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Élida Lois, La crítica genética: un marco teórico sobre la disciplina, objetivos y método

La Crítica genética:
un marco teórico sobre la disciplina,
objetivos y método

ÉLIDA LOIS
CONICET - Universidad Nacional de San Martín

Título: La Crítica genética: un marco teórico Title: The Genetic Criticism: Master Frame,
sobre la disciplina, objetivos y método. Goals and Methods.
Resumen: El primer objetivo de la crítica ge- Abstract: The first goal of genetic criticism is
nética es reconstruir la marcha de la escritura, to reconstruct the dynamics of writing, but
pero a la vez intenta desentrañar la red de sig- this discipline also tries to unravel the net-
nificaciones que se va configurando; desarrolla work of meanings that builds; for this purpose
para ello dos tipos principales de actividades: develops two main types of activities: the ge-
la edición genética de textos modernos y el netic edition of modern texts and the under-
emprendimiento de diversas orientaciones taking of various interpretative possibilities.
interpretativas. El examen de los procesos es- The work in progress review shows that in this
criturales demuestra que en ese espacio late space beats a perpetual conflict between unity
un perpetuo enfrentamiento entre unidad y and diversity, balance and instability, and that
diversidad, equilibrio e inestabilidad, y esa dialectic opposition between permanence and
oposición dialéctica entre la permanencia y change –inherent nature of the cultural pro-
el cambio –inherente de la naturaleza de los cesses– accompanies philological studies since
procesos culturales– acompaña a los estudios its inception: genetic criticism then may be
filológicos desde sus orígenes: la crítica genéti- considered as one modern avatar of Philology.
ca puede ser considerada, entonces, un avatar
moderno de la Filología.
Palabras clave: Crítica genética, Génesis escri- Key words: Genetic Criticism, Work in Pro-
tural, Ediciones genéticas, Conflictos discursi- gress, Genetic Editions, Discursive Conflicts,
vos, Avatar moderno de la filología. Modern Avatar of Philology.
Fecha de recepción: 8/3/2014. Date of Receipt: 8/3/2014.
Fecha de aceptación: 11/4/2014. Date of Approval: 11/4/2014.

57 Creneida, 2 (2014). www.creneida.com. ISSN 2340-8960


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1. Una teoría en construcción

La crítica genética es hoy una línea de investigación que busca enmar-


carse en una semiótica de la cultura enfocando los procesos de gestación
de diferentes tipos de procesos creativos, en un arco que abarca tanto las
inscripciones significativas en diversos soportes (literatura, teatro, cine,
plástica, arquitectura, música, creación oral) como las conceptualizacio-
nes científicas1; pero esta corriente surgió en el ámbito de los estudios
literarios autopostulándose como una réplica simétrica de la teoría de la
recepción.
Louis Hay, uno de sus principales teóricos, sostiene que, con su insta-
lación, quedan delimitadas tres etapas en el proceso de la comunicación
literaria: producción escritural, texto y lectura, y simultáneamente, tres
abordajes para cada una de esas etapas: la crítica genética, las teorías so-
bre el texto y los estudios acerca de la recepción2. Pero esta presentación
esquemática no agota toda la complejidad del fenómeno literario. En pri-
mer lugar, porque los tres componentes señalados son interdependien-
tes: escritura y lectura son dos caras de un mismo fenómeno (durante
la escritura en proceso, el que escribe se lee simultáneamente); por otra
parte, quien escribe se plantea a la vez las posibles derivaciones textuales
e, incluso, la recepción social presumible. Así, es imposible interpretar en
profundidad un proceso de textualización sin dar cuenta de esa interde-
pendencia entre producción, texto y lectura.
Ciertamente, esa descripción sintética oscurece matices significativos;
pero permite, en cambio, recortar un campo de estudios privativo para la
crítica genética: los documentos escritos que, una vez reunidos y clasifica-
dos en conjuntos coherentes, constituyen la huella visible de un proceso
creativo. Se suele definir esta corriente como el estudio de la prehistoria
de los textos literarios: el desciframiento, análisis e interpretación de los

1 En 2010, los principales exponentes de esta escuela consagraron un número de su


órgano de difusión (la revista Genesis) a una actualización teórica: VV.AA., “Théorie:
état des lieux”, Genesis, 30 (2010), pp. 1-295.
2 Louis Hay, “Nouvelles notes de critique génétique: la troisième dimension de la littéra-
ture”, Texte, 5-6 (1986), pp. 313-328.

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papeles de trabajo de un autor, de los materiales que preceden a la publi-


cación de una obra presuntamente “terminada”3.
La crítica genética ha nacido de la observación de cómo los escritores
escriben eso que escriben, pero ese recorrido de tan simple caracterización
(la escritura transcurriendo) entraña una triple mutación en los estudios
literarios: un cambio de objeto de análisis, un cambio de método y un
cambio de punto de vista. Abre, entonces, una nueva vía de acceso al
fenómeno literario.
Hay un cambio de objeto de análisis, que es visible y específico: se trata
de la escritura como etapa central de un proceso creativo que se desarro-
lla en el tiempo y se expande por el espacio de la página por medio de
operaciones que se materializan en inscripciones (pertenezcan o no al
lenguaje articulado). Pero los objetos escriturales no son “objetos textua-
les”: el texto es testimonio de una forma, los papeles de trabajo escritural
son el testimonio de una dinámica. Por lo tanto, sobre ellos corresponde
interrogarse acerca del proceso de producción del texto y no acerca de la
configuración resultante.
Ese objeto de análisis impone, a su vez, un cambio metodológico: en
lugar de enfrentarse con un texto e interrogarse sobre los efectos de lectu-
ra, la crítica genética interroga la escritura desde el movimiento que la ha
engendrado y diseña herramientas que le permitan abarcar la plenitud de
significados potenciales que se suceden durante esa dinámica.
Esa operación conlleva también un cambio de punto de vista ya que,
habiendo renunciado a focalizar la psique del autor, la construcción ofre-
cida a la lectura y las reacciones del lector, se define una crítica autónoma
centrada en la consideración de los procesos de escritura en la realidad de
su ejecución y, cuando se trata de manuscritos, en el análisis de los testi-
monios de un trazado escritural.
La investigación geneticista se enriquece, en consecuencia, con los
aportes de todas las corrientes que se interesan por la producción del
discurso y de las ideas, pero su objetivo no es responder a la pregunta
“¿cómo es este producto textual?”, sino más bien plantearse cómo surge
el discurso, una cuestión que no es independiente de un momento de la
historia cultural en el que se produce un incremento de la reflexión analí-

3 El concepto de “virtualidad textual” (al que volveremos) es una de las propuestas


teóricas de la crítica genética.

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tica. En este sentido, la dinámica teórica de esta línea de investigación es


inseparable del proceso histórico en el que se inserta.

2. Irrupción de una Crítica genética

Dos de sus principales teóricos, Louis Hay4 y Jean-Louis Lebrave5, han


coincidido en presentar a la crítica genética como la resultante de una
confluencia de fenómenos culturales que tiene su punto de arranque en-
tre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, y conoce un punto culmi-
nante en el último tercio del siglo XX. En esa confluencia van a incidir
tres factores: la evolución tecnológica (que posibilita el tipo de circula-
ción impresa estable que hoy nos resulta familiar)6, la compilación de
grandes colecciones de manuscritos modernos y el desarrollo de la ciencia
lingüística y de la crítica literaria.
Junto con una clara distinción entre el texto impreso y el texto manus-
crito, surge el concepto de “manuscrito moderno”, de índole diferente
a la de los manuscritos de circulación textual, y se crea una pareja de
opuestos simétricos: unos pertenecen al ámbito público (pasan de mano
en mano), los otros al ámbito privado (son documentos de un taller de
escritura personal). Aparece entonces el concepto de “materiales de gé-
nesis”, es decir, todo lo que el texto dejó detrás de sí (los “pre-textos”)7.

4 Louis Hay, op. cit., pp. 313-328.


5 Jean-Louis Lebrave, “La critique génétique: une discipline nouvelle ou un avatar mo-
derne de la philologie?”, Genesis, 1 (1992), pp. 33-72. Para una información general
acerca de la crítica genética, véanse Almuth Grésillon, Eléments de critique génétique.
Lire les manuscrits modernes, París, PUF, 1994; Michel Contat y Daniel Ferrer (eds.),
Pourquoi la critique génétique? Méthodes, théories, París, CNRS Éditions, 1998; Pierre-
Marc de Biasi, La génétique des textes, París, Nathan Université, 2000; Élida Lois, Gé-
nesis de escritura y estudios culturales. Introducción a la crítica genética, Buenos Aires,
Edicial, 2001; Daniel Ferrer, Logiques du brouillon. Modèles pour une critique génétique,
París, Éditions du Seuil, 2011.
6 Lebrave sostiene que, contrariamente a lo que podría suponerse dados los siglos
transcurridos desde la invención de la imprenta, hay que esperar hasta fines del siglo
XVIII para que la circulación textual alcance el grado de consolidación representado
por la reproducción de un texto en miles de ejemplares idénticos. Cf. Jean-Louis
Lebrave, op. cit., pp. 42-46.
7 Adaptación de avant-texte, concepto fundador de una crítica genética. Grésillon lo de-

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Precisamente, las grandes colecciones de manuscritos modernos que


hoy existen se reunieron en el siglo XIX y es sintomático el gesto especta-
cular de Victor Hugo al donar la totalidad de sus manuscritos a la Biblio-
teca Nacional de París. De todos modos, el acto de guardar o compilar un
tipo de material que antaño se tiraba –y que muchos escritores continúan
desechando– no permitió apreciar, de entrada, que cuando la escritura
es trabajo de creación van quedando en el escrito rastros del proceso de
producción de sentido; los manuscritos museificados venían sido tratados
como fetiches y se exhibían en vitrinas junto con otros objetos que habían
pertenecido al escritor. Los enfoques genéticos aparecerán posteriormen-
te, como una consecuencia lógica de la evolución de las ciencias del len-
guaje y de la crítica literaria.
Con los archivos de la memoria se había iniciado la tarea filológica en
Occidente desde que Pisístrato encomendó registrar los poemas homé-
ricos fijando textos que circulaban en versiones orales muy diferentes.
Pero el término “filología” se consolidará, posteriormente, ligado a las
investigaciones sobre repositorios de escritura en las que los filólogos de
la Escuela de Alejandría definieron de hecho un campo de estudio en
términos de “reconstrucción histórica”, ya que buscaban recuperar a tra-
vés del análisis de textos antiguos su lengua, su significado y su contexto
histórico-social. De este modo, la práctica filológica –como la de toda
“archivística”– emergerá tensionada entre dos extremos arriesgados: la in-
abarcabilidad y la tergiversación.
Durante la primera mitad del siglo XIX, en una época de notables
avances en materia de metodología científica y reflexiones epistemológi-
cas se irá delineando una clara oposición entre “erudición” (enorme masa
de datos fragmentarios, heterogéneos e inconexos que se enfocan analíti-
camente) y “ciencia” (ordenamiento sintético a partir del cual se organi-
zan los datos que a primera vista se ofrecen como desperdigados, disímiles
y cambiantes). Así, en tanto las lenguas son objeto de estudios histórico-
comparativos que habían establecido regularidades enunciables en “leyes”
y abierto el camino hacia la lingüística (que a comienzos del siglo XX

fine así: “ensemble de tous les témoins génétiques écrits conservés d’une œuvre ou d’un
projet d’écriture, et organisés en fonction de la chronologie des étapes successives” (Al-
muth Grésillon, op. cit., p. 241). En español alternan los términos “pre-texto” (el más
usual), “antetexto” y “prototexto”.

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será entronizada por Saussure como la auténtica ciencia del lenguaje), en


el campo textológico Karl Lachmann elabora un método riguroso para
reconstruir un texto original perdido valiéndose del examen analítico de
una complicada maraña de “post-textos” de épocas y lugares diversos.
La metodología lachmanniana marcó, indudablemente, un ingente es-
fuerzo de aproximación hacia los monumentos literarios de la Antigüe-
dad y del Medioevo, conocidos a través de un eslabonamiento de copias
apógrafas heterogéneas; pero la literatura moderna cuenta con materia-
les textuales (y a menudo pre-textuales) del autor en cantidad suficiente
como para no recaer en “fijaciones” que despojen a la obra de su vitalidad:
los tira y afloja de un escritor que lucha con la palabra para traducir una
lengua que todavía no existe a una lengua por venir, las fluctuaciones de
registro que se adecuan a diferentes estrategias de discurso, la variación
morfo-fonética y léxico-gramatical indisociable de las lenguas vivas no
son desviaciones de un rígido esquema preexistente: son la dinámica mis-
ma del lenguaje.
Pero antes de que la filología alemana y los genetistas textuales propu-
sieran dispositivos de lectura de estos complejos procesos, los filólogos se
habían interesado por el análisis de variantes escriturales de autor desde
el siglo XVI; en realidad, en una dimensión universal el análisis genético
se venía realizando cada vez que un lector crítico advertía la existencia de
reescrituras del autor en dos o más versiones (manuscritas o éditas) de un
texto y leía en esas reformulaciones significados dignos de ser tomados en
cuenta8. Pero si en el caso de la edición de obras antiguas y medievales
el filólogo se encuentra ante la virtual inexistencia de pre-textos y en el
caso de ediciones con variantes ese caudal de disimilitudes generalmente
permite ser inventariado en notas al pie, cuando se trata de obras contem-
poráneas de autores que han conservado testimonios de su trabajo escri-
tural, puede llegar a darse el caso opuesto: la superabundancia de material

8 A comienzos del siglo XVI, por ejemplo, Pietro Bembo analizó copias en limpio
autógrafas del Canzoniere de Petrarca y comentó las numerosas variantes del texto,
y desde entonces –con marcos teóricos diversos–, los filólogos italianos prosiguieron
con los estudios de variantística hasta nuestros días. Cf. María Teresa Giaveri, “La
critique génétique en Italie; Contini, Croce et l’étude des paperasses”, Genesis, 3
(1993), pp. 9-29.

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pre-textual (hecho que vuelve muy compleja la posibilidad de editar esos


materiales en su totalidad).
A lo largo del siglo XX una serie de corrientes críticas van afinando las
técnicas de lectura: estilística, formalismo ruso, estructuralismo, nueva
crítica, escuela temática, crítica psicoanalítica, sociología de la literatura,
crítica ideológica, sociocrítica, teorías de la enunciación, lingüística del
discurso, gramática del texto, pragmática, deconstruccionismo, semiótica
(en un abanico que se abre desde la semiótica formalista a la semiótica
de la cultura), etc. Cuando a principios de los setenta alcanzan su apogeo
“las grandes teorías sobre el texto”, aparecen en la escena literaria dos
vertientes críticas: las teorías de la recepción originadas en medios aca-
démicos alemanes y la escuela de crítica genética francesa (que acabaría
por revolucionar a un tiempo el método histórico-filológico y la estética
formalista).
A fines de la década del 60, un equipo del CNRS (Centre Nationale
de la Recherche Scientifique de Francia) dirigido por Louis Hay había co-
menzado a analizar los manuscritos de Heinrich Heine, reciente adqui-
sición de la Biblioteca Nacional de París. No es casual que las investi-
gaciones de un grupo de germanistas dieran origen a la crítica genética,
ya que en Alemania, justamente, empezó a consolidarse desde fines del
siglo XIX una tradición editorial crítica de textos contemporáneos que
intentaba superar por medio de otras alternativas gráficas las dificulta-
des de lectura impuestas por la consignación de variantes textuales a pie
de página9.
En 1974, Louis Hay fundó el CAM (Centre d’Analyse des Manuscrits),
que reunió en una misma estructura a los grupos de investigadores de di-
versos corpora de manuscritos autorales (fondos Heine, Proust, Zola, Ara-
gon, Flaubert, Valéry, Nerval, Joyce, Sartre, etc.), que posteriormente se
transformó en un laboratorio del CNRS y fue rebautizado como ITEM
(Institut de Textes et Manuscrits Modernes) en 1982. Desde entonces, el
Instituto ha ido convocando a estudiosos de diferentes corrientes críticas
y hoy agrupa a centenares de investigadores (franceses y extranjeros) y a
dos decenas de equipos; ha continuado profundizando en el estudio de

9 Almuth Grésillon, op. cit., pp. 180-186.

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los grandes archivos literarios de los siglos XIX y XX, y ha empezado a


explorar autores del siglo XXI10.
Si bien el concepto de avant-texte –categoría descriptiva fundadora de
una “crítica genética”– y el empleo de una nueva metodología en el es-
tudio de la génesis de un poema de Milosz puede datarse en 1972, su
creador –el psicoanalista y crítico literario Jean Bellemin-Noël– habría de
encauzar su investigación teorizando acerca de un enfoque psicoanalítico
de la literatura que llamó textanalyse11. Por otra parte, si bien ya Roland
Barthes había distinguido entre “escritura” y “texto”, y Julia Kristeva,
entre “geno-texto” y “feno-texto”, las investigaciones de los miembros
del ITEM terminarían por desplazar el estatuto científico del texto para
cedérselo a los manuscritos –“los papeles privados” del escritor– y al pro-
ceso genético de su constitución; por eso las primeras investigaciones fo-
calizarían su trabajo en una “poética de la escritura” por oposición a una
“poética del texto”.

3. Objetivos de la Crítica genética

El primer objetivo de una crítica genética es reconstruir la marcha de la


escritura, pero a la vez se apunta a dar cuenta de los procesos de simboli-
zación. Siendo su finalidad dar cuenta de una dinámica –la de la textuali-
zación en movimiento–, desarrolla para ello dos tipos principales de acti-
vidades: la edición genética de textos modernos y el abordaje de diversas
orientaciones hermenéuticas.
Así, dentro de esta línea de investigación, editar e interpretar pro-
cesos de escritura son dos actividades complementarias: editar mate-
riales de génesis representa una propuesta de lectura, pero con ello
se está adelantando un primer intento de interpretación. Y al mismo
tiempo, es imposible acceder a la etapa interpretativa sin haber tran-

10 Jean-Louis Lebrave (op. cit., pp. 33-35) y Pierre-Marc de Biasi (op. cit., pp. 27-28)
aportan detalles acerca de la formación del ITEM. Véase, además, www.item.ens.
fr
11 Jean Bellemin-Noël, Le texte et l’avant-texte. Les brouillons d’un poème de Milosz, Paris,
Larousse, 1972.

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sitado por una reconstrucción de la escritura que permita leerla sin


dificultad.
La reconstrucción de un proceso de escritura se materializa en una edi-
ción genética. Y una “edición genética” se define por oposición a “edición
crítica” remarcando, en particular, la diferencia de objetivos. En tanto la
edición crítica se propone ofrecer un texto para la lectura, la edición gené-
tica tiene por objetivo central hacer leer pre-textos. Se entiende, entonces,
por la categoría “edición genética” la que presenta, exhaustivamente y
siguiendo el orden cronológico de su aparición, los testimonios de una
génesis12.
Sin embargo, existe un estatuto intermedio. Cuando el proceso re-
construido desemboca en un “texto”13 –una configuración significativa
a la cual la firma del autor le confirió ese carácter–, pero se desea ofrecer
a la lectura un resultado junto con el proceso creativo que condujo a
él, la reproducción de la última etapa escritural registrada y su con-
frontación con la dinámica pre-textual toma la forma de una “edición
crítico-genética”14.
Una edición genética se postula como la transcripción de un proceso
significativo fracturado y multidimensional que rompe con la ilusión de
linealidad a la que nos tiene acostumbrados la letra impresa. Representar
ese proceso y facilitar su “legibilidad” es su finalidad. Y es en este sentido
que una edición genética pretende ser una máquina de leer los testimo-
nios de la arqueología de una producción literaria.

12 Almuth Grésillon, op. cit., pp. 177-202.


13 Un texto no es, indefectiblemente, la etapa final de un proceso de escritura. Muchas
veces, un autor interviene sobre una obra ya publicada y sus reformulaciones con-
vierten un “texto” en un “pre-texto”.
14 Editadas normalmente en papel (aunque a veces complementadas por CD-Roms),
las ediciones crítico-genéticas suelen asignar la mitad o dos tercios de la página a la
edición crítica del texto, consignando al margen, en cuerpo menor, las reescrituras.
La literatura latinoamericana cuenta, en esta línea, con un acervo paradigmático de
más de medio centenar de volúmenes: la Colección “Archivos”, producida en un
laboratorio dependiente del ITEM-CNRS, primero en la Universidad de Nanterre y
actualmente en la Universidad de Poitiers, y editada durante más de dos décadas en
Madrid y actualmente en la ciudad de Córdoba de la República Argentina. http://
www.mshs.univ-poitiers.fr/crla/contenidos/Archivos/accueil.html

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Hay tres tipos principales de ediciones genéticas: las ediciones facsimi-


lares, las ediciones genéticas propiamente dichas (que todavía hoy siguen
siendo las ediciones en soporte-papel)15 y las ediciones genéticas en sopor-
te electrónico (que están incrementándose progresivamente)16.
La reproducción del manuscrito mismo representa el medio más expe-
ditivo para adquirir información sobre él, ya que permite tomar contacto
con rasgos reveladores que el aparato crítico no consigna: distribución de
bloques de escritura en el espacio, diagramación, direccionalidad, duc-
tus17, trazos reveladores de ritmos de escritura y de estados de ánimo,
gráficos, dibujos, etc.18 Frente a la sofisticación de los aparatos de varian-
tes –con su sobrecarga de signos diacríticos–, el facsímil emerge una y
otra vez; no caben dudas acerca de lo dificultoso que resulta descodificar
los signos que indican supresiones, alternancias, agregados en distintas
posiciones y en diferentes etapas de revisión.
Dentro de esta línea, constituye un modelo en su género la edición de
un embrión textual de Rayuela de Julio Cortázar (que incluye, además,
otros materiales prerredaccionales), en donde el “Estudio preliminar” y
la anotación de Ana María Barrenechea iluminan los caminos –a veces
azarosos y siempre apasionantes– de la producción textual19. Aunque no
pueda ser catalogada como una edición genética stricto sensu porque no se
transcriben integralmente todos los manuscritos conservados (sí se trans-

15 La aclaración “en soporte-papel” parece ociosa dentro de lo que es todavía hoy el pano-
rama editorial; pero el concepto se opone a edición “en soporte electrónico” (o “sobre
pantalla”), tipo permanentemente en vías de desarrollo, que está destinado a constituir-
se en la edición genética del futuro.
16 En las bibliografías difundidas por el órgano oficial del ITEM, puede consultarse la
lista de las últimas ediciones genéticas publicadas. En Genesis, 30 (2010), pp. 285-
286, se registran 29 trabajos editados durante el bienio 2008-2009; casi todos ellos
fueron publicados en Francia, lo que constituye una muestra de la vitalidad de los
estudios geneticistas en ese país.
17 Almuth Grésillon, op. cit., p. 243, define ductus en estos términos: “trajet de la main
qui conduit le trait; impulsion personnelle donnée au tracé des lettres; variable selon
l’état physique et psychique du scripteur”.
18 Obviamente, a medida que la tecnología va relegando la intervención manual cam-
bia la naturaleza de estos documentos y se van difuminando estas proyecciones del
scriptor.
19 Ana María Barrenechea, Cuaderno de bitácora de “Rayuela” de Julio Cortázar, Buenos
Aires, Sudamericana, 1983.

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criben los segmentos analizados en el estudio), este trabajo es un ejemplo


paradigmático de la funcionalidad del facsímil y de la relevancia de la
anotación cuando se emprende la tarea de “hacer leer génesis”. Por otra
parte, el progreso de la técnica ha permitido mejorar notablemente la
calidad de las imágenes y con ello hay otra razón más para revitalizar estas
reproducciones20.
Lo que hoy se considera una edición genética propiamente dicha es el
resultado de un trabajo de investigación y debe constar de las siguientes
partes:

- Transcripción de todos los documentos genéticos de una obra por


orden cronológico (incluidas las notas de documentación, los planes y
los bosquejos). La representación de un proceso de escritura (que se ca-
racteriza en términos de “linealidad interrumpida”) define una edición
genética propiamente dicha.
- Notas críticas acerca de los aspectos que no son directamente apre-
hensibles para el lector (porque no se incluyen facsímiles o porque no
pueden apreciarse en la reproducción –por ejemplo, información sobre
los materiales de soporte y escritura, o sobre rasgos e intensidad del tra-
zado–), así como toda indicación relacionada con la génesis que el editor
considere útil.
- Un estudio preliminar en el que se describa el corpus genético, se in-
forme sobre su localización y sus características materiales, y se expliciten
sus etapas distinguibles. Es imprescindible que este marco informativo
incluya la consideración de documentos paratextuales: peritexto (títulos,
ordenamientos, epígrafes, prólogos, notas) y epitextos (correspondencia y
otros testimonios sobre la escritura, sean del autor o de terceros).

Indudablemente, estas ediciones constituyen repertorios de informa-


ción destinados a especialistas y su lectura puede resultar dificultosa21.

20 En este terreno, se destacan las ediciones facsimilares de los Cahiers de Valéry y las
de pre-textos de Joyce (que ocupan 55 volúmenes). Cf. Paul Valéry, Cahiers, Paris,
CNRS, 1957-1961; y The James Joyce Archive, New York-London, Garland, 1963-
1977, vols. 1-55.
21 Grésillon aporta información detallada sobre varios emprendimientos de este tipo.
Cf. Almuth Grésillon, op. cit., pp. 189-199.

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De todas maneras, la pretensión de exhibir una compleja sucesión de


procesos recursivos que desarticulan la linealidad del lenguaje sólo puede
volcarse en una edición genética electrónica, ya que el “hipertexto” infor-
mático constituye per se un modo de edición al servicio de un discurso no
secuencial. La totalidad del dossier genético es, en este caso, un hipertexto,
un conjunto de documentos totalmente disponibles dentro de la memo-
ria de la computadora y activables sobre la pantalla con el objeto de re-
construir la dinámica misma de la escritura, el movimiento que ninguna
edición en papel puede reproducir.
Una vez archivada la información, se la puede hacer circular en todas
las direcciones imaginables. Se puede hacer desfilar en orden cronológico
todas las sinopsis de partes de una obra, o comparar un bosquejo con
su textualización o la primera redacción de un pasaje con la última, o
cotejar la fase x con la fase x’, o desplegar el abanico completo de una
génesis, o reunir todas las ocurrencias de una palabra-clave para observar
sus contextos. Además, es posible incorporar a la pantalla información ex-
tratextual aclaratoria: marco histórico, intertexto cultural, paratexto (por
ejemplo, comentarios del propio autor o de terceros), reformulaciones
(adaptaciones, traducciones), etc. Por otra parte, a estas posibilidades ya
de por sí cuantiosas, se añaden otros aportes de la informática: las edi-
ciones multimedia, en las que no se trata tan solo de reproducir textos,
también es posible reproducir imágenes y sonidos vinculados al proceso
creativo o a su recepción22.

4. Innovaciones metodológicas

En tanto los estudios genéticos interrogan la escritura desde el movimien-


to que la va engendrando, pretendiendo abarcar la plenitud de significa-
dos potenciales que se suceden durante esa dinámica, imponen el desa-
rrollo de metodologías específicas para cumplimentar la fase heurística
de una investigación (que si bien provienen de una matriz filológica, han
tenido que proponer nuevas categorías descriptivas para dar cuenta de
la etapas del proceso de textualización y de la operación reescrituraria) y

22 Ibídem, pp. 199-202. Véase también Paolo D’Iorio, “Qu’est-ce qu’une édition gé-
nétique numérique?”, Genesis, 30 (2010), pp. 49-53.

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procedimientos analíticos que conduzcan a la fase hermenéutica, ya que


sólo en función de una interpretación del proceso escritural reconstruido
puede hablarse de una auténtica “crítica genética”.
En consonancia con la naturaleza de su objeto de análisis, la crítica
genética desarrolla una metodología de raigambre filológica encaminada
a enfocar la materialidad, la forma y la modalidad de la escritura (papeles,
tintas, grafías, rasgos simples, trazado, ductus, diagramación, ritmos). Así,
sus principales innovaciones técnicas se concentran en su fase heurística,
que impone el relevamiento de un corpus dinámico en el que será necesa-
rio deslindar múltiples dimensiones diacrónicas: en primer término, la de
las etapas de un proceso de producción encaminado hacia una hipotética
desembocadura textual, y dentro de cada una de ellas, las sucesivas cam-
pañas de reescritura, en tanto que paralelamente se impone la descripción
de una operatoria múltiple y heterogénea. El hecho de focalizar la diná-
mica escritural conduce a la crítica genética a la postulación de categorías
descriptivas y procedimientos de elucidación ad hoc: una vez relevado un
corpus documental se impone el reconocimiento de etapas genéticas en
tanto que, dentro de cada una de ellas, debe ser reconstruido el proceso
de escritura particular.
La reconstrucción de esa dinámica presupone la constitución de un
dossier genético (el conjunto material de documentos de ese proceso que
ha sido posible reunir y clasificar). No se trata tan solo de material prerre-
daccional, redaccional y editorial de la trayectoria escritural misma; inte-
resan también (aunque tengan carácter complementario) los documentos
que aportan informaciones exteriores a la génesis pero valiosas para el
analista (biblioteca personal del escritor, correspondencia u otros escritos
en los que se hable del proceso creativo, contratos de edición, archivos
personales y otros materiales testimoniales: dibujos, fotos, entrevistas, vi-
deos, films, etc.).
Con respecto al deslinde de etapas escriturales, la primera distinción
que se impone es la de una genética prerredaccional (etapa anterior al co-
mienzo de un proceso de textualización) y una genética redaccional (etapa
en la que la escritura se encamina directamente a textualizar); además,
en el itinerario genético redaccional, generalmente se advierten marcadas
diferencias entre una genética de manuscritos y una genética editorial.

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Élida Lois, La crítica genética: un marco teórico sobre la disciplina, objetivos y método

La didáctica de la redacción y los manuales de corrección de estilo han


venido insistiendo en progresiones del tipo “planificación”, “redacción”
(con su tradicional subdivisión en “comienzo”, “desarrollo” y “acaba-
miento”) y publicación (con sus clásicas operaciones de “acondiciona-
miento”); no obstante, los dossiers genéticos más nutridos y complejos
muestran que esas etapas, que pueden sucederse en un proceso indivi-
dual, se desarticulan al considerar globalmente un itinerario escritural: al
igual que la escritura en proceso, la historia de la dinámica textual de una
obra no es lineal.
Algunas veces, en medio de un proceso de textualización avanzada, se
emprenden procesos de documentación o se incorporan testimonios reu-
nidos posteriormente; otras, se decide retocar o recomenzar planificacio-
nes generales23. Otras veces, se reformula una versión édita hasta el punto
de convertirla –en forma regresiva y comparativamente– en un verdadero
“borrador”24. Incluso, a partir de una prueba de página o una versión
édita, un autor puede lanzarse a recuperar etapas primigenias de su pro-
ducción escritural: es el caso de la novena edición de El gaucho Martín
Fierro, para cuya preparación José Hernández retoma características so-
ciolingüísticas de los primeros estadios escriturales, consulta para ello el
manuscrito más antiguo que conserva y repone muchos de sus versos25.
La crítica genética se ha fijado como objetivo esencial la reconstitu-
ción de la etapa pre-textual a partir de manuscritos y en este espacio ha
desplegado, particularmente, su repertorio teórico-metodológico. Es bien

23 Inmerso en el proceso de textualización de su novela La traición de Rita Hayworth,


Manuel Puig rehace continuamente la planificación general en listas de títulos con-
notativos o de identificaciones instrumentales de los capítulos. Cf. Graciela Gold-
chluk, “Esquemas narrativos”, en Materiales para “La traición de Rita Hayworth”, ed.
José Amícola, La Plata, Ediciones especiales de la Revista Orbis Tertius, Universidad
Nacional de La Plata, pp. 373-402.
24 Después de la publicación del cuento “Estreno” (que abre la galería de relatos que
componen La guerra gaucha), Leopoldo Lugones comienza a reformularlo, hace una
nueva copia en limpio manuscrita en la que finalmente no queda casi ningún pasaje
sin modificaciones; así, las reescrituras y reestructuraciones convierten esa copia en
limpio en un nuevo borrador. Cf. Élida Lois, “Construcción de una autoridad lite-
raria y tematización del autoritarismo”, op. cit., pp. 103-116.
25 José Hernández, Martín Fierro, ed. crítico-genética Élida Lois, París-Madrid, Colec-
ción Archivos, 2001, pp. LXIII-LXVI.

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sabido, sin embargo, que a menudo pueden rastrearse importantes inno-


vaciones en etapas posteriores (sobre copias dactilografiadas o impresas,
en pruebas de imprenta, a través de versiones éditas sucesivas); pero es in-
dudable que entre el manuscrito y lo impreso para ser difundido se cruza
la brecha entre el mundo privado y el espacio público, y la transposición
de ese límite constituye un hito remarcable en el proceso de la comunica-
ción literaria. De todos modos, no siempre es posible trazar una frontera
nítida entre esos dos ámbitos: su interacción opera notoriamente en el
proceso escritural mismo (muchas reescrituras obedecen a la anticipación
in mente de una presunta recepción), en tanto que algunos escritores al-
canzaron fama (particularmente entre los editores) por su compulsión
a reescribir sobre las pruebas de página transformándolas en auténticos
“borradores”26.
Con las limitaciones remarcadas, los materiales de génesis escritural se
dividen en tres grandes categorías:

- materiales prerredaccionales,
- material redaccional,
- versiones éditas sucesivas con reescrituras27.

En la etapa prerredaccional se producen pre-textos preparatorios, es de-


cir, anteriores al comienzo de la textualización y, en los escritores que
tienden a programar la marcha del proceso escritural28, este estadio cons-

26 En este sentido, son proverbiales los casos de Honoré de Balzac y de Benito Pérez
Galdós.
27 De Biasi distingue cuatro etapas genéticas porque deslinda una “fase preeditorial”
(Pierre-Marc de Biasi, op. cit., pp. 29-40). Es cierto que –al margen de la existencia
de excepciones como las ya comentadas– en líneas generales se observa en la prepa-
ración del material destinado a la imprenta un predominio de “retoques” en función
de alguna hipótesis textual que ya ha guiado el acabado del original. Pero, justamen-
te porque las reescrituras de esta etapa no suelen diferenciarse sustancialmente de las
que se han llevado a cabo en la(s) última(s) copia(s) en limpio, este estadio no parece
alcanzar una auténtica autonomía escritural; además, a veces ese tipo de retoques
característicos se prolonga en la etapa editorial.
28 Louis Hay distingue dos tipos fundamentales de escritura literaria: la “escritura pro-
gramada” (écriture à programme) y la “escritura pulsional” (écriture à processus). Se
trata de dos modos diferentes de encarar la dinámica escritural: el primero, a partir

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tituye el núcleo generador primario de ese proceso. Las operaciones de


búsqueda de materiales, exploración y preparación pasan aquí a primer
plano; pero esto no significa postular que constituyan rasgos privativos
de la etapa, ya que pueden reaparecer en todas las instancias posteriores
(incluso a partir de un texto editado).
Esta etapa puede estar precedida por investigaciones preliminares (por
ejemplo, documentación histórica, geográfica, lingüística, de usos y cos-
tumbres, etc.) y proyectarse en anotaciones y reflexiones críticas acerca del
material reunido; puede, también, expresarse en estudios exploratorios.
Los pre-textos más característicos de este estadio son de índole instru-
mental: planes, croquis (a veces con gráficos y dibujos, por ejemplo, en
función de una descripción o de un desarrollo de acciones), bosquejos,
esquemas argumentales, guiones, listas de palabras clave (títulos, temas,
personajes, ambientes, atmósferas, símbolos), cronologías, genealogías,
notas dispersas (ideas, comentarios), esbozos de redacción (comienzos,
pasajes sueltos), etc.
Distinguir los materiales prerredaccionales de los redaccionales no
implica desechar híbridos: por ejemplo, planes que contienen embrio-
nes textuales o que intercalan segmentos de textualización. También se
mueven en un terreno medianero las “salidas truncas”. Comienzos aban-
donados o textualizaciones incompletas pueden retomarse más adelante
(incluso muchos años después): a veces a partir de la pieza dejada de lado,
a veces sin tenerla a la vista.
Otro caso especial constituyen las anotaciones metaescriturarias, en las
que un autor comenta su propia producción o se da instrucciones a sí
mismo, ya que pueden funcionar –o no– como nuevos pre-textos prepa-
ratorios.
La etapa redaccional, por su parte, es el ámbito de los pre-textos pro-
piamente dichos, es decir, de la escritura ya directamente encaminada a
textualizar (embriones textuales, borradores sucesivos, copias en limpio

de una documentación y una planificación rigurosas (Zola es un ejemplo paradig-


mático); el segundo, sumergiéndose en el flujo escritural sin esquemas previos (así
escribían Stendhal y Kafka, aunque lanzándose a nuevas campañas escriturales a par-
tir de relecturas). De todas maneras, la mayoría de los escritores suele combinar los
dos estilos de producción literaria según las circunstancias de cada proceso creativo.
Cf. Louis Hay, op. cit., pp. 313-328.

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(que también pueden sucederse), originales destinados a la impresión,


pruebas de imprenta con correcciones, etc.
Los borradores manuscritos, normalmente el espacio de mayor espesor
conflictivo (con sus vacilaciones, su planteamiento de alternativas, sus
marchas y contramarchas, sus zigzagueos y sus círculos), constituyen el
objeto de análisis preferido por el geneticismo. De su examen ha surgido
la concepción del trabajo de escribir en términos de tensión y recursivi-
dad, y los mayores desafíos teóricos, metodológicos y hermenéuticos a los
que se enfrenta la crítica genética.
Pero si bien la crítica genética privilegia el trabajo sobre manuscritos,
en algunos casos las transformaciones a las que un autor somete las su-
cesivas ediciones de sus textos permiten seguir la génesis de una obra a
través de variación édita. En estos casos, puede decirse que las reescrituras
conocen una etapa editorial.
Si bien las variantes que se observan en reediciones a menudo revisten
el carácter de “retoques” (ajustes de cabos sueltos), no faltan versiones su-
cesivas intensamente reescritas. La tercera versión de Los misterios del Pla-
ta de Juana Manso, por ejemplo, no podría publicarse en una columna
junto a cualquiera de las dos versiones anteriores en una edición genética
que buscase facilitar el cotejo textual, a tal punto ha sido reformulado
el relato a pesar de mantener la secuencia argumental29. Tampoco las
reescrituras que Borges realizó sobre las reediciones de sus tres primeros
poemarios (Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Mar-
tín) se limitan a retoques: van componiendo un tránsito de ópticas, de
valores, de poéticas, de retóricas, de estéticas, y tampoco desconocen la
contradicción; simultáneamente, nuevos prólogos pretenden manipular
la interpretación del lector30.
Debe tomarse en cuenta, al respecto, que el peritexto suele moverse
conjuntamente con el texto, mostrando que también cambian esas “pis-
tas” acerca de cómo debe leerse un texto que el autor esparce en prólogos,
dedicatorias, títulos, subtítulos, epígrafes, notas, epílogos, apéndices. En

29 Élida Lois, “Juana Manso, puente entre dos culturas: la edición genética bilingüe de Los
misterios del Plata ideada por Paul Verdevoye”, Río de la Plata, 28 (2005), pp. 197-210.
30 Élida Lois, “La dialéctica cambio-permanencia en la reescritura de poemas del primer
Borges”, en VV.AA., Borges, Buenos Aires, Biblioteca del Congreso de la Nación, 1998,
pp. 101-118.

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las recopilaciones de poemas o de relatos, por otra parte, el cambio de


orden de las piezas puede ser tan significativo como las supresiones y los
agregados.
En suma, si bien –como se ha dicho– no debe olvidarse que la serie
de tres etapas señalada puede alterar esa linealidad que la lógica pretende
imponer a la temporalidad “histórica”, no caben tampoco dudas acerca
de que cada una de ellas está marcada por una operación predominante
(aunque no le sea privativa): las actividades preparatorias de un proceso de
escritura (fundamentalmente, documentación y planificación) en la etapa
prerredaccional, el vaivén escritura-reescritura / lectura-relectura de la tex-
tualización en proceso en la etapa redaccional y la reconstrucción textual
en la etapa editorial (ya que en este estadio al investigador se le presenta la
oportunidad de confrontar textos sucesivos –nítidamente “fijados” para
su publicación– y esta posibilidad caracteriza la dinámica de este estadio
escritural). Es con una orientación simplificadora, entonces, que pueden
distinguirse una génesis de proyectos escriturales, una génesis escritural y una
génesis editorial.
La linealidad del lenguaje, directamente aprehensible en la cadena so-
nora y en la materialidad de los renglones impresos, se desarticula en la
escritura en proceso: como se ha dicho, “la escritura es reescritura” y des-
cribe una progresión que la crítica genética debe reconstruir.
En los estudios genéticos, la “reescritura” se define como la actividad
escritural que vuelve sobre lo ya escrito (ya se trate de palabras, frases, pá-
rrafos, capítulos o textos enteros) para reformularlo31. Así, la reescritura se
ofrece como una combinatoria de operaciones múltiples y heterogéneas:
reemplazos verticales o lineales –al correr de la pluma–, desplazamientos,
expansiones, yuxtaposiciones, interpolaciones, reducciones, supresiones,
interrupciones –momentáneas o permanentes–, conexiones, desgaja-
mientos, intersecciones, etc. En cuanto a la consignación de alternativas
posibles, representan planteamientos de sustitución no consumados.
Las distintas operaciones se entrecruzan a través de los ejes del sin-
tagma y del paradigma, que resultan insuficientes para dar cuenta de las
relaciones oblicuas que las encadenan y las desvinculan continuamente.
Cada operación de reescritura es un indicio susceptible de ser interpreta-

31 Almuth Grésillon, op. cit., p. 295.

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do; pero, sin negar que existen casos de reescrituras aisladas u ocasionales
cargadas de valor indicial, en principio son las redes de relaciones las que
sustentan las construcciones críticas más sólidamente fundamentadas.
Con respecto a las tachaduras, interesa distinguir las que cumplen una
función eliminatoria y las que suprimen elementos para sustituirlos por
otros, ya que imponen diferentes interrogantes: ¿por qué se desechan de-
terminados elementos? ¿Por qué se reescriben determinadas secuencias?
Interesa también analizar la naturaleza de las interrupciones: los co-
mienzos abortados, los cortes ocasionales o motivados, las secuencias
definitivamente interrumpidas y las diferidas (las que se retoman poste-
riormente). Hay que diferenciar, por otra parte, las interrupciones del in-
acabamiento (la falta de continuación de un proceso que puede responder
tanto a circunstancias fortuitas como a desinterés por su prosecución).
Así, en este tipo de análisis van surgiendo nuevas categorías concep-
tuales, resultado de una pragmática de la escritura en proceso: como la
distinción entre espacios variantes y espacios invariantes (masa escritural
conservada a lo largo de sucesivas reformulaciones), ya que, apuntando
a la interpretación global de un proceso de escritura, hay que tomar en
cuenta tanto lo que se modifica como lo que se conserva.
En los espacios variantes, es importante distinguir entre variantes de
escritura (las que surgen al correr de la pluma y se reconocen porque se
escriben en la línea escritural después de una tachadura) y variantes de lec-
tura (las que surgen en una lectura posterior a la que acompaña el proceso
escritural y se observan en interlineado, o se extienden por los márgenes
o dorsos, o exigen soportes suplementarios). La ubicación y la distribu-
ción de las variantes de lectura (también la intensidad o el color de la
tinta) informan sobre la temporalidad y las características del proceso de
reformulación (la presencia de una o más campañas de reescritura, por
ejemplo). Es significativa, además, la extensión de las variantes (palabras,
frases, pasajes, capítulos) y su función lingüística (elementos lexicales,
construcciones gramaticales, conectores oracionales, operadores pragmá-
ticos, modalizadores).
También es importante distinguir entre las variantes puntuales y las
variantes ligadas (éstas se integran en redes de relaciones más complejas
que es necesario establecer para desentrañar los significados de las rees-
crituras).

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Desde ya, todas las categorías descriptivas se combinan: importa, por


ejemplo, relacionar el tipo de reescrituras y la etapa escritural (puede re-
escribirse un plan reinstalando una fase preparatoria en la etapa redaccio-
nal, pueden recomenzarse textualizaciones en la etapa editorial).
Por último, no puede olvidarse que el examen de trabajo escritural
manuscrito es una entrada en la vida privada de un escritor que ha tenido
contacto corporal con la tinta y el papel; así, la premura o la detención,
el nerviosismo o la distensión, la firmeza o las vacilaciones del ductus, o
la intensidad de una inscripción, son indicios interpretables no sólo de
estados de ánimo sino también de actitudes ante el proceso creativo.

5. La interpretación del proceso escritural

En su primera década de investigaciones, la crítica genética de la escuela


francesa no sólo insistió en deslindar un campo de estudios privativo (la
escritura en proceso), privilegió también el enfoque de un método que
denominó “poética de la escritura”. En estos términos caracterizó Le-
brave una competencia específica cuando, respondiendo a la pregunta
que había formulado en el título de uno de los artículos fundadores de
esta escuela (“La critique génétique: une discipline nouvelle ou un avatar
moderne de la philologie?”), sostenía que había irrumpido en el campo
de los estudios literarios una nueva disciplina que se independizaba total-
mente de los dominios de la filología32.
Consideramos, por el contrario, que la filología es una ciencia en mo-
vimiento perpetuo y el geneticismo textual practicado sobre manuscritos
modernos uno de sus avatares. La materialidad y la operatoria de la escri-
tura están atravesadas de historicidad y nunca podrán ser auténticamente
interpretadas sin dar cuenta de esa condición. Indudablemente, la His-
toria no ofrece una clave preexistente para la interpretación de dinámicas
textuales y la garra invisible de la ideología dominante no abre todas las
puertas de acceso a la complejidad de un proceso de simbolización; en
otras palabras, así como la génesis escritural no es un recorrido predeter-
minado que desemboca en un texto, tampoco es una función mecánica

32 Jean-Louis Lebrave, op. cit., pp. 70-72.

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de procesos históricos o de condicionamientos ideológicos. No obstante,


tampoco puede dejar de señalarse la existencia de campos de interacción
entre lo literario y lo social, y así como la compleja maraña de imbrica-
ciones que se teje y desteje durante los vaivenes de las reescrituras no obe-
dece a una sola lógica, también se interrelaciona con múltiples factores
históricos.
En la considerable masa documental analizada ya por la crítica genéti-
ca, la escritura se exhibe como un conjunto de procesos recursivos en los
que escritura y lectura entablan un juego dialéctico sostenido que rompe
con la ilusión de una marcha unidireccional: “escritura” resulta ser sinó-
nimo de “reescritura”, y este objeto “redescubierto” por el geneticismo,
en tanto soporte material e intelectual de la cultura, recoge en su interior
las tensiones del proceso social en el que está inmerso. Así, las fluctuacio-
nes de la escritura son descritas como el resultado de tensiones en las que
se enfrentan programas vs improvisaciones pulsionales, la adhesión a lo
establecido versus la voluntad de innovar, y otras indecisiones y titubeos
que hacen de los papeles de trabajo escritural un “lugar de conflictos
discursivos”. En su modo peculiar de avanzar, la escritura se revela regida
por códigos sociolingüísticos y estéticos, y por otras constricciones cultu-
rales; su sustrato ideológico se integra, entonces, en ese espacio comple-
jo que Michel Foucault ha denominado “formación discursiva”, y en el
interior de una formación discursiva la escritura se correlaciona con las
“formaciones sociales”.
Por otra parte, la etapa final de un proceso textual es vista como una
más entre otras; a lo sumo, como el producto específico de un conjunto
de tendencias, pero jamás como un resultado inevitable. Sin embargo, la
intuición de los poetas se había adelantado a esa percepción de la “vir-
tualidad textual”, como la de Jorge Luis Borges (entre otros), que escri-
bió en 1932 en su ensayo Discusión: “no puede haber sino borradores.
El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al
cansancio”33.
De todas maneras, aunque sin dejar de reivindicar la delimitación de
un campo de indagaciones específico (las reescrituras de manuscritos mo-
dernos) y privilegiando siempre la estética de los procesos creativos y la

33 Jorge Luis Borges, “Las versiones homéricas”, en Obras completas, Buenos Aires, Eme-
cé Editores, I (1923-1949), 1974, p. 239.

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Élida Lois, La crítica genética: un marco teórico sobre la disciplina, objetivos y método

historia de las prácticas escriturales, los miembros más conspicuos del


ITEM han reconocido la legitimidad de otras perspectivas. Louis Hay
considera que las indagaciones ideológicas, sociológicas e historiográ-
ficas se vinculan con una larga tradición de controversias acerca de las
relaciones entre procesos de simbolización y sociedad, y sostiene que la
crítica genética las ha provisto de nuevos materiales (nuevos “campos de
batalla”)34.
Almuth Grésillon y Pierre-Marc de Biasi, por su parte, no han dejado
de incluir en sus visiones panorámicas del geneticismo las diversas orien-
taciones hermenéuticas. De Biasi, por ejemplo, no sólo toma en cuenta
la poética de la escritura sino también la exploración de reescrituras em-
prendida por la lingüística, el psicoanálisis, la fenomenología, la historia,
la sociocrítica, la crítica temática, la crítica biográfica y la crítica autobio-
gráfica35. Grésillon, por su parte, ha condensado en la expresión “lire tous
les sens” las múltiples perspectivas de análisis a las que se abre la génesis
escritural36.
En suma, el examen de los procesos escriturales demuestra que en ese
espacio late un perpetuo enfrentamiento entre unidad y diversidad, equi-
librio e inestabilidad, permanencia y cambio, un campo de tensiones que
ya podía presentirse en el ambiguo planteamiento del conflicto entre es-
critura vs oralidad y entre memoria escritural vs ’ανάμνησις que hace
Platón en su obra más hermética, el Fedro (donde ese punto de inflexión
de un proceso cultural que puede asociarse al nacimiento de la filología se
vincula al famoso mito del viaje del alma al reino de las ideas puras)37. Así,
desde los mitos de los orígenes hasta el concepto de hipertexto –en cuya
postulación confluyen la teoría literaria y la informática–, esa oposición
dialéctica entre la permanencia y el cambio –inherente a la naturaleza de
los procesos culturales– signa un campo donde la Filología muere y rena-
ce como una suerte de Ave Fénix.

34 Louis Hay, “Critiques de la critique génétique”, Genesis, 6 (1994), pp. 11-23.


35 Pierre-Marc de Biasi, op. cit., pp. 84-103.
36 Almuth Grésillon, op. cit., p. 141.
37 Derrida ha analizado la ambigüedad esencial de ese pasaje del Fedro desde la óptica
de una “metafísica de la escritura” (Jacques Derrida, La Dissémination, Paris, Édi-
tions du Seuil, 1972).

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