El documento describe los problemas que surgieron tras el desmantelamiento del barrio de Can Tunis en Barcelona, incluyendo un aumento en las enfermedades transmitidas por jeringas usadas y las sobredosis. A pesar de que las autoridades ahora anuncian nuevas medidas de asistencia, aún existen deficiencias como la falta de acceso a programas de intercambio de jeringas y una disminución en los centros y recursos de asistencia. El documento también critica la falta de participación de los afectados y profesionales en el diseño de los nuevos cent
El documento describe los problemas que surgieron tras el desmantelamiento del barrio de Can Tunis en Barcelona, incluyendo un aumento en las enfermedades transmitidas por jeringas usadas y las sobredosis. A pesar de que las autoridades ahora anuncian nuevas medidas de asistencia, aún existen deficiencias como la falta de acceso a programas de intercambio de jeringas y una disminución en los centros y recursos de asistencia. El documento también critica la falta de participación de los afectados y profesionales en el diseño de los nuevos cent
El documento describe los problemas que surgieron tras el desmantelamiento del barrio de Can Tunis en Barcelona, incluyendo un aumento en las enfermedades transmitidas por jeringas usadas y las sobredosis. A pesar de que las autoridades ahora anuncian nuevas medidas de asistencia, aún existen deficiencias como la falta de acceso a programas de intercambio de jeringas y una disminución en los centros y recursos de asistencia. El documento también critica la falta de participación de los afectados y profesionales en el diseño de los nuevos cent
El pasado junio, un grupo de ciudadanos/as y profesionales de Barcelona redactamos un Manifiesto de protesta
por la gestin del desmantelamiento del barrio de Can Tunis. Fue una llamada de urgencia por la precipitacin de acontecimientos que en realidad se vean venir desde al menos 3 aos entre los profesionales del sector de drogodependencias. Pese a ello, el Ayuntamiento de la ciudad no reaccion sino cuando ya era demasiado tarde y se estaba produciendo una verdadera catstrofe humanitaria entre centenares de drogodependientes en las ms espantosas situaciones de exclusin social. Durante el verano pasado, 177 personas y 33 entidades ciudadanas firmaron este Manifiesto y lo hicieron llegar a los medios de comunicacin y las ms altas instancias del Ayuntamiento y la Generalitat. Es [quiz slo] por ello que actualmente las administraciones anuncian nuevas medidas y servicios de asistencia para este colectivo tan maltratado y perseguido. A pesar de que, por un lado, lamentemos haber acertado al predecir los problemas a que dara lugar el derribo de Can Tunis ojal nos hubiramos equivocado y que, por otro, hemos de recibir con cierto optimismo la prxima creacin de nuevos dispositivos asistenciales, hemos de sealar que los problemas, las responsabilidades y los descuidos de la administracin municipal an no se han resuelto - Contina habiendo carencias en acceso a Programas de Intercambio de Jeringuillas (PIJs) suficientes, adecuados y con suficiente cobertura horaria. A da de hoy, siguen aumentando la adquisicin de enfermedades de transmisin como las hepatitis o el sida por uso compartido de jeringuillas, la mortalidad por sobredosis, y en general la precarizacin de las vidas de los usuarios/as de drogas. Recalcamos el hecho de que el programa de Can Tunis intercambiaba el 65% de las jeringuillas de los PIJs de Catalunya, y de que tras su desaparicin el resto de programas no han cubierto an estas cifras, mientras el consumo de drogas aumenta da tras da. - Los centros de asistencia ofertados por el Ayuntamiento bajan en nmero a medida que este problema deja de estar en el centro de atencin de la opinin pblica. Adems, van menguando los medios materiales y humanos con los que habrn de funcionar estos dispositivos. - En ningn momento se han tenido en cuenta, para el diseo de estos nuevos centros, las opiniones y experiencias de los afectados, de los profesionales que trabajan en terreno, o de los colectivos ciudadanos afectados por los cambios en la escena de drogas barcelonesa. Adems de signo de incompetencia y poca profesionalidad en el desarrollo de proyectos, este es un rasgo que refleja a la perfeccin los dficits democrticos en la poltica municipal y sus productos. - Los problemas con las drogas no son patrimonio slo del colectivo de inyectores de drogas ms marginalizados, tampoco slo de algunos barrios marcados, ni tampoco de competencia exclusivamente sanitaria: son problemas de toda la ciudad, que afectan a mucha ms gente de la que nos dicen, y sobre todo son problemas sociales. Dado que los problemas de drogas son problemas sociales, se ha de hacer un esfuerzo aadido y especfico par reforzar la asistencia social entre los colectivos ms desfavorecidos. - La forma de solucionar estos problemas no es crear un subsistema sanitario segregado, sino integrar y adaptar todos los recursos sociales y sanitarios pblicos de manera que puedan afrontar estos problemas. En vez de esto, las administraciones slo crean circuitos de adjudicacin presupuestaria a entidades privadas que pertenecen a un club exclusivo y muy reducido. Los ciudadanos y ciudadanas hemos de exigir una accin pblica ms responsable y transparente. - Establecer slo centros de atencin segn el modelo del comedor para pobres, con el aadido de las narcosalas es errneo, y equivale a crear campos de concentracin dentro de la ciudad. Existe toda una gama de dispositivos teraputicos (centros de tratamiento, pisos de rehabilitacin, comunidades teraputicas, plazas de desintoxicacin hospitalaria, etc.) de los que Barcelona an presenta una oferta demasiado pobre, muy lejana de la demanda. Esto genera interminables periodos de espera que en demasiados casos rompen las esperanzas de recuperacin de muchas personas con problemas graves. - Adems, hacer que las estrategias asistenciales funcionen dentro de un marco legal y poltico que, en la prctica, persigue ms a los usuarios de drogas que a los grandes traficantes, desactiva la eficacia de las intervenciones, dado que siempre sale castigada la vctima en vez del culpable, y que nunca se exige responsabilidad a quienes mantienen este marc poltico, legal y de accin pblica viciado e injusto. Hemos de exigir, al menos, que las personas con problemas de drogas tengan oportunidades reales de rehacerse, y dejen de constituir el 70% de la poblacin penitenciaria. En definitiva, exigimos trato justo y equitativo para las personas con problemas de drogas. Tambin, que las autoridades pblicas reconozcan y atiendan la gravedad de los problemas surgidos en Can Tunis y desde su demolicin, poniendo de una vez en marcha medidas pertinentes y dignas a tal efecto.
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