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Mi abuela Rosa

Llega un momento en que la vida est poblada de muertes.

20|10|17
21:52

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Daniel Guebel

Portal Perfil.com Foto:Perfil.com

Llega un momento en que la vida est poblada de muertes. El fallecimiento de mi ta Noem, su triste
entierro en una tumba solitaria abierta en el barro que se estiraba sobre los caminos del cementerio de San
Martn, me llev a acordarme de una muerta ms antigua: mi abuela Rosa, la madre de Noem y de mi
madre y de mi to Vctor, tambin fallecido, tan grande y tan jocoso que tomaba mate en pezua de vaca y
se rascaba la espalda contra un rbol cuando le picaba.

En sus ltimos aos, por su estado, Rosa ya no poda ser cuidada por la familia y tuvimos que internarla.
Cuando entr al geritrico apenas poda levantarse del silln, pero al ao haba pasado de Rosa a Rosita y
era la querida de las enfermeras y se consigui un galn al que, como muestra de deferencia, le cosa los
botones de las camisas y del saco. Yo iba a visitarla y me llevaba a hablar con sus amigas viejas y en
muestra optimista de recuperacin se agarraba de la barra del pasamanos y me mostraba sus ejercicios
gimnsticos.

Siempre fui de someter a mis novias a pruebas absurdas, indispensables para satisfacer el goce
melanclico de ser abandonado y sufrir como corresponde. Una vez, le ped a una de ellas que me
acompaara al geritrico a ver a mi abuela. Mi novia fue amable y conversaron, y cuando lleg la hora del
fin de la visita y nos estbamos yendo, mi abuela me llam aparte y me dijo: Me queda poco tiempo y
me gustara ver a un bisnieto. Entonces la abrac y me dijo al odo: Y ya no me importa que ella no sea
juda.

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