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ESCUELA PROFESIONAL DE
CIENCIA POLÍTICA
TEMA:
PODER Y SISTEMAS POLÍTICOS
ALUMNO:
1. ACOSTA SANCHEZ Alexander.
2. BALDERA CATEDRA Lucero.
3. CALDERON ORIHUELA Pedro.
4. COBEÑAS MORI Samuel (COORDINADOR)
5. DIAZ SANDOVAL Alejandra.
6. GUTIERREZ CARLOS Teresa.
7. MOZO MARQUEZ Carmen.
8. RAFAEL LIVAQUE Alcides.
9. ROJAS MEGO Juan.
10. VENTURA VIDAURRE Mariela.
2
NTRODUCCION
3
CAPITULO
I
4
1.1. DELIMITICAION Y PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA
1.1.1. DELIMITACION:
El hombre es un ser social por naturaleza; razón por la cual le resulta imposible vivir
aislado, siempre está inmerso en un haz de relaciones sociales y políticas, que
determinan sus condiciones de vida. Y a medida que esas condiciones son más
activas, logra tener una involucración en la vida política, a lo que se le denomina
Sistema Político; que es la plasmación organizativa de un conjunto de interacciones
que son estables a través de las cuales se ejerce la política en un contexto limitado
por la población1, este sistema está formado por agentes, instituciones,
comportamientos, ideales y sus respectivas interacciones, que mantienen o
modifican el orden, lo cual conlleva a distintos procesos de decisión de los actores,
que modifican la utilización del poder por parte de lo político a fin de obtener el
objetivo deseado, no obstante un sistema político es un conjunto de procesos de
decisión que conciernen la totalidad de una sociedad global2; es por ello, que el
sistema político es la entidad en el cual confluyen los actores políticos 3, los que
realizan las funciones de integración y adaptación, tanto al interior de la sociedad
como en relación con las otras, razón por la que cuando uno recurre a las urnas
sabe que está eligiendo a una persona para solucionar problemas sociales. Y que
más allá de los temas y de la política hay un ser humano implicado en la toma de
decisiones trascendentes.
Cabe mencionar que no se elige un número ni una idea abstracta. Se elige una
persona, se elige una psicología, una forma de ser, una modalidad individual de
pensar, sentir y actuar. Se elige un determinado tipo de personalidad. Por eso es
tan relevante analizar cómo se visualiza la personalidad del líder político y que es lo
que busca un votante. Ese perfil psicológico del candidato es otro cartel luminoso;
que en la actualidad, la campaña electoral debe instalar y encender en el cerebro
del votante.
1
Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, "Conceptos
Fundamentales de Ciencia Política", Alianza Editorial ISBN 84-206-8653-0
2
Jean William Lapierre (L’analyse de systèmes: 1976)
3
Maurice Duverger (Instituciones políticas y Derecho Constitucional: 1955)
5
A partir de lo expuesto anteriormente se formula que si en un sistema político las
decisiones afectan a toda la sociedad, y que el ser humano es quien tiene la
capacidad para elegir a sus gobernantes, entonces que figura es la que debería
tener en cuenta un ciudadano antes de elegir a su líder político
6
1.2.2. IMPORTANCIA:
La importancia radica en elegir a un buen candidato, en realidad todo está en
la personalidad del político, es decir, que el candidato al poder debe ser un político
con principios y valores, para que tenga conciencia de la condición pobre de la
población y sea veraz en sus discursos. De esta manera no habrá espacios para la
vanagloria ni para las falsas promesas que obedecen a la mentira premeditada
como recurso para engañar a sus electores.
En todo caso, el candidato al poder debe centrar su discurso en la verdad y nada
más que en la verdad y sobre esta base realizar sus campañas tratando de ajustar
sus argumentos en los valores de vida, que son: La verdad, la justicia, la unidad,
la libertad, la paz, la armonía y la vida. Solo de esta de esta manera no se engañara
al pueblo y se evitaran las promesas con exageración. Por eso, debemos: "ELEGIR
A NUESTROS CANDIDATOS POR SU PERSONALIDAD Y NO POR SUS
PROMESAS".
1.3. OBJETIVOS:
7
CAPITULO II
8
2. MARCO TEORICO.
b) CONCEPCIONES:
“El poder es la capacidad de tomar e imponer decisiones que tiene una persona o
un grupo de personas , dentro de un sistema, subsistema o parasistema social,
sobre otra persona o grupo de personas, a favor o en contra de su voluntad, y en
una relación dinámica conflictiva y asimétrica.”(“ciencia política”)
4
Izquierdo Brichs, Ferran (ed.) (2009) Poder y regímenes en el mundo árabe contemporáneo, Barcelona: Cidob/Bellaterra.
9
Max Weber (1915):
Parsons (1953)
El poder es visto como la capacidad real de una unidad del sistema social para
efectuar sus intereses, dentro del contexto de la acción recíproca entre sistemas, y,
en este sentido, ejercer fuerza sobre los procesos que se dan en el sistema.
Rousseau (1762),
5
Thomas Hobbes (1651) : “El leviatán”
10
Hannan Arendt (1974)
EL PODER POLÍTICO.
11
2. El poder político es abusivo cuando hay intromisión de poderes, es decir
cuando se excede en el ejercicio de sus funciones, avanzando en materias
que están fuera del ámbito de otros poderes.
3. El poder político es ilegitimo cuando usa mecanismo autorizado por las leyes
y se adueña del poder gubernamental (ejecutivo- legislativo) sin tener la
legitimidad del pueblo, otorgada por el voto popular.
4. El poder político por lo tanto es la facultad de disponer y ordenar potestad de
demando y el dominio coactivo del estado.
5. El poder político se origina por el más fuerte de los poderes que es el poder
social.
Foucault (1926-1984)
a) DEFINICIONES
12
Un sistema político es un conjunto de procesos de decisión que conciernen la
totalidad de una sociedad global.
Karl Deutsch
Conjunto capaz de auto dirigirse a partir de la información que recibe del medio
ambiente, con el cual interactúa mediante lujos (Modelo Cibernético).
13
Conjunto formado por unas determinadas instituciones políticas, que tienen
unas determinadas expresiones6
b) CARACTERÍSTICAS
6
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, Madrid, Ediciones Encuentro, 1983, p. 144.
7
Maritain, Jacques, El hombre y el Estado, Madrid, Ediciones Encuentro, 1983, p. 144.
1. FUENTE: “sistema político y formas de gobierno”; GÓMEZ DÍAZ DE LEÓN Carlos
14
La personalidad es el sello distintivo de cada ser humano, formada por la
combinación de rasgos y cualidades distintos.
Independientemente de las definiciones que han formulado los expertos a lo largo
del tiempo, podemos destacar una serie de características en la personalidad.
Consistente:
Diferenciadora:
Evolutiva:
15
No predictiva:
C) Aspectos fundamentales
1. La constitución física
2. El temperamento
3. La inteligencia
4. El carácter moral
Todo ser humano al nacer posee una personalidad "potencial", en cuanto a que
tiene los elementos básicos de la misma. Esta potencialidad comenzará a ser
realidad cuando se inicie el desarrollo de ciertas características y capacidades,
como trabajo intelectual, creatividad, conducta intencional y valores éticos, entre
otras, que indican que los diversos elementos de la personalidad están funcionando
con cierto nivel de organización.
Y se puede hablar de personalidad estructurada cuando el individuo logra dinamizar
de forma integrada y con autonomía estos aspectos básicos, lo que le llevará a tener
una conducta y un pensamiento característicos. Una personalidad estructurada dará
origen a una identidad firme y sólida
El líder político es detentado por aquella persona que reúne las calidades de
conductor, integrador, articulador, conocedor, protector y encauzador del pueblo,
según un modelo valorativo determinado.
16
En el líder hay una valoración positiva, un reconocimiento de su figura como
capacitada y con aptitud de mandar, lo que lo legitima como tal. Su personalidad,
su prestigio, su reputación moral, su capacidad de entender los problemas sociales,
lo hacen un jefe con fortaleza, o más precisamente una autoridad, protegida de los
embates sociales, o con posibilidad de encabezar una acción contra el poder de
turno, en caso de ser un líder revolucionario
A) Concepciones
Lo define como “la particular relación que se establece dentro de una coyuntura
concreta y dinámica, entre una personalidad y una situación de grupo en el cual el
8
Sánchez Ferris, Remedio: “Liderazgo político”, en Diccionario Electoral, IIDH/CAPEL, primera edición, San José, 1989.
17
objetivo central es la conquista y el control del Estado o de los instrumentos para
influirlo, por parte de ese grupo.”
Vega Carballo
Se inscribe dentro de una tradición teórica que visualiza el liderazgo político dentro
de los límites del Estado como aparato y de aquellos instrumentos que permiten el
acceso o toma de poder del mismo, en especial los partidos políticos. Si bien el
escenario de acción del liderazgo político, por excelencia, lo son el Estado y los
partidos políticos–, pareciera que requiere de una ampliación importante, en tanto
en la realidad contemporánea no toda acción política pasa por el Estado como
aparato o por los partidos como instrumentos de acceso al poder público, dándose
por tanto que no todo liderazgo político tiene necesariamente que limitarse a la
conquista del mismo.
En el ejercicio del liderazgo político, como en cualquier otro, confluyen dos
dimensiones claramente definidas, aunque complementarias: una subjetiva y otra
objetiva. La subjetiva tiene que ver con las capacidades del individuo y sin lugar a
dudas con el carisma; la objetiva hace referencia a la realidad que le rodea, con sus
específicos y diversos problemas y necesidades. Desde esta perspectiva, la
consistencia entre las capacidades del líder y las condiciones históricas en las
cuales actúa es determinante. Dicho de otro modo, en el liderazgo político
contemporáneo confluyen los valores sociales imperantes y las capacidades o
aptitudes personales para encarnarlo. De la habilidad que tenga el líder para poner
sus condiciones naturales y sus capacidades aprendidas al servicio de los fines de
la sociedad de que se trate, dependerá que ese liderazgo sea legítimo y eficaz.
En este sentido, el liderazgo político es necesariamente un proceso de doble flujo
entre el líder y sus seguidores; aunque siempre prevalezca una relación asimétrica
entre el que gobierna y el que es gobernado, ambos se reconocen como actores
válidos e influyentes en la construcción de los objetivos socialmente útiles.
18
2.1.4 TIPOS DE LÍDERES
A.1) Características
A.2) Ejemplos
1. ENGELBERT DOLLFUSS
19
así como en los principios fascistas italianos. En mayo de 1932 cuando se
convirtió en canciller, Dollfuss encabezó una coalición conservadora liderada
por el Partido Social Cristiano. Cuando se enfrenta a una grave crisis
económica provocada por la Gran Depresión, Dollfuss decide no unirse a
Alemania en un conjunto aduanero, un camino defendido por muchos
austriacos. Severamente criticado por los socialdemócratas, nacionalistas
pan-alemán, y los nazis austriacos, él respondió a la deriva hacia un régimen
cada vez más autoritario. Benito Mussolini se convirtió en director extranjero
aliado a Dollfuss. Italia garantizó la independencia de Austria en Riccione
(agosto de 1933), pero a cambio Austria tuvo que abolir todos los partidos
políticos y la reforma de su constitución en el modelo fascista. En marzo de
1933, los ataques de Dollfuss en el Parlamento culminaron en la abolición
permanente de la legislatura y la formación de un estado corporativo basado
en su frontal Vaterländische ("Frente de la Patria"); con la que los partidos
políticos de Austria fueron remplazados. En asuntos exteriores él dirigió un
curso que convirtió a Austria prácticamente en un estado satélite italiano.
Esperando evitar la incorporación de Austria en la Alemania nazi, combatió
a sus oponentes políticos internos a lo largo de las líneas fascistas
autoritarias.
En febrero de 1934 las formaciones paramilitares leales al canciller
aplastaron a los socialdemócratas de Austria. Con una nueva constitución en
mayo de 1934, su régimen se volvió completamente dictatorial. En junio, sin
embargo, Alemania incitó a los nazis austriacos a la guerra civil. Dollfuss fue
asesinado por los nazis en una redada en la cancillería.
2. ADOLFO HITLER.
20
Reich) fue férreo desde que su Partido Nacional Socialista Obrero Alemán
(NSDAP) asumiera el poder en 1934 y lo denominara Führer (guía) con
poderes plenipotenciarios para conducir el país a su antojo. Esto condujo a
Alemania a iniciar la Segunda Guerra Mundial, al término de la cual Hitler se
suicidó.
3. FIDEL CASTRO.
Fue el máximo director del Partido Chino Comunista cuando éste se hizo con
el poder del país entero en 1949, luego de vencer en la Guerra Civil y
proclamar la República Popular China, que gobernó hasta su muerte en
1976. Su gobierno fue de corte marxista-leninista con profundas y violentas
reformas ideológicas y sociales que resultaron muy polémicas en su época,
y que construyeron un intenso culto en torno a su personalidad.
B) UN LIDER DEMOCRATICO
21
cívica conformes a lo entendido por democracia, y cuya actuación una vez a cargo
del mismo se mantuvo dentro de los marcos jurídicos, legales y morales que
acompañan a dicho concepto.
B.1) Características
22
en la independencia de la India, gracias a su prédica de métodos de protesta
no violenta, como la huelga de hambre y las manifestaciones de
desobediencia civil. Fue asesinado a los 78 años por radicales
integracionistas hinduistas.
C) LÍDER SOCIALISTA.
La mejor definición que he encontrado de socialista es: “Persona que cree que
puede decidir mejor qué es bueno para los demás”.
Ser socialista se deriva de la arrogancia de pensar que los demás no pueden valerse
por sí mismos. Asume que la libertad de decisión es peligrosa para las personas,
pues si las dejamos decidir terminarán peor que antes. Entonces el socialista parte
de un “complejo de superioridad”: por una razón que no explica, él sabe más de mí
que yo mismo.
Sabe mejor qué debo comprar y qué no. Sabe mejor bajo qué condiciones me
conviene trabajar y a qué me debo dedicar. Sabe mejor que los consumidores lo
que deben consumir y mejor que las empresas cómo deben producir. Y si el
socialista da el pasito que lo separa del comunista, sabe mejor quién debe gobernar,
qué puede o no puede expresar alguien públicamente y en qué país debo vivir.
El socialismo debe limitar nuestra libertad, porque en esencia la libertad es la
facultad de decidir sobre nuestro destino. El socialista se apropia de ese destino.
Pero no solo nos priva de nuestra libertad. Nos priva de la otra cara de la moneda.
No hay libertad sin responsabilidad. Si otro decide por mí, me liberan de la
responsabilidad sobre las consecuencias de mis decisiones: si elijo mal no asumo
los costos de mis decisiones. Equivocarse ya no es mi problema, es problema de
los demás, a los que les traslado dicho costo.
Por eso es que los socialistas no hablan de responsabilidad a secas sino de
responsabilidad social: el resto de la sociedad está obligada a asumir las
consecuencias de mis decisiones, sean buenas o malas.
Pero la responsabilidad social es un sinsentido. Hayek decía que la palabra ‘social’
es una palabra envenenada (una palabra “comadreja”), pues añadida a cualquier
otra la convierte en su antónimo: “democracia social” es precisamente la negación
23
del sistema democrático, “derecho social” es justamente un derecho vaciado de la
individualidad que le da sentido, “propiedad social” es la ausencia de propiedad.
Responsabilidad social es irresponsabilidad pura.
La libertad y la responsabilidad son en esencia individuales. Cuando dejan de serlo
se convierten en su antónimo, como ocurre en la Cuba de los hermanos Castro o la
Venezuela de Nicolás Maduro.
Así, el socialismo genera un problema moral y un problema práctico.
El problema moral es la expropiación de la dignidad humana al negar la libertad y la
responsabilidad. Nos convierte en esclavos del gobernante (socialista) de turno. En
eso no se diferencia de otras expresiones de signo ideológico distinto, como el
fascismo.
El socialismo lastra el crecimiento, genera pobreza, retraso, pero, sobre todo,
pérdida de dignidad. Curiosamente, en nombre de la libertad, nos priva de ella, pues
la confunde con la capacidad de hacer lo que uno quiere sin la responsabilidad de
asumir sus consecuencias. Es, por tanto, inherentemente irresponsable. Como
decía Bastiat, el socialismo no se conforma con que la ley sea justa. Quiere que la
ley sea filantrópica. Pero, en realidad, niega la filantropía como acto de
desprendimiento y la convierte en una solidaridad forzada por la ley, lo que es una
contradicción en términos.
Por eso todos los políticos, sin excepción, son un poco socialistas. A todos les gusta
dejarse seducir por el poder de hacer regalos con el patrimonio ajeno. A todos les
gusta jugar a ser Robin Hood. El problema es que gobernar no es un juego.
Como decía Churchill, “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la
ignorancia, la prédica a la envidia. Su virtud inherente es la distribución igualitaria
de la miseria”.
24
Las normas de comportamiento ético, abarca los deberes ciudadanos establecidos
la constitución Política del país. También los aspectos incluidos en otras normativas
como la ley contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito en la función pública y
los códigos de ética que rigen el funcionamiento de grupos o instituciones.
25
Pero, para llegar a ser un líder, se requiere un recorrido previo por los diferentes
ámbitos de la sociedad, puesto que “un líder no nace sino que se hace”. El liderazgo
se adquiere, principalmente, con la experiencia y con determinadas actitudes que
cuadran con las perspectivas de los votantes. La confianza y la credibilidad juegan
un papel crucial en este complicado mundo del liderazgo. Los políticos tienen que
echar mano de su formación, de su preparación y de su experiencia personal para
saber hacia dónde deben ir dirigidas sus políticas. Saber escuchar al ciudadano y
saber atender sus necesidades son piezas tan cruciales como sus propias dotes de
persuasión.
Como ya se sabe, la vida política es, en algunos casos, efímera y el desgaste al
frente de una administración es incuestionable. Tampoco se debe olvidar la
importancia de entender el entorno, el contexto sociocultural que afecta tanto directa
como indirectamente a nuestros políticos y ciudadanos. Por todo ello, es crucial
entender ese modelo de causalidad en la relación entre líderes políticos,
votantes/seguidores y contexto (Natera, 2001), para sostener el liderazgo de un
político: bien sea alcalde, concejal, diputado, conseller, ministro o presidente de un
Gobierno, por citar algunos cargos.
Todo líder que se preste debe tener una motivación personal y unos impulsos por
obtener un objetivo común, siendo la cualidad personal uno de los motores de
impulso de la actividad de un líder: “La actividad personal viene movida por el
impulso para satisfacer unas necesidades o lograr unas metas” (García y Lucas,
2009:200).
Hay que tener muy presente que el candidato -a la vista de los votantes- puede ser
un dechado de virtudes, el mejor de todos. Los liderazgos se amoldan a nuevas
tendencias que marcan los ciudadanos y los contextos socioeconómicos o de otra
índole, como puede ser la comunicación y la presión social por causa de la crisis.
Quienes “encuadran” con éxito sobre lo que quiere indicar una crisis, saben que
tienen la llave para desgranar las estrategias apropiadas para su resolución
eficiente9 Y es que cuando surge una crisis, se espera liderazgo.
9
(Boin, Hart, Stern y Sundelius, 2007). “Liderazgo: impulso de satisfacer las necesidades.”
26
Todo político que salta al aura política o a la vida pública debe aprender a
relacionarse y a saber atender las demandas de sus vecinos independientemente
de su ideología. El liderazgo no es sólo el resultado de una persona, sino que hay
otros elementos -de carácter más organizacional-, que están jugando también un
efecto en la capacidad de liderar.10
Hay que tener claro que quien llega a liderar un ministerio, una alcaldía o un
gobierno, sólo cuenta con cuatro años para consolidarse en el poder. Y la aplicación
de su estrategia política y comunicativa no puede extenderse más allá de ese plazo
(Canel, 2010:20), por lo que el trabajo en equipo, los factores externos y el contexto,
juegan un papel no menos importante que el propio liderazgo.
Por ello, los medios de comunicación de masas y sociales (redes sociales) han
cambiado por completo costumbres, hábitos y formas de entender la política y la
forma de gestionar una administración. Con el paso de los años la sociedad se ha
ido adaptando a esos nuevos modelos y cambios provocados por la tecnología
digital. Dicha tecnología se adapta con eficacia y comodidad a una sociedad abierta,
relacional y móvil que pasa muchas horas en la calle, en contacto con otras
personas (Gutiérrez-Rubí, 2011:114), y que ha sido la culpable de que nuestros
terminales sean ya una extensión más de nuestro cuerpo. La dependencia es
absoluta y cualquier líder sabe que su mensaje debe pasar por la red para llegar a
un público amplio y disperso. “La red no permite anular las diferencias entre partidos
grandes y pequeños o entre candidatos con muchos medios económicos y
candidatos sin recursos. La capacidad de invertir permite desarrollar mejor su
presencia y llegar a públicos más amplios” (Giansante, 2015:25).
No hay mejor líder que aquél que cumple con las expectativas, que transmite
seguridad, que sea leal con los ciudadanos y con la administración, pero, en
especial, que sea responsable y viva con pasión su compromiso con las urnas.
10
(Canel, 2010:119-120).
27
Las investigaciones sobre liderazgo han tenido diferentes tendencias en los últimos
tiempos. Los estudios que se produjeron entre 1900 y 1950 buscaban diferenciar
entre el líder y los seguidores con base en las características de cada uno. En virtud
de que no se encontró una característica específica o un grupo de ellas que pudiera
explicar las habilidades de liderazgo, se comenzó a investigar sobre la influencia
que tienen los elementos situacionales en las habilidades y las conductas del líder
(Boyett y Boyett, 1999). Más adelante, se buscaron los elementos distintivos de los
líderes exitosos y de los que no lo eran. Progresivamente, alrededor de 1960 se
llegó a un modelo contingencial propuesto por Fiedler (1967, citado en Boyett y
Boyett, 1999) en el que se vincula la orientación del líder hacia las relaciones o la
tareay el desempeño de su grupo, pero se asume que ningún líder será exitoso
siempre. Más adelante, se propuso el modelo de liderazgo situacional que examina
las conexiones entre la madurez de los seguidores, las variables situacionales y la
efectividad del líder. Todo esto puso en evidencia que el fenómeno del liderazgo es
un problema complejo (Méndez Morse, 1992).
Entre los años 1970 y 1980, la atención se enfocó nuevamente en las características
del líder, pero en función de su efectividad en el ámbito organizacional (Safferstone,
M., 2005). En este contexto fue que algunos tipos de liderazgo descritos
originalmente en el marco de estudio de la sociología y de la política fueron
trasladados al organizacional. Tal es el caso del liderazgo transformacional, que
Burns (1978) identificó como revolucionario de la realidad social a través de la
transformación de los seguidores en líderes, en contraste con el liderazgo
transaccional, que a través de la mejora continua, lograba mantener el statu.
El concepto del liderazgo transformacional fue surgiendo a través de un proceso
evolutivo que consideró diversas teorías, algunas de las cuales fueron finalmente
absorbidas por la descripción final. Uno de los primeros elementos que formó parte
del cuerpo de conocimiento que derivó en la teoría del liderazgo transformacional
fue el concepto de carisma propuesto por Weber11, quien lo describió como una
forma particular de liderazgo que se desarrolla a través del establecimiento de ligas
psicológicas y sociales del líder con los seguidores; este tipo de líder es además
28
revolucionario, trascendente y suele romper con las tradiciones. Sin embargo,
según Weber, este tipo de líder emerge en tiempos de crisis y su efecto es efímero12
En 1973, Downton (citado en Antonakis y House, 2002) propuso una teoría de
liderazgo en la que se involucraban los estilos transaccional, carismático y el rebelde
político inspiracional. Downton señalaba que las transacciones entre el líder y los
seguidores, sentaban las bases de la confianza. Por otra parte, puso en evidencia
que el líder carismático tiene un potente efecto en sus seguidores por la
identificación que éstos sienten con los ideales y la autoridad del líder. Finalmente,
concluyó que el líder político inspiracional es persuasivo y estimula a sus seguidores
a hacer sacrificios y les otorga un sentido de propósito que no logra el carismático.
Desde su perspectiva, los tres tipos de liderazgo deberían ser utilizados en distintos
grados (Antonakis y House).
Más tarde, en una meta-análisis llevada a cabo por Shamir, House y Arthur (1993)
se propuso que el líder carismático sustenta su éxito en las siguientes acciones:
29
la impresión de que él y su misión son extraordinarios. En 1978 y en el contexto de
los movimientos políticos y sociales, James Mac Gregor Burns describió al líder
transformacional como aquél que reconoce y explora una necesidad o una demanda
de un seguidor, a través de la comprensión de los motivos potenciales que tiene y
con ello busca satisfacer las necesidades superiores de éste al involucrarlo como
persona completa.
El resultado es una relación de mutua estimulación y elevación que convierte a los
seguidores en líderes y a los líderes en agentes morales (Burns, 1978). Junto con
el liderazgo transformacional Burns (1978) describió el transaccional, que en opinión
del autor, es fácil de definir, en virtud de que se trata de la forma diaria básica de
trabajo del líder con pequeñas y constantes dosis de cambio, pero que también
puede funcionar con un bajo perfil. Sin embargo, la definición del liderazgo
transformacional no resultaba tan sencilla, por lo que Burns (2003) propuso discernir
entre dos formas de cambio. Desde su postura, el primer tipo de cambio consiste
en sustituir una cosa por otra en un acto de intercambio; este es el tipo de cambio
que se atribuye al liderazgo transaccional. Por otra parte, el autor plantea que el
segundo tipo de cambio es mucho más profundo: se trata de causar una
metamorfosis completa; es una modificación de la condición original a otra distinta;
una transformación radical en la forma o en el carácter. Este es el tipo de cambio
que opera en el liderazgo transformacional. Al mismo tiempo que Burns hacía este
planteamiento desde la perspectiva biográfica, es decir, a través de la consideración
de los elementos de la vida del líder, el Centro de Estudios del Liderazgo de la
Universidad del Estado de Nueva York, encabezado por Bernard Bass, hacía un
abordaje desde la perspectiva psicológica (Burns, 2003). Con base en la propuesta
de Burns, entre 1985 y 1990, Bass y Avolio operacionalizaron los conceptos de
liderazgo transformacional a través de la construcción de un modelo de amplio
espectro del liderazgo (Pearce, Sims, Cox, Ball, Schnell, Smith y Treviño, 2003;
Bass y Riggio, 2006). En éste, enriquecido por la investigación empírica que
desarrollaron se incluyeron nuevas conductas como:
30
1. La transmisión de la sensación de que se tiene una gran una misión.
2. La delegación de autoridad y la formación de los seguidores.
3. El énfasis en la resolución de problemas y el uso del razonamiento
31
mostraban a un súper hombre con capacidades extraordinarias, para ofrecer una
perspectiva más conductual y pragmática (Felfe, et. al.). A partir de lo anterior, se
estableció un consenso sobre algunas características de los líderes
transformacional y carismático, como elementos fundamentales para su
descripción: visión atractiva basada en valores, inspiración, creación de roles, apoyo
al crecimiento personal, confianza y consideración de las necesidades de los
seguidores. De esta forma, al influir en los valores de sus subordinados, en su
autoestima y su auto concepto, el líder logra que éstos muestren mayores esfuerzos
de logro, mejor desempeño y una gran satisfacción (Shamir, House y Arthur, 1993).
A mediados de la década de los ochentas, parecía haber un acuerdo entre distintos
autores, en torno a que el líder carismático podía considerarse dentro del espectro
del líder transformacional (Shamir, et. al.1993; Bass, House, Tichy y Devanna,
citados en Felfe, 2004). Bass y Riggio (2006) consideraron que el concepto de
liderazgo transformacional es claramente más amplio que el carismático y que lo
contiene como un componente fundamental, pero que además promueve la
consideración individual y la estimulación intelectual de los seguidores. El concepto
del líder transformacional fue entonces identificado a través de características como
el carisma, la motivación inspiracional, la estimulación intelectual y la consideración
individual, descritos en el modelo de amplio espectro del liderazgo (Bass y Avolio,
1990; Avolio, Waldman y Yammarino, 1991).
Rasgos narcisistas
Son personas que buscan ante todo el triunfo por lo que poder y/o dinero son
objetivos inherentes a esta personalidad. Suelen ser características de esta
personalidad (y, claro, de muchos políticos):
32
4. Creencia de merecer un trato especial
5. Explotación interpersonal, no duda en mentir, aprovecharse de otros y
traicionar soterrada o abiertamente a quien haga falta para conseguir sus
objetivos personales.
6. Falta de empatía y de sensibilidad a la crítica.
Es evidente que todo esto no sirve de ningún modo para que el líder pueda
tomar las decisiones más acertadas o las medidas que carezcan de rentabilidad
electoral como a veces exige el buen gobierno, pero es indudable que facilita
enormemente la creación de líderes altamente carismáticos, mediáticos y con gran
éxito electoral, un objetivo inherente a la política.
Rasgos psicopáticos
33
Toda su conducta delictiva es calculada y planificada reduciendo al máximo el
riesgo en que incurren y la probabilidad de ser descubiertos por lo que no es sencillo
identificarlos. Es raro, aunque afortunadamente cada vez menos, que este tipo de
político termine en la cárcel.
Rasgos histriónicos
Rasgos obsesivos
34
Son muy eficaces es situaciones de estabilidad social, económica y
política pues son muy buenos gestores pero sus necesidades de previsión les hacen
muy ineficaces en la improvisación y la adaptación a situaciones de crisis con
decisiones rápidas o arriesgadas al contrario de los líderes psicopáticos.
Estos políticos suelen ocupar las segundas y las terceras filas en los partidos
políticos y no suelen ser muy visibles. Se encargan de la gestión y la administración
pero no son aptos para el liderazgo pues carecen de todo carisma y atractivo
estético y dialéctico.
Rasgos paranoides
Rasgos borderline
35
condiciones normales no suelen alcanzar posiciones de liderazgo político. Por el
contrario pueden tener éxito en los negocios por los riesgos que asumen y lo atípico
de sus decisiones que ocasionalmente pueden ser acertadas en contra de lo
previsible. Por eso hay grandes personajes de la banca y la empresa que cumplen
con estos criterios pero no son frecuentes en política salvo en situaciones
revolucionarias (Che Guevara) o dictatoriales (Hitler, aunque la patología mental de
éste incluía muchos otros trastornos). El gran atractivo político del lider borderline
es la pasión que suele transmitir y que contagian a votantes del mismo perfil o de
cualquier otra personalidad inmadura (narcisista, histriónica, borderline o
antisocial).
Todos los estudios sobre liderazgo establecen relaciones básicas entre éste y las
nociones de poder y autoridad. Ambas nociones, muchas veces confundidas en el
saber común sobre el tema, muestran algunas diferencias importantes,
especialmente cuando se habla de liderazgo político.
Por su parte José Luis Vega Carballo, citando a Max Weber, el poder se refiere a
la relación social en la cual se produce la probabilidad de que un actor social
imponga su voluntad, sobre otro actor. Este concepto es central en el ejercicio del
liderazgo, dado que el uso de una determinada cuota de poder es condición básica
para que la influencia del líder sea efectiva. Así, todo líder requiere poder para
ejercer su liderazgo, con lo cual se establece que la búsqueda del poder es una
condición natural al ejercicio del liderazgo.
La autoridad hace referencia a la capacidad de influir sobre las otras personas con
base en un mandato dado por esas personas. Dado ello, toda autoridad implica el
uso de una cuota determinada de poder, pero no toda persona que encarna un
cargo de autoridad tiene poder efectivo. La autoridad, si es legítima, es decir, si ha
sido otorgada por el grupo como resultado de esa suerte de contrato social o por el
pueblo a través de instituciones como las elecciones, tiene la ventaja de que permite
36
el uso de la fuerza por parte de quien detenta esa autoridad, para asegurar la
consecución de los objetivos que sustentan el liderazgo.
Esta relación entre poder y autoridad es esencial para la comprensión del liderazgo
político. Muchas veces el liderazgo ha sido visto como una consecuencia de la
autoridad, en tanto se entiende que el líder es aquel que detenta la autoridad en el
grupo, organización o comunidad de que se trate. En nuestra visión, el liderazgo
está dado no sólo por la autoridad conferida sino por el poder efectivo que el líder
pueda ejercer. En este sentido el poder es una condición inmanente al liderazgo,
quedando al carácter o integridad del líder y a las normas del grupo y organización,
el que ese poder sea usado para los objetivos establecidos.
Esta idea es central cuando se habla de liderazgo político en democracia, dado que
el poder en la democracia debe ser encauzado institucionalmente, preferiblemente
a través de una autoridad legítima, de modo que el líder responda a los intereses
de la sociedad y esté sujeto a límites precisos. La existencia de instituciones tiene
una doble condición: permite que el líder político pueda gobernar es decir, favorece
la eficacia del liderazgo al otorgarle legitimidad en el uso del poder y la autoridad;
pero también permite, en caso de que ese líder no represente de manera efectiva
los intereses de la sociedad, contar con mecanismos que permiten su relevo por
vías pacíficas y también legítimas.
Derivado de la noción genérica que postula este trabajo y de la revisión del enfoque
clásico sobre el liderazgo político, este puede ser definido como el conjunto de
actividades, relaciones y comunicaciones interpersonales, que permiten a un
ciudadano movilizar personas de una organización, comunidad o sociedad
específica, de manera voluntaria y consciente, para que logren objetivos
socialmente útiles.
Para ello, ese liderazgo busca hacerse con el poder y la autoridad que confiere el
aparato del Estado en su sentido weberiano de asociación política o, en caso de
37
que no pueda detentar su administración, de aquellos mecanismos que le permitan
influir sobre el rumbo y objetivos de ese estado y de la sociedad en general.
Esta definición asume el liderazgo político con una clara dimensión normativa, en
tanto la gente piensa y actúa bajo la visión de ese líder con las imágenes implícitas
de un contrato social. Es decir, se firma una suerte de contrato entre el líder y sus
seguidores o su grupo, en el sentido de que el líder político recibe
un mandato legítimo de parte de su comunidad o pueblo, a cambio de que aporte
su capacidad y su visión para que la citada comunidad alcance sus objetivos más
importantes. Aquí aplica la idea de que el buen líder político no es el que genera
influencia para que las personas asuman su visión y le permitan conseguir sus
propios objetivos, sino aquel que encauza las energías y capacidades de esa
comunidad para hacer viables los objetivos de la misma.
Ahora bien, si el horizonte del liderazgo político son los fines de la comunidad o
sociedad a la que pretende conducir, resulta importante establecer criterios para
determinar qué son objetivos socialmente útiles. En este sentido, lo socialmente útil
está dado por la capacidad de proponer una visión de sociedad, que sea integradora
de intereses y perspectivas diversas, que brinde coherencia y sentido a la acción
del líder y que facilite la incorporación de todos –o al menos de la mayoría– en los
diversos esfuerzos por alcanzar las metas establecidas. Por ello el liderazgo político
se define en términos de autoridad legítima, basándose esta legitimidad en un
conjunto de procedimientos mediante los cuales muchos otorgan poder a unos
pocos.
38
objetiva. La subjetiva tiene que ver con las capacidades del individuo y sin lugar a
dudas con el carisma; la objetiva hace referencia a la realidad que le rodea, con sus
específicos y diversos problemas y necesidades. Desde esta perspectiva, la
consistencia entre las capacidades del líder y las condiciones históricas en las
cuales actúa es determinante. Dicho de otro modo, en el liderazgo político
contemporáneo confluyen los valores sociales imperantes y las capacidades o
aptitudes personales para encarnarlo. De la habilidad que tenga el líder para poner
sus condiciones naturales y sus capacidades aprendidas al servicio de los fines de
la sociedad de que se trate, dependerá que ese liderazgo sea legítimo y eficaz.
De igual modo, se extraen dos visiones claramente diferenciadas: una, aquella que
indica que el liderazgo es la capacidad de influir sobre la comunidad para que siga
a un líder, en donde la característica esencial es la influencia del líder como
condición que permite que la gente acepte su visión y la haga suya; esta visión es
extremadamente frecuente en la historia política, dado que favorece la existencia
de liderazgos carismáticos, de tinte autoritario, paternalista o pseudo democrático.
Otra, la que ve el liderazgo como la capacidad de influir sobre la comunidad para
que enfrente sus problemas y consiga sus objetivos; aquí, la característica esencial
del liderazgo es el progreso en la solución de problemas y en la consecución de los
objetivos de la comunidad. Es evidente que esta segunda visión favorece el
liderazgo de tipo participativo y democrático, y por tanto, coadyuva a la creación de
esquemas institucionales que permitan la subsistencia del contrato social
establecido entre el líder y su comunidad.
A partir de toda esta visión del liderazgo, se puede realizar un rápido repaso de las
modalidades de liderazgo político presentes en la historia latinoamericana. Entre las
principales encontramos las siguientes:
39
Tendencia al uso de la autoridad
Parte de la visión de que las personas no saben lo que quieren y además que son
naturalmente perezosas para luchar por la consecución de sus intereses u objetivos.
Esta deficiencia natural sólo puede ser remediada por un gran líder, que asuma la
tarea de proponerle a la gente una visión a la cual adherirse y de conducirlos hacia
la meta marcándoles el paso de manera estricta y precisa. Dentro de esta visión se
tipifican, por supuesto, los líderes de corte autoritario y paternalista, caracterizado
por la idea de dar órdenes para la consecución de los objetivos o de conducir o
incluso sustituir a las demás personas en el cumplimiento de sus papeles grupales
o sociales.
Bajo la figura del liderazgo autoritario y sobre la base de que los pueblos requerían
conducción fuerte y protección ante amenazas externas o internas, se configuraron
múltiples regímenes militares o pseudo-militares, que restringieron los ámbitos
personales y sociales de libertad y pretendieron rectorar la vida social desde su
autoridad, dada esencialmente por las armas y asentada en el temor. Estos
liderazgos sustituyeron o absorbieron las instituciones, induciendo un alto grado de
arbitrariedad en la conducción política de los países y propiciando la exclusión de
importantes sectores de población, con las nefastas consecuencias por todos
conocidas sobre la configuración de los sistemas políticos.
40
obtener. Así, la lógica del caudillo no radica en conducir a sus pueblos hacia la
construcción de una visión común, sino en convencer a estos que su visión –la del
líder– es la que deben adoptar y seguir. No son pocos los ejemplos de estos
liderazgos caudillistas, cuyas consecuencias políticas concretas, en la mayor parte
de los casos, han sido una institucionalización endeble de los sistemas políticos o
una ruptura de los regímenes políticos implantados por ellos, al darse la
desaparición física o la remoción política de los mismos.
El líder paternalista ha estado marcado por la convicción de que hay que darle a la
gente todo lo que necesite, en el entendido de que esa gente no está en capacidad
de producir y conseguir objetivos que le beneficien. Esta visión da origen a una
dependencia extremada de los seguidores o grupos en relación con el líder,
dependencia que tiene consecuencias destructivas, por cuanto limita la capacidad
de aprendizaje individual y colectivo de sus seguidores, eliminado la principal fuente
de poder de las organizaciones y sociedades.
2.1.3.1 El voto
En las campañas electorales, el voto es el acto por medio del cual el ciudadano
manifiesta una simpatía o antipatía, hacia un determinado partido o coalición de
partidos, su programa electoral y sus candidatos. En este sentido, el voto representa
la decisión suprema del elector, motivado por diferentes factores y motivaciones
históricas y circunstanciales, que se manifiestan, concretan y depositan en la urna.
41
El saber qué es lo que mueve o motiva el comportamiento de los votantes en una
coyuntura o contexto electoral es una interrogante que ha estado presente durante
muchos años en las indagaciones no sólo de los estudiosos de la ciencia política,
sino también de otras disciplinas científicas como la sociología, la antropología, la
psicología y la mercadotecnia política; pero sobre todo, de los políticos y candidatos
que durante los procesos electorales tratan de incidir o generar ciertos efectos en
la conducta y comportamiento de los ciudadanos.
Dar respuesta a este cuestionamiento, resultó ser más importante y estratégico con
el inicio y consolidación de los procesos de transición hacia la democracia, misma
que se sustenta en la construcción de consensos sociales y mayorías electorales
estables. Sistema político en la que el voto libre y secreto, determina, en gran
medida, quién asume el gobierno, así como el carácter de la representación pública
de las sociedades modernas.
El voto duro
Se utiliza para describir a los electores que muestran gran identidad, lealtad e
identificación con un determinado partido, de tal forma que siempre votarán por él
42
independientemente de los candidatos que postulen o la circunstancia política que
se viva en el momento.13 Generalmente, quienes militan o simpatizan
permanentemente con un partido político y mantienen ligas ideológicas fuertes son
los que constituyen una parte importante de ese voto duro
El voto blando
Es aquel que tiene cierta afinidad e identidad con alguna sigla partidista, orientando
su voto tradicionalmente por ese partido. Sin embargo, el sufragio no es
completamente seguro, ya que evalúa la coyuntura del momento, el tipo de
candidatos postulados, así como el carácter y naturaleza de su oferta electoral. Este
sector de electores, puede decidir no acudir a las urnas el día de las elecciones o
incluso, puede votar a favor de otro partido, ya que, como su nombre lo dice, el
grado de identidad y simpatía política del elector con el partido es elástica. Este es
un tipo de voto que se emite conforme a las circunstancias de cada elección.
El voto opositor
Es el voto duro de los otros partidos. Como su nombre lo señala, los electores
manifiestan su oposición o rechazo hacia el partido y los candidatos que postula.
Estos electores difícilmente depositarán su confianza y su voto en el partido que
rechazan, por lo que la estrategia política que se recomienda consiste en no perder
ni tiempo, ni recursos en ellos. Estos son los electores que nunca votarían por un
determinado partido, así hayan postulado a buenos candidatos o su plataforma
electoral sea la más pertinente.
Los indecisos
Es aquel poco involucrado en la política, que no manifiesta identidad, simpatía o
lealtad con ninguna fuerza partidista. Es un elector poco informado de los asuntos
públicos y que, por igual, puede decidir votar por un partido u otro, o incluso, no
votar.
43
Si tratáramos de cuantificar el número de electores que se ubican en cada una de
las anteriores categorías, seguramente, encontraríamos que el voto duró tiende a
decrecer, mientras que el voto blando, indeciso y opositor tienden a aumentar
significativamente. Este tipo de fenómenos, se presenta ante la crisis de legitimidad
y credibilidad del sistema de partidos, así como producto de la crisis de la propia
política y la evolución y “madurez” de los mismos ciudadanos. De hecho, el voto en
sociedades en cambio, muestra una alta volatilidad en sus lealtades político-
electorales y una mayor tendencia hacia la personalización de la política.
Voto racional
Voto inercial
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Se forma en una perspectiva de mediano o largo plazo, ya sea con la participación
del elector en pasados comicios, formándose una continuidad histórica favorable a
un determinado partido o formación partidista (Gerber, et al, 2003). Es decir, al ser
el hombre un “animal de hábitos,” se va formando una costumbre o predisposición
política a través de los años, de tal forma que si su primer voto fue a favor de una
determinada opción político-partidista, en sucesivas elecciones, se verá motivado a
seguir apoyando a los candidatos de ese mismo partido. Este tipo de voto, también,
se le ha llamada voto duro.
Voto de ira
Voto de hambre
Se genera por las severas carencias económicas en las que viven muchos de los
electores, cuya principal preocupación no es el tipo de gobierno que tienen o de
político que es electo, sino que su objetivo principal es la sobrevivencia económica.
Este tipo de ciudadanos ve en las campañas electorales la oportunidad para obtener
45
un beneficio inmediato, como puede ser una despensa, material para construcción,
algún objeto utilitario o, incluso, algún ingreso económico directo.
Es el acto de sufragar por parte del elector, compelido o motivado por una serie de
temores, amenazas, intimidaciones e incertidumbres sobre el presente y el futuro
de una determinada colectividad. Este tipo de voto, se genera por inducción,
principalmente por los partidos y candidatos que buscan ganar o conservar una
posición de poder político, creando a través de diferentes estrategias de
comunicación política, una seria de dudas sobre posibles escenarios futuros
adversos y dañinos para la sociedad en el caso de que sus opositores ganen las
elecciones.
El voto contextual
El voto ganador
El voto de plástico
El voto útil
El voto partidista
Es el que se genera por parte del ciudadano a partir de la identidad política con el
partido o institución partidista, formándose, a través de los años, una predisposición,
afinidad, simpatía y lealtad favorable hacia un instituto y desfavorable hacia otros.
Voto clasista
Voto relacional
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Es aquel sufragio que se genera a partir de una relación positiva, grata y placentera
entre el partido, sus candidatos y sus gobiernos con los votantes en una perspectiva
de corto, mediano y largo plazo. Esto es, si se impulsa una relación armoniosa,
afable y comprometida, sustentada en la responsabilidad, el servicio, el afecto, el
trabajo, la comunión de intereses y la cercanía del partido con los electores,
entonces se generarán las condiciones adecuadas para formar un compromiso
político de los ciudadanos con respecto del partido y aumentar las posibilidades de
obtener su voto.
48
CAPÍTULO
III
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3.1 CONCLUSIÓNES
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tendrá en cuenta sus opiniones. No le importara rectificar y reconocer sus
errores, pues esto no le hará parecer más débil, sino más justo y razonable.
No se puede llegar a un grupo y tratar de imponernos, sentirnos líderes no
significa que lo seamos. Eso lo decidirán los demás y comportarnos como si
estuviésemos por encima de los otros dándoles órdenes no ayudara a que
nos respeten.
3. Líder Autoritario: es aquel que hace valer sus ideas a pesar de que se
encuentre en un error y no lo admitirá, es inflexible y le gusta ordenar, no le
permite a su grupo ser creativo y ser independiente. Este tipo de líder
destruye todo lo que una empresa tiene como objetivo ya que por ser
autoritario no lleva a cabo de manera eficaz y eficiente su labor de dirigir y
controlar los recursos de la organización
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3.2 BIBLIOGRAFÍA
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52
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53
54