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Art. 159 C.

C: revocación del sustituto

“La sustitución puede ser revocada por el representante, reasumiendo el poder, salvo
pacto distinto”.

Fernando Vidal Ramírez

El subapoderamiento, como modalidad de la sustitución, lo que lleva a considerar la


sustitución propiamente dicha y la sustitución que opera como subapoderamiento.

La sustitución, es la cesión de la representación y, con ella, de las facultades


conferidas al sustituyente en el acto del apoderamiento. Como consecuencia de ella, el
representante que se sustituye cede su posición al sustituto en relación con el
representado.

El subapoderamiento, por el contrario, no sustrae al representante de la relación


representativa sino que le genera una relación con el subapoderado…

El subapoderamiento viene a ser, entonces, un acto jurídico en virtud del cual el


representante otorga a otro sujeto, total o parcialmente, las facultades de las que está
investido y que constituyen el poder que le ha sido conferido, reservándose el derecho
de reasumirlas cuando lo estime conveniente o necesario.

El artículo 159 plantea la figura de subapoderamiento reconociéndole al representante


la facultad de revocarlo y reasumir la representación. Y al referirse al “pacto distinto”
puede entenderse a la referida a la sustitución propiamente dicha, en virtud de la cual
no le es posible al sustituido reasumir la representación.

Juan Guillermo Lobman Luca de Tena

Sustitución y delegación

a) Sustitución auténtica es aquella por al cual e representante confiera la


totalidad o parte de sus facultades a un tercero, quien se subroga en los
deberes de representación ajenos a tales facultades que recibe. En este
supuesto, cuando hay sustitución o transmisión total el representante queda
desvinculado de la relación representativa y su lugar es asumido por el
cesionario; si hubiera sustitución parcial, se retira el representante de la
relación en lo que atañe a las atribuciones cedidas. Respecto de los actos
futuros, la responsabilidad es del nuevo representante.
Surge una duda, a quien le corresponde disponer que la sustitución no puede
ser revocada.

En principio, el representado puede revocarlo, porque es dueño y señor de su voluntad


y derechos. Con relación al representante, él no pude revocar la sustitución y reasumir
el poder porque en el fondo ello implica una renuncia.

b) La delegación el representante permanece vinculado al representado y


responsable ante él. Delega sus facultades -todas o parte-, pero el delegado
responde ante el delegante y este ante el representado: no hay relación jurídica
directa entre el principal y el delegado, como sí lo hay en la sustitución entre el
principal y el sustituto.
Principios: (conclusión)
- El representante no podrá sustituir en todo o en parte sus poderes sin la previa
autorización expresa de su representado (no se puede inferir de actos que
implícitamente perezcan conceder permiso de sustitución).
- Producida la sustitución, puede el representante antiguo revocarla y reasumir la
representación, salvo que el representado se lo hubiera prohibido, o al sustituir,
hubiera renunciado a la reasunción.

Aníbal Torres Vásquez

Producida la sustitución, no se extingue totalmente la relación representativa original,


pues frente al sustituto el representante continúa representando a su poderdante y por
consiguiente, puede revocar la sustitución en cualquier momento, reasumiendo el
poder, salvo disposición contraria del representado.

Art. 160 C.C: representación directa

“El acto jurídico celebrado por el representante, dentro de los límites de las facultades
que se le hayan conferido, produce efectos directamente respecto del representado”.

Fernando Vidal Ramírez

La representación directa se origina en un acto de otorgamiento de representación en


virtud del cual quien quiere ser representado confía en el representante la cautela de
sus intereses para que actúe en su nombre, sustituyéndolo en el acto representativo y
en la relación que va a generar con el tercero contratante, para que los efectos
jurídicos del acto celebrado se dirijan directamente a su esfera jurídica.

Lo característico de la representación directa es, entonces, que el representante actúe


en contemplatio dómine, esto es, en nombre del representado, a quien se dirigen
todos los efectos jurídicos que generen los actos jurídicos que celebre.

Según COVIELLO para que haya representación directa es necesario que se obre en
nombre de otro, pues obrar en interés ajeno no es bastante para que los efectos del
negocio operen, sin más, en beneficio y a cargo no de quien lo realiza, sino de la
persona en cuyo nombre se celebra.

Para STOLFI la representación implica que le representante además de declarar su


propia voluntad especifique que lo hace por cuenta de otro y para que los efectos del
negocio se verifiquen inmediata y exclusivamente con respecto al otro, por el que
todas las acciones del acto, ya para su ejecución o para su impugnación, se han de
proponer por o contra el representado.

Juan Guillermo Lobmann Luca de Tena

El artículo 160 alude explícitamente a la representación directa; aquella por cuya virtud
el representante es un nexo puente, de modo tal que sobre él no recaen las
consecuencias jurídicas del negocio: se atribuyen al representado sin que entre éste y
su representante sea menester un ulterior negocio de cesión.

Representación voluntaria directa (declaración de voluntad unilateral y recepticia).

El dispositivo 160, ha omitido puntualizar que los efectos recaen nominalmente en el


representado siempre y cuando el representante haya actuado en su nombre. De lo
contrario, el precepto no se entendería. Es menester, pues, que el apoderado indique
el carácter de representación que ostenta. Pero ello no basta: debe indicarse el
nombre del representado y declarar que se actúa para él y por su cuenta.

Trabuchi puntualiza que el representante actúa en nombre ajeno y esto al mismo


tiempo será signo de que se actúa por cuenta ajena.

Pero los efectos del acto realizado repercuten en el haber del representado sólo en la
medida que el representante haya procedido dentro de las facultades que se le haya
conferido.

Aníbal Torres Vásquez

Los efectos del acto jurídico representativo, esto es, del acto celebrado por el
representante en nombre del representado, dentro de los límites del poder, se
producen directa e inmediatamente para este como si él mismo lo hubiera celebrado.

El representante no adquiere derechos ni contrae obligaciones derivadas de este acto.

Al haberse celebrado el acto jurídico en nombre del representado, éste adquiere


directamente sus efectos, es decir, queda obligado directamente respecto del tercero o
terceros con quien el representante concluyó el acto representativo. Por este acto
representativo se regulan las relaciones entre representado y tercero; el representante,
una vez que lo celebró tiene la calidad de un tercero que no pude beneficiarse ni
perjudicarse con dicho acto.

Como expresa BARBERO, “naturalmente, el conferimiento del poder (en la


representación voluntaria) no excluye nunca que el otorgante se ingiera personalmente
en la gestión de su negocio; es decir, el otorgante, con el conferimiento del poder, no
se despoja del poder de intervenir directamente, obrando en nombre propio.

Art. 161 C.C: representación directa sin poder

“El acto jurídico celebrado por el representante excediendo los límites de las
facultades que se le hubiere conferido o violándolas, es ineficaz con relación al
representado, sin prejuicio de las responsabilidades que resulten frente a éste y a
terceros.
También es ineficaz ante el supuesto representado el acto jurídico celebrado por
persona que no tiene la representación que se atribuye”.

Fernando Vidal Ramírez


La representación directa sin poder es una anomalía porque quien actúa como
representante a nombre de otro carece de poder para la celebración del acto
representativo y, hasta puede no existir una relación representativa previa, pues se ha
arrogado una representación que no le ha sido otorgada.

Según MESSINEO, en la representación sin conferimiento de poderes puede incurrir el


representante en los siguientes casos: a) al excederse de los poderes que se le han
conferido, o violar a la procura; b) obrar cuando no es ya representante; c) obrar sin
haber sido nunca representante.

El acotado artículo 161 plantea tres casos en los cuales se configura a representación
directa sin poder:

1. El exceso en los límites de las facultades


El representante debe actuar dentro de los límites de las facultades que le ha
conferido el representado, tan es así que el acto del apoderamiento le sirve de título
para legitimar su actuación durante el tiempo que le han sido conferidas las facultades.
Estas facultades debes ser ejercidas, obviamente, dentro de los límites impuestos por
el dóminus.
Ahora bien, los límites de las facultades a que se refiere el artículo 161 son límites
temporales. El exceso se produce cuando el representante no se atiene a la vigencia
temporal de las facultades con las que ha sido investido para el ejercicio de la
representación y extiende su actuación más allá de su vigencia, exctendiéndolas.

En tal caso anota STOLFI, el negocio representativo no produce efecto alguno, ni


favorable ni perjudicial para el dóminus, pues el representante no ha actuado dentro
de los límites de la autorización.

2. La violación de las facultades

El representante debe obrar con arreglo a las facultades que le han sido
conferidas, ateniéndose estrictamente a los actos jurídicos para los cuales ha sido
autorizado y cautelando permanentemente el interés del representado.

3. La atribución indebida de la representación

Sobre el caso de que alguien se atribuya una representación que no tiene, sea
porque se ha extinguido la relación representativa, porque el apoderamiento ha sido
revocado o porque nunca se le otorgó la representación ni los poderes. Esta situación
difiere, pues, de las anteriores, porque en esta, no existiendo relación representativa,
el seudorrepresentante la ha asumido de hecho y, más aún, ha usado facultades o
poderes inexistentes como un falsus procurator, a quien Díez Picazo describe como la
persona que lleva a cabo un acto de injerencia o de invasión de la esfera jurídica ajena
sin estar autorizado para ello.

Consecuencias de la representación sin poder


La injerencia indebida en la esfera jurídica ajena, sea por exceso de los límites de
las facultades, por su violación o por atribuirse una representación que no tiene, es
ilícita. Sin embargo, como apunta Díez Picazo, pese a esta ilicitud y a la defensa que
menester llevar a cabo de la esfera jurídica invadida, el ordenamiento jurídico no debe
adoptar medidas radicales y más bien debe esperar a comprobar cuales son los
resultados que de ese actuar lícito se pueden derivar.

El acto representativo celebrado por el falsus procurator es, pues, ineficaz


respecto del representado, a quien corresponde ratificarlo o no.

La ineficacia no significa que el acto sea nulo o anulable sino, simplemente, que
no despliega sus efectos hacia la esfera jurídica de quien ha sido indebidamente
representado, por lo que si él no ratifica el acto celebrado por su seudorrepresentante,
el tercero contratante no tiene nada que exigirle y solo podrá dirigir sus pretensiones
contra el seudorrepresentante, quien demás queda obligado por los daños y perjuicios
que irrogue al tercero contratante o terceros, o aún al mismo dóminus.

Si el representante ratifica el acto celebrado por su seudorrepresenatnete, por


efecto de la ratificación, dicho acto adquiere eficacia ab initio.

Juan Guillermo Lobmann Luca de Tena

I. Responsabilidades ante terceros


A. Falta de poder: “poder” debe entenderse como la prerrogativa o competencia
para actuar en nombre de otro.

Aquella persona que, sin autorización de ninguna especie, utiliza el nombre de


otro y actúa de manera ficticia como si fuera representante suyo. En puridad no hay en
este caso invasión d la esfera jurídica ajena como se cree comúnmente, pues los
efectos del acto no repercuten en el haber o deber del que figura como representado.
Para poder afectar el patrimonio de éste es menester la previa autorización o la ulterior
ratificación. Pero mientras tanto, no pasa de ser un negocio que, en principio, puede
tener sin cuidado al representado que, obviamente, puede impugnar todo lo hecho en
su nombre.

El tercero, ante la ausencia de poder, podrá tener el acto como no celebrado y,


como es natural, reclamar indemnización al representante falso.

B. Exceso en las facultades: se deben comprender todos aquellos casos en los que
el representante sobrepasa las atribuciones recibidas. Al haber vulnerado el
contenido del poder el representante ha celebrado un negocio para el cual (o para
algunas de sus estipulaciones) no se le había otorgado autorización.
C. Violación de las facultades: (otra hipótesis que el código señala es) el uso
anormal de atribuciones. Violación que consiste en la desviación impropia del poder
o uso abusivo de las facultades concedidas.
D. Situación del tercero:
D.1). Cuando el tercero haya actuado con cuidado y diligencia y confianza sin
su culpa en la representación alegada, tendrá derecho a ser resarcido por el
falso o excesivo representante del daño que le cause por este motivo. El
derecho a la indemnización procede por la realización del “representante” de
un acto ilícito, doloso o negligente, pues carecía del todo de poder, o este no
era suficiente o adecuado.
D.2). En lo que atañe al abuso, es coherente pensar que el tercero no tiene por
qué verse afectado. A él no le compete examinar el poder con pruritos de
inquisidor. En estos supuestos el negocio celebrado con el representante, surte
plenos efectos entre el tercero y el representado. Indudablemente, si la
violación y abuso es tosco, burdo y salta a la vista de cualquier ciudadano
diligente, o si el tercero es cómplice del representante, justo es que el
representado pueda invocar la ineficacia.
II. Responsabilidad ante el representado
A. Falta de poder: en este caso, aunque haya habido actuación con ánimo
representativo, el acto no surte efectos para “representado” mientras no sea
ratificado expresa o tácitamente por él (mediante, por ejemplo, aprovechamiento del
resultado).
B. Exceso en atribuciones: se plantea dos situaciones
B.1). Que el representante, actuando dentro de los límites del poder, o sea,
válidamente ante terceros, se haya excedido de las instrucciones recibidas
coetánea o posteriormente. En este caso el negocio es perfecto y sin afectar al
tercero las reclamaciones se producirán entre las dos partes de la relación
representativa y tendrán lugar sin afectar la recepción de los efectos jurídicos en el
patrimonio del representado.
B.2). Que el representado se haya excedido del explícito contenido del poder. En
realidad, ara el caso así celebrado, es como si no tuviera poder de representación.
Se infiere del texto legal que el rebasamiento de facultades cuyo resultado sea
ventajoso para el representante, no faculta a éste para reclamar contra el
representante, si ratifica el negocio.
C. Uso abusivo: no parece correcta la solución del artículo, según la cual la violación
ocasiona ineficacia del acto para el representado. Lo propio es que el dóminus pueda
reclamar a su representante la indemnización por los perjuicios que sufra, pero no es
razonable que pueda invocar la ineficacia si el abuso no fue reconocido por el
tercero, ni podía, ni debía ser conocido por él. Es claro que no puede quedar al
arbitrio del otorgante del poder interpretarlo a su gana y en posible daño de terceros,
quienes están fuera de la relación representativa y mal pueden saber las eventuales
instrucciones del representado a su representante.

III. Situación jurídica del acto: el artículo parte de la premisa explícita de que
el acto no produce efectos (con las limitaciones ya vistas) para el
representado. Ahora bien, ¿es nulo?, ¿anulable?
Obviamente no está quejado de nulidad absoluta, pues admite ser ratificado y,
además, no está incurso en las causales apuntadas en el artículo 21.

Aníbal Torres Vásquez


Tanto en la falta de poder, porque nunca fue otorgado o porque el otorgado ya se
extinguió, como en el rebasamiento de facultades conferidas mediante la realización
de una acto no autorizado estamos frente a un falsus procurator.
Se habla de defecto de representación para referirse a las hipótesis en la cual
falta el poder de representación y, de exceso de representación cuando el
representante está dotado de poder, pero no para el acto que ha concluido.
En todos los casos la falta o exceso de poder no es posible que actúe el
mecanismo de la representación, para lo que el acto llevado a cabo por el falso
representante no es susceptible de producir efectos para dóminus, es decir, es ineficaz
para él. Nótese que, la norma del art. 161, el acto realizado por el falsus procurator no
es nulo (acto que no produce ningún efecto) ni anulable (acto que produce efectos
mientras no sea declarado judicialmente nulo), sino solamente ineficaz y únicamente
para el dóminus. En otros términos, el acto concluido por el falso falsus procurator es
inoponible al dóminus, porque el representante no gozaba del poder necesario. Pero
también es ineficaz entre las partes que lo celebraron, porque no han estipulado para
sí, sino para el dóminus.
Como el acto realizado por el falsus procuratorno afecta al patrimonio del
dóminus, aumentándolo, disminuyéndolo o modificándolo, éste puede comportarse
como si el acto no se hubiese realizado y, si tiene algún interés, puede solicitar que se
declare respecto de él la ineficacia de dicho acto por cuanto él no ha manifestado su
voluntad directamente ni mediante representante.
Si el dóminus o el tercero d buena fe han sufrido daños, tienen derecho a ser
indemnizados por el falso o excesivo representante.
El tercero perjudicado por la actuación del falsus procurator podrá dirigirse contra
éste por la vía penal, ya que el hecho de arrogarse una representación que no se tiene
con el fin de obtener un provecho ilícito en perjuicio de otro puede constituir delito de
estafa (art. 196 C.P)
Si el representante obra dentro de los límites de las facultades conferidas pero
excediéndose de las instrucciones recibidas, el acto representativo es válido y eficaz,
pero responderá por los daños causados al representado

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