PRIMERA REFLEXION SOBRE EL PROYECTO DE ESTATUTO TRIBUTARIO
DISTRITAL.
Por: Fredi E Goyeneche
Agosto 21 de 2010
Está el vecindario de algarabía. No es para menos, la presentación del proyecto
de acuerdo para establecer un diseño y aplicación diferente del estatuto tributario distrital recorre los escritorios de los gremios económicos con más rapidez que por los espacios etéreos de la ciudadanía en general. Lo anterior muestra dos cosas. La primera, es la evidente debilidad de la tan recurrida conceptualidad de la ciudadanía local. Lo segundo, es lo corporativo que es nuestro manejo de la política, de lo público, en síntesis. El sesgo es evidente. El medio más importante en circulación y orientación de opinión pública informada sobre asuntos de interés público de la ciudad, EL UNIVERSAL, lo registra de cuerpo entero en sus páginas: la propuesta del gobierno y el malestar con este proyecto, de los gremios económicos. Y de estos últimos, los más significativamente reconocidos. Qué extraño en una democracia que se considera en tránsito de rescate de la debilidad tradicional; pareciera como si estas fueran las únicas voces, o al menos las únicas que encuentran campo expedito para dirimir lo que afecta al colectivo social.
Nadie osaría afirmar que la ciudad no requiera de un esfuerzo tributario
adicional. Pero una pregunta concomitante seria preguntarse si está en condiciones su población de hacer ese esfuerzo. La discusión, hasta ahora muy restringida, parece encaminarse a formas y métodos de vigorizar los recaudos del Distrito armonizados con la voluntad ciudadana para pagarlos. Se hacen cálculos y se sacan cuentas alrededor del nuevo término fetichizado: la competitividad. Pero en esa búsqueda del vellocino de oro, la competitividad, pareciera como si lo demás no importaran, aunque a nombre de ellos se de la batalla. El clásico caballero andante que está dispuesto a dar la batalla por la libertad de la doncella, sin saber que ella está con su dragón por voluntad propia. La Administración Distrital está dispuesta a dar la pelea contra la pobreza; acabando físicamente a los pobres, parece.
Lo primero que se me ocurre es preguntarme si en realidad estamos hablando
del mismo concepto. Si el concepto de competitividad es homogéneo a la hora de aplicarlo como necesario catalizante y razón originante del proyecto de Estatuto Tributario. Ese concepto se refiere a la ciudad y sus ciudadanos o hace una sutil diferenciación entre el todo y sus partes? Porque a titulo de la competitividad, cuando este concepto comenzó su dinámica transformadora desde su significancia de “adecuar a la ciudad a los retos de la apertura”, la ciudad desarrolló el proyecto que aumentaría la capacidad de la ciudad-puerto de competir con los puertos del Caribe. Y se aprobó un proyecto de desarrollo vial que implicaba la construcción del hoy famosamente conocido como “Corredor de Carga”, que resolvió el problema de embotellamiento, su mayor problema de competitividad en esos momentos, de la Sociedad Portuaria Regional por efectos de las consecuencias de la apertura comercial que atestaron sus bodegas de carga sin vías expeditas de rápida evacuación. Así que la SPR mejoró su competitividad pero Cartagena renunció a la condición primaria de ser ciudad para sus ciudadanos por el desplazamiento de residentes y la transformación desplanificada de zonas de influencia del curso del Corredor, con tradición cultural de cartagenidad, adobado esto con los empleos que se generarían por externalidades positivas los cuales, a juzgar por la tasa de desempleo de Cartagena en los últimos 15 años, nunca por debajo de dos dígitos, no se cumplieron. La competitividad en esta experiencia se redujo a la competitividad de la ciudad puerto entendida esta, desde los inicios de los 90s, como la de los muelles concesionados. Además con adecuaciones de suelo e infraestructura básica con cargo a recursos públicos. Y además sin pagar impuesto predial sobre extensas zonas de la ciudad con gran valoración económica al no ser propietarios del inmueble, dado que este era recibido en concesión. La propiedad es de la nación pero el suelo es cartagenero y los inversionistas no sienten ningún pudor de esa ventaja innecesaria.
No fue esa la trayectoria del la Sociedad Aeroportuaria, que caminó mas
expedita y transparentemente a la concesión del aeropuerto de la ciudad. Es una empresa floreciente y que presta un buen servicio público. Igual `podría decirse de la SPR. En ambos casos, tal como un tercero de gran connotación local, el Túnel de Crespo, se invoca el nuevo credo de la competitividad. Y quien no estaría de acuerdo si habláramos de lo mismo? Las dudas descansan sobre el destino ultimo de los esfuerzos colectivos, y de su rentabilidad social se trata y no tan solo de rendimientos económicos, como forma monolítica de conceptualizar y operacionalizar la competitividad. Porque tengo la impresión, de que en general, en la ciudad no queda una aceptación ciudadana y un sentimiento de gratitud con el proyecto del Túnel, ni lo estén considerando un avance en la competitividad de la ciudad de la cual ellos, como ciudadanos, salgan fortalecidos. Como no sucedió con grandes grupos poblacionales que fueron intraurbanamente desplazados por efectos de la construcción del Corredor de Carga, llevando consigo o dejando a pedazos mucho del sentido de cartagenidad que se diluye ante la anonimia y el desarraigo. Si quisiéramos buscar recientes causas eficientes de explicación de comportamientos sociales precozmente observados, estos tres ejemplos de hacer competitiva a Cartagena, serian claves, tanto en lo económico como en lo social articulado por lo político.
La ciudad como centro logístico y núcleo de ires y venires claro que ha
aumentado su competitividad en tanto sus propias condiciones de desarrollo de recursos naturales, culturales y económicas lo dejan ver, no tanto así lo político. Los costos sociales parecieran ser desechables o no ser factor de ponderación, tapiado bajo la fuerza emocional de la lucha por la equidad.
Los niveles de tasas impositivas de Bogotá o Medellín o cualquier ciudad fuera
del radio Caribe aunque estén creciendo aceleradamente en los últimos 10 años, no podrán indefinidamente sustraerse del comercio marítimo a menos que se orienten al mercado interno como antes lo hacían. Relocalizarse o localizarse aquí en este territorio tiene un costo que equivale a un costo de oportunidad en términos de globalización; Cartagena es atractiva por sí misma como centro de localización o relocalización, los que vienen saben valorar esas ventaja competitiva, estudios han demostrado que no son las tasas impositivas las que ahuyentan la inversión de capitales en nuestro territorio. Otra es la suerte si la Administración local no es diligente con sus alcaldes vecinos para establecer una unidad que podría corresponder al perímetro de lo que hoy es Cardique, con la intención de romper la orientación de los proyectos productivos a la vecindad, por diferencias tributarias, pero utilizando infraestructura cartagenera. Y todavía la cuestión puede ser más grave de la que ya se anuncia con el traslado y localización de empresas en el entorno de la ciudad pero que necesitan su condición de puerto. Dentro del diseño del diseño del Estatuto, es una debilidad en la articulación de la agenda política y el manejo de las finanzas públicas. Tratar de recuperar lo que perdemos por localizaciones o relocalizaciones castigando mas la base restringida ya del contribuyente local tiene secuelas sociales que son imperceptibles a primera vista, pero que incuban desarmonía social que podrían expresarse en profundización de la polarización social. Los objetivos enunciados en el Plan de Desarrollo hacen referencia a una reingeniería de la Hacienda Pública, no a una reforma tributaria distrital. Tampoco en eso se es afortunado para darle transparencia a las intenciones ciertas de la propuesta, esos juego semánticos se superaron desde la época de Caro y Marroquín. Lo coherente es que el plan de desarrollo tenga su instrumento por excelencia, su presupuesto, consistente con sus recaudos programados y el gasto priorizado. Y por eso su estatuto tributario debe ser consistente, creíble, eficiente y sin sesgos ocultos.
Para mí está claro que los recursos de la ciudad no alcanzan a satisfacer la
demanda por inversión pública. Pero creo que el esfuerzo mayor debería ser por el lado de los que generan la plusvalía en forma concentrada, tal como lo muestran estudios recientes sobre concentración del ingreso y la riqueza en la ciudad, no de quienes tienen como patrimonio su residencia. Luego de una gestión catastral aun sin digerir por el presupuesto de la escasa clase media cartagenera, la Administración Distrital suelta su propuesta de reforma con dos argumentos básicos: equidad social y competitividad. Y con el basamento fatuo de que es la primera que es hecha con dedicación y rigor…vaya, vaya…mi admirado amigo Felipe Merlano perdió entonces su tiempo en sus intentos de modernizar la Secretaria que ocupó, tanto que hoy requiere cirugía mayor. Invocar la equidad social es siempre bienvenida en cualquier discurso de presentación, es casi ritual. Invocar la Competitividad en estos tiempos de economía globalizada es como decir que necesitamos el aire para respirar. Pero para respirar todos!
Que el nuevo Estatuto Tributario local afecte a la clase media cartagenera,
escuálida, escasa y frágil, es un contrasentido. Sacarle 40 mil millones de pesos más a la economía local, que necesita precisamente lo contrario, oxigenarse con mayor volumen de circulante, es un disparate teórico emocional. Eso no lo aconsejaría Amartya Sen. Se necesita de una política con más horizonte. Por ejemplo, que proporción de los recursos locales se contratan con empresas de fuera del circulo económico de la ciudad? Porque es imperioso aplicar políticas de choques antes que grandes obras faraónicas, que el dinero que se gaste en inversión pública que alimente una política de ingresos en lo local. Están registradas las casas del Centro Histórico por su valor actual en el mercado internacional donde se cotizan y así tributan? Qué proporción de la cartera es la pulpa, la que puede ser rápidamente cobrada? Que tan eficiente es el sistema de negociación de deudas del predial atrasadas? Se ha considerado la tasa de desempleo de Cartagena de los últimos 15 años? Porqué los inmuebles o muebles concesionados, cualquiera ellos fueran, no pagan los impuestos locales? Porque lógica?
A mí me parece que este estatuto es más de maquillaje y filigrana que de
fondo y consistencia. No de otra forma se explica que se pongan metas de recaudo que no se obtienen pero persistan en aumentar la presupuestacion de su recaudo. Ni siquiera me parece serio, por el reconocimiento implícito de ineficiencia. Esto equivale a decir, que los que ya pagan ahora van a pagar más, porque la base es prácticamente inelástica y los niveles de recaudo dependen de la misma base.
Este estatuto ni produce equidad social ni genera competitividad ciudadana, a
lo sumo una competitividad infraestructural que convierte definitivamente al territorio cartagenero en el territorio de negocios de los mismos frentes económicos mayoritarios de la ciudad: turístico, comercial, industrial y portuario. No mas…
La Administración debe preguntarse de nuevo si vale la pena tanto bochinche
por 40 mil millones y el adecuamiento de algunos grupos económicos que se ven favorecidos por los cambios de tasas impositivas.
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