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GENERALIDADES
1.1 Introducción
La energía eólica es una de las fuentes de energía con mayor crecimiento de implantación en el mundo.
Su renacer finales del siglo XX para la generación de energía eléctrica limpia, la ha conducido
rápidamente a ser una fracción importante de la generación eléctrica en muchos países.
Actualmente, la energía eólica ha demostrado su viabilidad técnica y económica, siendo una tecnología
madura. Varias razones hacen de la eólica una de las energías renovables con gran desarrollo en los
últimos años. Entre ellas cabe citar:
Al margen de esta desventaja, hay que tener en cuenta que ninguna forma de producción de
energía tiene el potencial de cubrir toda la demanda y la producción energética basada en
renovables es menos contaminante, por lo que su aportación a la red eléctrica es positiva.
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1.2 Tipos de aerogeneradores eólicos
b) Según la disposición del rotor frente al viento; los aerogeneradores de eje horizontal se dividen
en:
g) Según su emplazamiento
- Aerogeneradores para emplazamientos terrestres (Onshore).
- Aerogeneradores para emplazamientos marinos (Offshore).
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Clasificación por rendimiento aerodinámico
Un parámetro empleado para diferenciar los distintos tipos de turbinas eólicas, es la relación entre la
velocidad lineal del extremo de la pala y la velocidad nominal del viento. Esta relación se conoce como
velocidad específica de la turbina {tip speed ratio) y se designa por .
En la gráfica se muestran los rendimientos aerodinámicos de los distintos tipos de máquinas eólicas.
Dichos valores están representados en función de la velocidad específica λ0 definida como:
. R
0
V
siendo
Ω velocidad de giro;
R radio de la pala;
V la velocidad del viento incidente sobre el
rotor.
Rápidos:
- Aquellos que presentan una curva característica centrada en valores de λ0>2.
- Se utilizan en aplicaciones de producción de energía eléctrica al presentar curvas con valores
altos del coeficiente de potencia Cp.
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1.3. Sistemas de producción Eolo eléctrica
Se distinguen dos sistemas básicos de producción eoloeléctríca:
a) Sistema aislado
Usa pequeños aerogeneradores (< 100 kW) y sirve para atender la demanda de energía eléctrica de
núcleos aislados. Al no estar interconectado con la red eléctrica, se debe prever un sistema auxiliar
de almacenamiento (baterías eléctricas) para los períodos de calma o baja intensidad de viento. En
muchas ocasiones, el sistema se apoya con fuentes de producción eléctrica auxiliar (grupos
electrógenos o sistemas fotovoltaicos) formando un sistema denominado "híbrido".
También se utilizan sistemas aislados con pequeñas turbinas multipala para producir energía
mecánica directa para el bombeo de agua. Las eólicas multipala ( windmill) presentan una curva
característica par- velocidad adecuada para el accionamiento directo de bombas hidráulicas para la
extracción de agua de pozo.
b) Parque eólico
Los aerogeneradores son de eje horizontal y principalmente tripala a barlovento, con sistema de
orientación activa y torre tubular. Domina la regulación activa por paso variable (pitch) frente a la de
paso fijo por perdida aerodinámica (stall).
En los últimos años ha aumentado el uso de rotores de velocidad variable, frente a los de velocidad
fija o semivariable, así como el uso de generadores asíncronos con rotor doblemente alimentado e
incluso generadores síncronos multipolos frente a los generadores asíncronos de rotor en jaula.
Debido a la plataforma marina y a la interconexión eléctrica con la costa, un parque offshore tiene
un coste unitario de inversión del orden de dos veces mayor que un onshore. En cambio, su
producción es mejor por ser el viento más regular.
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1.4 Antecedentes históricos
Hasta la aparición de la máquina de vapor en el siglo XIX, la única energía de origen no animal
para realización de trabajo mecánico era la proveniente del agua o del viento. La primera y más inmediata
forma de aprovechamiento de la energía eólica ha sido desde los tiempos más remotos aplicada a la
navegación; las primeras referencias de la utilización de embarcaciones a vela proceden de Egipto y datan
del IV ó V milenio antes de J.C.
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Los molinos de viento fueron utilizados en Europa en la Edad Media (Figura 1.3), comenzando a
extenderse por Grecia, Italia y Francia. Si el origen de las máquinas eólicas presenta notables
incertidumbres, no menos lo hace su expansión por el Mediterráneo y el resto de Europa. Según algunos
autores, se debe a los cruzados la introducción de la tecnología eólica en Occidente, si bien otros opinan
que Europa desarrolló su propia tecnología, claramente distinta de la oriental, ya que en Europa se
impusieron funda-mentalmente los molinos de eje horizontal, mientras que los molinos orientales eran de
eje vertical.
Una idea de la importancia que en el pasado adquirió la energía eólica nos la da el hecho de que en el
siglo XVIII, los holandeses tenían instalados y en funcionamiento unos 20.000 molinos, que les
proporcionaban una media de 20 kW cada uno, energía nada despreciable para las necesidades de aquella
época.
En 1724 Leopoldo Jacob proyecta un molino de ocho palas que mueve una bomba de pistón; en 1883
aparece el pequeño multipala americano (Figura 1.5) diseñado por Stewart Perry. Este molino, de unos 3
metros de diámetro utilizado para bombeo, ha sido el más vendido de la historia, llegándose a fabricar
más de seis millones de unidades, de las que existen varios miles en funcionamiento.
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Figura 1.5 Ejemplos de molinos americanos multipala
Como precursor de los actuales aerogeneradores, es necesario citar la aerogenerador danés de Lacear
(1892), máquina capaz de desarrollar entre 5 y 25 kW.
Hasta ese momento, las velocidades típicas que se habían conseguido con los multipala eran de dos veces
la del viento, mientras que los molinos clásicos habrían funcionado con velocidades en el extremo de la
pala del mismo orden de magnitud que la del viento.
La teoría de la aerodinámica se desarrolla durante las primeras décadas del siglo XX, permitiendo
comprender la naturaleza y el comportamiento de las fuerzas que actúan alrededor de las palas de las
turbinas. Los mismos científicos que la desarrollaron para usos aeronáuticos Joukowski, Drzewiechy y
Sabinin en Rusia; Prandtl y Betz en Alemania; Constantin y Enfield en Francia establecen los criterios
básicos que debían cumplir las nuevas generaciones de turbinas eólicas.
Betz demostró en su famoso artículo "Die Windmuhlen im lichte neverer Forschung", (Berlín 1927), que
el rendimiento de las turbinas aumentaba con la velocidad de rotación y que, en cualquier caso, ningún
sistema eólico podía superar el 59,9% de la energía contenida en el viento. Por lo tanto, los nuevos rotores
debían funcionar con elevadas velocidades de rotación para conseguir rendimientos más elevados. La
teoría demostró también que cuanto mayor era la velocidad de rotación menor importancia tenía el nú-
mero de palas, por lo que, teóricamente, las turbinas modernas podían incluso construirse con una sola
pala sin que disminuyera su rendimiento aerodinámico significativamente.
A pesar de los esfuerzos realizados y de la mayor eficacia de las nuevas turbinas, las dificultades de
almacenamiento y las desventajas propias de la irregularidad de los vientos fueron la causa de que
continuaran declinando las aplicaciones basadas en el aprovechamiento del viento como recurso
energético hasta el final de la Primera Guerra Mundial.
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Con una fuerte expansión de la electricidad como sistema energético universal y la escasez de recursos
para importar petróleo, las turbinas eólicas continuaron desarrollándose por dos caminos diferentes:
Por un lado, hacia el diseño, construcción y comercialización de aerogeneradores de baja
potencia, capaces de generar electricidad en áreas rurales más o menos aisladas, a las que todavía
no habían llegado las redes de electrificación.
Por otro, y a la sombra de una industria aeronáutica en pleno desarrollo, hacia el diseño y
construcción de grandes plantas eólicas capaces de generar electricidad a gran escala.
Este apoyo a los recursos energéticos autóctonos, que comenzó inmediatamente después de la guerra, se
mantuvo durante la década siguiente, como consecuencia de la política proteccionista adoptada por los
países occidentales tras la crisis de 1929.
Durante este período fueron innumerables los trabajos realizados sobre plantas eólicas de gran potencia
en Europa y USA, centrando los programas eólicos su interés en aspectos diferentes como la evaluación
de los recursos disponibles, obtención y trata-miento de datos meteorológicos, elaboración de mapas
eólicos, localización de emplazamientos y el cálculo, diseño y construcción de plantas de gran potencia.
Asimismo, se intentaron crear incentivos que motivasen a la iniciativa privada a fabricar y comercializar
pequeñas turbinas con funcionamiento autónomo, que permitiesen cubrir las necesidades de explotaciones
agrícolas o industriales situadas en zonas apartadas.
Dentro de los grandes proyectos visionarios de la época se encuentra el prototipo alemán Honnef (Figura
1.6), que consistía en instalar torres de 300 metros de altura, con 3 ó 5 rotores de 150 metros de diámetro,
capaces de generar 75 MW; aunque se realizaron estudios a pequeña escala, el prototipo de esta central
fue destruido en una incursión aérea.
En 1931 se instaló en el Mar Negro una máquina eólica de 100 kW. Entre 1941 y 1945 estuvo
funcionando en USA, una unidad de 1,2 MW. Una vez finalizada la Segunda Guerra mundial, y como
consecuencia del período de escasez que siguió, los países euro-peos elaboraron programas nacionales
para elegir los emplazamientos más adecuados donde deberían instalarse las grandes plantas eólicas que
se proyectaban
El segundo periodo de desarrollo de la energía eólica comienza en los años cincuenta y se prolonga hasta
mediados de los sesenta en los que, una vez restablecida la economía internacional, acaba perdiendo
interés al no resultar sus precios competitivos con los de los combustibles fósiles convencionales, por lo
que el bajo precio del petróleo, hasta 1973, cerró el camino al desarrollo de la tecnología eólica.
Desde el inicio de los años 70, comenzó una etapa con una subida de los precios del petróleo que se
prolonga hasta 1986 y que favoreció el desarrollo de los aerogeneradores eólicos como fuente de energía
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alternativa, renovable y no contaminante, capaz de producir electricidad a precios competitivos. Durante
esta época, las redes de electrificación empezaban a ser lo suficientemente extensas como para cubrir la
mayor parte de las zonas rurales, por lo que también disminuyeron las ventajas de los aerogeneradores de
baja potencia utilizados en zonas aisladas. El período terminó con un gran número de instalaciones
experimentales, construidas de una forma dispersa en países diferentes, sin demasiada conexión entre sí.
Durante esta época existen multitud de iniciativas a cada cual más extravagante (al menos desde nuestro
privilegiado punto de vista más de 40 años más tarde).
Por ejemplo, a comienzos de la década de los 70, Bill Heronemus de la universidad de Massachusetts
propuso un anteproyecto que consistía en la construcción de estaciones eólicas compuestas por torres de
113 metros de altura con tres rotores de 73 metros de diámetro (Figura 1.7); se pensaba que con 1400
estaciones de este tipo, ubicadas en la costa se podría generar el 8% de la demanda eléctrica U.S.A. Este
concepto era pre-cursor de lo que serían las instalaciones offshore desarrolladas más tarde a finales de
siglo.
En cuanto al tipo de máquinas de mayor interés, los resultados obtenidos de las numerosas experiencias
realizadas permitieron concretar el campo de trabajo en dos modelos: las turbinas de eje horizontal de dos
o tres palas y, en menor medida, las tur-binas Darrieux de eje vertical.
El tamaño medio de las máquinas instaladas hasta 1990 estuvo en el rango de los 100 kW, aunque se
observaba una clara tendencia ascendente.
En los años siguientes, los pequeños aerogeneradores aumentaron poco a poco su potencia, a la vez que
mejoraban su fiabilidad y reducían costes; las potencias medias de los aerogeneradores instalados entre
1990 y 1991 era de 225 kW;
Durante la última década del siglo pasado y la primera de este, ha habido una carrera imparable en la
búsqueda de aerogeneradores capaces de captar más viento de una manera más fiable y efectiva
incrementándose las potencias medias de entre los 500KW a 1,2MW de la década de los 90 a los 1,5MW
a 3MW actuales con prototipos (fundamentalmente destinados al desarrollo offshore) que en breve
tendrán hasta 8MW de potencia.
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1.5 Estado de la implementación de la energía eólica en el mundo
El Consejo Mundial de Energía Eólica (GWEC) prevé que se instalarán alrededor de 60.000 MW eólicos
en el mundo en 2017 y que la instalación anual subirá a unos 75.000 MW anuales en 2021, año en el que
espera que los megavatios eólicos totales lleguen a 800.000, lo que supondría prácticamente doblar la
potencia actual, según indica el Global Wind Market Report presentado hoy en Nueva Delhi.
Según el informe, en 2016 se instalaron más de 54.000 MW de energía eólica en más de 90 países, de los
que 9 tienen más de 10.000 MW instalados y 29 han superado los 1.000 MW. La capacidad acumulada
mundial creció un 12,6% el año pasado, hasta 486.000 MW instalados.
“La eólica compite con éxito en la actualidad con otras tecnologías fuertemente subsidiadas en todo el
mundo, construye nuevas industrias, crea cientos de miles de puestos de trabajo y lidera el camino hacia
un futuro energético sostenible”, ha indicado Steve Sawyer, Secretario General de GWEC. ‘’Tenemos
que alcanzar un sistema energético de cero emisiones antes de 2050 si queremos cumplir con el cambio
climático y los objetivos de desarrollo”, reclama.
Los niveles de penetración eólica continúan aumentando en el mundo, liderados por Dinamarca con un
40%, seguida por Uruguay, Portugal e Irlanda con más del 20%, España y Chipre con alrededor del 20%,
Alemania 16%, China con el 4%, Estados Unidos el 5,5% y Canadá con un 6%.
Los bajos precios de las últimas subastas de eólica offshore en Europa están impulsando de nuevo el
mercado eólico europeo, un tanto lánguido en los últimos tiempos, y atrayendo la atención de reguladores
de todo el mundo, Aunque Europa siga liderando la eólica marina, otras regiones como Asia o América
del Norte no tardarán en subirse al carro.
No obstante, Asia será el continente que liderará el crecimiento eólico, con China e India a la cabeza.
América del Norte les seguirá y Europa continuará “su segura aunque poco espectacular marcha” hacia
los objetivos de 2020. En América Latina, y a pesar de los problemas políticos y económicos de Brasil,
otros países de la región han crecido para llenar el vacío, especialmente Uruguay, Chile y Argentina.
África tendrá un gran año en 2017, con el liderazgo de Kenia, Sudáfrica y Marruecos. Australia, después
de un período de calma, parece volver a resurgir con proyectos para los próximos años, siempre según el
informe.
La tendencia mundial es creciente con respecto al uso de la energía eólica tal como lo muestra la figura.
486,790
432,680
369,862
318,697
282,850
238,110
197,956
159,052
120,696
93,924
73,957
59,091
47,620
39,431
31100
23900
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
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Fuente GWEC
País MW % Participación
RP China 168,732 34.7
USA 82,184 16.9
Alemania 50,018 10.3
India 28,700 5.9
España 23,074 4.7
Reino unido 14,543 3.0
Francia 12,066 2.5
Canadá 11,900 2.4
Brasil 10,740 2.2
Italia 9,257 1.9
Resto del mundo 75,576 15.5
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1.5.1 El estado de la energía eólica en América Latina
El 2015 fue un año importante para las energías limpias. Se dieron las mayores incorporaciones a
nivel mundial, marcando récords de nuevas instalaciones para la generación eléctrica, y por
primera vez el total de inversiones de los países en desarrollo superó al de los industrializados.
La energía eólica domina el crecimiento del sector energético en el mundo y podrá suministrar
hasta 20% de la electricidad global en el 2020, según el último informe del Consejo Mundial de
Energía Eólica (GWEC, por sus siglas en inglés). La capacidad eólica mundial ha alcanzado en
el 2016 los 456 GW, y se espera que llegue a 500 GW al final del año.
América Latina requiere energía para hacer crecer sus economías. El subcontinente cuenta con
condiciones climatológicas y geográficas que lo hacen apto para la generación eléctrica con
tecnologías eólicas. Con su relativamente baja densidad de población, grandes distancias y
necesidades de energía en lugares remotos, ofrece un entorno ideal para aprovechar la energía
del viento. En el 2016, la energía eólica se mantiene como el principal sector de la energía limpia
en América Latina y el Caribe, atrayendo 15,500 millones de dólares en inversión, según datos
del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Argentina, en opinión del secretario general del GWEC, Steve Sawyer, tiene la posibilidad de ser
potencia mundial en el ámbito de las energías renovables, dado que “tiene los mejores recursos
eólicos del mundo”. Brasil ostenta el noveno lugar mundial en generación de energía eólica, y se
calcula que podría escalar hasta la sexta posición en el 2018. El país carioca también ocupa el
primer lugar de América Latina, seguido de México, Chile, Argentina Costa Rica y Nicaragua,
según la Asociación Mundial de la Energía Eólica (WWEA por sus siglas en inglés).
Se calcula que México utiliza sólo 3.2% de su capacidad potencial para producir energía a partir
de la fuerza de los vientos. Cálculos de la WWEA pronostican que para el 2024, 35% de la
energía en México podría estar sustentada con fuentes renovables, y 15% de ella correspondería
a la eólica. Estas predicciones podrían sufrir un violento viraje con la llegada de Trump a la
presidencia de los Estados Unidos. La propuesta del magnate de usar combustibles fósiles para
reactivar la industria de su país provocaría una disminución abrupta de las inversiones que el país
del norte tiene en el sector en América Latina
La decisión de estos países de aumentar el abasto energético por medios renovables fue posible
gracias a que las tecnologías necesarias aumentaron su eficiencia y disminuyeron sus costos, al
viraje de sus economías al reducir los subsidios a los combustibles derivados del petróleo y a la
facilidad para acceder a los financiamientos. Los gobiernos regionales han impulsado el
crecimiento de la industria. Chile y Argentina, por ejemplo, tienen un programa de subastas,
mientras que en México se liberó el mercado de energía.
El cambio climático y la crisis petrolera son factores que han incidido en el acelerado
crecimiento del uso de energías renovables en el mundo. El cambio de paradigma de una
economía basada en el petróleo a otra sustentada en las nuevas tecnologías y el uso de energías
limpias es un proceso de alcances globales, y varios países latinoamericanos se van incorporando
lenta pero continuamente.
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Presentamos a continuación un listado de países de América Latina que van a la cabeza en la
región en la implementación de la energía eólica:
Brasil
Brasil, el mayor mercado latinoamericano, instaló 1.1 GW en el primer semestre del 2016 y
alcanzó una capacidad total de 9.810 MW, con una tasa de crecimiento de 12.5 por ciento. Se
espera que continúe como el líder del mercado en la región y podría alcanzar la sexta posición en
todo el mundo antes del 2018. Los estados del nordeste de Brasil, en la costa atlántica, es la
región que concentra el mayor potencial eólico del país, conformado por casi 350 parques de
energía eólica.
Chile
La capacidad total de Chile en el 2015 fue de 933 MW. En el 2016, se contabilizan un total de 29
parques eólicos en el país. Estos datos ubican al país en la tercera posición en América Latina en
producción de energía eólica. El potencial eólico se distribuye a lo largo de las costas y sobre las
cordilleras andinas. En agosto, el gobierno chileno concretó la mayor subasta de suministro
energético realizada en el país, con Endesa Chile, Mainstream Renewable Power y la española
Acciona como las principales ganadoras de la licitación. El valor promedio en la subasta de
12,430 gigavatios fue de 47.6 dólares por megavatio/hora.
Uruguay
Uruguay es un país sin recursos petroleros y escasos recursos hídricos, por lo que la fuerza de los
vientos apareció como la solución para responder a la demanda energética de la nación. En la
actualidad cuenta con 38 parques que generan casi 900 MW. En el 2017, el país contará con
1,450 MW de potencia instalada y 42% de participación en la generación de electricidad total en
el país. Al 2016, la proporción de energía eólica sobre el consumo eléctrico total ronda el 38%,
sólo Dinamarca (42%) supera a Uruguay en este ámbito. La Administración Nacional de Usinas
y Trasmisiones Eléctricas (UTE), es una empresa propiedad del Estado uruguayo que tiene el
monopolio tanto de la compra como de la distribución de las energías renovables.
Argentina
Argentina es el tercer mercado energético de América Latina, pero uno de los más atrasados en
la provisión eléctrica obtenida de fuentes amigables con el ambiente. La Patagonia es la región
donde corren vientos constantes que ofrecen condiciones únicas, aunque los costos de instalación
son altos: cada megawatt requiere un capital de unos 2 millones de dólares. Según la WWEA, en
países similares a Argentina, cada megawatt instalado supone unos seis puestos de trabajo
directos y unos 30 indirectos. El país andino adjudicó recientemente 17 proyectos de generación
eléctrica a partir de fuentes renovables por un total de 1,109 MW como cierre de la Ronda 1 del
programa Renovar, de los cuales 12 son de tecnología eólica, de un total de 17 proyectos. Al
2016, sólo 1% de la matriz energética de energía está basada en renovables.
Costa Rica
Costa Rica ocupa el lugar 48 de la lista GWEC de países con mayor potencia eólica total
instalada (MW), el primero en Centroamérica y la quinta posición en América Latina. La
generación de energía eólica pasó del 4.25% en el 2011, al 10% en el 2016 del total de
participación en la matriz eléctrica nacional, y es la tercera fuente después de la energía
hidráulica y la geotérmica. El país cuenta en 13 el número de parque eólicos en su territorio, los
que produjeron en el 2015 288 MW. Costa Rica espera los 460 MW instalados en esta tecnología
en el año 2018.
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Situación de la energía en el Perú: parques eólicos modernos de grandes dimensiones.
En abril 2014 se instaló en Marcona el primer parque eólico del Perú de grandes dimensiones (32
MW). En agosto y septiembre de ese mismo año se conectaron a la red los parques eólicos de
Cupisnique (Pacasmayo, La Libertad) con 80 MW y Talara (Piura) con 30 MW respectivamente.
A principios de 2016 se conectó el parque eólico Tres Hermanas (Ica) con 97 MW de potencia
instalada. La capacidad nominal de todas las instalaciones eólicas conectadas a la red pública
hoy en día es de 239 MW.
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