You are on page 1of 11
LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR EN LA RESOLUCION DE CONFLICTOS EN LA SOCIEDAD CASTELLANO-LEONESA MEDIEVAL. ISABEL ALFONSO Tnstituto de Historia CSIC. Madrid En una vifieta reciente de uno de nuestros periodistas graficos mas mordaz, se muestra un personaje actual que travestido de nuevo Moisés, proclama, mientras sostiene las «Tablas de 1a ley», que aparecen tachadas: No hay mandamientos, todo es negociable', No recuerdo el contexto polf- tico en el que se public6, pero evidentemente parecia aludir a un principio social muy extendido que asume que negociar es mejor que litigar, que son mejores las resoluciones pacfficas que las hostiles y violentas; asuncién ética arraigada sin duda también en otra cultural de cardcter més pragma- tico recogida en un conocido proverbio que sostiene que un mal arreglo es mejor que un buen proceso”. Sin embargo, al volver sobre esta vifieta para redactar estas pagi- nas, me ba parecido que, pese a su aparente obviedad —que slo es tal por nuestras asunciones-, ofrece lecturas diversas que me van a permitir alu- dir a algunas de la cuestiones que pienso han de tenerse en cuenta cuando | Vificta de El Roto, Ei Pats, 19, sept. 1999. * La versidn literal Mas vale mala avenencia que buena sentencia en G. CoRRsAS, Vocabulario de refranes y frases populares, 1627. Adagio que cuenta también con su versién francesa: Un maut- vais arrangement vat miewx qu'un bon proces. 46 ISABEL ALFONSO hablamos de negociacién. A uno le gustaria creer que los arguimentos sobre el predominio de formas negociadas de resolucién de conflictos en las sociedades del pasado que ahora se postulan, responden a una necesi- dad y a un deseo de propugnar la negociacién como el recurso més ade- cuado y pacifico para resolver las miiltiples tensiones y diferencias que surgen en las sociedades actuales entre individuos 0 grupos de dimensio- nes diversas y a escalas muy diferentes. Es preciso, no obstante, reflexio- nar sobre las razones de este discurso historiografico actual sobre la nego- ciacién, de entender por qué se ha pasado de una imagen en la que apenas se le prestaba atencién a ser predominante, razones que sin duda estén en nuestro presente y que seria conveniente identificar, entre otras cosas por- que como es sabido condicionan —més o menos conscientemente, de modo més 0 menos explicito— nuestra mirada hacia el pasado. Dos son los referentes a los que Ia negociacién parece oponerse: por un Jado a un sistema normativo que el proceso de negociar dejaria fuera; por otro a la guerra y la violencia en general, pues negociar se aso- cia con la paz y para conseguirla todo medio se propone. como bueno. La vifieta de El Roto contiene precisamente una critica a la mixtificacién con que se invocan a menudo estos postulados. Porque ;podemos mantener que negociar es actuar fuera de las normas? ;que es la forma no violenta para resolver conflictos? gque su objetivo primordial es la paz? go que entre los medios de resolucién es el més eficaz, o el mas justo? gque es un recurso generalizado al que tienen acceso en condiciones similares todos los grupos y capas sociales? Estas y otras cuestiones forman parte de. algunos de los presu- puestos no discutidos, o s6lo muy zecientemente, en la historiografia sobre {a regulaciGn de conflictos en el perfodo medieval debido a que el estudio de la negociacién en el Ambito de la justicia, referencia tradicional para cualquier forma de resolucién de disputas, es un tema relativamente reciente que podemos relacionar con el cambio de orientacién —general a las ciencias sociales— hacia el estudio de procesos y prdcticas sociales en vez de instituciones y estructuras. Esta nueva perspectiva en el campo de. la justicia resulta fundamental, pues de centrarse en los tribunales yel derecho sustantivo que supuestamente se aplica en sus “sentencias, se ha pasado a atender a los procesos, no siempre formales, ni siempre judicia- les, por los que los litigantes buscan soluci6n a sus conflictos. Es un enfo- que, por tanto, que parte de los intereses, valores y estrategias de los que participan en una disputa, de cémo perciben, apelan y utilizan el derecho, LENGUAIE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR aT de los medios y foros que buscan para resolver sus diferencias. Y es en esta perspectiva donde la negociacién ha cobrado nuevo relieve". Hacia fines de los 80 cuando empecé a trabajar sobre estos temas me pareci6 sintomatico del atraso de la recepeién en nuestro pais de los huevos enfoques «procesuales», que un libro sobre «El arbitraje> publica- do en 1981", pese a ser un estudio juridico de esta institucién, no fuera recogido en las bibliografias de ninguno de los manuales de historia del derecho o de las instituciones que se utilizaban en la Universidad espafio- la, Estas monografias tampoco inclufan en sus indices los términos de ave- nencia, acuerdo, amistad 0 amor, como partes del derecho y de los méto- dos rutinatios de resolver disputas, fal como los estudios de M. Clanchy 0 de S. White estaban mostrando por entonces para otras dreas europeas*. Reflejaban de este modo la dicotomia tan ampliamente asumida, en y fuera de la historiografia juridica, que oponfa adjudicacién y justicia for- mal a compromisos y arbitrajes, considerando a éstos como externos a la maquinaria judicial en el sentido limitado en que era concebida. Se igno- taba asi, de modo bastante general, que también muestra cultura juridica medieval compartfa el principio de que el pacto vence a la ley y el amor al Juicio, o to que es lo misino, que las sentencias separan a los litigantes y los acuerdos los unen, que éstos superan al derecho y la resolucién amis- tosa a una sentencia judicial tal como el autor anglonormando de las Leges Henrici Primi indica con la expresién Pactum... Legem Vincit et Amor * S. Wurre, Pactum...legem vincit et amor judicium: The Settlement of Disputes by Compromise in Eleventh-Century-Western France, «Arnerican Journal of Legal History», 22 (1978), Pp. 281-308; Feuding and Peace-Making inthe Touraine around the Year 1000, « Traditio », 42, pp. 195-263; P Geary, Vivre en confit dans une France sans Frat: Typologie des mécanismes de ibgle. ment des conflits (1050-1200), « Annales. BSC », 5 (1986), pp. 1107-1133, abora en Living with the Dead in the Middle Ages, Whaca, 1994; P. Gary, Extra-Judicial Means of Conflict Resolution en La slusticia nell'alto medioevo (Secoli V-Vill){Settimane di studio del Centro italiano di stud sal’al. to medicevo. 42}, Spoleto, 1995, 569-601; W. Davies — P. Fouracns (eds.) The Settlement of Disputes in Early Medieval Europe, Cambridge, 1986; LL. Comaorr ~ §. RoneRts, Rules and Processes: The Cultural Logic of Dispute in an African Contest, Chicago, University of Chieago, 1986. 7A. Mencttsw Avvanez, EI arbitruje: estudio histérica jurtdico, Sevilla, Universidad (Anales de Ia Universidad Hispalense: Serie Derecho : nim. 43), 1981 “S. Wate, Pactuum: M, CLANcaY, Law and Love in the Midilte Ages, J. Bossy (ed.), Disputes and Settlement: Law and Human Relations in the West, Londres, Nueva York, Melbourne, Cambridge University Pcess, 1983, pp. 47-67; iais observaciones en Isabel ALFONSO, Resoluetin do disputas y précticas judiciales en el Burgos medieval, en Burgos en ia Plena Edad Media, « Ill Jornadas burgalesas de historia », Burgos, 1994, pp. 211-241, p. 233. 48 ISABEL ALFONSO. Judicium, entendiendo que un juicio o sentencia puede terminar una dis- puta entre dos partes, pero no puede restablecer la paz entre ellos®. No se tenja en cuenta tampoco que nuestros cédigos legates més romanistes como el Espéculo 0 Tas Partidas’, aquellos que se considera venfan a abolir -teéricamente al menos— las formas mas arcaicas de justi- cia y a imponer ottos modos de juzgar més justos y racionales, contem- plaban también las formas acordadas de resolver diferencias. Es més, la avenencia era postulada como cosa que los omes deben mucho cobdiciar entre si, ¢ mayormente aquellos que han pleyto, 0 contienda sobre alguna raz6n en que cuidan aver derecho. E por ende decimos, que quando algunos meten sus pleytos en mano de auenidores, que aquellos que Io reciben, mucho se deuen trabajar de los auenir, juzgandolos, ¢ librandotos, de manera que finquen on paz. (Partida 111.4.26) La paz se resaltaba como objetivo principal de la resolucién, des- tacando la funci6n de los avenidores en el proceso y la naturaleza judicial de éstos como juzgadores de albedrfo, cuya designacién debia ser también acordada (‘...Mlas los otros jueces de alvedrio non pueden ser puestos, si non por avenencia de ambas las partes, asi como suso es dicho’, Partida TIL. 4.1,2)*. Este mismo titulo 4 de la Tercera Partida contiene una amplia regulacién del proceso conciliatorio, con disposiciones sobre las maneras que puede haber de jueces de auenencia, cémo deben ser puestos, qué cosas pueden, 0 no, ponerse en sus manos; quignes pueden hacerlo; cémo deben librar estos pleitos; etc. (Partida TIL.4.23 a 35). _. También en el Fuero Viejo los arbitros son amigos, y el término avenencia se usa para referirse al acuerdo de las partes en nombrarlos (IILI.1). En general, igual que en el derecho local que también regula estos modos de resolucién, se denomina a los arbitros con terminologias © Expresién que White utilizaba para titular el articulo citado en n, 3, convertido ya en un cld- sioo en esta materia, 7 Cito por la edicién de Gregorio Lovez, Lox Cédigos espafiotes concordades y anotados, ‘Madrid, 1848. _ . * Sinnilar a Eypécuto: *...Aun y a otros alcalles a quie Haman de avenencia. E estos pueden ser ‘puestos con plazer de amas las partes’ (TV.2) y Fuero Reat. ‘Alealde..a placer de amas las partes, que to tomen por avenencia, para jugar algun pleito... (7.2); ‘alealdes de avenencia en que las partes avinieren de estar a su juicio..” (H13). _ > Bdici6n tambiés de Gregorio Loeez, Los Cédigos expaitoles LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR 49 que destacan su carécter judicial y su funcién conciliadora, avenidora, convenidora: alcaldes ¢ abenidores (Fuero de Septilveda, 195); alcaldes de conveniencia (Fuero de Plasencia, 714), Varias son las nociones que articulan este Iéxico juridico que pien- so merece Ta pena retener: avenir (a veces se dice componer), amigar, paci- ficar, como objetivos de este juyzio de auenidores (Partida III. 4.35) que quiere tanto dezir como aluedriadores e comunales amigos (Partida T11.4.23) que juzgan segtin su aluedrio. La nocién de albedrio que deja la resoluci6n al criterio e ideas de los propios jueces avenidores, esos que se dicen amigos comunales de las partes, que ellas mismas han elegido para que intervengan en la resolucién de sus diferencias, parece recoger la dis- tincién romano-candnica que distingue a estos «arbitradores» de los «rbi- tros» propiamente dichos, aquellos que resuelven conforme a derecho, y aunque en la doctrina y en la casuistica del cédigo alfonsino esas dos for- mas de arbitraje queden confundidas"', se percihe 1a distinta cualidad que puede ser atribuida a los terceros intervinientes. Sin embargo, no convie- ne olvidar el cardcter meramente formal de esta dicotomfa entre una reso- lucién normativa y otra producto de la decisién personal de los juzgado- res, por cuanto los criterios utilizados en una resoluci6n amistosa, en nin- gtin caso quedan fuera del derecho. Ciertamente, pueden no invocar un derecho sustantivo pero siempre remiten a las concepciones comunes de Jo justo, a ese sentido moral del derecho que es compartido por un univer- so social més amplio que el mds restringido y formalizado de los foros ins- titucionales", La dialéctica, en cualquier caso, entre normas y practicas de resolucién es muy compleja y forma parte de una de las lineas de investi- gacién actuales de mayor interés, como tendremos ocasién de comentar mis adelante. En estas paginas mi intencién no es tanto el andlisis de la cultura Juridica sobre la negociacién contenida en estos cédigos legales, a pesar de su indudable interés, como resefiar algunos aspectos de las practicas mds comunes de negociacién en la resolucién de disputas que considero siguen ocupando el centro de un debate importante en el contexto de este coloquio. Se trata de examinar cémo se negocian ias resoluciones judicial y extrajudicialmente, cual es la relacién que puede darse entre estas dos A. MeRCHAN, ap. cit, p. 68, donde aporta més datos, ' Ast Io sefiala MERCHAN, op. cit, pp. 69-77, Esta imbricacién social es cl tera central en los trabajos reunidos en Peter Coss (ed.) The Moral World of the Lays, Cambridge, 2000. 50 ISABEL ALFONSO formas de resolucién, qué lugar ocupan las normas en unos y otros foros, De observar también c6mo unas y otras practicas se ven afectadas por el grado de formalizacion de las estructuras de poder, comprendidas las pro- pias instancias judiciales. Para cllo, tomaré como referencia los trabajos que he dedicado a este tema en el Ambito de Castilla y Leon". Tal vez la principal conclusién de estos estudios, al menos para el tema que nos ocupa, en los que adopté decididamente un enfoque «proce- sual», fue comprobar el caricter negociado ~incluso en el Ambito de los mas formalizados tribunales regios— de muchas de las resoluciones de dis- putas que la documentacién conservada permitia contextualizar minima- mente. Comprobacién que venfa a cuestionar determinadas concepciones muy arraigadas en nuestra historiograffa que aparecerdn al hilo de la pre- sentacion de alguno de los litigios que utilizaré para comentar aspectos concretos de esos procesos y de Ia seméntica que los designa", El conjunto mayor de casos analizados se referfa a disputas por la tierra entre instituciones eclesidsticas y linajes locales, que son el tipo de conflicto del que se conserva més informacién, en areas castellanas de la Bureba articuladas en torno al monasterio de Ofia, o leonesas en el cfrcu- lo de poder de la catedral de Ledn o del gran cenobio de Sahagtin. El estu- dio de estas disputas permitié observar que los antagonismos entre estos grupos laicos y las instituciones eclesidsticas eran parte de una interaccion social més compleja, en la que no estaban ausentes las alianzas, siendo el cardcter fragmentado tanto de propiedad como del poder que conlleva, un componente principal de unos y otras. La negociacién de relaciones en estos marcos locales constituia uno de los objetivos, no declarados, de liti- gar, o lo que es lo mismo, disputar podia plantearse como una estrategia de negociacién. Con cierta brevedad aludiré a alguno de estos conflictos. En 1229, y después de disputas intermitentes entre el monasterio de Offa y unos infanzones de Tamayo, villa préxima al monasterio, por 8 Jsabel ALFONSO, Resolucidn de disputas...; Litigios por la terra y “malfetrtas” entre la nobleza medieval castellania-leonesa, en monografico coordinado por I. ALFONSO, Desarvolia legal, prdcticas judiciales y aceién potitica en la Europa medieval, « Hispania », 197 (1997), pp. 917-995 Campesinado y derecho: la via legal de su lucha (Castilla y Ledn, sighos X-X1il), « Notivisrio de Historia Agraria », 13, 1997, pp. 15-31; Conflictos en las behetrfas en Carlos ESTEPA y Cristina JULAR (0ds.) Los seftorlos de behetrfa, Madrid, 2001, pp. 228-259. Isabel ALFONSO y Cristina JULAR, Ohta contra Frias o ef pleito de fos clen testigos, « Revista de Fulad Media », 3 (2000), pp. 61-88. Remito iguaimente a la bibliograffa mas extensa en ellos citada * Los casos citadus estén mis desarrollados y contextualizadas en los trabajos indicados en la nota correspondiente, LENGUAIE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR 51 derechos contradictorios sobre heredades en dicha villa, llevadas ante dife- rentes foros, el conflicto Hega al tribunal regio. El documento que lo regis- tra", permite advertir el lenguaje de los acuerdos en un foro tradicional- mente considerado el lugar de las adjudicaciones por excelencia, en el que dicen aplicarse normas explicitas de derecho, donde una de las partes salfa victoriosa y la otra era declarada culpable. Sin embargo, lo que hace el rey Fernando IIT es confirmar [a avenencia que a partir de una pesquisa habia realizado don Lope Diaz de Haro, uno de Jos magnates castellanos que en ese momento era Adelantado, La pesquisa se habfa levado a cabo para averiguar las heredades de behetria que los caballeros reclamaban al monasterio, alegando que éste las habia comprado de sus vasallos después de que en las Cortes de Najera se hubiesen prohibido tales transferencias. El resultado de esta averiguacién fue que s6lo dos solares eran de los caba~ Heros, los cuales a partir de entonces se avienen a no reclamar ninguno mas a Offa, ni a adquirirlos de sus vasallos: et por estas demandas que eran entr’ellos, don Lop Diaz, a plazer damas las partes fizo tal abenencia, que aquellos dos sofares de la benfettia sobre- dichos, que fuesen de los caualleros, et de los solares que eran del mones- terio que se partiessen dellos et que non pudiesen comprar los hereda- mientos destos solates del monesterio. Et desta abenengia que don Lope Diaz fizo entr'ellos, pidieron merged amas las partes a mi rey don Ferrando, que gela confirme et que gela otorgue con mi carta. Et yo don Ferrando por la gracia de Dios rey de Castiella ct de Toledo, por mego del abbad, et de Garei Lopez et de don Tello, et de Lope Garcia, que abenidos uinieron ante mi, que yo que esta abenencia otorgase et confir- mase, et yo otorgola et confirmola et con mi carta robrola, et fiz sellar con mio siello pendicn’t. En este litigio se observa que la norma de Najera invocada que jus- tifica la reclamacién de los infanzones no es cuestionada, ni tampoco Lo son las compraventas denunciadas, lo que se discute son los hechos, en este caso las fechas en las que. tales transferencias se habian realizado. El acuerdo —una negociacién— es arbitrado por una autoridad territorial y rati- ficado por el mismo rey. En otras situaciones, también en este mismo Ambito del dominio del cenobio burgalés, se documentan formas de resolucién mis directas, Juan del ALamo, Coleccién diplomdtica de San Salvador de Oita (822-1284), Madrid, CSIC, 1950, doe. 452. 52 ISABEL ALFONSO. sin intermediarios, al menos formales. Es el caso del acuerdo que parece buscado por Offa, después de reclamaciones infructuosas, con algunos parientes de los infanzones de Tamayo mencionados antes, Los términos de este acuerdo son claramente los de una negociacién «directa». En 1287°5, el prior y convento de Ofia dicen hacer pleyto ¢ postura conuusco, dofia Toda Ortiz, hija de don Sancho Martinez de Briviesca, describiendo a continuacién Jos {tems de tal pacto: — los monjes le dan durante su vida Ja casa que poseen en Piernigas con los vasallos y todos Jos derechos que allf tienen, que ha de devolver a su muerte con todas las mejoras que haya hecho, respetando también la situacién de los propios vasallos; a cambio recibirdn todo lo que en otro lugar venfan reclaman- do en disputas previas y que en ese momento esta en posesién de la jer; men ademés ésta se compromete a gestionar la particién de la heren- cia con sus primos, para que el monasterio pueda recibir lo que le corres- ponde. — se establecen también otras condiciones de garantfa que no son del caso ahora. — las dos partes de «mancomtin» dicen otorgar y tener por firme lo escrito en [a carta, rogando al escribano piiblico en Offa que haga sendas cartas partidas por abe, selladas cada una con el sello de fa otra parte. — la negociacién tiene lugar ante testigos, redundantemente pre- sentados viendo, oyendo y presenciando el acto, cuyo testimonio avalaré el cumplimiento del acuerdo. | Parece que a Offa no siempre le fue posible lograr acuerdos de este tipo, directos, bilaterales, con estas mismas familias, como se deduce de las dificultades surgidas en torno a la permuta de dos casas o centros de explotacion en villas diferentes. No se especifica el cardcter de estas difi- cultades, pero en un escrito de 1294" se indica que por razon que non se podien abenir en el camio, pusieronlo en amigos, y més tarde la no acep- tacion de los términos del intercambio, les conducira a un nuevo arbitraje, aunque el hecho de que los amigos mediadores parezcan surgir de los pro- pios grupos en litigio, otorga un caricter especial a los terceros intervi- "6 Tgabel Ocesa (e.), Dacumentacién def monasterio de San Saivador de ofta (1032-1350), Burgos, 1983-86, 4 vols., doc, 313 fen adelante: Ofia, Oceja, n° doc.) "Offa, Oceja, doc. 402. LENGUAIE ¥ PRACTICAS DE NEGOCIAR 53 nientes y acerca el proceso a uno de negociacién bilateral'*, Veamos cual es el relato de estos hechos: En 1294, mediante una formula muy corriente en este tipo de acuerdos, cada parte designa a uno de los «amigos» y nombra a otro de mancomin, declarando otorgarles poder para resolver como consideren oportuno y prometiendo aceptar lo que decidan (‘...et dieronles conplido poder que, quanto estos amigos mandasen abiniesen 0 conpusieresen o indgasen, amas las partes que esten por ello e que lo ayan por firme para siempre’), debiendo la parte que no cumpliese a la otra 9000 morabetinos, y manteniéndose la decision arbitral: e que uala lo que dixieren los ami- gos sobredichos. Este es pues el primer compromiso: designar a terceros y prometer aceptar su decisi6n, Una vez que los amigos, a ruego de ambas partes, reciben este pleito del cambio, como repite la carta, auido conseio con bonos ommes y por el poder que han recibido de las partes y con su consentimiento, deci- den, iudgando, mandar distribuir entre ambas los bienes objeto de la per- muta, La realizacién practica de este intercambio se presenta extremada- mente lenta, pues el documento incluye los fiadores que casi un afio des- pués de lo anterior da el caballero al monasterio para garantizar dicha per- muta bajo la pena estipulada, Es posible, por ello, deducir que el proceso mismo de negociar cumplia unas funciones concretas ajenas, o al menos tan importantes, como la propia resoluci6n final. Cada fase de esta nego- ciacién contaba con testigos para avalarla Sin embargo, el acuerdo conseguido no se mantiene. Durante 1295! el abad se querella repetidamente de que la otra parte esté ocupando sin su autoridad la casa que habia entregado en la permuta, por lo que deben acu- dir, cinco afios después, a otro arbitraje, que esta vez, es presentado con un lenguaje més técnico™. Asf en 1300 en un acto piiblico, en el cementerio de laiglesia de San Roman en Burgos, ante varios alcaldes y escribanos de esta ciudad las partes se comprometen de nuevo a someterse a la decisién de alcaldes, arbitros e amigables componedores en los pleytos e en las deman- das que tienen entre ellos. El tiempo ha pasado y ahora al caballero de Tamayo Ie acompaiia su hijo. En este nuevo acto las partes se dicen abeni- " Sobre las formas que pueden revestir las resoluciones, Norbert Roan, L'Anthropologie Suridique, Patis, 1990, * Ofia, Oceja, doc. 417, * |300-1301, Ofa, Oceja, docs. 467, 468, 469, 54 ISABEL ALFONSO das en poner todas estas demandas e querellas ¢ contiendas e pleytos sobre- dichos....en manos e en poder de amigos, ¢ ponemoslos e metemoslos en so poder e en so mano... Son tres los amigos nombrades: dos alcaldes del rey y un prior del monasterio, calificados también de ommes buenos, que oiran Jas demandas de cada parte y todo lo que quieran razonar delante de ellos: su los dichos amigos que sepan toda Ja verdat por quantas partes la pudie- Ten saber en qualquier manera que ellos por bien touieren, guardando la orden del fuero e del derecho 0 non la guardando. E todo quanto ellos, todos tres en vno 0 Jos dos dellos sin ell otto, mandaren o iudgaren 0 com: pusieren o abinieren o aluedriaren, quier por fuero, quier por inyzto, quier por aluedrio, iudgando, arbitrando, componiendo o abiniendo en qual- quier manera que ellos por bien tonieren, amas las partes lo otorgamos ¢ lo auemos e lo auremos por firme agora ¢ en todo tiempo [Y si no Jo hacen pechen aa otra parte 1000 maravedies por postura e paramiento]. E fa pos- ura pagada o non pagada, que vala lo que ellos, fodos tres en yno o los dos dellos sin el! otro, mandaren o jugaren o compusieren o abinieren 0 aluc~ driaren, en qualguier manera que lo ellos dixicren 0 por bien touieren, Sin duda, hay mucho de formulario en esta redaccién, pero el hecho de que en una formula empiecen a fusionarse las distintas vias de Hegar a un acuerdo, los aspectos diversos que caben en una negociacién, poniendo el énfasis en la fuerza de la decision tomada por los terceros ele- gidos, en el acuerdo final logrado, més que en la legalidad de los medios de averiguacién de lo ocurrido, o en el modo de decidirlo, merece ser teni- do en cuenta y prestar atenci6n a los términos subrayados, que indican que los procedimientos se podian atener -o no- a fuero y a derecho. Siendo esta flexibilidad, reconocida explicitamente, ante las normas (no de las normas, como suele decirse) la que también debe ser recordada. ‘Las partes se obligan a aparecer, en cualquier tiempo y lugar, por si o por sus personeros, a cualquier emplazamiento que les hagan los hom- bres buenos que arbitran bajo pena de 20 mrs. sino acudieran. Y les dan poder para seguir el pleito y que valga como si estuviesen presentes si des- pués de tres convocatorias no se presentan. El abad y convento también hacen explicito el compromiso de estar © cumplir todo quanto fuere iud- gado por los amigos sobredichos. Piden ademés al rey y a su adelantado mayor en Castilla que hagan cumplir lo que estos amigos iugaren 0 com- pusieren o abinieren, y prometen igualmente, bajo pena de 1000 mrs., que no actuardn contra ellos por lo que decidan: LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR 55 .-prometemos que a estos ommes buenos, en cuyo mano ¢ en cuyo poder metemos estos pleytos e querellas ¢ contiendas ¢ demandas sobredichas, que les nunca mouamos pleyto nin querellemos dellos nin contra ellos por cosa que digan o fagan o judguen © aluedrien o fablen en estos pleytos sobredichos ‘Terminan dando fiadores que se hacen cargo del compromiso para que sea guardado y cumplido, y pidiendo que sea escrito por el escribano ptiblico de Burgos en tres cartas ptiblicas. Se ha conservado igualmente la decisién que un mes después toma- ron los amigos nombrados en la iglesia de Santa Marfa en Burgos dentro del claustro nuevo, los cuales componiendo, abiniendo, aluedriando, man- dando iudgamos, distribuir entre las partes aquello que consideraban debia corresponderles, que es detaflado en la carta, El cardcter de transaccién de esta resolucién, de la posiblemente may discutida negociacién, se refleja bien cn una tiltima cldusula en la que estos jueces se atreven, como expli- citamente dicen, a conceder cierta suma de maravedies y cierta cantidad de fanegas de trigo y de cebada a los litigantes laicos para estimular su com- promiso, es decir, para que ayan siempre mayor talento de seruir al monas- terio de Onna e de guardar los bonos debdos que an con el abbat e con el conuento, y acepten mejor la decisién tomada que, sin duda, no les favore- cfa, La naturaleza de este tipo de érbitros, a complejidad de su labor, que traduce claramente su vinculacién a las partes asf como el conocimiento del asunto en el que han de mediar y del contexto en que se produce, es decir, de la correlacién de fuerzas de los que disputan y de ta red social en la que todos ellos estan inmersos, incluidos los propios mediadores, cuyo interés no queda fuera tampoco de estos procesos”', Otro caso, éste del entorno del obispo y cabildo leonés permite constatar esta dindmica social en la que disputar y negociar son signo y resultado de la concurrencia entre grupos sociales laicos de la baja nobleza e instituciones eclesidsticas que debaten asi su poder y relaciones locales”. * La posicion de poder de los tereorus que median en las resoluciones es destacada por J.L. Comanorr ~ 8. Ronenrs, Rules and Processes. Los intereses de los propios mediadores son puestos de relieve en un caso concreto por Stéphane PEQUIGNOT, "Interponere partes suas”. Les bons offices de Jacques If d'Aragon entre tes cours de Naples et de Majorque (1301-1304) en Jean-Marie Moran (od.) L'tmsercession di Moyen Age & l’époque moderne. Autour d'une pratique sociale, Ginebra, Droz, 2004, pp. 215-261 2 Isabel ALFONSO, Lifigios por la tierra, pp. 929-942 *6 ISABEL ALFONSO Es el pacto que en 1117 concluyen el obispo de Leén y un grupo de inf zones como solucién a una dispata por las heredades de un mnonastene sobre el que las dos partes alegaban tener derechos, Efectivamente, al anc. riguar que todos posefan alguno, acordaron en concilio realizar ol parry registrado (conuenerunt concilium et fecerunt inter se pactum simul ala, citum tali uidelicet pactione). En una primera parte, especificaban fad eg infanzones renunciasen a las heredades mondsticas que retenfan (gine ipng hereditarié dimittant hereditates ipsius monasterit quas retinent):¥ gue el obispo construyese y poblase el monasterio, debiendo contar con el onec, io de aguetos para poner y deponer al abad (et episcepus construat et aun illud monasterium, et per consilium eorum preponat et deponat Los herederos, como son denominados también los infanzones, se comprometen, en una segunda parte, a utilizar su poder para proteger incrementar los bienes y heredades del monasterio disputado (et quod ipsi hereditarii semper ausilientur sui rebus abbatiipsius monasteri, et defen, dant pro posse suo, et amplificent illud monasterium suis hereditatibus). el abad a su vez.a acogerlos en la institucién cuando lo necesitasen, inet S0 4 recibirlos en caso de extrema pobreza para morar y servir a Dios en él como herederos (et quicumque illorum pertransiens in monasterio hos. pitari uoluerit, recipiatur sicut hereditarius, non agrauantur, sed pro ss ¢ abbatis, et si forte aliquis illorum ad inopiam deuenerit, atgue in mona. terio movavi et ibidem Deo deseruire uoluerit, recipiatur et honeste tere. atur pro posse abbatis qui co tempore monasterio prefuerit), : me Este pacto, por tanto, que es garantizado con una sancién de 500 s1. para el infractor, reconoce a cada parte el rol que le es atribuido social mente: a los infanzones el de defensores del patrimonio abacial; y a los rnonjesy la institucién monéstica st papel como protectores en las diver ses sironstancias de necesidad qu asus, ahora, lads pueden sobreve- Un titimo caso, esta vez de la documentacién de Sahagin, permi- te ver cémo la renovacién de relaciones que resulta de este tipo de acuer- dos es heredada y negociada por los descendientes: es decir documenta dos fases generacionales de esta dindmi s6l - sta dindmica que en otros casos sé ' 8 casos SOlo se dedu: © José M* FeanAnbez Caron, Colevcitin doc z ‘ cumental del archivo le Leén 1230), V (1109-1187), Leén, 1990, doc. 1358 fen adelante: Catedral “etc we toel fens LENGUAIE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR En 1199%, Fernando Pérez, perteneciente sin duda al mismo ¢ to social de 1a baja nobleza que los anteriores, llega a un acuerdo ct ptior don Pedro, en presencia de los hombres buenos de Villardi Caitizo, sobre una beredad en la primera de esas villas, de fa que junte sus parientes habfa intentado apropiarse violentamente: -facio talem convenienciam et talem Kartulam, coram bonis hominibus de Uillardiga et de Cannizo, super hereditate ce Uillardiga, quam ego per for- ciam et per meos parentes uolebam extorquere, ut nequaquam eam haberet domus Sancti Saluatoris. La narracién que viene a corroborar publicamente antiguas a zas y acuerdos entre cl monasterio y el padre del que habla, articul mediante el intercambio y tenencia de heredades, alude a un tipo de 1 ciaciones que parecen muy generalizadas y estén bastante bien docur tadas: la donacién de una tierra propia a una institucisn religiosa, a ¢ bio de Ja recepcidn de la misma y de otra del monasterio en tenencia* licia transmisible al hijo. Las dificultades de esta transmisidn geners pleitos como el que aqui se registra, en el que el heredero dice hab visto obligado a reclamar, recurriendo incluso a la fuerza, como estrat para que sus derechos, negados pot el monasterio, le fuesen reconoci« Super quam hereditatem talis era mea racio, videlicet: quod hereditas de Populatura, que est circa Cannizo, fuerat patris mei; ct ipsam hereditatem obtulerat pater meus, monasterio Sancti Saluatoris, tali conveniencia: ut esset amicus et familiasis domus Sancti Saluatoris scmper, et ut sepetiret se, sicut est sepullus, et ut ipsam hereditatem et Uillardiga teneret eam in uiita sua, et post mortem remaneret michi, filio suo, Fernando Petri; quod si michi non daretur, habebam ego recipere hereditatem de Populatura. Quod totum dominus prior dextruebat et nequaquam dicebat esse uerum, set fal- sum, Consiguiendo de este modo una nueva conveniencia que ven renovar sobre bases similares, aunque en este caso renunciando a ins} en sus demandas, las relaciones de amistad y familiaridad que anter mente habfa trabado el padre: 2 Marta HERRERO DE LA FURNTE, Coleccién diplomdtica de Sahagiin (857-1230), W-(1 1109), Leén, 1988, doc. 1530 fen adelante: Sahagiin, n° doc.) 32. R, Séitaz BELA M Siena, Cutélogo de a Corona de Arugén, 1 32K. Sautend 1 Li Corona a’ Aragé, (410- 34, R. SALICRE Ley clas ota Catalunya de tra fugues, Barcelo, | 35. M, SANCHEZ Ma fonancas wybanas en 1999, 36, MT, Foret; 1 Catatana a la Mediter Bareslona, 1999, 3T.R SALICRU UL de Graerda del rena 11458), Barcelona, 193 “8. MAT, Feces J, Je Tiberias, Barcelona 139, P, OxTEGA, Me 2000, 40, MoT, Pune 8 vescar en ef Mediterr 41, P, Otte Goss, medieval: Barcelona, 42, MT, Peaaen; J eat durant Fake XVUN), Bareelons, 20 43, J. Mori Ba dues vites ded Cvnp XIV-NY, Barcelona 2 4a, A. Diaz Boos 1323-1538, Busco 45. IMutaé Vive Pru del Cap de Bas 46, A. DIAZ Bows Yalencla ee? en ‘Barcelona, 202, 47.D.Duzan Duss guer Benet a Ren Bareclona, 2002. 48. F Raxonco 6 Catan de 1378, 49, D.Dimaw Dux Laajo dominio de Alf Coteesiét docimnet '30, M, SANCHEZ I na de Aragon dr 51, PBENAD 1 sinengapagese a | 52, J, Hennanvo Barcelona: blocs 2008. Sh CYea 1 Al medieval segons ¢ Canes (Barcelona, ‘34, J.MuTo2 Vi sindadaa en to Bi 2004. 135. F, Vines Pu perdi”. La ges fatal (Cervera, 1 ‘56. BALES R dona y su extorno Barceloms, 2008, ‘97, EBAUCELIS celona y ser entorm 1, Barcelona, 200: ‘58. La Coron imediverrani aia B ‘59, MIT. Par Lay Corona «ata Filad Medio, Bare 60) V, HARTA die Toume de Wit ‘colons, 2005 (61 Negociat Age, Barcelona, usteacion dei ¢ res ingleses ea sin, Venezia (4 58 ISABEL ALFONSO ‘Tandem, remota perfidia et pace ex utraque parte reformata, ego Fernandus Pefti, qui hoc totum inquirebum, pro remedio anime mee et pro abluendis, peceatorum meorum facinoribus, dimisi spontanea uoluntate ut amptius talia non inquirirem, et ut ipsi monachi reciperent me in orationibus suis et in spiritualibus bonis, in wita et in morte, Disputar, reclamando derechos hereditarios variados, como en estos casos, parece ser por tanto elemento importante de una estrategia més amplia dirigida a la definicin recurrente, mediante negociaciones de este tipo, de relaciones de poder en Ambitos locales. Las vias y métodos usados, los foros donde estas reclamaciones se ventilaban difieren, pero incluso en los pactos que parecen més directos, es la presencia de un ptibli- co en cierta medida institucionalizado, como el de las asambleas 0 conci- lios locales invocados, de la que sin duda extraian su fortaleza y efectivi- dad este tipo de negociaciones. Uno de los aspectos de mayor interés de los estudios realizados fue comprobar la imbricacidn que, én algunos casos, cabfa observar entre justicia regia, justicia arbitral y resolucién negociada. Esta conexién entre medios judiciales y otros mas informales de resolver los conflictos impi- de seguir manteniendo la distincién tan generalizada respecto a la natura- leza de unas y otras. Los litigantes acuden y utilizan estratégicamente las distintas posibilidades que estén a su alcance, para resolver sus diferencias © lograr lo que se proponen, Asi lo vimos en el litigio entre los infanzones de Tamaiio y Offa que terminan, al menos documentalmente, apelando a la autoridad del rey para confirmar una avenencia previa. Pero estas distintas vias utilizables quedan excepcionalmente ilustradas, debido a la muy rica informacién conservada, en un pleito que durante mucho tiempo enfrenté al mismo monasterio de Ofia esta vez con el concejo de Frias por los efec- tos que la poblaci6n y dotacién de esta villa regia tuvieron sobre el patri- monio y sefforfo mondstico. De modo muy breve describiré las fases docu- mentadas de este largo conflicto”’, — en 1270 en Ja corte regia en Burgos, los procuradores de las par- tes acuerdan hacer pesquisa para averiguar la verdad sobre los bienes y derechos disputados, interviniendo en el nombramiento de los pesquisido- res encargados de realizarla, que son dos alcaldes regios, y dando el rey un tercero, El cardcter arbitral del proceso se deriva, pues, de esta avenencia 2° Un anilisis muy detallado de este conflicto en I. ALFONSO y C. JuLAR, Offa contra Frias al {que remito para mayor informacion, LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR inicial sobre la prueba a realizar y en la designacién de quienes hab Jlevarla a cabo, sin que la autoridad regia quede fuera del procesos, ~ diez afios después, en 1280, la resolucién del pleito es pue manos de tres alcaldes étbitros, también designados por la partes mandato del rey Alfonso en la figura de su hijo el infante Sancho ( @ voluntad de amas las partes e por mandamiento del infante Sai Arbitraje y autoridad regia se mantienen vinculados. — en 1281 una primera sentencia arbitral es favorable al mo rio. No hay datos sobre los procesos de negociacién que sin duda e: ron para llegar a esa resolucién; lo que se establece y publicita es una dad judicial» que legitima la resolucién alcanzada. ~ esta sentencia arbitral necesitaré de tres ejecuciones: d 1281, cuando de modo ritual, lugar por lugar y ante muchos testig hace la entrega a Ofia de los bienes reconocidos en el juicio; y 0! 1282. en 1283, sin embargo, se produce fa reapertura del pleito d a la reclamacién de Offa, alegando que los de Frias habian invalidé resolucién anterior mediante la obtencién de una carta ilegal (desafo del rey Sancho, Esta estrategia del concejo y su efectividad, al 1 momenténea, indica bien los cortacireuitos a que en la préctica ¢ sometido el poder central. —no hay més noticias hasta que casi diez afios més tard 129277, se registra una resolucién pactada directamente por los litig con el objetivo, retérico pero realista, de poder beuir los nos con los en paz e mas sosegadamente de lo que hasta entonces habfan vivide respetar las obligaciones que entre ellos se debian, mediante una £ abenencia e amor que concretan por escrito: Sepan quantos esta carta uieren como nos don Domingo, por Ja gracia de Dios abbad de Onna, et el conuiento des mismo togar et nos, el conceio & > La funcién mediadora de fos pesquisidores es muy evidente en las disposiciones del Fi Pucbla de Sanabria de 1220 [25] “E si algunos omes ovieren entre sf contlenda @ metieren ¢ ‘en mano de pesquisidores, aquellos pesquisidores avéngantos a buena fe sin mal enganno de suissa: que si fos contendedores fueran de Ia villa, los pesquistdores avénganlos fasta tence si fueren del alfo, fasta nueve dias; mds si fueren de fuera det alfoz o de su término, avéngalo que tornaren « la villa; ¢ si ef pesquisidor parare el pleito por revuelta, peche ta demanda ¢ delante non faga ninguna pesquisa”, Justiniano RODRIGUEZ, Los fueros locales de la provit Zamora, Leda, 1990, doc. 42 » 1202, Ofta, Oceja, doc, 381. 32, R, SAwvz DE L Sijena. Cardlogo Corona de Aragéa, 33, R-Sauic Corona d'Aragd, ‘34, R. Saeae 1 claus aa Catatany tra fugues, Barcel 35. M, Saxcnez finances arbanas 1998. 36, MT Pena Catalan a la Med Barcelona, 1999. 237.B, Sauce] 6 Granada: det re 1458}, Barcelona, | 38, MT, Perse la tiberat, Barcel 30. P Ont, M 2000, 40.M.T. ena vases nel Medi 45. B. Ox Gos medieval: Barcel 42. MET. Fase coral drat VEZ XVII), Barcelona, 43, J, Morsco tues vile dei Cam XIV-XV, Baroelon 44, A, Disa Bi 1523-1539, Barceh 45, EMurce V1 aw del Comp de 46, A. Diaz Bi Veneta en eft Bareelona, 2002, 47.D.Deran Di sguer Benet a Ro Buceelona, 2002. AB, B. ReDONDY Catalanyes de 137 49, Duras D bajo dominio de Coleeclén docw ‘30, M, Sancti a de Aragein dr $1, PBav0 1 tinenca pagesa 2003. ‘52, 1, HexNAND ‘arcelon Blanc 2003. 33, CVA 1 medieval segons Canes (Barcelon 34. [Murat 7 ‘judadana en ta 2004, 135, P, Veaoks I perdicia”. ta ge ‘atal (Cerver 36, J Bavcees Jona ys entorn Barcelona, 2004, 157, LBabcEL celonay eho LU, Barcelona, 20 ‘38, La Coron imedlterrani ata ‘59, MT Fert Lat Corona cata Edad Media, Bu ‘60, V Human dle Jaume de Mit colons, 2005) 61. Negaciar Age, Barcelona, lustracin de a res ingleses en la in, Venezia, ©. | 60 ISABEL ALFONSO. el alcalle e los jurados de Frias, de uilla e de aldeas, queriendo catar carre- ‘ra en commo siempre aya entre nos buena abenencia e amor e podamos peur los unos con tos ofros en paz e mus sosegadamente que fasta aqut uis- quiemos, agora e en todo tiempo, € sean siempre guardados tos buenos debdos que auemos fos tmos con {os otros, vetrimos abenidos de fazer abe- nencia e camio en la manera que aqui sera escripto. En esta avenencia explican los motivos practicos por los que deci- den el cambio, que se resumen en que cada uno reciba los bienes que res- pectivamente le quedan més préximos, reconociendo la bondad que se deriva de ello: E por esta razon, podremos beuir siempre en paz los unos con los otros enon fincara y razon ninguna porque deuamos dagqui ade- lante contender nin auer pleyto en uno. Esta tansaccién, denominada postura ¢ firmedumbre, es una amaniobra jurfdica que ilustra bien Ia relacién entre justicia y negociacién, pues el acuerdo entre los litigantes aboca en esta ultima fase del largo pro- ceso en fundamentos cada vez mds pragmiaticos, utilizando subterfugios legales interesantes, como son acatar el juicio o sentencia anterior de jos alcaldes arbitros, pese a la modificacién que supone exceptuar los bienes que ahora permutan y, por supuesto, acatar, pese a Jo directo de la nego- ciacién, la voluntad regia, ya que de otro modo lo acordado no podria mantenerse (plaziendo al rey nuestro sennor e firmandolo por sus cartas, ca en otra manera non se podria fazer que estable fuesse pora ninguna de las partes). Sancho TV efectivamente confirma un afio mas tarde en nom- bre del concejo este cambio que amas las partes abenieronse de aver entre siamor é se partir de contienda ¢ de porfia’. Hay, pot tanto, una clara aceptaciGn por parte de la autoridad regia y de sus instituciones de la bon- dad de estas negociaciones extrajudiciales, directas ¢ informales, para una resolucién més efectiva de las diferencias entre las partes, en plena cohe- rencia por otro lado con el derecho recogido en Partidas antes comentado, Pero hay ademés otro aspecto de esta confirmacién regia de espe- cial importancia en el marco de Ia discusién sobre el papel de las normas en los procesos de negociacién para la resolucién de conflictos. Para garantizar gue nunca pudiera romperse la postura que concejo y monaste- rio acaban de realizar, el rey revoca una norma legal, aquella que prohibia que los bienes pertenecientes al realengo pasasen al abadengo, y que fos _ *8 1293, Offa, Oceja, doc, 399 LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR 61 de éste Jo hiciesen al realengo, norma que ya habfa sido invocada por los. caballeros de Tamayo para justificar sus reclamaciones a Offa en el litigio antes comentadg, La revocaci6n regia supondra que dicha norma, al con- trario de lo que se venfa haciendo desde las Cortes de Najera donde fue establecida hacfa mas de un siglo, nunca pudiera ser alegada para romper la permuta que habian acordado, Este caso muestra claramente cémo nor- mas sustantivas pueden verse afectadas en los mismos procesos de resolu- cidn, incluso aquellos que, como éste, han seguido vias menos institucio- nales: Et tenemos por bien que se non enbargue nin se desate este camio en ningun tiempo del mundo por razon que es defendido que el reganlen- go non pase al abbadengo nin el abbadengo al reganlengo, nin por otra razon ninguna que pueda seer, mas que finque siempre firme e ualedero. ¥ este es otro de los aspectos que merecfa ser resaltado en estas paginas”. Las practicas de negociacién, que en los casos comentados hasta aqui estin protagonizadas sobre todo por capas de la baja nobleza, o de las elites urbanas, se documentan también entre otros grupos sociales, tanto en el mas alto nivel politico (y hay varias intervenciones en ese sentido en ef coloquio) como en las capas campesinas, tanto en su interaccién inter- na como en sus relaciones con otros grupos 0 instituciones. Respecto a la poblacién campesina, el estudio de los contextos en Jos que fueron poniéndose por escrito los estatutos que regulaban la vida local, es decir, los fueros, esos fueros breves donde tradicionalmente se veia la concreci6n de las condiciones impuestas por el sefior sobre un cam- pesinado sometido, ha permitido sin embargo mostrar el cardcter transac- cional de muchas de esas cartas, al comprobar movimientos y acciones campesinas dirigidas a conseguir mejores condiciones de tenencia 0 de rentas, mayor movilidad y grado de disponibilidad sobre sus explotacio- nes, etc, en definitiva, mayor autonomia. Acciones que indican claramen- te la capacidad de los campesinos, organizados en pequefios concejos, para intervenir en 1a formalizaci6n juridica de sus demandas y para utili- zar estratégicamente los procedimientos legales. Se ha comprobado que la definicién normativa de fa relacién sefores/campesinos, plasmada en esos documentos forales, tuvo lugar en procesos de conflicto y negociacién continuados, donde el derecho funcionaba como atributo, pero también pardmetro, de legitimacién del poder, como un recurso para definir précti- * Sobre Ia invocacién de esta misma norma en otros pleitos ver I. ALFONSO, Conflictos en las dehertrias. 6 ISABEL ALFONSO cas y procesos reales, actividades y comportamientos, Los testimonios, por ejemplo, de la presién para que la ret6rica del buen sefior se cumplie- ra ilustran bien esta capacidad>. Comentaré un tltimo caso para mostrar una de la multiples for- mas en que puede concretarse esta capacidad negociadora de la poblacién rural, En 1315* varios cabezas de familia, algunos mujeres, que eran vasallos del rey, de la abadfa de Santillana y del monasterio de Ofia, pac- tan, por ellos y sus hijos, tornarse vasallos de Garcilaso de la Vega por- que les habfa favorecido fiscalmente (nos fizo bien y merced... nos fizo rraer quince pecheros de la cabeza de los padrones del rey) y ies habia protegido hasta entonces (nos amparastes fata agut). Estas gentes se comprometen a servirle como vasallos a seiior, a cambio de que éste, y su hijo o los que tengan el sefiorfo, les sigan protegiendo y amparando (que nos guarden y nos amparen, que ningunos non nos fagan tuerto nin demas). Dos aspectos merecen ser resefiados de este acuerdo. Por un lado, el proceso negociador interno a estas comunidades que hubo de darse para tomar la decisién de abandonar a sus sefiores tradicionales y apostar por uno nuevo; y por otro lado, no menos importante, la capaci- dad de plasmar por escrito los recursos de que dispondrfan en caso de que el nuevo sefior o sus oficiales no cumplieran lo pactado, es decir, si en vez de ampararles les hiciesen merto. Podrén entonces querellarse, primero ante sus mayordomos y después ante los mismos sefiores, y abandonarles y elegir otro si no cumplen (nos que tomemos seftor que nos faga dere- cho). Es cierto que como contrapartida se garantiza recfprocamente al sefior contra un abandono injustificado por parte de los vasallos, pues éstos han de aceptar que deberfan pagar por pleito y por postura que con- busco ponemos 50 maravedis cada persona, si siendo protegidos tomasen otro sefior, Las cldusulas que reconocen, aunque sea tedricamente, la capacidad de los campesinos de recurrir contra el incumplimiento de sus sefiores requieren ser estudiadas mas detenidamente porque en si mismas reflejan una cortelacién de fuerzas menos desequilibrada de lo que suele aceptarse™*, Tampoco deberfa minusvalorarse la importancia que en la construccién de una hegemonia frente a otros poderes sefioriales tiene el Patronazgo ofrecido a sus vasallos, como signo y resultado de la acumu- 21, ALFONSO, Campesinad y derecho. > Oita, Oceja, doc. 550, ™ Algunas de estas cliusulas son comentadas en I. ALFONSO, Campesinado y Derecho. LENGUAJE Y PRACTICAS DE NEGOCIAR 63 laci6n de capital politico que tal proteccién implica. Es en este tipo de pactos, ademis, donde Ia imagen moral, pero también normativa y politi- ca, con todo su significado prictico, del buen y del mal sefior, con st correlato del buen y mal vasallo, va quedando conformada, es deciz, es en estos procesos de enfrentamiento donde los valores que articulan una cul- tura politica compartida se construyen y operan. eek Varias son las conclusiones que se han ido apuntando a partir del anélisis de los modos de resolucién de conflictos en los Ambitos estudia- dos, desde la perspectiva procesual propuesta, que merecen ser destacados de nuevo en el marco de este coloquio: ~ La practica de resolver disputas a través de compromisos extra- judiciales por negociacién directa, mediacién de terceros 0 arbitrajes- fue, como en toda la Furopa medieval, un lugar comtin. Es més el predo- minio de resoluciones pactadas, de compromisos también en los tribuna- les regios, logrados a veces después de formas aparentemente tajantes de adjudicacién, muestran el interés de renegociar relaciones preexistentes a través de procesos de naturaleza claramente politica. La continuidad de estas formas de lucha y negocincién judicial y extrajudicial que se docu- mentan a lo largo de todo el perfodo cuestionan la incidencia atribuida a los desarrollos legales ¢ institucionales de los siglos XII y XIII. La exis- tencia de éstos sin duda fue importante pero en una relacidn dialéctica, no excluyente, que todavia necesita mas investigacién’. De hecho lo «infra- judicial> se ha convertido en un campo de estudios especifico para la €poca moderna, ~ La violencia no esta ausente, sino que es parte activa de los pro- cesos de resolucién por avenencia o compromiso, es parte de las estrate- gias para lograr una mejor posicion en las negociaciones, Este carécter estratégico que se observa en el uso de la violencia, no sirve para justifi- carla, pero si para sacarla de un discurso esencialista que la vincula a esta- ~ Fuc el planteamiento central del monogritico ditigido por I. ALFONSO, Desarrollo legeh, prdc- Seas judiciales y accién politica en ta Europa medieval, « Hispania », 197 (1997), pp. 879-1077, Sobre esta compleja relacién, una de las contrifuciones recientes die mayor interés In ofrece Chete Wicksan en Legge, pratiche e confltt: tibunali e risoluzione delle dispute nella Toscana del XIL secolo, Roma, Viella, 2000, 64 ISABEL ALFONSO dios sociales mas primitivos de desorden y anarqufa politicos consustan- ciales™, — El orden social parece pues en las sociedades medievales tam- bién mejor asegurado por formas negociadas de resolucién de conflictos que por el ejercicio coercitivo del aparato politico, Esto, sin embargo, no significa que el objetivo de toda negociacién sea conseguir la paz, como la retérica utilizada pretende, sino reproducir las posiciones de poder que generan los conflictos, cambiarlas 0, simplemente, limitarlas. Porque las cuestiones planteadas al principio, no pueden ser respondidas en abstrac- to sino que han de ser explicadas en relaci6n a los contextos en Jos que tales practicas de resolucién tienen lugar, pues no sdlo la semantica de la negociacién es una construccién cultural y cémo tal ha de ser entendida, sino que la correlacién de fuerzas, las diferencias de poder, entre las par- tes que negocian varia en grados muy diversos, siendo ésta una variable que ha de incluirse en cualquier modelo explicativo™. ~ La formacién de cédigos de valores y normas, que son referen- tes y recursos en los procesos de negociacién, y se construyen también en ellos, constituye un campo de investigaciGn al que es preciso prestar mas atencién.* 37, ALFONSO, Los nombres de la violencia y el control de su legitimacién, « Hispania >, 208 (2001), pp. 691-706; Warren Brown y Piotr Gorsicnt (eds.), Conflict in Medieval Europe : changing perspectives on society and eulture, Hampshire (England), Ashgate, 2003. 351, ALFONSO y C. JULAR, Oita conira Frias, Tema central del Proyecto de Investigacisn que dirijo, Cultura, lenguaje y prdcticas potticas on las sovledades medievates. Un estudio comparado sobre la construccién de valores compartidas y las formas de su contestacién, financiado por cl MCYT (BHA2002-03076]

You might also like