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PORQUE DEBE SUSPENDERSE EL INICIO DEL NUEVO SISTEMA DE

JUSTICIA PENAL EN BAJA CALIFORNIA.

Lic. José Julio Santibáñez Alejandro.*

El próximo 11 de agosto de este 2010 se señaló por cuarta ocasión como


fecha para dar inicio a la vigencia del nuevo código de procedimientos penales
en el estado el cual adopta un nuevo sistema de justicia procesal penal
conocido comúnmente como “juicio orales”, con anterioridad se ha suspendido
el inicio de ese sistema por no encontrarse el gobierno del estado en
condiciones de implementarlo.

La pregunta que debe hacerse la sociedad en Baja California es si en esta


ocasión las instituciones se encuentran suficientemente preparadas para
poner en marcha un modelo de sistema totalmente extraño a nuestra
identidad, historia, costumbres, origen y realidad económica.

Los funcionarios-políticos promotores de esta reforma en el estado son, sin


duda alguna, personas ajenas a la función judicial, al litigio, a la academia y
no se diga al más elemental grado de especialidad en la materia procesal
penal, así, el obstinado impulso de este modelo ha iniciado la era del
populismo judicial en el estado.

Ningún especialista reconocido en el foro de abogados de Baja California ha


sostenido categóricamente las bondades de este nuevo sistema, pues en
realidad, y contrario a las voces que con más candidez que entendimiento lo
impulsan, se aprecian las siguientes inconsistencias y fallas:

1.- En el origen.- El nuevo sistema procesal penal se gesto en la secretaría


de estado del gobierno norteamericano a través de USAID (www.usaid.gov), se
implemento a través de PRODERECHO (www.proderecho.com) y fue operado
por conducto de Management Sciences for Development MSD
(www.msdglobal.com) todos ellos organismos financiados por ese gobierno
para la exportación de un esquema legal a modo que los norteamericanos
justifiquen, entiendan y manejen como garantía extraterritorial; iniciaron ese
modelo en países en los que gozan de notoria influencia dentro del gobierno
como Chile, Colombia y Costa Rica con lo que lograron vía latinoamérica, y
desde luego con una bolsa de recursos impresionante, abrir las ventanas del
gobierno y los políticos mexicanos.

Este modelo sajón rompió el esquema de garantías penales contenido en la


constitución mexicana de 1917 e introduce un lenguaje que haría enrojecer a
cualquier estudioso de la lengua española, palabras como “adversarial”,
“litigación”, “contrainterrogatorio”, “teoría del caso” no encuentran sustento
lingüístico ni técnico.
Estudio por separado merece la incompatibilidad de este nuevo modelo con el
juicio de amparo, el respeto a nuestras garantías individuales a través de la
máxima institución de protección a los derechos fundamentales en México no
encuentra acomodo en este nuevo sistema, en especial lo relativo a la
suspensión de los actos reclamados dejara de tener efecto pues la ley de
amparo tendría que adecuarse (lo que no se ha hecho) a este nuevo modelo,
además, la imposibilidad material de que jueces federales revisen los actos de
los nuevos “jueces de garantías” será inminente, para empezar, porque se
propone que el proceso sea grabado y no escrito.

Nuestra realidad local exige que la autoridad entienda que este nuevo
sistema fue copiado de modelos jurídicos aplicados en países con diferente
cultura, economía y sistema político, por lo tanto, cualquier cambio sugerido
debiera respetar esos aspectos que corresponden a nuestra identidad
nacional.

2.- En el objeto.- Este modelo ha sido presentado a cambio de calificar a


nuestro sistema tradicional como caduco, agotado, y causante del rezago,
impunidad y corrupción imperante en el sistema actual.

Se ha sostenido que las bondades del nuevo sistema procesal acusatorio


parten de que contiene principios garantistas como la oralidad, mediación,
contradicción y concentración, entre otros, pero lo que no se ha dicho es que
todos ellos ya existen en el sistema procesal vigente en nuestro estado que ha
sido calificado por verdaderos expertos como uno de los más avanzados a nivel
nacional.

También injustamente se ha denostado el papel de los jueces penales del


sistema tradicional pues se les ha acusado de la ineficacia y rezago existente
cuando en realidad, en la mayoría de los casos, la falta de recursos para la
creación de nuevos juzgados es lo que impide enfrentar una carga de trabajo
que permita cumplir con los plazos legales en los juicios.

En cambio se ha ocultado que el objetivo principal del nuevo sistema


procesal busca –paradójicamente- que no haya “juicios orales”, esto es, se
renuncia al fallo judicial como principal norma individualizada de solución de
conflictos.

En efecto, si en el nuevo modelo se alcanza el mismo número de juicios


orales de los que actualmente existen en el sistema tradicional, el nuevo
colapsaría, de ahí que el éxito descanse en la capacidad de negociación o
persuasión que tengan los nuevos operadores para lograr que las personas
imputadas y ofendidas lleguen a acuerdos para evitar un “juicio oral” pues a
mayores juicios orales mayor será el fracaso del nuevo modelo.

A esa práctica convencional se reduce el nuevo modelo; tendremos pues un


nuevo sistema penal donde se oficialice como norma el regateo y el trueque.
Si se estudia cuidadosamente la reforma podemos encontrar principios
sobresalientes como la transparencia en el dictado de los fallos y el impulso a
la mediación como una forma alterna de solución de conflictos; la propuesta
de formas abreviadas de terminación de juicios es buena mientras no lesione
el interés de la pena pública, aliente la impunidad o privatice el ejercicio de la
acción penal a voluntad de los particulares de acuerdo a sus condiciones
socioeconómicas, así puede decirse que la reforma, como los recortes de
abulón “tiene pedacitos buenos”.

3.- En el aspecto económico.- El presupuesto del poder judicial en el estado


aprobado para el año que transcurre es de 673 millones de pesos y la
inversión ejercida para el inicio de este nuevo sistema, únicamente en lo que
hace al municipio de Mexicali fue anunciada orgullosamente en mas de 750
millones de pesos (no auditados aun), esto es, lo que el poder ejecutivo ha
negado durante toda la historia al poder judicial para su crecimiento lo ha
gastado en un año imponiendo este nuevo modelo.

Cualquier conocedor del ambiente judicial sabe que con el dinero ejercido
para echar andar este nuevo sistema se podría haber solucionado no solo el
rezago en la materia penal, sino también en la materia civil, mercantil y
familiar que tanto requiere de atención y que se encuentra subestimada, y no
solo se pudiese haber atendido la infraestructura del partido judicial de
Mexicali con esa suma, sino que de haber canalizado ese presupuesto al poder
judicial se hubiera logrado en el estado un avance que hubiese sido ejemplo
para el país.

El consejo de la judicatura del estado planteó desde junio del 2007, en el


plan de desarrollo judicial, una reforma constitucional para que existiera la
obligación de otorgar un mínimo del cuatro por ciento del total del
presupuesto del gobierno del estado al poder judicial, de haberse consensado
con transparencia ante la ciudadanía el costo de la implementación de este
nuevo sistema el resultado sin duda se hubiese encaminado al apoyo integral
de las materias que conoce el poder judicial del estado y no solo a la materia
procesal penal como finalmente se pretende hacer.

En el arrebato de implantar el sistema se llegó al grado de construir un


nuevo edificio de cuatro plantas en el Rio Nuevo lugar que técnicamente ha
sido calificado como de alto riesgo para ese tipo de edificaciones con el
agravante de que dicha zona estaba destinada para albergar el hospital de
ISSSTECALI según proyecto presentado por el anterior jefe del ejecutivo que la
actual administración estatal no respetó.

4.- En el aspecto técnico.- Varias voces autorizadas han expresado las


inconsistencias de este nuevo modelo procesal penal, como muestra Ricardo
Ojeda Bohorquez, magistrado de circuito en materia penal, escribió un
interesante articulo sobre el tema donde sostuvo “no me explico como la
reforma separa a la policía investigadora del ministerio público, lo cual resulta
muy peligroso, pero además no se aborda el tema de la autonomía de esta
institución; también resulta incomprensible que si se pretende aumentar las
garantías del imputado se disminuya el estándar de pruebas en las ordenes de
aprehensión y autos de vinculación a proceso; también falta claridad en la
prisión preventiva pues la tendencia es desaparecerla y solo en casos
excepcionales el juez decretarla pero en la propia reforma se señala que habrá
lugar de prisión preventiva en los delitos que tengan pena privativa de libertad;
finalmente la duración de los procesos fue un argumento para cambiar nuestro
sistema, pese a ello, el plazo de un año no solo se deja tal cual sino que –
contradictoriamente- en diversa fraccion constitucional se aumenta a dos años”.

Existen expresiones como la del ministro jubilado de la suprema corte de


justicia de la nación don Genaro Góngora Pimentel quien, en una entrevista
previa a su retiro, con singular ironía dijo sobre los juicios orales “Hace unos
meses, el presidente constitucional de Chile que fue donde se inició el tema
tronó en contra de los juicios orales y casi lo entierran vivo; quisiera que en
México tuvieran éxito, los consejeros han dicho que se necesita mucho dinero
para sacarlo adelante, lo que no tenemos, ni vamos a tener en mucho tiempo;
estuve en Chihuahua y los magistrados de circuito me dijeron que es un
desastre el problema de los juicios orales”.

El anterior secretario de gobernación licenciado Fernando Gómez Mont, con


bastante experiencia reconocida en la materia expresó públicamente en este
año y siendo todavía funcionario que el problema de la creciente impunidad en
el estado de Chihuahua y los altos índices de criminalidad eran consecuencia
de la implementación de este nuevo modelo de justicia procesal penal que
ahora se pretende iniciar en Baja California.

Sin ser un detractor absoluto de la reforma si considero importante


suspender el inicio de su vigencia a fin de revisar cuidadosamente en el poder
legislativo federal y local los alcances de la misma en base a las experiencias
obtenidas en otros estados de la republica; resulta muy riesgoso que Baja
California que tiene más habitantes y por lo tanto más procesos penales por
delitos graves y no graves que estados como Chihuahua e incluso países como
Chile, se convierta en una muestra experimental cuando no existe urgencia
para ello pues la propia reforma constitucional contempla un plazo de ocho
años para que entre en vigor en los estados contados a partir del 18 de junio
de 2008 en que fue publicada, esto es, tenemos hasta el 17 de junio de 2016
para construir democráticamente una nueva estructura procesal penal que
nos garantice una justicia pronta, completa e imparcial acorde a nuestros
principios y realidades.

Podemos esperar también a que el consejo de coordinación para la


implementación del sistema de justicia penal a nivel nacional, que fue
instalado con fecha 10 de junio de 2009, genere las políticas relativas a este
nuevo modelo, la incorporación de las experiencias que se vayan generando
durante el periodo de vacatio legis, la aprobación de las partidas
presupuestales suficientes para cada entidad federativa, la adecuación de la
ley de amparo y la demás legislación secundaria que aun resulta incompatible
con el nuevo sistema.

¿Entonces, cuál es la prisa?

Desde luego que la sociedad demanda un cambio estructural en la materia,


pero este debe tomarse y aplicarse de manera gradual; cambiar en forma
radical nuestro sistema representa un brutal cambio a la cultura jurídica y
social mexicana lo que no es nada fácil.

También es conveniente destacar que la capacitación otorgada hasta el


momento a los operadores del nuevo sistema no debe representar tiempo y
recursos tirados a la basura sino que esos estudios deben servir de base para
que los jueces penales y demás operadores locales participen en esa reforma
estructural y no sean ignorados en la construcción de un nuevo sistema como
lo han sido hasta ahora, pues el nuevo código procesal penal que se pretende
entre en vigor es producto de académicos y políticos de gabinete que hicieron
de la calca su trabajo.

Como cualquier novedad para tener éxito es indispensable contar con el


consenso político, social y el presupuesto económico adecuado, pero sobre
todo debe planearse su implementación con una permanente auditoría de
resultados, lo que no ha sucedido hasta el momento, a fin de que los recursos
que se invierten tengan el efecto que se busca.

Por las razones apuntadas, en la próxima sesión del pleno del consejo de la
judicatura del estado presentaré formalmente la petición para que se
suspenda el inicio del nuevo sistema de justicia penal en Baja California a fin
de que se haga con urgencia la misma petición a la comisión interinstitucional
para la implementación del nuevo sistema y desde luego al congreso del estado
como órgano facultado constitucionalmente para decretarla.

No por mucho madrugar amanece más temprano.

Ensenada, Baja California a 5 de agosto de 2010.

*Consejero de la Judicatura del Estado.

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