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ANTONIO ANDRES PUCHADES La Iglesia Espafiola Reformada Episcopal (IERE) SEPARATA PLURALISMO RELIGIOSO I SOCIEDAD DE EDUCACION ATENAS La Iglesia Espafiola Reformada Episcopal (ERE) Por Antonio Andrés Puchades Antonio Andrés Puchades es Presbitero de la Iglesia Es- . paftola Reformada Episcopal. Naciéd en Valencia en 1933. Ejerci6 su ministerio en’Salamanca hasta el afio 1984, fecha en que es trasladado para dirigir la IERE en Valencia. Es miembro de la «Asociacién Ecuménica Juan XXII» de Sa- lamanca y del «Centro Ecuménico Interconfesional» de Va- lencia. Miembro del Comité Central de la «Internacional Ecumenical Fellowship» y del «Comité Cristiano Intercon- fesional». Autor de folletos y colaborador en diversas revistas ecuménicas, nacionales y extranjeras. 1. Introduccién El propésito al escribir estas paginas sobre la Iglesia Espafiola Reformada Episcopal (IFRE), es el darla a co- nocer lo més objetivamente posible. Hspero haberlo con- seguido, al menos en parte. Para euimplir este objetivo he usado los documentos oficiales de |i IERE asi como las opiniones més autorizadas como soi) las del Obispo fun- dador Cabrera y las de los editoriales de la revista La Luz en sus primeros tiempos. La teologia de Juan Bautista Cabrera podemos cono- cerla en los articulos publicados @ lo largo de su vida mi- 1 nisterial por la revista La Luz; en el Manual de Doctrina ) controversia Cristiana, en su libro de Poestas, y que muchas de ellas sirvieron para letras de los Himnos litiir- gicos, y del Catecismo publicado por él. Para aproximarse con una mayor objetividad he seguido de cerca los textos de las Bases y Cdnones, asi como los del Catecismo, y especialmente el de la Liturgia. Si el lector desea conocer, v. g., la naturaleza del ministerio, tendr4 pues, que estudiar el prdélogo del Ordinal y las férmulas de Consagracion, si se trata de un Obispo, o las de Ordenacién si se refiere al Presbitero 0 Didcono, que al final del presente trabajo se transcribe. Por mi parte, he intentado presentar los documentos mas que interpretarlos. El lector tiene que tener presente que solamente se sugiere la doctrina puesto que el espacio no permite mas. La TERE es parte de la Comunién Anglicana desde el aio 1980, y es una Iglesia nacional en formacién. Es en el marco anglicano como puede ser comprendida, aunque su historia comienza en el siglo XIX como imitacién de una teologia y estructuras, pero su historia es otra. Pretende fun- damentarse en la primitiva Iglesia Espafiola, en lo que estaba conforme a las Sagradas Escrituras 0 no se oponia a ellas. 2. Apuntes Histéricos a) Los comienzos El nacimiento de la Iglesia Espaiiola Reformada Epis- copal esta unido a la persona de Juan Bautista Cabrera. Para comprender a Cabrera es preciso conocer su tiempo, sus circunstancias y su situacién. Espafia se hallaba en uno de sus momentos histdricos mas criticos, tanto por las nuevas corrientes filosdficas y sociales, procedentes principalmente 2 de Francia y de Alemania, como por la admiracién que entre nuestro pueblo despertaba la cultura inglesa. Espafia, pues, se encontraba en uno de sus peores mo- mentos, después de las guerras de independencia napoled- nica y la titania de Fernando VII, con la serie de luchas dindsticas y enfrentamientos de los absolutistas y liberales, amén de las guerras de separacién de las colonias. El XIX fue un siglo de tensiones dificilmente soportable para los espafioles. Cabrera era un hombre de ideas liberales, esto es, critico con la politica conservadora y la religién espafiola que la apoyaba; y como tal liberal simpatizante con Inglaterra, refugio tradicional de los liberales espafioles del siglo XIX. Para conocerle convenientemente es preciso no olvidar * el tiempo que le tocé vivir. Veamos cémo resume Sala- drigas los pasos que é1 dio hasta llegar a la fundacién de la Iglesia, cuyo estudio nos ocupa; «El que habia de ser primer Obispo electo de la IERE nacié en Benisa, provincia de Alicante, el afio 1837. Des- pués de los afios de bachillerato cursado en Valencia, in- gres6 en 1852 como novicio de la Orden Escolapia, donde estudiatia a fondo literatura espafola, latin, griego y he- breo, ademas naturalmente de humuanidades. Un afio mas tarde hacia profesién religiosa y se trasladaba al Colegio de Albarracin para proceder a la ampliucién de sus estudios, incluyendo Matematicas, Mecanieu, lisica, Filosofia, Teo- logia, etc. Fue ordenado diécono por el Obispo de Segorbe en 1861, y al afio siguiente presbitero por el Arzobispo de Valencia. Integrado ya de lleno en Ja dinfmica religioso- pedagégica de las Escuelas Pfas, Cubrera se entreg6 de- cididamente a la ensefianza hasta el 1863. Fue en este afio cuando sobrevino la campafia del Gobierno dirigida contra los elementos protestantes del pais, y Alhuma y sus com- 3 pafieros fueron detenidos, juzgados, encarcelados y pos- teriormente condenados a destierro. Hacia ya algtin tiempo que en la mente de Cabrera bullia una cierta corriente de inconformismo, que le impelia a distanciarse de Roma... En agosto el mismo afio decide dar el paso crucial de su vida, y voluntariamente se expatria a Gibraltar, donde se pone en contacto con los desterrados y mientras madura sus convicciones religiosas, se defiende materialmente ensefiando literatura espafiola, matemdticas y dibujo lineal. Traduce la obra del obispo briténico Harold Brown sobre los treinta y nueve Articulos de Fe de la Iglesia Anglicana, y, separado ya definitivamente de Roma, or- ganiza una congregacion de exiliados, redacta una Con- fesién de Fe y aguarda un cambio en la politica espafiola que le permita regresar y emprender cuanto antes la pre- dicacién del Evangelio»’. Las relaciones con el anglicanismo comenzaron durante el tiempo de su estancia en Gibraltar. Marcha luego a In- glaterra para reforzar sus estudios teolégicos. Y en abril de 1868 tenemos noticias ciertas de que estaba nuevamente en Gibraltar con la intencién de colaborar en el movimiento de reforma religiosa para Espafia. Tenia 32 afios cuando, con el nombramiento de Presidente de la Iglesia Reformada de Espafia, comenz6 su trabajo en Sevilla, autorizado por los generales que habian expulsado a Isabel II y declarado la libertad religiosa. Corria el afio 1869, y acababa de ponerse en marcha la Iglesia Reformada Espafiola, que intentaba aglutinar a grupos procedentes de las mas dispares procedencias: presbiteranos, luteranos, metodistas, congre- gacionistas. En la Asamblea General que celebraron en 1871 «con el propésito todavia latente de fomentar la unién, se puso 1. Robert Saladrigas’ Las Confesiones no catélicas de Espana, Bar- celona, 1971, pp. 89-90. 4 en evidencia que el protestantismo espajfiol estaba sujeto, y atin condicionado, por varias corrientes de opinién en cuanto a organizacién de la Iglesia. Por afiadidura se opo- nian entre si los que participaban de las corrientes presbi- terianas y quienes deseaban conformar una Iglesia estric- tamente espafiola. Esta habria de ser episcopal para asi enlazar mejor con el gobierno y modo de ser de la Iglesia cristiana en Espafia». En 1875 Cabrera se traslada a Madrid y cinco afios més tarde, en 1880, se produce la _escisién que darfa origen a la Iglesia Espafiola Reformada; éste era su primitivo titulo. En aquel Sinodo, celebrado en Sevilla, estuvieron representadas tres Iglesias de Sevilla, una de Malaga y la de Madrid. El obispo de la IERE Santos Martin Molina, escribe: «En este Sinodo se tuvo la presencia del obispo Riley, de los Valles de Méjico —no se olvide que al optar por el sistema episcopal de gobierno, la IERE se aproximo in- mediatamente al bloque de tradicién anglicana—, quien habia ordenado a un joven didécono a su paso por Madrid y tres dfas ms tarde le ordené de presbitero en Sevilla. En este Sinodo se elegia obispo al reverendo Juan Bautista Cabrera y se acord6 dirigir un mensaje a la Iglesia de Trlanda, pidiendo la intercomunicacién con ella, y la con- sagracién del sefior Cabrera. Lord Plunket, obispo por en- tonces de Meath y més tarde arzobispo de Dublin, visité Espafia y Portugal. En Madrid, después de asistir a un servicio religioso del domingo, tuyo una reuni6n particular con la Junta parroquial, en cuya reunién adquirié bastante informacién y de la cual salié bastante bien impresionado»”. En el mismo Sinodo y antes de elegir obispo, se procuré organizar la Iglesia partiendo de la defensa de estos prin- cipios: «Constituir una Iglesia espafiola, Iglesia con auto- 2. §S. Martin Molina: Bosquejo Histérico de la IERE. Madrid, 1967. nomia; Iglesia que tenga hermanas en el extranjero de las que pueda recibir ayuda y consejo; Iglesia con obispo propio y episcopado propio cuando llegare el tiempo. Iglesia, en fin, con liturgia propia y formularios de culto»?. Cabrera, por tanto, abandonaba el movimiento protes- tante y fundaba el episcopaliano. Su decisién perjudicé a todos los reformados, pero en conciencia no podia obrar de otra forma quien desde el principio pensé en encauzar todo el movimiento reformista por el camino que al final se vid obligado a recorrer con sdlo unas cuantas parroquias. A pesar de que el habia aceptado la «Declaracién de Fe», tenfa que decidirse sinceramente a continuar la obra que en su tiempo hizo en Barcelona \ Antonio Valespinasa, pero con el suficiente tacto para evitar Io ocurrido con “aquel, al cual le-falt6 el apoyo-de-la Iglesia de Inglaterra _ y ese fue su fracaso, mientras que Cabrera contaba con las simpatfas lel Arzobispo de Dul Lord Plunket Pocos ignoraban que Cabrera era anglicano y simpati- zante de la cultura inglesa. Habfa traducido, ya en 1867, una serie de libros tan significatvos como: «Exposicién histérica y doctrinal de los Treinta y Nueve Articulos de la Iglesia Anglicana», «Religién, Disciplina y Sagrados Ritos de la Iglesia de Inglaterra», y algunos mds en la misma linea. Las criticas que recibié Cabrera fueron numerosas, tan- to del movimiento protestante al que habia pertenecido, como de la Iglesia catélica a la que también habia aban- donado. Afios después, en 1890, y desde el ntimero 601 de la revista «La Luz» (6rgano oficial de la IERE), dirfa estas palabras: Me «Unos diez afios ha que un reducido nimero de con- gregaciones evangélicas de Espafia, deseosas de imprimir 3. R, Saladrigas: ib. pp. 91-92. a la obra de evangelizacién de nuestra patria un nuevo movimiento que desterrase los conocidos obstaculos, que por la poca organizacion de la Iglesia espafiola habian es- torbado y hecho infructuosos muchos de los trabajos, de- terminaron constituirse en Iglesia nacional, para realizar asi con independencia y determinado plan la santa obra de extender el Evangelio, en la que tanto se ha trabajado con indiscutible celo por obreros diversos que, aunque sepa- rados por cuestiones de forma, han permanecido estrecha- mente unidos en la doctrina de Nuestro Salvador. Constituida asi la Iglesia Espafiola Reformada, por el voto libre de varias congregaciones, aspiré a ser desde entonces una Iglesia_andloga a las que se intuyeron en los primeros siglos de la era actual y a las que se reformaron en los siglos posteriores; pues que tal forma es la que mas en acuerdo se halla con la de los primeros cristianos, sin que en nada se aparte de las ensefianzas de Cristo que, como es sabido, dejé libre a sus discfpulos la organizacién de la Iglesia, ordenan- doles sdlo que evangelizasen el mundo». La aventura de fe de J. B. Cabrera le habfa llevado a crear una Iglesia que no estaba en la linea de los reformistas del siglo XVI. Aquellos habian sido calvinistas y luteranos, y sus continuadores teolégicos eran los que componian la Iglesia que abandoné Cabrera. La Iglesia Episcopal, que acababa de poner en marcha era la mas tradicional de las existentes en la nacién, y esto iba a crearle una serie de problemas que permanecen hasta el dia de hoy. Los ataques a la persona de Cabrera fueron durisimos, destacando por parte catélica los de Gago y los de Menén- dez y Pelayo, tanto por la mordacidad del primero como por la autoridad cientifica del segundo. Nunca pudo olvi- darlos e intent6 responder y convencer de su honestidad cristiana. Asi ha de decirse que la alegria de su consagracién episcopal, ocurrida en el afio 1894, fue empafiada por las polémicas levantadas tanto por los protestantes espafioles como por los anglicanos, contrarios los unos y los otros, aunque por razones diferentes, de que se crease una Iglesia Episcopal en Espajia. Para los primeros era incomprensible e incompatible con el Evangelio, motivo y fuente de di- visién. Para los segundos, por su principio de no crear misiones en lugares donde ya existiera una Iglesia. Lord Halifax, por ejemplo, se mostré profundamente disgustado, porque consideraba este hecho como un impedimento serio para la unién de la Iglesia de Inglaterra y la Catélica- Romana, union por la que él venia hacia tiempo trabajando. Esta tensién, aunque no es tan fuerte en nuestros dias, no ha dejado totalmente de existir. Al lector se le puede ocurrir una pregunta: ;Por qué se espero hasta el 1894 para proceder a la consagracion epis- copal de J. B. Cabrera, habiendo sido electo en el Sfnodo de 1880? La respuesta la hallamos en las palabras del Obispo Molina: «Fue entonces (1894) cuando Lord Plunket, superando dificultades por un lado y desestimando escrépulos de al- guno, por otro, se decidi6 a venir a Espafia con otros dos Obispos més, irlandeses, y consagr6 al obispo electo, Ca- brera». Si quisiéramos buscar en las dificultades a las que Mo- lina hace alusién, hallarfamos una respuesta satisfactoria en la explicacién que daba «La Luz», en el nimero 1049, de mayo-julio de 1967: bg «Por ejemplo, prevalecia en algunos estamentos angli- canos la esperanza de restaurar la unidad con Roma. No €s que esta esperanza se haya esfumado. Lo que pasa, y lo que pas6, es que no habja ni hay raz6n para cruzarnos 8 de brazos esperando que Roma recapacite. Lord Halifax envié en aquel entonces una carta al cardenal Primado de Toledo lamentando la consagracién. En las Cortes Espa- fiolas muchos se rasgaron las vestiduras y el ruido Ilegé a tanto que ya resulta dificil decir quiénes eran los «protes- tantes». Aquella consagracién se hizo a puerta cerrada. La Iglesia de la calle Beneficiencia llevaba afios solicitando permiso para abrir sus puertas. Para una ocasién como aquella el no fue mas sonoro*. En 1916 moria en Madrid el obispo J. B. Cabrera, fundador de una Iglesia de tipo anglicano en Espafia e impulsor de su vida littrgica, teolégica y juridica, sin ol- vidar el importante aspecto pastoral y de evangelizacion. b) Afios diftciles Muerto el obispo Cabrera, «el doctor Cregg, entonces arzobispo de Dublin, se hace cargo de la Iglesia en Espafia y Portugal, visita con regularidad la peninsula, y en la mayorfa de los viajes ordena nuevos ministros y confirma numerosos miembros. Con todo, se espera la consagracién de un obispo espaiiol que se erija en continuador de la obra de Cabrera. No sdlo no parece existir la menor posibilidad de conseguirlo, dada la todavia incipiente naturaleza de la Iglesia, sino que al comp4s de los acontecimientos politicos que sobrevienen en la Espafia de 1935, cuando prdctica- mente se percibfan los sintomas que habia de provocar el estallido de la guerra civil, el arzobispo Cregg suspende las visitas periddicas que no habrian de renaudarse hasta 1951. Fue €ste el periodo de crisis mas grave que amenaz6 4, R, Saladrigas: ib. pp. 98-99. incluso la existencia de la TERE, aislada, desasistida, li- teralmente abocada a la extincién»*. Desde el fallecimiento del arzobispo Cabrera hasta la eleccién de su hijo, Fernando Cabrera, como obispo electo en 1.950, la Iglesia fue dirigida por los Presidentes del Sinodo, destacando a Daniel Regaliza y el mismo Fernando Cabrera. En estos treinta y cuatro afios estuvo muy cerca de lograrse definitivamente la unidn de la IERE con las Iglesias Reformadas espafiolas, formando asi el tan deseado cuerpo tnico, con la consiguiente importancia para las pu- blicaciones, seminario, organizacién y evangelizacion, di- tigidas por una sola y misma Iglesia, evitando la debilidad de la division. Nunéa estuvo més cerca la unién, pero la oportunidad paso dejando resabios dificiles de solucionar en ambas par- tes. Desde entonces la Iglesia Evangélica Espafiola ha mar- cado en algunos aspectos su personalidad presbiteriana- congregacionalista, poseyendo su propio seminario y pro- fesorado para la preparacién de su clero y reflexin eclesial. La Iglesia episcopal se reafirmé en su Liturgia y Orden, para su vida y desarrollo cristiano. . La guerra civil espafiola fue desastrosa para la IERE, como lo fue para tantas Iglesias. Falt6 muy poco para que desapareciera del ambito nacional. Al fallecimiento del obispo electo, Fernando Cabrera, ocurrida en 1954, la situacién era verdaderamente angus- tiosa. La profunda falta de libertad y los continuos ataques € insultos, afiadidos a la falta de medios econémicos y humanos, parecia que iban a acabar con ella. Todo su clero se componia de un Obispo electo; un anciano presbitero y otro de avanzada edad, mas un diécono no muy joven. 5. R. Saladrigas: pp. 99-10. 10 Merece ser mencionado el Dein, Rev. Adolfo Araujo, quien mantuvo una indudable influencia teoldgica hasta su fallecimiento en 1956. Ese mismo afio era consagrado Obispo don Santos Mar- tin Molina, ceremonia que tuvo que hacerse con muchas precauciones y a puerta cerrada en su parroquia de Sevilla y parece ser que 61 mismo estuvo amenazado. Ahora se le criticaba duramente en las paginas de «Ecclesia» y en otras publicaciones catélicas. Los obispos consagrantes fueron el de Meath (Irlanda) —después Primado—; el de Indiana del Norte (U. S. A.) Mallet, y el de Minnesota (U. S. A.), Keeller. El obispo Molina tuvo que esforzarse por conseguir la reorganizacién de las parroquias y estrechar los lazos con el anglicanismo. La TERE firmé la intercomunién con las Iglesias Episcopales de Estados Unidos, Irlanda, Inglaterra, Escocia, Gales, Africa del Sur, Filipinas y la de los «Viejos Catélicos». Con ello queda reafirmada la posicién de la TERE dentro del Catolicismo del tipo anglicano. El obispo Molina fue el «Obispo del Coneilio Vaticano Il». Las cosas parecfa que estaban cambiando, no solamente en cuanto a las relaciones sino también en otros aspectos, incluso en lo tocante a una mejor comprensién de algunos dogmas de la Iglesia Cat6lica Romana, pero era muy diffcil adivinar el impacto que el Vaticano II tendria en la IERE, aunque la renovacién litirgica y el cambio de mentalidad en el clero tenfa una gran importancia. El obispo Molina no era un tedlogo y los grandes acon- tecimientos que se desarrollaban fuera de su Iglesia la cau- saban confusién e inquietud. Es significativo que al final del folleto titulado «Bosquejos histéricos de la Iglesia Es- pafiola Reformada Episcopal» (1967) escribiese: «En nuestros dfas se respira un ambiente cargado de ecumenismo por todos los 4mbitos de la Cristiandad. No- 11 sotros no despreciamos tal ambiente, ni desechamos el di4- logo con todos pero, hoy por hoy, creemos que todavia tiene raz6n de ser nuestra Iglesia». El 3 de agosto de 1966 fallecfa el obispo Molina y el Sinodo XXVI elegia a continuacién para sucederle en el episcopado al presbitero don Ram6n Taibo Sienes. En 1967 era consagrado obispo don Ramé6n, asistiendo 11 obispos de la Comunién Anglicana. Presidié el Dr. Luis Pereira, de Portugal. Los restantes fueron los de Leombo (Africa), Puerto Rico, Méjico, Rhode Island (USA), el delegado del Obispo de York (Inglaterra) delegado del arzobispo de Utrech de la Iglesia Viejo-Catélica, delegado del Arzobispo de Canterbury, el Obispo Primado de Escocia y el Arzo- bispo de Africa del Sur. Fue todo un acontecimiento, al que asistieron algunos sacerdotes de la Iglesia Cat6lica-Romana, marcando con ello una notable diferencia respecto a las anteriores consagracio- nes. El tiempo era otro y la consagracién del Obispo Taibo lo ponia de manifiesto por la no existencia de criticas ni prohibiciones, y las simpatias de los asistentes, y atin de la misma prensa nacional. La consagracién de Taibo fue la culminaci6n de una etapa comenzada por el Obispo Molina. La actividad ecuménica del Obispo Taibo fue intere- sante, desde la divulgacién de documentos anglicanos hasta sus relaciones con Jerarquias Catdlico Romanas y de di- versas Iglesias. El Nuevo Testamento ecuménico encontré su apoyo. El tiempo que le ha tocado servir ha sido dificil ya que la acentuacién del secularismo ha tomado propor- ciones alarmantes en la sociedad espafiola. Los movimien- tos politico-sociales y atin el mismo cambio de los sistemas teolégicos estén presentando una problematica inquietante también para la IERE, incapaz por el momento de situarse a su nivel y responder satisfactoriamente. 12 En el afio 1982 era consagrado Obispo el Rev. Arturo Sanchez Galan. Siendo el Obispo Oficiante el Revmo. Ra- mén Taibo; los obispos Fernando Soares, de la Iglesia Lu- sitana, y otros de Irlanda, Inglaterra y USA y de fous naciones. Asistieron como invitados a la consagracién el Arzobispo de Valencia, D. Miguel Roca y representantes de la ICR y de la Iglesia Evangélica Espafiola. Fue un acto multitudinario y Teno de buenos deseos para el futuro de la IERE. En el afio 1989 el Revmo. Arturo Sanchez y su esposa Dfia. Raquel de S4nchez, asistieron a la Conferencia de Lambeth. Era la primera vez que sucedfa en la historia de la IERE. ee Mas de un siglo de vida de una iglesia minoritaria, ain dentro de la minorfa protestante espafiola, que se ha es- forzado en hacer frente a dificiles problemas de todo tipo, y que cree tener raz6n de ser por el mensaje de reconci- liacién entre Dios y los hombres, mediante Jesucristo, por la practica de su piedad littrgica y de la fe interiorizada de que es portadora. 3H ma IERE y el pensamiento de Cabrera Pero la historia de los reyes 0 gobernantes no es la de sus pueblos. Lo mismo ocurre con las Iglesias. La historia de sus Obispos no es la del pueblo cristiano. Son cierta- mente una parte importante de su historia, y en el caso concreto de Cabrera, importantisima parte, pero el pueblo escribe su propia historia. 5 El pueblo cristiano de la IERE vivia en una fe intensa. Era la que Iamaban «adoracién a Dios en espfritu y en verdad», que traducfan como relacién directa con Dios me- diante Jesucristo, y con formas sencillas de culto, prohi- 13 biendo imagenes y haciendo énfasis en la lectura de las Sagradas Escrituras. Critieaban al Catolicismo porque lo consideraban legalista, frfo, enemigo de la verdad evan- gélica. Su radicalismo era también para ellos un vinculo de unién entre sf, como lo era asimismo la Ppersecucién de que estaban siendo objeto, Temerosos de las interpretaciones que habja en su Iglesia y que de dia en dfa se iban consolidand6, con el consiguiente peligro de desaparicién de la misma por la integracién en otras Iglesias no episcopales, Cabrera habia dicho: «No sélo de los escritos antiguos, sino también de los modernos, podemos y atin debemos hacer uso, sea cual fuere la comunién a la que hubieran pertenecido o perte- nezcan sus autores; porque la verdad es siempre verdad, y lo bueno es siempre bueno, donde quiera que se encuentra, y no es patrimonio exclusivo de una u otra secta, sino de la Iglesia universal y hasta de la humanidad. No somos una Iglesia nueva, sino la Iglesia antigua»...«la viva voz de la Iglesia», pues hay en ella un ministerio para la ensefianza de la verdad, y la predicacién de la Palabra es uno de los ministerios de gracia. Todo esto implica bien claramente que los fieles deben oir Ia viva voz de los Ministros de la Iglesia... Pero esto no excluye el derecho que tienen a leer la Palabra de Dios... gSerdn rebeldes y sectarios y estarén excluidos de la salvacién los que por su espiritu privado se oponen a la voz de la Iglesia o no se conforman con ella?... Nuestro Divino Maestro ha dicho, hablando de sus discipulos, a quienes envi6 a predicar: ‘‘el que a vosotros oye a Mi me oye; y el que a vosotros desecha, desecha al que me envid’’. Por tanto, los que no oigan esta voz de la Iglesia 0 no se conformen con, ella, seran ciertamente rebeldes o sectarios y no habrd para ellos salvacion, porque desechan al mismo Cristo». 14 ¢Cémo responderemos a los que afirman que el juicio privado en la lectura de las Eserituras ha producido nu- merosas divisiones 0 sectas entre los Protestantes? La palabra «protestante» es de un valor negativo y se la aplican muchos infieles que protestan no sdlo contra la Iglesia Romana, sino también contra las Sagradas Es- crituras. i Igualmente se engalanan con ese titulo varias sectas que son heréticas, por cuanto, conservando algunas doetrinas biblicas, rechazan otras que también lo son y sostienen ademas dogmas erréneos. Pero aparte de estas dos clases de protestantes, hay Iglesias Reformadas que suelen tomar también ese nombre y que sostienen, como la antigua Igle- sia Catélica, de la cual son partes o ramas, toda la verdad biblica y el orden apostélico. A esta viltima clase de ielesias nos referimos, a éstas defendemos y por éstas abogamos»* " Sin hacer comentarios sobre estas palabras del Obispo Cabrera creemos que son suficientemente claras y bien fun- dadas en la Liturgia de la Iglesia Episcopal como para tomarlas como meras opiniones particulares y asi fueron entendidas en sus Bases por las diferentes Iglesias, que, por ello, se sintieron heridas. La separacion de la Iglesia Espafiola Episcopal de las demas estaba bien cimentada y no serfa posible la unién inmediata ni préxima. El canon 2 de 1883 habia sido duro al seffalar: «Sin prejuzgar la validez 0 no validez de las 6rdenes conferidas sélo por presbiteros, nuestra Iglesia solamente reconocera y aceptara como legitimas las conferidas por un Obispo acompafiado de Presbiteros y, Por tanto, conside- rar4 legitimamente ordenados a los Ministros procedentes de todas la Iglesias de régimen episcopal». 6. J. Bautista Cabrera: Manual de Controversia y Doctrina Cristiana. Madrid, 1900. Tomo I, pp. 208 y 232. 15 Con ello quedaban reconocidas las Ordenes de la Iglesia Cat6lica-Romana, la tniea en la nacién con tales caracte- risticas, rechazando tan plenamente a los Protestantes que cuando alguno de ellos se convertfa a la Iglesia Episcopal se comenzaba por confirmarle, cosa que contintia suce- diendo en nuestros dias. Esta doctrina colocaba a la IERE en una situacién dificil con relacién al movimiento protestante espaiiol. En cuanto a los fieles de la IERE, por su situacién de minoria y por los profundos contactos con algunas Iglesias protestantes por una parte, y la repulsa durisima en deter- minadas circunstancias de la Iglesia Catélica Romana, por otra, se sintieron tan unidos con los de otras confesiones salidas de la Reforma, que casi creyeron formar con ellos la misma Iglesia. La palabra «evangélico» que tanto se usa y que resulta ser tan ambfgua, ha encubierto el movimiento reformado espafiol como si fuese todo él de una misma doctrina, con las consecuencias de impedir el verdadero dialogo y la unién con los de estas otras confesiones, puesto que no se percibian, no se captaban los problemas de fondo. Tan peligroso resulta a veces el forzar para ser distintos como para ser iguales. El gran parecido de la IERE con la Iglesia Cat6lica- Romana, al resaltar ambas lo institucional, no era lo que hacia a la IERE ser ambigua, como pudiera parecer, de la misma manera que no es ambigua la Iglesia Ortodoxa. La TERE habia nacido por el deseo de que la Biblia fuese lefda y estudiada con libertad, y que la Liturgia se celebrase con sencillez y profundidad, predicando en cada celebracién, y participando toda la asamblea en la comunién y no siendo meros oyentes de la Liturgia. Afirmaba la necesidad de un cristocentrismo en la teo- logia y en el culto y lo mismo en la devocién particular, evitando cuanto pudiera estorbarlo. Propugnaba la no obli- 16 vatoriedad del celibato por los sacerdotes y atacaba la obli- gatoriedad de la confesién privada Exigia libertad para el individuo y que no se le forzara a ser cristiano, apoyandose para ello en la misma Iglesia. ; 2 Propugnaba la Misa en lengua verndcula y no en latin, pues asf la Liturgia era incomprensible para el pueblo, con cl inconveniente de que de ese modo no podia participar en las funciones littirgicas sino que tenfa que limitarse a ser mero espectador. 4. Bases fundamentales de denominacién, doctrina, per- sonalidad, gobierno y disciplina de la Iglesia Espanola Reformada Episcopal aprobadas en el XXXVI S tnodo Preémbulo. Del hombre. Es necesario conocer las 38 Bases de la Constitucién de la Iglesia Espafiola Reformada Episcopal para lograr una mejor comprensién de la misma. Pero, dados los propésitos de este trabajo y sus limitaciones de espacio, transcribimos solamente aquellas que estimamos mds convenientes para informacién del lector. cl Las siguientes Bases constituyen la revision y puesta al dfa de las que fueron aprobadas por el Sinodo celebrado en Madrid en su sesién del 22 de febrero by oe Ye las por los Sinodos posteriores. Establecen las nor- ee por las que se regird la IGLESIA ESPA- NOLA REFORMADA EPISCOPAL, conocida también por «Iglesia Episcopal» nombre que se reconoce como de- nominaci6n oficial de la IERE. 17 Capitulo 1° De la doctrina Base | Hs eee Reformada Episcopal, como parte esia Una, Santa, Catélica y Apostoli i y propaga la Fe Cristiana y el ¢ Yrden aie ee Se encuentran expresados en la Liturgia en uso a ae Iglesia y en la Declaracién de Doctrina vigente, basdi dose en las ensefianzas de las Sagradas Escrituras, a te ser fiel custodia y Propagadora de las mismas, ee . zando toda doctrina y practica que a ellas sean contrarias 4 Base 2 ¢ Le Iglesia Espafiola Reformada Episcopal esta abierta 1alogo con todas las demas Iglesi i ) pas as Iglesias que busquen 1. ue en Cristo, tinica Cabeza y Sefior de la rate 1 fee acuerdo sobre esta materia deberd ser aprobado a la Comisién Permanente General y sancionado por el inodo General antes de su entrada en vigor. Base 3 La Iglesia Espafiola reform i ‘ a Espa ada Episcopal conting Practica el Ministerio de la Palabra y de Ke cuca Mantien i . ia e el triple orden de Obispos, Presbiteros y Did- Capitulo 2.° De la organizacién Base 4 La Iglesia Espafiola reformada Episcopal esta integrada en la Comunién Anglicana y es miembro de pleno derecho en la misma. Base 5 La estructura orgdnica de la Iglesia Espaftola reformada Episcopal esté constituida por el Sinodo General, Consejo de Obispos, Comisién Permanente General; Sinodos Dio- cesanos, Comisiones Permanentes Diocesanas; Secretarfas Permanentes; Parroquias y Misiones. Base 6 El Sinodo General, sujeto solamente a la autoridad de Cristo,-que es la cabeza de la Iglesia por encima de todas las potestades, tendré el superior poder legislador y ad- ministrativo que sea compatible con la costitucién episcopal de esta Iglesia. Cuando el Sinodo General no se hallare reunido, todos los asuntos de la Iglesia que se susciten serén sometidos a la autoridad y decisién de la Comisién Permanente General, con exclusién de cualquier otro 6rgano de la Iglesia. Asimismo, la Comisién Permanente General cui- dard de la ejecucion, en tiempo y forma, de los acuerdos adoptados por el Sinodo General, al que deberd rendir cuenta de su gestion. Base 7 El Sinodo General de la Iglesia estara constituido por el Consejo de Obispos (Compuesto de todos los Obispos consagrados en activo), por la Comisién Permanente Ge- neral, elegida por el Sinodo anterior, y por todos los Clé- rigos en activo y por los Laicos representantes de las Pa- rroquias y Misiones de esta Iglesia, También forman Parte del Sinodo los titulares de las Secretarfas Permanentes, pero estos son sélo voz. La forma de votacién seré la establecida en los cénones, Base 27 La eleccién de Obispos, ser4 de la exclusiva compe- tencia del Sinodo General. La eleccién de Obispos, cualquiera que sea la causa que la origine, se hard por votacién de los componentes clérigos y laicos del Sinodo General, efectuandose la vo- taciOn por las normas prescritas al respecto en los cénones. Si la elecci6n de un Obispo fuera con derecho a sucesién (Obispo Coadjutor), requerird el consentimiento por escrito del Obispo Presidente, con la aprobacién de la Comisién Permanente General, y debera ser advertido previamente el Sinodo General en que se eve a cabo dicha eleccién. El Obispo sin derecho a sucesién, por muerte 0 inca- pacidad comprobada del Obispo Diocesano, podra ocupar la direccién de la Didcesis bajo cuya jurisdiccién est4, y ser la Autoridad eclesidstica de la misma hasta que un nuevo Diocesano sea elegido, Consagrado, y haya tomado pose- sién de la dicha Diécesis. Todo ello con la previa autori- zacion del Obispo Presidente. 20 Ningin Obispo elegido sera consagrado sin la previa sancién del Consejo de Obispos, ni tomard posesidn de la Diécesis, sin la dicha previa sancién. : . Quien haya de ser consagrado Obispo, tendra a lo me- nos, treinta afios de edad cumplidos. Base transitoria segunda Hasta que la Iglesia Espafiola Reformada Episcopal no tenga tres Obispos consagrados bajo su jurisdiccion, las cuestiones de Fe y Orden estarfn bajo la autoridad del Arzobispo de Cantérbery, siempre que excedan la com- petencia del Sinodo General. Base transitoria tercera Entre tanto que la Iglesia Espajiola Reformada Epis- copal no esté dividida en dos 0 mas Discesis, sera presi- dente ex-oficio del Sinodo y de la Comisién Permanente la persona que ocupe el cargo de Obispo Diocesano en la actual y tnica Didcesis. Los Sinodos celebrados hasta hoy han sido 40 Gnica- mente como Diocesanos, ya que Espafia es una sla Did- cesis. Esto debe tenerse en cuenta al estudiar las bases antes ae ae superior de la IERE es. el Consejo de Obispos que tiene como cabeza al més antiguo de los que asistan a su Sinodo. El Obispo Cabrera describio la es- tructura ideal para él, en el libro anteriormente citado: «Concilio congregacional, que también se llama local, es la reunién de ministros fieles de una misma localidad, 21 para tratar asuntos pertenecientes a una misma congrega- ci6n 0 congregaciones a que estin asociados. Concilio diocesano es el que celebra un Obispo con el clero de su Diécesis sobre asuntos pertenecientes a la misma. Concilio Provincial es el que celebran los Obispos de las Diécesis que constituyen una provincia eclesidstica, pre- sidida por un Arzobispo Metropolitano. Concilio Nacional el que celebran los Arzobispos y obispos de una nacién, presididos por el Primado o Patriarca de la misma. Concilio General, que también se llama universal, ecu- ménico y algunas veces plenario, es el celebrado por Obis- Pos y representantes de toda la Cristiandad, para tratar asuntos cuya importancia trasciende a toda la Iglesia cris- tiana esparcida por el orbe. En cuanto a los Concilios tenidos por la Iglesia universal la IERE solamente aceptaba los seis primeros ecuménicos, pero rechazando al mismo tiempo que estos Concilios o cuantos se han celebrado 0 celebren en el futuro sean te- nidos por infalibles. Se les debe tener en tan gran estima y tespeto que ningtn cristiano debe rechazarlos, pero si pueden ser criticados, en la amplia acepcién de esta palabra, y hasta condenados y corregidos en todo cuanto de erréneo contengan por Concilios posteriores»’. La estructura jerérquica de la IERE, por tanto, se apoya en el triple ministerio de Obispo, Presbitero y Diacono. El organo legislativo de la Iglesia es el Sinodo, presidido por el Obispo y asistido de un representante clérigo y otro laico de cada parroquia, equilibrandose por tanto los votos entre clérigos y seglares. Mientras el Sfnodo no esta reunido hay una Comisién permanente que trata de resolver junto con 7. J, Bautista Cabrera: 0. c, pp. 166-167. 22 cl Obispo cualquier problema que pueda surgir. El grado inferior lo ocupan las parroquias, presididas por un pres- bitero ordenado por el Obispo y ante el cual es responsable en lo administrativo y sacramental ” " El p4rroco est4 asistido por una comisi6n parroquial que entiende asimismo en los asuntos administrativos pa- rroquiales. 5. La Liturgia de la IERE La Liturgia es de tal importancia que muy bien puede considerarse como la base de la piedad y de la Teologia de la IERE, junto con la Biblia, Su co-autor fue, como en todo lo de importancia que se iba haciendo y colocando como cimiento de la nueva Iglesiay‘el Obispo Cabrera. Con él colaboré en Ja Liturgia de 1881 Valentin Vaquero. La Liturgia promueve una piedad de gran elevacion yy de hecho ha conseguido que sus Oficios tengan una uncion y calor diffciles de olvidar para quienes participan en ellos. En 1881 se publicé la Liturgia de la TERE, la cual fue ampliada y reformada profundamente, y asi aparecié en 1889, En 1954 recibié algunas adiciones, no muchas en cantidad, pero importantes teolégicamente y muy en con- creto en el Ordinal. 4 tn El esquema general de la Liturgia es el siguiente: A) Liturgia de la Santa Cena. B) Libro de Oficios Divinos (Libro de las Horas). 1) Oficio Matutino (Oracién de la Mafiana). 2) Oficio Vespertino (Oracién de la Tarde). 3) Oficio para la Natividad. Oficio para la Circuncision. 23 ©) D) E) 24 Oficio para la Epifanfa. Oficio para el Jueve: Oficio para el Viernes Oficio de Pasién. Officio de Pascua. Oficio de Ascensién, Oficio de Pentecostés. Oficio de Trinidad. 4) Oficio de Suplicacién, Ritual. 1) Bautismo de Parvulos. Bautismo de Adultos. 2) Confirmacién. 3) Matrimonio. 4) Oficio para los Enfermos. Puede ser de Santa Cena, o de confesién y absolucién y consuelo en la enfermedad. 5) Sepultura de Paérvulos. Sepultura de Adultos. Servicio Episcopal. 1) Confirmacién. 2) Ordenacién de Didconos. Ordenacién de Presbiteros. Ordenacién de Obispos. 3) Consagracién de Templos. Devocional. 1) Oraciones de Accién de Gracias. 2) 3) Oraciones de Stiplicas. Oraciones Privadas. Letania. G) El afio eclesidstico esta dividido: Tiempo de Adviento. Tiempo de Navidad con la Festividad de la Circun- cision. Tiempo de Epifania con la Fiesta de 1a Epifania. Tiempo de Pascua. Festividad de la Ascensi6n. Festividad de Pentecostés. Tiempo de Trinidad. H) Conmemoraciones: Presentacién de Jestis; Encarnacién del Verbo; Trans- figuracién de Jestis; San Miguel y Todos los Santos; San Juan Bautista; Conversién de San Pablo; San Matias Ap.; San Marcos Evangelista; San Felipe y Santiago; San Ber- nabé; San Pedro; Santiago Ap.; San Bartolomé; San Mateo; San Lucas; Santos Simén y Judas; San Andrés; Santo To- més; San Juan Evangelista; San Esteban Protomartir; Santos Inocentes; Todos los Santos. Vestiduras littrgicas. El Obispo Cabrera se decidié por la adopcién de alba y estola. Los obispos usaron el traje tradicional de Occi- dente, con variantes. 6. Teologta de la IERE La Teologia de la IERE no est4 solamente contenida en su «Declaracién de Doctrina» (colocada al final del Libro de la Liturgia). No son treinta y ocho dogmas, mas bien se trata de unas doctrinas de circunstancias historicas. Ni tampoco el valor doctrinal de los artfculos est4 a la misma altura, ya que frente a los que tratan de la Trinidad, estén 25 los que hablan de que «los bienes de los Cristianos no son. comunes» 0 «del matrimonio de los eelesiisticos». La teologia de la IERE se halla principalmente en su Liturgia, que en sus Oficios ha ineorporado parte de la «Declaracién de Doctrina» y del Cutecismo prender a la IERE hay que fener en cuenti que es de c Anglicano y su Teologia estd en esa linea, Me parece in- teresante lo que dice al respecto el profesor J. E. Griffis en su articulo «La Teologia angli «Al acercarnos a la Teologfa anglice ina es necesario recordar que nuestra Teologia se ha nutrido de una Historia particular y en ella contintia creciendo, Muy raras veces ha sido académica Ja teologia anglicana. Tampoco ha sido una teologia cientifica en el sentido de que haya partido de un sistema filoséfico concreto. Al contrario, los mejores de nuestros tedlogos se han sumergido en la vida pastoral de la Iglesia y su teologia ha tenido la tendencia a ser apo- logética y pastoral. Se ha enraizado siempre en la vida del pueblo. Ha sido siempre una teologia condicionada por su ambiente histérico y por los problemas de la vida diaria con los que se enfrenta. Esto explica el por qué de la ausencia de grandes mentes teolégicas anglicanas en el pasado y que tengan algo mas que un interés histérico. No tenemos un Santo Tomas, 0 un Lutero o un Calvino. Por tanto todo aquél que se acerque al Anglicanismo ha de recordar que no hay un sistema anglicano de teologia, que no hay un Manual de teologia anglicana, ni tampoco hay nadie que pueda representarla. No hay, pues, algo asi como una «Theologfa anglicana», solamente hay anglica- nos que son tedlogos dentro de un sistema que es muy nebuloso y esté muy poco definido. Pero desde esta tra- dicién de teologos anglicanos hemos de ser capaces de ver lo que el Anglicanismo tiene para dar al pensamiento teo- légico del futuro». 26 «En el presente momento historico... la teologfa an- glicana, como toda teologia cristiana, est a la espectativa. Ponemos nuestra esperanza en que continuaré desarrollan- dose de tal manera que pueda hacer su contribucién a toda la teologia cristiana en su conjunto. Se ha desarrollado como una tradicién de Credos y de la tradicién biblica, mientras que continta su lucha por ser abierta a otras co- rrientes y movimientos dentro del cristianismo». «La contribucién anglicana ha estado, tal como hemos visto, en el desarrollo de una teologia cuyo punto principal ha sido la insistencia de la relacién entre el «Logos» hu- mano y el «Logos» divino como la forma a través de la cual el misterio de Dios y de la existencia humana puede ser expresado mejor. En una €poca cuando la Iglesia Cris- tiana y el mundo mismo estan enfrentados con crisis y tensiones cada vez més intensas, la teologia (si quiere decir algo al mundo y a la Iglesia) ha de ser capaz de escuchar tanto el grito del hombre, como la Palabra de Dios». «Hasta el presente siglo la historia del Anglicanismo y particularmente de la teologia anglicana ha estado intima- mente ligada con la historia de la Iglesia de Inglaterra y, por esta razon, ha parecido insular y protegida de todo criticismo externo. Cada vez mas, sin embargo, al exten- derse la Comunién Anglicana por todo el mundo, una nueva forma de teologia anglicana ha empezado a aparecer»*. Esta larga cita sirve tanto para comprender la proble- matica de la teologia anglicana, como también para com- prender a la IERE en esa misma dimensién. La Reyvelacién divina est4 contenida solamente en las Sagradas Escrituras y ninguna doctrina que sea contraria a éstas puede ser aceptada. Pero la tradicién (en la Liturgia nombrada de diferentes maneras: «los escritores antiguos» o 8. José Sanchez Vaquero y otros: Ecumenismo, Salamanca, 1971. 27 y la eucaristfa en los Presbiteros, pero se reserva la con- firmacién y sélamente por ésta el cristiano es admitido a la comunién. Sin el oficio episcopal, el cual consagra a otros Obispos y ordena Presbfteros, seria imposible la vida de la Iglesia, ya que ni Orden ni sacramentos podrian existir (ver Prologo de las Ordenes Sagradas en la Liturgia de la TERE y también su Catecismo). El Obispo L. Nowbigin se atreveria a escribir: «Aunque la Iglesia estuviera lena de todos los frutos del Espiritu Santo, si le faltara la sucesién apostélica no es parte de la Iglesia, ni toda la gracia de Dios seria suficiente para con- vertirla en tal»'?. En cuanto a la Virgen, los Santos y todos los fieles difuntos, «forman una sola compafifa con la Iglesia». La Virgen y los Santos son respetados y tenidos como ejemplos de fe para los cristianos, pero no dirige a ellos sus oraciones. Sobre la Virgen el Obispo Cabrera defendis el titulo de Theotokos (Madre de Dios), cuando escribié sobre el Con- cilio de Efeso, y menciona la afirmacién de Cirilo, «que el Verbo de Dios se encarné y se hizo hombre; que hipos- tdticamente se unié a la humanidad, de modo que Jesucristo es Hijo de Dios desde el momento de su concepci6n, la Divinidad fue unida a la Humanidad, sin conversién alguna de la humanidad en naturaleza divina, ni de la Divinidad en naturaleza humana; que padeci6 porque padecio el cuer- po que habia tomado; y finalmente que en este sentido se dice que la Virgen Marfa fue Theotokos, porque dio a luz el Cuerpo de Cristo, al cual esta unida hipostaticamente la Divinidad»"'. Sobre el Limbo y Purgatorio la IERE no aprueba estas doctrinas, mds atin, la Declaracién de fe las rechaza, en 10. L. Newbigin: La Familia de Dios. Edit. La Aurora, Buenos Aires, 1961. 11. J. Bautista Cabrera. 0. ¢. p. 169. 30, tanto que el catecismo y la Liturgia lo que hacen es confiar en Dios, quien es «descanso de los difuntos». Es cierto que muchas Diécesis anglicanas oran por los difuntos «porque es bueno rezar por ellos». En Antropologia teoldgica, la Liturgia y el Catecismo dicen, segtin interpreto: «Dios quiere que todos los hombres se salven, porque ellos siendo pecadores por naturaleza, no pueden hacerlo por sf mismos. As{ que Dios dirige a todos los hombres; de El tiene que partir la salvacién. El hombre responde a la gracia positiva 0 negativamente. Dios no quiere la con- denacién, sino que es el mismo hombre el que se condena por su rechazo de la gracia. Jesucristo es el Salvador. El articulo XVII, que estaba dedicado a la predestinacion, fue suprimido en la edicién de la Liturgia de 1954, y, aunque su texto ha pasado al XVI lo cierto es que ha sido suavizado por este hecho y la doctrina no esté reflejada ni en Ja Liturgia ni en el Catecismo. 7. Sacramentos y Ministerios sacramentales Tanto el Cuadrilatero de Lambeth, como el Catecismo de la IERE, hablan de dos Sacramentos: Bautismo y Eu- caristia. El Bautismo Se administra por inmersién o derramamiento de agua en la cabeza «agua que separamos en tu nombre, para este uso santo». Se hace con la férmula: «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo», siguien- do con las palabras: «Nosotros recibimos a este nifio en la 31 grey del Buen Pastor, y le signamos (se le hace una cruz sobre la frente) con la sefial de la cruz...» «...este nifio ha recibido el lavado de la regeneracién y ha sido incorporado a la Iglesia de Cristo...». Hay bautismo de adultos, aunque generalmente es de nifios. Siguiendo la tradicién, ha de haber dos o mas pa- drinos, segtin sea la costumbre en el lugar donde se reside. E] sacramento debe administrarse en la Iglesia durante la celebracién de los cultos. La IERE admite la validez del bautismo en la Iglesia Catélica y en otras confesiones. De ahi que no rebautice a los que vienen a ella. La Eucaristia La Santa Comunién es en definicién del Catecismo: «El sacramento en el cual, segtin el mandamiento de Cristo, hacemos continuo memorial de El, su pasién, muer- te y resurreccién, hasta su segunda venida; y en la cual recibimos agradecidos los beneficios de su sacrificio. Se lama, pues, la Eucaristia el Sacrificio de alabanzas y accién de gracias de la Iglesia y también la Cena del Sefior, la comida de fraternidad que nos une con Cristo y con la Iglesia entera». Se ha evitado que cada Misa parezca un nuevo sacrificio de Jesucristo, y que esté localizado de tal manera en el pan y el vino que pueda hablarse de «ser trafdo y Ievado; arrojado, quemado, etcétera». Jesucristo fue sacrificado una vez, perfecta e irrepetiblemente. El es el tinico y eterno Sacerdote y sacrificio, y por lo tanto siempre est delante del Padre, y esa accién es el misterio del sacrificio litirgico, que es el mismo, no una repeticién, sino el tinico y el mismo sacrificio de Cristo, oficiado por El mismo mediante el sacerdote, que lo. es como parte de la Iglesia», «pueblo ae Re acatiacaenaintie sacerdotal» (1 Pet. 2, 9) la cual se ofrece juntamente con su Cabeza, en sacrificio a Dios. Participa del Pan y el Vino, que son el mismo y realmente Jesucristo, como anuncia la preparacién para la Confesién: «Los que intentamos acercarnos a la Santa Comunion del Cuerpo y Sangre de Nuestro Salvador Jesucristo, de- bemos confesar nuestras culpas...» Y en la epiclesis se ruega a Dios: «Que te dignes bendecir y santificar para nuestro uso, con tu palabra y con tu Espiritu Santo, estos dones y cria- turas tuyas de pan y vino; para que, recibiéndolos conforme a la santa instituci6n de tu Hijo Jesucristo, Nuestro Sal- vador, en memoria de su pasién y muerte, seamos parti- cipantes de su muy bendito Cuerpo y Sangre». El Arzobispo Ramsey escribe: «Dios muestra su amor para con nosotros, en que, sien- do pecadores, Cristo murié por nosotros (Rom 5, 8). Asi que el Calvario y la Eucaristia son un sacrificio por el pecado. Ambos son manifestaciones de auto-oblacién de Dios por los hombres. Dios en Cristo se ofrece: La Iglesia, su Cuerpo, contempla la ofrenda en todo su valor inmenso, y es trafda a ella. El sacrificio es la accién de Dios en Cristo y en su Cuerpo». El pan y el vino son «separados» y dedicados al ser- vicio, y en la anamnesis y epiclesis consagrados, y ambas especies dadas a cada fiel en la comunién. La Eucaristia suele hacerse cada domingo, aunque no hay nada precep- tuado al respecto. La TERE llama «ministerios de gracia» al resto de los sacramentos de la Iglesia Catélica Romana, que algunos llaman «sacramentos menores». Opinamos que ambas ex- presiones y ambas practicas quieren decir lo mismo, pero con diferente lenguaje teolégico como pueden comprobar los que estudien los diferentes ritos. w o

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