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Sociologia urbana Jess Leat y ANNA ALABART La sociologfa urbana tiene en Espaiia una historia més corta que Ia de la mayoria de paises europeos y anglosajones (1), sin embar- 0, 86 afios de existencia académica (2) comienzan a ser un monto importante, susceptible de dar solidez a cualquier area del conoci- miento. Prueba de ello es que ya resulta inabarcable describir de forma pormenorizada las aportaciones teéricas y empiricas realiza- das en este campo. Dos son los principales escollos: la diversifica- cin de sus contenidos —prueba indiscutible de su madurez— y la dificultad de discernir entre las diferentes areas del conocimiento que, al adentrarse en el polifacético campo de la ciudad y las rela- ciones, funden y confunden enfoques y planteamientos. Ello tiene que ver con el (conveniente) enfoque multidisciplinario de los es- tudios urbanos. Para responder al reto de dar cuenta del estado actual de la so- ciologia urbana en Espafia se ha tenido que aplicar el bisturi, en un ejercicio de cirugia que tiene mas de intervencin de urgencia que de plastica estética. Asi se ha preparado una visién global, algo impre- sionista y, por supuesto, incompleta, cuya exposicidn se desenvuelve basicamente entorno a dos puntos: el primero tiene que ver con los paradigmas de la sociologia urbana y su desarrollo temporal en Es- pafia, contemplando, ademés, algunas publicaciones de la materia; (2) _En sentido més laxo, podriamos considerar que su existencia se remonta a mediar dos del siglo x1x. Las aportaciones de los higienistas espaiioles, desde P. F. Montau a Tide- fons Cerda —con sus respectivas obras Abajo las murallas!y Teorta general de ta Urbantzacién, y aplicaciones de sus principias a la referma y ensancke de Barcelona, que incluye un. estudio sobre Ja clase trabajadora en Barcelona (1886) con planteamientos similares a los de Le Play— © las aportaciones de los seguidores de Geddes y Howard ya dentro del primer tercio del siglo xx) sin olvidar apuestas y planteamientos auténticamente verniculos (Arturo Soria, 1913), (2) Son los que van desde la creacién de la Facultad de Ciencias Poltticas y Sociologia ‘en la Universidad Complutense de Madrid hasta hoy. Se hia considerado este fecha porque en Ia licenciatura se incluy6 sociologta urbana como disciplina. 143 \JeSOS LEAL ¥ ANWA ALABART el segundo considera la consolidaci6n institucional de la sociologia urbana en nuestro pais. En un intento por mostrar cuanto y cudn importante es lo que se ha tenido que dejar sin comentario alguno, se ha querido dedicar el primer epigrafe a esbozar a una breve semblanza de dos de los iniciadores de Ia sociologia urbana espafiola: Manuel Castells y Mario. Gaviria, El escaso reconocimiento que este tiltimo ha tenido por par- te de la academia, ha hecho que le dedicaramos las primeras lineas, deseando que signifique una referencia, un indicador, de todo lo no escrito, pero tampoco olvidado. 1. De Los mtcrapores Entre Jos iniciadores de la sociologfa urbana en Espaiia —que se desarroll6 al unisono en diversos puntos de nuestra geograffa— des- taca Ia figura de Mario Gaviria que, con sus clases en la Escuela de Sociologia de San Bernardo, impulsa entre los primeros aprendices a socidlogo un gran interés sobre los temas urbanos desde una pers- pectiva critica. Mario Gaviria es un nombre injustamente ausente en los 4mbitos académicos actuales. Su paso por Francia a finales de los afios sesenta y su estrecha relacién con el sociélogo urbano francés Henri Lefeb- vre le llevé a introducir en Espaiia una serie de textos y sobre todo una visién critica de la sociedad urbana y de los desarrollos urbanos que tendrfa un impacto fuerte sobre los urbanistas de la época, Mario hace una primera recopilacién de textos dispersos de Lefebvre y los agrupa en un libro titulado De lo rural a lo urbano que tuvo un gran éxito en Espaiia con varias ediciones. Su aparicién en 1970 constituye el inicio de una serie de publicaciones de Lefebvre que iran viendo Ja luz en los afios siguientes y que servirfan de texto para los que que- rian adentrarse en los andlisis criticos urbanos: El Derecho a la Ciudad, La Revolucién Urbana, Espacio y Politica, etc. Su impacto fue notable, no solo entre los aprendices a sociélogos sino también entre arquitectos y urbanistas que se acercaban a la sociologia urbana para explicar los procesos que estaban viviendo en un momento decisivo de las ciuda- des espafiolas. Desde sus clases del Instituto de Estudios de Administracién Lo- cal y de la Escuela de San Bernardo, Mario Gaviria transmitié una pasion especial por el estudio de la sociedad urbana, de forma que la generacién de planificadores urbanos que lideraroa los planes de finales de los afios setenta y comienzos de los ochenta, estuvieron fuertemente influenciados por sus planteamientos que suponian un 144 sociovocta uRBaNa acercamiento y un contacto directo con a gente, impulsando un ur- banismo participativo que supuso un gran avance en los planes urba- nos de la época. Ademés, desde el primer momento Mario Gaviria mostré una espe- cial sensibilidad por las cuestiones ambientales y por el planeamiento territorial, de forma que una parte de su produccién se abre a estos temas desde una perspectiva critica que le Uev6 a escribir una serie de libros que evidenciaban los problemas de desequilibrio territorial espafiol, destacando especialmente su coordinacién de la obra Exire- madura Saqueada, que con José Manuel Naredo y con Juan Serna, pu- blicada por Ruedo Tbérico en 1978, un libro en el que se da un gran empujén a la literatura critica ambiental en Espafia. En su evolucién Mario Gaviria pasa de los anilisis urbanos a los medioambientales y de estos a los anilisis sobre la pobreza y la des- igualdad, legando a aglutinar a un grupo de investigacién sobre te- mas de pobreza y desigualdad en la Escuela de ‘Trabajo Social de la Universidad Publica de Navarra en la que imparte clases. La herencia de Mario Gaviria es doble, por una parte impulsa un gran interés en profesionales de diversas especialidades sobre los and- Iisis critics sociales de las ciudades espafolas, por otra parte promue- ve, coordina, o el mismo escribe una serie de textos que han servido de referencia durante muchos afios para sociélogos y urbanistas. El otro gran impulsor de la sociologia urbana en Espafia fue Ma- nuel Castells. Es sin duda el mas universal de los socidlogos espafioles, aunque su residencia en Espaiia est sometida a una serie de presen- cias y ausencias que tienen que ver con ese cardcter universal. Ma- nuel Castells ejerce una gran influencia a partir de sus publicaciones. Su primer libro: Problemas de investigacién en sociologia urbana (1971), tiene un fuerte impacto sobre los sociélogos de la primera mitad de los afios sctenta. Se trataba de una recopilacién de textos que luego se ensamblarian en uno de los libros ms difundidos de la literatura socioldgica: La cuestién urbana (1972). Un texto obligado en los aiios setenta para todo aquel que quisiera estudiar sociologia urbana. Pero a la vez que nutre con sus reflexiones y con sus investigacio- nes el desarrollo de la sociologia urbana, Manuel Castells contribuyé a la formacién de una serie de sociélogos espafioles, impulsando los estudios sobre los movimientos sociales (José Olives) sobre la vivien- da (Jestis Leal) sobre la politica urbana (Carmen Gavira). Sobre la reestructuracién social de las ciudades (Constanza Tobfo), a la vez que desarrolla junto con Jordi Borja diversas investigaciones, la tilti- ma de las cuales Local y global: la gestién de las ciudades en la era de la informacién ha continuado la ruta de las anteriores, sirviendo de libro de texto en algunas universidades, Ademés las publicaciones como 145 LJESOS LEAL Y ANNA ALABART Grisis Urbana y Cambio Social, y los capitulos de La ciudad y las masas, 0 La ciudad informacional, en los que hace referencia a los movimientos sociales urbanos o al desarrollo de las nuevas tecnologias en Espafia, han contribuido no sélo a difundir el conocimiento de las ciudades espaiiolas entre los socidlogos de todo el mundo, sino también a dar a conocer sus dindmicas y problemas especificos. 2. Los PARADIGMAS HISTORICOS DE LA SOCIOLOGIA URBANA ESPANOLA Victor Urrutia (1999) en la primera parte de su libro Para compren- der qué es la ciudad, establece la existencia de paradigmas en Ia sociolo- gfa urbana: el ecolégico; el del consumo colectivo y la lucha de clases; el del sistema socio-espacial y la comunidad politica; e) cultural. Cada uno de estos paradigmas ha tenido una predominancia temporal a lo largo de los iiltimos afios en la sociologia urbana espafiola, sin dejar de tener una simultaneidad a lo largo de toda ella. De manera que se puede seguir la historia de la sociologia urbana espafiola de los liltimos afios de Ia mano de esos paradigmas. El paradigma ecolégico El paradigma ecolégico marca uno de los inicios de Ia sociologia urbana espafiola. La investigacién de Juan Diez Nicolis (1972), Espe- cializacién funcional y dominacién en la Espana urbana puede considerar- se como una aplicacién de la perspectiva de los neortodoxos de la es- cuela de la Ecologia Humana a una investigacién sobre la distribucién espacial de las funciones y de los recursos en las ciudades espafiolas. La influencia de lo que podemos dominar el paradigma ecolégico, tiene una serie de manifestaciones en articulos e investigaciones que predomina en los afios setenta y se extiende en parte de los ochenta, las obras de Hawley que estaban de texto en las facultades de socio- logfa inspiraron una parte de las investigaciones realizadas. El objeto de esas investigaciones variaba bastante, destacando especialmente la obra de Jon Leonardo (1989) sobre los espacios sociales de la ciudad, en la que se aborda uno de los objetos clésicos de la sociologia urba- na, centrandose en el andlisis de la distribuci6n espacial de los grupos sociales en Bilbao. La morfologfa social de las ciudades es una cues- tién ampliamente desarrollada por los ecdlogos humanos que tiene uno de sus orfgenes principales en la obra de Shevky y Bell (1950) sobre el Andlisis de las dreas sociales, y en la de Burguess (1925) sobre el crecimiento de las ciudades, tratando de calificar socialmente el 146 soctoLogfa URBANA espacio y de estudiar las metodologias y los procesos por los que se produce una determinada composicién, centrandose frecuentemen- te en lo que respecta a la degradacion de ciertas areas y a la mejora de otras. Otras aportaciones como la de Esteban (1981) se centraron mas en el andlisis de la composicién y crecimiento de las Areas Me- tropolitanas. Pero el enfoque de la Ecologia Humana va perdiendo fuerza a lo largo del tiempo de forma que en la segunda mitad de los afios, setenta y en los afios ochenta los estudios de sociologia urbana se aco- gen al paradigma de la Economia Politica, que en Espafia tiene sobre todo un cardcter eritico marxista pero con connotaciones bastante diferentes entre unas investigaciones y otras, La vertiente weberiana de esta Economia Politica no es frecuente en nuestro pais hasta bien entrados los afios noventa. El consumo colectivo y la lucha de clases EI paradigma del consumo colectivo y la lucha de clases puede identificarse con el que gran parte de autores denomina como co- rriente de Economia Politica el cual parte de la critica del enfoque de la Ecologia Humana, tal como describe Mark Gottdiener (1988), y supone una alternativa que se difunde como la pélvora entre los ientfficos sociales en los afios setenta y que afecta fuertemente a los andlisis sobre las cuestiones urbanas. Desde esta perspectiva se aborda el estudio de la ciudad con una posicién critica, con un condicio- nante que va a incrementar atin més la dispersién tematica que ya se produce en esta disciplina «ideolégica» tal como la considera Manuel Castells (1975) en Problemas de investigacién en sociologéa urbana, un auténtico manifiesto que sefiala el cambio de paradigma dominante junto con las aportaciones de Henri Lefebvre (1968) que también tuvieron una temprana repercusién entre los sociélogos espafioles. Mas alla de las aportaciones bajo el paradigma ecoldgico, en Es- paiia la perspectiva de la Economia Politica marca realmente el desa- rrollo de la sociologia urbana, con las obras de Mario Gaviria y sobre todo con los anilisis de los movimientos sociales urbanos (José Olives, CIDUR, Victor Urrutia (1986), Manuel Castells 1986) que se convier- ten en un objeto dominante desde Ia segunda mitad de los afios se- tenta hasta bien entrados los ochenta. La cuestién fundamental es que la légica de la rentabilidad del capital afecta profundamente a los. procesos de formacién y transformacién de las ciudades de manera que a partir de dicha légica y de las bases sociales que la sustentan, se explica buena parte de los cambios que se han dado en las ciuda- 147 (JesS LEAL Y ANNA ALAMAKT des espaiiolas. Lo importante es la consideracién de la ciudad como un objeto de revalorizacién del capital y como un campo en el que se manifiesta la lucha de clases pero a través de las diferencias en el consumo colectivo que sustituirfa en cierta forma a la tradicional perspectiva marxista de la lucha de clases basada en la posesi6n de los medios de produccién. E] acceso a los equipamientos y a la vivienda viene marcado por una diferenciacién social que se explica sobre todo por la l6gica ca- pitalista con la que se construyen los equipamientos y se prestan los servicios correspondientes, lo mismo que con la vivienda. Estos dos objetos de estudio tienen una constante a lo largo de toda la sociolo- gia urbana marcados tanto por Ja frecuente demanda por parte de las administraciones piblicas como por las reivindicaciones ciudadanas que tratan de mejorar sus condiciones de vida urbana. Los diferen- tes accesos a los equipamientos y a la vivienda son el resultado de una diferenciacién social que caracteriza la distribucién de los grupos sociales en el territorio y las distintas oportunidades. Internacional- mente esta perspectiva es contestada por algunos weberianos como P. Dunlevy (1977), pero en Espaiia hay poco debate al respecto y se asume esta consideracién de una sociologia urbana como sociologia del consumo colectivo, tal como la planteara M. Castells (1974) en su libro La cuestién urbana que durante muchos afios fue el texto de referencia para los socidlogos urbanos espaiioles. Se puede decir que esta es la perspectiva dominante que sirve de base para los frecuentes estudios que analizan los desarrollos urbanos de las ciudades espafiolas, fundamentando un elevado nimero de investigaciones entre las que podfamos citar las de Constanza Tobfo (1989), Diaz Orueta (1992) Leal y Cortés 1995) pero también afecta a los estudios sobre los equipamientos (Bouzada 2002, Leal y Rios 1988) y sobre la vivienda (Cortés 1998, Leal 1979) El sistema socio-espacial y la politica urbana Las nuevas tendencias manifestadas a partir de las investigaciones que mostraban los efectos de Ja ciudad global tienen también una impronta importante en la sociologfa urbana espafiola en la que se plantea el debate sobre los efectos de la globalizacién. La cuestin de partida es el efecto de los procesos globales y en especial de la globa- lizacién de la economfa sobre las desigualdades urbanas. La contro- versia que se da en los afios noventa sobre las caracteristicas de esas nuevas desigualdades tiene su correspondencia en Espaiia, aunque con un caracter algo diferente. Las afirmaciones que establecfan una 148 SOCIOLOGIA URBANA, ciudad dual se ponen en entredicho en Europa para algunos autores que mantienen la existencia de un crecimiento de las desigualdades sin una polaridad social (Preteceille 1995, Hammett 1994, Maloutas 1995), expresado en el incremento de las rentas altas y de los grupos sociales més elevados frente a una situacién de estancamiento, que no de retroceso de las rentas mds bajas y de las clases trabajadores. La intervencién del Estado de Bienestar y los mismos cambios econémi- cos influyen en este tipo de cambio. En Espafia se dan una serie de aportaciones que tratan de analizar los nuevos cambios generados por el impacto de las nuevas tecnolo- gias sobre los procesos productivos y el desarrollo de las ciudades glo- bales tal como la describen los autores anglosajones de finales de los, afios ochenta. La primera reaccién trata de encontrar una similitud en las ciudades espafiolas con los procesos descritos para las grandes ciudades globales (Tobio 1992, Leal 1994) pero un andlisis mas deta- lado de Ia escasa informacién existente leva a matizar las primeras informaciones, lo que supone reconocer las diferencias que se pre- sentaban en nuestro pais. Las importantes aportaciones al seminario organizado por Argentaria sobre la distribucién de la renta y la ri- queza en 1995 establecieron que en los ochenta no se habfa dado un aumento de las desigualdades, antes bien se produce un proceso de convergencia de rentas e incluso de clases sociales. Las aplicaciones de estas consecuencias a los procesos urbanos muestran un descenso de la segregacién social en las ciudades espaiiolas que mantiene hasta bien entrada la década de los noventa, para cambiar en el diltimo lus- tro del siglo xx hacia incrementos de la segregaci6n y de la desigual- dad sin legar a establecer procesos de polaridad. A lo largo de los afios noventa las condiciones van cambiando en. varios sentidos. Por una parte los andlisis de la Economfa Politica cen- trados sobre todo en los movimientos sociales, en el acceso a los bie- nes de consumo urbano y en el desarrollo de las ciudades, viran hacia otros objetos como el estudio de la exctusién social y de la pobreza y los derechos ciudadanos. Los estudios sobre la ciudadania (Alabart 1994, Garcia 1998) parten de la igualdad de derechos frente a una sociedad en la que aumentaba la desigualdad, estos estudios tienen en los tiltimos afios una mayor relevancia, apoyados sobre todo en el estudio de los inmigrantes y sus condiciones de vida y trabajo. El anilisis de la distribucién de la poblacién inmigrante en las ciudades espaiiolas constituye atin hoy uno de los objetos preferidos en los analisis urbanos. La cuestién esté en describir los procesos de exclu- sién y de diferenciacién que se da en estos espacios. Poco a poco se van desarrollando estudios sobre la morfologia so- cial de la ciudad y el incremento de los inmigrantes supone que una 149 JeSOS LEAL'Y ANNA ALABART parte de las investigaciones sociales se dirijan al estudio de su com- portamiento residencial, con su distribucién desigual en el espacio urbano y la consiguiente formacién de espacios segregados que impli- ca la transformacién de los barrios en los que habitan o trabajan. El andlisis de los comportamientos sociales se da con un cambio de paradigma en el que las interpretaciones holisticas deja paso a otras que con menos pretensiones de universalidad pero que supo- nen un avance en el conocimiento de los procesos debido al rigor en la recogida de informacion y a una mayor precisi6n a la hora de establecer los procesos de cambio que se dan en los comportamientos espaciales. Este cambio recupera la dimensién espacial que frecuentemente habfa quedado olvidada en las investigaciones realizadas bajo el pa- radigma de la Economia Politica. El espacio cobra relevancia al calor de las nuevas corrientes postmodernas, una serie de textos y autores clasicos que habfan sido olvidados a lo largo de los afios precedentes en los que dominaba la critica de la Economfa Politica, son redescu- biertos, Simmel y Halbwachs son comentados y estudiados de nuevo (Emilio Martinez 2003) y la escuela de Chicago vuelve a ser un re- ferente en los andlisis urbanos por su valoracién de las dimensiones espaciales de los fenémenos sociales. Estas cuestiones entran en Es- paiia y dan lugar a una reflexién en la sociologia urbana que trata de reforzar sus cimientos a partir de recobrar su vocacién de considerar las dimensiones espaciales de los fendmenos sociales. Los estudios sociol6gicos de la politica urbana que se habfan de- bilitado tras los andlisis de los movimientos urbanos de finales de los, setenta, vuelven con otras perspectivas diferentes. Una serie de tesis doctorales en el Pais Vasco y en Andalucia son buena muestra de esa vuelta. A pesar de compartir el objeto, las orientaciones de esas in- vestigaciones son diferentes, yendo desde los andlisis de Sara Gonza- lez (2003) sobre la politica de Bilbao desde la perspectiva de la teoria de Ia regulacién, a los planteamientos més centrados en la distribu- cién del poder que se realizan en la Universidad Pablo de Olavide liderados por Clemente Navarro (1993). Otros andlisis dignos de con- sideracién son los que establecen una perspectiva comparada, como el que realiza Maria Victoria Gémez (1998) que compara la evolucién de dos ciudades sometidas a una profunda crisis industrial, como es el caso de Bilbao y Glasgow. El abandono de la perspectiva marxista en la sociologia urbana tra- jo una cierta dispersion de objetos y de planteamientos. Desde pers- pectivas criticas més centradas en el establecimiento de las diferencias entre las ciudades espafiolas y el resto de las ciudades curopeas, o de las ciudades espaiiolas entre si, hasta la busqueda de una nueva pers- 150 Sociorocta URBANA pectiva metodolégica en el estudio de los comportamientos sociales urbanos que buscan en la teorfa de redes y en Ia accién participativa una alternativa a la separacién que se habfa dado entre las reflexio- nes sobre los fenémenos sociales urbanos y las aspiraciones concretas de los ciudadanos. El tema de Ja participacién en el gobierno de la ciudad permanece como una constante que atraviesa el tiempo y los enfoques diversos con el que lo han tratado autores como Tomés Ro- driguez (2000) y Javier Garrido (2002) tiene esa orientacién. La cultura urbana En todo este viaje de la sociologia urbana han surgido una serie de aportaciones al margen de las corrientes principales que pueden catalogarse dentro de la Cultura Urbana, a partir de la reivindicacién de una visién de la ciudad desde la percepcidn de los propios ciuda- danos. La perspectiva interaccionista simbélica va a tener un escaso desarrollo en los andlisis de la sociologia urbana espafiola, aunque re- cientemente ha habido algunas investigaciones de gran interés como la de Luis Mena (2006), pero alternativamente esta perspectiva ha sido recogida tanto por los ge6grafos como por los antropélogos ur- banos con trabajos como los de Marfa Catedra (1991). 3. LA DEMANDA DE SOCIOLOGIA URBANA Y PUBLICACIONES Todo apunta a que ya se estan superado los aiios de hierro de la sociologia urbana en los que las corrientes postmodernas indujeron ano pocos urbanistas espafioles a arrojar por la borda la raz6n social de los fenémenos urbanos junto con las visiones estructuralistas, lo que supuso una gran dificultad para explicar los procesos de creci- miento urbano y una minusvaloracin de los efectos sociales del dise- fo urbanistico. El reconocido corporativismo de las actividades urban‘sticas por parte de las profesiones més técnicas ha tenido consecuencias que empiezan a constatarse ya en algunas ciudades, tanto en Jos nuevos desarrollos como en la ciudad consolidada, lo ‘que esta implicando una mayor actividad de los socidlogos en el urbanismo. Por otra parte el reclamo de las metodologias de desarrollo planteadas por la Unién Europea, con las agendas 21 y otras actividades, viene a reclamar la intervencién de los sociélogos en la configuracién de los planes ur- banos y territoriales, En este sentido, no cabe duda que les desequi- librios espaciales crecientes y Ia multiculturalidad de la sociedad es- 151 JHSOS LEAL.Y ANNA ALABART: pafiola del siglo xr van a exigir de cara al futuro una planificacién urbana y una gestidn multidisciplinar en la que Ja sociologia urbana tiene un papel importante, con el desarrollo de observatorios espe- cializados que den cuenta de la realidad cambiante de los espacios urbanos. Libros, capitulos de libros y revistas recogen una parte importante de las aportaciones de la sociologfa urbana en Espafia, aunque no to- das (3). Entre las revistas consideradas (4) se han elegido, finalmente, cuatro (8): REIS, Aljoz, Papers de Sociologia y Ciudad y Territorio. En todas hay una presencia directa de la sociologia urbana, si bien en las més, estrictamente sociolégicas las cuestiones de sociologia urbana suelen alternarse con articulos de otras sociologias especfficas, mientras que en las revistas dedicadas a urbanismo o a otras disciplinas préximas (geografia, economia, historia, trabajo social, etc.) los articulos de so- ciologia urbana suelen aparecer agrupados, constituyendo, algunas veces, monograficos y otras simplemente apartados especificos. En cuanto a las tematicas objeto de los articulos, se observa que, por una parte, responden a la especializacién propia de cada investi- gador y, por otra, a aquellas cuestiones y enfoques que, en cada mo- mento, aparecen como relevantes para el conjunto de la comunidad cientifica, en su esfuerzo por dar respuesta a una problematica social que no siempre se consigue aprehender en toda su complejidad (6). La recopilacién resulta harto dificil, incluso cuando se pretende confeccionar una muestra breve de lo publicado, a modo de indica- dor minimalista, Pero arriesgando, se ofrece el listado que aparece como anexo bibliografico. 4, LA SOCIOLOGIA URBANA INSTITUCIONAL A continuacién, un apunte sobre «el estado» de la sociologia ur bana institucional entendiendo por tal s6lo el que se ha desarrollado (8) Para realizar un listado exhaustivo deberian considerarse también informes y pro- yectos que al tener una difusién restringida resultan de dificil acceso. (A) En principio se habfan elegido: Ciudad y Teritoria; Papers de socilogia, Revista. Car alana de Sociologia, RES, REIS, Revista Internacional de Sociologia, Revista Alor, Documentacién ‘Social, Papeles de Economia Expaviola y Politica y Sociedad. (6) La eleccién ha procurads la presencia de revistas de distintos tipos atendiendo a su mayor o menor proyecci6n territorial por un lado ya su carfcter esencialmente sociol6- sico o marcadamente pluridisciplinar, por otro. (6) Esta es la cuestion que plantea Manuel Castells en el capitulo de Conclusion del libro de Ida Susser: las primeras fases de la era de la informacién ha convertido en obsole- tos muchos de los planteamientos de la snueta sociologia urbana». 152 bajo el «amparo» del Ministerio de Educacién y Ciencia. Como indi- cadores del estado y consolidacién institucional se han considerado tres dmbitos: el de la docencia; el de las tesis doctorales y el de los congresos. La docencia Mas que rastrear el momento en que la sociologia urbana se fue impartiendo en las diferentes universidades espafiolas, y respondien- do al objetivo del presente articulo, se ha optado por dar noticia del estado actual de la docencia. Del conjunto de universidades espaiio- las se han entresacado aquellas en las que se imparte la licenciatura de sociologia (7). Como puede verse en la tabla que se transcribe en el anexo, Ia li- cenciatura de sociologia se imparte en 20 universidades espafiolas. De ellas 4 son privadas; el resto piiblicas. No todas tienen el ciclo com- pleto, Algunas imparten tnicamente el segundo ciclo. En concreto 3: Murcia, Sevilla y Pontificia Comillas, La mayorfa de los planes de estudio, que por lo general se han modificado en los tiltimos 5 6 6 arios, incluyen la asignatura de socio- logfa urbana, a veces como obligatoria, otras veces como optativa. La asignatura suele impartirse en el segundo ciclo, como corresponde a una materia que ofrece conocimientos proximos a la profesiona- lizaci6n y que requiere cierto dominio terminolégico y conceptual especializado. Lo més frecuente es que su docencia corresponda a 6 créditos actuales (60 horas lectivas). En bastantes licenciaturas la sociologia urbana queda reforzada por otras materias préximas, tales como movimientos sociales 0 socio- logia ecoldgica. En la tabla se han introducido aquellas cuyos progra- mas desarrollan tematicas propias de la sociologia urbana: ecologfa humana, ordenacién del territorio y planificacion urbana 0 teorfa sobre ciudades (8). ‘Atin cabrfa agregar —pero sobrepasa el sentido del presente tex: to— los postrados y doctorados en los que se imparte alguna de las tematicas propias de la sociologia urbana y considerar su presencia en algunas de las licenciaturas de humanidades, economia, derecho y carreras técnicas (en especial en arquitectura e ingenierfas). (7) Registro Nacional de Universidades, Centros y Enseftanzas. (8) Para decidir incluirios 0 no en la tabla se han consultado los respectivos progra- ‘mas. 153

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