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TRASTORNO SOMATOMORFO

Caso 1
Brian, quien tiene 48 años y es gerente de una tienda, se ha quejado
durante más de tres años de un dolor constante de dos partes distintas de
su cuerpo: sus dientes y sus pies. En ocasiones el dolor es tan severo que
pasa el día completo acostado de espaldas en su casa. Ha visitado
diversos dentistas y pedicuristas, quienes no han podido encontrar alguna
justificación médica a estas quejas. Aun cuando varios médicos señalaron
que estos síntomas aparecieron por primera vez poco después del doloroso
divorcio de Brian, él no es capaz y no está dispuesto a reconocer que
puede existir una conexión. Ha dejado de hacer gran cantidad de trabajo, y
está en riesgo de perder su empleo. El pensar esto lo aterroriza, tanto por
razones económicas, como emocionales. Ha trabajado desde que tenía 19
años e inicio su carrera en mercadotecnia como empleado de envíos en
una gran cadena de tiendas de descuento. Ascendió hasta su actual puesto
gerencial y teme no poder encontrar otro trabajo o no reincorporarse a su
empleo y mantener el éxito nuevamente.
Caso 2
Lydia es una mujer de 43 años referida a la clínica de salud mental por un
cirujano local. Durante los ocho años anteriores ella visito cirujanos
plásticos a lo largo del país, para encontrar uno que realizara una cirugía
para reducir el tamaño de sus manos, las cuales ella percibe “demasiado
gordas”. Hasta que no se le haga esta cirugía, ella no saldrá de su casa sin
utilizar guantes. El cirujano plástico coincidió con miembros de la familia de
Lydia y con amigos suyos, en que la percepción de sus manos esta
distorsionada y que la cirugía plástica seria inadecuada e irresponsable.

Caso 3
Beth tiene 48 años y es madre de dos hijos, quienes hace poco se
mudaron de la casa. Durante el año pasado su periodo menstrual ha sido
más abundante e irregular. Al buscar una explicación, empezó a pasar días
leyendo todo lo que podía encontrar a cerca del cáncer uterino. Aun cuando
los libros médicos especifican que la alteración menstrual es una
característica común de la menopausia, un artículo del periódico menciono
la posibilidad de cáncer uterino. De inmediato concertó una cita con su
ginecólogo, quien la evaluó y concluyo que sus síntomas se debían, casi
con certeza, a la menopausia. Convencida de que su médico estaba
tratando de protegerla del conocimiento de una terrible “verdad”, Beth visito
un ginecólogo tras otro, en búsqueda de alguien que le hiciese el
diagnostico apropiado de lo que ella consideraba una enfermedad fatal.
Decidió dejar su trabajo como empleada de una tienda departamental por
dos razones. Primero, estaba preocupada porque las largas horas que
pasaba parada ante la caja registradora agravan su situación médica. En
segundo lugar, que no podía estar atada al trabajo que interfería con sus
citas medicas.

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