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La economía chilena seguía estancada entre 1968 y 1969. El Producto Nacional Bruto
creció a una tasa anual de 2,8%, mientras que el sector fabril y el de la construcción estaban
prácticamente paralizados. Estas cifras demuestran el clima de desconfianza que
predominaba entre los inversionistas, lo que agudizaba aún más la situación. Frente a esto,
Frei aplazó algunas reformas y programas que habrían beneficiado instantáneamente a los
sectores y trabajadores de niveles más bajos, lo que produjo el descontento de los sectores
opositores de izquierda.
Bajo estas circunstancias, la posición política del partido continuó desgastándose. Las
deserciones más importantes se dieron entre sectores de clase media, para los que el
mantenimiento de las tendencias económicas, la carga cada vez mayor de los impuestos, la
movilización política y la violencia, eran inquietantes. Esto ocasionó una ola de huelgas y
desórdenes generalizados. A la altura de 1968, prácticamente todos los sectores de empleados
públicos, incluyendo los empleados de Correos, personal del Servicio Nacional de Salud,
profesores de liceos, miembros de las Fuerzas Armadas y empleados del Poder Judicial,
fueron a la huelga o protestaron abiertamente por las remuneraciones y beneficios laborales.
El estancamiento, la creciente inflación, la pesada carga tributaria y la preocupación por los
desórdenes en aumento fueron todos elementos de la desilusión de la clase media con Frei,
lo que sumado a la división interna del partido demócrata cristiano, confirmaron la pérdida
gradual de apoyo en las elecciones parlamentarias de 1969, donde el PDC obtuvo menos del
30% de la votación y ganó sólo 55 de las 150 bancas en la Cámara de Diputados.
El gobierno de Frei comienza con esperanza y expectativas, sin embargo, terminó con
la frustración, desilusión y división de la democracia cristiana. A pesar de eso, el autor señala
que el fracaso no fue total. Los logros de Frei están entre los mejores de la historia del país.
Si bien no pudo reactivar la estancada economía chilena, la inversión a largo plazo en obras
públicas, y educación, y en las industrias del cobre, petroquímica, acero, electrónica y
celulosa darían frutos en los años venideros. Si no logró su objetivo de entregar tierras a cien
mil familias campesinas, sí lo hizo a más de veintiocho mil, y puso en marcha la movilización
del trabajador agrícola, que cambiaría las relaciones sociales en el campo. Finalmente, si el
gobierno de Frei fracasó en su intento de evitar el renacimiento de las opciones de izquierda
y derecha en la política chilena, sí consolidó el apoyo de entre 25 y 30% del electorado
nacional, transformándose en la fuerza individual más grande del país.
Estos datos sugieren que aquellos que abandonaron la Democracia Cristiana en 1970
provenían de diferentes clases sociales y que muchos más obreros y empleados optaron por
Alessandri en lugar de Allende. Tales trabajadores, probablemente, no eran los mejor
organizados del país, ni los más conscientes o políticamente más activos.