F, J. Cisneros Bércenas,
CONPERENCIA
Pronunciada en el acto académico del 29 de
Mayo de 1936, con que la Universidad de Cuenca,
eelebré el bicentenario de la llegada al Ecuador,
de la Misién geodésica Francesa del siglo XVIII.
A propésito del CC. Aniversario de la Ilegada
al Ecuador de una célebre misidn cientifica.
Trabajos por ella ejecutados. Adelantos modernos
L
Sr. Rector de la Universidad, Sefioras, Se-
flores:
Es con profunda vacilacién que he aceptado
dirigiros la palabra, en este acto académico, que
la mas alta Institucién cientifica y educacional, de
esta ciudad, dedica, a la conmemoracién del Bi-
centenario de la venida, a los territorios del an-
tiguo reino de Quito, de la Misién Geodésica Fran-
cesa; vacilacién bien excusable ya que el honor
diseernido a mi persona, es tanto mayor cuanto455
que, ha recaido en el menos caracterizado miem-
bro de su cuerpo docente.
isculpad pues, que después de la brillante
alocucién de nuestro ilustre Rector Sr. Dr. Dn.
Remigio Crespo Toral, honra y prez del Ecuador
y de Cuenca, ocupe esta tribuna, para entretene-
ros un instante, acerca de algunas consideracio-
nes que me ha sugerido, Ja venida en aquel ya
lejano tiempo del siglo XVID, de tres académi-
eos, tres sabios de verdad, que la corte de uno
de los Luises de Francia, enviaba con un altisi-
mo y puramente cientifico objetivo, y el cual aque-
llos ilustres hombres de ciencia, supieron llenar
tan a satisfaccién y conciencia.
Es al mismo tiempo motivo de una agrada-
ble ensofiacién romantica, el evocar la narracién
de aquellos viajes, por paises, para ellos totalmen-
te desconocidos y de aquellos trabajos de inves-
tigacién cientifica, rodeados de todas clases de di-
ficultades, motivadas, ya por la Naturaleza, ya por
los hombres y Ja vida misma.
Largos afios fueron los que permanecicron
en estos paises y lo fueron también de fructifera
y pacientisima labor.
Francia, el dulce pais de Francia, como se
la Mama alla, se enorgullece en estos dias, de ha-
ber producido hombres del talento y de la férrea
voluntad de Bouguer, Godin y La Condamine.
Entremos pues en materia:
Corria el afio de 1687, cuando aparecié en
Inglaterra la primera edicién de la obra intitu-
lada “Philosophiae Naturalis Principia Matemati-
ca”, del inmortal Newton, en la cual funda, ba-
sado en la verdad del sistema de Copérnico, que
habia dado un paso de gigante, gracias al and-