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Las historias pueden tener mil variantes, o ms bien, tienen s o s mil variantes, diferentes

perspectivas, y unx tambin elige, nunca neutral, siempre condicionadx, pero se puede optar,
jams se reduce a una sola forma y unx siempre toma decisiones al escribir algo. Escribir una
historia es meramente decidir, a cada paso, qu quiero contar y qu no, y cmo puedo contarlo,
qu forma le doy a esto que parece un desastre de emociones y experiencias que se me vienen de
repente y, sobre todo al escribir algo autobiogrfico, algo que de verdad te pas por el cuerpo, unx
decide qu tanto se quiere exponer. Es difcil, por lo menos para m esto ltimo, no quiero
quedarme sin nada guardado ah adentro, solamente para m misma, pero al mismo tiempo
necesito ponerle mi piel a las palabras, porque o sino las siento frvolas y distantes. Entonces, me
toca negociar con el lenguaje, porque hay ciertas frases o expresiones que siento que me delatan
de ms y hay veces que me siento mayor predispuesta a exponerme y otras no, hay veces que
prefiero la timidez de un relato ms ajeno y con el cual no me identifico, y otras en las que el
escribir una experiencia ms o menos traumtica deviene en una especie de terapia. Pero siempre
existe ese lmite y el pacto conmigo misma. De nuevo el qu debo relatar y cmo, para que duela
un poco pero no tanto, para que sea esttico pero al mismo tiempo no alejado del lenguaje
coloquial, para que sea algo verdadero pero que no deje el elemento ficcional que lo aparta de mi
vivencia real. Entonces, tambin me toca discutir con el lenguaje, exigirle las palabras que me
faltan para contar lo que quiero. A veces considerarlo intil e insuficiente, hacerle reproches y
reclamarle que podra funcionar mejor. Es frustrante laburar con el lenguaje y querer adornarlo y
organizarlo a nuestra manera. Ponerle nuestros sentidos a algo tan cargado ya de sentidos.

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