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Trajines

Un Capítulo en la formación del Mercado Interno


Colonial
Luis Miguel &lave
que para sustentar esta tierra es menes-
ter que se conseruen en ella los españoles
porque sin ellos los yndios se alzarían y vol-
uerian a sus ydolatrias antiguas y que ansi
mismo es necesario se conserben los naturo-
les pues para esto benimos a esta tierro y
también porque sin ellos no se conserbarian
aca los españoles".
Licenciado Castro
1567
(AGI-LIMA 300)

Es un hecho indudable que en las últimas décadas nuestros conoci-


mientos sobre la historia del Perú al arribo de los españoles y en el primer pe-
ríodo de la época colonial se han revolucionado. Una suerte de consigna guió
la preocupación historiográfica reciente : recuperar la "visión de los venci~
dos". La relectura de las crónicas españolas, a la luz de nuevas preguntas, fue
acompañada por la explotación de la abundante-documentación administra-
tiva española referente a los distintos grupos étnicos, la que consideramos

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Estudios _ _ __ ____ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ __

una veta fundamental. El interés por la estructura económico-social del iiµpe-


rio de los incas nos permitió , sin embargo; ver permanencias del modo andi-
no de vida durante el nuevo período histórico que se abre desde la tercora dé-
cada del siglo XVI; pero también, el impacto profundo en esas esttticturas
que la nueva situación creó: la "desestructuración", para usar un térinino de
Wachtel (l ).
Lo que este artículo pretende es señalar una deficiencia que, en tér-
minos de la orientación de las preguntas, puede generar esta importante "vi-
sión de los vencidos". Justamente, el período histórico en que los grupos in-
dígenas fueron los "vencidos" requiere de una recuperación metodológica.
Por tal motivo suscribo y subrayo el testimonio del licenciado Castro con
que empieza este trabajo. No se trata de recusar la a·s imetría en las relaciones
entre "españoles" e "indios", que más propiamente debe llamarse explota-
ción , sino de reconocer la necesaria relación e interdependencia de esos gru-
pos sociales. Las estructuras económico-sociales coloniales fueron resultado
de una intergeneración de los elementos que se habían o se estaban desarro-
llando en .el espacio andino y los que los invasores comenzaron a desarrollar
en su nuevo orden, pero siempre sobre aquel determinante te4ón de fondo .
Por eso , nos resulta insuficiente la imagen de una estructura que golpeada
desde afuera se "desestructura" y ' se pierde, como es también insuficiente
pretender que una nueva estructura fue "traída" mágicamente en las inten-
ciones e intereses de los invasores.
Una reciente contribución del profesor F. Pease ( 1982) nos habla,
por ejemplo, de un "régimen comercial inaugurado con la invasión españo-
la" (p .108). Reiteradamente, Pease menciona el "sistema español" (p. 109),
el "comercio inaugurado por los españoles después de la invasión del siglo
XVI" (p. 107) o, para desechar cualquier preocupación del lector, el "cono-
cido régimen comercial introd~cido , después de la invasión española" (p.
1 17). Así, hay un~ estructura aparentemente bien estudiada~ la estructura
" española", que es. casi un sinónimo de la estructura "comercial", mientras
el autor referido concentra su atención en otra estructura, diferente y poco
conocida: la pervivencia del "régimen de intercambio restringido andino"
o los "mecanismos andinos de intercambio restringido" (p. 117) que pue~
den incluso ser usados por los españoles dentro de esa otra estructura ya co-
nocida . Lo cuestionable no es la legitimidad histórica del interés por la per-
vivencia de lo indígena , sino, justamente, el resultado que en términos del
conocimiento real de las bases materiales de aquello, se puede obtener con
esa visión dual.
Dos . orientaciones guiarán entonces la reflexión contenida en este
artículo. Una primera, que el régimen comercial que se desarrolla en la se-
gunda mitad del siglo XVI no es tan "conocido" como pudiéramos desear y,
una segunda, que este régimen no es "español", si con ello se pretende un
origen, aunque sí lo es en términos de un signo de hegemonía, y en este
sentido es más pertinente trabajar con el término "colonial".

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Trataremos, pues, de contribuir al conocimiento de las estructuras de


mercado que internamente se generan en el espacio peruano, desde una pers-
pectiva regional restringida a la particular dinámica del sur del virreinato.
Nuestra atención se centrará en la esfera de la circulación. Sin embargo, la
circulación aparecerá por un lado, en términos de un momento de la prod uc-
ción social, y por otro, no menos importante, en términos de la producción
de la circulación misma.

LAS CIUDADES Y EL ESPACIO ECONOMICO DEL SUR DEL VIRREI-


NA TO PERUANO.

Para empezar, presentemos un "esquema gráfico" de la organización


espacial de la economía y, sobre todo , de los intercambios que queremos
analizar. El esquema resume tres niveles de relaciones. Empecemos por el
más general.

El eje central ordenador del Espacio.

Sin abundar en esto , no deja de ser necesario recordar la importancia


medular de la economía minera en la estructura económica colonial. El pro-
fesor Assadourian (l 982) se ha encargado de recordarlo más de una vez y.
usando las expresiones de los contemporáneos. podemos concordar en lla-
mar a las minas del "cerro rico" de Potosí y su actividad como el "motor"
de toda la economía colonial. La preocupación por la salida del mineral ha-
cia la metrópoli fue siempre en la historiografía americanista una constante.
por eso, otro trabajo de Carlos Sempat Assadourian ( 1979) nos hizo reorien-
tar esa vieja preocupación recordando que, antes de salir, el metal circula al
interior del espacio peruano y que su producción implica toda una amplia
red de intercambios internos.
Potosí resultó ser el eje en torno al cual se orientaron "los esquemas
regionales de producción, de migraciones y de circulación monetaria" (Me-
llafe 1970, 95) que los colonizadores fundaron en el espacio del sur del vi-
rreinato. Su influencia llegó a los más alejados lugares y, sobre todo , a partir
de su segunda época, desde 1570, con la introducción del azogue y la funda-
ción del "sistema" toledano, significó un claro impulso del mercado interno
colonial que se fundó (Assadourian 1979) justamente en torno al afán meta-
lista de los españoles. Ya en 1573 su población era de 120,000 habitantes y
siguió creciendo hasta llegar a 160,000 en el siglo siguiente. Los "tratos y
contratos" eran permanentes y cotidianos en la vida de esos hombres. La
mercancía era la forma de todo lo que ellos necesitaban para vivir y el trato
mercantil fue actividad cotidiana de todos. No deja de ser ilustrativo a este
respecto un comentario de Marie Helmer (19 5 9, 8) : "hasta el grave corregi-
dor de La Plata, el licenciado Polo de Ondegardo , jurisconsulto eminente y
gran conocedor de antigüedades incaicas vende azúcar, 'diacitron' y confi-

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ESQUEMA GRAFICO DEL ESPACIO ECONOMICO DEL SUR
o
LIMA
>


o REGIONES:
cu seo
AREQUIPA
LA PAZ
LA PLATA
l.

2.
3.
4.
5.
Articulan un espacio produ ctivo circundante y viven de
sus flujos mercantiles.
Van al mercado.
Son mercado.
Se especializan y complementan.
Se definen por sus funcion es urbanas ademis del hecho
:!!
"E
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t:
' · \ del mercado. ·;;
GI
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-.............

ESPACIO DEL
TRAJIN ¡ l.
2.

3.
Carece de panllevar : io recibe de íu era.
Tie ne ganado en abundancia y trabajo
para el transporte.
Es por donde circula físicamente el trajín.

',¡¡~
Pacaje
... ........ ..\ Chucuito

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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave: Trajines

turas como cualquier tendero". No olvidemos que Polo fue antes corregidor
de Cusco y que de esa región comenzó a circular el azúcar (Glave 1980). Las
relaciones económicas que los hombres establecían para pagar las mercade-
rías abarcaban un abigarrado y sorprendente abanico de fórmulas (2). Ellos
nos informan de los problemas del abastecimiento por las lejanías, de las
complejidades espaciales de la especialización productiva y de los mecanis-
mos permanentes de la usura y la especulación. Estos últimos tenían su terre-
no de cultivo abonado en la circulación del metal como "mercancía dinero''
en el sitio mismo de la producción.
Entre Potosí y el puerto de Arica encontramos una primera ruta de
la circulación: Una ruta de ida y vuelta. De ida, al "mineral", iba el azogue de
Huancavelica, usado para la extracción de la plata. De vuelta, al puerto, cami-
naba el mineral extraído de Potosí. En el puerto nos encontramos a su vez,
con dos circuitos, correspondientes a la entrada del azogue y la salida de la
plata. Para la entrada del azogue tenemos una ruta de dos momentos. De
Huancavelica al puerto de Chincha en primer lugar, y luego, en segundo lu-
gar, de allí al puerto de Arica, por mar. Para la salida de la plata, también una
ruta marítima, entre Arica y el puerto de Lima, el Callao (3). Aquí aparece
Lima, el otro punto central del eje, la primera ciudad del espacio definido
económicamente.
Lima era importante en esta definición como punto de llegada del
metal y por su función administrativa : sede del Virreinato y Audiencia, que
cubría junto con la de Charcas, el conjunto del espacio articulado. Pero no
sólo por eso. Por el puerto del Callao llegaba al espacio peruano toda la mer-
cadería legalmente importada que los mercaderes distribuían en el espacio
interior. Por ello, así como en nuestro gráfico Arica se ubica como bisagra
del primer eje, otros puntos en el espacio aparecerán como articulados por
la circulación de la mercadería introducida y el retorno de las utilidades. Dos
rutas de este movimiento concluirán el eje central ordenador del espacio. La
primera, de Lima hacia Arequipa, que tiene una doble circulación, por mar
y por tierra. La segunda, de Lima hacia el Cusco y viceversa. Estas ciudades y
sus funciones nos introducen en el segundo nivel del esquema gráfico de rela-
ciones económicas espaciales.

Ciudades y regiones: la organización del espacio del Sur.

Cuatro ciudades serán las articuladoras del espacio del Sur: Cusco,
Arequipa, La Paz y La Plata. Sedes de múltiples funciones administrativas,
religiosas, militares, culturales y, por supuesto, económicas. Sus relaciones
con el espacio que articulan van a establecer entre ellas una dinámica de com-
plemento y de competencia. En el tiempo la importancia relativa de cada una
de ellas verá cambios sustantivos que determinarán variadas hegemonías,
algunas veces contradictorias. Su ubicación en términos sociales y económi-
cos será, pues, determinante para entender las formas espaciales de organiza-

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Estudios----------------------------

ción del intercambio y la división territorial de la producción.


Salvo Moquegua, pequeña ciudad que surgió como producto de los
intercambios del vino, éstas son las únicas ciudades importantes del espacio
que nos interesa estudiar ( excluimos la yunga de la Audiencia de Charcas
donde Cochabamba será la ciudad central). Potosí tiene un rango diferente
por su característica de "mineral" y por su envergadura incomparable, por
eso no entra en este segundo nivel de la reflexión. Lo mismo podemos decir
sobre Oruro, mineral de desarrollo más tardío y con peculiares problemas, de
características igualmente explosivas en términos de mercado y con un abiga-
rramiento poblacional también superior, pasando de 20,000 habitantes en
1608 a más de 70,000 en 1670 (4) . De menos importancia, no incluimos
tampoco a los otros minerales como Porco, Las Salinas y Berenquela. Sin em-
bargo, el abastecimiento de productos y de trabajo a los "minerales" será por
cierto el factor de mayor peso en la configuración del papel de las ciudades
referidas en el conjunto del sistema.
En otra oportunidad he tratado de ubicar al Cusco en este espacio
desde su propia dinámica interna (Glave 1980), no obstante, señalemos algu-
nos elementos importantes para este esquema que nos permitirá llegar a la
hipótesis central del texto que presentamos. De las cuatro ciudades de la sie-
rra sur del virreinato, fue Cusco la primera en ser fundada ( 1534). Como
centro del poder incaico, su importancia militar era evidente, por eso fue ne-
cesario poblarla de un vecindario español bien dotado de ricas encomiendas,
para lo que el territorio cusqueño fue propicio. En su área de influencia urba-
na nativa se podía contar una población cercana a los 200,000 habitantes
(Urteaga y Romero 1926). Siempre, durante los siglos de dominación colo-
nial, ese viejo factor hizo de la capital incaica un cenrio importante, incluso
engalanado como sede de Audiencia a fines del siglo XVIII. Era, además, el
punto de partida de la red caminera y de tambos que articulaban el espacio
andino del Altiplano.
La segunda ciudad en ser fundada formalmente por los colonizado-
res-encomenderos-militares españoles fue La Plata (1538) . Su importancia es-
tá asociada al mineral de Potosí, de manera que fue al influjo de la explota-
ción minera que esa ciudad se desarrolló . Su ubicación física, con dos siste-
mas de valles que la beneficiaban en el sentido de las comunicaciones y en el
del abasto , su clima benigno de altura menor a las frígidas zonas mineras,
fueron factores que la hicieron asiento residencial de los mineros. Estos
"hombres ricos" en su práctica social le confirieron a la ciudad un peculiar
sentido señorial en su organización. Aunque no puede compararse con el ca-
so cusqueño, la zona era también hábitat de una pequeña población indíge-
na y centro político del reino de los charca. Por ello, fue elegida como cabe-
cera administrativa, civil y religiosa. Sus funciones, pues, se fueron amplian-
do hasta hacerla también un mercado, un lugar de tránsito fundamental y
una plaza monetaria de primer orden (Schoop 1981, Rivera y Flores 1982).
Entre Cusco y La Plata, principales centros administrativos, cataliza-

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dores de las nacientes economías agrícola y minera respectivamente, un es-


pacio abierto causó más de un problema, en términos de fluidez para los in-
tercambios y también políticos. La intranquilidad y falta de definición polí-
tica que precede al establecimiento de un gobierno colonial altamente cen-
tralizado, fueron de alguna manera expresadas físicamente por esta hoque-
dad urbana española, en el terreno más densamente poblado por indígenas
(Cook 1973). Las "guerras civiles" tuvieron esta zona altiplánica como esce-
nario, por eso, La Gasea decidió fundar una ciudad que en medio de la red
caminera entre Cusco y La Plata fuera punto de tránsito, de redistribución
económica y de administración política controlada de la zona. Los enco-
menderos "fieles" en una zona de importantes encomiendas podrían asi' te-
ner un premio social y un tranquilizante político (5) . En un hoyo del alti-
plano, con minerales cercanos y de contornos geográficamente complemen-
tarios (entre el altiplano y las cortas quebradas que terminan en las famosas
yungas), donde una pequeña población indígena tenía su asiento, se fundó
en 1548 la "ciudad nueva" de Nuestra Señora de La Paz, para expresar lavo-
luntad central de acabar con la intranquilidad. El conocedor Mariscal Alva-
rado no erró en lo estratégico de su comisionada elección, el tiempo le fue
dando cada vez más la razón.
Mientras La Paz surge como complemento, que acabará compitien-
do con el otro centro urbano al sur oriente del lago del altiplano; en la otra
orilla, frente al viejo Cusco Inca nace otra ciudad española: Arequipa. En el
contexto de las disputas iniciales entre conquistadores, la necesidad de fun-
dar· una ciudad que administrara la región del Collesuyo y que reafirmara la
inclusión de Cusco en los dominios de Pizarro, fue el condicionante para que
el Gobernador planteara la fundación de Arequipa. Luego de una fallida
elección en Camaná en 1539, en 1540 se fundó en el rico valle del Chili la
ansiada ciudad que Pizarro requería. Su zona de influencia tenía por cierto
la virtud de ser rica en encomiendas con tributo agropecuario, pero sobre to-
do era estratégica para la colonización y las vinculaciones comerciales de Li-
ma con el sur. Un sólido núcleo español, con encomiendas en todo lo qul'
hoy es el sur peruano costeño y el norte chileno, se asentó en Arequipa. üe
esta_ ciudad dependían otros núcleos urbanos españoles menores. con sus pro-
pias dinámicas, como Moquegua y Arica. Sus costas fueron además la entra-
da marítima a las "provincias de arriba" ( 6 ).
Entre estas cuatro ciudades, otras tantas regiones circundantes se or-
ganizaron y el espacio conjunto del sur se administraba, controlaba y relacio-
naba por ellas. La población urbana, consumidora de bienes agrícolas, se
constituyó, como los "minerales" o las ciudades menores, en mercado, lo
cual merece acápite aparte. .
De acuerdo con los datos manejados por Hardoy y Aranovich ( 1970 ),
en el territorio de la Audiencia de Charcas en 1580 se registraban doce asen-
tamientos urbanos que, para ocho de los cuales con datos, totalizan una po-
blación de 1,445 vecinos o casas de españoles. En 1630, el número. de cen-

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Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

tros ascendió a 40 y los 20 que registran datos totalizan 10,100 unidades


vecinales españolas. La zona fue una de las de mayor concentración urbana
de todos los espacios coloniales de América. No sólo pues se trató de una re-
gión densamente poblada de indígenas, sino también, un asentamiento no-
indio y urbano de primer orden. A este segmento poblacional ep ascenso se
dirigía la producción agrícola mercantilizable.
Cuadro No. 1

POBLACION DE VECINOS ESPA~OLES Y ENCOMENDEROS


EN LAS CIUDADES DEL SUR. 1570.

CIUDAD ENCOMENDEROS ESPAÑOLES

Cuse o 80 500
Arequipa 35 400
La Paz 30 200
La Plata 32 300
Potosí 800
Porco 100

FUENTE: Jiménez de la Espada: "Relaciones Geográficas de Indias".

Para cuando el virrey Toledo desarrollaba el nuevo sistema económi-


co-social colonial, hacia 1570, los datos de población española son ya indica-
tivos de un aumento en el tipo de demanda urbana que patrocinaría también ,
como la economía minera, un mercado de productos agrícolas. Antes, como
paréntesis, debemos comentar los datos sobre población de encomenderos en
las grandes cuatro ciudades del sur. Ellos eran todavía la élite urbana y los
herederos de los privilegios de la conquista. En Cusco, por amplio margen, se
concentraba la mayor cantidad, algunos, los más ricos. Las otras tres ciuda-
des ofrecen guarismos similares entre ellas. No entremos todavía a comentar
lo poco fiable de estos datos, sólo tomémoslos como indicadores de un he-
cho evidente: aunque de centro del mundo a mero punto de paso, el Cusco
no siendo ya la ciudad fundamental del espacio Inca, era, con todo, todavía.
U!l núcleo indígena-espa11ol de características peculiares. Por otro lado, las
ciudades mineras no basaban su importancia en ser asiento de la élite domi-
nante señorial, ni Porco ni Potosí tenían vecinos encomenderos (Oruro no
se había desarrollado aún como el "mineral" importante que fue a fines del
siglo XVI) y si bien Potosí tenía ya 800 vecinos españoles (el más alto núme-
ro de ve.cindario español de las ciudades consideradas), el dato es pobre si
consideramos que la ciudad entonces tenía 120,000 habitantes, con una di-
námica demográfica explosiva . Datos de 1561 hablaban de 80,000 "ánimas"
(J iménez de la Espada 1965 ), para 1611 de 150,000 y en 1640 de 160,000
(Schoop 1981) cuando el mineral ya estaba en franco declive.

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De las cuatro ciudades consideradas, el Cusco, por todas las referen-


cias que se pueden recoger, tenía el mayor número de pobladores. Una gran
población indígena que fue disminuyendo pero que siempre fue particular-
mente numerosa y, sobre todo, urbanizada (7). Sin perder sus vínculos con
la tierra, estaba constituida por un grupo de artesanos especializados, auto-
ridades étnicas y yanaconas originarios de la nobleza y mostrencos. Junto a
ellos, encomenderos y funcionarios, alto clero y comerciantes muy activos,
formaban la población blanca más numerosa e integrada con ese ambiente
indígena que siempre marcó la fisonomía de la ciudad en una simbiosis pe-
culiar con aquellos blancos, señores y plebeyos. Para 1630 Cusca tiene to-
davía una población más numerosa incluso que un centro minero como Oru-
ro: mientras la vieja capital inca podía estar cerca de los 40,000 habitantes,
el explosivo centro urbano del mineral altiplánico había pasado recién los
20,000.
La Plata fue la segunda ciudad en importancia. Su población sin em-
bargo, siendo numerosa, no fue un indicador fiel de su papel en ese merca-
do en formación. Mientras en las "Relaciones Geográficas" publicadas por
Jiménez de la Espada encontrarnos, para 1561 una vaga relación a 1,500
"hombres", en 1570 esa población debía oscilar los 3,000 habitantes de
acuerdo con el cuadro que presentamos en base a otra referencia de ese
cuerpo documental (aceptando una población por "casa" no menor de 10
personas) . Para 1630-40 los datos nos ofrecen mayor seguridad pues los
1,100 vecinos registrados en 1630 (Hardoy y Aranovich 1970) son similares
a los 14,000 habitantes que en 1639 acepta tener lá ciudad según otr.a refe.-
rencia (Schoop 1981 ). Lo cierto es que si bien su crecimiento poblacional
fue claro y muy dinámico, no fue el volumen de pobladores, demandantes
de productos agrícolas mercantiles, lo que la distinguió como los "minerales"
o Cusca (8). Desde antes incluso al descubrimiento de Potosí en 1545, ya
la ciudad de La Plata era la "retaguardia" de las minas de las altas estepas
charqueñas con dos funciones claras: una de residencia, como recreo y resta-
blecimiento de los mineros españoles, y otra de abasto e intercambio, como
punto de contratación y de paso de las mercaderías necesarias a la econom ia
minera y la reproducción de la población de los minerales (Schoop y Már-
quez 1974, 15 y ss). Luego, las funciones administrativa y religiosa le dieron
su cabal preeminencia urbana en toda la región. En 15 59 se funda la Real
Audiencia y en 1609 se eleva el Obispado, creado en 1552, a la categoría de
Arzobispado. Por ello, la ciudad era punto central de paso de mucha gente
que se sumaría al volumen permanente de población que podemos registrar.
Como complementos fundamentales en la organización del espacio
por estos dos centros españoles de primer orden que fueron Cusca y La Pla-
ta, tenemos las dos ciudades más dinámicas del espacio y que finalmente
desplazarían a fines del siglo XVIII a las primeras como los ejes articuladores
del espacio: Arequipa y La Paz. Los datos de población de Arequipa nos ha-
blan sólo de "vecinos", estos oscilaron entre 300 y 500, lo que nos arroja

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Estudios---------------------------

una población central de unos 5,000 habitantes. Sin embargo, debió ser nu-
merosa la población mestiza dedicada al comercio y a la agricultura de los
contornos, así como los "arrieros" que acarreaban mercaderías desde los va-
lles costeños para luego ser comercializados con tratantes del Altiplano. En
la época de Toledo, durante la visita, en las rancherías y arrabales de Santa
Marta a San Lázaro vivían unos 1,500 indios y en la Chimba más de 10,000
(Málaga 1981 , 28), lo que nos habla de una población total también consi-
derable en la ciudad, que a fines del siglo XVI tenía medio millar de casas
de vecinos españoles. El mismo dinamismo tuvo la ciudad de La Paz. En
1548 se fundó con 42 vecinos encomenderos, la mitad de los que fundaron
Arequipa. En 1586 los datos hablan de 200 a 260 vecinos que no difieren
de los 230 que consignamos en nuestro cuadro. Su crecimiento, dada su es-
tratégica ubicación, fue más sostenido que el de las otras ciudades de nuestro
espacio. De ser la menor de las ciudades consideradas, poco a poco fue co-
brando la mayor dimensión e importancia. · ·
Las ciudades fueron también un mercado que completaron el explo-
sivo foco de demanda que eran las ciudades "minerales". Su abastecimiento
organizó una red de relaciones regionales en sus contornos, pero también, és-
tos se especializaron en la producción de determinados productos agrícolas
que se destinaban al consumo extra-regional, cuyo control pasó por función
y canal de acumulación de estas ciudades. Los casos más importantes del si-
glo XVI fueron la coca del Cusco y el vino de Arequipa (incluyendo Moque-
gua). El destino de fabulosas cantidades de estos productos fue por un lado
los "minerales" y por otro las ciudades. El vino arequipeño iba hacia el Cus-
co y hacia La Plata y Potosí. La coca cusqueña se enviaba como retorno de
la caravana arequipeña e iba gruesamente hacia Potosí y los otros minerales.
La Paz tenía su propia elaboración de vinos, y su coca competía en inferio-
ridad de condiciones con la del Cusco, pero sí recibía los flujos de merca-
dería europea del Cusco , y sobre todo de Arequipa, como escala comercial
fundamental, lo mismo que la producción textil comunal del altiplano ribe-
reño del Titicaca de la que hablaremos después.
Según una carta de 1565 vivían de la coca y su trato, dos tercios
de los vecinos de la ciudad del Cusco y los testimonios respecto a la coca
como la "principal contratación de aquel reino" son numerosas (Barnadas
1973, 382-383). En base a los datos de diezmos podemos establecer una
producción de coca en los valles del Cusco de unos 100,000 cestos de coca
hacia 1590, cada uno de los cuales con 18 libras de la hoja (9), que en su
casi totalidad eran trasladados a Charcas (Potosí y Oruro fundamentalmen-
te), haciendo escala en Chucuito (Zepita) y Carangas (Totora).
Por su lado, el trato del vino arequipeño de los valles de Vítor en
primer lugar y Moquegua en segundo, fue el otro gran movimiento de mer-
cancía agraria en el sur. Ya la visita de Chucuito de 1567 habla del crecien-
te desarrollo del cultivo de la vid en Moq uegua por ejemplo (Espinoza 1964)
y los testimonios, arequipeños y moqueguanos, son verdaderamente abruma-

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dores respecto a la primera importancia que este trato tenía para sus habitan-
tes (Miro Quesada 1977 y 1978). La producción debía oscilar a principios
del siglo XVII las 200,000 botijas según diversos testimonios, ocupando gran
cantidad de gente en su producción y transporte. Así como la coca se dirigía
al mercado indígena de los minerales (Barnadas 1973, 383) "movilizando" la
plata que los indios ganaban y guardaban, el vino era destinado fundamental-
mente a la población blanca en esas zonas del altiplano y minas: "siendo el
sustento principal para la vida humana por ser tierra fría y destemplada"( 10).
Otros intercambios unían las provincias del sur unas con otras, pero
fueron estos dos rubros los que, con la mercadería de Castilla, tejieron redes
gruesas de intercambio entre las regiones polarizadas por Cusco y Arequipa
con las llamadas "provincias de arriba". Esa fue la principal y más dinámica
imagen que siempre exhibieron estas regiones. Siguiendo esta circulación y
la producción de la misma tratamos en esta oportunidad de ofrecer un re-
trato de ese nuevo mercado que internamente se desarrolló en el espacio co-
lonial.
El "espacio del tra;ín"
" estando en el comedio y entra-
ñas de este reyno la dicha prouincia
(de Chucuito) y en el paso y camino
de toda la contratacion que ay desta
ciudad (Lima) y la de el Cuzco y Are-
quipa con la de la Paz y la Plata y con
la Villa ymperial de Potosi y auer de
yr y uenir por alli la plata toda que a
vuestra magestad se embia de aquel
asiento y minas de Potosi y la de la
Paz y el azogue todo que se lleua des-
de Guancauelica con que la dicha pla-
ta se saca no teniendo la dicha prouin-
cia mas de diez y ocho leguas de lar-
go ... el sitio y asiento de esta prouin-
cia de Chucuito y comarca della ...
(es). . . el paso y tragineria de todos
los comercios de las prouincias de
arriba ... " ( 11 ).
Francisco de Toledo.
Callao 1580.

Llegamos aquí al tercer nivel de las relaciones espaciales que quere-


mos graficar. Se trata, como veremos, del corazón del espacio.
Entre las cuatro ciudades principales del sur en nuestro esquema, un
espacio aparece como independiente de las influencias urbanas: el altiplano

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Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ribereño al lago. En términos político-administrativos y 'de aciministración


eclesiástica fue terre·no de disputas entre las Audiencias de Lima ·y Charcas
1

por un lado y los Arzobispados de Cusco y La Plata por el otro. No nos de-
tendremos en el complejo juego de fuerzas que decidió la delimitación admi-
nistrativa ( 12), sólo señalemos que recién a inicios del siglo XVII quedó tra-
zado el conjunto de límites jurisdiccionales, civil y eclesiástico, luego de mar-
chas y contramarchas en las decisiones de la Corona presionada por Lima y
Charcas.
Finalmente, Chucuito cayó bajo la jurisdicción de La Paz, tanto civil
como religiosa, y los límites de las Audiencias se establecieron en el Collao,
quedando Carabaya bajo la jurisdicción de La Paz sólo en el terreno civil. Sin
embargo, ese espacio, ribereño al Titicaca, tenía una característica peculiar.
Un testimonio contemporáneo nos ilustra al respecto:

"En esta sierra está la prouincia del Collao, que aunque de suyo es
poca cosa lo que propiamente se puede llamar Collao, pero los espa-
fi.oles impropiamente llaman Collao todo lo que ay desde el Cuzco á
Potosi, que se incluye el Collao, prouincia de Chucuito, Rupacas (sic),
Pacaxas y Carangas ... Todo esto es tierra muy fría, donde Eºr espa-
cio de más de 120 leguas no se coge trigo ni maiz .. . " ( Ramírez
(1597) 1906, 293 ).
Una fisonomía geográfica común, el altiplano, hacía de todo el ámbi-
to un mismo lugar en la imagen física del espacio que tenían los hombres.
Las declaraciones que en 1563 se tomaron en España a connotados vecinos
de Indias, conocedores de la zona a delimitarse entre las Audiencias, enfati-
zan la característica llanura del espacio que saliendo del distrito del Cusco
conducía a Potosí-La Plata por lo que genéricamente se llamaba "Collao"
(Maurtua 1906-A, 101 y ss.). Pero al paisaje se unía también un tipo de pro-
ducción propio: los "frutos de la tierra" eran la única producción agrícola
de esas regiones "frigidísimas". Papas, el chuño que de ellas se hacía, las
ocas, la quinua, la cañehua y la cebada, junto a genéricas y nunca especifica-
das "otras semillas del país", eran mencionados como consustanciales al tipo
de terrenos ( 13 ). Esas más de 120 leguas donde sólo se cogen los frutos de la
tierra y no se encuentran los productos de climas amenos como el trigo o
maíz, era sin embargo cuna de la "riqueza de los indios" (Ramírez (1597)
1906, 299): el ganado que criaban.
Los "caminos reales", entre ellos el más importante del reino, entre
Cusco y Potosí (14), y la abundancia de ganado, se sumaron a la'·densidad
de la población de la zona, la más grande también de todo el reino. Esos eran
los elementos que harían vital este espacio, al funcionamiento del mercado,
a los intereses de los españoles en el Perú y a los de la metrópoli interesada
en aumentar sus recursos fiscales. Por eso, en 1580, Toledo hablaba de ése
y no de otro factor para informar al Rey de la importancia de la zona. Chu-
cuito y esta zona altiplánica habitada por aymaras y uros estaba en el "come-

20 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

dio y entrañas" del reino y era "paso y traginería" de "todos los comercios
de las prouincias de arriba". Esa ubicación y los recursos necesarios para el
"trajín" hicieron admirable por sus "riquezas" a la provincia de Chucuito.
El Presidente de la Audiencia de Charcas, Juan de Cepeda, en carta al Rey,
del 15 de marzo de 1591 reafirma esta impresión (15) :
" ... unanim~s y conformes la desean y procuran por ser la mas rica y
de mas cantt~ad. de ganados y otras cosas que en breve enriquecen ,
que otra provmc1a del peru por rica que sea. Porque donde no hay la
gente que en chucuito y el ganado de la tierra, no puede haber trato
ni grangerias de tanto momento como en chucuito las hay''.
Por eso el corazón del esquema al que hemos querido reducir las re-
laciones espaciales de mercado es este que hemos denominado: "el espacio
del trajín", para usar un adjetivo de los contemporáneos.
Ese espacio , medular como no no~ cansaremos de repetir, al funcio-
namiento de la circulación e integración de los espacios del mercado colonial,
era un espacio indígena. En ese lugar no se fundaron ciudades españolas; otro
testimonio de la época (Capoche (1585) 1959, 172) lo caracterizaba así: "es-
ta provincia es un pueblo de naturales con título de ciudad, que tiene seis
pueblos principales de la nación lupaca en el collao sujetos a ella". El orde-
namiento que los españoles hicieron de la población, obedeció a sus patro-
nes de concentración, fundando reducciones que, a las características de to-
das éstas, añaden en este caso el ubicarlos en los puntos principales del paso
del "camino real", usando por cierto los patrones ya establecidos por los in-
cas. Las poblaciones se organizaron en torno a iglesias y, desde antes de pro-
veerse corregidor, los religiosos dominicos que las tomaron, fueron el agen-
te "español" de sujeción y dominio de los grupos humanos lupaqa de habla
aymara. Los pueblos no tenían el orden de la fundación española sino que
eran abigarrados conjuntos de viviendas indígenas organizadas en tomo a la
iglesia. El poder español y las exacciones locales de excedente de la pobla-
ción indígena eran ejercidos y ejecutados por el sector religioso, hasta 1579
en que los dominicos fueron atacados por Toledo, que dispuso el terreno pa-
ra otros intereses españoles ya muy arraigados en la zona (16 ).
En la ribera oriental del lago, el reino Pacaje ofrece una fisonomía si-
milar. Si bien su espacio estaba articulado muy directamente por La Paz, la~
características físicas de la zona y su ubicación como punto de paso harían
del territorio Pacaje la continuación del espacio del trajín. En 1563 los caci-
ques de Calamarca pidieron que se siga dando cuatro indios para el Tambo de
Guaqui por parte de los de Machaca. Así lo estableció la Audiencia de Char-
cas, mientras se hacía una visita para determinar cambios, manteniendo la
norma que se instituyó en el tiempo del Inca. Sin embargo, en 1585; la situa-
ción del reparto de trabajo a los tambos del territorio Pacaje se tornó conflic-
tiva. Ante el Corregidor de La Paz , los caciques Pacaje de Caquiavire (cabece-
ra del reino), Caquingora, Machaca y Callapa, es decir, el sector Urcosuyo .

No. 1, setiembre 1983 21


Estudios----------------------------

pidieron no seguir dando indios para el serv1c10 de los tambos de Guaqui,


Tiahuanaco y Calamarca, sector Omasuyo, como lo había fijado el virrey To-
ledo. La Audiencia, interesada en mantener adecuadamente provisto el cami-
no fundamental que pasaba de Zepita, por el incretble puente del Desaguade-
ro, al tambo de Guaqui, para seguir, deteniéndose en Tiahuanaco, a retomar
el camino inca de Umasuyo en Calamarca; ordenó que se siga proveyendo
servicio de indios pacaje de Urcosuyo para estos tambos, como se hacía tradi-
cionalmente "han tes que se bistase la tierra" ( 17). El cacique principal de Ca-
quiavire y Gobernador de la Provincia de los Pacaje, Sebastián Taasi Guanca-
ra adujo que:
"antes solamente se caminaba desde los rreies a la Plata por el camino
de los pueblos de los dichos yndios de calamarca y despues se camina
mucho mas por la provincia de los pacassas ... "

En efecto, el camino principal que retomaba las rutas de Cusco y Arequipa


por los pasos de los lupaqa, a la ribera occidental del Titicaca ("laguna de
Chucuito"), seguía el camino inca de Urcosuyo que se dividía del de Orna-
suyo en Ayaviri, en el Collao. De ahí se retomaba el de Umasuyo siguiendo
la ruta ya señalada, lo mismo que hacia la ciudad de La Paz que comenzó a
ser punto nuevo de paso en ese camino. Sin embargo, desde Zepita, que ha-
cía de puerto terrestre de la mercadería antes de pasar a las "provincias de
arriba", se seguía, por Machaca, Caquiavire, Caquingora y Callapa, hasta To-
tora en los Carangas, por donde el camino ribereño occidental de la "laguna
de Paria" o Lago Poopo conducía a los minerales de Oruro y Porco, cerca
a Potosí sin pasar por La Plata. Sospechamos, ese era el camino de la coca
cusqueña cuyo "puerto" de introducción a los minerales fue el pueblo de
Totora (18 ). Ese camino se incrementó en uso con el crecimiento acelerado
de Oruro del que ya hablamos.
Las disputas nos informan sobre el elemento físico de la circulación
en que el territorio Pacaje desempeña la misma función importante que el
Lupaqa. Pero no fue ese el único factor en que los pacaje contribuyeron a los
trajines como parte de ese espacio del trajín. En su provanzajustificativa del
reclamo, una pregunta de los pacaje de Urcosuyo para la presentación de sus
testigos dice:

"y si saben que de la prouincia de los pacassas salen cada año mas de
myll e quinientos yndios para traer comydas e mercadurias a la villa
de potossi y la costa cochabamba cuzco y otras partes sin los que se
ocupan en seruicio de los tambos e guarda de ganados a beneficio de
las dichas caxas que son en mucha cantidad digan lo que saben" (19).
El ganado, los hombres y la ubicación de la tierra, nuevamente en el
caso pacaje, espacio indígena aymara (Barragán 1982), hacen de ese lugar,
con esos hombres, el espacio del trajín. Sin embargo, esta última referencia

22 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _Glave: Trajines

nos plantea un nuevo elemento del mercado.


Desde muy temprano, los españoles usaron el sistema indígena de
"tambos". Estos sirvieron a los "caminantes" de la conquista. Pero, poco a
poco , comenzaron a abastecer a los "comerciantes". Los tambos debían es-
tar aprovisionados y poblados para abastecer a los hombres y sus animales:
además, el servicio incluía el mantenimiento de los caminos reales y los puen-
tes. Las primeras regulaciones, que datan de 1543 (Zavala 1978, 7- 9), estu-
vieron guiadas a evitar el uso de los indios como cargadores, práctica muy im-
portante en los inicios. Esa legislación entró en contradicción con los enco-
menderos que todavía no tenían " moderación" en sus tributos y en el uso
del servicio personal de sus tributarios. También , se trató de prohibir el uso
gratuito de bestias de carga de los naturales. Aunque se supuso que estas or-
denanzas debían tener validez por sólo tres años, hasta que se dictara una le-
gislación más acabada y acorde con un mejor conocimiento de las necesida-
des de una circuiación creciente. su duración se prolongó hasta Toledo que
tampoco atacó frontalmente el problema. El abuso a que eran sometidos los
indios era aparentemente el motivo de esa legislación de 1543. Al respecto
Polo de Ondegardo (Ondegardo (1571) 1872 , 91-92) dice lo siguiente:

"Otro tributo tenyan comun en todo el reyno, del serviyio de tambos


e camynos e puentes en todos los rrios que son muchos , a todo lo
qual acudían por comarcas, conforme a la horden que se les avia
puesto , aunque esto en nuestros tiempo a sido sin comparayion mas
pesado, porque a los principios camynaron mucho los españoles e ca-
si lo tenyan por ofiyio , sin aver en que en tender por el buen serui<;:io
y gran provision que los yndios dauan en todos los camynos; porque
mucho tiempo duro dar yndios en los tambos para cargas todos los
que cada uno pedia , e aun para amacas si queria camynar en ornbros
de yndios no tenya que hayer mas de negociarlo en el primero tambo
donde salia; porque despues, como llegaua le daban el rrecado aun-
que fuese quinyentas leguas ; y fue cosa exsorvitante lo que en esto
paso, hasta que el li<;:enciado Baca de Castro puso en ello limyte y
tasa .. . "

Sin embargo un comentario de 1580, usado por Rolando Mellafe


( 1965 , 73-74) nos da otra visión de los procesos en desarrollo. Efectivamen-
te, las protestas del grupo encomendero no se harían esperar frente a la de-
manda creciente que de trabajo y productos tenían los tambos , quitando par-
te del excedente al antiguo grupo privilegiado de la sociedad colonial que se
encontraba en retroceso. Adecuadamente, Mellafe nos dice que tanto Vaca
de Castro como, y sobre todo, el virrey Toledo, mantuvieron una institución
originada en el trabajo comunitario del tiempo inca "confrontada con una
distinta realidad económica". Los requerimientos de servicios aumentaban
en la medida en que la circulación no era individual, de caminantes, sino de
grupos que llevaban grandes cantidades de · mercaderías, mientras la pobla-

No. 1, setiembre 1983 23


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ __ _ _ _ __

c10n de los ayllus descendía violentamente por diversas razones. Un memo-


rial que los indios Pacaje hacen llegar al Consejo de Indias -a fines del siglo
XVI- distingue claramente entre el carácter de reciprocidad que tenían los
servicios de tambos en la época prehispánica y cómo se mantuvo en los pri-
meros momentos de la conquista, frente al oneroso e impositivo servicio que
los comerciantes comenzaron a demandar en los caminos. Igualmente, señala
la carga qúe sobre las economías comunales significaba mantener ese servicio ,
por el número creciente de españoles que consumían y que hacían circular
las mercancías para ese destino , frente al número descendente de la pobla-
ción que los ayllus controlaban (20).
Desde las ordenanzas de Vaca de Castro , quedaba claro que el tránsi-
to de caminantes por los tambos reclamaba los servicios que fueron una prác-
tica prehispánica , pero no un servicio para los comerciantes. Reiteradas ve-
ces, se decía en las ordenanzas que no se podía obligar a los indios a ir de
tambo en tambo contra su voluntad y, si los propios indios aceptaban, debía-
seles pagar conforme a lo establecido por las leyes . Sin embargo, el desarrollo
de los "trajines" en ese esquema de intercambios especializados regionalmen-
te , obligaba a grandes movilizaciones de energía campesina y el uso , en otras
condiciones de mercado, de los caminos y los tambos. Esos 1,500 indios
pacaje qu e circulaban con las mercancías, al margen de los qu e servían los
tambos y caminos nos ilustran al respecto. Sin embargo , esa movilización de
energía campesina hacia el trajín era una empresa privada. Eran mercaderes
particulares los que hacían tratos para trajines con los indios, claro que me-
diados , como todos en esa sociedad , por los mecanismos de dominación colo-
nial (tributo y mita). Los corregidores estaban en ese contexto en inmejora-
ble posición como regresaremos a explicarlo ampliamente.
Hubo no obstante una legislación intermedia de la que tenemos noti-
cia, aunque estamos seguros que sólo fue una forma más de apoyo a los "tra-
jines privados". Dos cédulas, de 1582 y de 1591 , nos ilustran al respecto(21 ) .
.La primera fue dada por el virrey Martín Enríquez a pedido del procurador
arequipeño, nada menos que Juan Ramírez Zegarra. El virrey ordenó a los
corregidores del Camino Real de Arequipa a Potosí que den indios para guar-
da de ganado y ayuda a los tratantes en los caminos, pues Arequipa vivía del
trato del vino y se abastecía de lo que ellos traían para cambiar por vino. Pe-
ro si en 1582 se percibía una falta de "aviamiento" en los caminos, una déca-
da después la situación se hacía insostenible. El procurador general de Are-
quipa , entonces Francisco Hernani Santa Cruz, decía al virrey en su relación ,
que la ciudad no tenía más sustento ni hacienda que las viñas de Vítor y Si-
huas y que la situación desde 1589, se hacía insostenible "por el mal avia-
miento que vos los dichos corregidores y justicias dabais de indios en vuestras
jurisdicciones para el trajin del dicho vino". Muy agresivo, pero muy cierto
en su denuncia, Hernani acusaba a los intereses particulares de los corregido-
res por la falta de indios para los trajines. Como los tratos de los corregidores
movilizaban los indios que se disponían, fuera de la mita, para los trajines ,

24 Revista Andina Vol. 1


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los tratantes arequipeños se encontraban en desventaja para disponer del tra-


bajo campesino. El pedido arequipeño implicaba una suerte de "mita" de
So/o de indios que quedaban luego de la cuota de los mitayos. El virrey,
consciente de las necesidades de esa ciudad especializada en la saca de vino
para Cusco y Charcas, ordenó que se dieran indios para esos trajines y para
guarda de ganado; pero no estableció cuotas fijas. Es de suponer que si los
que debían dar los indios eran los acusados corregidores de las provincias del
"espacio del trajín" , la cédula no tuvo mayor efectividad . Por otro lado, es-
tas cédulas, contradictorias incluso con las ordenanzas de 1543 , muestran có-
mo en el espacio del trajín la asignación de recursos era una resultante del
ejercicio del poder local , de la competencia de intereses particulares y del vo-
lum en de la circulación y de los trabajadores disponibles . En resumen, era el
terreno de desarrollo de un tipo de mercado interno colonial.
Asistimos entonces a un cambio en el tipo de relación de la econo-
mía comunal y la imposición estatal. La relación que se dio en función de in-
tereses "sociales" para el caso Inca, pasó a ser una subordinación despótica
de la economía comunal y el servicio de caminos "colectivo", en favor de los
intereses particulares de los mercaderes en la Colonia. Pero eso no era todo .
También , como la referencia del pleito puesto por los indios pacaje de Urco-
suyo nos lo señala, una masa creciente de energía campesina era contratada
para el trajín. Así, la producción de la circulación usab a o transfería la fuer-
za de trabajo y los recursos comunales (animales sobre todo) de las poblacio-
nes de este "espacio de trajín" , espacio físico y económico-social, haci a el
momento de la circulación de las mercancías agrícolas, por dos vías:

a) La vía de los caminos y los servicios de la infraestructura vial. Una


mediación del despotismo estatal para transferir recursos a la circulación del
ca pital-mercancía de mercaderes particulares (22).
b) La vía del trato privado para el trajín entre el mercader y la comu-
nidad . Esta segunda manera, directa para la circulación del producto hacia el
punto de consumo, se hacía entre la comunidad (y no el individuo) y el mer-
cader, mediada por la necesid ad comunal de cumplir con el tributo en mon e-
da . Así, se forzaba a la comunidad a mercantilizar sus excede ntes y contratar
la fuerza de trabajo con el mercader que ponía un capital en circulación (23 ).
La relación de estos reinos aymaras del Altipla no co n la "economía
mercantil colonial", fundamentalmente de los lupaqa y pacaje , pero también
de los Carangas , Collas , Canas y Canches, se dio con la producción de la cir-
culación. Sin ella hubieran sido imposibles los intercambios especializados de
las regiones y la realización de las mercancías en las ciudades y los "minera-
les". El "espacio del trajín" nos diseña las formas en qu e el Estado colonial y
el capital mercantil encarnado en los mercaderes particulares, conjugan inte-
reses para " la anulación del espacio por el tiempo".

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Estudios _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ __ _ _ __

El Trajín del Vino y la Coca


Veremos en el resto de este artículo el trazado de estas relaciones so-
ciales para la circulación, sin entrar por ahora en sus implicancias en términos
de la producción y reproducción de las formas comunales y las nuevas em-
presas españolas. Los "trajines" son sólo un capítulo en la formación del
mercado interno colonial. Seguiremos la trayectoria de la circulación de dos
productos : el vino y la coca. Circularon desde Arequipa-Moquegua hasta
Charcas y desde Cusco al mismo punto final.

Diego Dávila: testigo de la formación de un mercado


El I O de setiembre de 1588, Diego Dávila , escribano por lo menos
desde 1587, hizo su primera escritura pública en el lugar donde luego sería
notario y testigo clave de su desarrollo como villa y región vinera. Todavía la
región se conocía como "valle de Cochuna" y no existía Moquegua como vi-
lla española , salvo por dos emplazamientos pequeños que recién se unifican
en 1625 . Fue Pedro Cansino quien otorgó esa primera escritura suya en Mo-
quegua a Diego Dávila , llamado especialmente para ello. Viejo morador y
"heredado" del valle, Cansino fue uno de los fundadores del trabajo de la vi-
i'ia en la zona y de su embrionaria población española desgajada con particu-
lar interés de la ciudad de Arequipa. Probablemente, de acuerdo con Miro
Quesada ( 1978 , 189), Cansino estuvo en Siguas antes de pasar a Moquegua
en dond e junto con el vecino arequipeño , encomendero y Juego "heredado"
de Cochuna, don Hern án Bueno , puso las primeras viñas y comenzó la his-
lüria de la empresa es pañola en la zona (24). Cansino estaba casado con Ana
de Bilbao , hija de Pedro de Bilb ao , uno de los más antiguos pobladores de la
región . que fue Teni ente de Corregidor en Sama durante la " visita" de 1567
( Fspinoza 1964, 127) . La escritura a que hacemos referencia fue una "pro-
mesa de dote" que otorgó Cansino a su futuro yerno , Andrés de Espinoza.
Este fue un mercader de productos importados , el primero y más importan-
te de la nac iente villa moqueguana , con influencia en todo el territorio de re-
lac ión de la zona que llegaba al Altiplano; también , en menor escala, nego-
ció con el producto agrario principal de Moquegua : el vino . Justamente, la
"dote" de María de Bilbao, hija de Cansino, estaba constituida por 2,000 bo-
tijas de vino entregadas en cuatro años y puestas en la "bodega" de la here-
dad de Cansino (25).
Los fundadores de la villa y sus heredades fueron un grupo pequeño
de españoles, algunos encomenderos "vecinos" de Arequipa, pero más "he-
redados", pioneros de la empresa agraria española , que también eran co-
merciantes y algunos , incluso , sólo comerciantes, pero aceptados dentro de
esa señorial casta que se fundó en Moquegua. En 1594 por ejemplo, todos los
habitantes , que ya se hacían llamar "vecinos y heredados" de Moquegua y

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AREQUIPA
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No. 1, setiembre 1983 27


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

Cochuna, se enfrentaron, con un claro espíritu de unidad, con el Corregidor


de Arequipa que les demandaba su contribución para la construcción de uno
de los puentes importantes de la ciudad. El vecindario moqueguano adujo te-
ner otros problemas particulares y estar muy lejos de Arequipa como para
que les tocara colaborar en esa construcción (26). Ese tipo de escrituras se re-
pite en los fondos de Diego Dávila. Pero no sólo eso, también, siguiendo la
información de los registros del notario , podemos ver la constitución de una
oligarquía aristocrática que controlaba la villa y basaba su poder en pingües
negocios con el más afamado vino del sur del Perú. El vino moqueguano era
monopolizador , junto con el de Vitor, del mercado de los "minerales" de las
"provincias de arriba" .
En síntesis, para retratar ese "satélite" de Arequipa que en base al co-
mercio del vino puso un ritmo peculiar al esquema de relaciones del conjunto
regional , citemos en extenso una acertada opinión (Miro Quesada 1978, 186):

"Aislados de las sedes mayores y de los caminos troncales del Virrei-


nato , dispersos en el valle por el cultivo de sus tierras, tenían sin em-
bargo una vinculación fundamental, que los convertía en una peque-
ña aristocracia rural , de modestos recursos, sin el poder político de
los encomenderos, pero no por eso sin cierto sentido señorial y en
realidad más perdurable".
Aunque no compete a este artículo, hacemos mención no obstante,
que la importancia de Moquegua fue en aumento al punto de superar am-
pliamente la producción de vino de los valles arequipeños. Así, los recursos
"modestos" de Moquegua no dejaron de ser un volumen importante de los
tratos de ese mercado del Sur.
Pero no sólo estas pistas de trabajo ofrece ese testigo que fue Dávi-
la . AI revisar sus protocolos, nos encontramos con que su actuación no fue
sedentaria sino que se desempeñó como escribano itinerante en varios pue-
lJlos indígenas. Sólo hacia 1594-5 comienza a ser más fija su ubicación en
Moqu egua. en donde se establece ya definitivamente, adscrito a la población
de la villa y sus actividades, hacia 1598-1600. Así, en sus desplazamientos
el escribano reproduce el carácter de movimiento que las actividades de los
no-indios tenían en ese "es pacio del trajín" . Por otro lado , los lugares en
que actuó Dávila (ver croquis del espacio definido por el primer protocolo
de Diego Dávila). fueron los cabeceros poblacionales de la etnia de los íupa-
qa, lo que no deja de ser por cierto otra pista de trabajo (Pease 1981-1982).
Las primeras 17 escrituras del protocolo No. 1 de Diego Dávila co-
rrespondientes a su primer año de actuación entre 1587-88 nos permiten un
ejercicio introductorio. La primera que aparece legible (son unas pocas las.
que se han perdido) fue registrada en llave , luego, Dávila se traslada a la ca-
pital Lupaqa en C:hucuito para luego ir a Juli , Pomata y Zepita. Aunque Chu-
cuito fue el lugar de otorgamiento de 7 de las 17 escrituras, su preeminencia,
clara en términos de la organización étnica, no lo era en términos de los tra-

28 Revista Andina Vol. 1


_ _ __ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Glave: Trajines

tos "españoles", los cuales tenían en Juli un centro de la misma importancia


que la capital Lupaqa.
El análisis de estas escrituras en tres niveles arroja otros resultados
ilustrativos, además del carácter itinerante de la actuación notarial en el te-
rritorio Lupaqa (alguna escritura escapa a ese espacio, como la de Yanque en
los Collaguas). Los grupos "españoles" o no-indios que actúan en la zona , en
términos de su ubicación frente a los indígenas y el aparato de control colo-
nial local, son básicamente tres : los sacerdotes , los funcionarios y los "espa-
ñoles entre indios". Los doctrineros, como ya dijimos eran todavía en esa
época el grupo "español" más activo de esos espacios indígenas . Los "espa-
ñoles entre indios" (Lockhart 1975) eran numerosos y activos también, eran
ubicados normalmente en las escrituras que otorgaban , como "andantes"
más que como "residentes". Finalmente, no dejan de aparecer en las escritu-
ras los funcionarios, desde corregidores hasta los propios escribanos , admi-
nistradores de bienes indígenas, contadores y otros que, como veremos en
otros documentos, son llamados "allegados" al corregidor.
El segundo nivel de análisis nos permite , respecto al tipo de escritura .
señalar, desde el inicio , la abrumadora mayoría de los "tratos" mercantiles.
En ese espacio donde todo era movimiento, no resulta extraño este neto pre-
dominio en los registros de nuestro "testigo". Pero , esos tratos ofrecen una
característica: la casi totalidad se refiere a tratos que no se han finiquitado
sino que sólo garantizan, ante el escribano, el cumplimiento y finalización de
una operación . Los "deudos", cuyas fórmulas serán muy amplias (Helmer
1959); los poderes, que revelan la característica relación entre regiones de la
mayoría de los tratos ; finalmente, los fletamentos .
Una mención aparte merece el numerar las escrituras que se refieren
al vino. Cuando todavía el escribano actúa en el Altiplano y no en el valle
caliente productor creciente de la vid, ya la presencia del vino se hace cada
vez más mayoritaria. Fijémonos ahora, dado nuestro interés para este traba-
jo, en los tratos de "fletamento" que se hacen también más numerosos con-
forme avanzamos en los folios de los registros de Dávila. En base a los datos
de una década, hemos elaborado una "ficha general para flete de vino" que
resume las condiciones de los fletamentos.
Los "Trajinantes" movilizaban tropas de "ganado de la tierra" de
cuatro a seis mil animales , cargados con dos botijas de vino, de unos ocho li-
tros cada una (27). El trato del vino era de los más grandes de todo el con-
junto regional , y el de Arequipa-Moquegua , monopolizó prácticamente los
mercados del espacio entre Cusco y Potosí. El vino de La Paz y de Cocha-
bamba, sacado en buenas cantidades, no era suficiente para el abastecimiento
de los "minerales", por eso , de los espacios de la costa del Pacífico se reque-
ría producción para esa zona. Pero fue el vino de la ciudad de Arequipa el
que controló ese mercado . Lo mismo ocurrió en Cusco, donde una revisión
de las escrituras de fletamento nos confirma este monopolio , sólo disputado
desde la tercera década del siglo XVII cuando comienza a fletarse algún vino

No. 1, setiembre 1983 29


Cuadro No. 2
ANALISIS DE LAS ESCRITURAS DEL PRIMER A~O DEL REGISTRO o
DE DIEGO DAVILA 1S8i-88 >ro
e
NUMERO DE ESCRITURA 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 1415 16 17 Total -g
<(
ro
Chucuito X XXX XX X 7 _;
>
Juli X X X X X X 6 (1)
a:
Poma ta X 1
LUGAR llave X 1
Zepita X 1
Yanque X 1

Participa por lo menos una persona eclesiástica X X X X X X X X X X 10


GRUPO Participa por lo menos un funcionario X X X 3
SOCIAL Participa por lo menos un "español entre indios"
o mestizo X X X X X X X X X 9

Renovación de poder para matrimonio X 1


Cobro de salarios X X 2
TIPO DE Gestiones en España X X 2
ESCRITURA Testamentos X 1
Trato mercantil X XXX XXX X X X X l1

Venta de tierras X 1
TIPO DE Venta de esclavos X 1
TRATO Deudos (dinero o especies) X X X 3
MERCANflL Poderes para participar en el mercado X X X X X 5
"'o Fletamentos X X 2
"O
::::,
t: Se refieren al vino (específica o generalmente) X XX X X X X 7 o
w (')
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

de Nazca. La producción creció vertiginosamente en la zona arequipeña, par-


ticularmente en Moquegua. Ahí, por ejemplo, una heredad llamada Yaravico.
tenía en 1586 unas 18,000 cepas, llegando a 38,000 unos veinte años des-
pués. En un territorio que no creció por lo corto y estrecho que era ese va-
lle ( 28).
Para esos grandes cargamentos, los comerciantes , "trajinantes", ha-
cían muchas transacciones. Algunas de éstas eran sólo para el servicio de con-
ducción o flete del vino , a ser entregado en un punto determinado, al apode-
rado del productor mismo; podía sin embargo establecerse un trato en que el
"fletero" no sólo aceptara el transporte sino que se encargara de la comercia-
lización. En cualquier caso , movilizar el vino tenía un costo y éste obligaba a
un detallado entendimiento entre las partes . La escritura de fletamento pre-
cisa aquello.
El trato se hacía en los meses iniciales del año agrícola asegurando
así el productor, de antemano , el transporte de la mercancía a la plaza Je
consumo. Los heredados no tenían, salvo los casos en que éstos eran a su vez
comerciantes, el "ganado de la tierra" requerido para movilizar tan grandes
cantidades de botijas. Las llamas fueron elemento indispensable en el anda-
miaje de la circulación de mercancías agrícolas, no podían ser reemplazadas
por otro tipo de ganado y resultaban absolutamente más económicas que las
mulas que ya comenzaban a ser utilizadas en otros espacios (29) . Por ejem-
plo , el transporte del vino , de los valles arequipeños a la ciudad, se hacía en
mulas. Lo mismo ocurría con la coca llevada desde Paucartambo hacia los
depósitos en la salida de dicho valle (30). Pero el transporte largo , en donde
estribaba el más alto costo de la circulación de la mercancía, se hacía en lla-
mas. Por ello, un grupo especializado y diferenciado de trajinantes-comer-
ciantes tomó a su cargo la producción de esta circulación larga.
El movimiento de la mercancía en esas difíciles condiciones espacia-
les y sociales, largas distancias por terrenos agrestes y malos caminos (sólo
aceptables si se mantenía ese subsidio comunal forzado colonialmente) , im-
plicaba el consumo de grandes cantidades de energía animal y humana. Lla-
mas, sogas llamadas guascas, especies de cestos para colocar las botijas llama-
das izangas, algunas veces las botijas mismas y,' finalmente, los hombres que
cuidarían del ganado y la mercadería : son éstos los elementos que el trajinan-
te debía proporcionar para el trato. Sin ellos, el vino no pasaría a ser una
mercancía. Este era un proceso indesligable que comenzaba en la empresa
agrícola y sólo terminaba en el lugar de consumo. "Si imaginamos un mismo
capital que produzca y transporte, ambos actos quedarán inclusos en la pro-
ducción inmediata, y la circulación ... es decir la transformación en dinero
tan pronto el producto adquiere su forma última para el uso , su forma apro-
piada para circular, sólo comenzaría después de llegar a su lugar de destino"
(Marx 1978 , 11 ). La falla de uno de los contratantes debía por eso ser san-
cionada de antemano y garantizar los mecanismos de la restitución.
Sólo Potosí consumía unas 50,000 botijas de vino ( Cobb 1977 , 126 ).

No. 1, setiembre 1983 31


FICHA GENERAL PARA FLETE DE VINO _;
o
ESCRIBANO: Diego Dávila >
FECHA: 1587-1600 ( en los meses iniciales del año agrícola, desde noviembre-diciembre hasta julio a proximadamente).
LUGAR: Moqucgua o desde una de las cabeceras de Chucuito entre un heredado-com erciante de Moqueg,.rn o un comerciante ele la "'e:
provincia que compra vino en Moquegua para vender en Chucu1to o Potosí y el TRAJINANTE. ~
OTORGANTE: el heredado o el comprador de vino de Moquegua. <(
ACEPTANTE: El trajinante qu e a veces comercia en Potosí el mismo cargamento.
MATERIA DE FLETE: Botijas de Vino (otorgante ): entre 500 y 1,000 botijas en la mayoría de las veces (botijas de unos 8 litros "'
t,
aproximadamente con un sello). >
Q)
Ganado y avíos (aceptante); un "camero de la Lierra" por 2 botijas, 1 indio por hasta 25 animales,(*) izan- ce
gas, guascas y " los pertrechos necesarios" ( incluye " repuestos" y man ten imien -
to).
HEREDAD : Puede mencionar el nombre(s) o el del (los) propietarios o simplemente el valle.
FECHA DE RECIBO; agosto (mediados)-setiembre (mediados). Hay plazo de 15 días mas o mmos, o fecha fija a ser serv ida en dos
días segú n la llegada del ganado.
CONDICIONES: OTORGANTE: En la entrega de Botijas de vino (TIEMPO) : si no se entregan el trajinante puede fl etar sus carneros
y el otorg-Jnte reponer la pérdida si la hubi ere. También,
pagar el fl ete de vacío. Algunos estipulan el pa IJl del al-
quiler de los indi os en baj ar a Moquegua.
ACEPTANTE: En la entrega o entrada del ganado (con sus
avíos) para carga (TIEMPO) : luego de "señalar el vino ante la justicia", puede fl etar
otra tropa a cuenta del otro (trajinant e) a cualquier
precio.
FECHA DE ENTRADA; de 10 a 15 días antes cuando no hay plazo amplio de 15 días mas o menos.
CONDICIONES : ACEPTANTE: a) En la entrega del vino (TIEMPO): pago de "menor valor" por demora. ( el trajinant e, si no
se presentan a rP-cibir la mercadería la entrega al corregi-
dor o a los "marcacamayos" ( contadores indígenas)).
b) En la integridad d el cargamento
(CA NTIDAD): Las faltas se rcpondran a como se vendieren en Potosí
(Zepita) en "partidas de 100" o, perdiendo el fl ete, a
como se vendieran en Moqui,gua. Esto con ía ent rega de
los picos con la tapa y sello que indican rotura.
FLETE: A POTOSI 4 pS ensayados aproximadamente. A Zepita 3pS ensayados aproximadamente.
L UGAR DE ENTREGA : Potosí o Zepita en el puente del Desaguadero , límite con los pacajes.
FECHA: A Zepita en 40 días aproximadamente. A POTOSI en 5 meses aproximadamente. Es decir hacia noviembre y en mano.
COMERCIALIZACION Y PAGO: entre 40 y 60 días cuando no es el trajinante el que realiza la mercadería.
-¡ CONDICIONES: OTORGANTE : En el pago del flete (TIEMPO) : vencido el plazo, el trajinante puede realizar !as ex istencias al pre-
cio que sea para hac erse pago.
PRESTAMO PARA PEZ o BOTijAS: Se presta dinero al contado a la firma del contrato para "pez" o se com prometen las botijas
vac1as que no sean de a¡,,ua ni de chicha sino de vino, de Chucuito puestas en Moquegua a
V>
o ] pS corriente cada una .
HIPOTECA DE VlNO : a la segu ridad del acep tante. por la vía legal última.
-g Con el vino que se lleva se asegura , vía el m ercado , el 'pago de las botijas o el préstamo
t, N
w M
( •) Datos de Peña losa citad os por Herrero ( 1940) .
Glave: Trajines

pero en esa época (fines del siglo XVI) , el aumento constante de la produc-
ción , y de la concurrencia al mercado , junto a la competencia de los hereda-
dos por copar un mercado de difícil acceso y de variaciones estacionales en la
demanda y en los precios . obligaban al establecimiento de un conjunto de
normas de garantía. En nuestra " ficha" , las hemos resumido como "condi-
ciones". En ellas descubrimos otros elementos de caracterización de ese ti-
po de mercado ..
Estas "condiciones" se manifiestan para tres momentos del ciclo del
vino como mercancía en circulación: el recibo , la entrega y el pago (con la
realización de la mercancía de por medio) . Sólo una de estas "condiciones"
tiene que ver .c on la cantidad. el resto con el tiempo (31 ). La condición que
tiene qu e ver con la cantidad nos remitirá a otro análisis (que por lo pronto
no abordaremos en este artículo) el de la relación entre el mercader y los tra-
bajadores indígenas del trajín. El otorgante en este trato no-indio, establece
al trajinante , como condición que entregue el íntegro del cargamento. Las
faltas , sea cuai fuera el origen , deberán repon erse en dinero. Sin embargo , la
mercancía tenía oscilaciones muy grandes en su valor de cambio y en el tiem-
po de su cancelación una vez aceptados un sinnúmero de "deudos". Por ello ,
debía establecerse un "precio promedio". Este se medía en términos del ti-
po de partida (cantidad del trato) y el lugar o plaza. Si la entrega se hacía en
el "puerto" de Zepita, antes del puente del Desaguadero, se pagarían las "fal-
tas" a como se vendieran en "partidas de 100" botijas en esa plaza. Zepita
era, de los pueblos lupaqa, el punto principal de llegada y almacenamiento
del vino de Arequipa (incluirnos en ese espacio el valle de Moquegua y los
que se ubican al sur hasta Tacna). De ahí partía una segunda caravana a las
"provincias de arriba". Así, respecto al vino , Zepita cumplía el mismo papel
que Totora en los Carangas respecto a la coca. Ahí pues. las transacciones del
vino eran numerosas y variadas, por ello se establecía el precio medio en que
los tratantes aceptaban "partidas" que no eran propias de un trato al por me-
nor, sino el de un comerciante que hacía más "formal" la operación . Lo mis-
mo ocurría si el punto ele entrega era ya en la plaza final del producto , es de-
cir, la ciuclacl-mineral ele Potosí básicamente. La otra fórmula ele la condición
referid a a la integridad del cargamento , era aceptar el precio en el punto de
producción , en este caso Moqu egua. El otorgante , dueño de la mercancía.
aceptaba ese precio , necesariamente inferior, pero el trajinante perdía el fle-
te. Dacia la fragilidad ele las botijas y lo "espantadizo'' del ganado , este pro-
blema era frecuente. Pero , ¿cómo aceptaba el trajinante esa condición si po-
día , como se hacía en otros productos, establecer un "seguro de quiebra" o
una "merma" consensualmente determinada? Aquí entra a jugar otro factor :
las relaciones entre el empresario y los trabajadores indígenas del trajín. El
tema, parte de nuestro estudio , sólo será esbozado en esta op01tunidad. de-
jando su tratamiento para una futura exposición.
Las condiciones referentes al tiempo son una garantía , en el merca-
do, para subsanar el costo de la distancia en el caso del trajinante o el menor

No. 1, setiembre 1983 33


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

valor de la mercancía en el caso del otorgante (que no sólo eran los hereda-
dos sino muchas veces los grandes mercaderes). El trajinante debía hacer una
inversión para obtener lo necesario para movilizar la mercancía, si no se en-
tregaba a tiempo el vino, su viaje era una pérdida. Por eso, el otorgante de-
bía comprometerse a pagar el flete incluso si no entregaba el cargamento.
Eso era el "flete de vacío". No obstante, las escrituras no siempre establecían
eso . Mayormente, se recurría al mercado de servicios de transporte. El traji-
nante , en caso de incumplimiento por parte del dueño de la mercancía, po-
día contratar sus servicios con otro demandante de los mismos, no importan-
do el precio del flete. Esto , en la medida en que quien originalmente motivó
su arribo, cubría las diferencias que podían sobrevenir por aceptar a última
hora un contrato , cuando otros trajinantes estaban en la misma situación.
Como esa figura anterior estaba acompañada de su contraparte, las po-
sibles negociaciones favorables en esta feria del trajín, estaban abiertas gra-
cias a esta "condición" , aparentemente innecesaria. Efectivamente, si el tra-
jinante no llegaba a tiempo, el dueño de la mercancía a movilizarse podía
contratar otro fletero que la llevara, a costa del incumplido aceptante del
contrato de flete. Así, en el mercado, cada parte podía especular de acuerdo
a su capital: el heredado que tiene más vino que el que fleta con un trajinan-
te, o el trajinante que tiene más capacidad de transporte que la que compro-
metió con un productor. Las variaciones de precio y el volumen de la pro-
ducción anual (que no siempre se correlacionaban en la medida en que el
mercado final era extra-regional) podían ser usados indistintamente en favor
de cualquiera de las partes.
Esa feria del trajín, que se originaba en el ciclo de la mercancía-vino,
incompleto antes de llegar al lugar de consumo, era parte de una profundiza-
ción de la merc.a ntilización de las relaciones entre los hombres, que hacía
llegar el mercado más allá de la plaza, al proceso de poner la mercancía en
condiciones de consumirse. Pero también, en la plaza de consumo, como el
capital estaba expresado figuradamente en dinero mientras no se realizara la
mercancía, se establecía otra condición referente al tiempo de la realización.
Así, luego de un tiempo en la plaza de consumo, si el heredado o el comer-
ciante dueño del vino no concluía el trato cancelando el flete, el trajinante,
que era también en esa plaza de consumo un comerciante, podía tomar la
mercancía y realizarla a cualquier precio. Eso permitió otro juego especula-
tivo a favor de estos empresarios del transporte.
En esas "condiciones" del mercado, el germen de la concentración y
el afán de acrecentamiento del valor controlado por el mercader, se hacían
una apetecible oportunidad de negocio que cautivó a muchos de esos "espa-
ñoles entre indios". Pero para ello, las condiciones de base para la produc-
ción de la circulación debían estar también garantizadas. Así, aunque las es-
crituras de este testigo del mercado como hemos llamado a Dávila, no nos ha-
blan de los indios, estos están en la trastienda, guardando el secreto de las
condiciones coloniales y no capitalistas de la acumulación del capital dinero.

34 Revista Andina Vol. 1


_ _ _.:.__ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

Sobre ello regresaremos someramente en la tercera parte de este artículo y


los anexos que incluimos darán cuenta adelantada de las posibilidades docu-
mentales para ese análisis.
El circuito de la coca

Si el vino nos llevó a la región de Arequipa, la coca nos conducirá de


lleno al Cusco.
La importancia de la coca en todos los niveles del entramado de la es-
tructura económico-social de la época que estudiamos, es un factor fuera de
toda duda (Barnadas 1973, 381-386). Nos interesa en este caso concentrar la
atención en la circulación de la hoja. El principal centro productor era el
Cusco Y, aunque la competencia de los yungas de La Paz fue creciente (32).
siempre el grueso de la "contratación" estuvo concentrado en la hoja que sa-
lía de "los andes" o Paucartambo.
El "andesuyo" o "los andes", distante 25 a 30 leguas de la ciudad del
Cusco, era la provincia cocalera por excelencia. La coca se sacaba de las chá-
caras productoras en cestos redondos, de vara y tercia de largo y una cuarta
de ancho, hechos de cañuelas delgadas que se llaman "pipo", que eran enre-
dadas con unos bejucos denominados "pancho" y cubiertos con unas hojas
anchas y gruesas llamadas "cojoro" (Ramírez (1597) 1906, 325). El conteni-
do neto de coca era de 18 libras y el cesto pesaba 4, con lo que en total, ca-
da cesto comercializable de coca tenía unas 22 libras, aproximadamente.
Otros testimonios hablan del cesto como igual a una arroba de 20 libras de
coca y 5 correspondientes al cesto . Ahora, para seguir a la coca en su ciclo,
parafraseamos a Balthasar Ramírez en extenso:

"Sácanse estos cestos de la tierra caliente a la sierra, ques tierra fría.


a cuestas de indios ó en requas de mulas, por que los carneros de la
tierra no sufren andar en tierra tan caliente y montosa, que se mue-
ren muchos; en la sierra la ponen en sus almazenes, y de allí la cargan
en requas de carneros para Potosy y para las <lemas partes donde tie-
nen valor. Este trato es muy grueso, de mucha cantidad, en que se
entretienen muchos espafioles, y es la piedra ymán con que se les sa-
ca a los indios el dinero y el ganado que tienen , que, dándoles coca,
hazen cualquier cosa mejor que por dinero, y con ella se trata y res-
cata entre los yndios mucho, así vnos yndios con otros como los es-
pañoles. Carga un carnero quatro cestos y lléualos muchas leguas"(33 ).

Son dos pues las etapas del ciclo desde la salida del punto de produc-
ción hasta las plazas de consumo. La primera etapa es la del traslado de los
cestos de las chácaras a la "sierra" de Paucartambo, a la salida del valle, en
donde se depositaba en almacenes entre los que destacaba nítidamente el del
paraje denominado "Chanca". La salida era dura, no extensa como en el ca-
so de la segunda etapa del ciclo, pero sí de enormes dificultades por lo acci-

No. 1, setiembre 1983 35


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

dentado del terreno. Aunque las órdenes del Estado colonial prohibieron des-
de muy temprano usar al indio como cargador, siempre se echaba mano de
este recurso cuando las mulas eran insuficientes. Si bien las ordenanzas de
Toledo mandaban que el Corregidor pesara los cestos en las chácaras, en la
práctica, dada la lejanía entre cada una de las más de cien, el corregidor dis-
ponía que se trasladaran a la sierra y recién ahí se hacían los controles del pe-
so de los cestos y éstos se abrían "a cala de cuchillo" por dos o más partes
para garantizar su contenido y acondicionamiento. El movimiento era inten-
so pues cada año se podían sacar hasta tres remesas de hoja; así, casi todo el
año , desafiando todo, cientos de hombres hacían parte de este famoso "trato
y contratación" de la coca, en la primera etapa del ciclo para su colocación
en el mercado.
Para seguir con la "descripción" de Balthasar Ramírez, señalemos
otro comentario suyo que merece introducirse a esta altura :
"En este trato y contratación de coca ay muchos logros y vsuras y
malas contrataciones, comprando y vendiendo adelantado y antes del
entrego, que desto y de lo demás que en este negocio acontece auía
materia para vna muy prolixa historia".
Efectivamente, en ese primer ciclo, en donde la barrera del tiempo de
circulación era propia del territorio productivo y no de su relación con la pla-
za de consumo ubicada extra-regionalmente, ya las formas del crédito eran
incentivadas en la lucha del capital contra esa barrera. La "usura" y las esta-
fas estaban a la orden del día. Las estafas, los simples robos, estaban protegi-
dos por las dificultades del terreno. Los arrieros, muleros, étnica y socialmen-
te diferentes a los indios tributarios, solían aventurarse con sus cargamentos
fuera de los puertos de salida, sin entregar la mercadería. Otra forma, menos
vil, de las estafas de los arrieros, era que entregaban la coca a cualquier mer-
cader y no a los que tenían especificado, quedando los chacareros endeuda-
dos por incumplimiento. Esto, a su vez, era incentivo de un mercado usuario
que perseguía ganancias especulativas con las cédulas o cartas misivas con
que los mercaderes-trajinantes adelantaban dinero a cambio de las cosechas
venideras. Esto se desarrolló por la informalidad de los referidos documen-
tos y la presencia de los cargadores "intermediarios" entre el productor y el
comerciante. Con aquellas "cédulas" se formó un mercado de las vencidas,
que muchas veces se concentraban en manos de una persona. Con estas
"obligaciones de plazo vencido" que se prestaban a más de un engaño, los
especuladores embargaban a los chacareros cuando éstos estaban en dificul-
tades (34 ).
Una segunda etapa del ciclo era la que llevaba la coca de esa prime-
ra estación, física y de mercado, a la plaza de consumo. Entramos acá, nue-
vamente, al "espacio del trajín". La coca circulaba en un mercado indígena,
a diferencia del vino que, si bien se introdujo entre los indios, no era un pro-
ducto para ellos sino para los "españoles" acostumbrados a su consumo. El

36 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

trajín del cesto tenía dos destinos: uno hacia los "minerales" que eran el
centro del comercio y el otro hacia los espacios indígenas incluido el "espa-
cio del trajín". Potosí consumía anualmente de 90 a 95 mil cestos, en 1583
llegó a los 100,000 (Capoche (1585) 1959, 179) y los testimonios hablan,
desde 1567, de un valor de un millón de pesos en los tratos de esa ciudad-
mineral (Assadourian 1979, 231 ; Capoche (l 585) 1959 , 175). Pero la circu-
lación de la coca no sólo definía un ciclo hacia su conversión en dinero sino
que, como acertadamente nos decía Balthasar Ramírez , se usaba para el cam-
bio (rescate) con otros productos que entraban como insumos para la pro-
ducción de la circulación, esencialmente los "carneros de la tierra" . La coca
no sólo era "ymán" para sacar de los indios la plata en los asientos minerales,
como muchos testimonios no se cansaban de repetir (Barnadas 1973, 383),
sino para introducir, sin mediación monetaria, productos indígenas en el cir-
cuito de la circulación del vino y la coca en sus ciclos mercantiles. Capoche
hablaba de más de 300 hombres en el Collao que "se ocupaban rescatando
ganado de la tierra, que es en que se trajina la coca" (Capoche (l 585) 1959,
. 176). En su "relación" de la provincia de los Pacajes, Mercado de Peñalosa
decía que "así el trato más principal que hay en esta provincia entre los in-
dios y españoles, es rescatar coca por carneros" (]iménez de la Espada 1965 ,
I: 34 l ). En la "relación" de Collaguas de Juan de Ulloa Mogollón se dice al-
go similar: "los españoles vienen a esta provincia a comprar y rescatar entre
los indios a plata e coca e maiz, carneros de la tierra para la saca y trajín del
vino que sacan de la ciudad de Arequipa y de sus valle para las cibdades del
Cuzco, Chucuito e Potosi, y para la saca de la coca de los andes y otros tra-
jines" (Jiménez de la Espada 1965, I: 332). Los testimonios podrían ser nu-
merosos y no es extraño. Sólo la coca del Cusco para salir de Paucartambo al
puerto "del Collao" requería de 25,000 a 50,000 llamas, que los "trajinan-
tes" debían obtener de las economías indígenas.
Brevemente, veamos cómo se establecía un contrato de fletamento .
Esta vez usemos un ejemplo. En 1595, Pedro Alvarez de Guzmán, estante en
el Cusco y aparentemente "trajinante", se obliga a llevar de los depósitos de
la sierra de Paucartambo 500 cestos de coca de Melchor de Valencia, vecino
del Cusco. La entrega la debía hacer en Totora de los Carangas. El trajinante
debía poner los carneros necesarios, los indios (que según algunos testimo-
nios debían cuidar de unos 12 animales) y los bastiméntos necesarios para la
carga, entre los que destacan los "toldos" para evitar que la hoja se moje con
lo que se perdería. El trato estaba fechado para hacerse en febrero de 1596,
es decir, durante los meses de lluvia, por lo que los toldos eran sumamente
necesarios e importantes. El trajinante, en este caso, tenía poder para comer-
cializar la coca en Totora o en cualquier lugar de la provincia de los Carangas.
El flete era de dos pesos ensayados por cesto y el tiempo de viaje establecido
era de tres meses. El contrato también establece "condiciones" de incumpli-
miento, corno vimos para los fletamentos de vino. Detengámonos en una que
caracteriza este mercado del trajín de coca: la importancia de los indios. Co-

No. 1, setiembre 1983 37


Estudios _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

mo eran escasos y los negociantes debían buscarlos en las zonas del espacio
del trajín más cercanas al Cusco, se obligaban en contratos con los curacas,
adelantando dinero (Wachtel 1976, 197). Por eso , en caso de demora en la
entrega de la coca, ponían como condición el pago de un real por indio que
no haya recibido carga por cada día de retraso. Si se demorase la entrega más
de diez días, se pagaba el "flete de vacío" (35).
Una diferencia habría que establecer sin embargo entre los trajinantes
que hacían rescates de ganado y desarrollaban un sinfín de tratos en el espa-
cio del trajín, y los grandes hacendados-comerciantes de la coca y otras mer-
cancías que tenían el control económico y político del Cusco. (Uno de ellos
era don Rodrigo de Esquivel sobre quien estamos preparando un trabajo).
Veamos otro ejemplo al respecto. El caso del almirante Francisco Aldrete
Maldonado, hacendado de coca y otros productos. Su forma de actuar era
más bien la de integrar la circulación en un mismo ciclo controlado .por él
desde la producción. Vendía su coca directamente y tenía sus propios car-
neros. Como controlaba la circulación de su coca y tenía una estructura de
comercialización considerable, hacía también otros tratos, entre los que po-
demos referir fletamentos a otros productores de coca, que incluian algunas
veces la comercialización final. Tenía incluso empleados para los trajines,
reclutados entre aquellos "trajinantes" diferentes en ubicación a estos comer-
ciantes cusqueños (36) . No vamos sin embargo a detenemos en las caracterís-
ticas particulares de estos comerciantes de coca del Cusco que la "trajina-
ban" a Potosí. Eran muy diferentes a aquellos tratantes "espafíoles" que in-
troducían coca en el "espacio del trajín" para hacerse de los animales necesa-
rios para sus movilizaciones de Cusco a Potosí o de Arequipa al mismo lugar.
El tema escapa momentáneamente a nuestra reflexión. Nos toca ahora entrar
en el análisis de la producción del trajín.

LA PRODUCC/ON DEL TRAJIN;

"Volvamos ahora a nuestros carneros"


(Marx 1978, 129).

Los indígenas ya aparecieron en este mercado como consumidores de


gran importancia, la trayectoria de la coca lo revela, fueron ellos los produc-
tores directos del trajín, aunque eran los mercaderes los administradores de
los beneficios. Al análisis de las relaciones entre los empresarios y los grupos
indígenas y los mecanismos que las permitían está dedicado este breve acá-
pite final.
Los co"egimientos del "espacio del trajín"

Con dos testimonios, uno de 1649 (Alvarez Reyes (1649) 1906) y


otro de 1690 (publicado por Sánchez Albornoz 1978) hemos confeccionado

38 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines

el cuadro No . 3. En la segunda década del siglo XVII, cuando ya los "repar-


tos forzados" de mercancías por los corregidores se habían casi instituciona-
lizado, todavía algunos corregimientos basaban su interés para los postulan-
tes a éllos, en el "negocio del trajín". Las denuncias de ambos documentos
nos señalan entonces cuál era, básicamente, el "espacio del trajín" del que
venimos hablando (37).
Una primera constatación que nos parece pertinente es la de la falta
de mención al trajín de la coca, salvo para Ornas y Canches. Aparentemente
esa zona se hizo complementaria, en términos del trajín, al ciclo de la mer-
cancía-coca de Paucartambo·, no sabemos si reproduciendo una vieja com-
plementariedad ecológica de esa etnia (38). También se puede apreciar que
en 1690 el negocio del trajín había desaparecido en Paucarcolla por los cam-
bios importantes de interés que desde hacía unas décadas despertó el negocio
minero. Otro elemento , que no está estudiado en absoluto. es el "trajín" de
los borregos. La producción de vacunos para abastecer ciudades fue sin duda
un elemento importante de las economías empresariales españolas que se for-
maron en el Altiplano . Los animales debían circular hasta su lugar de consu-
Cuadro No. 3
CORREGIMIENTOS DEL ESPACIO DELTRAJIN 1649-1690

CORREGIMIENTO ALVAREZ REYES 1649 CONDE DE CANILLAS DE


TORNEROS 1690
PACAJES Chacaneo de VINO de Mo- 200 indios en trajines paga-
quegua y Arequipa, que se dos en especies a precio su-
conduce a Oruro y Potosí. bido.
CHUCUITO De grueso trato: carneros 60 indios a Arequipa y Mo-
de la tierra con que se tra- quegua por vino con carne-
jina el vino de Arequipa. ros comunales que no sepa-
gan bien o regresan dañados.
PAUCARCOLLA Es corto, trata de carneros No hay trajín.
de la tierra y costales que
se trajinan a las provincias
de arriba.
CABANA Y Trato de carneros, ganado 30 indios llevan borregos a
CABANILLA vacuno y costales. Lima y Potosí.
AZANGARO Se reparte vino y se sacan 40 indios para transportar
cameros y costales. borregos a esas ciudades.
CANAS Y CANCHES Chacaneo de vino y coca a más de 140 indios en trajín
Oruro y Potosí. de vinos y animales.
CARANGAS 100 indios en trajines con
cameros comunales, para
vino fundamentalmente .

No. 1, setiembre 1983 39


Estudios _ _ _ __ __ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

mo y para eso también se necesitaban indios. La mención a los costales tam-


poco es gratuita. Aunque no se trata de trabajo indígena directamente en el
trajín. se trataba de un insumo para éste en el que también circulaba el tra-
bajo indígena del espacio estudiado. Tenemos casos como el de Coata, po-
blación de uros en las orillas del Titicaca, que vendía costales por más de
200.000 pesos a los tratantes que iban a comprarlos (Vásquez de Espinoza
1969 , 403).
Un comentario aparte merece la posibilidad de una cierta especializa-
ción de algunos indígenas en el trajín. Así nos los hace pensar la categoría,
que aparece en ambos documentos, de "chacaneador" de vino. Por otro lado ,
la cantidad de indios que supuestamente se mueven en el trajín en 1690 nos
resulta poca . Si bien entonces los tratos tenían otros canales, incluso ya no
eran las llamas el "andamiaje" de la circulación, no nos parece que sólo 60
indios se movieran para ésto en la provincia de Chucuito. Por otro lado, co-
mo otras evidencias lo demuestran, en los Pacaje y en Canas y Canches, el
trajín fue parte sustantiva de las economías comunales desde mediados del
siglo XVII, desplazando con amplitud la vieja importancia que siempre tuvo
en ésto la provincia de Chucuito; ahí, la encuesta del Conde de Canillas de
Torneros, registra el más alto número de indios para trajines, pero ¿eran sólo
ésos? Los caciques comerciantes, de los que hablaremos en un trabajo futu-
ro, movían mucho más gente, solamente ellos. Por eso , es plausible que efec-
tivamente, los "chacaneadores" hayan sido una capa especializada de trans-
portistas dentro de la comunidad.
Esta breve semblanza de los trajines que ambos documentos ofrecen,
nos conduce a la ubicación de los lugares nucleares de lo que llamamos el
"espacio del trajín". Por otro lado, nos reafirma lo perdurable de esa estruc-
tura . Y sus elementos fundamentales, a pesar de muchos c:111d,ios en esa se-
gunda mitad del siglo XVII. Pero, también, nos habla de 111, "'corregimien-
tos" y sus funcionarios como los beneficiados por el negocio. Para entender
estos mecanismos, veamos cuál era el manejo interno de relaciones entre ca-
pitalista o mercader y trabajador o comunero.

Análisis interno del trajín: el testimonio de Antonio de Ayans


En el contexto del primer intento global de legislación del servicio
personal de los indios, Alonso Messia escribió un "parecer" dirigido al virrey
Luis de Velasco. En ese documento (Messia (1601 ?) 1866), completo y glo-
bal, el analista no dejó de mencionar los "trajines". Dice Messia, de manera
confusa, en medio de su análisis sobre el pago a los indios de guarda de gana-
do, cuáles eran los puntos negativos del trajín para los indios. Menciona cin-
co:
a) Se les paga por jornal 5 pesos cada mes y no se paga la vuelta del
viaje. Tampoco se les paga la comida. Calcula el consumo mensual de un in-
dio en 1/2 hanega de maíz y ch uño y la avalúa en 4 pesos, además un paco o

40 Revista Andina Vol. 1


- - -- -·- - - - -- -- -- - - -----------Glave: Trajines

alpaca hecha cecina (charqui), avaluado en 3 pesos . También, harina de qui-


nua y un poco de pescado seco qu e calcula en 2 pesos. En total, el consumo
mensual es de 9 pesos y el jornal de sólo 5. No cuenta en este cómputo de
consumo indígena sus "ollas" y por lo menos uno o dos carneros por indio
que llevan la comida, que si uno muere pierde el indio 7 pesos.
b) Se les hace fabricar las guascas de icho , las izangas en que llevan
vino y los cestos de coca : afirma que por ello no se les paga.
c) Al ausentarse pierden su ganado y sus chácaras, pues deben dejar-
los al cuidado de sus mujeres que además de cuidar a "los hijuelos" deben hi-
lar y hacer ropa (sobre la carga de esta "industria a domicilio" ver anexo No.
2).
d) Daños en la moral que siempre aparecen en este tipo de reflexio-
nes, y
e) Las comunidades se debilitan pues van cada día a menos, "faltan-
do (los indios) a la prop agación y generación dellas" (Messia (160 l ?) 1866,
131-32).
Además del daño moral y de la ausencia de los adultos que perjudica
a la economía comunal en lo económico y en lo demográfico , los ítems se-
ñalados por Messia apuntan a develar el "subsidio de la economía campesi-
na " a la producción de la circulación . Usando el mismo "parecer", Assadou-
rian (1979 , 264-273) ha destacado este subsidio a la economía minera, pero
no se detiene en este otro factor de subordinación de la aldea campesina a
una fracción del capital circulante, sin el que no se hubiera podido movili-
zar y realizar todo el conjunto de mercancías con que se abastecían las eco-
nomías mineras.
A nivel de las soluciones, Messia es parco. "No hallo otro remedio"
dice , que "procurar que las ausencias sean más breves". Para ello, propone
una medida que ya estaba legislada e incluso practicada por los mercaderes.
Que la caravana del trajín , tanto de Arequipa como de Cusco, hiciera un alto
en el "espacio del trajín" y Juego de una remuda en los indios, continuara a
las plazas de consumo. No sólo era eso un hecho, sino que incluso, los mer-
caderes en el interior se dedicaban al "rescate" de productos comunales con
las mercancías que debían realizarse en el mercado monetario. Así, el análi-
sis del daño a los indios, resulta insuficiente si no se plantean medidas correc-
tivas.
Sin embargo , otra relación, de 1596, nos abre las puertas a un análisis
interno más preciso de las relaciones del "trajín". Oriundo de Navarra, el je-
suita Antonio de Ayans llegó a Lima en 1585 en donde concluyó sus estu-
dios y se ordenó. Fue enviado al colegio de La Paz por su congregación y
luego fue misionero de indios en Chucuito y en Potosí. Con 45 años, falle-
ció en 1598 sin llegar a publicar su relación hecha en 1596. Más que un "pa-
recer" o un alegato, su documento nos proporciona hechos que conoció un
actor de esta historia (39).
Ayans, testigo calificado , al iniciar su "relación, señala, en el mismo

No . 1, setiembre 1983 41
Estudios

nivel de gravedad, los trajines y la mita minera como causas del despobla-
miento y disminución de las comunidades del "espacio del trajín". Por ello
dedica un detenido análisis a los efectos de los trajines.
En el capítulo "en que se trata lo que es el trajín y los agravios y da-
ños que del resultan a los indios", Ayans nos deja un valioso testimonio
(Ayans (1596) 1951 , 41-44) , que otros documentos (ver anexos) trabajados
por nosotros, confirman y completan . Ayans, comienza señalando algo fun-
damental en el peso del trajín sobre la población : la mita no era la única mo-
vilización de indígenas de comunidades hacia otros espacios económicos, el
trajín era igualmente ominoso y desestructurador. Sin que esto sea una afir-
mación empíricamente comprobable , en términos más globales, no es falsa
la afirmación de qu e un indio qu e regresa de la mita ya debe salir al trajín
desvinculándose de la economía y sociedad comunales. De inmediato , un
admirable párrafo sintético nos informa, pero sobre todo, analiza :
"El trajín es en esta manera : el Corregidor de una provincia manda
a los caciques de su distrito le den cien indios para que vayan con su
ganado del mismo corregidor a Paucartambo por coca, a los valles de
Arequipa por vino y unas veces compra él mismo la coca o vino para
cargarllo en su ganado , otras veces la coca o vino es de otro y él , por
la paga que le dan con los indios y ganado que tiene se obliga a pone-
llo en Potosí que es lo que dicen fletar coca o vino y también dan los
corregidores muchos mandamientos a diferentes soldados y amigos
para que los caciques de su jurisdicción les den los indios que el man-
da y señala. La paga que dan a cada indio por un mes son cinco pesos
de a ocho reales, sacados ya los indios reciben el ganado por qu enta
y van con el hasta el pueblo donde an de cargar de coca o vino y des-
pues buelven hasta sus pueblos de donde salieron y alli se truecan y
van otros hasta Potosí y con todo este viaje de ordinario y a veces
mas se tardan seis y siete meses y adviertase que a los que truecan pa-
ra ir a Potosi con el ganado y carga no les pagan lo que tardan en bol-
ver de Potosí a sus pueblos, y de algunos días aca por ser tan pocos
los indios que ay no se truecan sino que unos mismos hacen el biaje
entero".
El corregidor es el propietario de la denuncia, pero, lejos de esquema-
tizar la realidad, en ese breve pasaje, ya Ayans habla de los "allegados", en
este caso : soldados y amigos. En otra parte, dice que cada corregidor llega
con su escribano, un alguacil y un teniente y "a veces más de dos y de qua-
tro" y "algunos amigos con otros que se allegan". Esta pléyade de "españoles
entre indios" a que hace mención el jesuita puede completarse con el admi-
nistrador del ganado de la comunidad, el contador y el administrador de los
hospitales ( 40). Todos ellos usan el trabajo excedente de la comunidad , siem-
pre mediados por los caciques y principales.
La evaluación del trajín en términos de costos cubiertos por los indí-
genas nos propone algunas variantes frente al testimonio de Messia. Los pun-

42 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Glave: Trajines

tos principales del análisis de Ayans son los siguientes:


a) El jornal, confirma, era de cinco pesos cada mes. Mientras el con-
sumo mensual de un indio, según Ayans, es el siguiente: por lo menos 1/2
hanega de chuño a unos 7 pesos, un paco o una alpaca hecha charqui a 3 pe-
sos; harina de quinua, ají y pescado seco "para los viernes", todo a 3 l /2 pesos,
cada mes I peso de coca y a veces más. De manera que en "sólo comer" (el
jesuita incluye la coca en "comer") gasta 14 l /2. Afirma que incluso puede
ser más, sin considerar los vestidos que rompen (que Messia no mencionó) ,
las "ollas que llevan para guisar" y "otras cosillas". Y termina señalando que
tampoco se considera "la tasa que pagan"(!).
b) Menciona también, como Messia ( ¿conoció éste la relación de
Ayans?), las izangas, cestos y guascas que hacían sin recibir pago.
c) Los dos carneros que lleva cada indio por su cuenta sin pago , un
"chuse" para dormir y una estera para cubrirse de noche y pernoctan en el
campo.
d) El "riesgo" del cargamento, que en nuestra ficha guía caracteri-
zábamos como "condición de cantidad", era descargada despóticamente por
el trajinante en los indígenas contratados. Las botijas rotas, que se pagaban
a los precios establecidos en el contrato, eran cubiertas por los indios, acu-
sados de haberlas hurtado. Termina este ítem con una reflexión precisa :
"y de creer es que si a de pagar un pobre indio ocho pesos o nuebe por boti-
ja, que no querrá quebralla y bebella por no desembolsar tanta plata".
e) Lo mismo sucede en términos de la cobertura del riesgo del viaje,
con el ganado que huye o muere. Se les hace pagar el más alto precio afir-
mando que los perdidos eran los mejores animales de la tropa.
f) Señala el daño que las ausencias generan en el ganado y en las chá-
caras de los indios.
g) Señala también el daño moral por las ausencias, y
h) la falta de indios afecta finalmente a la "generación" de los mis-
mos indios.
Ayans señala que en una apreciación aproximada de lo que tenninan
perdiendo los indios en el viaje del trajín , por comida y por lo que se les ha-
ce pagar, se puede hablar de unos 50 pesos. Aquí conviene hacer una disgre-
ción respecto a la fonna y mediaciones del trato. Los requerimientos de in-
dios se hacen a los caciques, que movilizan comunalmente un quanto de la
energía disponible en la comunidad. Así, el dinero adelantado por el jornal
de los trajinadores , es embolsado, por lo menos teóricamente, en la caja de
la comunidad . En cambio, los perjuicios económicos de los indígenas son car-
gados en sus economías familiares (chácaras y ganado), y las deudas son cu-
biertas por el indio individualmente (obligándolo a alquilarse nuevamente o
quedarse en las minas) o, en conjunto , usadas por los "españoles" para forjar
una nueva contratación con la comunidad.
Para enmendar esto, Ayans propone un sistema de remudas "tambo
por tambo", con poco tiempo del indio en el trajín , que no se afecte la eco-

No. 1, setiembre 1983 43


norn ía agrícola y ganadera, prohibiéndose los contratos en las épocas en que
el indio requiere de su trabajo en b economía comunal. quedando el trajín
corno un trabajo "estacional" complementario y , finalmente C) que se pague
lo justo sin que el indio subsidie al trajinante.
Aquí surgen dos ternas gruesos como continuación del análisis de los
trajines. El primero es el de los componentes de la sujeción colonial de la co-
munidad y las formas de conversión forzada al mercado de los recursos co-
munales. El segundo (dependiente del primero), el de las formas de acumula-
ción de dinero por los corregidores y "españoles", amén del importante y to-
davía poco claro sistema mercantil cacica! que vinculó formas andinas de re-
ciprocidad con un eficiente manejo del mercado de mercancías agrícolas.
Ello será motivo de una futura contribución que cerrará nuestro panorama
de la estructura de los "trajines", un capítulo en la formación del mercado
interno colonial.

NOTAS

( 1) La tesis de John V. Murra, "The Economic ürganization of the Inca State" data
de 1956 pero sólo fue publicada en español en 1978 cuando ya el mismo autor
había publicado una serie de artículos que han fundado una interpretación del
sistema social y económico andino, reunidos en 1975 en un sólo volumen por el
Instituto de Estudios Peruanos. La " Visión de los vencidos" fue por otro lado,
el título original francés del trabajo central de N . Wachtel publicado en español
en 1976, aunque la parte correspondiente a la "desestructuración" apareció pu-
blica.da junto con otros ensayos en un volumen titulado "Sociedad e ideología"
en 1973. Para el principal exponente peruano de este tipo de reflexión se pue-
den consultar los artículos reunidos en Pease 1978. Por otro lado, los trabajos
presentados en 1976 en la Primera Jornada del Museo Nacional de Historia y
publicados por Koth y Castelli (ed .) 1978 son una buena imagen panorámica de
los distintos avances en esta disciplina, polémicamente llamada "etnohistoria".
( 2) Ello se desprende de la revisión que Marie Helmer (1959) hizo de las escrituras
notariales de Potosí. El trabajo con escrituras notariales de Cusco, Arequipa y
Moquegua, que presentamos más adelante, ilustrará más detenidamente este te-
ma.
( 3) Además de los trabajos citados de Assadourian, el tema de la minería y sus im-
plicancias ha sido tratado por varios autores desde los trabajos pioneros del his-
toriador chileno Alvaro Jara. Para un resumen ú ti! nos remitimos a un artículo
de Rafael Varon (1978).

( 4) Sobre Oruro se puede ver Crespo 1966. También, el capítulo correspondiente


del libro de Wolfgang Schoop (1981) que nos sirve de guía panorámica para las
ciudades del Altiplano.

44 Revista Andina Vo!. 1


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( 5) Un relato completo de estos acontecimientos se puede encontrar en el trabajo


de Alberto Crespo (1972). Para una visión global de las tensiones geopolíticas
que se sucedieron en este período de fundación sigue siendo fundamental el
trabajo de Barnadas (1973).

( 6) Un libro reciente del profesor arequipeño Alejandro Málaga Medina (1981) nos
ofrece un capítulo sintético ilustrativo de la dinámica arequipeña. Para un clási-
co de la documentación de la ciudad ver Barriga 1940.

( 7) Las referencias de la fundación que hablan de un área de influencia de la ciudad


inca con una población de 200,000 habitantes dan lugar, al cabo de un siglo, a
datos de sólo 14,000 indígenas (Vázquez de Espinosa 1969). Sin embargo, éstos
eran muy numerosos ya que se trata de habitantes urbanos, cuyas ocupaciones y
forma de vida correspondían a patrones urbanos que se habían adquirido en esa
animada plaza comercial que era la ciudad ya mestiza del Cusco. Por otro lado,
como veremos, este dato de "indígenas" era sólo para el Cusco pues, al numerar-
se los vecinos españoles, sólo se consideraban las "casas" españolas, cuyos l:.abi-
tantes entre españoles e indígenas servidores, lo mismo que negros esclavos, po-
dían ser muy numerosos (Mellafe 1970). Así, la población indígena del Cusco
era particularmente numerosa y, si nos atenemos a los sólidos datos del carmeli-
ta Vázquez de Espinosa que habla de 3,500 vecinos españoles, el total de habi-
tantes de Cusco en 1630 era largamente superior a los 30,000. Ver también nues-
tro trabajo sobre Cusco donde comentamos esto (Glave 1980).

( 8) En 1572 con ocasión de la visita se registraron 400 a 500 habitantes "españoles",


algo más de los que refieren los datos que consignamos en el Cuadro No. l. Se-
gún Vázquez de Espinosa en la primera década del Siglo XVII hay 4,500 habitan-
tes y en 1639, según un manuscrito de Pedro Ramírez del Aguila, el total de ha-
bitantes, incluyendo suburbios, era de 14,000, registrando ese mismo documen-
to 1,500 "españoles". Ver estos datos en Schoop y Márquez 1974.

( 9) El estimado de producción es sólo un dato aproximado. Lo basamos en dos tes-


timonios del arzobispado cusqueño, uno de 1610 (Archivo General de Indias, en
adelante AGI, Lima 312) y otro de 1621 (AGI, Lima 305), que señalaban el des-
censo del diezmo de coca en volumen y en precios, lo que afectaba enormemente
sus rentas por ser este rubro "miembro el principal y más cuantioso" de sus ren-
tas decimales. Sobre el peso de los cestos de coca ver las ordenanzas de Toledo
publicadas por Urteaga y Romero (1926). Los registros notariales de Cusco re-
visados que nos permiten seguir la importancia de este trabajo son: Gregorio Bi-
torero 1560, Antonio Sánchez 1594-1595, Antonio de Salas 1596-1597, Cristó-
bal de Lucero 1617-1619 y otros, en el Archivo Histórico del Cusco ( en adelan-
te AHC) y los de Luis García y Sancho de Orué de 1565 y Antonio Sánchez
157 5-1576 en la Biblioteca Nacional ( en adelante BN). Ms. A-38 y A-39.
( I O) Memorial presentado al virrey Marqués de Mancera por los vecinos de Arequipa
en 1647, Archivo Municipal de Arequipa (en adelante AMA), LCED 01, f456.
Ese testimonio y otros de los libros de cédulas del Cabildo arequipeño son los in-
dicadores de la gran importancia del vino. La numeración de los libros que usa-
mos es la de Málaga, Quiroz y Alvarez 1974. Este catálogo no sólo es útil para
conocer el contenido del AMA sino un ilustrativo conjunto que permite hacerse
una idea de la vida de la Ciudad.
(11) Carta del virrey Toledo al Rey, Callao 9 de abril 1580. Publicada por Roberto
Levillier(l924, Vol. VI, 238). ·

No. 1, setiembre 1983 45


Estudios _ _ _ _ __

(12) El tema ha sido tratado por Barnadas (l 973). La documentación al respecto se


puede encontrar en Levillier (l 918) , que recoge documentación de la instalación
y consolidación de la Audiencia de Charcas. También, más concentrado en un in-
terés por los límites, el volumen publicado en base a casi los mismos document os
por Maurtua (l 906-A) es de utilidad a este respecto. Sobre los límites entre el
Arzobispado del Cusco y el Obispado de La Paz que dependía de'l Arzobispado
de La Plata, en disputa por la jurisdicción de Chucuito, la documentación es vo-
luminosa en AGI -- Lima 305 , 1560-1575 y en AGI-Escribanía 499-B , 15 89. El
prin1er legajo es un pleito entre los Arzobispados de Cusco y La Plata por sus ju-
risdicciones y el segundo prolonga el pleito específicamente por la división de
Chucuito entre Cusco y el flamante Obispado de La Paz.
( 13) Expresiones como " no produce más frutos que los de la sierra" son siempre el
antecedente al señalamiento de otros factores que permiten los "tratos y granje-
rías" con que se sustentan los indios de esta zona. Ver por ejemplo Alcedo 1786-
1788 ; I 5 59-562; IV, 5 y 368 . La "descripción" de Balthasar Ramírez ya citada
es también para esto una excelente guía.

(14) Las "ordenanzas" de tambos de Cristóbal Vaca de Castro (l 543) enumeran los
principales caminos del reino y el número de tambos que había en ellos:
Del Cusco a La Plata, 34 tambos
De La Plata a Arequipa, 5
Del Cusco a Arequipa, 8
Del Cusco a Ayacucho, 12
De Lima a Arequipa, 22
Los caminos de Lima al centro y al norte totalizan 5 ruta'> con 58 tambos. Los
datos nos ofrecen un panorama claro de la importancia de la ruta de Cusco a La
Plata-Potosí y los numerosos tambos de los caminos del sur que atravezaban "el
Collao", punto fundamental de la "trajinería" como dice Toledo. Las ordenan-
zas de Vaca de Castro fueron reafirmadas durante la administración toledana.
Ver Zavala 1978, 7-9.
(15) AGI-Charcas 17. Los testimonios que reafirman esa característica de ubicación
espacial y recursos humanos y animales para el "trajín" son numerosos. El cono-
cimiento y autoridad de Cepeda en Charcas no hace otra cosa que poner en evi-
dencia, veinte años después del testimonio de Francisco de Toledo, que los más
autorizados políticos y administradores del espacio peruano, fijaron su atención
en algo que era esencial y no aleatorio en el funcionamiento de un sistema ya
consolidado de dominio colonial y organización económica interna.
(16) Sobre el tipo de organización "urbana" de este espacio diferente a las fundacio-
nes españolas de ciudades, ver Durán (197 8, 115-116).
Sobre la importancia de la organización de la población en doctrinas por los do-
minicos se puede consultar Herrera ( 1934, 64-90) y Cuentas ( 1929). Las acusa-
ciones a los dominicos en 1572 y que desembocaron en un enfrentamiento con
Toledo y el retiro de la Orden se encuentran en las "Resultas de la visita secreta
lega que hizieron en la Provincia de Chucuito... Pedro Gutierrez Flores . .. y
Juan Ramirez Segarra... " publicadas por Franklin Pease en Historia y Cultura
No. 4, Lima 1970.
( 17) AGI-Escribanía 844-A, lra. pieza, f. 4. La información sobre esta disputa está
tomada de las dos piezas que se conservan del pleito ante el Consejo de Indias en
el referido legajo de la Escribanía de Cámara. Para una buena visión de los cam-

46 Revista Andina Vol. 1


________ _ __ _ _ __ _ _ _ G/ave: Trajines

bios en el reino Pacaje por las reducciones y otras acciones españolas, consúlte-
se Barragán 1982.
( 18) En un expediente sobre la "nueva tasa" de los indios de Sacaca en 15 50 se esta-
blece un tributo en coca de 250 cestos que debían ser tomados de las chácaras
"que diz que heran del ynga" y puestas en el asiento de Tiraque o, si les daban
ganado y comida, en Potosí, Porco o La Plata. Sin embargo, a petición del en-
comendero, en 15 51, se estableció que la coca fuera depositada en el pueblo de
TOTORA a 12 leguas de Tiraque. Ello fue aceptado en la medida en que los in-
dios tenían hechos en el camino de Totora y en ese asiento, sus casas y depósi-
tos para sacar la coca que pagaban por tributo. Ver AGI-Justicia 653, f. 9. Este
dato es reforzado por las escrituras de fletamento de coca del Cusco que debía
ser llevada a Totora desde Paucartambo. Para 1594-95 ver el Protocolo de Anto-
nio Sánchez y para 1596-97 ver Prot. Antonio de Salas, ambos en AHC. Este
carácter de puerto de la coca entre Cusco y los centros de consumo deberá ser
explorado en investigación futura, lo mismo que el caso de Zepita para el vino
arequipeño, sobre el que volveremos más adelante.

1 19) AGI - Escribanía 844-A , 2da. pieza, f. 132.

(20) AGI - Charcas 4 7.


(21) AMA- LCED. 01, ff. 86 y 160.

(22) "En la medida, empero, en que la circulación misma trae aparejados costos, en la
medida en que requiere plustrabajo, aparece ella misma como incluida en el pro-
ceso de producción. En este aspecto la circulación aparece como momento del
proceso inmediato de producción. En la producción orientada directamente al
uso y que no intercambia más que el excedente, los costos de circulación sólo
afectan el excedente, no el producto principal. Cuanto más se funda la produc-
ción en el valor de cambio, y por tanto en el intercambio, tanto más importantes
se vuelven para ella las condiciones físicas del intercambio: los medios de comu-
nicación y transporte. El capital, por su naturaleza, tiende a superar toda barrera
espacial. Por consiguiente la creación de las condiciones físicas del intercambio
-de los medios de comunicación y de transporte- se convierte para él, y en una
medida totalmente distinta, en una necesidad: la anulación del espacio por el
tiempo" (Marx 1978, 12-13).
( 23) "Otro momento se inserta aquí: los costos de circulación , que no caben en el
concepto simple de la circulación ... Los costos de circulación que derivan de la
circulación como acto económico - en cuanto relación de producción, y no di-
rectamente en cuanto momento de la producción, tal como es el caso de los me-
dios de transporte y comunicación- . .. "(Marx 197 8, 12).

(24) En el "parecer" de Garci Diez de San Miguel luego de la visita de Chucuito de


1567 (Espinoza 1964, 24 7), se menciona a Cancino y Bueno a propósito de las
contradicciones que éstos tenían con los indios tributarios sujetos a Chucuito
por el agua que aquellos derivaban a sus nuevas plantaciones de viñas. Sobre es-
te grupo de españoles y la historia de la villa y esa aristocracia se pueden ver los
trabajos de Aurelio Miro Quesada ( 1977 y 1978). También sobre Bueno y otros
españoles de esta primera etapa "fundacional" de la economía agrícola colonial,
ver el trabajo de Efraín Trelles ( 1980). Sobre las escrituras de Dávila volveremos
en extenso.

f\Jo. 1, setiembre 1983 47


(25) La escritura se encuentra en el Protocolo de Diego Dávila 158 7-95, f. 66r. Los
fondos de Diego Dávila y de sus sucesores en la notaría moqueguana se conser-
van en poder del Sr. Víctor Cutipé, Notario Público de Moquegua, a la espera de
ser concentrados en un futuro Archivo Departamental que la calidad de la infor-
mación demanda. El Sr. Cu tipé conserva dos volúmenes correspnndientes a un
Indice cronológico de la Escribanía Pública de Cabildo e Hipotecas de la ciudad
de Moquegua que abarca desde el año 1587 hasta el de 1859 inclusive, año en
que el archivo se hallaba en poder del escribano público y de hipotecas, don Juan
Fermín Angulo. El primer volumen va de 1587 a 1815 y el segundo de 1818 a
1859. El índice recupera las escrituras más importantes de los registros y enume-
ra éstos, lo que permitirá su mejor catalogación definitiva. Además de los cerca
de 150 legajos de esa colección listada por Angulo (que incluyen sus propios pro-
tocolos) hay registros que no corresponden a la serie, algunos de años que su-
puestamente, siguiendo el índice Angulo, la notaría estuvo sin atender. También,
aparecen notarios que no figuran en el índice. Junto con esta documentación
notarial pude ubicar un único libro de Cabildo cuyo lomo dice "Actas Cavildo
Tomo 30" y, en el interior , "Libro 3" de Actas Capitulares y otros instrumen-
tos. Va de 1653 a 1824 y parece ser el único que se conserva en esa colección.
Un becerro de instrumentos de Torata completa los legajos que pude revisar. A
pesar del cuidado del Sr. Víctor Cutipé los documentos muestran un deterioro
que es deseable se remedie con la creación del Archivo Departamental. Agradez-
co aquí la gentileza del Sr. Cutipé que me permitió revisar la documentación
con toda la atención necesaria. Revisando otras investigaciones, supe que estos
documentos han sido también trabajados por el Dr. Aurelio Miro Quesada en los
textos citados y por Franklin Pease que los menciona en dos obras recientes
(1981-1982). También han sido observados por el Dr. Guillermo Galdós Rodrí-
guez , director del Archivo Departamental de Arequipa.

(26) Prot. Diego Dávila 1587-1595, f. 318.

(27) Resulta ilustrativa la mención al texto de Fray Benito de Peñalosa " Libro de las
cinco excelencias del Español, que despueblan a España'', editado en Pamplona
en 1629; las referencias provienen de ese texto citado en Herrero 1940, 164. El
contenido de cada botija de 16 "cuartillos" equivalentes a unos 8 litros, de
acuerdo con las escrituras de tratos con vino en Arequipa que revisamos en el Ar-
chivo Departamental de Arequipa (en adelante ADA).

(28) El dato de 1586 en AHC-Prot. Luis de Quesada 1586, f. 291. Para 1610, el Tes-
tamento de Alonso de Estrada, su propietario, citado por Miro Quesada 1977,
392.
(29) "En virtud de la domesticación de las llamas, el espacio peruano fue el único que
albergó, antes de la conquista, una sociedad indígena con elevado desarrollo en
la ganadería de carga. Pues bien, fue esta ganadería indígena (no la española) la
que durante un siglo detentó la máxima figuración funcional y comercial, hasta
el punto de ser considerada como el verdadero soporte de todo el andamiaje cir-
culatorio del conjunto regional". (Assadourian 1982, 179).
(30) A manera de ejemplo, veamos algunas escrituras de 1590, registradas ante Diego
de Aguilar (ADA-Prot. No. 20). Durante el mes de enero, se hacían las escrituras
de fletamento de "ganado de la tierra" para garantizar la movilización del vino
de la cosecha venidera. El vino arequipeño, durante el siglo XVI, era casi exclusi-
vamente proveniente del valle de Vítor, un ejemplo antiguo de "especialización"
por cierto. Los tratos con vino, para su transporte a Chucuito o a.Potosí, eran

48 Revista Andina Vol. 1


- - - - - - - - - - - - - - · - - -- - - - - - - - - - - - - - G l a v e : Trajines

hechos con botijas "puestas en la ciudad" (ff 17 r, 39 r, 54 r, 85 v). Sin em-


bargo, cuando algún mercader o traJinante debía sacar de Vitar o, en menor me-
dida, de Siguas, los tratos se hacen con dueños de Recua que en sus mulas saca-
ban el vino hasta Arequipa por fletes que oscilaban los 7 r. por botija (Prot. Die-
go de Aguilar 1590, f. 101 r). No se trata de una exclusividad, pero resultaba ra-
ro que las llamas bajaran a los valles costeños en donde sí las mulas cumplían
una función rentable y se adaptaban mejor. En el caso de la coca, las condiciones
climáticas de Paucartam bo eran similares a los valles costeños en términos de
ventajas para las mulas. Un testimonio de 1588 señala la presencia de un grupo
especializado de arrieros que sacan la coca a la sierra en recuas de mulas de 8 ca-
bezas cada una . (Biblioteca Nacional, Madrid, -en adelante BNM--, Ms. 3035,
ff. 381-383) . La coca se depositaba en las sierras de salida del valle a donde llega-
ban los mercaderes y trajinantes para, en "carneros de la tierra", llevar la mercan-
cía a las "provincias de arriba".

(31) "El tiempo de circulación no es más que una barrera opuesta a esta realización
de valor y por lo tanto a la creación de valor ; una barrera específica que no sur-
ge de la producción en general, sino de la producción del capital, y abolir a la
cual -o la lucha por superarla- pertenece también al desarrollo específicamente
económico del capital y da el impulso para el desarrollo de sus formas en el cré-
dito, etc." (Marx 1978, 35).
(32) Aunque el tributo en coca no es un indicador de la producción total en la medi-
da en que las chácaras de españoles fueron más importantes que los terrenos con-
trolados por los ayllus (para una descripción de las distintas formas de tenencia,
ver el trabajo ya citado de Barnadas que resume los detenidos comentarios que
hizo el licenciado Matienzo en su "Gobierno del Perú" ), veamos el volumen que
salia de las regiones de tres ciudades : La Plata, La Paz y Cusca.

DEPARTAMENTO CESTOS
LA PLATA
Poco na 1,500
Tarabuco 480
Aiquili 90
Totora 75
---
2,145

LA PAZ
Quiruas de Oyune 395
Songo 1,615
Suri 972
Cama ta 645
Yanacadre 762
Yungas de Pere 132
Cha pis 564
--
5,085

No . 1, setiembre 1983 49
cuseo
Cuchua 276
Gualla 1,140
Paucartambo 1,200
Pitomarca 70
Chunchos 84
Amaybamba 205
Amaybamba (Alvarez) 123
Sayrechaca 55
Guayo bamba 175
Masca de Otalo 114
Matinga 198
Copa Copa 480
Ayapata 288
Ollachea 260
Chiaysaroma 188
4,856

Fuente: Cook 1975.

Se puede apreciar que de los 12,086 cestos de coca que circulaban por la vía del
tributo, en 1575, en este espacio, un 42º/o provenía de La Paz y un 40°/o del
Cusco. Sin embargo, en La Paz, eran dos repartimentos indígenas de una misma
región los que aportaban un 43º/o del tributo (Songo y Chapis) y eran los luga-
res de mayor producción, controlada por dos encomenderos, uno de los cuales
incluso controló también Suri y Quiruas de Oyune. Mientras que en Cusca la
producción y tributo indígenas estaban más diversificados y la producción de
Paucartambo era absolutamente mayor a la que se derivaba al tributo. No olvi-
demos que poco tiempo después, como ya mencionamos, el Cusco producía en
su región cerca de cien mil cestos de coca, que hacen ínfimos los cinco mil que se
derivaban a la renta de las encomiendas. De esos cien mil cestos (AGI-Lima 305
y Lima 312) que se podían alcanzar a fines del siglo XVI, otro testimonio, de
1588, del Corregidor de Paucartambo, Pedro del Peso de Vera, nos permite su-
poner una producción aproximada de sólo ese valle, de unos 36,000 cestos
(BNM. Ms. 3035). .
(33) Otros testimonios, como las escrituras notariales, expresan más bien que cada
carnero llevaba dos cestos (AHC. Prot. Gregorio Bitorero 1560, f. 326). Pero no
siempre son precisos en la relación de carneros por cesto.
(34) BNM. Ms. 3035, f. 382. Sobre este mercado de cédulas vencidas en el valle de
Amaybamba, ver comentarios hechos en Glave-Remy 1983.
(35) AHC. Prot. Antonio Sánchez 1594-95, f. 106 v. Respecto a los toldos encontra-
mos un documento más tardío que contabiliza la coca no por cestos sino por
"toldos". Unos 11 toldos de coca eran conducidos en 2,000 carneros por lo que
podemos suponer, si eran dos cestos por animal como nos inclinamos a creer más

50 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave. Trajines

que cuatro como afirma Ramírez, serían 4,000 cestos, lo que da una equivalen-
cia cercana a 400 cestos por toldo. Ver ADA. Prot. Diego de Silva 1701-1704, f.
302.

l36) AHC. Prot. Francisco de La Fuente 1617, f. 218; Prot. Francisco Hurtado 1617,
f. 921 v. Sobre el gran poder económico y las características de monopolio de
grandes cantidades de mercancías por estos comerciantes que despertaban rece-
los del nuevo corregidor, entre ellos Francisco Aldrete Maldonado, que era her-
mano del licenciado Maldonado de Torres y Teniente de Corregidor hacia 1620,
ver AGI-Lima 150.
(37) Por algún motivo, que ahora se nos escapa, el corregimiento de Omasuyo, que es-
pacialmente está en esta zona, no tenía las características de los otros. Por otro
lado, sus indios eran considerados "ricos" y emprendedores en sus tratos (AGI-
Charcas 41, No. 14) pero, de acuerdo con los documentos citados, sus corregido-
res eran considerados de "cortos" tratos e ingresos.

(38) Sabemos por ejemplo que los indios de Tinta tenían mitimaes coqueros en Aya-
pata, de donde todavía entregaban coca en 1780, sin que la tasa de Toledo nos
mencione ese tributo. Ver AGI-Escribanía 499-A y 502-A.
(39) Los comentarios sobre Ayans los hemos tomado de la nota introductoria al do-
cumento que elaboró Vargas Ugarte (19 51, 19-22). Esa edición de documentos
del fecundo historiador peruano trae, junto al de Ayans, el "parecer" comenta-
do ya, de Alonso Messia, junto con otros valiosos memoriales insoslayables en el
estudio del trabajo indígena en la Colonia. Para una valorización del testimonio
de Ayans, comp{lrese con el "Memorial" de los caciques de Chucuito sobre el te-
ma que publicamos como Anexo Documental No. 2.
(40) En el "parecer" de D. López de Zuñiga de su visita a Chucuito de 1582 (parcial-
mente transcrito en el anexo No. 1) se nota la presencia de mestizos, "españoles"
y mulatos que no son clérigos y funcionarios de la Corona ( omnipresentes en las
denuncias). Normalmente son "allegados'' a alguno de estos dos grupos no in-
dios (clérigos y funcionarios). Además, el documento nos habla de un factor eco-
nómico de su presencia, ya detectado en esta exposición, los tratos de "rescate"
que los define en su relación con los naturales. También son "guardas" de gana-
do y negociantes con él, lo que también implica uso de excedentes de trabajo in-
dígena. El anexo No. 3 nos habla directamente de los tratos de algunos funciona-
rios. Las actividades económicas de estos "españoles entre indios" nos las resume
esta interesante provisión real de 1601 sobre los "administradores de hacienda o
de comunidades de indios" (colección de documentos.. . América y Oceanía,
Tomo XIX, 190-192): " .. . he sido ynformado que los administradores que se
ponen en las haciendas de Comunidades de indios, son muy perjudiciales y daño-
sos, porque señalandoles como se les señala el quarto o quinto de lo procedido
de los frutos de aquellas haciendas por su salario, porque el dicho quarto o quin-
to crezca mas, hacen que los indios siembren chacaras en mucha mayor quanti-
dad de lo a que pueden acudir, y con el dinero que sacan de lo procedido de las
cosechas, los dichos administradores buscan otros tratos y granjerias y de conti-
nuo traen ocupados a los indios en yntolerables trauajos con sus mesmas hacien-
das.y que cuando se ha de vender la comida, vino o ganado de las Comunidades,
los administradores hacen aparencia de almoneda en los pueblos de los mesmos
indios, y hechan personas que lo tomen para ellos a menos precio, y todo se con-
vierte en daño de los indios y aprovechamiento de los administradores'~

No. 1, setiembre 1983 51


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ANEXOS

Este artículo presenta la primera parte de una expos1c10n mayor


sobre los "trajines". El tema de la "producción de trajín" implica un estudio
de la organización económica de las aldeas campesinas y las formas de estruc-
turación de plustrabajo y excedente que se transfieren a la economía mer-
cantil. El material que ahora presentamos transcrito corrobora la relación de
agravios qu e hizo Antonio de Ayans y es un adelanto docum ental del tema
que será presentado como complemento de este artículo en una próxima
oportunidad. Para la transcripción hemos respetado exactamente la escritura
original. Ahora dejemos hablar a los testigos.

ANEXO No . 1

Extractos del:

"PARECER" de Diego López de Zúñiga sobre la visita a la provincia de Chucuito en 1582


por orden del Virrey Marhn Enríquez.

AGI
LIMA 129
/f4r/ El trato y granjeriá que comunmente tienen los yndios des ta provincia es yr a la -
recaxa y a la costa y a arequipa y a otros valles calientes y lleuar rropa ganado y comidas
de las que coxen en sus fierros y cesinas y rresgatan con ello coca maiz y otros cossas de
que carecen en sus pueblos y las traen y venden en ellos que les son de mucho interes con
que sustentan y pagan sus tassas. algunos dellos tienen ganados y hazen sus chocaras de
papas y quinua y cañagua y de la lana de sus ganados hazen sus bestidos vale un carnero
cinco pesos corrientes y seis y una obeja tres y Uf! paco diez reales y unas veces mas y

56 Revista Andina Vol. 1


_ _____________ ______________,G/ave: Trajines

otras menos, de sementera de una carga de papas ques media hanega cogen ocho y mas o
menos segun la fertilidad o esterelidad del mismo y de tres cargas de papas hazen una de
chuño vale una carga de papas dos reales"y medio y tres y una de chuño ocho de un almud
de quinua o cañagua cogen cinco o seis cargas vales a pesso. hazen della bevida para si, y
el ganado que tienen les sirue en los Tambos y en yr con cargas a potosi y otras parte, los
yndios uros es gente pobrissima de hazienda y entendimiento. las demos por la mayor par-
te lo son assi mismo de hazienda porque aunque tienen mucho ganado de comunidad en
particular tienen poco y pocas tierras, ganan medio real cada un dia a guardar ganados de
españoles.
Alquilanse para yr a potossi y al cuzco y a la costa y a otras partes de donde
troen coca vino y otras cossas y lo que traen para si y la leña y yerua papas chuño perdi-
z es y otras cossas que tienen los venden en sus tambos que los ay en cada pueblo en que
son muy aprouechados con lo qua/ pagan su tassa.
/f4v/ Las yndias y muchachos se ocupan en hazer rropa y hilar lana para ella tarda una
yndia en hazer una pieza de rropa que se entiende manta y camiseta o aquixo y liquilla
mes y medio no ocupandose en otra cossa vale comunmente una pieza cinco pesos co-
rrientes y si les dan lana para ella se les paga por la hechura tres pesos y dos.
De todos los yndios de la provincia es mucho el numero que sale cada un año a
estos alquileres gana un yndio desde chucuito al cuzco de ida y bue/ta nueve pesos de a
ocho rreales tarda dos meses y algunas vezes mucho mas porque los detienen en la sierra
de paucartambo en darles la carga desde chucuito a potossi se les paga onze pessos y tar-
dan tres meses y en este tiempo no son doctrinados y quando bue/ven a sus cassas hallan
sus chocaras perdidas y con el jornal no las pueden rremediar porque es poco y gastan
mas de lo que ganan. En yr de su pueblo a arequipa o a moquegua o a la costa y bolver
tardan dos messes y medio y dos y tres y no se les pagan mas de cinco pesos por cada via-
je y ansi es mucho el trauajo y poco el prouecho, y aunques justo para la conseruacion
de la rrepublica y sustentacion de potossi y de la misma prouincia que estos yndios se
alquilen porque no ay medio ninguno con que se puedan suplir lo que/los hazen, tam-
bien es justo que sean satisfechos en su trauajo ya que no puedan ser rreseruados que si
se pudiera hazer sera lo mas conuiniente mas acudiendo a la necesidad suya porque a/gu-
11os dellos no podrian pagar su tassa si no se alquilasen y tambien a la nuestra que es me-
nester ayudar los espaiíoles acudiendo a todo con la menos molestia de los yndios. pare-
ce que conuendria que se alquilasen para este traxin de prouincia en prouincia y esto tie-
ne dificultad grande porque desde el tambo de caracol/o a potosi por el camino rrea/ que
ay cinquenta leguas no ay ningun pueblo poblado y si los yndios que siruen en los tam-
bos ouisen de /leuar el traxin en este camino serles ya de mucho ynconuiniente porque
auian de traer la comida para su sustento de muy lejos por no la auer en los tambos y
aunque por el camino de los carangas podria yr el tragin (sic) con algun rrodeo por ser
mas poblados ymposyb/e por que aquellos yndios se ocupan en el traxin de los azogues
plata y mercadurias que van y vienen por arica y no pueden /f5r/ acudir a lo uno y a
lo otro demas de que ay veinte leguas de despoblado que va a salir al asiento de porco y
no tienen pastos suficientes para tanto ganado y atento a estas caussas me paresce que
los yndios de la prouincia devrian ser rreseruados de no yr a paucartambo cuzco arequipa
ni moquegua por ningun genero de mercadería vino coca ni otra cossa y que se les permi-
liesse yr a moquegua para traer harina y maiz para el proueimiento de las tiendas ospita-
les y tambos y que es ten obligados a 1/euar a potosi en el ganado que para ello les dieren
los españoles el vino y mercadurws que truxeren y que por cada viaje sea obligado el es-
pañol a dar a cada yndio yendo desde chucuito o de acora o de hilaui hasta potossi treze
pessos de a ocho rreales el pesso y de los demas pueblos de la dicha prouincia que estan
adelante a doze pessos y mas cada yndio un carnero de carga en que /leue su comida y
que un yndio no cargue mas de diez carneros que son veynte botijas de vino y que no se
ocupen en cada viaje mas de ochenta días y que si mas tiempo se detuuieren el español
les pague al rrespecto y que despues de llegados a potosi con la carga no los fuercen a que
guarden mar. del ganado en que la ouieren lleuado sino que luego la justicia y protector

No. 1, setiembre 1983 57


los compelan a que bue/uan a sus pueblos poniendo en esto mucho cuydado porque des-
tos yndios y de los que van a la /auor de las minas e yngenios se quedan muchos en poto-
ssi y en las chaca ras de la prouincia de los charcas y que el jornal que ouiesen de auer por
el dicho traxin se les pagasse ante la justicia de contado y dello se cobrasse lo que deuiesse
de tassa y que el gouemador y protector de la prouincia tenga especial cuydado en que
los yndios que se ocupasen en este ministerio sean de los que deuen tassa y particularmen-
te de los uros por que no tienen en que la ganar y des to los mas pobres que ubiere aun-
que la ayan pagado por que los rricos recíuen mayor daño que no ellos en dexar sus ha-
ziendas y aunque tambíen le rrecíuen los pobres se podría rremediar con que en cada pue-
blo y parcialidad se nombrasse un yndio de los que quedan rreseruados alcalde o rregidor
que tome a su cargo el beneficio de las chacaras de los yndios que fueren al dicho traxin y
las hagan beneficiar pagando los dueños lo que por los semejantes suelen pagar y que el
dicho principal alcalde o rregidor fuese obligado a dar cuenta del fructo que se coxiere de
las chacaras de los que no dexaren muger o pariente que se haga cargo dellas.
y para que las dichas mercaderías y vino vengan a la dicha prouincw sera necesa-
rio que vuestra exelencia mande que en las ciudades de arequípa y cuzco y pueblos del
callao las justicias den todo auyamiento para el dicho traxin y que la coca se lleue por el
camino de omasuyo y que por allí se diese el auiamiento necessario y que el numero de
yndios que desta prouincia /f5r/ se ayan de dar para el traer del vino y mercadurios no
exceda de seíscien tos yndios y que no los obliguen a que paguen los carneros que se les
perdieren sino fuere quando constare auer sido por su culpa porque muchas vezes sub-
cede consumirles en esto lo que an ganado y hazerlos huir y que no bueluan mas a sus
pueblos.
La prouíncia de chucuíto tiene mucho ganado de comunidad de la tierra y de
castilla de todos generas en cantidad de quarenta y cinco mil cauezas de ganado de la tie-
rra y diez mil ovejas de castilla y dozientas y cinquenta vacas de vientre, de la lana ques-
quilman mandan la ques necesaria para hazer dos mil y dozcientas piezas de rropa en que
conmutaron las siete mil y ochocientas y veinte y tres de la primera tassa y en esta lana
devrian ser preferidos los yndíos uros a los demas porque si no es en rropa o en alquile-
res para el dicho traxin no tienen en que ganar para pagar la tassa y así mismo se toma
del dicho ganado la cantidad ques menester para pagar mil pessos de la dicha tassa y lo
que sobra ay obligacion a meterlo en la caxa de la comunidad aunque algunos yndios
dizen que no loan visto hazer y que este ganado les es de poco aprouechamiento porque
dizen que el gouernador don geronimo de silva en cuyo tiempo se vendieron tres partidas
de este ganado no lo metio en la caxa y que antes saco del dinero que estaua en ella vein-
te y quatro mil pessos corrientes diziendo que los querio lleuar a arequipa para hazer ba-
rras y que no los a bue/to, y añaden a esto dezir que Juan de yturrieta teniente de gouer-
nador les quito las llaues de las caxas de comunidad, guardan estos ganados los yndios por
sus ayllus y no se les paga por la guarda dellos cossa alguna y pagan su tassa por entero y
quando es menester curar el ganado se compra manteca a costa de la comunidad y si falta
alguna compran los yndios que guardan el ganado a su costa. conuendria pagarles a estos
yndios su guarda y lo que an gastado en la cura de los carneros y queste ganado se entre-
gase a hombres del campo que lo guardasen en estancias formadas como las de los espa-
ñoles y que se les tomase quenta de los multiplicos cada un año seiscientas o setecientas
cauezas y se fletasen con algunos españoles para lleuar en el dicho ganado coca a potossi
y que alli se vendiese el dicho ganado y se cobrasen los fletes y con lo procedido dello se
pag<isse lo que alcanzasse a la tassa y lo rezagado y dando ganado e yndios abría muchas
personas que lo a/quilassen y lo pagassen bien y quando no ouiese quien lo alquilase po-
drían hazer los uros seiscientos costales cada un aiio y lleuar este ganado cargado de chu-
110 a potossi que seria de mucho aprouechamíento y esto se podría hazer facilmente en-
cargando a un español /a lleua del dicho ganado y que en potossi lo uendiesse el adminis-
trador que con el fuese /f6r/ se les diese comida suficiente de la propia que lleua el ga-
nado y se les pagasse su jornal.
y si este no pareciesse buen medio se podría tener otro y es que muchas vezes

58 Revista Andina Vol. 1


______________________________G/ave: Trajines

traen coca españoles alquilando cameros de tambo en tambo y parecería medio conui-
niente que de la comunidad se sacasen seiscientos carneros cada seis mese y se pusiesen
en tres puestos dozientos en ju/e dozientos en chucuito dozientos en zepita y que estos
lo tuuiese a su cargo un principal con sus avatires por sus mitas y quando ay semejante
ocacion ques hordinaria podria alquilar este ganado y que rresciviese la paga un cacique
abonado que acudiesse con ella para la tassa y dello se podria pagar los principales y aua-
tires y se les haria beneficio a /ós españoles. prouera vuestra exelencia en esto lo que mas
conuenga y sea seruido.
y aunque qua/quiera destos medios me parecen razonables con ninguno dellos
se rrepara el daño que los caciques y principales hazen en el hurtar mucha parte del di·
cho ganado y meterlo en el suyo y dar en lugar del que hurtan el que a ellos se les muere
de sus estancias y tambien ay otro ynconuiniente muy grande y es que la.s justicias cle-
rigos y protetores y sus amigos y a/legados tienen mas parte en este ganado de comuni-
dad que sus dueños propios y auiendo platicado este negocio y el rremedio que temw
con personas de expiriencia en rreso/ucion me paresce que este ganado o la mayor parte
del en especial el de carga ques rrasso se venda y lo procedido del se heche en rren ta y
della se ayuden los yndios a pagar su tassa y quando aya necesidad compren a otros el
ganado que forzossamente a menester paro el servicio de los tambos y traxin del 11,ai;:
para los ospita/es y para las otras necesidades que tienen y con esto se rrepararan los di
chos ynconuinientes y quedan libres los pastos y estancias en que esta este ganado para
el ganado que cada yndio tuuiere en particular que teniendo buenos pastos se cobdicio-
ran a erial/o y se escuStira la guarda y el estar muchos yndios ocupados en ella fuera de
SIi rreduction sin doctrina.

ANEXO No. 2
BN. MADRID
Ms. 3040
Libro intitulado: "Descubrimiento del Potosi'"
Lf. 494.

/f. 226r/ Memorial de los Caciques de la Provincia de


Chucuito acerca de los inconvenientes y da-
ños que reciben de sacarse tantos indios al-
quilados de la provincia para trajines y de
hazerse tanta ropa como se hace por lo offi-
ciales de la dicha provincia. (•)
Los inconvenientes y trabajos que de sacar mucha cantidad de indios que desta
provincia se sacan resulta de ordinario.
Primeramente que van alquilados al Cuzco para cargar coca suelan detenerse or-
diflilriamente siete meses por lo menos hasta uo/uer a la dicha provincia donde se truecan
y van otros en su lugar de sus mismas parcialidades que lleban la coca hasta potosi. y el
daño que reciben con ausencia tan larga es este que pierden sus chocaras que es el susten-
to que tienen para todo el a,io, porque a ellos les es forzoso acudir quatro tiempos del
año al beneficio della el primero es por mayo a barbechar, el segundo es por octubre a
sembrallas el tercero es por llenero a deserbar lo sembrado, el quarto por mayo y junio a
coger la cosecha y a qualquier tiempo des ros que se dexe de acudir a la chocara la pierden
porque sino barbechan a su tiempo no pueden despues sembrar y sino deshierban pierdese
mucho de la cosecha y si faltan al tiempo del coger aunque la cosecha aya sido muy bue-
na no se goza porque se la hurtan. y no es posible dexar de faltar los indios que van a/qui

No . 1, setiembre 1983 59
lados a algunos destos tiempos durando tanto la ausencia de su casa y es de advertir que
los indios por ricos que sean no tienen quien los siruan y esta_s faltas que hazen a sus se-
menteras solamente las puede suplir la muger del que es casado porque los parientes aun
que algunas veces ayudan son pocos y a los que se hallan presentes y los solicitan para ello
y asi se quedan muchas chacaras por hazer cada año o se pierden las hechas.
Yten que todo el tiempo que dura el andar alquilados andan por despoblado y
por esta razon ni onm mis.f/0 11i sermon ni se confiesan y por ser poca su capacidad se les
oluida lo poco que saben de nuestra fee y muchas veces se mueren por a/la sin confesion y
lo ordinario es comer carne los biernes y dias prohibidos y como gente flaca y ausentes de
sus mugeres cometen muchos pecados y lo mismo hazen ellas en la larga ausencia de sus
maridos.
Y ten que como por ser tantos los trajines se quedan muchos indios sin hazer sus
chacaras es esto causa de que falten muchos para la mira de potosi porque como no tienen
comidas que llebar se huyen a buscarlas con dias y salarios a costa de los caciques hauie11-
do ellos siempre entregado el numero de indios que se les manda al gouernador des ta pro-
vincia en el desaguadero y esta es la causa de auer tantos rezagos en la tasa como han pere-
cido (sic) por que los indios se huyen sin pagarla por no poder acudir a lo que se les man-
da sin tener sustento.
Yten que asi por esta ausencia como por las demas pierden mucho de su ganado
los indios porque no tienen quien se los guarde porque las mugeres no pueden estar con
el respecto de estar el ganado en la puna que es muy /exos del pueblo y por algunas partes
mas de ueynte leguas y viniendo los indios de potosi donde an trabajado un año quando
llegan a su pueblo y auian de descansar en sus casas y ver sus ganados y hacienda los man-
dan yr alquilados de nuebo y lo mismo les suele suceder viniendo de andar alquilados que
los enbian luego a potosi.
Yten yendo los indios alquilados suele succeder que estando descansando el ga-
nado de noche se espanta de una zorra o pajaros alguno o de otra qua/quier cosa por ser
muy espantadizo y se esparse muy lejos de manera que sin poderlo remediar los indios se
suelen perder veynte o treynta caber;as de ganado y otras ueces de d1'a yendo cargados de
bino se espanta un carnero de manera que quiebra las botijas que el lleba y las que topa
en los demos carneros que van con el y la perdida que ay en todo /f226v/ esto la hazen
pagar ordinariamente los españoles a los indios que lleban los dichos carneros y aunque es
verdad que alguna vez puede ser lo hagan los indios con culpa el quebrar las botijas hecha-
se de ver agora que es a mas no poder pues se quiebran muchas botijas auiendo/as ellos de
pagar y sabiendo/o y aya trueque de no dar el indyo un real hora cualquier cosa.
Yten que aunque es verdad que ahora sean augmentado mas los salarios que ca-
da mes se dan a los indios que van alquilados empero ahora y siempre se les hace un agra-
uio muy grande y es quando bueluen de potosi donde an dexado y a el vino o coca que lle-
uan no se les paga la bue/ta que hazen vacios a sus casas siendo tan larga la distancia y no
auiendo hecho el viaje por su voluntad y no parece esto ser cosa iusta pues se sabe que a
11na mula de alquiler en españa se le paga yda y bue/ta aunque buelua de vasio y el mesmo
agrauio reciben los indios en la yda y bue/ta que hazen a trauajar a las minas de potosi que
110 se les paga cosa alguna por la yda ni por la bue/ta.
Yten que por ser tantos los trajines y la gente que va a trabajar a potosi ha veinte
años que no se hacen iglesias y se dice misa en unas ramadas y por esta rar;on es fuerr;a
que los indios para oyr misa en verano estan al sol y en inbierno al agua y en el lodo y pa-
rece verisimil que dios y el rey querran en primer lugar se hagan las iglesias donde se sele-
bre con desencia y los indios oygan con ella missa y se les enseñen las cosas de nuestro se-
ñor que no que acudan con tanto excesso a los trajines pues sin tanto se puede sustentar
la tierra y el interes que dellos nase no es provecho de su magestad sino de particulares
que no miran mas que a hazerse riros a costa de la sangre de los pobres yndios.
Yten ha onze años que siendo Juan Ramirez Zegarra Governador desta provin-
cia truxo la madera que pudo para cubrir las iglesias con mucho trauajo de los indios
por traherse en hombros de indios muchas leguas de aqui por muy aspero camino y por

60 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

no auerse puesto la mitad del cuydado en hazer/as del que se ha puesto en los trajines se
ha perdido y pudrido siendo la dicha madera puesta en la provincia de chucuyto como es-
taua de mucho precio por lo arriba dicho.
Yten que en esta provincia ay muchos officia/es y ministros de iusticia de los
qua/es muchos sacan muy de ordinario indios paro trajines sin mandamiento ni orden del
gouernador y se los dan los caziques por miedo que con muchas amenasas les ponen y ma-
los tratamientos que sino les dan en la ocasiones que se ofresen les hazen, asimismo los
clerigos sacan su parte para sus granjerias y estos se les recresen mas sobre la cantidad que
los guobernadores (sic) reparten cada ano la qua/ sola excedía a lo que lo indios pueden
hazer sin mucha incomodidad suya.
Por todas estas razones se pide y suplica se mande al gouemador por provision
ponga un numero moderado en los trajines de manera que los yndios puedan acudir a sus
haciendas y a hazer sus iglesias y a ser cristianos y se mande con penas a todo genero de
gente y en particular a los que en esta prouincia tienen officios del rey que en ninguna
manera saquen ni puedan sacar los indios sin mandamiento del gobernador quedando re-
mitida la execusion de las penas que su exe/encia pusiere al gouernador de la provincia
encomendando/e la exaczion que es iusto tener en executal/as.
Lo que principalmente se a de pedir sobre esto es que se guarde la ordenanza
de don Francisco de Toledo que manda que no obligen a los indios que se alquilen sino
es debiendo la Tassa o que el de su voluntad se quiera alquilar para trajines y que mas no
se pudiere se ha de pedir la modera /f227r/ cion dicha pero en lo que toca a yndios para
.sacar coca de los andes del cuzco se procure que en ninguna manera se den pues esto no
es en bien de la republica sino en daño y no ay necessidad ninguna de coca y es en lo que
mas tiempo gastan los indios alquilados.
Acerca de hazer la ropa ay los inconuinientes
y daños que se siguen

Yten mas se propone que algunos de los oficiales desta provincia obligan a los in-
dios a que hagan mucha ropa y quando la reparten en lugar de darles un arroba de lana
suelen dar quatro pesos para que la busquen o pongan de su casa y suele ualer entre los
indios seis pesos la a roba de lana de manera que los dos pesos los pone el indio de su ca·
sa y quando la halla es con mucho trabajo y fuera des ta molestia se les añade el ocuparse
mucho tiempo en hazerla y ocupandose las mugeres en esto y los hombres en los trajines
es el trabajo muy grande.
Yten que por cada piesa que es una manta y camiseta no dan sino dos pesos de
ocho reales por la hechura de hilar y texer y parece esto ser cosa muy iniusta por que los
steriles y sube mucho el balor de las comidas y no es raron que el valor del trabajo se este
en un ser pues de el se a de comprar el sustento.
Yten tambien se haze agrauio en dar tan poco por la hechura de una piefa por
el tiempo que en ella se gasta que por lo menos ordinariamente son dos meses.
Yten que por ser tanta molestia que los que hazen la ropa dan a los indios para
que se la acaben trabajan los domingos y fiestas y por una parte les castiga el cura por
que trabajan y por otra sus hilacatas por que no acaban la ropa por la prissa que a ellos
les dan los españoles.
Yten que ay muchos refagos de ropa de la Tassa del rey y la causa de auerlos
es mucha ropa que les dan los particulares y la prissa que les dan para que se la acaben
luego y así no se puede hazer la ropa del rey y muchas vezes les toman la que tienen
ya hecha para pagar.la Tassa diciendo/es que la paguen con la que para ellos an de hazer.
Yten que auezes para que con mas presteza se haga su ropa suelen iuntar muchas
indias en una casa grande y por esta raron ni acuden a sus casas ny a sus chocaras ni gana·
dos y algunas ueces a los caciques por que no cumplen a tiempo con la ropa que les dan
a hazer les suelen prender y tener con grillos.

No. 1, setiembre 1983 61


Yten que entre los indios ay costumbre que se sirben unos a otros dar al que sir-
ue cada dia un real y un almud de chuno y una poca de carne y agi y sal y los espa,10/es
no dan chuno ni lo demas pero ni aun a medio real por cada dia y por ocuparse en hazer
la ropa suelen perder esta ganancia.
Lo que por todas estas ra~ones se supplica y pretende es que su exelencia sea ser-
uido de mandar por su prouision que nadie obligue a los yndios a que le hagan ropa ny la
pueda hazer en esta provincia con graues penas pues aqui no ay prouecho ninguno en ha-
zerla ni para su magestad ny para el bien de la tierra sino solo interes y gronjeria de los
que la hazen y agrauio y molestia notable a los indios que no tienen lagar paro hazer de
bestir para si ny para sus hijos y por otro cabo a su magestad le uiene notable periuicio
porque no se le paga la ropa que se le debe cada año de la Tasa y asi se le deuen en esta
prouincia de reragos que por esta causa a hauido gran suma de millares de pieras las qua-
les tampoco se podron pagar si su exelencia no da el remedio que aqui se le supplica por-
que los caziques no podran que el que acaba la ropa que le mandan hozer a tiempo ese
es alabado y /f22 7v/ fauorecido y el que no pasa trobajo.
Tambien se supplica se euite el dano que en esta prouincia resulta los indios de
uenderse vino en las tiendas y tambien coca porque por ser dados a la embriaguez com-
pran el vino y por ser dados a supersticiones compran la coca y en pocos dias gastan en
esto lo que an ganado en muchos andando alquilados y sin esto pasaran mejor que con
ello demas de que por auer gastado en esto la plata que tenian para la Tassa se huyen des-
pues por no tener con que pagarla.
Yten los españoles y clerigos suelen tomar a los indios sus buyos para guardar
su coca y vino sin pagarles nada y lo uno y lo otro se euiteria mandando que no la aya en
la provincia por que aunque es verdad que no obligan a los indios a que compren esto la
ocasion y su inclinacion las son harta fuerra ("')
• Subrayados nuestros

((INFORME Y PARECER SOBRE LOPROJIEIDOPOR EL VIRREY


SOBRE EL MEMORIAL)) ("')
Después de hecha esta memoria se presentaron al gouernador desta provincia dos
prouiciones la una del conde del Vi/lar para que no se hiciese ropa y la otra es sobre carta
del señor uisorrey don garcía de Mendora en que manda se cumpla la prouicion del conde
del uillar y pone graues penas de perdimiento de la ropa y manda que si el gouernador 110
lo cumpliere que otro qua/quier juez de fuera de la provincw lo uenga a cumplir. el gouer-
nador la obedecio y dixo que estaba presto para cumplirla bien creo que segun la dificul-
tad des te negocio que sera menester de al/o mas diligencia y sea sobre esta que aca ay he-
cha la que al/o pareciere mas conuiniente y factible lo que yo entiendo es que carta de su
exelencia en que encargue al gouernador en particular que no la dexe hazer seria mas con-
veniente y no tocar al 11irey en que el gouernador la haze sino culparle en solo.lo que es
permitir que se haga y no poner mucho rigor en ello pues esta a su cargo el impedir este
agrauio y molestia de los indios y confarme a lo dicho se puede hazer olla lo que parecie-
re mas conueniente (sic) supuesto lo que aca se ha hecho y la puerta que alla se aliara para
hazer que esto se execute y /leue adelante.

AL MARGEN Los caciques de la provincw de chucuito acerca de los Trajines y la ropa


que hazen los officiales de aquella provincia. Naturoles.

( •) Transcripción del " parecer" del au tor anó nimo del traslado del memorial

62 Revista Andina Vol. 1


______________________________ G/ave: Trajines

ANEXO No. 3
AGI

CHARCAS42

Cartas y expedientes de personas seculares J 585-1589

CARTA Y MEMORIAL* presentados por LUIS DARMAS PERDONO sobre co-


sas tocantes al Buen Gobierno de la Provincia de Chucuito. 158 7
CARTA Por el mes de diciembre del año passado de 86, me mando la Real Au-
diencia de la Plata que fuese a la provincia de Chucuito y sirviese a V. mag. d cumpliendo
los rreales mandatos contenidos en una cedu/a e ynstruccion que dese Rl consejo se em·
/Jio paro que en la Provincia de Chucuito se aberiguase lo contenido en la dicha cedu/a e
.1·11struccion a lo qua{ me parti luego que el audiencia R 1 me dio las prouissiones en cuyo
cumplimiento me ocupe muchos dias y hize las diligencias en presecucion dellas conforme
parecera por lo escripto que esta en poderdeJoan de Lossa escrivano de camara desta chan·
cillería de quien e sauido que por no auer en que poderse enbiar a ese R 1 conse¡o no sean
embiado. Yo quisiero mucho tuviero V. Mag. d noticia de las cossas de la provincia de
Chuquito del desorden que en ella ay y el trauajo grande y fatiga en que estan sus yndios
Por ser esta provincia una de las cossa de mas tomo que por aca ay, y sin quien Potosi no
se puede seruir y sustentar de quedara entera luz las aberiguaciones que yo alli hize y por
ber que de presente no se puede hazer por no poderse eubiar lo escripto hasta que aya flo·
ta por descargo de mi conciencia me a parecido hazer a V JIIag. d esta sumaria Relación
para que por ella conste la necesidad que aquella prouincw tiene de perssona que ponga
los ojos en su conserbacion y acresentamiento de Vra. Rl Hazienda mas que en la propia
que si conforme hasta aqui va adelante en pocos años bendra en tanta disminucion quan-
to dara a entender la Relación que con esta embio, y podran ynformar los Relijiossos de
lo Compañw de Jesus y otras perssonas fidedignas que alli residen. V. Mag. d Reciua por
seruicio la voluntad con que le seruydo en estas aueriguaciones y por tal tenga la rrelacion
que le hago, guarde nuestro señor Por muchos y felicissimos a,íos la catho/ica y RJ Persso·
na de V. Mag. d con aumento de mayores reynos como los criados de V. Mag. d deseamos
escripta en La Plato a los 25 de jullio de 1587
Luis Darmas Perdomo
* Sumarw RELACJON

RELACION

Muy Poderoso Señor

luis darmas Perc/01110, dize que en un memorial que ante V. alteza Presento con
los autos y cuentas que en la Provincia de Chucuyto tomo por V.R. Provision dexo de po·
ner quatro capitulos de aduertencia en Pro de V. rreal Hazienda· en que conuiene poner
rremedio lo qua{ haze por lo que deue a su rrey y señor y como persona a quien se come-
tieron las dichas quentas y aueriguaciones que en la prouincia se hizieron.
Dize que la prouincia de Chucuyto esta obligada embwr a la lauor de las minas
de la villa Imperial de Potossi dos mili y duzientos yndios y que vaya con ellos uno de los
caciques Principales de la dicha prouincw por capitan que son los dos que rresiden en lo
ciudad de chucuyto como la ordenanra lo declara a que se rrefiere questa a ffojas ciento

No. 1, setiembre 1983 63


y treinta y cinco por ser los dichos caciques hombres de mucha rraron y cuenta y los yn-
dios los temen y rrespetan mucho y si uno destos yndios fuesse acudirian los yndios a
seruir como tienen obligacion y no habria los rreragos que oy ay y los yndios deuen que
es gran suma de Pesos y por auer de yr uno destos caciques Principales Vuestro Virrey
don Francisco de Toledo le señalo por el trauajo y ocupacion que hauia de tener en la di-
cha cobranra de la Tassa que los yndios pagan en la dicha villa de Pottosi quatro cientos
pesos ensayados los duzientos dellos en la caxa de los granos de Pottossi y los otros du-
zientos en la sobro de la tassa que los dichos yndios pagan en la dicha villa de duzientos
yndios rreseruados que la Tassa dellos es para las faltas que hizieren los dos mil/ yndios
como la ordenanra lo declara a que se refftere. Y vuestro gouernador don Gabriel de Mon-
taluo nombra al yndio que le parece de los otros pueblos como lo hizo con un don Alon-
so de Aguilar que no es cacique de ningun Pueblo ni segunda persona y el contador Anto-
nio de Areualo le paga de vuestra rreal hazienda en la Provincia de Chucuyto antes que
fuesse a Pottossi, cien pesos coJTientes sin libranza del gouernador que diesse para ello co-
mo parece por la partida que da en descargo de vuestro rreal patrimonio questa a fojas
quatrocientas y treinta y nueue no estando V.R. Haz. da obligada a Paga/lo.
Ottro si dize que Jhoan de Yturrieta vuestro secretario que hazia officio de con-
tador en fo dicha prouincia en el tiempo que llego al gouierno della don Gabriel de Mon-
taluo le dio el dicho contador cinco mili y ciento treinta y cinco pesos de Platta ensayada
que los cobro del tercio de nauidad del año de 84 del qua! dicho tercio fue la cobranra del
cargo del dicho gouernador y en el cargo que/ dicho contador se haz e del dicho ano no da
rracon ni claridad de los dichos cinco mili y ciento y treinta y cinco pesos y por un memo-
rial que se me entrego por mandado de V. al.ª esta un capitulo della de lo qua! se me man-
do hazer aueriguacion y esta aueriguado ser ansi verdad que el dicho gouernador reciuio
los dichos pesos y los embio a la ciudad del Cuzco para pagar cierta deuda que el deuio
de su hazienda los qua/es pesos son de la Tassa que los yndios pagan a V. al.ª por que se
cobraron de los pueblos de Vro. patrimonio y de las parcialidades dellos como que por
una memoria que al contador se le cayo del seno en el pueblo de xule la qua! yo le tome
y preguntando/e que que memoria era aquella dixo que era de mano y letra de francisco
de polanco contador que fue en la dicha prouincia y que eran los pesos que se dieron al
gouernador luego que alli llego y la fim,o de su nombre que esta a fojas quinientas y
ocho para que se auerigue lo que en esto ay aduierto a i-: al.ª
Otro si dize que con Vra. rreal hazienda han tratado y contratado comprando
cameros y embiandolos a la uilla Imperial de Pottossi fletados con gran cantidad de vo-
tijas de vino y cestos de coca y en la dicha uilla les ·pagan sus fletes en barras de plata
que ordinariamente vale en la dicha 1/Í/la a cinquenta y seis por ciento el ynteres de co-
rriente a ensayado y los dichos yndios de la prouincia pagan por cada un pesso de pla-
tta ensayada trece rreales y un quartillo que sale el interes de a sesenta y cinco tomines
por ciento y con Vra. rreal hazienda ganan lo que a ver a decir de cinquenta y seis y a
sesenta y cinco tomines en que es Vro. patrimonio danificado en mucha summa de pe-
sos como tengo rreferido porque dan mala ynterpretación a la hordenanra hecha por
Vro. visorrey porque dize que queda a V. al.ª doze mili y treinta pessos cumple con pa-
gar en plata emayada y .~e a de entender que ha de ser en la misma especie que los yn-
dios pagan y cobran y si se trocaren los rrea/es en varras para embiar a vros. reynos de
castilla el crecimiento que huuiere es de V. rreal Patrimonio porque jamas han pagado
los yr.dios ni pagan en barras sino en rreales y por esta rrazon dio licencia Vro. Virrey
don Francisco de Toledo que los yndios de la prouincia sacassen libremente rreales en
el tiempo que hauia estanco que no se sacasen y el gouernador y contador se aproue-
chan deste ynterese porque nunca se les a pedido quenta estrecha de mas de aproue-
charse de los rrea/es de la Tassa en sus granjerías comprando carneros de la tierra en
los Pacaxes como lo hizieron en el ano de ochenta y cinco que los compraron a goncalo
mexia de figueroa dexando lo de pagar a los sacerdotes tea tinos de la compania de Jhus.
y a otros c/erigos de la Prouincia el sínodo que se les paga y con la misma tassa que los
yndios pagan los bueluan a alquilar y le pagan con ello y en este ano de ochenta y seis es-

64 Revista Andina Vol. 1


_________________________________ G/ave: Trajines

tondo yo tomando las quentas en el pueblo de ju/e y dadome un memorial que deuian de
deudas que los yndios deuian a V. al.ª compraron duzientas botijas de vino a un Pero
Gonrales y a un sacerdote amador goncales y les hizieron la paga con dos mili Pesos co-
rrientes que deuian los yndios de Ju/e y los del pueblo de yunguyo y los cobro juan de
Penafiel criado del gouernador estando yo presente y el scriuano que fue de mi comission.
Otrosi dize que por las quentas que tomo en la dicha prouincia de V. "ea/ ha·
zienda y por las aueriguaciones que en ella hizo Por un memorial que la rreal audiencia me
entrego parece deuer mucha suma de Pesos a los yndios y el contador la rropa que les a
mandado hazer no se la a pagado a los que lo trauajan Parece que lo descuenta a los caci·
ques de la tassa que pagan a V. al.ª y no estan afianrados como es costumbre y ordenanca
en Uestros rreynos dar fiancas los que tienen hazienda rrea/ a su cargo y esto aduierte por
lo que deue a su rrey y senor y como criado suyo.
Otrosi dize que el officio de ueedor en las yg/ias (sic} de chucuyto es Ymperti·
11ente el auer/e porque no acude a ello ni las yglias (sic} sean hecho hasta aora y el salario
que /leua que son seiscientos y cinquenta Pesos de P/atta ensayada de faltas de do trinas las
qua/es no las ay sino muy pocas y solamente se procura para pagar el salario del theniente
quees el l'eedor el qua/ lo lleua con mala conciencia como consta por la prouanca que hi·
zo en la dicha Prouincill conforme a un capitulo que su mag.d embio a esta rrea/ audien·
cia que se me entrego y Por los dichos que en ella dixeron los sacerdotes della y Francis·
co de Po/aneo justamente contador de cuentas que fue en la dicha Prouincúi le notifico al
gouernador don gabriel de montaluo una rreal prouicion manada des ta rrea/ audiencia pa·
ra que no se pagase tal salario al dicho veedor por ser officio impertinente y que no es ne-
cessario y no embargante esto el dicho gouernador le a mandado pagar de los vienes de la
comunidad y faltas de do trina como parece por las quentas que tomo en la dicha prouin·
cia a que se rrefiere.

RELACION

Muy Poderoso Señor

Luis Darmas Perdomo dize que por comission de V. al.ª fue a la prouincia de
chucuito a visitar las caxas asi la de Vra. R J. Hazienda como la de la comunidad en las
qua/es no hallo oro ni plata ni Reales como parece por los autos y diligencias que en Ra-
zon dello se hizieron a que se rrefiere - Y assi mismo tomo las quentas de los pesos de
plata que los Yndios Pagan de Tassa que son del patrimonio Real y las quentas de lasco·
munidades de aquel/u prouincio conforme a la RJ. Prouision que para ello se me dio ha-
ziendo tantto y balance de quenta y que hiziese cobrar los alcances que a V. al.ª se deuie·
sen trayendo quenta y razon de lo que en razon dello se hiziese lo qua! hize como por V.
a/.a me fue mandando y tengo en mi poder los autos y diligencias sobre/lo fechas en di·
ferentes q11ademos con distincion de lo que es cada cossa y de que procede.
A V. al.ª Pido y suplico mande que el secretario en cuyo poder an de estar los
dichos Papeles fo reciua y me de carta de R eciuo dellos para mi descargo y testimonio de
lo que contiene esta mi peticion y pido justicia.
Otrosi dize que al Contador Antonio de are balo que es el cobrador de V. RJ . ha·
zienda y tenedor de las llaues de las caxas como parece por su titulo que esta a fojas du·
zientas y dos le pedi me diese Relacion jurada en forma con cargo y datta cierta y berda-
dera de los pesos de oro y plata a V. al.ª pertenecientes como por la dicha relacion pare-

No . 1, setiembre 1983 65
ce que esta a fojas ciento y nouenta y siete y en cumplimiento della el dicho contador
presento las quentas con cargo y descargo questan a fojas duzientas y una hasta duzien-
tas y treinta y cinco las qua/es fueron herradas contra V.R. Hazienda y no se podio por
ellas berificar lo que cada un ano Pertenecía a V.R. Hazienda por traerlas en un quaderno
el cargo de tres anos como por ellas parece y por un aucto que esta a fojas duzientas y
cinquenta y cinco le fue mandado que con mi asistencia y ante el escriuano de mi comi-
ssion boluiese a dar de nueuo las dichas quentas cada un anno de por si en quaderno apar-
te con cargo y descargo del dicho ano como por ellas parece y en las primeras quentas que
el dicho contador Presento dejo de hazer el cargo de los Tributos que pagan a V.Al.ª los
yndios de los valles de moquegua sama chimchura, chicanoma y laricaxe y capinota que
son de Vro.R J. pattronato, ques mucha suma de pesos en todo el tiempo que aquel gouer-
nador don Gabriel de montaluo y cobro el tercio de nauidad del año de ochenta y quatro
y los anos ochenta y cinco y ochenta y seis y tan solamente se haze cargo de dos partidas
que cobro de los yndios que es tan en larecaxe y chucanoma que montan duzientos y trein-
ta y quattro pesos que sera el tercio del año de ochenta y quatro como parece por la par-
tida que da en descargo que esta a fojas quatrocientas y treinta y por mi le fue mandado
notificar un aucto que declarase porque no se hazia cargo de los pesos que los yndios pagan
de tributo a V. al.ª que esta a fojas duzientas y quarenta y seis y respondio que no era a su
cargo sino al de gouernador como por el parece y se le notifico al gouernador don Gabriel
de montaluo declarase lo que auia en esto y dixo que el mando a antonio de arebalo su con-
tador que lo cobrase de un fulano de bobeda su teniente de los dichos valles como parece
por su respuesta que esta a fojas duzientas y quarenta y ocho y en las quentas que ultima-
mente dio con mi asistencia cada un ano de por si dexo hazerse el mismo cargo y acauadas
y fenecidas y fechosse el propio el alcance de cada un ano y firmado/o de su nombre se le
notifico otro aucto que esta en el quaderno del ano de ochenta y seis a fojas quinientas y
diez y nueue como por el parece y porque/a cantidad de pesos es mucha y estar encubierta
y por auerle fecho los apercibimientos que tiene referidos no dio claridad ni Razón de na-
da y por lo que deue a su Rey y senor y ser su criado adbierte de lo que en esto ay para
que se ponga Remedio en hazer cobrar V.R. Hazienda.
Otrosi dize que al gouernador de la prouincia de chuquito y a los que loan sido
el salario que V. a/.a les señala de gouernadores son dos mili y quinientos pesos de plata
enssayada y por el trauajo que an de tener en cobrar la tassa que los yndios pagan les se-
na/a quinientos Pesos de la dicha plata y el gouernador cobra su salario por entero de lo
primero que se cobra y dexa por cobrar lo que a V. Al.ª le pertenece como lo a fecho en
el ano de ochenta y seis por que de doze mili y treinta pesos que a V. Al.ª le quedan li-
quidas en cada un ano dan en deudas que dizen deuer los yndios diez mili y ciento y
treinta pesos tres tomines y ocho granos como parece por un quaderno aparte que esta a
fojas quinientas y diez y siete hasta quinientas y beinte y cinco y la libranca y carta de pa-
go del gouemador esta a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y el contador a cobrado de
su salario en cada un ano quatrocientos pesos de plata enssayada como parece por las pri-
meras partidas del descargo que da de la RJ. Hazienda de los anos de ochenta y cinco y
ochenta y seys y sus cartas .de pago que la partida del ano de ochenta y cinco esta a fojas
trezientas y cinquenta y una y la carta de pago a quatrocientas y beinte y seis y la partida
del ano ochenta y seis a !fojas quatrocientas y veinteytres y la carta de pago a quattro-
cientas y nouenta y nueue el qua/ salario del contador no ay obligacion de pagarse de Vra.
RI Hazienda que el gouernador esta obligado a cobrarla y dar quenta como parece por la
ordenanca y capitulo de Tassa fecha por vro. Visorrey don Francisco e Toledo que esta a
fojas ciento y quinze a que me refiero.
Otrosi dize que de Vra. RI. Hazienda a librado el gouernador y pagado el conta-
dor a diego que adrada escribano que siruio el dicho oficio en la prouincia cierto tiempo
en el tiempo que fue gouemador don geronimo de filua cauallero del auito de santiago
duzientos y se ten ta pesos de plata ensayada y asilo da por descargo en el ano de ochenta
y quattro del tercio de nauidad que fue a su cargo la cobranca dello como parece por la
partida que esta a fojas duzientas y setenta y quatro y antonio de castro escriuano que oy

66 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

es en la dicha prouincia se le a pagado en cada un ano quinientos pesos de plata enssayada


de V.R. Hazienda no deuiendoseles pagar della por estar sena/ados por Vro. Viso"ey en
sobras de tributos y no auiendolos de la caxa de la comunidad o bienes della como parece
por el capitulo de tassa y ordenanca /fecha en Razon della que esta a fojas ochenta y tres
y las partidas del descargo la del ano de ochenta y cinco a fojas quinientas y cinquenta y
nueue y la libranca a fajas quatrocientas y veinte y cinco y la partida del ano de ochenta y
seys a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y la libranca a fojas quatrocientas y nouenta y
quatro lo que es en dono de bra.R l. llazienda y por libronca de Vro. gouernador se lo
mando pagar al salario de un ano de V. R J. Hazienda adelantado antes de auerle seruido
como ¡1or libranca parece a que me remito.
Utro si dize que en lo que toca a la hazienda de comunidad es auido en ellas ma·
la horden y no se haze cargo en las quentas de las partidas de cameros de la tierra que se
bendieron por bienes de las comunidades cada una en el tiempo que se bendio y tan sola·
mente t!ize en 1111a partida hagome cargo de quattro mili y quattrocientos y quarenta y
dOJ ¡>esos de partidas de carneros que me he hecho cargo en el libro esta esta partida a fo·
jas quinientas y treinta y ocho y para que huuiese claridad y traer Razon de todo se saca·
ron las partidas del libro del contador por aucto y estan por testimonio del scribano R I.
en el quademo tocante a las comunidades </lle esta a fojas quinientas y 11ouenta y nueue
y en la primera partida se haze cargo de mili y duzientos y sesenta y seis pesos por du·
zientos y nouenta y ocho cameros de la tierra a quattro pesos y dos tomines y medio
como por el dicho remate parese que esta a fojas seycientas y cinquenta y demos deste
Rematte y Testimonio que el escribano dio esta otro testimonio firmado de su nombre
que dio a los yndios contadores de la comunidad y dize que en el que son duzientos y
setenta y cinco carneros de la tie"a y que se rremataron en el a/varo de medina a quattro
pesos y dos tomines y medio como por el parece que esta a fojas seyscientas y ochenta y
siete en lo qua/ esta esta partida confusa por que el contador no se haze cargo de mas de
duzientos y nouenta y ocho y el remate es de trezientos y el testimonio que dan a los yn·
dios para su descargo no es mas de duzientos y setenta y cinco y en las cuentas que se le
tomo a los contadores yndios de las comunidades nombrados por vuestro visorrey don
Francisco de Toledo dan por descargo que esta partida arriba dicha fueron seyscientas
carneros de la tierra de carga que son los que se en·iaron en el pueblo de pomatta luego
que llego el gouernador a la prouincia con su hierro y parece que los herraron antes de
lleuar/os a la almoneda y por que por un capitulo del memorial que por vra. al.ª se me
entrego para que hiziese aueriguacion e11 lo tocante acerca des ta esta aberiguado ser así
herdad y despues de 1/euados y rematados declaran los yndios que les deshecho sesenta y
Je_11s carneros los qua/es boluieron a los pastos y los que autua/mente (sic) se vendieron
son quinientos y beinte y quatro como parece por la partida que esta a fojas seycientas y
beinte y tres a que me Refiero y parece que los soco el gouernador para si por tercero
persona.
Otrosi dize que otra partida que se remato en agustín Lopez questa aueriguado
fu eron para el gouernador no se haz e cargo el contador en el libro de mas de quatrocien·
tos y nouenta y quattro carneros como por la dicha partida parece ques la tercera a fojas
quinientas y nouenta y nueue auiendo de ser quattro cientos (sic) y los seys que faltan
para enterarla dizen los ymlios que el escribano los toma y escoje los mejores por el traua·
jo de Remate no teniendo obligacion la comunidad de pagar nada pues le da quinientos
pesos ensayados de salario al dicho escrihano, demas e/esto esta aueriguado con muchos
testigos sacarse a la almoneda todos los dichos carneros por terceras personas para el di·
cho don gabriel de monta/uo a menos precio de los que otros dieran.
Otrosi dize que el gouernador libro en la caxa de comunidad a el escribano A nto·
11iu de Castro duzientos pesos para comprar papel para la bisita que hiziese en la dicha
prouincia 110 estando obligado a pagar la comunidad el papel que el escribano gasta en sus
negocios pues le dan quinientos pesos enssoyados de salario y les lleua derechos a los yn·
dios de los negocios que hazen ante el delos aranzeles y mandamientos, esta esta libranza
a fojas quinientas y cinquenta y dos a que me Remito.

No . 1, setiembre 1983 67
COMENTARIOS

creación del puerto de Arica, entonces la


Roberto Choque Canqui ruta era Potosí-Arica y Lima. Por la provin-
Instituto de Investigaciones cia de Chucuito pasaba el trajín de todos
Históricas de la Universidad Mayor de los comercios hacia La Paz, y de allí hacia
San Andrés de La Paz. Archivo de La Paz. Oruro y Potosí. El trajín del vino de los
A v. 6 de Agosto 2080, La Paz - Bolivia. valles de Arequipa y Moquegua, además de
las mercancías de Castilla, demandaba la
fuerza de trabajo indígena y los cameros de
El trabajo de Luis Miguel Glave sobre la tierra (llamas) para el transporte largo, y
los "Trajines. Un capítulo en la formación para los tramos cortos se utilizaban las mu-
del Mercado Interno Colonial", es un aná- las. El empleo de llamas para ello significa-
lisis reflexivo del funcionamiento del mer- ba menos costo que las mulas. La provincia
cado interno en el espacio sur peruano, de Chucuito por ser considerada rica, apor-
centrando su atención "en la esfera de la taba la mayor cantidad de ganado de carga
circulación" de mercancías agrícolas, espe- para el transporte de mercaderías. Asimis-
cialmente el vino y la coca. Toma a Potosí mo, el trajín de mercancías por la provin-
como eje central ordenador del espacio y cia de Chucuito creó un espacio indígena
motor de toda la economía colonial del Pe- articulado con el funcionamiento de la cir-
rú, puesto que antes de salir el metal de Po- culación, integrando los seis pueblos prin-
tosí a la metrópoli, circulaba al interior del cipales de los Lupaqa. Continuaba el espa-
espacio peruano e implicaba "toda una red cio del trajín con los pueblos de la provin-
de intercambios internos". Las cuatro ciu- cia de Pacaje, como Caquiaviri, Caquingo-
dades coloniales, como Cusco, Arequipa, ra, Machaca y Callapa, articulando las ciu-
La Paz y La Plata, eran articuladoras de ese dades de La Paz y Potosí. El funcionamien-
espacio por estar ubicadas, tres de ellas, to de tambos también era importante y de
entre las rutas de vinculación comercial en- gran utilidad para los comerciantes y sus
tre Lima y Potosí. Además, ellas son deter- trajinantes, cuyo servicio era atendido por
minantes para entender las formas espacia- los indios de mita. Los tambos de la provin-
les de organización, de intercambio y la di- cia de Pacaje funcionaban en los pueblos de
visión territorial de la producción. Su asen- Guaqui, Tiwanaku y Calamarca. El sistema
tamiento humano estaba constituido por de tambos sirvió a los "caminantes de la
un vecindario español, élite urbano y, en su conquista"; poco después, comenzaron a
mayor parte por los encomenderos, a dife- abastecer a los "comerciantes" y sus anima-
rencia de las ciudades mineras, como Poto- les, también, como dice el autor, "el servi-
sí. Las ciudades de Cusco, Arequipa y La cio incluia el mantenimiento de los cami-
Paz estaban vinculadas a las zonas produc- nos reales y los puentes".
toras de vino y coca, artículos de mayor Sin duda los datos que nos proporciona
importancia comercial de la región, cuyo el autor sobre los primeros viñadores en
mercado principal era sin duda Potosí, Moquegua, cuya empresa correspondió a
aparte de tener sus plazas en otras ciudades un grupo de españoles, vecinos de Arequi-
de menor consumo. La coca, acertadamen- pa, realmente son importantes para cono-
te señala el autor, tenía su mercado en el cer cómo empezó en esa zona una gran pro-
consumo indígena y el vino en el mercado ducción de vino y su comercialización en el
español. espacio peruano, cuyo mayor volumen de
El "espacio del trajín" estaba articula- consumo fue Potosí. De modo que, el co-
do, especialmente, por las rutas de Lima- mercio del vino de Moquegua y Arequipa,
Cusco-Arequipa-La Paz y La Plata con la innegablemente con el correr de los años,
Villa Imperial de Potosí. La Paz entre 15 70 ampliaba su espacio de circulación inicial
y 1580 fue desvinculada de ellas con la hacia las ciudades de La Paz-Oruro y a los

68 Revista Andina Vol. 1


___ ____ _______________________Glave: Trajines

pueblos indígenas de las provincias de Cliu- sean escasas o imprecisas, pero que al me-
cuito, Pacaje y otras. Su trajín hacia Poto- nos ofrezcan un panorama gráfico de los di-
sí, movilizó a muchos comerciantes y algu- versos flujos que llegaban a Potosí. La his-
nos caciques, trajinantes e indios de servi- toria de los intercambios mercantiles hay
cio y contingente de ganado de la tierra que pensarla con números, o a partir de nú-
(llamas) y mulas. Algunos de los caciques meros. ¿Cómo explicarse cuál era la magni-
aymaras del distrito de La Paz, (siglo XVIl), tud real de la agricultura vitivinícola en
estaban involucrados en el comercio del vi- Moquegua? No hay cifras absolutas, tampo-
no de Arequipa y Moquegua, especialmen- co relativas; ni de producción ni de exten-
te los caciques de los pueblos de Jesús de siones cultivadas. El valle de Moquegua es
Machaca, Caquiaviri, Viacha y Calamarca. bastante pequeño en extensión; en la actua-
Así, Pedro Chipana, cacique del pueblo lidad, su área de cultivo sigue siendo mo-
de Calamarca, se distinguió en ese negocio desta. Consecuentemente, para el período
(entre 1675 y 1684) con los tratos de 750, que estudia Luis Miguel Glave -parte de
1.500 y 2. 600 botijas de vino. los siglos XVI y XVIl- es quizá bastante
exagerado hablar de una pequeña nobleza
agraria en esta localidad. La historia rural
peruana demuestra, a través de los estudios
Manuel Burga que se conocen, que las aristocracias terra-
Pasaje Arturo Castillo 81 O tenientes logran enraizarse y perdurar sola-
mente en contacto con las grandes propie-
Urbanización Los Pinos dades y ya casi a fines de la época colonial.
Lima 1 - Perú Antes de este período no se forman aristo-
cracias terratenientes regionales o locales.
Es difícil enjuiciar un artículo despren- Evidentemente, el servicio que los indí-
dido , por lo que se dice en el texto , de un genas prestaban en los Trajines de los espa-
estudio mayor. No puedo aventurarme a ñoles era una forma de explotación similar
suponer la naturaleza de este último , pero a la mita; legalmente debían ser remunera-·
probablemente se acerque a las inquietudes dos, pero en la realidad los gastos que ha-
que las publicaciones anteriores de Luis cían los indígenas cumpliendo sus servicios
Miguel Glave han mostrado: un análisis de en estas actividades eran mayores a la canti-
las estructuras agrarias y las formas produc- dad que teóricamente debían recibir. Por
tivas en la región cusqueña. Dentro de un tanto, era una forma de explotación colo-
texto semejante se podría entender mejor nial que hacía de los Trajines una actividad
este artículo sobre los Trajines. Digo esto expoliadora y muy alejada de lo que se en-
porque este artículo es una especie de des- tiende por intercambio comercial. La renta-
cripción geográfica de los circuitos mercan- bilidad del "comercio" provenía de la utili-
tiles en el sur andino: vinos, aguardientes y zación barata, o casi gratuita, del trabajo de
" artículos de Castilla" que van de Moque- los indígenas y de sus recuas de llamas.
gua y Arequipa hacia las regiones altoandi- Desde esta perspectiva, dicho "comercio"
nas, y el Cusca como gran proveedor de la sólo era rentable porque era colonial o por-
coca consumida en Potosí y en .otras minas que era una prolongación de las encomien-
menores de esta región. Visto así , es decir, das o de las formas feudales de producción.
dentro de un estudio mayor que analice la Aquí estamos frente a una dimensión es-
economía de la región, este artículo ten- tructural de los Trajines, y por consiguien-
dría un eficiente papel complementario, te la aproximación hubiera podido ser de
pero considerado de manera aislada adole- carácter cualitativo. De la misma manera
ce de algunos defectos. corno E. Trelles analizó el caso del enco-
El primero podría ser que se trata fun- mendero Martínez Begazo, que Luis Miguel
damentalmente de un análisis cualitativo Glave cita, se hubiera podido tratar de defi-
para estudiar un fenómeno, un capítulo en nir quiénes eran los trajinantes, o qué eran
la conformación de un mercado interno co- los trajines : ¿ Una actividad de encomende-
lonial, que exige una aproximación sobre ros?, ¿de mineros o corregidores?, ¿o había
todo cuantitativa. No importa que las cifras quienes vivían exclusivamente de este "co-

No. 1, setiembre 1983 69


mercio"? mente fundadores de Arequipa. Un análisis
Ya se sabe desde hace bastante tiempo, detenido de la lista de fundadores de Are-
lo que Glave también indica, que la con- quipa revelará -a su vez- una alta propor-
quista produjo un proceso de desestruc- ción de éstos que habían sido también fun-
turación; que hay un notable cambio en la dadores del Cusco. ¿No habrá llegado la
actividad productiva de los indígenas y en hora de filiar las ciudades? Esa ruta vital de
la geografía económica andina. Aparece Li- los primeros fundadores Cusco-Arequipa-
ma y Potosí se convierte en el polo de La Paz, ¿no habrá coincidido acaso con la
atracción de hombres y de productos. Estas de muchos corregidores, mercaderes y fun-
afirmaciones cualitativas hay que transfor- cionarios? Comprobarlo sería, sin duda, in-
marlas en enunciados, aunque sean elemen- teresante. Es alentador observar la generali-
tales, de carácter cuantitativo. Pero de to- zación del uso de protocolos notariales, pe-
das maneras este ensayo es interesante, es ro lo es más cuando el uso se acompaña de
valiosa la concepción no sólo peruana sino un claro y refinado ordenamiento del mate-
andina de este fenómeno; reúne ordenada- rial. El cuadro 2 de Glave, por ejemplo, es
mente muchos datos, utiliza algunos del una muestra de ello. El día que los historia-
Archivo General de Indias, pero desgracia- dores hayamos logrado presentar -por es-
damente no ofrece una imagen original de te u otros medios- la información de los
la formación de un nuevo espacio económi- protocolos notariales en forma sistemática,
co alrededor del apogeo de la minería de habremos trocado infinitud de dudas por
Potosí. incertidumbres relativas, pero nuestra His-
toria habrá ganado en seguridad y atracti-
vo.
La figura itinerante del escribano Dávila
E/rain freiles A. invita a replantear el rol y grado de ductili-
dad de los notarios. Cabría anotar que ahí
The University of Texas of Austin donde el trajín lo imponía, era posible
History Department Gar 101 crear notarios. "El muy magnífico señor
Austin - Texas 78712 Lucas Martínez Vegazo por quanto en estas
USA minas de Tarapacá, donde al presente está
no hay escribano, me nombró a mi Pedro
Esta sólida contribución al conocimien- Casas... ", nos dice una vieja escritura cosi-
to regional de las estructuras internas de da al libro de Cabildo arequipeño de 1560
mercado del sur andino tiene el atractivo (Trelles 1983 : 111). El buen uso de los
doble que ofrece la combinación del pano- protocolos notariales ha permitido a Glave
rama teórico con la sustentación empírica. reconstruir una animada imagen de los tra-
Como es usual en estos casos, ella levanta- tos de coca y vino. En cuanto al vino, ha-
rá casi tantas preguntas como su texto in- bría sido interesante observar el uso que
tenta resolver: ¿Que si es posible limitar Glave podría haber hecho de las cifras y
una visión global al sur del virreinato?, ¿qué cuadros de comercio de vino arequipeño ex-
si basta analizar la esfera de la circulación puestos en la tesis doctoral inédita de Keith
para develar la estructura del subrayado tra- Davis, The rural domain of the city of Are-
jín?, ¿qué si hay equilibrio en un modelo quipa, 1S40-166S. Si mal no recuerdo, ese
cuatripartito en su formulación, pero fuer- futuro libro de Davis no altera lo substan-
temente cargado hacia las perspectivas cus- cial de las conclusiones de Glave, pero sus
queñas o arequipeñas? Las considero de datos -obtenidos también de los protoco-
momento preguntas secundarias, y en todo los notariales arequipeños- ampliarían au-
caso, dejo su solución a quien conozca me- tomáticamente las dimensiones de la mues-
jor los mecanismos adscritos a la circula- tra, y esto último es siempre saludable.
ción, o a alguien que haya trabajado las ru- El análisis interno del trajín permite
tas mercantiles del norte colonial o la Boli- arribar a una de las conclusiones más rele-
via altiplánica. vantes del artículo: La mita no era la única
Resulta interesante observar que algunos movilización de población de comunidades
pobladores de La Paz habían sido previa- hacia otros espacios económicos. el trajín

70 Revista Andina Vol. 1


________________________________G/ave: Trajines

eran igual de ominoso y desestructurador. cos como las ciudades y los centros mine-
Resulta sugerente comprobar, en el escrito ros fueron las columnas y los motores -pa-
de Glave, que los requerimientos de indios ra emplear dos metáforas útiles-, de un di-
continuaron haciéndose -- casi como si nada la ta do espacio que tuvo como ejes a Lima
hubiera cambiado desde la encomienda ini- y Potosí. Pero ¿cómo definir este merca-
cial- a través y por intermedio de los cura- do? Assadourian supo mostrar alrededor
cas. Sobre esto último una nota adicional: del circuito minero, otros mercantiles, deri-
L.uis Miguel Glave usa el término caciques, vados de la variedad de producciones com-
bien se sabe que es un término mejicano y plementarias, pero para responder a la pre-
que en el Ande los llamábamos curacas , lo gunta anterior, en definitiva se limitó a ad-
interesante es que la documentación espa- jetivar ese mercado: "gran magnitucl .. .",
ñola los llama caciques sistemáticamente. "gran mercado interno ... ''
¿Habrá llegado la hora de ponernos de En este terreno se ubica el artículo de
acuerdo en una terminología o, en su defec- Luis Miguel Glave. Escoge como escenario
to, sancionar que la diferencia es irrelevan- un espacio central en la articulación entre
te?, ¿o es que en efecto cacique alude a la las ciudades y los centros mineros colonia-
interacción del curaca en el mercado ( o su les, que fue el altiplano; espacio igualmente
percepción por parte de los españoles urba- significativo para la economía prehispánica,
nos) y curaca califica su rol y percepción como lo ha señalado hace muchos años
rurales no hispanos? Habrá que revisarlo. John Murra; espacio donde además la po-
Lo que en cambio no necesita mayor con- blación andina logró conservar una cierta
firmación es la naturaleza innovadora de las densidad demográfica. Glave subraya la im-
conclusiones de Trajines, así como el sólido portancia de dos productos menores en la
sustento documental que las acompaña. La articulación de ese espacio. El vino para la
historia del Ande, por lo visto tiene toda- llamada República de españoles y la coca
vía mucho más que ofrecer. ' para la República de indios. Confirma así
una vieja observación de Ruggiero Roma-
no: la relevancia de estos circuitos menores
para entender la economía colonial. Nos
alejamos de una historia que pretendía re-
Alherto flores Galindo sumir la complejidad y heterogeneidad de
Pontificia Universidad Católica una sociedad en la explotación minera.
Apartado 1761 Pero estas mercancías -coca o vino-
pasan por un espacio indígena, el espacio
Lima /00 - Perú
del trajín . Es importante verlas pasar, pero
para definir este mercado interior, debemos
La preocupación por el mercado inte- indagar también, como lo anuncia Clave al
rior colonial tiene, en la historiografía la- final de su artículo, por los cambios que es-
tinoamericana, dos importantes referencias tos trajines generan en el interior de la eco-
en los estudios de Carmagnani y Assadou- nomía campesina regional. Los indios estu-
rian. Marcello Carmagnani en un libro insu- vieron explotados pero , a pesar de ello, se
ficientemente citado, Les mécanismes de la las ingeniaron para utilizar ciertos mecanis-
vie économique dans une société colonia- mos del propio sistema colonial, conservan-
le: le Chili (1680-1830), argumentó, desde do así sus tierras y aprovechando las co-
el año 1973 , la existencia de un peculiar yunturas favorables. Sucedió en la Hua-
mercado interior en la economía chilena . manga del siglo XVI esh1diada por Steve
del siglo XVIII, replicando a quienes pre- Stern. Sucedería después en el sur andino
tendían reducir todo a la dependen cia ex- del siglo XVIII. Fueron esas las "bases ma-
terna . Posteriormente, Carlos Sempat Assa- teriales" que permitieron la reproducción
dourian demostró que la historia de este de la cultura andina. De otra manera no en-
mercado interior debía remontarse a los tenderíamos la riqueza de los curacas y la
inicios mismos del sistema colonial y que aristocracia indígena. Tampoco compren-
sus dimensiones trascendían los límites de deríamos la incipiente urbanización que
las posteriores repúblicas. Polos económi- tempranamente se observa en los alrededo-

No.1, setiembre 1983 71


res del lago Titicaca, la expansión de la ar- que nos ofrece contribuye a confirmar la
tesanía que sustenta el esplendor de sus dificultad que todos los hi<;toriadores en-
iglesias, la aparición de "especialistas" en el cuentran cuando se enfrentan a períodos
trabajo de la piedra, la madera, la plata, aún muy desconocidos. Las fuentes toda-
etc. vía no permiten un enfoque cuantitativo
Se plantea un problema peculiar del sur deseado y esperado por todos, y en este
andino: la articulación de este mercado aspecto, el trabajo de Glave adolece fun-
interior impulsado por la minería y la urba- damentalmente, dado que la cuantifica-
nización, con esas milenarias economías an- ción constituye la espina dorsal de la his-
dinas que sustentan la vida de los hombres toria económica y social de nuestros tiem-
del altiplano. Indicar este encuentro impli- pos. Sin embargo, cabe destacar que co-
ca terminar con un viejo divorcio que ence- mo primer artículo, parte de uno más am-
rraba a unos en la "supervivencia" del mun- plio, los propósitos del autor en términos
do andino (los etnohistoriadores), y a otros cualitativos satisfacen ampliamente al lec-
en los cambios (historiadores de la econo- tor.
mía). Españoles e indios no constituyeron El propósito de contribuir al conoci-
dos mundos separados y apenas rozados miento de las estructuras de mercado que
eventualmente; por el contrario,existió des- internamente se generan en el espacio pe-
de muy temprano una relación, la mayoría ruano desde una perspectiva regional, res-
de las veces violenta y conflictiva, que fue tringida a la particular dinámica del sur pe-
produciendo una sociedad que, estudios ruano, es demostrado a partir de la aten-
como éste de Luis Miguel Glave, están en ción que el autor concede al análisis de la
camino de definir. De esta manera.estos co- esfera de la circulación. La comercializa-
mentarios, escritos al correr de la máquina, ción de los "productos de la tierra", como
están pensados más en relaéión al futuro de la coca y de los "productos de castilla" co-
una investigación, que a sus realizaciones. mo la vid y sus derivados, mercancías pro-
Me parece una actitud adecuada frente a un venientes de zonas ecológicas costera y
autor que en estos momentos imagino nue- amazónica, necesita del espacio económico
vamente sumergido en algún legajo del siglo andino para circular y entrar en las esferas
XVII, cotejando sus hipótesis, descubrien- del intercambio.
do nuevos "tratos" y "trajines", encontran- Utilizando cuatro ciudades-mercados co-
do derroteros inéditos en el altiplano colo- mo ejes ordenadores del espacio económico
nial. Buen ejemplo de una historia que se y dos mercancías dominantes y generado-
ampara tanto en la teoría como en los do- ras de una dinámica económica de merca-
cumentos, rasgo que vincula a Glave con do, Glave nos describe las bases, los meca-
otros investigadores que,como Trelles, Cho- . nismos y factores que permiten el desarro-
cano y Quiroz están poniendo las bases llo de un mercado interno colonial. Para
para una efectiva "nueva historia" de este ello recurre a la demografía,haciendo una
país. relación de tasas altas de concentración po-
blacional y formación de mercado. Analiza
detalladamente los soportes del andamiaje
circulatorio que favorecen el flujo de mer-
O/inda Celestino caderías: cargadores, tamberos, pastores,
forrajeros, arrieros, caminos, puentes, gana-
CNRSERA 715 do de la tierra, ganado de castilla ; lo hace
44, rue de la Tour destacando el aspecto de una movilización
75016 Paris-Francia de las fuerzas productivas andinas a favor
de los españoles y de la Corona, fundamen-
El trabajo de Luis Miguel Glave nos in- talmente; muy tímidamente señala el rol de
troduce.con seriedad tanto documental co- intermediarios que juegan la nobleza y las
mo bibliográfica,al estudio de la formación autoridades andinas.
y desarrollo de una economía de mercado Pero, es de señalar que desde el inicio
desde una perspectiva regional Enfocando del artículo, Glave indica la necesaria rela-
la segunda mitad del siglo XVI, el análisis ción e interdependencia que se gestó desde

72 Revista Andina Vol. 1


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ __________________ Glave: Trajines

los primeros años de la colonización entre dente que no se haya recurrido , para ubicar
españoles e indios, observación importante, la problemática de los "trajines", a un bre-
pero que no es enfatizada después en el tra- ve preámbulo de los antecedentes prehispá-
bajo. nicos, ya tratados por M. Rowstorowski en
Otro aspecto fundamental que no es tra- su conocido trabajo sobre mercaderes de
tado, y que un estudio de formación de Chincha, o los de R. Hartmann en su estu-
mercados está obligado a incluir, es el mo- dio sobre el norte andino. No obstante, es
vimiento de precios, el cual todavía sigue imposible presentar en un solo artículo to-
siendo un tema tabú en la historiografía pe- dos los elementos importantes para la com-
ruana. prensión global del tema tratado; el lector
Para terminar estas apuradas anotacio- es quien se da cuenta más fácilmente de los
nes, quisiéramos destacar el afán del joven vacíos.
historiador de enfrentar un tema importan- Es obvio que el tema merece la atención
te utilizando una amplia bibliografía, pero de más de un investigador, por ello hay que
sobre todo, su trabajo con escrituras nota- agradecer a Luis Miguel Glave el esfuerzo
riales tanto del Cusco, Arequipa, como Mo- desplegado.
quegua. Aunque resulta un poco sorpren-

RESPUESTA

bana, el cambio en la relación de Arequipa


Luis Miguel Glave y Cusco con todo el espacio sur-peruano,
Centro Las Casas fue algo fundamental en nuestra historia.
Apartado 477 No menos importante, e incluso más espec-
Cusco-Perú tacular, fue el desplazamiento de La Plata
(Sucre) por La Paz. ¿Dónde podemos bus-
A pesar de nuestros esfuerzos, pero jus- car las claves de estos procesos? Creo que
tificadamente por la premura del tiempo, al respecto es pertinente la investigación
este primer número de Revista Andina pre- en el campo de la geografía económica, con
senta "estudios" con menos comentarios trabajos de índole regional, que busquen
de los que en futuras oportunidades espe- comprender la concatenación de ese espa-
ramos ofrecer. Por eso, deseo iniciar esta cio, físico y social, de los Andes del sur.
resp1;1esta agradeciendo a las personas que, Por eso, pienso que esta "especie de des-
gentilmente, han respondido a nuestras so- cripción geográfica de los circuitos mercan-
licitudes de comentarios. tiles del sur andino" (Burga) era necesaria.
La naturaleza del trabajo que ahora pre- Para tratar de entender el mercado interno
sentamos con los "Trajines" es regional. colonial, en su generación regional del sur,
No es casual que así sea. Llevamos ya unos no podemos dejar de entender el escenario ,
años labrando este camino. Aún hoy, no sa- el lugar y sus hombres. Sólo la definición
bemos qué alternativas proponer para "re- de un modelo de relaciones espaciales me
gionalizar'' adecuadamente el país y cómo tomó gran parte de las páginas que tenía
abordar (solucionar) los llamados "proble- para ese artículo. Incluso así, el modelo es
mas regionales''. La historia de las relacio- incompleto. Señaladamente, pero también
nes entre dos países, que se dividieron un de manera arbitraria, excluí en el texto y
mismo espacio social y económico, Perú y en el modelo, la región de Cochabamba Al
Bolivia, nos da otra muestra de la compleji- respecto, para la época prehispánica, conta-
dad de las interacciones multiregionales mos ya con trabajos de Nathan Wachtel y
frente a las que se pretendió organizar dos para la Colonia con el excelente trabajo de
economías. En términos de hegemonía ur- Brooke Larson. Pero el modelo que ahora

Na. 1, setiembre 1983 73


presentamos es sólo un ensayo e incluir esa meros años de la colonización entre españo-
rica dinámica cochabambina hubiera im- les e indios" que fue anunciada al inicio del
plicado una aún más compleja trama de re- texto. Sobre lo primero, tanto los aportes
laciones. Me interesaba ese espacio del tra- de María Rostworowski y de R. Hartmann,
jín y en esa medida justifico la arbitrarie- como los de Murra, que fueron observados
dad. No hablemos ya de las regiones del ac- por las anteriores autoras, nos son de suma
tual norte argentino, cuya relación con los importancia, sobre todo para ubicat luego
espacios que ahora ofrecemos fueron evi- esa interdependencia entre indios y españo-
dentes. Los trabajos de Carlos Sempat les, que creó una nueva sociedad, que esta-
Assadourian y Nicolás Sánchez Albornoz mos lejos de entender cabalmente, como lo
así lo demuestran. Incluso, la presentación señala Flores Galindo. Entendimiento que
de la dinámica regional arequipeña es sólo . se alejará aún más si no dejarnos de apoyar-
indicativa; el trabajo sobre las actividades nos fácilmente en términos equívocos (lo
de Lucas Martínez Vegazo hecho por contrario de unívocos) como "feudal"
Efraín Trelles nos lleva de lleno al actual (Burga). Al entrar en el análisis interno del
norte chileno. trajín y a las relaciones que lo permitían,
El estudio al respecto debe continuar. recién tocamos la materia que es todavía
En esta oportunidad, poner los cimientos necesaria penetrar, para de ahí obtener abs-
de la producción del trajín, enmarcar ade- tracciones explicativas del movimiento in-
cuadamente su espacio, se transformó de terno de las relaciones de esa sociedad. El
preámbulo en tema, con muchas posibles material que aparece en los anexos y el tes-
objeciones, es cierto, pero necesario tam- timonio, muy valioso, del jesuita A. Ayans,
bién. Si alguien ya "sabe desde hace bas- nos muestran las posibilidades que al res-
tante tiempo . . . que la Conquista produjo pecto tenemos. En esa tarea nos encontra-
un proceso de desestructuración . . . en la mos ahora.
geografía económica andina" (Burga), de- Ahí veremos cómo la sociedad andina
bió habérnoslo participado antes, por es- no debe ser tomada como antagónica a una
crito, mostrando en qué consistió ese pro- "española". La sociedad que estudiamos es
ceso. Salvo los importantes y polémicos andina porque los Andes fueron escenario
trabajos de Assadourian (tangencialmente de una simbiosis que dio origen a algo nue-
ubicados en el criterio expuesto por Flores vo que tenemos que investigar. Efectiva-
Galindo en su comentario), no tenemos mente, sólo ''tímidamente" menciono el
mayores materiales en que apoyarnos. Más tema del papel de la nobleza y las autorida-
bien, son conocidos los trabajos que desde des andinas. En realidad, como todo lo re-
la etnohistoria y la antropología han busca- ferente a la producción del trajín, sólo que-
do mostrarnos las permanencias andinas (el da anunciado.· Justamente, Roberto Cho-
control de un máximo de pisos ecológicos que Canqui ha adelantado mucho al respec-
desde Murra). Por otro lado, ¡,qué sabemos to de lo que Tristan Platt ha llamado "mo-
de la articulación ciudad-región en la época delo cacical de mercantilismo andino". Fe-
colonial para nuestra zona sur andina? El lizmente, a pesar de las dificultades, el nues-
trabajo de Carlos Contreras sobre Huanca- tro no es un trabajo aislado, nos vamos en-
velica no tiene similar para Cusca, Arequi- contrando con otros en el camino.
pa, La Paz o La Plata. Además, el intento En términos teóricos, no sin cierto te-
que hago no es el de una monografía por mor, escogí la esfera de la circulación. Los
cada ciudad sino más bien el de las relacio- trajines son eso, circulación. Pero el tema
nes entre las regiones. Creo que esto debe es el mercado. Ahí debemos llegar. En el
ser asumido como preocupación metodoló- texto, señalo mi interés por ubicar la circu-
gica por las personas interesadas en estu- lación como un momento de la producción
dios regionales dentro de este espacio. social El ciclo de la mercancía sólo termi-
Olinda Celestino reclama justamente un na en el consumo, para ello es necesario
"breve preámbulo de los antecedentes pre- que se produzca también la circulación, ei
hispánicos" y, a continuación, señala que trajín de los siglos XVI-XVII. Por eso, en
no se enfatizó en la "necesaria relación e determinadas relaciones, la fuerza de traba-
interdependencia que se gestó desde los pri- jo que produce la circulación, se desplaza

74 Revista Andina Vol. 1


______________________________ Glave: Trajines

también con las mercancías, y esa fuerza de precios se podrían añadir otros tomados de
trabajo debe asimismo producirse y repro- los protocolos notariales de Moquegua.
ducirse. El mercado no nos deja, pues, en el Cuando hagamos este ejercicio, no dejará
espejismo de la circulación, nos lleva a la sin embargo de ser polémico. Davies mismo
producción social. No creo que esta prime- reconoce la pobreza de los registros sobre
ra parte de los trajines responda a muchas producción y precios de uva y vino. Feliz-
interrogantes que al respecto se pueden mente, con las fuentes que ya "hemos reco-
presentar. Creo, sin embargo, haber dejado pilado, estamos más cerca del "enfoque
planteado el tema en un derrotero teórico cuantitativo deseado y esperado por todos"
que conozco como polémico. No tengo re- (Celestino). No considero que sea un buen
ferencias directas a él en los comentarios, consejo pedir datos imprecisos, es mejor
sólo alusiones que confirman el temor con exigir precisión si se trata de cuantificar.
que asumí el tema. Manuel Burga parece No creo tampoco que la historia rural
objetar se califique éste en términos de in- peruana demuestre "que las aristocracias
tercambio comercial, esto que estudiamos terratenientes logren enraizarse y perdurar
es sólo comercio entrecomillado, pues se solamente en contacto con las grandes pro-
basa en una relación colonial-encomendi!- piedades" (Burga). Uno de los pocos traba-
feudal. Desgraciadamente, desconozco las jos de historia rural que nos ilustran sobre
peculiaridades del comercio entrecomilla- la época colonial, con nitidez y belleza in-
do. Del concepto, sabemos por el comen- cluso, es el de Burga sobre el valle del Je-
tario , que es una "actividad expoliadora" , quetepeque, pero ¿podemos comparar el va-
determinada por una triplemente califica- lle del Jequetepeque con los de Arequipa
da relación (colonial-encomendil-feudal), y Moquegua? La afirmación de Burga nos
que lo limita para ser sinónimo de inter- deja nuevamente confundidos. ¿Qué es una·
cambio comercial Considero que esto es "gran propiedad"? En los valles de Arequi-
un trabalenguas que sí está muy lejos de pa-Moquegua, una heredad de viñas de 30
una cualificación cautelosa. En eso último Has. era una "gran propiedad"; sólo a me-
estamos. diados del siglo XVII, cuando se anexaron
Aunque preferiríamos matizar un poco tierras complementarias a las de produc-
la afirmación, no podemos dejar de estar de ción central, un "latifundio" podía tener
acuerdo con Olinda Celestino cuando dice hasta 283 Has. en total. Con 40,000 cepas,
que "la cuantificación constituye la espina que se podían acomodar en sólo 9 Has. ,
dorsal de la historia económica y social de una heredad era de gran valor. En 1596, las
nuestro tiempo". Los trajines, sin embargo, 8,000 botijas que se lograrían obtener de
no los pensé como un trabajo esencialmen- esa cantidad de vid, se realizarían en
te cuantitativo. No creo al respecto, que la 32,000 pesos corrientes (ver la tesis de K.
forma del comentario de Manuel Burga de- Davies). Sólo mencioné una de las propie-
ba hacernos suponer que nos plantea una dades de la frondosa y rica descendencia
suerte de antagonismo entre cuantificación del viejo conquistador Hernán Bueno, Ya-
y cualificación. Son lados complementarios ravico. A principios del siglo XVII, ésta te-
de un buen análisis. Por ello, será necesario nía 38,000 cepas y no era de las más im-
profundizar en el terreno de la producción portantes de Moquegua. Los datos de N.
y de los precios como refiere Olinda Celes- Cushner para San Xavier, uno de los prin-
tino. Pero es otra sección del trabajo cipales viñedos de los Jesuitas en Nazca,
del que forman parte los trajines; en éstos nos hablan de 11,000 botijas anuales ya a
me interesaba más presentar las redes de re- principios del siglo XVIll . ¿No eran las
laciones que se desarrollaban para su ejecu- heredades moqueguanas "grandes propieda-
ción en la vida de esos hombres que trajina- des"? Señalo que la producción de vino de
ban productos como coca y vino. Me alien- los valles de Arequipa-Moquegua debía ser
ta mucho que O. Celestino quede satisfecha a principios del siglo XVII de 200,000 boti-
a este nivel y que E. Trelles considere la jas; Davies, entre los pocos datos globales
imagen "animada". Señala Trelles que hu- de producción que menciona en su tesis,
biera sido útil manejar los datos de Keith confirma el dato. No era en ese entonces
Davies. Efectivamente, a sus ·cuadros de Moquegua, valle estrecho, la zona de mayor

No. 1, setiembre 1983 75


producción de la región. En 1680 Vítor la historia moqueguana como es Miro Que-
obtenía 100,000 botijas, y entre Moquegua sada, pero ¿se puede ser tan alegremente
y Majes se redondeaba la misma suma. En tajante, con lo que conocemos de ese pe-
1737 , ya sólo Moquegua producía 200,000 ríodo de la historia rural, para considerar
botijas y en 1800 la producción ascendía "exagerado" hablar de esa región frustrada
en ese valle a 300,000 botijas, el do ble de y su grupo dominante, como aristocracia
la producción de Majes, que ya había des- rural? Estoy seguro que es poco lo que co-
plazado ampliamente al valle de Vitar. La nocemos y que el trabajo .p or hacer sigue
"modestia" de Moquegua es un resultado siendo largo.
histórico en el que desgraciadamente no No estoy en el momento de la síntesis,
podemos detenernos. por eso desarrollo un pensamiento sobre
En 1750, Pedro Vizcarra Rodríguez Dá- la penetración en los datos. La segunda par-
vila presentó una información de Legitimi- te de los trajines llegará, confío que más
dad y Nobleza litigada en Moquegua; ahí, sintéticamente, al tema central de su pro-
la genealogía de una de las principales fami- ducción. La reflexión teórica seguirá en-
lias de esa aristocracia rural de la zona po- tonces su camino. Espero que en esta cir-
dría ilustrar a más de un genealogista (BNM. culación se susciten nuevos y más seguros
Ms. 18676). Se puede ver también la genea- pasos en el develamiento de las estructuras
logía del santiaguista Gregario de la Flor y coloniales. Me alientan y entusiasman los
Roa (BNM. Ms. 18682) y otros que por el comentarios y críticas recibidos de los cin-
momento no podemos analizar. No sé si es . co comentaristas y aguardo otros de los
exagerado hablar de una "aristocracia ru- lectores de Revista Andina.
ral", término que tomé de un conocedor de

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