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Goodbye, Kant! Qué queda hoy de la Critica de la raz6n pura MAURIZIO FERRARIS Traduccién del italiano por Carlo A. Caranci Primes eis eero de 2007 pes Ena “inloorpnl Goodie, Kant coon stale Cre dt eon pars ‘SHE ite SpA sou seas © De ls uadusn Ci A Carn 207 queda teh dept qu are ey 1759 Mary exacenis ras eptraee ta Depts eget 733007 Indice Introduccién: De Konigsberg a Kaliningrado 1, La revolucién de Kant Por qué hacer la revolucién Los racionalistas y la Biblioteca de Babel Los empiristas y Funes, Refundar Ia metafisica dindo la vuelta a la perspectiva 2. Las tess fundamentales El esquema de la obra ‘Metafisica de Ia experiencia, Las cinco tesis ontol6gicas Las dos tesis gnoscol6gicas Dende se hallan 3. Lo que hereda (profundizacién) Vino nuevo en odres viejos La metafisica de Kant Los modelos de la Critica de la razdn pura La naturalizacion de la fisica Consecuencias 4-Dénde innova (profundizacién) Los ornitorrincos de Kant Fenémeno y noimeno Deduccién, esquematismo, imaginacién Los cien téleros Juicios sintéticos a priori Son posibles los jucios sintéticos a priori? Dogmas del empirismo, dogmas del trascendentalismo GB y ” 9 26 3 39 39 40 B 4B ” 2 49 49 38 63 70 B B 7 7 B 82 84 87 T La revolucién de Kant« Por qué hacer la revolucién Cuando muri6, ochent6n, el 12 de febrero de 1804, Kant se habia yuelto tan olvidadizo como esta hoy Ronald Reagan*. Para poner remedio a esto, lo ano- taba todo en una gran hoja de papel en la que se ‘mezclaban reflexiones de metafisica y las cuentas de Ja lavandera. Era la melancélica parodia de lo que Kant consideraba el principio supremo de su filoso- fia, es decir, el Yo pienso debe acompafiar a todas las representaciones, 0 dicho de otra manera, hay 1 Con Ay Bane reir als paginacin original dels dos ediciones (1781 1.1787} dela Crt de eran pura, que co en las radocciones de Ptro CChiod, Ue, Turn (donde la painacén se india al margen). Con Ak desig- no laedicon citca de referencia: Kats gesomonelteScbrifen by, der Ke stich Prsichon Akademie der Wisenschafon, Beri-Leipig 1900 (poste riortente, Desche Akademie der Wissenschaften, De Grayecr, Beri, 2967) {a espe Cota de ta razon pur, J. del Proj, tad (pare I J+ Rovea Armeagol, (parte), A Kein, C.Sarep, nt, Losada, Buenos Aires, 004 + Reagan marié els dejnio de 2004, cuando este libeo ya habia sido redac- ‘ado, Para vide de Kan, vase L.E- Borowski, RB, Jacana, EA. Che Wasinsh, La vite di Ioonanuel Kent nara dete comtemporonl (#803), tea itl de F. Post, od. de E. Gavia, Later, Bas, 1969. Sabre sv efer ‘edad Th. De Quincey, Gl wis ior dl Inmonnel Kant (1837), tn de FJuesgy, Adelphi, Nin, 1983 [Ed esp, “Lor Skim die e Inmantel Kant, en T- de Quincey, Sores aginavoe 9 reales, M. Mayes, t, Los, Baenos Aires, 1954) 7 un solo mundo para un Yo que se da cuenta, que lo anota, que lo recuerda, y que lo determina a través de sus propias categorias. Se trata de una idea que habia circulado de varias ‘maneras en la filosofia antes de Kants, pero que este transforma de manera decisiva. La referencia a la subjetividad no contradice la objetividad: la hace posible, puesto que el Yo no consiste en un haz desordenado de sensaciones, sino en un principio de orden, dotado de dos formas puras de la intuicién, el espacio y el tiempo, y de doce categorias, entre las que se hallan “sustancia” y “causa”, que constitui- ran posteriormente las verdaderas fuentes de lo que llamamos “objetividad”. La revolucién copernicana ala que Kant debié su fortuna filos6fica suena, pues, asf: “En vez de preguntarnos cémo estan hechas las cosas en si mismas, preguntémonos cémo deberfan estar hechas para ser conocidas por nosotros”s. Sin embargo, vale la pena que nos preguntemos cémo es que Kant se decidié a tomar una via tan heroica y dificil y, en fin, por qué se vio llevado a hacer también él -pacifico siibdito de un déspota iluminado, el rey de Prusia, del cual, en una oca- sin, alabé incluso una poesias- una revolucién. 435 Ya enel Teeteto de Plain (191) yen el De anima de Aristeles (429 ‘poa] ve compra ala mente a na abl exriptri, con una imagen ques puree en la flwofa moderna, Para una historia de ents representa de la mente me permito dni l lero» mi Esteves reionle, Corina, Mili, 1997, pp.227 5 4) BXVEXVIL 5. 1 Kann, Critica del gudiio (1790) tad tal de A. Bosi, Utes, To , 1993, $ 49 (AR V, pp. 315-326) (Ed. esp Coin del jai J. Roviea ‘Armengo tc, A. Kl, ed, Losada, Buens Ais, 2005) 18 Goopsye, KANT! Los motivos no parecen tan evidentes como los que determinaron las revoluciones politicas modernas; pero, aun asi, desde un punto de vista conceptual, resultan no menos fuertes y vinculantes. Sencillamente, tampoco Kant tenia eleccién, ya gue la filosofia de su tiempo parecia haber llegado realmente al final del trayecto, suspendida entre un empirismo ciego y un racionalismo vacio: y esto era verdad hasta el punto de que una de las frases kan- tianas mas famosas, “Las intuiciones sin concepto son ciegas, los conceptos sin intuicidn estén vacios”é, Jo que es sumamente discutible (como verificaremos hasta el aburrimiento) en un plano te6rico, fotogra- fia con exactitud, en el campo de la historia de la filosofia, la situacién a la que Kant traté de poner remedio. Asi, para empezar, tratemos de ver en pri- mer lugar cudles eran las fuerzas existentes en el esce- nario filos6fico de la segunda mitad del siglo xv. Los racionalistas y la Biblioteca de Babel Los racionalistas, en gran parte profesores alemanes, eran discipulos de Gottfried Wilhelm Leibniz (r646- 1716}, gran espiritu conciliador. Baste decir que se habia atrevido a poner de acuerdo a catélicos y pro- testantes, a distraer a Luis XIV respecto a sus ambi- ciones sobre Alemania, enviéndolo a Egiptor, 6 AsriB7s 7 Simembargo Rey Sol no pics La empresa volvrs intemal, un siglo Inés tarde, Napole, 19 incluso a poner paz entre la filosofia moderna, sur- gida con Descartes (1596-1650), y la Escolastica de matriz aristotélica. Teniendo en cuenta que solo este Lltimo proyecto se habia visto coronado por cierto éxito, el racionalismo se identificaba, en gran medi- da, con la Schulphilosopbie, una versién de la Esco- listica medieval puesta al dia con fuertes dosis de cartesianismo. La idea de fondo de los racionalistas es que noso- tros conocemos a través de los conceptos. Saber qué es un objeto equivale a poder enumerar sus caracte- risticas: el alma es una cosa inextensa, el cuerpo es una cosa extensa, el perro es un cuadripedo domés- tico sin alma. De acuerdo con este espiritu, compo- ner un libro de metafisica consiste, grosso modo, en proporcionar definiciones, de manera ordenada, para luego combinarlas de forma racional, es decir, evitando contradicciones. A través de la agregacién sistemdtica de los conceptos, en efecto, puede reali- zarse un sueiio concebido en la Edad Media por Ramon Llull (1232-1316) y luego relanzado en el Renacimiento y en la época de Descartes: el de un arte combinatorio que, precisamente, a través de la simple composicién de los conceptos -es decir, a fin de cuentas, de las palabras prometia un conoci- miento universal’, Cémo funcionaba un arte de este tipo? Y, sobre todo, ;funcionaba? Imaginemos que debemos establecer cuantos dngeles pueden sen- tarse en la punta de un alfiler. Hablando en rigor, 4 P Rossi Clavie universal: art dell mamori ¢ logica combinatria da Lull «Leibniz, Rica, Mila, 1960; 3 eI Mulino, Bolin, 1983 coopaye, KANT! millones, ya que los angeles ~como se puede leer en los diccionarios~ no poseen cuerpo, al ser puros espiritus. Y he aquf ya lista la respuesta: en la pun- ta de un alfiler pueden estar todos los que se quiera, como igual de infinitas son las lineas que pasan por un punto. Si alguien hubiese objetado que nunca habia visto un angel, le habrian contestado que era obvio, precisamente porque los angeles, al no tener extensién, no se ven. Esto no es una gracia o una manera de hablar. Leibniz habia elaborado la teoria segiin la cual el mundo real, ese mundo en el que César cruz6 el Rubicén o en el que John Lennon fue asesinado por un fan, representa solo una eventua- lidad que se ha realizado entre muchisimas otras, de tal modo que una metafisica completa ha de ocu- parse de todas las posibilidades que no resulten ser contradictorias?, Kant detestaba esta manera de trabajar. Era un hombre con curiosidad por las ciencias y por los via- jes, aun cuando no se movié nunca de Kénigsberg 0 de sus inmediatos alrededores, y no pensaba que los diccionarios aumentaran nuestros conocimientos. ‘Ademés, habia heredado una antipatia hacia el inte- lectualismo leibniziano de su profesor de filosofia, 9. GE Lebiz, Sagi di todas, 1720, tad. il. en Seri oso, 0. Bianca, ed,» ols, Ute, Trin, 2967, vl [Ed esp Escrito asian B (Olas te, A. Machado Libros, Madr 3003. Eneteclima flosdcn, Cyrano de Bergerac 1619-16554. de T) que -po extra que peace a ido as ‘mismo un personae realy un fof, habia empezado a escibi ibes (Gh star i mper dela Lan, 65, y Gi stat eg imperil Sole, x66 ld (sp. Historia cca de os Estados paris de Sal, Cape, Madd 941), tnt los que se azonab sabre andes pois para elativzar el ase. Lat "sora earns los considera as primeras novels de inca fein Martin Knutzen (1713-1751), critico precoz del hiperracionalismo. De ahi su acusacién contra los leibnizianos respecto a que desarrollaban y entrete- jfan definiciones puramente nominales, con la con- secuencia de que sus metafisicas eran, en el mejor de Jos casos, diecionarios y, en el peor, libros de ciencia- 6n surgidos de combinaciones entre palabras. En un célebre cuento, La biblioteca de Babel, Jorge Luis Borges (1899-1986) ilustra la mezcla perversa que puede derivar de la alianza entre la idea de que lo real es solo una de las maneras en las que se manifiesta la posibilidad*, y el suefio de un arte combinatorio destinado a especular sobre las hipotéticas ventajas cognoscitivas que promete poner juntos, de modo meramente formal, los infi- nitos recursos de lo posible. En esa inmensa biblio- teca que comprende todas las combinaciones del alfabeto esta, mezclado con infinitos libros sin sen- lo, todo, incluido lo que ignoramos (por ejemplo, qué pensaba exactamente César en el momento en que cruzaba el Rubicén, o cudntos habitantes habia ese dia en Roma), lo que esta bien. Pero esté tam- bién lo contrario de todo: César que no cruza el Rubicén, Roma derrotada por Cartago, César abuelo de Alejandro Magno, Hitler como fildntro- po. Ya que disponemos de un criterio para disc 10 JL. Borges, Tite le oper, D. Pozi, ed Mondadori, Min, 1984, = vol El esp. Obras completes, Emecé, Barcelons, 2004). Tembién las dems cuents los que hae referencia ms adelante se bln ncidos en esta eo pilin, 1 Por lo que nue mundo volo seis uno més de los infinizs mundos posible el mejor, para ese optimist incurable que era Leb. minar lo verdadero de lo falso, la biblioteca resulta indtil; mejor dicho, seria mejor que no existiese, pues la mayor parte de los lectores nunca tuvo la suerte de encontrar un solo pasaje dotado de un sentido pleno=, Ya que no nos encontramos en la biblioteca de Babel, Kant, junto a otros criticos de Leibniz. que iban apareciendo en ese periodo», no pudo hallar inspiracin en Borges. Pero la sustancia de sus insa- tisfacciones es esta: ge6mo podemos discriminar lo verdadero de lo falso, sino nos trasladamos del mundo de la posibilidad al de la realidad? Y ¢qué es la realidad sino, sobre todo y por lo general, lo que se encuentra en el espacio y en el tiempo 0, como decia Hamlet, entre la Tierra y el Cielo? Kant cons- tata" que hay una buena diferencia entre matema- tica y metafisica, una divergencia que los leibnizia- nos minusvaloraron. Por una sencilla combinacién (Kant habla de “construccién”, pero el concepto es este)#5 puedo obtener excelentes resultados en mate- 12 "Se sabe muy bien ya qu: para cada reaglén azonable, para cada not in correcta, hay coaliciones de insenuntaecacfoas, de ftagos verbal y de incoherent”. Hay ademés ofo evento de Borges, Tlon, Ugbur, Orbis Tertius, que siete los ponies desguinndos de una matafiica leibniian, Imagina una copa defecwora de una encilopedia en la que, poe un ere spareoen voces dedcads a pesonaes ya mindosinxients voces, ia argo, considera muy verdes el con cl cual manifesta obvamente aa fscstud fidaciaria ante el texto, y ademas no balla nada inverosiil en los chor narados. Lx pregunta ex: geste sabe mds 0 menos que los dems? 15 G."Toneli, Ds Las Kent. Sag stl pensiro del Setecent, C. Css, ‘dy Prism Nipoles, 2987 4A. Fett, Constction and Mathematical Scheration. Kant om the Exhibition ofa Concept in Intution, “Kant-Seudien", 86, 1995p. 131-174 15 D.R. Lachtrnan, Th Ethic of Geometry A Genealogy of Moder Routledge, Nueva York, 1985. 23 méticas. Escojo un mimero al azas, pongamos 123, y lo multiplico por otro, por ejemplo 321, y obten- go 39.483. El resultado es exacto, y se repetird cada ver que realice la multiplicacién. EI problema es, sin embargo, que las matemati- cas no son un conocimientors, pues para Kant el conocer surge del encuentro entre los conceptos y las sensaciones, generadas por algo fisicamente real. Con anterioridad, se pensaba, lo que es una cosa magnifica y puede garantizar resultados correctos, pero sigue siendo diferente que el conocer, como puede argumentarse facilmente si consideramos la diferencia entre pensar en un reloj y mirar uno pata saber qué hora es. Asi, pues, poseo un conocimien- to cuando sé, por ejemplo, cuantos granos de trigo hay en un saco (pongamos que sean 39.483), 0 cuando multiplico 123 por 321. Y los leibnizianos no se han dado cuenta de esto, despistados ademas por su idea segiin la cual entre la sensibilidad, que percibe las cosas, y el intelecto que las piensa, no se da un salto de nivel, sino una mera diferencia de cla- idad y diferenciaci6n*7. Asi, los partidarios del racionalismo se portan, en metafisica, como mate- miticos, es decir, consideran verdadero todo lo que no resulta contradictorio. 16 A 703 y sig B 7407 i. 17 Para ls leibninanos as sensaciones son, por lo general, oscuras cass, pro nodifeenciads por ejemplo, veros may bien lor colores pero a con ‘emos exactamente su inteasidad},neneas que los pensamientos son clos ¥ ifereaciados; si una sensacién las tambin a ser disits lo queen ce {5 aso, no muy fecbnts, pose: ven on or oot un tingly pie 50 que ene wes lado), eatoners palo leibninanos eto era un concep, 24 ‘GOODBYE, KANT Ahora bien, no hay nada implausible, desde el punto de vista cronolégico, en pensar que ~ponga- mos- Bergson no se perdia una sola aventura de Flash Gordon (la contradiccién surgirfa si sostuvié- semos que perdia la cabeza por Dylan Dog). Sim- plemente, esto no es verdad 0, para ser cautos, lo ignoramos. Y no podemos construir teorias sobre esta base, formulando conjeturas tanto mas estrafa- larias en cuanto que las matematicas resultan claras € intuitivas mientras que los conceptos lo son mucho menos, ya estén referidos a objetos concre- tos8, 0 ~y esto ¢s ir de mal en peor- a nociones abs- tractas. Por ejemplo, za qué nos referimos exacta- mente cuando hablamos de “libertad”? Kant observa, muy justamente, que la mayoria de las per- sonas, y en el fondo todos, no saben exactamente qué dicen cuando utilizan esa palabra de limites tan vagos®. La norma de prudencia, para evitar que la meta- fisica corra a rienda suelta, sera pues la de no com- parar los conceptos con otros conceptos, sino, er lo posible (y, obviamente, no es asf en todos los casos), compararlos con objetos. Si este es el remedio, el camino acertado parece el indicado por empiristas; y es al maximo empirista de su tiempo, David Hume (1711-1776) al que Kant reconoce el mérito 18 Por eemplo: full ela extensin exata del conepto de “telefon? Si ‘nsalando wn médem en el ordenador puedo teefoeat,cpor qué no inchir tambign al ordenador en ls elase de ls tlefonos? 19 Lot limites de a palabra “libertad quid sean suficientes para explies- ‘os que quien respondise a In pregues “Ess ibe esta tarde?” con wn "No, soy esclvo de una cigs ftalidad, no respondesa a tno, Prono es «ge epamos mucho mis 25 MAURIZIO FERRARIS de haberlo despertado del “suefio dogmatico”*=" en el que se habia sumido junto a una buena parte de los profesores alemanes. Los empiristas y Funes La idea de fondo de los empiristas era, en efecto, que todo nuestro conocimiento deriva de los sentidos (en el mundo hallo sensaciones, no conceptos), y que, por lo tanto, podemos pasarnos tranquilamente sin Ja metafisica como organizacién puramente concep- tual del universo. Nosotros disponemos del concep- to de “causa”, por ejemplo; pero si nunca hubiése- mos tenido ocasi6n de ver ~pongamos- una ventana que, al abrirse, hace caer un tiesto, no habriamos concebido nunca similar a.una causa, ni la habria- ‘mos incluido en un diccionario. O bien sostenemos que el espacio tiene tres dimensiones, altura, anchu- ra y profundidads pero si hubiésemos crecido en condiciones de privacién sensorial, dificilmente con- cebiriamos conceptos como “altura” o “anchura”; por no hablar de la profundidad, que no es obvia ni 20 1. Kant, rolegoment @ ogn fatwa metafsca che oi presenterd come seionza (2783) tad. ial de P. Carabllese, Latrz, Roma Bat 199, Prefacio (AKIN p. 260). [Ed esp, Prolegsmonor ata metfica utara ue ‘nay de poder presentare como cancia, M. Cait, sti, Madi, 1999) + "En tlio somo se reir l “estado fisiolpico de suspension de ety dad psquica superior y del iniitva” ogo se rere aa "actividad quia, durante el somo descrtoanterioemente, com imigenes, pensieaton, ‘mocions, et." En castellano se util mst plabre para ambas aio ‘es. En alms se utlzan dos palabras diferentes, Sebl'y Traum yen ings, ep y drsan(N. dT) 26 siquiera cuando estamos provistos de sentidos, y requiere alguna experiencia suplementaria: el hom- bre que vemos grande de cerca era un puntito en le horizonte, y sino nos hubiéramos acercado a él nun- ca se nos habria ocurrido que ademés de lo largo y lo ancho existe también lo lejano y lo cercano, 0 sea, lo profundo. La idea basica de los empiristas es, pues, que no solo desde el punto de vista cronolégico (como admitird también Kant), sino en términos absolutos, todos nuestros conocimientos provienen no de los conceptos, sino de la experiencia sensible que se estratifica gracias a la costumbre y al razonamiento. Y los conceptos son solamente una manera rapida, y con frecuencia engaiiosa, de codificarla: la sustancia no existe, es la mera conjetura de un sustrato que subsistirfa independientemente respecto a sus acci- dentes#; la causa no constituye un principio, nace solo del hecho de que, con frecuencia, sucede que constatamos que a un evento le sigue otro, y que el primero determina al segundo; el Yo es un puro haz de sensaciones, y no la sustancia inextensa de Deseartes*3; al menos una de las tres dimensiones del espacio, la profundidad, deriva de la experiencia:4, 2 J, Locke, Saggiosnteligenca woman (1689) tod itl dC. Pelz, Laterza Bari 2951, 3 vols, Libro exp. XXIL [Ed spy Ensayo sobre centendnienta human, 1, Rodrgues Aranda, Folio, Barcioa, 2003] 22D, Hume, Tratato sulla natura somone (1959-1740) ead tale de Carlini revisin dE. Lealdan y de E, Minot, en Oper, Laterzay Roms ‘Bar, 19712 vols, Libr Pace sccm (Ed exp, Tata dob nat taleza bamaa, Dag te Tencs, Madi, 2005) 2h Ibid Libro, Pare 1 sib VL 24. G. Besley, Teoria dla visiome (2709), ead. ital de P.Spinici, Guerin, Min, 1995, 8 3 27 MAURIZIO FERRARIS Sin embargo, el problema que los empiristas dudaban en enfocar es que, sin la metafisica, se pue- de hacer camino pero no mucho; y que si conside- ramos la causa, la sustancia, el espacio y el Yo como puros resultados de nuestras experiencias, entonces la filosoffa, la ciencia, y probablemente la propia moral, esté destinadas a desvanecerse, dado que el mundo entero se desmigaja entre nuestros dedos. Para un empirista radical todo es vano, al menos a largo plazo, y el empirismo se convierte en la ante- sala del escepticismo: en el fondo, es ftil interro- garse sobre la naturaleza de las cosas, pues, antes 0 después, podrian cambiar, y entre las leyes de la fis ca y los horarios del tren no habria ninguna dife- rencia de fondo. Estos son los problemas que aco- san tradicionalmente al relativismo, que no necesariamente necesita una justificacion de ese tipo*s. En el caso de los empiristas de los siglos Xvi y xvi, las mayores dificultades eran tres: la certi- dumbre, el paso de las sensaciones particulares a las ideas generales; y la relacion entre las ideas y las cosas a las que se refieren, El de la certidumbre constituye el punto més escabroso. El pavo puede llegar a la conclusion, basindose en su experiencia, de que cada vez que viene el campesino, va a comer; pero vendra el dia en que, en cambio, sera ese mismo campesino el que 25 Los posmodernos de ines del siglo xx no ern en absolut empirts, sino fervintesracionalisas,y aun as se alaoa, ellos ambi, ante las dif ‘tas generadas pore rechazo de la metafiien. Por empl, si no ease una eelidad externa y separada de nuestros concepos, ene sentido hablar

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