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Facultad de Filosofía
Antropología filosófica
Claudia Córdova Valencia
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Scheler cree que hay algo mucho más trascendental y esencial en el hombre
que lo diferencia de los demás animales y, que justamente le otorga la calidad
de ser humano mismo: el poseer un espíritu. No es pues un órgano más o una
extensión corpórea del hombre; el espíritu es de otra naturaleza, es lo que nos
hace ser humanos. Ahora, ¿qué es el espíritu para el autor? Postula que es la
parte del hombre que permite que este se abra al mundo, es decir, que no sólo
busque satisfacer sus necesidades primarias, sino que se lance a buscar más
allá de lo que lo incumbe directamente. Por lo tanto, el autor cree que el
hombre al poseer espíritu, no sólo se preocupa por sus necesidades e impulsos
fisiológicos y psíquicos, va más allá, se trasciende.
Esto significa también que, a diferencia de los animales, el ser humano posee
conciencia de sí mismo, no sólo de cuanto lo rodea. Es justamente esto lo que
hace posible que el hombre posea espíritu. En palabras del autor, “El hombre
es el único que puede elevarse por encima de sí mismo (…)” (Pág.57); esto
permite que todo pueda ser objeto de su conocimiento, hasta él mismo.
Me parece que el autor es acertado en sus afirmaciones, mas creo que da por
hecho que el hombre, al poder ser objeto de estudio de sí mismo, es
automáticamente superior no sólo a sí mismo, sino al mundo. En este sentido,
debo decir que no estoy de acuerdo, ya que el hecho de que el hombre posea
la capacidad de pensarse y de pensar en la “objetividad” del mundo, no
significa que realmente pueda aprehender aquello que ve. El hombre jamás
será superior al mundo, jamás será superior a la realidad. La vida, en el sentido
amplio de la palabra, nos supera enormemente. Por otra parte, creo que la
ironía y el humor no son necesariamente signos de elevación sobre la propia
existencia, como señala el autor, sino creo que son signos de que somos
ignorantes respecto al mundo que habitamos y, a veces, el reconocer esta
ignorancia nos lleva a refugiarnos en la risa.
El autor indica que el significado humano del cuerpo no sólo se reduce a las
dimensiones biológicas y fisiológicas, sino que contiene además todo un
lenguaje y significado impreso por la persona que posee ese cuerpo; está
sellado con la persona misma. Por lo tanto, un cuerpo puede ser biológica y
fisiológicamente como tal, pero es en el uso que le da una persona
determinada en donde se ve su verdadero significado.
Así, el autor presenta tres significados fundamentales del cuerpo humano que
creo importantes mencionar. Primero, el cuerpo como campo de expresión de
la persona que lo posee; segundo, el cuerpo como presencia de uno en el
mundo y a su vez, como reconocimiento del otro; tercero, el cuerpo como la
intervención humana en el mundo, ya que gracias a él se da un desarrollo
instrumental que permite generar cultura.
Se quiere decir con esta conclusión, que si bien el hombre y la mujer son
distintos, no sólo por su conformación biológica y fisiológica, sino también por
su sensibilidad hacia el mundo, esto no quiere decir que tengan roles y papeles
específicos. Ambos son humanos, y como dice el autor en el texto “Los seres
humanos se convierten en hombre y mujer en la reciprocidad (…)” (Pág.113).
Por lo tanto, ambos se necesitan mutuamente para ser lo que son y es
imposible pensar en un hombre si no existe una mujer, y viceversa.