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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL ECUADOR

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


ESCUELA DE ANTROPOLOGÍA
INTRODUCCIÓN A LA ARQUEOLOGÍA

Monografía: Deformación Craneal


intencional en América

Falcón R. Isaac
16/05/13

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Introducción:

Para comenzar a tratar el tema de la presente monografía he creído prudente


empezar por dar una idea de lo que voy a exponer. Entonces, podemos definir a una
deformación craneal intencional como una forma de modificación corporal, en la cual,
utilizando varios instrumentos y métodos, el cráneo es deformado. Para deformar el cráneo
basta aplicar los instrumentos deformadores en el cráneo de un niño para distorsionar el
crecimiento normal de su cabeza. La deformación craneal fue generalmente aplicada en la
época de la niñez por la facilidad y la maleabilidad que se tiene en los cráneos infantiles al
alterar su forma, generalmente se suele imaginar la práctica en la que al niño se le pone un
pedazo de venda en la frente por un mes, con cierta presión y al cabo de seis meses ésta irá
aumentando y así el cráneo habrá sido deformado. (Gerszten & Gerszten, 1995)

La deformación craneal es una práctica que se ha difundido por todo el mundo,


según Ordoñez, con más intensidad en los andes, donde podemos encontrar una amplia
variedad de técnicas deformadoras, donde según algunos especialistas la práctica podría
haberse dado por tradición. Los motivos de las prácticas deformadoras han sido
ampliamente discutidas por distintos arqueólogos de diferentes escuelas de pensamiento, el
debate todavía está abierto a nuevas hipótesis que con forme a investigaciones pueden
considerarse. Como motivos principales, o como los más aceptados tenemos que la
práctica vendría a realizarse por una concepción de belleza entre la cosmovisión en la
ideología de los que la practicaban, también, y con más fuerza están las teorías de una
práctica por la diferenciación social. Con diferenciación social nos referimos a que la
deformación craneal, muy posiblemente diferenció a los miembros de un grupo de otro,
posiblemente diferentes tribus, o quizás también, para diferenciar distintas clases sociales
dentro de una misma sociedad. (Ordoñez, 2009)

Sorprende notoriamente que la práctica siguiera hasta los primeros años de la


colonia, según algunos textos y crónicas de los mismos conquistadores la práctica de
modificación corporal fue prohibida por una significación ritual y a una determinada

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filiación étnica de la que no les era agradable a los españoles, que las calificaron como
prácticas bárbaras. (Groot, 1869)

Como elemento importante a tomar en cuenta en la monografía, he tomado la


consideración de Ordoñez al mencionar que la información referente al tema es en realidad
muy escasa y los datos e interpretaciones de las que disponemos provienen del estudio
iconográfico de las representaciones cerámicas que representan en sí mismas las
características indicadas en la práctica. Cuando nos referimos al hallazgo de cerámica así
como también como los hallazgos de la práctica en el Ecuador, la autora señala que se las
encuentra en la costa, el altiplano y la selva. Es decir, en el Ecuador, no hay zonas
geográficas definidas para la práctica. (Ordoñez, 2009)

Desarrollo

Ahora que el trabajo ha tomado un sentido direccionado y tenemos un conocimiento


parcial del tema podemos proseguir desarrollando y analizando las propuestas de algunos
autores que han dedicado su trabajo a esta clase de investigaciones.

Brain es uno de los exponentes de la primera hipótesis que planteamos


anteriormente en la introducción. Para él, las prácticas deformadoras del cráneo
constituyeron una clase de rango estético donde las características de la deformación
craneal serían establecidas bajo reglas determinadas implantadas por la sociedad vigente. A
medida que las características de deformación se van asentando se consideran agradables a
toda la población, es decir vuelven a su portador una “persona deseable”. Cabe resaltar que
las características estéticas no eran igual la misma sociedad, es decir, hay características
deseables diferentes para la esposa, el líder, guerrero, etc. (Brain, 1979)

Como segunda hipótesis contenida en el trabajo trataré de la expuesta por Casells,


cuando dice que las prácticas deformadoras tenían la función de marcar un determinado
estatus social. A diferencia de nuestra primera hipótesis, ésta sostiene que la deformación

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por estatus no era una acción generalizada, sino más bien dedicada a altos rangos de
aquellas sociedades. Ningún hombre, mujer y niño normales habrían podido realizarse tal
deformación, lo que hace de la teoría de Cassells, una deformación excluyente a la
población. Cassells también aporta que además de ser solo para la alta sociedad, son
diferentes deformaciones porque establecen distintos roles. (Cassells, 1972)

Terminamos nuestras hipótesis con la opinión de Munizaga, la cual dicta que las
deformaciones craneales en América, fueron un marcador de pertenencia a un grupo social
o geográfico en específico. Se presentó como una excelente solución al querer marcar una
diferencia con las personas que no llevan mis costumbres y/o mis intereses. Entonces, la
deformación habría servido para rechazar o admitir personas dentro de un grupo social, es
decir, las deformaciones marcan, establecen y rechazan relaciones sociales. (Munizaga,
1987)

Si nos apoyamos por un instante en la nueva arqueología y vamos a la interpretación


de la práctica, más allá de cualquier hipótesis, podemos decir que el cuerpo humano, sea
cual sea la visión y concepción de éste, es esencialmente una interface entre el individuo y
la sociedad. Apoyados en las teorías del Durkheim, Foucault y Turner; especialistas en
prácticas sociales, ser humano y símbolos rituales, respectivamente; diremos que la
deformación craneal fundamentalmente crea diferencias entre personas, éstas al darles
significado constituyen en sí mismos barreras en sociedad. (Ordoñez, 2009) He ahí la
importancia de la antropología en la arqueología, y me he permitido utilizar de alguna
manera el pensamiento de Binford. Para ser arqueólogo, primero hay que ser antropólogo.
Podemos hallar cientos de cráneos deformados, podemos analizarlos y medirlos y en
consecuencia dar un excelente informe físico de los hallazgos pero, desde la teoría de la
nueva arqueología, el trabajo profesional vendría a verse en la capacidad del investigador
en interpretar y reconstruir la historia que guardan esos hallazgos.

El proceso utilizado en las deformaciones craneanas nos involucra directamente con


las condiciones que debieron ser consideradas por los que las practicaban y obviamente por
nosotros quienes las estudiamos. Primero, y ya vistas tenemos que tomar en cuenta las

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hipótesis, los aparatos deformadores de los cuales hablaremos más tarde y la edad. Si nos
vamos por el camino práctico, las deformaciones craneales debieron realizarse a tempranos
años de un infante, tomando en cuenta la facilidad en la que los huesos de un niño son
fácilmente maleables; así la deformación alteraría el patrón de crecimiento de su cabeza,
afectando el normal desarrollo del cráneo. (Manríquez, 2006)

Para el correcto estudio del caso, Munizaga, señala dos clases de materiales que
ayudan a los especialistas del tema a realizar sus respectivos estudios. Como primero
material tenemos una “evidencia directa”, que vendrían a constituir lo restos óseos
humanos pertenecientes a las culturas precolombinas. Como segundo instrumento para el
estudio tenemos la “evidencia indirecta”, que la constituyen los relatos de viajeros y
información, que como ya mencionamos anteriormente, obtenida de las representaciones de
la figura humana en distintos sitios, es decir la precepción de la cultura. El lector se habrá
podido dar cuenta del alto grado de subjetividad que tiene esta “evidencia indirecta” y
señalaremos que la información proveniente de esta clase de evidencia solo podrá ser
utilizada en caso de que el investigador esté completamente seguro de que los datos
concuerden con los cráneos tratados. (Munizaga, 1987)

Con respecto a las técnicas que se utilizaron para realizar esta singular práctica,
hasta el momento solo estamos seguros de unas cuantas. Según los arqueólogos, la manera
de moldear cráneos pudo haber venido del moldeo con las manos natural, en el que la
madre (posiblemente), en los primeros días del infante, habría apretado el cráneo de su hijo.
El más típico, señalado también en el ejemplo de la introducción, me refiero a los vendajes
con los cuales en niño pasaba alrededor de un año. También se ha discutido de las tablas en
la cabeza ajustadas como si fueran las fauces de una bestia, moldeando así dos partes a la
vez. La última, y quizás una de las más probables, es la de las cunas de duras para los
niños. Ya hemos dicho que el cráneo de los niños es ampliamente accesible por lo cual las
madres posicionaban al infante en duras camas de manera las cuales, al estar en contacto
con la frente del niño, la deformaban. (Ordoñez, 2009)

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La antigüedad de las deformaciones se ha establecido durante el segundo milenio
antes de Cristo, principalmente en la costa sur del Ecuador y en la costa norte de Chile.
Refiriéndonos a la costa sur del Ecuador tenemos a las culturas formativas de la provincia
del Guayas, donde se ha encontrado evidencia craneal perteneciente a la cultura Valdivia de
tipo cuneiforme teniendo 4000 ap de antigüedad. Pasando al lado chileno tenemos las
primeras muestras de la deformación circular o anular perteneciente a la cultura Chinchorro
de hace 4000 ap. (Ordoñez, 2009)

Tipos de deformación craneal intencional.

Tipo anular o circular:


En este tipo de deformación, lo que podemos apreciar es una sección circular dentro
del plano perpendicular al eje de la forma craneal. La práctica consiste principalmente en
enrollar de forma apretada los hilos, los cordones y las vendas de una especie de cintillo o
turbante. La práctica tiene unos 4000 años y su estadía estuvo hasta la llegada de los
españoles. Entre los lugares característicos de la deformación tenemos la costa norte de
Chile, los límites peruanos, y el altiplano boliviano. (Munizaga, 1987)

Tipo Cuneiforme:
La deformación craneal tipo cuneiforme se caracteriza esencialmente por tener el
hueso occipital completamente aplanado, cóncavo y en dirección que oscila entre
perpendicular. No se conoce con exactitud el tratamiento para reproducir esta deformación,
aunque algunos especialistas sostienen que se produce gracias a la cuna de madera. Tiene
una antigüedad que va desde los 3000 a 4000 años y se han encontrado hallazgos de este
tipo en Estados Unidos, Perú y Ecuador. (Munizaga, 1987)

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Tipo Tubular:
Con respecto a la deformación de tipo tubular nos encontramos con dos tipos de
variaciones o consecuencias de esta práctica, tenemos al tubular erecto y al tubular oblicuo.
En general la práctica tubular se la realizaba por el uso de la cuna de madera donde las
madres tenían fija la cabeza del bebé contra la mesa.
El tipo tubular erecto consiste en tener la parte superior de la escama del occipital y el
cuarto posterior de los parietales aplanado. Se la conoce hace unos 3500 años, su práctica
se centra en la cultura Machalilla en Ecuador.
El tipo tubular oblicuo se caracteriza por el aplanamiento frontal y el desplazamiento
posterior de la bóveda craneana. Se lo logra a partir del uso de tablas libres sobre los huesos
frontal y occipital y se amarraban sus extremos. Tiene una antigüedad de unos 2800 años.
(Munizaga, 1987)

Tipo Nazca
La deformación craneal tipo nazca tiene como característica el hueso frontal muy
aplanado y el occipital redondo. Se producía ejerciendo una fuerte presión sobre el hueso
frontal apoyando en una superficie rígida. Tiene su antigüedad en los comienzos de la era
cristiana y es común encontrarla al sur del Perú. (Munizaga, 1987)

(Munizaga, 1987)

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Posible origen de la deformación craneal

Existen varias hipótesis ampliamente discutidas entre los arqueólogos, aunque


varios de ellos sostienen hechos diferentes, la mayoría coincide en que las culturas que
realizaron la deformación craneal, debieron antes, tener ciertos requisitos que les
permitirían realizar esta práctica. Como principal requisito plantea Ordoñez, debieron tener
presente la elaboración de hilos, tejidos de lana y posteriormente un excedente para derivar
parte de su producción textil al céfalo que un niño llevaría en su cabeza durante años. La
industria textil aparece como un factor importante en las hipótesis de los arqueólogos que
las plantean, ya que según la evidencia y sus respectivos estudios de laboratorio, las
prácticas de deformación craneal aparecen, sincrónicamente con el uso de algodón en el
continente americano. (Ordoñez, 2009)

Refiriéndonos a la teoría de origen americano, podemos aportar diciendo que


aparentemente el punto de partida en las prácticas habrían sido la anular y cuneiforme. Son
las formas de deformación más antiguas encontradas en el nuestro continente,
posteriormente le seguiría la práctica seudocircular la cual, algunos sostienen fue uno de los
inventos antiguos más eficientes para marcar la diferencia y pertenecía a nivel de grupo.
Existe también el otro lado de la moneda, es decir, existe la teoría de la deformación
craneal originaria de otro continente. La base de esta teoría dicta que algunas de las
prácticas realizadas en nuestro continente, específicamente en las culturas (Machalilla –
Chinchorro) Ecuador y Chile respectivamente, eran ya conocidas en el viejo continente. La
teoría de origen exoamericano sigue en debate, desemboca en varias hipótesis y hasta el
momento continua en la oscuridad. (Ordoñez, 2009)

Conclusiones

Como primera conclusión puedo decir que hay que tomar muy en cuenta las tres
hipótesis referentes a el por qué se realizaban estas prácticas. Como vimos antes pudo haber
sido consecuencia de una normativa de belleza para una determinada sociedad, es decir, la
deformación craneal pudo haber constituido uno de los estándares de presentación para un
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determinado rol a cumplir. Así tendremos distintas deformaciones craneales, como los
distintos roles que se cumplían en aquellos días. Dijimos también que la práctica pudo
haberse relacionado con el estatus social de una persona, para marcar una diferenciación
notablemente visible entre las clases altas en una sociedad, y la última hipótesis un poco
más incluyente nos decía que la deformación craneal fue necesaria para la diferenciación
entre grupos ya sean éstos, sociales, geográficos o religiosos. La deformación craneal
habría regido sobre las relaciones sociales existentes en el pasado. Aportaré además
diciendo que un amplio estudio y el hallazgo de nuevo material arqueológico nos traerán
ideas más claras sobre el objetivo de la práctica.

Con respecto al origen de la práctica, tenemos dos teorías descritas ya en el trabajo.


La teoría de origen americano es mayormente aceptada por la comunidad científica ya que
concuerda con algunos requisitos que debieron existir para realizar las prácticas de
deformación. Destacaremos el imprescindible requisito de elaborar hilo, y en general de
tener una industria textil avanzada, capaz de destinar parte de su producción a la
fabricación de aparatos deformadores. La condición en efecto corresponde al caso de los
andes ya que las prácticas al parecer serían contemporáneas al uso de algodón y avance
textil en la zona.

Es importante señalar las incapacidades que tenemos los investigadores sobre el


tema, con incapacidades me refiero a la falta de información “real” con la que contamos.
Como lo expusimos antes, en este caso, el arqueólogo dispone de la información real que
consiste en los hallazgos físicos y su posterior estudio, y la información “indirecta” que está
conformada por la interpretación iconográfica de cerámica encontrada en culturas que
tendrían instaurada la deformación craneal como parte de su vida, así como también
contamos con los relatos y vivencias de los viajeros. Quiero señalar que tendremos que
tener mucho cuidado con la información indirecta que deseemos utilizar, ya que está
cargada con un exceso de subjetividad, y será totalmente responsabilidad del arqueólogo
usar o prescindir de dicha información.

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Quisiera terminar las conclusiones señalando las incontables hipótesis, que por falta
de información, datos y evidencia, tiene el tema; pero deseo destacar la importancia de la
antropología en la arqueología. Sean cuales sean las hipótesis que rodean nuestro tema es
necesario, no solo quedarse en la descripción del objeto encontrado, o formar colecciones
sino, la verdadera responsabilidad del arqueólogo es poder descifrar el pasado, interpretar
las acciones y reconstruir lo que alguna vez fue. Habíamos ya señalado el pensamiento de
la nueva arqueología instaurada en el presente trabajo.

Bibliografía
Brain, R. (1979). The decorated body. Londres: Hutchinson.
Cassells, E. S. (1972). A test concerning artificial cranial deformation and status from the
Grasshopper site, East-Central Arizona. En E. S. Cassells, A test concerning
artificial cranial deformation and status from the Grasshopper site, East-Central
Arizona. (págs. 84-92). Arizona: The Kiva.
Gerszten, P., & Gerszten, E. (1995). Intentional cranial deformation: a disappearing form of
self-mutilation. En Intentional cranial deformation: a disappearing form of self-
mutilation. (págs. 374-382). Neurosurgery.
Groot, J. M. (1869). Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada (Vol. 2). . F. Mantilla.
Manríquez, G. G.-B. (2006). DEFORMACIÓN INTENCIONAL DEL CRÁNEO EN
POBLACIONES ARQUEOLÓGICAS DE ARICA. Arica: Chungará.
Munizaga, J. R. (1987). Deformación craneana intencional en América. Revista Chilena de
Antropología, 6, , 113-147.
Ordoñez, M. P. (2009). La deformación craneana intencional como práctica cultural en la
sierra norte del Ecuador. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

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