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© de la presente edición
EDITORIAL SIRIO, S.A. Ed. Sirio Argentina
C/ Panaderos, 9 C/ Castillo, 540
29005-Málaga 1414-Buenos Aires (Argentina)
E-Mail: edsirio@vnet.es
I.S.B.N.: 84-7808-340-5
Depósito Legal: B-20.725-2000
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Prefacio
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ANNIE BESANT
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PRIMERA PARTE
LOS MAESTROS
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Capítulo Primero
La
Existencia
de los
Maestros
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1.- Es como si la mónada bajara un dedo de fuego, y el extremo de ese dedo fue-
se el alma.
2.- Es el quinto plano contando de arriba abajo. El séptimo e inferior es el pla-
no físico.
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1.- Para un más amplio informe de este proceso, véase Un libro de texto de
Teosofía, publicado por la «Biblioteca Orientalista».
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1.- Vasija muy grande que se colocaba en medio de la mesa, llena de vino, y de
la cual iban llenando sus copas los convidados. (N. del T.)
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Capítulo Segundo
El
Cuerpo Físico
de los
Maestros
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UN BARRANCO EN EL TÍBET
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gozar del fresco a la caída de la tarde entre las hermosas flores que
embalsaman el aire con su exquisita fragancia.
Admirable sobre toda medida y descripción es nuestro ben-
dito Señor el Cristo, porque de Él fluye el amor que conforta a
millones de almas, y su voz es la voz que habla, como jamás lo hizo
hombre alguno, las docentes palabras que dan paz a los ángeles y
a los hombres. Dentro de pocos años, los que andan por los tene-
brosos caminos del mundo oirán la voz y sentirán la influencia del
amor de Cristo. ¡Ojalá podamos disponernos a recibirle cuando
advenga y tributarle un adecuado recibimiento y un fiel servicio!
El maestro Kuthumi lleva cuerpo de brahmán de Cachemira
y es de complexión tan airosa como la de los ingleses de tipo
medio. Tiene una cabellera ondulada y azules ojos henchidos de
júbilo y amor. La barba y el cabello son castaños, tornasolados de
rubio y oro cuando los hiere un rayo de sol. Difícil es de describir
su rostro, porque la sonrisa altera su expresión. La nariz está ele-
gantemente configurada y los ojos son rasgados y de un admira-
ble y límpido azul. También es maestro y sacerdote, y de aquí a
muchos siglos sucederá al Señor Cristo en su altísimo cargo, y
será el Instructor del Mundo y el Bodisatva de la sexta raza raíz.
El Mahachoán es el tipo de estadista, del hábil organizador,
aunque también posee algunas características militares. Lleva
cuerpo indio, alto y delgado, de perfil elegante y rostro lampiño,
severo, con un robusto y cuadrado mentón. Los ojos profundos,
de mirada penetrante, y habla con brusquedad de soldado.
Generalmente usa el traje indio con turbante.
Mucho se le parece al Mahachoán el maestro conocido con
el nombre de conde de Saint Germain. Aunque no muy alto, es
gallardo, de porte marcial, con la grave dignidad y exquisita cor-
tesía de un magnate del siglo XVIII, que denota su pertenencia a
una antigua y noble familia. Son sus ojos rasgados y castaños,
rebosantes de ternura y jovialidad, con destellos de energía, y su
majestuoso aspecto impele a la obediencia. El color del rostro es
aceitunado; el cabello recortado, con raya en medio, peinado
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SEGUNDA PARTE
LOS DISCÍPULOS
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Capítulo Tercero
El Sendero
hacia el
Maestro
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Capítulo Cuarto
Probación
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modo que con sólo mirarla conoce el Maestro si desde la última vez
que la miró ha ocurrido alguna alteración o trastorno en los cuerpos
que representa, es decir, si el elegido para discípulo se ha desequili-
brado de ánimo o ha cedido al tedio, a la depresión o a impuros
pensamientos. No admitirá el Maestro al candidato en más cercana
relación hasta que durante mucho tiempo vea al examinar la ima-
gen que los vehículos no han experimentado una grave alteración.
Cuando el Maestro lo acepta por discípulo debe el candidato unir-
se con Él más estrechamente que con cuanto le quepa imaginar,
pues el Maestro necesita fundir las dos auras a fin de transmitir por
ellas espontáneamente su energía. Pero una relación tan íntima no
puede limitarse a un solo aspecto, porque si entre las vibraciones del
discípulo hubiese algunas que perturbaran los cuerpos astral y men-
tal del Maestro, sería la unión imposible y el eventual discípulo
habría de esperar hasta que eliminara dichas vibraciones.
Un discípulo en fase de probación no ha de ser necesaria-
mente mejor que quienes todavía no lo están. Tan sólo ocurre
que por alguna cualidad es útil para la obra del Maestro, y en
consecuencia se le pone a prueba durante más o menos tiempo,
porque hay quienes al principio se muestran muy entusiastas y
con mucho anhelo de servir, pero que desgraciadamente se can-
san y se retraen al cabo de algún tiempo. El candidato ha de sub-
yugar toda emoción siniestra y seguir trabajando de firme hasta
ser lo bastante ecuánime y puro. Cuando durante mucho tiempo
no observe el Maestro conmoción alguna en la imagen del discí-
pulo, comprenderá que ha llegado la hora de atraer hacia sí.
No vaya a creerse que la imagen sólo reproduce las turba-
ciones y discordancias. Refleja totalmente la condición de la con-
ciencia astral y mental del discípulo, por lo que debe reproducir
vibraciones de benevolencia y jovialidad e irradiar paz a la tierra
y buena voluntad a los hombres. No olvidemos que para avanzar
en el Sendero no basta la bondad pasiva. Es necesaria también la
activa. Gran cosa es no hacer daño a nadie; pero recordemos que
nuestro admirable Ejemplo pasó por el mundo haciendo el bien.
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ENTRADAS EN PROBACIÓN
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Capítulo Quinto
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una ígnea corriente que se dirige hacia él; pero cuando el discí-
pulo envía dicho pensamiento a su Maestro, derrama éste un
copioso flujo de encendido amor que por completo inunda al
discípulo. La energía de un adepto irradia continuamente en
todas direcciones como la luz del sol, y el toque del pensamiento
del discípulo suscita una prodigiosa corriente de energía que des-
ciende hasta el discípulo. Tan perfecta es la unión de Maestro y
discípulo, que si éste experimenta alguna grave turbación en sus
vehículos inferiores repercutirá en los de aquél, cuya obra en los
planos superiores quedará por ello interrumpida, y para evitar
este inconveniente, tiende el Maestro un velo que lo separa del
discípulo mientras dura la perturbación.
Muy triste es para el discípulo verse de tal manera separado,
pero de él solo es la culpa y en su mano está el cese de la separa-
ción sin más que dominar sus pensamientos y emociones. Por lo
general, un tan deplorable incidente no suele durar más allá de
cuarenta y ocho horas, aunque he conocido casos mucho peores
en que la separación duró algunos años y aun toda aquella vida
terrena. Sin embargo, estos son casos extremos y muy raros, por-
que poco probable es que el Maestro acepte por discípulo a quien
sea capaz de sufrir tan graves perturbaciones.
Nadie puede quedar aceptado por discípulo si no ha con-
traído el hábito de dirigir su energía al exterior y concentrarla
atentamente en los demás para derramar sobre ellos pensamien-
tos de auxilio y deseos de benevolencia y amor. En general, el
hombre ordinario dirige todas sus energías hacia sí mismo, hacia
su personalidad, y por lo tanto sus fuerzas se entrechocan en el
interior. Pero el discípulo ha de explayarse de modo que cons-
tantemente mantenga una actitud de afecto y servicio. Por lo
tanto, vemos en el discípulo un hombre cuyos vehículos superio-
res son una especie de cáliz abierto a las altas influencias de su
Maestro, pero cuyo fondo constituido por los vehículos inferiores
está habituado a irradiar dichas influencias sobre la gente. De
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Capítulo Sexto
Otras
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TERCERA PARTE
LAS INICIACIONES
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Capítulo Séptimo
La
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Capítulo Octavo
El ego
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Capítulo Noveno
La Segunda
y Tercera
Iniciaciones
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Capítulo Décimo
Las
Iniciaciones
Superiores
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tres días con sus noches y parte del cuarto. Entonces resurgía al
aire libre por el lado oriental de la pirámide o templo, a fin de que
los rayos del sol naciente le dieran en el rostro y acabaran de des-
pertarle de su largo sueño.
El antiguo proverbio que dice «no hay corona sin cruz» pue-
de interpretarse en el sentido de que sin el descenso del hombre
a la materia, sin atarse a ella como a una cruz, sería imposible
para él resucitar y recibir la corona de gloria. Por consiguiente, a
través de la limitación y el sufrimiento obtiene la victoria.
Imposible nos es describir la resurrección. Cuantas palabras
empleáramos empañarían su esplendor y blasfemia parecería aun el
intento de descubrirla. Sin embargo, cabe afirmar que equivale a la
completa victoria sobre todas las tristezas, tribulaciones, dificulta-
des, tentaciones y pruebas. Es un triunfo imperecedero porque se
ha logrado gracias al conocimiento y a la fortaleza de ánimo.
Recordemos cómo proclamó el Señor Buda su liberación:
«Muchas mansiones de vida me alojaron, y siempre inquirí
quién había forjado aquellas prisiones de los sentidos atestadas de
aflicción. ¡Penosa fue mi incesante lucha! Pero ahora ya te
conozco, constructor de este tabernáculo. Nunca volverás a eri-
gir estas murallas de dolor ni a colocar la parhilera de los desen-
gaños ni a empotrar traviesas en la arcilla. Derruida está tu casa
y cuarteada la viga maestra. ¡La ilusión la construyó! Así pasaré
seguramente a obtener la liberación.»
Desde esta cuarta etapa es consciente el arhat en el plano
búdico aunque actúe en el físico, y al dejar éste último durante el
sueño o el éxtasis, se transfiere su conciencia a la inefable gloria
del plano nirvánico. Al recibir la cuarta iniciación ha de tener ya
el candidato un vislumbre de conciencia nirvánica, como al reci-
bir la primera tuvo una momentánea experiencia del plano búdi-
co. Mas ahora sus cotidianos esfuerzos han de propender al enal-
tecimiento y ampliación de su conciencia nirvánica. Esta labor es
tremendamente difícil, pero poco a poco se capacitará para lograr
que progrese su obra en este inefable esplendor.
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toda tristeza y miseria proviene del mismo que la sufre. Cada cual
es su propio legislador y decreta su premio o su castigo, pero el
deber del nirmanakaya es proporcionar un copioso flujo de
energía espiritual en auxilio de la humanidad. Continuamente
está el nirmanakaya generando esta energía sin reservarse para sí
ni una gota, sino que toda la pone al servicio de la Fraternidad
para que la emplee en aliviar la pesadumbre del mundo.
Así vemos que de cuantos alcanzan el adeptado, relativa-
mente pocos se quedan en nuestro mundo terrestre como miem-
bros de la Jerarquía Oculta; pero tanto Ellos como Su obra son de
vital importancia, por lo que les dedicaremos los restantes capí-
tulos de este libro.
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CUARTA PARTE
LA JERARQUÍA
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Capítulo Undécimo
La
obra
de los
Maestros
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Diagrama I
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Así como Cristo declaró hace dos mil años que había llega-
do a su fin la antigua ley porque Él había venido a completarla
con el Evangelio, así también tendrá el Evangelio su fin y com-
plemento cuando de nuevo advenga Cristo y exponga más
amplias enseñanzas. Sin embargo, esencialmente las nuevas
enseñanzas serán las mismas que las antiguas, porque no hay más
que una sola enseñanza de la verdad, pero la explicará más clara-
mente debido a que ya es mayor nuestro conocimiento para com-
prenderla. La expondrá quizás con nuevas fórmulas, de un nuevo
ropaje revestida, con alguna belleza de expresión adecuada a
nuestra presente mentalidad y afirmará lo que convenga a una
mayoría de personas.
Con seguridad, será esencialmente la misma enseñanza,
porque subyace en todas las religiones existentes, que si bien
difieren en el método de exposición, coinciden absolutamente en
la norma de conducta que exigen de sus fieles. Advertimos nota-
bles diferencias en las enseñanzas exotéricas del cristianismo,
budismo, hinduismo e islamismo, pero si examinamos la conduc-
ta de los santos varones de cada una de estas creencias, veremos
que todos siguen exactamente la misma norma de vida y que
coinciden en apreciar las virtudes que el hombre bueno ha de
poseer y los vicios que debe evitar. Todos nos dirán que el hom-
bre debe ser caritativo, veraz, amable, honrado y auxiliador del
menesteroso. Todos convendrán en que el hombre duro, codi-
cioso, cruel, mentiroso y bellaco no adelantará un paso ni tendrá
probabilidades de éxito hasta que cambie de conducta.
Hemos de reconocer que lo importante en cada religión no
son las vagas especulaciones metafísicas sobre puntos de los que
no es posible saber nada con certeza ni tienen influencia alguna
en la conducta. Lo importante son los preceptos que afectan a
nuestra vida diaria y nos hacen de tal o cual modo en las relacio-
nes con el prójimo. Dichos preceptos son los mismos en todas las
religiones existentes y serán los mismos en las nuevas enseñanzas
sea cual sea su formal exposición.
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Capítulo Decimosegundo
Los
Choanes
y los rayos
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Diagrama II
1.- Hay publicada una interesante obra sobre el tema: Los Siete Rayos, escrita
por el profesor Emesto Wood. El texto es muy instructivo y presenta la cues-
tión bajo un nuevo aspecto.
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Diagrama III
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1.- Fortaleza:
«Seré fuerte y valeroso perseverando en Su servicio.»
2.- Sabiduría:
«Alcanzaré la intuitiva sabiduría que sólo puede derivarse del
perfecto amor.»
3.- Adaptabilidad o Tacto:
«Procuraré lograr el poder de decir y hacer lo justo en el
momento oportuno, y tratar a cada cual en su propia esfera
para ayudarle más eficazmente».
4.- Belleza y Armonía:
«Siempre que me sea posible infundiré belleza y armonía en
mi vida y ambiente para que sean más dignos de Él.
Aprenderé a ver la belleza en toda la Natura para servirle
mejor.»
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santos; del segundo, en las escuelas gnósticas, cuya idea capital era
la necesidad de adquirir la gnosis o verdadera sabiduría; del terce-
ro, en los astrólogos judiciarios; del cuarto, en los retorcidos esfuer-
zos que para vigorizar su voluntad por medio de torturas corpora-
les y repugnantes martirios hicieron Simeón el Estilita, los flage-
lantes y otros falsos ascetas; del quinto, en los alquimistas y
rosacruces medievales; del sexto, en los éxtasis de las órdenes
monásticas dedicadas a la contemplación; y del séptimo, en las
ceremonias, ritos, formulismos e invocaciones de la iglesia romana.
El moderno espiritismo y la tendencia al culto de los ele-
mentales, que es a menudo la característica de su degradada
modalidad, puede considerarse como un sistema premonitorio de
la influencia del adviniente séptimo Rayo, sobre todo teniendo
en cuenta que el moderno espiritismo nació de una sociedad
secreta existente en el mundo desde que el séptimo Rayó predo-
minó por última vez en la raza atlante.
Quienes conocen un tanto la historia eclesiástica están con-
vencidos de la real y decisiva influencia que ejerce un Rayo duran-
te su predominio. Así se comprende por qué la Edad Media fue
fecundísima en devoción completamente ciega y por qué abun-
daron en ella quienes, desconocedores de la religión, hablaban en
su nombre y querían imponer forzosamente las ideas engendradas
por su ignorancia en quienes sabían muchísimo más. Los que
ejercían el poder, los dogmatistas cristianos, eran precisamente los
que desconocían el verdadero significado de los dogmas que
enseñaban. Sin embargo, había quienes hubieran podido explicar
muchos puntos de la doctrina cristiana, pero las gentes no los
escuchaban y los dogmatistas los excomulgaban por herejes.
Durante aquella tenebrosa edad, quienes algo sabían, como
por ejemplo los alquimistas,1 se encontraban entre los templarios,
1.- No todos los alquimistas sabían gran cosa, pero algunos sabían seguramen-
te más que los cristianos.
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Capítulo Decimotercero
La Trinidad
y los
Triángulos
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EL LOGOS
2º ASPECTO 1er ASPECTO
3er ASPECTO
9ª
INICIACIÓN
BUDA
8ª
INICIACIÓN
EL BODISATVA EL MANÚ
MAHACHOHÁN
7ª
INICIACIÓN EL MAHACHOHÁN
CHOHÁN
6ª MAESTRO MAESTRO MAESTRO MAESTRO MAESTRO MAESTRO MAESTRO
INICIACIÓN KUTHUMI EL CONDE JESÚS HILARIÓN SERAPIS VENECIANO MORIA
S. GERMAIN
ASEKHA
5ª
INICIACIÓN
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1.- Véase a este propósito la obra de Annie Besant: Estudio sobre la conciencia.
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Diagrama V
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EL REY
EL BUDA
EL EL
EL MANÚ BODISATVA MAHACHOÁN
Diagrama VI
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Vigilante Silencioso
Señor
del
Mundo Iniciaciones únicamente posibles en los
Rayos primero y segundo
SUPERIORES
Pratyeka Buda
Buda
INICIACIONES
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3 Primer Segundo Tercer Cuarto Quinto Sexto Séptimo
2 Rayo Rayo Rayo Rayo Rayo Rayo Rayo
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Diagrama VII
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Capítulo Decimocuarto
La
Sabiduría de
los Triángulos
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1.- No el que escribió los comentarios, sino el fundador de su escuela, que vivió
hace más de dos mil años.
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ERMITA
ALTAR
FRATER-
NIDAD
PUEBLO
YO
RRO
A
BARRANCO
LAGO
Diagrama VIII
Altar donde se celebra la ceremonia
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«En su anhelo del bien, los devas y los hombres han señala-
do varias cosas dignas de bendición. Dinos, ¡oh Maestro!, ¿cuál es
la mayor bendición?
»No servir al insensato. Servir al sabio. Honrar a quien
merezca honra. Ésta es la mayor bendición.
»Morar en un país ameno. Haber cumplido buenas accio-
nes en pasadas vidas. Tener el alma henchida de nobles deseos.
Ésta es la mayor bendición.
Diagrama X
Transformación de la cruz en el emblema de la Sociedad.
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cosa con Él como Él era una misma cosa con el Padre. Juan, el
discípulo amado, insiste en la idea del amor al decir: «Quien no
ama no conoce a Dios, porque Dios es amor».
Lo que ahora se llama cristianismo fue sin duda un hermoso
concepto tal como Cristo lo enseñó originalmente; mas por des-
gracia ha degenerado de su altísimo nivel en manos de ignorantes
difusores. Sin embargo, no se ha de suponer que la enseñanza de
la fraternidad humana y del amor al prójimo fuese desconocida en
el mundo. Dice San Agustín, en La Ciudad de Dios:
«Lo mismo que hoy llamamos religión cristiana existió ya
entre los antiguos y no ha faltado desde los comienzos de la
humanidad hasta la venida de Cristo en carne mortal, momento
a partir del cual comenzó a llamarse cristiana la ya existente ver-
dadera religión.»
Quienes hayan leído el Bhagavad Gîtâ recordarán que rebo-
sa de enseñanzas de amor y devoción. También el Bodisatva
actual, el Señor Maitreya, ocupó ocasionalmente el cuerpo de
Tsong-ka-pa, el insigne reformador religioso tibetano, y durante
siglos ha ido enviando al mundo a varios de sus discípulos, entre
ellos a Nagarjuna, Aryasanga, Ramanujacharya, Madhvacharya y
muchos otros, que fundaron nuevas escuelas religiosas o explica-
ron los misterios de la religión. También era discípulo suyo el fun-
dador de la religión musulmana.
Ahora ha llegado el tiempo oportuno para que el Señor
Maitreya vuelva a aparecer en cuerpo físico entre los hombres, y
seguramente aparecerá dentro de pocos años. En un capítulo
anterior he tratado ya de este advenimiento y de lo que proba-
blemente enseñará el Instructor.
El envío de los discípulos anteriormente nombrados es tan sólo
una parte de la obra del Bodisatva, que no se limita al reino huma-
no, sino que incluye la educación de todos los seres vivos en la tie-
rra y la de los devas evolucionantes. Por lo tanto, el Bodisatva es el
Jefe o Cabeza invisible de todas las religiones existentes hoy día y de
cuantas ya desaparecieron ostensiblemente en el transcurso del
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1ª Aflicción.
2ª Causa de la aflicción.
3ª Cese de la aflicción o manera de evitarla.
4ª Medio de eludir la aflicción.
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Capítulo Decimoquinto
El Poder
de los
Triángulos
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Índice
Prefacio....................................................................................... 5
Índice.......................................................................................... 269
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