————____..,
[BIBLIOTECA
{DEL SEMINARIO
BE MISIONES
CapiruLoT
ORIGEN Y DESARROLLO DE LA ESCATOLOGIA
ENEL ANTIGUO TESTAMENTO
BIBLIOGRAFIA
Diesseits und Jenseits im Glauben des sparen Israt (Sttt-
La cuestién del origen, desarrollo y fijacién definitiva de las ideas
in veterotestamentaria es,
de él jes de signo positivo o negativo? El futuro esperado jsurge de
Ja propia historia 0 adviene a ella desde {Se articula en
acontecimientos plurales, que reactivan histérica sin ce-
0, que clausura la
tenen una doctrna nitarie 0 dogmé-
'W. Bax, «Jenslisvorselangen im38 PL. Bscatologia biblica
aludidos comienzan justamente preguntindose qué es y qué no es
ico en el material veterotestamentario 2. A tenor de las di-
diversifica también la localizacién de los ori-
ia del Antiguo Testamento y la reconstruccién
Conforme a nuestra intencién, y segin se ha avanzado ya,
éste nuestro planteamiento. Més bien convendré indagar,
cudl es la concepcién del tiempo vigente en las tradicion.
‘el Antiguo Testamento nos depara una
el fin de la historia y sus contenidos coneretos.
1. TIEMPO, PROMESA, HISTORIA
EL impac nuestra cultura nos ha habituado
hasta tal pur rpretar el tiempo como magnitud lineal y teleo-
16gica que hemos perdido edad que tal
visién implica. Fuera del mbi po suele
Ja naturaleza, como el de la antigiteds des y
milenarias culturas orientales, e3 ajeno a la concepcién del tiempo
que hoy resulta connatural en Occidente. Viviendo sometido al ritmo
jento y muerte..—, comprende su tiempo como in-
smo ritmo inexorable.
nes de la naturaleza, el mundo y sus fendmenos
cos son la epifania de -
‘onsagra la circularidai
bre, fragmento de ese c
tarse en la sacralidad
propiedad de reactu:
Lindblom), 120 (Th.C. Veiezea), 239 (F
rman) y, sobre
todo, 38008 (G. Wises, aextnalogie Hn Bese! thsoghe Spe
‘Someiverwir
"VA. Masso, Persona in teolgia (Napoli 1984), 15
CL La escatologia en el Antiguo Testamento 39
mente recuperable, indefinidamente repetible», es decir, un tiempo
‘aque no ‘ranscurre, que no constituye una duracién imeversible» *
1s ciclos eéstnicos, presidida por el esquema creaci
creacién, reproducido hasta el infnito 6.
‘Como el circulo no tiene principio ni fin,
estas cosmovisiones el decurso de la exist
cala individual como colectiva; al igual que el movimiento circular
no conduce a ninguna parte, sino que toma siempre, incansable, s0-
bre si, describiendo una eterna repeticién de lo mismo, asi el hombre
es un ser sin destino, un existente ayuno de teleologia.
Este circulo mégico de una temporalidad no histérica, etemamente
recurrente, en la que no puede haber un término porque no hay un
comienzo, ha sido roto por dos importantisimas aportaciones de la re-
velacién biblica: Ia fe en Ja ereacién y Ta esperanza en la promesa 7 El
Pentateuco los libros histicos del Antiguo Testamento comprenden,
consiguientemente, sobre el modo como Israel ha comprendido su in-
serciOn en el tiempo, ala uz de su experiencia religiosa.
4M. Bune, Lo sagrado yo profano (Madrid 1967), T1,¢f.R. Burne, Histo
7
0 eur una contaposicién ante entr os
rimeror momentos de cise else como40 PL Escatologia biblica
1, La fuente yabvista
El documento yahvista (J) representa el primer ensayo de Ia Bi-
sintética el decurso del tiempo y
historia de su pueblo en el horizonte de todos los
pucb 1ce partir no de Abrabam —origenes de Israel—, sino
{de Adin —origenes de la humanidad—: Gén 2,4ss, Su ensayo tiene
cardcter narrative, no especulativo; discure através
de relatos concretos, no de consideraciones abstractas. Lo que le in-
teresa consignar es de qué forma quiere Dios tratar al mundo y al
hombre, y como ha respondido éste al tratamiento divino. Lo que
surge dé ahi es una historia, entendida mis como hermenéutica del
presente y profecia del futuro que como crénica del pasado,
(Gén 2,8-17) se monta para expresar
plisticamente cual es el destino que Dios quiere para cl hombre; la
‘ondicin nativa de éste (el polvo de la estepa) pareveria consagrarlo
; su vida habria de
oducciOn gratuita en el enclave paradi-
esteparia sucede la més rca fetilidad y en
ra se ve contrarestada por la ofera de
idos por ef de
Dios, En fa obediencia a su mandato esd a vidas en la desobedien-
'A pattir de este planteamicnto y a lo largo de los cap. 3-11, J nos,
describe cusl ha sido la reaccién humana. El mandato del paraiso es
C1. Laescatologia en el Antiguo Testamento 4a
(Hay todavia espacio para la esperanza? Ante este desencadena-
‘miento salvaje de la rebelién humana, ;cudl seri la actitud divina?
‘He aqui uno de los rasgos més singulares de la teologia yahvista:
Jnos muestra a un Dios constantemente decepcionado por la maldad.
del hombre —«le pes6 (!) a Yahiveh haber hecho al hombren: 6,6—,
yy, con todo, tenazmente resuelto a no permit
‘Valezca sobre su bondad, decidido
salvacién, y no de perdiciOn. Los jui
les que Dios ful-
jidos con un contrapunto
de esperanza; la maldicién
-ontrapesa con la tutela de su integridad (v.15);
un ultimo testo, Nog; en fin, de la humanidad
abel va a surgir Abraham,
aparente que real, puesto que con Abraham entra en juego un factor
histérico nuevo, dotado de virtualidades universalistas insospecha-
das. Se trata de fa promesa ¥.
Eligiendo a Abraham, Dios parece apostar por una causa perdida.
Desarrajgado de su casa, de su tierra y de sus gentes, convertido de
sedentario bien acomodado en némada a la busqueda de una tierra
1 prototipo del hombre sin esperan-
la spes contra spem, de la esperanza
‘menos respaldada por garantias contan-
tanto mas acrisolada
tes y sonantes. £1 despojamiento que la llamada de Dios opera en
Abraham es justamente condicién de posibilidad del futuro mas es-
‘nuevo comienzo lo que habia sido sugerido en el del comienzo ab-
soluto de la historia con el recurso al precepto paradisiaco, y que ha
sido ya formulado en otro lugar de este libro: la tasa de futuro y
esperanza crece para el hombre en proporcién directa a su indigen-
cia, porque Dios es, en exclusiva, el funcamento de la auténtica es-
peranza humana.
«Vete...a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nacién
grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre, que servird de ben-
CPTI, $85-553; Gross, 66955; Vox Ra, «Vor-
3; G, Savten, Zukunft und Verbtssung (ich2 PL. Escatologia biblica
ciré a quienes te
de la tietray (Gén
12,2-3); asi reza la primera formula El expatriado
sera germen de una patria, el desarraigado del vinculo paterno ser
padre de generaciones.
dicién, Bendeciré a quienes te bet
de Siquem («a tu descendencia he
y, tras la separacién de Lot, en Betel (Gén
a promesa es fuertemente acentuada por
lo que ensarta las sucesivas generaciones,
Ja humanidad una en su pluralidad.
formulacin «es may antigua y se remonta hasta et tiempo de ls
ts juieto de Van Rao (Thaologe.., 130)
Cl. La escatologia en ef Antiguo Testamento 6
to. En esa situacién, la promesa de la tierra, que pareceria haberse
diluido en la de una cruel servidumbre, va a reactivarse a
‘He visto Ia afliccién de
sito divino imprime en el pueblo is
rante que habia impreso en Abraham la promesa, al sacarlo de su
casa y encaminarlo hacia un destino desconocido,
La gesta de Yahveh al lberar a su pueblo y adjudica
‘mana leche y mieb» constituye el recuerdo mas memoi
teologia de la alianza y la promesa.
israclitas saben que Ia naturaleza es
puesta por Yahveh al servicio de la historia, y que la historia es el
espacio de la salvacién,
Con la instalacién en Canadn, sin embargo, pareceria que la pro-
‘mesa ha agotado su capacidad dinémica en la medida en que ha ac-
cedido a su cumpli pueblo ha Hlegado a la meta. Con
is « entreabrir el horizonte: «lo veo,
en tomo al cual se elabor
la pro-
‘mesa reemerge y se encamna en la expectacin de una figura regia,
ue extender el radio de avin dela palabra promisoria hacia os
pueblos.
2. Las fuentes sacerdotal y deuteronomista
El documento sace
que se movia el relat
* Mower, $1“4 PL Escatologia biblica
49,31) y Jacob (Gén 50,12ss). Esta tumba es to
cas poseen de la tierra prometida; ella es, a la vez, el si
esperanza inquebrantable.
Pero la versién sacerdotal de la promesa agrega un tercer compo-
nente a los anteriormente mencionados: «yo seré el Dios de los tu-
you» (Gén 17,7). Junto a la tierra y la descendencia, es el mismo
Bios el que se promete como propiedad de los hijos de Abraham. El
didlogo con Moisés dispensa a este tercer elemento una preeminen-
tia absoluta: «yo os haré mi pueblo y seré vuestro Dios y sab
‘yo soy Yahvel, vuestro Dios»
pueblo como niicleo de Ia pre
{a tienda del encuentro deviene en sacramento de esta voluntad divi-
claro que la promesa apun-
3 encima —y a través— de
as.
‘que se ofrece a sf mismo como promesa
mado con ofro rasgo propio de P: la revela-
La primera autode-
Signacién divina ocurre en el encuentro con Abraham: «yo soy El-
Sadday» (Gén 17,1). La segunda y definitiva se concede a Moisés:
‘ayo soy Yaliveh. Me apareci a Abraham, Isaac y Jacob como El-
rho me di a conocer a ellos con mi nombre de Yahveh»
‘Dado que el nombre equivale a la esencia, este desvela-
mient sino del verdadero nombre de Dios se corresponde con
cl cardcter gradual del cumplimiento de una promesa que —segiin se
ha advertido— abarca al propio ser divino.
Por iltimo, el documento sacerdotal, que reitera el universalismo
‘antropolégico de la promesa (ésta tendri como beneficiario tltimo a
1 Mou, 62ss; Zana, 66s; Woscmr, 2398s,
C1. La escatologia en el Antiguo Te
«todas las naciones»), ensancha ain més su aleance con fa dimen-
sin cosmoldgica, ausente en J. Uniendo el comienzo
Gén 1 con la voeacién de Abraham mediante el artifi
tierra» (Gén 2,4), el autor
‘accién ereadora como el primer eslabén de la cadena de generacio-
rnes que conduce a Abraham, esto es, a la promesa: el origen del
‘mundo atafie ya al proceso unitario que es la historia de la salvacion.
jn entera, y no s6lo el hombre, se ordena
jienzo, sino en el término. En una palabra,
‘apunta ya implicitamente a una escatologia
en Ia que hombre y mundo, emparentados desde sus raices
tos en el gran descanso sabatico, en la
us efectos alcanzan sobre todo a Israel, que serd
1eblos paganos limitrofes, pero terminan por volverse
a éstos y, finalmente, contra todo el género humano:
«da tierra ha sido profanada bajo sus habitantes... Por eso una maldi-
cién ha devorado la tierra y tienen la culpa los que la habitan» (Is
24,58).
Este ominoso cuadro reviste trazos peculiares en cada uno de los
profetas antes mencionados, conforme a las coordenadas de tiempo
I sus Vaticinios. Pero las diferencias cir-
historia hay que agu
después de la experiencia del juicio cabré esperar el cumplimiento
Porque —y éste es el segundo elemento caracteristico de la pre-
dicacién profética— el sentido tltimo de esta intervencién divina no
es la destruccién, sino la salvacién. Su indole punitiva no supondré
«cel aniquilamiento de la fidelidad de Yehveh a s{ mismo. Por ello
puede ser entendida como juicio que prepara algo nuevo finaby *. Si
fn el deuteronomista los premios y los castigos, la bendicién y la
BY Macinat, Teologi... 168; ef, Znovens, 101-103.
ibitidades
‘vas y subordinando la primera a la segunda; el elemento negativo de
Ja accién divina (destruccién, castigo...) no es fin en si mismo, sino
ue tiene un caricter terapéutico; sirve para preparar el don definti-
vo de la salvacién,
ppara concluir, con patética
eeuencis “olégica de que Dios man-
tenga hasta el final su como voy a dejarte,
Efraim; c6mo entregare, Isae? (Voy a derte como a. Admé y
hhacerte semejante a Seboyim? Mi corazin se me revuelve dentro,
entrafias se estremecen. No ejecutaré el ardor de
). Miqueas es autor de un oréculo que se hard
ccélebre mas tarde: «y ti, Belén-Efrats, aunque eres la menor entre
las familias de Judé, de’ti ha de salir'el que dominaré en Tsrac..
Yahveh los abandonaré hasta el tiempo en que dé a luz la que ha
vveh..». Por eso el profeta puede exclamar en medio de sus pruebas:
caguardaré a Yahveh, el que esconde su rostro de la casa de Jacob,
y lo esperaré» (8,17).
acredita la esperanza y prohibe la desesperacién, aun en las situacio-50 PL Bscatologia biblica C1. Laescatologia en el Antiguo Testamento SI
neg mis desesperadas. Puede, pues, afirmarse
se ha adelantado més arriba, que los profetas
logizado Ia promesa, y ello sin necesidad de
Jos primeros ni vendrin a la memoria;
tema de la nueva creacién enfatiz
que nos hablan en sentido cronolégico, como término del tiempo. ruptura inherente a la espera de la salvacién escatologica,
implicads, como se apunié més ara,
5st
sueva de duracién? Con otras palabra:
el fin gerd no sélo la finali-
dad, sino también el término de la his
Tenaré de gloria
todo es el Deutero-Isaias* quien acierta a describir con incompara~
gozosa vecindad de la salvacién: «onsolad, consolad El pensamiento judio postexilico ha evolucionado hacia una re-
»Y decidle bien alto que ya ha cumplido su milicia, ya formulacién de su esperanza en téminos apocalipticos. Ante todo
Se revelaré la gloria de Yahveh y toda pporgue, segiin acaba de advertirse la profundizacion de os elemen-
ine aqui que yo creo de nuevo; ya esté en {os novedad-ruptura en las iltimas manifestaciones del profetismo
alzan la voz, auna =| preparaba ya el terreno a la emergencia de esta forma de pensamien-
ven el retomo de {o, Pero también porque el entusiasmo despertado por los anuncios
f proféticos de una salvacién proxima, de una reconstruccién en pleni-
El denominador comiin de este relanzamiento de una esperanza tud del pueblo, de una restauracién de la monarquia davidica que
que toca con las manos su objetivo es la recobrada intimic seria instauracién del reino de Dios, se va enftiando paulatinamente,
hombre con Dios, em con las frmulas de pertenencia reci- al contacto con la amarga reali
pproca ya acufiada p 10 seré su Dios y ellos serén mi pueblo» ‘Sometido a nuevas prucbes, enfientado una vez més con un pte-
Ger 31.33 of. Is 55:3; Ez 36,28; etc). } sente que dista mucho de ser escenario de una salvacién consumada,
En este nuevo sesgo del profetismo escatolégico aparece, junto Israel comienza a sospechar que la angostura del tiempo no es capaz
al de la proximidad, otro elemento importante, que ha sido ya antici- de contener la plenitud rebosante del cumplimiento de la promesa.
ado en el texto de Is 43,19: la salvacién serd nueva creacién. El ‘pues, de esperarse no en o del curso de la
a ot aoadad: ueveaniet 'y se extiende a la historia, sino de su término. Cuando esa sospecha se convierta en
inabareable; vid. reogida por S. net
in como tema inelaci
‘Eschatologle und2 PA. Escatologia biblica C1. Laescatologia en el Antiguo Testamento 3
certidumbre, alrededor del
‘mentaria habri culminado
escatologia veterotesta-
ninguna realidad historica, sino que's6lo se aquieta en una realidad
ratio.
‘que esté en total concordancia con éby *,
IL RECAPITULACION
8 ideas escatolégicas del Antiguo Testamento
{que representa ni cronol6gicamente uniforme. Desde que el
po de la dinastia da-
smo: es un imperio
gual que en el | ray a sus bienes; madura
el pueblo que directamente de este impe- diteae Y ecaatarae Al
ae parle, éste presenta rasgos xivo de éstos no puede decirse que sea p
cemparentan con la tra a; en cuanto a la escato- eavids clas’ eaed desenigetio Ao ia
rofética, la voluntad de continuidad con ella se pone de mani-
égesis lo de los setenta aftos (Jer 25,12;
ficilmente podrin dar razén de su supervivencia a lo largo de tantos
y tan graves naufragios como la historia deparé a este colectivo tenz~
‘mente esperante.
ido por la fuente sacerdotal,
icacion profética. «Yo te desposaré conmigo para siempre; te
dy desu permanente exeeso por encima del ist
eae indole inagot fa onmigo... en fidelidad, y ti conocer’s a Yahveh» (Os
fn la indole inagotable del Dios de la promesa: ésta no se agota en
2 Yi en Motes, Talo.
réis mi pueblo y yo
Mocmuwey, Teologia... 137
2 Tales a intrpretacion que gusta de hacer el judlo Bloch de lo que ama la
sein dl exon: Pero tampocs fala exept qu a compara Bar, 8
be
vid. 1. Seine, «Das Ende dor Tagen, en Pasoss, Is4 PL. Eseatologia bibliea
Is 54 contiene a este respecto expresiones absolutamente memora-
bles; lo que Dios quiere para Israel es uma comunién de vida fundada
en el amor y perpetuamenteestabilizada en la fidelidad: «los montes se
correrin y las colinas se moverda, pero mi amor no se apartani de tu
lado y mi alianza de paz no se mover» (v.10). El sentimiento de perte-
never a ese Dios, mis ain, de poseerlo, es la experiencia nuclear de la
religiosidad isralita, preponderante por encima y por debajo de cual-
uier otra experiencia, y por ello capaz de mantener enhiesta la esperan-
za, a despecho de sus categéricas refutaciones empiricas.
Con otras palabras: Ia promesay el Dios de la promesa coin
den. Al término del secular proceso de desarrollo de la escatologia
biblica, se constata que el objeto de la palabra promisoria de Dios no
es un cierto mimero de bienes materiales 0 terrenos. Su elemento
cchaton: «fe en Yahveh y esperanza en el futuro» son «dos factores
interdependientes» *.
Dicho esto, conviene no olvidar que ese fondo trascendente de la
esperanza no ha desdefiado nunca la inmanencia; por el contrario, ¢s
en la inmanenoia donde ha cobrado concrecién, parcial mas real.
Cierto que el Antiguo Testamento concluye su reflexién esatol6gica
con el postulado de un acontecimiento ultimo, agente de una salva-
cién plenaria y universal, imevocable ¢ inrebasable, que viene a ser
como una irrupcién de la trascendencia en el mundo histérico. Cierto
también que este acontecimiento implica una ruptura temporal neta,
con un antes (el tiempo de la no-salvacién) y un después (espacio de
plenitu
Mas implica también una ruptura local,
después, sino también un mds aed y un mas a
Ja que queda terminada >, anulada por superacién y
s6lo un antes y un
GES la historia sola
asuncién en la esfera, iperior, de la salvacién ple-
naria? {0 la terminaci este tiempo ha de extender-
se también a este mundo, que habria de ser sustituido por oto?
Expresado con mayor claridad: el proceso de escatologizacién
progresiva al que hemos asistido se mueve en direccién a un «fin
Gel mundo», y por ende hacia la espirtualizacién y desmundaniza-
ci6n de su objetivo itimo?
La problemitica de Ia nueva creacion seré tratada en un proximo
capitulo del presente libro; sin embargo, ya ahora se debe anticipar
% Puss, 304 (wabweplaube als Zukunfiserwartungy); de abi que el Antiguo
‘Testament io hable ade Dios la esperanza», sino wde Dios como esperanzan,
C1. La escatologia en el Antiguo Testamento 55
que la letra y el espiritu del Antiguo Testamento oponen a la espe-
el mismo veto que antes se ha hecho valer contra
Sean cuales fueren las inter-
guo Testamento mponen una comprensin del éshaton como
paso de este a otro mundo. En ninguna parte apatece la espera de un
‘mis allé supraterreno, espiritual, como alternati
y material. Lo que se espera es la trasmutaci
lerrestres por obra de la instauracién
hay una situacién de pecado, de
Janta no una infraestructura c6s-
cidn de que Dios cre6 para incompatible
con tal tesis. Por es0 no se detecta en la apocaliptica canénica una
dialéctica del tipo mundo presente-mundo futuro como magnitudes
reofprocamente excluyentes; Ja ruptura que el éschaton im-
porta es temporal, no espaci fin, hemos podido atir-
‘mar que el despliegue de légicas no ha ido en la
direecién de una espiritualizas 1 Y que el carécter
‘rascendente de la consumacién no ha abolido la dimensién inma-
En todo caso —y esto si es lo decisive—, la esperanza de Israel es
escatol6gica porque tiende no a una recuperacién o reinstauracién del
pasado, sino @ la gloriosa densidad de un futuro plenificador. El suefio
de un retomo le esta vedado a esta esperanza justamente por su realis-
‘mo histérico; el camino de vuelta al pretérito se encuentra bloqueado
por la crénica miseria del presente. Asi que la tnica via transitable es la
ue discurre hacia adelante. Por ella se ha internado el pueblo elegido,
con la sola fianza de la palabra promisoria de Yahveh.
> Baz, 87-103Capiruto I
VIDA, MUERTE Y RESURRECCION EN EL ANTIGUO
TESTAMENTO
BIBLIOGRAFIA
J. Avonso, Jacob lucha ‘Santander 1964); H.C.C. CAVAL-
un Life fer Dea 1(Land
Je judatsne> 1
‘ment and the Future Life (London 1946), LW. Wourr, Anthropologie des
‘lien Testaments (Minehen 1973) (hay tad. esp); 8. Zzdba,£ excatologia
biblica I (Brescia 1972).
ha generado una interpretacién teo! je la historia sostenida por
Ja esperanza en su consum: ‘ese modo responde
2 la cuestién sobre el sent imo de Ia humanidad y del mundo.
del individuo humano: ,e6mo, cuindo, dénde le alcanza a él, en tan-
to que persona singular, la promesa de salvacién? Toda vez que el
fin de la historia acontece para cada hombre en el fin de su existen-
cia, la esperanza creyente habré de ajustar cuentas con ese fin, pe-
‘impuesto por la muerte; tendré que preguntarse no 56-
ignificado teolégico de esa muerte, sino también por lo
sa como la que le ocupara en la elaboracién de su teologia de la
historia y su escatologia; sélo a las puertas del Nuevo Testamento,
cen efecto, se comenzara a hacer luz sobre el sentido de la muerte y
Ja suerte final de los muertos.
1 LAVIDA
Para comprender la actitud con que Israel encaré, de entrada, el
problema de la muerte, hay que partir de su idea de la vida. La pala-
bra promisoria de Yahveh incluye, como se ha visto, la posesion de58 Pl. Escatologia biblica
lo.
dad: lo que atafle al hombre
‘dada a los hijos de Adm»; por el contrar
‘cosas, se entiende que la nocién de vi
mete concept cole
icos, Ella es para
a conse mga, como presupuestoY pats ine
a promesa y como comunicacion de su propio ser viviente
én2,7)
‘punto maximo de vitalidad se aleanza cuando la
bre-Dibs es actuada como comunidn. Es entonces cua
piadoso puede confesar: «tu gracia vale mis que la vid
Fo porque ios conceptos que se comparan sean experi
mio antfngmicos, sino mis bien porque se comprusba su identidad de
Tondo. Puede darse entonces la vida que es plenitud existencial in-
Acsuito, MRAT Ils; G. PrDoUx,
* G.vow Ran, «Zaon,e0 WNT I
oe Paco 33), 981
Lhommedans ancien Tesiament (Neve
C2. Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento
cluso en medio de dificultades, penurias
‘ofiecen los mejores ejemplos de una
cho de las circunstancias adversas, porg
peregrino que afronta 30 viaje por el gozo que le produce
‘da casa de cuyos atrios «un dia vale més que
sperimenta en su interior la altermancia
is profunda y Ia prucba més dolorosa (Sal
¥.47.92.103.165 con los v.23.38.41s.61.143); el
ra el perdn para recobrar «el goz0 y Ia alegriay
es el valor supremo en cuanto lugar de la comu-
reduce a un minimum cuando el hombre ha roto su
1 la concepcién de la muerte, imponiendo
una valoracién radicalmente negativa de ella y de la situacion en que
sitéa a quien la suite?
1, La muerte y los muertos
Porque la vida es la suma de todos los bienes, la muerte s6lo
Sab 7,1).
Parece, pues, que debiera ser vista como algo sobrentendido.0 PL. Bscatologia biblica
Pero el tono de resignada serenidad con que estos textos aluden
a Ja muerte no logra acallar la nota dominante: Ja muerte es el mal
Es claro que la no-telaci >
sne que ver con un dualismo ontolégico que pretendiera
del mal en general) del poder de
En todo caso, empero, importa subrayar que fos muertos sobres
ven; a tesis de una muerte total (Ganztod), con la que han especul
do hasta fechas recientes algunos tedlogos protestantes,
‘mente desconocida para el Antiguo Testamento 7. La muerte
cca la pérdida de la vida, pero no la cesacién’de toda form
‘existencia; recuérdese que —segtin se adelanté més arriba— a vida
C2, Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento. 61
ces mis que la existencia, Ahora bien, esa supervivencia postmortal
entraia una tan categérica reduc
bre ha lo sin que esa supervivencia pues
‘una supuesta inmortalidad del alma,
Justo entre esos dos extremos hay que emplazar la
hnebrea de los muertos como refaim. La etimologia del t
mayoria de los autores se inclina por derivarlo del verbo
<éebil)*, derivacion que cuadra
sabiduriay (Ecl 9,5.10),
2. Elascheoby
La descripeién del estado de los muertos ha de ser completada
ccon ia del lugar que ocupan, puesto que la forma mentis hebrea (que
discurre con imagenes, mas que con abstracciones) gusta de plasmar
‘que fiange como residenci
quefios y grandes, esclavos y sefiores (Job 3,
2,15). En suma, es una suerte cor
las vivientes, como reconoce mel
Biblia Espaola
155-165; Zuo, 100-108a PL. Bscatologia biblica
‘Asi pues, el scheo!
én de cierta cat
isposicién de la justicia distribu-
‘iva como a una concepcién de Ia vida y la muerte que, por lo de-
mis, no dista mucho de las reinantes en otros pueblos y ‘culturas de
Ia época
Pero esta concepcién tenia que plantear graves interrogantes a la
conciencia religiosa de Israel. Si en efe tino postrero es
idéntico para todos, ,c6mo retribuye Dio: yy el mal? La co-
‘munién vital del hombre piadoso con Yahveh, de la que se hablaba
més arriba, :no exige una continuidad, incluso més alld de la muer-
te? La respuesta a tales preguntas se buscaré en un tenso forcejeo de
la fe con el misterio, que por su dramstica intensidad ha sido paran-
gonado a Ia de Jacob con Elohim (Gén 32,23-33). El término de ese
proceso modificaré sustancialmente las ideas que se acaban de expo-
ner sobre la muerte, los muertos y el scheol.
II RETRIBUCION: LA TESIS TRADICIONAL
El tema de la retribucién es insoslayable para Israel, dado que
‘Yaheh es un Dios justo. Ya en las tradiciones més antiguas esta
presente la idea de que Yahveh tutela el orden moral, premiando el
bien y castigando el mal. Es verdad que la nocién hebrea de tseda-
‘gah no coincide exactamente con nuestra idea de justicia ®, pero es
igualmente innegable que la tsedagah divina comprende también Io
‘que podriamos lamar justicia distributiva, segin la cual las acciones
‘buenas y malas reciben de Yahweh adecuada respuesta: Adin es cas-
tigado por su desobediencia (Gén 3); Noé es salvado por
cia (Gén 7); la fe de Abraham merece un premio (GEn
corrupeién de Sodoma y Gomorra merece un
er und Tod n den Religionen (Darmstadt 1980,
‘Dios (Santander 1994) (2° e.), 223s, con bibiio-
C2. Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento 63
veh serd la tierra, y su tiempo, la hist
1, Retribucién solidaria
‘Allo cual hay que aftadir todavi
nante de la respuesta al problema de
hhebrea carga el acento sobre la dimens
tro elemento previo y determi-
La aniropologia
bendecirin todos los
‘Asi pues, y aun et
términos: Dios sanciona el bien o el mal con premios
nporales y colectivos. La dimensién comunitaria no es
8) yes)
con el pueblo
fy
astigo que sufi el pueblo.6 Pi. Escatologia biblica
1 justicia distributiva de Yabveh; a aquel le alcanzaré ésta en razon
ia a la comunidad de alianza.
te obedece 0 desobedece a
‘como los castigos son de
riqueza; o bien
magistrados y sacerdot
‘@ gentes aparentemente inocentes, se
invocando le solidaridad de
(Ger 31,29; Ez 18,2).
2. Retribuci6n individualizada
personal y Ia llama-
iuos proviene de
al ha debilitado
C2, Vida, muertey resurreccién en el Antiguo Testamento 65
‘a sus contemporiineos los mismos pecados de sus antecesores: «vo-
otros 05 manchais, conduciéndoos como vuestros padres» (20,30)
do que se convierta, vivir;
24).
El sentimiento de la responsabilidad colectiva habia calado tan
hhondamente en el pueblo que se murmura contra es
cin dela justcia: «no es justo el proceder del Seo
n se apar-
Junto ala
‘la rigueza y Ia gloi
s graneros repletos y s66 Pl, Escatologia biblica
te religioso de la tesis retribucionista que venimos comentando: la
fidelidad de Yahveh no puede defraudar a los que esperan en é1"*,
IV. LACRISIS DE LA DOCTRINA TRADICIONAL
in la conciencia de Israel el
10 podia soslayarse durante
-onfrontacion con la rea-
Por muy arraigado que estu
principio de la retribucién temy
siempre los justos son
sucede con frecuenci
Jeremias se pregunta angustiac
‘no verdaderas». Pues su palabr
hha servido «de oprobio y befa
‘Varios salmos recogen
qué Yahveh esta lejos en
‘riunfardn los impfos y sul
‘La solucién se busca én una
ela jeter efimero de la prosperidad
sntido es elocuente Ia actitud del salmo
ia no son dignos de envidia, pues su fel
'9.10.20.36). El autor apela incluso a la experiencia: «fui
rotagonista
les, en un
sobrecogedor est cia y un Dios que
le resultan incomprensibles.
‘Atin mas importante para nuestro asunto es el diverso enfoque
del problema de la reti
files a la doctrina
consiguiente rico (1
El prologo y el epflogo se mantienen
el posma constuye lt ms violents requisitora cone et pri-
ribucionistico. Es aqui donde radica la ori ‘eimpor-
tancia del libro. = eer
ema comienza con un desesperado mondlogo del justo aco-
40 (cap. 3). A partir de aqui
y del propio Job, en un dramético forcejeo por hacer luz: sobre tan
imprevisto giro de fortuna. La tesis de aquéllos es la ya conocida:
Dios reparte bienes y males a los hombres segtin su conducta; as/ lo68 PL Escatologia biblica C2. Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento 69
20), Lo sucedido a Job
arrepienta de su pecado
prueba, segiin insoportable era ver a os impfos haciendo inrisién de Yahveh
convencido de la justicia y Ia bondad de Dios. Aqui es
figura se alza con impar grandeza: en su tenaz adhesin a
Dios y en su rotunda repulsa a cualguier forma de ateismo. Asi 1o
a vez, Yalveh es
; 31,35-37) y la doci-
finda en la experiencia que sus amig«
riencia ajena: Job no ve que se cumpl
os malos desgraciados». Antes bien constata Io co
yy generales que Job desafia
wzones de éstos son, en consecuencia, va-
tras respuesta» (21,34),
13 contiene un prolijo examen de con-
Nb biande triunfalmente su inocencia ante
queda sin respuesta, una vez que se
iejo mecanismo culpa-castigo. La justicia de
of, no obstante, resiaintacta, aunque sus caminos sean inaccesi-
bles. ‘También la fe de Job ha sobrevivido a su tragedia: una fe qui-
micamente pura, despojada de toda apoyatura inmanente, ayuna de
teodicea, que cree en Dias por Dios mismo, Desechada la explica-
cidn comin, se mantiene en pic el enigma de la retribucién, Job no
hha logrado, en este punto, hacer salir a Dios de su mutismo.
justicia sobre la tierra. Dios contempla
de los malvados y el suftimiento de los
lector se ve conducido
2 dos juicios extremos
‘sus amigos se alzan cada
los interlocutores puede ceder un palmo de lo que considera su ra- 2, La ironia desencantada: Eelesiastés ”!
26) nn juego la imagen misma de Dios. Los amigos de
Tugar comin sobre
jue en Job era una apasionada explosién de rebel-
convencionales, se ha mutado aqui en sere~
saparecera y, con tal desapari
iéré. Forque (notémoslo bien)
frase, que ba aleanzado vastacelebridad, abre (1,2) y ciera
Ja entera meditacién de este viejo sabio, sintetizindola con
concision y justeza.
Dunas Sages 85-128
ta, Die Arise des eigen
no tanto porque su dolor fuese insoportable cuanto porque Io real-0 PL. Escatologia biblica
ccanza su climax es en la carencia de una justa retribucién, El autor
cconoce la doctrina tradicional: «yo tenia entendido que les va bien a
los temerosos de Dios... y que no le va bien al malvado» (8,125)
Pero ha comprobado que
ccual corresponde a las obras
¥y como tales hay que sat
Junto a este esceptici
C2, Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testameno 71
‘como la reticente formulacién de Ia idea misma de
‘mi corazén...»), hacen pensar que
‘més una aspiracién 0 un postulado
(que ha lamentado la ausencia de sancién adecuada como «lo peor de
‘cuanto pasa bajo el sol») que una certidumbre *,
3. Ante la crisis de la teodicea
El problema de Ia retribucién llega, a través de Job y Ecl, aun
punto muerto. La
an. incapaces de proponer una solucién de
recambio. Su reflexién podria parecer, por consiguiente, dramética-
‘mente negativa, Sin embargo, hay dos puntos sobre los que debe
amarse la atencién a la hora de hacer balance de su doctrina,
En primer lugar, el realismo con que aceptan los hechos. Un rea-
lismo no lastrado por aprioris dogmaticos, que impone una honda
revisin de criterios hasta entonces intangibles. .Pueden los valores
inmanentes —la vida, la iqueza, el honor, el placer — dar sentido a
la existencia humana? ;No ocurtiré que Ia bisqueda de sentido fra-
casa cuando se circunscribe a la esfera puramente intramundana?
Con otras palabras, Job y Eel plantean a la conciencia religiosa de
a serpiente el primer
ico de la estrpe de Prometeo
Pe-
antiteista teérico, el vistago
ro no I6 es.
dei pase, vid. PA New, Joby el excro del mal
3 propane deJobE. Bioc, Aheismus im Christentumiujer de Job (2,9) se refleja la distancia
ereencia cuando una y otra affontan la
‘itracionalidad> del
Dios puede parecer lejos de Job, mientras él clama por su presen-
ero ala postre resulta que esté escuchando y le deja oir su voz.
1 desentiende de las cosas que ocurren bajo
reconoce que la corta dicha reservada al
es decir: la incomprensibilidad de Dios (y
del mundo y la exisencia) no tnlere su negaciin. Para estas dos
conciencias criticas no ha
{guna fuera de Dios, cuya realidad es, en ellos, mas fuerte que su
angustia 0 su escepticismo. ;Cémo es posible esto?
Hablébamos antes de realismo. Tanto Job como Ecl hacen gala de
‘un supremo respeto por Ia realidad que registra su experiencia, Para ser
ficles a ella, son capaces de desencadenar una crisis sin precedentes en
cl pensamiento isralita. Tiene que haber entonces un género de expe-
riencia de Dios que no liega a expresarse con nitidez en sus libros, pero
‘que, como una cortiente subterrénea, riega secretamente estos paisajes
desolados, mitiendo una fe indestructible, no contaminada ni por la
iconoclastia de Job ni por el escepticismo del Eclesiastés, para la que
‘Dios es, en el sentido mas riguroso del tino, e! innegable.
Hemos encontrado ya en algunos salmos testimonios de esta ex-
petiencia de Dios. La fe biblica en Dios no nacié de una considera-
‘im racional acerca de Ia contingencia de! mundo ni de una exigen-
que no tiene por qué ser sentida, siempre y
fuente de alegria, sino que puede darse en el
dolor o la decepcién més profundos. Nuestros dos autores no aluden
reflejamente a ella, pero dificilmente ese silencio podri
tado como ignorancia. Pues si tal fuera
dda como los mismos valores cuya abs
C2. Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento 73
Liegados a este py
hhabfamos interrumpid
pitulo. Las primeras bre el enigma que Job y Eel
feado nacerin dela reflexion ereyente sobre la comitnién con Dios
durante la vida, y su extapoacion mis al de témino intarunda-
no de Ia existencia,
preciso por tanto reanu
\Y. EN BUSCA DE UNA SOLUCION: LOS PRIMEROS PASOS
Tres de ellos, que bien merecen el apelativo de misticos
resan ahora; son los salmos 16, 49 y 73 2,
1. El salmo 16
Estamos ante un canto de fidelidad @ Yahveh y confianza en él,
que contrastan con la actitud de los que han sucumbido a la suges-
‘6a, del culo doléio (.1-4), El saimisa describe lo que Dios
si tomadas de la tradicién litirgic.
«la parte de su herencia» (es,
habla aquf: Nim 18,20) y «de su copa». Una
del salmo contiene expresiones sobre cuyo sen-
tido discuten los comentaristas. La experiencia de la presencia de
Dios hace nacer en el fel sentimientos de alegria y de tranquila se-
renidad para el porvenir (v.9). Un porvenir sobre el que se cieme la
muerte; respecto a ella, el salmista dice:
v.10: Pues no abandonards mi vida al seol,
ni dejar a tu amigo ver ta fosa.
vl: Me ensettards el camino de fa vida,
hhartura de goces delante de tu rostro,
tu derecha, delicias para siempre.
{ut signin eatos vere? Segin unos ™, el autor cop
Yaliveh una larga vida; su fidelidad le da derecho ae
agaltjEBOs The mia) Conmamion wih 21
Book of Psalms” PL, Escatologia biblica
tesis —odiosa para todo israelita— de una muerte prematura. Otros
autores, empero, aun reconociendo la justeza de estas observaciones,
atribuyen al salmista una intencién més profund:
‘con Yahweh es tan fuerte que el temor a la mue
‘Ciertamente no porque se tenga la certeza de una inmortalidad bien-
aun pl
Esa presencia es sentida con
ser interrumpida. Ahora bien,
cién entre un mds acd y un mc
rO jacaso no es también Ia misma muerte lo que espera a los
Jjustos? El centro de gravedad de todo el salmo se emplaza en el
¥.16; mientras que el scheo! seré la residencia de los pecadores:
Dios rescataré
de las garras del seo! me tomard
Aunque no faltan quienes piensen de nuevo que se nos habla tan
de i & jlongacién de la vida terrena ®, las
‘una sobrevidepostmoral (0.
C2. Vida, muerte y resurreccién en el Antiguo Testamento 75
en el salmo 16. En primer lugar, la grandilocuencia de Ia introdue-
cién no tendria objeto si el autor se limitase a reproducir ideas sobra-
del discurso pare-
de una contraposicién de
ideas es oscura; «el
con las declaraciones solemnes del salmista»
Est, en fin, el verbo que se ha traducido por tomar: lagaj*. En
Gén 5,24 y en 3 Re 2,355, este mismo verbo es el que se emplea para