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“Tivlo ovlials 2. Le génesi del materi storio. Libro primo-La io begs todesco (1816-184), cil dl a cstlana: Juan Antonio Méade, of RivnitRems, Jo, 1963 © Alterto Corazén, editor. Pisza Mayor, 30-Madid-12 para a dda en lengua catalina comunicacion 8 La Génesis del materalismo histérico fue publicada orig triamente en 1963 por Editori Riunit, de Roma y con le segunda parte, mejor dicho, el segundo de los dos volimenes de que consta ef ampio estudio del autor, pubicado con elt. tulo generico de Marx y la dialéetica hegeniana, El primero esos dos volimenes, fundamentalmente dedicado a estudiar la Filosofia det Derecho piblico hegeliano, se titula Hegel y el Es tado. Las rezones para publicar primeramente el segundo 0 Tumen deben ser explicades, En primer lugar, pensamos que sitario que atravesamtos le cuadraba sobre el génesis del materalismo histérico —conocido sélo ‘oldas por algunos erculos minoritarios hasta hace pocos aor, pero de probado interés hoy para cireulos mucho més amplioe {que el primero, cuyo tema, es decir, la filosofia del Derecho pul blico, sigue siendo objeto de interés més reducido entre nos ‘otros. En segundo lugar, las noticias que teniamos de que Morio Rossi, de cuya envergadura intelectual tiene medida ante su jas ef lector, se ocupaba de la revisiin de ese volumen sobr Hegel y el Est imam cada en este mismo aio 19 nto cultural is este segundo volun La segunda parte que pubicamos consta de tres libros. El primero de los euales, cuyo titulo original era La evs del pi ‘mer hegelianisio alemin, es lo que el lector tiene entre las manos. Nosotros, por razones estrictamente editoriales, hemos Aecidido publicar separadamente cada uno de estos tres libros. del indice de cade wno de ellos se han ide éste para que el lector se haga con la ee obra original Tos titles y un a colocado al fina tructura completa dele 2 cotvests et |Asi pues, esta primera parte de La génesis del materialism histérco, se ocupa de las polémicas filosdficoreligoso-politeas inmediatamente posteriores a la muerte de Hegel —engarzan- do, naturalmente, con las vigentes en vida del maestro, que de- finen y presentan el caldo de cultivo donde después surge el ‘materialism histérico por obra de los protagonistas més hci dos de aquella crisis del primer hegelianismo, Arnold Rug, Luduwig Feuerbach, Carlos Marx y Federico Engels, entre otro. Surge en ese caldo, dectamos, el materialismo Ristérico, que constituye, como el mismo Ross insinia en alguna de sus pi Binas, el moderno racioneliomo, cya total comprension retul 1 dificil al margen del conocimiento de esa génesisa a que nos ‘estamos refiriendo. Por otro lado, el mismo hecho de elaborar tun trabajo. como el presente implica un rendido homenaje se raconalismo; y quizd la mejor forma de hacer un homenaje al racionalismo sea investigar cientifcumente, es deci, al mar fen de la retérica De donde resulta, hoy como nunca, oportuno el libro que pt blicamos, en ta medida en que, cuando apuntaban entre nos ‘otros las primeras posibilidades de liberarse de la retdrica im Perante —primeras posibilidades, repetimos— empieza a bro- tar, con ta fiereza de un sastreillo vaiente, que saca agua des ‘pachurrando queso para impresionar zangolotino, la invitacion ‘@ una nueva retérica de corte irracionelista —como todas las re oricas—; que trata 0 tratard, si no, al tiempo, de resucitar ol viejo lema nitzseheano de que la "voluitad de sistema implica tuna falta de integridad”, El libro que presentamos, la obra, en Su conjunto, es todo lo contravio, una invitacién a la sistem tica y al estudio sistemético, el trabajo, aimismo sistematizado, ‘quizé no siroa para caller Ios cantos de sirena, porque esos no ay quien fos alle; pero si, al menos, para ofrecer la alternatva 4 quien esté dispuesto a no trogar la rueda de molino gue Te ‘ofrecen, Ruedas de molino y cantor de sirena que empiezan a Perfilarse y olrse hoy en el horizonte universterio, en sustite cidn de otros gorgoritos menos sensuales y ruedas de molino ‘menos azucaradas de otro tiempo, MATERLALISMO HISTORICO B ‘Mario Rossi ocupaba ta cdtedra de historia de ta fitosofia de la Universidad de Messina en sustitucién del profesor Gal- ‘ano della Volpe, de quien habla sido alumno aventajado. La ‘cupaba ya antes de la muerte de Della Volpe, cuando los ojos ‘lares del profesor empezaron a tricionarle wios ais antes de Su muerte. Cabe suponer el directo ascendiente de Della Volpe sobre Rossi, ast como el conacimiento de aquél ascendiente y ‘onacimiento munca ocultado; por lo demds, puesto de relieve nel extudio que Rossi dedicd a Della Volpe a los pocos meses ‘desu muerte. En 1945, Della Volpe habla publicado uno de sus ‘scrtos mis importantes —que sefalabo, ademas, su entrada, por cierto saco, en la filosofia marzista—, se llomaba Huma: Aismo positivo y emancipacin marxista. EY cometido general de ‘quel trabejo, breve, pero de una densidad impresionante, era {entar las Bases de un "Iuumaniemo positvo”, por contrapos ‘idm los tratamientos misticosy de corte exsienciel que apur- {aban en los dscursos hummanistas, por un lado, y en contrapo- Sicidn, también al pretendido inhumanismo de una filasofia que no se daba por enterada de textos como La ertica de una flo {otia del Derecho pablico de Hegel, de Mary de os lamados Manuscritos econdmico filesdficos'del 44. En aquella censién “incluso en la reedicin de aquel ensayo, hecho mis tarde— Della Volpe sncluta la traduccion de alguns pérrafos de dichos bres. ‘Aquellaspreccupaciones, obserard el lector, siguen presen tes‘en ta obra de Rost (nates, adem, el tado del Ivo I tue publicamos: EL humanism postivo) fuerzin @ una her Ionia dee humane, Cor lo ae tere ome cin ta. in Della Volpe, en su polemica con Althusser sabre el hurd nismon-a deseubrr una eventual etfciaided on la contrepo Titd del cienca ota teorfa al omanismo marssta y positive. ‘A principio de ete primer bro, Rosi se remite a dos obras, relticamente conocides por tos eituioses spatoles, reer Shas que puedo servi de" pecedentes, 0 trata del libro de Gat sobre Mars y Engels ol de Losth, De eqs a Nit ‘che: Lactien a que son sometide amb obras, en cer. to modo, la medida de fos props el eutor Hace ls veces {te roduecn al temas at consderomes nosotros, en sen ral as td este primer libro, en Telacion con es ras des 4 Queremos destacar las piginas dedicadas a las "Investiga ciones Iopicas», de Trendelenburg. En dichas pdginas, Rossi en. ‘cuentra la fase primera para la critica antihegeliana, ‘ulminado Della Volpe (Clave de la dialéctca hist mos que fa lectura de los comentarios de Rossi sobre Trende- lenburg puede arrojar luz sobre el dificil —que no oscuro- texto dellavolpiano y servi asia los estudiosos y universtarios de habla castellana a empezar a matizar en el ya amplio mundo cultural amén de geogrifico) del socialism. Distingui, diga ‘mos, entre materilismo y materalismo entrecomillado. Para allo, y a nivel estrictamente Ledrco, la blsqueda de las fuentes Se aparece como tarea ineludible COMUNICACION FUENTES, LITERATURA Y PERIODIFICACION DE UNA HISTORIA DE LA ESCUELA HEGELIANA En el ingeate montéa de trabajos historiogréticos que, de acuerdo con la investigacién especilizada caractristiea de Ta cultura moderna, se han dedicado a iluminar las diferentes 20 fas de la historia de la flosoia en sus detalles mas escondi dos, el perfodo que va desde la muerte de Hegel a los alos de las primeras obras filosficas de Marx, sigue siendo una zona casi inexplorada, y no sélo por parte de los investigadores ita. lianos. Sin embargo, se trata de los afios que vieron nacer el materialismo historico, el existencialismo de Kierkegaard, el hhumanismo de Feuerbsch, el individualismo andequico de Stir ner; que vieron delinearse los presupuestos de aquel hegelia nismo reformista, o nehegelianismo, que precisamente entre nosotros llegé a dominar durante toda Ia primera mitad de este Siglo; que Vieron, en fin, desarrollase, también en el terreno spiritual y tradicional, muchos, si a0 todos, de los temas de tritiea antihegeliana que servan’ después mative de orgullo de asi todos los teéricos posteriores: se trata, en suma, de un period que puede califcarse de definitivo en el desarrollo det pPensamiento contemporineo, sin que esta afirmacién pueda Infundir la sospecha de sobrevaloracién unilateral. Las mono- alias sobre los personajes mis represeatativos de estos acon tecimientos son escasisimas —excepcién hecha, se entiende a are, cope bras hay ue err ova pr at jer noticia sobre ls Tequierda hegeliana y a excepein tam ‘ten de tos estudios de historia de fe ertca bPea, que see. fieren a Strauss, Bauer, etc, y los estudios sobre los orfgenes 16 ctwesis et el movimiento proletario curopeo, en los que se trata de pa- sada la historia de la criss del hegellanismo. No existe un solo trabajo con intenciones de ser tuna orginica recoastruceiéa histdres, expresamente dedicado a los problemas de la escue- la hogeliana. Las cien pdginas que en su Manual de historia de 1g filosofia ie dedica J. E. Erdmann’ (y hay que tener cuids ddo en procuratse Ia edicién adecuada) han adguirdo ya valor de fuente de primer orden a pesar de lo apresurado, farragoso ¥ apenas si aproximado de su tratamiento, sin hablar de la uni- lateralidad de sus juicis, los juicios de uno de los represen tantes més conservadores de la Derecha. Fuente, en fin, absol tamente indispensable en una primera informaciéa, sobre todo bibliogrfica, para quien quira orientarse en el mar de diseu- siones, critica, réplcas y respuestas que forman fa trama de este desarrollo de ideas y para quien quiera hacerse con mate- ial de primera mano; pero en cualquier caso, carece de esa distancia, ideal o cronoldgics, indispensable a' una verdadera obra de historia, A pesar de todo, se trata de la fuente de la que, més 0 menos directamente, se derivan las informacones ontenidas en Tos tratados de historia de la flosofia que con- sideran el perfodo que nos interesa; naturalmente, nosotros también la hemos tenido presente y la hemos utilizado* “Tarea por lo demds comple la de buscar las causas de esta {que no es sino auténtica reauncia de la conciencia cultural con femporinea a remontarse sus orfgenes. No puede hablarse de cansancio de temas demasiado repetidos, porque el periodo de las luchas ideolégicas de la Eseuela hegeliana no legé a durar veinte aioe, y sus resultados no fuvieron tiempo para acide- mizatse; ai de reaccién contra el hegeianismo y el idealism fen general, porque, primeramente, tal fenémend podria quizd relacionarse con los acontecimientos culturales de Ia segunda ritad del siglo xt, los alos del neokantismo y del positivs: ‘mo, pero munca con nuestro siglo, a suficiente distancia ya del perfodo en cuestién como para poder separar la reaceién te0- rética de la reconstruccign histérica, y en segundo lugar, ade- mis, porque el silencio que ha rodeado la historia de ia Es- ccuela hegeliana no tiene parangéa en la literatura, por el con trario abundantisima, sobre Hegel y sobre otros momentos de la historia del Hegelignismo; 0, finalmente, porque la época NATERIALISMO HISTORIED "7 deta Ant Samente, como hemos dicho los tomas mas intersant Sincentes de crea anthegeliana, en Tos cuales la rea {idealists apoyaia sus realzaiones ms ineresantes y Sts indy vidos srgumenton. Mis justo rd entonces pensar en las condiziones hist cas de Alemania e isin como una de la causa del silencio Fistoriografic sobre este capitulo de ls historia del pessamien to moderno: ta epoca del pangermanismo y del naismo des puca ast como el fascism ene nosotros, no han favoresioo Precisamente el iaerés ya re investigcion de un material {an ideoidgicamente explosivo como el panetsmo © el ates tno, el anargusmo o ef radicasmo de ls Toveneshegstans. Tampoco el'resto de la cultura de la Europa burguess podia imosiare demasiado interesadn en estos temas, tant, af me nos, como para affontar las dificultades con las que eualquce Sstudioso a alemdn toperara en el examen profuado de un materi tan vasto y de tan dill scseso como los dacumen tos de esta época, Se me objetaré que bastante mls explosivos Son los tentes dsl marxismo maduro, en comparaién mucho ids aay estan oro wit de ao complete teediferente, tanto por lo que se refiee la fusrza de solicit tion teoicepractca del marxismo como a la intenided. de Gicha soletacion, de aht que su interés, at como una base Pm st median tpn, opie ino meine Unos pocos textos al taducidos y radimentariamente pre Sos fy eudntos de ene Tos mds visjos cultvadore del marks o than oma eta manera), minis gu ano ge gut nos ocup ex, en primer lugar, una feconstaccin lo idea a lu que i er indapensable un ambiente con un mia tno de condiciones favorabes Lo gue expliea, por contrsposcién, cémo durante los pr mero sos dela segunda posguers, les afos dela renovacion de nuestro contacto on el mundo socialist y, en el terreno f foigico, del redescubrimiento de los textos juveniles de Marx, se ha registrado tambign un interés mucho mds vivo por los filisofos precedentes del marxismo. Un interés que, sin embar. 0, hasta ahora, no se ha coneretado en un trabsjo orginico Sobre los acontclmientos dela Escula hegeiana, puesto que i, de la digolucin de esa Escuela, ofree preci 18 ‘Géxesis DEL ccomo tales no pueden ser consideradas las dos obras que re ‘lentemente més se han ocupado del asunto y més abundan en ‘tas originales, es decir, el primer volumen de una bibliogra- fia de Marx y Engels, de A. Cornu y la recopilaciOn de estu dios sobre el pensamiento alemsin del siglo xix de K. Liwith Hiace algunos afos, A. Cornu ya nos habia dado una bio: srafia del joven Marx’ que, a pesat de recoger un material Auisimo, no puede decirse que estuviese completamente do- fhinado, tanto desde el punto de vista de una distribucidn ar GuitectOnica en sus diversas secciones, como desde el de Jrecisidn fill6gica de las referencias y la elaboracién prob Initiea de los temas. De ahi que el intento, ya en aquella obra Hlevado a cabo, de configurat el desarrollo de la Izquierda he- geliana como fondo y contexto en el que se determin6 el de Etrrollo de Mare, no pasaba de ser més que una notable reco pilacién de eitas poco conocidas, en la medida en que los di ‘ersos temas de Ie historia en cuestiGn, que es historia de po lemicas y luchas ideoldgicas planteadas en diversos frentes por diversas partes en liza (iegelianos de derecha, de centro y' de contro-equierda, hegelianos de izquierda e izquierdstas anti hegelianos, herbartianos, schellinglanos, tefstas especulativos, Schlelermacherianos, sobrenaturalistas, restauracionistes ro ‘manticn, catlios liberals, etc, cada uno con sus razones es pecifcas frente a los demis) se reducian demasiado fécilmen {eal comiin denominador de una lucha entre pensamiento re Cionarioy_pensamionto radicaldemocritico progresista, sin profundizar en las pecullaridades de cada combinacién y sin fue los fenémenos ‘entrales faesen adecuadamente reman dos como niileos centrales alrededor de los que gravitaron humerosas manifestaciones complementarias de menos impot- tancia, Tampoco puede decirse que dicho defecto de organ tidad se justifcase por el caricter central, obvio de acuerdo fon el objeto ¥ el intento de la obra, de la figura de Marx puesto que al no tratarse del desarrollo aislado ¢ independien te del joven pensador, sino de su vivida experiencia en un mor vimiento complejo, la dispersién, la fragmentariedad y lain Suficiente justificacién exflea de las lineas de esa fuente de periencia no podrian, en definitiva, dejar de refljarse en la feconstrucein misma de la formacién de Marx, que results MATERIALISM HSTOAICO is be mucho menos exfacs coberente de cunt lo er de toes nel expen toe qs tol ee eae es is cif, dente leg ao aeon Smseceents Seo eee Brent fscble ol, cone he inate dene for dea haters anurans el mismo Marx iba recorriendo con fatiga. 2 Hemost eas eects Se Soa trata de Corns pars fsa jr aa os mon seas ee 4 ome Ppa cen cna en delat mis Spsats o e Snel iors maou tn tel pte oss al se describe aqui con més cuidado y riqueza de informs ae hemon pido cals son ports oat eee ee fata por cl mist Hee Per, eto cow a intnrey quitectura: los acontecimientos més importantes estén acen- tnblecidas En fin, desde el punto de vista de una biografia no el joven Marx se haven paricamente sb aS) ores ee 20 cofxesis be aque faltaba en el volumen anterior, asi como a la atencién de Aicada a Moses Hess, protagonista'de muchos de los principa {es azontecimientos, y 4 la primera historia del movimiento po: Jetario en Alemania, en general. 'A pesar de todo incluso contando con este nuevo volumen dle Corna y las partes dedicadas al desarrollo de la Izquierds Hegeiama, todavia estamos bastante Tejos de una acabada, por Ipreve que fuese, historia del movimiento. Sobre todo porque abundencia misina del material preseniado parece obstacu- Tear su adecuada elaboracion problemitica, de ahi que per dare casi todo ese simplismo especulativo para el cual los dif rentes fendmenos, 0 Se presentan como casi gratuites, 0 se ex plican referidos al excesivamente comtin denominador de le dia Feetica de reaccin y revolucién, de retrégrado y_progressta, tetera, 0, incluso, en el mejor de los casos, el intento certs mente notable de recrear el trasfondo real, econdmico y pol fo, de los movimientos ideolégicas no lega a estos altimos 3 través de un movimiento To suficientemente claro, sino que flea todavia algunos vacios o saltos entre la estructura y Ia Superestructura, Demasiado esquematizado, ademés, el mismo problema inicial del condicionamiento hegeliano de los movi Fientos tratados, otra vez reducido a la distincin entre mé todo y sistema, cuyo cardeter inadecuado no nos hemos can- Sado de demostrar? distinelén que, por otra parte, tenia que haberse presentado como uno de Tos primeros logros en la historia misma del movimiento de Ia Tzquierda, aungue_inme Giatamente abandonado a raiz de la mis madura reflexiin de Sus mejores representantes. Sin embargo, es caracterstico de Cornu conservar esa distinciOn, al lado, incluso, de una justa individvalizacion de Ta inversion teérica del concepto de alie- reign Nevado a cabo por Feuerbach: lo que, evidenteme te, requiere cuestiones bastante més complejas de lo que pa fece- En forma igualmente inoportuna, Cornu excluye comple famente de_sus consideraciones los tovimientos antiheselis: hot que, desde luego, fueron principalmente de derecha, pero fave condicionaron polémieamente el completo desarrollo inte Teetual de los repretentantes de la Tzquierda, el cual, fuera de texte mateo, aparece mucho menos Iogico y explicable ‘Para acabar, el tema eritico sobre el que Corns par sistir preferentemente es el de una dialéctica de la reciproc Gad que, en opinion suya, Marx habia ya captado inmediata mente, desde su Tesis doctoral. Ahora bien, dejando de lado Ia aceptacidn o no de esta fecha, extremadamente discutible, precisamente la afirmacién de que «la accién reciproca entre el hombre y el ambiente es la esencia del desarrollo deléctico ‘del mundo —afirmacién que también suscribiriamos nosotros scondicidn de que se aclarase su sentido no sencilla inme- diatamente positivista— aparece en neto contraste con la de fque Marx sacepta de Hegel la concepcién diléctica de a Historias, aunque en forma no iealista», puesto. que Hegel hho ha configurado nunca wna diléctica de fa reciprocidad, y ‘mucho es el camino a recorrer para llegar a esta ultima a par tir de la dialética hegeliana: camino que, desde luego, fue re- ‘corrido por Marx en una marcha cuyos detalles Cor no puc de darnos porque cree que las dos dialéticas, salvo el dife rente uportador», son aproximadameate la misina cosa y que por tanto, ef punto de partida es el punto de legada Estas observaciones no disminuyen, sin embargo, el ya re conocido valor de la obra de Cornu en esta su segunda redac ‘ion: el de habernos proporcionado una riguisima e insusti- tuible reconstruccion cientifica de la biogratia ideolégica del joven Marx y el joven Engels en el ambiente de su formacién. ‘Tampoco el volumen De Hegel a Nietascke, de K. Lowith deciamos, puede pretender dar una historia organica de la Es cuela hegeliana, a pesar también de su riqueza de documentos Yaqui por una razén diametralmente opuesta a Ia mencions da a propdsito de Cornu, es decir, por la forma desproporcio nada en que prevalece Ia preocupacicn problematica sobre la reconstruccién histériea: $1 Cornu péca por defecto de el boracién ertica, Léwith lo hace por exceso, hasta tal punto aque la obra acaba coartando la objetvidad de la investigacién, Principalmente, los diversos aspectos del pensamiento de este perfodo, segin’Liwith, se fragmentan y redistribuyen alrede- dor de diferentes niles problematicos, cuya eleccin, sin em ‘argo, no se justifea como una necesidad objetiva a partir del esarrollo general, sino que aparece més bien determinads por una presuncidn teria del autor. El libro de Lowith, eectiva mente, es hasta en su forma externa una recopilacién de es 2 cotxess pet tudios cuya unidad no viene dada por el desarrollo hist6rico objetivo, sino por la ulinea» postulada desde el titulo, [a cual 'y aqui est, en definitiva, el nudo de la cuestiéa— acaba por aparecérsénes no tanto linea de desarrollo cuanto de in ‘olucién en la medida en que el sutil earécter problemitico de Sus diferentes momentos esté exagerado hasta el punto de ag0- tar cualquier perspectiva de cardcter positiv © posibles aper ‘uras, hasta ese ihilismo radical, a partir del cual es més fd cil realizar el salto de To temporal a 10 eterno, de lo histérico a lo suprahistérco, esbozado ya en el motivo nietzscheano del jterno retorno, en el que Lavith no solo deliberadamente in- siste, sino con ef que concluye paralelamente los puntos clave de su exposicién, «La erisis de la filosfia hegeliana —dice puede divide en tres fases: Feuerbach y Ruge intentaron transformar la filosotia de Hegel conforme al espirtu de una época diferente; B. Bauer y Stirner, en lineas generals, hi cleron mori a filsofia en un erticismo radical y ef nihilsmo: Marx y-Kierkegzard extrajeron las uitimas consecuencias de Ja situacién cambiada Marx destruyé el mundo burgués ficarse después con Ia tinea «linea» Hegel-Nietasche trazada por Liwith. Estd fuera de toda discusin que una linea real fextualmente identifiable, una al Bauer posterior a 1843( no alde la Posaune ola Critica de los Sindpticos) y a Stirnet con Nietzsche y Overbeck (Y Th. W. Adorno, podriamos afadir hho), pero incluie en esta Tinea a Ruge, Feuerbach y, sobre todo, al joven Marx significa negar a priori todo crédito @ ca instancia de transformacién que no se refiere, como ya hemos dicho, a la filosoffa hegeliana, sino al mundo y a jas condiciones histrcas de vida en el mundo, precsamente, «com forme al espiritu de una époex diferente», instancia que L&- With reconoce 2 Feuerbach y Ruge, pero como tentaiva casi Tiuerta antes de nacer.Significa negar toda valides tipica a ese historiismo que no es precisameate un esubprodueto de la fe baratan, que para nada considera el etranscurtit del tem pow como la suprema fuerza de la historia, sino més bien dir- ido por una deontologés racional y clentiica cuyo objeto es Ja emancipacién del hombre y consecuentemente la reafiema- cién de Ia dignidad humana. ¥ a estas alturas sabemos perfec famente que confundir el historicismo humanista y cientifico fon ese sfuturismo histéricon irracionalista, que reconoce 1a Suprema fuerza de la historia en el wéxiton, es una de Tas peo tes deformaciones en las que puede caer ‘un antiistérieo fi Tésofo de la historia: y que Lewith ha cafdo en ella lo eviden cia su afimacién de que won la revolucin fascista, surgida en Teale y Alemania a consecuencia de la ultima guesra, también el historieismo aetivista del decenio 1840-50 acabé de despertar de exorcizat el hstoricismo, cuslauir fen que se presente, puede abocar a mucho més razoneble y stil serd retomar las diferentes Kneas del pensamiento de It épaca en cuestién y seguilas, respetando precisamente la diversdad, a menudo irreducible, de su curso, Se podté entonces reconocer, junto a la Tinea Bauer Nietzsche ‘otra Feuerbach-Marg, otra Rosenkranz Fischer que insert 4 Genesis DF dose por via de oposicisn com la efi de Teendeleaburg I fasts Spaventa 7 nuestro neohegeianismo, yademds Una tex ScntDismarek-Tretschke y-otta gue a pari de Ror ile, pasando por Haym teuya posiién y setividad politica eciceatiberel Lowith silenia completamente) & Dahman Broysen yal Histoismas alemin para despots, combinindose ton'ls tendencla ms consrvadors, de procedenela Tankian Se'prclonga hasta Minecke y Rosenzweig? mieatas que oa desmacion de carcter fiolico va desde cl mismo Haym a Dilthey. Sin hablar de le Devecha hegehana 0 antihegsina, fos telatas especulativoss, como el hijo de Fichte, K. Ph Fi her y Uli, cuyo pensamiento, a través de Lotze, puede en Thsare tanto'a la eseuela de Marburgo como a B. Bolzano y al fenomenclogismo contemporineo, En este complejo entrams do, en el que, como hemos visto, son parte integrante tanto Setitudes hegelianas como antihegelanss,tampoco Ta poscin hiistérica de Kierkegaard puede constituir un pecteaer| de la fendencia negativista que LOwith hs constrido, dialetizando Tos fencmenes histercos y convitigndoos en sfmboos de ideas reconeebidss, en un modo que Tecuerda mucho, preisamente Tie Tegel, del que Lowith se demuestra hoy, ene fondo, un disefpulo bastante ortodoxo, a pesar de haberle reconocido el fariter de altima fgsofo de una époce liguidaa, Sin embargo, ademas del mérito ya menconado de Ta abun dancia de material presentado, se le reconocen ots a ln obra en uestén, En primer lugar, ia noble y constanteactitd ant fascists, subyacente, sin embargo, al equvoco (tpico del pe Smiento conservador en general) de querer explicar el act tniento del fascism el nazismo mediante la fipsfiaexcls- tamentey sin ayuda de la historia, Ia historia del capitalsmo J del inperiatismo, con todas las’ graves confusiones que el Inétodo comports, En segundo Tuga, el méito mis coneeto vel cultural, de haber replanteado a la conciencia erica fontemporines, con eficaca y profunda consciencia problem fica el tema de la primera efisis det hegetianismo alemdn *, haber estimulado.postrioresy_prtculares investiaciones, para contribu. ala eual en espera de poder levar a temino Iisforia de exeucl hegelana en la gue ta bjamos desde hace varios alos, presentamos ahora un ré- pido esbozo en las piginas que siguen. Llegados este punto, sin embargo, nos parece oportuno avanzar algo sobre los erterios de fracionamiento y period facidn que hemos seguido. Las manifestaciones y los temas de sta historia son, efectivamente, tan multiples y-complejos que Su narracién y, més todavia, el intento de so valoracin critica Tlegarfan a hacerse imposibles sin algun crteriodirectivo. Ahors bien, los dor criterios cuya eleccién parecen imponerse inme diatamente al Investigador son el cronoldgico y el sistemético: harrar estos asuntos de acuerdo con el arden en que tuviero Tugar, prescindiendo de la esfera ala que se refleren, a bien re: iitise a niveles problematicos (égico-metatisco, reliioso y ticopoitice), para seguir después el eriterio eronol6gico, so lamente desde dentro de ellos mismos. Un riguroso eriterio ero nolégico tendria Ia ventaja de respetar las influencias que ma nifestaciones pertenecientes a. una determinada esfere pueden hhaber tenido sobre otras de esfera diferente, por ejemplo, la in~ fluencia de una polémica desartoliada en el campo de a 16 tica sobre las posteriores diseusiones en el terreno religioso @ politico: piénsese en la rita antihegeliana de Trendelenburs een la feuerbachiana Esencia del erstianismo y se comprende- Fieque no se trata de manifestaciones cuya eficacia queda Ii mitada a le esfera de la Topica la filosoffa dela religiSn, sino {que se extiende a todo el ambito de los problemas involucrados tn lt ersis. Pero por otro lado, en su mayor parte, las manifes taciones en cuestign, tomadas de una en una, tienen una impor- tancia mucho menor, y es sdlo en su interrelacién cuando ast men una relevancia hstériea: seguirlas en el orden que aconte- ‘leron,saltando continuamente de un aivel a otro, desorientaria, precisimente en funcign de la necesidad de interpreta el sen fido global de dicha manifestacién Por otf0 lado, el criteria sistemético—el seguido por Er mann si bien parece introducir un orden definitivo en la fexposiign, acaba desputs separando ieremediablemente las di ferentes esferas, y oeultando las nfluencias de las que habliba- mos mds arriba: ef lector de Erdmann, obligado a seguir toda la historia de las polémicas en el campo I6gicometafisco des de 1829 a 1844, y 8 empezar atta ver desde el principio con ls 26 cexests peu primerss discsiones sobre eign pare sepinas hasta el i Yate ama vr as empea fy he lle ec tiones pltcas acaba mucho més desecentado ques hob sido eonducido de Acverdo on tn ertero riguoasmente cro nolo. evident, sin embargo, que las perofeaiones hist casino pueden reglars medians simples ertris empiicos § Spliar dade fers, cualquiera sea el objeto de que se tate {Sto eiteriosdeben, por el contri, responder las mamas frigencias del moviniento de que se tate, por tanto, el hi tortor que los sn tene que haber catado el entido do acon tecmiento sl que eben apices, Desde este punto de ists In storia e a esoelahegetiana prevent ns fechas de dos acon tcemientos que ln condilonan en forma esenial, se tata de Inde is muerte de Hegel (ide noviembre de I831)y i Ge In masrte Je Federico Guilermo I y. Aitentein. (rimavera de Tem, La imperanca de a primera resulta obvia en cuanto aque en ela destparece de la essen el protagonist, que con partcpscon aera haba ‘mpedido que as polemicas expe tases lo tire de In eri toda su potenen ademts pefado en in demostaciin de la coinedencla de st flosoia Torde ta flosoten, como deciaé} con el dogma estan y on St pensiiento coservador, consents, al temp, de Ia tm fuedad de est concicio, habia inentado sempre remit Its euestiones mis determinadss, nde contenidon (rigs ¥ politics = Ins stemsieas, de igien, ontology metas Be donde seperti por si mismo en primer period dela hi toro de i eas hegeliana: el de las prmeras polices so- Gree Legainnnsn,soctndas on vida el mis Hagel us Ce, por tanto desde 116 a lamada de Hegel a Heileberp 2 TES en a ue prevalece el interes formal y flesico par, tras el que, sin embargo, se insertan, a menudo elds, ost mnas deren regis, En cumto a Is policy, nos enconts tor en los aos que van desde el Congreso de Viena» a Re alos de ail nu cage poo oe precy cnc Que timidamente'y sn exresarse mis ll de un so Tels, unas posturas iberalsavonzadas,mis por parte de n restr Eito chreuo de insectusles fos prints exponents dl me vimiento de la Joven Alemania) que representativos de wna am plia cultura burguesa de’ clase. Muerto Hegel, los temas religisos fueron los primeros en liberalizarse, es: decir, Ios temas en relacin con I reivindica cidn de una libre interpretacién histériea del erstanismo, des Winculada del dogmatismo y de la apologética. En opinién de Engels, se trataba de una trasposicin al mundo de las ideas de instancias mas coneretas, histricas y politcas, expresadas en términos de critica religiasa por inexpresables en los de critica politica, Que no se trata éta de una explicacion unilateral of ginada en un excesivo celo por que prevalezca el canon de in {erpretacién materialista de la historia To. demuestra el hecho de que los reaccionarios mis comprometidas y conscientes, los miembros del weirculo Gerlich» de Federico Guillermo IV, se dieron cuenta inmediatamente, con infalible Instinto, de esta transferencia de abjetivos de la politica a la religién, de la eri tica politica indirectz implicita én Ta religiosa o, en cualquier 280, de los resultados politicos de aquellas discusiones entre Aoctores en teologia, y sin engafarse en alvsoluto en relacién ‘on la naturaleza aparentemente inocua de la rebelidn eitico biblica de la primera Iequierda, empiczan a apretar sus filas para combeti la vida hegeliana» en los primetos ataques lan Zados por boca de Leo y de Hengstenborg. Se configura se un Segundo perfodo para los acontecimientos de la excels, que +a desde 1831 a 1839, en el que predominan las discusiones en ma teria religisa; prosiguen en tono moderado, restringidas y re dducigas al campo que les es propio, las de Iégica y metafsica mientras, nacen los primeros brotes de la Taquierds, que acep tan todavia Ia colaboracién de los intslectuales conservadores fe cubren con frecuentes declaraciones lealistas y retizan con Dreforencia su critica, en relacién con asuntos culturales, re firiéndola excepeionalmente a temas marginals de la vida ad ministrativa del Estado prusiano, a segunda fecha que, coma ya hemos dicho, es punto obli {ado de referencia para la periodifieaciin de la historia de la ‘escuela hegeliana, e¢ I primavera de 1840, en que mueren, a brove distancia uno de otto, el ministro Karl von Altenstein y tl rey Federico Guillermo IIL A este iltimo le sucede el Kron Prinz, amigo de los wdoctorcilloss, al que mis tarde Strauss se refertd, al presentar la figura de Juliano el Apéstata, como tun romantica sobre el trono de los Césareso; el barn Johann Friedrich von Eiehhorn es llamado para ocupar el cargo de mi nistro de Educacién, yen la Universidad de Berlin, Stahl y Schelling suceden a Gans y Gabler respectivamente, ambos en claras funciones antinegelianas, Tras un breve periodo de fas ‘istensién se refuerzan las medidas antiliberales contra la pren- Tos intelectuales ebeldes en particular. Los Jévenes hese janos,reunidos en torno alos Andles de Haile y el Athenaew, estén desilusionados de su lealismo y, de entre todos ellos, Ruge, Hess y Marx se disponen a abandonar las discusiones tedricas y religiosas para afrontar la lucha por un liberalism politico Tadical verdaderamenteilustrada y orientado, por tanto, 2 los modelos englofranceses clisics. Se abre ast el terer y mis de tisivo periodo de las Tuchas de la escuela hegeliana, en el que Al mismo tiempo que los mismos intereses logicos y religosos leanzan sus expresiones mas maduras en las Investigaciones Igicas de Trendelenburg, la Esencia del crstianismo de Feuer bach y la Critica de los sindpticos de Bauer todas las lneas de estos Complejos movimientos parecen converger al final en las ‘liscusiones de los problemas politicos y en la nueva ilustracion introducida por la Triarguia europea de Hess, el libro sobre Fe- derico T, de Képpen, y las composiciones potticas de Herwegh y Heine, apoyadas por los periddicos, ya ablertamente colocados fn Ta oposicién, en ardua lucha por la supervivencia: efectiva ‘mente, uno por uno, en el espacio de pocos afos, los Anales de Halle, los Anales alemanes, la Gaceta renana, el Patriot, el Athenaeum, el Telégrafo y la Gaceta de Leipzig dejarin de pu: blicarse, y lo mejor de los escritos de los Jvenes hegelianos acabard publicéndose en nimeros tnicos impresos en Suiza, tomo los Anekdota y las Venti hojas, ete. AI mismo tiempo, la conversién antihegeliana de parte de los miembros de ta Tequierda, iniciada por Feuerbach, al que seguirian inmedis tamente Ruge, Hess y Marx, provoca una escisiéa en el in terior del movimiento, en el que continian hegelianos los her manos Bauer y os sLibres», Meyen, Buhl, Nauwerk, Stirner, {ue todavia. piensa en wna pura revolucién de las’ concien- Glas y, en relacién con problemas més concreto, sociales y po iticos, no van més allé de una criti improvisada e inconclo yonte; también este grupo esti destinado a escinditse, hasta Ia estampida general, con la que, segin Marx, acaba su histori El timo intento de publicar una nueva revista en Pars, los Anales Franco-lemanes, la expulsién de Alemania de Her teh, Marx y Ruge y, finalmente, Ia aproximacién al comunis- ‘mo como resultado coherente de las experiencias criticas prece dlentes de Hess, Mare y uno de fos més jévenes de los Libres, Friedrich Engels, determinan el final de la Taquierda hegeliana Desde este momento cada uno de sus miembros, excepcion hecha de Marx y Engels, fndadores del materalismo histor 9, no representard mas que a si mismo, Desde Iuego, una his: foria completa de la Izquierda hegelina tiene que incluir un epilogo dedicado precisamente a la actividad de Feuerbach, Ruge, Bauer, Strauss, asi como la de Rosenkranz, Michelet, Erd> mann, ete, después de 1844, para concluir en forma definitiva Silo en los afos alrededor del70, con la ubismarchische Acra» fn la que se publican sus ditimas obras. El presente trabajo, in embargo, seguird, a partir de 1844, un recorrido mucho més in teresante e histéricamente significative, el eamino recorrido por Marx hacia Ia fundacion y construccién de la concepeign mate Fialista de la historia, ‘Ast qlee] mismo trazado de la historia de la escuela hegelia: ra nos parece que justifiea la divisién adoptada en ls tres pe Flodos mencionados en el interior de los cuales, al eambiar Ta Felevancia de Tos intereses l6gicometafisico,religioso ¥ polit- 9, resultaréconsecuentemente modificado el orden en el teats miento de los fenémenos que los expresan. CAPITULO PRIMERO ORIGENES DE LA ESCUELA Y POLEMICAS EN VIDA DE HEGEL (1816 -1831) Las primeras sefal a critica antihegeiana aparceen n seguida, cuando Hegel, catedrtico en Jena y seguidor de filosof identidad® de Schelling, no ha formado escue fiores Schelling y Hegel data de 1803, y de 1804 la obra en dos olimenes de Kajetan Weiler, EI espinte de la novisine [io argo, nombra a Hegel s6lo en el titulo. De 18! tro and lar, que en apéndice contiene un anuncio de a Légiea de Hegel Y finalmente, 2 Hegel se refieren dos obras de 1811 y 1816, re pectivamente, de Karl Friedrich Bachmann (ponents despu: de la Ticenciatura de Marx), Sobre la filosofia y su historia y bre ta filosofia de mi tiempo para una mediaciin y un annime interés filo de Bruno Snell do 1814, Le fi Sin embargo, estas primeras obras poseen sél precisamente como ‘docun as obras se refieren mucho mis ala historia del sche 2 cévests ory ‘en Jena, fue Georg Andreas Gabler. No obstante, el primer nd leo de ia escuela se formé en Heidelberg y a dicho nucleo per tenecian Hinrichs, Carritre, Carové, Van Gherty, entre otto, lin noble ruso, Yakill, que, « pesar de los cursos de iniciacion

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