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Intelectuales “nacionalistas” en la universidad posperonista.

Trayectorias institucionales y tradiciones historiográficas en los orígenes de las ciencias políticas


cuyana 1.
FARES, María Celina
Profesora Investigadora UNCuyo,
mcelinafares@gmail.com
I. Historia de los intelectuales desde la periferia
Introducimos unas aclaraciones sobre los criterios que utilizamos para delinear nuestro objeto de
indagación y para contactarnos con el horizonte de debate de la historia de los intelectuales. La presente
ponencia pretende dar cuenta de la existencia de una constelación de figuras asociadas el nacionalismo
que tuvo injerencia en la formación del campo académico de las ciencias políticas cuyanas, y que pone
al descubierto circuitos de relaciones entre periferias y centros urbanos de producción 2, que no remiten
sólo a Buenos Aires, sino que amplían la escala geográfica, relevando vínculos entre periferias
transnacionales.
Estos registros dilatan además la concepción misma de intelectuales, al concebirlo como mediadores
culturales de diversa formación y actuación profesional -académicos, abogados, jueces y juristas,
historiadores, filósofos, docentes, escritores, periodistas, editores- 3. La elección de académicos que
militan veladamente en el campo de las derechas nacionalistas 4, en el sentido que elaboran y enseñan
concepciones filosóficas del mundo y de la historia que remiten a la defensa de un orden tradicional y
jerárquicamente organizado y pretendidamente despolitizado, supone relevar un perfil diferenciado con
el de los intelectuales de izquierda en los sesenta, aunque compartan bastantes rasgos de los académicos
militantes y menos de los militantes anti-academicistas 5.
En general suele señalarse que la modernización universitaria en los sesenta supuso no sólo diversos
intentos de autonomización del campo científico académico, sino la reconfiguración de rol del profesor
maestro, humanista, ensayista, por la de especialista o científico, 6 que debía adecuar sus prácticas de

1
Ponencia presentada en el IIº Congreso de Historia Intelectual de América Latina: La biografía colectiva en la historia
intelectual latinomaericana, Buenos Aires, 12, 13 y 14 de noviembre 2014.
2
Pasolini, Ricardo, “La historia intelectual desde su dimensión regional” en Dossier “Los otros intelectuales: curas, maestros,
intelectuales de pueblo, periodistas y autodidactas”, en Prismas. Revista de Historia Intelectual, Bs.As., n°17, 2013.
3
Agüero, A. C. y García D., “Culturas locales, culturas regionales, culturas nacionales…” en Idem.
4
Sobre los usos ampliados y los problemas que plantea el término derechas vinculado con el nacionalismo ver Fares, M.C. en
4° Taller de Discusión Las derechas en el cono sur, siglo XX, UGS, coord. Bohoslavsky E. y Echeverría,O., 2012, en
http://www.ungs.edu.ar/derechas/wp-content/uploads/2013/09/Fares.pdf
5
Un análisis de los intelectuales en el período en Beigel, Fernanda, Autonomía y dependencia académica. Universidad e
investigación científica en un circuito periférico: Chile Argentina (1950-1980), Bs.As., Biblos, 2010.
6
Neiburg, Federico, “La desperonización e innovación en la universidad”, en Los intelectuales y la invención del peronismo.
Bs.As., Alianza, 1998.
1
docente/investigador a regulaciones disciplinarias internacionales y a los parámetros de acreditación de
competencias que suponía el desarrollo de la carrera universitaria. Sin embargo, estos procesos no
fueron tan claros o excluyentes en las experiencias universitarias provinciales y en el desarrollo del
campo de las ciencias sociales y las humanidades, donde la construcción de capital académico no
desplazó los tradicionales criterios sociales de configuración de prestigio, y menos aún logró desplazar
la función política y social que se le atribuía intelectual académico en tiempos pasados 7, aunque se
invistiera de modalidades diferentes.
Ciertamente fueron los modos de intervención pública y la intensidad de su injerencia política lo que
marca ciertas diferencias. Mientras que los sectores de izquierda seguirían priorizando espacios sociales
u organizaciones representativas para activar dispositivos revolucionarios, las derechas además de las
instituciones y redes de sociabilidad tradicionales, se concentrarían en circuitos académicos y
moderarían su participación en medios masivos, replegando su discurso al ámbito cientificista, que
aparentemente subordinaba la autonomía del autor al consenso disciplinario al que se adscribía. Dichas
prácticas incidieron incluso en los resultados de los estudios posteriores sobre los sesenta, que
rápidamente registraron el rol de los intelectuales comprometidos de las izquierdas, pero demoraron en
indagar las estrategias subterráneas que nutrieron intelectualmente a la reacción conservadora, y que
quedaron opacadas tras la pantalla de las tecnocracias burocráticas.
Por ello creemos que es oportuno relevar experiencias que no han sido incorporadas en la historia de las
ciencias políticas 8, cuyas tradiciones filosófico historiográficas exceden los marcos locales y la
coyuntura sesentista ofreciendo insumos ideológicos para las coaliciones conservadoras autoritarias, sin
dejar de advertir que en el contexto de la masificación y ampliación de la participación estudiantil, se
activaron procesos de recepción e interpretación que resignificarían temas y problemas de la cantera
nacionalista, en el cruce con otras tradiciones ideológicas.
Por otra parte, la posibilidad de pensar en biografías colectivas de intelectuales que no se identifican
como un grupo orgánico, sino por el por el contrario, reivindican fuertes grados de autonomía que
provocan quiebres y rupturas internas, supone considerar elementos de identificación, como por ejemplo

7
La idea de que los clerc, -intelectuales tradicionales-, actuaban como una especie de tribunal cultural, cuya función cívica
y política, elitista y crítica, inscribía sus rasgos míticos en vulgata de los orígenes: el manifiesto de Zolá. Cfr. Altamirano,
Carlos, Intelectuales, notas de investigación sobre una tribu inquieta, Bs.As., Siglo XXI, Mínima, 2013.
8
El relato de los orígenes académicos de las ciencias políticas suele omitir la experiencia cuyana, arguyendo su nulo impacto
nacional. Cfr. Oszlak, Oscar, “Historia y desarrollo de la ciencia política en la Argentina”, en X Congreso Nacional de
Ciencia Política, SAAP, 28 julio, 2011. Otros expositores Guillermo O´Donnell y Carlos Strasser tampoco la mencionaron.
2
espacios de formación y sociabilización compartidos, posicionamientos frente a coyunturas políticas
decisivas y ciertos contenidos simbólicos y prácticas académicas, en el sentido que los convierte en
términos de M.Bloch en una “comunidad de huella” que impactó fuertemente en la cultura política local.
No pretendemos reconstruir sociológicamente la formación del campo académico, ni relevar la trama
argumentativa de un canon de ideas esenciales como se hacía en la tradicional historia de las ideas, sino
plantearnos en la encrucijada que explicita F. Dosse 9, entre un enfoque externalista e internalista,
articulando la problemática relación entre contexto y lectura hermenéutica crítica de los textos, las
maneras en que se interpelan entre si y las tramas simbólicas y sociales revelan. Desde esta delimitación
del objeto la tarea no supone el relato con una intriga que articula datos, sino un cierto uso de estrategia
geertziana de “descripción densa” de la trayectoria y producción de los sujetos, poniendo cuidado en no
alterar la indeterminación y las especificidades de experiencias singulares y colectivas de subjetivación.
Tratar de mostrar qué hacían cuando enseñaban y escribían, no pretende ocultar el impacto que nuestra
mirada desde el presente impone a la delimitación del objeto, pues nuestro interés no se ampara en la
intención de revelar los contextos que determinaban la intención de los actores -como lo planteaba Q.
Skinner en su discusión con la tradición canónica y perennialista de la historia de las ideas 10, sino
además prever o inferir sus efectos en diversas recepciones, tanto las que profundizaron como las que
alteraron los sentidos y significados iniciales. En definitiva se trata de dejar entrever qué terminaron
haciendo y en qué sentido operó su producción, más allá de lo que ellos mismos habrían buscado.
2. Nacionalismos en la segunda mitad del siglo XX
Ya no es tan fácil afirmar que a mediados del siglo XX, primero con la caída de regímenes políticos
fascistas europeos y luego en Argentina con la caída del peronismo, se obturaran las posibilidades de
éxito de los nacionalismos y su capacidad para dotar de significación a la vida política. Si bien la
política imperial iberoamericanista del franquismo había entrado en declive frente a la necesidad de
España de alinearse con E.U., el hispanismo había quedado reducido a una idea de comunidad espiritual,
que sin embargo seguiría impactando en los sectores tradicionalistas hispanoamericanos 11.
Por otro lado mientras los estudios sobre nacionalismos optaron por los enfoques comparativos en
relación con la experiencia fascista clásica; a partir del último decenio del siglo una extensa literatura se

9
Dosse, François, La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales. Historia intelectual, U.de Valencia., 2006, pp. 269.
10
En su manifiesto contextualista “Significado y comprensión en la historia de las ideas” en Prismas: Revista de Historia
Intelectual, n°4, 2000, pp. 149-191.
11
Zanatta, Loris, “De faro de la hispanidad a centinela de Occidente, La España de Franco en América Latina entre la
Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría” en Anuario del IHES, n° 23, FCH., UNdelCentro, Tandil, 2008, pp.47-73.
3
abocaría a indagar sobre la contingencia de “la nación”, entendida como constructo o invención de las
elites estatales decimonónicas 12. Ambas perspectivas si bien esclarecedoras, eran restrictivas. Unas por
circunscribir un movimiento polimorfo a las funestas experiencias centro-europeas, y las otras, por
reducir los usos sociales del término nación a la lógica estatalista de las clases dirigentes 13.
En Argentina los estudios más certeros sobre nacionalismo se centraron en torno a la especificidad de
experiencia autoritaria de los años ‘30 y sus tradiciones precedentes 14, cuestionando las simplificaciones
que identifican al nacionalismo con el fascismo, y las que asimilan a éste con el peronismo 15, pero sobre
todo, a aquellos que ven una línea fascista sin solución de continuidad hasta el presente 16. Más allá de
éstos debates, en general la cuestión nacionalista no ha sido un tema muy desarrollado en los estudios
sobre la segunda mitad del XX, donde ha predominado el interés por las antinomias peronismo/
antiperonismo, izquierdas/ derechas autoritarismo/ democracia. Sin embargo, en los últimos tiempos se
ha evidenciado cierto interés por dar cuenta la sobrevivencia del nacionalismo, rescatando redes de
relaciones sociales con presencia pública, ya sea en forma de organizaciones, grupos políticos, o redes
intelectuales que mantuvieron vivos o latentes gran parte de sus contenidos, constituyéndose una especie
de retaguardia o tercera vía frente a los conflictos del mundo polarizado 17.
De hecho la nueva conflictividad internacional signada por el enfrentamiento Este -Oeste permearía los
debates políticos con “la cuestión nacional”, pero esta vez desenvolviendo su faz reinvindicativa y anti-
imperialista, manifiesta tras los movimientos de descolonización y de no alineación de los países del
tercer mundo, así como por la adhesión a los postulados de independencia económica de los países
subdesarrollados. Estas modulaciones del nacionalismo encontrarían vasos comunicantes con las
izquierdas renovadas por las experiencias revolucionarias y las vanguardias intelectuales, y con el

12
Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, Bs. As., FCE.,
2000; Gellner, Ernest, Nacionalismo, Barcelona, Destino, 1998; Hobsbawm, Eric, Naciones y nacionalismos desde 1780,
Barcelona, Crítica, 1993.
13
Máiz, Ramón, La frontera interior. El lugar de la nación en la teoría de la democracia y el federalismo, Murcia, Tres
Fronteras, 2008; Smith Anthony, La identidad nacional, Madrid, Trama, 1997; Palti, Elías, La nación como problema. Los
historiadores y la “cuestión nacional”, Bs.As., FCE., 2003.
14
Devoto, Fernando, Nacionalismo, fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia, Bs.As., Siglo XXI,
2002.
15
Acha, Omar, y Quiroga Nicolás, El hecho maldito. Conversaciones para otra historia del peronismo, Bs.As., Prohistoria,
2012.
16
Cfr. Finchelstein, Daniel, La Argentina fascistas, los orígenes ideológicos de la dictadura. Bs.As., Sudamericana, 2008.
Este tema lo hemos desarrollado en Fares, M.C., “Itinerarios de un nacionalismo en tránsito. La Unión Federal en la
Argentina pos-peronista (1955-19588)”, en Savarino Franco y Joao Fabio, El fascismo en Brasil y América Latina: ecos
europeos y desarrollos autóctonos, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Conaculta, 2013.
17
Bohoslavsky y Echeverria, Ob.Cit., 2010-12; Mallimacci, Fortunato y Cucchetti, Humberto (comp), Nacionalistas y
Nacionalismo. Debates y escenarios en América Latina y Europa, Bs.As., Gorla, 2011.
4
catolicismo reformista comprometido con la transformación social. El contexto de la posguerra operó
significativamente no sólo en el giro hacia la izquierda de amplios sectores movilizados en pos de la
consigna de liberación nacional, sino también en las derechas, reactivando matrices más conservadoras y
reaccionarias que fascistas, en torno a la preocupación por la seguridad nacional.
La experiencia argentina en particular, va a connotar este tránsito con formatos específicos, ya que
incluyó la “cuestión nacional” dentro de la “la cuestión peronista”. La puja entre los diversos modos de
participación que encaró el peronismo resistente, frente a las políticas de proscripción o integración
entre las que oscilaron los gobiernos anti-peronistas, provocaron un complejo proceso de redefinición de
las identidades políticas y de formación de alianzas.
Antes de delimitar las líneas de fuga por las que transitó el nacionalismo es factible registrar la
continuidad de temas que permiten referir el nacionalismo de los treinta con el de los sesenta. La crítica
tanto al capitalismo mercantilista liberal como al comunismo materialista internacional asociados a los
efectos del racionalismo moderno y laicicista, una visión organicista, corporativa y jerárquica de la
sociedad, la prédica de valores y pautas morales enraizadas en una matriz de pensamiento escatológica y
mesiánica propia del catolicismo, fundada en una psicología del “miedo al otro” y militada en términos
de cruzada. Una argumentación centrada en torno a la teoría conspirativa y la denuncia del complot,
imbuida de un antisemitismo más velado tras los efectos del Holocausto, junto con la pretensión de
conducción de masas tras la idea de revolución restauradora de la unidad perdida, así como una visión
de la historia sustentada en las tesis historiográficas más fuertes del revisionismo, sobre el imperialismo
y la vinculación espuria entre la oligarquía y el imperialismo. Toda una cantera de motivos que tendrán
diversas resonancias y combinatorias múltiples en la redefinición de las posiciones políticas dentro del
espectro nacionalista.
Con la idea de diseñar un mapa previo a la indagación empírica podemos circunscribir tres grandes
líneas o posicionamientos del nacionalismo pos 55. Por un lado, la reacción propia del nacionalismo de
derecha autoritario y ligado al catolicismo ultramontano permanecía añorando la vuelta orden anterior al
proceso de modernización en la voz de católicos reaccionarios y antiperonistas como el cura
J.Meinvieille 18 y los viejos nacionalistas filofascistas como J.Bruno Genta o J.C.Goyeneche. Mientras
gran parte del nacionalismo católico de derecha, antipartidario y antimarxista, se nuclearían en torno a

18
Meinvielle influyó en los inicios de los grupos de choque como Tacuara de la cual se apartaría ante el influjo de las ideas
comunitarias del ex militante de Action Francaise y profesor de la UNCuyo, J.M. Mahieu, por el giro primero
peronista/sindicalista y luego izquierdista. Luego incidiría en la formación de Guardia Restauradora Nacionalista.
5
los planes de modernización del onganiato arguyendo la necesidad de contener al comunismo y
conservando los vínculos con el peronismo de derecha 19. En el centro, una línea más moderada
propondría la adaptación de los postulados nacionalistas a la institucionalidad jurídica liberal
conservadora con el fin de evitar posibles derivaciones populistas. Intelectuales católicos como
B.Serrano, E.Mignone y M.Amadeo que militaron en Unión Federal y se dividieron en función del
apoyo a A.Frondizi 20. Finalmente una línea ligada a las relecturas e interpretaciones del peronismo 21,
que inicialmente registra su presencia en el ámbito universitario, ya sea a través de las cátedras
nacionales o las militancias estudiantiles nacionalistas, va a ir configurándose como un potente arsenal
cultural que se cruza con las preocupaciones del catolicismo tercermundista, las perspectivas
neorrevisionista de la historia nacional y el lenguaje y las estrategias del marxismo guevarista 22.
Contextos institucionales:
1. Universidad y política en el posperonismo
Planteada así la pervivencia y las líneas de dispersión del nacionalismo en el contexto de alta
politización en la dilatada década del sesenta, la Universidad se convierte en un espacio institucional
interesante y no lo suficientemente indagado para la observación de itinerarios intelectuales
nacionalistas, ya que lo institución era un espacio de acción privilegiado de acción política. En general,
los estudios sobre la UBA a partir de 1955, han priorizado una perspectiva que vigorizaba la imagen de
reconstrucción interna en función de un impulso modernizador 23 con el fin de recuperar un espacio para
los sectores que habían sido desplazados durante el peronismo. El prestigio de los primeros rectores,
J.L.Romero y luego el filósofo electo Risieri Frondizi, vinculados al progresismo antiperonista,
contribuyó a crear la imagen de la “edad de oro” universitaria, asentada en la autonomía institucional y

19
Se ha ampliado el interés por revisar los componentes ideológicos - católicos, nacionalistas, corporativistas,
comunitaristas, desarrollistas, tecnocráticos- del onganiato, con las redes de articulación social y las políticas públicas. Cfr.
Galván, Valeria y Osuna, Florencia, Política y cultura durante el “Onganiato”. Nuevas perspectivas para la investigación de
la presidencia de J.C Onganía 1966-1970, Bs.As., Prohistoria, 2014. .
20
Nacionalistas republicanos como los hermanos Irazusta fundarían Unión Republicana y participarían de la reapertura del
Instituto Juan Manuel de Rosas, donde confluirían viejas y nuevas guardas nacionalistas. Sectores que apoyaron propuestas
desarrollistas como M.Sánchez Sorondo y los allegados a Azul y Blanco y al Círculo del Plata. Cfr. Fares, M.C. La Unión
Federal: ¿Nacionalismo o Democracia Cristiana? Una efímera trayectoria partidaria (1955-1958), Mza., UNCuyo-
ExLibris- Astrea.
21
Terán, Oscar, Nuestros años sesenta, La formación de la izquierda intelectual argentina 1956- 1966, Bs.As., Al cielo por
asalto, 1991; Altamirano, Carlos, Peronismo y cultura de izquierda 1955-1965, Bs.As., Temas, 2001.
22
La exitosa divulgación de referentes como Hernández Arregui, A. Ramos, R. Puiggrós, A. Jauretche, J.M. Rosas entre
otros, sirven de insumos a las juventudes peronistas, cuyas organizaciones armadas como las FAR, FAP o Montoneros,
postularon la lucha revolucionaria para llegar al socialismo nacional a través del peronismo.
23
Halperín Donghi, Tulio, Historia de la Universidad de Bs.As., Bs.As., Eudeba, 2002 1°ed.196, pp. 155-173.
6
en una transformación curricular, cuyos objetivos de transformación social se pondrían a contrastar con
la oscura fase inaugurada en la famosa noche de los bastones largos, considerada el principio del fin
para los que diseñaban otra sociedad “posible” 24.
La conflictividad que implicó primero el proceso de desperonización y luego el debate en torno a la
laica o libre, evidencian un cúmulo de tensiones que irán creciendo y pondrán en cuestionamiento la
imagen de bonanza de la “isla democrática”, para enmarcar más adecuadamente la problemática dentro
de las contradicciones que implicó el proceso de modernización cultural y de radicalización política.
Ciertamente las políticas de desperonización en las universidades no sólo prolongaron la escisión
política proveniente del período anterior, sino que dispararon un giro significativo sobre todo en los
estudiantes, tanto reformistas como humanistas, que viraron de la oposición al régimen peronista a una
actitud de simpatía y acercamiento, cuando no inclusión al mismo, asumiendo posiciones cada vez más
críticas y radicalizadas frente a los gobiernos de turno.
Es posible entonces recortar los alcances del impulso modernizador de los sesenta señalando la
renovación e institucionalización de algunas nóveles disciplinas como la sociología, la psicología, la
antropología, las ciencias de la educación y la economía, priorizando los perfiles cientificistas en
detrimento de los profesionalitas y al calor de los nuevos concursos que buscaban renovar los planteles
docentes, en los cuales se expresó claramente la continuidad de las formas de exclusión de aquellos que
se consideraban cómplices del régimen depuesto 25.
Interesa advertir que las mayores críticas a éstos procesos de reconstrucción no provendrían
exclusivamente de los sectores tradicionalistas, sino de la militancia política académica que pugnaba por
la constitución del intelectual comprometido con la realidad política, y desacreditaba las aspiraciones de
asepsia política propia de la concepción cientificista atada a los cánones de los países del primer mundo
y despegada de la problemáticas nacionales y las necesidades sociales que demandaban a la Universidad
un rol activo en el proceso de liberación.
Por tanto, más que el paso de la “edad de oro” a la “noche oscura”, se trata de un proceso de agudización
de conflictos, estimulados por las políticas de desperonización y modernización que condujeron a un
proceso de radicalización 26, lo que nos permite ubicar mejor el correlato que se dio en la UNCuyo,

24
Rotunno, Catalina y Díaz Guajardo, Eduardo (comp.) (2003) La construcción de lo posible. La Universidad de Bs.As. de
1955 a 1966, Bs. As., Libros del Zorzal.
25
Neiburg, Federico, Ob. Cit., pp.215 y ss
26
Existe no sólo evidencia empírica que pone en cuestionamiento estos enfoques dicotómicos relevando las continuidades
existentes entre ambos períodos en otras universidades como La Plata, cfr. Suasnábar, Claudio, Universidades e intelectuales.
7
aunque suela minimizarse su proyecto de transformación en comparación con otras universidades del
país 27 .
2. La Universidad Nacional de Cuyo en el posperonismo
En Mendoza, la década del sesenta tiene sus especificidades. A pesar de la moderación de los gobiernos
peronistas provinciales, la intervención impuesta por “la libertadora” no sólo arbitró los mismos
mecanismos de persecución al peronismo que se implementaron en el escenario nacional, sino que
evidenció las mismas fisuras que se expresaron en el gobierno nacional. Algunos grupos nacionalistas
que apoyaron el levantamiento de Lonardi buscarían activar en la provincia la acción partidaria
minoritaria, mientras ciertos sectores intelectuales encontraron en la Universidad un refugio donde
mantener incólume la propagación de sus ideas.
En un breve excurso nos retrotraeremos a la historia de la UNCuyo 28, creada en 1939 bajo la impronta
del conservadorismo, para dar cuenta de los componentes nacionalistas que la recorrían incluso antes de
1943, momento en que la oleada de intervenciones enviadas por el gobierno de facto impuso a los
sectores más reaccionarios, desplazando a los conservadores de los orígenes. 29 Dicha tradición, aunque
con ciertos matices diferenciales, se mantuvo durante los gobiernos peronistas, bajo el rectorado de
Ireneo Cruz (1948-1954)30 cuyo perfil humanista ayudó encontrar puntos de clivajes entre las redes
universitarias locales, que le permitieron responder a las exigencias que el gobierno nacional imponía
por entonces a las universidades.
La gestión de Cruz no sólo dio lugar expansión de los servicios, sino que buscó proveer al gobierno
nacional de una legitimidad académica, a través de la realización del famoso Congreso Nacional de
Filosofía de 1949. La presencia y el discurso del ejecutivo nacional sobre “la comunidad organizada”,
daban cuenta del interés por instalar una legitimidad filosófico-doctrinaria a través de la articulación
entre universidad y política, que tendría como corolario la creación de los cursos de formación política.

Educación política en Argentina (1955-1976) Bs.As., Manantial, 2004, sino también una serie de cuestionamiento al modelo
bourdiano de autonomía académica versus politización, cfr. Beigel, F., Ob Cit., 2010.
27
Buchbinder, Pablo, Historia de las Universidades Argentinas, Bs.As., Sudamericana, 2005, pp. 173.
28
VVAA., Memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Letras 1939-1964, Mendoza, UNCuyo. 1965.
29
Mientras la Universidad del Litoral era intervenida por Jordán Bruno Genta, la UNCuyo lo fue por Carlos Pithod, miembro
de Acción Católica y padre del filósofo Abelardo, de larga trayectoria en FFyL.
30
Ireneo CRUZ, Bs.As.,1903- Mza., 1955. Estudió Profesorado en la UBA, enseñó en Paraná y en la UBA (1939-40).
Invitado por Rector fundador de la UNCuyo E.Correas para trabajar como Profesor de Lenguas y literatura clásica en FFyL.
8
Los sectores tomistas vinculados al nacionalismo, si bien cedieron la dirección en manos de Coriolano
Alberini, tendrían una enorme presencia a través de reconocidas figuras locales, nacionales y europeas 31.
Desde una posición crítica moderada, la gestión de Cruz fue evaluada con cierta ponderación por
algunos testimonios, mientras otros sectores afectados por las imposiciones del oficialismo no serían tan
benevolentes en su evaluación; sobre todo a partir del 1953, cuando la reforma de la Ley Universitaria
del 47 dispuso la expulsión de aquellos que se negaran a la adhesión explícita al gobierno. A partir de
1955 la separación entre los que habían adherido al régimen depuesto y sus detractores sería un
parteaguas que atravesaría obviamente a los sectores nacionalistas, aunque las políticas de depuración,
supieron subordinarse ante la preeminencia de mecanismos de aglutinación que supieron agregar
intereses corporativos por sobre la coyuntura política.
En efecto, los intentos de la intervención universitaria conducida por el Rector Dr. Germinal Basso y el
vicerrector Hernán Cortez de llamar a concursos generalizados, dio lugar a fines de agosto de 1956 a una
huelga prolongada con fuertes movilizaciones de profesores universitarios y de los colegios secundarios,
en la que confluyeron tanto sectores católicos y nacionalistas como reformistas, autoconvocados tras la
defensa de las posiciones adquiridas, muchas de ellas con la afiliación al peronismo. Los resultados
serían la renuncia del Rector y una política más acotada de reestructuración universitaria 32. Así
convivirían dentro del ámbito académico los sectores que prestaron su adhesión al peronismo, tratando
de ocultar lo que sería la mácula de la afiliación; junto con los reincorporados sectores del nacionalismo
católico que reivindicaban el prestigio de haber resistido la presión oficial.
II.3. Las Ciencias Políticas y Sociales en la UNCuyo.
El proceso de institucionalización académica universitaria de la ciencia política a nivel nacional era un
fenómeno bastante novedoso por entonces, que reconocía un lento camino de deslinde tanto de las
humanidades como de las ciencias sociales. La de Cuyo fue una de las primeras carreras creada en el
país con un perfil más político que profesional 33, estuvo condicionado por la impronta de la tradición

31
G. Soaje Ramos, J. Soler Miralles, C. Pico, H. LLambías o relatores del catolicismo como Msñor. O. Derisi, N. de Anquín
o el cura Meinvieille, así como referentes internacionales como el maurrasiano, J.M.Mahieu, y los filósofos españoles
tomistas como A. González Álvarez y A. Millán Puelles contratados luego como Profesores de la FFyL., UNCuyo. en Actas
del Congreso de 1949.
32
Entre los profesores que lideraban la huelga estaban: católicos como P. Santos Martínez y progresistas como A.Roig. Entre
los que apoyaron la gestión de G. Basso, los antiperonistas R. Calderón Bouchet Secretario General y el asesor D. Pérez
Guilhou. El conflicto huelguístico fue relevado a través del El Tiempo de Cuyo, agosto, septiembre 1956.
33
La Licenciatura en Ciencias Políticas y la de Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional del
Litoral, creadas en 1929, se unifican en 1954 estarán más orientadas al Derecho Público e Internacional. Cfr. Bulcourf Pablo
9
filosófica política del estado justicialista, expresada en el Congreso Nacional de Filosofía. A partir de
1950 el Instituto de Estudios Políticos impartiría cursos obligatorios de formación política para todos los
estudiantes universitarios 34 y en 1952 se crearía la Escuela de Estudios Políticos y Sociales (EEPyS),
que emitía el título de Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales.
Ese mismo año salía el Boletín de Estudios Políticos, cuyo primer número fue dirigido el nacionalista
Enrique Oliva, quien luego sería un referente nacional de la resistencia peronista 35, contaba con la
colaboración de Alberto Falcionelli y Osvaldo Osorio, dos referentes del nacionalismo maurrasiano más
extremo. El segundo número estaría encabezado por un artículo de Arturo Sampay, el inspirador de las
reformas de corte social cristiano de la Constitución de 1949, donde explicitaba los fundamentos de
ciencias políticas y el rol del estado en la formación de una clase gobernante, fundada en un
pensamiento aristotélico tomista, cuyo propósito era la formación moral de dirigencia, canalizada en un
proyecto nacionalista, peronista y católico. Sampay postulaba a la CN del ‘49 como un proyecto y
programa de gobierno, que promovía el derecho a la capacitación (art 37) en el marco de una pedagogía
patriótica cuya concepción esencialista de nación resaltaba la impronta misional del estado de matriz
hispano - cristiana. Confluían en su discurso tradicionales críticas a la modernización lacista, liberal e
ilustrada, lecturas historiográficas del revisionismo forjista, con impronta scalabriniana y fundamentos
filosóficos del catolicismo social, pero se incluían nuevos contenidos antiimperialistas, que develaban
las nuevas formas de penetración subrepticia, ocultos tras las políticas de defensa de libertad de
expresión, ejercida por Naciones Unidas 36.
El golpe del ‘55 tuvo sus repercusiones en la Escuela de Estudios Políticos, reciclada de la impronta
peronista bajo la dirección del militante radical Facundo Suárez, quien según testimonios evitó durante
su corta gestión su disolución imponiendo una política que algunos consideraron de conciliación. Se dio
lugar a la inclusión de nuevos profesores, programas y publicaciones, sin que por ello se perdiera la

y Alessandro, Martín “La ciencia política en la Argentina” en Julio Pinto (comp.) Introducción a la ciencia política. Bs.As.,
Eudeba, 2003.
34
Halperín señala que la resistencia estudiantil impidió que los mismos se implementaran en la UBA, sin embargo en Cuyo
serían el punta pie inicial de la formación del campo profesional. Halperín Dongui, Tulio, Son Memorias, Siglo XXI, 2008.
35
Enrique OLIVA, Mza 1923, licenciado de la Escuela de Ciencias Políticas, Secretario General del Rectorado de I.Cruz y
fundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en 1951. Después de 1955 titular de la Asociación
de Resistencia Peronista, Rector fundador de la Universidad de Neuquén. Reconoce entre sus amigos de juventud, a O.
Osorio, como el más inteligente, Estévez, Dardo Olguín, etc. y a sus filiaciones ideológicas: todos eran nacionalistas… Cfr.
Los Andes, entrevista, 10 de octubre 2004.
36
Sampay, Arturo “La formación política que la constitución argentina encarga a las Universidades” en BEPyS, nº 2,
Mendoza, 1952, pp.11-53.
10
línea nacional, su perspectiva historiográfica y el proyecto de formación de élites dirigentes con que se
había creado.
Durante los años frondizistas la gestión del primer Rector electo por Asamblea Universitaria, P. Colavita
(1958-1961) significarían un avance en materia de autonomía universitaria, pues se instaló un gobierno
tripartito, acorde al nuevo Estatuto Universitario, poniendo fin a la proscripción de los peronistas, con un
régimen de concursos depurados 37. Frente a la polémica en torno a la reglamentación del art. 28 del
decreto ley 6403/55 que establecía la posibilidad de que universidades privadas expidieran títulos, la
UNCuyo se declaró a favor de la misma, siempre y cuando se contemplara: financiamiento privado e
injerencia estatal en la habilitación de títulos, así como en la supervisión de planes de estudio, estatutos
y programa. Dicha propuesta no alcanzó para impedir que se sucedieran, aunque con menor virulencia,
los conflictos estudiantiles que se venían manifestando en el resto del país entre estudiantes que
apoyaban la libertad de enseñanza vinculados al catolicismo -entre los cuales algunos con el tiempo
serían referentes del progresismo- y los reformistas a favor de la laica 38.
La aprobación de “enseñanza libre” dio lugar a que en el país se crearan varias carreras de Ciencias
Políticas dentro del ámbito privado, lo que supuso que el catolicismo formara parte de los procesos de
modernización que se venía gestando en ciencias sociales 39. En Mendoza a fines de 1959, se procedería
a crear la primera universidad privada no católica del país, la Universidad de Mendoza con la carrera de
Abogacía, respondiendo a una vieja demanda social que fuera rechazada por la UNCuyo, tal vez por
temor a ser absorbidos por los sectores más liberales del conservadorismo local. Así, una especificidad
de Cuyo, en relación a otras experiencias académicas del país, fue la prioridad que tuvo la carrera de
Ciencia Política por sobre el Derecho y la Sociología, y del ámbito público, sostenido por sectores del
nacionalismo católico, por sobre el privado vinculado a los sectores más liberales y conservadores.

37
Entrevista a A. Roig Secretario de la gestión de Colavita en Lacoste, Pablo, La UNCuyo y sus luchas” en Mendoza,
Historia y perspectivas, Diario Uno, 1997.
38
En la Escuela de Estudios Políticos entre los defensores de la libre estaban estudiantes como F.Martín, E. Tenti Fanfani,
E.Bustelo, E.Issuani, O.Molina Cabrera, con destacadas trayectorias en gran parte vinculadas al progresismo. También
militaron en la libre, profesores como el dirigente de la democracia cristiana L.Triviño y E. Ander Egg, quien trabajaba en su
cátedra el pensamiento del catolicismo francés de E. Mounier. Tenían buenas relaciones con el Centro de Estudiantes de
Filosofía y Letras donde militaban católicos humanistas E. Dussel, H.Cerutti, A.Martínez etc. Entre los militantes de la laica,
estaban quienes serían después referentes del desarrollismo: E. Onofri, A. Barbisan, MÁ. Risso, y los más jóvenes G. Ariza y
Á. Siracino. Cfr. Entrevistas de Fares, M.C. a Esteban Onofri, marzo, 2008.
39
En 1957 se crea la Universidad del Salvador y el Instituto de Ciencias Políticas, en 1958 la Universidad Católica
Argentina, pero recién en 1973 aparece la carrera de grado. La UCA en Mendoza crearía la Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educación en 1962.
11
En 1958 la Escuela pasó a denominarse Superior, comenzando un proceso de autonomización, que le
permitirá tener sus propias autoridades y presupuesto, hasta que en 1967 a través de las gestiones del
entonces Director Dardo Pérez Guilhou ante el Ministro del Interior y de Educación y Cultura a cargo de
Guillermo Borda y con el apoyo de estudiantes y un grupo de profesores del conglomerado
nacionalista 40, se crea Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
De la impronta nacionalista del peronismo de los orígenes, permanecería con fuerza la intención de
formar una dirigencia política sostenida por una especie de filosofía de la virtud, fundada en disciplinas
humanísticas y en la filosofía aristotélico tomista. Sin embargo en los inicios de la institucionalización
de las ciencias políticas y sociales no es tan fácil deslindar el campo tradicional, vinculado a la erudición
de los viejos maestros y a los enfoques históricos jurídicos; de las innovaciones que se incorporan en
función de los paradigmas cientificistas que predominaban en el campo nacional e internacional. De
hecho si observamos los itinerarios biográficos, podemos dar cuenta de que existieron vasos
comunicantes entre ambas tendencias. Sólo a manera de ejemplo el caso de Horacio Godoy, si bien su
formación inicial lo ligaba a la militancia nacionalista y católica, su formación de posgrado en los
Estados Unidos y su desempeño como Director de la Escuela Latinoamericana de Ciencias Politicas de
FLACSO lo acreditarían como un agente innovador del campo, que propendió a la inserción de la
Facultad en los circuitos internacionales. Ahora bien su actuación local se desarrolló pero en íntima
colaboración con el decano Pérez Guilhou, quien a pesar de estar vinculado a sectores más
conservadores, promovería la formación de una generación de destacados egresados 41.
Ciertamente la tensión entre tradicionalistas y modernos iría in crescendo a fines de los sesenta,
ocultando los puentes comunicantes que abrían existido en los inicios entre los contenidos del
nacionalismo católico como nutriente de posiciones de la izquierda nacional por un lado, y los aportes
del conservadorismo con la formación del campo científico académico por otro. Posteriormente los
sectores vinculados al desarrollo científicista nutrirán tanto el campo de la derecha liberal y del

40
Entre los colaboradores nacionalistas el doctor B. Martínez Vázquez, el Cnel. retirado J. Atencio, R. Calderón Bouchet y E.
Zuleta Álvarez y nacionalistas vinculados al peronismo E. Lonardelli, F. Leiva Hita, quien había sido echado en 1955 de
Ciencias Económicas junto con Rey Tudela y J. Soler Miralles, quienes ingresarían por concurso en Ciencias Políticas.. Por
entonces contaban con 480 alumnos, frente a los 600 de FFyL. Entrevistas Fares, 2005-2008
41
Según testimonios “…en realidad nosotros nos equivocamos mucho al hacer críticas a estos viejos, ya que habían hecho
un pacto con los jóvenes. Los viejos tenían una idea de aggiornar la facultad, eran conscientes de que ellos no estaban
preparados para eso,… creo que hay que hacer una revisión histórica y hay que reconocerles el papel que ellos jugaron.
Entrevistas en Ozollo, Ob.Cit., p.452.
12
democratismo social, mientras nacionalistas de derecha e izquierda radicalizarían sus posturas en un
violento enfrentamiento.
III. Itinerarios intelectuales y posiciones historiográficas
Nos referiremos brevemente a los referentes más emblemáticos del nacionalismo, para dar cuenta de los
matices que configuraron un conglomerado de fuerte influencia en las Ciencias Sociales y Políticas
cuyana. Dentro del pensamiento jurídico constitucional asociado a la historia, el principal referente sería
Pérez Guilhou, con un perfil más cercano al conservadorismo; en cambio, más identificados con el
nacionalismo, estarían los historiadores revisionistas como Enrique Zuleta Álvarez y Enrique Díaz
Araujo, y uno de sus difusores el Profesor Guillermo Saraví, aunque con matices diferenciales. Mientras
Zuleta se ufanaría por hacer de la línea irazustiana y republicana, la línea ortodoxa del nacionalismo, y
de sus abordajes intelectuales sobre el hispanismo, un rescate de la cultura nacional. Enrique Díaz
Araujo aportaría una visión decadentista de la historia fuertemente que aportaría argumentos para la ej
ejercicio de la represión. A ellos se suma la influencia de los filósofos católicos integristas y
reaccionarios como Rubén Calderón Bouchet, su adjunto Denis Félix Cardozo Biritos y Abelardo
Pithod, quienes terminan de configurar el heterogéneo conglomerado.
No puede por otra parte, dejar de señalarse la incidencia en materia historiográfica y filosófica de la
FFyL., pues durante los primeros años se cursarían en su sede asignaturas como Historia
Contemporánea e Historia de las Relaciones Internacionales con Alberto Falcionelli 42, cuya erudición
así como su extremado reaccionarismo era reconocida por sus seguidores; o Historia Argentina dictada
por Pedro Santos Martínez, católico ortodoxo, con cierta fama de “flor de ceibo”, muy cuestionado por
su actuación como Rector entre 1976 y 1981; Historia Americana estaría a cargo de Edberto Oscar
Acevedo e Historia Argentina de Jorge Comadrán Ruiz, ambos historiadores vinculados a la escuela
hispanista sevillana, de fuerte impronta en la historiografía cuyana 43.
El perfil de Pérez Guilhou, uno de los principales agentes de institucionalización de la Facultad de
Ciencias Políticas, es el de un conservador vinculado al nacionalismo. Nacido en Mendoza en 1926, en

42
Alberto FALCIONELLI, militó en el movimiento maurrasiano de Action Française y fue colaboracionista del gobierno de
Petain. Representante de la agencia francesa Havas, se exilió en España y luego llegó a Mendoza en 1947 por intermedio del
cura Sepich, y fundó la Revista de Estudios Franceses en la FFyL de la UNCuyo. Católico tradicionalista y monárquico, era
reconocido por sus discípulos como el intelectual más culto e inteligente que trajera el fascismo a Mendoza. Luego en Bs.As.
se insertaría en la Revista Dinámica Social.
43
Sobre la vinculación de las tradiciones historiográficas de la FFyL., de la UNCuyo y la escuela sevillana, usina intelectual
del hispanismo franquista y foco de irradiación de las interpretaciones fidelistas del las revoluciones hispanoamericanas de
principios del siglo XIX, cfr. Fares, M. C. (2011) “Tradición y reacción en el sesquicentenario. La escuela sevillana
mendocina” en Prismas Revista de Historia Intelectual, n°15, Bs.As., UNQuilmes, 2011, pp. 87-104
13
el seno de una familia de raigambre criolla, de filiación francesa y tradición laica, realizó sus estudió en
la escuela pública e ingresó en una militancia católica a través del nacionalismo recién como estudiante
en la UNLPlata, donde se graduaría en 1949 de Abogado y un año después de Profesor en Ciencias
Jurídicas y Sociales. Militó en el antiperonismo 44 e ingresó en la UNCuyo primero como asesor de la
intervención de G. Basso y luego en 1957-58, como Adjunto de Facundo Suárez en Teoría y Doctrina de
la Constitución Nacional; a partir de 1961 sería titular de Historia de las Ideas Políticas II y luego de
Derecho Constitucional. 45 Fue electo en 1965 por el consejo tripartito vicedirector de la Escuela de
Estudios Políticos, se hace cargo de la dirección y al poco tiempo será nombrado por el Ministro Borda
primero como Decano cuando se crea la Facultad. Luego en septiembre del 67 es nombrado Rector46. En
junio de 1969 sería nombrado Ministro de Cultura y Educación de la Nación, donde se desempeñaría
sólo un año.
El acelerado ascenso al escenario central que se produce durante el onganiato tiene que ver con su
relación G.Borda y con el subsecretario de gobierno Díaz Colodrero, así como sus coincidencias
nacionalistas en la forma de encarar la reestructuración universitaria 47. Junto con E. Mignone como
subsecretario, Pérez buscaba a través de la conformación de un prestigioso equipo 48 continuar los planes
de modernización que había encarado el mendocino A.Salonia durante el gobierno de Frondizi,
propendiendo a una reforma orgánica y nacional, que continuara con el impulso de transformación a
través de la vía del planeamiento como forma de intervención estatal. Dicha racionalidad instrumental
preservaba el control ideológico frente al problema de la creciente politización 49, y si bien la gestión de

44
Según su testimonio participó en los grupos de civiles que apoyaron la Libertadora, y por no afiliarse al peronismo perdió
sus cátedras en colegios secundarios, y nunca fue nombrado en FFyL por resistir la presión de la filiación obligatoria, a la
que muchos católicos bajo sugerencia de las jerarquías eclesiásticas cedieron. Junto con Soajes Ramos, Calderón Bouchet,
Zuleta Alvarez entre otros, formaron en el año 1954 el Instituto de Estudios Humanísticos y Sociales donde dictaban cursos
de economía historia y derecho. Entrevistas Fares., M.C. 2005-2008.
45
Paralelamente desarrollaría su actividad como profesor y funcionario en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la
Universidad de Mendoza, y desde allí establece relación con el prestigioso civilista Guillermo Borda.
46
En la UNCuyo según testimonios de Pérez Guilhou se respectó la libertad académica, nombró decanos de distintas
extracciones políticas y llevó a cabo un proceso de mejoras salariales y crecimiento edilicio. Cfr. Bekerman, Fabiana,
entrevista a Pérez Guilhou, 2008. Agradezco el generoso envío de entrevistas realizada por la autora.
47
Pérez relata el apoyo que obtuvo de Onganía frente a las presiones de los grupos más reaccionarios que bregaban por
priorizar la educación privada, entre ellos el primer Secretario de Estado, Cultura y Educación M. Astigueta, entre otros.
Durante su gestión cerró un sinnúmero de universidades privadas y echó a los rectores que consideraba ultraderechistas como
los de la UBA, del Nordeste y de La Plata. Cfr. Bekerman, idem.
48
El equipo de asesores destacaba no sólo su subsecretario E.Mignone, sino por la presencia de católicos como J.L. Zanotti,
Burton Mais, A.Van Gelderen. Cfr. Bekerman, F. entrevista a Salonia, 2009.
49
Suasnábar, C Ob Cit., p.58 y 134 y ss
14
Pérez se destacaría por una actitud más abierta al dialogo 50, su participación en la dictadura le valdría un
duro cuestionamiento por las agrupaciones estudiantiles de la FCPyS, aunque luego referentes
destacados hicieran un reconocimiento de su labor 51.
Identificado por la opinión pública con el nacionalismo autoritario y modernizante del onganiato, un
tinte de apertura y pragmatismo lo distancian de los sectores más reaccionarios. Sus preocupaciones
teóricas y temáticas fueran por los carriles más tradicionales del derecho constitucional y la historia de
las ideas. Su pasaje por la Escuela Sevilla a principios de los sesenta, diez años después de los
historiadores J.Comadrán Ruiz y E.O.Acevedo quienes por entonces fueran parte de su círculo social,
hizo que recibiera un impacto diferente, vinculándose con M.Giménez Fernández referente por la causa
democrática católica 52, con el monárquico social O. Gil Munilla y con M.Artola, discípulo del
republicano C.Sánchez Albornoz. Su tesis doctoral detectaba la percepción de la opinión pública
española acerca de espíritu emancipador y rebelde de la revolución americana, así como el carácter
separatista de la guerra, desestimando la versión fidelista y la idea de guerra civil con que otros
historiadores mendocinos y sevillanos habían interpretado el proceso. Su hispanismo de corte cultural e
impacto jurídico, se distinguía del españolismo, al que definía como el último intento nacionalista del
franquismo de restituir la vigencia de un proyecto restaurador antimoderno que buscaba extenderse a
Hispanoamérica. Su itinerario historiográfico iba desde la concepción de Mayo, como hito fundante del
nuevo orden, aún cuando guardara en sus entrañas la fuerza de la tradición monárquica española,
pasando por una crítica al rosismo, en el que veía una a síntesis del reaccionarismo antirrepublicano de
raíz borbónica. El análisis del andamiaje constitucional construido en torno al pensamiento conservador
de Alberdi, lo acercaba más a las preocupaciones de la Nueva Escuela Histórica que al revisionismo,
pero con la constante preocupación por construir una historia nacional desde la perspectiva “del
interior”. A través de una cuidadosa erudición en el trabajo de fuentes y la formación de un nutrido
caudal de discípulos nucleados en torno al Instituto Argentino de Estudios Constitucionales y Políticos,
ganó fama de maestro entre sus seguidores. Pero además de ser referente derecho constitucional y en
historia del Derecho, sus vinculaciones nacionales le reconocieron un lugar destacado en la definición de
la nueva obra de Nueva Historia de la Nación Argentina publicada por la Academia Nacional de la
Historia, donde colaboró con Tau Anozategui en la selección de autores e incorporó a sus discípulos
50
Idem., p.143.
51
Firmaron la solicitada en su defensa L.Triviño, S. Becerra, M.V. Gómez de Erice, O.Molina Cabrera, E.Onofri entre
otros… Cfr. P. Lacoste, “La UNCuyo…Op.Cit.”
52
Carrillo-Linares, Alberto, Subversivos y malditos en la Universidad de Sevilla, Sevilla, CEA, 2008.
15
mendocinos. Cerró su actuación porteña con su discurso en el Congreso de la Nación a propósito del
Bicentenario donde re posicionó la tesis independentista de mayo en vedada polémica con sus antiguos
amigos sevillanos.
Su identificación con el conservadorismo 53, tanto por sus relaciones sociales como por sus convicciones,
reconocía la influencia de Elías de Tejada y Tierno Galván, para quienes la tradición significaba no
oponerse al cambio, sino desconfiar de las innovaciones revolucionarias, recuperando el pasado pero
criticando al fanatismo moral y su vinculación religiosa propios del reaccionarismo, que solía
desconocer la dinámica de los procesos históricos. Privilegiaba una moral laica asentada en valores
espirituales y liberales pero se distanciaba con el liberalismo y el democratismo, no sólo en virtud del
escepticismo que le despertaban las ideas de libertad e igualdad puras, sino en función de un empirismo
político apoyado en la reflexión sobre la experiencia histórica, que ponderaba una institucionalidad del
orden, la superioridad del ejecutivo por sobre el legislativo, la voluntad política por sobre la libre
dinámica del mercado y el mejoramiento social por sobre la acción partidaria.
El segundo que mencionaremos, Enrique Zuleta Álvarez es un referente indiscutible del nacionalismo,
por ser el primer escritor de su historia intelectual, filiada al republicanismo de los Irazusta. Nacido en
La Plata en 1923, vinculado familiarmente al radicalismo porteño y riojano estudió en el Colegio
Nacional de Buenos Aires donde frecuentó a los hombres de FORJA y formó parte del círculo de
intelectuales amigos de los hermanos Irazusta. Por motivos de salud fijó su residencia en Mendoza a
partir de 1943 y trabó gran amistad con jóvenes que habían militado en el primer grupo falangista de
Mendoza liderado por el Padre Arce de Godoy Cruz 54.
Como Secretario del Consulado de España en la provincia, fue uno de los principales agente propulsor
de la movilidad de gran parte del profesorado de la FFyL. que realizó sus cursos de perfeccionamiento y
estancias de posgrado en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos y en la Universidad de Sevilla,
propiciando de esa manera el proyecto cultural hispanista del franquismo. Él mismo fue becado por el
Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1954-55, tomó clases con el polémico Santiago Montero
Díaz y se vinculó con el filólogo Antonio Rodríguez Moñino. A su regreso en 1956 su afamada y nutrida
biblioteca, sería sede de las reuniones de un grupo de nacionalista antiperonista que lideraba G.Soaje

53
Montserrat, Marcelo (comp.) La experiencia conservadora, Bs.As., Sudamericana, 1992, pp. 106-108
54
Conversaciones de Fares con E. Zuleta Álvarez, entre 2002 y 2010.
16
Ramos 55. Fue además uno de los organizadores en Mendoza de Unión Republicana, partido organizado
en Córdoba en 1956 por los Irazusta, como reedición de la frustrada experiencia del Partido Libertador
del ‘42. Su posterior adhesión al frondizismo y su amistad con Salonia lo llevaría como asesor al
Ministerio de Educación de la Nación y funcionario del gobierno provincial de Arturo Ueltschi donde
desarrollaría una gestión importante en materia de modernización de bibliotecas públicas. Finalmente en
1964 ingresaría como profesor ESCPyS en la cátedra de Historia de las Ideas Políticas III, luego
Historia de las Ideas Americanas, donde sembraría el interés por los estudios sobre nacionalismos.
Sus trabajos sobre el modernismo como amalgama histórica política de las dos hispanidades, le permitía
reconstruir itinerarios intelectuales pasando revista a un amplio espectro de ensayistas; pero sobre todo
se interesaría por aquellos que incidieron en el pensamiento nacionalista, como el embajador de Primo
de Rivera en Argentina entre 1927-1930, Ramiro de Maeztu del cual adoptaría la idea de un humanismo
tradicional español como una tercera vía frente al proyecto imperial norteamericano o a la revolución
comunista, sin necesidad de arribar a la monarquía.
Cuestionaba la incapacidad del reformismo liberal para anclar en la mestiza sociedad hispanoamericana
y la dificultad que atravesaron España y América para ingresar a la modernidad. Para Zuleta la guerra
civil en que se enfrentaron tradición y reformismo, se continuaría tras la violencia ilustrada de
civilización o barbarie, frente a la cual reaccionarían el caudillismo y los gobiernos autocráticos; así
como luego se enfrentaría la tradición nacional autoritaria con la que se identificaba, a la tradición
liberal y marxista.
Su interpretación historiográfica se posicionaba en el polo opuesto de Pérez Guilhou, esperanzado
admirador del conservadorismo alberdiano, pues su explicación del fracaso remitía centralmente a los
intelectuales que no supieron advertir la incompatibilidad de una propuesta que pretendía conciliar
liberalismo, reformismo e ilustración, con tradicionalismo, conservadorismo y pragmatismo. Para
Zuleta, el fracaso de los ideólogos abrió las puertas para la consolidación de las oligarquías y el ingreso
a la modernidad a través de la relación imperial y la división internacional del trabajo, postulando como
central la tesis de la dependencia que, como dijimos, serviría de puente con las lecturas de la izquierda
nacional, más allá que el conflicto intergeneracional que ya estaba presente.

55
Guido SOAJE RAMOS, doctor en Derecho y discípulo de Nimio de Anquín en Córdoba, Decano Interventor en la FFyL.
de la UNCuyo, 1946- 1948 donde cesantea a los profesores que se habían opuesto a la intervención de 1943. Fue desplazado
por la intervención de R. Cucchiani Acevedo en 1957-1958. Se trasladó a Bs.As., y trabajó en UBA., UCA., y CONICET.
17
Nos referiremos sumariamente a Enrique Díaz Araujo, quien se convertiría en uno de los ensayistas y
profesores más erudito del grupo aunque más denostado por su reaccionarismo, cuya actividad se alternó
entre la docencia, en la cátedra de Historia Social, Económica y Política Argentina II en la FCPyS 56, y
la carrera judicial, de la cual se retiraría finalizada la dictadura, para ganar en 1987 la cátedra de Historia
Argentina III en la FFyL. Su colaboración en revistas como Cabildo, así como su posterior cercanía con
grupos vinculados al Crnel. Seineldín o a la Universidad de FASTA -Fraternidad de Agrupaciones Santo
Tomás de Aquino-, son significativos a la hora de identificar su perfil reaccionario, nacionalista y
revisionista.
Entre su prolífera y despareja producción se destaca su libro La Conspiración del ‘43. El GOU una
experiencia militarista en la Argentina, donde confiesa su adhesión a una literatura de compromiso para
responder a la inquietud estudiantil con el objeto de formar conciencia nacional a través de una tercera
vía interpretativa, frente a la corriente democrática y a la versión peronista. Sus referencias a escritores
de la izquierda nacional, ponía en evidencia la comunicación existente entre ambas márgenes del
nacionalismo, aunque sus propósitos fueran opuestos. Para Díaz los componentes del nacionalismo
argentino eran el catolicismo, el anticomunismo y la tradición geopolítica germanófila - prusiana no
nacionalsocialista, línea en que se inscribiría el neutralismo antibrasilero del GOU. Cuestionaba las
interpretaciones de los democratistas o las izquierdas, que asociaban el ‘43 con el fascismo, sin poder
distinguir el filofascismo, de la línea antiimperialista, la cual, a través de J.Bruno Genta habría influido
en el círculo militar golpista.
Compartía las tesis de los sevillanos sobre mayo, y con Zuleta la crítica a los ideólogos ilustrados y
liberales así como la ponderación de la generación novecentista, como la nueva intelectualidad nacional
que nutriría a la Unión Cívica Radical. Su propuesta consistía en rescatar una amalgama de elementos
como el reaccionarismo rosista, hispanismo cristiano, popular, policlasista y paternalista desarrollados
tanto por el federalismo, el radicalismo e incluso el peronismo, para culminar en una propuesta de
“nacionalismo cristiano”.
Sus últimas obras replican las versiones más radicalizadas del decadentismo argentino, que pretende
explicarse en clave de dependencia política inglesa y económica prolongada., pero sobre todo de

56
Su programa de Historia Argentina en 1966 incluía autores que iban desde la Nueva Escuela Histórica como las
publicaciones de la A.N.H., de R. Levene y R. Zorraquín Becu, pasando por los inspiradores de la renovación de la historia
social J.L. Romero y E. Gallo, a la tradición revisionista de distinto signo: A. Saldías, V. Sierra, E. Busaniche, J. Irazusta, E.
Palacios y R. Scalabrini Ortiz, para incluir las versiones de la izquierda nacional en las obras de R. Puiggrós, Ortega y Peña y
J.A. Ramos, lo cual habla de la amplitud del campo de discusión en los sesenta.
18
decadencia moral, acompañada de macabros pronósticos y apelaciones patrióticas revulsivas. Sus
análisis sobre el presente, corroídos por una animadversión exacerbada hacia los gobiernos democráticos
son una muestra de su extremado reaccionarismo y sorprendente anacronismo, que nos dispensan una
lectura historiográfica, aunque no así política. Su defensa de la represión y su lamento por la opción de
clandestinidad, sólo por el pesar que causa hoy a los ejecutores, es la prueba más palpable de la
pervivencia de este pensamiento. En La rebelión de los adolescentes de 1979, justifica la brutal
represión a partir de impugnación a la línea del mal, que iba desde la traición reformista hasta la utópica
e hipócrita unión entre universitarios y obreros. Su enconado desprecio por los rasgos de la cultura
revolucionaria, que paradojalmente se había nutrido de la prédica nacionalista aunque con un signo
inverso al deseado, lo llevaba a diagnosticarla como una patología y condenarla como delincuencia
juvenil. Justificaba su represión en nombre de la patria contra la barbarie -acudiendo a la por él
denostada categoría sarmientina-, con el fin de conjurar su peligroso poder disolutorio, proponiendo en
palabras de Jean Madiran -borrar la sociedad y rehacer la sociedad.
Finalmente no estaría completo el perfil del espectro de profesores vinculados con el nacionalismo, si no
mencionáramos a los filósofos católicos integristas preconciliares como Rubén Calderón Bouchet y
Denis Cardozo Biritos 57 y Abelardo Pithod 58. Nos referiremos sólo al primero por ser uno de los
principales exponentes del tradicionalismo católico. Nacido en Chivilcoy en 1918, una infancia
campesina y difícil lo llevaría a los 26 años estudiar Filosofía en la UNCuyo. En su conversión al
catolicismo en 1947, influirían algunos profesores como Soaje Ramos y Falcionelli, así como en su vida
lo harían los asiduos visitantes a su casa: el cura Meinvielle, o el lefebrista R. Sánchez Abelenda, entre
otros. Luego de su exoneración por el peronismo, fue Secretario de la intervención de G. Basso, e
ingresó en Ciencias Políticas como profesor de Historia de la Ideas Antiguas y Medievales y luego lo
será de Filosofía e Historia de las Ideas Políticas I y II. Se jubila en 1983, ingresa en CONICET y como
profesor emérito en FFyL., enseñará Ética Social hasta 1993. Denominado por algunos como el
"patriarca" del tradicionalismo argentino asiduo de la revista Itineraires de Jean Madiran, ingresaría al
grupo liderarado por Monseñor Lefebre “Fraternidad Sacerdotal de San Pio X” que se oponía a las
reformas del Concilio Vaticano II.

57
Denis CARDOZO BIRITOS Prof. en la FFyL. y en la FCPyS donde fue decano interventor entre 1976-1980. Fundador
junto con Francisco RUIZ SANCHEZ de la U. Católica Mendoza, 1962. Rector Interventor de la UNSan Luis 1982 y 1983.
58
Abelardo PITHOD Lic. Filosofía y profesor de la FFyL y en la UCA. Dirigente de Acción Católica Mendoza, Doctor en
Sociología en París, Master de Psicología Madrid. Investigador de CONICET.
19
Sus ideas tradicionalistas y contrarrevolucionarias propendían a una explícita y denodada apología de la
Iglesia católica en un siglo de herejías historicistas que infectan a la teología oficial en palabras de su
hijo Dardo 59, rasgos que parecían contrastar con su estilo discreto, afable y abierto al diálogo, así como
su irónico sentido de humor, que le proporcionarían el aprecio no sólo por sus colegas, sino por los
estudiantes identificados con el progresismo 60. Su obra es una especie de filosofía contrarrevolucionaria
de la cultura, parte de una concepción sagrada y escatológica descripta por J.F.Segovia en el libro
homenaje citado, ha agrupado su producción en tres ciclos: la ciudad cristiana, el proceso revolucionario
de la Reforma Protestante al liberalismo y el tercero, centrado en el pensamiento contrarrevolucionario
que va desde la contrarreforma al fascismo. Su adhesión al tradicionalismo español y a la derecha
maurrasiano, al igual que el respecto que manifiesta por el fascismo, no así por el nazismo, lo posicionan
en el campo social de la contrarrevolución católica, que sin abjurar de la importancia de lo político, lo
piensa como acto de restauración desde una verdadera vida cristiana.
IV Reflexiones finales
El recorrido de estos itinerarios intelectuales insertos en la historia de una universidad de frontera, nos
permite observar la articulación entre política e intelectuales en la formación de los campos académicos
y disciplinares. Tanto en los orígenes conservadores de la UNCuyo, como durante los gobiernos
peronistas y sus posteriores detractores, evidencian la fuerte presencia de referentes nacionalistas
quienes a través de redes de relaciones sociales y posicionamientos académicos, operaron desde la
historia, marcando con su fuerte impronta el novel campo de las ciencias políticas y sociales.
El desarrollo de estrategias profesionales y corporativas de inserción en el campo académico, que les
depararon reconocimiento y amplia recepción en aquellos tiempos, tuvieron como objetivo no sólo
generar una influencia intelectual a través de las cátedras, sino acceder espacios de gestión educativa que
incidieron en la política local e incluso nacional en un tiempo que excede a la década abordada.
La pervivencia de una matriz católica e hispanista compartida hizo del nacionalismo una especie de
“infusorio”, cuyos elementos heterogéneos muestran fondos comunes significantes. Si bien las
perspectivas conservadoras como la de Pérez Guilhou, hacían una especie de reivindicación optimista de
las raíces identitarias argentinas, las perspectivas tradicionalistas como la de Zuleta y las reaccionarias

59
Ayuso, M. y otros, A la luz de un ágape cordial, Mendoza, 2007
60
“Paradójicamente un profesor muy ligado a los alumnos fue un hombre de extrema derecha. … Calderón Bouchet...
cuando un tipo tiene talento…enseña, enseñaba el marxismo criticándolo, pero uno aprendía marxismo…. Desde el punto de
vista ideológico, creo que nadie coincidía con él, pero todos admirábamos la gran capacidad que tenía de conocimientos y
de enseñanza”. Entrevista a Luis Triviño en Ozollo, Ob. Cit., p. 562.
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como las de Díaz Araujo y Calderón Bouchet, veían en ellas el origen de un proyecto político
antimoderno fracasado a la espera de restaurarse; todos ellos hallaban en la historia un arsenal
argumentativo, donde la nación recuperaba su esencia perdida. Compartían un sustrato identificatorio,
desde el cual jugaron diversos roles de acuerdo a la coyuntura política. La escasa o nula adhesión a la
democracia y la crítica al liberalismo y la reivindicación de la tradición, la jerarquía y el orden los
llevaron a legitimar las opciones militares, con una acérrima oposición de gran parte de ellos al
peronismo, aunque no con pocas simpatías por su doctrina.
Así en los complejos años sesenta se configuró dentro del ámbito académico de las ciencias políticas y
sociales un sentido común nacionalista, de raíz tradicionalista y autoritaria, pero menos simplista y
unilateral de lo que suele pensarse, tanto en sus formas de relacionamiento como en las tesis
historiográficas desarrolladas. Esto dio lugar a diversos modos de apropiación, promoviendo en gran
parte de su auditorio resultados contrarios a los que seguramente esperaron sus difusores, y que en
definitiva sirvieron para justificar en la década del setenta la radicalización de las opciones más
reaccionarias.

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