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Esta cita bíblica enumera la elección o llamado, como se ve el verso 4, que ante
la escucha de su nombre, Moisés responde “heme aquí”. En definitiva esta elección
presupone una situación, es decir, está en cierto modo motivada por circunstancias
especiales, en este caso la esclavitud del Pueblo de Israel, desarrollado desde el verso
7 al 10, pero resumido en el verso 10, éste era el fin particular por el que Dios llama y
envía a Moisés.
Ez 2, 1-3
En diferentes contextos, pero con el mismo fin Dios dirige su palabra al profeta
Ezequiel: “esa voz me dijo: levántate, hijo de hombre, porque voy a hablarte”,
enseguida poseído por un espíritu, Dios lo capacita para estar en pie y escuchar la voz,
que enunciaría la misión: “yo te envío a los israelitas…”, en esencia don los mismo
elementos de una elección, sin embargo creo que es necesario notar que en estas citas
bíblicas es una persona concreta quien elige y es a una persona concreta a quien se
elige, tal vez el fin es el mismo un envío, pero este se determina por las circunstancias,
como el tiempo y lugar en el que surge la necesidad de una misión concreta.
Jn 20, 21b- 23. Como el Padre me envió, también yo os envió. Dicho esto, sopló
sobre ellos y les dijo: “recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos”.
En este texto bíblico cabe resaltar “la correspondencia entre la misión de Jesús
(el que envía) y la del discípulo (el que es enviado)” 3. Dicha correspondencia hace notar
cómo la Iglesia es por su misma naturaleza misionera, es decir, la dimensión Trinitaria
actúa como fundamento y fin de la misión:
“Jesús es enviado por el Padre para dar testimonio acerca del Padre y realizar su obra. El
Paráclito es enviado por el Padre y el Hijo para dar testimonio acerca de Jesús. Y,
finalmente, los discípulos son enviados por Jesús para hacer lo que él hizo”4
Es así como cada cristiano debe asumir su misión desde el bautismo, para hacer
presente el Reino de Dios.
Se pone de relieve este envío, que hace alusión al Espíritu del Señor. Teniendo
en cuenta que la revelación culmina en Cristo, y que de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos tiempos que son los
últimos nos ha hablado por medio del Hijo, Heb 1, 1-2, esta referencia nos ayuda a
3 cfr. SENIOR-STUHLMUELLER, Biblia y Misión, fundamentos bíblicos de la misión, España, Verbo Divino,
1985, p. 394.
4 Ibídem, p. 396.
comprender que el envío del Hijo, es acontecido por el Padre, por lo que se entiende
que el Hijo es enviado para una misión específica, es Cristo mismo la Palabra
pronunciada por el Padre, el enviado a los hombres “que habla las palabras de Dios”.
Jn 3, 34. Palabras inspiradas por el Espíritu del Señor.
Mt 28, 19. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Dídimo el ciego en su Tratado sobre el Espíritu Santo, expresa que este envío es
transmitir lo que se ha recibido, en esencia es una llamada de Dios y en definitiva a
quien se transmite es a Dios que se revela como “Yo Soy”.
“…el Espíritu Santo es enviado por el Padre en el nombre del Hijo… ” 7. Este
envío del Padre en el nombre del Hijo es la misión que cada cristiano está llamado a
hacer y, por tanto la misión comporta ir en nombre de Dios, tal como hace alusión a
Moisés expresando: “…el gran amigo de Dios, vino en el nombre de «Aquél que es»”.
(Ex, 3, 14-158).
Por tanto, como los siervos que vienen en el nombre del Señor, por el hecho mismo de
que le están sujetos y le sirven, revelan al Señor reflejando sus cualidades: pues son
siervos del Señor; así también el Hijo, que viene en el nombre del Padre, trae consigo la
propiedad y el nombre del Padre y, por esto, se le llama unigénito de Dios 9.
Este envío que se hizo visible por la Palabra Encarnada Imagen del Padre, debe ser
asumido también en cada bautizado haciendo de su misión una Misión Visible y
Encarnada.
San Agustín
Lo que se ordena a un fin debe guardar proporción con tal fin. Ahora bien, Cristo
vino al mundo y enseñó con el fin de salvar a los hombres, conforme a las palabras de
Jn 3,17: Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él. Y por esto fue conveniente que Cristo mostrase, especialmente
mediante las curaciones milagrosas de los hombres, que era el Salvador universal y
espiritual de todos. t VI, q 44, a. 310.
La misión propia del mediador es unir a aquellos entre los que ejerce la
mediación, […]. Pero unir a los hombres con Dios de manera perfecta compete en
verdad a Cristo, por medio del cual los hombres son reconciliados con Dios, según
Karl Müller
Karl Rahner
[…] la misión apostólica de los seglares, si es cierto que ésta no se reduce a la esfera de
la Iglesia y de la vida eclesiástica en el sentido estricto de la palabra, sino que debe
extenderse al terreno de lo seglar, de lo cívico, de lo político, de lo cultural, en una
palabra: de lo profano13.
11 t VI, q 26, a. 1.
12 Karl Müller, Teología de la Misión, España, Editorial Verbo Divino, 1988, pp. 80-81
13 Karl Rahner, Misión y Gracia, el Siglo XX ¿Siglo de gracia?, España, Ediciones Dinor, 1966, pp. 87-88
Cristo encomienda a su Iglesia una misión por el Reino
.
Capacitación integral para la misón de cada misionero por el reino:
14 Ad gentes. 5
15 Ad gentes. 25-26
16 "EVANGELII NUNTIANDi 44
Agentes: discípulos y misioneros
En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en
discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su
función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador […].
La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los
bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para
que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha
hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de
preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o
largas instrucciones17.
Dídimo el ciego Tratado sobre el Espíritu Santo, Madrid, Editorial, Ciudad Nueva, [trad. y notas de
Carmelo Granado], 1997, Págs.202
Santo Tomas de Aquino t I, q 43, a. 7., Damian Byrne, Madrid, Bac, 20014, págs. 992.
Karl Müller, Teología de la Misión, España, Editorial Verbo Divino, 1988, págs. 247.
Karl Rahner, Misión y Gracia, el Siglo XX ¿Siglo de gracia?, España, Ediciones Dinor,
1966, págs. 265.