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el delegado del
subte
Esteban Schmidt
Sueños subterráneos y espíritu libertario se
cruzan en la vida de Roberto Pianelli, el
delegado que representa como pocos un
nuevo modelo sindical: creativo, idealista y
por fuera del peronismo tradicional. (Copete
original)
Un sábado a mediodía de mitad de diciembre, un
sábado muuuuy tranquilo como alguien dijo por la radio esa
mañana, poquísimo tránsito, templado como se podía
advertir en la piel, en el ánimo de los vecinos de Buenos
Aires, brisa del sur con sol, siete troscos de mediana edad,
con participación en las comisiones internas de distintas
empresas privadas y privatizadas, deliberaban en una
pequeña oficina del edificio de la Central de Trabajadores
de la Argentina en la calle Piedras al 1000, barrio de San
Telmo, iluminados por una luz blanca y titilante y con hilos
de humo de cigarrillos serpenteando el aire y aportando
mística, ensoñación o clima conspirativo a la escena.
Depende quién mire, depende qué busque. Roberto Pianelli,
de 43 años, caucásico, alias “el Beto”, alias “el gordo”,
delegado de la línea E del subte, gran estrella emergente
de la izquierda argentina, terror del sindicalismo peronista,
era el anfitrión de esta cita que debía mantenerse en
secreto puesto que la mayoría arriesgaba mucho al visitar
territorio enemigo de la Confederación General del Trabajo
que es la central de los gremialistas millonarios y madre
tirana y violenta de los sindicatos en los que ellos
despliegan con más o menos suerte su pasión política y
clasista, su hambre de salario y de más días al sol para los
compañeros.
Entrar y salir.
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