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LA IMBECILIDAD, PANDEMIA DE NUESRO PAIS

Por Leandro Rodríguez

Marco Aurelio Denegrí, en una de las versiones de su programa televisivo; su


entrevistado de turno le preguntó al propio Denegrí sobre ¿CUÁL ERA LA
ENFERMEDAD, SEGÚN SU OPINIÓN, MÁS GRAVE DEL MUNDO Y LA QUE
GENERABA MÁS MUERTES Y DESGRACIAS? La respuesta de Denegrí, al margen
de mostrar que es uno de los más firmes convencidos de que el mundo no tiene
arreglo y que la inteligencia es un don de pocos, afirmó de que la imbecilidad es la
única pandemia que no está en los registros de la Organización Mundial de la Salud
y que es la enfermedad que mata más que el cáncer y que cualquier otra que se nos
pueda ocurrir. Lo que sí aseguró es que la imbecilidad se administra por los
medios de comunicación y se contrae por contagio.

Pero, ¿QUÉ ES LA IMBECILIDAD? El diccionario de la Real Academia indica que ES


UNA FORMA DE INSUFICIENCIA MENTAL QUE IMPIDE VIVIR DE UN MODO
AUTÓNOMO. Algunas definiciones más generosas pero que encierran toda una
verdad dicen, que la imbecilidad es la propiedad de algunos cerebros de dejarse
“contaminar por alguna idea destructiva”.

¿SERA ACASO ESTA ES UNA DE LAS RAZONES MAS NEFASTAS POR


LAS QUE EN NUESTRO PAÍS NO SE DESARROLLAN LOS GENIOS Y LAS
ORGANIZACIONES?

EL IMPERIO DE LOS IMBECILES EN LAS ORGANIZACIONES


Por Fernando Guerrero

EN LA SIGUIENTE DESCRIPCIÓN RELATA EL COMPORTAMIENTO DE LOS


IMBÉCILES EN LAS ORGANIZACIONES mediante su libro que se titula “EL
IMPERIO DE LOS IMBÉCILES EN LAS ORGANIZACIONES” en donde detallada lo
siguiente:
Cuando surge un genio, inmediatamente es detectado por los individuos
imbéciles y toda una inmensa masa cae sobre él despiadadamente hasta
destruirlo. Para ello, emplean todos los medios a su alcance, aunque sean
laberínticos, con tal de lograr su objetivo. Es que los individuos imbéciles
atacan con el mismo odio a la ciencia con el que Newton la defendía. Las
personas inteligentes constituyen un estorbo para sus fines malévolos; por
eso, los atacan sin piedad y con sadismo. Las personas imbéciles pasan la
mayor parte de su tiempo pensando cómo hacer daño a las personas no
imbéciles, obstaculizando el desarrollo normal de las actividades. Por eso,
elevan el costo en las organizaciones. Aquí radica la importancia de estudiar
la imbecilidad, en la búsqueda de caminos que permitan identificar a los
individuos imbéciles y, a su vez, conocer su verdadera naturaleza para estar
en capacidad de enfrentarlos.

POR QUÉ ES IMPORTANTE PARA LAS ORGANIZACIONES EL ESTUDIO DE


LOS IMBÉCILES.
El estudio de los individuos imbéciles ha tenido poca discusión al interior de las
organizaciones, a pesar de que este tipo de personas existen a montones. Se las
encuentra por todas partes, en las universidades, en las iglesias, en las empresas,
en los sindicatos; en fin, en cualquier lugar en que uno se encuentre. Poseen la
característica de la ubicuidad (estar en todas Partes al mismo tiempo).
COMO ESTAS PERSONAS SON MUY DAÑINAS PARA EL DESARROLLO DE LAS
ORGANIZACIONES Y DE LA HUMANIDAD, es necesario reflexionar sobre
ellas, a fin de conocerlas y poder combatirlas. Esto es un deber. Si los
imbéciles entendieran lo dañino que son para la sociedad, ellos mismos se
autoexiliarían y constituirían un mundo paralelo, el mundo de los imbéciles o, al
menos, se pusieran un cartel que dijera: “yo soy imbécil, aléjense de mi”,
como los hombres – de El Apocalipsis – que tenían la marca de la bestia. Pero, como
esto es imposible, los imbéciles no tienen la capacidad de autoconocerse y percibir el
mal enorme que provoca su triste existencia y debido, además, que la naturaleza no
es sentimental al crear estos seres, estamos condenados a vivir con ellos y peor aún
si la teoría del eterno de retorno, que defiende Nietzsche, es cierta; por lo tanto,
debemos conocerlos, identificarlos y hacerles frente. Su perversidad y odio son de tal
magnitud que derraman cicuta (Planta Venenosa que utilizaban los antiguos Griegos)
por todos lados, cuando son ellos los que deberían consumirla. Por eso, lo menos que
podemos hacer es alejarnos porque son una ofensa a las mentes íntegras y brillantes;
aunque es difícil hacerlo porque siempre andan en la búsqueda de las personas
inteligentes, puesto que estos últimos constituyen un peligro para ellos. Son como
los dictadores criminales. La historia de éstos, como es el caso de Hitler, plantea que
muy pocas veces se detienen ellos solos, es necesario que alguien los detenga. Y
para hacerlo, habrá que conocerlos.

Los imbéciles son como un barril repleto de estiércol, con muchos agujeros, que viene
rodando en una pendiente y salpicando a los individuos que encuentran a su paso.
Se parecen al pantano, que encierra podredumbre; por eso, entre más lejos estén,
mejor y, como son muchos, constituyen una enorme masa amorfa; recordemos que
entre los cuerpos funciona la ley de la Gravedad.

Debemos estar lejos y muy alto de ellos para no escuchar sus voces maldicientes.
“Es preciso estar entrenado en vivir en las montañas, – afirmaba Nietzsche – en ver
por debajo de uno mismo la mezquina charlatanería actual de la política y el egoísmo
de los pueblos (Nietzsche, F. 1999, p. 19).

Los imbéciles y mediocres odian a las personas brillantes y pasan toda su


triste vida buscando la forma de hacerles daño. Por eso, es imprescindible
identificar sus características y su forma de actuar porque éstos siempre ven como
enemigos a las mentes brillantes, a los honestos a quienes atacan sin piedad con
intención de destruirlos, aunque para ello tengan que destruirse ellos mismos. Son
unos verdaderos kamicazes. ES VERDAD QUE LOS IMBÉCILES Y MEDIOCRES
SON DAÑINOS EN TODO LUGAR, HASTA EN SU HOGAR; sin embargo, son más
dañinos en instituciones en las que se dedican a la enseñanza, porque allí se están
formando nuestros jóvenes, la generación de relevo. IMAGÍNESE USTED, UN
PROFESOR CON MENTE IMBÉCIL Y MEDIOCRE FRENTE A JÓVENES CON MENTE
BRILLANTE.

¡QUÉ TERRIBLE PARADOJA! La importancia de abordar el tema de la


imbecilidad es grande. ESTOS elevan enormemente los costos en las
empresas y más aún los costos sociales en las organizaciones y atentan
contra la estabilidad emocional de las personas.

Los resultados de un estudio realizado por Proudfoot Consulting a trabajadores de


nueve países durante más de 10,000 horas mostraron que la baja productividad
europea es resultado de una administración mediocre, Managing for mediocrity
(gestionar para la mediocridad). Quizás ayude en algo incluir en los planes de estudio
de las Facultades de Administración una asignatura con el nombre de
ESTUPIDOLOGÍA.
Habrá, entonces, que conocerlos y conocerlos bien. Los imbéciles y mediocres que
hay en este país son los peores que existen. Aunque por lo general, el mediocre y el
imbécil de nuestro país se identifican fácilmente por su inmensa soberbia y, además,
muchos se empecinan en serlo, existen algunos que no es muy fácil su identificación.
Estos son los más peligrosos. El conocimiento de ellos hará más fácil la estrategia a
emplear y, por lo tanto, los procesos de desarrollo personal y grupal fluirán con mayor
dinamismo.

Acostúmbrate – decía Marco Aurelio – a estar bien atento a lo que dice otro, y en la
medida de lo posible penetra en el alma del que habla (Libro VI, 53). Ya lo reconocía,
también, Sun Tzu, cuando afirmaba… “Conoce al enemigo y conócete a ti mismo;
nunca te encontrarás en peligro en cien batallas” (El Arte de la Guerra, 1963). El
pensamiento central de la enseñanza socrática es la máxima de Delfos “conócete a
ti mismo” (nosce te ipsum).

El odio puede existir, también, en los grandes hombres, cuando defienden con pasión
sus ideales y, sin embargo, no pueden sentir envidia; el imbécil odia para ofender y
calumniar y, a la vez, siente envidia ante el desarrollo de las personas. La envidia es
propia de mentes obtusas. La incapacidad de tener nobles ideales motiva a los
imbéciles a envidiar y a calumniar. La calumnia y la envidia son sus recursos favoritos.

Por eso, este trabajo debe considerarse una apología de los menos, aquellas personas
humildes y brillantes y un combate tenaz a las mayorías, a los imbéciles y mediocres
que constituyen la mayoría. ¿Es éste un comportamiento antidemocrático? ¿Hay que
dar protagonismo a la mayoría? No importa si es o no un comportamiento
antidemocrático. Dejemos para otra ocasión esta discusión. ¿O acaso permitiremos
que este rebaño de imbéciles y mediocres con mentalidad pigmea y embrionaria,
amparados en que son mayoría, acaben con el honor de las personas? Habrá que
actuar hoy, para no lamentarnos después. Es una lucha desigual cuantitativa y
cualitativamente, es un combate de los menos contra los más. Muchos son los
andantes – dijo Sancho. Muchos – respondió don Quijote -; pero pocos los que
merecen nombres de caballeros (De Cervantes, Miguel, Segunda Parte. Cap. VIII, p.
608).

Es cierto que el gobierno de la mayoría es fundamental para el bien vivir. Sin


embargo, no es cierto que siempre la democracia trae beneficios para todos. La
democracia funciona cuando la mayoría está constituida por individuos racionales;
pero, la simple observación del funcionamiento de las organizaciones muestra que la
mayoría de personas son irracionales o actúan con una racionalidad limitada. Cuando
la mayoría de la población es imbécil, en un sistema democrático las mayorías
arremeten contra los no imbéciles y éstos se encuentran desprotegidos. Aristóteles
era un fiel defensor de la racionalidad y de la democracia; sin embargo, advertía que
cuando la población estaba conformada, en su mayoría, por individuos infames
y malvados, la democracia deviene en una forma de gobierno no muy
recomendable.

Pero, ¿QUÉ ES UN IMBÉCIL? El concepto imbécil proviene del griego: im=sin y


becil=báculo; es decir, aquellos que no tenían bastón. El imbécil no es que no tenga
apoyo; se refiere, más bien, a aquella persona que comete un error, a pesar que se
le indique. DE LO QUE CARECEN LOS IMBÉCILES SON DE APOYOS INMATERIALES,
COMO LA MORAL, DE IDEALES NOBLES Y DE LA RAZÓN.
En un sentido más moderno, el imbécil es una desviación seria del
comportamiento racional y adaptable. Es decir, el imbécil adopta siempre un
comportamiento estúpido. La imbecilidad tiene implicaciones cognitivas y
morales. La gente inteligente puede comportarse ocasionalmente como
estúpida; es decir, como imbécil; pero, el imbécil está inhabilitado
permanentemente para comportarse como una persona inteligente.
Es oportuno distinguir entre la estupidez ciega y la estupidez pura. La estupidez ciega
sucede cuando una persona capaz no está consciente de esa capacidad. La estupidez
pura resulta cuando el individuo no está, en realidad, ciego. Una persona adopta una
estupidez pura cuando insiste en un comportamiento poco sensato, aunque
ocasionalmente lo reconozca. Es el caso de la persona imbécil. A la estupidez pura,
en este trabajo, la denominaremos simplemente estupidez o imbecilidad.

La estupidez comparte muchas características con la mediocridad, como la


difamación, la calumnia, la injuria, la deshonestidad, la vulgaridad, la envidia y la
incapacidad de crear y adoptar nobles ideales; algunos hasta consideran sinónimos
ambos términos. Sin embargo, el término estúpido encierra las características más
bajas de las pasiones humanas.

La mediocridad es el punto central entre la imbecilidad y la genialidad. El individuo


mediocre, si lo comparamos con el imbécil, constituye un progreso. Por supuesto que,
igual que la mediocridad, la imbecilidad presenta grados. Hay personas más imbéciles
que otras, y está el ultra imbécil. Este es el más peligroso de todos.

A cualquier país que uno vaya encuentra imbéciles y mediocres plenos. El mundo
está lleno de ellos. La maldad es lo que más existe en este mundo. Pero, los imbéciles
y mediocres de nuestro país abusan de su condición. En nuestro país, los imbéciles y
mediocres están por todos lados, con sus miradas de criminales, eternos fugitivos de
la razón y de la dignidad, con sus formas de caminar y hablar propias de los matones
del antiguo oeste, con los mismos trajes, con las mismas sonrisas, los eternos
despersonalizados, los carentes de originalidad, los sin historia, los inoculadores de
odio y toxina, los sicópatas venenosos, los seres sin luz, versión antípoda del
individuo, basura reciclada, mentes obtusas, eunucos y lisiados mentales, con pasado
infame e ignominioso, mezcla de bestia y de humano, (aunque más de bestia que dé
humano), pre homínidos que aún no se han distanciado de la línea de los chimpancés;
en fin, los dementes terroristas sin nombre, “los tísicos del alma”, el homo demens
demens. Ya lo reconocía Marco Aurelio:

En las organizaciones existe todo tipo de gente, imbécil y no imbécil. SI UN


DIRIGENTE PRETENDIERA FORMAR UN GRUPO ÚNICAMENTE CON
PERSONAS INTELIGENTES, NO PASARÍA MUCHO TIEMPO PARA QUE
PERSONAS IMBÉCILES APARECIERAN EN EL GRUPO QUE SE HAN BIFURCADO
DE SU GRUPO. A este fenómeno se le conoce como oscilación crítica y hace
posible la autorregulación en los sistemas abiertos para que puedan lograr la
homeostasis (capacidad que tienen los seres vivos en mantener una condición
interna estable). La existencia de imbéciles es necesaria para los inteligentes,
siempre y cuando la cantidad no vaya más allá de cierto rango crítico para mantener
el equilibrio. En el país, el número de individuos imbéciles sobrepasa en mucho al de
los inteligentes, por lo que el sistema social se encuentra en situación de caos y de
desequilibrio permanentes. La estupidez individual ya alcanzó otra dimensión: la
estupidez social. La crisis social existente en el país es una crisis de imbecilidad.

La imbecilidad es una fuerza muy poderosa porque todos los imbéciles son unidos y
nunca descansan en su lucha contra los inteligentes. Poco a poco están invadiendo
todas las esferas de la sociedad, sustituyendo a los no imbéciles y ocupando puestos
importantes.

Esto ha llevado a algunas personas a defender la imbecilidad, aunque sea de manera


irónica, como el famoso poeta chino Sus, que decía: Toda familia, cuando nace un
niño, lo quiere inteligente. Yo, con toda mi inteligencia, he sufrido y he arruinado
toda mi vida. Sólo espero que mi hijo sea estúpido e ignorante: llegará a ministro,
coronando así una vida plácida.

(Citado por Ponte di Pino, Oliviero, 2000). ¿Y usted también espera que su hijo sea
estúpido e ignorante para que pueda triunfar en la vida? ¿Acaso no es posible para
las mentes brillantes alcanzar la felicidad en esta vida? No me responda; respóndase
a usted mismo y actúe de acuerdo a su respuesta.

A veces, también, las personas brillantes actúan como imbéciles; pero, es más la
excepción que la norma. Sin embargo, esto no lo hace imbécil; le recuerda que es
humano y nada de lo que es humano es ajeno a los inteligentes.

Ya lo reconocía uno de los más grandes científicos de la antigüedad, Plinio: Ningún


mortal es sabio a todas horas. Cuando la persona inteligente adopta un
comportamiento imbécil, se percata de ello y trata de autocontrolarse. El imbécil no
está consciente de su imbecilidad y menos aún los ultraimbéciles. Estos constituyen
el verdadero problema. Actuar, de vez en cuando, como imbécil no constituye un
problema serio. Séneca pensaba que, en ocasiones comportarse como tal era
agradable: De cuando en cuando es agradable ser estúpido. Y Pitágoras, el filósofo
de Samos, aconsejaba a sus jóvenes estudiantes: Disculpen las debilidades humanas.
Dice Homero que a veces los dioses mismos se descuidan. La historia nos señala
cómo muchas personas brillantes se comportaron como imbéciles; pero, supieron
sacar provecho de la estupidez. No es el caso de la estupidez pura, que se desarrolla
conforme avanza la edad.

HAY CASOS, TAMBIÉN, DE PERSONAS QUE ADOPTAN UN COMPORTAMIENTO


ESTÚPIDO POR RAZONES DE ESTRATEGIA; sin embargo, no pueden considerarse
estúpidos. Es una táctica simulada de estupidez que se emplea, muchas veces, para
engañar a las personas y sacar provecho de esa situación. Esta táctica es muy
peligrosa. Por ejemplo, una muestra de estupidez para hacer sentir importante a una
persona que le gusta ostentar poder y luego aprovecharse, atacarla o burlarse de
ella. Hay un proverbio etíope que evidencia esa situación:

Cuando pasa el gran señor, el sabio campesino se inclina profundamente ante él, y
en silencio se tira un pedo. Pero, ésta no es un tipo de estupidez pura. La estupidez
como táctica es una acción consciente. El acto de un estúpido es inconsciente, debido
a la falta de control de la neocorteza que rige el sistema límbico. Las personas
estúpidas tienen problemas en la neocorteza y, por lo tanto, carecen de autocontrol
y, por eso mismo, su amor hacia los demás es muy débil o no existe. Las personas
estúpidas son incapaces de amar; en ellas sólo existen intereses, igual que la mayoría
de gobernantes, de los países pobres y de los grandes imperios. Todos son iguales,
la diferencia es de grado.

Como la existencia de las mentes brillantes es un peligro para la permanencia de los


imbéciles en este mundo, están siempre al acecho de aquellas, como perros rabiosos
intentarán muchas veces despedazar a las personas honestas y no descansarán hasta
ver saciada su sed de sangre. Ponen todo su empeño y necedad en provocar daño en
las personas íntegras y se inventarán mil razones para hacerlo.

El rey Salomón ofrece una buena descripción de ellos: Como perro que vuelve a su
vómito, así es el necio que repite su necedad. (Proverbios, 26: 11). También, el
salmista dice: Volverán a la tarde, ladrarán como perros, y rodearán la ciudad.
(Salmos, 4: 6). Por eso, no se debe tener compasión con estos fracasados y
decadentes; la compasión es debilidad y ES PRECISO QUE SEAMOS FUERTES Y
VALIENTES FRENTE A ESTOS HEMIPLÉJICOS DEL ALMA; la compasión es una muestra
de sadismo y crueldad contra la vida misma, es un atentado contra la selección
natural, es una ofensa a la humanidad misma.

LUCHEMOS CONTRA ESTOS IMBÉCILES EN EL CAMPO DE LOS VALORES, DE


LA CIENCIA, DEL ARTE, DE LA LUZ Y YA VERÁN QUE SON UNOS COBARDES.
Es que sienten un profundo desprecio por las ideas, por la ciencia, por los
valores, por lo verdaderamente humano: No es la miel para la boca del
asno… (De Cervantes, Miguel, Primera Parte. Cap. LII, p. 528). Es necesario
superarlos, la sociedad ya está harta de ellos. Como la inteligencia no es una
característica fundamental para la vida (las bacterias no poseen inteligencia y, sin
embargo, viven) y los genios están desapareciendo, parece que hay un largo camino
por recorrer junto a esta horda de imbéciles. Este constituye un sinsentido de los que
habla el Eclesiastés.

APRENDAMOS A CONOCERNOS, APRENDAMOS A SER HOMBRES, YA NO


DISCUTAMOS CÓMO DEBE SER EL HOMBRE BUENO, YA NO BUSQUEMOS AL
HOMBRE BUENO (COMO DECÍA DIÓGENES), SEAMOS NOSOTROS MISMOS EL
HOMBRE SUPERADO Y TENGAMOS FE EN NOSOTROS MISMOS.

CATEGORÍAS DE PERSONAS
“Porque hay tres clases de cerebros, uno que comprende por sí mismo, otro que
discierne por lo que se le dice y un tercero que no entiende ni por sí ni con la ayuda
ajena, siendo el primero superior en todo, el segundo excelente y el tercero inútil
(Maquiavelo, Nicolás, cap. 22)”.

Confucio hablaba de cuatro categorías: los que nacen dotados de una gran
inteligencia; aquellos que han adquirido muchos conocimientos con esfuerzo y
estudio; luego están los que, a pesar de haber dedicado mucho esfuerzo al estudio,
poseen poco conocimiento y, finalmente, se encuentran aquellos que, careciendo de
inteligencia y sin haberse esforzado por estudiar, permanecen toda su vida en la más
absoluta ignorancia.

El historiador y crítico francés, Hyppolite-Adolphe Taine (citado por ponte di Pino,


2000, p. 74), en su ensayo De l’intelligence (1870), también establecía una
clasificación de cuatro grupos. Cuatro especies de personas hay en el mundo: los
enamorados, los ambiciosos, los observadores y los imbéciles; y los más felices son
estos últimos.

Más recientemente, el italiano Carlo María Cipolla, historiador de la economía y


escritor, en su Allegro ma non troppo, afirma que la humanidad se clasifica en cuatro
clases (en Ponte di Pino, 2000):

1. Los desgraciados que sólo buscan el propio provecho y al final, en cambio, sus
acciones acaban aprovechando a otros;
2. Los inteligentes, que obtienen ventajas para sí y para los otros;
3. Los bandidos, que sólo buscan su propio provecho;
4. Los estúpidos, que perjudican a todos, de forma imprevisible y a ciegas.

LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ

Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el


número de individuos estúpidos en circulación.
Tratar de cuantificar el número de estúpidos en una población, además de costosa,
sería una tarea inútil. Sería tan grande el número, que casi coincidiría con la población
misma. Por eso, no estaría mal la idea de crear un impuesto gradual y progresivo
sobre la estupidez, que pudiera denominarse Impuesto al Daño por la Estupidez (IDE)
aplicado en forma diferenciada, dependiendo del grado de estupidez y del cargo que
ostentan los individuos. Así, a mayor grado de estupidez, mayor carga impositiva y
los estúpidos que ocupen cargos muy delicados deben pagar una suma mayor que
aquellos con cargos menores. Con este impuesto muy bien se puede pagar la deuda
externa del país, en poco tiempo. Por supuesto, para medir el nivel de estupidez, es
necesario crear una escala de medición y su instrumento. Una especie de
cretinibarómetro. Ustedes pueden hacerse una idea de cuáles serían los estratos que
tendrían que pagar más por el IDE.

Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea


estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.

El comportamiento estúpido tiene una causa última de carácter genético. En todas


las personas existe un gen “estúpido”´, así como existe un gen egoísta y un gen de
la agresión. Los factores que desencadenan la estupidez se encuentran en el
entorno cultural.

El desarrollo humano es una interacción compleja entre datos genéticos y


moldeamiento cultural, como insisten los genetistas modernos. Sin embargo,
parece que no es muy agradable para muchos escuchar que nuestro
comportamiento tiene una causa última completamente genética.

Tercera Ley Fundamental (o de Oro): una persona estúpida es aquella


que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia
para sí misma e incluso incurriendo en pérdidas.

Como hemos mencionado, en su Allegro ma non troppo (1988), Carlo María Cipolla
realiza un análisis de costes y beneficios y clasifica a los seres humanos en cuatro
tipos:

Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los


demás.
Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.

EL PELIGRO DE LA ESTUPIDEZ

Para hacer frente a un comportamiento estúpido habrá que conocerlo; sin embargo,
no es muy fácil entender este tipo de comportamiento. Es más fácil seguir la pista a
la lógica del comportamiento de un bandido. Veamos por qué. Al observar el
comportamiento de un bandido, vemos que sigue un modelo de racionalidad.

Este siempre busca obtener beneficios, y como no es capaz de lograrlos, procurando


también beneficios para los demás, lo hace dañando a los otros. Y, aunque esto no
es justo, es racional (la racionalidad no siempre va acompañada de la verdad y de la
justicia) y, siendo racional, es posible prever tal conducta y, por consiguiente,
preparar la defensa. En cambio, con una persona estúpida, la defensa resulta muy
difícil. Es que los individuos estúpidos, tal como lo hemos mencionado y como lo
predice la Tercera Ley Fundamental, son muy insistentes para perseguir a los
inteligentes, sin ningún plan, en todos los lugares posibles. Tienen un olfato muy
agudo para detectar a las personas inteligentes y hasta sueñan con hacerles daño.

Son unos verdaderos psicópatas. Realmente, es muy difícil para una mente
inteligente entender un tipo de personalidad así, y más difícil aún defenderse, porque
estas gentes emplean los métodos más vulgares y deshonestos, que no se atreven a
emplear las personas inteligentes. Son completamente irracionales.

Y es que, tanto la persona inteligente como el bandido y el desgraciado incauto, están


conscientes de su comportamiento; sin embargo, el estúpido no sabe que es estúpido
y esto contribuye en gran medida a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder
devastador.

Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el


potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan
constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o
asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo
error.

Las personas desgraciadas e incautas,

No reconocen lo peligroso que son las personas estúpidas, debido a su corta visión;
por lo que este hecho no extraña. Pero, lo que sí extraña es que las personas
inteligentes y los bandidos no logran reconocer y entender, casi siempre, la inmensa
capacidad dañina de la estupidez.

Resulta muy difícil explicar este hecho. Quizás, esto se deba a que tanto los
inteligentes como los bandidos, ante un ataque de los estúpidos, prefieren
despreciarlos o ignorarlos en vez de defenderse y creer, falsamente, que aquellos
desistirán de su empeño, y no se imaginan que los estúpidos estarán siempre al
acecho de los inteligentes.

A las personas inteligentes, por su misma estructura cerebral y por sus valores, les
resulta extremadamente difícil reconocer que un individuo estúpido sea capaz de
cometer tantas maldades contra los demás y creen que un estúpido sólo puede
hacerse daño a sí mismo.

Gran error que acarrea graves consecuencias para la supervivencia del más
inteligente. Con alguna frecuencia, se observan, en las organizaciones, a personas
que se unen con un individuo estúpido para lograr determinados objetivos. Esto es
otro error que muestra una gran ignorancia de la característica esencial de la
estupidez y, en muchas ocasiones, resulta contraproducente y perjudicial, puesto que
el estúpido muestra un comportamiento errático que imposibilita prever sus acciones.

Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más


peligrosa que existe.

De esta ley se deriva el siguiente corolario: El estúpido es más peligroso que el


bandido

La quinta ley y su corolario tienen implicaciones globales. Imaginemos una sociedad


integrada sólo por bandidos perfectos.

En una situación así, aunque la sociedad estaría estancada, no entraría en una


situación desastrosa; más bien, en la sociedad funcionaría una fluida transferencia
masiva de bienes y riqueza. Hasta aquí, todo funciona bien. El problema surge cuando
aparecen los estúpidos, puesto que éstos producen pérdidas a otras personas, sin
ningún beneficio para ellos mismos y, por lo tanto, la sociedad en su conjunto se
empobrece.
Aprile, para defender su tesis del desaparecimiento de la inteligencia, señala con
ironía, que la inteligencia que salvó al ser humano de su extinción, ya finalizó su
función. Los inteligentes han construido el mundo, pero, quienes lo disfrutan y
quienes triunfan en él son los imbéciles. El autor se basa en una serie de leyes:

Primera ley: “El imbécil sobrevive. El genio se extingue”


Corolario de la primera ley: “Antes tontos que muertos”
Un principio: “La evolución prefiere a un tonto vivo, que a un genio muerto. A cambio
de darnos la vida, la evolución nos pide el cerebro”
Segunda ley sobre el fin de la inteligencia: “El hombre moderno vive para
volverse tonto”
Tercera ley: “La inteligencia actúa en beneficio de la estupidez y contribuye a su
expansión”
Cuarta ley: “La imbecilidad sólo puede aumentar”
Quinta ley: “La unión no hace la fuerza, sino la imbecilidad”

BASES DE LA IMBECILIDAD

EL ANÁLISIS DE LA MEDIOCRIDAD Y DE LA IMBECILIDAD REQUIERE DE UN


ENFOQUE MULTIDISCIPLINARIO, EN EL QUE PARTICIPAN LA ETIOLOGÍA, LA
NEUROBIOLOGÍA, LA PSICOLOGÍA, E INCLUSO, LA FÍSICA CUÁNTICA Y LA
LÓGICA, PUESTO QUE EL INDIVIDUO ES PRODUCTO DE UN PROCESO BÍO-PSICO-
SOCIAL.

La conducta humana está, en parte, determinada por leyes físicas, las mismas
leyes que rigen totalmente la conducta del átomo De estos elementos, el biológico
es, quizás, el más desconocido y es el objeto de la neurociencia con el
estudio del cerebro. Es en el cerebro donde debemos buscar las causas
fundamentales de este tipo de conductas y de todas las conductas; por eso, el cerebro
debería ser objeto de estudio obligado de cualquier disciplina; de él depende, en
última instancia, toda nuestra conducta, toda nuestra visión del mundo y toda actitud
hacia la vida.

Quizás el mundo fuera distinto si conociéramos el funcionamiento del cerebro en


interacción con el cuerpo. Existe una relación directamente proporcional entre el
conocimiento del cerebro y el conocimiento de las posibilidades de desarrollo como
individuos. En la medida que conozcamos más la organización y funcionamiento de
nuestro cerebro y de nuestro sistema nervioso, estaremos más capacitados para
conocer todas nuestras inmensas capacidades para desarrollarnos como especie
humana. En él se encuentran las bases de nuestra agresividad, del odio, del amor,
de la envidia, de la mediocridad, de la imbecilidad, en fin, de todas las pasiones
humanas. No es cierto que, cuando nacemos, nuestro cerebro es como una tabla rasa
(tanquam tabula rasa).

Los individuos, hombres y mujeres, poseemos distintas habilidades y esto nos hace
diferentes unos a otros; no se trata de que unos sean superiores a otros, simplemente
somos distintos. Cada persona hereda unas capacidades más desarrolladas que otras,
y, por lo tanto, los resultados tendrán que ser distintos. Pensar que para tener éxito
en la vida depende de la voluntad de las personas y de las oportunidades que se le
presenten, es una forma de pensar poco seria.

En resumen, la conducta imbécil y mediocre es producto de la interacción de factores


ambientales y genéticos; sin embargo, el entorno por sí mismo no actúa
mecánicamente, sino que depende de cómo el individuo interiorice ese entorno; es
decir, de cómo la persona interprete una experiencia determinada y esta
interpretación dependerá del significado que el mismo sujeto le asigne, de forma
consciente o inconsciente.

CONCLUSION

Necesitamos, entre otros, libertad de expresión y conciencia, para llevar adelante


una vida digna. Pero necesitamos también, y en ocasiones todavía más, consuelo y
esperanza, sentido y cariño, esos bienes de gratuidad que nunca pueden exigirse
como un derecho; que los comparten quienes los regalan, no por deber, sino por
abundancia del corazón. ESE ES EL REMEDIO PARA LA IMBECILIDAD. Educar
para el siglo XXI sería formar ciudadanos bien informados, con buenos
conocimientos, y asimismo prudentes en lo referente a la cantidad y la
calidad. Pero es también, en una gran medida, en una enorme medida, educar
personas con corazón, con un profundo sentido de la justicia sin que primen
intereses lucrativos.

¿Hasta dónde podemos llegar cuando la presión social imperante no abona el más
elemental respeto, sino que premia a los torturadores, a los asesinos, a los
desalmados, a los que desprecian el dolor y el sufrimiento de otros?, ¿hasta dónde
podemos llegar cuando la presión social recompensa a los que no tienen
corazón? Tenemos que trabajar en erradicar el “ANALFABETISMO EMOCIONAL”
SINÓNIMO DE LA IMBECILIDAD que es una fuente de conductas agresivas,
antisociales y antipersonales; que desgraciadamente se multiplican en los
distintos países, desde la escuela la familia, el fútbol, y a todas las
manifestaciones de nuestra vida.

Uno de los muchos consejos que el filósofo de Samos, ofrecía a sus alumnos era que
no desesperaran ni desanimaran de la especie humana. Con el tiempo, el barro se
convierte en mármol.

Por lo tanto, aún en este mundo tan vacío y estúpido, existe la esperanza que los
individuos algún día cambiarán para desarrollar una vida distinta a la actual, en la
que seamos más racionales, en la que existan menos imbéciles, en que la razón
triunfe sobre la sin razón y seamos más responsables con nosotros mismos, como
condición para ser responsables con los demás.

Ojalá, en un futuro no muy lejano, podamos repetir todas las palabras de


Rabindranath Tagore:
No puedo elegir lo mejor.
Lo mejor me elige a mí.
Lo mejor no viene solo.
Viene con la compañía del Todo.

ESTE ARTÍCULO NOS LLEVA A LA REFLEXION IMMEDIATAMENTE LA


PREGUNTA QUE NOS TOCA HACERNOS ACASO SERIA:

¿PORQUE EN LAS ORGANIZACIONES NO SE REFLEJA UNA


VERDADERA GESTION POR MAS BUENA QUE SEA?

DEDICADO A TODAS LAS PERSONAS NO IMBECILES, PARA QUE


ESTEMOS ATENTOS E IDENTIFIQUEMOS A TODOS ESOS IMBECILES QUE
ABUNDAN EN TODAS LAS ORGANIZACIONES DEL PAIS DESTRUYENDO
A LAS PERSONAS INTELIGENTES QUE SIEMPRE ESTAN EN BUSCA DEL
PROGRESO Y DESARROLLO DE LA HUMANIDAD.

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