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Artes Escénicas 2º BACHILLERATO

1.5 Barroco: El teatro de la palabra


Entre los siglos XVI y XVII, las políticas europeas, que reforzaron la autoridad de las
monarquías centralizadoras, eran gestionaras por los favoritos de los reyes. Los gastos
generados tanto en la expansión y el descubrimiento de las nuevas tierras como en las
manifestaciones ostentosas de la aristocracia causaron una fuerte crisis económica.

La desigualdad entre las clases poderosas y el pueblo acentuó el malestar social, que se
manifestó en la pobreza del campo y en la masificación y miseria de las ciudades. Estos cambios
provocaron una necesidad de evasión que halló en el teatro su manifestación más popular.

El teatro alcanza un momento de máximo esplendor de la mano de grandes dramaturgos,


como Shakespeare, Lope de Vega, Calderón o Molière. Con ellos, el teatro se convierte en un
género literario: la palabra llega a ser tan importante como la espectacularidad escenográfica
de los montajes, que había ido en aumento desde épocas anteriores. La danza participa en estos
espectáculos y es concebida para ser vista por el público, hecho que favorece el nacimiento del
ballet.

Los dramaturgos de Castilla, Francia e Inglaterra desarrollaron un tipo de teatro que


reflejaba las situaciones político-sociales de sus países respectivos. Sin embargo, los tres
compartían una serie de características: alternancia de verso y prosa, incorporación de
canciones y romances, desarrollo del monólogo como técnica de introspección del personaje,
un marcado gusto por los juegos del lenguaje y, como no, la presencia de la danza. En el teatro,
el mundo se explica por medio de la palabra, por tanto, las acciones dramáticas y la escenografía
a menudo son sugeridas solo por el lenguaje.

El máximo exponente del teatro isabelino es William Shakespeare (1564-1616),


que reinterpretó los temas literarios clásicos en obras totalmente personales. Unió el
teatro culto y el popular en sus obras, a la vez que creaba toda una psicología de
personajes basada en el análisis de las pasiones humanas.

Las formas teatrales de la escena barroca española son el auto sacramental y la comedia,
especialmente la comedia de capa y espada. El auto sacramental es heredero de los dramas
litúrgicos medievales y está ligado a las fiestas del Corpus, con intención moralizadora.

La comedia española estaba encabezada por Lope de Vega (1562-1635), que estableció
una nueva preceptiva dramática -El arte nuevo de hacer comedias-, con la cual se acercaba
a las exigencias del público de los corrales. En sus obras, concedió más importancia a la
acción que a la caracterización de los personajes. En un país arruinado y hambriento como
la España del siglo XVI, los teatros, las compañías y las representaciones se multiplicaron. La
gente quería olvidar sus problemas e iba al teatro, principalmente, a evadirse de la realidad. A
lo largo de todo el siglo se desarrollará una actitud de desengaño y de búsqueda de la evasión
en la demanda de comedias.

Por otro lado, el teatro de Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) se nos presenta
como un laberinto de pasiones y preocupaciones donde los temas principales son el amor
y el honor.

La dramaturgia francesa estuvo muy influida por el teatro español (por ejemplo,
Moliere recreo el personaje de Don Juan inventado por Tirso de Molina en El burlador de
Sevilla) y por la comedia del arte italiana. El acierto de Molière (1622-1673) consistió en
desarrollar los tipos de la comedia del arte, convirtiéndolos en arquetipos (el avaro, el
misántropo, el pedante, el seductor).

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Los inicios del ballet

En los siglos XVI y XVII la danza se convierte en el centro de la vida cortesana y también de
las fiestas de las clases populares. Nobles o plebeyos, todos sabían bailar o tocar un instrumento,
porque era la forma de mostrarse socialmente.

Los bailes populares imitan las danzas cortesanas, por eso no es de extrañar que danzas
como la bourrée, el rigodón, la chacona o la zarabanda se extendieran por distintos países y
clases. Los primeros ballets de la historia, eran espectáculos que unían música, poesía,
coreografía y escenografía bajo una estructura dramática. Desde entonces, el ballet ha ido
tomando cada vez mayor autonomía e independencia.

Teatro para todos los públicos

La profesionalización de las representaciones obligó a la gente de


teatro a buscar lugares cerrados que permitieran el pago de una entrada.
El teatro donde Shakespeare estrenaba sus obras era The Globe, edificio
que él mismo definió como “una O de madera”. Se trataba de un espacio
circular con graderías a cielo abierto donde el público rodeaba el
escenario, situado al fondo del teatro.

En Castilla, en Sevilla y en Valencia existían los corrales de comedias, patios


interiores de casas u hospitales, en los que se montaba un entarimado. Los
espectadores nobles se situaban en las ventanas de los edificios laterales, y el público
se sentaba en unas banquetas colocadas en el centro del patio. Las mujeres se situaban
en un lugar reservado para ellas llamado cazuela. El público más modesto solía ver las
representaciones de pie, en el patio central.

Los primeros teatros estables aparecieron en Paris. Las salas acostumbraban a ser antiguos
locales dedicados al juego de la pelota, de forma rectangular. La concepción del espacio escénico
era muy parecida en los tres modelos nombrados: una cortina dividir el entarimado y, delante
de esta se representaban las escenas exteriores, mientras que detrás, descorridas las cortinas,
se encontraba el interior.

El aparato escenográfico era más bien simbólico y el vestuario solía ser realista y también
el elemento más colorista y ambientador de la función. Otra cosa muy distinta eran las grandes
representaciones que se realizaban durante las festividades reales. Entonces se ponían en
marcha todo tipo de artefactos escénicos que han dado al teatro barroco la fama de
espectacular.

Se pueden considerar como una herencia del teatro barroco la creación de teatros como
edificios para las representaciones, y en especial la concepción del escenario, la
profesionalización de autores, actores, directores, bailarines, maestros, etc., como personajes
que viven de este oficio, el acceso definitivo de la mujer como actriz o bailarina y la relevancia
de los elementos escenográficos. Pero, sobre todo, nos ha dejado grandes autores y obras
teatrales, por eso lo llamamos el teatro de la palabra.

Los personajes del teatro barroco

Shakespeare: Los personajes de Shakespeare, al contrario que los arquetípicos de la


comedia del arte, se caracterizan por aquello que dicen. A menudo responden a una de las
grandes pasiones humanas, como son la duda, en Hamlet, los celos, en Otelo, o la pasión
amorosa, en Romeo y Julieta.
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Moliere: En su obra ridiculiza y critica los vicios de la sociedad de su época mediante los
personajes protagonistas de la mayoría de sus obras. Estos personajes hacen de sus defectos
auténticas manías que provocan la comicidad. Entre ellos, destacamos el avaro, el nuevo rico, el
misántropo, el hipocondríaco (El enfermo imaginario), el hipócrita (Tartufo) o los pedantes (Las
mujeres sabias).

Conceptos y tipos de personajes

Se entiende por personaje cada uno de los seres humanos, naturales, simbólicos, animales
e, incluso, objetos que intervienen en la acción de una obra literaria. El personaje de una obra
teatral es quien realiza la acción, el principal elemento dramático de la pieza, es el principal
emisor del autor, ya que mediante este se transmite el mensaje, la información, la acción, la
intriga y los sentimientos centrales de la pieza teatral. Para definir a un personaje, hay que
responder a estas tres preguntas;

a) ¿Qué hace y como lo hace? (acciones).

b) ¿Qué dice? (texto).

c) ¿Quién es? Es decir, definir sus atributos.

Asimismo, los personajes, según su grado de realidad, se pueden clasificar en:

- Individuos o personajes dotados de rasgos psicológicos propios, como Hamlet (la duda
y la búsqueda de la verdad) u Ofelia (la perfección absoluta que le impide comprender
el mundo).
- Tipos o personajes convencionales que poseen características físicas y morales
conocidas previamente por el público y establecidas por la tradición literaria, como el
soldado bravucón, el traidor, el criado gracioso o la enamorada alicaída.
- Estereotipos o personajes caracterizados por la banalidad, la superficialidad y su talante
repetitivo. Estos hacen uso de expresiones verbales y gestuales en forma de clichés o
modelos fijos. Así, por ejemplo, tenemos al borracho, al afeminado o al mujeriego.
- Arquetipos o personajes que representan comportamientos universales, como Lady
Macbeth (la ambición), Otelo (los celos), Desdémona (el amor absoluto), Edipo (la
culpabilidad), Coriolano (el orgullo), Tartufo (la hipocresía) o Falstaff (el vitalismo).

Además, el teatro del Barroco se sirvió de personajes míticos de la dramaturgia de la


historia universal, y los transformó en núcleo central de una trama que desarrollaba
esquemáticamente su conflicto; la ambición de Dalila o la fuerza de Sansón, en lo que se refiere
a los personajes bíblicos. o la tiranía de Julio Cesar y la seducción de Cleopatra, personajes
históricos recrearos por Shakespeare.

Monólogos y apartes

Durante el Barroco se desarrollaron principalmente dos tipos de monólogos: los apartes y


los monólogos razonadores.

Los apartes son palabras que un personaje dice para sí mismo, como si hablara en voz alta,
buscando la complicidad del auditorio.

Los monólogos razonadores, son un tipo de texto que, a veces, se dirige directamente al
espectador, y otras supone una reflexión sobre sí mismo.

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