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it Na, Vecloroda MW ti low Seu ranio: Hy eel 7 mek Ve efor i ( PERT Dg able hrnabria venel o62iq ep upioonpesy a ra 25 = So Q oO a =3 @ = = 2 = 3 B XNWYOT FIOIIN Politica ateniense del mito Hagamos una ficcién: una ciudad acaba de ser fundada, un ‘grupo de ciudadanos se instal6 en su territorio. Cuil es ahora, para el sabio legislador, la tarea mas urgente? gEstablecer le- sin duda? Si se toma por guia a Platén, no comenzara por forjard mitos. ) _ (Persuadira a los ciudadanos] de que en / formados y educados en el seno de la tierra, ells, sus armas y todo su equipamiento, y que después de Kaberlos formado por completo, la tierra, su madre, los dio a luz, por lo que ahora deben considerar ala tierra que habiten comé sti ma- dre y nodriza, defenderla si es atacada y considerar alos de- ‘mds ciudadanos como hermanos, salidos al igual que ellos del seno de la tierra. Forjar mitos:tal seria pues, si le creemos a Platén, la primera ‘ocupacion de un fundador de la ciudad —pero el sofista Critias, | “tirano” de Atenas y pariente del fldsofo, no decia otra cosa cuando fundaba el orden politico a partir del miedo a los dioses, habil invencién de un sabio®. Se le puede creer al filésofo de la Repti- blica, quien, inmediatamente después de echar las bases de la © Plein, Repablie 414 de (Estas ppinas han side exci po de Yes Bonnefoy paras Ditnonase de’ mytooe,Parb, Fan © eins, ragment 25 Dice Kean (OK). Nacioo peta Tietea ciudad imaginaria, se ocup6 de someter la actividad mitopoiética a la actividad todopoderosa de una censura oficial (337 b-c): si existen mitos “malos” es necesario sustituirlos de inmediato por otros buenos, “bellas mentiras” para uso del cuerpo civico, pues toda ciudad griega, por iegas bien reales, dotadas con una historia y con una vida politica: el mito esté al historia inscripta en el espacio cfvico, repetida en la préctica cot igenes ndando el presente de la polis, Es esta insercién multiforme que intentaremos cercar en ior de una ciudad, ejem- plo prestigioso sino privilegiado de la pol iega del mito. {a Consideremos pues una ciudad: Atenas. Un territorio (Rhdra) y los hombres (andres). En el centro de la hhdra el espacio urha- no, espacio de la vida civica, que escanderia tres lugares eleva- dos: la Acrépol .gora, el Cerémico -Ia colina del poder y de lo sagrado, la plaza publica y el cementerio nacional. Una comunidad de ciudadanos, con sus mujeres (que tienen derecho al nombre de atenienses pero no al de ciudadanas), y dos cate-, gorias de no-ciudadanos, los metecos y los esclavos. Una vida \ civiea intensa, una politica exterior dinémica, dominada por la biisqueda imperialista de la potencia més todavia que por el deseo de expan: Como en la tras ciudades, en Atenas los mitos hablan™ del origen ~necesariamente brillante- y la gesta legendaria de los 48 PoUTICA ATENIENSE DEL TO héroes nacionales despliega una serie de hazafias ~erga solita- rias en las que los ciudadanos ven una prefiguracién de sus emprendimientos colectivos. Para comenzar, dos mitos. Elenfrentamiento de Atenea y Poseidén. EI mito de Erictonio 20 de todo, la querella de los dioses y lo que de a resulta, Divinidad polisdica, Atenea reina sobre Atenas; de de el origen, su templo se eleva en la Acrépolis. Desde gen: més exactamente, desde que los ateni favor de Atenea y en detrimento de Poseid6n. Esto sucedia en riempo del reparto de los simai entre los inmortales; cada dios aceptaba recibir su lote de honores entre los mortales, y las ciudades de los hombres eran la apuesta de las luchas. En Atenas se enfrentan Atenea y Poseidén. Primero en llegar al Arica, Poseidén hace surgir un mar (el Erechtheis) de un pozo en la Acropolis; luego, por orden de Atenea, el olivo brota dela roca sagrada y una corte de justicia, reunida por Zeus 0 cons- tituida ~jyal™ por los atenienses, regla el diferendo. Kékrops, rey imaginario, mitad hombre y mitad serpiente, ya humano \do a las criaturas monstruosas is de la Tierra , asiste como testigo al litigio (segrin algunas versio- nes, él decide). Desestimadas sus pretensiones, Poseidén es ven- cido, en Atenas como en Trezenas, donde es Atenea quien la obtiene, como en Argos 0 en Delfos, donde debe desaparecer Entonces comienza para la ciudad frente a Hera y Apol ateniense la era de la. lugares, civilizacién y poder masculino de los andres son sin6ni- ‘mos, los mitos atenienses dan cuenta tres veces de esta equiva- lencia. Elegir a Atenea es elegir a una diosa guerrera, virgen Ver pr ejemplo Apstodora 0 INacabo DELATIERRA sin madre, nacida de un padre que es también, todopoderoso, 1 de los dioses y el de los hombres: Atenea, de la que “el cora- z6n es completamente adicto al hombre, salvo por el himen”, y quien, cuando tuvo lugar el proceso de Orestes, matador de su madre Clitemnestra, se pronunciard sin reservas a favor de los derechos del padre. Testigo o arbitro, Kékrops es también el inventor del matrimonio monégamo: pone fin a la desordena- da promiscuidad de los sexos instituyendo la filiacién patrilineal. En fin, més claramente aun, una versién del mito funda la vie- toria de Atenea en la exclusi6n politica de las mujeres: culpa- bles de haber desencadenado la c6lera de Poseidén al haber votado por la hija de Zeus, en tanto que los hombres se pronun- ciaban por el dios, derrotado, es verdad, s6lo por un voto —jha- bia una unidad mayor del lado de las mujeres! las mujeres son desposeidas para siempre de todo poder en la polis. Ha sido concebida la ciudad de los hombres: el primer ancestro verda- deramente humano de los atenienses puede nacer. El mito de Erictonio narra este nacimiento y hace entrar la ciudad en el tiempo de los hombres. Erictonio ha nacido de la tierra ftica, fecundada por el deseo de Hefesto por Atenea; sobre su nombre, a los mitélogos les gusta glosar: Chthonias, hijo de la Tierta, es el producto del trozo de lana (erion) con el que la virgen perseguida limpié en su pierna el esperma del dios, a no ser que simplemente haya surgido de la lucha (eris) amorosa de las dos divinidades. Pero este autéctono esti en primer lugar y estrechamente ligado a Atenea, y en él se anudan para siempre loslazo8 dela polis con la polisdica. La Iliada (11, 546-551) repartta yalos roles entre Atenea y la tierra fecunda (zeidéros aroura):a la tierra el alumbramiento (he), a Atenea el cuidado de educar al nifio -aqui llamado Erecteo—y de hacer de él su protegido (“des- pués Atenea, hija de Zeus, lo instalé en Atenas, en su rico santua- rio"). En el siglo V, los ceramistas atenienses representaban con « Las Euménier, 796738 POLITICA ATEMIENSE DEL MITO gusto a Gé tendiéndole a Atenea el recién nacido para que ella To instruya; mejor atin: para que ella lo reconozca’®. En verdad Erictonio desciende de Atenea —como se puede descender de tuna virgen rebelde para siempre al alumbramiento: por me- diacién de la tierra. Convertido en rey de Atenas, Erictonio le devuelve a su protectora todo lo que le debe, instituyendo las Panatenaicas® y asociando para siempre el nombre de la diosa al nombre de su pueblo: segiin Herddoto (VIII, 44) es bajo el reinado de Erecteo que los habitantes del Atica tomaron el nom- bre de atenienses. Asi, el rey autéctono abre para Atenas el tiempo humano de la historia mitica. Por su nacimiento, es de la edad originaria de Kékrops; en las vasijas, el hombre-ser- piente asiste con frecuencia al “nacimiento” del nifio milagro- 0, y sus hijas, Aglauro, Péndroso y Herse son, por voluntad de ‘Atenea, las nodrizas humanas de Erictonio: pesada tarea que cllas asumieron mal y que las Ievaré a la muerte”. El fin de Erictonio -o més bien de Erecteo, pues la tradicién parece re- servar ese nombre para el viejo rey—reconcilia a Atenas con el rival de Atenea. Al precio de dos vidas: para salvar la ciudad amenazada por la expedicién del tracio Eumolpo, hijo de Poseidén, Erecteo debe sacrificar a su propia hija antes de ser tragado por el suelo, golpeado por el tridente del dios, pero su muerte lo asocia para siempre al dios, y es bajo el nombre de Poseidén-Erecteo que ser honrado en adelante: de lo tragico nace para la ciudad el beneficio de una nueva proteccién divi- na. Con Erictonio o con Erecteo (sea que se los separe 0 que se los confunda) comienza la larga teorfa de los reyes de Atenas, como en una célebre copa de Berlin” que, a los espectadores ordinarios -Kékrops y Hefesto del nacimiento de Erictonio, aiiade a Erecteo, el rey adulto, y a Egeo, padre de Teseo. “ ‘Athéna soulevan de terre le nouveau ae, en Mélanger Poul Cellet, F234 F2 Pasco Ver Apolodor, [Nacipo0 LA TIERRA La “Vida” de un héroe: Teseo La gesta heroica. De la infancia a la experiencia ini dicha a la desgracia, la vida de Teseo es una larga secuencia de hazafias “que condensan todas las virtudes y todos los peligros dela acci6n humana”: actos civilizatorios, lucha contra los mons- truos, transgresién de la condicién humana, todas esas formas de la hazafia heroica, Teseo las hizo suyas”. Hijo de Egeo -o, segtin ciertas versiones, de Poseid6n— y de Etra, hija del rey de Trezenas, Tesco crece junto a su abuelo materno dando ya muchas pruebas de su valentia. A los dieciséis afios, la edad de imo de Egeo: mientras va por el camino, libera tra de una serie de monstruos (como la cerda de Cromién) y de temibles bandidos entre los cuales Sinis, Cerci6n, Procrustes (Proc{r]usto); reconocido por Egeo, le resta atin, para afirmarse como digno hijo del rey, aniquilar el horrible toro de Maratén y vencer a la tropa de cincuenta paldntidas, sus primos, que dis- putaban el poder de Egeo. Pero lo propio de un destino heroico es ignorar sin demora, Teseo se embarca hacia Creta afin de vencer al 32 Poutrica aTEMIENSE DEL MITO debia dar en sangrante alimento siete j6venes y siete doncellas. Se sabe que triunfa sobre el monstruo y el laberinto gracias a ‘Ariadna, que abandona a esta tiltima en Naxos y que olvida izar Ja vela blanca en signo de victoria provocando asf a su regreso la muerte de Egeo. Tenemos asf a Tesco como rey de Atenas. Rey Fe .0, procede al sinecismo (de stenoikismos, cohabita tuniendo en una sola ciudad a los habitantes esparcidos por ca. Rey guerrero, se ilustra en una expedicin contra Tebas, Ja guerra de las Amazonas. La edad adulta es también para edad de la desmesura, o al menos de la transgresién de las prohi- biciones; con su compaiero Piritoo, roba a Hlelena, hija de Zeus, y baj ‘mos para apoderarse de Perséfone: el asunto sale imal y le vale al héroe un largo cautiverio entre los muertos, espe- rando a que Heracles, que a su vez habia bajado a los infiernos, venga a buscarlo. Teseo debe atin conocer el exilio y 1a muerte | violenta en Esciros. Tal es la carrera del ms célebre de los héroes atenienses, el nico dotado de una “Vida” completa y de una figura compleja; el Gnico que no se agota completamente en el mito de su nacimiento o de su muerte. Dos mitos, una leyenda heroica: para aislarlos en sus! lineamientos, fue necesario proceder a una selecci6n severa; pero ici jdo estos tres rela- > tos, es porque en ellos la ciudad ateniense ley6 (zpuso?) mucho de s{misma. Relatos importantes, relatos ejemplares, cuya apues- ta y cuyos efectos en la vida ci tentaremos aprehender. (ences ile 0 XIX, 3 Nactoo oe ta rena Funciones sociales del mito: Ja autoctonia ateniense Discurso sobre el origen y sobre el ordenamiento del kasmos humano, el mito cuenta a la ciudad y en nombre de la ciudad el advenimiento de la cultura: en cada ateniense nutre la represen tacién que conviene hacerse de Atenas o darse de Atenas, entre otras: la de una ciudad “amada por los dioses” (theophilés) y por dos veces originariamente anclada en una estrecha relacién con o divino ~1o atestigua el conflicto de Atenea y Poseidén, y las ircunstancias que presidieron el nacimiento de Erictonio testi- monian que, “hijos de los dioses bienaventurados, surgidos de un terrufio sagrado que jamés sufrié la conquista, los erecteidas fue- ron siempre prosperos”*, Los origenes miticos de la democracia ‘masculina, la guerra legendaria contra las Amazonas, que qui- sieron ser como los hombres pero en los peligros se revelaron como mujeres, instauran el orden civico de los andres frente a las mujeres, “mitad” pasiva de la ciudad. La historia de las Ama- Zonas es incluso doblemente ejemplar, puesto que también im- plica la victoria de la civilizacién sobre la barbarie, de la polis sobre los extranjeros: en la Stoa poikilé (Portico pintado), donde los ciudadanos pueden contemplar pintadosen los muros los gran- des hechos de Atenas, la leyenda se aproxima a la historia y, “en el muro del medio se ve a los atenienses y Teseo combatiendo a las Amazonas, Iuego a los griegos, amos de Ilién [... y en el ex- combatientes de Maratén””, Celebrado por la palabra y por la imagen, evocado en los discursos oficiales, representado en Ia escena tragica, muchas veces ilustrados en los vasos o en los frentes de los templos, el mito corre, sometido a ese tratamiento, el serio riesgo de exte= | nuarse en lugares comunes retéricos 0 en escenas convenciona- 34 Pourice aTENIENSE DEL ITO les. Su polisemia, que la tragedia refuerza, estalla en cambio a litica 0 cuando los igen siempre la misma. Incluso llega a ser, en el terreno de las representaciones politi: ‘cas, una necesaria mediacién entre los atenienses y Atenas. ara distinguir las numerosas funciones asumidas por el mito y los milltiples niveles de la experiencia social de los que se en- iente un ejemplo: el de la autoctonia ateniense. ‘La religién oficial se mantiene ciertamente en la mas estricta ortodoxia en cuanto al nacimiento de Erictonio y la historia del prestigioso ancestro es parte integrante de ese hieros logos (dis- curso sagrado) de Atenea, que ocupa un lugar tan grande en la velada fica de las Panatenaicas’”. Entre el de los dioses y el autéctono nacido del suelo de la patria, la tragedia no elige ‘cuando evoca la figura de Erictonio, y cuando extienden la ape- lacién de erecteidas a la totalidad del cuerpo civico, los trégicos hacen de los atenienses retofios divinos y autéctonos a la vez. Pero la elocuencia da un paso mis y, como si la historia de Erictonio fuera demasiado conocida como para ser evocada to- davia una vez, los oradores ofici -, por ejemplo, pronun- cian la oraci6n fiinebre (épitafios logos) ala gloria de los ciudada- nos caidos en combate, por lo general se cuidan de evocar al nal y la pareja divina que presidi6 su nacimiento, ir colectivamente a todos los andres Athénaioi el pri- io de la autoctonia. No es extrafio que esa autoctonia gene- | ada se convierta en una piéZa maestra dé Ia ideologia de la democracia ateniense: no solamente sirve para justificar la prac- con lenguaje platénico, la igualdad politica jsonomia) dela igual- * Fev a 3 Le Guere des Geant, P taf 17 sec, 1952, p 250. % Nacipo pea issn, dad de origen (isogonia)”. Asi, la ley (nomos) encuentra su fun- damento en la naturaleza (physit) y el poder del démos gana sus cartas de nobleza: dotados colectivamente de un buen naci- miento (eugéncia), los ciudadanos autéctonos son todos iguales porque todos son nobles. Un paso ms y los di intrusos instalados como metecos en un suelo extranjero. ;Per- dimos el mito en el camino? Afirmarlo seria olvidar que, tanto en el tiempo del calendario tanto en la cotidianeidad de la vida como en las fiestas de la colectividad, cada ateniense se reencuentra con el mito de Erictonio en muchas ocasiones: en la Acrépolis y en la celebra- cién de las Panatenaicas, en el Agora, imp] por la presencia de Atenea cerca de Hefesto en el templo del artesano™, en la escena tragica o en la c6mica, en el taller del alfarero cuyas vasijas, recipientes humildes u o! los, re- -n hasta el infinito el gesto de Ge tendiendo el nifioa Atenea, | en las obras de arte donde su ciudad es embellecida®', Y si la elocuencia extentia al mito, es posible presumir que el audito- jo ateniense se encargaba de referir las proposiciones genera- i ante del mito. A no ser que en los atenienses en realidad no hayan entendido otra cosa: el mythos de Atenas... (0s no mueren cuando se politizan. ;Cémo podrfan jentidad del: rio de la patria? Es a! convoca a Aglauro, la virgen de sangrante destino, para abrir la lista de las potencias religiosas tomadas como test % Pltén, Menieno, 2393 > Pavseni * Esripide, 56 Pouica ATENIENSE DEL AITO Clistenes bajo el patronazgo de diez héroes nacionales—los diez Epénimos entre los que encontramos sin sorpresa a Kékrop: Ericteo, Egeo, y cuyos ciudadanos son invitados a repetir las] hazafias en una mimesis siempre renovada®. | Entre los dioses y los héroes, entre el parentesco o {que los une colectivamente a Atenea y el parentesco clasificato- rio que los reparte en diez tribus, los atenienses no carecen de modelos, inscriptos en el espacio civico y en el tiempo de la ciudad, para incitarlos a enraizar sus actos en el En el espacio y el tiempo de la ciudad, el mito Los mitos estin presentes en todas part ppacio de la ciudad, donde dibujan los recorridos, donde forman las constelaciones, complejos nudos de tensiones y de rel iglo II de nuestra era, Pausanias el periéget {gable viajero y recopilador atin més infatigable de tr: ita Atenas inaugurando una serie de doctas carnina- \dades griegas: entrado por la puerta del ravés del cementerio del Cerémico da acceso al ‘el Agora, subié ala Acrépolis y volvié al Agora para finalmente dejar la ciudad atravesando el Ceramico. Re- corrido turfstico y erudito a la vez, que le permite extender su ciencia de anticuario™; pero Atenas ya no es ms que un con- instante lo que un 10 0 evocado al seguir el mismo trayecto ~que se ha simplificado deliberadamente aqui. Del Cerdmico a la Acrépolis y del Agora al Cerémico dos cortejos se cruzan, a los que el calendario asigna un momento 7 Nacipo oe ia ieRxa cl de las Panatenaicas, subiendo hacia la colina sagrada donde crece el olivo de Atenea, donde la diosa acoge a Erecteo en el templo antiguo, donde las virgenes, hijas de Kékrops, bailan en la noche, “pisando, frente al templo de Pallas, la pista de hierba”™; el de los funerales pablicos que, desde el Agora don- de velan a los héroes nacionales, llega al cementerio oficial para enterrar alli alos soldados muertos en combat de los Epénimos. En el Agor nadaal sudeste por la Acr6pol donde Atenea un dia reunié el primer tribunal, al noroeste por el templo de Hefesto, los doce dioses olimpicos se aproximan a los héroes atenienses: para ir més rapido, no se mencionaré mas que los diez Ep6: juega un papel esen- cial en la vida pol la ciudad, y Teseo, cuyas hazafias son contadas en el friso interior del Hefesteion y en las pinturas de la Stoa poikilé —n el Hefesteion sub specie acternitatis-; en el Poe istoria ateniense desde la guerra de las Amazonas hasta el combate de Maratén, donde el héroe interviene en compaiiia de Atenea y de Heracles. A cada paso se levantan figuras heroicas, en cada lugar se inscri- ben relatos miticos; es decir, el paseo no es sin duda un género

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