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Lorenzo Meyer
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Durante el sexenio de Miguel de la Madrid, en 1985, un puñado de jóvenes
economistas, partidarios de desplazar al Estado por el mercado, maniobraron
hábilmente y lograron arrebatar el poder a los políticos tradicionales.
Una vez en el poder este grupo, encabezado por Carlos Salinas, y para no
repetir la historia de Gorbachov, quien por reformar un viejo sistema estatista y
autoritario destruyó tanto al sistema como al país, decidió emprender una
modernización selectiva: transformar la economía, pero conservar y usar a
fondo los viejos instrumentos políticos, autoritarios, antidemocráticos y
premodernos.
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De ese modo, el salinismo dio forma a algo que puede llamarse
autoritarismo de mercado.
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peligroso como espectacular, y lo hicieron porque convenía a sus intereses de
grupo, no a los del país.
Es obvio que el presidente Zedillo no está solo en el poder, sino que forma
parte de un grupo en alianza con otros grupos políticos que son los que
conforman la verdadera estructura de poder en México.
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Luego está el grupo que controla las corporaciones en que se montó el
sistema de poder posrevolucionario, particularmente los líderes sindicales y los
agrarios.
Hoy es claro que si se llevara a cabo un juicio político contra Salinas, éste
involucraría a su sucesor y al grupo del que ambos forman parte. Los políticos
neoliberales tenían conocimiento del problema, pero lo ocultaron para alzarse
con la victoria del 21 de agosto de 1994.
Ricardo Alemán, citando a estrategas de la campaña electoral de Ernesto
Zedillo, revela que éstos propusieron que la base de la propuesta del candidato
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priísta partiera de este supuesto: “más que la democracia, la gente quiere
bienestar”. Fue por ello que decidieron, y su candidato aceptó, que la mejor
manera de enfrentar las ofertas agresivas del PAN (“Por un México sin
mentiras”) y altruistas del PRD (“Democracia ya, patria para todos”), era
apelando al egoísmo y al interés individual. Y para esto había que hacer pasar
por realidad sólida y duradera lo que en realidad era una estabilidad muy
precaria.
Al final, los mexicanos nos quedamos como el perro de las dos tortas, ¿o
fueron tres?: sin el “México sin mentiras” de Diego Fernández; sin la
“democracia ya, patria para todos” de Cuauhtémoc Cárdenas, y sin el
“bienestar para tu familia” de Ernesto Zedillo, el que “sabía cómo hacerlo”.
Lorenzo Meyer, Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano,
Editorial Océano, México, 1995 .