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Los imbéciles son como un barril repleto de estiércol, con muchos agujeros, que viene
rodando en una pendiente y salpicando a los individuos que encuentran a su paso.
Se parecen al pantano, que encierra podredumbre; por eso, entre más lejos estén,
mejor y, como son muchos, constituyen una enorme masa amorfa; recordemos que
entre los cuerpos funciona la ley de la Gravedad.
Debemos estar lejos y muy alto de ellos para no escuchar sus voces maldicientes.
“Es preciso estar entrenado en vivir en las montañas, – afirmaba Nietzsche – en ver
por debajo de uno mismo la mezquina charlatanería actual de la política y el egoísmo
de los pueblos (Nietzsche, F. 1999, p. 19).
Acostúmbrate – decía Marco Aurelio – a estar bien atento a lo que dice otro, y en la
medida de lo posible penetra en el alma del que habla (Libro VI, 53). Ya lo reconocía,
también, Sun Tzu, cuando afirmaba… “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo;
nunca te encontrarás en peligro en cien batallas” (El Arte de la Guerra, 1963). El
pensamiento central de la enseñanza socrática es la máxima de Delfos “conócete a
ti mismo” (nosce te ipsum).
El odio puede existir, también, en los grandes hombres, cuando defienden con pasión
sus ideales y, sin embargo, no pueden sentir envidia; el imbécil odia para ofender y
calumniar y, a la vez, siente envidia ante el desarrollo de las personas. La envidia es
propia de mentes obtusas. La incapacidad de tener nobles ideales motiva a los
imbéciles a envidiar y a calumniar. La calumnia y la envidia son sus recursos favoritos.
Por eso, este trabajo debe considerarse una apología de los menos, aquellas personas
humildes y brillantes y un combate tenaz a las mayorías, a los imbéciles y mediocres
que constituyen la mayoría. ¿Es éste un comportamiento antidemocrático? ¿Hay que
dar protagonismo a la mayoría? No importa si es o no un comportamiento
antidemocrático. Dejemos para otra ocasión esta discusión. ¿O acaso permitiremos
que este rebaño de imbéciles y mediocres con mentalidad pigmea y embrionaria,
amparados en que son mayoría, acaben con el honor de las personas? Habrá que
actuar hoy, para no lamentarnos después. Es una lucha desigual cuantitativa y
cualitativamente, es un combate de los menos contra los más. Muchos son los
andantes – dijo Sancho. Muchos – respondió don Quijote -; pero pocos los que
merecen nombres de caballeros (De Cervantes, Miguel, Segunda Parte. Cap. VIII, p.
608).
A cualquier país que uno vaya encuentra imbéciles y mediocres plenos. El mundo
está lleno de ellos. La maldad es lo que más existe en este mundo. Pero, los imbéciles
y mediocres de nuestro país abusan de su condición. En nuestro país, los imbéciles y
mediocres están por todos lados, con sus miradas de criminales, eternos fugitivos de
la razón y de la dignidad, con sus formas de caminar y hablar propias de los matones
del antiguo oeste, con los mismos trajes, con las mismas sonrisas, los eternos
despersonalizados, los carentes de originalidad, los sin historia, los inoculadores de
odio y toxina, los sicópatas venenosos, los seres sin luz, versión antípoda del
individuo, basura reciclada, mentes obtusas, eunucos y lisiados mentales, con pasado
infame e ignominioso, mezcla de bestia y de humano, (aunque más de bestia que dé
humano), pre homínidos que aún no se han distanciado de la línea de los chimpancés;
en fin, los dementes terroristas sin nombre, “los tísicos del alma”, el homo demens
demens. Ya lo reconocía Marco Aurelio:
La imbecilidad es una fuerza muy poderosa porque todos los imbéciles son unidos y
nunca descansan en su lucha contra los inteligentes. Poco a poco están invadiendo
todas las esferas de la sociedad, sustituyendo a los no imbéciles y ocupando puestos
importantes.
(Citado por Ponte di Pino, Oliviero, 2000). ¿Y usted también espera que su hijo sea
estúpido e ignorante para que pueda triunfar en la vida? ¿Acaso no es posible para
las mentes brillantes alcanzar la felicidad en esta vida? No me responda; respóndase
a usted mismo y actúe de acuerdo a su respuesta.
A veces, también, las personas brillantes actúan como imbéciles; pero, es más la
excepción que la norma. Sin embargo, esto no lo hace imbécil; le recuerda que es
humano y nada de lo que es humano es ajeno a los inteligentes.
Cuando pasa el gran señor, el sabio campesino se inclina profundamente ante él, y
en silencio se tira un pedo. Pero, ésta no es un tipo de estupidez pura. La estupidez
como táctica es una acción consciente. El acto de un estúpido es inconsciente, debido
a la falta de control de la neocorteza que rige el sistema límbico. Las personas
estúpidas tienen problemas en la neocorteza y, por lo tanto, carecen de autocontrol
y, por eso mismo, su amor hacia los demás es muy débil o no existe. Las personas
estúpidas son incapaces de amar; en ellas sólo existen intereses, igual que la mayoría
de gobernantes, de los países pobres y de los grandes imperios. Todos son iguales,
la diferencia es de grado.
El rey Salomón ofrece una buena descripción de ellos: Como perro que vuelve a su
vómito, así es el necio que repite su necedad. (Proverbios, 26: 11). También, el
salmista dice: Volverán a la tarde, ladrarán como perros, y rodearán la ciudad.
(Salmos, 4: 6). Por eso, no se debe tener compasión con estos fracasados y
decadentes; la compasión es debilidad y ES PRECISO QUE SEAMOS FUERTES Y
VALIENTES FRENTE A ESTOS HEMIPLÉJICOS DEL ALMA; la compasión es una muestra
de sadismo y crueldad contra la vida misma, es un atentado contra la selección
natural, es una ofensa a la humanidad misma.
CATEGORÍAS DE PERSONAS
“Porque hay tres clases de cerebros, uno que comprende por sí mismo, otro que
discierne por lo que se le dice y un tercero que no entiende ni por sí ni con la ayuda
ajena, siendo el primero superior en todo, el segundo excelente y el tercero inútil
(Maquiavelo, Nicolás, cap. 22)”.
Confucio hablaba de cuatro categorías: los que nacen dotados de una gran
inteligencia; aquellos que han adquirido muchos conocimientos con esfuerzo y
estudio; luego están los que, a pesar de haber dedicado mucho esfuerzo al estudio,
poseen poco conocimiento y, finalmente, se encuentran aquellos que, careciendo de
inteligencia y sin haberse esforzado por estudiar, permanecen toda su vida en la más
absoluta ignorancia.
1. Los desgraciados que sólo buscan el propio provecho y al final, en cambio, sus
acciones acaban aprovechando a otros;
2. Los inteligentes, que obtienen ventajas para sí y para los otros;
3. Los bandidos, que sólo buscan su propio provecho;
4. Los estúpidos, que perjudican a todos, de forma imprevisible y a ciegas.
Como hemos mencionado, en su Allegro ma non troppo (1988), Carlo María Cipolla
realiza un análisis de costes y beneficios y clasifica a los seres humanos en cuatro
tipos:
EL PELIGRO DE LA ESTUPIDEZ
Para hacer frente a un comportamiento estúpido habrá que conocerlo; sin embargo,
no es muy fácil entender este tipo de comportamiento. Es más fácil seguir la pista a
la lógica del comportamiento de un bandido. Veamos por qué. Al observar el
comportamiento de un bandido, vemos que sigue un modelo de racionalidad.
Son unos verdaderos psicópatas. Realmente, es muy difícil para una mente
inteligente entender un tipo de personalidad así, y más difícil aún defenderse, porque
estas gentes emplean los métodos más vulgares y deshonestos, que no se atreven a
emplear las personas inteligentes. Son completamente irracionales.
No reconocen lo peligroso que son las personas estúpidas, debido a su corta visión;
por lo que este hecho no extraña. Pero, lo que sí extraña es que las personas
inteligentes y los bandidos no logran reconocer y entender, casi siempre, la inmensa
capacidad dañina de la estupidez.
Resulta muy difícil explicar este hecho. Quizás, esto se deba a que tanto los
inteligentes como los bandidos, ante un ataque de los estúpidos, prefieren
despreciarlos o ignorarlos en vez de defenderse y creer, falsamente, que aquellos
desistirán de su empeño, y no se imaginan que los estúpidos estarán siempre al
acecho de los inteligentes.
A las personas inteligentes, por su misma estructura cerebral y por sus valores, les
resulta extremadamente difícil reconocer que un individuo estúpido sea capaz de
cometer tantas maldades contra los demás y creen que un estúpido sólo puede
hacerse daño a sí mismo.
Gran error que acarrea graves consecuencias para la supervivencia del más
inteligente. Con alguna frecuencia, se observan, en las organizaciones, a personas
que se unen con un individuo estúpido para lograr determinados objetivos. Esto es
otro error que muestra una gran ignorancia de la característica esencial de la
estupidez y, en muchas ocasiones, resulta contraproducente y perjudicial, puesto que
el estúpido muestra un comportamiento errático que imposibilita prever sus acciones.
BASES DE LA IMBECILIDAD
La conducta humana está, en parte, determinada por leyes físicas, las mismas
leyes que rigen totalmente la conducta del átomo De estos elementos, el biológico
es, quizás, el más desconocido y es el objeto de la neurociencia con el
estudio del cerebro. Es en el cerebro donde debemos buscar las causas
fundamentales de este tipo de conductas y de todas las conductas; por eso, el cerebro
debería ser objeto de estudio obligado de cualquier disciplina; de él depende, en
última instancia, toda nuestra conducta, toda nuestra visión del mundo y toda actitud
hacia la vida.
Los individuos, hombres y mujeres, poseemos distintas habilidades y esto nos hace
diferentes unos a otros; no se trata de que unos sean superiores a otros, simplemente
somos distintos. Cada persona hereda unas capacidades más desarrolladas que otras,
y, por lo tanto, los resultados tendrán que ser distintos. Pensar que para tener éxito
en la vida depende de la voluntad de las personas y de las oportunidades que se le
presenten, es una forma de pensar poco seria.
CONCLUSION
¿Hasta dónde podemos llegar cuando la presión social imperante no abona el más
elemental respeto, sino que premia a los torturadores, a los asesinos, a los
desalmados, a los que desprecian el dolor y el sufrimiento de otros?, ¿hasta dónde
podemos llegar cuando la presión social recompensa a los que no tienen
corazón? Tenemos que trabajar en erradicar el “ANALFABETISMO EMOCIONAL”
SINÓNIMO DE LA IMBECILIDAD que es una fuente de conductas agresivas,
antisociales y antipersonales; que desgraciadamente se multiplican en los
distintos países, desde la escuela la familia, el fútbol, y a todas las
manifestaciones de nuestra vida.
Uno de los muchos consejos que el filósofo de Samos, ofrecía a sus alumnos era que
no desesperaran ni desanimaran de la especie humana. Con el tiempo, el barro se
convierte en mármol.
Por lo tanto, aún en este mundo tan vacío y estúpido, existe la esperanza que los
individuos algún día cambiarán para desarrollar una vida distinta a la actual, en la
que seamos más racionales, en la que existan menos imbéciles, en que la razón
triunfe sobre la sin razón y seamos más responsables con nosotros mismos, como
condición para ser responsables con los demás.