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La poesía, una nueva terapia

"Sé el poeta de tu vida" clama Jacques de Coulon, famoso filósofo. La poesía no es ni una vía de
escape ni una abstracción sino más bien un medio de salir de unos esquemas determinados para
conseguir ser uno mismo. Descubre los beneficios de la poesía y cómo empezar a escribir.

Índice

El buen uso de las palabras

Nuestra necesidad de poesía

La poesía como tratamiento

En práctica

"La poesía proporciona una fuerza, una poderosa energía para vivir nuestra vida en plenitud"
afirma Jacques de Coulon. Este famoso filósofo, director de colegio en Fribourg (Suiza) proclama la
poetización de la vida.

El buen uso de las palabras

Las palabras contra los problemas... Un concepto que, aunque pueda parecernos familiar hoy en
día, asume otra dimensión con Jacques de Coulon. Sí, estamos hablando de palabras, pero
¡poéticas! Tampoco hablamos de ellas para expresar un malestar o conseguir comunicarnos mejor
sino para liberar nuestra imaginación y hacer que los símbolos de nuestra psique vibren. Pero no
podemos evitar preguntarnos ¿para qué nos va a servir?

"El lenguaje es la casa del ser; modificándolo podremos actuar sobre el mundo que nos rodea y
darle una nueva visión”, responde Jacques de Coulon. Esta ligera modificación que la poesía podría
aportarnos basta a veces para modificar nuestra manera de vernos a nosotros mismos o a nuestro
entorno.

La poesía cumple su papel, el de educarnos y darnos alegría, mostrándonos que no siempre es


necesario cambiar el decorado, el trabajo, la pareja o la ciudad, para vivir de otra manera.

Nuestra necesidad de poesía

Aunque, en general, tendemos a relegar la poesía al registro de las actividades superfluas, Jacques
de Coulon, opina que todos necesitamos poesía en nuestra. La mayor parte de nosotros, dotados
de un pensamiento analítico y estadístico, regido por la política del hacer, estaríamos encerrados
en una perspectiva impuesta y la presión de un activismo generalizado. Resultado: "no somos
dueños de nuestro interior y no podemos disfrutar del momento presente, el único tesoro que
poseemos", afirma el filósofo reconvertido en poeta. La poesía puede por tanto ayudarnos a
deshacernos de esta estrechez de miras y permitirnos adquirir otra más amplia de nuestra
realidad. Ni una vía de escape, ni una abstracción… ¡la poesía podría ser la nueva manera de volver
al origen de quiénes somos!

Una vía accesible: poetizar la vida requiere ser capaz de sentarse a mirar las nubes, de fijar la
mirada en las personas que nos rodean o de pasearnos por la ciudad sin destino. ¿Cuántos se
toman hoy en día el tiempo de vivir?

La poesía como tratamiento

Quien dice terapia, dice dolor. Según Jacques de Coulon, "nuestro sufrimiento procede del hecho
de que pasamos nuestra vida identificándonos" ya sea con estados de ánimo, con situaciones o
incluso con objetos. Así, estamos atados a nuestro trabajo, a nuestro amor o a nuestro coche. De
su presencia depende nuestro bienestar e incluso nuestra felicidad y, si desaparecen, nuestro
equilibrio se ve amenazado. "Sin embargo somos algo más que un empleo o una relación"insiste el
filósofo.

En caso de dificultad nos sentimos consumidos. El aspecto efímero de este estado nos escapa. Hay
que ser capaz de desidentificarse de un dolor, así como de una gran alegría. "Los días pasan, yo me
quedo” claman los poetas. Ser poeta, es ser capaz de encontrarse en un puente observando el
color del río, metáfora de nuestro estado cambiante. Poetizar puede permitir liberarnos de
nuestras identidades para reencontrarnos con nuestra propia autenticidad.

En práctica

1 - ¡Relax!

Para llegar al poeta que llevamos dentro, la clave está en la relajación. Busca un estado de calma
para que las palabras y las imágenes fluyan... Ya sea un poema que te guste u otros que inventarás
tú mismo, puedes repetirlos como un mantra para entrar en consonancia con el simbolismo que
representan. Las palabras tienen un poder real de creación.

2 - ¡Abre tus sentidos!


Llegar a ser poeta requiere salir del mundo material y volver al de los sentidos. Perdido en tus
pensamientos, te perderás las riquezas que el mundo real te ofrece. Deja que el viento o el sol
acaricien tu piel, saborea una fruta, huele un ramo de flores... Sin juzgar ni etiquetar, sino dejando
que las imágenes y las palabras vengan a tu mente.

C. Maillard

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