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Conferencia:

12 de mayo de 2010
Instituto sedes SAPIENTIAE
Departamento de Psicanálise
San Pablo - Brasil

"Proposiciones para el Porvenir del Psicoanálisis"

_____________________________________Prof. Dr. Ricardo Rodulfo

Bueno, muy buenas noches a todos espero que se esté escuchando


bien…
Quisiera agradecer mi presencia aquí, bueno a mucha gente, pero muy
en particular a Lía Pitliuk con sus esfuerzos y entusiasmo. Para mí
además, hace mucho tiempo que vengo bastante seguido a trabajar a
Brasil, y me es muy placentero hacerlo. Es la primera vez que estoy aquí
y sé, conozco que por algo este no es cualquier lugar. Empezando por
su historia, la historia de su fundación ligada a una resistencia a una
dictadura, después conozco a algunas personas incluso en algunos
medios argentinos que conozco la producción y el recorrido de ellos. Y
además, me han contado que no es este un lugar donde se puede
convivir pacíficamente y debatiendo, convivir con las diferencias,
distintas posturas teóricas y trocar. Lo cual, yo diría es sumamente raro,
una de las malas costumbres.

Podríamos decir que hay tres grandes sistemas teóricos en


Psicoanálisis a grandes rasgos: de Freud, de Klein, de Lacan. Una de
las malas costumbres de esos sistemas es aislarse, encerrarse e ignorar
al otro. Se lo nota en las referencias bibliográficas, en muchas cosas…
Y eso no se ve cómo podría resultar bueno para el Psicoanálisis y son
más preocupantes cosas así que lo que hagan los cognitivistas, la
competencia o la lucha política con otros grupos no psicoanalíticos, es
mucho más preocupante eso.

De manera que, esto me parece muy auspicioso, además si elegí un


tema como el Porvenir del Psicoanálisis, entre otras cosas, para este
sitio es porque pienso que el porvenir del Psicoanálisis pasa más por lo
que se haga en Argentina y Brasil, en este momento, que por lo que se
haga en Europa. Por todo lo que se está dando en producción y en
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prácticas diversificadas del Psicoanálisis, en Argentina, en Brasil, en
algunos puntos como ciertos reductos Neoyorquinos. Más pasa por allí,
me parece a mí, que por los centros habitualmente que han tendido a
monopolizar el prestigio en relación al Psicoanálisis. Y a veces, suscitar
conductas de obediencia, digamos…

Bueno, un par de días antes de venir para acá, leyendo cosas de Hegel,
tropecé con una frase que me interesó, la retuve para traerla, dice…, la
voy a reproducir, no tengo exactamente de memoria. La idea es una
paradoja pero, los conceptos de los cuales nos sentimos más seguros
suelen ser los más insuficientes. Me parecía que algo podía valer para
las prácticas nuestras, además, pienso que cuando de pensar se trata
no es bueno estar seguro. La seguridad puede ser buena en algunas
regiones de la vida, si es posible tenerla, pero no en el terreno del
pensamiento y menos en el terreno psicoanalítico.

Dado el carácter de esta presentación, voy a mencionar algo de


trayectoria mía para ir, los que no me conocen, por un lado, empecé a
trabajar con niños por casualidad, no por elección, pero me gustó. Pero,
la misma casualidad hizo que luego tuviera adolescentes, pero lo que
pronto me decidí ya en los primeros años y eso lo mantuve es no hacer
exclusiones de edad. De trabajar con distintas edades, he trabajado y
trabajo a veces con bebés y sus familias, con niños muy pequeños y
también he tenido en el otro extremo, experiencias analíticas con
personas de más de setenta años. En toda esa diversidad, están las
consultas por adolescentes, pero eso hizo que me fuera interesando en
mi primera dirección fue una larga investigación clínica teórica sobre el
jugar, sobre el estatuto del jugar en la vida humana. De brincar en la
vida humana y no sólo de los niños.

Pero además, con el tiempo ayudado por algunos autores, como


Winnicott en particular, empecé a pensar el trabajo con niños como un
lugar muy especial. Como un lugar, más allá de las especificidades que
tenga, que tiene como práctica, como un lugar desde el cual interrogar al
Psicoanálisis en general, formularle preguntas al Psicoanálisis en
general. Además de oponerme en lo posible a esa tendencia que
siempre ha habido a pensar el psicoanálisis de niños como un poco,
como ligeramente de segunda, o como una derivación en todo caso, que
no es el mejor modo de pensarlo.
Con el tiempo, empecé a trabajar en lo que se llama deconstrucción, a
desarmar teorías digamos, desarmar sistemas teóricos, como si
dijéramos: “a ver de qué están hechos, a ver cómo están hechos”,
podría reivindicar una tradición honorable del niño. Cuando los niños
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desarman, o incluso rompen para ver cómo está hecho algo, para
explorar, una cierta tradición exploratoria. Pero, formalizándolo un poco
más, la idea de dedicarme a la deconstrucción tiene, me parece dos
direcciones principales. Una, tratar de examinar y de tener conciencia,
de ser consciente de ver “con qué pensamos”, esta es una dirección
abierta y desplegada por Derrida, que podríamos más o menos plantear
así: nosotros pensamos, supongamos que nosotros decimos, “estamos
pensando algo nuevo”, situándonos en esos momentos en que emerge
algo.

Supongamos, como en textos como “La interpretación de los sueños”,


emerge algo nuevo, emergen nuevas ideas. En ese momento el que
está dando a luz o los que están, porque siempre es un trabajo de grupo
en el fondo, nunca es el trabajo de uno solo, aunque a veces aparezca
el nombre de uno solo, siempre es un trabajo grupal. Los que están
dando a luz ese pensamiento nuevo, no tienen tiempo, no es el
momento para pensar, con qué están pensando eso nuevo.

Una cosa es pensar, y otra cosa es pensar con qué pensamos, pero en
el momento de pensar, echamos mano de lo que podemos, echamos
mano de lo que está por ahí, de lo que podemos utilizar. Entonces, qué
pasa, señala Derrida, un pensamiento es nuevo, pero su vocabulario no
lo es, porque no se puede formularlo con neologismos, o a lo mejor
podría haber un neologismo pero no todo un sistema de neologismos.
Entonces, ese pensamiento nuevo echa mano de términos muy viejos y
que tienen mucha carga, mucho arrastre muy viejo, ¿de dónde?, ¿de
dónde viene eso?. Y ¿de dónde viene eso que pegamos para pensar?,
y…, de donde salieron todos nuestros motivos conceptuales, no solo en
el Psicoanálisis, sino en general, de dónde salieron todos nuestros
repertorios de oposiciones conceptuales, nociones, motivos, de la
metafísica occidental.

La metafísica occidental que se remonta a Platón, y por dónde por el


camino tenemos una serie de nombres decisivo como Descartes y otros,
pero uno no tiene la menor idea de eso. Cuando un médico psiquiatra o
neurólogo, o neuropediatra adopta una posición organicista a ultranza,
una posición radical desecha la psicoterapia, no deriva al psicoanalista,
él no tiene la menor idea que en definitiva se está basando en una vieja
escisión metafísica entre cuerpo y psiquismo. Una escisión que empezó
por Platón entre lo sensible y lo ideal y que tiene una larga, larga historia
(si hablo demasiado rápido me avisan)…

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Entonces, “con qué pensamos”, ahí está la contradicción –dice Derrida-,
estamos comprometidos, pensar de pronto cosas muy nuevas, como las
que trajo el Psicoanálisis, que verdaderamente trajo algunas cosas muy
nuevas, con términos y conglomerados conceptuales muy viejos.

Por ejemplo Freud, cuando empieza ya antes de la emergencia


propiamente dicha del Psicoanálisis, Freud por ejemplo, echa mano de
una oposición entre representación y afecto. Ahora, esa oposición entre
representación y afecto, no es psicoanalítica, no es freudiana, Freud la
toma de la Psicología que la había tomado de la Filosofía. Y Freud, la
trabaja a su manera, lo sabemos pero es muy posible y creo que este
podría ser un caso testigo, es muy posible que mucho de lo que el
Psicoanálisis trata de pensar de nuevo, no se lleva bien con esa
oposición entre representación y afecto. Y como eso podríamos decir
mouitas cosas.

Uno podría leer ciertas páginas de Kant, a propósito de la mujer, que


podría firmarlas Freud, cuando Freud dice por ejemplo que, el superyó
de la mujer es imperfecto y más bien endeble, y que el sentido de
justicia de la mujer nunca es tan elevado como el del hombre. Bueno, la
teoría de género que esto implica en el fondo no es una invención
freudiana, aunque Freud le agregue sus propias modulaciones. O
cuando, Freud dice que el “ello” es la pasión y el “yo”, la razón la
oposición entre pasión y razón es muy antigua y muy anterior al
Psicoanálisis.

De esto se generan una serie de problemas, de los que muy


habitualmente pueden pasar desapercibidos. En realidad, el
Psicoanálisis, es una práctica que se detuvo a examinar con qué
pensamos, pero se detuvo a pensar con qué pensamos particularmente
en el terreno de la clínica, con el paciente. Con qué piensa el paciente
que piensa, el Psicoanálisis no se interrogó sobre sí mismo. Un poco en
ese sentido, habría que decir que este trabajo empezó a hacer Lacan,
de cierta reflexión sobre algunas cosas del sistema teórico del
Psicoanálisis clásico.

De todas maneras, Lacan se detuvo en eso sólo el tiempo suficiente


para el desarrollo de su propia teorización. Entonces en este punto, creo
en algún momento histórico es necesario detenerse, hacer un examen
de esto y eso a mí me lo enseñó Derrida. Además de algunos problemas
insolubles y vaya a saber qué otras influencias. Pero en este punto, creo
que cometimos dos errores los psicoanalistas. Cuando digo cometimos
dos errores, no lo digo en un sentido crítico fácil, porque digamos,
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cuando uno trata de pensar y producir, no puede no cometer errores, es
la contracara. Pero, a veces hay cosas demasiado postergadas.

Un primer error fue, el que acabo de señalar. El Psicoanálisis se


enamoró demasiado de la propia historia que contaba sobre la
revolución psicoanalítica, el corte psicoanalítico, como si el Psicoanálisis
empezara, fuera un punto de partida absoluto que traía algo nuevo y
cortaba lazos con todo lo anterior.

Pero al Psicoanálisis no lo trajo la cigüeña, ni nació de un repollo, una


disciplina no tiene un punto de partida absoluto. Entonces, un error fue
pensar en Freud como un punto de partida absoluto y no advertir de
dónde venían todos los términos con los que se estaba construyendo un
Psicoanálisis, un sistema teórico. Incluso para poder pensar los contra,
ese origen metafísico. Ese creo que fue un problema y en alguna
medida sigue siéndolo. Actualmente, sería una teoría muy anticuada de
la frontera, sabemos que las fronteras entre las disciplinas están en
crisis, las fronteras entre disciplinas, entre géneros artísticos, de todo
tipo. Lo cual, es un fermento positivo, abre nuevas posibilidades, no
sirve pensar en una teorización básicamente autosuficiente.
El segundo problema creo que fue este, el Psicoanálisis le da un golpe
mortal a la idea de la conciencia como centro del psiquismo, ya lo
sabemos, es saber adquirido. Hay un descentramiento, en Psicoanálisis
se habla mucho de descentramiento, hablamos mucho del sujeto, etc.,
etc. Sacamos del centro a la conciencia, al yo, sacamos del centro,
tiramos del centro, una serie de cosas muy estatuidas pero no tiramos
el centro, el centro no se tiró del centro. Cuando hablamos nos
entusiasmamos diciendo el descentramiento del sujeto está muy bien,
pero el descentramiento del sujeto no es el descentramiento del centro.
Conservamos el centro, que es el centro y el motivo del círculo, que es
como una muy vieja raíz metafísica. Y entonces qué pasó, que el
Psicoanálisis tiró ciertas cosas del centro pero para poner otras en el
centro, que en cada autor de los grandes sistemas teóricos es bastante
fácil ver qué coloca en el centro. Entonces algo queda por la mitad
porque sería necesario avanzar, descentrar el centro y no basta con
quitar una cosa del centro para luego, que si yo no toco el sistema del
centro se va a inconscientemente, involuntariamente se va a deslizar
otra ahí.
Entonces, por ejemplo, Freud empezó a hablar del Complejo de Edipo
como complejo nuclear, ahí estaba el viejo motivo del centro, el núcleo,
la cáscara, el núcleo, la corteza y lo que está en el centro, etc., etc. Y
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como eso, muchas cosas de ese tipo. Es inevitable que eso ocurra
porque nos es muy difícil por toda nuestra educación y por una
larguísima impronta de siglos cuando pensamos, no establecer una
especie de centro alrededor del cual pensamos. Pero en el momento
que establecemos un centro alrededor del cual pensamos, empezamos
a depender de ese centro, y el centro limita el alcance de lo que
queremos pensar.
En las mismas disputas entre psicoanalistas, entre corrientes
psicoanalíticas a veces se ha querido colocar en el centro del
psicoanálisis al autor como si todo pasara a girar en torno a él, etc., etc.
Bueno, son problemas a resolver.
La segunda dirección del porqué la deconstrucción sería que, este
desarmar un sistema teórico a ver de qué está hecho, no es
gratuitamente por una especie de placer, desarmar o una especie de
placer nihilista en tirar cosas abajo. Es desarmar ver con qué está hecho
un pensamiento para liberar su potencial productivo, que muchas veces
está apresado en un lenguaje inadecuado, preso. Es incitante pensar
que el esfuerzo de un pensador llámese Freud, llámese Lacan,
Winnicott, llámese el que se llame, por pensar algo y formularlo, pero
pensar que esa teoría es una especie de contenido manifiesto, porque
está vedando muchas veces tanto lo que se está tratando de pensar.
Que hay un conflicto entre lo que tratamos de pensar y la plasmación
teórica, sobre todo cuando se arma un sistema teórico, que implica
valores de coherencia, valores de centro. Y cuando uno habla de
sistema ya está implicando esas cosas. De todas maneras, se trata de
liberar un potencial productivo que en definitiva tiene que ver con algo
que también dio origen al Psicoanálisis, una práctica y un pensamiento
que nació con un proyecto liberador. En este punto, me parece que es
necesario para el Porvenir del Psicoanálisis, como cierta puesta al día
histórica, que cuando fueron los Estados Generales en el 2000, yo
pensé que había ahí una posibilidad de hacerlo, pero esa oportunidad a
mi juicio se perdió.
A ver si puedo resumir a lo que voy. En su emergencia, a principios del
siglo XX, el Psicoanálisis tiene por lo menos dos proyectos. Tiene dos
proyectos explícitos en el texto mismo de Freud escritos bien
claramente.
Un proyecto tiene que ver con la teoría sexual a grandes rasgos y con
una hipótesis de trabajo que Freud va a sostener mucho tiempo, que
correlaciona: a mayor represión de la sexualidad, mayor patología
neurótica. Esa básicamente, estoy esquematizando mucho pero todos
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sabemos muy bien de sobra de lo que estoy hablando. Está claro eso
para Freud, él propone reemplazar la represión por otras cosas, o
advierte que la represión de la sexualidad cobraría cada vez más un
precio neurótico cada vez más caro.
En ese punto el Psicoanálisis propone una hipótesis fuerte sobre lo que
en ese momento se llama la neurosis, lo que Freud mismo contribuye a
especificar como las neurosis.
El segundo proyecto del Psicoanálisis, y también muy bien explicitado
en “Psicopatología de la vida cotidiana”, en “Interpretación de los
sueños”, es una ampliación del determinismo científico, es conquistar
nuevos territorios para el determinismo. El determinismo que venía de
las ciencias que hoy llamamos duras, la Física, la Química, la Física en
particular como modelo para Freud, como fenómenos que caían fuera
de ese determinismo, e incluso fenómenos que caían aparentemente tan
afuera como los sueños, quedaban englobados en una ampliación de
las fronteras de la razón. Es un proyecto que tiene un sello, una marca
fuerte iluminista, la vieja Ilustración, y que también tiene mucho de
positivista, como no podía ser de otra manera, Freud está muy lejos de
ser un positivista típico, pero eso no quiere decir que no tenga una muy
fuerte marca del positivismo.
Esos son los dos proyectos, son proyectos muy fuertes, muy ambiciosos
y generales, abarcativos porque además trasciende las fronteras de una
cura o de un simple método terapéutico nuevo.
Ahora, qué pasó con esos proyectos, habría que pensar bien qué pasó
con esos proyectos.
En cuanto al primero, parecería que estamos en términos generales, en
términos de tendencia, la situación de la sexualidad en Occidente ha
cambiado mucho, y esto es cosa de todos los días. En Argentina acaba
de recibir una media sanción de la Cámara de Diputados una ley que
permite el casamiento homosexual, para tomar un pequeño índice.
Estamos muy lejos de las convicciones de la sexualidad victoriana de la
época de Freud. Hay muchos índices de eso por todos lados, la
masturbación ha dejado de ser un tema, el tema que era en la época
que trabajaba Freud, Abraham, Ferenczi. La virginidad ha dejado, tantas
cosas, sería una larga enumeración. Ha habido una sensible
disminución en términos de tendencia de la represión de la sexualidad y
creemos que esto se debe a muchas cosas, pero que el Psicoanálisis
tiene ahí, merece un lugar de reconocimiento, porque el Psicoanálisis
hizo mucho por eso, aunque no hubiera bastado con el Psicoanálisis
para este aflojamiento.
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O sea, que por un lado, ese objetivo de des-represión de la sexualidad
en tantos combates de retaguardia viene cumpliéndose. Pero no sería
posible decir que por ello disminuyeron las neurosis. No parecería fácil
de corroborar, decir: “hay menos neurosis, hay menos sufrimiento
neurótico que otrora”, aunque ese sufrimiento neurótico de pronto
adopte nuevas formas o se agarre de otros elementos. O sea, que en
ese punto uno podría decir: “una parte del proyecto original del
Psicoanálisis se cumple”, pero una hipótesis de trabajo no se cumple, no
queda ratificada, lo cual sirve para seguir pensando, no es nada trágico.
En cuanto al segundo proyecto del Psicoanálisis, el proyecto de ampliar
las fronteras del determinismo y que lo psíquico quedara dentro del
campo del determinismo, se desactualizó. Por una parte, el Psicoanálisis
logró y sigue logrando que fenómenos que apenas si merecían el
nombre de subjetivos, adquirieran el pleno estatuto de fenómenos
subjetivos: los sueños, los síntomas, actos fallidos, tantas otras cosas.
Pero el determinismo como tal, cayó en la misma Física, ya en 1911
cuando Freud tenía 55 años, Heisenberg formulaba su principio de
indeterminación y toda la microfísica, la cuántica. Por un lado liquidó el
mecanicismo de la Física, o por lo menos lo acotó, lo dejó acotado a
regiones muy pequeñas del universo. Hay zonas enteras del universo
que no responden a los modelos de la Física, que eran los modelos de
Freud del determinismo. El azar, el acontecimiento, las leyes
estadísticas del azar pasaron a tener un lugar que no era el que los
viejos deterministas se proponían eliminar el azar, el acaso. Entonces,
ese proyecto quedó, se desactualizó por otras razones y hoy, en
general, nos ha llevado de una manera u otra nos ha llevado todas esas
nuevas corrientes de pensamiento y le prestamos más atención al
acaso. Ese es todo un tema.
Pero, si un pensamiento se queda sin proyecto, o se queda con
proyectos en estado de obsolescencia, es grave, porque un
pensamiento puede limitarse a reproducirse a sí mismo, a defenderse a
sí mismo. A defenderse de otra cosa, por ejemplo, a veces el
Psicoanálisis puede pasar a defenderse de las neurociencias,
defenderse del cognitivismo, pasar a una lucha defensiva para
defenderse, para sobrevivir, lo que no es una buena idea.
En ese punto, en estos Estados Generales del 2000, había un solo
invitado de la Filosofía que era justamente Derrida, por muy buenas
razones, Derrida siempre se definió a sí mismo como un amigo del
Psicoanálisis, y además, su propio pensamiento está muy marcado por
actitudes y procedimientos psicoanalíticos. Y para Derrida, Freud es una
referencia tan importante como lo puede ser Heidegger o Nietzsche y
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eso se ve muy claro en sus textos. Además de que hay muchos libros o
ensayos de Derrida dedicados específicamente al Psicoanálisis. Bueno,
en el 2000 al terminar esos Estados Generales habló Derrida y habló de
un nuevo proyecto para el Psicoanálisis. Le propuso al Psicoanálisis un
nuevo proyecto, un proyecto para el siglo XXI diríamos, ese proyecto era
dedicarse justamente a estudiar todas las problemáticas ligadas al
dominio, a la reapropiación, a la incapacidad para sostener la diferencia,
a la violencia contra la diferencia, a grandes rasgos, son esas las
proposiciones de Derrida. Intento de neutralizar la diferencia de una
manera o de otra.
A mí, esas proposiciones me interesaron y de trato, dentro de lo que
puede uno con el límite de sus propias fuerzas, de dedicarse a eso.
Entonces, actualmente me he dedicado a estudiar mucho procesos de
reapropiación. A ver, retrocedemos en lo que decíamos antes. Cuando
veíamos el tema, el problema del “con qué pensábamos”, que al pensar
una idea nueva con un término que viene cargado de ideas viejas, el
problema es que esa idea nueva puede quedar atrapada ahí, puede
quedar presa y no alcanzar a surgir del todo, a emerger del todo. Hay
ahí un proceso de reapropiación, que eso pasa continuamente, o sea,
surge algo nuevo, hay algo que intenta, intenta no por el intento
consciente de alguien, no por la maldad de alguien, ni por ningún plan
conspirativo. Pero, surge algo nuevo y hay un intento de reapropiarse de
eso. En sus polémicas contra ciertas corrientes psicoanalíticas Lacan
abundó en esa cuestión, a su manera pero yo voy a una cosa más
amplia. Por ejemplo, tomo un ejemplo clínico, yo tengo un paciente
joven que se analiza desde la adolescencia que junto con otros, empezó
un trabajo en favelas, que también existe en Buenos Aires. Ese trabajo
consiste en introducir el football, liberarlos de la droga a través del
deporte. Bueno, no voy a abundar en el proyecto, es un proyecto
interesante que hace un grupo digamos de jóvenes como él, y que la
hacen por su propia idea, no vienen con ninguna formación especial
teórica o política. Bueno, desde que ellos empiezan a trabajar en una
favela, tienen eco, hay muchos garotos que empiezan a entusiasmarse
con la idea y empiezan a tener éxito. Es ahí cuando empiezan a
aparecer en la favela distintos militantes políticos, militantes de partidos
de izquierda, pero también militantes de partidos conservadores que
procuran apropiarse del proyecto, ponerle como su sello significante. A
lo cual, mi paciente y su grupo se resiste espontáneamente, no quieren,
ellos no entraron con la idea de que esto fuera de un partido político,
pero hay un efecto que busca recapturar esto. Hay una marca deportiva
muy famosa en todo el mundo, no digo el nombre simplemente porque
no me pagan por publicidad, una marca muy conocida y quizá todos
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conozcan el procedimiento. Esa marca no tiene ninguna fábrica tiene
oficinas administrativas, pero esa marca no es como otras que tienen
sus fábricas, no se puede visitar la fábrica donde produce las tenis, o los
joggings. Esta empresa contrata en distintos países proveedores que le
fabrican, esos proveedores son anónimos, son los que verdaderamente
producen, luego viene la empresa le pone su significante y todos quieren
comprar ese significante, que además implica un precio alto. Los
productores quedaron desapropiados.
Bueno, para un tercer ejemplo, supongamos un niño que se llama Pérez
Giménez, papá Pérez y mamá Giménez se divorcian y están muy en
briga, entonces, papá Pérez dice que las cualidades que tiene este
garoto, las cosas en que brilla, se destaca, son porque es Pérez. Mamá
Giménez dice que las cualidades que tiene este niño son porque es un
Giménez. Hay un trabajo de reapropiación, es porque es Pérez, es
porque es Giménez, se desapropia al niño de procesos propios y de
cualidades y de talentos propios. O sea, estos procesos de
reapropiación se los puede ver a nivel institucional, macro, a nivel
político, a nivel micro, clínico, de muchas maneras.
La otra vez, una persona me dice que tuvo mucho éxito ese analista con
la cura de ese paciente, y entonces dice: “Y claro, el analista es...”,
como si me dijera es kleiniano o lacaniano. Entonces el trabajo de ese
analista y ese paciente, el buen trabajo que hicieron queda reapropiado.
La cura fue porque el analista era “iano”. El analista era bueno porque
era “iano”, aunque todo sabemos por propia experiencia que en
cualquier corriente psicoanalítica se puede encontrar analistas muy
buenos y otros que por ahí no tanto. Bueno, pero quién tiene el
monopolio de los buenos, qué corriente puede decir: “tengo mejores
psicoanalistas que los demás, curo más…”.
Entonces, estos procesos de reapropiación son constantes y ahí está mi
interés en Winnicott, que por un lado se originó por el lado del juego,
pero mi interés en Winnicott –quiero aclarar-, no es para ser
winnicottiano. Pero no me parece…, digamos que es como hacerle una
broma pesada a Winnicott, ser winnicottiano. Además Winnicott tiene
una formulación en doble vínculo, que si uno quiere ser winnicottiano, si
uno quiere seguir a Winnicott, entonces, no tiene que ser winnicottiano.
Para seguir a Winnicott, habría que no ser winnicottiano y esto lo digo
rigurosamente en relación a formulaciones del mismo Winnicott, al
respecto. Si uno quiere ser consecuente con Winnicott, fiel a Winnicott,
no tiene que serle fiel en el sentido de decir: “Yo soy winnicottiano”.

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Actualmente, en los últimos años, acá en Brasil más que en Argentina
se desarrolló todo un trabajo de lectura muy importante, por ejemplo
con Loparic, yo desde mi propia práctica también, vengo haciendo
trabajo de lectura de Winnicott, pero no para ser winnicottiano –aclaro
esto- por la propensión que tenemos a ponernos… Justamente,
reapropiaciones.
Ahora, en Winnicott, una de las problemáticas que obsesiona a
Winnicott, atormentan e interrogan su obra todo el tiempo es: en qué
condiciones puedo tener una experiencia que sea propia, que pueda
llamar propia. Qué condiciones tienen que darse, por ejemplo,
ambientales además de personales para tener una experiencia que sea
propia, que no me vea despojado de mi propia experiencia. Que no se
me expropie mi experiencia, eso es continuo en Winnicott cuando dice
por ejemplo, este paciente no es una persona porque todo lo que tiene
en él son actos de reapropiación que los demás hicieron sobre él y de
los que él no se supo defender. Entonces, lo que vemos de él son las
reacciones de él a un ambiente determinado y no sabemos para nada
cómo sería él si hubiera podido desarrollarse.
En Winnicott, el tema de “lo propio”, es un tema muy continuo y esto
tiene mucha importancia clínica. Winnicott estudia por ejemplo, cómo un
gesto de juego que inicia un niño pequeño puede ser interferido.
Interferido por el adulto que está con él, que puede ser la madre, en los
ejemplos siempre está la madre pero esto no es para nada así.
Supongamos, cada vez que el chico tiene una iniciativa, ese gesto de
iniciativa que ya tiene un bebé cuando tiende la mano hacia algo en
particular o cuando propone algún juego, el adulto –estoy hablando de
cuando pasa esto, a veces no ocurre esto-, a veces el adulto puede
acompañar la propuesta del menino, acompañarla, como también
tendría que hacer el analista para que se lleve a cabo. Para poder tener
una experiencia propia, Winnicott insiste en una experiencia que pueda
iniciar, seguir y terminar por su propia cuenta.
Esto con un ejemplo que es fácil de ver, Winnicott se pelea con los
pediatras de su tiempo cuando interfieren la relación madre – bebé,
porque ponen, a tal edad hay que destetarlo, a tal edad desmamar, y dar
de mamar tantos minutos y tantas horas. Eso, dice Winnicott, arruina la
experiencia que pueden hacer la madre y el bebé, no lo deja al bebé,
por ejemplo, desmamarse a su propio ritmo. Porque a su propio ritmo el
bebé se desmamaría, no es que hace falta una intervención externa
para que se desmame. Y a su propio ritmo además, entre la madre y el

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bebé se desmamaría, estamos hablando de condiciones no patológicas,
él habla ahí en términos generales.
Entonces, ahí puede haber una política de reapropiación donde el
chico…, supongamos, entra un papá con su hijo a la entrevista porque el
chiquito tiene dos años y medio, a esa edad no quiere entrar solo entra
con su papá. El chiquito empieza a agarrar unas cosas, el papá está
muy interesado porque él dice que está entusiasmado, porque el
menino pese a ser tan pequeño ya se interesa en canetas, en hacer
trazos. Entonces, el menino agarra briquedos para jugar, y el papá le
dice: “¿Y por qué no le mostrás al Dr. los trazos que hacés?” y le da una
hoja.
Es un ejemplo de interferencia y de reapropiación de una iniciativa, en
vez de acompañar la iniciativa del niño hay una intervención que se
reapropia la iniciativa, la iniciativa es mía, yo te digo por dónde tenés
que empezar.
En otros niveles podría verse esto cuando hay una reapropiación de la
autonomía del niño. Por ejemplo, nos enteramos que no se viste solo,
no va al baño solo, todos los procesos que van implicando los pasos de
autonomía están como coartados por intervenciones familiares que se
reapropian la autonomía, que pasiviza ahí al niño. Activo ahí la madre, el
padre, la abuela, quien sea y el niño ahí está pasivo. Por supuesto, esto
no es fatal, porque hay meninos que se someten a estas operaciones y
meninos que se resisten contra estas operaciones. Hay ahí situaciones
singulares que se dejan estudiar caso por caso.
Hay procesos de reapropiación que son más graves todavía, porque
afecta, hiere, pueden herir mortalmente el que para el niño lo que hace
tenga un sentido, que su acción tenga sentido. Digámoslo de una
manera muy simple, un bebé llora, y cuando llora por lo general viene
alguien, acude alguien la mãe. A lo mejor, el que acude, acude cariñoso,
disponible, a lo mejor acude malhumorado o tenso, sin vontade, a lo
mejor acude ansioso o ambivalente, pero acude alguien.
De esa manera, para el menino, su llanto adquiere sentido, algo se
modifica en el mundo, algo cambia, algo troca en la realidad, aparece
alguien. No importa que venga bravo con el menino, eso es un tema
aparte, pero viene alguien.
Ahora, el menino lloraba, lloraba y nunca viene nadie, el llorar perdería
todo sentido subjetivo, se le reapropiaría el sentido, se le despojaría, se
le expropiaría el sentido de llorar. En verdad, el que pensó esto con más
lucidez, con una lucidez un tanto siniestra pero notablemente aguda, fue
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el padre de este famoso Schreber sobre el que Freud escribió. Luego se
pudo conocer años después las obras pedagógicas de Schreber padre,
y hay algunos trabajos psicoanalíticos interesantes que conocemos, que
seguramente ustedes habrán visto sobre estas obras.
Schreber padre tiene muy claro que al niño hay que arrebatarle toda
autonomía y toda ilusión de ser causa de algo de entrada, del principio,
desde el primer día de vida. Hay que dominar al niño, hay que expropiar
de raíz toda experiencia que el niño pueda hacer de: “esto tiene que ver
con mi deseo. Esto lo produje yo. Esto lo causé yo, yo causé que viniera
mamá”.
Schreber padre muy coherente, que para el tipo de niño que él quiere
tener, un niño en el que algunos vieron la prefiguración del niño nazi, lo
cual es un poco anacrónico pero pueden ser elementos válidos de
prehistoria, para el niño que él quiere tener tiene que ser un niño que
está totalmente expropiado, desapropiado de cualquier posibilidad
propia que queda siempre del lado de los otros.
Yo estoy dando un campo para hablar de esto de “desapropiación”,
multiplicando ejemplos, que es un viejo método de Freud. Multiplicar
ejemplos que se piensan entre ellos.
Hay un pasaje de San Agustín, en las confesiones de San Agustín que
es su biografía, siglo V después de Cristo, un pasaje muy impresionante.
San Agustín está hablando del amamantamiento, de la lactancia, de la
mamá dándole de mamar a él, entonces San Agustín dice lo siguiente:
que es Dios, Dios Padre claro, quien le da de mamar a través de la
madre, la leche viene de Dios. Es un ejemplo muy interesante porque
hay una doble desapropiación, una doble reapropiación.
La madre queda convertida en un conducto, un tubo por el que pasa la
leche, un tubo sin producción, la producción queda del lado de Dios, la
madre queda desapropiada de la producción y el bebé queda
desapropiado de su propio trabajo de producción que al succionar ayuda
a producir leche. La pareja madre-bebé queda desapropiada en
beneficio de Dios. La madre queda convertida en un intermediario, un
tubo por donde la leche pasa, y el bebé queda como un ser pasivo que
recibe de Dios esa leche nutricia. Como para ver que esto es muy
antiguo.
Pero hace poco, leía en un trabajo psicoanalítico lo siguiente, el trabajo
estaba hablando de las relaciones de la mamá con el deambulador, del
año a los tres años, el chiquito que toca todo, que explora que hay que
nos deja agotados si estamos en contacto con él.
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Entonces, se escribe lo siguiente, que la madre tiene que estar diciendo
“no” todo el tiempo a este chiquito, “no toques esto porque te podes
quemar, no toques esto porque se rompe”… Introduce “noes” en la
crianza. Entonces, escribe lo siguiente, que el chico esos “noes” se los
representa como noes del padre. Los noes los dice la madre, pero
aunque los diga la madre dice el autor, los noes para el chico se
inscriben como noes del padre.
Es una interesante reapropiación, la madre queda desapropiada del no
en beneficio del padre. Hay una teoría de género ahí, los noes de la
madre que es algo tan importante como el “no”, la madre es un mero
transmisor. Por otra parte, eso se afirma sin mayores preocupaciones
por alguna prueba clínica de eso, es verdad que un chico puede pensar:
“mamá me dijo no porque papá le dijo que me dijera no”. Pero de ahí a
decir que todo no de la madre el chico lo interpreta como un no que
viene del padre, parece una generalización abusiva, de lo que además
desapropia a la madre del “no”, sólo para hacer del padre el lugar de la
ley, con esa finalidad teórica.
No importa ahora detenerse en eso, sino, ver la polivalencia de estos
procesos de reapropiación que justifican un desplazamiento que se
produce en los textos de Winnicott, cambio de acento, con respecto al
Psicoanálisis clásico.
Con respecto al término o al concepto de experiencia, en el
Psicoanálisis clásico el acento en las experiencias como experiencias
sexuales infantiles, esas son las experiencias en las que
primordialmente se interesa toda una época del Psicoanálisis. Una
época muy rica caracterizada por el descubrimiento de las experiencias
sexuales infantiles y además de eso lo seguimos haciendo, porque no
es que es algo que ya no pensemos más, pero hay un desplazamiento
temático y problemático. Incluso por la clínica de nuestros días,
Winnicott marca que el punto que el va a trabajar es más no el contenido
de la experiencia en tanto sexual infantil, sino, la capacidad para tener
una experiencia que sea verdaderamente una experiencia. O sea, que
tenga el sello de algo propio.
La capacidad para tener experiencias, Winnicott va a insistir mucho en
eso, por ejemplo, de pronto algo que puede parecer una experiencia es
simplemente obediencia. Diríamos, adaptación a lo que se espera de mí,
de lo que se desea de mí, adaptación al deseo de los otros, eso es lo
que sería para Winnicott la “normalidad”. O la diferencia entre
normalidad y salud. La normalidad, dice él, se basa en adaptación, en

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obediencia, en sumisión. Entonces, si predomina eso algo puede
parecer una experiencia propia pero no serlo.
Entonces, un brillante alumno del primario y del secundario que tuve de
paciente fracasó de una manera terrible cuando entró en la universidad,
y porque la universidad ya tenía que ser una elección de él. Ya no era
llevar la buena nota a los padres, y él no tenía con qué sostener una
experiencia propia, que había sido siempre un brillante alumno. Estoy
simplificando un poco el material, pero es un tema que actualmente me
convoca mucho, que implica muchas cuestiones de diagnóstico
diferencial, porque nadie viene con un cartel que diga “experiencia
propia” – “experiencia ajena”. Dilucidar si esto tiene que ver con algo
propio, propio no quiere decir solo lo hice yo, lo propio construido con
otros pero “lo propio” o está desapropiado de esa posibilidad es todo un
eje que personalmente me interesa mucho. Sobre todo, trabajando con
crianzas y adolescentes pero en verdad, en la edad adulta, esto se
replantea muchas veces de muchas maneras. Al respecto hay un libro
muy interesante de Sami Alí sobre cáncer de mama, donde algunas de
estas mujeres que han tenido cáncer de mama de 50 años de pronto
dicen: “A raíz del cáncer, casi gracias al tumor por primera vez pensé
qué es mi propia vida, qué quiero yo hacer”. Y tenía la edad que tenía,
esta es una problemática que no tiene edad, además de que hay tantas
condiciones del medio que dificultan u obstruyen gravemente la
capacidad para tener una experiencia.
Pensemos en un garoto de la rua, obviamente…
Es hora de que yo termine y podamos debatir un poco todo esto, antes
de pasar a la cuestión de yantar y beber, que es como lo
verdaderamente importante.
Digamos, cerrando esto sin cerrar, la cuestión de “con qué pensamos”,
me llevó clínicamente por este camino y ciertos pluses entre la obra de
Derrida y la de Winnicott a detenerme bastante en este punto.
No es que es la única cuestión importante, pero muchas veces esta
cuestión de: “¿se trata de una experiencia propia, iniciada a partir
de…?”. Son tantos los procesos de pasivación que sufrimos, son tantas
las relaciones de dominio, porque siempre hay cuestiones de poder en
esto. Las reapropiaciones son siempre en beneficio de algún poder,
donde encontramos figuras típicas del poder.
Bueno, me gustaría ahora abrir un poco…
(Lectura de preguntas/comentarios, inaudibles).

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Bueno, es un tema muy complejo que a veces nos asombra porque en
general somos todos analizados, y uno esperaría que el análisis liberase
un poco nuestras cabezas. Pero parece que nos resistimos bastante,
porque, a ver…
Contesto al azar, improvisando, en la Universidad de Buenos Aires,
donde yo soy profesor desde que volvió la democracia, desde 1984, es
muy frecuente que en las bibliografías de las materias psicoanalíticas
haya ausencia total de autores argentinos, sean contemporáneos o
pasados, que predominen siempre autores de origen francés o inglés
por lo general. Y a veces, dentro de eso mismo una restricción. Pero voy
al punto, de no por un nacionalismo que sería cómico o de opereta pero,
nosotros mismos no reconocer nuestra producción. Por ejemplo, la
originalidad, la invención de muchas prácticas, de muchos formatos no
convencionales, en distintas experiencias en Buenos Aires, y también
acá en Brasil, es muy grande. Pero, muchas veces el mismo colega que
fue capaz de inventar una manera de utilizar el Psicoanálisis en una
situación no típica, cuando tiene que ver un trabajo se pone el sgte de
algún gran sgte y lee un trabajo sin personalidad, donde lo que él hace
está lejos de lo que dice. Ese colega es más interesante en el pasillo,
entonces digamos que cuando sube al estrado…, esto ocurre mucho,
como si dijéramos melancólicamente.
Bueno, a veces se ha hablado de colonialismo, de formas de
colonialismo cultural, no cabe duda, esas asimetrías entre el norte y el
sur, donde hay muchos efectos de reapropiación. La misma deuda
externa podría ser ilustrativa de esto, en verdad, primero nos roban,
después nos prestan un pedacito de lo que nos robaron carísimo, y nos
quieren cobrar. Quién debe a quién. A veces lo de reapropiación linda
con algunas ideas de Marx aunque de una manera distinta y con una
amplitud mucho mayor que no se limita a lo económico. Pero en este
caso, a veces la autocensura del colega, que se censura su propia
creatividad, y empieza a citar a Lacan, a Freud, a este, al otro…, que no
siempre sería necesario.
Es un problema grande, aunque me parece que hay desde que yo
empecé a trabajar a fines de la década del ’60 hasta ahora, yo diría, por
lo menos en mi propia experiencia en Buenos Aires y en algún otros
lugares que hay una tendencia a una mayor pluralismo, diversidad. Las
particiones del Psicoanálisis podrían servir de algo si sirvieran para
descentrar al Psicoanálisis de sí mismo y no buscar un centro verdadero
del Psicoanálisis.

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El verdadero Psicoanálisis en la segunda fundación que hizo Lacan, o
cosas por el estilo. En supervisiones también uno lo ve, a veces el
colega que se disculpa por inventar alguna pequeña cosa, como a veces
inventamos en las sesiones.
Desgraciadamente, la enseñanza del Psicoanálisis en la IPA pero luego
con en las instituciones lacanianas no mejoraron nada eso, se basa
demasiado en el principio de autoridad, el que dice…
Hay muchos trabajos que empiezan así: “Dice Lacan…”, “Dice Freud…”,
la función de la cita como llamado al orden, como encuadrarse. “Dice…”,
pero no propone para debatir, con los textos es importante mantener
una relación viviente. Pero para eso hay que ser…, cómo es una
relación viviente, no puede ser tan respetuosa, una relación erótica no
puede ser tan respetuosa, tiene que ser más…, sino…
(Lectura de preguntas – inaudible).
Sí, podría suscribir que propongo y me propongo algo así, y lo de
introducir el brincar, ese punto, creo que no es metafórico. Yo lo tomaría
bien real, en el sentido de que, influye además la clínica del profesor
después de tener tanta gente joven, en la universidad y otros lugares.
Como que falta brincar con el pensamiento, falta brincar con las
teorizaciones, pero eso no es una manera pintoresca de decir, no es una
analogía sino que tiene eso que verdaderamente, las ideas deben ser
tratadas como brinquedos, tan buenos brinquedos como cualquier otro,
aunque no se vean y no se toquen. Y en ese punto los psicopedagogos
saben desde hace mucho, también desde Piaget que los procesos de
aprendizaje sin cualidad lúdica no van a ninguna parte. La cualidad de lo
lúdico sino impregna, aprender psicoanálisis, los estudiantes a veces lo
hacen a su manera pero falta eso.
Ahora, con respecto a lo de experiencia, Freud habla tempranamente de
juegos sexuales infantiles, además de esas especies de juegos que son
las teorías de Freud. Pero en la época de Freud, el acento caía sobre
sexual, no sobre el juego.
Como si yo digo, brincar, sexual. No es lo mismo que si yo digo brincar
es sexual, donde no son cosas incompatibles, una integra la otra. Pero,
por ejemplo, Freud estaba más ocupado en ese momento en mostrar la
naturaleza sexual oculta de una experiencia que parecía ajena a lo
sexual. Mientras que Winnicott está más preocupado por tratar de
establecer si algo que tiene las apariencias de una experiencia propia lo
es, o eso es solo una apariencia. Son acentos diferentes.

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El tema de lo propio, implica un punto muy riesgoso porque lo propio
también hereda algo de la metafísica, es muy fácil pensar, “ah bueno,
alguien tiene adentro de él algo muy propio que se expresaría o no”. Y lo
propio allí no conduciría a ninguna parte y psicoanalíticamente menos,
porque, cuando uno hace un trabajo de lectura puede arriesgar la
interpretación de lo propio a porvenir, no es una esencia que yo tengo
por mí, propia. Sino que yo me tengo que construir algo a porvenir como
propio y en esa medida eso es interminable e indecidible. Pero además,
la paradoja es que sólo puedo hacer algo propio con los demás, entre
varios, entre más de uno, y en eso Winnicott es muy categórico. No hay
posibilidades de un bebé armando el mundo desde su fantasía
endógena, o desde experiencias puntuales aisladas del otro. Es un
propio, sin propiedad individual, no es el propio del individualismo es
diferente. Cuando algo, si un tratamiento tiene algo propio, singular,
irreductible a otro análisis, no es por la esencia de nadie sino por lo que
se tejió y aconteció entre el paciente y el analista, y muchas otras cosas
que los atravesaron. Así que, lo propio también debe ser deconstruido
ahí, porque si no podemos hacernos una idea muy tradicional de lo
propio que no nos serviría de nada. Y lo mismo de experiencia, no basta
que haga algo para que eso sea una experiencia. Por ejemplo, un
adolescente es llevado por su padre, a cierta edad el padre piensa que
tiene que ayudarlo a iniciarse como hombre y lo lleva a un prostíbulo, el
chico la pasa muy mal ahí, aunque puede ejecutar el acto sexual. Años
más tarde el chico tiene un primer encuentro erótico con una mujer, esa
es su primera experiencia sexual, lo anterior no es una experiencia
sexual, en todo caso es una experiencia de sometimiento al padre. Pero
digamos que la primera experiencia ahí no es la primera en el orden
cronológico, no es la primera vez que tuvo un orgasmo, que además lo
había tenido antes masturbándose, estamos hablando de la experiencia
con otro. Así que la cuestión de la experiencia debe cuidarse de
cualquier nihilismo fácil, todas son experiencias, cosas que no lo son,
muchas acciones de la vida cotidiana, muchas cosas que pasan que no
constituyen verdaderas experiencias. En ese punto, es importante,
Winnicott le pide muchas condiciones a algo para llamarlo experiencia.
Se puede ver muy bien esto en un texto que yo retomé en otros trabajos
míos, un texto de 1941, que está en los Escritos de Pediatría y
Psicoanálisis, un libro que en realidad se llama A través de la Pediatría
hacia el Psicoanálisis. Hay un trabajo que se llama “La observación de
niños en una situación fija”, donde se puede estudiar las condiciones
que busca Winnicott en relación a una experiencia y las funciones que le
pide al otro para ayudar a que se genere una experiencia.
Lectura de comentarios.
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Sí, no llegue a tocar la cuestión de la creatividad, que es otro término,
todavía tenemos el problema también de los términos que se banalizan
por su uso sin cuidado. El término creatividad es uno de los términos
más castigados, y a la vez en Winnicott tiene una dimensión bien
específica, bien propia, no es cualquier cosa. Ahora, la cuestión de este
tema de la creatividad y romper y desarmar, yo diría que, si tuviera que
aconsejar a un joven colega, si es mi referente porque trabajo mucho
con jóvenes colegas, le aconsejaría tener una relación conflictiva con la
teoría, en el sentido más rico del término conflicto, es un término muy
apreciado por nosotros. No en el sentido de solución neurótica o
psicótica de un conflicto sino de soportar un conflicto, como sostenerlo,
sin estabilizarlo. Tener una relación incómoda, conflictiva con la teoría
para lo cual, hay que conocerla muy bien y conocerlas muy bien, y saber
usarlas, poder usarlas.
Poder usarlas, en un colega mío, que es un amigo que murió hace
tiempo ya me decía de una persona, respecto de la relación de una
persona con la teoría, la sabe decir, pero no sabe hacer nada con ella.
Sabe recitar…
Es un problema, he visto muchas veces una formación que tiende a eso
en distintos lugares, luego la gente se libera, hace sus propios procesos.
Pero esto de poder tener una relación, conocer las teorías poder
usarlas, saber usarlas, y tener una relación conflictiva con ellas, no de
creencia, no de quedar pegado, de quedar adherido. Con lo cual uno no
se puede mover y no deja mover a la teoría tampoco.
Por ejemplo tomemos el caso de Lacan, un texto, el de Lacan como el
de cualquier otro, sólo puede vivir en la intertextualidad, en la diferencia,
la diferencia es oxígeno, en sus acuerdos y desacuerdos, con otros
textos de Psicoanálisis y de muchas otras cosas. Entonces, si yo tomo
un texto como el de Lacan y hago lo que hacen muchas instituciones
lacanianas, Lacan se cita consigo mismo, y a lo sumo con un Freud
interpretado de una manera muy particular, que está bien pero no sería
que eso dice Freud, que sería que eso es una interpretación. Entonces,
como qué es Lacan consigo mismo, eso se muere. Un texto respira en la
diversidad, me parece que en el momento que uno piensa que no
puede, que no tiene nada que aprender del otro, uno está perdido. Y eso
vale también para muchos prejuicios que tenemos a veces, no…
cognitivismo, ni me quiero acercar a ver qué dicen, no, esto no es
psicoanálisis, no esto tampoco, como si yo pienso que el otro no me
puede enseñar nada. Intelectualmente, por mucho que estudie estoy
perdido, aunque tenga la mejor de las intenciones.

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Es difícil sostener eso, por eso me agradó mucho y me dio curiosidad
saber que ustedes podían convivir en una institución de una manera
pluralista, porque no suele ocurrir.
Bueno la cuestión de producción de diferencias es básica ahí para
cualquier cosa que aspire llamarse creatividad.
Agradecimiento y saludo.

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