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o REGIONES:
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AREQUIPA
LA PAZ
LA PLATA
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2.
3.
4.
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Articulan un espacio produ ctivo circundante y viven de
sus flujos mercantiles.
Van al mercado.
Son mercado.
Se especializan y complementan.
Se definen por sus funcion es urbanas ademis del hecho
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ESPACIO DEL
TRAJIN ¡ l.
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Carece de panllevar : io recibe de íu era.
Tie ne ganado en abundancia y trabajo
para el transporte.
Es por donde circula físicamente el trajín.
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Pacaje
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_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _G/ave: Trajines
turas como cualquier tendero". No olvidemos que Polo fue antes corregidor
de Cusco y que de esa región comenzó a circular el azúcar (Glave 1980). Las
relaciones económicas que los hombres establecían para pagar las mercade-
rías abarcaban un abigarrado y sorprendente abanico de fórmulas (2). Ellos
nos informan de los problemas del abastecimiento por las lejanías, de las
complejidades espaciales de la especialización productiva y de los mecanis-
mos permanentes de la usura y la especulación. Estos últimos tenían su terre-
no de cultivo abonado en la circulación del metal como "mercancía dinero''
en el sitio mismo de la producción.
Entre Potosí y el puerto de Arica encontramos una primera ruta de
la circulación: Una ruta de ida y vuelta. De ida, al "mineral", iba el azogue de
Huancavelica, usado para la extracción de la plata. De vuelta, al puerto, cami-
naba el mineral extraído de Potosí. En el puerto nos encontramos a su vez,
con dos circuitos, correspondientes a la entrada del azogue y la salida de la
plata. Para la entrada del azogue tenemos una ruta de dos momentos. De
Huancavelica al puerto de Chincha en primer lugar, y luego, en segundo lu-
gar, de allí al puerto de Arica, por mar. Para la salida de la plata, también una
ruta marítima, entre Arica y el puerto de Lima, el Callao (3). Aquí aparece
Lima, el otro punto central del eje, la primera ciudad del espacio definido
económicamente.
Lima era importante en esta definición como punto de llegada del
metal y por su función administrativa : sede del Virreinato y Audiencia, que
cubría junto con la de Charcas, el conjunto del espacio articulado. Pero no
sólo por eso. Por el puerto del Callao llegaba al espacio peruano toda la mer-
cadería legalmente importada que los mercaderes distribuían en el espacio
interior. Por ello, así como en nuestro gráfico Arica se ubica como bisagra
del primer eje, otros puntos en el espacio aparecerán como articulados por
la circulación de la mercadería introducida y el retorno de las utilidades. Dos
rutas de este movimiento concluirán el eje central ordenador del espacio. La
primera, de Lima hacia Arequipa, que tiene una doble circulación, por mar
y por tierra. La segunda, de Lima hacia el Cusco y viceversa. Estas ciudades y
sus funciones nos introducen en el segundo nivel del esquema gráfico de rela-
ciones económicas espaciales.
Cuatro ciudades serán las articuladoras del espacio del Sur: Cusco,
Arequipa, La Paz y La Plata. Sedes de múltiples funciones administrativas,
religiosas, militares, culturales y, por supuesto, económicas. Sus relaciones
con el espacio que articulan van a establecer entre ellas una dinámica de com-
plemento y de competencia. En el tiempo la importancia relativa de cada una
de ellas verá cambios sustantivos que determinarán variadas hegemonías,
algunas veces contradictorias. Su ubicación en términos sociales y económi-
cos será, pues, determinante para entender las formas espaciales de organiza-
Cuse o 80 500
Arequipa 35 400
La Paz 30 200
La Plata 32 300
Potosí 800
Porco 100
una población central de unos 5,000 habitantes. Sin embargo, debió ser nu-
merosa la población mestiza dedicada al comercio y a la agricultura de los
contornos, así como los "arrieros" que acarreaban mercaderías desde los va-
lles costeños para luego ser comercializados con tratantes del Altiplano. En
la época de Toledo, durante la visita, en las rancherías y arrabales de Santa
Marta a San Lázaro vivían unos 1,500 indios y en la Chimba más de 10,000
(Málaga 1981 , 28), lo que nos habla de una población total también consi-
derable en la ciudad, que a fines del siglo XVI tenía medio millar de casas
de vecinos españoles. El mismo dinamismo tuvo la ciudad de La Paz. En
1548 se fundó con 42 vecinos encomenderos, la mitad de los que fundaron
Arequipa. En 1586 los datos hablan de 200 a 260 vecinos que no difieren
de los 230 que consignamos en nuestro cuadro. Su crecimiento, dada su es-
tratégica ubicación, fue más sostenido que el de las otras ciudades de nuestro
espacio. De ser la menor de las ciudades consideradas, poco a poco fue co-
brando la mayor dimensión e importancia. · ·
Las ciudades fueron también un mercado que completaron el explo-
sivo foco de demanda que eran las ciudades "minerales". Su abastecimiento
organizó una red de relaciones regionales en sus contornos, pero también, és-
tos se especializaron en la producción de determinados productos agrícolas
que se destinaban al consumo extra-regional, cuyo control pasó por función
y canal de acumulación de estas ciudades. Los casos más importantes del si-
glo XVI fueron la coca del Cusco y el vino de Arequipa (incluyendo Moque-
gua). El destino de fabulosas cantidades de estos productos fue por un lado
los "minerales" y por otro las ciudades. El vino arequipeño iba hacia el Cus-
co y hacia La Plata y Potosí. La coca cusqueña se enviaba como retorno de
la caravana arequipeña e iba gruesamente hacia Potosí y los otros minerales.
La Paz tenía su propia elaboración de vinos, y su coca competía en inferio-
ridad de condiciones con la del Cusco, pero sí recibía los flujos de merca-
dería europea del Cusco , y sobre todo de Arequipa, como escala comercial
fundamental, lo mismo que la producción textil comunal del altiplano ribe-
reño del Titicaca de la que hablaremos después.
Según una carta de 1565 vivían de la coca y su trato, dos tercios
de los vecinos de la ciudad del Cusco y los testimonios respecto a la coca
como la "principal contratación de aquel reino" son numerosas (Barnadas
1973, 382-383). En base a los datos de diezmos podemos establecer una
producción de coca en los valles del Cusco de unos 100,000 cestos de coca
hacia 1590, cada uno de los cuales con 18 libras de la hoja (9), que en su
casi totalidad eran trasladados a Charcas (Potosí y Oruro fundamentalmen-
te), haciendo escala en Chucuito (Zepita) y Carangas (Totora).
Por su lado, el trato del vino arequipeño de los valles de Vítor en
primer lugar y Moquegua en segundo, fue el otro gran movimiento de mer-
cancía agraria en el sur. Ya la visita de Chucuito de 1567 habla del crecien-
te desarrollo del cultivo de la vid en Moq uegua por ejemplo (Espinoza 1964)
y los testimonios, arequipeños y moqueguanos, son verdaderamente abruma-
dores respecto a la primera importancia que este trato tenía para sus habitan-
tes (Miro Quesada 1977 y 1978). La producción debía oscilar a principios
del siglo XVII las 200,000 botijas según diversos testimonios, ocupando gran
cantidad de gente en su producción y transporte. Así como la coca se dirigía
al mercado indígena de los minerales (Barnadas 1973, 383) "movilizando" la
plata que los indios ganaban y guardaban, el vino era destinado fundamental-
mente a la población blanca en esas zonas del altiplano y minas: "siendo el
sustento principal para la vida humana por ser tierra fría y destemplada"( 10).
Otros intercambios unían las provincias del sur unas con otras, pero
fueron estos dos rubros los que, con la mercadería de Castilla, tejieron redes
gruesas de intercambio entre las regiones polarizadas por Cusco y Arequipa
con las llamadas "provincias de arriba". Esa fue la principal y más dinámica
imagen que siempre exhibieron estas regiones. Siguiendo esta circulación y
la producción de la misma tratamos en esta oportunidad de ofrecer un re-
trato de ese nuevo mercado que internamente se desarrolló en el espacio co-
lonial.
El "espacio del tra;ín"
" estando en el comedio y entra-
ñas de este reyno la dicha prouincia
(de Chucuito) y en el paso y camino
de toda la contratacion que ay desta
ciudad (Lima) y la de el Cuzco y Are-
quipa con la de la Paz y la Plata y con
la Villa ymperial de Potosi y auer de
yr y uenir por alli la plata toda que a
vuestra magestad se embia de aquel
asiento y minas de Potosi y la de la
Paz y el azogue todo que se lleua des-
de Guancauelica con que la dicha pla-
ta se saca no teniendo la dicha prouin-
cia mas de diez y ocho leguas de lar-
go ... el sitio y asiento de esta prouin-
cia de Chucuito y comarca della ...
(es). . . el paso y tragineria de todos
los comercios de las prouincias de
arriba ... " ( 11 ).
Francisco de Toledo.
Callao 1580.
por un lado y los Arzobispados de Cusco y La Plata por el otro. No nos de-
tendremos en el complejo juego de fuerzas que decidió la delimitación admi-
nistrativa ( 12), sólo señalemos que recién a inicios del siglo XVII quedó tra-
zado el conjunto de límites jurisdiccionales, civil y eclesiástico, luego de mar-
chas y contramarchas en las decisiones de la Corona presionada por Lima y
Charcas.
Finalmente, Chucuito cayó bajo la jurisdicción de La Paz, tanto civil
como religiosa, y los límites de las Audiencias se establecieron en el Collao,
quedando Carabaya bajo la jurisdicción de La Paz sólo en el terreno civil. Sin
embargo, ese espacio, ribereño al Titicaca, tenía una característica peculiar.
Un testimonio contemporáneo nos ilustra al respecto:
"En esta sierra está la prouincia del Collao, que aunque de suyo es
poca cosa lo que propiamente se puede llamar Collao, pero los espa-
fi.oles impropiamente llaman Collao todo lo que ay desde el Cuzco á
Potosi, que se incluye el Collao, prouincia de Chucuito, Rupacas (sic),
Pacaxas y Carangas ... Todo esto es tierra muy fría, donde Eºr espa-
cio de más de 120 leguas no se coge trigo ni maiz .. . " ( Ramírez
(1597) 1906, 293 ).
Una fisonomía geográfica común, el altiplano, hacía de todo el ámbi-
to un mismo lugar en la imagen física del espacio que tenían los hombres.
Las declaraciones que en 1563 se tomaron en España a connotados vecinos
de Indias, conocedores de la zona a delimitarse entre las Audiencias, enfati-
zan la característica llanura del espacio que saliendo del distrito del Cusco
conducía a Potosí-La Plata por lo que genéricamente se llamaba "Collao"
(Maurtua 1906-A, 101 y ss.). Pero al paisaje se unía también un tipo de pro-
ducción propio: los "frutos de la tierra" eran la única producción agrícola
de esas regiones "frigidísimas". Papas, el chuño que de ellas se hacía, las
ocas, la quinua, la cañehua y la cebada, junto a genéricas y nunca especifica-
das "otras semillas del país", eran mencionados como consustanciales al tipo
de terrenos ( 13 ). Esas más de 120 leguas donde sólo se cogen los frutos de la
tierra y no se encuentran los productos de climas amenos como el trigo o
maíz, era sin embargo cuna de la "riqueza de los indios" (Ramírez (1597)
1906, 299): el ganado que criaban.
Los "caminos reales", entre ellos el más importante del reino, entre
Cusco y Potosí (14), y la abundancia de ganado, se sumaron a la'·densidad
de la población de la zona, la más grande también de todo el reino. Esos eran
los elementos que harían vital este espacio, al funcionamiento del mercado,
a los intereses de los españoles en el Perú y a los de la metrópoli interesada
en aumentar sus recursos fiscales. Por eso, en 1580, Toledo hablaba de ése
y no de otro factor para informar al Rey de la importancia de la zona. Chu-
cuito y esta zona altiplánica habitada por aymaras y uros estaba en el "come-
dio y entrañas" del reino y era "paso y traginería" de "todos los comercios
de las prouincias de arriba". Esa ubicación y los recursos necesarios para el
"trajín" hicieron admirable por sus "riquezas" a la provincia de Chucuito.
El Presidente de la Audiencia de Charcas, Juan de Cepeda, en carta al Rey,
del 15 de marzo de 1591 reafirma esta impresión (15) :
" ... unanim~s y conformes la desean y procuran por ser la mas rica y
de mas cantt~ad. de ganados y otras cosas que en breve enriquecen ,
que otra provmc1a del peru por rica que sea. Porque donde no hay la
gente que en chucuito y el ganado de la tierra, no puede haber trato
ni grangerias de tanto momento como en chucuito las hay''.
Por eso el corazón del esquema al que hemos querido reducir las re-
laciones espaciales de mercado es este que hemos denominado: "el espacio
del trajín", para usar un adjetivo de los contemporáneos.
Ese espacio , medular como no no~ cansaremos de repetir, al funcio-
namiento de la circulación e integración de los espacios del mercado colonial,
era un espacio indígena. En ese lugar no se fundaron ciudades españolas; otro
testimonio de la época (Capoche (1585) 1959, 172) lo caracterizaba así: "es-
ta provincia es un pueblo de naturales con título de ciudad, que tiene seis
pueblos principales de la nación lupaca en el collao sujetos a ella". El orde-
namiento que los españoles hicieron de la población, obedeció a sus patro-
nes de concentración, fundando reducciones que, a las características de to-
das éstas, añaden en este caso el ubicarlos en los puntos principales del paso
del "camino real", usando por cierto los patrones ya establecidos por los in-
cas. Las poblaciones se organizaron en torno a iglesias y, desde antes de pro-
veerse corregidor, los religiosos dominicos que las tomaron, fueron el agen-
te "español" de sujeción y dominio de los grupos humanos lupaqa de habla
aymara. Los pueblos no tenían el orden de la fundación española sino que
eran abigarrados conjuntos de viviendas indígenas organizadas en tomo a la
iglesia. El poder español y las exacciones locales de excedente de la pobla-
ción indígena eran ejercidos y ejecutados por el sector religioso, hasta 1579
en que los dominicos fueron atacados por Toledo, que dispuso el terreno pa-
ra otros intereses españoles ya muy arraigados en la zona (16 ).
En la ribera oriental del lago, el reino Pacaje ofrece una fisonomía si-
milar. Si bien su espacio estaba articulado muy directamente por La Paz, la~
características físicas de la zona y su ubicación como punto de paso harían
del territorio Pacaje la continuación del espacio del trajín. En 1563 los caci-
ques de Calamarca pidieron que se siga dando cuatro indios para el Tambo de
Guaqui por parte de los de Machaca. Así lo estableció la Audiencia de Char-
cas, mientras se hacía una visita para determinar cambios, manteniendo la
norma que se instituyó en el tiempo del Inca. Sin embargo, en 1585; la situa-
ción del reparto de trabajo a los tambos del territorio Pacaje se tornó conflic-
tiva. Ante el Corregidor de La Paz , los caciques Pacaje de Caquiavire (cabece-
ra del reino), Caquingora, Machaca y Callapa, es decir, el sector Urcosuyo .
"y si saben que de la prouincia de los pacassas salen cada año mas de
myll e quinientos yndios para traer comydas e mercadurias a la villa
de potossi y la costa cochabamba cuzco y otras partes sin los que se
ocupan en seruicio de los tambos e guarda de ganados a beneficio de
las dichas caxas que son en mucha cantidad digan lo que saben" (19).
El ganado, los hombres y la ubicación de la tierra, nuevamente en el
caso pacaje, espacio indígena aymara (Barragán 1982), hacen de ese lugar,
con esos hombres, el espacio del trajín. Sin embargo, esta última referencia
No . 1, setiembre 1983 25
Estudios _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ __ _ _ __
AREQUIPA
@--- ----
Venta de tierras X 1
TIPO DE Venta de esclavos X 1
TRATO Deudos (dinero o especies) X X X 3
MERCANflL Poderes para participar en el mercado X X X X X 5
"'o Fletamentos X X 2
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::::,
t: Se refieren al vino (específica o generalmente) X XX X X X X 7 o
w (')
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ G/ave: Trajines
pero en esa época (fines del siglo XVI) , el aumento constante de la produc-
ción , y de la concurrencia al mercado , junto a la competencia de los hereda-
dos por copar un mercado de difícil acceso y de variaciones estacionales en la
demanda y en los precios . obligaban al establecimiento de un conjunto de
normas de garantía. En nuestra " ficha" , las hemos resumido como "condi-
ciones". En ellas descubrimos otros elementos de caracterización de ese ti-
po de mercado ..
Estas "condiciones" se manifiestan para tres momentos del ciclo del
vino como mercancía en circulación: el recibo , la entrega y el pago (con la
realización de la mercancía de por medio) . Sólo una de estas "condiciones"
tiene que ver .c on la cantidad. el resto con el tiempo (31 ). La condición que
tiene qu e ver con la cantidad nos remitirá a otro análisis (que por lo pronto
no abordaremos en este artículo) el de la relación entre el mercader y los tra-
bajadores indígenas del trajín. El otorgante en este trato no-indio, establece
al trajinante , como condición que entregue el íntegro del cargamento. Las
faltas , sea cuai fuera el origen , deberán repon erse en dinero. Sin embargo , la
mercancía tenía oscilaciones muy grandes en su valor de cambio y en el tiem-
po de su cancelación una vez aceptados un sinnúmero de "deudos". Por ello ,
debía establecerse un "precio promedio". Este se medía en términos del ti-
po de partida (cantidad del trato) y el lugar o plaza. Si la entrega se hacía en
el "puerto" de Zepita, antes del puente del Desaguadero, se pagarían las "fal-
tas" a como se vendieran en "partidas de 100" botijas en esa plaza. Zepita
era, de los pueblos lupaqa, el punto principal de llegada y almacenamiento
del vino de Arequipa (incluirnos en ese espacio el valle de Moquegua y los
que se ubican al sur hasta Tacna). De ahí partía una segunda caravana a las
"provincias de arriba". Así, respecto al vino , Zepita cumplía el mismo papel
que Totora en los Carangas respecto a la coca. Ahí pues. las transacciones del
vino eran numerosas y variadas, por ello se establecía el precio medio en que
los tratantes aceptaban "partidas" que no eran propias de un trato al por me-
nor, sino el de un comerciante que hacía más "formal" la operación . Lo mis-
mo ocurría si el punto ele entrega era ya en la plaza final del producto , es de-
cir, la ciuclacl-mineral ele Potosí básicamente. La otra fórmula ele la condición
referid a a la integridad del cargamento , era aceptar el precio en el punto de
producción , en este caso Moqu egua. El otorgante , dueño de la mercancía.
aceptaba ese precio , necesariamente inferior, pero el trajinante perdía el fle-
te. Dacia la fragilidad ele las botijas y lo "espantadizo'' del ganado , este pro-
blema era frecuente. Pero , ¿cómo aceptaba el trajinante esa condición si po-
día , como se hacía en otros productos, establecer un "seguro de quiebra" o
una "merma" consensualmente determinada? Aquí entra a jugar otro factor :
las relaciones entre el empresario y los trabajadores indígenas del trajín. El
tema, parte de nuestro estudio , sólo será esbozado en esta op01tunidad. de-
jando su tratamiento para una futura exposición.
Las condiciones referentes al tiempo son una garantía , en el merca-
do, para subsanar el costo de la distancia en el caso del trajinante o el menor
valor de la mercancía en el caso del otorgante (que no sólo eran los hereda-
dos sino muchas veces los grandes mercaderes). El trajinante debía hacer una
inversión para obtener lo necesario para movilizar la mercancía, si no se en-
tregaba a tiempo el vino, su viaje era una pérdida. Por eso, el otorgante de-
bía comprometerse a pagar el flete incluso si no entregaba el cargamento.
Eso era el "flete de vacío". No obstante, las escrituras no siempre establecían
eso . Mayormente, se recurría al mercado de servicios de transporte. El traji-
nante , en caso de incumplimiento por parte del dueño de la mercancía, po-
día contratar sus servicios con otro demandante de los mismos, no importan-
do el precio del flete. Esto , en la medida en que quien originalmente motivó
su arribo, cubría las diferencias que podían sobrevenir por aceptar a última
hora un contrato , cuando otros trajinantes estaban en la misma situación.
Como esa figura anterior estaba acompañada de su contraparte, las po-
sibles negociaciones favorables en esta feria del trajín, estaban abiertas gra-
cias a esta "condición" , aparentemente innecesaria. Efectivamente, si el tra-
jinante no llegaba a tiempo, el dueño de la mercancía a movilizarse podía
contratar otro fletero que la llevara, a costa del incumplido aceptante del
contrato de flete. Así, en el mercado, cada parte podía especular de acuerdo
a su capital: el heredado que tiene más vino que el que fleta con un trajinan-
te, o el trajinante que tiene más capacidad de transporte que la que compro-
metió con un productor. Las variaciones de precio y el volumen de la pro-
ducción anual (que no siempre se correlacionaban en la medida en que el
mercado final era extra-regional) podían ser usados indistintamente en favor
de cualquiera de las partes.
Esa feria del trajín, que se originaba en el ciclo de la mercancía-vino,
incompleto antes de llegar al lugar de consumo, era parte de una profundiza-
ción de la merc.a ntilización de las relaciones entre los hombres, que hacía
llegar el mercado más allá de la plaza, al proceso de poner la mercancía en
condiciones de consumirse. Pero también, en la plaza de consumo, como el
capital estaba expresado figuradamente en dinero mientras no se realizara la
mercancía, se establecía otra condición referente al tiempo de la realización.
Así, luego de un tiempo en la plaza de consumo, si el heredado o el comer-
ciante dueño del vino no concluía el trato cancelando el flete, el trajinante,
que era también en esa plaza de consumo un comerciante, podía tomar la
mercancía y realizarla a cualquier precio. Eso permitió otro juego especula-
tivo a favor de estos empresarios del transporte.
En esas "condiciones" del mercado, el germen de la concentración y
el afán de acrecentamiento del valor controlado por el mercader, se hacían
una apetecible oportunidad de negocio que cautivó a muchos de esos "espa-
ñoles entre indios". Pero para ello, las condiciones de base para la produc-
ción de la circulación debían estar también garantizadas. Así, aunque las es-
crituras de este testigo del mercado como hemos llamado a Dávila, no nos ha-
blan de los indios, estos están en la trastienda, guardando el secreto de las
condiciones coloniales y no capitalistas de la acumulación del capital dinero.
Son dos pues las etapas del ciclo desde la salida del punto de produc-
ción hasta las plazas de consumo. La primera etapa es la del traslado de los
cestos de las chácaras a la "sierra" de Paucartambo, a la salida del valle, en
donde se depositaba en almacenes entre los que destacaba nítidamente el del
paraje denominado "Chanca". La salida era dura, no extensa como en el ca-
so de la segunda etapa del ciclo, pero sí de enormes dificultades por lo acci-
dentado del terreno. Aunque las órdenes del Estado colonial prohibieron des-
de muy temprano usar al indio como cargador, siempre se echaba mano de
este recurso cuando las mulas eran insuficientes. Si bien las ordenanzas de
Toledo mandaban que el Corregidor pesara los cestos en las chácaras, en la
práctica, dada la lejanía entre cada una de las más de cien, el corregidor dis-
ponía que se trasladaran a la sierra y recién ahí se hacían los controles del pe-
so de los cestos y éstos se abrían "a cala de cuchillo" por dos o más partes
para garantizar su contenido y acondicionamiento. El movimiento era inten-
so pues cada año se podían sacar hasta tres remesas de hoja; así, casi todo el
año , desafiando todo, cientos de hombres hacían parte de este famoso "trato
y contratación" de la coca, en la primera etapa del ciclo para su colocación
en el mercado.
Para seguir con la "descripción" de Balthasar Ramírez, señalemos
otro comentario suyo que merece introducirse a esta altura :
"En este trato y contratación de coca ay muchos logros y vsuras y
malas contrataciones, comprando y vendiendo adelantado y antes del
entrego, que desto y de lo demás que en este negocio acontece auía
materia para vna muy prolixa historia".
Efectivamente, en ese primer ciclo, en donde la barrera del tiempo de
circulación era propia del territorio productivo y no de su relación con la pla-
za de consumo ubicada extra-regionalmente, ya las formas del crédito eran
incentivadas en la lucha del capital contra esa barrera. La "usura" y las esta-
fas estaban a la orden del día. Las estafas, los simples robos, estaban protegi-
dos por las dificultades del terreno. Los arrieros, muleros, étnica y socialmen-
te diferentes a los indios tributarios, solían aventurarse con sus cargamentos
fuera de los puertos de salida, sin entregar la mercadería. Otra forma, menos
vil, de las estafas de los arrieros, era que entregaban la coca a cualquier mer-
cader y no a los que tenían especificado, quedando los chacareros endeuda-
dos por incumplimiento. Esto, a su vez, era incentivo de un mercado usuario
que perseguía ganancias especulativas con las cédulas o cartas misivas con
que los mercaderes-trajinantes adelantaban dinero a cambio de las cosechas
venideras. Esto se desarrolló por la informalidad de los referidos documen-
tos y la presencia de los cargadores "intermediarios" entre el productor y el
comerciante. Con aquellas "cédulas" se formó un mercado de las vencidas,
que muchas veces se concentraban en manos de una persona. Con estas
"obligaciones de plazo vencido" que se prestaban a más de un engaño, los
especuladores embargaban a los chacareros cuando éstos estaban en dificul-
tades (34 ).
Una segunda etapa del ciclo era la que llevaba la coca de esa prime-
ra estación, física y de mercado, a la plaza de consumo. Entramos acá, nue-
vamente, al "espacio del trajín". La coca circulaba en un mercado indígena,
a diferencia del vino que, si bien se introdujo entre los indios, no era un pro-
ducto para ellos sino para los "españoles" acostumbrados a su consumo. El
trajín del cesto tenía dos destinos: uno hacia los "minerales" que eran el
centro del comercio y el otro hacia los espacios indígenas incluido el "espa-
cio del trajín". Potosí consumía anualmente de 90 a 95 mil cestos, en 1583
llegó a los 100,000 (Capoche (1585) 1959, 179) y los testimonios hablan,
desde 1567, de un valor de un millón de pesos en los tratos de esa ciudad-
mineral (Assadourian 1979, 231 ; Capoche (l 585) 1959 , 175). Pero la circu-
lación de la coca no sólo definía un ciclo hacia su conversión en dinero sino
que, como acertadamente nos decía Balthasar Ramírez , se usaba para el cam-
bio (rescate) con otros productos que entraban como insumos para la pro-
ducción de la circulación, esencialmente los "carneros de la tierra" . La coca
no sólo era "ymán" para sacar de los indios la plata en los asientos minerales,
como muchos testimonios no se cansaban de repetir (Barnadas 1973, 383),
sino para introducir, sin mediación monetaria, productos indígenas en el cir-
cuito de la circulación del vino y la coca en sus ciclos mercantiles. Capoche
hablaba de más de 300 hombres en el Collao que "se ocupaban rescatando
ganado de la tierra, que es en que se trajina la coca" (Capoche (l 585) 1959,
. 176). En su "relación" de la provincia de los Pacajes, Mercado de Peñalosa
decía que "así el trato más principal que hay en esta provincia entre los in-
dios y españoles, es rescatar coca por carneros" (]iménez de la Espada 1965 ,
I: 34 l ). En la "relación" de Collaguas de Juan de Ulloa Mogollón se dice al-
go similar: "los españoles vienen a esta provincia a comprar y rescatar entre
los indios a plata e coca e maiz, carneros de la tierra para la saca y trajín del
vino que sacan de la ciudad de Arequipa y de sus valle para las cibdades del
Cuzco, Chucuito e Potosi, y para la saca de la coca de los andes y otros tra-
jines" (Jiménez de la Espada 1965, I: 332). Los testimonios podrían ser nu-
merosos y no es extraño. Sólo la coca del Cusco para salir de Paucartambo al
puerto "del Collao" requería de 25,000 a 50,000 llamas, que los "trajinan-
tes" debían obtener de las economías indígenas.
Brevemente, veamos cómo se establecía un contrato de fletamento .
Esta vez usemos un ejemplo. En 1595, Pedro Alvarez de Guzmán, estante en
el Cusco y aparentemente "trajinante", se obliga a llevar de los depósitos de
la sierra de Paucartambo 500 cestos de coca de Melchor de Valencia, vecino
del Cusco. La entrega la debía hacer en Totora de los Carangas. El trajinante
debía poner los carneros necesarios, los indios (que según algunos testimo-
nios debían cuidar de unos 12 animales) y los bastiméntos necesarios para la
carga, entre los que destacan los "toldos" para evitar que la hoja se moje con
lo que se perdería. El trato estaba fechado para hacerse en febrero de 1596,
es decir, durante los meses de lluvia, por lo que los toldos eran sumamente
necesarios e importantes. El trajinante, en este caso, tenía poder para comer-
cializar la coca en Totora o en cualquier lugar de la provincia de los Carangas.
El flete era de dos pesos ensayados por cesto y el tiempo de viaje establecido
era de tres meses. El contrato también establece "condiciones" de incumpli-
miento, corno vimos para los fletamentos de vino. Detengámonos en una que
caracteriza este mercado del trajín de coca: la importancia de los indios. Co-
mo eran escasos y los negociantes debían buscarlos en las zonas del espacio
del trajín más cercanas al Cusco, se obligaban en contratos con los curacas,
adelantando dinero (Wachtel 1976, 197). Por eso , en caso de demora en la
entrega de la coca, ponían como condición el pago de un real por indio que
no haya recibido carga por cada día de retraso. Si se demorase la entrega más
de diez días, se pagaba el "flete de vacío" (35).
Una diferencia habría que establecer sin embargo entre los trajinantes
que hacían rescates de ganado y desarrollaban un sinfín de tratos en el espa-
cio del trajín, y los grandes hacendados-comerciantes de la coca y otras mer-
cancías que tenían el control económico y político del Cusco. (Uno de ellos
era don Rodrigo de Esquivel sobre quien estamos preparando un trabajo).
Veamos otro ejemplo al respecto. El caso del almirante Francisco Aldrete
Maldonado, hacendado de coca y otros productos. Su forma de actuar era
más bien la de integrar la circulación en un mismo ciclo controlado .por él
desde la producción. Vendía su coca directamente y tenía sus propios car-
neros. Como controlaba la circulación de su coca y tenía una estructura de
comercialización considerable, hacía también otros tratos, entre los que po-
demos referir fletamentos a otros productores de coca, que incluian algunas
veces la comercialización final. Tenía incluso empleados para los trajines,
reclutados entre aquellos "trajinantes" diferentes en ubicación a estos comer-
ciantes cusqueños (36) . No vamos sin embargo a detenemos en las caracterís-
ticas particulares de estos comerciantes de coca del Cusco que la "trajina-
ban" a Potosí. Eran muy diferentes a aquellos tratantes "espafíoles" que in-
troducían coca en el "espacio del trajín" para hacerse de los animales necesa-
rios para sus movilizaciones de Cusco a Potosí o de Arequipa al mismo lugar.
El tema escapa momentáneamente a nuestra reflexión. Nos toca ahora entrar
en el análisis de la producción del trajín.
No . 1, setiembre 1983 41
Estudios
nivel de gravedad, los trajines y la mita minera como causas del despobla-
miento y disminución de las comunidades del "espacio del trajín". Por ello
dedica un detenido análisis a los efectos de los trajines.
En el capítulo "en que se trata lo que es el trajín y los agravios y da-
ños que del resultan a los indios", Ayans nos deja un valioso testimonio
(Ayans (1596) 1951 , 41-44) , que otros documentos (ver anexos) trabajados
por nosotros, confirman y completan . Ayans, comienza señalando algo fun-
damental en el peso del trajín sobre la población : la mita no era la única mo-
vilización de indígenas de comunidades hacia otros espacios económicos, el
trajín era igualmente ominoso y desestructurador. Sin que esto sea una afir-
mación empíricamente comprobable , en términos más globales, no es falsa
la afirmación de qu e un indio qu e regresa de la mita ya debe salir al trajín
desvinculándose de la economía y sociedad comunales. De inmediato , un
admirable párrafo sintético nos informa, pero sobre todo, analiza :
"El trajín es en esta manera : el Corregidor de una provincia manda
a los caciques de su distrito le den cien indios para que vayan con su
ganado del mismo corregidor a Paucartambo por coca, a los valles de
Arequipa por vino y unas veces compra él mismo la coca o vino para
cargarllo en su ganado , otras veces la coca o vino es de otro y él , por
la paga que le dan con los indios y ganado que tiene se obliga a pone-
llo en Potosí que es lo que dicen fletar coca o vino y también dan los
corregidores muchos mandamientos a diferentes soldados y amigos
para que los caciques de su jurisdicción les den los indios que el man-
da y señala. La paga que dan a cada indio por un mes son cinco pesos
de a ocho reales, sacados ya los indios reciben el ganado por qu enta
y van con el hasta el pueblo donde an de cargar de coca o vino y des-
pues buelven hasta sus pueblos de donde salieron y alli se truecan y
van otros hasta Potosí y con todo este viaje de ordinario y a veces
mas se tardan seis y siete meses y adviertase que a los que truecan pa-
ra ir a Potosi con el ganado y carga no les pagan lo que tardan en bol-
ver de Potosí a sus pueblos, y de algunos días aca por ser tan pocos
los indios que ay no se truecan sino que unos mismos hacen el biaje
entero".
El corregidor es el propietario de la denuncia, pero, lejos de esquema-
tizar la realidad, en ese breve pasaje, ya Ayans habla de los "allegados", en
este caso : soldados y amigos. En otra parte, dice que cada corregidor llega
con su escribano, un alguacil y un teniente y "a veces más de dos y de qua-
tro" y "algunos amigos con otros que se allegan". Esta pléyade de "españoles
entre indios" a que hace mención el jesuita puede completarse con el admi-
nistrador del ganado de la comunidad, el contador y el administrador de los
hospitales ( 40). Todos ellos usan el trabajo excedente de la comunidad , siem-
pre mediados por los caciques y principales.
La evaluación del trajín en términos de costos cubiertos por los indí-
genas nos propone algunas variantes frente al testimonio de Messia. Los pun-
NOTAS
( 1) La tesis de John V. Murra, "The Economic ürganization of the Inca State" data
de 1956 pero sólo fue publicada en español en 1978 cuando ya el mismo autor
había publicado una serie de artículos que han fundado una interpretación del
sistema social y económico andino, reunidos en 1975 en un sólo volumen por el
Instituto de Estudios Peruanos. La " Visión de los vencidos" fue por otro lado,
el título original francés del trabajo central de N . Wachtel publicado en español
en 1976, aunque la parte correspondiente a la "desestructuración" apareció pu-
blica.da junto con otros ensayos en un volumen titulado "Sociedad e ideología"
en 1973. Para el principal exponente peruano de este tipo de reflexión se pue-
den consultar los artículos reunidos en Pease 1978. Por otro lado, los trabajos
presentados en 1976 en la Primera Jornada del Museo Nacional de Historia y
publicados por Koth y Castelli (ed .) 1978 son una buena imagen panorámica de
los distintos avances en esta disciplina, polémicamente llamada "etnohistoria".
( 2) Ello se desprende de la revisión que Marie Helmer (1959) hizo de las escrituras
notariales de Potosí. El trabajo con escrituras notariales de Cusco, Arequipa y
Moquegua, que presentamos más adelante, ilustrará más detenidamente este te-
ma.
( 3) Además de los trabajos citados de Assadourian, el tema de la minería y sus im-
plicancias ha sido tratado por varios autores desde los trabajos pioneros del his-
toriador chileno Alvaro Jara. Para un resumen ú ti! nos remitimos a un artículo
de Rafael Varon (1978).
( 6) Un libro reciente del profesor arequipeño Alejandro Málaga Medina (1981) nos
ofrece un capítulo sintético ilustrativo de la dinámica arequipeña. Para un clási-
co de la documentación de la ciudad ver Barriga 1940.
(14) Las "ordenanzas" de tambos de Cristóbal Vaca de Castro (l 543) enumeran los
principales caminos del reino y el número de tambos que había en ellos:
Del Cusco a La Plata, 34 tambos
De La Plata a Arequipa, 5
Del Cusco a Arequipa, 8
Del Cusco a Ayacucho, 12
De Lima a Arequipa, 22
Los caminos de Lima al centro y al norte totalizan 5 ruta'> con 58 tambos. Los
datos nos ofrecen un panorama claro de la importancia de la ruta de Cusco a La
Plata-Potosí y los numerosos tambos de los caminos del sur que atravezaban "el
Collao", punto fundamental de la "trajinería" como dice Toledo. Las ordenan-
zas de Vaca de Castro fueron reafirmadas durante la administración toledana.
Ver Zavala 1978, 7-9.
(15) AGI-Charcas 17. Los testimonios que reafirman esa característica de ubicación
espacial y recursos humanos y animales para el "trajín" son numerosos. El cono-
cimiento y autoridad de Cepeda en Charcas no hace otra cosa que poner en evi-
dencia, veinte años después del testimonio de Francisco de Toledo, que los más
autorizados políticos y administradores del espacio peruano, fijaron su atención
en algo que era esencial y no aleatorio en el funcionamiento de un sistema ya
consolidado de dominio colonial y organización económica interna.
(16) Sobre el tipo de organización "urbana" de este espacio diferente a las fundacio-
nes españolas de ciudades, ver Durán (197 8, 115-116).
Sobre la importancia de la organización de la población en doctrinas por los do-
minicos se puede consultar Herrera ( 1934, 64-90) y Cuentas ( 1929). Las acusa-
ciones a los dominicos en 1572 y que desembocaron en un enfrentamiento con
Toledo y el retiro de la Orden se encuentran en las "Resultas de la visita secreta
lega que hizieron en la Provincia de Chucuito... Pedro Gutierrez Flores . .. y
Juan Ramirez Segarra... " publicadas por Franklin Pease en Historia y Cultura
No. 4, Lima 1970.
( 17) AGI-Escribanía 844-A, lra. pieza, f. 4. La información sobre esta disputa está
tomada de las dos piezas que se conservan del pleito ante el Consejo de Indias en
el referido legajo de la Escribanía de Cámara. Para una buena visión de los cam-
bios en el reino Pacaje por las reducciones y otras acciones españolas, consúlte-
se Barragán 1982.
( 18) En un expediente sobre la "nueva tasa" de los indios de Sacaca en 15 50 se esta-
blece un tributo en coca de 250 cestos que debían ser tomados de las chácaras
"que diz que heran del ynga" y puestas en el asiento de Tiraque o, si les daban
ganado y comida, en Potosí, Porco o La Plata. Sin embargo, a petición del en-
comendero, en 15 51, se estableció que la coca fuera depositada en el pueblo de
TOTORA a 12 leguas de Tiraque. Ello fue aceptado en la medida en que los in-
dios tenían hechos en el camino de Totora y en ese asiento, sus casas y depósi-
tos para sacar la coca que pagaban por tributo. Ver AGI-Justicia 653, f. 9. Este
dato es reforzado por las escrituras de fletamento de coca del Cusco que debía
ser llevada a Totora desde Paucartambo. Para 1594-95 ver el Protocolo de Anto-
nio Sánchez y para 1596-97 ver Prot. Antonio de Salas, ambos en AHC. Este
carácter de puerto de la coca entre Cusco y los centros de consumo deberá ser
explorado en investigación futura, lo mismo que el caso de Zepita para el vino
arequipeño, sobre el que volveremos más adelante.
(22) "En la medida, empero, en que la circulación misma trae aparejados costos, en la
medida en que requiere plustrabajo, aparece ella misma como incluida en el pro-
ceso de producción. En este aspecto la circulación aparece como momento del
proceso inmediato de producción. En la producción orientada directamente al
uso y que no intercambia más que el excedente, los costos de circulación sólo
afectan el excedente, no el producto principal. Cuanto más se funda la produc-
ción en el valor de cambio, y por tanto en el intercambio, tanto más importantes
se vuelven para ella las condiciones físicas del intercambio: los medios de comu-
nicación y transporte. El capital, por su naturaleza, tiende a superar toda barrera
espacial. Por consiguiente la creación de las condiciones físicas del intercambio
-de los medios de comunicación y de transporte- se convierte para él, y en una
medida totalmente distinta, en una necesidad: la anulación del espacio por el
tiempo" (Marx 1978, 12-13).
( 23) "Otro momento se inserta aquí: los costos de circulación , que no caben en el
concepto simple de la circulación ... Los costos de circulación que derivan de la
circulación como acto económico - en cuanto relación de producción, y no di-
rectamente en cuanto momento de la producción, tal como es el caso de los me-
dios de transporte y comunicación- . .. "(Marx 197 8, 12).
(27) Resulta ilustrativa la mención al texto de Fray Benito de Peñalosa " Libro de las
cinco excelencias del Español, que despueblan a España'', editado en Pamplona
en 1629; las referencias provienen de ese texto citado en Herrero 1940, 164. El
contenido de cada botija de 16 "cuartillos" equivalentes a unos 8 litros, de
acuerdo con las escrituras de tratos con vino en Arequipa que revisamos en el Ar-
chivo Departamental de Arequipa (en adelante ADA).
(28) El dato de 1586 en AHC-Prot. Luis de Quesada 1586, f. 291. Para 1610, el Tes-
tamento de Alonso de Estrada, su propietario, citado por Miro Quesada 1977,
392.
(29) "En virtud de la domesticación de las llamas, el espacio peruano fue el único que
albergó, antes de la conquista, una sociedad indígena con elevado desarrollo en
la ganadería de carga. Pues bien, fue esta ganadería indígena (no la española) la
que durante un siglo detentó la máxima figuración funcional y comercial, hasta
el punto de ser considerada como el verdadero soporte de todo el andamiaje cir-
culatorio del conjunto regional". (Assadourian 1982, 179).
(30) A manera de ejemplo, veamos algunas escrituras de 1590, registradas ante Diego
de Aguilar (ADA-Prot. No. 20). Durante el mes de enero, se hacían las escrituras
de fletamento de "ganado de la tierra" para garantizar la movilización del vino
de la cosecha venidera. El vino arequipeño, durante el siglo XVI, era casi exclusi-
vamente proveniente del valle de Vítor, un ejemplo antiguo de "especialización"
por cierto. Los tratos con vino, para su transporte a Chucuito o a.Potosí, eran
(31) "El tiempo de circulación no es más que una barrera opuesta a esta realización
de valor y por lo tanto a la creación de valor ; una barrera específica que no sur-
ge de la producción en general, sino de la producción del capital, y abolir a la
cual -o la lucha por superarla- pertenece también al desarrollo específicamente
económico del capital y da el impulso para el desarrollo de sus formas en el cré-
dito, etc." (Marx 1978, 35).
(32) Aunque el tributo en coca no es un indicador de la producción total en la medi-
da en que las chácaras de españoles fueron más importantes que los terrenos con-
trolados por los ayllus (para una descripción de las distintas formas de tenencia,
ver el trabajo ya citado de Barnadas que resume los detenidos comentarios que
hizo el licenciado Matienzo en su "Gobierno del Perú" ), veamos el volumen que
salia de las regiones de tres ciudades : La Plata, La Paz y Cusca.
DEPARTAMENTO CESTOS
LA PLATA
Poco na 1,500
Tarabuco 480
Aiquili 90
Totora 75
---
2,145
LA PAZ
Quiruas de Oyune 395
Songo 1,615
Suri 972
Cama ta 645
Yanacadre 762
Yungas de Pere 132
Cha pis 564
--
5,085
No . 1, setiembre 1983 49
cuseo
Cuchua 276
Gualla 1,140
Paucartambo 1,200
Pitomarca 70
Chunchos 84
Amaybamba 205
Amaybamba (Alvarez) 123
Sayrechaca 55
Guayo bamba 175
Masca de Otalo 114
Matinga 198
Copa Copa 480
Ayapata 288
Ollachea 260
Chiaysaroma 188
4,856
Se puede apreciar que de los 12,086 cestos de coca que circulaban por la vía del
tributo, en 1575, en este espacio, un 42º/o provenía de La Paz y un 40°/o del
Cusco. Sin embargo, en La Paz, eran dos repartimentos indígenas de una misma
región los que aportaban un 43º/o del tributo (Songo y Chapis) y eran los luga-
res de mayor producción, controlada por dos encomenderos, uno de los cuales
incluso controló también Suri y Quiruas de Oyune. Mientras que en Cusca la
producción y tributo indígenas estaban más diversificados y la producción de
Paucartambo era absolutamente mayor a la que se derivaba al tributo. No olvi-
demos que poco tiempo después, como ya mencionamos, el Cusco producía en
su región cerca de cien mil cestos de coca, que hacen ínfimos los cinco mil que se
derivaban a la renta de las encomiendas. De esos cien mil cestos (AGI-Lima 305
y Lima 312) que se podían alcanzar a fines del siglo XVI, otro testimonio, de
1588, del Corregidor de Paucartambo, Pedro del Peso de Vera, nos permite su-
poner una producción aproximada de sólo ese valle, de unos 36,000 cestos
(BNM. Ms. 3035). .
(33) Otros testimonios, como las escrituras notariales, expresan más bien que cada
carnero llevaba dos cestos (AHC. Prot. Gregorio Bitorero 1560, f. 326). Pero no
siempre son precisos en la relación de carneros por cesto.
(34) BNM. Ms. 3035, f. 382. Sobre este mercado de cédulas vencidas en el valle de
Amaybamba, ver comentarios hechos en Glave-Remy 1983.
(35) AHC. Prot. Antonio Sánchez 1594-95, f. 106 v. Respecto a los toldos encontra-
mos un documento más tardío que contabiliza la coca no por cestos sino por
"toldos". Unos 11 toldos de coca eran conducidos en 2,000 carneros por lo que
podemos suponer, si eran dos cestos por animal como nos inclinamos a creer más
que cuatro como afirma Ramírez, serían 4,000 cestos, lo que da una equivalen-
cia cercana a 400 cestos por toldo. Ver ADA. Prot. Diego de Silva 1701-1704, f.
302.
l36) AHC. Prot. Francisco de La Fuente 1617, f. 218; Prot. Francisco Hurtado 1617,
f. 921 v. Sobre el gran poder económico y las características de monopolio de
grandes cantidades de mercancías por estos comerciantes que despertaban rece-
los del nuevo corregidor, entre ellos Francisco Aldrete Maldonado, que era her-
mano del licenciado Maldonado de Torres y Teniente de Corregidor hacia 1620,
ver AGI-Lima 150.
(37) Por algún motivo, que ahora se nos escapa, el corregimiento de Omasuyo, que es-
pacialmente está en esta zona, no tenía las características de los otros. Por otro
lado, sus indios eran considerados "ricos" y emprendedores en sus tratos (AGI-
Charcas 41, No. 14) pero, de acuerdo con los documentos citados, sus corregido-
res eran considerados de "cortos" tratos e ingresos.
(38) Sabemos por ejemplo que los indios de Tinta tenían mitimaes coqueros en Aya-
pata, de donde todavía entregaban coca en 1780, sin que la tasa de Toledo nos
mencione ese tributo. Ver AGI-Escribanía 499-A y 502-A.
(39) Los comentarios sobre Ayans los hemos tomado de la nota introductoria al do-
cumento que elaboró Vargas Ugarte (19 51, 19-22). Esa edición de documentos
del fecundo historiador peruano trae, junto al de Ayans, el "parecer" comenta-
do ya, de Alonso Messia, junto con otros valiosos memoriales insoslayables en el
estudio del trabajo indígena en la Colonia. Para una valorización del testimonio
de Ayans, comp{lrese con el "Memorial" de los caciques de Chucuito sobre el te-
ma que publicamos como Anexo Documental No. 2.
(40) En el "parecer" de D. López de Zuñiga de su visita a Chucuito de 1582 (parcial-
mente transcrito en el anexo No. 1) se nota la presencia de mestizos, "españoles"
y mulatos que no son clérigos y funcionarios de la Corona ( omnipresentes en las
denuncias). Normalmente son "allegados'' a alguno de estos dos grupos no in-
dios (clérigos y funcionarios). Además, el documento nos habla de un factor eco-
nómico de su presencia, ya detectado en esta exposición, los tratos de "rescate"
que los define en su relación con los naturales. También son "guardas" de gana-
do y negociantes con él, lo que también implica uso de excedentes de trabajo in-
dígena. El anexo No. 3 nos habla directamente de los tratos de algunos funciona-
rios. Las actividades económicas de estos "españoles entre indios" nos las resume
esta interesante provisión real de 1601 sobre los "administradores de hacienda o
de comunidades de indios" (colección de documentos.. . América y Oceanía,
Tomo XIX, 190-192): " .. . he sido ynformado que los administradores que se
ponen en las haciendas de Comunidades de indios, son muy perjudiciales y daño-
sos, porque señalandoles como se les señala el quarto o quinto de lo procedido
de los frutos de aquellas haciendas por su salario, porque el dicho quarto o quin-
to crezca mas, hacen que los indios siembren chacaras en mucha mayor quanti-
dad de lo a que pueden acudir, y con el dinero que sacan de lo procedido de las
cosechas, los dichos administradores buscan otros tratos y granjerias y de conti-
nuo traen ocupados a los indios en yntolerables trauajos con sus mesmas hacien-
das.y que cuando se ha de vender la comida, vino o ganado de las Comunidades,
los administradores hacen aparencia de almoneda en los pueblos de los mesmos
indios, y hechan personas que lo tomen para ellos a menos precio, y todo se con-
vierte en daño de los indios y aprovechamiento de los administradores'~
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ANEXOS
ANEXO No . 1
Extractos del:
AGI
LIMA 129
/f4r/ El trato y granjeriá que comunmente tienen los yndios des ta provincia es yr a la -
recaxa y a la costa y a arequipa y a otros valles calientes y lleuar rropa ganado y comidas
de las que coxen en sus fierros y cesinas y rresgatan con ello coca maiz y otros cossas de
que carecen en sus pueblos y las traen y venden en ellos que les son de mucho interes con
que sustentan y pagan sus tassas. algunos dellos tienen ganados y hazen sus chocaras de
papas y quinua y cañagua y de la lana de sus ganados hazen sus bestidos vale un carnero
cinco pesos corrientes y seis y una obeja tres y Uf! paco diez reales y unas veces mas y
otras menos, de sementera de una carga de papas ques media hanega cogen ocho y mas o
menos segun la fertilidad o esterelidad del mismo y de tres cargas de papas hazen una de
chuño vale una carga de papas dos reales"y medio y tres y una de chuño ocho de un almud
de quinua o cañagua cogen cinco o seis cargas vales a pesso. hazen della bevida para si, y
el ganado que tienen les sirue en los Tambos y en yr con cargas a potosi y otras parte, los
yndios uros es gente pobrissima de hazienda y entendimiento. las demos por la mayor par-
te lo son assi mismo de hazienda porque aunque tienen mucho ganado de comunidad en
particular tienen poco y pocas tierras, ganan medio real cada un dia a guardar ganados de
españoles.
Alquilanse para yr a potossi y al cuzco y a la costa y a otras partes de donde
troen coca vino y otras cossas y lo que traen para si y la leña y yerua papas chuño perdi-
z es y otras cossas que tienen los venden en sus tambos que los ay en cada pueblo en que
son muy aprouechados con lo qua/ pagan su tassa.
/f4v/ Las yndias y muchachos se ocupan en hazer rropa y hilar lana para ella tarda una
yndia en hazer una pieza de rropa que se entiende manta y camiseta o aquixo y liquilla
mes y medio no ocupandose en otra cossa vale comunmente una pieza cinco pesos co-
rrientes y si les dan lana para ella se les paga por la hechura tres pesos y dos.
De todos los yndios de la provincia es mucho el numero que sale cada un año a
estos alquileres gana un yndio desde chucuito al cuzco de ida y bue/ta nueve pesos de a
ocho rreales tarda dos meses y algunas vezes mucho mas porque los detienen en la sierra
de paucartambo en darles la carga desde chucuito a potossi se les paga onze pessos y tar-
dan tres meses y en este tiempo no son doctrinados y quando bue/ven a sus cassas hallan
sus chocaras perdidas y con el jornal no las pueden rremediar porque es poco y gastan
mas de lo que ganan. En yr de su pueblo a arequipa o a moquegua o a la costa y bolver
tardan dos messes y medio y dos y tres y no se les pagan mas de cinco pesos por cada via-
je y ansi es mucho el trauajo y poco el prouecho, y aunques justo para la conseruacion
de la rrepublica y sustentacion de potossi y de la misma prouincia que estos yndios se
alquilen porque no ay medio ninguno con que se puedan suplir lo que/los hazen, tam-
bien es justo que sean satisfechos en su trauajo ya que no puedan ser rreseruados que si
se pudiera hazer sera lo mas conuiniente mas acudiendo a la necesidad suya porque a/gu-
11os dellos no podrian pagar su tassa si no se alquilasen y tambien a la nuestra que es me-
nester ayudar los espaiíoles acudiendo a todo con la menos molestia de los yndios. pare-
ce que conuendria que se alquilasen para este traxin de prouincia en prouincia y esto tie-
ne dificultad grande porque desde el tambo de caracol/o a potosi por el camino rrea/ que
ay cinquenta leguas no ay ningun pueblo poblado y si los yndios que siruen en los tam-
bos ouisen de /leuar el traxin en este camino serles ya de mucho ynconuiniente porque
auian de traer la comida para su sustento de muy lejos por no la auer en los tambos y
aunque por el camino de los carangas podria yr el tragin (sic) con algun rrodeo por ser
mas poblados ymposyb/e por que aquellos yndios se ocupan en el traxin de los azogues
plata y mercadurias que van y vienen por arica y no pueden /f5r/ acudir a lo uno y a
lo otro demas de que ay veinte leguas de despoblado que va a salir al asiento de porco y
no tienen pastos suficientes para tanto ganado y atento a estas caussas me paresce que
los yndios de la prouincia devrian ser rreseruados de no yr a paucartambo cuzco arequipa
ni moquegua por ningun genero de mercadería vino coca ni otra cossa y que se les permi-
liesse yr a moquegua para traer harina y maiz para el proueimiento de las tiendas ospita-
les y tambos y que es ten obligados a 1/euar a potosi en el ganado que para ello les dieren
los españoles el vino y mercadurws que truxeren y que por cada viaje sea obligado el es-
pañol a dar a cada yndio yendo desde chucuito o de acora o de hilaui hasta potossi treze
pessos de a ocho rreales el pesso y de los demas pueblos de la dicha prouincia que estan
adelante a doze pessos y mas cada yndio un carnero de carga en que /leue su comida y
que un yndio no cargue mas de diez carneros que son veynte botijas de vino y que no se
ocupen en cada viaje mas de ochenta días y que si mas tiempo se detuuieren el español
les pague al rrespecto y que despues de llegados a potosi con la carga no los fuercen a que
guarden mar. del ganado en que la ouieren lleuado sino que luego la justicia y protector
traen coca españoles alquilando cameros de tambo en tambo y parecería medio conui-
niente que de la comunidad se sacasen seiscientos carneros cada seis mese y se pusiesen
en tres puestos dozientos en ju/e dozientos en chucuito dozientos en zepita y que estos
lo tuuiese a su cargo un principal con sus avatires por sus mitas y quando ay semejante
ocacion ques hordinaria podria alquilar este ganado y que rresciviese la paga un cacique
abonado que acudiesse con ella para la tassa y dello se podria pagar los principales y aua-
tires y se les haria beneficio a /ós españoles. prouera vuestra exelencia en esto lo que mas
conuenga y sea seruido.
y aunque qua/quiera destos medios me parecen razonables con ninguno dellos
se rrepara el daño que los caciques y principales hazen en el hurtar mucha parte del di·
cho ganado y meterlo en el suyo y dar en lugar del que hurtan el que a ellos se les muere
de sus estancias y tambien ay otro ynconuiniente muy grande y es que la.s justicias cle-
rigos y protetores y sus amigos y a/legados tienen mas parte en este ganado de comuni-
dad que sus dueños propios y auiendo platicado este negocio y el rremedio que temw
con personas de expiriencia en rreso/ucion me paresce que este ganado o la mayor parte
del en especial el de carga ques rrasso se venda y lo procedido del se heche en rren ta y
della se ayuden los yndios a pagar su tassa y quando aya necesidad compren a otros el
ganado que forzossamente a menester paro el servicio de los tambos y traxin del 11,ai;:
para los ospita/es y para las otras necesidades que tienen y con esto se rrepararan los di
chos ynconuinientes y quedan libres los pastos y estancias en que esta este ganado para
el ganado que cada yndio tuuiere en particular que teniendo buenos pastos se cobdicio-
ran a erial/o y se escuStira la guarda y el estar muchos yndios ocupados en ella fuera de
SIi rreduction sin doctrina.
ANEXO No. 2
BN. MADRID
Ms. 3040
Libro intitulado: "Descubrimiento del Potosi'"
Lf. 494.
No . 1, setiembre 1983 59
lados a algunos destos tiempos durando tanto la ausencia de su casa y es de advertir que
los indios por ricos que sean no tienen quien los siruan y esta_s faltas que hazen a sus se-
menteras solamente las puede suplir la muger del que es casado porque los parientes aun
que algunas veces ayudan son pocos y a los que se hallan presentes y los solicitan para ello
y asi se quedan muchas chacaras por hazer cada año o se pierden las hechas.
Yten que todo el tiempo que dura el andar alquilados andan por despoblado y
por esta razon ni onm mis.f/0 11i sermon ni se confiesan y por ser poca su capacidad se les
oluida lo poco que saben de nuestra fee y muchas veces se mueren por a/la sin confesion y
lo ordinario es comer carne los biernes y dias prohibidos y como gente flaca y ausentes de
sus mugeres cometen muchos pecados y lo mismo hazen ellas en la larga ausencia de sus
maridos.
Y ten que como por ser tantos los trajines se quedan muchos indios sin hazer sus
chacaras es esto causa de que falten muchos para la mira de potosi porque como no tienen
comidas que llebar se huyen a buscarlas con dias y salarios a costa de los caciques hauie11-
do ellos siempre entregado el numero de indios que se les manda al gouernador des ta pro-
vincia en el desaguadero y esta es la causa de auer tantos rezagos en la tasa como han pere-
cido (sic) por que los indios se huyen sin pagarla por no poder acudir a lo que se les man-
da sin tener sustento.
Yten que asi por esta ausencia como por las demas pierden mucho de su ganado
los indios porque no tienen quien se los guarde porque las mugeres no pueden estar con
el respecto de estar el ganado en la puna que es muy /exos del pueblo y por algunas partes
mas de ueynte leguas y viniendo los indios de potosi donde an trabajado un año quando
llegan a su pueblo y auian de descansar en sus casas y ver sus ganados y hacienda los man-
dan yr alquilados de nuebo y lo mismo les suele suceder viniendo de andar alquilados que
los enbian luego a potosi.
Yten yendo los indios alquilados suele succeder que estando descansando el ga-
nado de noche se espanta de una zorra o pajaros alguno o de otra qua/quier cosa por ser
muy espantadizo y se esparse muy lejos de manera que sin poderlo remediar los indios se
suelen perder veynte o treynta caber;as de ganado y otras ueces de d1'a yendo cargados de
bino se espanta un carnero de manera que quiebra las botijas que el lleba y las que topa
en los demos carneros que van con el y la perdida que ay en todo /f226v/ esto la hazen
pagar ordinariamente los españoles a los indios que lleban los dichos carneros y aunque es
verdad que alguna vez puede ser lo hagan los indios con culpa el quebrar las botijas hecha-
se de ver agora que es a mas no poder pues se quiebran muchas botijas auiendo/as ellos de
pagar y sabiendo/o y aya trueque de no dar el indyo un real hora cualquier cosa.
Yten que aunque es verdad que ahora sean augmentado mas los salarios que ca-
da mes se dan a los indios que van alquilados empero ahora y siempre se les hace un agra-
uio muy grande y es quando bueluen de potosi donde an dexado y a el vino o coca que lle-
uan no se les paga la bue/ta que hazen vacios a sus casas siendo tan larga la distancia y no
auiendo hecho el viaje por su voluntad y no parece esto ser cosa iusta pues se sabe que a
11na mula de alquiler en españa se le paga yda y bue/ta aunque buelua de vasio y el mesmo
agrauio reciben los indios en la yda y bue/ta que hazen a trauajar a las minas de potosi que
110 se les paga cosa alguna por la yda ni por la bue/ta.
Yten que por ser tantos los trajines y la gente que va a trabajar a potosi ha veinte
años que no se hacen iglesias y se dice misa en unas ramadas y por esta rar;on es fuerr;a
que los indios para oyr misa en verano estan al sol y en inbierno al agua y en el lodo y pa-
rece verisimil que dios y el rey querran en primer lugar se hagan las iglesias donde se sele-
bre con desencia y los indios oygan con ella missa y se les enseñen las cosas de nuestro se-
ñor que no que acudan con tanto excesso a los trajines pues sin tanto se puede sustentar
la tierra y el interes que dellos nase no es provecho de su magestad sino de particulares
que no miran mas que a hazerse riros a costa de la sangre de los pobres yndios.
Yten ha onze años que siendo Juan Ramirez Zegarra Governador desta provin-
cia truxo la madera que pudo para cubrir las iglesias con mucho trauajo de los indios
por traherse en hombros de indios muchas leguas de aqui por muy aspero camino y por
no auerse puesto la mitad del cuydado en hazer/as del que se ha puesto en los trajines se
ha perdido y pudrido siendo la dicha madera puesta en la provincia de chucuyto como es-
taua de mucho precio por lo arriba dicho.
Yten que en esta provincia ay muchos officia/es y ministros de iusticia de los
qua/es muchos sacan muy de ordinario indios paro trajines sin mandamiento ni orden del
gouernador y se los dan los caziques por miedo que con muchas amenasas les ponen y ma-
los tratamientos que sino les dan en la ocasiones que se ofresen les hazen, asimismo los
clerigos sacan su parte para sus granjerias y estos se les recresen mas sobre la cantidad que
los guobernadores (sic) reparten cada ano la qua/ sola excedía a lo que lo indios pueden
hazer sin mucha incomodidad suya.
Por todas estas razones se pide y suplica se mande al gouemador por provision
ponga un numero moderado en los trajines de manera que los yndios puedan acudir a sus
haciendas y a hazer sus iglesias y a ser cristianos y se mande con penas a todo genero de
gente y en particular a los que en esta prouincia tienen officios del rey que en ninguna
manera saquen ni puedan sacar los indios sin mandamiento del gobernador quedando re-
mitida la execusion de las penas que su exe/encia pusiere al gouernador de la provincia
encomendando/e la exaczion que es iusto tener en executal/as.
Lo que principalmente se a de pedir sobre esto es que se guarde la ordenanza
de don Francisco de Toledo que manda que no obligen a los indios que se alquilen sino
es debiendo la Tassa o que el de su voluntad se quiera alquilar para trajines y que mas no
se pudiere se ha de pedir la modera /f227r/ cion dicha pero en lo que toca a yndios para
.sacar coca de los andes del cuzco se procure que en ninguna manera se den pues esto no
es en bien de la republica sino en daño y no ay necessidad ninguna de coca y es en lo que
mas tiempo gastan los indios alquilados.
Acerca de hazer la ropa ay los inconuinientes
y daños que se siguen
Yten mas se propone que algunos de los oficiales desta provincia obligan a los in-
dios a que hagan mucha ropa y quando la reparten en lugar de darles un arroba de lana
suelen dar quatro pesos para que la busquen o pongan de su casa y suele ualer entre los
indios seis pesos la a roba de lana de manera que los dos pesos los pone el indio de su ca·
sa y quando la halla es con mucho trabajo y fuera des ta molestia se les añade el ocuparse
mucho tiempo en hazerla y ocupandose las mugeres en esto y los hombres en los trajines
es el trabajo muy grande.
Yten que por cada piesa que es una manta y camiseta no dan sino dos pesos de
ocho reales por la hechura de hilar y texer y parece esto ser cosa muy iniusta por que los
steriles y sube mucho el balor de las comidas y no es raron que el valor del trabajo se este
en un ser pues de el se a de comprar el sustento.
Yten tambien se haze agrauio en dar tan poco por la hechura de una piefa por
el tiempo que en ella se gasta que por lo menos ordinariamente son dos meses.
Yten que por ser tanta molestia que los que hazen la ropa dan a los indios para
que se la acaben trabajan los domingos y fiestas y por una parte les castiga el cura por
que trabajan y por otra sus hilacatas por que no acaban la ropa por la prissa que a ellos
les dan los españoles.
Yten que ay muchos refagos de ropa de la Tassa del rey y la causa de auerlos
es mucha ropa que les dan los particulares y la prissa que les dan para que se la acaben
luego y así no se puede hazer la ropa del rey y muchas vezes les toman la que tienen
ya hecha para pagar.la Tassa diciendo/es que la paguen con la que para ellos an de hazer.
Yten que auezes para que con mas presteza se haga su ropa suelen iuntar muchas
indias en una casa grande y por esta raron ni acuden a sus casas ny a sus chocaras ni gana·
dos y algunas ueces a los caciques por que no cumplen a tiempo con la ropa que les dan
a hazer les suelen prender y tener con grillos.
( •) Transcripción del " parecer" del au tor anó nimo del traslado del memorial
ANEXO No. 3
AGI
CHARCAS42
RELACION
luis darmas Perc/01110, dize que en un memorial que ante V. alteza Presento con
los autos y cuentas que en la Provincia de Chucuyto tomo por V.R. Provision dexo de po·
ner quatro capitulos de aduertencia en Pro de V. rreal Hazienda· en que conuiene poner
rremedio lo qua{ haze por lo que deue a su rrey y señor y como persona a quien se come-
tieron las dichas quentas y aueriguaciones que en la prouincia se hizieron.
Dize que la prouincia de Chucuyto esta obligada embwr a la lauor de las minas
de la villa Imperial de Potossi dos mili y duzientos yndios y que vaya con ellos uno de los
caciques Principales de la dicha prouincw por capitan que son los dos que rresiden en lo
ciudad de chucuyto como la ordenanra lo declara a que se rrefiere questa a ffojas ciento
tondo yo tomando las quentas en el pueblo de ju/e y dadome un memorial que deuian de
deudas que los yndios deuian a V. al.ª compraron duzientas botijas de vino a un Pero
Gonrales y a un sacerdote amador goncales y les hizieron la paga con dos mili Pesos co-
rrientes que deuian los yndios de Ju/e y los del pueblo de yunguyo y los cobro juan de
Penafiel criado del gouernador estando yo presente y el scriuano que fue de mi comission.
Otrosi dize que por las quentas que tomo en la dicha prouincia de V. "ea/ ha·
zienda y por las aueriguaciones que en ella hizo Por un memorial que la rreal audiencia me
entrego parece deuer mucha suma de Pesos a los yndios y el contador la rropa que les a
mandado hazer no se la a pagado a los que lo trauajan Parece que lo descuenta a los caci·
ques de la tassa que pagan a V. al.ª y no estan afianrados como es costumbre y ordenanca
en Uestros rreynos dar fiancas los que tienen hazienda rrea/ a su cargo y esto aduierte por
lo que deue a su rrey y senor y como criado suyo.
Otrosi dize que el officio de ueedor en las yg/ias (sic} de chucuyto es Ymperti·
11ente el auer/e porque no acude a ello ni las yglias (sic} sean hecho hasta aora y el salario
que /leua que son seiscientos y cinquenta Pesos de P/atta ensayada de faltas de do trinas las
qua/es no las ay sino muy pocas y solamente se procura para pagar el salario del theniente
quees el l'eedor el qua/ lo lleua con mala conciencia como consta por la prouanca que hi·
zo en la dicha Prouincill conforme a un capitulo que su mag.d embio a esta rrea/ audien·
cia que se me entrego y Por los dichos que en ella dixeron los sacerdotes della y Francis·
co de Po/aneo justamente contador de cuentas que fue en la dicha Prouincúi le notifico al
gouernador don gabriel de montaluo una rreal prouicion manada des ta rrea/ audiencia pa·
ra que no se pagase tal salario al dicho veedor por ser officio impertinente y que no es ne-
cessario y no embargante esto el dicho gouernador le a mandado pagar de los vienes de la
comunidad y faltas de do trina como parece por las quentas que tomo en la dicha prouin·
cia a que se rrefiere.
RELACION
Luis Darmas Perdomo dize que por comission de V. al.ª fue a la prouincia de
chucuito a visitar las caxas asi la de Vra. R J. Hazienda como la de la comunidad en las
qua/es no hallo oro ni plata ni Reales como parece por los autos y diligencias que en Ra-
zon dello se hizieron a que se rrefiere - Y assi mismo tomo las quentas de los pesos de
plata que los Yndios Pagan de Tassa que son del patrimonio Real y las quentas de lasco·
munidades de aquel/u prouincio conforme a la RJ. Prouision que para ello se me dio ha-
ziendo tantto y balance de quenta y que hiziese cobrar los alcances que a V. al.ª se deuie·
sen trayendo quenta y razon de lo que en razon dello se hiziese lo qua! hize como por V.
a/.a me fue mandando y tengo en mi poder los autos y diligencias sobre/lo fechas en di·
ferentes q11ademos con distincion de lo que es cada cossa y de que procede.
A V. al.ª Pido y suplico mande que el secretario en cuyo poder an de estar los
dichos Papeles fo reciua y me de carta de R eciuo dellos para mi descargo y testimonio de
lo que contiene esta mi peticion y pido justicia.
Otrosi dize que al Contador Antonio de are balo que es el cobrador de V. RJ . ha·
zienda y tenedor de las llaues de las caxas como parece por su titulo que esta a fojas du·
zientas y dos le pedi me diese Relacion jurada en forma con cargo y datta cierta y berda-
dera de los pesos de oro y plata a V. al.ª pertenecientes como por la dicha relacion pare-
No . 1, setiembre 1983 65
ce que esta a fojas ciento y nouenta y siete y en cumplimiento della el dicho contador
presento las quentas con cargo y descargo questan a fojas duzientas y una hasta duzien-
tas y treinta y cinco las qua/es fueron herradas contra V.R. Hazienda y no se podio por
ellas berificar lo que cada un ano Pertenecía a V.R. Hazienda por traerlas en un quaderno
el cargo de tres anos como por ellas parece y por un aucto que esta a fojas duzientas y
cinquenta y cinco le fue mandado que con mi asistencia y ante el escriuano de mi comi-
ssion boluiese a dar de nueuo las dichas quentas cada un anno de por si en quaderno apar-
te con cargo y descargo del dicho ano como por ellas parece y en las primeras quentas que
el dicho contador Presento dejo de hazer el cargo de los Tributos que pagan a V.Al.ª los
yndios de los valles de moquegua sama chimchura, chicanoma y laricaxe y capinota que
son de Vro.R J. pattronato, ques mucha suma de pesos en todo el tiempo que aquel gouer-
nador don Gabriel de montaluo y cobro el tercio de nauidad del año de ochenta y quatro
y los anos ochenta y cinco y ochenta y seis y tan solamente se haze cargo de dos partidas
que cobro de los yndios que es tan en larecaxe y chucanoma que montan duzientos y trein-
ta y quattro pesos que sera el tercio del año de ochenta y quatro como parece por la par-
tida que da en descargo que esta a fojas quatrocientas y treinta y por mi le fue mandado
notificar un aucto que declarase porque no se hazia cargo de los pesos que los yndios pagan
de tributo a V. al.ª que esta a fojas duzientas y quarenta y seis y respondio que no era a su
cargo sino al de gouernador como por el parece y se le notifico al gouernador don Gabriel
de montaluo declarase lo que auia en esto y dixo que el mando a antonio de arebalo su con-
tador que lo cobrase de un fulano de bobeda su teniente de los dichos valles como parece
por su respuesta que esta a fojas duzientas y quarenta y ocho y en las quentas que ultima-
mente dio con mi asistencia cada un ano de por si dexo hazerse el mismo cargo y acauadas
y fenecidas y fechosse el propio el alcance de cada un ano y firmado/o de su nombre se le
notifico otro aucto que esta en el quaderno del ano de ochenta y seis a fojas quinientas y
diez y nueue como por el parece y porque/a cantidad de pesos es mucha y estar encubierta
y por auerle fecho los apercibimientos que tiene referidos no dio claridad ni Razón de na-
da y por lo que deue a su Rey y senor y ser su criado adbierte de lo que en esto ay para
que se ponga Remedio en hazer cobrar V.R. Hazienda.
Otrosi dize que al gouernador de la prouincia de chuquito y a los que loan sido
el salario que V. a/.a les señala de gouernadores son dos mili y quinientos pesos de plata
enssayada y por el trauajo que an de tener en cobrar la tassa que los yndios pagan les se-
na/a quinientos Pesos de la dicha plata y el gouernador cobra su salario por entero de lo
primero que se cobra y dexa por cobrar lo que a V. Al.ª le pertenece como lo a fecho en
el ano de ochenta y seis por que de doze mili y treinta pesos que a V. Al.ª le quedan li-
quidas en cada un ano dan en deudas que dizen deuer los yndios diez mili y ciento y
treinta pesos tres tomines y ocho granos como parece por un quaderno aparte que esta a
fojas quinientas y diez y siete hasta quinientas y beinte y cinco y la libranca y carta de pa-
go del gouemador esta a fojas quatrocientas y ochenta y ocho y el contador a cobrado de
su salario en cada un ano quatrocientos pesos de plata enssayada como parece por las pri-
meras partidas del descargo que da de la RJ. Hazienda de los anos de ochenta y cinco y
ochenta y seys y sus cartas .de pago que la partida del ano de ochenta y cinco esta a fojas
trezientas y cinquenta y una y la carta de pago a quatrocientas y beinte y seis y la partida
del ano ochenta y seis a !fojas quatrocientas y veinteytres y la carta de pago a quattro-
cientas y nouenta y nueue el qua/ salario del contador no ay obligacion de pagarse de Vra.
RI Hazienda que el gouernador esta obligado a cobrarla y dar quenta como parece por la
ordenanca y capitulo de Tassa fecha por vro. Visorrey don Francisco e Toledo que esta a
fojas ciento y quinze a que me refiero.
Otrosi dize que de Vra. RI. Hazienda a librado el gouernador y pagado el conta-
dor a diego que adrada escribano que siruio el dicho oficio en la prouincia cierto tiempo
en el tiempo que fue gouemador don geronimo de filua cauallero del auito de santiago
duzientos y se ten ta pesos de plata ensayada y asilo da por descargo en el ano de ochenta
y quattro del tercio de nauidad que fue a su cargo la cobranca dello como parece por la
partida que esta a fojas duzientas y setenta y quatro y antonio de castro escriuano que oy
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COMENTARIOS
pueblos indígenas de las provincias de Cliu- sean escasas o imprecisas, pero que al me-
cuito, Pacaje y otras. Su trajín hacia Poto- nos ofrezcan un panorama gráfico de los di-
sí, movilizó a muchos comerciantes y algu- versos flujos que llegaban a Potosí. La his-
nos caciques, trajinantes e indios de servi- toria de los intercambios mercantiles hay
cio y contingente de ganado de la tierra que pensarla con números, o a partir de nú-
(llamas) y mulas. Algunos de los caciques meros. ¿Cómo explicarse cuál era la magni-
aymaras del distrito de La Paz, (siglo XVIl), tud real de la agricultura vitivinícola en
estaban involucrados en el comercio del vi- Moquegua? No hay cifras absolutas, tampo-
no de Arequipa y Moquegua, especialmen- co relativas; ni de producción ni de exten-
te los caciques de los pueblos de Jesús de siones cultivadas. El valle de Moquegua es
Machaca, Caquiaviri, Viacha y Calamarca. bastante pequeño en extensión; en la actua-
Así, Pedro Chipana, cacique del pueblo lidad, su área de cultivo sigue siendo mo-
de Calamarca, se distinguió en ese negocio desta. Consecuentemente, para el período
(entre 1675 y 1684) con los tratos de 750, que estudia Luis Miguel Glave -parte de
1.500 y 2. 600 botijas de vino. los siglos XVI y XVIl- es quizá bastante
exagerado hablar de una pequeña nobleza
agraria en esta localidad. La historia rural
peruana demuestra, a través de los estudios
Manuel Burga que se conocen, que las aristocracias terra-
Pasaje Arturo Castillo 81 O tenientes logran enraizarse y perdurar sola-
mente en contacto con las grandes propie-
Urbanización Los Pinos dades y ya casi a fines de la época colonial.
Lima 1 - Perú Antes de este período no se forman aristo-
cracias terratenientes regionales o locales.
Es difícil enjuiciar un artículo despren- Evidentemente, el servicio que los indí-
dido , por lo que se dice en el texto , de un genas prestaban en los Trajines de los espa-
estudio mayor. No puedo aventurarme a ñoles era una forma de explotación similar
suponer la naturaleza de este último , pero a la mita; legalmente debían ser remunera-·
probablemente se acerque a las inquietudes dos, pero en la realidad los gastos que ha-
que las publicaciones anteriores de Luis cían los indígenas cumpliendo sus servicios
Miguel Glave han mostrado: un análisis de en estas actividades eran mayores a la canti-
las estructuras agrarias y las formas produc- dad que teóricamente debían recibir. Por
tivas en la región cusqueña. Dentro de un tanto, era una forma de explotación colo-
texto semejante se podría entender mejor nial que hacía de los Trajines una actividad
este artículo sobre los Trajines. Digo esto expoliadora y muy alejada de lo que se en-
porque este artículo es una especie de des- tiende por intercambio comercial. La renta-
cripción geográfica de los circuitos mercan- bilidad del "comercio" provenía de la utili-
tiles en el sur andino: vinos, aguardientes y zación barata, o casi gratuita, del trabajo de
" artículos de Castilla" que van de Moque- los indígenas y de sus recuas de llamas.
gua y Arequipa hacia las regiones altoandi- Desde esta perspectiva, dicho "comercio"
nas, y el Cusca como gran proveedor de la sólo era rentable porque era colonial o por-
coca consumida en Potosí y en .otras minas que era una prolongación de las encomien-
menores de esta región. Visto así , es decir, das o de las formas feudales de producción.
dentro de un estudio mayor que analice la Aquí estamos frente a una dimensión es-
economía de la región, este artículo ten- tructural de los Trajines, y por consiguien-
dría un eficiente papel complementario, te la aproximación hubiera podido ser de
pero considerado de manera aislada adole- carácter cualitativo. De la misma manera
ce de algunos defectos. corno E. Trelles analizó el caso del enco-
El primero podría ser que se trata fun- mendero Martínez Begazo, que Luis Miguel
damentalmente de un análisis cualitativo Glave cita, se hubiera podido tratar de defi-
para estudiar un fenómeno, un capítulo en nir quiénes eran los trajinantes, o qué eran
la conformación de un mercado interno co- los trajines : ¿ Una actividad de encomende-
lonial, que exige una aproximación sobre ros?, ¿de mineros o corregidores?, ¿o había
todo cuantitativa. No importa que las cifras quienes vivían exclusivamente de este "co-
eran igual de ominoso y desestructurador. cos como las ciudades y los centros mine-
Resulta sugerente comprobar, en el escrito ros fueron las columnas y los motores -pa-
de Glave, que los requerimientos de indios ra emplear dos metáforas útiles-, de un di-
continuaron haciéndose -- casi como si nada la ta do espacio que tuvo como ejes a Lima
hubiera cambiado desde la encomienda ini- y Potosí. Pero ¿cómo definir este merca-
cial- a través y por intermedio de los cura- do? Assadourian supo mostrar alrededor
cas. Sobre esto último una nota adicional: del circuito minero, otros mercantiles, deri-
L.uis Miguel Glave usa el término caciques, vados de la variedad de producciones com-
bien se sabe que es un término mejicano y plementarias, pero para responder a la pre-
que en el Ande los llamábamos curacas , lo gunta anterior, en definitiva se limitó a ad-
interesante es que la documentación espa- jetivar ese mercado: "gran magnitucl .. .",
ñola los llama caciques sistemáticamente. "gran mercado interno ... ''
¿Habrá llegado la hora de ponernos de En este terreno se ubica el artículo de
acuerdo en una terminología o, en su defec- Luis Miguel Glave. Escoge como escenario
to, sancionar que la diferencia es irrelevan- un espacio central en la articulación entre
te?, ¿o es que en efecto cacique alude a la las ciudades y los centros mineros colonia-
interacción del curaca en el mercado ( o su les, que fue el altiplano; espacio igualmente
percepción por parte de los españoles urba- significativo para la economía prehispánica,
nos) y curaca califica su rol y percepción como lo ha señalado hace muchos años
rurales no hispanos? Habrá que revisarlo. John Murra; espacio donde además la po-
Lo que en cambio no necesita mayor con- blación andina logró conservar una cierta
firmación es la naturaleza innovadora de las densidad demográfica. Glave subraya la im-
conclusiones de Trajines, así como el sólido portancia de dos productos menores en la
sustento documental que las acompaña. La articulación de ese espacio. El vino para la
historia del Ande, por lo visto tiene toda- llamada República de españoles y la coca
vía mucho más que ofrecer. ' para la República de indios. Confirma así
una vieja observación de Ruggiero Roma-
no: la relevancia de estos circuitos menores
para entender la economía colonial. Nos
alejamos de una historia que pretendía re-
Alherto flores Galindo sumir la complejidad y heterogeneidad de
Pontificia Universidad Católica una sociedad en la explotación minera.
Apartado 1761 Pero estas mercancías -coca o vino-
pasan por un espacio indígena, el espacio
Lima /00 - Perú
del trajín . Es importante verlas pasar, pero
para definir este mercado interior, debemos
La preocupación por el mercado inte- indagar también, como lo anuncia Clave al
rior colonial tiene, en la historiografía la- final de su artículo, por los cambios que es-
tinoamericana, dos importantes referencias tos trajines generan en el interior de la eco-
en los estudios de Carmagnani y Assadou- nomía campesina regional. Los indios estu-
rian. Marcello Carmagnani en un libro insu- vieron explotados pero , a pesar de ello, se
ficientemente citado, Les mécanismes de la las ingeniaron para utilizar ciertos mecanis-
vie économique dans une société colonia- mos del propio sistema colonial, conservan-
le: le Chili (1680-1830), argumentó, desde do así sus tierras y aprovechando las co-
el año 1973 , la existencia de un peculiar yunturas favorables. Sucedió en la Hua-
mercado interior en la economía chilena . manga del siglo XVI esh1diada por Steve
del siglo XVIII, replicando a quienes pre- Stern. Sucedería después en el sur andino
tendían reducir todo a la dependen cia ex- del siglo XVIII. Fueron esas las "bases ma-
terna . Posteriormente, Carlos Sempat Assa- teriales" que permitieron la reproducción
dourian demostró que la historia de este de la cultura andina. De otra manera no en-
mercado interior debía remontarse a los tenderíamos la riqueza de los curacas y la
inicios mismos del sistema colonial y que aristocracia indígena. Tampoco compren-
sus dimensiones trascendían los límites de deríamos la incipiente urbanización que
las posteriores repúblicas. Polos económi- tempranamente se observa en los alrededo-
los primeros años de la colonización entre dente que no se haya recurrido , para ubicar
españoles e indios, observación importante, la problemática de los "trajines", a un bre-
pero que no es enfatizada después en el tra- ve preámbulo de los antecedentes prehispá-
bajo. nicos, ya tratados por M. Rowstorowski en
Otro aspecto fundamental que no es tra- su conocido trabajo sobre mercaderes de
tado, y que un estudio de formación de Chincha, o los de R. Hartmann en su estu-
mercados está obligado a incluir, es el mo- dio sobre el norte andino. No obstante, es
vimiento de precios, el cual todavía sigue imposible presentar en un solo artículo to-
siendo un tema tabú en la historiografía pe- dos los elementos importantes para la com-
ruana. prensión global del tema tratado; el lector
Para terminar estas apuradas anotacio- es quien se da cuenta más fácilmente de los
nes, quisiéramos destacar el afán del joven vacíos.
historiador de enfrentar un tema importan- Es obvio que el tema merece la atención
te utilizando una amplia bibliografía, pero de más de un investigador, por ello hay que
sobre todo, su trabajo con escrituras nota- agradecer a Luis Miguel Glave el esfuerzo
riales tanto del Cusco, Arequipa, como Mo- desplegado.
quegua. Aunque resulta un poco sorpren-
RESPUESTA
también con las mercancías, y esa fuerza de precios se podrían añadir otros tomados de
trabajo debe asimismo producirse y repro- los protocolos notariales de Moquegua.
ducirse. El mercado no nos deja, pues, en el Cuando hagamos este ejercicio, no dejará
espejismo de la circulación, nos lleva a la sin embargo de ser polémico. Davies mismo
producción social. No creo que esta prime- reconoce la pobreza de los registros sobre
ra parte de los trajines responda a muchas producción y precios de uva y vino. Feliz-
interrogantes que al respecto se pueden mente, con las fuentes que ya "hemos reco-
presentar. Creo, sin embargo, haber dejado pilado, estamos más cerca del "enfoque
planteado el tema en un derrotero teórico cuantitativo deseado y esperado por todos"
que conozco como polémico. No tengo re- (Celestino). No considero que sea un buen
ferencias directas a él en los comentarios, consejo pedir datos imprecisos, es mejor
sólo alusiones que confirman el temor con exigir precisión si se trata de cuantificar.
que asumí el tema. Manuel Burga parece No creo tampoco que la historia rural
objetar se califique éste en términos de in- peruana demuestre "que las aristocracias
tercambio comercial, esto que estudiamos terratenientes logren enraizarse y perdurar
es sólo comercio entrecomillado, pues se solamente en contacto con las grandes pro-
basa en una relación colonial-encomendi!- piedades" (Burga). Uno de los pocos traba-
feudal. Desgraciadamente, desconozco las jos de historia rural que nos ilustran sobre
peculiaridades del comercio entrecomilla- la época colonial, con nitidez y belleza in-
do. Del concepto, sabemos por el comen- cluso, es el de Burga sobre el valle del Je-
tario , que es una "actividad expoliadora" , quetepeque, pero ¿podemos comparar el va-
determinada por una triplemente califica- lle del Jequetepeque con los de Arequipa
da relación (colonial-encomendil-feudal), y Moquegua? La afirmación de Burga nos
que lo limita para ser sinónimo de inter- deja nuevamente confundidos. ¿Qué es una·
cambio comercial Considero que esto es "gran propiedad"? En los valles de Arequi-
un trabalenguas que sí está muy lejos de pa-Moquegua, una heredad de viñas de 30
una cualificación cautelosa. En eso último Has. era una "gran propiedad"; sólo a me-
estamos. diados del siglo XVII, cuando se anexaron
Aunque preferiríamos matizar un poco tierras complementarias a las de produc-
la afirmación, no podemos dejar de estar de ción central, un "latifundio" podía tener
acuerdo con Olinda Celestino cuando dice hasta 283 Has. en total. Con 40,000 cepas,
que "la cuantificación constituye la espina que se podían acomodar en sólo 9 Has. ,
dorsal de la historia económica y social de una heredad era de gran valor. En 1596, las
nuestro tiempo". Los trajines, sin embargo, 8,000 botijas que se lograrían obtener de
no los pensé como un trabajo esencialmen- esa cantidad de vid, se realizarían en
te cuantitativo. No creo al respecto, que la 32,000 pesos corrientes (ver la tesis de K.
forma del comentario de Manuel Burga de- Davies). Sólo mencioné una de las propie-
ba hacernos suponer que nos plantea una dades de la frondosa y rica descendencia
suerte de antagonismo entre cuantificación del viejo conquistador Hernán Bueno, Ya-
y cualificación. Son lados complementarios ravico. A principios del siglo XVII, ésta te-
de un buen análisis. Por ello, será necesario nía 38,000 cepas y no era de las más im-
profundizar en el terreno de la producción portantes de Moquegua. Los datos de N.
y de los precios como refiere Olinda Celes- Cushner para San Xavier, uno de los prin-
tino. Pero es otra sección del trabajo cipales viñedos de los Jesuitas en Nazca,
del que forman parte los trajines; en éstos nos hablan de 11,000 botijas anuales ya a
me interesaba más presentar las redes de re- principios del siglo XVIll . ¿No eran las
laciones que se desarrollaban para su ejecu- heredades moqueguanas "grandes propieda-
ción en la vida de esos hombres que trajina- des"? Señalo que la producción de vino de
ban productos como coca y vino. Me alien- los valles de Arequipa-Moquegua debía ser
ta mucho que O. Celestino quede satisfecha a principios del siglo XVII de 200,000 boti-
a este nivel y que E. Trelles considere la jas; Davies, entre los pocos datos globales
imagen "animada". Señala Trelles que hu- de producción que menciona en su tesis,
biera sido útil manejar los datos de Keith confirma el dato. No era en ese entonces
Davies. Efectivamente, a sus ·cuadros de Moquegua, valle estrecho, la zona de mayor