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PROLOGO...... BENS BYNS INDICE TEMA J LA FAMILIA Y EL DERECHO DE FAMILIA COMPOSICION DE LA FAMILIA DERECHO DE FAMILIA, CODIGO Y CONSTITUCION.... CARACTERES DEL DERECHO DE FAMILIA. EVOLUCION DE LA FAMILIA .. TEMA {1 2A OBLIGACION DE ALIMENTOS NATURALEZA Y CARACTERES. SUJETOS........ OBJETO O CONT NACIMIENTO Y EXTINCION TEMA IIL EL MATRIMONIO CONCEPTO Y NATURALEZA 17 18 20 22 29 31 34 36 39 w MANUAL DE DERECHO CIVIL we LA EVOLUCION DE LA REGULACION DEL MATRIMO- NIO EN ESPANA .. EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO. LA PROMESA DE MATRIMONIO. LAS PAREJAS DE HECHO... ger ky REQUISITOS DEL MATRIMONIO EL EXPEDIENTE MATRIMONIAL........... CAPACIDAD, CONSENTIMIENTO Y FORMA 2.1. La capacidad matrimonial..... 2.1.1. Los impedimentos matrimoniales 2.1.2. Dispensa de los impedimentos matrimoniales 2.2. El consentimiento matrimonial 2.2.1. Consentimiento sometido a condicién, térmi- no o modo... 2.2.2. Vicios del consentimiento 2.2.3. Matrimonio por poder... 2.2.4. Simulacién matrimonial y matrimoni complacenci de 2.3. La forma 2.3.1. Matrimonio en forma civil .. 2.3.2. Matrimonio en forma religiosa. 23.3. Formas especiales de matrimonio civil 2.3.4. El matrimonio de espafioles en el extranjero y de extranjeros en Espaita .....ccin LA INSCRIPCION EN EL REGISTRO CIVIL... 3.1. Procedimiento de inseripcién 3.2. Efectos de la inscripcién.. 3.3. Supuestos especiales...... TEMA V LOS EFECTOS DEL MATRIMONIO LOS EFECTOS PERSONALES Y PATRIMONIALES DEL MATRIMONIO.. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD JURIDICA ENTRE LOS CONYUGES . Pags. 40 42 44 45 67 67 UL NV. Vv. V1. LOS DEBERES CONYUGALES... EL DOMICILIO CONYUGAL.. TEMA VI LA NULIDAD, LA SEPARACION Y EL DIVORCIO LAS CRISIS MATRIMONIALES LA NULIDAD DEL MATRIMONIO.... CAUSAS DE NULIDAD. LA ACCION DE NULIDAD LA CONVALIDACION DEL } EL MATRIMONIO PUTATIVO........ . EFECTOS DE LA DECLARACION DE NULIDAD . LA EFICACIA CIVIL DE LA NULIDAD O INEFICA- CIA DEL MATRIMONIO CANONICO..... LA SEPARACION MATRIMONIAL 1 LA SEPARACION JUDICIAL ... 1.1. Concepto y clases... 1.2. La separacion de mutuo acuerdo 1.3. La separacién contenciosa ... 1.4. Los efectos de la separacién judicial... LA RECONCILIACION DE LOS CONYUGES..... LA SEPARACION DE HECHO... LA DISOLUCION DEL MATRIMONIO. EL DIVORCIO 1. CONCEPTO Y CARACTERES 2. DIVORCIO DE MUTUO ACUERDO Y DIVORCIO CONTENCIOSO 3, LA ACCION DE DIVORCIO. SU EXTINCION, . 4. LA SENTENCIA DE DIVORCIO Y SUS EFECTOS.. LA MEDIACION FAMILIAR.. av eeN 2. 3. TEMA VII EFECTOS COMUNES A LA NULIDAD, ALA SEPARACION Y AL DIVORCIO INTRODUCCION. . MEDIDAS PREVIAS A LA PRESENTACION DE LA DE- MANDA... Pags. 68 aa 73 73 74 ef 76 78 79 80 82 84 84 85 86 87 88 a 92 93 be 94 95 96 Le 99 100 “I MANUAL DE DERECHO CJL Pags MEDIDAS PROVISIONALES DERIVADAS DE LA ADM}- SION DE LA DEMANDA “Hh 2 MEDIDAS DEFINITIVAS.. 4. 42. EL CONTENIDO DE LAS MEDIDAS DEFINITIVAS.... eat ROR Efectos provocados por ministerio de la Le Medidas de caracter convencional o legal. El convenio regulador . : Fijacion judicial de las medidas definitivas.... Medidas en relacién a Jos hijos 5.1.1. La patria potestad : 5.1.2. La guarda y custodia de los hijos 5.1.3, Prestacién de alimentos 5.1.4. El derecho de visita Medidas sobre la vivienda La extincin del régimen econémico m La pensién compensatoria La indemnizacién en caso de nulidad matrimonial. ajuar domésticos rimonial.. TEMA VII EL MATRIMONIO Y SU ECONOMIA LOS ASPECTOS PATRIMONIALES DEL MATRIMONIO.. REGIMEN MATRIMONIAL PRIMARIO BUND L DEBER DE CONTRIBUIR AL LEVANTAMIENTO DE LAS CARGAS DEL MATRIMONIO.. LAS LITIS EXPE! LA POTESTAD DOMESTICA LOS ACTOS DE. DISPOSICION RELATIVOS A LOS DERECHOS SOBRE LA VIVIENDA HABITUAL Y LOS MUEBLES DE USO ORDINARIO DE LA FA- MILI EL DESTINO DEL AJUAR DE LA VIVIENDA HABI- TUAL EN CASO DE FALLECIMIENTO DE UNO DE LOS CONYU LAS CONSECUENCIAS JURIDICAS DE. LA REALI- ZACION DE ACTOS PATRIMONIALES POR UNO SOLO DE LOS CONYUGES CUANDO SEA PRECISO EL CONSENTIMIENTO DEL OTRO...... LIBERTAD DE CONTRATACION ENTRE CON- YUGES. LA CONFESION DE PRIVATIVIDAD 100 101 102 104 104 106 107 107 107 108 110 112 113 116 116 121 125 127 128 129 131 132 133 133 Il, LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES Iv. 1. CONCEPTO 2 FORMAC 3, LIMITES A LA LIBERTAD DE PACTO E: LACIONES........... 4. SUIETOS. CAPACIDAD DE LOS OTORGANTES..... 5. LA MODIFICACION DE LAS CAPITULACIONES MA- TRIMONIALES... 6. LA PUBLICIDAD DE. LAS CAPITULACIONES MA. TRIMONIALES 7. LA INEFICACIA DE LAS CAPITULACIONES TRIMONIALES.......... LAS DONACIONES POR RAZON DE MATRIMONIO 1. CONCEPTO...... 2. REGIMEN JURIDICO....... 3. SUJETOS. CAPACIDAD DE LOS OTORGANTES .. 4, EFECTOS 4.4. Donacién conjunt 4.2. Saneamiento.... OBJETO. DONACION DE BIENES FUTUROS.. INEFICACIA. ou TEMA IX LA SOCIEDAD DE GANANCIALES CONCEPTO Y NATURALEZA COMIENZO oo... MASAS PATRIMONIAL! PRIVATIVOS 3.1. Los bienes privativos. Regla general 3.2. Los bienes gananciales ro: 3.3. Otros supuestos LA AUTONOMIA DE LA VOLUNTAD EN LA DETERMI- NACION DE LA NATURALEZA DE LOS BIENES DE LA SOCIEDAD DE GANANCIALES.. LA PRUEBA DE. LA PERTENENCIA DE LOS BIENES: LA PRESUNCION DE GANANCIALIDAD. .. : BIENES GANANCIALE iypice Pags. 135 135 135 136 136 137 138 ae 140 140 140 141 I4t 141 141 142 142 145 147 147 148 151 152 wo 4, 5. Pags. TEMA X LA SOCIEDAD DE GANANCIALES (CONTINUACION) CARGAS DE LA SOCIEDAD DE GANANCIALES .. REGIMEN DE RESPONSABILIDAD DE LOS BIENES. GANANCIALES.... . GESTION Y DISPOSICION DE LOS BIENES GANA CIALES. : ACTOS ANOMALOS FE IRREGULARES EL DEBER DE INFORMACION... TEMA XI LA SOCIEDAD DE GANANCIALES (CONTINUACION) CAUSAS DE DISOLUCION DE LA SOCIEDAD DE GANAN- CIALES . COMUNIDAD POSTERIOR A LA DISOLUCION LIQUIDACION Y DIVISION DE LA SOCIEDAD DE Ga- NANCIALES. LAS ATRIBUCIONES PREFERENTES... LIQUIDACION EN CASO DE PLURALIDAD DE SOCIE- DADE LOS BIENES GANANCIALES Y EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD.. TEMA XIL EL REGIMEN DE SEPARACION DE BIENES. EL REGIMEN DE PARTICIPACION EL REGIMEN DE SEPARACION DE BIENES.. 1 VIGENCIA DEL REGIMEN DE SEPARACION DE BIENES ...... . 2. PUBLICIDAD DEL REt GIMEN D SEPARACION .. ce PRINCIPIOS INSPIRADORES . —s Titularidades.. 3.2 Principit goce : 3.3. __ Principio de separacién de responsabilidades. 4 EL DEBER DE CONTRIBUCION A LAS CARGAS DEL MATRIMONIO ........ 5. LA PRESUNCION MUCIANA DE CARACTER CON CURSAL administracién, 177 179 180 191 191 193 193 194 195 196 196 198 I. BwRe REGIMEN DE PARTICIPACION EN LAS GANANCIAS .... 1. CONCEPTO Y CARACTERISTICAS... 2, REGULACION APLICABLE AL REGIMEN DE PAR- TICIPACION...... 3. VIGENCIA Y EXTINCION 4. NORMAS DE LIQUIDACION.. 4.1. Patrimonio inicial de cada cényuge. Patrimonio final de cada conyuge....... La cuantificacién del crédito de participaci Pago del crédito de participacién La accién rescisoria..... RRRR npn TEMA XIII LA FILIACION CONCEPTO, CLASES. EFECTOS __........ DETERMINACION DE LA FILIACION MATRIMONIAL DETERMINACION DE LA FILIACION NO MATRI- MONIAL 4.1. Determinacién de la filiacion materna 4.2. El reconocimiento de la filiacién .. 4.2.1. Caracteres y formas del reconocimiento 4.2.2. Capacidad para reconocet........ 4.2.3. Reconocimiento de un hijo mayor de edad 4.2.4, Reconocimiento de un mn hijo menor de edad 0 incapacitado..... . Reconocimiento de un hijo ya fallecido.. olucién recaida en expediente registral 4.2.5, aoe ban LAS ACCIONES DE LA FILIACION. 5.1. Introduccién 5.2. Acciones de macién 5.2.1. Supuestos... 5.2.2. Reclamacién de filiacion manifestada por o- sesién de estado . 5.2.3. Reclamacién de filiacién sin posesion de es- tado.., 5.2.4, Reclamacidn de filiacion que contradice otra legalmente determinada 5.3. Acciones de impugnacién 5.3.1. Tipos INpice Pigs 199 199 200 200 201 202 203 203 204 205 207 209 2i1 213 214 215 215 217 217 218 220 220 221 221 224 224 225 226 coo 228 228 il MANUAL DE DERECHO CIVIL as 12 5.3.2. Impugnacién de la paternidad matrimonial por el marido.. sone 228 3.3.3. Impugnacion de la paternidad matrimonial por el hijo 230 5.3.4. Impugnacién de la maternidad 230 5.3.5. Impugn: .cién no matrimonial... 231 3.6. Impugnacién del reconocimiento por vicios del consentimiento.. 231 5.3.7. Disposiciones generales 32 FILIACION DERIVADA DE TECNICAS DE REPRODUC- CION ASISTIDA : nerales 6.2. Determinacién de la maternidad por el hecho del parto... . sesseeenee = 235 6.3. Determinacion de la paternidad del marido wc... 236 6.4. Determinacién de la maternidad del conyuge mujer. 237 6.5. Determinacién de la paternidad no mairimonial..,... 239 TEMA XIV LA PATRIA POTESTAD CONCEPTO, NATURALEZA Y CARACTEREG...... 241 ELEMENTOS SUBJETIVOS 242 21. Sujetos de la relacién paterno-fiial..... = 242 11. Los padi 242 2.1.2. Los hijo: 244 2.2. Otros sujetos intervinientes 245 2.2.1. Representante legal del progenitor menor de edad no emancipado. 245 Defensor judicial ....... 245 Los parientes del hijo 245 245 3.1. Esfera pe 245 3.2. Esfera patrimonial.....-- a7 MODIFICACION, SUSPENSION Y EXTINCION 250 PRORROGA DE LA PATRIA POTESTAD... 251 ae fxpice TEMA XV TUTELA Y CURATELA LAS INSTITUCIONES DE GUARDA: D) coe DEL SISTEMA... LA TUTELA Concepto y supuestos .. . Constitucién de la tutela y nombramiento de tutor, Contenido de la tutela: obligaciones del tutor Control de Ja actuacién del tutor....... Derechos del tutor soceenesaneenne Extincién de la tutela y rendicién final de cuentas .. 4 5 6. A CURATELA so 1. Concepto y supuestos de aplicacion .. 2. 3 aL A Nombri nto del curador ..... n del curador.. NSOR JUDICIAL GUARDA DE HECHO 1. Concepto... 2. La actuacidn del guardador de hecho. TEMA XVI LA TUTELA AUTOMATICA, EL ACOGIMIENTO Y LA ADOPCION LA TUTELA AUTOMATICA Y LA GUARDA ADMINISTRA- TIVA DE MENORES.. 269 Lt guarda administvativa.... 270 1.2. El desamparo: concepto y caracteristicas « 21 1.3, La tutela automatica... 274 EL ACOGIMIENTO... 275 2.1. Tipos. osssestnsetssensesens 276 2.2. Procedimiento .. . 276 23 Extincién = 276 LA ADOPCION. wssssssssssusessssnssessseernneesneeesaneeoastes fore oat 3.1. Caracteristicas generales 277 3.2. Adoptan 277 3.3. Adoptado. 278 13 MANUAL DE DERECHO CIVIL 14 3.4. Procedimiento . 3.5. Efecto 3.6. Extinci6n ....... . . oa 3.7. Derecho del adoptado a conocer sus or ENTIDADES PUBLICAS Y ENTIDADES COLABORADO- RAS EN LA PROTECCION DE MENORES. ene: Pags. 278 279 280 280 280 TEMA | LA FAMILIA Y EL DERECHO DE FAMILIA 1, COMPOSICION DE LA FAMILIA La familia comprende a los conyuges y a los parientes. Todos ellos son familiares. La regulacién del parentesco se encuentra recogida en los arts. 915 a 920 del Cédigo con ocasién de la ordenacién de la suce- sidn intestada, aunque dicha regulacién vale para todas las mater (art. 919 CC). Los parientes derivan tal calificativo de su relacién directa 0 in- directa con unos mismos progenitores. La relacién es directa cuan- do el parentesco es en linea recta por descender unos de otros: pa dres ¢ hijos, abuelos y nietos, bisabuclos y bisnietos. La relacién es indirecta cuando el parentesco es en linea colateral por descender las personas de un ascendiente comtn: hermanos, tios y sobrinos, pr mos (art. 916 CC). Ademés de este parentesco de sangre (parientes consanguineos) hay que tener en cuenta el parentesco por adopcidn, cuyos efectos son lo mismos que los de aquél, puesto que la filiacién adoptiva est equipa rada con la filiacién natural (art. 108.11 CC), dando lugar a la plena in- tegracién del adoptado en la familia del adoptante y la extincién de sus vinculos juridicos con su familia anterior (art. 178 CC). El parentesco colateral puede ser doble o sencillo, segtin se base en ascendientes comunes (padre y madre) 0 en uno sélo (art. 920 CC). Asi se habla de hermanos de doble vinculo (art. 951 CC) 0 carnales y de medio hermanos (arts. 949, 950, 951 CC), hermanos uterinos 0 consan- guineos (art, 144.4° CC). 17 (UAL DE DERECHO. «La proximidad del parentesco se determina por el ntimero de ge- neraciones. Cada generacién forma un grado» (art. 915 CC). «En las li- neas [dle parentesco] se cuentan tantos grados como generaciones 0 como personas, descontando la del progenitor. «En la recta se sube tinicamente hasta el tronco. Asi, el hijo dista del padre un grado, dos del abuelo y tres del bisabuelo». «En la colateral se sube hasta el tron- co comin y después se baja hasta la persona con quien se hace la com- putaci6n. Por esto, el hermano dista dos grados del hermano, tres del tfo, hermano de su padre o madre, cuatro del primo hermano, y asi en adelante» (art. 918 CC). El parentesco existe tanto si deriva de una relacin matrimonial como si no es asf, Sélo el llamado parentesco politico 0 por afinidad deriva necesariamente del matrimonio: los parientes consanguineos (0 adoptivos) de cada cényuge pasan a ser, en la misma linea y grado, pa- rientes politicos o por afinidad del otro cényuge. Cabe puntualizar que el matrimonio no genera parentesco entre los parientes consanguineos (0 adoptives) de cada cényuge (consuegros, concufados), ni entre los cényuges de los hermanos. El parentesco politico carece de efectos juridicos. Lo mismo ocurre con el Hamado parentesco espiritual que establece el Derecho candni- co entre padrinos y ahijados con motivo del bautismo. Aunque Ja familia es un grupo de personas que mantiene normal- mente un cierto grado de cohesién, el derecho sélo establece consecuen- cias jurfdicas enire esas personas (parientes y cényuges) y no enire las personas y el grupo familiar. Esas consecuencias juridicas son los efec- tos que el derecho atribuye al parentesco con respecto a muy diversas cuestiones: patria potestad, instituciones tutelares y representacién le- gal, alimentos, herencia, vecindad civil, nacionalidad, impedimentos ma- trimoniales. Son también los efectos juridicos del matrimonio, que afec- tan a esas mismas materias, ademas de generar deberes personales entre los cnyuges y un régimen econémico para el propio matrimonio. Ta- les efectos referidos al ambito sustantivo del derecho de familia no ex- cluyen otras consecuencias juridicas en otras ramas de! derecho. 2. DERECHO DE FAMILIA, CODIGO Y CONSTITUCION A diferencia de lo que ocurre en otros Cédigos civiles (aleman, sui- zo, italiano, portugués), nuestro Cédigo, siguiendo la pauta del Cédigo Napole6n, carece de un tratamiento especifico y unitario del derecho de familia. Ya hemos seftalado que la determinacion del parentesco se encuentra en el Libro III (De los diferentes modos de adquirir la pro- piedad), al regularse en el mismo la sucesin intestada, Hay que afa- dir que del matrimonio, de la filiacién y de las instituciones protecto- 18 0 DE FAMILIA ras relaci en los Titulos IV a VII y X (a a 180, 215 a 306). Finalmente, el régimen econémico matrimonial y las donaciones por razén de matri monio son objeto del Titulo If del Libro IV (arts. 1315 a 1444), dk pués de los titulos dedicados a las obligaciones y a los contratos en ge- neral y antes de los titulos dedicados a los contratos en particular En consonancia con los tratados internacionales protectores de los derechos humanos y con las constituciones democraticas a partir del siglo XX, nuestra Constitucién reconoce el derecho del hombre y de la mujer a contraer matrimonio con plena igualdad juridica, asi como la regulacion por ley de un matrimonio unitario compatible con la exis- tencia de diversas formas de celebracién del mismo (art. 32 CE); reser- va de ley, «que en todo caso deberd respetar su contenido esencial» (art. 53.1 CE). Asimismo asegura la proteccion de la familia, con especial énfasis en la proteccién de los hijos menores, en la proteccién de las madres y en la libre investigacién de la paternidad (art. 39 CE). Lo que cinformaré la legislacién positiva, la practica judicial y la actuacién de los poderes ptiblicos» (art. 33.3 CE Ademas la Constitucién se refiere al interés de la familia en otros arts: en relacion con la proteccién del honor y la intimidad (art. 18.1 y 4), en relacién con la formacién religiosa y moral de los hijos, asi como con el control y gestion de los centros docentes sostenidos con fondos ptiblicos (art. 27.3 y 7), en relacién con la remuneracién del tra- bajo (art. 35.1). Las partes que nuestro Codigo dedica al derecho de familia, antes sefialadas, son las que han sido objeto de mayores modificaciones a lo largo del tiempo, tanto cuantitativas como cualitativas. Sin perjuicio de Ja importancia que tuvieron en su momento algunas de las mismas an- teriores a nuestra Constitucién (sobre todo las introducidas por la Ley de 24 de abril de 1958 en relacién con el matrimonio, la adopeisn, Ia capacidad de obrar de la mujer y la sociedad de gananciales, y por la Ley 14/1975, de 2 de mayo, sobre la situaci6n juridica de la mujer ca- sada y los derechos y deberes de los cnyuges), es sin duda ésta la que ha dado lugar a las modificaciones mas trascendentales en la materia, determinantes del marco juridico actual de la familia en nuestro pais. Se trata de modificaciones legislativas que venian impuestas por los nuevos principios y valores proclamados por la Constitucion: tanto los recogidos en los mencionados arts. 32 y 39 con respecto al matrimo- nio y a la familia como el principio de igualdad, junto con la prohibi- cion expresa de discriminacin por raz6n de nacimiento, sexo o reli- gidn, recogidos en el art. 14 CE. Las dos leyes que trasladan al Cédigo esos cambios y que contint- an configurando basicamente ese nuevo marco legislative son la Ley 19 MANUAL DE DERECHO CIVIL 11/1981, de 13 de mayo, de modificacién del Cédigo civil en materia de filiacidn, patria potestad y régimen econdmico del matrimonio, y la Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se modifica la regulacién del ma trimonio en el Codigo civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separacién y divorcio. Dichas Leyes introduje- ron en el Cédigo, frente a la regulacién anterior, la igualdad de los con- yuges, la igualdad de todos los hijos con respecto a sus padres y la li- bre investigacion de la paternidad, la existencia de una tnica clase de matrimonio civil, sin perjuicio de aceptar su celebracién en forma re- ligiosa, y el divorcio Posteriormente son también numerosas las modificaciones del C6- digo sobre materias propias de la familia o relacionadas con ella. Cabe citar especialmente la Ley 13/1983, sobre tutela, la Ley 21/1987, sobre adopcién, la Ley 11/1990, que pretendia eliminar del Cédigo todos los preceptos que seguian discriminando por raz6n de sexo, la Ley Orga nica 1/1996, de proteccién juridico del menor, Dos leyes posteriores han venido a modificar sustancialmente la re- gulacién del matrimonio. Se trata de la Ley 13/2005, de 1 de julio, que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo, y de la Ley 15/2005, de 8 de julio, que autoriza la separacién y el divorcio en cual- quier momento (transcurridos tres meses desde la celebraci6n) a peti- cién de cualquiera de los cényuges, sin necesidad de alegar causa alguna, A partir del 22 de julio de 2014 el Registro Civil se regira por la Ley 20/2011, de 21 de julio (BOE 22.7,2011). CARACTERES DEL DEREt HO DE FAMILIA Las relaciones de familia se caracterizan por su intimidad. Ese es el denominador comin de muchas de ellas, estrechamente ligadas di- recta o indirectamente a la convivencia, a la procreacién, a la ayuda re- iproca, a Ja esfera de los afectos. Tan es asi que a veces se cuestiona el sentido de la intervencion del derecho en algunas de esas relaciones (parece que es el caso, al menos en principio, de las parejas de hecho, puesto que rechazan institucionalizar su convivencia a través del ma- trimonio), poniendo de relieve que el recurso a aquél sélo tiene senti do cuando la relacién entra en crisis 0 se ha roto. En contraste con ese cardcter de intimidad, se discute si es correc- to integrar el derecho de familia en el derecho privado, a pesar de que tradicionalmente ha formado parte del derecho civil. Y es que el con- trol de la configuracion y funcionamiento de la familia por el estado se articula a través de normas predominante imperativas. Lo que ha Hle 20 LA FAMILIA VEL DERECHO DE FAMILIA vado a mantener que el derecho de familia forma parte del derecho pui- blico, a partir de la identificacion de éste con el derecho imperativo. Otra alternativa ha sido la olrecida por las teorias pluralistas, que pro- pugnan la existencia de un tercer campo juridico, entre el derecho pui- blico y el derecho privado, en el que se incluirfa el derecho de familia, junto con otras ramas juridicas de dificil clasificacién en una u otra de las dos esferas en las que tradicionalmente se divide el derecho. Si se considera como derecho privado aquella parte del mismo en cuyas normas predomina con caracter inmediato la proteccién de fines personales (sin perjuicio de que satisfagan también fines comunitarios 6 sociales), parece indiscutible que el derecho de familia deba ser cali- ficado como derecho privado: cen qué parte del derecho predominan con mayor intensidad con caracter inmediato los fines personales cuya consecuci6n ampara ese ambito de intimidad al que acabamos de re- ferirnos? Unicamente en el derecho de la persona, esencialmente vin- culado, y no por casualidad, al derecho de familia Esa proteccién inmediata del interés personal no es incompatible con el predominio de normas imperativas. De sobra es conocida la co- nexi6n entre estado civil y situacion familiar; desde otro punto de vis- ta, la conexién entre el derecho de familia y la proteccién de la menor edad. No es pues de extrafiar que el derecho de familia cuente con nu- merosas normas imperativas, a veces relacionadas incluso con cuestio- nes de orden piiblico. De ahi la frecuente intervencién del Ministerio Fiscal en los pleitos sobre cuestiones de familia. De ahi la necesidad de certidumbre y claridad en las relaciones juridicas de familia, que nece sitan de formalismo y de un registro publico, el Registro Civil. De ahi finalmente la atribucion en ocasiones de potestades en ver. de derechos esto es de un poder directo sobre determinadas personas, que debe ejer: cerse para su proteccién y beneficio, hasta el punto de quedar privado del mismo su titular cuando no lo hace asi. Pero obsérvese que un re- flejo de esa esfera de intimidad sobre la que opera el derecho de fami- lia determina que el incumplimiento de los deberes no se traduce en una sancion directa como es la satisfaccién de una indemnizacion de daiios y perjuicios (menos atin en cumplimientos forzosos in natura, pues se trata de deberes incoercibles), sino en reacciones sancionado- ras de diverso tipo en funcién de cada caso, a través de las cuales el derecho trata de compeler al cumplimiento del deber o resarcir a su beneficiario del incumplimiento del deber: privaci6n de la potestad, de derecho sucesorios, cese de la convivencia EI predominio de normas imperativas determina légicamente una reduccién de la autonomia privada, que, fuera del régimen econémico del matrimonio, se ve generalmente limitada a querer 0 no querer, al estar predeterminadas por las normas juridicas aplicables al caso las consecuencias de la primera opcién, Ello se traduce en una menor in- 21 fluencia de la voluntad de las partes con respecto a los efectos de los negocios juridicos que inciden sobre las relaciones de familia, ast como en una potenciacién de la forma en su otorgamiento. Ello se traduce también en la irrelevancia de la voluntad en el nacimiento y efectos de algunas relaciones juridicas de familia. 4. EVOLUCION DE LA FAMILIA La vivencia cotidiana que casi todos los espafoles tenemos hoy en dia de la familia se concreta en la llamada familia nuclear, integrada Gnicamente por padres ¢ hijos. Se trata de una realidad que cabe apre- ciat, con mayor 0 menor intensidad, en todos los paises desarrollados. Ello es el resultado de una paulatina desaparici6n de la llamada fami- lia extensa, integrada por un colectivo amplio de personas compuesto basicamente de parientes consanguineos, pero también integrado por parientes afines y por otras personas, todas ellas unidas por su some- timiento a la autoridad de una, con potestad sobre todas ellas La amplitud numérica y la estructura jerarquizada de la familia ex- tensa se correspondian con las funciones econémicas y sociales que asumia, Ademas de las de reproduccin bioldgica, crianza, educacion y sociabilizacion, la familia extensa constituia una unidad de produc- cién y de consumo. La familia nuclear no constituye normalmente una unidad de produccién. Mantiene la condicién de unidad de consumo, ademas de seguir constituyendo el niicleo social basico en el que tiene lugar la reproduccién bioldgica de la especie humana, junto con la crianza, educacién y sociabilizacién de la prole. En esta evoluci6n del modelo familiar han influido multiples facto- res. Desempefian un papel principal el paso de una economia basada en la agricultura a una economia basada en la industria y en los servi- cios, el traslado paulatino de la poblacién desde el campo a la ciudad y la explotaci6n del trabajo ajeno a través de su contrataci6n en el mer- cado. La movilidad social que deriva de y acompatia a estos cambios incide en el desarraigo de las familias (ciudadanas frente a las campe- sinas), en la disminucién de la convivencia familiar (que se reduce a padres e hijos mientras que éstos dependan econémicamente de aque- los) y en la paulatina desaparicion del principio de autoridad. Hay que poner de relieve también la progresiva incorporacién de la mujer al mercado laboral que adquiere ya relevancia a partir del pri- mer tercio del siglo XX, determinante del movimiento feminista y de la Hamada emancipacién de la mujer. Lo que ha contribuido especial- mente a la sustitucién del principio de autoridad por los principios de igualdad y de libertad como rectores de la estructura y del funciona- miento de la familia. 22 LA FAMILIS Y EL DERECHO DE FAMILIA Paralelamente a estos cambios es de destacar la secularizacién del matrimonio, que ha pasado de ser regulado y controlado por la religion (por la Iglesia Catdlica) a ser regulado y controlado por el Estado. Lo que trasciende a toda la familia. Desechados el principio de autoridad y la intervencion de la Iglesia, cada vez es mas necesario acudir al juez para solucionar los conilictos familiares. Por otra parte, la familia nu clear necesita cada vez mas del Estado para atender a funciones que antes desempefiaba y de las que va siendo desplazada por las institu- ciones y la financiacién publicas: crianza, educacién y sociabilizacién de la prole, asistencia a los enfermos y a los ancianos. El estado del bienestar pretende atender estas necesidades, sustituyendo a la familia en el suministro de las prestaciones correspondientes. De ahi la impor- tancia que adquiere la protecci6n de la familia por otras ramas del de- recho, ajenas al derecho civil ¢ incluso al derecho privado, como son el derecho laboral, el derecho de la seguridad social, el derecho admi nistrativo y el derecho financiero. Parece evidente que, cuestionado ese estado del bienestar por raz6n de las crisis econémica, la familia vuel- ve a suplir las carencias asistenciales del estado. Actualmente, la realidad social de la familia en Espaia refleja, como corresponde a nuestras circunstancias econémicas, culturales y politi- cas, la desaparicion de la familia extensa y su sustitucién por una fa- milia nuclear, cuyas funciones han quedado reducidas a constituir una unidad de consumo y a compartir funciones de crianza, educativas, cul- turales y asistenciales con el Estado, ademas de mantener su papel de- terminante en la reproduccién biologica de la sociedad Esa es la realidad que contempla y propicia nuestro ordenamiento juridico, en los términos de nuestra Constitucién que hemos expuesto, traducidos al Codigo Civil a través de las modificaciones legislativas del mismo que hemos mencionado. Nuestro derecho de familia concentra pues su atencién en las relaciones que corresponden a la familia nu- clear, regidas por los principios de libertad y de igualdad. Dichos prin- cipios garantizan la igualdad de los cényuges y de ambos progenitores, la libre entrada y salida (divorcio) de un matrimonio civil tinico, sin perjuicio de su posible celebracién en forma religiosa, la igualdad de todos los hijos con la consiguiente implantacién de la busqueda de la verdad en la filiacién o libre investigacin de la paternidad Aunque en 1979, en el momento de entrada en vigor de nuestra Cons- titucion, la familia espaiiola era ya en general una familia nuclear, se encontraba regulada por un derecho anclado en los principios histori cos de la familia extensa, con un predominio absoluto del matrimonio canénico, con una estructura jerarquizada en torno al marido y al pa- dre, con un trato desigual de los hijos extramatrimoniales frente a los matrimoniales, sin reconocimiento en general de una libre investigacién de la paternidad, sin divorcio. Echando la vista a un pasado tan recien- 23 te cabe pues decir que el derecho de familia ha sido objeto de una au- téntica revolucién en Espana. Lo que obviamente ha potenciado la li bertad de las personas, especialmente en el ambito de las relaciones amorosas y sexuales. No se olvide que la libertad constituye uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento juridico (art, 1.1 CE), lo que incluye el libre desarrollo de la personalidad (art. 10.1 CE) y la libertad ideoldgica y religiosa (art. 16.1 y 2 CE). Algunas de las tiltimas modificaciones legislativas, concretamente las introducidas en el Cédigo por la Ley 13/2005 y por la Ley 15/2005 con respecto al matrimonio, las Sentenc 138/2005 y 273/2005 del Tri- bunal Constitucional, que desde un punto de vista constitucional vie- nen a refrendar, en cuanto a sus resultados practicos, determinadas in- terpretaciones de nuestra jurisprudencia sobre filiacion, se prestan a la reflexion. Baste ahora recordar que la primera de dichas leyes autori- za el matrimonio entre personas del mismo sexo y la segunda autori- za el divorcio a peticién de uno solo de los cOnyuges, una vez transcu- rridos tres meses desde la celebracién del matrimonio, sin necesidad de alegar causa alguna. La primera Sentencia del Tribunal Constitucio- nal afecta sustancialmente a la presuncién de paternidad del marido con respecto a los hijos de su mujer, al ampliar el plazo de impugna cidn de esa paternidad por el marido, en la practica ilimitadamente (in- constitucionalidad del art. 136.1 CC). Al ampliar la segunda Sentencia del Tribunal Constitucional la legitimacién para ejercer la accién de re- clamacién de filiacién no matrimonial, extendiéndola al hipotético pa- dre que no goza de posesion de estado (inconstitucionalidad del art. 133.1 CC), viene a equiparar la paternidad extramatrimonial con la ma- trimonial en detrimento del hijo y de la madre Y es que semejantes opciones normativas (recuérdese que el Tribu- nal Constitucional es un legislador negativo) cuestionan si la familia nuclear deberia constituir el modelo de familia para nuestro legislador al que el mismo deberfa atender principalmente, o si por el contrario carece de ese valor, de manera que no debe preocupar su coexistencia con otros tipos de familia en pie de igualdad y, legado el caso, su pau- latina desaparicién. Es evidente que se trata de un tema de hondo ca- lado desde un punto de vista social, de manifiesta complejidad, sobre el que se deberia reflexionar y debatir sin obviar del debate juridico las discrepancias ideolégicas, pero tratando de superar la confrontacién dogmatica, que obstaculiza frecuentemente el andl No es éste el lugar apropiado para un desarrollo significative de semejante debate. Sin embargo, parece oportuno hacer las siguientes consideraciones, que se vienen @ aiadir a lo ya dicho en este epigra- fe, con el tinico animo de propiciar ese debaie en el que todos, espe- cialmente los estudiosos del derecho de familia, deberiamos sentirnos implicados 24 1 FAMILDA Y EL DERECHO DE Para abordar el debate resulta necesario que nos preguntemos so- bre cual puede ser hoy en dia el sentido de Ia proteccién de la familia por el derecho; lo que equivale a intentar desentranar el sentido del de- recho de familia o el fin principal perseguido por él. Ese fin no puede ser otro que el de propiciar la renovaci6n de la sociedad a través de la reproduccién bioldgica y de la sociabilizacién de la prole, gracias a la funcién de crianza, de educacién y de formacién de la misma que co- esponde fundamentalmente a los padres. Para ello es conveniente crear un marco de convivencia seguro y estable. Lo que implica propi iar relaciones juridicas bien definidas, con una distribucién de pode- eberes adecuada a la proteccién de todos los sujetos implicado: a resguardo en la medida de lo posible de los avatares, derivados tan- to de cambios personales como objetivos, que puedan afectarles a lo largo del tiempo. De esos sujetos los mas necesitados de proteccin son los hijos durante su menor edad, asi como las madres, sobre todo du- rante la gestacion y la infancia de los hijos. Si se entiende que ese marco de seguridad y estabilidad es precisa- mente el que proporciona el matrimonio podra concluirse que deben reforzarse las consecuencias juridicas del mismo, tanto para los conyu- ges como para los hijos. A ello deberia responder la preferencia por ese modelo de familia nuclear, sin perjuicio de respetar los principios de libertad y de igualdad. Estos principios exigen que también se proteja en pie de igualdad a las familias monoparentales, en las que conviven Ginicamente uno de los progenitores con los hijos: porque dicho prog nitor no esta casado ni convive con el otro progenitor, porque esta st parado 0 divorciado del otro progenitor, porque el otro progenitor es desconocido 0 ha fallecido, porque los hijos son fruto de reproduccién asistida de madre soltera, porque se trata de un supuesto de adopcién por un solo adoptante. Pero una cosa es que nuestro ordenamiento con- ceda la misma proteccién a estos otros tipos de familia, para atender también a los hijos y al progenitor que se hace cargo de ellos (general- mente la madre) en las diversas circunstancias de las que los mismos proceden, y otra bien distinta es que nuestro ordenamiento entienda que los mismos son modelos igualmente deseables que el de familia nu- clear al que antes me he referido. Esta segunda opcién deberia respon- der a considerar que tales tipos de familia pueden desempenar con la misma eficacia las funciones sociales que la familia nuclear desempe: ha, © que algunas de esas funciones pueden ser cumplimentadas ade- cuadamente por los poderes ptiblicos en la medida en que sea necesa- rio, o que la libertad de costumbres deba predominar sobre el valor atribuido a dichas funciones aunque las mismas puedan quedar afec- tadas. Cabe argumentar con estas razones para mantener que nuestro derecho de familia no debe preocuparse por propiciar un modelo de fa- milia, concretamente el nuclear, basado en la convivencia de matrimo- nios estables con sus hijos. En esta linea de pensamiento, la igualdad juridica de los diversos tipos de familia monoparentales con respecto 25 MANUAL DE DERECHO CIVIL a la familia nuclear no responderia a la voluntad del legislador para atender en pie de igualdad a las diversas circunstancias en las que pue- de producirse una relacion de paternidad o maternidad y de filiacion, sino a la voluntad del legislador de considerar que todos los tipos de familia merecen la misma valoracién, de manera que no deberia pre- tender propiciar preferentemente uno de ellos. Las modificaciones introducidas por esas dos Leyes del afio 2005 y por esas dos Sentencias del Tribunal Constitucional antes mencionadas se inscriben objetivamente en esta segunda opcién, que cabe mantener como preferible a la que propugna considerar la familia nuclear como modelo deseable. En efecto, dichas modificaciones legislativas debilitan sustancialmente, de forma directa o indirecta, la proteccién que el dere- cho proporciona a la familia nuclear. Las sentencias, al debilitar el efec- to mas importante que el matrimonio tiene con respecto a la paternidad en beneficio de los hijos, que ahora quedan a merced de la libre investi- gacion de la paternidad, cuando ésta siempre se concibié como un ins- trumento a favor de los hijos (y, en su caso, de las madres), pero no a fa- vor de los padres. La Ley 15/2005, al desresponsabilizar a los cényuges de los deberes asumidos al contraer matrimonio, Por cierto que un efec- to similar se produce a través de la atribucién legislativa de los efectos del matrimonio a las lamadas parejas o uniones estables de hecho. La Ley 13/2005, al atribuir la calificacion (y la consiguiente proteccién) de matrimonio a la union de personas en la que la procreacién es imposible. Ala hora de inclinarse a favor de una de las dos tesis expuestas no debe prescindirse del alcance que una y otra pueden tener en una so- ciedad, como la espanola, caracterizada por un bajo indice de natali- dad, una intensa inmigracién, una creciente dificultad para seguir pro- gresando en las prestaciones sociales de todo tipo por parte de las instituciones ptiblicas (tendencia al agotamiento del llamado estado del bienestar): gcudles son los costes econdmicos, sociales, culturales, se- gtin que se opte por una renovacion social a través de la inmigracién 0a través de nuestra capacidad de reproduccién? gpodemos prescindir de la familia para la educaci6n y cuidado de los hijos? ¢podemos pres- cindir de las economias de escala que aportan a la sociedad las fami- lias como unidad de consumo? Estas cuestiones no sdlo afectan al derecho de familia, como es evi- dente, sino que sti mejor tratamiento depende también de otras ramas del derecho, estrechamente vinculadas con la politica social y econé- mica, Pero constituye un error considerar que a aquél le corresponde sélo un papel secundario a la hora de optar por unas u otras solucio- nes. Por el contrario, en contra de la apariencia, la estructura de la fa- milia y, consecuentemente, el derecho de familia constituyen condicio- nantes esenciales de largo alcance v profundamente determinantes en el devenir de las cuestiones planteada 26 LA FAMILIA Y EL DERECHO DE FAMILIA Como resulta de las propias sentencias del Tribunal Constitucional, asi como de la polémica existente en torno al matrimonio de las per- sonas del mismo sexo, la discusin tiene también en algunos de sus as- pectos una dimension constitucional. Ya hemos indicado que dicha sentencias suponen una interpretacion del art. 39 CE en la que la libre Investigacion de la paternidad se desvincula de la proteccién de la fa- milia nuclear, de los hijos y de sus madres, en favor de los maridos y de los padres extramatrimoniales, lo que supone interpretar y aplicar aquélla al revés de como siempre se habia venido entendiendo. Lo mis- mo ocurre con el matrimonio entre personas del mismo sexo: la Ley que lo aprueba supone interpretar el art. 32 CE de manera distinta a como se habia venido entendiendo. Aunque las leyes autonémicas que vienen a equiparar en mayor o menor medida las parejas © uniones tables de hecho con el matrimonio no hayan suscitado una polémica similar, también cabe discutir sobre la constitucionalidad de semejan- te equiparacion. Remitimos para todos estos temas constitucionales a los epigrafes de matrimonio y de filiacién en los que se abordaran, aun- que sea sucintamente, Baste con decir ahora que ese debate constitu- cional ha quedado zanjado por el momento en términos de derecho po- sitivo por la STC 198/2012 (BOE 28.11), que ha declarado constitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo, y por diversas SSTC, que han venido a reconocer la constitucionalidad de las leyes autonémicas sobre parejas o uniones estables de hecho, las mas recientes las SSTC 81/2013 y 93/2013 [BBOOEE 10.5 y 23.5]. BIBLIOGRAFIA: AAVV. Derecho, sociedad y familia: cambio v conti- nuidad. Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autono- ma de Madrid 10 (2006); AAVV. Comentarios a las reformas de derecho de familia de 2005. Dirigidos por DE VERDA y BEAMONTE, Ramon. Thomson-Aranzadi, 2006; AAVV. Tiatado de Derecho de ta Familia. Di- rigidos por YLQUIERDO TOLSADA, Mariano y CUENA CASAS, Matil- de. Aranzadi 2011; BERCOVITZ RODRIGUEZ-CANO, Rodrigo, La com- petencia para legislar sobre parejas de hecho. Cuadernos de Derecho Judicial X1-2003. Constitucion y Relaciones Privadas. Consejo General del Poder Judicial. pp. 99-133; CARRASCO PERERA, Angel. Derecho de Familia (Casos. Reglas, Arguinentos), Dilex, 2006. 27 TEMA Id LA OBLIGACION DE ALIMENTOS . NATURALEZA Y CARACTERES «Estan obligados reefprocamente a darse alimentos» los cényuges, los parientes en linea recta y los hermanos siempre que uno de ellos los necesite y el otro pueda darselos (art. 143). «Se entiende por ali- mentos todo Jo que es indispensable para el sustento, habitacién, ves- tido y asistencia médica» (art. 142.0. El Codigo regula esta obligacién legal, basada en la solidaridad que debe existir entre los miembros de la familia mas cercanos, en Jos arts. 142 a 153 (Titulo VI del Libro 1). Se caracteriza por su reci- procidad, por ser personalisima, por ser imperativa, por su variabili- dad, y por las peculiaridades patrimoniales que derivan de su funcién o naiuraleza. La reciprocidad consiste en que, segtin las circunstancias, puede convertir en deudor 0 acreedor a cualquiera de los sujetos comprendi- dos en las relaciones familiares a las que se aplica: en su caso cualquie- ra de los cényuges frente al otro, los padres frente a los hijos 0 los hi- jos frente a los padres, los abuelos frente a los nietos © los nietos frente a los abuelos, un hermano frente al otro y viceversa. naturaleza personalisima implica no sdlo que se extingue por muerte del alimentista, puesto que con ella desaparece la necesidad que se pretende atender (desaparece la funcién de la obligacion), sino tam- bien por muerte del alimentante u obligado, puesto que no es exigible a sus herederos la misma solidaridad familiar en que se basa la obli- gacion. De ahi que quepa presumir que quien preste alimentos sin es- 29 MANUAL DE DERECHO IVI tar obligado lo hace como gestor del que lo esté, y que tenga derecho, por consiguiente, a reclamar su reembolso (art. 1894.11 CC). Esa natu- raleza personalisima es también la que permite al alimentante satisfz cer su obligacién cumplimentando la prestacion correspondiente en su propia casa (art. 149.1 CC). El caracter imperativo de las normas que regulan la obligacién con: tituyen la garantia de que cumpla en verdad su funcién, que es la de subvenir a quien esté necesitado. De ahi que no quepa su renuncia pre- via (art. 6.2 CC), esto es, la renuncia, transmisién o transaccién con respecto a los alimentos futuros; tampoco la compensacién (arts. 151, 1200.11 y 1814 CC). La variabilidad de la obligacién afecta no sélo a su nacimiento y extincion (arts. 148.1 y {52.2° y 3° CC), sino también a su cuantifica- cién tanto inicial como sucesiva, de acuerdo con las necesidades de quien reciba los alimentos y las posibilidades de quien los proporcio- ne (arts. 146 y 147 CC). Las anteriores caracteristicas determinan que la obligacién de ali- mentos no es prescriptible (art. 1936 CC). En cambio si que lo son las pensiones alimenticias atrasadas (art. 1966.1° CC), ademas de ser re- nunciables, transmisibles, compensables y poder ser objeto de tansa cidn (arts. IS1IT, 1196, 1200.11 y 1814 CC). Como cualquier otra institucién juridica, el sentido y el alcance de los alimentos entre familiares se ven afectados por el cambio social y por nuestros principios constitucionales. En este caso cabe destacar no solo la evolucién suftida por la familia, sino también, y muy especial- mente, la cobertura de algunas de las necesidades mas importantes para la vida de las personas por las instituciones ptiblicas en un estado so- cial, dentro de un pais desarrollado como es el nuestro actualmente (arts. 1°.1, 27.4, 41, 49 y 50 CE). La regulacién contenida en los arts. 142 y siguientes del Codigo Ci- vil no se extiende a Ja obligaci6n de alimentos existente entre los cén- yuges no separados, asi como las que vinculan a los padres frente a sus hijos menores de edad (STS. 16.7.2002 —RJA 6246, STC 57/2005— BOF 19.4). Sin perjuicio de la aplicacién (subsidiaria) a esas obligaciones de alimentos de algunos preceptos contenidos en el Titulo VI del Libro I CC (art. 153), las mismas se encuentran reguladas en otros preceptos, puesto que s¢ fundamentan en los deberes mas intensos, que derivan, continuamente y sin consideracion de necesidades circunstanciales, del matrimonio y de Ja relacién paternofilial mientras que aquél no entre en crisis y mientras que los hijos no hayan alcanzado la edad apropia- da para Valerse por si mismos: el deber que tienen los cényuges de ayu- darse y de socorrerse mutualmente y el deber que Uienen los padres de 30 A OBLIGACTON DE ALIMENTOS velar por sus hijos menores de edad y de prestarles alimentos. Los arts. 67-68 y los arts, 110, 111 y 154.1" CC son pues de aplicacion preferen- te en los mencionados casos. Los arts. 142 y siguientes, se refieren a hijos mayores de edad y a conyuges separados, por lo que al matrimo- nio y a la relaci6n paternofilial se refiere. Los arts. 142 y siguientes tampoco se ocupan de cualesquiera otras obligaciones de alimentos que no deriven directamente de la relacién familiar, De ahi que su aplicaci6n solo pueda ser subsidiaria en tales casos: alimentos derivados del acogimiento familiar (art. 173.1 CC), de la tutela (art. 269.1° CC), de testamento o pacto (arts. 153, 648.3° CC), contrato de alimentos (arts. 1791 y ss. CC), alimentos del concursado (arts. 47.1, 84.2.4°, 145.2 Ley Concursal). 2, SUJETOS Esta obligacién de prestarse alimentos reciprocamente recae sobre los cényuges, los ascendientes y descendientes y los hermanos (art, 143 CC). Fuera del supuesto de gestion de negocios ajenos del art. 1894.11, la prestacién voluntaria de alimentos a otros sujetos puede tener en su caso el sentido de una obligacion moral, que impediria la posibilidad de reclamar su devolucién por constituir una causa justa de atribucién patrimonial (art. 1901 CC). Ya hemos visto que la obligaci6n de alimentos regulada en los arts, 2 y siguientes comprende a los hijos mayores de edad y a sus padres, cualquiera que sea la relacion de filiacin existente: matrimonial, ex- tramatrimonial, adoptiva (art. 108.11 CC), aunque se trate de un supues- to de adopeién simple o menos plena (disp. transitoria 2* de la Ley 21/1987). Quedan excluidas, en cambio las relaciones paternofiliales en- tre el adoptado y sus padres anteriores en los términos previstos en el art. 178 CC. En los supuestos de los arts. 111 y 179 desaparece la reci- procidad de la obligacion, puesto que mientras que los hijos conservan Jégicamente el derecho (art, 111.1V CC), los padres, por el contrario, lo pierden (arts. 111.1 y 179.1 CC). Lo que se extiende a los descendien- tes del hijo, El art, 93.11 establece un régimen especifico para los alimentos de los hijos mayores de edad o emancipados que carecieran de ingresos propios en los supuestos de separacién, nulidad ¥ divorcio, al presumir que los mismos pueden tener tal derecho frente a sus progenitores (por ejemplo, al no haber «terminado su formacién por causa que no le[s] sea imputable» —art. 142.1 CC—), y, sobre todo, al permitir que el mis- mo se reconozca y cuantifique en la propia sentencia de separacién, nulidad 0 divorcio, legitimando por consiguiente a sus progenitores para ostentar su representacion al respecto. 31 MANUAL DE DERECHO CIVIL Ademés, son sujetos de la obligacién los demas ascendientes y des- cendientes consanguineos (no los afines) y adoptivos. La exclusién del art. 178 con respecto a los padres anteriores se extiende a los ascen- dientes de los mismos, tanto frente al adoptado como frente a sus de: cendientes, consanguineos o adoptivos, En cambio, la exclusion del art 111 no se extiende a los ascendientes del padre, ni frente al hijo de éste ni frente a los descendientes del mismo. Son sujetos de la obligacién todos los hermanos consanguineos (no los afines, esto es, los cuiados), incluidos los medio hermanos (art. 144.1.4° CC), junto con los adoptivos. Quedan excluidos los hermanos del adoptado y éste con respecto a ellos (art, 178.1 CC), salvo en los su puestos del art, 178.2 CC. Por lo que se refiere a los cényuges, ya hemos visto que el caso prin- cipal contemplado en la regulacién de este Titulo VI del Libro I es el de los cényuges separados, habiendo admitido la jurisprudencia que se es tiende también a los supuestos de separacion de hecho. Hay que tener en cuenta que la obligacién de alimentos es compatible con la existencia de una pensién compensatoria a favor del cOnyuge necesitado, como resul- ta de los arts. 90.D) y F) y 93 CC (STS 10.11.95 —RJA 8086—), y que la extincién del derecho de alimentos no genera por si misma el derecho a obtener pensién compensatoria (STS 9.2.2010 RIA 526—). No quedan comprendidas en el supuesto de los arts, 143.1° y 144.1° CC ni los conyu- ges divorciados ni los conyuges cuyo matrimonio haya sido declarado nulo, puesto que en uno y otro caso los conyuges no son o han dejado de ser tales. No procede pues hablar de solidaridad familiar entre ellos. La concurrencia de varios hipotéticos obligados impone la necesidad de establecer un orden de llamamientos para determinar cual de ellos de- bera prestar los alimentos, El art. 144 CC coloca en primer lugar al con yuge, después a los descendientes, después a los ascendientes y finalmen- ie a los hermanos. Tanto en los descendientes como en los ascendientes es preferido el de grado mas préximo: hijos antes que nietos, nietos an- tes que bisnietos; padres antes que abuelos, abuelos antes que bisabue- los, Puesto que entre ascendientes y descendientes se aplica el orden de Namamientos a la sucesién legitima del alimentista (art. 144.1 CC), se plantea la duda de si cabe aplicar el criterio de la representacién cuando haya fallecido alguno de los hijos dejando descendencia, a los efectos de Hamar al mismo tiempo en tal caso a los hijos y a los nietos que descien- dan del hijo premuerto. En el caso de la adopcién simple o menos plena, tanto el hijo adoptive y sus descendientes como el padre adoptante son llamados, por este orden, s6lo antes que los hermanos (DT 2* Ley 21/1987 y art. 180 CC en la redaccion anterior a la mencionada Ley). En cuanto a los hermanos, primero son Ilamados los de doble vin- culo (por naturaleza 0 adoptivo} v después los medio hermanos (tam- 32 OULIGACION DE ALIMENTOS bién por naturaleza o adoptivos —aplicacién analégica del art. 144.1.4° CC a los hermanos adoptivos—), incluido en ambos casos el adoptado simple 0 menos pleno (art. 176.[1 CC en la redacci6n anterior a la Ley 21/1987). No obstante, cabe dudar si los medio hermanos por naturale- za y adoptivos no seran en ambos caso preferentes frente a ese adopta- do simple o menos pleno, tanto si es como si no es de doble vinculo. «Cuando recaiga sobre dos o mas personas la obligacién..., se re- partird entre ellas el pago de la pensién en cantidad proporcional a su caudal respectivo» (art. 145.1 CC). Lo que se aplicaré cuando exis- tan varios hijos, varios hermanos, varios abuelos, padre y madre no casados, divoreiados 0 separados, La pluralidad de alimentantes da jugar a que la obligacién se configure como mancomunada divisible (STS 28.11.03 —RJA 8363—). Lo que, unido a la necesidad de con- cretar la parte de la deuda correspondiente a cada alimentante en fun- cin de sus recursos econdmicos, determina la necesidad de deman- darlos a todos en su caso (litisconsorcio pasivo necesario —STS 5.11.96—, —RJA 7905—). Como medida cautelar, «en caso de urgente necesidad, por circuns- tancias especiales» podra imponerse a uno de los hipotéticos alimen- tantes que asuma provisionalmente la prestaci6n en su totalidad (arts. 145.11, 148.111 CC, 721 y 726.2 LEC). Hay que tener en cuenta que la prestacién se abonara desde la interposicion de la demanda (art. 148.1 C). Lo que la STS 14,6.2011 (UR 223094) aplica también a los ali- mentos del art. 93 CC. Obsérvese que se excluye la posibilidad de dirigirse Gnicamente con- tra uno de los hipotéticos obligados, salténdose el orden de llamamien- tos y el criterio del reparto, aunque se trate del que sea manifiestamen- te mas rico de todos. No obstante, en los supuestos en los que quepa acreditar la incapacidad econémica de los llamados en primer lugar, podra demandarse directamente a los Ilamados sucesivamente, provo- cando en su caso la intervencién de aquéllos en el proceso (art. 14 LEC). No cabe descartar que, resultando insuficiente la capacidad econé- mica de los lamados en primer lugar, debe cumplimentarse su contri bucion con la de los llamados en siguiente lugar, en proporcidn a sus po- sibilidades y a las necesidades del alimentista que atin queden por cubrir Concurriendo varios alimentistas frente al mismo alimentante (uno o varios), y careciendo éste (0 éstos) de recursos para atender a todos se establéce el mismo orden de preferencia que el fijado para el llam miento de los alimentantes (art. 145.111), Dicho orden no impide que el hijo sometido a patria potestad pase por delante del cényuge separado, puesto que —va lo hemos indica- 33 do— el derecho de alimentos de aquél se basa en razones y en normas distintas de las correspondientes a los casos contemplados en este Ti- tulo VI del Libro | No hay que olvidar, tanto con respecto al orden de lamamientos de los hipotéticos alimentantes como con respecto al orden de pre- ferencia de los alimentistas, que pasar de la relacién existente en la linea directa o la Ifnea colateral (hermanos) supone pasar de una obli gacién de alimentos amplios a una obligacion de alimentos restringi- dos (art. 143.11 CC) Cuando los alimentistas concurrentes sean del mismo grado frente al o @ los alimentantes implicados, habra que acudir por analogia al criterio de reparto fijado en el art.'145.1 CC para el reparto de la car- ga entre alimentantes del mismo grado: se repartiran los alimentos en- tre aquéllos (los alimentistas) en funcién de sus necesidades. 3. OBJETO 0 CONTENIDO E] objeto o contenido de la obligaci6n de alimentos viene determi- nado por la necesidad econémica del alimentista y por la posibilidad del alimentante de atender dicha necesidad «Se entiende por alimentos todo lo que es indispensable para el sus- tento, habitacién, vestido y asistencia médica» (art. 142.1 CC), esto es, para subsistir (art. 148.1 CC): alo indispensable para cubrir todas las necesidades perentorias» del alimentista (STS 23.200 —RJA 1169—) Pero su cuantificacion no sdlo depende de las necesidades de quien los recibe, puesto que, ademas, sera proporcionada a los medios de quien los da (art. 146 CC). De ahi que puedan aumentar 6 disminuir en pro- porcién a esos dos factores (art. 147 CC). Lo que implica que, sin per- juicio de que se pueda prever su actualizacin en funcién del IPC, no se apligue la excepcién de cosa juzgada en los supuestos de revision derivada de alteraciones en esos dos factores mencionados. Lo que abunda en el caracter no vinculante de los pactos sobre alimentos tan- to cuando los mismos resulten insuficientes como cuando resulten ex- cesivos (art. 151.11 CC). La cuantia de los alimentos no es revisable en ca —RIA 8940. sacién (STS 3.12.93 Para cuantificar las necesidades del alimentista no debera tenerse en cuenta las hipotéticas prestaciones de la asistencia social; si, en cambio, las de las de la Seguridad Social, aunque resulten compati- bles (STS-Social 24,9.2008 —RJA 5658—); también la posible exisien- cia de pension compensatoria (art, 97 CC). Tampoco se incluyen las 34 LA OBLIGACION DE ALIMENTOS necesidades que pudieran requerir prestaciones personales, ya que la obligacién de alimentos no comprende cualquier «asistencia de todo tipo» (art. 1791 CC). En las necesidades de alimentista se inchiyen sus gastos de educa- ci6n e instruccién «mientras sea menor de edad y atin después cuando no haya terminado su formacién por causa que no le sea imputable» (art. 142.IT CC), asi como los gastos de embarazo y parto «en cuanto no estén cubiertos de otro modo». Lo que excluye actualmente la en- senanza basica gratuita y los gastos cubiertos por la Seguridad Social. En su caso, la obligacién de alimentos incluye los gastos funerarios (art. 1894.11 CC). El elevado nivel econémico del alimentante determina que la pr taci6n de alimentos lo sea también. No obstante, no existe un derecho del alimentista a participar plenamente del nivel de vida del alimentan- te, Para valorar los recursos econémicos cel mismo no deben tenerse en cuenta los de su cnyuge, pero sf su participacién en los bienes ga- nanciales (art. 1362.1°.11 CC). Recuérdese que la obligacin de alimen- tos es personalisima. El alimentante no tiene obligacion de 1 para poder dar alimentos, aunque pueda hacerlo en términos r bles, y no sdlo en abstracto, Tanto el concursado como el embargado en sueldos y pensiones puede seguir obligado a dar alimentos (arts. 47.2 y 3 Ley Concursal y 608 LEC). Los alimentos entre hermanos se restringen a «los auxilios necesa- rios para la vida» «y se extenderan en su caso a los que precisen para su educacién». De nuevo habra que tener en cuenta que la ensefianza basica es gratuita en Espana, Estos alimentos comprenden «aquellos bienes ... que ... resulten imprescindibles para ... atender con razona- ble dignidad» a la «subsistencia» del alimentista (art. 606.1° LEC), No se aplican pues a estos alimentos los arts. 146 y 147 CC por lo que se refiere al caudal o fortuna del alimentante, salvo para negarlos total 0 parcialmente cuando dicho caudal o fortuna sea insuficiente. Los re- cursos econémicos de éste no influyen sobre su cuantia, por muy im- portantes que los mismos puedan ser. Si que habré que tener en cuen- ta en cambio dichos arts. con respecto a las necesidades del alimentista, puesto que, aunque se limiten a lo indispensable para vivir con razo- nable dignidad, pueden variar en funcién de las mencionadas necesi- dades: educacién, enfermedades, edad, circunstancias de toda indole que puedan incidir sobre esas necesidades. EI pago de los alimentos se verificara por meses anticipados. Lo que obviamente responde a que la pensién cumpla su funcién de atender a las necesidades de! alimentante, Pueden adoptarse medidas cautelares encaminadas a asegurar de inmediato y de futuro la prestacién de ali- 35 MANUAL DE DERECHO CIVIL mentos: pago provisional de alimentos (art. 726.2 LEC), anticipos de otros alimentantes (art, 145.11 CC), embargo preventivo de bienes a fa vor de quienes anticipen alimentos 0 para asegurar las pensiones futu- ras (arts. 145.111 CC y 727.1" LEC). «E] obligado a prestar alimentos podra, a su eleccién», pagar la pen- sién que se fije, o recibir y mantener «en su propia casa» al alimentis ta» (art. 149.1 CC). «Esta eleccién no sera posible cuando contradiga la situacién de convivencia determinada para el alimentista por las nor- mas aplicables 0 por resolucién judicial» (art. 149.11 CC). Es el caso de los cényuges separados, de los descendientes sometides a la patria po- testad de otro. Esta opcién «también podra ser rechazada cuando con- curra justa causa o perjudique el interés del alimentista menor de edad». Las circunstancias a tener en cuenta pueden ser muy diversas, incluida cualquiera «grave que impida la pacifica convivencia» de ali- mentante y alimentista (art. 1792 CC) 4, NACIMIENTO Y EXTINCION Las causas de extincién de la obligacién se encuentran enumeradas em el art. 152 CC. A ellas hay que afiadir los supuestos en Jos que el vin- culo familiar, que es fundamento de la obligacién, se revele inexisten- te (matrimonio nulo, filiacién aparente) o se extinga (divorcio, familia anterior del adoptado —arts. 85 y 178 CC—), también —ya se ha men- cionado— la muerte del alimentante (art. 150 CC). Las causas de extincién contempladas en el art. 152.3° y 5° CC, re- lacionadas con la responsabilidad del alimentista para mantenerse con su propio trabajo y/o para tener una conducta socialmente aceptable, son también causas que determinan en su caso que la obligacién de ali mentos no nazca. Hay que puntualizar que la obligacién de alimentos pretende aten- der a situaciones de necesidad socialmente justificada, derivadas de ad- versidades, o, al menos, de una situacién de necesidad socialmente acep- table, pero no constituye un remedio para quien no quiera asumir sus propias responsabilidades. De ahi que no se haya reconocido la obliga: cin de alimentos a Ja hija mayor de edad que abandona el hogar fami- liar y que esta en condiciones de trabajar (STS 23.2.00 —-RJA 1169—), ni alas hijas, licenciadas 0 universitarias, con mas de treinta anos (STS 1.3.01 —RJA 2562—); tampoco al hijo menor de edad con ingresos pro- pios suficientes (STS 24.10.2008 —RJA 5794—), ni a la madre con pa- trimonio suficiente (STS 15.9.2006 —RJA 6366—). La negativa indebida de alimentos da lugar en su caso a las conse- cuencias previstas en los arts. 648.3". 756.7”, 853.1°, 854.2° y 855.3° CC. 36 GACION DE ALIMENTOS Si la obligaci6n de alimentos nace cuando el alimentista lo nec ta y el alimentante puede atenderle, légico es que desaparezca cuando aquél chaya adquirido un destino 0 mejorado de fortuna, de suerte que no le sea necesaria la pension alimenticia para su subsistencia» (art 152.3”, in fine, CC), 0 cuando «la fortuna del obligado.., se hubiere re- ducido hasta el punto de no poder satisfacerlos sin desatender sus pro- pias necesidades y las de su familia» (art. 152.2° CC). En la preferen- cia que se concede a las necesidades de la familia se revela la correspondiente a hijos menores de edad y al conyuge no separado, asi como la establecida en el art. 144 CC, a las que ya nos hemos referido. Por la misma raz6n la obligacién se extingue cuando «el alimentis- ta pueda ejercer un oficio, profesién o industria» (art. 152.2° CC). No se trata de una posibilidad abstracta, que logicamente siempre existi- ria, Debe tratarse de una posibilidad real y razonable. En el caso del alimentista descendiente del alimentante se acenttia la exigencia de aplicacién al trabajo, hasta el punto de constituir su fal- ta una posible causa de suspension temporal de la obligacin tras subsista» —art. 152.5°, in fine, CC—). Aunque la mayorfa de edad puede constituir un elemento a valorar en relacion con estas causas de extincién, puesto que en principio mar- ca la terminaci6n del proceso de aprendizaje social y la adquisicién de la capacidad para todos los actos de la vida civil (art. 322 CC), su ad- quisicién no es causa de extincién automatica de la obligacién de ali- mentos (STS 28.11.03 —RJA 8363—), como se refleja claramente en el art. 93.11 CC. Tampoco el menor de edad tiene derecho a alimentos au- tomaticamente si cuenta con recursos propios suficientes, salvo si se trata del hijo sometido a patria potestad con respecto al titular de la misma (art. 154.1° CC). También es causa de extincién la mala conducta del alimentista, en rminos genéricos —pudiendo dar lugar también a una mera suspen- én de la obligacién, cuando se trata de un descendiente del alimen- tante (art. 152.5" CC)—, o cuando «hubiese cometido alguna falta de las que dan lugar a la desheredacién» (art, 152.4” CC). La mala con- ducta del art. 152.5° CC es uno mas de los conceptos indeterminados que condicionan la obligacin de alimentos, que nos remite a la con- crecién por el juzgador de lo que pueda ser considerado como tal de acuerdo con los valores sociales dominantes en cada momento. En cam- bio, el art. 152.4° CC nos remite a todas las conductas previstas en los arts, 852 a 855 CC, en la medida que sean objetivamente aplicables al alimentista con respecto al alimentante, cualquiera que sea la relacién familiar existente entre ellos de las contempladas en el art. 143 CC («sea © no heredero forzoso»): abandono, prostitucién © corrupcién del ali- mentante por el alimentista, condena en juicio por haber atentado con- 37 tra la vida del alimentante. de su cényuge o descendientes 0 ascendien- tes, acusacién calumniosa al alimentante de delito al que la ley sefiale pena no inferior a la de presidio o prisién mayor, negacion de alimen- tos al alimentante (discapacitado 0 no) 0 a sus hijos sin motivo legiti- mo, mal trato de obra o injuria grave de palabra al alimentante, incum- plimiento grave o reiterado de los deberes conyugales con respecto al alimentante, privacion de la patria potestad sobre el alimentante. La recon jacién posterior a la ofensa de alimentista y alimentan- te deja sin efecto esta ca 5 a de extir (art. 856 CC). Como ya se dijo al hablar del caracter personalisimo de la obliga- cién de alimentos, la misma se extingue también por muerte del ali- mentante y del alimentista (arts. 150 y 152.1° CC), aunque cabe recla- mar a los herederos del alimentante los alimentos vencidos y no pagados antes de su fallecimiento (STS 28.6.2004 —RIA ). Verificandose el pago de la pensidn por meses adelantados, «cuan- do fallezea el alimentista, sus herederos no estaran obligados a devol- ver lo que éste hubiese recibido anticipadamente» (art. 148.1 CC). Re- gla de no devolucién que cabe aplicar a todos los supuestos de extincién: el alimentista no tendra que devolver lo ya recibido. Los he- rederos y cualesquiera causahabientes del alimentista podran reclamar al alimentante mientras que no prescriban las pensiones alimenticias atrasadas (art. 151.11 CC). BIBLIOGRAFIA: CUENA CASAS, Matilde. Comentario de los arts 142-153. Comentarios al Cédigo Civil. Tirant lo Blanch 2013, pp.1444- 1556; DELGADO ECHEVERRIA, Jestis. Comentario de los arts. 142-153, Comentario al Cédigo Civil. Ministerio de Justicia, 1991, pp. 522-544; QUICIOS MOLINA, Susana. Comentario de los arts. 142-153. Comenta- rios al Cédigo Civil. 4° ed. Aranzadi Thomson Reuters, 2013. 38 TEMA III EL MATRIMONIO 1, CONCEPTO Y NATURALEZA El Cédigo Civil regula el matrimonio en los arts. 42 a 107. Sin em- bargo, no lo define, por tratarse de una institucion de origen remoto y de amplia implantacin social, utilizada para la realizaci6n de los fines humanos mas basicos. Tradicionalmente se ha definide como la unién estable de hombre y mujer, concertada entre ellos de acuerdo con de- terminadas formalidades previstas por la ley, con dnimo de compartir vida y existencia. En relacién con su naturaleza jurfdica, hay distintas teorfas. Para unos, se trata de un negocio juridico bilateral de derecho de familia, pues tiene su origen en un acuerdo de voluntades entre los que lo ce- lebran. Otros defienden su caracter institucional: es una institucién pro- pia y auténoma, a la que el derecho positivo dedica un conjunto nor- mativo ad hoc. Ambas concepciones son compatibles. Como negocio juridico presenta determinadas especialidades, que exigen un tratamiento propio en el Cédigo: i) los efectos juridicos del matrimonio vienen predispuestos por Ia ley, salvo en lo que respecta a ciertos efectos patrimoniales, que pueden pactarse; ii) es un negocio de duracién indefinida, si bien cualquiera de las partes puede «desvincu- larse» del mismo sin alegar causa alguna, mediante el divorcio; iii) su causa se corresponde con los deberes que los cénvuges asumen, basi- camente vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente, prescindiendo de los motivos que impulsen a cada uno de ellos (amor, conveniencia, necesidad, moral, atraccién sexual). En la voluntad de esa convivencia plena (la convivencia marital 0 conyugal, la conviven- -_ MANUAL DE DERECHO cia more uxorio) consiste la llamada affectio maritalis; iv) no obstante, esos deberes convugales que surgen del matrimonio (arts. 67 y 68 CC) son inejecutables; v) el incumplimiento de estos deberes por un cényu- ge no autoriza al otro a acudir a los remedios tipicos del incumplimien- to del art. 1124 CC —cumplimiento 0 resoluci6n, junto con indemni zacién de daios y perjuicios—; vi) sus causas de nulidad no son las generales de los arts. 1300 v ss. CC, sino que existen unas propias (arts 73 y ss. CC); viii) un sujeto sélo puede celebrar un tinico negocio de este tipo (matrimonio); mientras no se extinga ese no podra celebrar otro matrimonio (monogamia); viii) la prestacién del consentimaiento requiere de ciertas formalidades, cuyo inobservancia provoca la nuli- dad del matrimonio. 2. LA EVOLUCION DE LA REGULACION DEL MATRIMONIO EN ESPANA En nuestro pais se puede celebrar el matrimonio de dos formas: la religiosa (conforme a los ritos de las Iglesias reconocidas por el Esta- do espanol, especialmente la Iglesia Catélica - matrimonio canénico), y la civil (el matrimonio de nuestro ordenamiento juridico). La historia del sistema matrimonial espaiiol es la historia de la r lacién entre el matrimonio civil y el matrimonio canénico. En la ve sin original del Cédigo Civil, se regulan dos clases de matrimonio (ci vil y canénico). Pero el matrimonio civil es subsidiario del canénico, pues éste han de contraerlo quienes «profesen» la religion catdlica. La legada de la II Reptiblica supone un cambio radical, pues la Ley de 28 de junio de 1932 sélo reconoce un matrimonio, el civil, que debera con- traerse conforme a lo dispuesto en el Cédigo Civil. El sistema matrimo- nial vuelve a cambiar durante el régimen dictatorial del general Fran- co. Durante este periodo de tiempo se retorna al sistema anterior a la I Repuiblica, con preeminencia del matrimonio canénico sobre el civil. Aunque durante el régimen franquista se produce una cierta flexibiliza cin, en el sentido de que el requisito de «no profesar» la religion cato- lica (que permite acudir al matrimonio civil) se entiende al principio (Orden 10,3.1941) en sentido objetivo —no estar bautizado—, y mas tar- de (Decreto 22.5.1969) en sentido subjetivo —basta la declaracién del interesado en ese sentido—. La Constitucién de 1978 instaura un nuevo sistema matrimonial. El art. 32 CC sanciona que «el hombre v la mujer tiene derecho a contraer matrimonio con plena igualdad juridica», y que «la ley regulara las for- mas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los conyuges, las causas de separacién y disolucion y sus efectos». También influyen en el nuevo modelo los arts. 14 (principio de igualdad y de no disctiminacién por razén de religion) y 16 (liber- 40 EL MATRIMONIO tad religiosa; no obligatoriedad de declarar sobre las creencias religio- sas; aconfesionalidad del Estado). Poco después se suscriben unos Acuerdos entre Espaia y la Santa Sede, firmados el 3 de enero de 1979, y ratificados por Espanta el 4 de diciembre de ese mismo aio. Uno de ellos versa sobre Asuntos Juridi- cos, y su articulo VI alude al matrimonio, con un doble contenido, En primer lugar, se reconoce efectos civiles al matrimonio celebrado segtin las normas del derecho canénico, produciéndose éstos desde su celebra- cién; aunque para el pleno reconocimiento de los mismos sera necesa- ria la inscripein en el Registro Civil, que se practicara con la simple presentacién de certificacién eclesidstica de la existencia del matrimo- nio. Semejantes previsiones son reproducidas después en los arts, 60 y 63 CC, aunque este tiltimo precept anade que la inscripcion no es au tomitica, sino que deben concurrir ademas los requisitos de validez, del matrimonio civil. En segundo lugar, se permite que las resoluciones ecle- sidsticas sobre nulidad o sobre declaraci6n de matrimonio rato y no con- sumado dictadas por los tribunales eclesiasticos tengan eficacia en el orden civil si se declaran ajustadas a nuestro derecho en sentencia dic- tada por un juez civil (reproducido después en el art. 80 CC). EI régimen juridico matrimonial fue profundamente reformado por la Ley 30/1981, de 7 de julio, que da nueva redaccion a los arts. 42 a 107 CC, y establece el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separacién y divorcio. La Ley introduce el divorcio como causa de di- solucién del matrimonio (por eso se le denominé Ley del divorcio), consagra la existencia de un tinico tipo (o clase) de matrimonio: el ma- trimonio civil. Aunque la prestacién del consentimiento matrimonial puede realizarse en forma civil (basicamente, ante el juez o alcalde au- torizante) 0 en forma religiosa (art. 49 CC), pudiendo esta tiltima con- sistir en la forma canénica (art, 60 CC), en la forma prevista por una confesién religiosa inscrita en el Registro de Entidades Religiosas y que haya celebrado un convenio con el Estado, o en la forma religiosa ad- mitida como valida por una norma jurfdica estatal (art. $9 CC) Desde el afio 1981 el derecho matrimonial se ha visto afectado por sucesivas modificaciones, la mayoria de ellas puntuales (Ley 11/1990, de 15.10.1990; Ley 35/1994, de 23.12.1994; LO 9/2002, de 10.12.2002; LO 11/2003, de 29.9.2003; y Ley 42/2003, de 21.11.2003). De mayor ca- lado es la reforma operada en el afio 2005, mediante las Leyes 13/2005, de 1.7.2005, de modificacién del Cédigo Civil en materia de derecho a contraer matrimonio, y 15/2005, de 8.7.2005, de modificacién de] CC y LEC en materia de separacién y divorcio. Con estas leyes se elimi- nan las causas de separacién y divorcio, y se permite a los conyuges optar directamente por uno u otro mecanismo para solventar la crisis matrimonial, Ademis, se autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo. 41 MANUAL DE DERECHO C7 3. EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO Antes de la Ley 13 2005, slo podfan contraer entre si matrimonio personas del distinto sexo (SSTS 16.5.35 —RJA 1120—, 2.7.87 —RJA 5045—, 15.7.88 —RJA 5722— y RDGRN 21.1.88 —RJA 215—, 2.10.91 —RJA 8611—). La situacién cambia radicalmente tras la Ley 13/2005, de J de julio, que ahade un segundo parrafo al art. 4 CC, seguin el cual «el matrimonio tendra los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del mismo 0 de diferente sexo». La citada Ley mo- difica otros preceptos reguladores del matrimonio, con el unico fin de cambiar las referencias especificas al sexo de los miembros de la pare- ja casada («marido» y «mujer», «padre» y «madre>), por las mas gené- ricas de «c6nyuges» 0 «progenitores», Con algunas —justificadas— ex- cepciones (por ejemplo, los arts, 116 a 118, que mantienen la mencién del marido en relacin con la presunci6n de paternidad dentro del ma- trimonio; o el art. 108 CC). Ademas, las disposiciones legales y regla- mentarias que contengan alguna referencia al matrimonio se entende- ran aplicables con independencia del sexo de los integrantes (DA 1° Ley 13/2005) En consecuencia, dos personas del mismo sexo pueden contraer en- tre si matrimonio. Y ello con independencia de la orientacién sexual (homosexual o heterosexual) de esas personas. Pues si puede haber ma- trimonio entre hombre y mujer aunque uno de ellos —o los dos— sean homosexuales, por la misma raz6n dos hombres o dos mujeres pueden casarse aunque sean heterosexuales, Por eso, no cabe afirmar que la Ley 13/2005 permite el matrimonio entre homosexuales (cosa que ya era posible antes), sino que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por otra patte, si uno de los contrayentes es espafiol y el otro extranjero, podran contraer matrimonio en Espana, aunque la ley nacional del extranjero no permita el matrimonio entre personas del mismo sexo (Resolucién-Circular DGRN, de 29.7.05, sobre matrimo- nios civiles entre personas del mismo sexo; JUR 184678); cosa distinta es los efectos que ese matrimonio produzca en el pais del que es na- cional uno de los contrayentes. La Ley 13/2005 merece un doble anilisis, en relacion con su cons- titucionalidad y con su oportunidad. Desde el primer punto de vista, cabe discutir si el matrimonio entre personas del mismo sexo supone una violacién del art. 32 CE. Es evidente que el matrimonio entre per- sonas del mismo sexo es un matrimonio distinto del matrimonio entre hombre y mujer. Ahora bien, el principio de igualdad (art. 14 CE) no prohibe al legislador dar el mismo trato a situaciones desiguales. Asi lo ha declarado nuestro Tribunal Constitucional en reiteradas ocasiones. Este es el argumento mas solido a favor de la constitucionalidad de la Ley 13/2005. En contra, cabe alegar una correcta interpretacién del art. 32.1 CE, de la que resulta que nuestra Constitucién contempla tnica- 42 EL MATRIMONIO mente el matrimonio heterosexual, y, sobre todo, que nuestra Consti- iucién admite una sola clase de matrimonio (el heterosexual), someti- do siempre a las mismas reglas (art. 32.2 CE); equiparaci6n plena del matrimonio homosexual al heterosexual que no es posible, a pesar del emperio de nuestro legislador. como lo prueba la imposibilidad de apli- car a aquél un efecto juridico tan importante como es Ja presuncién de paternidad del marido con respecto a los hijos de su mujer (arts. 116 a 118 CC) El Tribunal Constitucional ha resuelto el debate en la STC 198/2012, de 6 de noviembre, que declara constitucional la Ley 15/2005. Segtin el TC, no es contrario a la garantia institucional del matrimonio estable- cida en el art. 32 CE considerar matrimonio al que celebran dos per- sonas del mismo sexo, pues es una opcidn no excluida por el constitu- yente, y que puede tener cabida en el art. 32 CE, interpretado de acuerdo con una nocién de matrimonio cada vez mas extendida en la sociedad espafiola y en la sociedad internacional, fundada en razone: de igualdad; una interpretacin evolutiva, que se acomoda a las reali- dades de la vida moderna, pero que no impide que la institucién ma- irimonial se mantenga en términos perfectamente reconocibles. Por otra parte, la STC sostiene que la nueva regulaci6n no supone un ata- que al “contenido esencial” del derecho al matrimonio, ni reduce 0 im- pide el derecho a contraer matrimonio de los heterosexuales, que se mantiene en las mismas condiciones en que podian hacerlo antes de la reforma Paralelamente al debate constitucional, hay que plantearse si la re- forma es adecuada y conveniente. Se trata de un tema que ha suscita- do una intensa controversia, a veces acalorada, Y es que las posiciones a favor y en contra suelen estar condicio- nadas por prejuicios religiosos, ideoldgicos, politicos, partidistas. Tam- bién influyen en ellas las diversas sensibilidades. Una muestra de ello lo proporciona el hecho de que algunos sectores sociales contrarios a la modificaci6n legislativa se habrian conformado si, otorgando los mis- mos efectos a las uniones homosexuales que a los matrimonios, no se las hubiese denominado como tales. Baste aqui con hacer algunas consideraciones con el mero propé- sito de aclarar. No cabe confundir esta controversia con la relativa a la hoy indiscutible libertad de costumbres, y, concretamente, libertad se- xual. Tampoco tiene sentido discutir en torno a la igualdad de las re ciones amorosas. En principio, todas ellas son igualmente respetables, prescindiendo de la orientacién sexual de sus protagonistas. Pero el ma irimonio se ha venido protegiendo por el derecho no en funcién del hi- potético (y deseable) amor existente entre los conyuges, sino porque es la forma de propiciar y proteger Ja reproduccién bioldgica y la soc 4B bilizacion de la prole. y ello exige en principio la heterosexualidad de los conyuges. 4. LA PROMESA DE MATRIMONIO Los esponsales 0 promesa de matrimonio consisten en la promesa reciproca de matrimonio que realizan dos personas. De larga tradicion historica en nuestro pais, en Ja actualidad tienen su regulacién en los arts. 42 y 43 CC. Aunque los esponsales consistan en una promesa de contraer ma- trimonio, no obligan a contraerlo (art 42.1 CC). Por lo tanto, ninguno de los novios tiene accién para exigir su cumplimiento (la celebracion del matrimonio). Ademas, son ineficaces los pactos incluidos en Jos es: ponsales por los que cualquiera de los promitentes se obliga frente al otro o frente a un tercero a realizar una prestacién en la hipdtesis de no cumplimiento por su parte de la promesa (art. 42.1 CC). La inefica- cia se funda en la ilicitud de la causa —art. 1275 CC— 0 en la nulidad —art. 6.3 CC—. Si son validos, en cambio, cuando es un tercero quien asume esa obligacién. Como complemento a la negacién de valor juridico vinculante de la promesa de matrimonio, se inadmitira a wamite la demanda en la que uno de los novios solicita el cumplimiento de la promesa (art. 42.11 CC). Ahora bien, la no celebracién del matrimonio puede dar lugar a la obligacion de resarcir. En efecto, el art. 43 CC otorga al destinatario de la promesa de matrimonio (y no a los terceros que también hayan po- dido empobrecerse: por ejemplo, los padres) el derecho a reclamar al promitente incumplidor determinadas cantidades: los gastos hechos y las obligaciones contraidas en consideracién al matrimonio prometido. Los presupuestos de esta accién resarcitoria son los siguientes: a) que se haya realizado una promesa «cierta» de matrimonio, entendida como promesa «seria», esto es, que suscite en la otra parte la confian- za razonable de que el matrimonio se celebraré; b) que haya incumpli- miento de la promesa de matrimonio; c) que en el momento de la pro- mesa el promitente sea mayor de edad 0 menor emancipado; d) que el incumplimiento sea «sin causa». Aqui causa es sinénimo de motivo o az6n, Por tanto, no hay incumplimiento sin causa cuando la no cele- bracién del matrimonio se basa en razones serias. Para valorar aS motivo alegado para no casarse es suficientemente «serio», hay que ana- lizar, en primer lugar, las valoraciones subjetivas propias de los prome- tidos, conocidas por ambas partes; tinicamente cuando no consten las valoraciones personales 0 no sean conocidas por la otra parte habra que acudir a los criterios imperantes en el ambiente social en que se 44 mueven los prometidos. Esta accién resarcitoria tiene un plazo de ca- ducidad de un afio, contado desde el dia de la negativa a la celebracion del matrimonio (art. 43.11 CC) En relacién a la cuantia de la indemnizaci6n, al basarse el art. 43 CC en el empobrecimiento injusto del destinatario de la promesa, éste tiene derecho a que le sean reembolsados los gastos ya realizados y las deudas contraidas todavia no satisfechas, siempre que hayan sido rea- lizados 0 contraidas después de la promesa y se justifiquen en la cele- bracion del futuro matrimonio. Si el destinatario de la promesa obtie- ne de ellos alguna eventual utilidad, se reducira o limitara la cuantia reembolsable en la parte que corresponda, en la medida en que no ha habido tal empobrecimiento, Quedan excluidos los dafios morales (STS 16.12.96 —RJA 9020—), y también los demas daiios patrimoniales, que seran indemnizables, en’su caso, al amparo del art. 1902 C LAS PAREJAS DE HECHO Cada vez es mas frecuente la convivencia estable de dos personas del mismo o de distinto sexo en una relacién de afectividad analoga a Ia del matrimonio, pero sin es adas. Esta hipotesis, que es cono- cida con una pluralidad de nombres (parejas no casadas, parejas de he- cho, union libre, convivencia more uxorio), no tiene una regulacion pro- pia en nuestro derecho estatal; las Cortes Generales han conocido de varios proyectos y proposiciones de ley, pero ninguno de ellos ha sali- do adelante. Si existe una ingente normativa autonémica sobre parejas de hecho (en la actualidad son muy pocas las comunidades auténomas que carecen de propia ley), que, a grandes rasgos, se ha ocupado de la definici6n y requisitos para apreciar su estabilidad y consiguiente atri- bucion de efectos, de la publicidad a través de regisiros especiales, y de los efectos personales y econémicos de la unién, y de su extincién (so- brepasando, en este ultimo punto, la competencia constitucionalmen- te atribuida para dictar normas de derecho privado). Cabe dudar de la constitucionalidad de todas esas leyes autonémi- cas por lo que a dicha regulacién sustantiva se refiere (no, en cambio, de la constitucionalidad de las normas que equiparan total 0 parcial- mente a las parejas de hecho con los matrimonios en sus relaciones con las Administraciones Publicas de la Comunidad Auténoma corres- pondiente), ya que en realidad vienen a reconocer nuevas clases de ma- trimonio, distintas del matrimonio regulado por el Cédigo. Lo que pa- rece contrario al art. 32.2 CE, que reconoce la existencia de una clase nica de matrimonio para todos los espanoles (con posible diversidad s6lo en la forma de celebracién), como al art. 149.1.8 CE, que atri- buye expresamente al Estado la competencia legislativa sobre dicha materia 45 MANUAL DE DERECHO Cr¥L EI primer problema que plantean las parejas de hecho es el de su de- limitacion, pues falta en ellas la manifestacion del consentimiento de una determinada forma. como sucede en el matrimonio. Lo que las caracte- riza es la convivencia entre dos personas, con voluntad de permanencia, en una situacién que se quiere cquivalente a la de marido y mujer La cuestion central es qué régimen juridico se aplica a las parejas no casadas durante la convivencia y después de la ruptura. Es clato que ese régimen no ha de ser necesariamente el del matrimonio. El Tribunal Cons- titucional ha declarado que en la Constitucién el matrimonio y la convi- vencia extramatrimonial no son realidades equivalentes. El matrimonio posee una garantia institucional, pues se entiende que cumple una fun- cién social que no existe en las demas uniones de pareja. Por eso el legi lador puede establecer diferencias de tratamiento juridico entre la union matrimonial y la puramente factica (STC 184/1990, 15.11 —RTC 184—). Pero es que, ademis, la mayorfa de las parejas que optan por no casarse lo hacen porque no quicren el matrimonio como régimen juri- dico. ¢Por qué imponerles entonces una reglamentacion de la que de- liberadamente han huido? La Ley 15/2005 sirve de apoyo a esta tesis: como el matrimonio es una institucion de facil entrada y salida, quien no se casa —pudiendo hacerlo— es porque no quiere los efectos del matrimonio, Ello no significa que la pareja de hecho no produzca efec- tos —que si los tiene—, sino que éstos no han de ser necesariamente los mismos que el Codigo Civil prevé para el matrimonio. En relacién a estos efectos, conviene distinguir: A. Efectos personales. Las partes son libres para establecer pactos sobre las relaciones personales que han de regir entre ellos durante la convivencia, siempre que los mismos respeten los principios de liber- tad y de igualdad B. Efectos patrimoniales. En relacién con las relaciones econdémi- cas existentes entre estos convivientes, ha de estarse, en primer lugar, al pacto entre las partes. La jurisprudencia del TS se ha mostrado con- traria a aplicar a las parejas de hecho el régimen econémico-matrimo- nial, en particular el de la sociedad de gananciales (SSTS 21.10.92 — RJA 8589—, 18.2.93 —RJA 1246—, 22.7.93 —RJA 6274—, 8.5.2008 —RJA 3345—, 7.7.2010 —RJA 3904—). En unos casos estima que se trata de una sociedad civil (STS 18.2.93 —RJA 1246—), y en otros de una comunidad de bienes (SSTS 18.5.1992 —RJA 4907—, 19.10.2006 —RIA 8976—, 7.7.2010 —RIA 3904—, 16.6.2011 —RIJA 4246—), siem- pre que sea evidente la voluntad (expresa o tacita) de los convivientes de formar un patrimonio comin. C. Efectos tras la ruptura de la pareja. Ante la ruptura de la pare- ja, los convivientes pueden alcanzar un acuerdo sobre los efectos que 46 la misma ha de provocar, Ese acuerdo, vélido y elicaz, puede tener el mismo contenido que el convenio regulador: cual de los padres man- tiene la guarda y custodia de los hijos, régimen de visitas, alimentos a favor de los hijos, atribucién del uso de la vivienda y ajuar doméstico y pensién compensatoria para un cényuge. También puede contener otro tipo de pactos. Zn ausencia de acuerdo, cualquiera de los convivientes puede diri- girse al juez para que éste adopte determinadas medidas. El juez esta- blecera qué progenitor tiene la guarda y custodia de los hijos (art. 92 CC), y el régimen de visitas que se concede al otro (art. 94 CC), todo ello bajo la aplicacién del principio del «favor filii. Igualmente deben los convivientes prestar alimentos a Jos hijos (art. 93 CC). En relacion con la vivienda familiar, el TS sostiene que los criterios establecidos en el art. 96 CC son igualmente aplicables a la ruptura de una pareja de hecho (las SSTS 10.12.1996 —RJA 9020—, 1.4.2011 —RJA 3139—, 31.5.2012 —RJA 6550— defienden la aplicacién analégica de este pre- cepto); en realidad, si hay hijos, el art. 96 CC es de aplicacién directa, y no anal6gica. En relacién con la pensién compensatoria, la jurispru- dencia ha admitido que quien rompe unilateral y voluntariamente la n debe abonar al otro una indemnizacion, basandose para ello en Ja aplicaci6n analdgica del art. 97 CC (SSTS 5.7.01 —RJA 4993, 16.7,02 —RJA 6246—) 0 en la doctrina que veda el enriquecimiento sin causa (SSTS 11.12.1992 —RJA 9733—, 17.6.2003 —RJA 4605—, 12.9.2005 — RJA 7148—). 47 TEMA IV REQUISITOS DEL MATRIMONIO EL EXPEDIENTE MATRIMONIAL Antes de que se celebre el matrimonio debe tramitarse un expedien- te —denominado «expediente matrimonial»— cuya finalidad es com- probar que no existe ningin impedimento matrimonial, y que, en con- secuencia, los cényuges pueden contraer matrimonio. No se exige expediente previo en el matrimonio candnico, ni en el matrimonio en peligro de muerte (art. 52.11), Si se exige en el matrimonio secreto, aun- que se tramitaré reservadamente, sin la publicacin de edictos 0 pro- clamas (art. 54 CC). También es necesario en el matrimonio celebrado en forma religiosa ante un ministro de culto evangélico (art. 7.2 de la Ley 24/1992), o israelita (art. 7.2 de la Ley 25/1992). Si se celebra se- gin el rito islamico, le entes pueden optar entre tramitar el ex- pediente con caracter previo o celebrar el matrimonio sin expediente, en cuyo caso la inscripcién en el Registro se producira conforme a lo dispuesto en el art. 65 (v, la Instruccién de la DGRN 10.2.93, sobre la inscripcién en el Registro Civil de determinados matrimonios celebra- dos en forma religiosa). La tramitacion del expediente debera adecuarse a lo establecido los arts, 238 a 254 RRC. En cuanto a la competencia para instruir este expediente, recae sobre el Juez de Primera Instancia encargado del Re- gistro Civil, el Juez de Paz o el encargado del Registro Consular corres- pondiente al domicilio de cualquiera de los contrayentes, a eleccién de éstos (art, 238 RRC). Por tanto, los alcaldes carecen de competencia para su instruccién. 49 MANUAL DE DERECHO C1V E] procedimiento se inicia con la presentacién de un escrito por los contrayentes al funcionario competente (art. 340 RRC). Se prevé una ratificacién posterior (art, 242 RRC), la publicacién de edictos 0 pro- clamas con el requerimiento a los que tengan noticias de algdn impe- dimento para que lo denuncien (art. 243 RRC), la sustitucion en deter- minados casos de los edictos por la audiencia de un amigo, pariente 0 allegado de los contraventes (art. 244 RRC), y la practica de pruebas tendentes a acreditar el estado, capacidad o domicilio de los contrayen- tes u otros extremos necesarios (art. 245 RRC). Particular importancia tiene la audiencia que el instructor hace, reservadamente y por separado, a cada contrayente para cerciorar- se de la inexistencia del impedimento de ligamen o de cualquier otro obstaculo legal para la celebracion del matrimonio (art. 246 RRC). Esta audiencia reservada debe servir para cerciorarse de la aptitud psiquica de los contrayentes, y para gue el instructor se asegure del verdadero propdsito de los comparecientes y de la existencia en ambos de un real consentimiento matrimonial. Si se descubre la ausencia de consentimiento —matrimonio de complacencia— dene- gara la celebracién del matrimonio (RRDGRN 11.12.96 —-RJA 1997, 7377—, 15.9.99 —RJA 10140—). El tramite de audiencia reservada es necesario incluso cuando uno de los contrayentes tiene su domi- cilio en el extranjero; en tal caso se realizar ante el encargado del Registro Consular en cuya demarcacién se halle domiciliado (direc- triz 3° Instruccién de la DGRN 9.1.95, sobre el expediente previo al matrimonio cuando uno de los contrayentes esta domiciliado en el extranjero). E] expediente terminara mediante auto de aprobacién o denegacién de la celebracién del matrimonio (art. 247 RRC). 2. CAPACIDAD, CONSENTIMIENTO Y FORMA Para que dos personas puedan contraer vélidamente matrimonio, en el momento de su celebracién deben concurrir tres requisitos: capa- cidad, consentimiento y forma. A continuacién se analizaré por sepa- rado cada uno de estos requisitos 2.1, La capacidad matrimonial Para poder contraer matrimonio validamente, los contrayentes han de tener un minimo de capacidad y aptitud personal. Bl Cédigo Civil dedica a esta materia arts. 46 y 47 (impedimentos matrimoniales), 48 (dispensa de los impedimentos matrimoniales) y art. 56.[I (el matrimo- nio del deficiente mental). 50 REOUISITOS DEL MATRIMONIO 2.4.1. Los impedimentos matrimoniales El Cédigo Civil no establece qué capacidad han de tener los sujetos que contraen matrimonio, Realiza una delimitaci6n negativa, sefialan- do aquellas circunstancias que impiden la celebracién del matrimonio. Estas circunstancias se denominan «impedimentos matrimoniales», y no son sino limitaciones a la capacidad para contraer matrimonio. Los impedimentos estan regulados en los arts. 46 y 47 CC. El primer pre- cepto se refiere a impedimentos que afectan a una persona por su pro- pia condicién, y que por tanto le impiden contraer matrimonio con cualquier otra persona (impedimentos absolutos, 0 impedimentos). En cambio, el segundo regula impedimentos que s6lo afectan al contrayen- te cuando pretende unirse en matrimonio con determinada o determi- nadas personas (impedimentos relativos, también denominados prohi- biciones matrimoniales), En verdad, la distincién entre impedimentos absolutos y relativos tiene trascendencia tnicamente a efectos tedricos, pues el Cédigo Civil no deriva de ella ninguna consecuencia juridica Existen cuatro impedimentos matrimoniales: A) Impedimento de edad. «No pueden contraer matrimonio los menores de edad no emancipados» (art. 46.1° CC). Por tanto, puede contraer matrimonio el mayor de edad y el menor emancipado. Tam- bién el menor de edad no emancipado pero mayor de 14 afios que haya obtenido dispensa (art. 48.1 CC), 0 que la obtenga después de haber contraido el matrimonio (art. 48.III CC). También sera valido el con- traido por un menor de 14 afios cuando se dan las circunstancias pre- vistas en el art. 75 (convivencia durante un afio desde la fecha de la mayoria de edad del contrayente o contrayentes menores sin que se haya ejercido durante ese periodo la accion de nulidad). Igualmente ti ne capacidad para contraer matrimonio el menor de vida independien- te a que se refiere el art. 319 CC. En todos aquellos casos en los que el menor que contrae matrimonio no esta emancipado, el matrimonio pro- duce de derecho la emancipaci6n (art. 316 CC). Se ha sugerido la opor- tunidad de elevar la edad minima para contraer matrimonio, quizas a los 16 afios, que es la edad fijada en otros paises de nuestro entorno y recomendada por la ONU B) Impedimento de vinculo. «No pueden contraer matrimonio los que estén ligados con vinculo matrimonial» (art, 46.2° CC). En nuestro pais, al igual que en los de nuestro entorno, rige la monogamia. Por eso, no pueden contraer matrimonio aquellos individuos que han cele- brado un previo matrimonio valido y subsistente, aunque no haya sido inscrito en el Registro Civil (la inscripcién no es constitutiva —art. 61 CC—), © los que, ya casados, quieren contraer matrimonio utilizando una forma distinta (RDGRN 21.1.2009 —JUR 2010, 99162—). Este im- pedimento no es dispensable (w, art. 48 CC). Si MANUAL DE DERECHO 6 Este impedimento cesa cuando el matrimonio anterior se disuelve por alguna de as causas legalmente previstas (art. 85 CC): muerte 0 de- claracién de fallecimiento, y divorcio. No basta la previa pues la misma no extingue el vinculo (RDGRN 8.6.05 —JUR 5388—), ni que el matrimonio celebrado esté incurso en causa de nulidad (se precisa que sea declarado nulo por sentencia firme). C) El impedimento de parentesco. No pueden contraer matrimo- nio entre sf las personas unidas por parentesco en Iinea recta de con- sanguinidad 0 adopcién, sin limite de grados: hijos con padres, nietos con abuelos, etc. (art. 47.1° CC). Tampoco pueden contraerlo entre si los parientes consanguineos en la linea colateral hasta el tercer grado (art. 47.2° CC); aunque en este ultimo caso el impedimento es dispen- sable en el tercer grado —tfos y sobrinos— (art. 48.11 CC). Sin embar- go, no hay impedimento de parentesco entre los parientes adoptivos en linea colateral D) El impedimento de crimen. El impedimento de crimen, que es dispensable (art. 48.1), esta redactado en términos muy estrictos (art 47.3° CC). Para que no puedan contraer matrimonio se requiere: que las dos personas que pretendan casarse entre si hayan sido condena- das por la muerte del conyuge de cualquiera de ellos, que se les conde- e como autores o complices, que la condena sea por la muerte (no hay impedimento en casos de condena por tentativa o frustracién), que la muerte haya sido dolosa (no hay impedimento si la condena es por muerte imprudente), y que la condena sea por sentencia firme. 2.1.2. Dispensa de los impedimentos matrimoniales Algunos impedimentos matrimoniales podran ser dispensados, pe mitiendo que los afectados por ellos puedan contraer matrimonio. Son dispensables los siguientes impedimentos (art. 48.1 y II CC) 1) Impedimento de edad. La dispensa de este impedimento, encar- gada al Juez de Primera Instancia, puede producirse a partir de los 14 afios, a solicitud del menor, previa audiencia de éste y de sus padres 0 guardadores (no se exige el consentimiento de Jos primeros ni el asen timiento del segundo), y siempre que concurra justa causa (art. 48.11 CC). Quien solicite la dispensa debera acreditar los motivos de indole personal, familiar 0 social que invoque (art. 260.11 RRC), y que pueden configurar la «justa causa» requerida para conceder la dispensa. La exi tencia de justa causa habra de deducirse de forma objetiva después de haber oido al menor y a sus padres (RDGRN 28.12.87 —RJA 9723—). En fin, la dispensa del impedimento de edad no es general, sino espe- : sdlo permite al menor contraer el matrimonio con una concreta persona, y no con cualquiera 52 REQUISITOS DEL MATRIMONIO 2) Impedimento de parentesco. Cabe la dispensa por el Juez de mera Instancia del impedimento de tercer grado de parentesco en- Pr tre colaterales —tfos y sobrinos— (art. 48.1] CC), pero sdlo prosperar cuando en la solicitud de dispensa se exprese con claridad el arbol ge- nealégico de los esposos (art. 261.11 RRC), y cuando concurra justa cau- sa (por ejemplo, hay justa causa cuando tio y sobrina llevan viviendo juntos durante veintidés afos, por imposibilidad fisica del primero: RDGRN 18.10.95 —RJA 9565—). 3) Impedimento de crimen. El impedimento de crimen es dispen- sable por el Ministro de Justicia (art. 48.1 CC). Ante el silencio de este precepto, es dudoso si la concesién de la dispensa es absolutamente discrecional o es igualmente necesaria la existencia de justa causa, op- cién esta que parece mas acertada (con fundamento en el art. 260 RRC). Lo normal es que la dispensa se obtenga antes de celebrar el ma- trimonio. Pero también se admite la dispensa posterior a la celebracién del matrimonio (art. 48.III CC). Esta dispensa convalidara retroactiva- mente el matrimonio. Para que pueda producirse, debe ser solicitada por cualquiera de los contrayentes, antes de que se haya solicitado ju- dicialmente la nulidad del matrimonio por alguna de los legitimados conforme al art. 74 CC. Légicamente, sdlo cabe la dispensa ulterior res- pecto a los impedimentos que pueden ser objeto de dispensa previa al matrimonio. 2.2. El consentimiento matrimonial Ademas de los requisitos relativos a la capacidad de los contrayen- tes y la forma del matrimonio, se requiere que las partes presten su consentimiento, El matrimonio es un negocio juridico bilateral, y por eso exige un acuerdo de voluntades entre las dos partes. Cada parte ma- nifiesta su voluntad de contraer matrimonio mediante la prestacion del consentimiento. Pues como sefiala el art. 45.1 CC, «no hay matrimonio sin consentimiento matrimonial». Solo pueden contraer matrimonio aquellas personas que, en el mo- mento de prestar el consentimiento, tienen suficiente discernimiento y conocimiento sobre el acto que concluyen, esto es, tienen capacidad de entender y de querer ese acto E] instructor del expediente matrimonial, si advierte que existe en alguno de los contrayentes una apariencia de anomalias psiquicas que puedan afectar a la capacidad de entender y querer, exigiré un dicta- men médico sobre la aptitud psfquica para prestar el consentimiento matrimonial (arts. 56.11 CC y 245.11 RRC). Si el dictamen es favorable, ara al instructor. Por otra parte, es intrascendente si ese sujeto aE MANUAL DE DERECHO civ ha sido judicialmente incapacitado 0 no (pues el incapacitado puede contraer matrimonio; v. art. 171.114” CC); lo decisivo es la aptitud de ese sujeto para emitir el consentimiento matrimonial con suficiente dis cernimiento. Si hay dudas sobre la aptitud psiquica debe autorizarse la celebracién del matrimonio. 2.2.1. Consentimiento sometido a condicion, término o modo En contra del principio imperante en materia contractual (art. 1116 CC), que conduciria a la nulidad del consentimiento, el sometimiento del matrimonio a condicién, término 0 modo no provoca la invalidez del negocio, sino que éste s¢ entiende celebrado puramente (art. 45.11 CC: «la condici6n, término 0 modo se tendra por no puesta»). Asi su- cede cuando este elemento accidental se pone de manifiesto ante el au- torizante (art. 58), y éste les advierte sobre el contenido del art. 45.11 Distinta es la situacion cuando la condicién, término 0 modo, pactada por los contrayentes, no se pone de manifiesto en el momento de pres tar el consentimiento; en tal caso, podria admitirse que existe simula- cin (y por ende nulidad), si se aprecia que no ha habido un efectivo consentimiento. Por otra parte, la alusién al modo resulta sorprendente. Por «modo» habra de entenderse el establecimiento a alguno de los contrayentes de la obligacion de realizar ciertas prestaciones, siempre que no se trate de acuerdos reconducibles al estatuto patrimonial del matrimonio so- bre el que los cényuges puedan libremente disponer. También el matri monio sometido a modo se entender como matrimonio puro. 2.2.2. Vicios del consentimiento EI consentimiento de los contrayentes debe haberse formado libre- mente, sin que concurra ninguna circunstancia que pueda llegar a vi- ciarlo. El Cédigo Civil no contiene normas especificas sobre los vicios en la formacién del consentimiento. Sélo se refiere a ellos para consi- derarlos como causa de nulidad matrimonial (en el art. 73.4” y 5°) (i) Vicia el consentimiento el matrimonio celebrado por error en la persona. Es nulo el matrimonio celebrado «por error en la identidad de la persona del otro contrayente 0 en aguellas cualidades personales que, por su entidad, hubieran sido determinantes de la prestacién del consentimiento» (art. 73.4° CC). El error puede tener un doble alcan- ce. En primer lugar, puede recaer sobre la identidad del otro contra- yente. Este error tiene lugar cuando se celebra el matrimonio con per- sona distinta de aquélla con la que se queria contraerlo, lo que sélo puede producirse cuando no se conoce al otro contrayente 0 cuando, — REOUISITOS DEL MAT MONI aun conociéndolo, concurren circunstancias que permiten la suplanta- cién, como en el matrimonio del ciego o por poder Mayor importancia practica tiene, en segundo lugar, el error sobre las cualidades personales del otro contrayente. El error debe haberse producido con anterioridad al matrimonio, y puede acaecer positiva- mente (tener una cualidad que no se desea) 0 negativamente (carecer de una cualidad que se desea). El error ha de recaer sobre una cuali- dad personal de tal relevancia que, de haberla conocido el contrayen- te, no hubiera celebrado el matrimonio. La relevancia del error ha de medirse conforme a criterios objetivos (importancia que, segin la opi- ni6n social, tienen determinadas cualidades personales), pero valoran- do también los proyectos y pretensiones del contrayente que padece el error, perceptibles durante el periodo de noviazgo (STS 11.7.87 —RJA 5459). Esta cualidad relevante puede ser fisica (toxicomania, enfer- medad crénica o infecciosa, esterilidad, embarazo), profesional (condi- cin sacerdoial), psiquica, social o de cualquier otro tipo. En este sen- tido, se ha sostenido que la fidelidad de los contrayentes no es una cualidad que pudiera determinar, en caso de no existir, la nulidad del matrimonio (STS 20.2.97 —RJA 1005—), y que hay error en el marido que se casa en la creencia de que el embarazo de su esposa es debida a él, cosa que se demostré falsa (SAP Alava 27.2.95 —AC 858—). (ii) También vicia el consentimiento el matrimonio «contrafdo por coaccién 0 miedo grave» (art. 73.5° CC). Existira intimidacién cuando concurran los requisitos que, con caracter general, exigen los arts, 1267 y 1268 CC (iii) No se regula el dolo como causa auténoma de nulidad. Sin embargo, el dolo ha penetrado encubiertamente bajo la figura del error dolosamente inducido, que agrava el error y le da mayor entidad, de modo que alguna cualidad personal que serfa irrelevante para anular el matrimonio, cuando bay dolo puede alcanzar mayor entidad y pro- vocar la nulidad por error: 2.2.3. Matrimonio por poder EI matrimonio por poder, regulado en el art. 55 CC, es aquel en el que uno de los conirayentes’ manifiesta su consentimiento, no perso- nalmente, sino a través de una tercera persona, que acttia como repre- sentante del contrayente. En realidad, este tercero no es un represen- tante voluntario en sentido ténico-juridico, sino un simple nuncio, pues se limita a expresar una voluntad ajena. El matrimonio por poder no modifica las condiciones de fondo pata contraer matrimonio, sino la forma en que se exterioriza el consentimiento matrimonial (RDGRN 29.5.93 —RJA 5236—). En principio, puede ser apoderado cualquier 55 MANUAL DE DERECHO CIVIL persona, salvo el otro contrayente o el funcionario autorizante, aunque es dudoso si puede serlo uno de los testigos. Para que pueda celebrarse un matrimonio por poder deben con- currir dos presupuestos. (i) En primer lugar, que el cényuge que con- trae matrimonio por poder resida habitualmente fuera del distrito o demarcacion del juez, alcalde o funcionario autorizante (art. 55.1 CC). En consecuencia, no cabe el matrimonio por poder si ambos contra- yentes residen en la misma demarcacién del autorizante, ya se cele- bre el matrimonio en ese municipio, ya se autorice su celebracién en una poblacién distinta. (ii) En segundo lugar, es necesario que al me- nos uno de los conyuges asista personalmente a la celebracién del ma- trimonio. Estos son los dos tinicos requisitos. Por lo tanto, no se re- quiere que concurra una causa grave que justifique la utilizacion del nuncio. EI matrimonio por poder debe ser autorizado en el expediente ma- trimonial. Los contrayentes deberdn formular una peticién en este sen- tido en el escrito inicial o durante la tramitacién del expediente (art. 250 RRC), y si el instructor la estima, habra de recogerse en la resolu- cién que autoriza el matrimonio. La actuacién del instructor es discre- cional («Podra autorizarse...», comienza diciendo el art. 55.1 CC). El poder para contraer matrimonio ha de ser un poder especial (art. 5 CC), por cuanto faculta al representado a realizar una unica acti- vidad: manifestar la voluntad del representante de querer contraer ese concreto matrimonio. Ademas, el poder debe haberse otorgado en for- ma auténtica (art. 55.1 CC), es decir, en escritura publica (art. 1280.5° CC). Por otra parte, en el poder tendra que determinarse la persona con quien se va a celebrar el matrimonio, expresando las circunstancias per- sonales precisas para establecer su identidad (art. 55.II CC). E] art. 55.111 CC enumera tres causas de extincién del poder: (i) La revocacion del poder por el poderdante (art. 1732.1° CC). El Cédigo exige que esta revocacién del poder se produzca en forma au- téntica —esto es, en escritura publica— y antes de la celebracién del matrimonio (sin embargo, la RDGRN 7.6.05 —JUR 5590— suaviza el requisito de la forma, pues admite la revocacién realizada por fax). Si concurren ambos presupuestos, el poder se consideraré revocado. Y ello aunque el apoderado no tenga conocimiento de ello (por eso, si des- pués se celebra el matrimonio por poder, éste sera nulo, por falta de consentimiento). Aun asi, el art. 55.III CC exige que la revocacién se notifique de inmediato al juez, alcalde o funcionario autorizante. (ii) La renuncia del apoderado (arts, 55.IIE y 1732.2” CC), que se materializa en el no ejercicio del poder. 56 REQUISITOS DEL. MATRIMONIO (iii) _La muerte del poderdante 0 del apoderado (arts, 55.11 y 1732.3° CC). Si el poderdante fallece antes de la celebracién del matri- monio, pero éste tiene Jugar por ignorar el representante y el otro cén- yuge tal circunstancia, no hay matrimonio. En cambio, si fallece des- pués de celebrado el matrimonio, habra matrimonio valido, pero disuelio poco después por muerte de uno de los conyuges (art. 85 CC). 2.2.4. Simulacién matrimonial y matrimonios de complacencia iste simulacién matrimonial cuando las partes prestan el con- sentimiento en forma legal, pero excluyen deliberadamente los fines propios y espectticos de la unién en matrimonio, con la finalidad de obtener las ventajas que del matrimonio puedan derivarse. Asi suce- de en los denominados matrimonios de complacencia, que segtin una copiosa doctrina de la DGRN son nules, por falta de consentimiento Con el fin de impedir este tipo de matrimonios, se ha dictado la Ins- truccién de la DGRN de 31.1.06, sobre los matrimonios de compla- cencia. En estos casos, la dificultad radica en probar la inexistencia del consentimiento matrimonial, pues no existiendo normalmente pruebas directas de la voluntad simulada, es necesario que existan unos hechos objetivos, comprobados por las declaraciones de los pro- pios interesados y por las demas pruebas presentadas, de las que sea razonable deducir segtin las reglas del criterio humano (art. 386 LEC), que el matrimonio es nulo por simulacién (RRDGRN 7.6.05 —RJA 5590—, 14.6.05 —RJA 5390—). Asi, ha entendido que hay simulacién cuando los contrayentes no se conocian en el momento de la celebra- on del matrimonio (RDGRN 9.9.04 —RJA 6617—), 0 cuando en los datos aportados por ellos existen contradicciones importantes (RDGRN 19.5.03 —JUR 232360—), 0 cuando cada contrayente igno- ra circunstancias personales esenciales del otro, de las que razonable- mente cabe deducir que el matrimonio es simulado (RRDGRN 19,2.2008 —JUR 2009, 46356—, 21.1.2012 —JUR 309055—, 18.7.2012 —JUR 84348—). La DGRN ha establecido en numerosas resoluciones que el derecho a contraer matrimonio no debe ser coartado, postergado o denegado més que cuando exista una certeza racional absoluta de la inexistencia de verdadero consentimiento matrimonial, y que, en casos de duda, ha de preferirse no poner trabas a la celebracién del matrimonio (RRDGRN 12.2.04 —RJA 3233, 8.3.05, 13.5.2005— JUR 187970 y 232374). El momento en que debe indagarse sobre la existencia de con- sentimiento matrimonial es el de la tramitacion del expediente matr monial, en concreto, en el tramite de audiencia reservada y por sepa rado a cada cényuge (art. 246 RRC; RRDGRN 1.4.05 —JUR 210213—). Si el matrimonio se ha celebrado en el extranjero, serd el encargado del Registro Consular o del Registro Central quien debera comprobar que 57 MANt DE DER concurren los requisitos legales para la celebracién del matrimonio (arts. 65 y 256.3 RRC; RDGRN 19.5,05 —JUR 232360—). Esta doctrina de la DGRN parte de la premisa de que en el matr monio existen unos fines propios y especificos: vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Es evidente que los mismos no se quieren cuando lo unico que se pretende es facilitar la residencia en Espafia, o la nacionalidad espafiola, ... u otros efectos juridicos concer tos favorables para el conyuge extranjero sin residencia estable en nue: tro pais. 2.3. La forma 2.3.1. Matrimonio en forma civil Para que el matrimonio sea valido, es preciso que el consentimien- to se manifieste en alguna de las formas previstas en el Codigo. Por «forma» deben entenderse las solemnidades establecidas, en cada caso, como cauce para la prestacién del consentimiento matrimonial. El art. 49.1 CC permite a los contrayentes manifestar su consentimiento en for ma civil («ante el Juez, Alcalde o funcionario senalado por este Codi go») o en forma religiosa («en la forma religiosa legalmente prevista»). Ello no significa que nuestro derecho reconozca la existencia de dos clases de matrimonio —civil y religioso—, cada una de las cuales se re- gira por su propio derecho. El Cédigo instaura una sola clase de me trimonio, pero permite que la exteriorizacién del consentimiento ma- trimonial tenga lugar conforme a la ceremonia prevista en la ley civil © segtin los ritos de una determinada confesién religiosa. El matrimonio en forma civil esta regulado en los arts. 51 y ss. CC. El primero de estos preceptos enumera qué personas son competentes (competencia funcional) para celebrar el matrimonio, esto es, para re- cibir el consentimiento de los contrayentes. La presencia del funciona- rio autorizante tiene el caracter de forma ad solemnitatem, por lo que la inobservancia de la misma determinara la nulidad del matrimonio (art. 73.3°), Son funcionalmente competentes (art. 51 CC): a) El juez encar do del Registro Civil, que ha de ser un Juez de Primera Instancia (arts. 86.1 LOPJ y 44 RRC); b) El Juez de Paz, en los municipios donde no hay Juzgado de Primera Instancia (arts. 46 y 239 RRC, y Consulta de la DGRN 9.9.04, sobre autorizacién del matrimonio civil por Juez de Paz); c) El alcalde del municipio donde se celebre el matrimonio o el concejal de ese ayuntamiento en quien delegue el alcalde (v. Instruc- cién de la DGRN 26.1.95, sobre autorizacién del matrimonio civil por los Alcaldes). También puede autorizarlo un miembro del Gobierno 58 REQUISITOS DEL MATRIMONIO, Local no electo (Consulta de la DGRN de 22.12.04, sobre autorizacién de matrimonios civiles por miembro de Gobierno Local no electo); d) Si el matrimonio se celebra en el extranjero, el cénsul de Espafia en ese pais, 0, en su caso, los funcionarios diplomaticos encargados de las Secciones consulares de la Misién Diplomatica (arts. 10.2 LRC de 1957 y 51 RRC). La competencia territorial esta regulada en el art. 57 CC. Hay que distinguir, en funcién de quienes sean los funcionarios © autoridades autorizantes. (i) Competencia territorial del juez. Si es un juez quien celebra el matrimonio, éste podra ser el juez que instruy6 el expediente previo (que es el juez del domicilio de cualquiera de los contrayentes —art 238 RRC—), u otro juez distinto. Puede autorizar el matrimonio un juez distinto de otra poblacién (art. 37.11 CC), porque asi lo establece el ins- tructor, de oficio o previa peticién de los contrayentes. En todo caso, el objeto de la delegacién que hace el instructor a un juez distinto es solo para la recepcion del consentimiento que prestan los contrayentes (art. 57.11 CO). (ii) Competencia territorial del alcalde. Podra celebrar el matri- monio el alcalde en cuyo municipio el juez ha instruido el expediente previo (art. 57.1 CC). Aunque, si los contrayentes lo solicitan, podra ce- lebrarse el matrimonio ante el alealde de otro ayuntamiento. A pesar de la diccion del art. 57.11 CC, en este supuesto el alcalde no acta por delegacién del juez instructor, sino que ejerce una competencia origi- naria (concedida por el art. 51.1° CC). (iii) Competencia territorial del funcionario consular. El cénsul 0 el funcionario diplomatico encargado del Registro Consular puede cele- brar el matrimonio en dos casos: cuando é ha instruido el expediente previo, por haberlo elegido ast los contrayentes, uno de los cuales, al menos, ha de estar domiciliado en su demarcacion —art. 238 RRC—, y cuando el expediente se ha instruido en un Registro Civil de Espaita, y los contrayentes solicitan que la celebracion tenga lugar ante el encar- gado de un Registro Consular (art. 57.11 CC, y 250 RRC). En cuanto al lugar de celebraci6n, el matrimonio que autorice el juez encargado del Registro tendra lugar en la propia oficina del Re- gistro o en otro lugar del ayuntamiento especialmente habilitado para esie fin, previo acuerdo entre el juez y la corporacién municipal, y siem- pre que el local sea adecuado y tinico para todos los matrimonios (Ins- truccién de la DGRN 28.11.85, sobre el lugar de celebracién de los ma- trimonios civiles, y Consulta de la DGRN 18.11.04, sobre lugar de celebracin de matrimonios civiles autorizados por Alcalde). Si se wa- ta de un matrimonio celebrado por el alcalde, tendra lugar en el lugar 59 MANUAL DE DERECHO CIVIL del ayuntamiento que previamente haya sido habilitado para ese fin (di- rectriz 2° Instruccién de la DGRN 26.1.95), pero también en cualquier otro lugar, siempre que el Ayuntamiento se asegure que retine las con- diciones adecuadas de decoro y funcionalidad (IDGRN 10.1,2013). E] matrimonio civil se celebrara ante «dos testigos mayores de edad» (art. 57.1 CC). Los testigos deben asistir a la prestacién del con- sentimiento de los contrayentes, ver y escuchar el acto, estar en su sano juicio, y comprender la naturaleza del acto El art. 58 CC regula las formalidades propias de la celebracién del matrimonio en forma civil. Segiin este precepto, el juez, alcalde o fun- cionario autorizante leerd los articulos 66, 67 y 68 CC, preguntara a cada uno de los contrayentes si consienten en contraer matrimonio con el otro y si efectivamente lo contraen en dicho acto y, respondiendo ambos afir- mativamente, declarara que los mismos quedan unidos en matrimonio, y extendera la inscripcion o el acta. Toda la ceremonia ha de celebrarse en una unidad de acto, sin que sea posible realizarla en momentos su- cesivos. En cualquier caso, no todo incumplimiento de una formalidad prevista en el art. 58 causa la nulidad del matrimonio (sobre el particu- lar, v. el epigrafe relativo a las causas de nulidad matrimonial). 2.3.2. Matrimonio en forma religiosa Cualquier espaiiol podra contraer matrimonio «en la forma religio- sa legalmente prevista» (art. 49.1.2°, desarrollado por los arts. 59 y 60 CC). Se trata del mismo y tinico matrimonio previsto en el Codigo, que admite que el consentimiento se otorgue conforme a los ritos de una determinada confesion religiosa. El propio Cédigo admite expresamen- te una forma religiosa: el matrimonio celebrado segiin las normas del Derecho candnico, al que se refieren los arts. 60 y 63, y, desde otra pers pectiva, el art. 80. Salvo lo previsto para el matrimonio canénico, el Cédigo Civil no establece qué concretas formas religiosas de celebracién del matrimo- nio producen efectos civiles. El art. 59 CC establece dos vias pata que una forma religiosa produzca efectos civiles: (i) En primer lugar, que se trate de una confesi6n religiosa inscrita en el Registro de Entidades Religiosas, y que el Estado haya celebrado un acuerdo 0 convenio con esa confesidn religiosa, en el que se admita como valida la formula ri- tual utilizada por esa confesién para prestar el consentimiento. Hasta la fecha, el Estado ha celebrado Acuerdos con tres confesiones religio- sas; la evangélica, la israelita (judia) ¥ la iskimica (aprobados respecti- vamente por Ley 24/1992, Ley 25/1992 v Ley 26/1992, todas ellas de fe- cha 10 de noviembre). (ii) En segundo lugar, y en defecto de convenio, también sera valida una forma religiosa cuando una norma juridi 60 REQUISITOS DEL MATRIMONIO estatal asi lo disponga. El legislador todavia no ha usado esta segunda posibilidad prevista en el art. 39 CC En conchusién, a dia de hoy las «formas religiosas legalmente pre- vistas» de matrimonio (art. 49.1.2” CC) son cuatro: la canénica, la evan- gélica, la judia y la iskimica. Lo que no impide que pueda haber mas en el futuro, 3.3. Formas especiales de matrimonio civil El Cédigo regula dos supuestos en los que la forma civil de celebra- cién del matrimonio presenta particularidades. Se trata del matrimo- nio secreto, y del matrimonio en peligro de muerte. creto (art, 54 CC), es aquel que se celebra sin ios de publicidad que impone la ley. Este ma- alidades: A. El matrimonio si los presupuestos ordinai timonio presenta dos espe (i) En primer lugar, su celebracin debe autorizarla el Ministro de Justicia. Con esa finalidad, los futuros contrayentes deberan hacer esta solicitud ante el encargado de instruir el expediente matrimonial, el cual, una vez concluido, sera elevado a la DGRN, quien propondra al Ministro de Justicia la autorizacin del matrimonio secreto (art. 267.11 RRC), pues éste es el tinico competente para autorizarlo (arts. 54 CC, y 74 LRC de 1957), Sdlo podra autorizarlo cuando concurra causa gra- ve suficientemente probada, circunstancia ésta que debe decidir discr cionalmente el Ministro de Justicia. (ii) La segunda especialidad tiene que ver con el expediente ma- trimonial, que «se tramitaré reservadamente, sin la publicacién de edic- tos 0 proclamas» (art. 54 CC), lo que viene dado por el propio caracter secreto del matrimonio. El resto de la celebracién no presenta ningu- na particularidad. Pero sf existe una particularidad en relacién al acta que debe extenderse tras la celebraci6n del matrimonio (arts. 58 y 62.1). Este acta no producira asiento alguno en el Registro Civil ordinario, sino que sera remitida original, inmediata y reservadamente al Regis- tro Central (art. 267.III RRC), donde se inscribird en el Libro Especial de Matrimonios Secretos. Por tiltimo, el art. 64 CC alude a la inscrip: ion de este matrimonio en el Registro Civil. B. EJ matrimonio en peligro de muerte (art. 52 CC) es aquel en el que un contrayente (o ambos) esta(n) en situacién de inminente peli- gro de muerte, sea por una razén subjetiva que solo a él afecta (grave enfermedad), 0 por una objetiva (guerra, inminencia de naufragio en buque, etc.). La rapidez con la que debe celebrarse el matrimonio acon seja reducir considerablemente los requisitos relacionados con la per- sona autorizante, con los testigos y con el expediente previo. 61 (i) En cuanto a la persona autorizante, se modifican los criterios generales de competencia funcional y territorial (de los arts. 51 y 57.1 CC, respectivamente). En relacion a la competencia funcional, se esta- blecen dos reglas: (a) los matrimonios celebrados por los militares en campaiia podra autorizarlos «el Oficial o Jefe superior inmediato», y también el funcionario diplomatico o consular, e incluso el alcalde; (b) el matrimonio celebrado a bordo de nave 0 aeronave, podra autorizar- lo «el capitan o comandante» de la nave (art. 52.1.3" CC), el Contador del buque de guerra 0 el Comandante, Capitan o Patron (art. 71.1 RRC) Por lo que respecta a la competencia territorial, podra autorizarlo el Juez. encargado del Registro, el Juez de Paz, el Alcalde, el Concejal o el funcionario diplomatico (estos dos tiltimos, a pesar de no estar citados en el art. 52.1.1° CC), y ello aunque ninguno de los contrayentes tengan su domicilio en la demarcacién del funcionario autorizante, (ii) En cuanto al expediente matrimonial, no es necesario que se tamite con caricter previo (art. 52.11 CC). La comprobacién de que concurren todos los requisitos legales para celebrar el matrimonio se realizar antes de proceder a la inscripcién (en los términos previstos en el art. 65 CC). Por otra parte, deben estar presentes dos testigos ma- yores de edad, salvo «imposibilidad acreditada». 2.3.4. El matrimonio de espaitoles en el extranjero y de extranjeros en Esparta Si un espanol contrae matrimonio fuera de Espaiia, puede acog: se: a) a la forma civil regulada por el derecho espanol (art. 49.1.1" CC), emitiendo el consentimiento ante el funcionario diplomatico 0 consu- lar encargado del Registro Civil en el extranjero (art. 51.3° CC); b) a la forma religiosa legalmente prevista en Espana (art. 49.1.2" CC); ¢) a la forma establecida —o admitida— por la ley del Estado en que se cele- bre (art. 49.11 CC), Si el derecho de ese pais admite varias formas, cual- quiera de ellas ser adecuada para producir efectos civiles en Espafia Por otra parte, el matrimonio candnico celebrado por un espafiol en el extranjero produce efectos civiles en Espafia con independencia de que el pais en el que se haya celebrado admita la forma candnica. En cam- bio, si un espanol celebra en el extranjero un matrimonio evangélico, islimico 0 judio, sdlo sera valido si dicha forma esté admitida por la ley del pats de celebracién. Si los dos contrayentes son extranjeros y pretenden contraer matri- monio en Espana, pueden utilizar dos formas alternativas (art. 50 CC). (i) En primer lugar, la civil o la religiosa, en los mismos términos que pueden acogerse a ella los espafoles que se casen en Espafia (conforme a lo previsto en el art. 49 CC), Ahora bien, para poder celebrar el ma- irimonio en forma civil es necesario que al menos uno de ellos esté do- 62 REQUISITOS DEL MATRIMONIO miciliado en Espaiia, salvo el matrimonio en peligro de muerte, vélido aunque no estén domiciliados en Espatia (RDGRN 23.8.90 y 29.8.19 — RJA 7329 y 7223—). En cuanto a Ja forma canénica, v. la Consulta de la DGRN de 23.12.04, sobre inscripcién de matrimonios canénicos ce- lebrados en Espaiia cuyos contrayentes sean extranjeros. (ii) En segun- do lugar, pueden utilizar la forma establecida por la ley personal de cual- quiera de ellos, que viene determinada por su nacionalidad (art. 9.1 CC). Puede tratarse de la forma civil prevista por dicha ley personal, en cuyo caso el matrimonio deberé celebrarse necesariamente ante el funciona- rio diplomatico o consular extranjero acreditado en Espafia —pues no es posible celebrar en Espahia un matrimonio en forma extranjera ante la autoridad competente espafiola— (RDGRN 20,2.87 —RJA 2883—), 0 de una forma religiosa admitida por esa ley personal, aunque en Espa- fia no esté reconocida para los espanoles esa forma religiosa, por no existir convenio con dicha confesion. 3. LA INSCRIPCION EN EL REGISTRO CIVIL Los arts. 61 a 65 CC regulan Ia inscripcién del matrimonio en el Registro Civil (también los arts. 69 a 80 LRC de 1957 y 255 a 259 RRC). EI primero de ellos establece qué efectos provoca ta celebracion y cud- les se derivan de la inscripcién. El art. 62 CC regula el procedimiento de inscripcién del matrimonio concluido en forma civil, mientras que el art. 63 CC se refiere a la inscripcién del matrimonio en forma rel: giosa. Por su parte, los arts. 64 y 65 CC se ocupan de dos hipétesis es. pecificas: inscripcién del matrimonio secreto y del matrimonio que se ha celebrado sin haberse tramitado el previo expediente matrimonial 3.1. Procedimiento de inscripcién Hay que distinguir en funcion de que el matrimonio se haya celeb do en forma civil o religiosa, En el primer caso, tras la celebracién del matrimonio, el funcionario autorizante «extender la inscripcion o el acta correspondiente» (arts. 58 y 62.1 CC). Acta e inscripeién no son térmi- nos sinénimos. Si el matrimonio se celebra en las oficinas del Re; Civil competente para la inscripcién, se procedera directamente a inscri- in necesidad de acta alguna (art. 255 RRC). La inscripcién se pro- atamente» (art. 62 CC). Sin embargo, si se celebra en otro. stinto, como ocurre cuando se autoriza por el alcalde, tras su lusion se extendera un acta, que sera remitida inmediatamente al Registro Civil competente para su inscripcién (directriz 3° Instrucci6n de la DGRN 26.1.95). Tanto el acta extendida por el alcalde como la inscrip- ciGn deben estar firmadas por el funcionario autorizante, por los contra- yentes y por los dos testigos. La inscripcién requiere, ademas, la firma del Secretario del Registro (art. 37 LRC de 1957). birlo, 63 Una vez practicada la inscripcién 0 extendida el acta, el juez o fun- cionario autorizante «entregara a cada uno de los contrayentes docu- mento acreditativo de la celebracion del matrimonio» (art. 62.11 CC). La finalidad de esta norma es permitir a los conyuges acreditar la ce- lebracién del matrimonio. Sin embargo, no deja de sorprender que se imponga al funcionario autorizante la entrega de este documento, cuan- do el art. 75 LRC de 1957 obliga a entregar a los conyuges el Libro de Familia tras la inscripcién del matrimonio, y el asiento en este Libro tiene el valor de certificacion (art. 36 RRC), Si el matrimonio se ha celebrado en Espaiia en forma religiosa, la inscripcién «se practicard con la simple presentacién de la certificacion de la Iglesia 0 confesion respectiva, que habra de expresar las circuns- tancias exigidas por la legislacién del Registro Civil». «Se denegara la practica del asiento cuando de los documentos presentados 0 de los asiemios def Regisiwo conste que ef macedecaia aa retine los reaquisitos que para su validez se exigen en este titulo» (art. 63 CC). Si se trata de un matrimonio canénico, como no ha habido un previo expediente ma- trimonial que sitva para verificar que se cumplen los requisitos de va- lidez establecidos por el Cédigo Civil, el control debe ser posterior a su celebracién, concretamente en el momento en que se pretende su ins- cripcin. Lo mismo puede decirse del matrimonio islmico, que tam- bién puede celebrarse sin que previamente se haya tramitado un expe- diente matrimonial. En cambio, para poder contraer un matrimonio en forma judia 0 evangélica es preciso que se haya tramitado el expedien- te civil previo, que se haya expedido la certificacién de capacidad ma- trimonial y que el matrimonio se haya celebrado dentro de los seis mi ses siguientes a la fecha de expedicion del certificado de capacidad. Para poder inscribir estos matrimonios el encargado del Registro d berd constatar que se cumplen estos requisitos. 3.2. Efectos de la inscripeién El art. 61 CC liga la «produccién» de efectos civiles a la celebracion del matrimonio, y el «pleno reconocimiento» de éstos a la inscripeién en el Registro Civil. El legislador utiliza una terminologia similar a la contenida en el Acuerdo entre el Estado espafol y la Santa Sede sobre asuntos juridicos (art. VILL), y que va a ser igualmente acogida en los Acuerdos con las confesiones evangélica, judfa e isamica (arts. 7.1 de las Leyes 24/1992, 25/1992 y 26/1992). En consecuencia, la distincién es valida para todo matrimonio, se haya celebrado en forma civil 0 en alguna de las cuatro formas religiosas hasta ahora reconocidas. La cuestién que debe resolverse es qué ha de entenderse por «pro- duccién de efectos civiles» y epleno reconocimiento» de dichos efectos, pues ambos se producen en momentos diferentes. La interpretacin 64 REQUISITOS DEL MATRIMONIO. mas acertada consiste en entender que los efectos juridicos del matri- monio se producen, y por tanto son juridicamente reconocidos, desde el momento de la celebracién del matrimonio (STS 15.12.05 —RJA 2170—, RRDGRN 23.12.81 —RJA 5443—, 4.3.88 RJA 2522—, 12.2.94 —RJA 1602—). Como ya hay matrimonio y este produce todos sus efec- tos, el cényuge extranjero adquiere la nacionalidad espafiola aunque el matrimonio no haya sido inscrito (RDGRN 1.7.89 —RJA 5947—), el cényuge supérstite tiene derecho a la pensién de viudedad (STC 199/2004 —RTC 199—), y los hijos habidos de matrimonio no inscrito tienen la condicién de hijos matrimoniales (RDGRN 23.5.94 —RJA 5076—). Lo que el art. 61 denomina «pleno reconocimiento» de los efec- tos civiles no es sino la posibilidad de oponer dichos efectos a los ter- ceros de buena fe (RDGRN 11.4.85 —RJA 3496—), Ello s6lo sera posi- ble después de que tenga lugar la inscripcin en el Registro (asi resulta de interpretar conjuntamente el art. 61.1 y 61.II CC). La inscripcién, por tanto, no tiene caracter constitutivo. Tiene naturaleza declarativa, lo que no impide que la inscripcién sea obligatoria (RDGRN 26.6.2008 —JUR 2009, 397264—), En conclusi6n, tras la celebracién del matrimonio se producen en- tre los cényuges todos los efectos del matrimonio; también se produ- cen respecto a terceros que conozcan de la existencia del matrimonio (no son terceros de buena fe). Sin embargo, el matrimonio no perjudi- cara a estos terceros de buena fe sino desde su inscripcién. 3.3. Supuestos especiales Los arts. 64 y 65 CC contemplan dos supuestos especiales de ins- cripcién. El primero de ellos, relativo al matrimonio secreto, constitu- ye una excepcién al art. 61 CC, por cuanto que los efectos civiles del matrimonio secreto no se producen desde su celebracién, sino desde que se inscribe en el Libro Especial de Matrimonios Secretos del Re- gistro Central (el acta del matrimonio se remitira a este Registro Cen- tral, para que se inscriba en ese Libro Especial). Y el pleno reconoci- miento de los efectos civiles, esto es, la oponibilidad del matrimonio a terceros de buena fe, sdlo tiene lugar desde su publicacion en el Regis- tro Civil ordinario (arts. 64 CC y 70.1 LRC de 1957). Por su parte, el art. 65 CC se ocupa de la inscripcién del matrimo- nio que se ha celebrado sin haberse tramitado el previo expediente ma trimonial. En ausencia de un examen previo, se prevé un control ulte- rior, en el momento de la inscripcion, con el fin de evitar que puedan inscribirse en el Registro matrimonios que no cumplen los requisitos de validez legalmente establecidos, El art, 65 CC entra en juego en los si- guientes supuestos: a) matrimonio civil en peligro de muerte; b) matri- monio celebrado por un espatiol fuera de Espafia con arreglo a la forma 65 establecida por la ley del lugar de celebracién (art. 49.11 CC); c) matri- monio celebrado por dos extranjeros en Espatia, cumpliendo la forma establecida por la ley personal de cualquiera de ellos (art. 30 CC). No se aplica el art. 65 CC al matrimonio secreto, pues en éste si que se instru- ye el expediente prematrimonial, aunque sea sin publicidad. Tampoco se aplica al matrimonio celebrado en el extranjero por dos extranjeros, cuando después al menos uno de ellos adquiere la nacionalidad espaho- Jay se pretende la inscripcién del matrimonio en el Registro Civil espa- Aol; pues en tal caso no cabe aplicar las normas espariolas sobre consen- timiento matrimonial (RDGRN 28.1.2010 —JUR 2011, 103258—). Segtin la propia diccidn del art. 65 CC, esta norma no se aplica a Jos matrimonios celebrados en forma religiosa (que se rigen por lo dispuesto en el art. 63 CC). Eso no significa que en estos matrimo- nios el encargado del Registro no pueda controlar antes de inscribir si se cumple los requisitos de validez del matrimonio. $i deberé ha- cerlo (lo exige el art. 63.1 CC), especialmente en los casos en que pre- viamente no se ha tramitado el expediente matrimonial (matrimonio canénico e islamico). 66 TEMA V LOS EFECTOS DEL MATRIMONIO 1. LOS EFECTOS PERSONALES Y PATRIMONIALES DEL MATRIMONIO El matrimonio, una vez celebrado, produce una serie de efectos y consecuencias juridicas. Conviene sefialar que el matrimonio no crea enire los cényuges una relacién de parentesco. Si origina una relacién de parentesco por afinidad entre un conyuge y los parientes consangui- neos del otro —cufiados, suegros, yernos, nueras—, pero no entre los propios cényuges. Entre los contrayentes se constituye una relacion juridica denomina- da relacién matrimonial 0 status matrimonial. Se trata de una situacién juridica de contenido complejo, que ocasiona una serie de efectos. En este Ambito es tradicional distinguir entre efectos personales y patrimoniales. Son efectos personales aquellos que se refieren a las personas mismas de los casados y a su vida en comin, esto es, a los derechos y deberes que les vinculan recfprocamente. Los efectos patrimoniales son aquellos que afectan a las relaciones econémicas de los esposos entre si y con terce- ros. En este tema se abordarén tinicamente los efectos personales, mien- tras que los efectos patrimoniales se estudiaran en temas posteriores 2. EL PRINCIPIO DE IGUALDAD JURIDICA ENTRE LOS CONYUGES «Los cényuges son iguales en derechos y deberes» (art, 66 CC, en la redaccion dada por la Ley 13/2005, que sustituye «marido y mujer» 67 por «c6nyuges»). Este precepto es innecesario, por superfluo, pues su- pone la reiteraci6n del principio de igualdad de sexos recogido en los arts. 14 y 32 CE. Su inclusién en el Cédigo Civil mediante la reforma de 1981 solo obedece a la necesidad de romper expresamente con la si- tuacién juridica anterior, caracterizada por la subordinacion de la mu jer al marido. Hoy el matrimonio no es una institucion jerarquica sino bicéfala, estando los dos cényuges en situacion de igualdad, El princi- pio de igualdad se extiende no solo al momento de constituci6n del ma- trimonio, sino que despliega sus efectos durante la vigencia del mismo y hasta su extincién (STC 159/1989, de 6.10.89 —RTC 159—). La importancia del principio de iguaidad estriba en el trascenden- tal papel que juega como criterio de interpretacién de toda la norma tiva de derecho matrimonial. En este sentido, puede afirmarse su in- fluencia en la esfera personal, familiar y patrimonial del conyuge, En Ja esfera personal, el matrimonio no afecta a la capacidad de obrar del cényuge, que no puede limitarse por ese hecho, ni implica conceder a un cényuge la representacién legal del otro (art. 71 CC). En la esfera familiar, los c6nyuges son juridicamente iguales en relacién a los hijos comunes; por eso los dos son titulares de la patria potestad sobre los hijos (art. 154 CC) y la ejercen conjuntamente (art. 156 CC), la es- fera patrimonial, el principio de igualdad acttia como limite, pues sera nula cualquier estipulacion contenida en capitulaciones matrimoniales limitativa de la igualdad de derechos que corresponde a cada conyuge (art. 1328 CC). Por otra parte, la regulacién de los regimenes econdmi- co matrimoniales respeta el principio de igualdad (ast, por ejemplo, en t. 1375 CC). ela 3. LOS DEBERES CONYUGALES Los arts. 67 a 69 CC establecen cuales son los deberes recfprocos de los cnyuges. Se trata de deberes que surgen ope legis de Ia celebra- cién del matrimonio (STC 184/1990, 15.11 —RTC 184-). los deberes ho constituyen en realidad verdaderas obligaciones, pues tienen un alto contenido moral o ético, no son directamente coercibles. Por eso, y a pesar de tratarse de deberes mutuos, si un conyuge los incumple el otro no puede acudir a los remedios previstos para el caso de incumplimien- to en el art. 1124 CC (exigir su cumplimiento o resolver el matrimonio, y pedir una indemnizacién) Sin embargo, ello no significa que no se trate de auténticos debe- res juridicos, pues su incumplimiento es justa causa de desheredacién del cényuge infractor (art. 855 CC), v si desemboca en separacién o di- vorcio, puede determinar la revocacion de las donaciones efectuadas por raz6n de matrimonio (art, 1343.11 y IIT CC). Tiene igualmente efe tos en el Ambito penal. El incumplimiento de los deberes conyugales 68 MATRIMONIO. era también causa de separacién ¥ divorcio, aunque tras la Ley 15/2008 ha dejado de serlo, al suprimirse las causas de separacién y divorcio. Los deberes conyugales son los siguientes: 1) Los cnyuges deben respetarse mutuamente (art. 67 CC). Este deber no es sino la concrecién en el ambito matrimonial del art. 10 CE. Por tanto, cada conyuge debe observar una conducta que no atente 0 menoscabe la dignidad del otro ni condicione en términos razonables el libre desarrollo de su personalidad. Constituye infraccion al deber de res- pecto el trato vejatorio, la agresién fisica o de palabra, la imposicién de determinados habitos sexuales, los obstéculos al ejercicio profesional o a determinadas practicas religiosas, la imposicién de opiniones politicas; en definitiva, todos aquellos comportamientos que atenten contra la dig- nidad del otro cényuge. Este deber subsiste hasta que se produzca la di- solucion de] matrimonio (STC 73/1982, 2.12 —RTC 73—). 2) Cada cényuge debe actuar en interés de la familia. Por «fami- lia» hay gue entender aqui basicamente la familia nuclear (esposos y sus hijos). Cada cényuge puede exigir al otro que su actuacién indivi- dual, haya © no hijos, no destruya 0 socave las bases de la unidad que implica el matrimonio. Por tanto, acttia en interés de la familia quien contribuye a mantenerla unida y en armontfa, a desarrollar las cualida- des humanas y la cultura de quienes a integran, 0 a aumentar el pa- trimonio comin con el fin de conseguir una mayor comodidad para to- dos. Manifestacién concreta de este deber es la actuacién «en interés de los hijos», presente en los arts. 90, 92, 103.1%, 154 y 156 CC. Ade- mas, el interés de la familia es un criterio que puede servir al juzgador de gufa para ponderar el ejercicio que cada uno de los cényuges reali za de los poderes que mutuamente les corresponden; por ejemplo, cuan- do existan discrepancias entre ellos en la fijacin del domicilio conyu- gal (art. 70 CC). 3) Los cényuges estan obligados a vivir juntos (art. 68 CC), obli- gacién que se cumplira regularmente en el domicilio conyugal, y que, mientras éste no sea fijado, implica que cada cényuge ha de estar dis- puesto a ira vivir donde se encuentre el otro, 0 a recibir al otro en su vivienda. Se trata, en todo caso, de una obligacién cuyo cumplimiento forzoso in natura es imposible. En el Cédigo existen numerosas mani- festaciones de esta obligacion; asi, se establece que la sentencia de se- paracién provoca la suspensién de la vida en comtin de los casados (art 83 CC), y que la duracién de la convivencia es un criterio que debe va- lorarse para atribuir el derecho de pensién (art. 97.6* CC). No todo cese efectivo de la convivencia matrimonial supone un incumplimiento de la obligacion de convivencia, pues caben los pactos entre los cényuges, posteriores al matrimonio, en los que se acuerde un cese temporal de la misma (STS 25.11.85 —RJA 5908—). Ademas, la mera interrupcién 69 MANUAL DE DERECHO CIVIL de la convivencia no provoca un incumplimiento. Sélo hay incumpli- miento cuando uno de los cényuges sale del domicilio conyugal, con la intencién de no vivir mas junto al otro, sin que exista una causa razo- nable para esa separacion efectiva (cfr. art. 105 CC), En el Ambito pe- nal, puede dar lugar a un delito de abandono de familia (art. 226 CP). Se presume, salvo prueba en contrario, que los cényuges viven jun- tos (art. 69 CC). La presuncién opera en dos ambitos. En el plano per- sonal de los cényuges, implica el cumplimiento de la obligacién de convivencia, En cuanto a las relaciones con terceros, la presunci6n ac- ttia como norma de proteccién de éstos, por cuanto que la conviven- cia es el signo externo de la situacién normal del matrimonio, de modo que los terceros que contraten con uno de los contrayentes que acttie en el ejercicio de la potestad doméstica lo hacen en la contianza de que de esa deuda responderan también los bienes comunes y, subsi- diariamente, los del otro cényuge (art. 1319.IT CC). Por otra parte, la falta de convivencia hace cesar la presuncion de que cada conyuge ac- tia en el ejercicio ordinario de la patria potestad con el consentimien- to del otro (art. 156 CC). La presuncion de convivencia cesa en dos situaciones. En primer lugar, cuando se destruye mediante prueba en contrario. Pueden valer como prueba de no convivencia, entre otros: el pacto entre los cényu- ges en el que regulan la separacién de hecho, la condena de un cényu- ge por sentencia firme a pena de privacién de libertad, o la solicitud por un cOnyuge de la declaracién de fallecimiento 0 ausencia legal del otro. No destruye la presuncién la simple declaracién de un conyuge de que no convive con el otro, En segundo lugar, cesa la presuncién, como medida provisional, cuando se admite la demanda judicial de nu- lidad, separacion o divorcio (art. 102.1.1° CC). Cesa la presuncién y los cOnytuges podran vivir separados, lo cual no significa presumir que no viven juntos. En todo caso, el deber de convivencia desaparece con la sentencia judicial de separacién o con la disolucién del matrimonio (muerte 0 divorcio). La presuncién de convivencia no se destruye por el hecho de que los conyuges tengan domicilios distintos (RDGRN 10.3.89 —RJA 2467—). 4) Los cényuges deben guardar fidelidad (art. 68 CC), En sentido negativo, la fidelidad supone la exclusividad de las relaciones sexuales, de modo que los conyuges deben abstenerse de mantener contactos — homosexuales o heterosexuales— sexuales con terceros. En sentido po- sitivo, la fidelidad implica la disponibilidad sexual reciproca de los es- posos. Discutible es si el deber de fidelidad, en su vertiente positiva, incluye esa especie de obligacién de mantener relaciones sexuiales con el otro conyuge. Légicamente, no cabe «obligar» al otro cényuge a man- tener relaciones sexuales (puede existir delito de violaci6n entre lo yuges), lo que no excluye que la ausencia de relaciones sexuales (por 70 Sennen ejemplo, por una minusvalia sobrevenida que lo impide) pudiera ser alegada, antes de la Ley 15/2005, como causa de separacion (art. 82.1° CC, hoy ya derogado). En todo caso, ef deber positive de fidelidad no alcanza hasta la potencialidad reproductiva. Igualmente discutible es si la fidelidad es slo carnal o abarca tambign la sentimental y afectiva Algunas sentencias consideran la conducta provocativa y frivola de un cényuge, no como infidelidad, sino como una violacién del deber de respeto del art. 67 CC (STS 8.5.34 —RJA 892—). El TS ha establecido que el cényuge que sufre la infidelidad no tiene derecho a una indem- acion por el dafio moral (SSTS 22.7.1999, RJA 5721— y 30.7.1999, —RJA 5726—), pero hay que entender que ese dato sf es indemnizable cuando Ia madre oculta dolosamente a su esposo que él no es el padre de los que creia sus hijos. 5) Los conyuges deben socorrerse y ayudarse mutuamente (arts, 67 y 68 CC), Habida cuenta de la comunidad de vida creada con el ma- trimonio, cada cényuge esta obligado a prestar al otro toda la asisten- cia y colaboracién que precise, en la medida de sus posibilidades. Este deber ha de ser interpretado en sentido amplio, comprensivo no s6lo de lo que materialmente pueda entenderse como alimentacién (necesi- dades objetivas) sino también de toda clase de ayudas y cuidados de orden ético y afective (necesidades subjetivas) que puedan contribuir al desarrollo de la comunidad de vida que tiene por finalidad el matri- monio (SSTS 4.12.59 —RJA 4483—, 17.4.74 —RJA 1605—). 6) Los cényuges deben compartir responsabilidades domésticas y el cuidado y atencién de ascendientes y descendientes y otras personas de- pendientes a su cargo (segunda frase del art. 68 CC, afiadida por la Ley 15/2005). En cuanto a las responsabilidades domésticas, a pesar de lo que indica el precepto, es claro que los conyuges pueden pactar quién de ellos y cémo llevar a cabo las tareas domésticas. Se trata, cuanto me: nos, de im precepto curioso, y cabe dudar del acierto de su inclusion en el Codigo. Algo parecido puede decirse del deber de los conyuges de cui- dar y atender a los descendientes, ascendientes y otras personas depen dientes a su cargo. Ademas de que ambos deberes no son sino una ma- nifestacion especifica del deber de socorrerse y ayudarse mutuamente. . EL DOMICILIO CONYUGAL El domicilio conyugal es el lugar en ef que los esposos cumplen su obligaci6n de vivir juntos; su soporte fisico es la vivienda familiar. La averiguacién de cual sea el domicilio conyugal es importante, no s6lo porque fija el lugar en el que los esposos deben vivir, sino porque sir- ve para designar qué tribunal es competente para conocer de los pro- cesos de nulidad, separacién y divorcio (art. 769.1 LEC). Ademas del domicilio familiar, cada conyuge puede tener otro domicilio propio WW OOO El art. 70 CC establece cual es el domicilio conyugal. Utiliza dos criterios: (i) En primer lugar, lo fijardn los conyuges de mutuo acuerdo. El acuerdo de fijacion puede ser expreso 0 tacito, siendo éste ailtimo el caso habitual. El acuerdo puede ser anterior al matrimonio, confirman- dose en el momento de la celebracién sin necesidad de renovar el con- sentimiento, 0 posterior, cuando se produce un cambio de domicilio conyugal (ii) «En caso de discrepancia [entre los cényuges), resolvera el juez». La falta de acuerdo puede ser inicial 0, lo que sera mas habitual sobrevenida, esto es, que se refiera a unm cambio de domicilio. El juez resolverd «teniendo en cuenta el interés de la familia», reputando como tal basicamente la familia nuclear (cényuges y, en su caso, hijos). Pai ello, de los distintos emplazamientos propuestos por los conyuges, de- berd decidir cual es el mas apropiado tomando en consideracién las ne cesidades del grupo familiar, y también otros elementos como las po- sibilidades de progresién proiesional, adaptacién de los miembros de la familia, clima, datos econémicos de la familia, condiciones de la nue- va vivienda, ete. En principio, no parece aceptable que un cényuge im- ponga la convivencia con parientes suyos, salvo que concurran circuns- tancias especiales. 72 | i TEMA VI LA NULIDAD, LA SEPARACION Y EL DIVORCIO LAS CRISIS MATRIMONIALES, E] matrimonio tiene una duraci6n indefinida. Cabe denominar cri- sis matrimoniales a aquellos supuestos en los que el ordenamiento ju- ridico admite la ineficacia del matrimonio, Se trata, en todo caso, de una expresién doctrinal, no recogida en el Cédigo, dentro de la cual cabe englobar una pluralidad de hipotesis. Como casos de crisis matrimonial hay que considerar a la nulidad, la separacion y el divorcio, En el primer caso, se toma en considera- ci6n la naturaieza negocial del matrimonio, de modo que podra solici- tarse su nulidad cuando concurra alguna circunstancia de las legalmen- te previstas que incida sobre su validez. En la separacién y el divorcio Ia situacion es distinta. En ambos casos el matrimonio se celebré vali- damente, y comenzé a producir efectos. Sin embargo, el Cédigo prevé que si hay una crisis coyuntural entre los cényuges, estos puedan se- pararse (Separacién matrimonial): el matrimonio sigue existiendo, pero deja de funcionar como tal. En cambio, para los supuestos de crisis de- finitiva se contempla el divorcio: implica la disolucién del vinculo ma- trimonial, por lo que el matrimonio deja de existir. Il. LA NULIDAD DEL MATRIMONIO La nulidad del matrimonio, regulada en los arts. 73 a 80 CC, su- pone una anomalia en el negocio juridico matrimonial que impide la eticaz constitucién del mismo, aunque pueda haberse creado una apa- riencia de validez. Cuando concurre alguna de las circunstancias _______—_———————— .... MANUAL DE DERECHO CIV expresamente previstas en el Cédigo (causas de nulidad), el legitima- do para ejercer la accién de nulidad podra solicitar que los tribunales declaren que el matrimonio era nulo desde el principio Los presupuestos de la nulidad matrimonial (causa existente en el momento de la celebracién) y sus efectos (retroactivos) son similares a los que con caracter general cabe predicar de la nulidad de los nego- cios (regulada en los arts. 1300 y ss. CC). Sin embargo, la particulari- dad del negocio juridico matrimonial ha llevado al legislador a estable- cer un régimen juridico propio para aquélla. 1. CAUSAS DE NULIDAD El art. 73 CC enumera las causas de nulidad del matrimonio, «cual- quiera que sea la forma de su celebracién». Por lo tanto, esas causas de nulidad civil del matrimonio son aplicables al matrimonio celebra- do en forma civil, canénica o en cualquier otra forma religiosa de las admitidas en nuestro derecho (el matrimonio canénico podra ser de- clarado nulo civilmente, con independencia de que siga siendo valido para el derecho candnico). Por otra parte, es posible decretar la nuli- dad de un matrimonio ya disuelto por divorcio (STS 25.11.03 —RJA 2004—, 297). Las causas de nulidad estén tasadas. Sin embargo, no todas estén incluidas en el art. 73 CC. También son causas de nulidad: los defec- tos substanciales del poder para contraer validamente matrimonio (art. 55 CC), la incompetencia del juez o funcionario autorizante con- curriendo mala fe de ambos cényuges 0 ausencia de ejercicio por aquéllos de sus funciones publicamente (art. 53 CC), 0 cualquier de- fecto de forma cuando ninguno de los cényuges acttia de buena fe (art. 78 CC). Las causas de nulidad del art. 73 CC pueden exponerse del siguien- te mod 1) Ausencia del consentimiento. Es nulo el matrimonio celebra- do sin consentimiento (arts. 45.1 y 73.1° CC). Entre otros, falta con- sentimiento en los siguientes casos: el matrimonio de complacencia, por ser simulado el consentimiento; cuando se incurre en error obsta- tivo por ignorancia del valor de la declaracién; cuando el consenti- miento se arranca mediante la violencia fisica (art. 1267.1); en el ma- trimonio por apoderado, cuando el poder sea nulo o cuando se haya revocado 0 extinguido por muerte del poderdante (art. 55); 0 la exis- tencia de anomalias psiquicas que impidan al contrayente la emisién de un libre consentimiento matrimonial (art. 56; STS 14.7.2004 —RJA 4297-). 74 LA NLLIDAD, 1A SEPARACION Y EL DIVORCIO 2) _Vicios del consentimiento. Se contemplan expresamente dos hi- pétesis: error en la persona (art, 73.4° CC), y la coaccién o miedo gra- ve (art. 73.5° CC). Ambos preceptos han sido ya analizados en el tema anterior, al ocuparnos del consentimiento matrimonial. 3)_Existencia de impedimentos. Cabe la accién de nulidad cuan- do se ha celebrado el matrimonio con uno 0 varios impedimentos in- dispensables 0 cuando, aun siendo posible la dispensa, ésta no se ha obtenido —art. 73.2° CC, en relacién con los arts. 46 a 48—. La dispen- a posterior convalida el matrimonio desde su celebracion (art. 48.11 CC), por lo que ya no cabe instar su mulidad. 4) Defectos formales. Es nulo el matrimonio celebrado sin respe- tar la forma sustancial, es decir, el contraido sin la intervencién del juez, alcalde o funcionario competente, o sin la de dos testigos mayo- res de edad (art, 73.3° CC). El precepto se refiere tinicamente a la for- ma civil de celebracion. Para evitar la nulidad, la persona autorizante del matrimonio ha de tener competencia funcional (art, 51) y territorial (art. 57), con la excepcién introducida por el art. que considera valido en determi- nados casos el matrimonio celebrado por persona autorizante que ca- rece de competencia territorial. En realidad, el art. 53 CC contempla dos hipstesis: (i) es valido el matrimonio autorizado por funcionario incompetente territorialmente si al menos uno de los contrayentes ha actuado de buena fe (esto es, desconociendo la incompetencia territo- rial de ese funcionario, que ademas ejerce sus funciones ptiblicamen- te); (ii) también es valido el matrimonio en el que el nombramiento del funcionario autorizante no es legitimo, si hay buena fe de al me- nos uno de los contrayentes, y el funcionario ha ejercido publicamen- te sus funciones. Como acaba de exponerse, la forma sustancial del matrimonio (cuya ausencia es causa de nulidad) sélo alcanza a la intervenci6n del juez, alcalde o funcionario competente, y a la presencia de dos testi- gos mayores de edad (art. 73.3” CC). El resto de actos y ritos previs- tos en el art, 58 CC son simples formalidades, por lo que su inobser- vancia no es causa de nulidad del matrimonio. Asi sucede, por ejemplo, cuando la persona autorizante no da lectura a los articulos 66, 67 y 68 CC, cuando los lee otro individuo (concejal o secretario del juzgado) por indisposicién de aquél, cuando el funcionario auto- rizante omite preguntar a los contrayentes si consienten en contraer matrimonio y si efectivamente lo contraen en dicho acto, cuando ta- les preguntas no las realiza por separado a cada contrayente sino con- juntamente a los dos, 0 cuando el funcionario autorizante no decla- ra, tras el consentimiento de los contrayentes, que los mismos quedan unidos en matrimonio. 75 MANUAL, DE DERECHO CIVIL 2. LA ACCION DE NULIDAD Los arts. 74 a 76 regulan la accién de anulacién del matrimonio, aunque en verdad estos preceptos tinicamente se ocupan de una cue ti6n: qué sujetos estan legitimados para ejercerla. Tienen legitimacion activa para interponer esta accién las personas enumeradas en los arts. 74 a 76 CC. La legitimacion pasiva corresponde a un cényuge (si la demanda la interpone el otro contrayente) 0 a am- bos cényuges (si la accién Ja ejerce una persona distinta a los conyuges). En materia de legitimacion activa, la regla general se contiene en el art. 74 CC, mientras que los arts. 75 y 76 CC incorporan dos excepciones. La regla general (art. 74 CC) es que tienen legitimacién para pedir la nulidad del matrimonio los conyuges, el Ministerio Fiscal —que ser siempre parte en los procesos matrimoniales, aunque no haya ejerc la accién de nulidad (art. 749.1 LEC)— y cualquier persona que tenga interés directo y legitimo en ella, lo que sucedera cuando la nulidad del matrimonio les pueda afectar de algtin modo. El interés ha de ser real y actual, y puede ser moral o patrimonial. La legitimacion para accio- nar es, por tanto, muy amplia (STS 26.5.82 —RJA 2600—). Existen dos excepciones: (i) Nulidad del matrimonio del menor de edad que sulre el impedimento de edad. Se limita la legitimacién, pues mientras el conyuge que sufre el impedimento sea menor de edad, sélo estan legitimados para interponer la demanda de nulidad sus represen- tantes legales —padres, tutores y guardadores— y el Ministerio Fiscal (art. 73.1 CC). Cuando el conyuge que se casé siendo menor de edad al- cance la mayoria de edad, slo él podra ejercer la accién de nulidad (art. 75.11 CC). (ii) Nulidad por error, coaccién o miedo grave. Solamen- te podra ejercer la accién el conyuge que hubiera sufrido el vicio (art 76.1 CC). En ambos supuestos, el Ministerio Fiscal sera parte en el pro- ceso que en sti caso se inicie (art. 749.1 LEC). A pesar del silencio del Cédigo, dada su naturaleza, hay que enten- der que la accién no esta sometida a plazo alguno. Lo cual no signifi- ca que pueda ejercerse en cualquier momento, pues el propio Codigo contempla casos de convalidacién del matrimonio nulo, que de este modo deviene valido desde su celebracion. Por otra parte, la demanda de nulidad se sustanciara por los trémites del juicio verbal, conforme a lo establecido en los arts. 748 a 755 LEC, y con sujeci6n a las espe- cialidades procedimentales contenidas en el art. 770 LEC. 3. LA CONVALIDACION DEL MATRIMONIO NULO La existencia en el matrimonio de una causa de nulidad provoca la nulidad radical del matrimonio. que tendra que ser declarada por una 76 LA NUUIDAD, LA SEPARACION Y EL DIVORCIO sentencia judicial (hasta tanto, es posible que existe una apariencia de matrimonio valido). Sin embargo, el Cédigo permite que algunos ma- trimonios en los que concurre una causa de nulidad puedan ser conva- lidados. La convalidacion implica que el matrimonio deviene valido des- de su celebracién. Se admite la convalidacidn del matrimonio en tres hipétesis: 1) El matrimonio contraido por personas afectadas por alsin im- pedimento dispensable, cuando se obtiene la dispensa después de la ce- lebracién del matrimonio, «La dispensa ulterior convalida, desde su ce- lebracion, el matrimonio cuya nulidad no haya sido instada judicialmente por alguna de las partes» (art. 48.I[ CC). Esta dispensa posterior convalidara retroactivamente el matrimonio. Para que pueda producirse, debe ser solicitada por cualquiera de los contrayentes, an- tes de que se haya solicitado judicialmente la nulidad del matrimonio por alguno de los legitimados 2) Sila causa de nulidad es Ia falta de edad, «al llegar a la mayo- rfa de edad s6lo podré ejercitar la accién el contrayente menor, salve que los cényuges hubieren vivido juntos durante un aiio después de al- canzada aquéllay (art. 75.1 CC). Por tanto, el matrimonio celebrado por persona con impedimento de edad se convalida, y por tanto devie- ne valido, cuando los cényuges conviven durante un ano desde la fe- cha en que el contrayente menor de edad alcanz6 la mayoria de edad Si los dos contrayentes son menores de edad, es preciso que los dos al- cancen la mayoria de edad. Es discutible cémo ha de computarse el plazo del ano. Parece que debe entenderse que el matrimonio se con- validara cuando, Hlegada la mayoria de edad, los conyuges convivan du- rante un afio, sin que necesariamente sea en el ano siguiente a la ma- yoria de edad. De modo que, hasta que termine ese afio de convivencia, el cényuge que era menor de edad cuando se celebré el matrimonio po- dra ejercer la accién de nulidad. La convalidacién se producita ipso ire, con el simple transcurso del ato de convivencia. 3) El art. 76.11 CC permite que este matrimonio, nulo de origen por concurrir un vicio de consentimiento invalidante, pueda convali- darse con efectos retroactivos. Segtin este precepto, en los casos de error, coaccién o miedo grave, «caduca la accion y se convalida el ma- timonio si los cényuges hubieran vivido juntos durante un aio des- pués de desvanecido el error o de haber cesado la fuerza o la causa del miedo». Para que proceda la convalidacién es preciso: que haya des- aparecido el error 0 cesado la causa que provocs la intimidacion, y que a partir de ese momento los cényuges hayan vivido juntos durante un afio, No es necesario que la convivencia se inicie justamente la fecha en que desaparece el error 0 el miedo, sino que puede comenzar de pués. En todo caso, hasta que no haya transcurrido un afio de convi 77 MANUAL DE DERECHO CIVIL vencia, se inicie ésta cuando se inicie, el cénvuge que padecié el error © el miedo podra ejercer la accién de nulidad, MATRIMONIO PUTATIVO Como es sabido, la sentencia que declara la nulidad del matrimo- nio tiene eficacia retroactiva. La rigida aplicacién de esta regla plantea graves problemas cuando los cényuges ya han constituido una comu- nidad familiar, han tenido hijos y bajo el signo del aparente matrimo- nio han asumido responsabilidades tanto familiares como frente a ter- ceros. Se hace preciso, por tanto, encontrar alguna formula que permita seguir respetando la nulidad del matrimonio pero al mismo tiempo mantener los efectos que éste ya ha producido. Esta institucién es el matrimonio putativo, sutil credcién medieval, que se apoya en el prin- cipio de proteccién de la apariencia y en el de proteccién del cnyuge de buena fe. En el derecho espanol se regula en el art. 79 CC, Segun este precepto, «la declaracién de nulidad del matrimonio no invalida- 14 los efectos ya producidos respecto de los hijos y del contrayente 0 contrayentes de buena fe. La buena fe se presume» Para que exista un matrimonio putativo deben concurrir los siguien- tes requisitos: (i) que exista un minimo de apariencia objetiva de cele- bracion del matrimonio, es decir, una cierta forma publica de matrimo- nio. No es necesario que este matrimonio haya sido inscrito en el Registro Civil (RRDGRN 26.8.82 —RIA 5362—, 23.53.94 —RJA 5076—). (ii) Se requiere una sentencia firme de nulidad matrimonial, siendo in- trascendente cual sea la causa de la nulidad. La nulidad de los matri- monios canénicos podra declararse por la jurisdiccion eclesidstica, pero habré de estarse a lo que disponga el auto de homologacién, pues es el juez civil quien debera apreciar la concurrencia de buena o mala fe en los contrayentes (STS 31.12.82 —RJA 7988—; contra STS 10,3.92 —RJA 2014—). (iii) Suele exigirse la buena fe en alguno de los contrayentes, sin reparar en que aunque exista mala fe de los dos cényuges el matri- monio sera putativo respecto a los hijos. Hay buena fe cuando se ignora que existe la causa por la cual el ma- trimonio celebrado es posteriormente declarado nulo, con independen- cia de que la ignorancia sea excusable 0 no (STS 7.3.56 —RJA 1508—); basta con que la buena fe exista en el momento de celebracién del ma- trimonio (RDGRN 29.5.84 —RJA 2805—). Por otra parte, la buena fe se presume (art, 79.11 CC), presuncién iuris tantum que debera ser destrui- da por aquél que alegue mala fe de ese contrayente. Para que se consi- dere que ha habido mala fe de un contrayente, la sentencia de nulidad debera declararlo expresamente (cfr: arts, 95.11 y 1395 CC), por lo que Ja parte interesada en obtener esa declaracién debera hacer esa peticion en la demanda, para que el tribunal, en su caso, asf lo establezca, 78 LA NULDAD, LA SEPARACION Y EL DIVORCIO Si existe un matrimonio putativo, los efectos que el matrimonio haya producido desde su celebracion hasta la fecha de la sentencia fir- me de nulidad se van a mantener respecto de los hijos, y para los con- yuges, si han actuado de buena fe. No es que se considere vailido el ma- irimonio anulado. El matrimonio putativo es un matrimonio nulo, que permanece nulo tras la sentencia que declara su nulidad. Lo que suce- de es que la ley, por los motivos ya citados, mantiene los efectos ya pro- ducidos. Si hay buena fe de los dos conyuges, los efectos ya producidos que se mantienen son los siguientes: la situacién personal de cada conyuge es la de ex conyuge; ninguno puede solicitar el reembolso de lo aporta- do 0 gastado para atender a las necesidades del otro; se conserva la eman- cipacién legal adquirida por matrimonio; también se conserva el cambio de vecindad civil, y la nacionalidad adquirida por residencia abreviada de un aio; en jas donaciones por raz6n de matrimonio hechas por un contrayente al otro no se reputara como incumplimiento de cargas, a efectos de revocacién, la anulacién del matrimonio (art. 1343.1 CC); cada cényuge tiene derecho a obtener del otro la indemnizacién previs- ta en el art. 98 CC; y los derechos sucesorios de un cényuge sobre la he- rencia del otro solamente se conservan hasta la declaracién de nulidad, por lo que, si en la fecha de la muerte del de cuius ya era firme la sen- iencia, el conyuge putativo ya no ostenta esa cualidad y, por tanto, tam- poco tiene derecho alguno en la sucesién del premuerto. Si la buena fe es de solo uno de los cényuges, tinicamente éste po- dr& conservar y reclamar los efectos y beneficios mencionados en el apartado anterior, Ademés, el cényuge de buena fe podra optar, en la liquidaci6n del régimen econémico matrimonial, por aplicar las dispo- siciones relativas al régimen de participacién, no teniendo el cényuge de mala fe derecho a participar en las ganancias obtenidas por su con- sorte (art. 95.11 CC). Respecto de los hijos, no se invalidan los efectos ya producidos, con independencia de que haya buena o mala fe en los contrayentes. Los hijos siguen teniendo, por eso, la consideracién de matrimoniales (RDGRN 27.1.88 —RJA 313—, 23.5.94 —RJA 5076—). Ademés, esos efectos se mantienen tras Ja sentencia de nulidad, pues Ia nulidad no exime a los padres de sus obligaciones para con sus hijos (art. 92.1 CC) EFECTOS DE LA DECLARACION DE NULIDAD E] matrimonio que es declarado nulo por sentencia es un matrimo- nio que en realidad nunca ha existido, por lo que no debe producir nin- gin tipo de consecuencias (salvo Jo dispuesto para el matrimonio putativo). 79 MANUAL DE DERECHO CIVIL Por tanto, en el ambito personal, la declaracién de nulidad supone que los contrayentes nunca han estado casados, por lo que su estado civil es el de solteros En cuanto a los efectos patrimoniales de la nulidad, son los mis- mos que en el 0 de la separacion y el divorcio (arts. 90 y ss. CC), v seran explicados en el tema siguiente. Sin embargo, conviene aclarar que la nulidad matrimonial provoca dos consecuencias patrimoniales especificas: permite una particular forma de llevar a cabo la liquida- cidn del régimen econémico cuando la sentencia de nulidad declare que uno de los cényuges obré de mala fe (art. 95.11 CC), y autoriza al con yuge de buena fe cuyo matrimonio ha sido declarado nulo a recibir del otro conyuge una indemnizacién (art. 98 CC). Ambos preceptos seran analizados con mas detalle en el tema siguiente. LA EFICACIA CIVIL DE LA NULIDAD O INEFICA( DEL MATRIMONIO CANONICO La Iglesia catélica tiene competencia jurisdiccional para conocer de los litigios derivados de los matrimonios canénicos. Si se ha celebrado un matrimonio canénico, los cényuges pueden pedir la nulidad del ma- trimonio ante los Tribunales de la Iglesia Catélica, quienes resolveran conforme a las normas del derecho canénico. Pero también tienen los cényuges la opcién de solicitar la nulidad ante los tribunales civiles, nulidad que evidentemente habra de juzgarse conforme a lo dispuesto en el Codigo Civil (arts. 73 y ss.). Con el fin de evitar una duplicidad de procedimientos, resulta adecuado establecer un mecanismo que per- mita que, una vez declarada la nulidad del matrimonio por los tribu- nales eclesiasticos, esa nulidad pueda ser reconocida por el derecho ci- vil, sin que los cényuges tengan que interponer una demanda ante los tribunales civiles solicitando la nulidad E] art. 80 CC, siguiendo la pauta del Acuerdo entre el Estado espa- fiol y la Santa Sede sobre asuntos jurfdicos (art. VI.2), establece el pro- cedimiento para reconocer en el orden civil dichos efectos. Conforme a este precepto, «las resoluciones dictadas por los Tribunales eclesias- ticos sobre nulidad de matrimonio canénico o las decisiones pontiti- cias sobre matrimonio rato y no consumado tendran eficacia en el or- den civil, a solicitud de cualquiera de las partes, si se declaran ajustadas al Derecho del Estado en resolucién dictada por el juez civil competen- te conforme a las condiciones a las que se refiere el articulo 954 de la Ley de Enjuiciamiento Civil». La demanda de solicitud de eficacia ci- vil de la resolucién canénica se rige por el art. 778 LEC. art. 80 CC se aplica tinica- id de En cuanto al ambito de aplicacién, el mente cuando las resoluciones eclesiasticas versan sobre nuli 80 LA NULIDAD. LA SEPARACION Y BL DIVORCIO matrimonio canénico 0 son decisiones sobre matrimonio rato y no con- sumado. No se extiende, por tanto, a las resoluciones eclesidsticas so- bre separacién de los conyuges, ni a la aplicacién de los llamados pri- vilegios paulino y petrino, ni a cualquier otro pronunciamiento que contengan las sentencias de nulidad o disolucién de matrimonio rato y no consumado. Por otra parte, cabe solicitar la eficacia civil de una Tesolucién candnica de nulidad incluso aunque ya se haya dictado una sentencia de divorcio (STS 25.11.03 —RJA 293—). Para que la resoluci6n canénica tenga eficacia en el orden civil, cual- quiera de las partes podra pedir al juez civil competente que declare que dicha resolucién es ajustada al Derecho del Estado conforme a las con- diciones a que se refiere el art. 954 de la LEC de 1881. La alusion a este precepto sigue siendo valida, a pesar de haber quedado derogada esa LEC, pues los arts. 951 a 958 de la misma, sobre eficacia en Espaiia de sentencias dictadas por tribunales extranjeros, han sido expresamente declarados en vigor por la nueva LEC del ato 2000. En cualquier caso, resulta Hamativa la remision a una norma —el art. 954 LEC/1881— pre- vista para la ejecucién en Espana de las sentencias dictadas por Tribu- nales extranjeros en defecto de tratado o de régimen de reciprocidad. Se trata, por tanto, de un exequatur en sentido analégico. El art. 954 LEC de 1881 exige que concurran cuatro presupuestos. El primero («que la ejecutoria haya sido dictada a consecuencia del ejer- cicio de una accién personal») no plantea problemas, pues es evidente que la accién de nulidad del matrimonio canénico es una accion perso- nal. Tampoco plantea dudas el requisito cuarto, que exige que la resolu- cién canénica conste en documento publico y sea auténtica y firme. Ma- yores dificultades puede plantear el requisito segundo (que la ejecutoria «no haya sido dictada en rebeldia»). Este presupuesto se cumple siem- pre que en el correspondiente proceso canénico se haya citado y empla- zado oportunamente al demandado, dandole la oportunidad de defen- derse (ATS 2.10.2000 —RJA 7980— y STS 24.10.2007 —RJA 2008—, 12). Sin duda, el requisito que precisa de un mayor estudio es el reco- gido en el art, 954.3" LEC/I881 («que la obligacién para cuyo cumpli- miento se haya procedido sea licita en Espana»), pues engarza con el alcance que ha de darse al

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