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12 ELgerecho de a uberead rnuacién de mi clase magistral Christian-WolfVorlesung. A todas as personas que participaron en la preparaci6n y la realizacién de mis visitas 0 de los talleres les debo mi profiundo agradecimiento, Mis aun vale esto para aquellos colegas que ‘me ayudaron.con objeciones criticas, datos bibliogrificos y consejos tebricos. En primer lugar tengo que mencionar a Titus Stahl, asistente académico en el Instituto de Filosofia de la Universidad de Frankfirt, que con su inteligencia, analitica y su tenacidad me tavo bajo una presién muy didictica durante dos aos; finalmente no pude llevar a cabo todas ls diferenciaciones que reclamaba, ‘Ademis, la ayuda de las siguientes personas fue especialmente importante en distintos momentos: Mastin Dornes, Andreas Eckl, Lisa Herzog, Rahel Jaeggi, Christoph Menke, Fred Neuhouser y, en muchas conversaciones acerca de fuentes literarias, Barbara Determann y Goutfied K@Bler. Tuve una suerte extraordinaria con el entorno de trabajo en el que pude escribir este libro: Frauke Kahler dio lo mejor de si para descifrar mi escritura discretamente, conservar el orden de las distintas partes y poner todo eso en una forma co- recta, Stephan Alteimeier me aytidé mucho a conseguir importante bibliogra- fia y, ademis, hizo el indice temitico de la edicibn alemana junto con Nora Sieverding: a los tres les agradezco la buena cooperaci6n. A Eva Gilmer le estoy agradecido por los aos de trabajo intensisimos y satisfactorios:en ella enconteé tuna lectora de las que pensaba que solo existian en intercambios epistolares 0 biografias de autores antiguos;leyé el manuscrito rengién por renglén, me hizo muchas recomendaciones para mejoratlo y, finalmente, me insistié en el mo- mento adecuado para que lo entregara. El agradecimiento a mi mujer, que discusi6 conmigo el manuscrito durante muchas horas y que hizo una lectura profunda del mismo, no puedo expresaro en medida suficiente con palabras: 2 ella dedico este libro, ‘Axel Honneth, abril de 2011 Introduccién La teoria de la justicia como analisis de la sociedad Honvet® Aiat(Q014). Ul dexecho da la \bertad. £5020 Ge vag chicidad Bamocvatica, Yodrid, hott ebitoves Pays. 13-06 Una de as grandes limitaciones que sufte la flosofia politica actual es a de estar desacoplada del analisis de la sociedad y, por lo tanto, fijada en principios pura- ‘mente normativos. Esto no quiere decir que no sea tarea de una teoria de la Justicia Ia formulacién de reglas normativas que permitan medir la legitimidad moral del orden de la sociedad, pero en la actualidad estos principios general- mente se establecen aislados de la eticidad de las peécticas y ls instituciones ddadas, para solo “aplicatlos” secundariamente a la realidad social. La oposicién ‘entre ser y deber que se manifesta en ello, o, dicho de otro modo, la descalifi- cacién flos6fica de la facticidad mora, es el resultado de un desarrollo tedrico de larga data, asociado en gran medida al destino de la Filosofia dl derecho de Hegel. Después de la muerte del fildsofo, su intencién de reconstruir de manera normativa, a partic de las circunstancias sociales de su tiempo, las instituciones racionales, es decir, las que garantizan la libertad, fue comprendida, por un lado, solo como una docirina conservadora de la restauracién y, por otto lado, solo como una teoria de la revolucidn. Esta divisién en una derecha hegeliana y una 16 + Fiderecho de ia ibetad izquierda' hegeliana les permitié a generaciones posteriores, después de que casi todos los ideales revolucionarios se hubieran desgastado, sumar la filosofia po- litica de Hegel integramente al conservadurismo. Por lo tanto, de la idea hege- liana de que la teoria de la justicia se asentara sobre nuevas bases sobrevivi en la conciencia pablica tinicamente la idea bien primitiva de otorgasles a ls ins- tituciones dadas el aura de legitimidad moral. Asi qnedaba casi sellado el triunfo de una teorfa de la justiciaalineada, en diltima instancia, con Kant (0, en el mundo anglosajén, con Locke): los principios normativos segtin los que habia de medirse la legitimidad moral del orden social no podian desarrollarse a par- tir de Ia estructura institucional existente, sino que debian hacerlo de manera independiente de ella, autnomamente; y nada esencial ha cambiado en esta situacién hasta el presente. CCiertamente se han planteado muchas veces objeciones y contrapropuestas 2 la posicién dominante del kantismo en el campo de la teoria de la justicia. En la segunda mitad del siglo xtx, en la filosofia politica del neohegelianismo bri- tinico, que, por razones culturales y politcas, nunca tuvo eco en Alemania, se intentaron revivir motivos hegelianos para los fines de una teoria de la justicia:? en el pasado reciente se pueden mencionar los trabajos de Michael Walzer, David Miller y Alasdair Macintyre para demostrar que el impulso de superar teorias de la justicia puramente normativas y, con ello, os esfuerzos por acer~ carse nuevamente al_aniliss de la sociedad nunca se detuvieron. Sin embargo, Jjustamente estos emprendimientos demuestran tambign con claridad cusinto nos hemos alejado hoy del modelo hegstiano del Flos del devo Toque se hace hoy para superar las!deficiencias de una teoria de la justicia kantiana, olvidada de las instixiciones, consiste casi siempre en la adaptacién hermenéutica retros- pectiva de los principios normativos ala estructura existente de las instiuciones "Vins, acerca del origeny In liga de exta dierenciacibn, Kae Lawith, Vow Hagel 24 ‘Niaz. De reolonte Bruch ne Det des 19, ads, Hamburg, 1978 (Pe), p63 [ead ep: De Heel a Nie. La gules ranasinghe wx, Bueno ‘res, Kee, 2008) "Thomas H. Green, Las onthe Pris of Pot! Obligation, Cambridge, 1986: France H. Brady, Ethel Sais, Otod, 1967, Peter Nchabio bins un pra sertado en The Psa Phoophy ofthe Bish Iai, Cambridge, 1990. ° Véanse Michiel Walzer, Spin der Gre, Fankfar/Nuevs York, 199 (ond. ep. La eis de Ista, México, Fondo de Cultura Econbics, 2001; David Miler, Gnadatee sever Grint, Frnkire/ Nurs York, 208 (véae Axel Honaeth, "Pilosoph Sonil= foschung. Die Getechugkettheore von David Milt, shi, pp 7-25); Alsdir Maclneye, De Veh dey Toped. Zu moricien Kise der Gergen, Flue’ Nueva Yor, 1987 [ea csp Tras a itd, Bareclona, Cx, 2008) losraduceiin #15 ‘4 las convicciones morales imperantes, sin dar el paso adicional de identificar su contenido mismo como racional o justifiable. Dada su tendencia acomoda- ticia, estos intentos se ven impotentes sosos frente alas teorias oficiales que, si bien no tienen a la realidad social de su lado, si tienen a la razén moral. Hegel, en cambio, queria hacer converger en su Filosfia del dereckot a ambas en una tunidad: presentar la realidad institucional de su época como racional ya en sus rasgos decisivos e, inversamente, demostrar que la razén moral ya est realizada en as insttaciones nucleares modernas; el concepto del “derecho” que utilizaba tenia que dar un nombre a todo aquello que en la realidad de la sociedad tiene continuidad moral y legitimidad porque sirve a a posibilitacin y relizacién de Ia libertad individual? Si retomo este esbozo hegeliano hoy, doscientos afios después, lo hago con conciencia de que no solo las circunstancias de la sociedad sino también las condiciones de argumentacién filoséfica se han transformado enormemente Una simple reactivacin de la intencién y del razonamiento de la Filosofia del derecho es algo imposible hoy. Por un lado, la realidad social de entre cuyas instiuciones y pricticas habria que mostrar cudles gozan del estatus de factici- dad moral es radicalmente distinta a la de la sociedad industrial incipiente, ‘monrquica constitucional de principios del siglo xix; todas las condiciones instiucionales, en cuya estabilidad normativa Hegel ain podia confiar sin re~ paros, han perdido su forma original como consecuencia de una modemizacién acelerada, lamada “reflexiva”, y, en gran parte, han sido reemplazadas por apa- tos y organizaciones nuevas, mucho mas flexibles. Ademis, a experiencia del “quiebre de Ia civilizacin”, la presentiticacién del Holocausto en sociedades civilizadas, enfti6 decisivamence las esperanzas que Hegel todavia podia tener en el desarrollo ulterior continuo, contenido por la razon de las sociedades rmodernas, Por otro lado, ls premisas te6ricas de la discusin filos6fica, las con- diciones marco de lo que es en definitiva coneebible, se han desplazado enor- memente respecto dela época de Hegel: el requisito de un monismo ontolégico “A continuacin se cits de G, W. F. Hegel, Grniinos dr Philosophie dx Ress, en Winks in -zwaneiy Binder, Fankfurt, 1970, tomo 7 [ead esp Pini de la fla del dees, eaduci6n e Juan Luis Vermal, Buenos Aites, Sudamericana, 2004] ® Vani, en reacién con este amplio concep jusdico, Ludwig Sip, “Wemunfieche und Rechugeschicte. Konteat und Konzept der Graninen im Blick auf de Vorede”, en Ludwig Siep (ed), G. W. F. Hegel. Grindnien dr Philorphe des Res, Bedi, 1997, pp. 5-35; Axel Honneth, Lider an Unborn, Eine Restalsening der Hetelchen Rehipisaplie Stace 201, cap. 2. 16 + ELdarecho dea bert al que aferré su concepto dialéctico del espirieu‘ es para nosotros, hijos de una cera materialistailustrada, algo que no podemos imaginar, de modo que para su idea de un espirita objetivo que se realiza en las instituciones sociales se debe buscar otro fiidamento, ‘No obstante, me parece sensato retomar la intenci6n hegeliana de esbozar una teorfa de la justicia a partir de los requisitos estructurales mismos de las socieda~ des actuales, Las premisas necesaras para llevar a cabo tal empresa no pueden fandamentarse ficilmente de antemano; antes bien deben probarse justificadas en el curso de la investigacién, Sin embargo, es necesario delinear ya de manera abstracta los requisitos que hacen comprensibles la estructura y el curso del es- tudio; no podefa entenderse adecuadamente, por ejemplo, por qué coloco el bbosquejo de una teorfa de la justica globalmente bajo la idea de la libertad, sino se hubiesen antes aclarado al menos las premisas mis generales, que seguiré a continuacién. La intenci6n de elaborar una teorfa de la justicia como un andliss, dela sociedad es concomitante con la primera premisa: que la reproduccién de las, sociedades hasta el dia de hoy esti ligada a la condicién de una orientacién co- ‘min hacia ideales y valores portantes: tales normas éticas establecen no solo desde arriba, como “ultimate values” (Parsons), las medidas 0 los desarrollos so- ciales que pueden considerarse concebibles sino también desde abajo, como objetivos de educacién mis 0 menos institucionalizados, qué debe servir de guia ala vida del individuo dentro de la sociedad. El mejor ejemplo hasta hoy de tal comprensién de la sociedad esti dado por el modelo teérico de la accién de Talcott Parsons, que continéa expresamente el idealismo alemin de Hegel, Kant, Marx y Max Weber. Segiin Parsons, los valores éticos que constituyen la “realidad siltima” de toda sociedad llegan a través del sistema cultural a los sec- tores subordinados, y determinan las orienticiones dela acci6n de los miembros ‘mediante los mecanismos de expectaivas de roles, obligaciones implictas eidea- les socializados; en sintesis: de una estructura de pricticas sociales. Los miembros de la sociedad, alos que Parsons, siguiendo a Freud, entiende como subjetivida- ds integradas en conflicto, generalmente orientan su accién segtin aquellas nor- ‘mas cristalizadas en los distintos subsistemas en forma de una objetivacién de los valores mis altos, especifica para un campo; y Parsons, ademis, no excluye de tal penetracion “ética” de todas las esferas sociales al subsistema econémico, al que él a diferencia de Luhmann o Habermas~ entiende como una esfera de accién enue oxo, Dina Emundssy Rol-Peves Hosmann, C. WF. Hegel. Eine Einfl, Seutegaet, 2002, sp. pp. 32 ¥ 5 jntegrada en Jo normativo, que hoy se ha convertido en vinculante a eavés del principio del desempetio. Lo especial de este modelo de sociedad, y lo que lo hace especialmente apropiado para la actualizacién de la intenciones hegelianas, es el hecho de que vincula todos los érdenes sociales sin excepeién al requisico de una legitimacion por valores éticos, por ideales dignos de perseguir: “Ningtin orden normativo {es decir: sociedad, A. H.] se aucolegitima en al setido de que se considere el modo aprobado o prohibidlo de vida como simplemente correcto 9 incorrecto sin admitir discusiones al respecto. Tampoco puede legitimarse ‘nunca de manera adecuada por medio de las necesidades impuestas en los nive- Jes mis bajos de la jerarquia de control, por ejemplo, por el hecho de que cierts cosas deban hacerse de un modo especie, debido a que la estabilidad o, incluso, la supervivencia del sistema se encuentren en juego.” ‘Tampoco el hecho de la sociedades “heterogéneas” es decir, de comunida- des diversificadas en lo étnico 0 lo religioso cambia mucho para este requsico “transcendental” de la coerci6n a la integracién normativa: si bien surge la pre~ sin de que los valores éticos se generalicen y se extiendan para que puiedan contener también os ideales de las culturas minoritarias, sigue sienda inevirahle orientar la reproduecién material y la socializacin cultural a los requerimientos de as normas compartidas. En este sentido tenue toda sociedad es, en cierto grado, una encamaciOn del espirtu objetivo: en sus instieuciones, en sus prcticas ‘yen sus ratinas sociales cobran forma las convieciones normativas que comparten los miembros y aquello que constituye los objetivos de su contexto para la coo- peracion. Mas tarde habria de verse que este concepto de “espicitu objetivo’ necesitaba enriquecerse para poder realmente fundamentar todas bis intenciones ue asocio con Ia idea de una teoria dela justicia como anilisis de la sociedad. Esta idea es concomitante con la segunda premisa: la propuesta de tomar como. punto de referencia de una teoria de la justicia solo aquellos valores o ideales ‘que, como pretensions normativas, al mismo tiempo constituyen condiciones de reproduccién de la sociedad dada en cada caso. Para Hegel, pero también para otros autores en su tradicién, como Marx, la idea de la justicia no es una dimensin independiente, que se explique a partir de si misma y, por lo tanto, auténoma; tal vez esa sea la razén por la que rara vez se encuentra tn uso no poléiico, constructivo de este concepto. En el sentido clisico, proveniente de la Antigitedad, la palabra “justicia” designa “la intencién vinculante y duradera de ‘Talore Parsons, La seed. Porperivas volaivas ycompartvr, Mésico,Teilos, 1985, p25 [eurivas de A. 1) 18 HL derecho dela iberad dara cada uno lo suyo” (Justiniano, Cicerdn, Santo Tomas de Aquino); en su iiicleo se expresa la exigencia de tratar a toda otra persona de una manera ade~ cuada a su personalidad individual, lo cual puede derivar en un tratamiento tanto igual como desigual de otros distintos de ella. Ahora bien, Hegel esti convencido de que para la manera de esta adecuacién que exige la justicia no puede haber ningén patrén independiente, establecido en el concepto mismo de la justcia; en cierto sentido, no podemos tomar un punto de vista neutral para analizar los atributos de la otra persona a tener en cuenta, porque nuestra relacién con ella siempre estari marcada por las pricticas en las que estamos involucrados juntos. En este sentido, lo que significa “dar a cada cual lo suyo” resulta para Hegel en cada caso solo a partir del sentido interno de pricticas de acci6n ya establecidas. Dado que este sentido, 0 este significado, resulta por otra parte dinicamente a partir del valor ético que posee la respectiva esfera en la estructura entera de la sociedad, los patrones de la justcia solo pueden ser ana~ lizados haciendo uso de ideales que en cada sociedad estin institucionalizados ficticamente: debe valer como “justo” aquello que tiende en la distintas esferas sociales a promover un trato adecuado, “justo” en el sentido del rol que se le destina realmente en la divisin ética de tareas de una sociedad. La exigencia de un aniliss planteado de manera inmanente no marca sufi- cientemente la diferencia con las versiones convencionales de una teoria de la Justicia, las que yo he denominado “kantianas”, dado que estas a menudo se esfuerzan por presentar los principios obtenides de manera “constructiva” al mismo tiempo como expresién de la orientacién de valores dada; tanto la teo~ ta de la justicia de Rawis* como la teoria del derecho de Habermas” son buenos «ejemplos de planteos que parten de una congruencia histérica entre principios de justicia obtenidos de manera independiente y los ideales normativos de las sociedades modernas. La diferencia con las teorias de este tipo reside en que, siguiendo a Hegel, se debe renunciar a anteponer el paso de una findamenta- cin constructiva, autonoma, de las normas de justcia al andlisis de planteo inmanente, Un paso de justificacién adicional es redundante si se puede probar * Vine expecalmente John Rawls, Polisher Libram, Frankfort, 1998 [trades Liers- immo pls, México, Fondo de Caleurs EconGmica, 1995]; para los mosivoshegelianos en Ia teora de justcia de Rawls, vése Jorg Schaub, Gril als Vecohnung Joh Raw! plier ibertins, Frank, 2008, * Jegen Habornss, Fost wed Guts. Bre sur Diurtheoe ds Regs und des denol ‘chen Restate, Frankfurt, 1992 (aad. esp Farad y valde. Sobre of derhoy el Estado de ‘macs de deco en trina de tari de dic, Madrid, Trot, 1998}. Insoduccién #1 ya en la econstruccién del significado de los valores imperantes que estos son superiores en lo normativo alos ideales sociales que los preceden historicamente fo “ulimate values”, Seguramente un procedimiento inmanente de esta clase termina utilizando de nuevo un elemento del pensamiento histérico teleolé- gico, pero esta clase de teleologia histSrica es inevitable exactamente en la medida en que también esti presupuesta por aquells teorias de la justicia que paren de una congruencia entre la azn prictica y la sociedad existent. La diferencia que asi se esboza tampoco alcanza para caracteriza la particular dad de la idea de desarrollar una teoria de la justcia directamente a tavés de un anilisis de la sociedad, puesto que también podria entenderse que los principios ‘obrenidos de manera puramente inmanente solo se apican secundariamente a la realidad social al funcionar como guias de verficacin de la ealidad moral de instinuciones y pricticas. En este cxs0, todo quedaria igual, dado que tinicamente se presupondria una realidad elaborada y determinada por una tercera parte, ala cual solo se aplicarian con posterioridad los patrones normativos; la divisién del trabajo entre las ciencias sociales y la teoria normativa, entre dsciplina empirica y anilsis flos6fico, se mantendtia como lo hace en las concepciones tadicionales de La justicia, Hegel, en cambio, en su Filosofia de! derecho no queria que le impu- sieran desde afuera cémo debia ser la realidad social, cuyo orden justo procuraba determinar; él, como Marx, que en este sentido era su fieldiscipulo, estaba muy ‘poco dispuesto a dejarles sin mas I cuestin del anilisis dela sociedad a las ciencias sociales empiricas (ciencia del Estado, economia politica). Lo que Hegel opuso a 1h tradicional divisién del trabajo como procedimiento metédico solo puede ser comprendidolcon gran esfuerzo debido a las premisas idealisas que establecié;"® ‘on el fin de no reproducir discusiones complejas ulizaré aqui solamente la ex- presin “reconstucci6n normativa” para esta estrategia ostensiblementeignorada, Debe entenderse por ella un procedimiento que intenca implementa ls inten ciones normativas de una teoria de la justicia a través de la teoria de la sociedad, ¥ que para ello toma directamente los valores justifiadosinmanentemente como ‘guia de la elaboracion y la clasficacion del material empirico: la insttuciones y ricicas dada se analizan y se presentan sobte la base de su desempefio normative encel orden de importancia que tienen para la encamacin y Ia realizacién social de ls valores legitimados por la sociedad. En el contexto de este procedimiento, Vass, por ejemplo, Hesber Schnidelbach, “Zum Verklinis von Logik und Gesell chafttheorie bei Hegel", en Oskar Nege (ed), Akai und Felgen dar Philsophie Heyl Frankfurt, 1970, pp, 58-80; Hans-Fredrch Fulda, Dar Rsk der Phlsophie n Hegel Philosophie des Rats, Feankfar, 1968 20 + #lderecho dela ibertad “reconstruceién” querri decir que del conjunto de rutinas y organismos sociales solo se tomarin y presentarin aquellos que puedan considerarse imprescinclibles para la reproduccién social, y puesto que los objetivos de la reproduccién se de~ ben establecer en esencia mediante los valores aceptados, la reconstrucci6n “nor mativa”, entonces, implica necesariamente ordenar en la presentacin las rotinas y las entidades segin el grado en que aportan, dentro de la divisin del eabajo, Ia estabilizacion y la puesta en prictica de esos valores. ‘Aun cuando parezca que el procedimiento elegido por Hegel esti muy lejos de dar cuenta de las exigencias de una teoria de la sociedad, tiene inesperadas, superposiciones con los esbozos de algunos representantes clisicos de la socio- Jogia, Tanto Durkheim como Parsons, para nombrar solo a dos de los autores ims importantes, clasfican el material de sus estudios de ls sociedades modes ‘nas no simplemente de acuerdo a puntos de vista que tienen que ver con las imposiciones materiales 0 eécnicas de la reproduccién social; antes bien, se concentran en aquellas esferas o subsistemas que cobran mayor importancia porque contribuyen al aseguramiento y a la realizacin de los valores institucio~ nalizados en gran medida en la Modernidad."' Ambos socilogos se siven, si se quiere, de un procedimiento de reconstrucciSn normativa: investigan cémo a través del ciclo de la reproduccién social se conservan valores ¢ ideales ya acep- tados socialmente. De manera similar a Hegel en su Filosofia del derecho, ordenan has esferas sociales segin la importancia funcional que tengan para la estabiliza~ cin y la realizacin de la jerarquia de valores moderna. No obstante, con sus anilisis estructurales sociol6gicos, ni Durkheim ni Parsons tienen interés alguno en esbozar directamente una teorid de la justicia; se limitan a investigar el curso ¥ los posibles riesgos de la integraci6n normativa, mientras que Hegel intenta encontrar en estos procesos las condiciones sociales que, en conjunto, constitu- yen el principio de la justicia en la Modemnidad ‘Como tercera premisa en el intento de desarrollar una teoria de la justicia en forma de un anilisis de la sociedad debe valer, por lo tanto, el procedimiento rmetédico de la reconstruccién normativa. Para no correr el riesgo de volver a aplicar a a realidad dada los principios de la justicia obtenidos de forma inma- nente, no debe presuponerse la realidad social misma como un objeto ya anali- zado en grado suficiente; antes bien, deberian extraerse primero de manera "File Duke, Cer de Til der ssislon Abt, Fear, 1977 [td exp Ladin el aaj soi. Madi, All, 1987]; Taloce Parsons, Ds Systm modomer Guslichion, Minch, 1972 fr. ep: El items oa, Madd, bane, 1999], Invroduceén © 2t independiente sus rasgos y atributos esenciales, y deberia mostrarse durante el anilsis qué esteras sociales brindan qué contribuci6n al aseguramiento y la reali- zacién de los valores ya insttucionalizados socialmente. La imagen de las socie~ dades contemporineas,ulteamodermas, que surge por esta via puede diferir mucho de lo que esti diftzndido hoy en las ciencias sociales oficiales, puesto que se des tacan entiades y pricticas que, en general, tal vez no atraigan mucha atencién mientras que al mismo tiempo otros sucesos que despiertn quizis mayor interés desaparecen en un segundo plano, Pero estos desplazamientos entre un primer y tun segundo plano, entre lo signifiativo y lo postergable, no son infrectentes dentro de ls ciencias sociales, dsciplinas que esencialmente solo conocen con- ‘ceptos controvertidos: en el contexto del presente estudio se deben a a inten- ciém de presentar solamente aquellas pricticas e insttuciones cuya constitucién normativa sirve a la realizacién de valores socialmente instiucionalizados. Al intentar permitir que se destaquen tales condiciones estructurales de las sociedades contempordneas surge un bosquejo sistemético de lo que Hegel lam6 para su época “eticidad”. Poco tiempo después de Ia muerte de Hegel, este concepto también suffi6 descrédito. junto con toda la Filosofia del derecho; en circulos ilstrados, de mentalidad progresista, empezé pronto a considerirselo como un claro indicador de la intencién de conservar en las sociedades dadas solo aquellas practicas armonizadas y aquellos organismos morales que parecian tendera mantener el orden imperante, Hegel, en cambio, eligid en primer lugar este concepto, en contra de la tendencia imperante en la filosofia moral, para lamar a atencién acerca de aquella red de rutinas y obligaciones en ls que es- taban insertas las actitudes morales no ya en forma de orientacién hacia princi- pios sino en forma de pricticas sociales; para él, que en su método seguia siendo astotéico en contextos dela filosofia prictica, no cabia duda de que los hibitos practicados intersubjetivamente ~y no las convicciones cognitivas~ conforma- bam el imbito de la moral.” No obstante, Hegel no queria que su concepro de “eticidad” se entendiera como una simple descripei6a de ls formas de vida cexistentes; ya el procedimiento que eligié, aquella“reconsteuecién normativa" anteriormente descripta, de claro que intentaba proceder de manera mucho ids selectiva, tipificadora y normativa que lo que le permitia el post aristotélico. Para Hegel, de la multiplicidad de formas de vida éticas solo se © Vine Bernard W. Gillie Sasi, 56,1985, pp. 167-1 Vase, por ejemplo Allen W. Wood, Fgel’s Eis! Thogit, Cambridge, 1990, pute tv Fsentally Contested Conceps", en Peeing of th Artin 22 + Hl derecho dela Ubertad aceptaba en su Filosofia del derecho bajo el concepto de “eticidad” aquello que probadamente pudiera servic para ayudar a realizar los valores e ideales generales, de ls sociedades modernas; todo lo que contraijera estos requistas normativos, todo lo que representara valores patticulares 0 encamnara ideales retedgrados, ni se lo consideraba digno de converse en objeto de la reconstraccién normativa ‘Aun con esta limitacin, la concepcion de la “eticidad” parece por cierto con- tener una tendencia a la afirmacién de lo ya existente, pucsto que evidentemente solo puede valet como “ético” lo que en ls formas sociales de vida encame un valor general en el sentido de que las pricticas apropiadss para su realizacién ya han tomado forma, Si, no obstante, se observa con mayor detenimiento el pro= cedimiento hegeliano, se nota que mis ali de ls intenciones afirmativas, corro- Dorantes, él asociaba a esto metas correctivas y transformadoras: en la ejecucion, de la reconstruccién normativa, el critero segin el cual, en la realidad social, tiene validez de “racional” lo que sirve a la implementacién de los valores generales cobra vida no solo en forma de una revelaciOn de pricticas ya existentes, sino también en el sentido de critica de pricticas existentes 0 de esbozo preliminar de sendas de desarrollo atin no agotadss. Es dificil encontrar una caracterizciéa adecuada para este costado correctivo 0, mejor dicho, extico, del concept he- geliano de eticidad, puesto que no se trata simplemente de esbozar un determi- nado estado deseado, es decir, de proceder puramente de manera normativa, sino de interpretar la realidad existente en sus potenciales de pricticas, en las que los valores generals podeian realizarse mejor, mis ampliamente © més fielmente. ‘Con estas antcipaciones o correcciones de ningin moda quiere Hegel simple mente dejar ats el circulo de la realidad de la vida social; las formas existent de 1a eticidad deben continuar siendo la guia de todas las reflexiones normativas en elsentido de que no se haga de manera abstracta cualquier demands, casi ireali- zable, al comportamiento social. Por eso, alli donde Hegel hace una critica en. nombre de la justicia o, con igual ffecuencia, anuncia reformas, procede en su reconstruccién normativa de una manera que solo mira un poco mis ali del hhotizonte de la eticidad existence para encontrar espacias para tantas transforma Vewe Jerome B. Schneewind, The Invention of Autanomy. A Hlitor of Modem Mora! Philo _Ply, Cambridge, 1998 “En era vinculcin de toda justia com la condici de mts jstifisblidad reside el wer- aero niceo dela idea de explcar el concepto de “justia” con a ayuda de un “derecho ala juniticacin” (vase slaeatvamente Rainer Fort, Dat Rest auf Redhyrigan. Elomente incr Iowstabivstichen There der Gendighet, Fankfur, 2007, donde contin el pensamicnto de John Rawle y de Thoras Scanlon), Sin embargo, on eit determinacién fundamental real- smientesnaliics ao se gana macho, dado que la else y a extensd de la justiticabidad slo se miden en cada cazo sabre la base dele condiciones sociales e hitrcae que, por a pare, sta~ blecen, precsamente lo que puede valer como “justficado” en cada exo, Sin una considera- cin de exas condiciones que planteanrevriccones normatvas objets de una reconstzuceibn rnormaciva- la tori de ls justica quedara completamente vac ‘Presanicacén iste: el daracho del bertad «33, ni bien existe un saber acerca de que a justia y a autodeceminacion indivi dual remiten en forma circular tna ota, cada recurs a fuentes mis antiguas premodemas, de legitimacin del orden social aparece indefecblemente como una climinacién de la pespectiva de la justcia misma: de aqui en adelance ya nose entiende qué significado puede tener el exigr un orden justo sin reclamar al mismo tiempo a autodeterminaciéa individual. En ese senido, la isin de Inde de la justicia con el pensamiento de la autonomia representa un logro de la Modernidad que solo puede volver a revertise pagindo el precio de la basbarizacin cognitva;y alli donde iene lugar realmente tl egrsién gene- tat indignacién moral “en los énimos de todos lo especadores (que no estén ellos mismos implicados en este juege)”? Con esa perspctivateleolégica, que consituye un elemento inevitable dela comprensiGn que la Modernidad tiene de si misma el hecho delineado hasta agulpierde su caticterhistérico contingente. Ahora, por motives que api a valide universal, podemos consider la idea de a autodeterminacion individual como punto de referencia normativo de todas las concepciones de justica ela Modermidad: deheri valer como “justo” aquello que garanies Is proteccin, fomentoo la realizacién dela autonomia de todos ls miembros de a sociedad No obstnte, con esta vinculacén dea justcia aun bien superior no se ha dicho ain lo minimo acerca de cémo deberi realmente estar consttuido el orden social que merezca a calificacion de “justo”; para la sucesiva determinacign de In justicia todo, pero todo, depende de cémo se comprenda mis precisamente el valor dela ibertad individual. La idea de la autonomia es como tal demasiado heterogénea y miiple como para poder esublecer por si misma en qué consiste la medida del justia: nila forma metédica ni las definiciones de contenido de tal concepcién estinsuficientemente fijadas al reacionara éticamente con la gatantia de libertad individual. A pesar de que el bien de la libertad consttuye el “punto” o la “meta” de la justcis,” la relacin entre la meta ética y los prin- 7 Immanuel Kant, “Der Stee der Fakulicen", en Woe in swolf Binden, Franke, 1964, tomo a, p. 388 [tad esp: Ef cnt de salad, raduccin de Esa Tabernig, Buenos Ares, onda, 1963, pp. 117-118}. : ! Vease Axel Honnth, "La ineludibilided dl progreso. La defiicin kantana de la react fnze morale hioria", en Palin de ls zén. Historia y acualidad dels Teo Crt, Buenos Aires, Kaz, 2008. * ase formulaciin ya eas clisica de Joba Rawls en John Raw, “Der Vorrang des Rechecn ‘nd dic deen des Guten”, en Die lee des poltichen Libram. Aufiitze 1978-1989, Franke {292 2p 366397, epecinete pp. 364 y La oem coal a "La jc ace lo lites, el bien exablece la meta 31+ derecho dea ibersd cipios de justicia, entre el bien y lo correcto no esti determinada de ninguna ‘manera; para ello es necesario primero una clarificacién racional no solo de la cextensin sino de la forma de ejercicio de aquella libertad individual que debers servir integralmente de guia al esbozo. Desde la época de Hobbes debe consideratse la categoria de la libertad in dividual, anto en su contenido como en su estructura Logica, como uno de los conceptos mis controvertidos de la Modemidad social; desde el comienzo participaron en las discusiones por su definicién semantica no solo filésofos, Juristas y eedricos sociales, sino también los activistas de movimientos sociales ppara los que era importante azticulae piblicamente sus experiencias especficas de discriminacién, degradacién y exclusién.®® En el transcurso de este debace inconcluso se ha vuelto evidente que con la idea propagada de libertad se ‘eansforma también permanentemente la imagen, incluso la representaci6n me~ tédica de la justicia: una ampliacién de todo lo que deberia pertenecer al “yo” de la autodeterminacién modifica no solo los principios de contenido, sino también las leyes de construccién del orden justo, dado que cuantas mis facul- tades y condiciones se estimen nerecarias para poxibilitar realmente la autono- ria del individuo, tanto més fuertemente deberd integrase en el establecimiento de los principios la perspectiva de aquellos para los que han de valer esos prin- cipios. Es decir que para poder fundamentar de qué idea de justicia se partira cen lo subsiguiente, es necesario hacer antes una diferenciacién entre distintos modelos de libertad individual; ala luz de estas diferenciaciones deberia sur~ git mediante un procedimiento de descatte, el modelo de libertad al que deberi orientarse nuestra concepcién de justicia. Como punto de partida puede valer la observacién de que en el discurso moral de la Modernidad, en aquellas duras contiendas acerca det significado de la libertad, se han consti- tuido tes modelos claramente delimitados; en un anilisis mas detallado se comprobari que las diferencias entre estas ideas de fuerte impacto en la his~ toria acerca de la libertad individual estin conectadas en esencia con distintas ideas acerca de como deben entenderse la constitucién y el caricter de las in * Tamentablemente, no tengo canocimienta de ninguna investigaign histérca que haya seguida el desartolo del concept de liberedinckayendo las iacervenciones performaivs de los representantes de los movimiento scales y los partidos politicos. Sin embargo, para Alemania, weave Pete Blickle, Vow der Lteigenschaft 2u dor Merschenrhien. Eine Geciht dr Prin Dentchland, Mnich, 2003 Ielusa en Ia Fenomenal hada global del siglo xix de Jurgen Os tethammel (Die Vensandg der Wel Eine Geshe des 19. Jaehundere, Mnich, 2009), ls por desgracs, el cancepto del libertad en el desarrollo de los grandes temas del siglo, tenciones individuales." Siguiendo el grado de su complejidad podemos hablar de-un modelo negative (1), uno reflexive (1) y uno socal (at) de la libertad; en esta division tipartia solo se refleja indirectamente aquella diferenciacién hoy fi- rose en Ia que Isaiah Berlin opuso una libertad definida como simplemente “negativa” a una libertad entendida como “positiva”.!? ™ Philippe enburne desarolé wna propuest interesante g borg, se reresante que, in embargo, sale de ami, ban difrencar tes modelos de ber ("Trois figures dela liber”, en males is, 3, 2003, p. 983.978), Diam pare de a idea de que la pela de as tes ides dela bert inc ‘al (a negate, comanicatva y area) surgeon de a comurbres cultures dea vespess Samia de gn (ger, Amari, Fane} A cision mo aia sro Isiah Bedi, “Dos conceptos de liberal, en Cuatro enayo sire lieriad, Madi, list, 1985, pp. 205-211, ” “teres La libertad negativa y la construccion de su contrato El nacimiento de ls idea de una libertad negativa del sucto tiene lugar en lt Epoca de las guerras civiles religiosas de los siglos xvr y xvit. Si bien en estas duras contiendas el material del conficto podtia ya haber orientado la atencién 2 la teflexividad de a libertad, o sea, al hecho de que los sujetos solo pueden querer aquello que consideran correcto relexivamente, Hobbes hibilmentedi- rige a los contendientes por la hues de una idea de la antodeterminacién indi- vidual que es solo negative: “La Hbertad” del hombre, dice en un famoso pase del Leviatin, “significa, propiamente hablando, la ausencia de oposicién (por En el nivel mis oposicién significo impedimentos externos al movimiento)”, elemental, la “libertad”, para Hobbes, no es otra cosa que la ausencia de resis- tencias externas que padeian impedir el movimiento a los cuerpos naturales; los obsticulos internos como los que pueden provenir de la composicién de la "Thomas Hobbes, Last, a materia, fray pader de wa rpc ety ol, México, Fondo de Cultura Econdmic, cap. xX, 171 Preseaticaionhistria el derecho de a ibertad + 37 snatera de los cuerpos simples no pueden considerarserestricciones ala libertad porque son parte de las disposiciones individuaesy, por lo tanto, se podia de- cie que son autogeneradss.Partcndo de esta primera determinacién que es aiin puramente naturalista, Hobbes colige la libertad de seres que, como los hom- bres, tienen una “voluntad”, a diferencia de ls simples cuerpos; as, su Hbertad comsiste en que ls resistencias externas no les impidan realizar los objetivos que se han propuesto ellos mismos: “un hombre libre” es, segiin lo que se entiende casi como una definicién, “quien en aquellas cosas de que es capaz por su fuerza yppor su ingenio, no esté obstaculizado para hacer lo que desea”. También aqui, es decir, en el caso de los seres humanos, los absticulos internos no deben con- siderare impedimentos de la libertad, dado que tales factores fisicos, como los pueden constituir el miedo, la fata de voluntad, o la falta de confianza en si mismo, también pueden ser atribuidos solo a la capacidad individual, de modo que no debe contirselos como resistencias. Ante todo Hobbes quiere evitar que cen ba pregunta acerca de si podemos califcar una cierta accién como “libre”, iimporte el tipo de objetivos perseguidos por el individuo; todas las acciones que lor hombres creen, a partir de su razonamicnto, que son ‘pata mayor provecho de sf mismos” pueden ser consideradas como intenciones euiya ejecucion les ‘puede ser impedida por restricciones externas a a libertad."* ‘Con esta pocas determinaciones,claramente deficientes, esti suficientemente ‘aracterizado para Hobbes aquello que considera a “libertad natural” del hom- bre, En sus reflexiones es decisivo el vinculo interno que se construye aqui casi imperceptiblemente entre la exclusién de los obsticulos internos y los posibles objetivos de la acciones libres: porque la libertad del hombre debe consist en hacer todo aquello que sea de su-intexgs propio’ inmediato, las complicaciones ‘motivacionales que resultan, en sentido amplio, de una falta de claridad acerca de los propias intenciones no pueden ser valoradas como limitaciones a las ac clones libres.” La idea de que el cumplimiento de cualquier deseo pueda ya

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