You are on page 1of 206
SICA GREDOS, 93 DIA FEDON, BANQUETE, FEDRO TRADUCCIONES, INTRODUCCIONES ¥ NOTAS. POR i C.,GARCIA GUAL, M. MARTINEZ HERNANDEZ, E, LLEDO [NIGO | hy EDITORIAL GREDOS Ter van ‘Asesor para la seccién griega: CanLos Garcia Guat. «INACION DE SBRVICIOS o.\ VOSUMENTALES ~ BIBLIOTECA 4 ‘Segim las normas de la B.C, G., las traducciones de este volumen lan sido revisedas,respectivamente, por Luis Ausento pt Cuenca v Pkain, José Lvis Navan y Cantos Gancia Guat. bnaen & tba Nets © EDITORIAL GREDOS, S. A. I Sinchez Pacheco, 81, Madrid, 1997, Las itaduceiones inttoduecionesy notes han sido Hevadas a cabo por Carlos Garela Gual (Medén), M, Martinez Hernindez (Banguete) y LE. 1 Led fgo (Feo: { Prantuna uintcidn, 1986, 3. REIMPRESION. 215733 Deepénite Lev: ISBN 84-249-1487-2, Obra completa, | ISBN 84-249-1030.2, Tomo II, Mois wv. Impreso en Espa. Printed in Span Grifcas Condor, S.A. | Esteban Terradas. 12, Poligono Industrial, Leganés (Madrid), 1997. Fecteau a oma ea EEE SUES TEES aE Lk INTRODUCCION i La situacién del «Fedény en ef conjunto de l4 obra platénica i Los tres didlogos reunidos en este tomo: Fedén, Ban- quete y Fedro se sitéan, junto con el més extenso de la Repiblica, en la etapa que suele Iamarse de amadurez» o de «plenitud» de la larga obra platénica, es decir, el pe- riodo central en el que el fildsofo desarrolla su pensamien- to con un espléndido dominio de la expresién literaria y de su teoria propia. Platén ha legado a construir un siste- mma filos6fico propio, que se funda en la llamada ¢teoria de las ideas», con una ética y una politica subordinadas 4 una concepeién metafisica idealista del universo y del destino humano, Atrds quedan las discusiones socraticas con los grandes y pequeiios sofistas, el viaje a Sicilia, con su amarga experiencia, y ya esté fundada la Academia. La figura del maestro Séerates es ya portavoz de 'pensa- mientos y tesis de Platon. De estos tres didlogos, el Fedro es el mas tardio; proba- blemente es posterior a la redaccién de la Republica. De los otros dos’ se discute cual quedé publicado antes. No es facil conjeturarlo, pues tal vez se eseribieron con muy joc distancia de tiempo, Parece mas conveniente situar b TiO 10 DIALOGOS primero el Fedén, donde la exposicign de lu teorti de tas ideas se hace con un énfasis especial, con una formulacién mas completa y explicita. Al gran tema de la inmortalidad del alma le sucede la discusién del impulso erético que mue- ve el universo hacia lo eterno y divino '. Y el tema del amor retorna en el Fedro, en un tono diverso al de la char- Ja del simposio, pero con la misma exaltacién y poesia. Junto con la madurez filoséfica destaca la prodigiosa factura literaria con la que Platén, que tiene ya entre los cuarenta cudrenta y cinco aflos, en lo que los griegos denominarian su akmé, compone estos textos con una pro- sa sutil y una plasticidad dramatica incomparable. Inolvi- dables son esas escenas: la de las ultimas horas de Sécrates en la prisién, la de un banquete al que asisten algunos de Jos personajes intelectuales més brillantes de Atenas, o la del coloquio en un lugar idilico entre el irdnico Sécrates y el joven Fedro. No en vano son estos tres didlogos —junto con la Reptiblica, tan unida a ellos por sus temas y su ambiente - las obras mds lefdas de Platén. Ningtin otro filésofo podria rivalizar con él en cuanto a la perfecta arquitectura y la viveza prodigiosa de los coloquios. El en- canto de la charla dirigida por Sécrates seduce al lector, arrastrandole en su argumentacién apasionada y licida a la reflexién y al debate intelectual sobre temas tan decisi- vos como los que aqui se tratan. Pero también son éstos los didlogos en los que se inscriben los espléndidos mitos * Sobre la anterioridad del Fudén frente al Banguete, véase, p. ei J. E, Ravin, Plaio’s Thought in the Making, Cambridge, 1965, pa ginas 105 y sigs. ¥ sobre el contraste entre el ascetismo del Fedén y 1 tono jovial de la atindsfera festiva del Banquete, ef. G. M. A. GavBh, Plato’s Thought (1935), Londres, 1970, pags. 129-30. Sobre el mismo tema de la anterioridad de uno u otro didlogo, véase W. K. C. Guruinie, A History of Greek Philosophy, vol. 1V, Cambridge, 1975, pag. 325. > ry MYO DA ene FEDON u zonamientos y darles jas para elevarse mds alld de’ lo de- mostrable racionalmerye, Platén, que, segiin una anécdota antigua, habia abando| ado su afén de componer obras dra- maticas para seguir al?Sécrates en su critica impenitente, esboza aqui unos relatos potticos de estupendo dramatis- mo, entre lo cémico y lo tragico, segin el momento y la intencién. Filosofia y poesia entremezclan sus prestigios en estos didlogos fulgurantes. - Algunos de los temas tratados en ellos ya estén enfoca- dos en obras anteriores. Asi, por ejemplo, el de la retérica, central en el Fedro, estaba ya discutido en el Gorgias y en el Menéxeno. Y el de la andmnesis 0 «rememoracin», que es importante en el Fedén, lo habiamos visto ya, desde otro contexto, en el Mendn, algo anterior a la argumenta- idn que retoma la teoria para demostrar la inmortalidad del alma. Es cierto, desde luego, que cada didlogo es una obra auténoma ¢ independiente, pero la filosofia platéni- a, con su peculiar estilo expositivo, gana mucho en com: prensién cuando se contempla desde la perspectiva del de- sarrollo de la misma, atendiendo a la recuperacién, supe- racién y ahondamiento en temas y motivos. | EI subtitulo o titulo alternativo del didlogo: Sobre ef uima, esta claramente justificado. El tema central es ja dis- cusién acerca de la inmortalidad del alma, que Sécrates trata de demostrar mediante varios argumentos bien’ ajus- tados entre si y en alguna manera complementarios. Un famoso epigrama de Calimaco, el XXIII, nos recuerda el sran tema y la seduccién persuasiva del dilogo para un lector apasionado como Cleémbroto de Ambracia: «Dicien- do ‘Sol, adios’, Cleémbroto de Ambracia / se pretipité desde to’ alto de un muro al Hades. / Ningtin mal habia OOo OA AAO AO O:0 Oo eee bidLocos visto mereeedor de muerte, / mas habla leido un tratado, uno solo, de Platén: Sobre ef alma.» EI didlogo esté presentado en un marco muy dramiti- co. Sderates, condenado a morir, entretiene sus tltimas ho- ras conversando con sus amigos sobre la inmortalidad. Si su (esis es cierta y queda probada, la terrible e inmediata circunstancia de su muerte, producida por el veneno ofre- cido por el verdugo mientras se pone el sol en Atenas, un episodio mucho menos dotoroso. Sera tan sélo la sepa- racién de un cuerpo ya envejecido, que es un fardo para un auténtico fildsofo que, en verdad, se ha preparado du- rante toda Ia vida para esa muerte como para una libera- idn. La pérdida del maestro seré un enorme pesar para todos sus amigos, los presentes en la prisién junto a él cen esa thtima jornada, y los ausentes, como el mismo Pla- tn, que Jo recordarén con inmensa nostalgia a lo largo de incontables afios. Pero él la recibe sin pena, En la ordenacién de los didlogos platénicos por tetralo- aias que hizo el platonista Trasito, en tiempos del empera- dor Tiberio, el Fedén va despues de la Apologia, el Critén y el Eufifrin, como cuarto didlogo, entre los que tratan de la condena y muerte de Sécrates. Sin embargo, esta bien claro que es en bastantes alos posterior u los otros tres, nds breves y de la primera etapa de la obra de Platén. Mientras que el Sderates de la Apologia se expresaba con cierta ambigiiedad acerca del destino de su alma —y, pro- bablemente, esa postura refleja bien la del Sdvrates histérico—, en el Feddn defiende Sécrates con firmeza la clara conviccién de que el alma es inmortal y de que, tras una vida filos6fica, a ella le aguarda una eterna bienaven- turanza Como la gran mayoria de los comentaristas modernos del diélogo —y en contra de quienes, como Burnet y Tay- eon rEbON Jor, sostuvieron la absoluta historicidad de las afirniacio- nes de Socrates en él—, pienso que Platén esta utilizando Ja figura de su inolvidable maestro para exponer su propia doctrina sobre el tema, Incluso el relato autobiogréfico en el que Sécrates habla de su progresién en busca de un mé- todo filoséfico general, mas alld de Anaxdgoras, est4 com- pletado con un toque platénico. Es a Platén, y no a Sécra~ tes, a quien pertenece la teorfa de las ideas, que ya apunta- ba en el Eulifron y que en el Feddn, y los didlogos de este periodo de madurez, recibe su formulacion més expli cita. Ese relato de una experiencia intelectual —que se serta en Feddn 96a-101e— constituye uno de los segmentos nds comentados de este texto, y no sin razén. El esquema de la evolucién intelectual que abi se dibuja (que podria corresponder, ciertamente, a Sécrates en sus primeras fa- ses, incluyendo la superacién critica de los enfoques de ‘Anaxagoras y la afirmacién de una teleologia en la natura- leza) parece ajustarse muy bien al propio proceso experi- mentado por Platén, segiin cuenta en su Carta VII?. Bsa segunda navegacién», o detiteros ploits, que aqui se acon- seja, tras el rechazo del método que consistiria en observar la realidad en si misma, es un método platénico, que se funda en la contemplacién de las Ideas para legar asi a «algo satisfactorion, que luego —en la Repiiblica— se nos dird que es la Idea del Bien, un método que avanza‘a tra vés de la dialéctica, y que implica una concepeidn metafisi- eit que Sécrates, peusamos, no expuso w sus discipulos. En ol Fedén aparecen las Ideas como causas de las. cosas reales, que son por una cietta «participacién» 0 «omu- nidn» con ellas, 0 por la «presencia de las Idews, en la Ver P, Fatiptannoun, Plato. An Introduction, wad, ingl., Londres, 1958, pigs. 239 y sigs. i : a i piALoGos realidad. Més alld de los objetos reales y mutantes existen esas Ideas, eternas y modélicas, como los prototipos de las figuras mateméticas y los ideales de las virtudes éticas; sas ideas son las realidades en si, los fundamentos de to- do lo real. Ciertamente, en el Fedén no se responde a los problemas que tal teorla suscita. (Platén vuelve sobre ellos en el Parménides, mds a fondo.) Aqui se nos presenta la teorfa en lo esencial. Encontramos en el Feddn, como se ha sehalado, «en una forma mas violenta y més tajante que en ningiin otro texto platdnico, un excesivo dualismo, un divorcio casi com- pleto, entre el alma y el cuerpo» (G. M. A. Grube). Bsa extremada contraposicién entre alma y cuerpo es, en el did- Jogo, més un punto de partida que una elaboracion pro- pia. En efecto, Sécrates no se pregunta inicialmente qué es el alma, sino que parte de una concepcién, admitida or sus interlocutores, de que el alma se separa o se «de- sembaraza» del cuerpo en el momento de la muerte. Hay, pues, una admisién infundamentada de una cierta concep- cién de la psyché como lo espiritual, lo racional y lo vital, frente al cuerpo, sdma, recipiente sensorial y perecedero del conjunto que es el ser humano vivo. Al cuerpo se le adjudican las torpezas del conocimiento sensible y, ade- més, los apetitos y tensiones pasionales, mientras que el alma est convebida como Ia parte noble del organismo. Platén, por boca de Sécrates, nos da una visién ascéti- eu de | vidad en purifiearse de lo corpéreo y en atender al bien de su alma, (Ln didlogos posteriores, como la Reptiblica y el Fedro, Plautén hablara de que también los deseos y las pasiones, epithymtai y thymés, estén en el alma, y que esa composicion tripartita es fundamental en Ia estructura animica. Pero aqui Platén habla del alma como algo sim- le toda su acti vida del fildsofo, empenude dus AANANNAnNAnRLO eee Sere ae te E te FEDON 15 ple y puro, como lo es una Idea.) Porque le interesa esen- cialmente probar la inmortalidad de ésta, y no sdlo de la parte racional, sino del alma corho lo opuesto al cuerpo que ‘se descompone y desaparece pronto. Mientras que.en el Gorgias se haba dejq¥o claro que el filésofo rechazaba la vida inauténtica de un}politico préc- tico, en el Fedén se comienza por destacar c6)}o es la exis- teitcia que el auténtico fildsofo elige. Ya anlys (p. ej. en la Apologia 29d, 30a), Sdcrates habia expuesto que lo fun- damental era la therapefa tés psychés «el cuidado del, al- mu; pero ahora intenta infundir al lema una mayor carga ética y aun metafisica*. En la dltima leccién —que es, como siempre, un coloquio—, Sécrates expone el funda- mento ultimo de su fe en la inmortalidad. Bl alma no ¢s una Idea; no es la idea de la vida, desde luego. Pero guarda una afinidad especial con ese mundo de fo en si, lo imperecedero. Por eso, una vez desembara- sada de la prisién del cuerpo y de sus ligaduras con lo sensible, puede aleanzar la contemplacién de ese mundo puro de las Ideas. Hay, en esta concepcién platdnica, una cierta «transposiciény de las doctrinas de ciertos cultos mis- téricos, como los érficos, al terreno de lo filoséfico., El feliz destino que se vistumbra para el alma del verdadero {ilbsofo es semejante al que esos credos religiosos prome- tian a los iniciados en su secta. Esa «transposicién», que A. Diés sefialé certeramente, est4 muy bien sugerida en cl propio texto del Fedon, La existencla del fildsof0 es una preparacién para la muerte, y durante su vida el filésofo se purifica con vista a su destino en el més alld, afirma "La literatura sobre el tema es muy amplia, Para el desarrollo del fausmo en Plats, ver la sintesis de J. Vives, Génesis y evolucidn de la eine platdnicu, Madrid, 1970, pags. 126-85. oananmrnananannannn pidLogos Socrates. Sin necesidad de una iniciacién en cualquier tual mistérico, el que ama de verdad el saber esté ya pre- parado por su larga ascética para recibir tras la muerte, que es s6lo separacién del cuerpo; momentaneo trance, el premio de una acogida venturosa en la morada de lo divino, «Platon transpone orfismo y misticismo no solamente en artificio literario, sino en doctrina. En él todas tas me téforas tontidas en préstamo a los misterios concluyen en terios se transfor man en cerlidumbre de inmortalidad, fundada en el paren tesco det alma con la Idea; todas las verosimilitudes pas: jeras de la leyenda y del mito no sirven sino como escalo- nes hacia Ia ciencia de la Dialéctica, cuyo objetivo es la intuicién infalible de la Idea» 4, Hay, pues, como seialit Dits, tuna transposicidn de lo religioso a lo intelectual; y ese idealismo de Platén pretende fundarse en un método puramente intelectual, ya que el método dialéctico es una conistruccién por entero racional, (No es nada extrafio que el platonismo, en este sentido, haya sido tan aprovechado por los teslogos cristianos, en su afan por apuntalar el eredo de una doctrina de la inmortalidad del alma.) Ja Idea; todas las esperanzas de los m 2, La estructura det didlogo Ha composivion del Fedon, que ottevemos en breve es quema, es muy clara y muy equilibrada, El narrador, Ke- don, testigo presencial de la larga conversacién en el tilt mo dia de Sécrates, cuenta el coloquio a Equécrates, natu- ral y vecino de Fliunte. Este interrumpe la narracién en dos momentos, en 88c y 102a, manifestado sus emociones "A. Dis, stutour de Platon, 2° ed.y Paris, 1972, pgs, 445-6 ante lo narrado. En el diélogo propio intervienen junto a Séorates dos interlocutores, Simmias y Cebes. Este mi- mero de dialogantes, tres, es frecuente en los coloquios platénicos, como en las escenas de la tragedia ateniense. ‘Al contar con un narrador, Platén puede ofrecernos un comentario de las escenas en la prisién, y de la emociona- ‘da actitud de los discipulos y amigos de Sdcrates ante su nidad en la despedida final, En un facil esquema, ta in del didlogo es asf: cuentro de Fedén y Equécrates, Comienzo del relato, (57a-60b.) : I, Tras una conversacién introductoria, en la que Sécrates alude a a conexién entre placer y dolor, y a un sueflo premonitorio, pasa a tratar de la actitud de un filésofo verdadero ante la muerte, y se anuncia la confianza en Ja inmortalidad del alma, que Sécrates va a exponer como una segunda apologia, no ante jueces, sino ante amigos. (60b-69e.) 1. Primeros argumentos sobre la inmortalidad: A) compensacién de los procesos contrarios; B) argumento de la reminiscencia; C) combina- cidn de los dos; D) afinidad del alma con las Ideas; £) el modo de vida condiciqna el destino futuro del alma, (69e-44b,) IIL, Discusidn de los argumentos precedentes: A) ob- jecién de Simmias; B) objecién de Cebes; C) comentario de Sdcrates sobre el escepticis- mo originado en una confianza precipitada ¢ insegura. (84c-91c.) IV. Nueva argumentacién: A) trascendencia del alma respecto de su unién con cl cuerpo (91c-95a); B) sobre la generacidn y la corrupcién y las | 18 piALoGos causas de lo real (95a-102a): recapitulacion de la objecién de Cebes, insuficiencia de la explicacién mecanicista, insatisfaccién y desengaiio ante la postura de Anaxdgoras, propuesta de un nuevo método como deuite- ros ploils: el andlisis del lenguaje y la di léctica; C) nueva argumentacién, basada en Ia exelusién mutua de los contrarios en si, y en que la idea del alma excluye la idea de muerte, (102a-107b). V. El mito escatolégico (107c-115a). El viaje al Mas Ald, la descripcién de la fabulosa geografia del otro mundo, y el destino de las almas tras el juicio, son los tres elementos del mi to que s¢ propone como. un complemento a la discusin anterior. VI. Los tiltimos gestos de Sécrates (115b-118c). Des- cripcién de su actitud: ante la muerte. Fi ipa serena de la despedida del fildsofo y de cémo murié, por efecto de la cicuta, «el mejor hombre... de los que mos, y, en modo muy destacado,-el mas in- teligente y mas justo», conoci- Podrfa verse todo el relato como un drama en cinco actos, enmareado por un prétogo (0), y un eptlogo (V1), donde la tensién dramética esté sustituida por la discusién de los argumentos. (En el interior del didlogo, alguna vez se personifica el Idgos, como si el argumento fuera una persona que luchara por su supervivencia.) Hay una inten- sa emocién bajo la aparente frialdad de los razonamien- tos, porque el tema tratado es crucial para todos, y de modo singular para Sécrates, en esta segunda apologia, Se arena an rane FEDON que tiene algo de trdgica. Tanto I, la conversacién intro- ductoria, como V, el mito, enmarcan los argumentos fun- damentales, que estén en II y en IV, mientras que la sec- cién III; con las objeciones de Simmias y Cebes, y el comentario de Sécrates, en el centro mismo de la composi- cién, marca un momento de intenso dramatismo ldgico, si vale la expresién. El entramado de la discusién es admirablemente suti y la habilidad de Platén para enlazar la argumentacién con los matices de la escenografia y las finas alusiones psicol6- sgicas a sus personajes podrian llevarnos a subrayar de nue- vo el talento literario de este gran filésofo. Pero, para abre- viar, quiero citar unas lineas de A. Diés, que recogen lo esencial de lo que conviene resaltar: Hay una gradacién en las pruebas presentadas para de- mostrar la inmortalidad del alma. Del argumento del ci¢lo al de la reminiscencia, de 1a reminiscencia al parentesco del alma con tas Ideas, de la simplicidad det alma aa incompatibilidad de los contrarios, aumenta, segin Ia in- tencién de Platén, 1a certidumbre y la fuerza probatoria Pero esta progresién es paralela a otra progresién; pues la cesteza se afirma a medida que la argumentacién cienti- fica se depura de cualquier alianza, a medida que leyendas y tradiciones, orfismo y misterios, se diluyen ante Ia Ipz reciente de las Ideas. Si el mito final reintroduce Ia leyen- a, como para cerrar el dilogo entero dentro de una dt- mésfera mistica, ese mito no se termina sin que se hagan Jas distinciones necesarias entre lo que no es mds que pro- babilidad, gran esperanza, bello riesgo, y lo que es verdad demostrada. Por lo demas, un estudio atento de este mito del Fedén, como de los otros mitos de Platén, nos mostra- ria que Platén procede intencionadamente a hacer un tra- bajo inverso al que acabamos de sefalar. Asi como el did- logo traducfa en doctrina cientifica los espectéculos de los bidLogos misterios o de las leyendas érficas, asi el mito traduce en leyendas y en visiones fa doctrina cientifica: los bienaven: turados ven a los dioses y conversan con los dioses, ven el sol, la luna y los astros en su realidad verdadera, y este especticulo dichoso del mundo real no es mas que una de esas transposiciones inversas que sirven para materiali zar, con grados diversos, lo inmaterial, para refractar, en los plinos sucesivos de cién de las Ideas *, 1 intuicién sensible, 1a contempla- 3. El mito final Los comentaristas del didlogo difieren respecto del va- Jor que Platén atribuye al mito sobre el otro mundo, con el que Sécrates concluye su exposicién. Creo que la cita de Dis subraya lo fundamental: de un lado, el mito va en el mismo sentido que los argumentos anteriores, y, de otro, esta presentado con unas claras cautelas acerca de swt exaetitud. Con todo, ef mito es un elemento de primera importancia en ese discurso de persuasién que Sécrates se propone, Como un iiltimo conjuro. ¥ Platén se ha esme- rado en su composicién, como L. Robin y W. C. K. Gu thrie * han comentado. Combinando elementos tadicions les homéricus, rasgos de las iniciaciones érficas, ereencias populares, y trazos de la cosmologia jénica y pitagoriea, con algunas pinceladas propias, traza Platén una fantasti ca pintura det mundo subterréneo y supraterrestre, con un magico colorido. Después de advertir con qué esmero se cuida el decora- do, reconoveremos, de acuerdo con C. Eggers 7, que lo » Dits, ibid, pags. 46-7. $ Gunny A Historyons vol. Vs pes. 361 y sas C. Laois, Platsn, Peddn, Buenos Aires, 1971, pags. 58 y sig importante en el mito es «su sentido, sentido ante todo funcional. «Siempre en funcidn de los intereses de sus ‘argumentaciones», los mitos escatoldgicos de Platon pre- sentan una variedad de matices muy significativa, El del Gorgias subraya el valor del verdadero vivir para la filoso- fia, El del Feddn coincide en resaltar el premio a una ética ya.una ascética fundamentadas. El de la Reptiblica insiste ‘en la justicia y en la responsabilidad del hombre en la elec- cién de su destino. Hay en ese recuento platénico una progresiva reclabo- racién de los detalles. En el Gorgias el esquema mitico es inds simple, en la Reptiblica se nos ofrece 1a forma mas elaborada ®. Los mitos, como Platén sabe muy bien, tie~ nen un encanto propio y uno puede admitirlos asi, como tun hechizo seductor, y aceptarlos como una forma de en- cantamiento (114d). A punto de despedirse de la vida, el discutidor y escéptico Sécrates, a quien se condend por impio en un terrible malentendido de los atenienses, cuen- ta un relato mitico variopinto y piadoso. Sobre la discu- sign dialéctica este ralato deja un tono poético, como un roma o una ligera bruma que sombrea las aristas de un iélogo escuetamente racionalista. Tal vez esto sea, otra muestra de la ironfa sutil de Platén. NOTA SOBRE LAS TRADUCCIONES ESPANOLAS Hay varias traducciones espafiolas recomendablgs del Hedén, La més antigua entre las que aun se reeditan es * Sobre el tema mitico del viaje al mundo de wltratumba en Blat6n, copeciaimente en la Republica, ef, C. Gancin Guat, Mites, viages, he furs, Madrid, 1981, pigs. 44 sis. 22 pidLocos la de Patricio de Azcérate, una versién notablemente fiel. La de L. Gil, que se ha reeditado en varias ocasiones (en compaiia de sus versiones del Banquete y del Fedro), rie: parece la mejor en estilo y elegancia de su prosa. La de C. Eggers (Buenos Aires, 1971) va acompafiada por una excelente introduccién y numerosas y cuidadas notas, pre- senténdose como edicién critica, La de J. D. Garcia Bac- a, que esté incluida en el tomo I de su versién de Platdn. Obras Completas, Caracas, 1980, es muy interesante por su Ienguaje castizo y ajustado, de grata lectura, Para mi versién me han sido especialmente tiles la ver- in de Luis Gil y las notas de Conrado Eggers, y me es grato recordarlo aqui, COMENTARIOS. NOTA BIBLIOGRAFICA Voy a dar aqui tan sélo la lista de los comentarios so- bre el didlogo, que en la mayoria de los casos acompafian a una edicién del texto griego. R. D. Ancutn-Hinp, The Phaedo of Plato, Londres, 1894; Nue- va York, 1973. S. Biuck, Plato's Phaedo, Londres, 1955. Burner, Plato's Phaedo, Oxford, 1911. . Eaaers Lan, Platén. Fedén, Buenos Aires, 1971, . Gattor, Plaro, Phuedo, Oxford, 1975. D. Gupvis, The Phaedo of Plato, Londres, 1863. +» Hackrorin, Plato's Phuedo, Cambridge, 1955, Lowaux, Le Phédon de Platon (57a-84b), Nanute, 1969 Rome, Puton. Phédon, Paris, 1926. J. Viaventus, «Notes on Plato’s Phaedon, Mnemosyne (1958), 133-243, H, Wititanson, The Phaedo of Plato, Londres, 1915. erep

You might also like