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Escenas
Julia llega a casa del trabajo. Tarde de sábado. El marido se quedó cuenta de los
niños. En la cabeza de Julia: "El bebé comenzará a llorar ... él ya debería "El niño
no está llorando, aún. pregunta: "¿Dónde está el chupete?" y el marido: "En la
cuna". Ya está nerviosa. No crees, y que no hay que olvidar, el chupete ... "y él:"
No, está en la cuna. "Ella da un grito, busca un poco más, vuelve a la cuna y
encuentra el chupete. Y él: "Usted debía buscar derecho, antes de gritar ... "Y
ella:" Vaya a la puta que te parió. "Y todo comienza. Regina asiste a un programa
de televisión. Yoko Ono recita un poema. Regina: "Yo "Yoko es una verdadera
poetisa." El marido: "Ella es una puta." Regina: no voy por lo que dicen las
revistas. Si tiene una cosa que me irrita es eso de ir por lo que otros dicen. Creo
que Gilberto Gil es un gran músico, un gran y no tiene nada que ver que no le
gusta lo que hace porque dicen que él es cola. "El marido:" Sólo te gusta eso ...
Yoko Ono ... Malu Mujer ... esas putas ". Y ella: "Usted va por lo que otros dicen ...
¿cuál es el problema de disfrutar de ellas?". Y él: "Va a ver que usted también es
una puta". Regina: "Tú que eres un puto ignorante y preconcebido". Y todo
comienza. Escenas de pelea. Una entre tantas en la vida de esas parejas. Cuando
ese "todo "comienza" ..., las réplicas verbales continúan con los insultos y tapas,
patadas, arañazos, etc. Roland Barthes dice mucho sobre estas situaciones que
preceden a las agresiones en "Hacer una escena" - una de las entradas del
Fragmento de un Discurso Amoroso.
Barthes está sugiriendo que es un equívoco leer estas escenas como expresiones
de búsqueda de entendimiento, como diálogos cuyo significado está anclado en
un objeto / motivo en todo su transcurrir. El motivo actúa como origen de un curso
de réplicas verbales. Se pierde en el trayecto o en la puesta en escena. Julia está
nerviosa, brava de tener que hacer algo que le corresponde al marido - de su hijo
punto de vista: trabajar para traer dinero a casa o cuidar el derecho de los hijos.
Regina tiene todo el derecho de gustar de Yoko Ono y su marido es machista.
Pero, hay algo que atraviesa esas escenas además del contenido de las réplicas,
además del motivo de la pelea. Tener que buscar el chupete, decir que gusta de
Yoko son el origen de un diálogo conflictivo - con réplicas ordenadas. Hablan de
eso para decir otra cosa: la irresponsabilidad del marido de Julia, el machismo del
de Regina. Y, de la parte de los maridos: querer todo a su modo, como Julia;
identificarse con mujeres "liberadas", como Regina. Ellos no están buscando el
entendimiento o discutiendo para que la vida conyugal transcurra según nuevas
disposiciones. El objetivo de "hacer la escena" es dar la "última palabra". Cada
uno de los socios, a su modo, que el horizonte de la escena diga algo que haga
que el otro se calla. Este es el único sentido para el cual la escena verbal avanza.
El acuerdo final es imposible.
Barthes afirma que la escena tiene fin en estas tres circunstancias: el cansancio
de los (y debe ser mutuo), la llegada de alguien o la sustitución del intercambio
de las réplicas por la agresión. Sería el caso de indagar si la agresión no funciona
como parte del juego que la escena introduce. El empleo de la burla desempeña
un papel importante: incita el inicio de otro juego y el resultado del primero.
En el caso de Regina: lanza los primeros datos en el juego. Elogio Yoko Ono
introduce la escena. La réplica vendrá y ella tiene conciencia de ello. Sabe de
lejos y de largo plazo las opiniones del marido con respecto a las mujeres
"liberadas". Pero ella juega. La escena desenrolla un juego de reflejo - si le gusta
Yoko es porque es puta; se dice que Yoko es puta es porque es ignorante; los dos
presentan opiniones simétricamente opuestas y posiciones de lucha, uno acusa al
otro. Regina y el marido buscan en la escena el enfrentamiento. ¿Cuál es el
sentido de esa "lucha"? Esta indagación exige una breve descripción del contexto
en que se produce el enfrentamiento 1. La pareja diverge cotidiana- en relación
con las opiniones relativas a los patrones de conducta - de mujer y de hombre - en
el núcleo familiar y en la sociedad como un todo. Regina pone en cuestión los
patrones tradicionales que confieren a la mujer inferioridad. Su marido defiende
estos patrones. Si el cotidiano es tenso, las relaciones sexuales son excelentes. En
ellas, los compañeros sueltan sus fantasías eróticas, buscan el placer el uno del
otro etc. Nota: En estas relaciones no se producen agresiones. Todas las
diferencias que se se manifiestan entre ellos en el cotidiano no se expresan en el
momento en que se da el intercurso sexual. Por lo tanto, sería exagerado afirmar
que las escenas y agresiones ya forman parte del juego sexual. Sin embargo, hay
entre estos episodios una relación, un sentido que los traspasa.
Hay algo que recorta la cuestión de la violencia contra la mujer que no está
siendo considerada cuando se lee sólo como acción criminal y que exige castigo
(la lectura reafirma la dualidad agresor x víctima). Las escenas en que los
personajes se ven involucrados y que culminan en agresiones están sujetas a
innumerables motivaciones - disposiciones conflictivas de papeles cuyos
desempeños esperados no se cumplen, disposiciones psicológicas tales como
esperar del compañero ciertas conductas e inconscientemente provocarlo, juegos
eróticos, etc.
Claro está que las mujeres y los hombres provocan o mantienen esas situaciones.
Inconscientemente - y, en ese caso, el objeto debe recaer sobre la psicología - o
impensadamente - sin la intención clara o la voluntad de, pero jugando con
signos, diálogos, insultos o acusaciones que las estimulan.
Al principio, las mujeres pontifican: "Yo no aguante más ...". En seguida, definen el
problema y el culpable: "mi marido bebe" o "no trabaja" o "golpea en los hijos "o"
golpea en mí y me saca sangre "o" es un canalla "o" quiere que "yo haga cosas
indecentes" o etc. En el transcurso del relato, diversas situaciones son
presentadas y lo que de inicio fue expuesto como motivo de queja se pierde y es
sustituido por otros. Ejemplo: si se dice "mi marido bebe" las escenas que servirán
para ilustrar ese mal no son necesariamente los momentos en que él está
borracho. Se presenta otro motivo - "él no trae dinero a casa"; y "en el sexo es
siempre malo"; y "golpea a los niños"; y otros ... En cierto modo, la queja tiene
algo de las escenas: el motivo inicial siempre se pierde. En las últimas, el objetivo
es dar la última palabra, en la primera es retratar una situación de sufrimiento, a
través de la suma de conductas inadecuadas del otro.
Justine o los Infortunios de la Virtud (Marqués de Sade 1968) de los retratos más
elocuentes de la queja de la víctima. En esta novela, se ve la idea de que en la
queja no vale la vivencia de apenas un infortunio. Justine sufre muy, repetidas
veces, junto a los personajes más distintos, en regiones y escenarios diferentes.
En la queja de las mujeres que oí los sufrimientos son retratados a través de una
"acumulación" de hechos y conductas de un hombre, y la referencia es siempre el
microcosmos familiar. En la queja de Justine, la referencia es la sociedad -
escenario privilegiado (castillos, palacetes, conventos, tabernas ...) del cual Sade
retira los actores y construye las figuras libertinas (nobles, sacerdotes, ladrones,
burgueses, médicos, cortesanas, etc.).
Los pasajes de una a otra de las aventuras de Justine se describen como
encadenamientos ordenados por el destino. A cada conducta honesta
corresponde encuentro con una situación que le provocará daños y dolores. Así, si
está caminando por el campo y ayuda un pasante desafortunado, los pocos
bienes que posee serán robados por él, o encontrará algunos de los libertinos que
la aprisionarán. El destino es la clave de conexión de los infortunios de Justine. En
el imaginario del libertino, según Sade, la víctima no conduce las aventuras y no
provoca o escoge las situaciones que le causan el sufrimiento. No es, sin
embargo, una figura pasiva: huye, reza, pide ayuda, intenta salir. Pero estas
acciones no impiden que el destino siga su curso. Son acciones sin fuerza, frente
al poder soberano de la naturaleza. Y, para Sade, la naturaleza es mala.
Sin embargo, una distinción sobre la virtud en este libro de Sade y en las
narraciones de las mujeres de las que me ocupo se hace necesaria. La virtud para
Sade parece ser prueba de debilidad. Ella fatalmente es castigada, tal como el
crimen en la moral corriente. Todos los libertinos que aprisionan a Justine
discurren sobre la sabiduría de la naturaleza al no exigir que el hombre retribuya
el favor recibido. Barthes (1979) apunta una característica fundamental en los
escritos de Sade: la relación de asociación no es sólo negada (como afirman
Bataille y Blanchot), pero el par es sustituido por el encadenamiento semántico
(cuyo sentido es el de presentar el infinito del lenguaje erótica):
En contraposición, la víctima en nuestro mundo comparte una moral que debe ser
preservada. Es objeto de una violación que debe ser sancionada, teniendo así
efecto de ejemplaridad. En cierto sentido, tanto la víctima sana como las
"nuestras" son imprescindibles, aunque por movimientos y razones inversas.
Este efecto de exterioridad es más claro en la queja de las otras mujeres: la vida
conyugal es retratada como un inmenso acumulo de sufrimiento, no-elección y
pasividad. Dicen no provocar, no querer y no sentir placer en sus relaciones. Sin
embargo, en ellas se mantiene ...
"¿Hay que quemar a Sade?" (Beauvoir 1955) Ciertamente, no. Él crea una
narrativa en la que se expone algo que es inefable en la violencia. Desde el punto
de vista del agresor, como en el de la víctima. Revela que además de lo que hay
de evidente en la queja existe la fruición, el deseo de enlazar al otro y auto-
aprisionar en un modelo en que nada se exige de sí mismo, pues es en el otro que
continuará residiendo el deber de la protección, del amparo y de la benevolencia.
Queja y Violencia
Todos los que reciben las confidencias de las mujeres - médicos, sacerdotes,
asistentes sociales - saben que la manera más común de expresión es la queja;
entre amigas, cada una gime sobre sus propios males y todas juntas sobre la
injusticia de la suerte, el mundo y los hombres en general. Un individuo que es
libre de censurar sus fracasos, los asume, pero es a través de otro que todo
sucede a la mujer, es el otro que es responsable de sus desgracias (...) quien es
pasivo se coloca fuera del juego y se niega a poner, aún que en pensamiento, los
problemas éticos: el bien debe ser realizado y si no lo es, hay una falta cuyos
culpables deben ser castigados. (Beauvoir 1970: 11-372)
La queja es la revuelta en la inmanencia, expresión de un odio que no favorece la
evasión y la acción de confrontación. No es un contradictorio, ni permite la
formación de un contra-universo. Las mujeres reconocen - en sus quejas - que el
mundo femenino es prisionero y que el masculino presenta mayores posibilidades
de libertad. Sin embargo, este reconocimiento no supone la creación de una
identidad. La queja debe ser elocuente y esta exigencia implica un esfuerzo
constante de afirmar la singularidad del sufrimiento vivido. La reunión de mujeres
víctimas de violencia en grupos de concientización se transforma, a menudo, en
competencia: exposición de hematomas, de eventos escabrosos, maridos
terribles, etc. En una que yo presencié, las mujeres competían por el peor
instrumento empleado por sus maridos para golpearlas: una de ellas decía que
cogió de cinta; la otra, a continuación, contó una vez que tomó una botella; una
tercera "eso no "es nada" y apuntó un gallo en la cabeza provocado por una
paulada ... Reunidas, se esfuerzan por mostrar que el sufrimiento de cada una es
único.
(...) si el hombre quiere desprenderse de la mujer o amante que odia; (...) ella
quiere tener en la mano al hombre que odia, para hacerlo pagar. (...) Su supremo
consuelo es presentarse como mártir. (Beauvoir 1970: 11-373)
Guardadas todas las diferencias, la situación de la mujer que vive en una relación
cotidiana de violencia presenta algunos rasgos comunes con esas otras en que el
terror es usual. En primer lugar, ella también cree que la violencia reside en otro
(enfatiza que la violencia misma existe en familias desposeídas, promiscuas, la
gente sin educación o moral): en su caso, la violencia siempre se explica, es
balizada por motivos como, por ejemplo, "la familia de mi marido es que es
violenta, "Él fue educado en ese medio ..." Por otro lado, si está resentida con su
vida familiar, vive el miedo a la disolución familiar.
Esta proyección del lado horrible de la familia se hace a través del estilo y del
montaje del texto. Lo que revela una enorme sabiduría del autor: el no dicho sólo
puede se expresa literalmente - dominio en el que lo inefable se transforma en
imagen y, así, hace posible la aprehensión. ¿Cuál es el sentido de la afirmación de
que existe un "lado" inefable en este género de violencia? Y, en qué medida,
tratar de pensar en este "lado" permite avanzar nuestros estudios?
Bataille afirma que la violencia es silenciosa. Mejor dicho que el lenguaje común
se niega a expresar las motivaciones que llevan a los individuos a actuar de forma
violenta. La violencia, cuando se produce, estimula una proliferación de
conversaciones. Pero se habla del error o de la falta de alternativas: la confesión,
la queja, la denuncia o las justificaciones de conquista o mantenimiento del orden.