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Cruz León Marco Vinicio

7 de octubre de 2013

Arte y comunicación

Arte Barroco

Uno de los mayores problemas que uno puede encontrar para definir el arte Barroco,

nos dice el autor, es que en la historia de la cultura y las formas dicha etiqueta puede

ser una de las más ambiguas para caracterizar un estilo artístico, usada en primer

momento en un sentido peyorativo, hacía referencia a lo 'deforme y extravagante', y

tiempo después, a lo 'duro' y lo 'oscuro'.

Esto, nos explica, se debe en parte, a la atmósfera tormentosa que se vivía en la

Europa del siglo XVII en la que se vivía una 'violenta conflictividad social, política y

religiosa' y en donde paradójicamente conviven la exuberancia y la extravagancia con

el inicio de la 'Edad de la Razón'.

Así, para definirlo en un periodo histórico, puede decirse que el Barroco surge en

un lapso intermedio, de depresión económica y política, entre la expansión

renacentista y la expansión dieciochesca, donde se viven grandes crisis en los ideales

y convicciones de la humanidad, el 'descubrimiento' de América y la vuelta al mundo

obligan al humano a confiar en la razón, además, el principio unificador de la

Cristianidad se ve roto por la Reforma. A su vez, el afán mercantilista obliga a las

naciones a enfrentarse por la posesión de las riquezas del 'Nuevo Mundo'.


Así pues, aunque todo este complejo proceso pareciera inconsciente, no deja de estar

presente y en conexión con los valores y mentalidad general de los humanos del

Barroco quienes, al interiorizarlo, lo pondrían de manifiesto en su actividad artística.

Delimitado de esta forma, el autor nos recomienda iniciar el análisis de este estilo en

las artes visuales, dado que el término 'Barroco', se inició en éstas. En consecuencia,

comienza con la pintura, dejando para después la arquitectura y escultura, pues en

estas las características definitorias del estilo son más complejas y menos obvias.

De esta forma, parte del manierismo, en el cual la exageración y deformación de las

figuras las hace más expresivas que en el canon renacentista, comenzando así la

etapa de transición de dicha época al barroco y terminando con la suposición ingenua

de que la pintura se trataba de imitar la realidad vista y una sucesión mecánica de

valores iconográficos, dejando así la puerta abierta a la creatividad.

También, agrega, es necesario diferenciar entre el Barroco de los países

reformados y los contrarreformados, pues en los últimos, a partir del concilio de Trento,

la intervención religiosa, la pintura se hace dirigida, con contenidos 'dictados por los

teólogos', añadiéndole un efecto propagandístico, contrario al de los primeros, en los

cuales se podían encontrar contenidos irónicos y caricaturizados.


Cabría agregar antes de pasar a la arquitectura, como resumen general de los

valores técnicos que definirían la pintura Barroca y que no menciona el autor de forma

tan explícita lo siguiente: en dicho estilo el simbolismo de la luz es de suma importancia

pues es mínima y muy variable en una atmósfera tenebrosa, que concuerda con la

situación política y económica descrita en un principio, donde conviven figuras abiertas

y cerradas en tonos predominantemente ocres.

Concluida la parte de la pintura, el autor nos habla del barroco en la arquitectura, el

cual nacerá en Italia y se extenderá por Europa hasta Rusia y, a través de la Península

Ibérica llegará a Latinoamérica desde México hasta Brasil.

De esta cabe decir que no tendrá una ruptura como tal con la tradición del

Renacimiento, aunque sí marcará su propia tradición, haciendo alusión 'a las columnas

y frontones griegos mas curvaturas romanas'.

La ambición parece ser buscar un mayor tamaño, de forma desmesurada, muestra del

despilfarro y la excentricidad de la que hablábamos antes, con lo cual se persigue una

apariencia teatral y un efecto psicológico y evangélico bastante claro, empequeñecer al

fiel. Siendo así que los países reformados, como Inglaterra, no se dejen arrastrar del

todo por esta corriente y no tarden en adoptar un neoclasismo en su arquitectura.


Después, se nos explica, la entrada del Barroco en la literatura en España, tomando

como punto de referencia el Siglo de Oro literario español que comienza en los últimos

años del siglo XVI y hasta el final del periodo, el cual vería su fin en España al morir

Calderón en 1681 y en Hispanoamérica en 1695 con la muerte de Sor Juana Inés de la

Cruz.

Así, esta se define de nuevo por el ánimo pesimista y la exuberancia sensual de su

escritura, llegando a ver su cumbre estilística con El Quijote de Cervantes a quien, el

autor dedica un apartado del texto para explicar su obra. dejando en claro la

marginalidad que este padeció y que concuerda con el ánimo que hemos descrito a lo

largo de este texto.

Bibliografía: PARIS, Jean. El Espacio y la Mirada. Barcelona, 1967. Editorial Taurus.

Pp. 379.

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