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Estela Ocampo y Marti ’eran TEORIAS DEL JACOB BURCKHARDT Y LA ESCUELA DE VIENA La reaccién frente a los determinismos positivistas produjo dos efectos fundamentales: una mayor atencién al componente formal del arte y la voluntad de formular una historia del arte sustentada en el desarrollo histérico. Ambas tendencias multiplicaron progresiva- mente sus aportaciones, e incluso confluyeron para dar lugar a parti- culares puntos de vista, Esta preciada sintesis fue llevada a cabo de un modo especialmente fructifero por la llamada Escucla de Viena. Un antecedente ineludible es la figura de Jacob Burckhardt, maesiro de Wolfflin y primer artifice de algunas ideas que serian luego desa- rrolladas por los autores vieneses. Jacob Burckhardt J. Burckhardt (1818-1897), acusado a menudo de diletiantismo, es sin embargo un autor riguroso en su anhelo por coordinar los distin- tos elementos intervinentes en las creaciones culturales de un deter- minado periodo histérico. Su objetive es que el arte y las demas producciones humanas sean concebidas como un eslabén de la histo- ria de la cultura. Para ello no niega los puntales del discurso positi- —93 — vista (cultura, raza, técnica) sino que los completa al insertarlos en su contexto histérico y dotarlos de un significado espiritual. El hege- liano Schnaase (1798-1875) ya habia propuesto distinguir unas causas externas —materiales y técnicas— y unas causas internas —el gusto y la sensibilidad— para explicar los estilos, pero redujo la relacién establecida entre Historia y Arte a una subordinacién en Ja que el ar- te se definia como simple expresidn de la historia. La aportacién de Burekhardt, mucho mds ambiciosa, consistira en afirmar una in- fluencia mutua entre Cultura y Arte. Su coneepcién de la Cultura es eminentemente humanista y se propone encontrar en el pasado los elementos que se relacionan esen- cialmente con e] presente, a pesar de que define la realidad cultural como la suma de los desarrollos del espiritu que suceden espontdnea- mente y no pretenden ninguna validez universal o forzosa'. La Cul- ‘tura es una variada suma de elementos que en su conexién crean una realidad histérica, dentro de la cual tres son los factores que destacan sobremanera: el Estado, la Religion y el hecho propiamente cultural. Entre estos tres elementos se establece una infinita gama de relacio- nes y dependencias sin jerarquia. Estado y Religién se condicionan mutuamente e impregnan asimismo la expresién cultural del momen- to, pero también la cultura —y en particular el arte— contamina a la concepcién del Estado y al sentimiento religioso. Con este anilisis, el arte deviene un ejemplar testimonio de la historia en tanto que ex- presa intereses ajenos, pero es también actor cultural de primera magnitud y por tanto responsable de cada una de las imagenes de la historia universal. Este protagonismo es lo que permite a Burckhardt proponer un entendimiento de la historia del arte como historia de la cultura o historia de la civilizacién. La Historia habla a través del arte porque el arte es co-responsable de su desarrollo. En cuanto al procedimiento metodolégico que rige su trabajo, Burckhardt reconoce ¢] papel que desempefia la interpretacién subje- tiva en toda investigacién. Basta recordar para ello las palabras con J, Burckhardt. Consideracions sobre (a histOria universal, Barcelona: Ed 62, 1983, p. 10. — 94 — las que introduce su obra maestra: Este estudio Heva el titulo de un nuevo ensayo, de un simple esbozo, en el verdadero sentido del voca- blo, (...). En el vasto mar a que nos lanzamos, son multiples las rutas » las direcciones y las posibilidades; los elementos de investigacién preliminar que han servido de base al presente trabajo, en manos de otro hubieran padido facilmente no sélo elaborarse y tratarse de mo- do distinto, sino producir resultados esencialmente distintos tam- bién?. Dicho esto, pueden servirnos para profundizar en la bisque- da de su método las reflexiones de W6lfflin, que transparentan su ad- miracién por el maestro, y las de Gombrich, mas profundas y también mas distantes. Wolfflin, cl mas reconocido de los autores formalistas, sostiene que la obra de Burckhardt se basa en el deseo de delinear una historia ‘no narrativa sino sistemdtica del arte’, articulada sobre tres puntos de complejo talante. El primero de ellos reclama uma inicial com- prensién de la obra de arte segrin su funcidn, La creacién jamas se produce ex-nihilo, sino que por el conirario est fuertemente nutrida de sus predecesores, entroncada en una tradicién que aleanza a deter- minar les objetivos de cada nueva creacién. La funcién del arte en cada momento histérico cs un primer interrogante metodolégico que ha de esclarecer las exigencias dominantes en cada momento y el pa- pel que la tradicién desempefa tanto en su formulacién como en su solucién. Una expresién més concisa de este primer punto'se halla en laimportancia que tiene para la correcta interpretacién del arte ¢l co- nocer qué se requiere en un momento histérico-cultural determinado para la devocién doméstica o el culto. El segundo de los puntos que, al parecer de Wélfflin, confiere a la obra de Burckhardt rigor metodoldgico es la suposicién de que aprecia de manera fundamental el valor de las categorias formales. El interés de W6lfflin por reivindicar la presencia de un discurso for- ? J, Burckhardt. La Cultura del Renacimiento en Malta, Barcelona: Iberia, 1979, p.3. 7H. Wolfflin, Reflexiones sobre la Historia del Arte, Barcelona: Peninsula, 1988, pp. I7L y ss. —95 — malista cn la obra de Burckhardt es evidente, por ello debemos ser eautos. De todas maneras, si es cierto que Burckhardt antepone el uso de categorias formales al analisis de maneras individuales, preca- viéndose de no incurrir en una Aistoria de los artistas. Finalmente, el tercer elemento de una historia sistematica del ar- te es la idea de un proceso vital que se repite siempre de modo similar en las distintas épocas del arte. Aqui Wélfflin es fiel a las palabras de Burckhardt, quien afirma que wa peculiaridad de las culturas su- periores es st capacidad para producir renacimientos*. Sin embar- go, desde este planteamiento no se resuelve el problema de conciliar el curso vital con el contenido cambiante de la historia real. La inter- pretacién de Gombrich sobre esta cuestién es mucho més clara Gombrich busca en la obra de Burckhardt los sintomas de una aspiracion a seguir un método asi como sus fuentes. El resultado de su andlisis es taxativo: e| método de Burckhardt se eleva sobre la con- cepcion hegeliana de la historia’. Para Gombrich es evidente la ne- cesidad de Burckhardt de encontrar unos principios que ordenen la ingente masa de hechos a considerar, segiin esta significativa cita del autor que reproduce: Mi talante natural me lleva a considerar las co- sas tangibles, la realidad visible y la historia. Pero tengo tendencia a buscar incesantemente paralelos en la coordinacién de los hechos, y asi he podido encontrar por mf mismo unos pocos principios gene- rales. Gombrich considera que esta generalizacién de lo observado en la historia se identifica con lo que Hegel denomina espiritu universal animado por un incesante progreso. La posibilidad de generalizar radica en La suposicién de una uni- dad entre todas las manifestaciones de una civilizacién; 0 lo que es lo mismo, que los periodos histéricos, en toda su diversidad, son re- sultado de un unico espiritu, S6lo desde esta premisa podran tomarse distintos elementes y demostrar que componen una expresién homo- génea. El desarrollo histérico no es sino la evolucién del mismo espi- 43, Burckhardt, Coasideracions sobre ta historia universal p. 82. SE, Gombrich, “EI hegelianisme de Burckhardt" en E. Gombrich, A fa recerca de fa histdria cultural. Valencia: Tres i Quatre, 1974, pp. 59-75 — 9 — ritu universal. Tanto para Hegel como para Burckhardt, la Historia es una evolucién del espiritu hacia estadios cada vez mejores y por tanto, respecto del ciclo vital que sefialaba WOlfflin, lo mas acertado es hablar en términos de progreso y no de repeticion. De ahi que el Renacimiento italiano sea algo mas que un simple retorno a la Anti- gtiedad. La tesis principal de La Cudtura del Renacimiento en Malia (1860), donde contrasta la mentalidad renacentista con la de la Edad Media, confirma que su interpretacién esta orientada por la teoria hegeliana de la historia. Para Burekhardt, en la Edad Media la con- ciencia humana permanece adormecida bajo el velo de Ia fe, el enga- fio y la dependencia y el hombre sdlo adquiere consciencia de si a través de categorias como la nacién, el gremio 0 la familia. El progre- so del espiritu modifica la situacién durante el periodo renacentista, momento en el que el hombre despliega auténticamente su individua- lidad y se reconoce en ella. El Renacimiento artistico aparece asf co- mo eficaz testimonio de una civilizacién que forma parte del pro- greso del espiritu a pesar de que para ello adopte una gramatica ya conocida, pues sabemos la importancia que posee la tradicién para ayudar al arte a cumplir con su funcién. Estas dos aproximaciones a la obra de Burckhardt han introdu- cido una serie de cuestiones cruciales, entre ellas la presencia de plan- teamientos propios del formalismo. Tras determinar que una cultura ¢s producto de la suma de dis- pares aportaciones de procedencia diversa, Burckhardt insiste en re- cordar que la capacidad de confluencia no es lo que define a los distintos elementos, sino que cada uno de ellos mantiene una dindmi- ca propia dictada desde la autonomia de cada parcela. Lo mismo su- cede con el objeto artistico, capaz simultaneamente de cumplir una funcién testimonial y de responder a una exigencia estrictamente es- tética. El arte existe pues, en gran medida, por el arte mismo. Este desdoblamiento es matizado por el propio Burckhardt al pensar que el objetivo final del arte consiste en recoger las imagenes del mundo, de la naturaleza y del tiempo, de validez general, poseyendo asi —como ocurre con Ia filosofia— la facultad de ser modélico expo- nente de una época al mismo tiempo que dispone de capacidad para- — 97 — trascenderla. Asi, la autonomia del arte es perfectamente asimilada por Burckhardt sin provocar paradoja alguna con la idea matriz de su teoria, lo que le lleva a plantear categoria formales que estudien el arte en su vertiente especifica. La autonomia de] arte reclama dis- poner de un instrumental adecuado para valorar su especificidad, y éste sdlo puede desarrollarse al modo formalista. De ahi que el pro- pio Burckhardt introdujera en sus andlisis conceptos como el de est To espacial (contrapuesto al plastico-constructivo) 0 el de equiva- lencias (sugiriendo la elaboracién de un sistema de equilibrios en la solucién formal de toda obra). Wélfflin no se equivocaba al conside- rar este componente en el pensamiento de Burckhardt, dando a en- tender que Formalismo ¢ Historia de la cultura se complementan mutuamente para dar lugar a una comprensién mucho mds completa de fa obra de arte. Otro elemento decisivo en la obra de Burckhardt es la constante apelacién al componente ético, En lo que se refiere directamente al andlisis de] arte destacan los conceptos de libertad e individualidad. La idea de libertad es de suma importancia para el autor, pues la con- sidera esencial para el correcto desarrollo espiritual; ¢s decir, para la configuracién de una cultura y, en consecuencia, para la determina- cién de todos sus componentes, incluida la expresidn artistica. Pero si la libertad es una exigencia fundamental para el desarrollo incesan- te del espiritu, es también necesaria una constante renovacidn cultu- ral que la garantice. La libertad nutre a la cultura, pero para que ésta cumpla su desarrollo histérico deberd renovar la libertad; de ahi que los periodos de crisis sean calificados de auténticos signos de vida que, ademas, no sélo encuentran un medio de eficaz expresién en ¢) arte sino que se apoyan en él en su anhelo por elaborar lo nuevo. El arte es asi una de las mds favorecidas parcelas desde donde asegu- rar el desarrollo histérico del espiritu o de la Cultura. Una cultura viva es aquélla creada por el individuo y esta partici- pacién, esta libre contribucién, sélo se garantiza desde la consciencia de si, desde la individualidad asumida. En el terreno del arte, Bure- khardt establece una jerarquia peculiar basada en el grado de indivi- dualidad que subyace en cada objeto de creacién®. Las obras de 6 J. Burckhardt. Op cit. pp. 215-216. —9$ — primer orden son aquéllas realizadas por individuos insustituibles, autores de originales concepciones del mundo; tras éstas se encuen- tran las obras que siguen un determinado estilo, que se deriva de la creacién totalmente libre del primer grupo de artistas; el tercer ni vel agrupa las obras que actiian por vanal imitacién, ya no asimi- lando estilisticamente, sino emulando a ciegas. Este ordenamiento je- rarquico permite organizar al arte de un periodo desde un juicio de valor y, al mismo tiempo, puede aplicarse al general desarrollo his- térico del arte. La historia del arte es asi un complejo encadena- miento de originalidad, libertad codificada ¢ insustancial amane- ramiento. El modelo concreto utilizado por Burckhardt para aplicar su teoria es Ja cultura renacentista italiana. Tras dedicarse inicialmente a la Edad Media, los viajes a Italia le revelaron una civilizacién ideal para indagar la posibilidad de interpretar la Historia y la Cultura des- de sus intuiciones. Asi dio origen, en primer lugar, a Der Cicerone (1855), breve ensayo donde ya, al modo hegeliano, formula el Zeit- geist o cultura de la época como punto de vista para la comprensién del arte. Pero la obra definitiva aparecié cinco afios mas tarde bajo el ambicioso titulo de Die Kultur der Renaissance in italien; una parte de un proyecto aun mayor que habria de contemplar un minucioso estudio del arte renacentista, dado que la creacién artistica es el prin- cipio rector de la investigacién pero no el objeto concreto de anilisis. A pesar de ello, la importancia de la obra es indiscutible y no sélo por cuestiones mas bien anecddticas como la divulgacién del exitoso concepto de Renacimiento, sino fundamentalmente por la facilidad con que el concepte de Arte se desarrolla en multiples direcciones hasta alcanzar a fusionarse con la idea de Cultura. Para concluir este resumen de la aportacién de Burckhardt, de- bemos anotar cierto peligro de contradiecién al superponer metddi- camente distintas parcelas del general desarrollo histérico, aun exis- tiendo puntos de confluencia. Esta es la objecién que plantea L. Ven- turi, haciendo especial hincapié en la autonomia que a su parecer tige a Ja personalidad frente a la civilizacién, dado que Burckhardt concibe la personalidad como motor de la historia y, sin embargo, —99 — hace una historia de periodos y estilos’. La critica merece una atenta reflexion, pero quizds se solvente si concedemos a Burckhardt el pa- pel de predecesor de una plena sociologia del arte en tanto propone valorar la obra de arte, simultaneamente, como documento histérico {testimonio de una civilizacién determinada) y como fin cultural {creacién individual y libre). El esfuerzo desarrollado por Burckhardt para retomar el con- cepto de esptritu de la época como prisma indispensable para la com- prensién del arte, tuvo magnificos continuadores en la Mamada Escuela de Viena (Wickhoff, Riegl, Dvérak, Schlosser, Sedlmayr). Esta podria ser la maxima que definiera homogéneamente al grupo, pero hay que aiiadir también la determinante importancia que atribu- yeron a la explicacién del arte basada en una completa erudici6n cul- tural, el uso de conceptos abstractos, supraindividuales y, al fin, el objetivo de vertebrar una historia del arte desde el principio del desa- rollo histérico. La Escuela de Viena concentra, pues, numerosos planteamientos, y sus nombres mas significativos son Dvérak, Rieg! y Schlosser —quien ademas aparece como estudioso de la propia escuela’—, — 100 — OBRA DE LOS AUTORES TRATADOS BURCKHARDT, J. Die Zeit Constantins des Grossen. Basilea, 1853; trad. cast. Del paganismo al cristianismo. La época de Constantino el Grande. Madrid: Fondo de Cultura Econémica, 1982. Der Cicerone. Basilea, 1855; trad. east. El Cicerone. Barcelona: Ibe- Tia, 1966. ——— Die Kultur der Renaissance in HNalien. Basilea, 1860; trad. cast. La cultura del Renacimiento en Italia. Madrid: E.D.A.F., 1982. Die Geschichte der Renaissance in Italien. Basilea, 1867. Erinnerungen an Rubens, Basilea, 1898, —— Griechische Kuiturgeschichie. 1898-1902; trad. cast. Historia de la cultura griega. Barcclona: Iberia, 1974-1975. —— Weltgeschichtliche Betrachtungen. 1905: trad. cat. Consideracions so- bre la historia universal. Barcelona: Ed 62, 1983. BURCKHARDT, J. y WOLFFLIN, H. 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