciación del potencial del mercado, y
propugna unos enfoques integrados a lo largo de todo el proceso de producción, ela-
boración y comercialización. Se reconoce que la infraestructura de transporte tiene
una importancia fundamental para la creación de vínculos con los mercados.
También se propone la diversificación de las fuentes de ingresos, bien mediante la
producción y comercialización de cultivos no tradicionales, bien mediante oportuni-
dades no agrícolas.
La generación más reciente de proyectos y programas financiados por el FIDA en
apoyo del establecimiento de vínculos con el mercado tiene la finalidad esencial de
alcanzar tres objetivos interrelacionados. En primer lugar, estos proyectos y progra-
mas tratan de influir en el ritmo de desarrollo del mercado, es decir, hacer que se trate
de un proceso más rápido de lo que sería sin esa ayuda. En segundo lugar, facilitan y
amplían el acceso a los mercados a los productores rurales. Eso comporta tanto la
prestación de apoyo en las zonas geográficas más alejadas de aquellas en las que se
desarrolla espontáneamente el mercado, como la eliminación de los obstáculos que
impiden la participación en el mercado de los miembros más pobres de la comuni-
dad. En tercer lugar, se proponen establecer un conjunto más justo de relaciones
comerciales, ayudando a los productores pobres no sólo a entrar en los mercados, sino
a participar en ellos en términos más equitativos.
Alcanzan estos objetivos mediante intervenciones que se realizan a diferentes nive-
les. En primer lugar, sobre todo, muchos proyectos ayudan directamente a los pro-
ductores minifundistas a comprender mejor cómo funcionan los mercados, cómo
dirigir su producción a las demandas de los compradores potenciales, cómo acceder
a los mercados y cómo relacionarse con mayor eficacia –y en pie de una mayor igual-
dad– con los intermediarios del sector privado en el mercado. Un factor clave para
lograrlo es prestarles apoyo para que puedan formar organizaciones (grupos, asocia-
ciones, cooperativas) con vocación comercial e impartirles capacitación para que pue-
dan comprender y generar los conocimientos técnicos necesarios a fin de relacionarse
eficazmente con los mercados. El apoyo a la mejora de las técnicas de producción,
almacenamiento, empaquetado y elaboración es un elemento esencial para que los
productores puedan responder a las exigencias del mercado.
En segundo lugar, al productor minifundista le es más útil –y, en último término,
beneficioso– un mercado competitivo y activo del sector privado que un mercado
monopsónico y no competitivo. Por esta razón, varias intervenciones apoyan el
desarrollo de un sector privado para que éste preste servicios más competitivos y efi-
caces a los minifundistas, especialmente en el suministro de insumos y la comerciali-
zación de los productos: el tipo de ayuda previsto puede comportar una capacitación
empresarial básica, la concesión de créditos o la vinculación de los empresarios rura-
les en pequeña escala con empresas urbanas de mayores dimensiones.
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RECUADRO 1: Cacao aromático y biológico procedente de Santo Tomé y Príncipe
En enero de 2000, el FIDA encargó un estudio, realizado por la empresa francesa Kaoka, para analizar la viabilidad de
desarrollar el sector del “cacao aromático y biológico” en Santo Tomé y Príncipe. Dados los resultados positivos del estu-
dio, el FIDA financió posteriormente un programa piloto.
Al margen del cacao “común”, existe el cacao denominado “aromático”, o “cacao de origen”, cuyas calidades están deter-
minadas por la variedad y el tipo de suelo. El cacao aromático representa una cuota del mercado mundial total de cacao
del 2,7%, equivalente a aproximadamente 800 000 toneladas en 1998. El mercado del cacao aromático es bastante inde-
pendiente del mercado del cacao común y, aunque el sobreprecio de este tipo de cacao varía, en ocasiones puede alcan-
zar niveles elevados. Existe un mercado específico de cacao “biológico”, cuya producción mundial anual asciende a unas
10 000 toneladas y cuyo sobreprecio, en función de la calidad y el nivel de la demanda, es entre un 20% y un 100% supe-
rior al precio del cacao común. El cacao biológico generalmente es producido por pequeños agricultores.
El cacao procedente de Santo Tomé y Príncipe se utiliza en su mayor parte para la producción de manteca de cacao de
calidad media. Sin embargo, el país sigue clasificado por la Organización Internacional del Cacao como productor de
cacao fino y, como tal, forma parte de las zonas históricas de producción. El cacao fino procedente de Santo Tomé y
Príncipe es cacao de calidad superior debido a su rico origen genético y puede ser la base del cacao “originario de Santo
Tomé y Príncipe”. Por lo tanto, el país está potencialmente bien situado para la producción de cacao aromático. La pro-
ducción de este cacao mediante procedimientos biológicos representa la segunda fase en la elaboración de un pro-
ducto con “dos calidades”: aromática y biológica. Esta producción, cuyo objetivo en términos de volumen asciende a
unas 1 000 toneladas de cacao comercializable, será adquirida en un primer momento por Kaoka. Posteriormente, otros
compradores podrían interesarse por este mercado especializado.
El objetivo del programa piloto es apoyar la producción y comercialización de este cacao “aromático y biológico” mediante
el reconocimiento de su origen, sus calidades aromáticas y su producción biológica. El resultado previsto es la comerciali-
zación de un cacao de valor elevado relativamente protegido de las grandes fluctuaciones de los mercados mundiales.
En tercer lugar, los proyectos financiados por el FIDA contribuyen a reunir a los
productores con los intermediarios del mercado. El tipo de ayuda preciso varía con-
siderablemente: puede tratarse de la infraestructura física esencial –principalmente,
carreteras– que permita a los compradores y vendedores crear la confianza mutua
necesaria para concertar contratos unos con otros. Puede tratarse también de infor-
mación sobre el mercado y los precios y de comunicaciones, incluyendo los teléfonos
móviles y los sistemas que funcionan a través de Internet; la organización de ferias
comerciales o días de mercado, que brindan la oportunidad de que se encuentren los
compradores y los vendedores; y la intermediación en los contratos.
En cuarto lugar, el FIDA está colaborando con los gobiernos para fomentar el diá-
logo entre los principales interesados de cara a generar el contexto político, institu-
cional y jurídico necesario para potenciar las inversiones privadas en la comercializa-
ción agrícola y fomentar vínculos comerciales equitativos. Entre los ejemplos cabe
citar: las leyes contractuales y sobre derechos de propiedad, un marco jurídico para
las asociaciones de campesinos y las normas alimentarias. Basándose en la experien-
cia adquirida en los países, el FIDA trata cada vez más de participar en el diálogo
sobre políticas y la actividad de promoción a nivel regional e internacional (véase la
sección siguiente).
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RECUADRO 2: Programa de Empresas y Comercialización para Pequeños
Agricultores en Zambia
El Programa de Empresas y Comercialización para Pequeños Agricultores se formuló como respuesta a la necesidad del
país de apoyar la comercialización de los productos de los pequeños agricultores. Aunque la finalidad última del pro-
grama es aumentar los ingresos de los pequeños agricultores, su objetivo principal consiste en mejorar el acceso de los
agricultores minifundistas a los mercados de insumos y productos. Esto se logrará mediante: i) la formación de grupos
empresariales de agricultores; ii) la mejora del acceso físico a los mercados de insumos y productos; iii) una mayor diver-
sificación en la producción minifundista; iv) la creación de una red competitiva y eficaz de empresas agroalimentarias y
de comercialización que abastezcan a los pequeños agricultores; y v) la creación de capacidad para el diálogo sobre leyes
y políticas y la formulación de éstas, con el fin de lograr el consenso nacional y local sobre los principios de vinculación
con el mercado.
Los objetivos anteriores deben alcanzarse mediante tres grandes componentes de inversión: i) asistencia para la creación
de grupos empresariales de agricultores minifundistas (creación o fortalecimiento de grupos y asociaciones y de la capa-
cidad de las ONG locales). La finalidad en este caso es crear organizaciones empresariales de pequeños agricultores via-
bles y sostenibles financieramente ayudando a estos grupos y sus miembros a fortalecer sus aptitudes administrativas y
empresariales, sus conocimientos y su capacidad para participar activamente en los mercados de insumos y productos;
ii) establecimiento de vínculos con el mercado haciendo hincapié en inversiones que al atender a las necesidades y prio-
ridades determinadas a nivel local, permitan fortalecer las relaciones comerciales entre los pequeños productores y los
intermediarios comerciales, en beneficio de ambos. Entre las actividades que se apoyan figuran la mejora de los cami-
nos de acceso a los mercados, la capacitación y el apoyo comercial a los intermediarios de mercado, y la asistencia a los
pequeños productores para diversificar los mercados; y iii) apoyo a los aspectos normativos, legislativos e instituciona-
les, con el fin de fomentar un entorno normativo más propicio para los pequeños productores y sus intermediarios en
el mercado, y de facilitar información sobre el mercado a los productores y comerciantes.
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RECUADRO 3: Proyecto de Servicios Financieros Agrícolas en la ex República
Yugoslava de Macedonia
Mediante el Proyecto de Servicios Financieros Agrícolas en la ex República Yugoslava de Macedonia, el FIDA está tra-
tando de fomentar el enfoque de productos básicos integrados en sistemas verticales. Este enfoque vincula al produc-
tor con el mercado mediante una serie de instrumentos que varían en función del producto básico producido. Los
estrangulamientos en la cadena productor-mercado pueden registrarse en el nivel primario de producción (tecnología
y finanzas apropiadas), o en el nivel de elaboración (control de calidad, planificación empresarial, financiación), o pue-
den producirse en el punto de venta final en los mercados nacionales o de exportación. Los obstáculos en los niveles
de elaboración y venta al por mayor constituyen ahora las trabas más importantes para la reducción de la pobreza rural.
En dicho proyecto se prestarán servicios financieros y se impartirá la capacitación conexa – relativa a aspectos técni-
cos y de administración empresarial – en todos los niveles de la cadena de productos básicos. Se ejecutarán programas
de capacitación específicos para las instituciones financieras participantes, y se prestarán servicios a los agricultores,
los elaboradores y los comerciantes, al tiempo que un centro de productividad agrícola colaborará con las organizacio-
nes nacionales y locales de agricultores para la capacitación en los aspectos técnicos y la investigación general sobre
los mercados de productos básicos. En este contexto, las actividades se dirigirán tanto a los mercados nacionales como
a los de exportación.
de la industria del té: en ese país, el proyecto ayudará a las organizaciones de produc-
tores minifundistas a llegar a ser propietarias de su propia fábrica de elaboración de
té y procurará que accedan al mercado del comercio justo, de gran valor, y produz-
can para él. El apoyo del FIDA a la Asociación de Comercio de Productos Naturales
del África Meridional (SANProTA) permite aplicar los principios de los vínculos
entre los productores y el mercado a los productos cosechados en las tierras forestales
de propiedad comunitaria, y enlaza las comunidades rurales pobres de las zonas mar-
ginales de Botswana, Malawi, Namibia, Zambia y Zimbabwe con los mercados cos-
mético y farmacéutico del norte.
Prestar servicios de apoyo a los insumos y crear vínculos con los mercados de pro-
ductos constituye un componente importante de los proyectos del FIDA en curso en
la región del Cercano Oriente y África del Norte. El FIDA ha aprendido que apoyar la
intensificación o la diversificación de la producción a menudo no es suficiente para
incrementar los ingresos de la población rural; los productores también necesitan
acceder a mercados donde vender sus productos para beneficiarse plenamente de las
inversiones ante un aumento de la productividad. Los proyectos de desarrollo en
Argelia, Egipto, el Líbano, Túnez y el Yemen, por ejemplo, incluyen el apoyo a la
difusión de información sobre el mercado, la formación de grupos de comercializa-
ción de agricultores, centros de recogida de leche, instalaciones de elaboración de pro-
ductos lácteos, infraestructura básica de mercado (incluido el almacenamiento refri-
gerado de pescado y productos lácteos, camiones frigoríficos, depósitos de papas,
etc.), asistencia técnica para detectar oportunidades de mercado y creación de víncu-
los comerciales con los compradores. La asistencia para el establecimiento de víncu-
los con el mercado en la región no se ciñe al sector agrícola, sino que abarca micro-
empresas no agrícolas dedicadas a actividades como el comercio, la elaboración de ali-
mentos y la artesanía en pequeña escala, entre otras.
En Europa central y oriental y los Estados de reciente independencia, el colapso del anti-
guo sistema comunista provocó una rápida disolución de los canales de producción,
comercialización y distribución agrícolas en los planos local, regional y nacional. El
sector privado todavía no está en condiciones de prestar servicios de comercialización
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RECUADRO 4: Proyecto para el Adelanto Económico Regional de Matale en Sri Lanka
El Proyecto para el Adelanto Económico Regional de Matale tiene la finalidad explícita de fomentar las microempresas
y empresas en pequeña escala y reforzar los vínculos con el sector privado. Se han emprendido varios estudios y activi-
dades de capacitación para difundir información sobre los distintos tipos de empresas viables y sus posibilidades comer-
ciales. El proyecto ha establecido vínculos con la industria privada para la producción agrícola comercial, como el cul-
tivo de pimientos morrones, cebollas para siembra y maíz. Los agricultores han puesto en marcha programas de produc-
ción por contrata con empresas del sector privado y han recibido ayuda en los trámites relativos a la firma de contratos
a plazos con dichas empresas. El modelo de colaboración entre los agricultores y las empresas privadas ensayado es un
buen sistema de estabilizar los precios y garantizar el acceso de los agricultores a los mercados.
Sin embargo, se trata de una colaboración entre asociados desiguales. En caso de que una empresa no recogiera el pro-
ducto de un agricultor, éste tendría que dirigirse a un tribunal para solicitar una reparación. Se trata de una perspectiva
onerosa y compleja para los pequeños agricultores, especialmente si han contraído créditos cuantiosos, a veces hipote-
cando sus casas. El proyecto buscará el asesoramiento de un abogado especializado sobre los mecanismos que pueden
crearse para salvaguardar los intereses de los agricultores.
Dado que el proyecto está muy centrado en la comercialización agrícola, deberá evaluar las implicaciones para los
pequeños agricultores de la reciente firma por Sri Lanka de los acuerdos de la OMC para la Zona de Libre Comercio en
el Asia Meridional, y formular recomendaciones tendentes a la protección de los intereses de los agricultores.
20
RECUADRO 5: Desarrollo e intercambio de conocimientos: asociaciones con la IFAT y
el Instituto de Desarrollo de Ultramar
Desde 2000, la División de América Latina y el Caribe ha entablado una asociación con la Federación Internacional de
Comercio Alternativo (IFAT) que ha supuesto el apoyo del FIDA a la formulación de normas destinadas a las organizacio-
nes de comercio justo, y su participación activa en los debates de la IFAT relativos a las actividades de acceso a los mer-
cados de dichas organizaciones, lo que también fue una de las principales cuestiones tratadas en las reuniones regiona-
les que éstas celebraron en África, Asia y América Latina en 2002.
El FIDA está organizando también, conjuntamente con el Instituto de Desarrollo de Ultramar de Londres y con la colabora-
ción de la IFAT, un estudio para examinar las oportunidades y opciones de incrementar el acceso a los mercados a nivel mun-
dial, en beneficio de la población rural pobre. Se están organizando dos talleres para: i) determinar los obstáculos principa-
les con los que se enfrentan los productores rurales al acceder a los mercados internacionales; y ii) debatir las oportunida-
des principales que brinda a los pequeños productores el proceso de mundialización, y cuáles son sus implicaciones para la
política y la organización económicas y las actividades de los proyectos en los países en desarrollo. En estas actividades
participan el sector privado, los donantes, las ONG y los círculos universitarios, todos ellos con una larga experiencia en
fomentar el acceso a los mercados para los pequeños productores rurales de los países en desarrollo.
de uso colectivo para ayudar a los pequeños productores a obtener información sobre
precios, métodos de producción y mercados innovadores. Se están financiando pro-
yectos centrados específicamente en la esfera de la comercialización en Bangladesh,
Sri Lanka (véase el recuadro 4) y Viet Nam.
En la región de América Latina y el Caribe, la mundialización ha conducido a la apa-
rición tanto de nuevas oportunidades de generación de ingresos como de nuevos retos
para la población rural pobre, especialmente la que vive en zonas remotas. Para per-
mitirle aprovechar las oportunidades existentes, los proyectos financiados por el
FIDA tratan de fortalecer sus vínculos con los proveedores de tecnologías innovado-
ras y de ayudarle a acceder a los mercados locales, regionales e internacionales. Varios
proyectos se han centrado en las microempresas y la promoción de las actividades no
agrícolas y los mercados de exportación de productos biológicos de valor elevado.
Además, el Programa de Apoyo a la Microempresa Rural en América Latina y el
Caribe (PROMER) es un programa regional dedicado específicamente a actividades
de desarrollo de las microempresas y el mercado y forma parte de los proyectos finan-
ciados por el FIDA. La Unidad Regional de Asistencia Técnica (RUTA) también ha
realizado actividades de comercialización en América central.
Gracias a un estudio en el que se examinaron seis proyectos financiados por el FIDA
en América central, se descubrió que el acceso a los mercados seguía siendo una de
las limitaciones clave con las que se topaban los pequeños productores. En el estudio
se concluyó que el fomento del mercado, aunque es importante, no constituye una
panacea y no contribuye por sí solo sustancialmente al desarrollo rural: las iniciativas
satisfactorias requieren un conjunto complejo de operaciones que van más allá de la
comercialización. La experiencia indica la importancia del acceso a la información
sobre el mercado; del análisis de las oportunidades de comercialización; de la selec-
ción de personal especializado; y del aumento de la capacidad de los productores y el
fortalecimiento de sus organizaciones. El FIDA también ha prestado especial aten-
ción a las actividades de aprendizaje en las diferentes regiones y a las asociaciones con
las demás organizaciones (véase el recuadro 5).
21
EL CAMINO POR RECORRER: DAR A LOS POBRES DE
LAS ZONAS RURALES LA OCASIÓN DE APROVECHAR
LAS OPORTUNIDADES Y SUPERAR SUS LIMITACIONES
Dar a la población rural pobre un mejor acceso a los mercados es una de las prio-
ridades estratégicas clave del FIDA, que se inscribe dentro de su objetivo más
amplio de reducir la pobreza rural. El Marco Estratégico también aclara que, para
que una organización de dimensiones reducidas como el FIDA realice una aporta-
ción significativa a la reducción de la pobreza rural, debe tratar de tener un impacto
catalizador: es decir, para ser realmente eficaz, tiene que confiar no sólo en sus ope-
raciones sobre el terreno, sino también en el desarrollo y el intercambio de los
conocimientos y la experiencia adquiridos en sus actividades con los programas por
países, y en su capacidad de influir en las políticas nacionales, regionales e interna-
cionales que tienen repercusiones sobre los medios económicos de subsistencia de
la población rural pobre. Estas tres dimensiones –operaciones sobre el terreno, de-
sarrollo e intercambio de conocimientos y promoción de las políticas– están estre-
chamente interrelacionadas. Los proyectos financiados por el FIDA abarcan tanto
las operaciones sobre el terreno, que prestan servicios directamente a los producto-
res rurales pobres, como las actividades a nivel nacional, que sustentan el desarro-
llo de un marco de políticas propicio. Al mismo tiempo, los proyectos sirven de
punto de partida para el desarrollo y el intercambio de conocimientos, así como
para influir sobre el entorno político internacional. Esta sección presenta las con-
clusiones principales de la labor del FIDA en cada una de las tres esferas citadas y
un conjunto de recomendaciones para los gobiernos y los donantes.
22
privado en el mercado. Los proyectos pueden desempeñar una función importante
como medios de descubrir nuevos mercados y propiciar contratos de intermedia-
ción entre compradores y vendedores: la participación de un agente externo neu-
tral, ofrece garantías a ambas partes y contribuye a generar la confianza necesaria
para establecer una relación comercial mutua. Las organizaciones de productores
rurales pobres (grupos, asociaciones, cooperativas) con vocación comercial pueden
permitir a los productores agrupar sus necesidades de insumos y sus productos.
Con ello se reducen los costos comerciales y pueden alcanzarse mayores beneficios
tanto para los productores como para el resto de los participantes en la cadena de
comercialización. La rehabilitación o construcción de carreteras rurales que enla-
cen a los pequeños productores rurales con los principales centros comerciales
constituye un ejemplo claro de cómo los programas pueden reducir los costos
comerciales: una mejora en las carreteras genera una reducción de los costos de
transporte, brinda oportunidades a los agentes que han entrado recientemente en
el mercado y provoca una intensificación de la competencia entre los comprado-
res. La información sobre la oferta y la demanda, la ubicación de los mercados y
los precios disminuye la incertidumbre y el riesgo, lo que a su vez reduce los cos-
tos de transacción, especialmente para los productores rurales pobres.
Una importante traba a la expansión de las relaciones comerciales agrícolas
–tanto para los productores como para los intermediarios del mercado– es la falta
de inversión y de capital circulante. Por ello el Fondo está tratando de elaborar
programas de servicios financieros rurales que sirvan de complemento y apoyo
explícito a los esfuerzos de los programas encaminados a la creación de vínculos
con el mercado en varios países. Al mismo tiempo, muchas de las iniciativas apo-
yadas por los programas de creación de vínculos con el mercado propician en
cierta medida las condiciones previas para el establecimiento de relaciones finan-
cieras comerciales en el sector agrícola. En varios países, las empresas de elabora-
ción agrícola son de hecho los mayores proveedores de crédito en especie para la
compra de insumos. La expansión de las relaciones comerciales entre los elabora-
dores de productos agrícolas y los productores rurales pobres es una forma de ayu-
dar a estos últimos a invertir en la producción. La intermediación de los contra-
tos de suministro y el establecimiento de asociaciones de agricultores reconocidas
legalmente, representan el tipo de iniciativas que atenúan la percepción por los
bancos comerciales de los riesgos asociados a la concesión de crédito a los produc-
tores rurales pobres y dan lugar así a un incremento de la cuantía de los préstamos
bancarios a los hogares rurales.
El FIDA también está comprometido a fomentar el establecimiento de nuevos
mercados para la población rural pobre. La oferta de muchos cultivos de exporta-
ción tradicionales crece más rápidamente que su demanda, y es probable que pro-
siga a largo plazo la tendencia a la baja de los precios de las materias primas.
Deben desarrollarse nuevos mercados, tanto regionales como internacionales, y es
necesario participar plenamente en los mercados biológico y de comercio justo,
para reorientar la producción hacia una mayor diversificación de los productos
(incluidos los productos naturales y artesanales), hacer mayor hincapié en el valor
añadido en la elaboración de las materias primas, y prestar más atención a la cali-
dad y las normas fitosanitarias en los grandes mercados.
23
DESARROLLO E INTERCAMBIO DE CONOCIMIENTOS
El FIDA se encuentra en la primera fase de adquisición de conocimientos técnicos
en la esfera de la mejora del acceso a los mercados y su desarrollo. Todavía está
determinando cuáles deben ser los ámbitos fundamentales de intervención para
acceder a los mercados y promover unas relaciones comerciales equitativas con los
intermediarios del mercado. La fase de aplicación todavía es reciente, de modo que
hay pocas pruebas claras de lo que funciona y lo que no funciona, y se han reali-
zado pocos análisis sobre el impacto de las intervenciones del programa y sus efec-
tos distributivos entre la población rural.
Así pues, es fundamental extraer enseñanzas de la ejecución de la primera gene-
ración de programas de acceso a los mercados. Para ello será preciso lograr una ges-
tión eficaz y vincular el seguimiento y evaluación de los programas con unos siste-
mas regulares de presentación de informes; el FIDA tendrá que apoyar a sus insti-
tuciones cooperantes con miras a reforzar el proceso de supervisión de programas;
será necesario establecer foros en los cuales los coordinadores de programas puedan
intercambiar experiencias reales y contribuir a su comprensión; y el FIDA deberá
evaluar el impacto de los programas que financia.
Profundizar la comprensión por el Fondo de las cuestiones clave requerirá tam-
bién el fortalecimiento de las asociaciones. Entre los asociados figuran, en lugar
destacado, los gobiernos de los países en desarrollo. Por una parte, los programas
de creación de vínculos con el mercado financiados por el FIDA responden al
nuevo entorno del mercado, que los propios gobiernos han establecido; por otra
parte, muchos de estos programas ayudan activamente a dichos gobiernos a seguir
desarrollando un marco jurídico, político e institucional que fomente las inversio-
nes privadas en la comercialización agrícola y permita a los productores rurales
pobres acceder a los mercados y beneficiarse de la interacción con ellos.
El FIDA ya ha aprendido mucho de las experiencias sobre el terreno de algunos
de los demás donantes. Deben seguir reforzándose las alianzas con ellos para gene-
rar oportunidades de intercambiar experiencias, elaborar enfoques complementa-
rios y coherentes, y cofinanciar intervenciones específicas. También las ONG son
asociados valiosos. El FIDA ha concedido financiación a varias ONG para que
puedan explorar nuevas esferas y ensayar nuevas iniciativas y al hacerlo, ha permi-
tido de hecho a esas ONG replantearse sus estrategias operativas, atribuir nuevas
prioridades a sus intervenciones y potenciar su capacidad de ejecución. A cambio
de ello, el FIDA ha aprendido mucho de las experiencias de las ONG en esta esfera,
que han moldeado significativamente las prioridades y el contenido del Marco
Estratégico.
En la estrategia del FIDA para el desarrollo del acceso a los mercados se reconoce
que los intereses de los intermediarios del sector privado en el mercado y de los
pequeños productores rurales no son por definición mutuamente contrapuestos.
Por el contrario, los intermediarios del mercado se consideran asociados importan-
tes para el FIDA, y se aboga por una estrategia basada en situaciones de ganancia
segura, justificándola por los beneficios que permite aportar a los productores
pobres, aunque en realidad incrementa los ingresos de los intermediarios en el mer-
cado, así como de los productores. El FIDA ha comprobado que, en las circunstan-
cias idóneas, el sector privado desea invertir en el desarrollo de relaciones comer-
ciales con los productores minifundistas; una pregunta fundamental es cómo puede
24
el Fondo movilizar de manera más sistemática la financiación privada adicional para
actividades que generen mayores beneficios en pro de todas las partes.
Por último, para poder ayudar a los productores pobres a expandir eficazmente sus
relaciones comerciales y a acceder a los mercados –para el abastecimiento en insu-
mos agrícolas, productos básicos agrícolas tradicionales, productos con etiqueta de
comercio justo y biológicos, productos cosméticos y farmacéuticos, etc.–, el FIDA
debe llegar a conocer cabalmente esos mercados y las exigencias de los agentes prin-
cipales. En este sentido hay mucho que aprender del sector privado y de las redes y
asociaciones regionales e internacionales con vocación comercial. Entre los ejem-
plos cabe citar: la Federación Internacional de los Movimientos de Agricultura
Biológica; las organizaciones de comercio justo; la IFAT; la Organización
Internacional de Etiquetado de Comercio Justo (uno de cuyos miembros, TWIN
Trading, participará en breve en un programa financiado por el FIDA en Rwanda,
en calidad de asociado de ejecución y cofinanciador); y SANProTA.
25
que las actuales subvenciones a la producción y, al mismo tiempo, prevendrían
muchas de sus repercusiones negativas sobre los agricultores pobres en el mundo en
desarrollo. Hay que decantarse por estas opciones para que el desarrollo mundial
pase de un sistema polarizado, que sólo beneficia a unos pocos, a un sistema de base
amplia, que brinde oportunidades a muchos.
Unos mercados más libres y unas subvenciones menos perjudiciales son indispen-
sables para los productores pobres de los países en desarrollo. Pero es cierto que,
incluso con un régimen comercial más equilibrado, muchos países en desarrollo se
toparán cada vez con mayores dificultades. En el caso de muchos cultivos de expor-
tación tradicionales, la oferta crece más rápidamente que la demanda y es probable
que los precios de las materias primas sigan disminuyendo. Hay que descubrir nue-
vos mercados, intrarregionales e internacionales, y ayudar a los productores rurales
pobres a acceder a ellos y beneficiarse de ellos. Muchos de los países más pobres no
están equipados para hacer frente a estos retos. La organización interna de los mer-
cados rurales a menudo es deficiente, los sistemas financieros rurales son inadecua-
dos, el acceso de la población pobre a la tierra y el agua es con frecuencia insufi-
ciente e inseguro y los sistemas de tecnología e información son lamentablemente
inadecuados con respecto a las nuevas exigencias de la población pobre. Para que la
mundialización genere un sistema de desarrollo conjunto, hay que ayudar a los pro-
ductores y países pobres, y rápidamente.
Así pues, está claro que el comercio no representa una alternativa a la ayuda. Por
el contrario, la ayuda constituye un factor esencial para fomentar la competitividad
y crear unas condiciones propicias para las inversiones y asociaciones privadas con
los pequeños agricultores, que son dos de los principales objetivos del FIDA.
Lamentablemente, el nivel de los recursos mundiales movilizados para dichas ini-
ciativas es insignificante en comparación con la magnitud del problema. Para ace-
lerar la reducción de la pobreza rural y alcanzar los objetivos de desarrollo del
Milenio, será necesario un nivel mucho mayor de ayuda destinada específicamente
al desarrollo. Los resultados de la Conferencia de Monterrey parecen positivos en
relación con el volumen de la ayuda; el próximo paso en el programa de trabajo es
velar por que una proporción mayor de la ayuda vaya ahí donde pueda favorecer el
potencial de crecimiento de la población rural pobre. El FIDA debe desempeñar la
función que le corresponde en este diálogo.
Un cambio fundamental preciso para que la mundialización sea eficaz es la mejora
de la gestión pública. Eso significa fomentar la participación real de los países en
desarrollo en las decisiones que influyen sobre las variables económicas, sociales y
ambientales mundiales que afectan a sus ciudadanos, y especialmente a la población
rural pobre. Pero también significa una mejor gestión pública a nivel nacional y
local, que fomente un diálogo transparente y enérgico sobre políticas en relación con
la pobreza rural y el acceso a los mercados dentro de las fronteras nacionales. Estas
cuestiones no deberían figurar únicamente en los programas de trabajo de los minis-
tros de agricultura, sino que deberían formar parte del programa político del con-
junto de cada gobierno, en los planos nacional y local descentralizado. En algunos
casos, los organismos gubernamentales desempeñarán las funciones de proveedores de
los bienes y servicios públicos fundamentales necesarios para el desarrollo de los
mercados –como el suministro de información, la infraestructura básica, la obser-
vancia de la ley y los derechos sobre la propiedad–, mientras que, en otros casos,
26
serán promotores, que alienten a las empresas privadas y las ONG a suministrar los
bienes y servicios necesarios para incrementar el acceso de la población rural pobre
a los mercados. Llegar a un entendimiento común sobre estas cuestiones es de
importancia decisiva para que los gobiernos puedan movilizar el elevado nivel de
apoyo que se necesita de los donantes en este ámbito.
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REFERENCIAS
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Banco Mundial.
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29
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