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El acoso escolar es una forma de maltrato escolar ya sea en forma verbal,

psicológica, emocional, o física.

Se dice que es escolar, ya que comúnmente afecta a niños que iban a la escuela o chicos
que van a la secundaria.

El acoso es una forma de violencia. El acosador manipula a su victima de tal forma que
este haga o deje de hacer lo que él desea.

Más de uno habrá visto alguna vez a su hijo con un ánimo diferente al habitual. Quizás
con una mirada diferente, algo cabizbajo.

En ese caso es posible que esté siendo víctima de un acoso en su escuela.

Es sabido que en la mayoría de los situaciones en que se produce este mal, los niños tratan
de no mostrar que les está afectando, por tanto, procurar ocultarlo, ya se por sentir
verguenza por ser maltratados o por algún temor.

El acoso escolar forma parte de nuestra sociedad, lamentablemente. Es como una especie
de “mala costumbre”, pero que puede ser detectada y por consiguiente, prevenida.

La escuela y la familia, en verdad, forman como un círculo que representa una enorme
familia de varios miembros: padre, madre, hermanos, compañeros, maestros. Cada uno
tiene una cuota de responsabilidad que puede ayudar a prevenir el acoso.

Se trata de espacios de convivencia distintos, pero a su vez conectados entre si. Lo que
ocurre en la escuela de alguna manera repercute en la casa familiar, o lo que ocurre en la
casa puede llegar a tener consecuencias en la escuela.

La herramienta más importante es la comunicación. Por un lado, en la casa. Hay que tener
mucho cuidado y tacto para abordar este tema con los hijos. Es posible que si el chico o la
muchacha esté siendo victima de un acoso, procure ocultarlo o al menos, minimizarlo, sin
ser verdaderamente conscientes del daño que podrían estar recibiendo.

Es recomendable crear un circulo de confianza. Que los hijos confíen en sus padres para
poder contarles estos casos, pero sin sentirse avasallados, o débiles. A nadie le gusta
mostrarse vulnerable a los demás. Porque eso significa para ellos que están demostrando
cierta debilidad.

Sin embargo, hay que comprender que mostrarse vulnerable no es algo malo, ni algo
vergonzoso.

Sino algo normal que puede afectar a cualquier persona en cualquier momento de su vida.
No siempre tenemos la obligación de permanecer fuertes. Esa es una creencia social que
lastimosamente está todavía muy arraigada.

Es más fácil ayudar que ser ayudado, porque pocos piden esa ayuda. Quién está siendo
victima de un acoso tiene un rechazo natural a ser atendido por otras personas.

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