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Escapar a la masa

Mi propuesta y mi estilo de vida a lo largo de mis 22 años de vida es que se debe escapar de
una masa totalizadora y hambrienta de individualidades. He vivido en la medida de lo posible
apegado a esta creencia, pero ¿por qué? Supongo que siempre he tenido miedo a ser tratado
con indiferencia, a que mi humanidad se pierda entre miles de números de identificación de
estudiante. La influencia de los grupos a los que pertenecemos a lo largo de nuestra vida exige
parte de nuestro territorio propio (indispensable para vivir en comunidad) sin embargo no hay
razón para entregar todo lo que somos a un conglomerado de voluntades que pretenda
normalizarnos y nos imponga de las maneras más sutiles su definición de vida correcta. Ya lo
he dicho antes, nos guste o no existimos con otros, nos influencian y los influenciamos, los
necesitamos, inclusive los amamos, pero no hace falta ceder nuestro territorio por el ideal de
pertenecer a algo más grande.

El problema con las masas son su calidad y sus exigencias, para mí una agrupación de seres
humanos saludable seria en la cual se exija a sus integrantes a ser en primer lugar individuos
conscientes de su capacidad de afectar la vida de otros con sus decisiones. Con esto no se
quiere llegar a las ingenuas afirmaciones de escuela primaria tales como: “la ética es no hacer
daño a otros” o “mi libertad termina donde empieza los derechos y la libertad de otro”.
Enseñar y conducir una vida con máximas éticas tan ambiguas conflictivas y con un sustento
intelectual tan pobre es tremendamente molesto. No me sorprende que los viejos que
educaron a sus hijos con premisas tan torpes hoy se tomen sus cabezas con canas
impresionados por la supuesta decadencia de valores de sus hijos. A los individuos se nos
debería enseñar primero que el otro es inherente a nuestra existencia, segundo que no
importa lo que haga alguien me va a joder y yo voy a joder a alguien. No se puede vivir en
armonía con todo el mundo, desde que existo, mi existencia le molesta a alguien, le robo una
oportunidad a alguien, le quito comida a alguien y me la engullo yo. Entonces me parece un
sin sentido que una masa de personas exija a sus individuos normativas de cómo vestirse cómo
comportarse, en definitiva, de cómo vivir; se entiende que detrás puede haber una intención
noble y altruista, entiendo el ideal de bien común y desarrollo humano, para mí también es
importante. Empero, la masa no se hace más fuerte por tener miembros más homogéneos, se
hace más torpe. La historia es fiel testigo de cómo los credos y dogmas de las masas han
causado innumerables muertes, guerras, holocaustos.

Yo creo que la solución para vivir con otros no está en formar masas totalizadoras que devoren
al individuo. Una buena mirada a las estructuras del mundo nos dirá que la masa promete una
falsa seguridad, esta se debería resolver con el entendimiento de la finitud del ser humano.
Toda masa está destinada a disolverse, nada dura para siempre, una agrupación humana
inteligente debería entenderlo y hacer todo lo posible para que sus integrantes vivan una vida
lo más libre y menos dañina posible, sin ocultar el sufrimiento, sin ocultar que nos hacemos
daño unos a otros inevitablemente. ¿Para que una humanidad homogénea, para que tantas
normas y códigos de decencia? ¿Para qué intentar totalizar una idea si la barrera de nuestra
inmanencia es impenetrable? Si en el final la humanidad la perdemos en la muerte ¿Por qué
perderla antes sometiéndonos a una masa a la que no le importa el espíritu humano? Ni le
importamos tu y yo, a la masa le importan los papeles verdes, los pintalabios, cualquier sin
sentido se pueda inventar y vender, las apariencias sobre las esencias. Este pequeño escrito no
es un llamado a la rebeldía o al anarquismo, es un suspiro triste por la inmensa falta de
autenticidad en el mundo y en mi vida; es también una invitación, a quien lo lea, a recordar
que las experiencias humanas más intensas se las vive uno mismo en la soledad del cuerpo y la
conciencia.

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