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La noción de comité deriva de la lengua francesa, aunque su origen etimológico se


encuentra en el inglés committee. El concepto puede utilizarse como sinónimo de
comisión: un grupo de individuos que trabajan en conjunto para resolver alguna
problemática o llevar a cabo un proyecto.
Por ejemplo: “El gobierno decidió convocar al comité de crisis para asistir a las víctimas
de la inundación”, “Los legisladores propusieron crear un comité que se encargue de
controlar los gastos del Poder Ejecutivo”, “El jugador podría ser castigado por el Comité
de Disciplina”.
Aunque las características del comité varían de acuerdo al tipo de entidad, puede
decirse que se trata de un grupo de trabajo que cuenta con ciertas facultades. Algunos
comités funcionan de manera permanente y otros son convocados en ocasiones
especiales.
Al órgano que tiene a su cargo la dirección de un partido político, en este marco, se lo
conoce como comité. En algunos países el término también se emplea para nombrar al
local donde los militantes de un partido político se reúnen: “Mañana habrá un encuentro
en el comité para definir los últimos detalles de la campaña”, “El comité del partido
decidió expulsar al diputado tras sus polémicas declaraciones”, “El escritor integró el
comité del Partido Socialista durante ocho años”.
El Comité Olímpico Internacional, por otra parte, es el organismo que se encarga de la
organización de los Juegos Olímpicos y de la promoción del olimpismo a nivel mundial.
Fue fundado en 1894 en Francia con el objetivo de retomar la tradición iniciada con los
Juegos Olímpicos de la antigüedad.

16. El comité no inscrito


En la realidad hemos advertido que la iniciativa individual de organizar colectividades
para satisfacer fines altruistas es común, especialmente en el caso de objetivos
abiertamente nobles (colectas para niños carentes de recursos, para beneficiar a
personas afectadas por desastres climatológicos, realizar una excursión científica,
construir un puente derribado, etc.)
A tal grado llega el recurso al comité que no llega a ser persona jurídica, que bien puede
decirse que es una práctica que existe desde siempre, y a la cual el legislador de 1984,
afortunada e imaginativamente, quiso adherir a través de un trato particular.
El art. 130 del Código civil tiene alcances similares a los establecidos por el art. 124 para
la asociación y por ello remitimos a lo dicho al respecto.
Por su parte, el art. 131 amplía la responsabilidad solidaria de los administradores a
quienes actúan en nombre del comité no inscrito. Las razones son semejantes a las que
hemos anotado en relación al art. 126 para la asociación no inscrita, con el añadido de
que se trata de una responsabilidad que debe entenderse como más severa en la
medida que el comité capta y gestiona recursos que provienen de terceros.
También el Ministerio Público se encarga de la vigilancia de los comités no inscritos.
Finalmente, debemos señalar una razón adicional por la que rechazamos los cambios
que el Código Procesal civil introdujo en el comité persona jurídica al modificar los arts.
121 y 122 del Código civil.
Tal como lo expresamos, con la reforma de dichos artículos se cercenó al Poder Judicial
la facultad de aprobar las cuentas de la gestión del comité, confiriendo de manera tácita
dicha prerrogativa a los miembros de la asamblea, con conocimiento del Ministerio
Público, cuyo silencio en el lapso de 30 días convierte en inatacable el balance y gestión
de los responsables de la administración del comité y del cumplimiento de sus fines.
Curiosamente, por haber invadido terrenos que no conocía, el legislador procesal olvidó
el texto del art. 132, el mismo que al mantenerse en su versión original contempla que
el Ministerio Público solicita la rendición judicial de las cuentas cuando el comité se
disuelve porque haya cumplido sus fines o no hubiere sido posible satisfacerlos,
proponiendo el haber neto que resulte de la aplicación a fines análogos. Con ello, dentro
del Código civil se ha introducido una innecesaria y desconcertante diversidad de
regímenes en materia de aprobación de cuentas, pues el comité persona jurídica puede
aprobarlas por medio de una asamblea de sus miembros, en tanto que el comité no
inscrito no puede ver aprobada su gestión si el Ministerio Público no exige la rendición
judicial de las cuentas de dicha organización. No sabemos si esa diferencia que resultó
de la reforma fue deliberadamente querida por los reformadores del Código Procesal
civil que invadieron temas sustanciales y no sólo procesales al modificar el Código civil.
Algún día tendremos una respuesta.

NOTAS:

(3) Para Beatriz Boza Dibós, “La persona jurídica sin fines de lucro: su regulación a la
luz del nuevo rol que desempeña”, en Themis, Nº 12, PUC, Lima, p. 78, no basta la
prohibición de distribuir las utilidades entre los miembros, directores o funcionarios. El
reto del legislador en esta materia radica, en su opinión, en diseñar los mecanismos
necesarios para reforzar y hacer cumplir el propósito que inspira esta prohibición,
franqueando el acceso al Poder Judicial en caso de malos manejos, aplicar sanciones
a los administradores, exigir la publicación de los estados financieros, etc. Pensamos
que no le falta razón en la medida que los conceptos no agotan la realidad de las cosas.
No obstante, la legislación en esta materia no es muy proficua.

(4) Ver Ennecerus, Ludwig, “Derecho civil”, Bosch, Barcelona, 1953, Tomo I, Parte
General, I, p. 450.
(5) Fernández Sessarego, Carlos, “Doctrina y legislación peruana sobre la persona en
el siglo XX”, en AAVV, “Instituciones del Derecho Civil Peruano”, Víctor Guevara Pezo,
Coordinador, Fundación M.J. Bustamante de la Fuente Universidad Femenina del
Sagrado Corazón, Lima, 1996, Tomo I, p. 421.

(6) Ver De Belaúnde, Javier, “Personas jurídicas: propuestas de enmienda” en “Diez


años del Código civil peruano. Balance y perspectivas”, Ponencias, Universidad de
Lima, 1995, T. I, p. 267.

(7) Rescigno, Pietro, “Manuale del Diritto civile italianc”. Jovene Editore, Napoli, 1981.
p. 165.

(8) Véase, útilmente, Fernández Sessarego, Carlos, “Definición de asociación,


fundación y comité en el proyecto de Código civil peruano” en la obra del mismo autor
“La persona en la doctrina jurídica contemporánea”, Universidad de Lima, 1982, pp. 90
ss.

(9) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las Personas. Exposición de motivos y


comentarios. Libro Primero del Código Civil Peruano”. Studium, Lima, 1986, p. 159.

(10) Vega Mere, Yuri, “La fundación: Un tema de derecho vivo” en “Gaceta Jurídica”.
Legislación, Doctrina y Jurisprudencia, Tomo 33, Abril de 1996. p. 44A.

(11) De Castro y Bravo, Federico, “La persona jurídica”. Civitas, Madrid, 1984. p. 277.

(12) Cuando en nuestro país se inició el auge de las denominadas “organizaciones no


gubernamentales” que, como se ha dicho, no son un tipo más de persona jurídica sino
una calificación que se otorga a las nonprofit organizations (ver Vega Mere, Yuri y
Hormazábal, Inés “[La fundación en el] Perú”. en “Las fundaciones en Iberoamérica”,
José Luis Piñar (Director) y Juan Andrés García (Coordinador), Mc Graw Hill, Madrid,
1997. p. 430, nota 16). Los hombres de derecho más atentos se cuestionaron en torno
a los fines perseguidos por una serie de asociaciones que perseguían y persiguen fines
que favorecen a terceros, p. ej., aquéllas que velan por el respeto a los derechos
humanos o que canalizan cooperación técnica. Se pensó, inicialmente, que no debían
ser asociaciones sino fundaciones. Repensando con mayor detenimiento en estos
hechos, encuentro que los asociados de esas ONG’s sí reciben un beneficio de la
asociación, de pertenecer a ella: prestar ayuda a los demás les da la posibilidad de
satisfacer sus intereses de orden moral. Sobre las ONG’s puede verse el interesante
trabajo de Javier de Belaúnde L. de R., “En torno al marco legal de las organizaciones
No Gubernamentales de Desarrollo en el Perú” en “Cooperación Internacional: ONGD’S
y Desarrollo”, Sase, Lima, pp. 103 ss.
(13) Corvetto Vargas, Aníbal, “Manual elemental de Derecho civil peruano”, Ediciones
Librería Studium S.A., Lima, 1954, Tomo I. p. 127.

(14) Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D.. “Derecho civil” T. I, Vol. I,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1992, p. 309.

(15) Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D., “Derecho civil” T. I, Vol. I, cit.,
p. 309

(16) Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en el] Perú”, en “Las
fundaciones en Iberoamérica”, cit., p. 417.

(17) Ese carácter personalísimo se relativiza cuando los asociados son personas
jurídicas, salvo que se trate de una especial consideración hacia dicha persona jurídica
para que haga parte de la asociación.

(18) Corvetto Vargas, Aníbal, “Manual elemental de Derecho Civil Peruano” cit., Tomo
I, p. 127.

(19) Traviesas, Miguel, “Las personas jurídicas”, en Revista de Derecho Privado, Madrid,
julioago., 1921, p 197.

(20) Advertimos al lector que la fundación, además del Código civil, encuentra regulación
en los Reglamentos del Consejo de Supervigilancia de Fundaciones y del Fondo de
dicho Consejo, aprobados por Decretos Supremos Nºs 00394JUS y 00494JUS,
respectivamente.

(21) Puede verse Vega Mere, Yuri, “La fundación: un tema de derecho vivo”, cit., pp.
36A ss.

(22) Incurrió en dicho error Corvetto Vargas, Aníbal, “Manual elemental de Derecho civil
peruano” cit., Tomo I, p. 129, quien afirmaba que mientras las asociaciones son
conglomerados de seres humanos que persiguen un fin ideal, las fundaciones son
sujetos de derecho que tienen vida jurídica fuera de toda personalidad humana, como
si la organización de personas que la administrara no tuviera ninguna importancia.

(23) En este sentido Galgano, Francesco, “Associazioni non riconosciute Comitati” en


“Commentario del Codice Civile”, a cura di Scialoja Branca, RomaBologna, 1972, p. 282.
Igualmente, Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D., “Derecho civil”, T. I,
Vol. I, cit., p. 256.

(24) Por ejemplo, por León Barandiarán, José, “Tratado de Derecho civil” WG Editor,
Lima, 1991, pp. 262.

(25) Ver Alpa, Guido, “II regime delle fondazioni in Italia e in Francia” en “Le fondazioni.
Tradizione e modernitá”, Cedam, Padova, 1988, pp. 7 y 8.

(26) Fernández Sessarego, Carlos, “Definición de asociación, fundación y comité en el


proyecto de Código civil peruano” en “La persona en la doctrina jurídica
contemporánea”, pp. 103 y 104.

(27) Cocca, Aldo Armando, “Las fundaciones”, Plus Ultra, Buenos Aires, 1981, pp. 102
y 103.

(28) No basta, pues, la asignación de bienes, señala, comentando las leyes suecas
Strömholm, Stig, “Le régime juridique des fondations en droit suédois” en “Le fondazioni.
Tradizione e modernitá”, cit., p. 129.

(29) Dice Ennecerus, “Derecho civil”, cit., Tomo I, Parte General I, pp. 505 y 506:
“Mientras la asociación debe considerarse como una reunión de personas dotada de
capacidad jurídica, en la fundación falta esa pluralidad de personas que pueda pensarse
como soporte de la personalidad jurídica. Pues incluso cuando la fundación, cosa que
por lo demás no ocurre con frecuencia, es administrada por una pluralidad de personas,
esta pluralidad no es la persona jurídica, sino únicamente un administrador de asuntos
ajenos (de la fundación). Tampoco es portador de la personalidad jurídica el patrimonio
de la fundación, que es objeto y no sujeto de derecho, sino sólo la organización misma
en virtud de la cual se realiza un determinado fin permanente con la mediación de
fuerzas humanas. La fundación es una organización, dotada de personalidad jurídica
que no consiste en una alianza de personas para la realización de determinados fines”.
Es imprescindible acotar que para Ennecerus los bienes no reciben personalidad
jurídica. Quienes reciben dicha investidura son los fines (?).

(30) Ver Fernández Sessarego, “Definición de asociación, fundación y comité en el


proyecto de Código civil peruano” en “La persona en la doctrina jurídica
contemporánea”, p. 104. Asimismo, Vega Mere, Yuri, “La fundación: un tema de derecho
vivo” cit., p. 38A.

(31) En el debate de la fórmula que contuvo el art. 64 del Código civil de 1936 Juan José
Calle propuso una fórmula en la que se precisaban los fines que debía perseguir la
fundación, los cuales serían reveladores de sentimientos nobles. Sin embargo, Manuel
A. Olaechea objetó el anteproyecto señalando que no debía prescindirse de toda
enumeración susceptible de restringir la erección de fundaciones que, estimulando
nobles ideas y sentimientos, sean dignas de protección, para lo cual debía imitarse la
fórmula del Código civil suizo (Art. 80. La fondation a pour objet l’affectation de biens en
faveur d ‘un but spécial). Oliveira coincidió con dicho parecer y Calle cedió al
planteamiento. Aun cuando el parecer de los legisladores de 1936 no fue
suficientemente claro, parece que pensaron en una fundación de fines sociales. La copia
del texto suizo los traicionó de manera rotunda. En verdad, se dejaron traicionar ellos
mismos. Ver Aparicio y Gómez Sánchez, Germán, “Código civil. Concordancias” Tomo
III, La Reforma (Motivos), Lima, 1942, pp. 149 ss.

(32) A pesar que en sus inicios la fundación pudo haber sido concebida como una forma
de prolongar la existencia y la memoria de una persona (o bien como forma de purgar
sus pecados) según comenta Pietro Rescigno, “La fine della vita umana” en Rivista di
Diritto civile, NovDic. 1982, Padova, p. 636 ss lo cierto es que fue cobrando sentido para
obras de interés público. Vid. Imbert, Jean, “Apercu historique sur les fondations en droit
francais” en “Le fondazioni. Tradizione e modernitá”, cit., pp. 19 ss.

(33) Agudamente, Angel Gustavo Cornejo, “Código civil. Exposición sistemática y


comentario” Tomo I, Librería e Imprenta Gil, Lima, 1937, p. 203, dijo en su momento que
en la fundación, a diferencia de otras personas jurídicas, no hay “sujeto propietario”.

(34) Fernández Sessarego, “Definición de asociación, fundación y comité en el proyecto


de Código civil peruano” en “La persona en la doctrina jurídica contemporánea”, p. 100.

(35) Estoy seguro que al Profesor Fernández Sessarego esta afirmación le parecerá
una herejía, pues en su concepto los miembros son los administradores. Pese a esta
disidencia, que me la ha expresado en más de una oportunidad, insisto tercamente en
que la fundación carece de integrantes por no ser una organización a la cual pueden
incorporarse terceros.

(36) Rico Pérez, Francisco, “Las fundaciones en la Constitución española”, Ilustre


Colegio de Abogados de Toledo, 1982, p. 156 ss.

(37) Sobre lo cual, Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en el] Perú” en
“Las fundaciones en Iberoamérica”, cit., pp. 409 y 410.

(38) Vid. Ennecerus, “Derecho civil” cit., Tomo I, Parte General, I, pp. 507 y 508.
(39) Galgano, Francesco, “Le associazioni lefondazioni i comitati”, Cedam, Padova,
1987, pp.365 ss.

(40) Coincide Rico Pérez, Francisco, “Las fundaciones en la Constitución española”, cit.,
p. 110.

(41) Pomey, Michel, “L’acte de fondation en droit francais” en Etudes et documents,


Conseil d’ Etat, Fascicule Nº 2, Imprimerie National, Paris, 1969, pp. 29 ss.

(42) Curiosamente, Ennecerus, “Derecho civil” cit., Tomo I, Parte General, I, pp. 507 y
508, estima que una fundación puede nacer sin patrimonio, cuestión que rechazamos.

(43) Véase las interesantes líneas de Piñar, José Luis; Real Pérez, Alicia y García
García, Juan Andrés, “[La fundación en] España” en “Las fundaciones en Iberoamérica”,
cit., pp. 245 a 247.

(44) Coinciden Esguerra Portocarrero, Leonor y Molina Grau, Fernando, “[La fundación
en] Colombia” en “Las fundaciones en Iberoamérica”, cit., p. 124, así como Manavella
Cavallero, Carlos A., “[La fundación en] Costa Rica” en Ibidem, pp. 162 y 163, que
sostiene que por lo general no suele comprenderse que las actividades económicas de
la fundación sirven para acrecentar sus recursos. Asimismo, Méndez de Montero,
Margarita, “[La fundación en] Venezuela” en Ibidem, pp. 514, para quien si las
fundaciones no tuvieran la posibilidad de realizar actividades económicas, estarían
condenadas a la mendicidad y dádivas de las personas e instituciones que creen en la
labor que desempeñan estas organizaciones, sin poderse procurar los medios que
necesitan para la realización de su objetivo, sin atentar contra su no afán de lucro.

(45) El acto de organización es enteramente exigible en el caso de las fundaciones


constituidas por fundadores en vida, no así en el caso de las fundaciones mortis causa.

(46) Ver Badenes Gasset, Ramón, “El negocio jurídico de fundación”, en Revista
Jurídica de Cataluña, enefeb, 1959, pp. 152 y 153.

(47) Rico Pérez, Francisco, “[Las fundaciones en la constitución] española”, cit., p. 111.

(48) Cocca. Aldo Armando, “Las fundaciones”, cit., pp. 97 y 98.

(49) La declaración del fundador no es recepticia, según indica Ennecerus, “Derecho


civil”. cit., Tomo I, Parte General, I, p. 508.
(50) A pesar que ambas estén motivadas por el ánimo de liberalidad.

(51) Como bien ha dicho Fernández Sessarego, el acto constitutivo de la fundación no


sólo no debe revocarse cuando se halle inscrita sino, inclusive, cuando faltando tal dato
ella hubiere iniciado sus actividades. Suscribimos este parecer.

(52) En los últimos cuatro años el Consejo de Supervigilancia de Fundaciones sólo ha


conocido de una sola solicitud, y que fue autorizada.

(53) La Comisión, designada por el Ministro de Justicia, Fernando Vega Santa Gadea,
fue presidida por Carlos Fernández Sessarego e integrada por Carlos Enrique Becerra
Palomino, Javier de Belaúnde, Juan Guillermo Lohmann, así como por Yuri Vega Mere,
por entonces Presidente del Consejo de Supervigilancia de Fundaciones. El texto del
Anteproyecto y su exposición de motivos fueron publicados en separata especial del
diario “El Peruano” el día 26 de mayo de 1995.

(54) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las Personas. Exposición de motivos y


comentarios Libro Primero del Código Civil Peruano” cit.. pp. 188 y 189.

(55) Su composición está definida en el art. 3 de su Reglamento, aprobado por el


Decreto Supremo Nº 00394JUS.

(56) Vid. Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en el] Perú” en “Las
fundaciones en Iberoamérica”, cit., pp. 427 a 431.

(57) Dicen Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D., “Derecho civil”, T. I,
Vol. I, cit., p. 262, el rasgo de temporalidad del comité es lo que justifica, en Italia, su
configuración normativa como ente desprovisto de personalidad jurídica. Para el
conocido jurista Pietro Rescigno, “Comentarios al Libro Primero del nuevo Código Civil
Peruano de 1984” en “El Código civil peruano y el sistema jurídico latinoamericano”,
Cultural Cuzco Editores S.A., Lima, 1986, p. 241, fue motivo de sorpresa que el
legislador peruano hubiere incorporado, por vez primera en la legislación comparada, al
comité como persona jurídica, dado que nuestro codificador dio un paso adelante frente
al Codice civile. Igual asombro causó a Guillermo Allende, “La persona jurídica comité”
en Ibidem, pp. 247 ss.

(58) Dice Juan Espinoza Espinoza. “Sobre la necesidad de reclasificar a las personas
jurídicas sin fines de lucro” en su libro “Ensayos sobre teoría general del derecho y los
derechos de las personas”, Editorial Huallaga, Lima, 1996, nota 9, que el Código civil
griego (1946) establece que si el comité (que gestiona, al igual que la fundación,
patrimonio proveniente de terceros) pasa a tener una un fin preciso y permanente, debe
constituirse una fundación. Para Espinoza la diferencia entre comité y fundación no debe
radicar en la estabilidad de la segunda y la transitoriedad del primero. Su parecer es
favorable a la fusión de ambas figuras en una sola, opinión que no compartimos. En
verdad, existen notas adicionales que las distinguen. Por otro lado, no encontramos
mayor obstáculo para que en el Perú un comité realice colectas para constituir una
fundación, como bien lo señaló Fernández Sessarego, Carlos, en “Derecho de las
personas. Exposición de motivos y comentarios al Libro Primero del Código civil
peruano” cit., p. 204.

(59) Ver in extenso Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición
de motivos y comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”, cit., pp. 202 ss.

(60) Existen otros supuestos para los cuales se constituye un comité, que son quizá
menos solidarios, como por ejemplo construir un busto o una estatua de un personaje
público fallecido. En todo caso se trata de una muestra de reconocimiento que es un
acto desinteresado. Los comités que se forman para fines como exposiciones culturales,
viajes científicos o similares, trasuntan un evidente fin filantrópico en la medida que
tratan de paliar la carencia de recursos para llevar a cabo esos objetivos mediante la
convocatoria a la ciudadanía.

(61) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”, cit., p.p. 203 y 204. Es
interesantísima la observación de Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D.,
“Derecho civil” T. I Vol. I, cit., p. 261, cuando señalan que el comité se caracteriza por
tener una estructura organizacional que se aproxima unas veces a la asociación y otras
a la fundación. Según expresan. en tanto que las semejanzas estructurales con la
asociación se refieren a una primera fase de la actividad del comité (la del recaudo de
fondos), las similitudes estructurales con la fundación atañen a una segunda fase (la de
la gestión de los fondos recaudados).

(62) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”, cit., p. 203. Igualmente,
Fernández Sessarego, Carlos, “Definición de asociación, fundación y comité en el
proyecto de Código civil peruano”, cit., pp. 106 y 107.

(63) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”, cit. p. 207.

(64) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”, cit., p. 211.
(65) En ello se presenta un rasgo similar al de la fundación, pues es el Consejo de
Supervigilancia de Fundaciones quien aprueba los balances y cuentas de las
fundaciones.

(66) Ver Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de


motivos y comentarios al Libro Primero del Código civil peruano” cit. pp. 212 y 213.

(67) Ver Rescigno, P., “Manuale del Diritto civile italiano” cit., p. 195.

(68) Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D., “Derecho civil” T. I Vol. I, cit.,
p. 321.

(69) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Primero del Código civil peruano” cit., p. 223.

(70) Breccia, U; Bigliazzi Geri, L; Natoli, U y Busnelli, F.D., “Derecho civil” T. I Vol. I, Cit.,
p. 322, señalan que en el caso de la copropiedad y en general en las meras
colectividades, no existe un patrimonio distinto de los propios de las personas físicas
que lo componen, en tanto que en el caso de la asociación no inscrita (que llaman no
reconocida, ajustándose al reconocimiento que es necesario en Italia para gozar de
personalidad jurídica) ella tiene un patrimonio propio, destinado exclusivamente a
realizar el fin del ente y, por ello, no es aprehendible por parte de los acreedores
particulares de sus miembros.

(71) Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición de motivos y


comentarios al Libro Printero del Código civil peruano” cit., pp. 225 y 226. Curiosamente
Rescigno, “Manuale del diritto privato italiano”, cit. p. 197, admite la posibilidad del
reembolso, de la cual disentimos.

(72) Rescigno, P. “Manuale del diritto privato italiano”. cit., p. 196.

(73) Hipótesis que Fernández Sessarego, Carlos, “Derecho de las personas. Exposición
de motivos y comentarios al Libro Primero del Código civil peruano”. cit., p. 229, propuso
a la denominada Comisión Revisora del Código civil, en tanto fue Ponente de esta parte
del Código, pero que, como otras más, fue desoída por la mencionada Comisión.

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