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E Javier Casinos Mora LA RESTRICCION DEL LUJO EN LA ROMA REPUBLICANA. El lujo indumentario Copyrighted material F, JAVIER CASINOS MORA LA RESTRICCION DEL LUJO EN LA ROMA REPUBLICANA. El lujo indumentario Brien SL Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el disefio de Ja cubierta, puede reproducirse 0 transmitirse por ningtin procedimiento electténico o mevinico. Cualquier forma de reproduccisn, distribuci6n, comunicacién publica o iransformacién de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacion de sus titulates, salvo excepcion prevista por la ley. Dirijase a CEDRO (Centro Espaviol de Derechos Reprogrificos) si neezsite Fotocopiar o esca near algin fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 98 272 04 47} Coleccién “Monografias de Derecho Romano y Cultura Clasica” Direccién del Prof. Dr. D. Antonio Ferndndez de Bujan Este libro ha sido sometido a evaluacién por parte de nuestro Consejo Editorial Para mayor informacion, véase www.dykinson.com/quienes_somos © _ F Javier Casinos Mora Madrid Editorial DYKINSON, § L Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid Teléfono (+34) 915442846 - (134) 915442869 e-mail: info@ dykinson.com hitpyhwww.dykinsones, hutp://www.dykinson.com ISBN: 978-84-0085-781.6 Preimpresién: Besing Servicios Graficos, SL besingsy @ gmail.com INDICE PREFACIO 9 INTRODUCCION. A ABREVIATURAG.... 1 CAPITULO L LAIDEA ROMANADELLUJO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA or 1, ELLUJO COMO FACTOR DE DECADENCIA MORAL Y POLITICA. 21 20 37, St; 44 3. LARESTRICCION DEL LUJO INDUMENTARIO EN LA LEY DE LAS XII TABLAS . 1 CAPITULO II]. LARESTRICCION CENSORIA DEL LUJO EN LA ROMA REPUBLICANA...... 95, F. JAVIER CASINOS MORA CAPITULO IV. LA RESTRICCION LEGISLATIVA DEL EN LA ROMA REPUBLIC. LUJO 133 LUXURIAM. se pila iis 133 2. FINALIDADES COMUNES ALAS LEGES SUMPTUARIA. 149 3. EFICACIA DE LA LEG. UP TUARIAE Y DE LAS LE COERCENDAM LUXURIAM. 0 — 168 4. BREVE REFERENCIA A LA TRADICION LEGISLATIVA, SUNTUARIA Y AL DEBATE ILUSTRADO .... 179 5. CATALOGO DE GES SUMPTUARIAE Y DELEGES AD COERCENDAM LUXURIA) 183 CAPITULO V.. LEX METILIA DE FULLONIBUS 215, CAPITULO VI. LEX OPPIA Y LEX VALERIA FUNDANIA.... 225 1, LEXOPPIA 225 2. LEX VALERIA FUNDANIA ..seoecsroees 240, 3. ORATIO DE LEGE OPPIA SERVANDA... 252 4. ORATIO DE LEGE OPPIA ABROGANDA 281 5. CONCLUSION..... 307 CAPITULO VIL. LEX IULIA SUMPTUARIA Y PROHIBICION DE VESTES CONCHYLIATAE 311 CONCLUSIONES. 323 INDICE DE FUENTES... 349 INDICE ONOMASTICO .... 317 DICE TEMATICO .. 383 PREFACIO EI presente libro se ha realizado en el marco del proyecto de investigaci6n interdisciplinar y multinacional Clothing and Identi- ties. New Perspectives on Textiles in the Roman Empire (DressID), proyecto promovido por la Comisién Europea, integrado en el pro- grama marco EU Culture 2007-2013 (N.: 2007-1765/001 CTU CO- OPMU). coordinado por Michael Tellenbach, Director del Mann- heim rem-Museum Weltkulturen, y dirigido en lo que a atafie a la participacion de la Universidad de Valencia por la Profesora Dra. Carmen Alfaro Giner, a quien agradezco su invitaci6n a participar en dicho proyecto. También deseo expresar mi gratitud al Profesor Dr. Antonio Fer- nandez de Bujan, director de la Coleccién Monograffas de Derecho Romano de la editorial Dykinson, por acoger en ella este trabajo, coleccién que hoy dia constituye un referente en el panorama ro- manistico no s6lo espafiol sino también europeo con sus mds de 90 ttulos publicados. F. Javier Casinos MoRA Valencia, 13 de noviembre de 2015 Copyrighted material INTRODUCCION EI tema de las disposiciones restrictivas del lujo en Roma, es- pecialmente de las Hamadas leges sumptuariae, no es ciertamente novedoso y ha sido objeto de algunas monograffas y contribuciones secundarias sobre todo en las tiltimas décadas del siglo XX; sin em- bargo, sf lo es quizd el tratamiento monografico de las restricciones en materia de lujo especfficamente indumentario. Ese es justamente el prop6sito del presente trabajo. Ahora bien, como ya aparece suge- rido por su titulo, en lugar de tratar de la cuestion de las limitaciones normativas del lujo indumentario de manera aut6noma he optado por ocuparme de la restriccién del lujo en general en su devenir histérico y sobredimensionar en cada lugar oportuno lo relativo al lujo indu- mentario. Es asi que la /ex Oppia ha merecido un extenso capitulo y un tratamiento mucho més detallado que el otorgado a cualquier otra disposicion normativa. La raz6n es que una exposicién conjunta per- mite mostrar mejor el diferente trato dado al lujo indumentario y al de otros dmbitos materiales y entender que la reacci6n contra el lujo no siempre respondi6 a una motivaciOn puramente moral, por mucho que sea esa la idea que desean transmitir continuamente los autores, sino que, en realidad, en unos casos, los de las leges sumptuariae, lo que se pretendia combatir so pretexto de moralidad eran ciertas manifestaciones del lujo cuya préctica resultaba peligrosa para la élite tradicional y, en otros casos, como los de las normas restrictivas del lujo vestiario, las razones eran solamente coyunturales, como sefialadamente en el caso de la lex Oppia, esporddicas, distintas en cada supuesto y no formaban parte de esa suerte de género de leyes, con hilo conductor y objetivos comunes, reiteraciones y elementos 12 F. JAVIER CASINOS MORA traslaticios, constituido por las leges sumptuariae. Por otro lado, la exposici6n conjunta permite aportar nuevas reflexiones y teorias 0 reforzar otras ya existentes sobre las restricciones suntuarias decen- virales, censorias 0 legislativas, asi como contrastar los conceptos de lex sumptuaria y de lo que he Ilamado lex ad coercendam luxuriam. La literatura romana, protagonista absoluta en lo que concierne a las fuentes existentes sobre este tema, como seguramente de manera similar a cualquier otra literatura del pasado o del presente, refleja, entre otras muchas cosas, las contradicciones entre las aspiraciones ideales y las pulsiones reales de las élites sociales, entre su deseable firmeza heroica y su inevitable auto-indulgencia y entre sus aspiraciones “virtuosas” a la templanza y a la austeridad ejemplares y sus “torpes” inclinaciones a las pasiones y al lujo. Y si tales aspiraciones yirtuosas son declaradas con entusiasmo y contundencia, por los portavoces 0 no de aquellas élites, ese entusiamo y esa contundencia parecen decaer en la practica cuando se trata de combatir eficazmente lo considerado como torpes inclinacio- nes. Esto sucede precisamente con las restricciones del lujo establecidas en la Roma republicana a través de diversos paradigmas normativos, las cuales en conjunto y en franco contraste con la severidad de aquella cri- tica que manifiestan los autores, seguramente con honestidad, ofrecen una imagen de normas selectivas, erraticas y poco coercvitivas y eficaces a pesar de la gravedad para los interesados en su establecimiento de los fines perseguidos con ellas. A los diversos modelos normativos seguidos durante la reptiblica romana para la sancién y restricci6n del lujo precede en la exposicién una referencia a la visin romana del lujo, que lamentablemente sdlo podemos conocer bajo el sesgo de la élite intelectual, muchas veces asimismo portavoz de la élite social. Tal vision es, ademas, inevitable- mente por razones obvias de tradicién, la reflejada sdlo por los autores correspondientes al ultimo tramo de la Republica y el Principado. Esa visién es acerbamente critica del lujo, al que de hecho se tacha per- manentemente de factor de decadencia moral y de las instituciones, e iguala en intensidad al gusto y a la complacencia mostrados por las élites en relacién con aquél y con otras pasiones afines, tal como reve- lan constantemente la arqueologia, el arte o la literatura. Por eso, las medidas restrictivas del lujo no constituyen en muchos casos sino una suerte de autocritica interesada y propagandistica de la aristocracia di- La restriccion del lujo en la Roma republicana 13 rigida en tiltima instancia a ningiin otro fin distinto que el de legitimar el estado de cosas. A la idea del lujo como factor de decadencia moral y politica sigue en la exposici6n el contraste entre las ideas de luxus y magnificentia, fundamental para precisar los contornos del concepto de lujo, para diferenciar entre un exceso suntuario lfcito y otro ilicito. Contintia la exposicin con el estudio de las restricciones sun- tuarias arcaicas: las establecidas en las llamadas leges regiae y, ya en época republicana, en la ley de las XII Tablas, cuya tabla décima contiene una interesante restricci6n del swmptus en materia indu- mentaria en relacién con las ceremonias funerales, del cual se ofrece un andlisis y una interpretaci6n a partir de datos obtenidos de la lite- ratura romana y griega y con el auxilio también de diversas eviden- cias epigraficas y artisticas tratadas por los estudiosos. El tercer capitulo esta dedicado a la restriccién censoria del lujo en la Roma republicana, la cual se inscribe en el marco del control de la moralidad 0 regimen morwm, una de las atribuciones mas repre- sentativas de la singular magistratura republicana de la censura. De ella se ocup6 por extenso hace unas pocas décadas E. Baltrusch y re- cientemente N. El Beheiri en sendas excelentes obras, las cuales no he podido dejar de tener presente en la confeccidn de este capitulo. Siguen las leges sumptuariae, las normas restrictivas del lujo por excelencia en la Roma republicana e inicios del Principado. Este tipo de leyes romanas Iamaron la atencién en los siglos XVIII y XIX y fueron a menudo objeto de disertaciones, que en realidad no constituyen otra cosa que meras descripciones acriticas principalmente de los pasajes de Aulo Gelio y de Macrobio alusivos a la leges cibariae. De estas obras de acopio procede la concepcién maximalista de las leges swmptuariae como cualesquiera disposiciones normativas romanas incidentes de al- gtin modo en cuestiones de sumptus 0 luxus, es mas, incluso se conside- ran como tales las emanadas con el fin genérico de combatir de alguna manera la decadencia de las costumbres. Tal concepcidn fue objeto de revision en las tiltimas décadas del siglo XX por algun autor, si bien es cierto que no es la del concepto de /ex sumptuaria una cuesti6n pacifica entre los estudiosos. En este trabajo sostengo y refuerzo la concepcién restrictiva de lex sumptuaria como equivalente a /ex cibaria o ley relati- va a la limitaci6n del swmptus en los simposios, concepcidn que presen- taa mi juicio un mas sdlido anclaje en las fuentes. 14 F. JAVIER CASINOS MORA El estudio de las /eges sumptuariae no se ha limitado a la descrip- cidn del catélogo geliano-macrobiano de tales leyes sino que sobre todo se han tratado cuestiones tales como el propio concepto de leges sumptuariae, sus finalidades comunes y su eficacia, asi como las que, sirviéndome de una expresi6n titoliviana, he llamado leges ad coer- cendam luxuriam. En relacion con la importante cuestion del propési- to perseguido por las /eges sumptuariae, rechazo la clasica teoria de la lucha contra la decadencia de las costumbres, retomada por Sauerwein en 1970, para ver en aquéllas propdsitos mas concretos y prosaicos de indole politica, econémica o social. Estudios posteriores al sefialado han apuntado en esas direcciones: los de Sondel, Bleicken, Bonamen- te, Gabba, Clemente, Dauster, Feichtinger, Bottiglieri o Zanda, entre otros. Completa el capitulo una sucinta referencia a la tradicién legis- lativa suntuaria y al debate ilustrado sobre dicha legislaci6n. El capitulo cinco esta dedicado a la lex Metilia de fullonibus, So- bre este plebiscito, habida cuenta de que la tnica informacién de que disponemos es la aportada por un pasaje de Plinio, el Viejo, slo es posible especular acerca de su sentido preciso y de sus presumibles finalidades econémicas 0 politicas, teniendo en cuenta el contexto his- t6rico, politico y econémico del tiempo en que se promulg6 y ciertos datos prosopogrificos acerca de su promotor, El capitulo siguiente, el mas extenso, es el dedicado a la /ex Oppia ya la lex Valeria Fundania, sin duda aquélla la ley mas importante en relaci6n con la restricci6n del lujo indumentario en época republi cana. Se analiza la ley y se reflexiona sobre ella y su contexto a partir de los discursos titolivianos a favor y en contra de su mantenimiento en vigor, sostenidos veinte afios después de su promulgacién: ora- tio de lege Oppia servanda y oratio de lege Oppia abroganda. En la exposicién de este capitulo he optado para comodidad del lector por reproducir el extenso pasaje titoliviano (34, 1-8), que constituye la principal fuente de conocimiento de la ley, y su traduccién en el texto principal y no en nota a pie de pagina, y en comentarlo por sec- ciones cuya estructura y cesuras han obedecido a criterios retéricos. Al efecto he reproducido el texto latino de E. T. Sage, Livy, History of Rome (Ab urbe condita), vol. IX, de la Loeb Classical Library (1935); y he aprovechado basicamente la traduccion al castellano de A. Villar Vidal para la editorial Gredos de 1993. La restriccion del lujo en la Roma republicana 1S Por Ultimo, el capitulo séptimo esté dedicado a la tercera y iltima disposiciones sobre restriccin del lujo indumentario republi- s: la prohibicién de Julio César de vestes conchyliatae, dictada seguramente en su condici6n de praefectus moribus y habitualmente confundida, a mi juicio, con una /ex Julia sumptuaria del mismo Cé- sar, siendo esta tltima una mas de las leges sumptuariae de caracter cibario. Completan el trabajo, ademas de la relaci6n de abreviaturas em- pleadas y el indice bibliografico, un indice de fuentes y otro ono- miastico y tematico, En este ultimo no se elencan los autores citados, pues los pasajes de sus obras invocados y tratados ya aparecen sefia- lados en el indice de fuentes. He reproducido los textos latinos a partir fundamentalmente del sitio web The Latin Library (hitp:/www.thelaiinlibrary.com’), al que me remito para la consulta de los correspondientes créditos, con las siguientes excepciones: para la reproduccidn de los pasajes de /n Vergilii Carmina Commentarii de Mauro Servio Honorato he seguido la edicion de G. Thilo y H. Hagen de 1881 (Leipzig), re- impresa inalteradamente en Hilsdeheim por la editorial Georg Olms en 1961; y para la reproduccién de los pasajes de Nonio Marcelo y Sexto Pompeyo Festo me he servido de la edicién de W. M. Lindsay de 1903 para la editorial B. G. Teubner de Leipzig. Para los textos griegos he utilizado bisicamente el sitio web Thesaurus Linguae Graecae. A Digital Library of Greek Luerature (https://stephanus.tlg.uci. edu/index.prev.php), al que igualmente me remito para la consulta, en su caso, de los créditos, con la salvedad del pasaje 9, 17 de Zonaras, para el cual he utilizado la edicién de J. P. Migne, Patrologiae Graecae, (7.134. 761). En cuanto a las abreviaturas empleadas para las fuentes literarias he seguido las propuestas por el Oxford Latin Dictionary (Oxford, 1996, ix-xx) y, subsidiariamente, las del Index librorum, scriptorum, inscriptionum ex quibus exempla adferuntur del Thesaurus Linguae Latinae (Leipzig. 1904, 1-109) y las del Proyecto de Diccionario Griego-Espaiiol, que se realiza en el Centro Superior de Investiga- ciones Cientificas (Madrid) bajo la direccion de F. Rodriguez Adra- dos y J. Rodriguez Somolinos. Para la de las fuentes juridicas me he servido de las indicadas por Bibliotheca luris Antiqui. Sistema infor- 16 F. JAVIER CASINOS MORA mativo integrato sui diritti deil’Antichita (dir. N. Palazzolo, Catania, 2002, cd-rom). Por fin, para las abreviaturas de revistas cientificas he usado las de la Liste des périodiques dépouillés de L ‘Année Philo- logique en la medida de lo posible. No obstante, para comodidad del lector reproduciré seguidamente todas las abreviaturas de revistas, contenidas 0 no en el sefialado elenco, asi como las abreviaturas de obras lexicograficas, recopilatorias de fuentes juridicas y epigraficas romanas y de estudios de derecho romano que he empleado. AAN Acvum AFLPer(elass) AIAIL Annaeus. Athenaeum BJ cco CKC(L) cIL cl ClAnt ABREVIATURAS Atti della Accademia di Scienze Morali e Politiche della Nazionale di Scienze, Lettere ed Arti di Napoli, Napoli: Giannini Aevum: Rassegna di scienze storiche, linguistiche ¢ filologiche Milano: Vita e Pensiero. Annali della Facolta di Lettere e Filosofia di Perugia. 1. Studi Classici. Perugia: Universita degli Studi di Perugia. American Journal of Ancient History. Cambridge (Mass.): Har- vard University. Annaeus: Anales de la tradicion romanistica. Madrid: Tébar Flores. Athenaeum: Studi di letteratura e storia dell’antichita. Como: New Pr. Bonner Jahrbticher des Rheinischen Landesmuseums in Bonn Societa und des Rheinischen Amtes fur Bodendenkmaipllege im Lands- chaftsverband Rheinland und des Vereins von Altertumstreunden im Rheinlande. K6In: Rheinland Vert Collectanea Christiana Orientalia, Cordoba: Universidad de Cordo- ba, Facultad de Filosofia y Letras; Beirut: Université Saint-Joseph, Cuadernos de Filologia Clasica. Estudios latinos. Madrid: Uni- versidad Complutense de Madrid, Servicio de Publicaciones. Corpus Inscriptionum Latinarum. 1863-1883. Berolini: Grego- rium Reimerum, The Classical Journal, Ashland (Va.); Randolph-Macon Colle- ge, Department of Classics, Classical Association of the Middle West and South. Classical Antiquity. Berkeley (Calif): University of California Pr 18 CPh CQ CR DAGR EClas Emerita FIRA GEL Glotta Helmantica Hermes Historia TAH Index fura. JESHO JH JRA JRS Klio F. JAVIER CASINOS MORA Classical Philology: a journal devoted to research in classical an- tiquily. Chicago (II1.): University of Chicago Pr. Classical Quarterly, Oxford: Oxford University Pr. Classical Review. Oxford: Oxford University Pr. Ch. Daremberg / E. Saglio / E. Pottier. Dictionnaire des antiqui- tés grecques et romaines. 1877-1918. Paris: Librairie Hachette et bea Estudios Clisicos. Madrid: Sociedad Espaftola de Estudios Cla- sicos. Emerita: Revista de Lingitistica y Filologia Clasica, Madrid CSIC, Instituto de Filologia. S. Riccobono er al. Fontes luris Romani Anteiustiniani. 2 vols. 1941-1943. Florentiae: G. Barbera. H. G. Liddell / R. Scott / H. S. Jones. A Greek Englis 1996, Oxford: Oxford University Pr. Glotta: Zeitschrift fur griechische und lateinische Sprache. Git- tingen: Vandenhoeck und Ruprecht. Helmantica: Revista de Filolo; Lexicon. ‘ica y Hebrea. Salamanea: Universidad Pontificia de Salamanca /eitschritt flr klassische Philologie. eitschrift fiir Alte Geschichte = Revue d'Histoire An- Hermes Histor cienne. Stuttgart: Steiner. Turis Antiqui Historia. An International Journal of Ancient Law. Pisa-Roma: Fabri Serra. Index: Quaderni camerti di studi romanistici = International Sur- vey of Roman Law. Napoli: Jovene. lura: Rivista intemazionale di diritto romano e antico, Napoli: Jovene. Journal of the Economic and Social History of the Orient, Lei- den: Brill. Journal of the History of Ideas. Baltimore (Md.): Johns Hopkins University Pr. Journal of Roman Archeology: an international journal. Ports- mouth (RJ): Journal of Roman Archeology. The Journal of the Roman Studies. London: Society for the Pro- motion of Roman Studies. Beitriige zur Alten Geschichie. Berlin: Akademie Verl. Labeo: Lares Latomus. LCM LPPR Maia MBAH. MH NPauly OLD Opus Philologus pp Pw RD REHJ RFIC RGDR RHD RhM La restriccion del lujo en la Roma republicana 19 Labeo: Rassegna di diritto romano. Napoli: Jovene. Lares: Quadrimestrale di studi demoeinoantropologici. Firenze: Leo. 8. Olsehki Latomus: Revue d’ études latines. Bruxelles: Latomus. 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Georg Wissowa (ed.), Paulys Realencyclopadie der classischen Altertumswissenschaft. 1893-. Stuttgart: Alfred Druckenmilller. Revue historique de droit francais et étranger. Par Revista de Estudios Hist6rico-Juridicos. Valparafso: Ediciones universitarias de Valparaiso. Rivista di filologia e di istruzione classica. Torino: Loescher. Revista General de Derecho Romano. lustel, hitp:/hwwwiustel. com/. Tijdschrift voor rechtsgeschiedenis = Revue d'histoire du droit. Dordrecht: Kluwer. Rheinisches Museum fiir Philologie. Frankfurt am Main: Sauer- kinder. na del Giglio Dalloz. RHR RIDA RRSS RSI R.St SIG ZPE ZRG F. JAVIER CASINOS MORA Revue de l’histoire des religions. Paris: Colin. Revue intemationale des droits de I’ Antiquité. Bruxelles: Service des publications des Facultés universitaires Saint-Louis M. H. Crawford (ed.). Koman Statutes. 2 vols. 1996. London: Institute of Classical Studies, University of London Rivista Storica Italiana, Napoli: Edizioni Scientifiche Italiane ‘T. Mommsen. Rémisches Staatsrecht. 3 vols. 1952. Basel: B. Schwabe und Co. W. Dittenberger, Sylloge Inscriptionum Graecarum. 3. vols. 1915-1924. Leipzig: S. Hirzel Zeitschrift fir Papyrologie und Epigraphik. Bonn: Habelt. Zeitschrift der Savigny-Stiftung fir Rechtsgeschichte. Romanis- tische Abteilung. Wien: Bohlau. CAPITULOI LA IDEA ROMANA DEL LUJO EN EPOCA TARDORREPUBLICANA Y EN EL PRINCIPADO 1, ELLUJO COMO FACTOR DE DECADENCIA MORAL Y POLITICA La irrupcién del lujo en Roma aconteceré en el marco de las transformaciones producidas en la economia y en la sociedad como consecuencia de la expansi6n de la ciudad tras las guerras pinicas. Dicha expansion trajo consigo la afluencia de riquezas, de botines y de indemnizaciones de guerra, la bonanza econémica en suma, asi como la introduccién de nuevos referentes culturales y habitos so- ciales. Tras las guerras ptinicas y las victorias obtenidas contra Ma- cedonia y Siria y en el Mediterraneo occidental, se fueron consoli- dando en Roma nuevos modelos socieconémicos alternativos a los basados tradicionalmente en la propiedad de la tierra y en Ia trans- misi6n hereditaria de la riqueza. El desarrollo del comercio exterior, la acumulacién de capital, el masivo aflujo de esclavos, el boom econémico en suma, permitio también la aparicién de una nueva y variopinta clase de potentados dispuesta a rivalizar con la élite sena- torial tradicional. Los intelectuales romanos no fueron insensibles a la percepcién de estas transformaciones econdmicas y sociales y, por ello, fueron 22 F. JAVIER CASINOS MORA recurrentes en la literatura hist6rica y politica las alusiones a la exis- tencia de un nexo de causalidad entre la penetracién del lujo en la sociedad, efecto visible de aquellas transformaciones, y la corrup- cion de las antiguas costumbres, y lo fueron hasta el punto de cons- tituir un lugar comin en la historiografia romana tardorrepublica- na y altoimperial. Compendiosa es a este respecto la expresién de Valerio Maximo a /uxu perditis moribus.' Pero los autores romanos no atribuirian la afecci6n al lujo y la consiguiente decadencia moral de Roma ni a razones sistémicas ni a otras que de cualquier modo pudieran deslegitimar el predominio de aquella aristocracia a todos los niveles, sino sobre todo al influjo de la civilizacién helénica, una civilizacién tenida por superior en el aspecto cultural pero inferior enel moral. Es a propésito del problema de la difusién del lujo que se plantea lo que ha sido descrito* como una tensi6n no resuelta en Ja cultura o sistema de valores latino entre una economia doméstica, en el sen- tido weberiano de la expresi6n, y una economia adquisitiva, basada la primera en la tradicién, en la frugalidad y en el valor del uso y, la segunda, en el aumento del! bienestar, en el valor del cambio y en el consumo. Mientras la primera seria caracteristica de la cultura, no sélo latina sino antigua en general, y estaria, de hecho, presente en todas las escuelas filosdficas antiguas, muy especialmente el estoi- cismo, y propugnada por ellas, la segunda, mas pr6xima a nuestra moderna sociedad de consumo, responderia a una concepcidn alter- nativa sobre el progreso, la felicidad y el aumento de las necesidades materiales, que a la saz6n se abria paso de la mano de la prosperidad y de las multiples transformaciones y expectativas. No es de extra- fiar, por ello, el sentimiento undnime de inquietud de los intelectua- les romanos ante el lujo, dado el nexo de causalidad que percibian '¥, Max. 2,2, 6. > PorA. La PeNNa, “La legittimazione del lusso privato da Ennio a Vi- truvio. Momeati, problema, personaggi”, en Maia, 41, 1989, 3 (= F. Mita- zz0 (ed.). Contractus ¢ pactum: tipicitie liberta negoziale nell'esperienza tardo repubblicana; Aiti del Convegno di diritto romano e della presen- tazione della nuova riproduzione della littera Florentina: Copanello, 1-4 giugno 1988. Napoli, 1990, 251) La restriccion del lujo en la Roma republicana entre decadencia de las costumbres y lujo, al cual atribuian un origen fordneo. Esa inquictud de los intelectuales romanos, habituales portavo de la aristocracia, por las secuelas de la expansién del lujo se justi- ficarfa sobre todo por el temor a que la alteracién de las costumbres acabara afectando a la misma estabilidad del sistema politico, un siste- ma politico de sesgo naturalmente aristocratico. Y es que la secuencia “cambio de costumbres-inestabilidad politica-cambio politico” tenia de hecho sus fundamentos teéricos. En efecto, de acuerdo con la teo- ria de la evoluci6n ciclica de los regimenes politicos imperante en el Ppensamiento antiguo desde Platén y Arist6teles, la irrupcién del lujo en una sociedad no sélo representaba un mero cambio de costumbres sociales sino que podfa bien significar el inicio de un proceso cuyo desenlace fuera, previa la degeneracién del sistema existente, la invo- lucién politica. Polibio, tedrico de la anac¥closis, lo expresa con clari- dad: la prosperidad econémica convierte a los ciudadanos en adictos al lujo y su afan de conseguir cargos y ventajas para satisfacer esa adi n los Heva a la rivalidad y al enfrentamiento, a la ruptura de la cohe- sion de] grupo. Esta situacién en progreso se resuelve finalmente con el cambio a un estadio politica y moralmente inferior al precedente, es decir, a su version degenerada, cuyas causas son: el ansia de acaparar las magistraturas, el afan de ganar notoriedad, la soberbia y el des- pilfarro.* La evoluci6n politica la culminard el pueblo que, indignado 3 ay Yip nodD Kai weyarove KWSbVOUE SuDcapé, mohteia pera tatica eic bnepoyiy Kai Swvacteiay dSyprov doixncat pavepov a cicorKilopevng cic abr Eri TOAD Tic EvSaoviag CoUPaiver Tod HEV Biovg yiveodou TOMVTELEOTEPOVE, TOUS 6 Gvdpac PU.ovEtKOTEPOVE TOD SEOVTOG mepite tic apyic kai rac Ghac émPoLac. 6. dv xpoBawovtav éxi nov dpéEr HEV TIC Eni TO ZEIpov pETEPoTS ORapyia Kai TO TIC adOziaE SvErdoc, mpd¢ 6é TOUTOIE epi TOdC fiov¢ Gragoveia. Kai moAuTEELe (5 Siempre que una constituciGn ha superado muchos y grandes peligros y alcanza una supremacfa y una pujanza incontestadas, es claro que se produce una gran prosperidad que convierte a los ciudadanos en enamorados del lujo y en pendencieros fuera de Jo comin, por su afin de desempefiar cargos y de otras ventajas. 6. Estos de- fectos iran en auge y empezar la involucién hacia un estadio inferior, por la apetencia de magistraturas, por la vergiienza de no ser famoso y, ademas, por la soberbia y el despilfarro). He reproducido aqui y en adelante, salvo indicacién 24 F. JAVIER CASINOS MORA con sus gobernantes, aspirara al poder soberano y, una vez alcanzada la democracia, en algtin momento volvera a iniciarse un proceso de degeneraci6n, ahora hacia la oclocracia o demagogia.* La correlacion entre lujo y degradaci6n moral, corrupcién politica y decadencia de la constituci6n politica continuaria presente en el pensamiento de los intelectuales varios siglos después. Asi, Plutarco afirmaré que “tuvo mucha raz6n el que dijo que el primero que disolvié la reptiblica fue el que dio banquetes e hizo distribuciones de dinero al pueblo”.® Asi, pues, el lujo, con origen en la prosperidad econémica, lo- grada gracias a los triunfos militares y al consiguiente dominio terri- torial, era percibido como un potencial agente destructor del estado de cosas, hasta el punto de ser capaz de socavar los cimientos de una s6lida y estable constitucién como Ia romana que, a pesar de su cardcter mixto, se caracterizaba por tender manifiestamente a garan- tizar el predominio aristocratico. El lujo y en general la vida disoluta de la que aquél es la imagen visible sera presentado, sin embargo, como un factor de decadencia de naturaleza ex6gena, que a la manera de un agente patégeno habria inficionado Roma, una reptiblica por naturaleza virtuosa. Y que el lujo en contrario, la traduccién de la obra de Polibio de M. Balasch Recort: Polibio. Historias, 3 vols. Madrid, 1981-1983. * Pip.6,57, wera 58 ty Emtypai thc nEcaBoAtic 6 Siipnos, drav Ho’ dv paV adiKeioOat d6En Sd Thy Teovediay, bo’ Gv 88 yavvoOdT KOhoKEVdpEvos 4. THY OLapyiay. 8. tote £78 & prods cui oud no.vea, KdAoTOV H nOdTEIG pETaHyera, THY drevbepiaw Kui mucin, tov 8E mpayndtev 16 yeiprotov, TV dy.oKpariay (7. Sin embargo, el que hard culminar 1a evolucién sera el pueblo, cuando opine que hay quien gana injustamente y le hinche 1a adulacién de otros que aspiran a obtener sine- curas. 8. Enfurecido, entonces, y en su rabia codicioso de todo, el pueblo creera que los gobernantes no estan a su altura, se negara a obedecer, se tendré a si mismo por el todo, ducio del poder soberano. 9. El estadio si- guiente recibird el nombre ms bello de todos, libertad y democracia, pero la denominacion de la realidad sera lo peor, la demagogia) 5 PLu. Cor. 14: of yap KaKdc Eorkey eineiv 6 einov bet pdroc Katéivoe tov dijLov 6 mpAtog éotié04g Kui SeKGouc. La restriccion del lujo en la Roma republicana 25 es un mal ex6tico o propio de los extranjeros, muy especialmente de los griegos,° no es exclusivamente un diagnéstico de los historiégra- fos. Efectivamente, nos sirven de ejemplo para ilustrar esta afirma- ci6n dos autores que, aun distanciados por su floruit, origen y género literario, Livio y Juvenal, muestran aquella misma opinion sobre los origenes fordneos del lujo romano. Livio utiliza significativamente la expresién peregrina luxuria en wn pasaje de su obra histérica’ y en otro emplea el verbo immigrare,* para describir cémo, en su opinidn, surgen en Roma por importaci6n el lujo y otros males. La idea del origen exético del lujo es lugar comin en la re- t6rica patritica romana. La explicaci6n es légica: dada la supuesta total incompatibilidad del lujo con el acervo romano, no atribuir al primero un origen forastero habria implicado reconocer la poca solidez del se- gundo, tantas veces invocado y exaltado por los autores. Para un roma- no de pro un rasgo incuestionable de su identidad es la superioridad de sus costumbres y Roma existe, como reza el celebrado verso de Ennio, justamente “gracias a las costumbres de sus antepasados y a la virtud de sus hombres”: moribus antiquis res stat Romana virisque.” © Resultan muy significativos al respecto los neologismos pergraecari y congraecare, utilizados no precisamente en obras de historidgrafos sino en las comedias plautinas. con los que se identifica “vivir disipadamente” con “vivir a la manera griega”. Pergraecari: PL. Mos. 64: y Poen. 603: También Titty. com. 175. Congraecare: PL. Bac, 743. Asimismo, el verbo denominativo graecor es utilizado peyorativamente por Horacio para de- signar la accién de imitar alos griegos en sus habitos 0 modas: Hor. S. 2, 2, 10-11: Si Romana fatigat militia adsuetum graecari. 7 Liv. 39, 6, 7: Luxuriae enim peregrinae origo ab exercitu Asiatico in- vecta in urbem est (El germen del lujo extranjero, en efecto, fue introducido en Roma por el ejército de Asia). He reproducido aqui y en adelante, salvo indi- caci6n en contrario, la traduccisn de la obra de Livio de J. A. Villar Vidal, Tito Livio. Historia de Roma desde su firndacién, Madrid, 9 vols., 1990-1995. % Liv. praef. 11: nec in quam [civitatem] tam serae avaritia luxuriaque immigraverint, nec ubi tantus ac tam diu paupertati ac parsimoniae honos fuerit (ni en pueblo alguno fue tan tardia la penetracién de la codicia y el lujo, niel culto a la probreza y a la austeridad fue tan intenso y duradero). ° ENN. Ann. 18, incertae sedis, verso rememorado por Cicerén en Rep.5. 1. 26 F. JAVIER CASINOS MORA Por su parte Juvenal, autor satirico, va mas alla en la precedente idea pues no slo denuncia con acerba indignatio como las costum- bres extranjeras, peregrinos mores, con su lujo vergonzoso, turpis Juxus, quebraron la historia de Roma," sino que considera que “el lujo es peor incluso que las armas y constituye nada mas y nada me- nos que la venganza del mundo sometido por Roma”."! Al lujo como factor de decadencia de origen ex6geno también se refiere Cicerén, pero a partir de los contactos pacfficos entre los pueblos como via de introduccién. Sin mencionar el caso particular de Roma, alude al comercio y a las tentaciones que depara el mar como causas de corrupcidn y transformacién de las costumbres de los pueblos, siendo las ciudades préximas a la costa, como Roma, las mas expuestas a sufrir tales efectos.'? Los autores romanos sittian el inicio de lo que consideran el de- clive moral de Roma, siempre asociado al lujo, declive que contem- plado desde nuestra distancia historica no seria sino el conjunto de sintomas de la transformaci6n de las estructuras sociales y econémi- cas y de los modelos culturales romanos, tras el final de algtin rele- vante acontecimiento bélico. Aunque no hay acuerdo entre ellos, lo cierto es que los episodios histéricos propuestos como origo luxuriae suelen hallarse significativamente en la primera mitad del siglo IT a.C., perfodo durante el cual precisamente se consum6 la expansién de Roma en Italia y se aleanz6 su hegemonja en el Mediterraneo. En efecto, la destruccion de Cartago (146), colofon de las gue- rras ptinicas, es el acontecimiento a partir del cual, en opinién de Juv; 6, 298-300: prima peregrinos obscena pecunia mores intulit, et turpi fregerunt saecula luxu divitiae molles, ‘Juv. 6, 292-293: saevior armis luxuria incubuit victumque ulciscitur orbem. © Cic. Rep. 2, 4, 7: Est autem maritimis urbibus etiam quaedam co- rruptela ac mutatio morum; admiscentur enim novis sermonibus ac dis- ciplinis, et inportantur non merces solum adventiciae sed etiam mores, ut nihil possit in patriis institutis manere integrum (las ciudades maritimas es- tan ademas expuestas ala corrupcién y al cambio de las costumbres, se fa- miliarizan con nuevos lenguajes y nuevos usos, y se introducen en ellas no s6lo las mercancias importadas sino también las costumbres, de tal modo que no hay institucién patria que no se vea altcrada) La restriccion del lujo en la Roma republicana 27 Salustio, se produce el estrago de las costumbres y de las ancestrales virtudes romanas,'* alcanzando su acmé con Sila, cuyo ejército en Asia se habria acostumbrado a “admirar e incluso a robar objetos lujosos”.'* Livio, en cambio, adelanta medio siglo la corrupcién de las costumbres y sefiala como momento preciso la victoria de Gneo Manlio Vulson sobre los galos asiaticos (189). A su juicio, los ger- menes del lujo (semina luxuriae) habrian sido introducidos en Roma por los ejércitos de Asia, autores de aquella victoria, al ser los prime- ros en importar a la ciudad variopintos articulos de lujo.'? También Plinio sita en ese acontecimiento el inicio de la difusién del lujo de procedencia asidtica en Roma." Polibio, en cambio, apunta como '8 Sax. Cat. 10, 3-4: primo pecuniae, deinde imperi cupido crevit [...] avaritia fidem, probitatem ceterasque artes bonas subvertit; pro his super- biam, crudelitatem, deos neglegere, omnia venalia habere edocuit (en pri- mer lugar creci6 la ambicidn de dinero, después la de poder [...] laaavaricia alteré la lealtad, la probidad y las demas virtudes y en su lugar enseii6 la so- berbia, la crueldad, el desatender a los dioses y el considerar venales todas las cosas). Sobre la idea de la decadencia de las costumbres en Salustio y su concepcién de la historia véase I. SAUERWEIN, Die leges sumptuariae als rémische Mafnahme gegen den Sittenverfall, Hamburg, 1970, 175-197. Sar. Cat. 11, 6: Ibi primum insuevil exercitus populi Romani amare. potare, mirari signa, tabulas pictas, vasa caelata ea privatim et publice rapere, delubra spoliare, sacra profanaque omnia polluere (AI empez6 a acostumbrarse el ejército del pueblo romano a hacer el amor, a beber y a admirar estatuas, cuadros, vasos tallados, a robar estas cosas privada y publicamente, a despojar los templos y a ultrajar todas las cosas sagradas y profanas). 'S Lav. 39, 6, 7: lectos aeratos, vestem stragulam pretiosam, plagulas etalia textilia, et quae tum magnificae supellectilis habebantur, monopodia et abacos (Iechos de bronce. colchas preciosas. tapices y otros tejidos finos y mesas de un solo pie y aparadores, enseres que entonces se consideraban suntuosos). "© Pui, Nat. 33, 53, 148: Asia primum devicta luxuriam misit in alia (una vez sometida Asia el lujo comenzé a entrar en Italia); 37, 1 (6), 12: Vie- ioria tamen illa Pompei primum ad margaritas gemmasque mores inclinavit, sicut L. Scipionis et Cn. Manli ad caelatum argentum et vestes Attalicas et triclinia aerata, sicut L. Mummi ad Corinthia et tabulas pictas (Sin embargo, esla victoria de Pompeyo la que primero introdujo la moda de las perlas y las 28 F. JAVIER CASINOS MORA acontecimiento que dio inicio a la decadencia moral de Roma la gue- rra contra Perseo en 168.'7 El lujo experimentarfa una sensible contracci6n con las guerras intestinas y el miedo a las proscripciones en el siglo I a.C. para re- surgir con mas vigor que nunca con la pax Augusta, abriéndose en- tonces la centuria mas profusa en el despilfarro, a la que seguiria un nuevo periodo de restriccién de! lujo de la mano de Vespasiano. Hacia finales del siglo II d.C. puede afirmarse que concluye la era romana del lujo y de los placeres en general coincidiendo con una multiplicacién de los escenarios de guerra, una sensible disminucion de las extracciones metaliferas y una terrible epidemia de viruela, la Hamada “epidemia antonina”, que llegaria a diezmar la poblacién.'* Haciéndose eco de la teoria del desarrollo ciclico de la historia, Ta- cito describe en Anales 3, 55 estos vaivenes hist6ricos del lujo ro- mano como un ciclo (orbis), el mismo que historicamente trazan los cambios de las costumbres, de las cuales aquél formaria parte, segtin que la sociedad romana se mire mas 0 menos en el espejo de sus antepasados. Para el caso especifico del lujo indumentario, su origen foréneo es apuntado por Varrén a partir de las denominaciones claramente griegas de muchas de las vestimentas, més alla de las tradicionales, utilizadas en Roma." No obstante, para el siglo Il a.C. ya puede gemas, como las victorias de L. Escipién y Cn, Manlio introdujeron la de los objetos de plata cincelada, ropas suntuosas y triclinios cubiertos de bronce, y lade L. Mumio la de los vasos de Corinto y los cuadros). 7 Pip. 31, 25, 4: of pév yup cic Ep@pévong TOV véwy, of S'eic étaipac éexéyvvto, TOMO S'eig Gkpodpata Kai nOtovg Kai THV EV TObTOIS TOMTEhElOV, TAXES TipmaKdtES Ev 1 MeporwKG OLELO tiv TOV EXAWvov cic todt0 0 wépos edygperav (unos se dedicaban a la pederastia, otros fre- cuentaban los prostibulos y muchos acudian a espectéculos musicales y a banquetes, con el despilfarro que esto comporta: en la guerra contra Perseo habjan asimilado con rapidez la laxitud griega en lo que afecta a tales vi- cios) 'S Véase al respecto R. Dui plague”, en JRA, 9, 1996, 108-136. Var. L. 5,131: Multa post lecuria attulit, quorum vocabula apparet esse Graeca, ut asbestinon (posieriormente el lujo excesivo trajo muchos ‘AN-JONES, “The impact of the Antonine La restriccion del lujo en la Roma republicana 29 acreditarse el uso extendido de uno de los articulos de lujo mas pre- ciados: la ptirpura, como resultado de la afluencia de inmensos boti- nes de guerra y otras fuentes de riqueza procedentes del mundo he- lenfstico.” Segtin noticia de Floro, la purpura ya fue de hecho parte integrante del botin obtenido de Tarento en 272.7! 2. LUXUS Y MAGNIFICENTIA El término latino lacus y sus derivados (duxuria, luxuries, etc.) designan en general el exceso o la desmesura y en especial en rela- cién con la cantidad, la calidad 0 Ia rareza de los bienes materiales posefdos y por extensién la desmesura en el modo de vivir, siendo tal desmesura por definici6n contraria al orden natural.” En relacién con el individuo y su modo de vida tienen aquellos términos un mar- cado sentido moral y el concepto es aproximado 0 asimilado por los autores a otros, tales como molicie, indolencia, indisciplina, avari- ja, corrupcién, afeminamiento, intemperancia o lujuria. Existe asf un discurso peyorativo y miségino vinculado a la construccién so- cio-cultural romana del lujo, que conduce a la consideraci6n de éste como factor de decadencia moral y politica por los autores romanos. Segtin la naturaleza de los bienes materiales a través de los cuales se expresa el lujo, cabria distinguir aprovechando un criterio jurfdico de divisio rerum entre lujo inmobiliario, mobiliario y semoviente o relativo principalmente a esclavos. Dentro del lujo mobiliario desta- carfan por su importancia las subespecies de lujo indumentario, cos- mético, gemoldgico y cibario o convival.?* otros (atuendos), cuyas denominaciones son sin duda griegas como, por ejemplo, “asbesto”) *” M. REINHOLD, History of Purple as a Status Symbol in Antiquity, Bruxelles, 1970, 40. | For. Epit. 1, 13, 27: si pompam, aurum, purpura, signa tabulae Tarentinaeque deliciae. 2 A, ErNour y A. MemLtet, Dictionnaire étymologique de la langue latine. Histoire des mots, Paris, 2001, 374. 3 Catén ya hablaba de lujo relativo a las edificaciones, a los muebles, a los vestidos y a los esclavos, segiin noticia Get. 13, 24, 1. Véase n. 318. 30 F. JAVIER CASINOS MORA Por lo que respecta al lujo indumentario en concreto, su conexién con la inmoralidad aparece muy clara, especialmente durante el Prin- cipado, y se asociard especialmente a la idea de mollitia: molicie, de- bilidad de caracter, afeminamiento, y asi aparecera a menudo denun- ciado y escarnecido por todo tipo de autores, desde Plinio, el Viejo, en su enciclopédica obra sobre la naturaleza hasta Marcial en sus dcidos epigramas.* El lujo indumentario en las mujeres sucle ir acompafiado de la profusién del adorno y justamente el tabii estético del exceso or- namental es, como se ha dicho, uno de los aspectos basicos de la critica miségina dentro del mundo antiguo,” de la cual algunos dicterios cato- nianos y algunos pasajes de las comedias plautinas Aulularia, Epidicus o Poenulus constituyen quiza las mas conspicuas manifestaciones. Ahora bien, no toda manifestacién de exceso en el modo de vida, no toda ostentacién de bienes materiales seria censurable moral 0 juri- dicamente y susceptible, por tanto, de represién censoria 0 legislativa, a través de las Ilamadas “leyes suntuarias” u otros paradigmas normati- vos. En efecto, junto a una idea de lujo como exceso censurable moral socialmente o sancionable juridicamente, convive, sobre todo desde siglo I a.C., otra idea de exceso juridicamente irrelevante, moralmente legitimo y objeto de admiracién y celebracién. Como afirma Berry, “luxury represented the use of wealth to ser- ve private satisfaction”.*® Efectivamente, no se oponian al ideario Para una panordmica hist6rica del lujo en la cultura material romana du- rante el periodo mas caracteristico de lo que podria calificarse de “fiebre romana del lujo” véase G. Pucct, “Per una storia del lusso nella cultura materiale fra tarda repubblica e alto impero”, en Index, 13, 1985, 573-587. 4 Véase sobre la cuestién G. Parker, “Ex oriente luxuria: Indian commodities and Roman experience”, en JESHO, 45.1, 41-95; y M. AL- BALADEJO VIVERO y M. GaRCiA SANCHEZ, “Luxuria et mollitia: Rome's Textile Raw Material Trade with the East’, en C. ALFARO GINER, M. TEL- Lensacu y J. Onriz Garcia, Production and Trade of Textiles and Dyes in the Roman Empire and Neighbouring Regions. Purpureae Vestes IV, Va- lencia, 2014, 62-64. °F Garcia Jurapo, “La moda en la Antigiiedad romana: un proble- ma de mentalidades”, en EClas, 105, 1994, 66. 2 C.J. Berry, The Idea of Luxury. A conceptual and historical in- vestigation, Cambridge, 1994, 84. En la misma linea: E. Zana, Fighting La restriccion del lujo en la Roma republicana 31 tradicional romano de austeridad y frugalidad las manifestaciones suntuarias ptiblicas con fines politicos, en honor de una personalidad © por causa de evergetismo, que solian hacerse desde tiempos inme- moriales, especialmente por algunos magistrados como los ediles. Informa Cicerén que ésta era una costumbre inveterada que se re- montaba a los tiempos gloriosos de la repiblica y que era aceptada con naturalidad por hombres muy principales.*’ Asi, pues, nunca era reprobable y contra mores el “lujo” manifestado publicamente y que se funda en una causa de utilidad ptiblica. La razon es moral: tal suerte de ostentaciones, aunque materialmente no difieran entre si, moralmente si lo hacen y por ello no se consideran Juxus 0 luxuria sino algo diametralmente opuesto: magnificentia, término equiva- lente al griego megaloprépeia (ueya).onpénew). Ese término y no los anteriores es, de hecho, el que va a emplear Vitruvio para des- cribir la inversién econémica en una construccién publica como la basilica.’ También Tacito, en relacién con el tiempo anterior a las guerras civiles que sacudieron Roma en el siglo La.C., se sirve del concepto de magnificentia para describir, el cultivo licito por parte de los aristécratas al pueblo, a los aliados y a los reyes, asf como el brillo que daba la riqueza, la casa y el nivel de vida que aumentaba la Hydra-Like Luxury. Sumptuary Regulation in the Roman Republic, Lon don. 2011, 11: “Luxury signified the use of personal wealth exclusively for private satisfaction, while the use of wealth for expenditures that were invested in the community or the public sphere was appreciated as magnifi- cent”. Sobre fuentes literarias y léxico relativos a la cuestién del lujo priva- do legitimo y la riqueza véase A. La Penna, La legittimazione, cit., 15-30. 7 Cc. Off 2, 16, 57: Quamquam intellego in nostra civitate inveteras- se iam bonis temporibus, ut splendor aedilitatum ab optimis viris postule- tur (Ahora bien, soy consciente de que en nuestra ciudad se ha convertido en una uadicién desde los buenos tiempos exigir esplendidez, a los 6ptimos varones cuando fungen de ediles) *% Virr. 5, 1, 10: Jpsae vero columnae in altitudine perpetua sub tra- be testitudinis perductae et magnificentiam inpensae et auctoritatem operi adaugere videntur (Por otro lado, las columnas mismas, realzadas de este modo en su altura, que alcanza hasta las vigas de la béveda, parecen au- mentar tanto la magnificencia del gasto como la dignidad de la obra). 32 F. JAVIER CASINOS MORA nombradia y la clientela de aquéllos.* En el caso de la casa del aris- técrata el lujo arquitect6nico, su magnificentia, estaba justificado por su cardcter ptiblico, por ser considerada aquélla un espacio ptiblico. Como dice Milnor, “la casa del arist6crata no era percibida como un lugar privado sino como el medio mas apropiado para mostrar los honores ptiblicos”.” Las inversiones en edificios por ingentes que fueran no se consideraban tampoco gastos “suntuarios” en el sentido de las leyes suntuarias, ni una disminuci6n patrimonial ni tampoco un riesgo econémico para las fortunas familiares.*' En el caso de la vestimenta suntuaria, particularmente de la fe- menina, no escaparia ésta nunca del teproche moral, ni en tiempos del paganismo ni después del cristianismo, y el imperante sistema de valores tradicional propio de una “economia doméstica”, como antes se ha sefialado, siempre opondra al lujo en el vestir y al adorno la modestia y la discreci6n indumentarias, sintomas de pudicitia y castitas, principales virtudes de la mujer romana, mientras que la suntuosidad y la sofisticacién en el atuendo y en el aspecto seran percibidos como indicios de promiscuidad y adulterio, Como se ha dicho, “for the Romans, aesthetics were ethics”. »® Tac. Ann. 3, 55, 2: Dites olim familiae nobilium aut claritudine insig- nes siudio magnificentiae prolabebantur. nam etiam tum plebem socios regna colere et coli licitum: ut quisque opibus domo paratu speciosus per nomen et clientelas inlustrior habebatur (Antaito las familias ricas de la nobleza y las insignes por su prestigio se dejaban Ilevar por el gusto de la magnificiencia. Efectivamente, entonces atin era licito cultivar a la plebe, alos aliados y a los reyes y ser tratado en consideracién por éstos. En la medida en que cada uno impresionaba por sus riquezas, por su casa y por su nivel de vida era tenido por mas ilustrey ganaba en buen nombre y clientela) * K. MILNoR, Gender, Domesticity, and the Age of Augustus: Inven- ting Private Life, Oxford-New York, 2005, 26. E, Gasa, “Ricchezza e classe dirigente romana fra il Ile il sec. aC”, en RSI, 93, 1981, 553 (=Del buon uso della richezza, Milano, 1988, 39). *% K. Orso sand the Roman Woman. Self-presentation and Society, London-New York, 2008, 113. En esta obra sobre vestimenta femenina, mundus muliebris y descripcién del lujo en este Ambito su au- tora contrasta los datos obtenidos de las fuentes literarias con los revela- dos por las obras de arte, mostrando que la vestimenta y otros elementos 8 La restriccion del lujo en la Roma republicana Ahora bien, a pesar de ello este ambito del lujo relativo a las ves- tes, a los ornamenta y al mundus muliebris, no constituyendo mag- nificentia por ser de caracter privado, sera siempre tolerado, como lo demuestran miiltiples evidencias literarias y artisticas, es mas, objeto de admiraci6n, y basicamente por constituir un fundamental sefiali- zador de estatus, riqueza y rango social, no s6lo para la mujer casada sino también para la viuda.*’ Por otra parte, representa una de las vias de escape del componente femenino de la sociedad, apartado de las responsabilidades politicas y civiles, aunque ello no le libraré en ningtin momento de acusaciones por todo tipo de corrientes filos6fi- cas y religiosas, de frivolidad, falacia, intemperancia, prodigalidad, disipacion y contradiccién con los ideales de simplicidad y modestia que habfan de adornar a las mujeres. Una frase del Pro L. Murena oratio va a sintetizar a la perfeccién el contraste entre /uxuria y magnificentia: odit populus Romanus de omato femenino reflejados por estas tltimas difieren, y no poco en ocasiones, de los “normativos” 0 ideales, indicados por los autores. La misma idea fundamental de no correspondencia necesaria entre estatus, condicién y vestimenta, ¢ idealizaci6n literaria de ésta tiltima en el caso particular de la vestimenta femenina sostiene esta autora en “Matrona and Whore: The Clothing of Women in Roman Antiquity”, en Fashion Theory, 6.4, 2002, 387-420, a partir sobre todo del dato de que la ropa femenina, a diferencia de la masculina, no estaba reglamentada y no in- corporaba los simbolos de rango con un instantaneo ¢ inequivoco signifi- cado politico y social. Por ello, la supuesta diferencia entre una matrona y una prostituta o una adiiltera marcada automaticamente por la vestimenta habria sido mas bien fruto de una moralista idealizacion en la literatura. Son precisamente abundantes en ella los tépoi sobre la vestimenta, sobre el decoro 0 adecuacién en el vestir, sobre el ideal de la correspondencia entre el vestir y el ser y sobre el efecto que el vestuario provoca en la per- cepcion de 1a condicién moral, social, etc. del individuo, Véase amplia- mente al respecto A. STARBATTY, Aussehen ist Ansichissache. Kleidung in der Kommunikation der rémischen Antike, Miinchen, 2009, 148 ss. En esta obra la autora trata de la vestimenta en la antigua Roma como medio de comunicacién de identidad y estatus utilizando al efecto como instru- mentariwm la teoria de la retérica. % Véase C. Kunst, “Ornamenta uxoria. Badges of Rank or Jewellery of Roman Wives?”, en he Medieval History Journal, 8.1, 2005, 127-142. 34 F. JAVIER CASINOS MORA privatam luxuriam, publicam magnificentiam diligit.* En esta frase Cicer6n, a través de una antitesis retorica presentada en estructura quidstica: verbo — sujeto — complemento directo / complemento di- recto ~ (sujeto) — verbo. contrapone los dos conceptos de duxuria y magnificentia. Mientras la luxuria corresponde al reino de lo priva- do, la magnificentia es publica; mientras la primera es odiosa (odit), la segunda es apreciada (diligit): y sendas valoraciones proceden del mismo sujeto: el pueblo romano. Asi, pues, s6lo es posible referir la idea peyorativa de luxuria, de “lujo”, a la esfera privada de un suje- to, de modo que hablar de “lujo publico” careceria de sentido, pues lo que es digno de censura moral en lo privado: la ostentacién de riqueza, la suntuosidad, el exceso, es, en cambio, digno de aprecio y admiraci6n en lo piblico. La precedente frase ciceroniana es la conclusion de la siguien- te anécdota a la saz6n muy reveladora: Quinto Elio Tuberén, atin gozando de la fama de ciudadano ejemplar, no resulté electo en la pretura por haber demostrado mezquindad en el agape funeral ofre- cido a su tio Publio Escipién, el Africano, pues, habiéndosele en- comendado aportar el mobiliario del banquete, Ilevé unos simples bancos de madera, unas pieles de cabrito y una humilde vajilla de barro cocido.* Este contraste entre el aprecio hacia la magnificencia publica, por un lado, y la aversion hacia el lujo privado, por otro, suscita una reflexién: su perfecto paralelismo con otro contraste: el de la reli- gi6n publica, caracterizada igualmente por la pompa, la suntuosidad y el exceso, en franca oposicién a la sencillez, discrecién y austeri- dad de los cultos domésticos privados. Resulta asi licito pensar que la ostentosa religion ptiblica tradicional facilitara el arraigo de una cultura del lujo y representara un fuerte obstaculo al ideal de mode- racién y templanza propugnado por las diversas corrientes filos6fi- cas. Comparto de este modo la afirmacién de que “le principe de la tempérance ne pouvait se réaliser dans la vie quotidienne du monde 4 Cie. Mur. 76. 3 Cie. Mur. 75 3 Para una perspectiva filosofico-antropoldgica sobre el concepto del lujo, el peligro que entrafia y su tensién con el ideal de moderacién en las La restriccion del lujo en la Roma republicana 35 antique, malgré la sévérité des lois somptuaires et de belles envolées philosophiques et morales, tant que la base religeuse demeurait en vigueur”.” Para concluir sobre el concepto de lujo en su paradigma clasico, siguiendo a Berry, puede afirmarse compendiosamente que el lujo es por sus origenes artificioso e innecesario; por sus efectos, ilimita- do; y, por sus fines, egoista y, como tal, corruptor de la virtud civica, del orden social y del orden politico. distintas escuclas filoséficas que arraigaron en Roma y en el cristianismo véase C. J. Berry, The Idea of Luxury, cit. J. SonpeL, “Les «leges sumptuariae» considérées comme V’expression des conditions sociales et économiques de la Rome Antique”, en Archivum luridicum Cracoviense, 6, 1973, 119, siguiendo a S, EsTRET- CHER, “Ustawy przeciwko zbytkowi w dawnym Krakovie” (Las leyes sun- tuarias de la Cracovia de antaiio). en Rocznik Krakowski, 1, 1898, 104s. * C.J. Berry, [dea of Luxury, cit., 84-86. Copyrighted material CAPITULO II RESTRICCIONES SUNTUARIAS EN LAS LEGES REGIAE YENLALEX XII TABULARUM 1. LEGES REGIAE Y RESTRICCION DEL LUJO Conque el lujo como fenémeno social de magnitud relevante no irrumpe en Roma antes del siglo II a.C., con anterioridad a las leges sumptuariae republicanas, que comienzan a sucederse desde finales de aquella centuria, no puede hablarse con propiedad, con la salve- dad de las limitaciones decenyirales al exceso en los rituales funera- les, de auténticas normas suntuarias o restrictivas del lujo como tal, pues de hecho no se habijan dado todavia los presupuestos necesa- rios para que el lujo pudiera convertirse en un agente potencialmente desestabilizador del estado de cosas, de manera que habria bastado hasta ese momento la simple correccién censoria de las esporddicas manifestaciones de lujo inmoderado que pudieran producirse como una cualquiera mas de las actuaciones contra bonos mores. Efectivamente, con anterioridad a las citadas leyes republicanas existieron algunas normas restrictivas del lujo funerario de época monarquica dentro del conjunto de las llamadas leges regiae. El tér- mino /eges tiene en esta expresién un significado genérico de “nor- ma”, no el técnico-jurfdico de fuente del derecho de origen popular, el cual podria dar a entender el jurista Pomponio en un pasaje de su Enchiridium si no se tiene en cuenta el caracter compendioso en ex- 38 F. JAVIER CASINOS MORA tremo del citado pasaje,” sino que, con toda probabilidad, las leges regiae eran 0 prescripciones de caracter religioso creadas al tiempo de su misma aplicacion por los reyes, en calidad de titulares de la su- prema dignidad sacerdotal, o disposiciones dictadas a modo de leges datae © simplemente normas consuetudinarias de indole religiosa preexistentes aplicadas por el rey. Tales normas, reelaboradas en el siglo IV en los circulos pontifi- cales, proceden supuestamente de Numa Pompilio, rey al que la tra- dicién atribuye en gran medida la ordenaci6n religiosa de la ciudad. Una de ellas, de la que tenemos noticia a través de Plinio, prohibe la vini respersio, es decir, la rociada 0 aspersidn suntuosa de vino sobre la pira funeraria: vino rogum ne respargito,” prohibicién que en tér- minos similares se reiteraria en la ley de las XII Tablas (10, 6a). Otra norma, que también podria considerarse relativa al sumptus funera- rio y de la que nos informa un pasaje plutarqueo, es la que determina la duraci6n de los duelos (officia lugendi) a partir del criterio de la edad del difunto, siendo diez meses el perfodo maximo de tempus lugendi por un adulto, coincidente con el preceptivo plazo de per- manencia en estado de viudez de las mujeres; y siendo inexistente el * Pompon. enchir: sing. D. 1,2, 2,2: Postea aucta ad aliquem modum civitate ipsum Romulum traditur populum in triginia paries divisisse, quas partes curias appeliavit propterea quod tune reipublicae curam per sen- fentias partium earum expediebat. Et iia leges quasdam et ipse curiatas ad populum tulit: tulerunt et sequentes reges. Quae omnes conscriptae exstant in libro sexti Papirii (Se dice que R6mulo, aumentada después un tanto la ciudad, dividié el pueblo en treinta partes, a las que Ilamé curias, debido a que entonces atendfa a la repiblica teniendo en cuenta sus opiniones. Y asi 61 mismo promulg6 algunas leyes curiadas y también promulgaron leyes curiadas los reyes siguientes y todas ellas constan reunidas en un libro de Sexto Papirio). Pian, Nar. 14, 14 (12), 88: Numae regis proxumi lex est: “Vino ro- gum ne respargito”. Festo explica el significado de esta actividad ritual: Fest. p. 262M: resparsum vinum apud antiquos significat vinum rogo ins- persum, quod in sacris novendialibus vino mortui sepulerum spargebatur (para los antiguos “vino asperjado” significa vino esparcido en la pira fune- raria porque en los sacra del noveno dia se rociaba con vino el sepulcro del mucrto) La restriccion del lujo en la Roma republicana 39 duelo en caso de nifios menores de tres afios o, en caso de nifios de mayor edad, por una duraci6n en meses equivalente a los alos que hubiesen vivido y hasta un maximo igualmente de diez meses.“ Por Ultimo, segtin informa nuevamente Plinio, pero invocando ahora la autoridad de Lucio Casio Hemina, Numa habria también dictado una ley suntuaria, aunque no relativa a los funerales, vedando la utili- zacion de peces sin escamas* en banquetes sacrificiales ptiblicos o privados con el fin de evitar un aumento extraordinario en el coste de tales agapes, dada la rareza y carestia de aquellos vertebrados.** No obstante, parece mucho mas probable que una prohibicién de este tipo estuviese basada mas en algtin prejuicio religioso que en moti- vos puramente econémicos; y lo parece precisamente por razén de su contenido tan circunscrito, pisces non squamosi, pues, de haber “1 Pu. Num. 12: obtog 68 Kai 14 névON Kal” TPaKiag Kai ZpovoUc Ea- Eev- oiov maida wh nevOeiv vedtepov TpLetode, MSE TPEoPUtEpov Trciovag Htvag Gv ePincev viavtov péxpi TOV SéKa. Koi TepaLtépEO pMdepiay Kiav, G2.& tod paxpotaton néVvOOUS xpOvov elvar SeKONVIGIOV, £0" Soov kai pedovow ai TOV dxo0Ouvovtov yovatrec, 1} 6é ApOtEpov yapNEtoa ody éyebpova Karé0vev éxeivov vonoVerisavtos (E1 mismo ordend los duelos por edades y por tiempos: por un nifio menor de tres afios que no se haga duelo; por un niftio de mas edad se ha de hacer duelo por un ntimero de meses igual al de aiios vividos por aquél hasta un maximo de diez meses, siendo éste el més largo tiempo de duelo, que es el mismo que el que las mujeres han de permanecer viudas. Por ley de aquél (Numa) la que se casa- ba antes debia sacrificar una vaca prefiada). © Segiin Fesr. p. 253M quedaba exceptuado de la prohibicién el squa- rus, squatus en Ia mejor lectura del manuscrito del siglo X conservado en la Biblioteca Napolitana. Se trata de una especie desconocida, quizd sea el “pez angel” o el “pez monje”: OLDs. y. squatus, 1812. “ PLIN, Nat. 32, 2 (10) 20: Numa constituit ut pisces, qui squamosi non essent, ni pollucerent, parsimonia commentus, ut convivia publica et privata cenaeque ad pulvinaria facilius comparerentur, ni qui ad polluc- tum emerent pretio minus parcerent eaque praemercarentur (Numa dis- puso por mor de la frugalidad que los peces sin escamas no se sirvieran en sacrificios para que los banquetes puiblicos y las cenas privadas. asi como los lectisternios, costaran menos caros y los adquirentes de pesca- dos que se empleaban en sacrificios no elevaran el precio al revenderlos y los acapararan). 40 F. JAVIER CASINOS MORA tenido la prohibicién un fundamento meramente econdmico, care- ceria de sentido que no se hubiera extendido al uso en los simposios sacrificiales de cualesquiera otros animales o alimentos igualmente raros © costosos © cuyo acaparamiento para aquellos fines pudiera elevar su precio. De época monarquica son también unas supuestas disposicio- nes, sefialadas por Dionisio de Halicarnaso, relativas a la adopcion por Roma de las insignias de la soberanja tirrenas, con las cuales el historiador darfa cuenta del origen etrusco-tirreno, entre otros atri- butos, de la indumentaria suntuaria mas caracteristica de Roma: el traje de ptirpura y el vestido de ptirpura bordado, al que los roma- nos llamarian toga. El historiador describe las insignias del poder soberano sugiriendo el origen oriental en ultima instancia de la tu- nica palmata y de la toga picta, pintada o bordada.* Tras la victo- ria contra los tirrenos, Tarquinio Prisco, previa decisién del Senado 4D. H. 3, 61: Tabtas Aapovtes oi xpéoPerg tug dxoKpicers dzovto Kai per’ Ohiyus Tuépac napijouy oF AGyous ate Lovo ~Epovtec yLovc, GAG Kai tH GdUPoa Tig Hyenoviac, oig EKdopODY adtoi Tode G@EépovE Bacticic, KopiCoytes oréqavdv te ypdacov Kai Opdvov eavtivov Kai oxiiatpov detov Eyov éxi tiie Kepubtic prdve te ROPODpodv ypUsdon}LOV Kai repPSLaov Zopvpodv ZorKihov, ia ADSGv te Kai Hepodv Eodpoov oi Pasvieic, rhiv ot tetpayavey ye TO Gy Natt, KaDGmEp Exeiver Hy, 622 TuuxdKhov. ca. dé toriita tov GnoLEsndtov Popoior nev toyas. "Eines 5é THBevvov KoAodoW, ObK OI" OmdNEV LaHoVtEc: ELqviKov yap ob aiverai por tobvopia (Con estas respuestas los embajadores se marcharon y a los pocos dias estaban alli de nuevo trayéndole no s6lo simples pala- bras, sino ademas portando las insignias de la soberanfa con las que ellos omaban a sus propios reyes: una corona de oro, un trono de marfil, un cetro con un Aguila en su cabeza, una tunica de pirpura con botén de oro y un manto de purpura bordado, como Ilevaban los reyes de Lidia y Persia ex- cepto que no era cuadrado en su forma como aquéllos sino semicircular. A tales ropas los romanos las llaman togas y los griegos febénnas: No sé dén- dc han tomado el nombre, pucs no me parece griego). He reproducido aqui y en adelante, salvo indicacién en contrario, la traduccién de E. Jiménez y E. Sanchez de la obra de Dionisio de Halicarnaso, Historia antigua de Roma, Libros I-III, Madrid, 1984; y lade A. Alonso y C. Seco de la misma obra, Libros IV-VI, Madrid, 1984. La restriccion del lujo en la Roma republicana 41 y del pueblo, habria adoptado las insignias tirrenas del poder, que habrian pasado a convertirse en insignias regias romanas, a saber: la corona de oro, el traje de purpura, el cetro y el trono de marfil y los doce lictores con hachas y varas. Tras la expulsidn de los reyes, estas insignias serian asumidas por los cénsules, salvo la corona de oro y el vestido bordado de ptirpura, que fueron suprimidos por vulgares y ostentosos, conservandose su uso exclusivamente en la celebracién de triunfos militares.*° En otro pasaje posterior, en el que vuelve a referirse a la abolici6n al inicio de la reptiblica por el primer consul, Lucio Junio Bruto, de las insignias reales: cetros, coronas de oro, vestidos de ptirpura y oro, excepto en festividades y procesiones triunfales, vuelve a afirmar que se mantuvo el trono de marfil y la vestimenta blanca bordada de purpura, quedando el uso de la vestimenta integramente purptirea circunscrito a las ce- remonias triunfales de cardcter militar."° En definitiva, en lo que 8 D.H. 3,62: obtog 6 KOGpOC Gag Kai TOIG LET’ EKeWOV Ty PactLuKiW priv Eovor napéwewe Kai perce thy exPody tov Puoéov toic Kat? émavtdy budx01c Ew tod otEOdvoD Kai the nOUKiANE EoHi{tOs: tabca 6° aiitdy donpély nove ooprice S6Eavra elvar wai éxipVova. ny Stay éK nodénov ViKy Karayovres OprapPov napit Tig Bourg GEaVHot, tre Kai Ypvoopopods Kai norKiLas dhovpyiow cporevvovtar (Todo este orna- mento se mantuvo para quienes tuvieron el poder real tras él y, después de la expulsin de los reyes, para los c6nsules, salvo la corona y el vestido bordado, Sélo estos ornatos se suprimieron por parecer vulgares y ostento- sos. Excepto cuando para obtener una victoria en la guerra eran honrados por el Senado con un triunfo, pues entonces también Hevaban adornos de oro y vestian purpureos vestidos bordados). 4% DH. 4, 74, 1: Tév te nopactpoy, & toig Bactkedow dxodésorat, TOMAY Svt@VvEitwaumMpacGyetcKaiem@lovouc toig 102.2.01¢ RapEezEeTa, a pV LEIBout, TH 5’ GOEAEi ANAC oiowon Sei: ca OKI ATPA TANT LEY KOL TOdE YPVOOIs OTEMGVoUE Kai THC GAoupyeic KAI YPYOOOT LODE GuTExOvac. ADA ei po, KOE KaIpOvS Twas Eoptaiovs Kai Ev KOpROiS DpwEPoV, Ste dra tipiic Oedv Evexc khyovtar Avmoer yap DSEv", uy yevIpCOL ond Opdvov 88 toic dvipdow gLeodvtwov, éy & KaleLSpevor Sucdoover, Kai Levi so0Fira nepRdpovpov Kai tods nponyoupévous év Taig EEdore (En cuanto a los numerosos atributos que se dan a los reyes, creo que, si algu- nos son molestos y odiosos a los ojos de los mas, debemos disminuir unos y suprimir otros —me reficro a estos cetros. a las coronas de oro y a los 42 F. JAVIER CASINOS MORA concierne a la indumentaria la tesis de Dionisio de Halicarnaso es la del origen foraneo, etrusco-tirreno, de las vestes purpureae re- gias romanas y su adopcidn en Roma a partir de Tarquinio Prisco, tras su victoria frente a los etruscos, esto es, en el primer cuarto del siglo VLa.C Esta tesis, sin embargo, es contradicha no sélo por otros autores antiguos sino por él propio Dionisio en lo que concierne precisamen- te a la vestimenta, no al resto de las insignias regias. En efecto, en otro pasaje de su obra histérica el de Halicarnaso nos muestra a R6- mulo luciendo ya un vestido purpura como simbolo de la dignidad real.”’ Por su parte, el resto de autores que se refieren a esta cuestion son, ademas, undnimes en afirmar que la vestis purpurea regia es anterior a la monarquia romana de linaje etrusco. Asi, Plutarco la remonta, siguiendo a Dionisio, al mitico R6mulo* y Plinio, en cam- bio, estima que en Roma siempre se uso la ptirpura, aunque Rémulo sélo la Hevaba en la traébea, y que Tulo Hostilio fue en realidad el vestidos de purpura y oro— excepto en algunas festividades y en las proce- siones triunfales, ocasiones en que los Ilevaran en honor de los dioses, pues anadie molestaré si esto ocurre de tarde en tarde. En cambio, creo que hay que dejar alos hombres el trono de marfil en el que se sientan para juzgar, la blanca vestimenta bordeada de ptirpura y las doce hachas que los prece- den en sus salidas). 4 D.H. 2, 34, 2: tehevtaiiog 88 tic zope abtd¢ énopev_ro éobFira LEV HpLgLEspEvos GAoupyi, Sdovy 68 KaTEoTEpBEVOS cae KOLaE Kai iva TO Paoieov a€ioua ody teOpinaw xapeup_eBryKws (marchaba al final de la comitiva llevando un vestido de purpura, una corona de laurel sobre sus ca- bellos y para mantener la dignidad real iba montado en un carro conducido por cuatro caballos) “8 PLU. Rom. 26: eciotato tod SnpotiKOd, kai maprihortey eic povap- yiav éxazOi| Kai Luxobouy Gd tod OLMatOS RPOtOV @ Kuteoynmaticer éavrov. doupyi pev yap Evedvero Zudva Kai MPewov Eqdpet xepindp- ovpoy, év Opdva &’ dvaxhirg Ka0ipevos éxpnuaci~ey (cambié la popula- ridad por un modo de reinar molesto y enojoso hasta en la forma con que se atavié, pues comenz6 a vestir una tinica tefida de purpura, a Hevar una toga bordeada de ptirpura y a despachar los asuntos ptiblicos reclinado bajo un dosel). La restriccion del lujo en la Roma republicana 43 primer monarca en utilizar la toga pretexta y el /aticlavus tras su vic- toria sobre los etruscos.” En definitiva, con independencia del rigor de las informaciones acerca de las disposiciones juridicas invocadas y de las atribuciones nominales hechas por la tradicion historiografica griega y romana, parece indudable que el uso de la purpura en los tejidos, especial- mente la de origen animal,” que constituiré la manifestaci6n mas conspicua del lujo indumentario romano, estuvo presente en Roma desde los remotos tiempos de la monarquia. Primero lo estaria en calidad de atributo exclusivamente regio, probablemente por in- fluencia etrusca, impuesto 0 no normativamente, y después, en épo- ca republicana, como distintivo de estatus y del poder civil y militar del pueblo romano, “the most status-symbol conscious people of the ancient world”.*! El uso de la ptirpura acabara por extenderse igualmente a la indumentaria femenina y, a partir de ah{, la purpurea vestis se convertird en sinénimo de lujo indumentario, en el lujo in- dumentario por excelencia,” el cual constituird a lo largo del tiempo © Pay. Nat. 9, 39 (63), 136: Purpurae usu Romae semper fuisse vi- deo, sed Romulo in trabea. nam toga praeiexia et latiore clavo Tullum Hos- tilium e regibus primum usum Etruscis devictis satis constat (Juzgo que en Roma siempre se ha utilizado la pirpura pero R6mulo solo la Hevaba en 1a trabea, pues consta con seguridad que Tulo Hostilio, después de derrotar a los etruscos, fue el primero de los reyes que us6 la toga pretexta y la franja ancha de pirpura) 5° Para una descripcidn integral acerca de los distintos aspectos de la purpura en la Antigiiedad y su aplicaci6n a la industria textil véase P. FER- NANDEZ MURIEL, Ptirpura. Del mercado al poder, Madrid, 2010. Sobre los tejidos en Roma, materias primas, confeccién, artes tinctoriae y fullonica, produccion y comercio, constituye una buena introduccion C, ALFARO GI- R, El tejido en época romana, Madrid, 1997. 5! M. REINHOLD, History of Purple, cit., 38 y 72. * A propésito del lujo indumentario en Roma véase la reciente obra colectiva C. ALFARO Giver, J. Ortiz Garcia y M. J. MARTINEZ Garcia (eds.), Luxury and Dress. Political Power and Appearance in the Roman Empire and its Provinces, Valencia, 2013. Sobre el uso de la purpura en la vestimenta como sefalizador de rango aristocratico y expresién simbolica de poder politico en la Antigiiedad véanse en concreto las siguientes contri- 44 F. JAVIER CASINOS MORA el blanco prioritario de medidas de restricci6n y censura de variada naturaleza procedentes de los poderes ptiblicos.** 2. LALEY DELAS XII TABLAS Y LA RESTRICCION DEL LUJO™ Caso distinto al de las leges regiae es el de las normas sobre res- triccin del aparato funerario de la ley de las XII Tablas, que obede- cen a un orden de motivaciones distinto al religioso. Estas normas juntamente con otras relativas a la proteccién del derecho de los se- pulcros, integran la tabla X, segtin la palingenesia de ella general- mente aceptada,** basada fundamentalmente en la informacién pro- porcionada por Cicer6n en su didlogo De legibus.*° buciones de la precedente obra citada: C. ALFARO GINER, “Purple and Aris- tocracy: Colour, Blood and Luxury as Social Identifiers in Antiquit 98; I. BEnpA-Weser, “The Habits of the Emperors as Dift of Political Power”, 133-150; J. P. Wi-p, “Luxury? The North-West End of the Silk-Purple-and-Gold Horizon”, 169-180; y A. Paerz gen. ScrtecK y J. Paszt6Ka1-SzE6xe, “Power Dressing in Pannonia. Tunics with Arrow- Shaped Purple Decoration Represented in a Roman Wall-Painting at Brige- tio”, 181-216. 5 Acerca de esta cuestién a lo largo de la historia romana véase J. Napo tl, “Art purpuraire et législation a I’époque romaine,” en C. ALFARO Giver, J. P. Witp y B. Costa (eds.), Purpureae Vestes: Actas del 1 Sympo- sium Internacional sobre Textiles y Tintes del Mediterdneo en época roma- na (Ibiza, 8 al 10 de noviembre de 2002), Valencia, 2004, 123-136; y F. J. Casinos Mora, “Repression of Luxury in Rome: the specific case of gar- ments”, en C. ALFARO Ginger. J. ORTIz Garcia y M. J. MARTINEZ GARCIA (eds.), Luxury and Dress, cit., 99-114. “De este tema ya me ocupé anteriormente en F. J. Casinos Mora, “Sobre las restricciones suntuarias en la Ley de las XII Tablas”, en JAH, 4, 2012, 161-177. 58 Sigo en la exposi edicién de FIRA, 1, 23-75 © Cic. Leg. 2, 25, 59 y 24, 60: y 2.25, 64. on de los pasajes de la ley de las XII Tablas la La restriccion del lujo en la Roma republicana 45 A pesar del cardcter religioso de la materia sobre la que versan, no se trata de normas de ese caricter sino de prescripciones propia- mente juridicas, las cuales, dicho sea de paso, representan una clara intromisi6n publica en un ambito como el de la familia, que de este modo habria dejado de ser intangible. De hecho, en el citado didlogo Cicer6n distingue netamente entre preceptos religiosos 0 pontificios y preceptos juridicos o in legibus en relacién con los sepulcros*’ y, después de haber tratado del derecho pontificio de los manes y de los sepulcros, pasa a ocuparse, a ruego de su interlocutor Atico, de lo que dicen las leyes al respecto, es decir, del derecho civil. Afirma el Arpinate, respecto a las prescripciones de la ley de las XII Tablas concernientes a esa materia, que “lo que hay trata menos de la reli- gidn que del derecho de los sepulcros”;* y mas adelante sefiala que “ya las otras disposiciones de las XII Tablas atafien a la disminuci6n de gastos y lamentaciones ftinebres”.” Ademas, cuando Cicerén se refiere a la interdiccién decenviral de inhumar o incinerar caddveres in urbe (L. XII Tab. 10,1) no airibuye a esta norma, de hecho, un fundamento religioso sino de preservacién contra los incendios,” e igual fundamento, segtin el Arpinate, tendria la prohibicién, conte- nida en L. XII Tab. 10, 9, de colocar piras o sepulcros a menos de 60 pies de un edificio contra la voluntad de su duefio.*! Signi tivamente, Isidoro de Sevilla, siglos después, tampoco invocaria a este respecto la protecci6n de la pureza del lugar o cualquier otro fundamento religioso sino una raz6n de salubridad e higiene: evitar Cic. Leg. 2, 23, 58: Video quae sint in pontificio iure, sed quaero ecquidnam sit in legibus (Veo lo que dice el derecho pontificio, pero pre- gunto {qué hay en las leyes?). 58 Thid: sed ea non tamad religionem spectant quam ad ius sepulcrorum. » Cie, Leg. 2, 23, 59: tam cetera in. XH minuendi sumptus sunt lamen- Lationisque funebris © Cie. Leg. 2, 23, 58: ‘Hominem mortuum’ inquit lex in XII * in urbe ne sepelito neve urito.’ Credo vel propter ignis periculun (“A la persona muerta”, dice la la ley de las XII Tablas, “no se la sepulte ni se la queme dentro de la ciudad”. Creo que por el peligro del fuego). 8! Cie. Leg. 2, 24, 61: Nam quod ‘rogum bustumve novum’ vetat ‘pro- pius sexaginta pedes adigi aedes alienas invilo domino’, incendium videtur arcere . 46 F. JAVIER CASINOS MORA que “el hedor inficione con su contacto los cuerpos de los vivos”.°* En fin, las normas de la tabla X son, pues, por un lado, normas de policia y de cardcter patrimonial atinentes al ins sepulchrorum™ y, por otro, normas restrictivas del boato funerario pero no en todo lo que afecta a éste sino sélo en relaci6n con los asistentes y su com- portamiento o actos en los funerales, pues la suntuosidad en otros aspectos, como sefialadamente el sepulcral, no seran objeto de la res- triccién decenviral.* La circunstancia de que no se trate de prescripciones religiosas®® es un dato relevante y a tener en cuenta a la hora de despejar cual fue Ja finalidad de las normas suntuarias decenvirales, pues tal circuns- tancia excluye que las restricciones en materia funeraria hubieran servido a una finalidad puramente religiosa, a un religious scruple and ancestral precedent, como se ha afirmado. Efectivamente, la ley de las XII Tablas es un c6digo laico y no un compendio indistinto de normas juridicas y religiosas. El hecho de que la Religién y el Derecho hablaran en tiempos arcaicos el mismo lenguaje, al hallarse © Isw. Orig. 15, 11, line foetore ipso corpora viventium contacta in- ficerentur: Esta raz6n y no la del riesgo de incendio parece mas ajustada a la realidad del siglo V a.C. como argumenta A. Romano, “Riflessioni sulla decima tavola”, en AAN, Napoli, 1981, 12s. * L. XI Tas. 10, 1:9: y 10. 4 L, XI Tas. 10, 2-8. ® Nien su elaboracién participaron siquiera los pontifices, como argu- menta F. D’[ppo.ito, Problemi storico-esegetici delle XI Tavole, Napoli, 2003, 20 ss. “° Por M. Touer. “The Tenth Table and the Conflict of the Orders”, en K.A. RaaFLaus (ed.), Social Struggles in Archaic Rome. New Perspectives on the Conflict of the Orders, Oxtord, *2005, 268-282, si bien en el adden- dum ala segunda edicion de 1a obra colectiva este estudioso concluye acep- tando la validez de la tesis sociopolftica en los siguientes términos: “the sociopolitical explanation of archaic funeral law is correct to the extent that funerals had become a venue for status competition in the emerging poleis. But to understand why funeral ritual had become such a venue, and why it was only funerals that were consistently addressed in the early law codes, one must consider the wider ideological context of the functions funeral ritual served, and had served, in those communities”. La restriccion del lujo en la Roma republicana 47 ambas disciplinas bajo el control sacerdotal, no autoriza a pensar que la ley de las XI Tablas contuviera preceptos de naturaleza religiosa y que tales fueran los contenidos en su tabla X. Su misma presencia en la ley y su publicidad los habria como minimo desnaturalizado y la materia regulada en ellos habria quedado sustraida a la esfera, por ejemplo, del derecho pontifical. Las restricciones establecidas en el e6digo decenviral, como se ha indicado, afectan s6lo a las ceremonias funerarias, no en cambio alos monumentos sepulcrales. La explicacion a esta ausencia de res- tricci6n es que tales monumentos no debian ser particularmente sun- tuosos con anterioridad a la ley de las XII Tablas, que recordemos data de mediados del siglo V a.C., como se desprende de otro texto del De legibus de Cicerén,” en el que el autor contrasta la austeridad y moderaci6n de los antiguos sepulcros con el lujo y la suntuosidad de los modernos, pasaje que ha resultado corroborado por numero- sos restos arqueolégicos que han evidenciado la modestia de los an- tiguos sepulcros romanos en comparaci6n con la espectacularidad de los coetaneos etruscos."* La ausencia de tales restricciones es confirmada también por Ci- cerén cuando, en palabras de su fingido interlocutor Atico en el mis- mo De legibus, aboga por la existencia de una regulacién del lujo en los sepulcros del mismo modo que la hay en relacién con otros g: tos funerarios.” Pero dicha regulaci6n justo se Hevarfa a cabo poco ; Quos enim ad sumptus progressa iam ista res sit, in C. Figuli sepulcro vidisse [te] credo. Minimam olim istius rei fuisse cu- piditatem mulia extant exempla maiorum (Hasta qué extremo ha llegado el lujo puedes verlo en el sepulero de Cayo Figulo. En cambio, muchos mo- numentos sepulcrales de nuestros mayores nos revelan que en otros tiem- pos fue muy moderada esta ostentacion) °S Sobre este particular véase J. M. C. TOYNBEE, Death and Burial in the Roman World, London, 1971; G. CoLonna, “Un aspetto oscuro del La- zio antico: le tombe del VI-V secolo”, en PP, 32, 1977, 158 ss.; y J. C. ME- yer, Pre-Republican Rome. An Analysis of the Cultural and Chronological Relations 1000-500 B.C., Odense, 1983, 163 ss. © Cie. Leg. 2, 25, 62: Gaudeo nostra iura ad naturam accommodari, maiorumque sapientia admodum delector. Sed requiro ut ceteri sumptus sic etiam sepulcrorum modum (Me alegro mucho de que nuestras leyes sean 48 F. JAVIER CASINOS MORA tiempo después de la redaccién del citado pasaje del De Legibus (2, 25, 62), pues en una carta a Atico datada en 45.” ya aparece men- cionada la ley de Julio César relativa al lujo sepulcral de 46 6 45. De toda esta informacién obtenida a partir de Cicer6n se colige no sGlo que no existié ninguna ley republicana restrictiva del lujo de los sepulcros hasta César, sino que, ademas, la ley de Sila relativa al lujo suntuario, mencionada por Plutarco”' y a la que muy dudosamente se refiere el mismo Cicer6n en Att. 12, 36, 1, tampoco habria afectado a los monumentos sepulcrales sino sélo a otros gastos de entierro. El propdsito inmediato del conjunto de normas de la Tabla X no parece haber sido el de reprimir el lujo stricto sensu o el sumptus convival en el mismo sentido con que lo harfan posteriormente las leyes republicanas, sino mds ampliamente el de prohibir el exceso o desmesura mostrado por los vivos ptiblicamente con ocasién de los funerales, es decir, tanto en el aspecto estrictamente suntuario 0 material, conminando a prescindir de todo lo que en las emonias fiinebres implicara un aumento del gasto, como en el formal, gestual y ritual, reprimiendo el patetismo histriénico” y cualquier manifes- tacién exagerada de duelo. Y es que, ciertamente, nada tiene que ver el gasto suntuario con los gestos atrabiliarios de dolor, objeto ambos de igual interdiccién, mas all4 de la connotacién de exceso. conformes con la naturaleza y me deleito sobremanera con la sabiduria de nuestros antepasados; pero yo exigiria una reglamentacién para el lujo como ya existe para los demas gastos). Cie. Au. 12, 35-36. n : tov 88 THE TupiiC OpiCovea THY SamavHY VonoV avtog eisevnvoZac xopépn. INdevdg Gvor@patog OEioduevoc. napéBawve. oe Kal Te nepitiic evteleiag tov deizvov bx’ aTOD TetaypEva, TOTOIS Kai Kai Bopodoziac Eyovornapnyopav 1 névoc (en gas- tos de enticrro transgredi6 los limites legales prescritos por él mismo y no escatim6 gasto alguno. Viold lo que él también habia prescrito en otra ley sobre profusién en los banquetes, al procurar atemperar el Ianto con festi- nes y francachelas de mucha molicie y festejo) % Especialmente por parte de las mujeres. Véase sobre el destacado papel de la mujer en los funerales la contribucién de D. STERBENC ERKER, “Voix dangereuses et force des larmes: le deuil féminin dans la Rome anti- que”, en RHR, 221. 3, 2004, 259-291. La restriccion del lujo en la Roma republicana 49 En el pasaje de la ley de las XI Tablas 10, 3 (= Cic. Leg. 2, 23, 59), que se analizara mas adelante: Extenuato igitur sumptu tribus reciniis et tunicula purpurea et decem tibicinibus, tollit etiam lamentationem, -si bien no se trata de un pasaje testimonial de la ley sino de una interpretatio de Cicerén— parecen distinguirse con claridad los dos aspectos sefialados: el aspecto material, “limi- tese el lujo” extenuato sumptu; y el aspecto formal, “la ley suprime también las lamentaciones”, tollit etiam lameniationem, como se desprende de la existencia de una pausa, del adverbio etiam y de una diferente forma verbal en el segundo miembro del texto: tollit. Con la limitacién del exceso —que no lujo- funerario la exigencia de los decenviros de una mayor circunspecci6n en los funerales afectaria fundamentalmente a los patricios. En el exceso en los funerales romanos cabria descubrir reminis- cencias etruscas, pues esta cultura manifest6 una extraordinaria ve- neraci6n y cuidado en todo lo relativo al fenémeno de la muerte. La influencia etrusca debié ser particularmente intensa durante el Ultimo perfodo monarquico y asi lo han acreditado algunos datos ar- queolégicos obtenidos en las tumbas de Tarquinia de los siglos VI-V: representaciones de joyas de oro, velos, flautistas y de otros elemen- tos mencionados por la ley de las XII Tablas y objeto de prohibicién o restricci6n por ella. También sugiere aquella influencia la mencién decenviral a las prétesis dentales de oro, en cuyo arte los etruscos tuvieron gran pericia como han demostrado los restos hallados.”* La desmesura en los funerales, en particular en aquellos que cul- minaban con la incineracién, mas proclives a la suntuosidad, tuvo que haber alcanzado cierta notoriedad en la Roma del siglo V. El mismo hecho de que la ley dedique una tabla integra a esta cuestién asf lo revela y también la indole de las prohibiciones y restriccio- nes prescritas conocidas,” aplicables tanto a la incineracién como a la inhumaci6n, salvo que evidentemente s6lo puedan entenderse referidas a uno de estos dos ritos. La incineracién y la inhumacién se practicaban alternativamente en el siglo V a.C. De hecho, la ley ™ L. XU Tap. 10, 8: At cui auro dentes iuncti escunt. Ast in cum illo sepeliet uretve, se fraude esto. ™ Las contenidas en L. XII Tas. 10, 2-8. 50 F. JAVIER CASINOS MORA de las XII Tablas contempla y distingue perfectamente ambas prac- ticas: sepelire y urere,” en términos de Cicerén, y a una y a otra se dirige la prohibicién de verificacién in urbe. Un pasaje de Plinio, el Viejo,” referencia la mayor antigiiedad de la inhumaci6n y las razo- nes practicas que indujeron a los romanos a practicar la cremacion de cadaveres. Las interdicciones de la tabla X son las siguientes: labrar con una azuela las maderas de la pira funeraria;” arafiarse las mujeres las mejillas y la prohibici6n dirigida también a las mujeres de actuar como plafiideras y al parecer la de lanzar desgarrados lamentos ftine- bres.’* Estas manifestaciones de duelo caracteristicamente femeni- nas son comunes a los griegos y fueron igualmente restringidas y, es mas, minuciosamente reglamentadas por sus legisladores en lo que concierne a la participacion femenina en la prothesis 0 exposicion del cadaver y en el cortejo funerario 0 ekphord.” L. XI Tas. 10, 1 (= Cie. Leg. 2, 23, 58); Hominem mortuum in urbe ne sepelito neve urito. % Prin. Nat. 7, 54 (55), 187: Ipsum cremare apud Romanos non fit veteris instituti: terra condebantur. At postquam longinquis bellis obruptos erui cognovere, tunc institutum. Et tamen multae familiae priscos servave- re ritus, sicut in Cornelia nemo ante Sullam dictatorem traditur cremates, idque voluisse veritum talionem eruto C. Mari cadavere [Sepultus vero in- tellegatur quoquo modo conditus, humanus vero humo contectus] (Entre los romanos la incineracién no es una institucién demasiado antigua: an- taiio se enterraba a los muertos. Pero cuando se conocié que los guerreros sepultados en las tierras lejanas eran desenterrados entonces se adopté la institucién. No obstante, muchas familias conservaron los antiguos ritos. Asi, en la familia Cornelia, se dice, nadie fue incinerado antes del dictador Sila, quien lo quiso asi por miedo al talion, pues él habia hecho desenterrar el cadaver de C. Mario [La palabra sepultus debe entenderse como cubierto de cualquier modo, ya sea enterrado bajo tierra ya recubierto de tierral). Cie. Leg. 2, 23, 59: Hoc plus ne facito: rogum ascea ne polito. Cic. ibid. Mulieres genas ne radunto neve lessum funeris ergo ha- 8 bento ” WVéase la reciente contribucién al respecto de I. CaLero SECALL, “Los legisladores griegos y sus preceptos sobre las mujeres en los funera- les”, en REHJ, 34, 2012, 37-51. La restriccion del lujo en la Roma republicana SI A las anteriores interdicciones siguen estas: reiterar funerales por un mismo difunto por altos que hubieran sido los honores y méritos alcanzados en vida por aquél, salvo en aquellos casos en que hubiera acontecido la muerte en campaiia de guerra o en el extranjero;’ y llevar muchos lechos en el cortejo ftinebre."! Estas interdicciones se refieren a aquellos elementos de la ceremonia funeral mas ostento- sos y cuya prohibicion decenviral devino ineficaz, si es que no lo fue desde el mismo principio, tempranamente en algin momento dificil de precisar en tiempos de la reptblica a partir del cual los funerales en algunos casos constituyeron verdaderos espectaculos piiblicos."* En todo caso, la inobservancia de las prohibiciones y la suntuosi- dad sin tasa habria sido clamorosa desde principios del siglo La.C. Lo sugiere la pompa, incluso excesiva para funerales de individuos de la més alta dignidad, descrita por Servio Honorato: acompafia- miento de seiscientos lechos al cadaver de Marcelo, sobrino e hijo adoptivo de Augusto, en su funeral, y nada menos que de seis mil al del dictador Sila.** Es mas de la citada descripcién se desprende que aquella pompa no era exclusiva de miembros de la casa imperial 0 de grandes magistrados, sino que desde tiempos antiguos (apud maio- res) se empleaba en cualesquiera funerales y el nivel de ostentacion "Cre. Leg. 2, 24, 60: Homine mortuo ne ossa legito, quo post fimus faciat excipit bellicam peregrinamque mortem 8! Cic. ibid.: Credoque quod erat factitatum, ut uni plura fimera fierent lectique plures sternerentur, id quoque ne fieret, lege sanctum es! ®° Véase J. Bove, “Death on Display: Looking at Roman Funerals”, en B. BERGMANN y C. KonDOLEON, The Art of Ancient Spectacle, New Haven-London, 1999, 259-281. SS SERY. A. 6, 861: ad funeris huius honorem Augustus sescentos lectos intra civitatem ire iussit: hoc enim apud maiores gloriosum fuerat et da- batur pro qualitate fortunae; nam Sulla sex milia habuit. igitur cum ingenti pompa adlatus et in campo Martio est sepultus (Para ornato de su funeral (cl de Marcelo) Augusto ordené que sciscientos lechos lo acompaiiaran en cortejo por el interior de la ciudad, pues entre los antepasados esto se tenia por glorioso y se hacfa en relacién con la fortuna de cada cual: asf, al cadé- ver de Sila lo acompaiiaron seis mil lechos. As/, pues, fue conducido con extraordinaria cortejo y enterrado en cl Campo de Marte). 52 F. JAVIER CASINOS MORA mantenido guardaba relaci6n con la fortuna del individuo fallecido en cuestiOn, constituyendo un timbre de gloria. Las demas interdicciones son: uncidn del cadaver por esclavos;“* libaci6n a la ronda en los banquetes funerarios;*° aspersién suntuosa del cadaver;® presencia de grandes coronas," excepto las ganadas en vida por méritos civicos, militares 0 lidicos,** y de pebeteros de resinas;* aplicaci6n al cadaver ungtientos con mirra;”’ afladido de ob- jetos de oro al cadaver.”! Esta ultima prohibicién resulta, sin embargo, muy sospechosa de procronismo, pues presupone un uso generalizado de objetos de oro y abundancia de este metal, siendo que los datos arqueoldgicos revelan una carencia casi absoluta de oro para la época decenviral.”* Por tltimo: la limitacion a diez del nimero de flautistas intervinientes en la ceremonia; y, por lo que ataiie a la indumentaria, Ja restricci6n a una pequefia tunica de color purpura y a no mas de tres ricinii.” Por tanto, en términos generales la tabla X trataré de corregir los excesos en las ceremonias ftinebres: cefera item funebria quibus luctus augetur, XII sustulerunt.* Adviértase c6mo Cicer6n emplea el término ductus y no los de luxus o sumptus, lo que revela que las restricciones decenvirales tenfan como propésito final no tanto dis- minuir el gasto econémico 0 el lujo como tales cuanto la exacerba- cidn del dolor a través de aquéllos por las consecuencias perniciosas que potencialmente podian acarrear. Servilis unctura tollitur. .: (tollitur) omnisque circumpotatio. : Ne sumptuosa respersio. Ne longae coronae. 8° Cc. ibid.: Qui coronam parit ipse pecuniave eius honoris virtutisve ergo arduvitur ei. ® Cie. ibid.: Nec acerrae. ° Fest. p. 138M: Murrata potione usos antiquos indicio est, quod etiam nune Aediles per supplicationes dis addunt ad pulvinaria, et quod NIL tabulis cavetur, ne mortuo indatur, ut ait Varro in antiquitaium LL. * Cre. ibid.: Neve aurum addito. Como ha advertido también A. RoMANo, Riflessioni, cit. 18. 3 Clic. Leg. 2, 23, 59. “ Cic. Leg. 2, 24, 60. La restriccion del lujo en la Roma republicana 53 De las precedentes interdicciones decenvirales cabe inferir que a mediados del siglo V a.C. los potentados a través de las ceremo- nias funerarias no s6lo manifestaban el dolor por la separacin del ser querido, obsequiaban al difunto y cumplian una serie de ritos religiosos.”° sino también, y muy especialmente, perseguian sefiali- zax muy ostensiblemente el prestigio, el poder y el estatus familiar. El que los funerales se convirtieran en escenario de competicién de estatus no es, sin embargo, un fenémeno peculiar de Roma sino comin a otras polis en un estadio determinado de su evolucién po- litica. Se da, de hecho, la circunstancia de un extraordinario pare- cido entre las normas limitadoras de los excesos suntuarios en los funerales de los cédigos de distintas ciudades de la Antigiiedad, lo que evidencia que en tales ciudades se experimentaron, cada una en su momento, procesos similares que condujeron a la necesidad de establecer en sus cddigos 0 legislaciones la moderaci6n en las cere- monias funerarias. Se ha argumentado” que se trata de un fené6meno panhelénico que puede ser explicado como resultado de un cambio en la ideologia funeraria y en la actitud colectiva hacia la muerte y que las leyes limitadoras de los excesos funerarios habrfan supuesto la articulacién de un deseo de restringir la invasién de la vida por la muerte.” El carécter panhelénico del fenédmeno de las leyes limitadoras del lujo y el exceso en los funerales explicarfa las similitudes e incluso coincidencias de detalle de la tabla X con la legislaci6n soldnica, un siglo més antigua que la ley de las XII Tablas, sin necesidad de recu- rrir a la teorfa, basada principalmente en ciertos pasajes de Cicerén, del préstamo legislativo de las leyes soldnicas, cuya verosimilitud El derecho pontificio sobre los funerales. sepulcros y culto a los fa- miliares, sacra privata, aparece descrito en los pasajes Cic. Leg. 2, 19, 48a 2,22, 57. * Por C. SourviNou-INwoop, “To die and Enter the House of Hades: Homer, Before and After”, en J. WHaey (ed.), Mirrors of Mortality. Stu- dies in the Social History of Death, New York, 1981, 15-39. se también F. FRISONE, Leggi e regolamenti finerari nel mondo greco, I: Le fonti epi- grafiche, Lecce, 2000 °7 En contra I. Morris. en CiAnt, 8. 2, 1989, 296-320. ttitudes toward Death in Archaic Greece”, 54 F. JAVIER CASINOS MORA ha sido razonablemente cuestionada por los autores.”* No obstante, si bien no resulta admisible esta Entlehnungstheorie en el sentido de riguroso calco legislativo de normas soldnicas por parte de los dec- enviros, tampoco hay base suficiente para rechazar de plano las afir- maciones de Cicer6n acerca de la influencia de la legislacion soléni- ca en el codigo decenviral,” aun reconociendo que son ciertamente cuestionables en cuanto al origen y alcance de tal influencia, pues no nos es posible descartar, a partir de las fuentes poco concluyentes de que disponemos, que los decenviros hubiesen tenido en cuenta mo- delos legislativos griegos, y no necesariamente solo aticos, a la hora de redactar la ley de las XII Tablas. De hecho, lo mas cuestionado acerca de la “solonidad” de ciertas disposiciones decenvirales no es el hecho en sf de que hubiese existido efectivamente una influencia griega en la legislacion decenviral sino que dicha influencia lo fuera concretamente de derecho atico.'"" % Véase por todos P. SiEWERT, “Die angebliche Ubernahme solonis- cher Geseve in die Zwolftafeln. Ursprung und Ausgestalung einer Le- gende”, en Chiron. Miteilungen der Kommission fiir Alte Geschichte und Epigraphik des Deutschen Archaeologischen Instituts, 8, 1978, 331-344, quien ademas recoge las criticas precedentes a la Entiehaungstheorie. Por el contrario, ha sostenido la influencia solénica en la tabla X M. REINHOLD, History of Purple, cit., 40. Entre los juristas romanistas hay cierto consenso sobre la romanidad de la Ley de las XII Tablas, lo que no obsta a admitir la influencia griega, Como indica A. FERNANDEZ DE BUIAN, Derecho piiblico romano, Cizur Menor, '*2015, 106, tal influencia habria que buscarla en: “a) La novedad que supone que el derecho se escriba y se publique: b) Que la ley surja como producto de un acto legisaltivo aprobado por la asamblea popular, lo que implica la asuncién de un nuevo concepto de legalidad de- mocratica por la sociedad romana; c) El reconocimiento de la idea griega de isonomia, es decir, la igualdad ante la ley: y d) La identificacion del nue- vo concepto de /ex con el griego némos, que podria traducirse por norma juridica.” ® Cic. Leg. 2, 23, 59: Jam cetera in XII minuendi sumptus sunt lamenta- tionisque finebris, translata de Solonis fere legibus (Las otras disposiciones de la ley de las XII Tablas se refieren a la disminucién de gastos y lamenta- ciones fiinebres y estin tomadas casi literalmente de las leyes de Solén), ‘9 Véanse al respecto: E. RUSCHENBUSCH, “Die Zwolftafeln und die rémische Gesandtschaft nach Athen", en Historia, 12, 1963, 250; R. M. La restriccion del lujo en la Roma republicana 55 Los actos y obsequios funerarios excesivos, que aparecen veda- dos en la tabla X, debian practicarse entonces en los funerales ro- manos con relativa frecuencia y exposicién publica, pues hubiera sido juridicamente absurda una prohibicién de ciertos protocolos funerarios si éstos fueran desconocidos 0 no se dieran en la prac- tica social cotidiana; no se establecfan normas sobre lo inopinado (&k mapad6yov) sino sobre lo que acontece con frecuencia (éxi tO m.€iotov):'"! existia una intima relacién entre las normas y la rea- lidad social del momento de su establecimiento. El mismo Cicer6n conjetura que debia ser costumbre llevar a cabo las practicas funera- rias prohibidas."” Por ello, los decenviros no pudieron haberse limi- tado a plagiar en bloque la legislaci6n solénica ni ninguna otra, pues éstas presupondrian realidades sociales que, por muy similares que fueran a la romana, serian distintas a ésta, sino que a lo sumo pudie- ron haberla utilizado como modelo en todo aquello que les resultara aprovechable y teniendo en cuenta siempre las especificas cireuns- tancias romanas. De haber sido de otro modo, la ley de las XI Tablas también habria incorporado, cosa que no hace, otras disposiciones sol6nicas en materia, por ejemplo, de lujo indumentario.'”* Ocuvir, A Commentary on Livy. Books 1-5, Oxford, 1965, 449 s.: J. Detz, Der griechische Einflu& auf die Zwélfiafelgesetzgebung”. en MH, 23, 1966, 78 s.; F. Wreacker, “Die XII Tafeln in ihrem Jahrhundert”, en AA. VV. Eniretiens sur ’Antiquité classique XH. Les origines de larépublique romaine, Vandeeuvres-Genéve, 1967, 768-780; y G. CIULEL, “Gab es einen Einflu8 des griechischen Rechts in den Zwolftafeln?”, en M. N. ANDREEV etal. Gesellschaft und Recht im griechisch-rémischen Altertum, 2, Berlin, 1969, 30-39. ‘01 Asi lo expresa el jurista Pomponio siguiendo a Teofrasto: Jura constitui oporiet, ut dixit Theophrastus, in his, quae éxi 10 1).iotov accidunt, non quae x nupoioyou (Pompon. 25 ad Sab. D. 1, 3, 3). En el mismo sentido: Cets. 5 dig. D. 1, 3,4; Ces. 17 dig.D. 1,3, 5; y PAUL. 17 ad Plaut. D. 1, 3,6. io I: te tolluntur, neque tollerentur nisi fuissent (cosas que fueron correctamente suprimidas, lo que supone que era costumbre el hacerlas). ‘3 Coincido en este sentido con J. SONDEL, Leges sumptuariae, cit., 106. no, en cambio. con su afirmacién de que la tabla X y sus limitaciones 56 F. JAVIER CASINOS MORA Ahora bien, tampoco puede descartarse que la similitud de las pricticas funerarias y la situacion de competitividad en los funerales en Roma y en otras ciudades del Ambito griego hubiese sido tal que hubiese permitido a los decenviros inspirarse en el modelo sdloni- co 0 en otros griegos. El anacronismo del modelo soldnico para la Roma de mediados del siglo V a.C. podria tener entonces su explica- cién en el mantenimiento de la legislaci6n solénica en este materia en tiempos de Pericles, coetaneo de los decenviros. La influencia en la ley de las XII Tablas de otras legislaciones griegas y entre ellas la de Solén no es un hecho inverosimil ni que quepa excluir y ni gana ni pierde en verosimilitud porque Cicerén afirme que las disposicio- nes de las XII Tablas, que atienden a la disminuci6n de gastos y a las lamentaciones ftinebres, fueron tomadas casi al pie de la letra (fere translata) de las leyes de Solon.'"* No obstante, si efectivamente la ley de las XII Tablas se hubiera servido en materia funeraria 0 en otras materias de las leyes de So- 16n, 0 de las de otros legisladores'"” 0 de otros cédigos griegos mejor testimoniados, como las leyes cretenses de Gortina, medio siglo an- teriores a la romana, o hubiesen seguido usos greco-etruscos, como sostuvo Lenel,'’° 0 sélo etruscos, como han defendido autores mas son meramente el “résultat de la lutte de classes, doivent étre considérées comme une concession faite par les patriciens a’ egard des plébéiens” 'o4 Cic. Leg, 2, 23, 59. ‘5 Amiano Marcelino se atreve incluso a remontar al legislador espar- tano Licurgo el origen de las leyes suntuarias romanas. Asf, al tratar de las virtudes del emperador Juliano, afirma que éste se atuvo a la modera- cién como si viviera de acuerdo con las leyes suntuarias introducidas en Roma ex rhetris et axonibus: AMM. Marc. 16, 5, 1: Primum igitur factuque difficile temperantiam ipse sibi indixit atque retinuit tamquam adstrictus sumptuarits legibus viveret, quas ex rhetris [Lycurgi id] et axonibus Ro- mum translatas. Las rhetrae son por antonomasia las eyes 0 disposiciones de Licurgo y los axones las leyes de Solén, pues con el nombre de lo que fue su peculiar continente 0 soporte material, unas tablillas de madera, se suele designar metonimicamente su contenido: las leyes. Véase GEL. 2, 12, Ly PorPx. Comm. p. 399. ‘06 QO. LENeL, “Compte rendu de I’étude de E. Lambert, La question de Lauthenticité des XII Tables et les Annales Maximi, in Nouvelle revue de La restriccion del lujo en la Roma republicana 57 recientes,"”’ ello no significaria que necesariamente los decenviros se limitaron a hacer calcos legislativos prescindiendo completamen- te de su propia tradici6n juridica. No es incompatible la romanidad de las XII Tablas con el hecho, ciertamente verosimil, de que los de- cenviros hubiesen tenido a la vista los mejores modelos legislativos de otros lugares ¢ incluso se hubiesen inspirado en ellos en algunas ocasiones. Tacito alude, de hecho, a esta citcunstancia pero sin cir- cunscribir la influencia a las leyes de Solén.'"* Sin perjuicio de las evidentes analogias que con las leyes de So- 16n guarda la ley de las XII Tablas, en el origen de la teoria de su “solonidad”, presente en los antiguos, no tendria sentido hallar el reconocimiento de un demérito de Roma sino, todo lo contrario, un animo de encarecer el valor de la ley, de enaltecer su autoridad al vincularla al enorme prestigio del legislador ateniense; y, ademas, también probablemente un deseo de convencer de la bondad de di- cha ley bajo el subyacente argumento de que Roma siguié a la hora de fijar por escrito su Derecho una pauta no idéntica pero si muy andloga a la de muchas ciudades griegas, las cuales a fin de evitar el partidismo o el sesgo clasista de sus codificaciones, hacfan venir a individuos prestigiosos de otras ciudades distintas para que dieran leyes escritas a su ciudad. De esta manera, afirmando la “solonidad” de la ley de las XI Tablas se estarfa enalteciendo no sélo la autoridad droit francaise et étranger, 24, 1902, 147-200", en ZRG, 26, 1905, 498- 524. sostiene la influencia griega en esta materia pero no directa sino a de los etruscos. Contra la ascendencia solonica de la Tabla X se manifiesta G. Cru- LEI, Gab es einen Einfluss, cit., 21-46. quien niega toda influencia del de- recho solénico sobre el romano y atribuye las referencias de los autores romanos a los modelos griegos, en esta 0 en cualquier otra materia o cues- tién juridica, al esnobismo helenizante de los patricios. Con anterioridad F. Wiracker, Die XII Tajeln, cit., 312, interpretaba que las limitaciones decenvirales del lujo funcrario venian a significar cl abandono de un estilo nobiliario de impronta etrus 8 Tac, Ann. 3, 27, 1: accitis quae usquam egregia compositae duode- cim tabulae (echando mano de 1o mejor que habia en otros lugares, se com- pusieron las XII Tablas). He reproducido la traduccién de J. L. Moralejo, Cornelio Taciio, Anales. Libros I-VI, Madrid, 1991, 220. 58 F. JAVIER CASINOS MORA de dicha ley sino también proclamando su neutralidad en un contex- to de enfentamiento patricio-plebeyo, como fue el de mediados del siglo V a.C., y disimulando, en consecuencia, el sesgo patricio que de hecho le dieron los decenviros a la ley. En todo caso, el estrecho parecido de la ley de las XH Tablas con otras del entorno mediterraneo también admite otras explicacio- nes mas alla del calco legislativo. Asi, podria haber sido debido a la influencia griega a través de las ciudades de la Magna Grecia 0 simplemente las similitudes, incluso las mas notorias, podrian expli- carse por la procedencia indoeuropea comtin de todos estos pueblos, hecho que era desconocido evidentemente por Cicerén y demas au- tores que, siguiendo la autoridad de aquél aducen la filiacién solé- nica mds o menos intensa de algunas normas decenvirales. Asi, por ejemplo, mientras que Ps. Aurelio Victor nos dice que, en la cuestion que esta tratando, la ley de las XII Tablas es una traduccién de una ley soldnica,'” el jurista Gayo s6lo habla, en relaci6n con la acci6n de deslinde, de imitaci6n de una ley atribuida a Solon.'” Por tiltimo, es s6lo aparente la contradiccién en que parece incu- rrir Cicerén, quien si en el De oratore''' encomiaba la superioridad 1 Ps. Aur Vic. Epit. 21, 1: Populus Romanus cum seditiosos magis- iratus ferre non posset, decemviros legibus scribendis creavit, qui eas ex libris Solonis translatas duodecim tabulis exposuerunt. (El pueblo romano, como no pudiera tolerar magistrados facciosos, nombré un colegio de diez magistrados para la redaccién de leyes, los cuales las tomaron traducidas de los libros de Solén y las hicieron constar en diez tablas). "Gat 4 leg. XII tab. D. 10, 1, 13: Sciendum est, in actione finium regun- dorum illud observandum esse, quod ad exemplum quodammodd eius legis scriptum est, quam Athenis Solonem, dicitur, tulisse (Se ha de saber que en la accion de deslinde ha de observarse lo que en cierto modo se halla escrito a imitacion, segun se dice, de la ley que promulgo Solén en Atenas). 4 Cie. de Orat. 1,197: Percipietis etiam illam ex cognitione iuris lae~ fitiam et voluptatem, quod, quantum praestiterint nostri maiores prudentia ceteris gentibus, tum facillime intellegetis, si cum illorum Lycurgo et Dra- cone et Solone nostras leges conferre volueritis; incredibile est enim, quam sit omne ius civile praeter hoc nostrum inconditum ac paene ridiculum; de quo multa soleo in sermonibus cotidianis dicere, cum hominum nostrorum prudentiam ceteris omnibus et maxime Graecis antepono (Podtéis percibir La restriccion del lujo en la Roma republicana 59 del derecho romano frente a todo derecho extranjero, particularmen- te el de las ciudades griegas, calificandolo de tosco y casi risible (in- conditum ac paene ridiculum), y hacia ademas una mencion expresa a la inferioridad de las leyes de Solén respecto a las romanas, en el De legibus, escrito unos afios después, afirmaba, por el contrario, la existencia de plagios del derecho sol6nico en la ley de las XII Tablas, es decir, nada mas y nada menos que en la obra que encarna- ba la expresi6n mas genuina del espiritu juridico romano. Pero, en realidad, Cicer6n no se contradice en estas obras sino que tiene muy clara la superioridad de la ley de las XII Tablas, la cual no puede sino deberse a su romanidad, pues de tener una impronta fuertemente so- l6nica no podria calificarse de superior sino a lo sumo de igual, y tal romanidad no es incompatible con un presumible aprovechamiento sectorial de las leyes de Sol6n o de otros cuerpos legislativos. Las limitaciones a los rituales funerales establecidas por la t bla X suscitan dos cuestiones: |." Por qué los decenvitos, de condi- cién patricia, establecieron normas que limitaron este tipo de actos en principio plenamente irreprochables en cuanto que sefializadores legitimos de poder y estatus; y 2.* Por qué las restricciones suntua- rias decenvirales s6lo afectaron a ciertos elementos y en el contexto funerario y no se extendieron, en cambio, a otros elementos igual- mente sefializadores de estatus, como la vestimenta 0 los banquetes, es decir, precisamente aquellos, al menos los segundos, que serian el blanco de las leyes suntuarias republicanas, las cuales, por el contra- rio, nunca afectaron a los funerales, al menos no con anterioridad a Sila. Respecto a la segunda de las cuestiones, la clave podria encontrarse en el trénsito de una concepcién comunitaria y profilactica de los fune- la alegria y el placer que producen el conocimiento del derecho por el he- cho de comprender muy facilmente en qué medida nuestros antepasados han aventajado a los demés pueblos en previsién politica, si queréis com- parar nuestras leyes con los Licurgos, Dracones y Solones de aquéllos. Y es increible hasta qué punto resulta primitivo y casi risible todo el derecho que no sea el nuestro; y sobre esto abundo en mis conversaciones cotidia- nas, cuando antepongo la prudencia de nuestros hombres a la de todos los demas. y en particular a la de los griegos). He reproducido la traduccion de J.J. Iso, Cicerén. Sobre el orador, Madrid, 2002, 167 s. 60 F. JAVIER CASINOS MORA rales a una concepci6n individualista y de sefializacion de estatus. Com- parto al respecto la argumentacién de Toher,''* para quien la explicacion podria encontrarse en el conflicto entre la tradicional participacién co- munitaria en los rituales funerarios en los tiempos remotos de las ciu- dades y el desarrollo demografico de las comunidades arcaicas, e] cual haria entrar en crisis aquel aspecto comunitario. La crisis se veria exa- cerbada por la concepci6n comunitaria de los rituales funerarios como prevenci6n contra las fuerzas malignas sobrenaturales. Asi, los rituales funerarios que servian para proteger y renovar el orden social de las pe- quefias comunidades arcaicas contra el trauma de la muerte se habrian convertido con su crecimiento y ampliacién en peligrosos escenarios de competicion para la demostraci6n publica de estatus. Asi, pues, la necesidad de conjurar el peligro que representaba aquella rivalidad, consecuencia de una nueva concepcién individua- lista de los rituales funerarios, explicaria la adopcidn de medidas ten- dentes a moderar el exceso y el lujo en los funerales, lo que eviden- temente no afectaba a lo que quedaba fuera del contexto funerario, como los banquetes, ni a elementos materiales, como la vestimenta, considerados descontextualizadamente. Por otro lado, las diferen- cias de estructura y régimen politico de cada ciudad determinarén que las finalidades a perseguir con las respectivas reglamentaciones funerarias pudieran ser a su vez distintas. En cuanto a la primera cuesti6n, si el objetivo inmediato de las normas decenvirales que nos ocupan se nos muestra diéfano: procurar una mayor circunspeccién en el desenvolvimiento de las ceremonias funerales y una moderacién en el aparato y en los obsequios fiinebres; mas problemético resulta, en cambio, precisar cudl o cudles fueron sus finalidades tltimas. Ante todo, de lo que no cabe duda es de que la reglamentacién de los fu- nerales no fue para los decemviri legibus scribendis una cuesti6n poco trascendente, como tampoco lo fueron las razones que les llevaron a in- troducirla, sino todo lo contrario, habida cuenta de que, a juzgar por todas las reconstrucciones de la ley de las XII Tablas, destinaron a ella toda una tabla y un relativamente elevado ntimero de preceptos. Analizando la naturaleza de estos preceptos se advierte que, a pesar de que todos ellos tienen caracter prohibitorio, en ninguno se ‘2M. Toner, Zenth Table, cit., 285. La restriccion del lujo en la Roma republicana 61 hace referencia a la consecuencia juridica que acarrea su contraven- cion o a la sanci6n con que se conmina su incumplimiento. Se trata de normas apodicticas, de leyes puras o incondicionales, hecho re- velador ante todo de su arcaismo. La consecuencia de su infraccion no podria ser por razones obvias la nulidad del acto contrario a ellas. Estos rasgos contrastan con los de la generalidad de las normas de- cenvirales, las cuales, ya sean testimoniales 0 no, son normas ca- suisticas condicionales; que responden a un esquema periddico de protasis y ap6dosis con uso en ésta del imperativo de futuro, de tal modo que a la conducta descrita 0 condici6n corresponde una pres sa consecuencia penal. Representa una excepcidén la expresién se fraude esto, que se halla en el pasaje 10, 8 de la ley.''S Se trata de un ablativo de se- paraci6n, se fraude, equivalente arcaico de sine fraude,'* junto al imperativo de futuro esto. Fraus significa aqui “castigo”. En efecto, la idea de castigo se subsume en la de “daiio”. Prueba de ello es que Ulpiano explica que “se llama fraus al daiio mismo (ipsa noxa), como una cierta anticipacién de la pena”.''? De este modo, se fraude esto significaria aqui “quede impune”. “no habra castigo (dafio)”. El otro texto decenviral en que aparece fraus es el 8, 21. En él se san- ciona con la sacerias al patrono: patronus si clienti fraudem fecerit, sacer esto. Aqui encajaria muy bien el significado de fraus como “dafio” (noxa) y la traduccion “sea execrable el patrono si causare dajio al cliente”, seria preferible a la de “sea execrable el patrono si defraudare al cliente”, pues s6lo asf se mantendria la unidad de significado de fraus en la ley como “dajio-castigo”. En conclusién, con la expresién se fraude esto L. XII Tab. 10, 8 habria establecido "5 L. XI Tab. 10, 8: neve aurum addito. At cui auro dentes iuncti escunt, ast im cum illo sepeliet uretve, se fraude esto (¥ no se anada oro. Pero no sera fraude que se entierre o incinere a aquel cuyos dientes estan unidos con oro). "4 Como advierte J. GuILLEN, “El Latin de las XII Tablas”, en Helman- tica, 57, 1967, 397. 4S Up. 3. ad Ll Iul. et Pap. D. 50, 16, 131 pr: (...) fraus et ipsa noxa di- citur et quasi poenae quaedam praeparatio. V éanse otras interpretaciones sobre el uso decenviral del término fraus en E. DE La IGLesia Prapos, “De Roma a la codificacién: una perspectiva hist6rica del fraude de ley”, en Annaeus, 2, 2005, 206-210. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit 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La restriccion del lujo en la Roma republicana 131 modo, conecta Cicerén el lujo con la decadencia de las costumbres y de las instituciones de toda indole. non haerent in suis sedibus, sed volucri semper spe ei cogitatione rapiun- tur adomo longius, atque etiam cum manent corpore, animo tamen exulant et vagantur. nec vero ulla res magis labefactaiam diu et Carthaginem et Corinthum pervertit aliquando, quam hic error ac dissipatio civium, quod mercandi cupiditate et navigandi et agrorum et armorum cultum relique- rant (Las ciudades maritimas estén ademas expuestas a la corrupcion y al cambio de las costumbres, se familiarizan con nuevos lenguajes y nuevos usos, y se introducen en ellas no slo las mercancfas importadas sino tam- bién las costumbres, de tal modo que no hay instituci6n patria que no se vea alterada, Ademas, los habitantes de esas ciudades no estén vinculados a sus hogares sino que viajando siempre con el pensamiento marchan en pos de nuevas empresas lejos de la patria e, incluso cuando permanecen en ella fisicamente, viajan y recorren cl mundo con su pensamicnto. Nada influy6 tanto en la ruina y decadencia de Cartago y de Corinto cuanto el habito errabundo y la dispersién de sus ciudadanos pues, atrapados por el afin de comercio maritimo, habian abandonado el cultivo de los campos y el ejer- cicio de las armas). Copyrighted material CAPITULO IV LA RESTRICCION LEGISLATIVA DEL LUJO EN LA ROMA REPUBLICANA 1. LEGES SUMPTUARIAE Y LEGES AD COERCENDAM LUXURIAM El hecho de que se estimara conveniente recurrir sistematica- mente a las leges como instrumento para la disuasién del lujo in- moderado es revelador por si mismo de la inquietud sentida hacia sus potenciales efectos desestabilizadores del orden politico y social existente. Efectivamente, las leges publicae que tuvieron por objeto la restriccidn del lujo fueron relativamente abundantes en la historia romana si se las compara con el ntimero de /eges destinadas a otras cuestiones. La preocupacién de los poderes piblicos por el lujo no fue, pues, puntual sino constante durante la reptiblica desde el siglo Ill a.C. Dicha preocupacién pone en evidencia la contradiccién en- tre una moralidad, legitimadora del status quo y cuya preservacién ntida como algo fundamental, y unos comportamientos en cre- ciente contraste con aquélla, que traen causa en dltima instancia de los efectos econdmicos y sociales provocados por la expansién de Roma. La autoridad de los mores maiorum no era suficientemente disuasoria para combatir el lujo y parecié necesario a tal fin servirse del recurso mAs coercitivo de las leyes, que se superponfa asi a otros paradigmas normativos ya empleados con la misma finalidad. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. La restriccion del lujo en la Roma republicana 143 Ilas leyes, las leyes suntuarias, que tratan en general del lujo con el fin de perseguirlo, sancionarlo o restringirlo, sino que lo hacen para referirse a aquellas /eges cuyo objeto comtin es precisamente el sumptus, es decir, el gasto o la profusién que implica la adquisi- cién de ciertos productos o servicios, con el fin de limitarlo. Como la restricci6n del sumptus se circunscribié durante mucho tiempo a los agapes, por /eges sumptuariae, una expresion no técnica de uso acreditado tardfamente en los autores, se entendia las leyes relativas a la limitacién de! lujo en los banquetes y no las relativas al lujo en abstracto ni las restrictivas indistintamente de cualquier concreta manifestacién de lujo. En efecto, cuando los autores utilizan la expresién leges sump- tuariae se refieren invariablemente a leyes relativas a la limitacién de gasto en los banquetes. Asi, Cicer6n emplea esta expresi6n cuan- do menciona irénicamente la /ex Julia sumptuaria de Julio César de 46, que limitaba los gastos en los dgapes y fomentaba el consumo de ciertas verduras y hortalizas.* Suetonio también califica esta Gltima de /ex sumptuaria, cuando informa que fue implementada por César haciendo colocar guardias en torno al mercado para que requisaran los alimentos que iban contra lo prohibido.**! Este mismo autor en la frase inmediatamente precedente se refiere a la prohibicién que establecié también César del uso de literas, vestidos de ptirpura y perlas, siendo ésta una prohibicién distinta y al margen de la lex Julia sumptuaria, como justificaré mas adelante. Hay, por consiguiente, una identificacién entre leges sumptua- riae y leyes convivales o cibarias. Otra prueba de ello es que la de- nominacidn mas antigua de las leyes sobre lujo en los dégapes de que tenemos constancia es la de /eges cibariae, como se ha mostrado an- tes. A diferencia de estas leges sumptuariae o cibariae, el propésito de las leyes relativas a la limitacin de otras manifestaciones del lujo no era limitar el swimptus sino la visibilidad publica, la ostentacién de determinados bienes de lujo, aunque ello indirectamente comportara también una limitacién del gasto. Livio, de hecho, se refiere indistin- tamente ala Iuxuria y al sumptus cuando describe las vicisitudes de 5 Cie. Fam. 7, 26, 2:9, 15, 5; y Att. 13, 7. Véanse nn. 643 y 650. 361 Super. Jul. 43, 2. 144 F. JAVIER CASINOS MORA la derogaci6n de la /ex Oppia, restrictiva entre otras cosas del lujo en la vestimenta femenina, y aunque pueda oponerse que es obvio que normalmente se dé una correlacién entre el aspecto econémico y el aspecto social del lujo: se gasta en algo para exhibirlo; sin embargo, en ningtin momento califica Livio a la /ex Oppia como lex sumptua- ria 0 como lex Oppia sumptuaria, sino que en las tres ocasiones en que concreta la causa de la rogacién de la ley lo hace utilizando los términos “luxuriam coercere™: lex Oppia ad coercendam luxuriam muliebrem; legem quae luxuriae muliebris coercendae causa lata esset; tali tempore in luxuria et ornatu matronae occupatae erant, ut ad eam coercendam Oppia lex desiderata sit.*° Asi, pues, se trataria de leyes restrictivas de la exhibicidn del lujo, de una suerte de leges ad coercendam luxuriam y por ello los autores no las incluyen bajo la denominaci6n de leges sumptuariae. Otro argumento favorable a la definicién de las /eges swmptua- riae como leyes limitativas de la suntuosidad de los dgapes es la te- laci6n, puesta de relieve por los estudiosos, entre tales leyes y las lamadas leges aleariae,*” relacién, que no existe entre éstas Ultimas y las leyes restrictivas del lujo en Ambitos como la indumentaria o los funerales, a partir del dato constatable en la literatura de que los simposios daban ocasi6n habitualmente a la practica del juego, es decir, solfan tratarse de practicas sociales conexas, y de que en las sanciones legales de ambas subyacen las ideas de vitium moris y de sumptus. Por ultimo, las /eges sumptuariae como leyes relativas a las li- mitaciones en el sumptus convival contempladas en conjunto se nos muestran como una cadena de leyes sucesivas, como un todo ensam- blado, en que unas leyes se engarzan con otras a través de los capita translaticia y en que las posteriores representan un complemento, una integracién, una mejora o una adaptacién de las anteriores, una Liv. 34,4, 6:6, ly 6, 15. %3 J, BLEICKEN, Lex publica, cit., 16931. SAUERWEIN, Die leges sumptu- ariae, cit., 5; y M. KuryLowIcz, “Leges aleariae und leges sumptuariae im antiken Rom”, en Studia in honorem Velimirii Pélay septuagenarii. Acta Universitatis Szegediensis de Attila Jézsefnominatae. Acia juridica et poli- tica, 33, fasc. 1-31, Szeged, 1985, 274-277. La restriccion del lujo en la Roma republicana 145 suerte de corpus normativo legislativo en permamente construccién, que tiene su propia vida y su propia evolucion. Fuera de ese corpus se hallarfan las demas leyes restrictivas del lujo, con un caracter mas aislado, erratico y coyuntural. Las leges sumptuariae constituyen en conjunto un fendémeno hist6rico-juridico no surgido por considera- ciones de guerra, como las leyes restrictivas del lujo indumentario Metilia y Oppia, sino que, por el contrario, se desenvuelve pasada la segunda ptinica y en un panorama muy distinto: de aumento del numero de individuos ricos y de mejora del nivel de vida. Por todo lo anterior, me parece mds riguroso distinguir entre unas leyes que limitaban el gasto (sumptus) y sancionaban el derroche ola prodigalidad: las leges sumptuariae propiamente dichas, que a la sa- z6n eran leges cibariae; y unas leyes que restringfan ciertas manifes- taciones del lujo, ya en relacién con los juegos gladiatorios y circen- ses, ya con los funerales o ya muy especialmente con la vestimenta y el ornato, a las que se podria denominar leges ad coercendam luxu- riam, aprovechando esta expresién empleada por el historiador pa- tavino. También relativas al luxus o luxuria pero de signo contrario serfan las leyes promulgadas para autorizar determinadas manifesta- ciones de lujo, ya estableciéndolo directamente ya en calidad de le- yes derogatorias de otras precedentes restrictivas. Estas leyes serfan en conjunto una suerte de leges ad non coercendam luxuriam. No serfan tampoco leges sumpiuariae las siguientes leyes a las que en ocasiones en los tratados se las agrupa con aquéllas: la /ex Li- cinia de modo agrorum (367). lex Claudia de nave senatorum (218), la lex Cincia de donis et muneribus (204), la lex Furia testamentaria (200) ni la /ex Voconia (169),*** pues ninguna de estas leyes contie- set En contra G. CLEMENTE, Le leggi sul lusso, cit., 1 ss.; E. SLos, Luxu- ria, Regelgeving en maatregelen van censoren ten tide van de Romeinse republik, Zutphen, 1986, quien considera como leges sumptuariae la lex Cincia (p. 50 ss.), lex Furia testamentaria (p. 56 ss.), la lex Voconia (p. 66 ss.) y la lex Falcidia (p. 132 ss.) (Cfi. F. Wupse, ZGR, 105, 1998, 805-810); A, Borticuirri, La legislazione, cit., 130 s.; V. A. Kyastintn, “Early Law: on Luxury (III-I] Centuries B.C.) in a View of Evolution Roman Civi- tas”, en Diritto @ Storia, 5, 2006, http://www.dirittoestoria.it/5/Memorie/ Kvashnin-Early-laws-luxury-roman-civitas.htm, respecto ala lex Claudia de nave senatorum: y M. BALESTRI FUMAGALLI, Riflessioni sulla ‘lex Voco- 146 F. JAVIER CASINOS MORA ne restricciones a la adquisici6n de determinados articulos conside- rados suntuarios, como las leges sumptuariae, ni prohibiciones de exhibir determinados objetos lujosos indicadores de estatus social y econémico, como las leges ad coercendam luxuriam, sino que es- tablecen limitaciones a la propia libertad de gastar, invertir dinero o disponer de él en determinadas condiciones, segtin los casos, de cuantia, titulo o sujeto activo o pasivo de la operacién, libertad de- rivada naturalmente de la capacidad de obrar de los sujetos de dere- cho, y que no obedecen a una intenci6n precisa de reprimir el lujo, la extravagancia, la ostentacién o la inmoderaci6n y no recaen sobre objetos materiales o actividades precisas y determinadas. Tales limitaciones a la facultad de disponer pecuniariamente establecidas por tales leyes no suntuarias serian: la prohibicién de participar en negocios y transacciones mercantiles maritimas en el caso de la lex Claudia; la de instituir heredero a determinadas per- sonas por raz6n de sexo a partir de cierto umbral de riqueza y en determinadas condiciones en el de la /ex Voconia; la de donar por encima de ciertas cantidades en el de la /ex Cincia: la de disponer legados superiores a cierta suma de ases en el de la lex Furia; 0, por Ultimo, la de acaparar tierras mas alld de ciertos limites en el de la lex Licinia. Incluir estas leyes entre las /eges sumptuariae supondria admitir una categoria tan hipertrofiada de ellas que dejaria desdibujada por completo la peculiar identidad de tal tipo de leyes y por la cual fue- ron Ilamadas Jeges swmptuariae. Se trata de una construccién mo- derna y ninguna fuente indica o sugiere que el legislador romano las consideraba como leges sumptuariae. Es muy significativo, adem que las leyes suntuarias de la Edad Media 0 Moderna estuvieran di- rigidas a limitar ciertos articulos de lujo, sobre todo indumentario, que en tales époc: umid en buena medida el papel que en la Roma republicana tuvo el lujo convival. nia’, Milano, 2008, 15. M. Batno, “La lex Licinia de modo agrorum. Ri- considerazione di un modelo storiografico”, en RFIC, 138. 3-4, 2010, 305, no llega, en cambio, a identificar la lex Licinia de modo agrorum con una lex sumptuaria sino que se limita a afirmar que “si configurerebbe quasi come una lex sumptuaria” aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your 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