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Alberto Abad
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iii
Para Pili,
Pablo, Cristina,
Cari y Alejo.
iv
Índice general
Prólogo y agradecimientos XI
v
vi Índice general
5 Referencia temporal 73
5.1 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
5.2 Relojes basados en la rotación terrestre . . . . . . . . . . . . . . . 75
5.2.1 Tiempo sidéreo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
5.2.2 Ángulo de rotación terrestre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
5.2.3 Tiempo solar y tiempo medio . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
5.2.4 Tiempo universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
5.3 Movimiento orbital de la Tierra: el año . . . . . . . . . . . . . . . 81
5.4 Relación entre el tiempo sidéreo y el tiempo medio . . . . . . . . . 82
5.5 Escalas de tiempo uniforme . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
5.5.1 Tiempo de efemérides y tiempo atómico internacional . . . 84
5.5.2 Tiempo universal coordinado . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
5.5.3 Tiempo de zona y tiempo oficial . . . . . . . . . . . . . . . 88
5.6 Escalas modernas de tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
5.7 Tiempos coordenada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
5.8 Calendario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
5.9 Determinación de una época . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
II Movimiento kepleriano 95
6 Revisión de elementos de dinámica clásica 97
6.1 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
6.2 Movimiento de una masa puntual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
6.3 Sistemas inerciales y no inerciales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
6.4 Movimiento de una partı́cula en su plano . . . . . . . . . . . . . . 101
Índice general vii
Bibliografı́a 335
Por otra parte, es de justicia escribir unas lineas aparte, y muy destacadas,
para todos los miembros del grupo APSIDE (Asociación para la Promoción Social
de la Investigación y el Desarrollo Espacial), sección aragonesa del proyecto SSETI
(Student Space Exploration and Technology Initiative) a quienes dedico de manera
especial este libro y que son quienes, de alguna forma, me han creado la obligación
moral de escribirlo, terminarlo e intentar que sea una herramienta útil para todos
aquellos estudiantes interesados en la industria espacial.
El proyecto SSETI nació hace unos años como una iniciativa de la Agencia
Espacial Europea (ESA) para formar a jóvenes estudiantes en el ámbito espacial.
El proyecto pretendı́a agrupar universidades de toda Europa formando equipos
que serı́an capaces de diseñar, construir y lanzar satélites. La novedad consistı́a en
que todo el proyecto estarı́a dirigido y formado exclusivamente por estudiantes,
contando con el apoyo de expertos de la Agencia y profesores de las universidades.
Para un profesor nada hay tan importante como el éxito de sus alumnos, en
este caso comprobado y reconocido. Por ello, quiero enviarles a todos ellos mi
agradecimiento más profundo, por ser los culpables de la finalización del libro
y por haber logrado que recuperara la ilusión por la docencia y demostrarme,
y demostrar a muchos otros, que con voluntad y con esfuerzo cualquier joven
preparado es capaz de conseguir lo que se proponga.
Sistemas de referencia en
Astrodinámica
1
Capı́tulo 1
1.1 Introducción
El objetivo del presente capı́tulo es recordar el concepto de sistema de refe-
rencia en IR3 , necesario para situar la posición de los astros y otros objetos en el
espacio. Para ello, efectuaremos un breve repaso de las propiedades básicas del
espacio vectorial real IR3 y de todos los conceptos asociados al mismo como los
productos escalar, vectorial y mixto, ángulos, etc., que serán de gran importancia
en el desarrollo del libro.
Estas notas no constituyen un tratado de álgebra, de hecho, será necesaria una
revisión de un libro especializado para una mejor comprensión de algunos de los
conceptos aquı́ utilizados. Sin embargo, hemos preferido profundizar en algunos
aspectos, como el de sentido de un ángulo y la orientación de los sistemas de
referencia, pues estos conceptos, de gran importancia en la Astrodinámica, son a
menudo tratados sin demasiado rigor.
La trigonometrı́a esférica ha sido la herramienta tradicional para resolver pro-
blemas de Astronomı́a de Posición, donde el concepto de distancia entre puntos,
imposible de medir por observación directa, es cambiado por el de distancia an-
gular, sustituyendo los puntos de IR3 por su proyección en una esfera de radio
arbitrario (tomado como unidad de longitud). En este libro, salvo en una oca-
sión, hemos utilizado el cálculo vectorial y matricial en lugar de las fórmulas de
la trigonometrı́a esférica, lo que conduce a relaciones más fáciles de entender y
que no contienen ambigüedades. Sin embargo, con objeto de que el lector pueda
comprender algunas de las demostraciones que aparecen en libros clásicos de As-
trodinámica desarrollaremos brevemente en este capı́tulo los fundamentos de la
4 Sistemas de referencia en IR3
trigonometrı́a esférica.
x · y = x 1 y 1 + x 2 y 2 + x 3 y3 , (1.1)
De esta forma, la distancia entre dos puntos P, Q vendrá dada por la norma del
vector QP = OP OQ.
Todo vector x puede ser expresado en la forma
x = k x k x̂,
Ángulos y funciones circulares inversas 5
x·y = y · x,
x · (y + z) = x · y + x · z,
( x) · y = (x · y), (1.2)
x·x 0,
x · x = 0 () x = 0.
↵ x · y = k x kk y k cos ↵. (1.3)
acos : [ 1, 1] !
[0, ⇡],
⇡ ⇡
asen : [ 1, 1] ! [ , ], (1.4)
2 2
⇡ ⇡
atan : IR [{ 1, 1} ! [ , ].
2 2
Esta determinación de cuadrante es la usada habitualmente por todos los lengua-
jes de programación y calculadoras cuando se invocan las funciones inversas de
las circulares. Nótese además que la función acos ası́ definida, cuando se usa para
la obtención del ángulo entre dos vectores, determina el menor de los dos posibles
o ángulo agudo.
Habitualmente el uso de las funciones arco coseno, arco seno y arco tangen-
te viene asociado a la resolución de ecuaciones del tipo cos ↵ = x, sen ↵ = x,
ó tan ↵ = x. Si el significado geométrico de ↵ en dichas ecuaciones se restringe al
intervalo de definición de las funciones, la solución de cada una de esas ecuaciones
será única y vendrá dada por las funciones acos, asen, atan, respectivamente. En
1 Las funciones sec, cosec, cotan, pueden considerarse funciones auxiliares de sen, cos y tan y
sus propiedades fácilmente deducibles a partir de ellas por lo que no son consideradas en esta
exposición.
Ángulos y funciones circulares inversas 7
⇢
↵0 = acos x,
cos ↵ = x () ↵ = arccos x ()
↵1 = acos x,
⇢
↵0 = asen x,
sen ↵ = x () ↵ = arcsen x () (1.5)
↵1 = ⇡ asen x,
⇢
↵0 = atan x,
tan ↵ = x () ↵ = arctan x ()
↵1 = ⇡ + atan x.
8 x
>
< cos ↵ = p ,
x + y2
2
↵ = atan(x, y) () y (1.6)
>
: sen ↵ = p .
x + y2
2
↵ = 2 atan x. (1.8)
C = M cos m, S = M sen m,
o lo que es igual
p
M= C 2 + S2, m = atan (C, S) ,
podremos poner
y finalmente ✓ ◆
A
↵=m arccos .
M
Su norma, k x ⇥ y k = k x kk y k sen ↵.
x⇥y
y x
x⇥y
y
x
La figura 1.2 representa los dos posibles vectores x⇥y según la posición relativa
de x e y. Puede observarse también que las dos únicas direcciones ortogonales al
plano definido por dichos vectores se representan por los vectores x ⇥ y e y ⇥ x,
que además verifican la relación
x⇥y = y ⇥ x.
i1 · i2 = i1 · i3 = i2 · i3 = 0.
por i1 y i2 . Estas dos direcciones son las representadas por los vectores i1 ⇥ i2 e
i2 ⇥ i1 , que en ambos casos tienen norma unidad de acuerdo con la definición de
producto vectorial.
De esta forma se llega a las dos posibles elecciones de sistemas de referencia
ortonormales: sistema directo (llamado también sistema dextrógiro o de orienta-
ción positiva) cuando i3 = i1 ⇥ i2 y sistema retrógrado (sistema levógiro o de
orientación negativa) cuando i3 = i2 ⇥ i1 .
i3 i3
i2 i1
i1 i2
1.
i3 = i1 ⇥ i2 , i1 = i2 ⇥ i3 , i2 = i3 ⇥ i1 . (1.12)
i1 i2 i3 (1.13)
= x1 x2 x3 .
y1 y2 y3
x1 x2 x3
[x, y, z] = y1 y2 y3 . (1.14)
z1 z2 z3
Otras propiedades de los distintos productos de vectores 11
1.
i3 = i2 ⇥ i1 , i2 = i1 ⇥ i3 , i1 = i3 ⇥ i2 , (1.15)
i1 i2 i3 (1.16)
= y1 y2 y3 .
x1 x2 x3
x1 x2 x3
[x, y, z] = z1 z2 z3 . (1.17)
y1 y2 y3
x ⇥ (y + z) = x ⇥ y + x ⇥ z, (1.18)
x⇥a = b,
(1.22)
x·a = c,
lado del plano determinado por los vectores x, y. Dicha ambigüedad quedará eli-
minada fijando, mediante el producto vectorial de los dos vectores, el subespacio
desde el cual observamos el giro.
Para fijar los conceptos de ángulo directo o retrógrado entre dos vectores x, y,
o ángulo que va de x a y en sentido positivo o negativo, debemos fijar, en primer
lugar, una orientación o dirección n, definida a partir del vector (x⇥y)/k x⇥y k o
del vector (y⇥x)/k x⇥y k. Fijado n, hablaremos de ángulo directo, o recorrido en
sentido positivo o directo, como aquel que lleva el vector x hacia y en el sentido de
giro contrario a las agujas del reloj visto desde la dirección del espacio definida por
el vector n. Un ángulo retrógrado, o recorrido en sentido negativo o retrógrado,
es el ángulo recorrido en sentido contrario al anterior. Habitualmente todos los
libros usan, sin mencionarlo, la orientación definida por n = (x ⇥ y)/k x ⇥ y k.
El concepto de sistema ortogonal directo nos va a permitir determinar, de una
manera precisa, el ángulo directo entre dos vectores x, y, una vez hayamos definido
la orientación n. En efecto, por ser n ortogonal a x podemos definir un sistema
de referencia ortonormal directo formado por los vectores {i1 = x/k x k, i2 =
n⇥x/k n⇥x k, i3 = n}. Notemos que por ser n y x ortogonales se tiene k n⇥x k =
k x k y por tanto i2 = (n ⇥ x)/k x k. El vector ŷ, que pertenece al plano formado
por i1 y i2 podrá expresarse como
ŷ = p i1 + q i2 ,
o lo que es igual
y = k y kp i1 + k y kq i2 .
y = k y k cos ↵ i1 + k y k sen ↵ i2 ,
x·y y · (n ⇥ x) n · (x ⇥ y)
k y k cos ↵ = y · i1 = , k y k sen ↵ = y · i2 = = ,
kxk kxk kxk
y finalmente
o lo que es igual
La expresión (1.25) nos da de manera precisa y única el valor del ángulo que va
de x a y en sentido positivo desde la orientación definida por el vector n.
14 Sistemas de referencia en IR3
y por otro,
x
x = r cos l + r cos ˜ i3
˜
= r cos l + r sen i3 ,
x = r cos cos ,
y = r cos sen , (1.27)
z = r sen .
Por otro lado, dados dos puntos en una esfera, existe uno y solo un cı́rculo
máximo que pasa por ellos, pues estos dos puntos, junto con el centro determinan
un plano que corta a la esfera en dicho cı́rculo máximo. Nótese que el cı́rculo
máximo es el equivalente a la recta en la geometrı́a plana.
En geometrı́a plana, queda perfectamente determinado el concepto de seg-
mento de recta como la parte de la recta que une dos puntos. Sin embargo, dados
dos puntos en la esfera, al ser cerrado el cı́rculo máximo que los une, quedan
determinados dos segmentos y no uno. Para evitar confusiones consideraremos
únicamente como segmento que une dos puntos al menor de ambos.
Uno de los parámetros que representan un segmento de recta es su longitud.
Esto ocurre también cuando consideramos un segmento de cı́rculo máximo, sin
embargo, puesto que al trabajar en la esfera se pretende eliminar el concepto
de distancia, o lo que es igual las dimensiones de longitud, deberemos sustituir
el concepto de longitud del segmento por algún otro concepto equivalente. Para
ello, basta recordar la expresión l = r✓, que relaciona la longitud del segmento
de circunferencia con el producto del arco que éste abarca por el radio de la
circunferencia. Si consideramos el radio como unidad de distancia, la longitud
del segmento equivale al arco. Ası́ pues, a partir de ahora, cuando hablemos de
longitud del segmento que une dos puntos de la esfera, entenderemos como tal el
arco que dicho segmento abarca, expresado en radianes.
Tres puntos no alineados en un plano forman un triángulo plano, que queda
caracterizado por seis parámetros: la longitud de los tres lados y los ángulos que
forman entre si los tres lados. Si tomamos tres puntos sobre una esfera podemos
unirlos dos a dos por medio de segmentos de cı́rculo máximo (figura 1.5). La figura
formada en la esfera por estos tres segmentos será llamada triángulo esférico.
A
b c
C
a
radianes, y por sus tres ángulos (A, B, C) que quedan definidos por los tres ángulos
que forman entre si los planos que definen cada par de cı́rculos máximos. Debido
a la forma de elegir el segmento entre los dos posibles, los tres lados verifican la
relación a 2 [0, ⇡], b 2 [0, ⇡], c 2 [0, ⇡]. De la misma forma esto obliga a que se
verifiquen también las relaciones A 2 [0, ⇡], B 2 [0, ⇡], C 2 [0, ⇡].
La trigonometrı́a esférica permite obtener los seis elementos de un triángulo
esférico a partir de tres cualesquiera de ellos.
de los cosenos de los otros dos lados más el producto de los senos de los otros dos
lados por el coseno del ángulo opuesto al primer lado. Ası́ tendremos tres y no
una fórmula del coseno.
Por otro lado, llamaremos A, B, C a los vectores unitarios ortogonales a los
planos que contienen cada lado del triángulo esférico y cuya expresión viene dada
como
a⇥b c⇥a b⇥c
C= , B= , A= , (1.38)
ka ⇥ bk kc ⇥ ak kb ⇥ ck
o lo que es igual
cos c sen A sen b cos A cos c sen b cos b sen c sen A sen b sen c
A = i1 + i2 + i3 ,
sen a sen a sen a
B = sen A i1 cos A i2 ,
C = i2 .
(1.39)
Los extremos de los vectores A, B, C forman otro triángulo esférico (figura
1.7), que es llamado triángulo polar, cuyos lados son a0 = ⇡ A, b0 = ⇡ B, c0 =
⇡ C y cuyos ángulos son A0 = ⇡ a, B 0 = ⇡ b, C 0 = ⇡ c.
Por ser ⇡ B el ángulo entre A y
A
C tendremos, por un lado, que
a
kA ⇥ C k = k A kk C k sen(⇡ B)
= sen B,
y por otro
cos b sen c + sen b cos c cos A
A·C = ,
sen a
lo que lleva finalmente a obtener la tercera fórmula de Bessel
Las tres fórmulas de Bessel son válidas para cualquier triángulo esférico, por
tanto lo serán también para el triángulo polar. Ası́ pues si las aplicamos para los
elementos a0 = ⇡ A, b0 = ⇡ B, c0 = ⇡ C, A0 = ⇡ a, B 0 = ⇡ c, C 0 = ⇡ c,
obtendremos, por un lado
a 180 A
B A = 90 C b a = 90 c
90 c 90 b 90 C 90 B
por otro lado, aplicando dos de las permutaciones de las terceras fórmulas de
Bessel (1.42), se llega a
B+C b c b+c A
tan = cos sec cot ,
2 2 2 2
que coincide con la primera de las expresiones (1.45).
6. Conocidos dos ángulos y un lado de manera que el lado sea opuesto a alguno
de los dos ángulos. Esto corresponde a los seis casos: (A, B, a), (A, B, b),
(A, C, a), (A, C, c), (B, C, b), (B, C, c).
Cada uno de estos casos tiene solución doble. Por ejemplo el caso (A, B, a)
se resuelve aplicando en primer lugar la fórmula de los senos para obtener
b. Del seno se obtienen dos valores b1 , b2 que serán llevados junto con los
de (a, b, A) a las analogı́as de Neper para obtener c y C. El resto de caos se
resuelve también con una aplicación de la fórmula de los senos y luego las
dos analogı́as de Neper.
La indicación de solución única o doble de cada uno de los seis casos representa
únicamente el número máximo de soluciones. En todos los casos puede haber
menos soluciones. La anulación de la solución obtenida se realizará cuando se
obtenga un valor mayor que la unidad para un seno o un coseno o al aplicar las
analogı́as de Neper se obtenga un ángulo mayor que 180 .
24 Sistemas de referencia en IR3
Capı́tulo 2
2.1 Introducción
Si tenemos un punto P , referido a un sistema de referencia {O, i1 , i2 , i3 }, y
queremos expresarlo en el sistema {O0 , f 1 , f 2 , f 3 } debemos transformar la expre-
sión del vector OP en la base inicial {i1 , i2 , i3 } en la expresión del vector O0 P en
la base del sistema final {f 1 , f 2 , f 3 }. Para ello debemos realizar dos operaciones:
x = X1 f 1 + X2 f 2 + X3 f 3 . (2.2)
mientras que, por ser I base de IR3 , cualquier vector de IR3 podrá ser expresado
en dicha base en la forma:
Por ser las bases ortonormales, las componentes de un vector pueden obtenerse
a través de los cosenos directores, luego se tendrá
xI = RIF xF , (2.9)
xF = R F I xI . (2.11)
RF I = RIF1 = RTIF .
Las matrices que cumplen esta importante propiedad son llamadas matrices or-
togonales.
La notación anterior, que usa dos subı́ndices que representan los nombres
de los dos sistemas de referencia, no presenta ningún tipo de ambigüedad en
la expresión de la rotación. Sin embargo, esto no sucede ası́ cuando se define
28 Cambios del sistema de referencia: rotaciones
Puede parecer absurdo introducir en este texto ambos convenios, sobre todo
después de haber establecido inicialmente una notación que no contiene ninguna
ambigüedad, sin embargo, hemos preferido introducir las dos notaciones con ob-
jeto de no modificar expresiones que son de uso común en la comunidad cientı́fica,
en la que no siempre coincide el convenio utilizado para expresar las rotaciones.
Siempre que sea posible utilizaremos los subı́ndices para evitar confusiones, en
otros casos utilizaremos la notación con o sin tilde para especificar el convenio
utilizado sin recordarlo en cada caso.
xS1 = RxSn , e
xSn = Rx , (2.13)
S1
Teniendo en cuenta que R[↵, â][(â ⇥ x) ⇥ â] pertenece al plano Oxy y tiene una
longitud ↵, podremos poner
que permiten obtener la rotación alrededor de un eje que pasa de uno a otro
sistema de referencia. Puede observarse que las ecuaciones (2.18) producen dos
soluciones correspondientes a las dos rotaciones de signos opuestos vistas en la
última propiedad.
i3 i3
f3 i3 ⌘ f 3
f2
✓ f3 ✓ f2
✓
i2 ✓
i2 ⌘ f 2 i2
✓ ✓
i1 ⌘ f 1 i1 i1
f1 f1
Esta relación, junto con la propiedad (2.23), permite poner la expresión an-
terior en la forma xF = R3 ( ✓)R1 ( I)R3 ( ⌦)xI , lo que nos indica que si
(⌦, I, ✓) son los tres ángulos de Euler que pasan de I a F, entonces los ángu-
los ( ✓, I, ⌦) son los ángulos de Euler que pasan de F a I.
Cuando los planos i1 , i2 y f 1 , f 2 coincidan el problema es mucho más simple,
pues en este caso una única rotación alrededor del eje Oz es suficiente para pasar al
Rotaciones y cuaternios 33
I = acos(i3 · f 3 ), (2.26)
expresión que nos da sin ambigüedad este ángulo pues pertenece al intervalo [0, ⇡].
Finalmente, el ángulo ✓ es la longitud del vector f 1 en el sistema de referencia
I 00 = {l, f 3 ⇥ l, f 3 }, por tanto tendremos
e1 (I)R
✓ = polar ((f 1 )I00 ) = polar (R e3 (⌦)(f 1 ) ). (2.27)
I
donde:
↵ ↵
q0 = cos , qi = ai sen , (2.29)
2 2
son llamados parámetros de Euler de la rotación.
El tratamiento de las rotaciones por medio de los parámetros de Euler se
simplifica si se introduce un conjunto de números, desarrollados por Hamilton, y
que son llamados cuaternios.
2 En muchos libros aparece la traspuesta de esta matriz porque usan el convenio B.
34 Cambios del sistema de referencia: rotaciones
Los cuaternios son una extensión de los números complejos que se definen a
partir del elemento
q = q 0 + i q1 + j q 2 + k q 3 , (2.30)
donde se han introducido tres números imaginarios i, j, k, en lugar de uno, cuyos
productos respectivos se definen como:
i2 = j 2 = k 2 = 1, ij = ji = k, jk = kj = i, ki = ik = j. (2.31)
A q0 le llamaremos parte real del cuaternio, mientras que el resto será la parte
imaginaria.
Podemos definir la suma, producto por un escalar y el producto de cuaternios
como las operaciones entre polinomios, y aplicar las relaciones (2.31). De esta
forma, dados dos cuaternios cualesquiera q a = q0a + i q1a + j q2a + k q3a , q b = q0b +
i q1b + j q2b + k q3b y un número real r, tendremos
para la suma,
r q a = r q0a + i r q1a + j r q2a + k r q3a , (2.33)
para el producto por un escalar, y
xI = q xF qe, (2.35)
3.1 Introducción
En el capı́tulo primero se ha establecido que un sistema de referencia está for-
mado por un punto origen O y una base ortonormal directa {i1 , i2 , i3 }. Para
determinar esta base es suficiente, desde el punto de vista práctico, especificar
dos elementos:
referencia en el espacio que serán útiles tanto para el establecimiento de las coor-
denadas astronómicas y geográficas o planetográficas como para el establecimiento
de sistemas de referencia para la navegación espacial.
En los dos próximos capı́tulos distinguiremos entre los sistemas de referencia
idealizados, que parten de la premisa de que los planos y puntos usados como
referencia están fijos en el espacio, y los sistemas de referencia precisos, que toman
en consideración, de forma rigurosa, las variaciones de estos planos y puntos.
Si atendemos al movimiento orbital de la Tierra en torno al Sol, las leyes
enunciadas por Kepler nos indican que éste tiene lugar en un plano que es llamado
plano de la eclı́ptica.
Por otro lado, la Tierra es un sólido de revolución que gira, con velocidad
angular constante, alrededor de un eje. El plano perpendicular a dicho eje es
llamado plano del ecuador y la intersección del eje de rotación con la superficie
de la Tierra y con la esfera celeste nos define, respectivamente, el polo terrestre
y el polo celeste.
Los planos del ecuador y la eclı́pti-
ca son, en una primera aproximación,
planos fijos en el espacio. Su intersec-
ción (ver figura 3.1), representada por eclı́ptica
el sı́mbolo , es un punto llamado equi-
noccio 1 o punto vernal. El ángulo ✏ en-
tre los dos planos es llamado oblicuidad
de la eclı́ptica y tiene un valor aproxi-
✏
mado de 23 270 .
ecuador
La combinación de la atracción gra-
vitacional junto con la rotación de la
Tierra determinan, para cada observa-
dor situado en su superficie, una di-
rección privilegiada, llamada dirección
vertical, que se observa de manera muy
precisa con una simple plomada. El Figura 3.1: Planos del ecuador y de la
plano perpendicular a la vertical de un eclı́ptica.
lugar es el llamado plano horizontal u
horizonte. Puesto que la dirección de la vertical depende del lugar, el plano
horizontal resulta ser un plano distinto para cada observador.
Mediante estos planos y sus intersecciones definiremos los elementos necesarios
para establecer las bases de los sistemas de referencia fundamentales, pero además,
deberemos establecer el origen del sistema. Utilizaremos distinto nombre según el
origen elegido, ası́ llamaremos a los sistemas:
1 En realidad existen dos equinoccios: el de primavera o punto en el que el Sol cruza el ecuador
con declinaciones crecientes (acercándose al polo norte) y el equinoccio de otoño, que es el punto
opuesto. De aquı́ en adelante cuando hablemos del equinoccio nos referiremos al equinoccio de
primavera.
Sistema de referencia horizontal 39
El cambio entre sistemas con centros diferentes requerirá aplicar una trasla-
ción, para lo que será necesario el vector de posición relativa entre los dos centros
expresado en la base correspondiente.
Finalmente introduciremos una breve nota relativa a la notación utilizada, de
aquı́ en adelante, para dar nombre a los sistemas de referencia. Utilizaremos una
letra mayúscula caligráfica que hará mención, bien al plano fundamental, o bien a
su polo. Un subı́ndice indicará el origen. Ası́, un sistema cuyo plano fundamental
sea el ecuador y origen el equinoccio se representará por E , donde la letra E hace
mención al plano del ecuador, mientras para un sistema cuyo plano fundamental
sea el de la eclı́ptica, y que tenga el mismo origen, usaremos la notación K , que
hace mención al polo de la eclı́ptica en lugar del plano. Puesto que en lo que sigue
se hará hincapié en el cambio de base no se especificará, en general, el origen O
del sistema.
2 Palabra de origen árabe que significa punto situado sobre nuestra cabeza.
40 Fundamentos de los sistemas de referencia en el espacio
de este libro porque nos permite una fácil relación con el sistema de referencia horario. En
geodesia, cartografı́a y navegación suele medirse desde el Norte y no desde el Sur por lo que
diferirá en 180 de la utilizada aquı́.
Sistema de referencia horario 41
xE = cart(r, ↵, ). (3.6)
y la relación entre las coordenadas en ambos sistemas vendrá dada por la expresión
xZW = RZW EW xEW que, desarrollada, se escribirá en la forma:
P 3 ⌘ e3
H
↵
ST
Sur
P2
(Sur) H
L
e1 ( ) ↵
ST
L
g3
z P
⇠
b S
S
T a b ⇢
a g2
g1
a x
Veamos cómo podemos situar un punto S sobre las superficie del elipsoide. Las
coordenadas polares esféricas de ese punto serán (⇢, , ), donde ⇢ es la distancia
radial al centro de la Tierra, la longitud geográfica es el ángulo diedro que forma
el meridiano de referencia con el meridiano del punto S. La longitud, que suele
expresarse en horas, será tomada, de aquı́ en adelante, como un ángulo entre 0h y
4 En este sistema hemos usado un sı́mbolo G independiente del polo, del ecuador y del origen,
pues estos puntos en el caso del elipsoide de referencia terrestre deberán ser redefinidos con más
cuidado.
Sistema de referencia geográfico 47
24h medido en sentido contrario a las agujas del reloj, lo que en la Tierra supone
medirlo hacia el este. Habitualmente, cuando se da la posición geográfica de un
lugar de la Tierra, suele utilizarse el convenio de dar el ángulo entre 0h y 12h hacia
el este o el oeste, por lo que cuando se da longitud oeste será preciso cambiarle el
signo y sumarle 24h para aplicar el convenio usado en este libro.
Para determinar la latitud observaremos la figura de la derecha de 3.9, que
representa la elipse meridiana, esto es, la intersección del plano del meridiano del
lugar S con el elipsoide de referencia. Aquı́ distinguiremos dos puntos: el punto S
del elipsoide del que estamos definiendo las coordenadas y un punto P que está a
una distancia ⇠ de S sobre la vertical de éste. A ⇠ le llamaremos altitud de P .
Definiremos en primer lugar las coordenadas de S y luego veremos como afecta
en las coordenadas el hecho habitual de que el punto de la superficie de la Tierra,
cuyas coordenadas se miden, no esté exactamente sobre en el elipsoide sino a una
altitud ⇠ respecto a éste.
El ángulo , denominado latitud geocéntrica, es el ángulo formado por el se-
mieje mayor de la elipse meridiana con el radio que pasa por el punto S. Sin em-
bargo, en coordenadas astronómicas suele emplearse la llamada latitud geográfica,
de sı́mbolo , que es el ángulo formado por la normal a la elipse meridiana en el
punto S (que como hemos mencionado anteriormente, haremos coincidir con la
dirección de la plomada) con el semieje mayor de dicha elipse. Las dos longitudes
, 2 [ ⇡/2, ⇡/2], aunque se suelen expresar siempre como cantidades positivas
indicando si es latitud norte (N) o sur (S).
Para establecer la relación entre ambas latitudes consideraremos un sistema
de referencia plano en la elipse meridiana cuyos ejes Ox y Oz coinciden con la
dirección de los semiejes mayor y menor de la elipse. En este sistema la ecuación
de la elipse meridiana se puede poner como
x2 z2
+ = 1.
a2 b2
La pendiente de la recta normal a la elipse es
dx a2 z
tan = = 2 ,
dz b x
mientras que el ángulo viene dado por tan = z/x, con lo que resulta
1
tan = tan , (3.17)
1 e2
siendo e la excentricidad del elipsoide que se obtiene a partir del radio ecuatorial
a y el achatamiento f .
El radio vector ⇢ se obtiene también sin dificultad, aunque con un poco más
de cálculo. A partir de la ecuación de la elipse,
b2 x 2 + a 2 z 2 = a 2 b2 ,
48 Fundamentos de los sistemas de referencia en el espacio
x = ⇢ cos , z = ⇢ sen ,
se tiene
a 2 b2 a2 (1 e2 )
⇢2 = = . (3.18)
b2 cos2 + a2 sen2 1 e2 cos2
Por otra parte, al ser b2 x sen = a2 z cos , resulta
a4 z 2 cos2 b4 sen2
x2 = , y de ahı́, z2 = ,
b4 sen2 a2 cos2 + b2 sen2
y con esto
a2 [cos2 + (1 e2 )2 sen2 ]
⇢2 = x 2 + z 2 = . (3.19)
1 e2 sen2
Ahora bien, normalmente los lugares de observación no se encuentran sobre el
elipsoide de referencia, sino a una cierta altitud, por eso se hace necesario el ob-
tener las coordenadas de un lugar P situado a una altitud ⇠ sobre el horizonte.
Recordemos que la latitud se mide sobre la normal al elipsoide. Por ello, se in-
troducen unas cantidades C y S de modo que las coordenadas del punto resultan
ser:
x = ⇢ cos = a C cos ,
(3.20)
z = ⇢ sen = a S sen .
Dividiendo estas dos ecuaciones, se tiene
S b2
tan = tan = tan = (1 f )2 tan ,
C a2
lo que, llevado a la ecuación de la elipse, nos da
x2 z2
1= + = C 2 [cos2 + (1 f )2 sen2 )],
a2 b2
de donde se obtiene finalmente:
p
C = 1/ 1 f (2 f ) sen2 , S = C(1 f )2 .
x0 = x+ x = (a C + ⇠) cos ,
(3.21)
z0 = z+ z = (a S + ⇠) sen ,
lo que equivale a decir que la ascensión recta de del punto vale (⇡/2 + ↵0 ), como
se muestra en la figura 3.11.
La inclinación entre los dos ecuadores viene dada por el ángulo entre los vec-
tores e3 y p3 que es igual a (⇡/2 0 ).
52 Fundamentos de los sistemas de referencia en el espacio
Con todo ésto podemos deducir que los ángulos de Euler que pasan del sistema
E a P$ son (⇡/2 + ↵0 , ⇡/2 0 , W ) por lo que la matriz de rotación entre ambos
sistemas será
RE P$ = R3 (⇡/2 + ↵0 )R1 (⇡/2 0 )R3 (W ), (3.23)
y la matriz de paso de E a P será simplemente
RE P
= R3 (⇡/2 + ↵0 )R1 (⇡/2 0 ). (3.24)
7 Ver bibliografı́a.
Capı́tulo 4
Sistemas de referencia
espaciales precisos
I1 !˙ 1 + (I3 I1 ) !2 !3 = 0,
I1 !˙ 2 + (I1 I3 ) !1 !3 = 0, (4.2)
I3 !˙ 3 = 0.
De la tercera de estas ecuaciones se obtiene inmediatamente que
!3 = ⌦ = constante. (4.3)
!1 = A cos( Et + B),
(4.4) p1
!2 = A sen( E + B),
t
Figura 4.2: Gráfica del movimiento del polo. Datos del IERS.
La gráfica 4.2 muestra los datos de movimiento del polo obtenidos por el IERS
(International Earth Rotation and Reference Systems Service) para el perı́odo
56 Sistemas de referencia espaciales precisos
baciones. La precesión se corresponde con las perturbaciones de largo periodo, mientras que la
nutación es una perturbación de corto periodo.
Sistemas de referencia espaciales precisos 57
rotación sistemática con respecto a objetos muy distantes en el universo sin movimiento propio.
Sistemas de referencia espaciales precisos 59
Aunque la orientación de los ejes en la definición del sistema BCRS no está de-
finida formalmente, estos ejes coinciden con los del sistema llamado
cuya materialización práctica, al igual que el FK5 lo era del sistema E oo , viene
dada por el ICRF5 , que no es sino el conjunto de posiciones de un gran número
de radiofuentes extragalácticas. Los ejes de este sistema ICRS, que en la práctica
coincide con el BCRS, están definidos de manera que sean consistentes con el sis-
tema E oo , con una diferencia de alineación menor que 0.00 02, lo que es despreciable
para la mayorı́a de las aplicaciones.
En adelante llamaremos sistema espacial, S = {e1 , e2 , e3 }, a un sistema de
referencia, que independientemente del origen, tiene unos ejes paralelos al ICRS.
En particular tendremos:
El sistema SG (SP ) será el sistema que usaremos a partir de ahora para cual-
quier observación realizada desde la Tierra (planeta) y sobre todo, por ser éste un
sistema inercial, para el planteamiento de las ecuaciones del movimiento de los
satélites artificiales.
El sistema SG es el sustituto actual de E oo , aunque como hemos dicho antes la
diferencia entre ellos es muy pequeña. La transformación de uno a otro será estu-
diada más adelante. Por otro lado, aunque el plano fundamental del sistema SG es
muy próximo al ecuador del instante J2000.0 no coincide exactamente con él por
lo que las coordenadas obtenidas en este sistema no son exactamente ecuatoriales.
Sin embargo, se ha mantenido el nombre de ascensión recta y declinación para las
coordenadas en este sistema, especificando, cuando haya posibilidad de confusión,
en cuál de los dos sistemas han sido medidas.
Para obtener las coordenadas de un punto en el sistema SG debemos partir del
sistema geográfico G, definido en el capı́tulo anterior, pues es en éste donde el IERS
determina la posición del polo y, por tanto, del ecuador verdadero que es el que
va asociado a la observación, por ello, para entender el proceso que relaciona los
diferentes sistemas de referencia, debemos encontrar todo el conjunto de relaciones
y sistemas intermedios que ligan los sistemas G y SG .
En primer lugar llamaremos
5 HCRF es el nombre de otra materialización de este sistema de menor precisión que ICRF y
obtenida con medidas realizadas desde el satélite Hipparcos.
6 Este nombre no es utilizado fuera de este libro pero nos ha parecido coherente su introduc-
ción, dentro del contexto de esta obra, con objeto de simplificar y sistematizar la gran cantidad
de nombres que aparecen.
60 Sistemas de referencia espaciales precisos
Gx
?
?
T1?
y
T2b T2c
E$x ! xE ! E 0
m
? ?
? ?
T2a? ?T3
y y
m
Ex E
xm
? ?
? ?
T6? ?T4
y y
T5
SG ! E oo
T2. Tres cambios de origen en el ecuador intermedio que relacionan los sistemas
0
con origen en , $, y m .
Como puede verse en la tabla 4.1 existen dos caminos para relacionar G con
SG . El camino clásico, (T1,T2b,T3,T4,T5), usa la teorı́a de la precesión y nutación
clásica basada en el equinoccio. Sin embargo, el moderno, (T1,T2a,T6), no usa el
equinoccio. En lo que sigue describiremos ambos caminos, con los parámetros del
camino clásico adaptados a los modelos desarrollados por la IAU en el año 2000.
En los siguientes subapartados se describe cada transformación por separado,
dando tanto los parámetros que la caracterizan como la matriz de transformación.
En algunos casos escribiremos la expresión precisa de los parámetros en términos
de una variable temporal Ts 7 que se explicará con detalle en el capı́tulo siguiente
y que representa el número de siglos julianos transcurridos entre el instante del
cálculo y un instante estándar J2000.0. En otros casos no se escribe la expresión
debido a su enorme volumen. Tanto en estos casos como en los primeros, quien
tenga necesidad de su uso, puede acudir al conjunto de rutinas SOFA8 y NOVAS9 ,
ambas escritas en lenguaje C y FORTRAN y desarrolladas respectivamente por
7T
s = (JDTT 2451545.0)/36525.
8 http://www.iau-sofa.rl.ac.uk/
9 http://aa.usno.navy.mil/software/novas/novas info.html
62 Sistemas de referencia espaciales precisos
que corresponden a la correcciones por marea oceánica y por nutación y que son
menores que 0.00 01.
Observando la derecha de la figura 4.4, y tras efectuar tres rotaciones ele-
mentales, llegamos a la relación RGE$ = R1 (yp )R2 (xp )R3 ( s0 ), cuya inversa es
W = RE$ G = R3T ( s0 )R2T (xp )R1T (yp ), o teniendo en cuenta las relaciones entre
las matrices de rotación elemental en sus dos convenios, tendremos finalmente
e 3 ( s0 )R
W =R e2 (xp )R
e1 (yp ), (4.6)
yp IRP
g3
xp
Oeste yp IRP e$
3
xp
IRM
g1
CIP e$
1
IRM s0
Meridiano origen
A
es el ángulo entre el equinoccio medio de J2000.0, o , y un punto ⇤ que
representa la intersección del plano de la eclı́ptica en J2000.0 con el ecuador
medio de la fecha.
e3 (
P =R e 1 ( ! )R
)R e3 ( e1 (✏o ),
)R (4.12)
A A A
La expresión de los cuatro ángulos en función del tiempo, dado por la variable
Ts , es la siguiente:
A
= 5038.00 481507 Ts 1.00 0790069 Ts2
0.00 00114045 Ts3 + 0.00 000132851 Ts4 0.00 0000000951 Ts5 ,
!A = ✏0 0.00 025754 Ts + 0.00 0512623 Ts2 (4.13)
0.00 00772503 Ts3 0.00 000000467 Ts4 + 0.00 0000003337 Ts5 ,
A
= 10.00 556403 Ts 2.00 3814292 Ts2
0.00 00121197 Ts3 + 0.00 000170663 Ts4 0.00 0000000560 Ts5 .
Aunque la IAU recomienda usar estos cuatro parámetros para calcular la ma-
triz de precesión, existe otro conjunto de tres parámetros, (zA , ✓A , ⇣A ), idénticos
a los clásicos de la teorı́a de la precesión previa al año 2000, pero que han sido
modificados para adaptarlos a la mayor precisión de las nueva teorı́as.
e 3 ( z )R
P =R e1 (✓ )R
e3 ( ⇣ ). (4.14)
A A A
Transformaciones entre sistemas de referencia precisos 67
Las expresiones de los tres ángulos, en función del tiempo dado por la variable
Ts , son las siguientes:
e1 ( ✏
N =R e3 (
✏)R e1 (✏).
)R (4.17)
68 Sistemas de referencia espaciales precisos
siendo
K
X
i = j (Ts ),
j=1
e3 = Xe1 + Y e2 + Ze3 ,
Figura 4.9: Transformación conjunta precesión–
nutación.
Si llamamos (E, d) a la longitud
y la colatitud del vector e3 en el
sistema SG se tendrán las relaciones:
e3 ( s)R
C=R e3 ( E)R
e2 (d)R
e3 (E). (4.20)
|⌘o |
Polo E o
eo3 |⇠o |
(⇠o , ⌘o ) e2
e3
|⌘o |
|⇠o |
Polo SG ⌘
⇠ eo1
|d↵o |
e 1 ( ⌘o ) R
B=R e2 (⇠o )R
e3 (d↵o ). (4.22)
xS G = e3 ( ✓) W
CT R xG ,
T T T e
xS G = B P N R3 ( GAST ) W xG ,
e3 ( ✓) W (4.23)
xE oo = B CT R xG ,
xE oo = e3 ( GAST ) W
PT NT R xG ,
y sus transpuestas:
xG = WTR e3 (✓) C xS G ,
xG = e3 (GAST ) N P B
T
W R xS G ,
e3 (✓) C B T (4.24)
xG = WTR xE oo ,
T e
xG = W R3 (GAST ) N P xE oo .
primer caso, a través de la latitud del lugar, corregida del movimiento del po-
lo, mientras que en el segundo se relacionan a partir de la latitud o del lugar
sin corregir por el movimiento del polo. De cualquier manera, el movimiento del
polo es muy pequeño y no conocido a priori por lo que en la mayor parte de las
aplicaciones se pueden hacer coincidir ambos sistemas.
El sistema horario y el ecuatorial se entenderán referidos al ecuador verdadero.
Entenderemos por eclı́ptica la de la fecha. El paso al sistema de referencia
eclı́ptico se puede hacer, bien desde el sistema ecuatorial verdadero de la fecha,
cuya intersección con la eclı́ptica es el equinoccio verdadero , y su ángulo con
ella es la oblicuidad verdadera ✏0 , o bien desde el ecuador medio de la fecha, cuya
intersección con la eclı́ptica es el equinoccio medio m y su ángulo con ésta es la
oblicuidad media ✏.
Finalmente, hay que decir que los elementos de la rotación de un planeta,
coordenadas del polo y posición del meridiano origen, son medidos en el sistema
espacial con centro en el centro de masas del planeta SP por lo que la matriz
RE P$ , dada en (3.23), representa realmente la matriz RSP P$ , esto es, el paso
del sistema celeste de referencia al planetográfico.
Capı́tulo 5
Referencia temporal
5.1 Introducción
La naturaleza del tiempo es una complicada cuestión a la que ni la Filosofı́a
ni la Fı́sica han dado una respuesta definitiva. Nos limitaremos a tratar el tiem-
po como una variable independiente que sirve como referencia para describir la
evolución de los fenómenos fı́sicos o dinámicos.
Mediante la medida del tiempo se persiguen dos finalidades distintas: por un
lado, se trata de fijar el instante en que sucede un determinado acontecimiento,
problema cronológico, y por otro, medir el intervalo de tiempo transcurrido entre
dos acontecimientos, problema cronométrico. Para la primera cuestión es necesa-
rio fijar una época origen y, a partir de ella, contar el número de ciclos (o fracción)
de un fenómeno periódico que han transcurrido desde entonces, por ejemplo, el
número de veces que el Sol ha pasado por el meridiano del lugar. Con respecto al
aspecto cronométrico, el tiempo puede estar o no asociado a una época determi-
nada. Por ejemplo, a un ciclista que corre una etapa, solamente le interesa saber
el número de minutos, segundos y fracciones de segundo que han transcurrido
desde que partió de la salida hasta que cruza la lı́nea de meta. La fecha le interesa
solamente para saber donde debe estar cierto dı́a a cierta hora. Con respecto al
intervalo de tiempo, es esencial la sincronización. En efecto, siguiendo con el sı́mil
anterior, el ciclista debe tener su reloj sincronizado con el reloj de la organización,
pues de lo contrario, podrı́a llegar tarde a la salida. El problema de la sincroniza-
ción se hace más acuciante en determinados problemas como la navegación aérea,
las telecomunicaciones, electrónica, etc..
Determinadas actividades requieren relojes o instrumentos de medida sencillos,
74 Referencia temporal
mientras que otras los necesitan mucho más precisos. Ası́, los pueblos primitivos
se regı́an por el movimiento del Sol, puesto que les condicionaba sus actividades
diarias, horas de descanso, de vigilia y comidas. Algunas ciencias, como la Geo-
logı́a y la Astronomı́a, manejan intervalos de tiempo del orden de miles y millones
de años, por lo que un par de años le es indiferente; por el contrario, la Electrónica
necesita saber medir fracciones muy pequeñas de segundo, por ejemplo, si un or-
denador va a 132 MHz, quiere decir que necesitan contar 132,000,000 oscilaciones
en un segundo, para lo que necesitan un reloj con una precisión mucho mayor.
Como vemos, dependiendo del usuario, se necesitan distintos grados de precisión,
lo que hace que se manejen distintas escalas de tiempo.
Desde los albores de la humanidad, el movimiento de los astros ha marcado
las primeras escalas de tiempo, por lo que todavı́a se siguen utilizando. El año, el
mes y el dı́a han sido las unidades naturales obtenidas a partir de tres diferentes
ciclos astronómicos. Grosso modo, éstos se pueden definir como:
Dı́a, el tiempo entre dos pasos consecutivos del Sol por su punto más alto
sobre el horizonte.
sido preciso definir distintas escalas de tiempo, que veremos más adelante, con
objeto de unificar las medidas de relojes astronómicos y atómicos.
La figura 5.2 permite encontrar la relación entre los tiempos sidéreos locales
y en Greenwich a través de la longitud, , del lugar como
d✓
= !.
dt
Se define el tiempo solar o tiempo solar verdadero como el ángulo horario del
Sol, H . Esta definición presenta la ventaja de adaptarse mejor al concepto de
tiempo en la vida civil, pero tiene el inconveniente de que el punto de referencia
tiene movimiento mucho más rápido que el del equinoccio. En efecto, mientras el
equinoccio medio se mueve unos 0.s 0084 por dı́a, el Sol se mueve aproximadamente
1 por dı́a.
78 Referencia temporal
partir de razonamientos basados en las propiedades de la órbita kepleriana del Sol en torno a
la Tierra que se verán en la segunda parte de este libro. Para ello, imaginemos otro punto, que
llamaremos Sol ficticio Sf , que se mueve sobre la eclı́ptica, órbita del Sol, con velocidad constante
n, y que coincide con el Sol en el perigeo ⇧ de la órbita del Sol. Ası́ pues, sobre la eclı́ptica, el
c = f (anomalı́a verdadera), mientras que ⇧S
arco ⇧S df = ` (anomalı́a media). Pues bien, el Sol
medio definido anteriormente, es tal que se mueve sobre el ecuador, con la misma velocidad n
que Sf y coincide con éste en el equinoccio ; por ello, y prescindiendo del pequeño efecto de la
precesión que no afecta por igual a las coordenadas ecuatoriales y eclı́pticas, podemos admitir
que la ascensión recta ↵m del Sol medio coincide con la longitud eclı́ptica L de Sf . Con esto, la
diferencia ↵m = L = f `. La expresión f ` es llamada ecuación del centro.
Relojes basados en la rotación terrestre 79
15m
10m
5m
5m
10m
Figura 5.4: Ecuación del tiempo ET. El eje horizontal representa los dı́as transcurri-
dos desde el comienzo del año. El eje vertical representa los minutos de desfase entre el
tiempo solar y el tiempo medio.
Tc = Hm + 12h . (5.3)
De nuevo, este tiempo sigue teniendo un carácter local. Ası́, la hora civil de San-
tiago de Compostela diferirı́a de la hora de Zaragoza en unos 30m debido a la
diferencia de longitud, por lo que el tiempo civil no es todavı́a el candidato más
adecuado para la creación de un reloj que nos sea de utilidad y de uso sencillo y
común. Hasta finales del siglo XIX, cada paı́s tenı́a establecido su propio meri-
diano origen con objeto de proporcionar una hora común al paı́s, y que sirviera de
referencia a los marinos para determinar la longitud a que se encontraban los bar-
cos en sus largas travesı́as marı́timas. Con objeto de tener un tiempo común para
todos los lugares, se toma de nuevo el origen terrestre intermedio (TIO, $) en
sustitución del meridiano del observatorio de Greenwich, y a la hora civil en este
meridiano se le llama Tiempo Universal Cero, UT0 . La relación de este tiempo
80 Referencia temporal
con el tiempo civil vendrá dada a partir de la longitud, 0, del lugar en la forma
UT0 = Tc o. (5.4)
Podemos pensar en varias referencias para medir la duración del año. Por
un lado, el perigeo3 de la órbita. Este es el punto de referencia más adecuado
si pensamos en la integración del problema dinámico teniendo en cuenta que
las ecuaciones del movimiento vendrán expresadas en un ángulo medido desde
el perigeo, la anomalı́a verdadera, que varı́a de 0 a 2⇡ entre un perigeo y otro.
Llamaremos año anomalı́stico, Aa , al intervalo de tiempo transcurrido entre dos
pasos consecutivos del Sol por el perigeo.
Por observación, se puede calcular la duración, en dı́as medios, del año trópi-
co, resultando ser aproximadamente de unos 365.2422. Que el año no tenga un
número exacto de dı́as ha creado numerosos problemas a la hora de confeccionar
3 Punto de mayor proximidad entre el Sol y la Tierra. El concepto de perigeo será definido
Aa = 365.25964134 + 0.0000000304 Ts ,
(5.7)
As = 365.25636042 + 0.0000000011 Ts .
Para obtener la duración del año trópico bastará combinar la duración del año
sidéreo con el valor de la precesión en longitud para establecer el valor
dı́as medios.
equinoccio habrá pasado exactamente un dı́a más (puesto que la Tierra ha dado
exactamente una vuelta en el año trópico), lo que significa que si el año trópico
tiene una duración de At dı́as medios, su valor en dı́as sidéreos será exactamente
At + 1, luego se verifica que (At + 1) dı́as sidéreos = At dı́as medios. Esto nos
dará la relación entre el dı́a medio y el dı́a sidéreo que, para el valor At = 365.2422
dado anteriormente, permite poner:
365.2422
1 d.s. = = 0.9972696 d.m. = 23h 56m 4.s 09053 de tiempo medio,
366.2422
366.2422
1 d.m. = = 1.0027379 d.s. = 24h 3m 56.s 55537 de tiempo sidéreo,
365.2422
que nos dan la relación entre el dı́a sidéreo y el medio. Como podemos apreciar,
el dı́a sidéreo es unos cuatro minutos más corto que el medio.
También podemos definir la función Intsid (), que transforma tiempo medio
en sidéreo, y la función Intmed (), que transforma tiempo sidéreo en medio. Estas
funciones vendrán dadas por:
Las expresiones de arriba en (5.9) son aproximadas, mientras que las de abajo
nos dan el valor exacto si sustituimos At por su valor, expresado en dı́as medios.
Nótese que la función Intsid () es la inversa de Intmed ().
Las funciones anteriores nos van a permitir transformar el tiempo universal, en
cualquiera de sus versiones, en tiempo sidéreo y viceversa. Para ello, supongamos
un lugar de longitud y un instante caracterizado por una hora sidérea LMST ,
una hora de tiempo civil Tc y una hora de tiempo universal UT . A partir de ahora
usaremos UT sin especificar si es UT1 o UT0 , pues la elección dependerá de si la
longitud está o no corregida por el movimiento del polo.
Llamaremos GMST0 a la hora GMST cuando sean las 0h de tiempo univer-
sal, esto es, cuando comience el dı́a medio en el meridiano origen. Fácilmente se
comprueba que en ese instante, la hora sidérea local será LMST 0 = GMST0 + .
Para calcular la hora sidérea en el instante UT habrá que añadir a LMST 0 el
intervalo de tiempo sidéreo correspondiente a las horas de UT transcurridas, esto
es,
LMST = GMST0 + + Intsid (UT ), (5.10)
relación fundamental que permite pasar de tiempo universal a tiempo sidéreo.
De un modo sencillo podemos invertir la anterior relación, obteniendo la fórmu-
la de paso de tiempo sidéreo a universal
T = ET UT , (5.13)
cuenta la duración del año trópico de 1900, igual a 365.242198781 dı́as medios, la
Unión Astronómica Internacional (IAU) eligió, en 1956, como unidad fundamental
de tiempo el segundo, definido como la fracción 1/31556925.975 de la duración
del año trópico de 1900. Esta unidad, puesto que se refirió a un año concreto, es
independiente de la rotación terrestre y del año que se considere.
En 1900, dos relojes, uno de UT y otro de ET deberı́an marcar la misma hora,
pero en el momento en que se definió el ET habı́a un desfase entre ellos de unos
32.s 184 debido al deceleración en rotación de la Tierra.
Al contrario de los tiempos definidos hasta aquı́, que conllevan una inexactitud
asociada a la no periodicidad del fenómeno por medio del cual se definen, el ET es
uniforme por definición, aunque su medida, basada en la observación y el cálculo
de las posiciones de los planetas, no es exacta. Sin embargo, el avance es sustancial,
pues cualquier mejora en la medida, cientı́fica o tecnológica, supone un progreso en
la exactitud del tiempo obtenido, mientras que antes siempre nos encontrábamos
con la inexactitud propia del fenómeno que define el reloj.
La medida del tiempo basado en el tiempo de efemérides estuvo vigente hasta
1967, año en que se introduce oficialmente el tiempo atómico internacional (TAI ),
basado en fenómenos cuánticos propios del interior de la materia. La unidad bási-
ca del TAI es el segundo atómico internacional que se define como la duración
de 9192631770 periodos de la radiación correspondiente a la transición entre los
dos niveles hiperfinos del estado fundamental del átomo de Cesio 133. Este se-
gundo, que es la unidad de tiempo en el sistema internacional (SI), se definió de
modo que su duración coincidiera con la del segundo de efemérides establecida
anteriormente.
La mayor precisión conseguida en la medida de TAI por medio de los relojes
atómicos aconsejó la utilización de este tiempo como estándar a partir de 1967.
La siguiente tabla nos da una idea de la precisión de estos relojes:
Figura 5.6: Estado y marcha de un reloj. En ambas figuras el eje horizontal representa
la hora exacta, mientras que el eje vertical representa la hora marcada por el reloj.
ET
TAI
UTC
como el del tipo primero de la Figura 5.6(b). Por su parte, el tiempo universal va
manteniendo una marcha no nula, debido a la variación de la velocidad de rotación
de la Tierra. Evidentemente, este reloj (es la Tierra) no puede ser corregido, por
lo que es similar al del tipo 3 mostrado en la Figura 5.6(b).
Ası́ pues, tenemos por un lado un reloj atómico, casi perfecto, y que de mo-
mento, es el tipo de tiempo que se puede medir con mayor precisión, y un mal
reloj, formado por la Tierra y el Sol, pero que rige la vida diaria y las costumbres
humanas. Se hace necesario, por tanto, relacionar este tiempo TAI con el UT ,
menos consistente y determinado a partir de la rotación de la Tierra. Esta relación
se obtiene con un nuevo tiempo, el llamado tiempo universal coordinado 5 , UTC ,
introducido en 1972, a caballo entre el TAI y el UT , puesto que prácticamente
es el TAI y apenas se desvı́a del UT1 . Este nuevo tiempo, UTC , cumple las
siguientes condiciones:
ZT = UTC + m. (5.15)
Sin embargo, este tiempo de zona no suele ser el que un paı́s adopta para su terri-
torio, la llamada hora oficial, sino que ésta se regula mediante criterios polı́ticos
o económicos. Ası́, hora oficial española (TE ), viene dada como:
siendo TE invierno la hora oficial desde el último domingo del mes de octubre al
último domingo del mes de marzo, y TE verano la del resto del año. La diferencia de
longitud obliga a definir una hora menos para Canarias. Notemos que realmente,
nuestro tiempo de zona no corresponde con nuestro huso horario (el meridiano
de Greenwich pasa por la penı́nsula), sino que llevamos el llamado CET (Central
European Time), el tiempo de la zona de la Europa central.
Para resolver esta ambigüedad se definieron dos nuevas clases de tiempo, que
están vigentes a partir del año 1984. Estos nuevos tiempos son llamados tiempo
terrestre, TT , (anteriormente llamado tiempo dinámico terrestre, TDT ), y el
tiempo dinámico baricéntrico, TDB .
El tiempo terrestre coincide exactamente con el tiempo de efemérides y no es
sino una continuación del ET a partir del 1 de Enero de 1977. De ahı́ que su
relación con el TAI sea
TT = TAI + 32.s 184. (5.16)
con g = 357. 53+35999. 050 Ts . En la expresión anterior faltan los términos lunares
y planetarios que son del orden de 0.s 00001 y los diarios, del orden de 0.s 000001.
Teniendo en cuenta las relaciones entre los tiempos TT , ET y TAI podemos
obtener la relación
que, a partir del segundo intercalar introducido a mediados del año 2012 es de
67.s 184.
Desde el año 1980, atendiendo a la importancia creciente del uso de la conste-
lación de satélites GPS, se ha definido un nuevo tiempo, el llamado tiempo GPS
(GPST ), que es el emitido por dichos satélites. Este tiempo está también medido
con relojes atómicos y difiere del TAI en una cantidad constante de 19s
d TT
=1 LG ,
d TCG
donde LG es una constante adimensional fundamental cuyo valor es 6.969290134⇥
10 10 .
Estableciendo un instante inicial e integrando se obtiene la relación
5.8 Calendario
Para referir cronológicamente los acontecimientos históricos se construyeron
calendarios que tratan de combinar los conceptos básicos de dı́a y año para esta-
blecer referencias que permitan identificar instantes concretos del tiempo o épocas.
La duración del año no es un número entero de dı́as, por lo que la creación de
calendarios ha sido una labor compleja. Estudiaremos aquı́ únicamente el calen-
dario en vigor en el mundo occidental, aunque resulta muy interesante realizar un
análisis del resto de calendarios.
El calendario intenta reproducir el año trópico, pues de esta forma el comienzo
de las estaciones tendrá lugar siempre en las mismas fechas del año. La duración
aproximada del año trópico es de 365.2422 dı́as medios, lo que llevó a Julio César—
a instancias de Sosı́genes— a la promulgación del calendario juliano, constituido
por ciclos de tres años de 365 dı́as y otro, llamado año bisiesto, de 366 dı́as. En
promedio, el año del calendario Juliano tiene una duración de 365.25 dı́as. Esta
cantidad es muy próxima a la duración del año trópico, pero lleva un desfase de
0.0078 dı́as al año o lo que es igual, de casi un dı́a cada 128 años.
Determinación de una época 91
Este desfase, con el paso del tiempo, se fue haciendo cada vez más evidente,
de modo que los comienzos de las estaciones se adelantaban varios dı́as. Esto,
junto con el hecho de volver a tener la fecha de Pascua en las fechas esperadas6 ,
motivó una profunda reforma del calendario, impulsada por el papa Gregorio
XIII, que se conoce con el nombre de Reforma Gregoriana. Al calendario que
se adoptó se le dio el nombre de calendario gregoriano. Este reforma corrigió el
desfase acumulado e intentó paliar en lo posible el desfase para los años venideros.
Como el motivo principal de esta reforma fue religioso, inicialmente fue acep-
tada sólo por los paı́ses católicos romanos. Los paı́ses protestantes la introdujeron
bastantes años más tarde y los ortodoxos incluso la rechazaron hasta comienzos
del siglo XX.
Este nuevo sistema se adapta muy bien al uso del dı́a como unidad para expre-
sar un cierto intervalo de tiempo, lo que resulta muy conveniente en determinado
tipo de observaciones. Además, para sustituir el lapso de tiempo transcurrido en
las fórmulas mencionadas, basta con calcular la fecha juliana del dı́a requerido y
sustraerla de la del instante J2000.0.
94 Referencia temporal
B1900.0 = JD2415020.31352,
J2000.0 = JD2451545.0,
por lo que las relaciones entre las tres formas de caracterizar una época se expre-
sarán como:
JD 2415020.31352
B = 1900.0 + ,
365.24219878
(5.22)
JD 2451545.0
J = 2000.0 + .
365.25
A partir del año juliano puede definirse la variable Ts , que se usa habitualmente
en las teorı́as dinámicas y que hemos utilizado en el capı́tulo anterior y en éste,
como la fracción de siglo juliano desde la época J2000.0,es decir
JD 2451545
Ts = . (5.23)
36525
Parte II
Movimiento kepleriano
95
Capı́tulo 6
Revisión de elementos de
dinámica clásica
6.1 Introducción
Este capı́tulo contiene un rápido repaso a algunos de los conceptos funda-
mentales de la Mecánica, necesarios para poder comprender parte de este libro y
expresados con una notación adaptada a éste. Su presentación, en algunos casos,
no es muy detallada, pues esto nos llevarı́a a una complicación innecesaria para
nuestros objetivos. Remitimos al lector a libros especializados del tema para una
mejor comprensión del mismo.
dx(t)
X(t) = ẋ(t) = .
dt
El lugar geométrico de los extremos del vector velocidad X(t) es llamado hodógra-
fa. Si la velocidad de un punto es un vector constante diremos que el movimiento
es uniforme. De aquı́ en adelante el punto, o puntos, encima de la variable repre-
sentarán las derivadas respecto a t.
Llamaremos aceleración del punto al vector a(t) que determina la variación
de X(t) con respecto al tiempo
Ası́ pues, V A mide el área elemental barrida por el vector de posición. Cuando
la velocidad areolar, o lo que es igual el módulo del momento angular, es constante,
se dice que P cumple la ley de las áreas.
ẋ = x0 + ! ⇥ x. (6.3)
Esta expresión puede usarse para el cálculo de la derivada segunda obteniéndose
finalmente
dx0 d(! ⇥ x)
ẍ = +
dt dt
= (x00 + ! ⇥ x0 ) + ! 0 ⇥ x + ! ⇥ (x0 + ! ⇥ x) (6.4)
= x00 + 2 ! ⇥ x0 + ! 0 ⇥ x + ! ⇥ (! ⇥ x),
donde hemos tenido en cuenta que de acuerdo con (6.3) !˙ = ! 0 .
Las ecuaciones anteriores permiten obtener la velocidad y aceleración de un
punto P , relativa a un sistema S, como:
ẋ = x0 + ! ⇥ x,
(6.5)
ẍ = x00 + 2! ⇥ x0 + ! 0 ⇥ x + ! ⇥ (! ⇥ x).
Ahora ya estamos en condiciones de relacionar la posición, velocidad y acele-
ración de P en los sistemas fijo y móvil. Para ello, a partir de la relación entre las
posiciones
r = F P = F O + OP = xo + x,
Movimiento de una partı́cula en su plano 101
obtendremos la velocidad
v = ṙ = ẋo + ẋ = v o + x0 + ! ⇥ x,
y finalmente la aceleración
a = x00 + aa + ac + ao , (6.6)
F = mẍ. (6.8)
e3
p2
v
n x X
v u
p1 u
e2
O
e1 ✓ p1
u = cos ✓ p1 + sen ✓ p2 ,
v = sen ✓ p1 + cos ✓ p2 ,
u̇ = ✓˙ v, v̇ = ✓˙ u. (6.9)
X = ẋ = ṙ u + r✓˙ v,
(6.10)
a = ẍ = (r̈ r✓˙2 ) u + (r✓¨ + 2ṙ✓)
˙ v,
La evolución dinámica del sistema viene dada por las ecuaciones de Hamilton
ẋ = J rx H, (6.20)
dW = q · d p + P · d Q,
dW = q · dp Q · dP,
(6.22)
dW = p · dq + Q · dP,
dW = p · d q P · d Q.
Propiedad.- Sean S (1) (P , q, t), S (2) (p, Q, t), S (3) (p, P , t), S (4) (p, q, t) funciones
(1) (2) (3) (4)
de clase C (2) tales que det(S ) 6= 0, det(S ) 6= 0, det(S ) 6= 0, det(S ) 6=
Pq pQ pP qQ
0, entonces las ecuaciones:
(1)
p = rq S (1) , Q = rP S (1) , R(1) = St ,
(2)
q = rp S (2) , P = rQ S (2) , R(2) = St ,
(3) (6.23)
q = rP S (3) , Q = rP S (3) , R(3) = St ,
(4)
p = rq S (4) , P = rQ S (4) , R(4) = St ,
H(q, rq W) = P1 . (6.25)
Movimiento kepleriano
7.1 Introducción
El movimiento de los planetas es uno de los problemas que más interés ha
suscitado a lo largo de la historia de la ciencia. La explicación de este movimiento
favoreció el desarrollo de numerosos métodos matemáticos y fı́sicos e incluso la
creación de nuevas disciplinas cientı́ficas con las que abordar el aparentemente
simple pero sutilmente complejo problema. Aunque a este tema han dedicado sus
esfuerzos muchos de los mejores cientı́ficos, tanto antes como después de Kepler
y Newton, a ellos dos se deben las bases sobre las que se sustentan, tanto la
Mecánica Celeste, como la Astrodinámica y que serán descritas a lo largo de este
capı́tulo.
1. Los planetas se mueven en órbitas planas alrededor del Sol, siendo las áreas
descritas proporcionales a los tiempos empleados en describirlas (figura 7.1).
1 Las dos primeras leyes las publicó en 1609 en su obra Astronomia Nova, mientras que la
2. Las órbitas descritas por los planetas son elipses, de las cuales, el Sol ocupa
un foco.
3. Los cubos de los semiejes mayores de las órbitas planetarias son proporcio-
nales a los cuadrados de los tiempos empleados en recorrerlas.
FP r r
=e= , (7.1)
PQ p/e r cos ✓ ✓
D
donde hemos introducido el paráme-
F (foco) eje directriz
tro p > 0, que es igual a h e, siendo
h la distancia entre el foco y la di-
Figura 7.2: Eje y directriz de una cónica.
rectriz. A la recta perpendicular a
la directriz que pasa por el foco se le llamará eje de la cónica.
7.3.2 Parábolas: e = 1
Cuando la excentricidad vale uno, la cónica es llamada parábola. En este caso
únicamente hay pericentro, por lo que tenemos una curva abierta. La distancia
mı́nima al foco es ahora rp = p/2.
Si elegimos un sistema da referencia plano, con origen en el periastro y eje Ox
el de la cónica con coordenadas positivas en la dirección opuesta a la directriz, las
coordenadas cartesianas de un punto de la parábola serán
p p cos ✓
x = ,
2 1 + cos ✓ (7.9)
p sen ✓
y = ,
1 + cos ✓
de donde fácilmente obtenemos como ecuación de la parábola la expresión
y 2 = 2px, (7.10)
x2 y2
= 1, (7.13)
a2 b2
que de acuerdo con la figura 7.4(b) tiene dos ramas simétricas.
El valor de la distancia al pericentro será en este caso
rp = a (e 1). (7.14)
p p b c
2 2
x
F rp O a
c
La velocidad areolar (área barrida por el radio vector por unidad de tiempo) es
˙
r2 ✓/2; pues bien, la primera ley nos dice que esta expresión es una constante, que se
podrá obtener dividiendo el valor de un área barrida (que sepamos calcular) por el
tiempo invertido en describirla. En un periodo P , el área barrida será precisamente
el área de la elipse (⇡ab), ası́ pues,
p
1 2 ˙ ⇡ab ⇡ a2 1 e 2
r ✓= = , (7.17)
2 P P
pero esta expresión es una cantidad constante, por lo que derivando, se tiene que
˙
d(r2 ✓)
= r(2ṙ✓˙ + r✓)
¨ = 0,
dt
o lo que es lo mismo, la aceleración transversal (7.16) es nula, y la aceleración
solamente tiene componente radial, luego la fuerza que produce el movimiento
debe ser radial (recordemos que la segunda ley de la Mecánica de Newton establece
que la fuerza = masa ⇥ aceleración). En consecuencia, la fuerza que ejerce el Sol
sobre un planeta de masa m será
x
F = m(r̈ r✓˙2 ) .
r
Derivando la ecuación de la elipse (7.15) y teniendo en cuenta la expresión (7.17)
de la velocidad areolar obtenida a partir de la tercera ley de Kepler, llegamos a
m 4⇡ 2 a3 m
F = x= x,
P 2 r3 r3
Problema de dos cuerpos 115
m =m ,
siendo m la masa del Sol y la constante para la órbita del Sol respecto del
planeta. De acuerdo con esa igualdad, podremos poner
m m
= = G,
m1 r̈ 1 + m2 r̈ 2 = 0,
m1 r 1 + m2 r 2 = m r c = At + B, (7.20)
m rc = m2 r 2 + m1 r 1 ,
(7.21)
x = r2 r1 ,
ẋ = rX H k = X,
µ (7.26)
Ẋ = rx H k = x,
r3
y por tanto son idénticas a las ecuaciones (7.24) del movimiento kepleriano, por
ello, podemos concluir que éste está representado por un sistema dinámico de
hamiltoniano Hk .
del tiempo no pueden ser expresadas en forma cerrada, esto es, sin recurrir a desa-
rrollos en series de potencias del tiempo. Dichos desarrollos deben ser truncados
y por tanto no producen una buena aproximación a la solución. Además dichos
desarrollos son válidos únicamente en un entorno pequeño de t0 .
A pesar de lo dicho estudiaremos aquı́ estas funciones pues su significado es
muy útil para comprender algunas propiedades de este tipo de movimiento y
además son la base de algunos métodos de determinación de órbitas a partir de
datos de observación, aunque éstos no serán tratados en este libro. Para ello,
veremos a continuación algunas propiedades de dichas funciones.
Propiedad.- Las funciones f (t; t0 ), g(t; t0 ) son soluciones de la ecuación diferen-
cial
¨+ µ = 0, (7.29)
r(t)
de forma que f es la solución particular de (7.29) determinada unı́vocamente por
las condiciones iniciales:
@f (t0 ; t0 )
f (t0 , t0 ) = 1, = 0, (7.30)
@t
mientras que g es la solución particular de (7.29) determinada unı́vocamente por
las condiciones iniciales:
@g(t0 ; t0 )
g(t0 , t0 ) = 0, = 1. (7.31)
@t
Para demostrar ésto basta tener en cuenta la ecuación fundamental del movi-
miento orbital
µ
Ẋ = x,
r3
donde sustituyendo las igualdades (7.27) y (7.28) obtenemos
2 2
@ f (t; t0 ) µ @ g(t; t0 ) µ
+ f (t; t 0 ) x 0 + + 3 g(t; t0 ) X 0 = 0.
@t2 r3 @t2 r
@ 2 f (t; t0 ) µ
+ 3 f (t; t0 ) = 0,
@t2 r
@ 2 g(t; t0 ) µ
+ 3 g(t; t0 ) = 0,
@t2 r
por lo que f y g verifican (7.29).
Se completa la demostración observando que las condiciones iniciales de f y g
se corresponden con las obtenidas particularizando en t = t0 las igualdades (7.27)
y (7.28).
120 Movimiento kepleriano
Ṙ = 3R S,
Ṡ = W R 2S,
¨ = R ,
Ṙ = 3RS,
(7.35)
Ṡ = W R 2S,
Ẇ = 2S(R + W ),
f0 = 1 , f1 = 0,
g0 = 0 , g1 = 1,
µ
R0 = ,
r03 (7.37)
x0 · X 0
S0 = ,
r02
X 20
W0 = ,
r02
relaciones:
n
X
(n + 1)(n + 2)fn+2 = Ri f n i ,
i=0
Xn
(n + 1)(n + 2)gn+2 = Ri g n i ,
i=0
Xn
(n + 1)Rn+1 = 3 Ri Sn i , (7.38)
i=0
n
X
(n + 1)Sn+1 = Wn Rn 2 Si Sn i ,
i=0
n
X
(n + 1)Wn+1 = 2 Si (Rn i + Wn i ),
i=0
2f2 = R0 f 0 = R0 , 2g2 = R0 g0 = 0,
y por tanto
R0
f2 = , g2 = 0.
2
Además se tendrá:
R1 = 3R0 S0 ,
S1 = W0 R0 2S02 ,
W1 = 2S0 (R0 + W0 ),
6f3 = R0 f 1 R1 f 0 , 6g3 = R0 g 1 R1 g 0 ,
de donde
R 0 S0 R0
f3 = , g3 = .
2 6
De esta forma, por iteración podemos obtener cualquier fn , gn en función de
f0 , f1 , g0 , g1 , R0 , S0 , W0 . Hasta orden tres se tendrá:
1 1
f (t; t0 ) = 1 R0 (t t0 )2 + R0 S0 (t t0 ) 3 + . . .
2 2 (7.39)
1
g(t; t0 ) = (t t0 ) R0 (t t0 ) 3 + . . .
6
Capı́tulo 8
que, fijado el problema, los dos cuerpos siempre serán los mismos y la masa
será constante, de aquı́ en adelante utilizaremos el parámetro µ, en lugar de G, para
caracterizar el tipo de órbita. Este parámetro adquiere particular importancia en
el caso de órbitas de estrellas dobles donde, en general, las masas son desconocidas,
y por lo tanto µ también lo es.
En este capı́tulo describiremos el comportamiento del modelo orbital keple-
riano, tanto desde el punto de vista geométrico como astronómico y astrodinámi-
co. Dicha descripción debe reproducir y explicar las tres leyes de Kepler, pues este
modelo proviene de dichas leyes. Para ello, buscaremos integrales (constantes) del
problema con un significado cinemático y dinámico preciso.
G = x ⇥ X. (8.2)
A2 = 2hG2 + µ2 . (8.6)
5 Seis ecuaciones de orden uno.
126 Integración del problema kepleriano
velocidad areolar, por lo que también verifica la ley de las áreas. Ası́ pues, queda
comprobada la primera ley de Kepler y parte de la segunda (movimiento plano).
Veamos ahora las propiedades que se derivan del vector de Laplace.
Propiedad.- El vector de Laplace verifica las siguientes identidades:
A2 µ 2
h= , (8.10)
2G2
que describe la energı́a como una función cuadrática de A. De acuerdo con esta
relación podemos caracterizar el tipo de movimiento en función de la energı́a. En
efecto, fijado G, h tiene un mı́nimo igual a µ2 /2G2 que se alcanza para órbitas
circulares, esto es, para A = 0. Si la órbita es elı́ptica se tiene 0 < A < µ y por
tanto h < 0. Para una órbita parabólica A = µ, luego h = 0. Por último, una
órbita hiperbólica tiene h > 0 por ser A > µ.
Por otro lado, teniendo en cuenta que para el movimiento elı́ptico se tiene
p G2 /µ µG2 µ
a= = = = ,
1 e2 1 A2 /µ2 µ 2 A2 2h
y para el hiperbólico
p G2 /µ µG2 µ
a= = = = ,
e2 1 2
A /µ 2 1 A 2 µ 2 2h
que particularizada para cada tipo de órbita puede verse, junto con otros paráme-
tros, en la tabla (8.1).
Tercera ley de Kepler: unidades 129
µ2 µ µ
h= <0 h= <0 h=0 h= >0
2G2 2a 2a
✓ ◆ ✓ ◆
µ 2 1 2µ 2 1
v2 = v2 = µ v2 = v2 = µ +
a r a r r a
2⇡ab
G= .
P
Por otro lado, puesto que para una elipse p = b2 /a y además µ = Gm se tendrá fi-
nalmente la relación
a3
G m = µ = 4⇡ 2 2 , (8.12)
P
que constituye lo que, de aquı́ en adelante, denominaremos tercera ley de Kepler
y que es válida solamente para el movimiento elı́ptico.
La tercera ley, tal como la enunció Kepler, decı́a que la razón del cubo de los
semiejes y los cuadrados de los periodos de las órbitas de los planetas era una
constante. Si tenemos un planeta de masa m1 y periodo P1 y otro de masa m2 y
periodo P2 , y el Sol tiene masa ms se tendrán las relaciones:
a31 a32
G(ms + m1 ) = 4⇡ 2 , G(ms + m2 ) = 4⇡ 2 ,
P12 P22
130 Integración del problema kepleriano
instante de tiempo. Para obtener esta posición será preciso determinar el valor de
la distancia r en función del tiempo t o bien, de forma alternativa, el valor de la
anomalı́a verdadera f en función de t. Para ello será necesario encontrar e integrar
la relación diferencial de r o f con t obtenida a partir de la ley de las áreas que
es, dentro de las leyes de Kepler, la que establece la dinámica de la partı́cula.
Las fórmulas (6.10) permiten expresar los vectores de posición y velocidad en
el plano orbital: x = ru, X = ṙu + rf˙v. Donde hemos tomado como eje Ox la
dirección del vector de Laplace y por tanto el ángulo polar ✓ es ahora la anomalı́a
verdadera f .
De esta forma, si consideramos únicamente órbitas no colineales (G 6= 0),
podremos poner
G = x ⇥ X = r2 f˙n,
luego
p
r2 f˙ = G = µ p . (8.13)
Teniendo en cuenta el valor de la constante G, esta relación, llamada ley de las
áreas, nos dará la clave para la descripción de la evolución temporal del movi-
miento.
La posición de la partı́cula en cada instante viene dada por sus coordenadas
polares r y f , luego conocida la variación de éstas con el tiempo, conoceremos la
última integral y quedará resuelto el problema que nos ocupa.
A partir de la relación r = p/(1 + e cos f ), dada en (8.8), puede obtenerse por
simple derivación
pe sen f f˙ e
ṙ = = r2 f˙ sen f,
(1 + e cos f )2 p
y teniendo en cuenta (8.13) podemos poner
Ge
ṙ = sen f, (8.14)
p
que nos dará la variación horaria de r con respecto al tiempo en función de la
anomalı́a verdadera f .
Además, si podemos integrar (8.13), obtendremos la variación de f con el
tiempo y por tanto la ley horaria del movimiento.
Si tomamos como origen del nuevo tiempo el instante T de paso por el periastro,
y elegimos s de forma que valga cero en el instante T , se tendrá la relación
Z t
d⌧
s(t) = , s(T ) = 0. (8.16)
T r(⌧ )
El instante T corresponde al valor de f = 0, por lo que podremos poner
p
r(T ) = rp = , ṙ(T ) = 0. (8.17)
1+e
Si denotamos con un punto la derivada respecto a t y con tilde la derivada
respecto a s podremos poner:
ds 1
= ṡ = ,
dt r(t)
(8.18)
dt 0
= t = r(s).
ds
De acuerdo con la primera de las expresiones (8.18) podemos decir que s es
estrictamente creciente con t. Por otro lado, integrando la segunda podremos
poner Z s
(t T) = r(s)d s. (8.19)
0
En otras palabras, (8.16) tiene una única inversa dada por (8.19).
La regla de la cadena permite calcular fácilmente la derivada respecto a s de
un elemento cualquiera , que podrá ponerse como
0
= ˙ t0 = r ˙ ,
lo que permite expresar las ecuaciones del movimiento relativo (7.24) en la forma
µ
x0 = r X, X0 = x. (8.20)
r2
Por otro lado, si recordamos la relación r ṙ = x · X, podremos poner
r0 = r ṙ = x · X,
lo que nos permite decir, por un lado, que r0 (s = 0) = 0, y por otro, derivando de
nuevo
µ
r00 = x0 · X + x · X 0 = rX · X x · x = rv 2 µ.
r2
Por último, sustituyendo el valor de v 2 por el que se deduce de (8.5) se llega
fácilmente a la ecuación
r00 2h r = µ, (8.21)
que es una ecuación lineal de segundo orden de coeficientes constantes que nos
servirá para encontrar la posición de la partı́cula en cualquier instante. Aunque
puede encontrarse una solución de (8.21) válida para cualquier tipo de movi-
miento, buscaremos en primer lugar soluciones particulares que serán válidas, por
separado, para cada tipo distinto de órbita.
Ley horaria del movimiento 133
r00 = µ.
r0 = µs + C1 ,
f µs2
tan2 = .
2 p
No existirá ambigüedad de signo al extraer la raı́z cuadrada si pensamos que s es
positivo cuando t > T o, lo que es igual, cuando f es positivo. Por tanto, podemos
poner r
f µ
tan = s, (8.24)
2 p
y por último r
µ 1 f f
2 (t T) = tan3 + tan . (8.25)
p3 3 2 2
Para invertir esta relación basta definir dos ángulos f1 , f2 , tales que
f
tan = 2 cot 2f1 = cot f1 tan f1 ,
2
f2
tan3 f1 = tan ,
2
134 Integración del problema kepleriano
y de esta forma
f f2 f2 f
tan3 = cot tan + 3(tan f cot f ) = 2 cot f2 3 tan ,
2 2 2 2
luego finalmente se tendrá
r
µ 2
2 (t T) = cot f2 ,
p3 3
relación que permite obtener a partir de t, f2 y posteriormente f1 y f .
Sustituyendo los valores iniciales y teniendo en cuenta que, en este caso, la dis-
tancia en el periastro es rp = a(1 e) se obtendrán las relaciones:
C1 cos C2 = a e, C1 sen C2 = 0,
µ = n2 a 3 , (8.28)
2⇡
n= ,
P
es decir, n representarı́a la velocidad angular si el movimiento fuese circular, con
velocidad angular constante, por ello, llamaremos a n movimiento medio y en
adelante podremos llamar tercera ley de Kepler tanto a (8.12) como a (8.28).
La definición de anomalı́a excéntrica y la expresión (8.27) permiten expresar
r en función de E en la forma
cos E e
cos f = , (8.31)
1 e cos E
lo que permite poner
para n, m enteros cualesquiera, dando lugar a los desarrollos de Hansen que per-
miten expresar explı́citamente cualquier variable del movimiento orbital elı́ptico
como función de `, y por tanto de t.
C1 cosh(C2 ) = a e, C1 senh(C2 ) = 0,
La ecuación anterior será llamada, por extensión, ecuación de Kepler del mo-
vimiento hiperbólico. Nótese que aquı́ el movimiento medio n no tiene el mismo
significado que en el caso elı́ptico por no ser la órbita periódica, sin embargo, la
relación µ = n2 a3 extiende al movimiento hiperbólico la tercera ley de Kepler.
La relación de r con F quedará establecida a partir de (8.35) como
a(e2 1)
r= = a(e cosh F 1),
1 + e cos f
de donde, despejando cos f tendremos
e cosh F
cos f = .
e cosh F 1
Por último, pasando al ángulo mitad como en el caso elı́ptico, se llega a
r
f e+1 F
tan = tanh ,
2 e 1 2
después de tomar la raı́z positiva al no existir ambigüedad si consideramos que
cuando t > T , tanto f como F son positivas.
Para invertir la ecuación de Kepler en el caso hiperbólico usaremos también
el método de Newton con la iteración dada por (8.33). En este caso, tendremos
(F ) = ` + F e senh F = 0,
Órbitas keplerianas
e3
P
x A
n a
u
f
i
!
O e2
i
⌦ l
e1
observado desde un punto cualquiera de la parte positiva del eje Oz. Un ángulo i
entre 0 y ⇡/2 indicará una órbita directa (sentido de giro contrario a las agujas del
reloj), mientras que una inclinación entre ⇡/2 y ⇡ indicará una órbita retrógrada
(sentido de giro igual al de las agujas del reloj). De esta forma, podemos separar
el sentido de giro observado de la dinámica del sistema, en la que consideraremos
siempre f˙ > 0, esto es, una anomalı́a verdadera estrictamente creciente.
Cuando la inclinación de la órbita vale cero, la lı́nea de los nodos no está defi-
nida, por lo que tampoco lo estarán ⌦ ni !. En esta ocasión tiene sentido definir
el ángulo entre la dirección de e1 y la de a, ángulo que llamaremos longitud del
periastro ! ˜ . Nótese que dicho parámetro tiene también sentido para órbitas de
inclinación no nula sin más que definirlo como ! ˜ = ⌦ + !.
Por otro lado, cuando e = 0, queda indefinido a y por tanto quedan indefinidos
!y! ˜ . Para eliminar esta indefinición se introduce la longitud media a través de
la relación = ! ˜ + ` = ⌦ + ! + `, que contiene la anomalı́a media `, y que queda
definida, tanto para órbitas circulares, como para cualquier otro tipo de órbita.
Variables no singulares 145
Se han completado ası́ los cinco elementos que caracterizan la forma, dimen-
siones y situación en el espacio de la órbita. Para caracterizar su dinámica basta
considerar la constante T que indica la época en la que el orbitador pasa por el
periastro. Aunque el elemento T es constante hay que tener en cuenta que, para
órbitas elı́pticas, éste varı́a de una vuelta a otra aumentando en una cantidad
igual al periodo orbital P . Además, de la misma forma que se sustituyen a y e,
puede sustituirse T por = nT . Otra alternativa, muy frecuentemente usada
para definir la sexta constante, es el valor de la anomalı́a media, `0 , en un cierto
instante t = t0 .
Llamaremos elementos orbitales al conjunto de seis constantes (a, e, i, ⌦, !, T ),
sin embargo, en ocasiones, atendiendo a las caracterı́sticas de la órbita pueden
modificarse éstos y sustituirse por algunos de los valores alternativos anteriores.
Por ejemplo, para el estudio de órbitas planetarias, que tienen inclinaciones y
excentricidades muy pequeñas, suele utilizarse, en lugar de los elementos orbitales
el conjunto de constantes (a, e, i, ⌦, !
˜ , 0 ), donde 0 es la longitud media en un
instante inicial t0 dado.
La equivalencia entre los elementos orbitales y los elementos (t0 , x0 , X 0 ), que-
dará probada si demostramos que unos se pueden obtener a partir de los otros y vi-
ceversa, lo que comprobaremos posteriormente en este mismo capı́tulo. Por tanto,
la órbita se puede caracterizar como O(a, e, i, ⌦, !, T ) o bien como O(t0 , x0 , X 0 ).
A partir de esta equivalencia, para probar que cualquier otro conjunto de seis
constantes o de seis constantes y variables, junto con el instante en que se han
medido o calculado, caracterizan la órbita O basta comprobar su equivalencia con
los elementos orbitales.
a, h = e sen !
˜, k = e cos !
˜,
i i (9.1)
= !
˜ + `0 , p = tan sen ⌦, q = tan cos ⌦.
2 2
Estas variables2 han sido definidas, en ocasiones, a través de términos en tan i
o sen i en lugar de tan i/2, sin embargo, esto introduce otro tipo de singularidades
para órbitas de inclinación i = 90 . Las variables, tal como las hemos definido
2 No confundir la h de las variables equinocciales con la energı́a de la órbita.
146 Órbitas keplerianas
nosotros, son válidas para 0 i < 180 . Otro conjunto de variables similar, que se
usa para órbitas retrógradas, son las llamadas variables equinocciales retrógradas,
definidas por las relaciones
a, hr = e sen !
˜, kr = e cos !
˜,
i i (9.2)
= !
˜ + `0 , pr = cot sen ⌦, qr = cot cos ⌦,
2 2
válidas para 0 < i 180 .
GN A = R3 (!),
por lo que la relación entre los vectores de ambas bases vendrá dada por las
expresiones:
a = cos ! l + sen ! m,
(9.16)
b = sen ! l + cos ! m.
Finalmente la matriz de giro del sistema espacial al apsidal vendrá dada por
Si tenemos en cuenta las propiedades de las cónicas y que la lı́nea de los ápsides
representa el eje de coordenadas polares podremos poner
0 1
r cos f
xA = cart(r, f, 0) = @ r sen f A . (9.17)
0
GAU = R3 (f ),
GN U = R3 (! + f ),
GSU = R3 (⌦)R1 (i)R3 (! + f ). e1 l
Figura 9.6: Sistema orbital {u, v, n}.
La expresión de los vectores del
sistema orbital en función de los del sistema espacial vendrá dada por:
x = ru ,
(9.19)
X = ṙu + rf˙v ,
o lo que es igual
0 1 0 1
r ṙ
xU = @ 0 A , X U = @ rf˙ A . (9.20)
0 0
que de acuerdo con la segunda de las expresiones (9.19) podrá ponerse como
ṙ rf˙
= atan( , ). (9.22)
v v
r0 = k x0 k,
G = x0 ⇥ X 0 , G = k G k,
µ
A = X0 ⇥ G x0 , A = k A k,
r0
1 µ
h = X0 · X0 .
2 r0
Por tanto, aparte de las constantes de integración G, A, h, hemos obtenido tam-
bién los elementos:
A G2
e= , p= ,
µ µ
y según que el valor de e sea menor o mayor que uno tendremos
8 p
>
< , si e < 1,
1 e2
a= p
>
: , si e > 1.
e 2 1
sen ⌦ sen i = n · e1 ,
cos ⌦ sen i = n · e2 , (9.23)
cos i = n · e3 ,
de donde:
i = acos(n · e3 ),
(9.24)
⌦ = atan( n · e2 , n · e1 ),
lo que nos da la inclinación y el ángulo del nodo de la órbita sin ningún tipo de
ambigüedad excepto en el caso en que la inclinación es cero (o 180 ), pues enton-
ces la definición de ⌦ = atan(0, 0) no tiene sentido. En este caso adoptaremos,
por convenio, un valor ⌦ = 0. Además, puesto que conocemos A y A podemos
obtener a = A/A y tener en cuenta la expresión de a en el sistema espacial que,
Relaciones entre el vector de estado y los elementos orbitales 153
xA = GAS xS ,
donde GAS es la matriz de paso del sistema apsidal al espacial para dicha órbita.
Las coordenadas polares esféricas de P en este sistema apsidal vendrán dadas por:
f= A. (9.32)
Una vez establecidas las anteriores relaciones podemos abordar el cálculo del
punto o puntos, si los hay, que pertenecen simultáneamente a dos órbitas O1 , O2 .
Distinguiremos dos casos según que las órbitas sean coplanarias (mismo valor de
i, ⌦ y n, o no lo sean.
xi = x(fi , Oi ), i = 1, 2, (9.34)
siendo:
C = p2 e 1 p1 e2 cos(!1 !2 ),
S = p1 e2 sen(!1 !2 ),
P = p1 p2 .
La ecuación (9.35) coincide con la expresión (1.10) por lo que usando su solu-
ción (1.11), que puede ser doble, única o incompatible, podremos poner
P
f1 = atan(C, S) + sen p , f2 = f 1 + ! 1 !2 . (9.36)
C2 + S2
que representan los valores de la anomalı́a media de el posible punto de intersec-
ción en cada una de las órbitas.
Al igual que en caso no coplanario, los vectores xi = x(fi , Oi ), i = 1, 2,
representan el vector de posición del posible punto de intersección en las dos
órbitas. Para comprobar que hay punto de intersección basta comprobar que x1 =
x2 .
Variaciones de los sistemas de referencia 157
9.6.4 Colisiones
Una vez comprobada la existencia de uno o varios puntos de intersección de
las dos órbitas la comprobación de la colisión exige que los dos orbitadores pa-
sen simultáneamente por el punto intersección. Para comprobar esta condición
deberemos calcular en cada punto de intersección el valor del tiempo absoluto
ti = t(fi , Oi ) y comprobar que t1 = t2 .
l = cos ⌦ e1 + sen ⌦ e2 ,
(9.39)
e3 ⇥ l = sen ⌦ e1 + cos ⌦ e2 ,
En el segundo:
m = cos i (e3 ⇥ l) + sen i e3 ,
(9.41)
n = sen i (e3 ⇥ l) + cos i e3 ,
que diferenciadas dan:
dl = (e3 ⇥ l) d⌦,
dm = n di cos i l d⌦, (9.43)
dn = m di + sen i l d⌦.
u = cos ✓ l + sen ✓ m,
(9.44)
v = sen ✓ l + cos ✓ m,
y por tanto
du = v d✓ + cos ⌦ dl + sen ✓ dm
= v d✓ + cos ✓ (e3 ⇥ l) d⌦ + sen ✓ n di sen ✓ cos i l d⌦.
r , ✓ = !+f , ⌫ = ⌦,
(9.47)
R = ṙ , ⇥ = G , N = G (e3 · n) = G cos i,
⇥2
v 2 = ṙ2 + r2 f˙2 = R2 + ,
r2
donde P2 debe ser constante pues iguala una función que depende exclusivamente
de ✓ con otra que solo depende de r. Ası́ pues, podremos poner por un lado
S2 (✓) = P2 ✓,
y por otro r
@S1 1 µr2
= 2µr P22 ,
@r r a
4 Esta restricción hace que las variables que se definen aquı́ sean válidas únicamente para el
caso elı́ptico.
Variables de Delaunay en el movimiento elı́ptico 161
@S @S
p= , Q= .
@q @P
En nuestro caso tomaremos como variables y momentos viejos las variables polares–
nodales, q1 = r, q2 = ✓, p1 = R, p2 = ⇥, de donde llegaremos a las relaciones:
r
@S @S 2µ µ P22
ṙ = R = p1 = = = ,
@q1 @r r a r2 (9.52)
@S @S
⇥ = G = p2 == = = P2 .
@q1 @✓
p
Elegiremos como nuevos momentos (P1 = µ a, P2 ). El segundo coincide con
⇥ o, lo que es igual, con la norma del momento angular G, por ello se utiliza esta
última notación en el contexto de las variables de Delaunay, P2 = G. Respecto a
P1 , suele usarse la letra L, esto es P1 = L. De esta forma, las nuevas coordenadas
serán: Z r
@S 2µ2 P1 3
Q1 = = s dr,
@P1 r0 2µ µ2 P22
2
r P12 r2
Z r
@S 2P2
Q2 = = ✓ + s dr,
@P2 r0 2µ µ2 P22
2r 2
r P12 r2
Q1 = n(t T ) = `,
(9.53)
Q2 = ! = g,
` = n(t T ) , g = ! , h = ⌦,
p (9.54)
L = µa , G , H = G cos i.
µ2
Hk = . (9.55)
2L2
Capı́tulo 10
10.1 Introducción
La distinta formulación de los tres tipos de movimiento resulta poco práctica
para el estudio de movimientos orbitales perturbados en las proximidades de un
movimiento parabólico, donde cualquier perturbación puede producir una transi-
ción entre movimientos periódicos y no periódicos o viceversa. En este apartado
describiremos una nueva formulación universal, esto es, válida para los tres ti-
pos de movimientos simultáneamente, que está basada en el uso de la variable s,
definida en (8.15), como variable independiente y de las funciones de Stump↵.
X ( 1)k
n 2
Vn (x; ↵) = x cn (↵x ) = ↵k x2k+n , n = 0, 1, 2, . . . , (10.2)
(2k + n)!
k 0
p 1
X
n ( ↵)k x2k
Vn (x; ↵) x = ( ↵)p Vn+2p (x; ↵). (10.6)
(2k + n)!
k=0
Funciones V de Stump↵ 165
La propiedad puede demostrarse sin más que tener en cuenta que Vn puede
ponerse también como
X ( ↵)k x2k
n
Vn (x; ↵) = x ,
(2k + n)!
k 0
V0 V1 V2 V3
↵ V1 V0 V1 V2
w(V0 , V1 , V2 , V3 , ) = .
↵ V0 ↵ V1 V0 V1
↵ 2 V1 ↵ V0 ↵ V1 V0
Funciones V de Stump↵ 167
V0 V1 V2 V3
↵ V1 V0 V1 V2
w(V0 , V1 , V2 , V3 ) = = V02 +↵ V 2 .
0 0 1 x
0 0 0 1
y por tanto
w(V0 , V1 , V2 , V3 ) = 1,
con lo que queda demostrada la proposición.
Propiedad.- Vn (x; ↵) es solución de la ecuación diferencial lineal homogénea
dm+2 y dm y
+ ↵ = 0,
dxm+2 dxm
para todo n m + 1.
Para demostrar esto basta tener en cuenta la expresión de las derivadas n-
simas y (10.7).
Propiedad.- Dado un número real arbitrario ↵, la función
m+1
X
y(x; ↵) = k Vk (x; ↵), (10.12)
k=0
dm+2 y dm y
+ ↵ = 0, m 0. (10.13)
dxm+2 dxm
10.3 Funciones V0 , V1
Las funciones V0 , V1 constituyen la extensión natural de las funciones cos, cosh
por un lado y sen, senh por otro. Además, cualquier otra función Vn puede ex-
presarse en términos de las dos primeras, por lo que éstas juegan un importante
papel en Astrodinámica.
Ya hemos visto como la propiedad fundamental de las funciones circulares
puede extenderse a las de Stump↵ por medio de la igualdad (10.7), particularizada
para n = 0 en la forma:
2 2
V0 (x; ↵) + ↵ V1 (x; ↵) = 1. (10.14)
V1 (x; ↵)
Vt (x; ↵) = . (10.19)
V0 (x; ↵)
8 p
>
> atan( ↵ x)
>
> p si ↵ > 0,
>
< ↵
1
Vt (x; ↵) = x si ↵ = 0, (10.22)
>
> p
>
> atanh( ↵ x)
>
: p si ↵ < 0.
↵
r(s = 0) = r0 = 0,
0
r (s = 0) = r00 = 1,
00
r (s = 0) = r000 = 2h 0 + 2,
Por otro lado, integrando la ecuación (8.19) con el valor de r dado por (10.25), se
obtiene finalmente
que será llamada ecuación de Kepler universal, pues, al igual que (10.25), es válida
para cualquier tipo de movimiento.
Finalmente, si derivamos respecto a s la expresión
x0 = r ẋ,
obtendremos
µ
x00 = r0 ẋ + r2 ẍ = r0 ẋ x,
r
o lo que es igual
rx00 = r0 x0 µx. (10.27)
Derivando nuevamente y aplicando la relación (8.21) se llega fácilmente a
x000 2hx0 = 0,
x= 0 V0 + 1 V1 + 2 V2 ,
donde ahora 0 , 1 , 2 representan tres vectores constantes cuyos valores, después
de derivar, igualar a cero y expresar x000 en función de x0 , x00 de acuerdo con
(10.27), pueden expresarse como
✓ ◆
0 r00 0 µ
0 = x 0 , 1 = x 0 , 2 = x + 2h x0 .
r0 0 r0
Por tanto, x(s) será igual a
✓ ◆
µ r0
x(s) = V0 + 2h V2 x0 + V1 + 0 V2 x00 ,
r0 r0
relación que, tras aplicar la propiedad V0 2h V2 = 1, adopta la forma
µ r00 0
x(s) = 1 V 2 x0 + V 1 + V 2 x0 . (10.28)
r0 r0
Las dos primeras expresiones pueden simplificarse más teniendo en cuenta las
relaciones
V0 2h V2 = 1,
V1 2h V3 = s, (10.30)
µ + 2hrp = µe,
esta última puede obtenerse sin más que tener en cuenta
A2 µ 2 µ2 e2 µ2 µ(e2 1) p
h= = = , rp = .
2G2 2µp 2p 1+e
r = rp + µe V2 (s),
(10.31)
t T = rp s + µe V3 (s),
y por otro:
µ
r = [1 e V0 (s)],
2h (10.32)
µ
t T = [s e V1 (s)],
2h
ecuaciones similares a las dadas para cada uno de los movimientos elı́ptico e
hiperbólico pero que no son válidas para el cálculo en el caso parabólico, por lo
que dejan de ser universales.
Si atendemos a la definición de los vectores a, b, del sistema apsidal, podemos
poner
xp = rp a, X p = vp b,
donde vp representa la velocidad en el periastro, por lo que
x0p = rp X p = rp vp b.
f
2 r cos2 = r + r cos f = rp [1 + V0 (s)],
2
f µ(1 + e)
2 r sen2 = r r cos f, = µ(1 + e) V2 (s) = [1 V0 (s)].
2 2h
Por último, las expresiones (10.17) conducen a
p f p s p f p s
r cos = rp V0 ( ), r sen = µ(1 + e) V1 ( ), (10.35)
2 2 2 2
que divididas nos dan r
f µ s
tan = (1 + e) Vt ( ). (10.36)
2 p 2
donde hemos tenido en cuenta que x00 = r0 X 0 . Por tanto, podremos poner por
un lado
µ
f (t; t0 ) = 1 V2 (s), (10.37)
r0
y por otro
g(t; t0 ) = r0 V1 (s) + r00 V2 (s).
Finalmente, si tenemos también en cuenta (10.26) llegamos a la igualdad
@f µ @g µ
= V1 (s), =1 V2 (s).
@t rr0 @t r
Coeficientes de transición en forma cerrada 173
Para buscar todas las órbitas keplerianas que pasan por P1 y P2 buscaremos
por separado las órbitas directas y las retrogradas, duplicandose, de esta forma,
el conjunto de soluciones encontradas. Llamemos np = (x1 ⇥ x2 )/k x1 ⇥ x2 k,
y supongamos que np · e3 0. Si queremos órbitas directas partiremos de un
valor n = nd = np , mientras que si queremos órbitas retrógradas tomaremos
n = nr = np . Cuando np · e3 < 0, tomaremos n = nd = np para órbitas
directas y n = nr = np para órbitas retrogradas.
Elementos del triángulo OP1 P2 177
r1 r2 cos w = x1 · x2 ,
(11.3)
r1 r2 sen w = n · (x1 ⇥ x2 ).
(r1 + r2 c) = 2( c),
(r1 + c r2 ) = 2( r2 ),
(r2 + c r1 ) = 2( r1 ),
Si extraemos la raı́z cuadrada y tenemos en cuenta los signos del seno y coseno
de w/2, según el cuadrante de w, podremos poner
s s
w ( c) w ( r1 )( r2 )
cos = w , sen = , (11.4)
2 r1 r2 2 r1 r2
Definiremos los ángulos exteriores 1 , 2 como los ángulos que llevan respec-
tivamente de x1 a x12 y de x12 a x2 en sentido positivo desde la orientación
dada por n.
Si tenemos en cuenta la expresión (1.24) del seno y coseno del ángulo orientado
entre dos vectores y la definición de 1 , podremos poner
c cos 1 = r2 cos w r1 ,
(11.6)
c sen 1 = r2 sen w.
Hodógrafa en P1 y P2 179
1 1 ( c)( r1 )
cos2 = (1 + cos 1) = ,
2 2 cr1
2 1 1 ( r2 )
sen = (1 cos 1) = .
2 2 cr1
El signo de 1 se obtiene a partir del de w por medio de las relaciones
11.4 Hodógrafa en P1 y P2
La velocidad de un punto en una órbita kepleriana puede expresarse, en el
sistema de referencia orbital, como
X = R u + T v, (11.9)
o lo que es igual:
r
p p r2 T 2
e cos f = 1, e sen f = R , p= . (11.11)
r µ µ
Cualquiera de estas dos condiciones, (11.18 y 11.19), junto con (11.14 y 11.16),
constituyen un conjunto de tres relaciones independientes entre las componentes
R1 , T1 , R2 , T2 de la velocidad para que la órbita kepleriana pase por los dos puntos
y nos asegura que las órbitas O(x1 , X 1 ) y O(x2 , X 2 ) coinciden. Por simplicidad,
parece lógico elegir como tercera condición la expresión
3 (R1 , T1 , R2 , T2 ) = r1 T 1 r2 T2 = 0. (11.20)
a1 T12 + c1 = 0, a2 T22 + c2 = 0,
La relación (11.14) indica cómo debe ser el vector velocidad en el punto P1 para
que la órbita kepleriana generada pase por el punto P2 . Esta relación representa
la ecuación de una hipérbola con dos ramas separadas por las ası́ntotas T1 = 0 y
a1 T1 + b1 R1 = 0. La primera de las condiciones (11.12), indica que la hodógrafa
queda representada únicamente por la rama superior de la hipérbola. La figura
11.3 presenta dos de estas curvas para valores distintos de ci , positivo y negativo.
p
La velocidad v1 = R12 + T12 ,
T1 en el punto P1 , puede ser repre-
sentada en la gráfica 11.3 como
una semicircunferencia de radio
v1 . Si esta semicircunferencia tie-
ne algún punto en común con la
hodógrafa los puntos de intersec-
ción señalan las velocidades en
P1 que permiten que la órbita pa-
se por P2 .
Por encima de esa velocidad mı́nima existirán, para cada valor de v1 , dos
puntos de la hodógrafa, lo que representa dos órbitas keplerianas de transferencia.
Para la velocidad mı́nima existirá una única órbita kepleriana de transferencia.
182 Órbitas keplerianas que pasan por dos puntos
que representa, por tanto, la órbita de mı́nima energı́a entre P1 y P2 . Esta energı́a
es negativa, por lo que la órbita correspondiente será elı́ptica, y de semieje igual
a a = /2.
Cualquier otra órbita de O(P1 , P2 ) tendrá una energı́a h > hm y por tanto un
semieje a > /2.
con éste y x1 , los elementos de la órbita O(x1 , X 1 ) que coincide con la órbita
de transferencia Ot (x1 , x2 ) de energı́a h. Una vez obtenida la órbita podemos
obtener fácilmente el tiempo t que se emplea en llegar desde P1 hasta P2 . Este
tiempo depende de la energı́a h, por lo que se convierte en una función t(h).
Para encontrar los valores R1 , T1 de la velocidad podemos utilizar un método
numérico que resuelva el sistema de ecuaciones no lineal (11.22). Sin embargo, la
aplicación de las funciones de Stump↵ permite encontrar analı́ticamente estas dos
órbitas. Para ver esto efectuaremos el siguiente cambio de variable:
1 1
R1 = x cos y sen ,
2 2
1 1
T1 = x sen + y cos ,
2 2
mediante el cual la ecuación de la hodógrafa en P1 se transforma en
1 1 2µ w
x2 tan y 2 cot = tan , (11.23)
2 2 r1 2
y la norma de la velocidad en P1 se expresará ahora como
Resolviendo este sistema, después de sustituir el valor de tan w/2 por su ex-
presión en función de los elementos del triángulo OP1 P2 , se llega a
r1 c)( (
r1 )
x2 = 2µ + 2h ,
cr1 cr1
r2 ( r2 )
y2 = 2µ + 2h .
cr1 cr1
Si introducimos las cantidades auxiliares , por medio de las igualdades
s r
V1 ( ; 2h) = , = 2 V1 1 ( ; 2h),
2 2µ 2µ
s r (11.25)
c 1 c
V1 ( ; 2h) = , = 2 V1 ( ; 2h),
2 2µ 2µ
184 Órbitas keplerianas que pasan por dos puntos
r1 r2
x2p = 2µ , yp2 = 2µ ,
cr1 cr1
podremos poner
x2 = x2p V02 ( ), y 2 = yp2 V02 ( ),
2 2
donde, una vez fijado el nivel h de energı́a, hacemos desaparecer de las funciones
de Stump↵ el segundo parámetro.
Al estudiar la figura 11.3, en relación con la hodógrafa del movimiento en P1 ,
hemos visto como la única rama posible es aquella para la cual T1 es positiva, lo
que equivale a considerar la rama superior. Al efectuar el giro, la rama anterior de
la hipérbola se transforma en aquella para la cual x > 0. Teniendo esto en cuenta,
podemos extraer la raı́z cuadrada en las expresiones anteriores, llegándose a
x = xp V0 ( ), y = ±yp V0 ( ),
2 2
que nos da los dos posibles valores de la velocidad asociados a un nivel de energı́a
h > hm . Las dos velocidades nos indicarán que para cada nivel de energı́a existen
dos posibles órbitas keplerianas, que pasan por P1 , P2 .
Volviendo de nuevo a la expresión de la hodógrafa antes de efectuar el giro
tendremos
1 1 1 1
T1 = x sen + y cos = xp V0 ( ) sen ± yp V0 ( ) cos ,
2 2 2 2 2 2
donde sustituyendo el seno y coseno de ( 1 /2) por su valor, dado en (11.7), lle-
gamos a
s
2µ p
T1 = ( r1 )( r2 ) V0 ( )
cr1 2µ 2
s
2µ w p c
± ( r1 )( r2 ) V0 ( )
cr1 2µ 2
2µ p
= ( r1 )( r2 ) V 0 ( ) V 1 ( ) ± w V 0 ( ) V 1 ( ) ,
cr1 2 2 2 2
y finalmente a
✓ ◆
2µ p ± w
T1 = ( r1 )( r2 ) V 1 , (11.26)
cr1 2
Puesto que conocemos el vector l del sistema nodal y el vector u1 del sistema
orbital en P1 podemos calcular el ángulo ✓1 que va de l a u1 . Por otro lado, como
sabemos que ✓1 = ! + f1 , esto nos permite calcular el valor del argumento del
periastro !.
El último elemento orbital, la época de paso por el periastro, puede ser calcu-
lado si tenemos en cuenta la relación (10.36) que invertida nos da unos valores de
s1 , s2 , correspondientes a f1 , f2 , en la forma
r
p 1 fi
si = 2 Vt 1 ( tan ; 2h).
µ1+e 2
t T = rp s + µe V3 (s), (11.29)
t E2
Em
h
hm 0
E1
P H
(b a)f (a)
c=a .
f (b) f (a)
La función f (h) se elige de entre las dos it teniendo en cuenta las tres reglas
siguientes:
Si t2 t1 < tp se toma un valor cualquiera h0 positivo y se elige el valor
f (h) = t(h), tal que t(h0 ) > 0.
2 Para aplicar este método podemos conocer el intervalo de tiempo t o bien los instantes t1
de paso por P1 y t2 de paso por P2 .
Parte III
Movimiento orbital
189
Capı́tulo 12
Movimiento orbital
µG L2 e
dG = da de. (12.10)
2L2 G
Finalmente, tras haber sustituido dG por su valor, dado en (12.10), se obtendrá pa-
ra H
µG L2 e
dH = ci da ci de + Gsi di. (12.11)
2L2 G
da 2L dL
= ,
dt µ dt
de G2 dL G dG
= 3
,
dt eL dt eL2 dt
di ci dG 1 dH
= ,
dt Gsi dt Gsi dt
(12.12)
d⌦ dh
= ,
dt dt
d! dg
= ,
dt dt
dT 1 d` 3L dL
= 1 (t T ) .
dt n dt aµ dt
194 Movimiento orbital
p
Esto es ası́ porque teniendo en cuenta la relación ` = µ/a3 (t T ) podemos ob-
tener la variación de T a partir de la de `. Esta relación es más útil pues permite
expresar un cambio de variable de t a ` o, a través de ésta, a las anomalı́as verda-
dera o excéntrica, que será la variable independiente en la que vendrá expresada
habitualmente la perturbación.
rx Vp = P, (12.16)
esto es, se obtiene mediante el giro que pasa del sistema espacial al orbital. Com-
binando (12.16) con (12.17) se obtiene la expresión de rx Vp en función de las
componentes de la fuerza en el sistema orbital.
@x @y @z
donde x = ( , , ) se obtiene derivando, respecto a cada variable orbital
@ @ @
, las componentes del vector x
@Vp r
= Pu ,
@a a
@Vp r(2 + e cos f ) sen f
= a cos f Pu Pv ,
@e 1 e2
@Vp
= r sen(! + f )Pn ,
@i
(12.20)
@Vp
= rci Pv + rsi cos(! + f )Pn ,
@⌦
@Vp
= rPv ,
@!
@Vp ae sen f a2 (1 e2 )
= p Pu p Pv .
@` 1 e2 r 1 e2
da 2e sen f 2a⌘
= Pu + Pv ,
dt n⌘ nr
✓ 3 ◆
de ⌘ sen f ⌘ r⌘
= Pu + Pv ,
dt an e r n a2 e n
di r cos(! + f )
= Pn ,
dt a2 n ⌘
(12.21)
d⌦ r sen(! + f )
= Pn ,
dt a2 n si ⌘
d! ⌘ cos f r(2 + e cos f ) sen f r sen(! + f ) ci
= Pu + Pv + Pn ,
dt aen a2 n e ⌘ a 2 n si ⌘
✓ ◆
d` 2 r ⌘ 2 cos f r(2 + e cos f ) sen f
= n+ + Pu Pn .
dt a2 n aen a2 e n
˙ = ( 0, f ) = ( 0 , E). (12.29)
d d dt r2 p2 ( 0, f )
= = ( 0, f ) = ,
df dt df G G (1 + e cos f )2
d d dt r 1
= = ( 0 , E) = ( 0 , E)(1 e cos E),
dE dt dE na na
que integrada nos dará la solución de primer orden
Z E
1
0 = ( 0 , E)(1 e cos E)d E. (12.31)
na 0
Entre los propagadores de libre distribución nos encontramos dos tipos dife-
rentes: los que tienen un entorno gráfico tipo STK y las librerı́as de software.
Entre los que poseen un entorno gráfico destacaremos el software GMAT4 , que
está siendo desarrollado por la NASA. A fecha de agosto de 2012 dispone de una
versión beta, pero casi completamente operativa, para Windows y de las fuentes
en C++ para el resto de los sistemas operativos.
Como librerı́as de software mencionaremos tres: una escrita en lenguaje C++,
llamada GAL5 (General Astrodynamics Library), y otras dos escritas en lenguaje
JAVA, por un lado JAT6 (Java Astrodynamics Toolkit) y por otro OREKIT 7
(ORbits Extrapolation KIT). En todos los casos se trata de librerı́as de bajo nivel,
que incorporan métodos muy precisos y modernos, pero cuyo uso entraña cierta
dificultad.
Para estudios más simples, que no requieran de los complicados desarrollos
realizados por un propagador, resulta útil disponer de herramientas menos com-
plicadas integradas en entornos de desarrollo de tipo matemático como Matlab
o Mathematica. Estas herramientas suelen ser más sencillas de usar y proporcio-
nan mejores y más rápidos resultados en el análisis de aspectos concretos de una
misión espacial. Integrado en Matlab podemos mencionar ODTBX8 (Orbit De-
termination Toolbox) desarrollado por la NASA. El paquete Orbits9 , integrado
en Mathematica, está siendo actualmente desarrollado por varios miembros del
Grupo de Mecánica Espacial de la Universidad de Zaragoza y aparecerá próxima-
mente en la página web del grupo señalada al pie de página.
representan, entre otros parámetros, unos valores medios de los elementos orbitales
a partir de los cuales se realiza la propagación. Estos elementos reciben el nombre
de elementos de dos lı́neas, TLE, y serán descritos más adelante.
Posteriormente, hacia 1970, se crea un segundo modelo que efectúa una sim-
plificación de la teorı́a de Brouwer. Este modelo, llamado SGP4 es distinto y más
preciso que el anterior, aunque sus constantes se adaptan a la definición de los
TLE para hacerlos compatibles. Esto será cierto para todos los modelos posterio-
res. El siguiente modelo SDP4 es una adaptación del modelo SGP4 a satélites de
periodo mayor o igual que 225 minutos, lo que corresponde a una altitud de unos
6000 km. El modelo SDP4 añade la perturbación Luni-Solar y algunos armónicos
del potencial terrestre que afectan a órbitas de periodo igual a medio dı́a o un
dı́a. Finalmente, en 1980, se crearon los modelos SGP8/SDP8 que incluye otros
modelos de atmósfera y efectúa la integración de una manera distinta.
Los modelos SGP4/SDP4 son los más usados y aseguran una probabilidad del
90 % de que el satélite se encuentre a una distancia menor de 5 km de la posición
calculada si los elementos TLE del satélite están suficientemente actualizados. Sin
embargo, cuando los TLE son antiguos la órbita se degrada mucho y no es fiable.
La actualización de los TLE de los satélites debe ser muy frecuente cuando el
satélite es de órbita baja y obligatoria cuando se realiza alguna maniobra que lo
cambie de órbita.
Los elementos obtenidos al propagar una órbita a partir de los elementos
TLE por medio de el modelo SGP4/SDP4 se suponen referidos a un sistema
de referencia centrado en la Tierra y que tiene el ecuador verdadero de la fecha
como plano fundamental y el equinoccio medio como eje Ox. Este sistema coincide
con el sistema E m
0 definido en el capı́tulo 4.
Los elementos TLE sirven de elementos iniciales para el cálculo de los elemen-
tos osculadores de la órbita de un satélite artificial en un instante dado. Estos
elementos vienen dados con el siguiente formato:
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
1 NNNNNA NNNNNAAA NNNNN.NNNNNNNN +.NNNNNNNN +NNNNN-N +NNNNN-N N NNNNN
2 NNNNN NNN.NNNN NNN.NNNN NNNNNNN NNN.NNNN NNN.NNNN NN.NNNNNNNNNNNNNN
01 Número de la lı́nea.
Propagador SGP4/SDP4 y variables TLE 205
Problema de n cuerpos
tendremos
n
X X X mi mk X X mi mk
mi r i ⇥ r¨i = G 3 r i ⇥ r ik = G 3 r i ⇥ r k = 0,
i=0 i
rik i
rik
k k
donde G representa el momento angular del sistema que resulta ser constante.
De esta forma tenemos 3 nuevas integrales del problema de n cuerpos. La última
integral del problema es la integral de la energı́a.
r̈ ij = r̈ j r̈ i , (13.4)
donde µi = G(m0 + mi ).
Nótese que el término de la izquierda de estas ecuaciones es idéntico al de las
ecuaciones (7.23), mientras que el de la derecha no es cero, sino que es proporcional
210 Problema de n cuerpos
a la masa de cada uno de los otros cuerpos, por lo que tendrá un valor pequeño
en módulo. Al considerar esta aproximación en el sistema solar podremos suponer
todos los valores µi = Gm0 , lo que supone en la práctica despreciar la masa de
los planetas frente a la del Sol.
La perturbación que cada punto Pk ejerce sobre la órbita de Pi respecto a P0
viene dada por dos sumandos. El primero depende de la posición de Pi y por ello
se llama atracción o perturbación directa, mientras que el segundo no depende de
la posición de Pi y es llamado atracción o perturbación indirecta.
que derivada dos veces y junto con (13.10) y(13.9) permite poner
✓ ◆
r 13 r 23 m2 m3 r 23 r 13
r̈ = G(m1 + m3 ) 3 Gm2 3 G 3 3 . (13.12)
r13 r23 m1 + m2 r23 r13
L3 L1 L2
P1 P2
Figura 13.2: Posiciones relativas de L1 , L2 , L3 para distintos valores de ⌘.
@⌦
ẍ 2ẏ x = ,
@x
@⌦
ÿ + 2ẋ y = , (13.24)
@y
@⌦
z̈ + z = .
@z
dv 2 d
= (ẋ2 + ẏ 2 + ż 2 ) = 2ẍẋ + 2ÿ ẏ + 2z̈ ż.
dt dt
Si en esta expresión sustituimos
ẍ, ÿ, z̈ por sus valores obtenidos de
(13.24) y aplicamos la regla de la ca-
dena, llegaremos a la relación diferen-
cial
dv 2 d⌦
=2 ,
dt dt
que integrada da
v 2 = 2⌦ + J, (13.25)
1 2 3
4 5 6
7 8 9
Figura 13.6: Evolución de las regiones del movimiento en el problema restringido cir-
cular de tres cuerpos para distintos valores de la integral de Jacobi.
determina una curva en el plano Oxy que delimita dos regiones del plano. Dichas
regiones corresponden a las zonas donde se verifica respectivamente 2⌦(x, y) < Jo
y 2⌦(x, y) > Jo . La condición (13.25) que debe cumplir el cuerpo en su movimiento
obliga a que 2⌦(x, y) > Jo , pues el cuadrado de la velocidad no puede ser negativo.
Por este motivo a esta curva se le llama curva de velocidad cero.
Podemos establecer las siguientes condiciones relativas a cada uno de los nueve
218 Problema de n cuerpos
casos:
1. En el primer caso el movimiento es posible en una zona externa y dos zonas
interiores, casi circulares, alrededor de los dos cuerpos primarios. Las zonas
internas son mayores cuanto más masivo sea el correspondiente primario.
Con este valor de la constante de Jacobi un cuerpo no puede viajar de un
primario a otro. Un cuerpo en el exterior no puede acercarse a los primarios.
Los cinco puntos de Lagrange se encuentran en la zona prohibida.
2. Para un determinado valor de J0 las dos zonas alrededor de los primarios,
que cada vez son menos circulares, se unen en un punto de contacto que
corresponde al punto L1 . La zona externa va acercándose a los primarios.
3. Se abre un camino que permite el viaje entre los dos primarios, pero siempre
pasando muy próximos a L1 . Obsérvese que en la zona próxima al punto L2
se va haciendo cada vez más estrecha la zona prohibida.
6. La zona prohibida es una banda cada vez más estrecha que contiene los pun-
tos L3 , L4 y L5 . La curva se va estrechando cerca de L3 . En estas condiciones
son posibles las órbitas en herradura pero sin llegar a entrar la partı́cula en
la zona prohibida.
7. Las paredes de la zona prohibida se unen en L3 .
8. La zona prohibida, que hasta este momento era única se convierte en dos
regiones, cada una de las cuales contiene a uno de los puntos triangulares.
Son posibles órbitas que rodeen al punto triangular por el exterior de la
zona prohibida.
9. La zona prohibida se hace cada vez más pequeña. Los puntos triangulares
siempre están en el interior de estas zonas.
Capı́tulo 14
Atracción de sólidos
14.1 Introducción
Otra aproximación en el modelo orbital consiste en considerar sólidos rı́gidos
en lugar de puntos materiales, donde la atracción gravitacional ejercida por el
sólido se extiende a cada fracción infinitesimal del mismo, considerada ésta como
un punto material.
El problema más general es el problema de n sólidos, que extiende el de n
cuerpos. Sin embargo, si el último ya era imposible de estudiar de forma general
mucho más lo será el primero. Podemos disminuir la complejidad del problema
tomando n = 2, esto es, considerando el problema de dos sólidos. Esta simplifi-
cación sigue siendo igualmente difı́cil de abordar con carácter general, por lo que
finalmente reduciremos el problema a su forma más simple, esto es, estudiaremos
la atracción gravitacional entre un sólido y un punto material. Esto dará lugar a
dos problemas diferentes según que estudiemos el movimiento del sólido o el del
punto.
El movimiento de un sólido atraı́do gravitacionalmente por un punto material,
que no va a ser considerado en el presente libro, permite estudiar, mediante com-
plejos métodos de perturbaciones, el movimiento orbital y rotacional del sólido
de forma simultánea. Con él podremos analizar, entre otros, el problema de la
rotación de los satélites artificiales, de particular importancia cuando éstos deben
estar siempre dirigidos en una cierta dirección del espacio, como es el caso de los
satélites con paneles para la recepción de energı́a solar. Otro importante problema
que se estudia con este modelo es el de la rotación terrestre, que da lugar a los
modelos de precesión y nutación descritos en la primera parte del libro.
220 Atracción de sólidos
El problema que estudiaremos con algo más de detalle, por sus implicaciones
en el movimiento orbital de satélites artificiales, es el del movimiento orbital de
un punto atraı́do por un sólido. Este será el caso de cualquier satélite orbitando
en torno a un planeta o cuerpo celeste.
asociados de Legendre los polinomios Pnm (t) cuya relación con los usados en este libro viene
dada por Pnm (t) = ( 1)m Pnm (t).
Polinomios de Legendre 221
Estos valores tan grandes deben ser multiplicados por los valores de los armóni-
cos del potencial terrestre que son muy pequeños. Resulta muy poco conveniente,
desde el punto de vista numérico, multiplicar cantidades muy pequeñas por can-
tidades muy grandes. Para paliar en lo posible el error computacional derivado
de este hecho, se utiliza la siguiente propiedad
Z 1
2 (n + m)!
Pnm (x)Pkm (x) dx = nk .
1 (2n + 1)(n m)!
donde ⇢
0 si i 6= j,
ij = (14.7)
1 si i = j.
⇤ ⇤
Observemos que el cociente m / m 1 , que aparece en la primera iteración, vale
2 cuando m = 1 y 1 para cualquier otro valor de m. El valor para iniciar esta
iteración será, en este caso, Q̄00 (t) = 1.
Para calcular la integral (14.12) a lo largo de toda la masa del sólido formu-
laremos el problema en un sistema de coordenadas planetográficas (ver apartado
3.8), esto es, basado en el plano ecuatorial del planeta, rotando con él, y con un
origen de longitudes establecido a priori.
Si llamamos ( , ), respectivamente a la longitud y latitud planetográfica del
satélite y (⇤, ) a las de un punto P del planeta, las direcciones de los vectores
de posición del planeta y el satélite serán
El coseno del ángulo entre estos dos vectores vendrá dado por el producto
escalar de ambos, lo que lleva a la expresión
y la de su centro de masas
Z Z Z
e1 e2 e3
rc = xc1 e1 + xc2 e2 + xc3 e3 = x1 dm + x2 dm + x3 dm,
M M M M M M
J1 = 0, C11 = 0, S11 = 0,
Tabla 14.1: Valor de los primeros armónicos zonales para la Tierra, la Luna, Marte y
Venus.
En la tabla 14.1 se muestran los valores de los seis primeros armónicos, sin
normalizar, del potencial de la Tierra, la Luna, Marte y Venus extraidos de los
modelos JGM-3, LP165P, GMM-2B y MGNP180U respectivamente.
siendo ⇣ r ⌘n
p
⇢n = ,
r
um = cos m cosm , (14.25)
vm = sen m cosm ,
wm = senm .
Si expresamos el vector x en el sistema planetográfico, llamamos (x, y, z) a sus
componentes x = x p1 + y p2 + z p3 = r cos cos p1 + r sen cos p2 + r sen p3 ,
y por otro lado llamamos u a la dirección radial u = x/r = u p1 + v p2 + w p3 ,
podemos expresar en función de ellos los elementos:
u0 = 1, v0 = 0, w0 = 1,
(14.26)
u1 = u = x/r, v1 = v = y/r, w1 = w = z/r.
Evaluación del potencial planetario y la fuerza derivada 229
um = um 1 u1 vm 1 v1 , vm = v m 1 u1 + um 1 v1 , (14.27)
X 0 = x00 + ! ⇥ x0 + ! 0 ⇥ x = x00 + ! ⇥ x0 ,
H(x, X) = Hk + Hr + Vp , (14.39)
donde
Hr (x, X) = ! · (x ⇥ X). (14.40)
Ecuaciones del movimiento en el sistema planetográfico 233
Hr = ! · (x ⇥ X) = ! N, (14.41)
Hr = ! · (x ⇥ X) = !H. (14.42)
Otras perturbaciones
de Astronáutica fija como lı́mite de la atmósfera y que representa la altitud por encima de la
cual un avión no puede volar por fuerzas de tipo aerodinámico.
236 Otras perturbaciones
como
1 A
P AT = Cd ⇢ k v kv. (15.1)
2 m
v=X ! ⇥x vv , (15.2)
h0 ⇢0 H0 h0 ⇢0 H0
0 1.225 7.249 150 2.070 ⇥ 10 9 22.523
2
25 3.899 ⇥10 6.349 180 5.464 ⇥10 10 29.740
2
30 1.774 ⇥10 6.682 200 2.789 ⇥10 10 37.105
3
40 3.972 ⇥10 7.554 250 7.248 ⇥10 11 45.546
3
50 1.057 ⇥10 8.382 300 2.418⇥10 11 53.628
4
60 3.206⇥10 7.714 350 9.158⇥10 12 53.298
5
70 8.770⇥10 6.549 400 3.725⇥10 12 58.515
5
80 1.905⇥10 5.799 450 1.585⇥10 12 60.828
6
90 3.396⇥10 5.382 500 6.967⇥10 13 63.822
7
100 5.297⇥10 5.877 600 1.454⇥10 13 71.835
8
110 9.661⇥10 7.263 700 3.614⇥10 14 88.667
8
120 2.438⇥10 9.473 800 1.170⇥10 14 124.64
9
130 8.484⇥10 12.636 900 5.254⇥10 15 181.05
9
140 3.845⇥10 16.149 1000 3.019⇥10 15 268.00
hi hi+1
HM (h) = .
ln (⇢M (hi+1 )/⇢M (hi ))
F abs = Ae = P Ae ,
c
donde P representa la presión de radiación solar
P = = 4.56 ⇥ 106 m 1
kg s 2
,
c
que se ha calculado a partir de los valores constantes de y c.
En la expresión anterior de la fuerza, y en lo que sigue, se ha supuesto que
el fotón incide perpendicular a la superficie del satélite, esto es, el ángulo de
incidencia vale cero. Esto es una aproximación al modelo real en el que debemos
considerar este ángulo y la actitud del satélite, sin embargo, para la mayorı́a de
las aplicaciones esta aproximación será suficiente. Pensemos, por ejemplo, en la
aplicación de este modelo a un satélite en el que la mayor superficie la forman los
paneles solares que deben estar siempre orientados perpendicularmente al Sol.
240 Otras perturbaciones
F ref = 2P A e .
Fr = P Cr A e .
A 2 x x
P RAD = (x, x ) P Cr r , (15.6)
m AU k x x k3
donde (x, x ) es una función que depende de la posición del satélite y del Sol y
que representa la fracción del disco solar visible. Si el disco del Sol es totalmente
visible, es decir no hay eclipse, entonces = 1. Si el disco solar está totalmente
oculto por algún planeta o cuerpo, entonces = 0. El valor de tomará un valor
entre 0 y 1 cuando el Sol está parcialmente eclipsado.
2 El factor r
AU se introduce en la expresión para unificar las unidades en que ha sido calculada
la presión de radiación con las unidades que se usan para formular las ecuaciones del movimiento.
Eclipses 241
15.3 Eclipses
El fenómeno de la presión de radiación solar afecta a cualquier nave espacial,
tanto sea una sonda espacial interplanetaria como satélite artificial orbitando en
torno a la Tierra, la Luna o un planeta. Además, la visibilidad del Sol afecta
también al funcionamiento de muchos sistemas de la nave que dependen de la
recepción de energı́a en los paneles solares, por ello es tan importante el conoci-
miento de los posibles eclipses en cualquier misión espacial. No debemos quedarnos
únicamente en los producidos por la Tierra al interponerse por delante del Sol en
un satélite artificial, sino que debemos estudiar la producción de eclipses cuan-
do el cuerpo que lo produce no sea la Tierra. De hecho la Luna también puede
producir eclipses en un satélite artificial terrestre.
s
sP
RP
P
R
Figura 15.1: Separación angular y semidiámetros del Sol y el planeta desde el satélite
artificial.
Supongamos que los vectores de posición del planeta y del Sol, vistos desde el
satélite, vienen dados por SP , S respectivamente. El semidiámetro sP (s ) del
planeta P (Sol) se obtendrá teniendo en cuenta el triángulo rectángulo formado
por el satélite S, el centro del planeta P (centro del Sol ) y el punto de tangencia
de la recta tangente al planeta (Sol) desde S. Si RP , R representan el radio del
planeta y Sol y k SP k, k S k la distancia entre el satélite y el planeta y el Sol,
entonces podremos poner
✓ ◆ ✓ ◆
RP R
sP = asen , s = asen . (15.7)
k SP k kS k
Por otro lado, la separación angular entre el Sol y el planeta, vistos desde el
satélite, vendrán dados por el producto escalar de SP y S , por lo que podremos
poner
✓ ◆
SP · S
s = acos . (15.8)
k SP kk S k
Los valores de s, s , sP pueden calcularse en cualquier instante del tiempo si
se conocen con precisión las posiciones del satélite, el planeta y el Sol.
(a) Comienzo del eclipse parcial. (b) Final del eclipse par-
cial.
El eclipse parcial termina cuando uno de los discos está totalmente dentro
del otro, lo que sucede, como vemos en la figura 15.2(b), en el momento en que
s = |s sP |. En esta relación hemos tenido que poner el valor absoluto porque
pueden darse dos casos según que el disco aparente del planeta sea mayor o menor
que el del Sol. Esta situación no podrá darse cuando el satélite sea terrestre y el
planeta que produce el eclipse la Tierra, pues en este caso el diámetro aparente
de la Tierra es mucho mayor que el del Sol, pero si el que produce el eclipse es
la Luna la situación relativa puede conducir al caso de que el disco del Sol sea
mayor que el de la Luna.
no contiene el centro y que tiene un área A y otro grande, que contiene al centro,
que tiene un área (⇡r2 A).
Para caracterizar estos dos seg-
mentos observaremos que la recta Q
QQ0 divide al diámetro perpendicular
en dos segmentos de longitud l = y y r
l = x + r = 2r y. Este parámetro l, z A
que llamaremos longitud del segmen- ✓
to circular, determina a cual de los r x y
P
dos segmentos nos referimos.
Calcularemos, en primer lugar, el
área A del menor de los segmentos.
Para esto basta tener en cuenta que Q0
2
esta área es igual al área ✓ r del sec-
tor circular P QQ0 menos el área z x
del triángulo P QQ0 . Simples relacio- Figura 15.5: Área de un segmento circular.
nes geométricas permiten poner
✓ ◆ p
r y
A = r2 acos (r y) 2ry y 2 .
r
donde A(l, r) es una función que permite calcular el área de segmento de longitud
l en un cı́rculo de radio r.
Eclipses 245
sM
z sm
✓M lM lm ✓m
PM xM Cm S0 C M xm Pm
sM sm z
✓M lM ✓m lm
PM CM xM Pm xm S 0 Cm
Figura 15.6: Triángulo SPm PM .
Para un eclipse anular, en el que el semidiámetro del Sol es mayor que el del
planeta, se tendrá
⇡s2 ⇡s2P s2P
= = 1 .
⇡s2 s2
Finalmente podemos reunir todas las expresiones y dar una expresión general
para la magnitud de un eclipse:
8
> 1,
>
>
si s + sP < s,
>
>
> 0,
> si s < sP y s < s P s ,
>
< 2
(s, s , sP ) = sP
> 1 2 si sP < s y s < s sP ,
>
> s
>
>
> 2
> ⇡s
>
:
A(lm , sm ) A(lM , sM )
si |s sP | < s < s + sP ,
⇡s2
(15.12)
donde sm , sM , lm , lM vienen dados por (15.10) y (15.11).
En ambos casos podemos usar las expresiones vistas en la sección 15.3 donde
se tendrán las relaciones
S = x x,
SL = xL x,
ST = x,
Navegación espacial
249
Capı́tulo 16
Navegación espacial
16.1 Introducción
El afán viajero del ser humano, junto con su necesidad de supervivencia y su
espı́ritu explorador y aventurero impulsaron, en la antigüedad, su expansión por
toda la Tierra, viajando, tanto por tierra como por mar, pese a los peligros que
este tipo de viajes comportaban. A pesar de que su sueño se extendı́a fuera de
la Tierra, no fue hasta el comienzo del siglo XX cuando el hombre consigue por
primera vez alejarse de la superficie, en primer lugar a sus proximidades con la
aviación y posteriormente, a partir del año 1957, hacia el espacio, iniciando una
actividad que solo tiene medio siglo pero que ya ha cambiado el modo de vivir
del hombre.
Aunque el concepto del cohete, dispositivo propulsado a reacción por la expul-
sión de los gases generados por una combustión, es conocido desde la invención de
la pólvora por los chinos, no es hasta los trabajos de tres pioneros: el ruso Kons-
tantin Tsiolkovski(1857-1935), el norteamericano Robert H. Goddard (1882-1945)
y el alemán Hermann Oberth(1894-1989), cuando se ponen las bases de la tecno-
logı́a moderna de cohetes que permitió poco después el desarrollo de la industria
espacial. Estos cientı́ficos proponen y desarrollan el uso de combustible lı́quido en
lugar de sólido, los estabilizadores de los cohetes por medio de giróscopos, etc.
El primer precedente moderno de los actuales cohetes, que son la base para el
envı́o de naves al espacio, son los misiles V2 desarrollados por Alemania durante la
segunda guerra mundial bajo la dirección de Wernher von Braun. Tras la derrota
de ésta sus cientı́ficos son repartidos entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Ambos estados inician, en paralelo, una desaforada carrera espacial establecida
252 Navegación espacial
como un campo de batalla más de la guerra frı́a. En este primer periodo Estados
Unidos no logra un proyecto común por discrepancias entre los distintos ejércitos
y por ello la URSS, con un equipo dirigido por Sergei Korolev, consigue tomar
ventaja enviando al espacio el Sputnik I el dı́a 4 de octubre de 1957.
El Sputnik I, de 83 kg de peso, fue situado en una órbita de 250 km de altitud,
donde permaneció hasta su incineración, en su reentrada en la atmósfera, el 3 de
enero de 1958. Casi a continuación la URSS lanza un segundo satélite, el Sputnik
II, que transportaba en su interior al primer ser vivo que viajó al espacio: la perrita
Laika, que falleció unos 10 dı́as después de entrar en órbita. Estos dos éxitos
consecutivos de la industria espacial soviética forzaron a los norteamericanos a
dos lanzamientos casi seguidos: el Vanguard-1, lanzado por la armada el 5 de
diciembre de 1957 y que fracasó y el Explorer I, lanzado con éxito por el ejército
el 31 de diciembre de 1957. Sin embargo, la consecuencia más importante para
Norteamérica, derivada de sus primeros fracasos, fue la creación de una agencia
espacial para coordinar todos los esfuerzos en esta carrera, ası́, el 1 de octubre de
1958 comienza a operar la NASA con cuatro laboratorios y unos 8000 empleados.
Planteada la carrera espacial como consecución de hitos y no con una estrategia
cientı́fica, es la URSS la que sigue, durante mucho tiempo, llevando la iniciativa:
obtiene las primeras imágenes de la cara oculta de la Luna el 4 de octubre de
1959; es la primera que pone un ser humano, Yury Gagarin, en órbita el 12 de
abril de 1961; etc. Todo esto lleva a la administración Kennedy, a plantear, en
un famoso discurso pronunciado el 25 de mayo de 1961, la consecución de un
ambicioso proyecto que tenı́a como objetivo que el hombre pisara la Luna antes de
una década. Como todos sabemos este proyecto concluyó con uno de los mayores
logros del ser humano en toda su historia: el dı́a 20 de julio de 1969 el astronauta
Neil Armstrong consiguió uno de los más esperados sueños de todo ser humano:
pisar la Luna.
Una vez conseguidos todos los hitos posibles y demostrada la posibilidad de
que el hombre llegue al espacio, la carrera espacial entra en una fase más cientı́fica
y las misiones se plantean con criterios más racionales, aunque durante la guerra
frı́a algunos de los resultados cientı́ficos y tecnológicos derivados de la carrera
espacial, como por ejemplo los modelos precisos de potencial terrestre, son decla-
rados información clasificada.
El final de la guerra frı́a pone en peligro la industria espacial soviética, que en
ese momento tiene como misión estrella la estación espacial Mir, haciendo incluso
peligrar la vida de alguno de sus astronautas. Afortunadamente esto da pie a un
inicio de colaboración entre agencias, incluida la Agencia Europea del Espacio
(ESA), creada en el año 1975, que aunque dista todavı́a mucho de ser óptimo, ha
dado lugar a uno de los proyectos de cooperación internacionales más ambiciosos
y útiles, la Estación Espacial Internacional (ISS).
Este medio siglo de navegación espacial ha venido caracterizado por dos gran-
des retos, que a veces se confunden, pero que corresponden a dos aspectos muy
distintos de la navegación espacial:
Satélites artificiales terrestres 253
En el otro extremo nos encontramos los grandes satélites artificiales, entre los
que podemos destacar, en primer lugar, la estación espacial internacional, ISS, de
450 toneladas de peso, 1200 m3 de espacio útil y unas dimensiones de 108 ⇥ 80
m. y por otro lado algún satélite de observación astronómica, como el Hubble,
que pesa 11 toneladas y tiene forma de tubo de telescopio de 13 metros de largo
con unos paneles solares a los lados.
Para comprender el enorme y rápido desarrollo de la industria espacial es mejor
observar la clasificación de los satélites artificiales en función del tipo de misión
que realizan. Esto nos hará comprender la utilidad real de los satélites artificiales.
Aparte del uso militar de los satélites artificiales, del que no hablaremos en
este libro, podemos dividir el tipo de misiones espaciales en cinco grupos:
Satélites de comunicaciones.
Satélites de navegación.
Satélites de observación terrestre.
Satélites cientı́ficos.
Estaciones espaciales.
mismo para emitir o recibir la señal. El primer satélite geosı́ncrono fue el Syncom
2 lanzado el año 1963 y que permitió realizar una conexión telefónica interconti-
nental, mientras que Syncom 3, lanzado al año siguiente en una órbita geoestacio-
naria, permitió la transmisión de las imágenes de los juegos olı́mpicos de Japón
del año 1964.
satélites geodésicos,
satélites cartográficos,
satélites meteorológicos,
satélites medioambientales.
cancelados.
262 Navegación espacial
conocimiento del clima, etc; la exploración del espacio exterior no nos proporciona,
por el momento, consecuencias tan directas, sino únicamente las indirectas, obte-
nidas como consecuencia de descubrimientos realizados en el curso del desarrollo
de una misión.
Ası́ distinguiremos dos tipos de misiones:
Las encaminadas a la llegada del hombre a la Luna o Marte y su posterior
colonización.
Las puramente cientı́ficas encaminadas a un mayor conocimiento del sistema
solar.
Incluimos en las primeras sólo la Luna o Marte porque el viaje a otros cuerpos
del sistema solar queda todavı́a demasiado alejado en el futuro. Las misiones no
tripuladas a la Luna o Marte pueden encuadrarse en ambos tipos, pues un mayor
conocimiento de estos cuerpos contribuirá a una más segura colonización de los
mismos.
Con la llegada del hombre a la Luna, en 1969, se constató una realidad: el
hombre es capaz de conquistar el espacio pero la tecnologı́a de aquel momento no
permitı́a hacerlo con seguridad. Probablemente la tecnologı́a actual no sea todavı́a
capaz de este reto, pero el potencial humano, cientı́fico y tecnológico, es tal que
le pueden permitir abordarlo si no está sujeto por condicionamientos polı́ticos o
militares. Obviamente, las condiciones deberı́an ser las de una profunda colabora-
ción entre todas las agencias del espacio soportadas, tanto por los gobiernos como
por la industria. En estas condiciones, aunque el costo de dicha misión serı́a muy
elevado, la cantidad de resultados cientı́ficos que pueden revertir en la sociedad
es muy grande, como ya lo demostró el proyecto Apolo. Piénsese que el reto de
llevar el hombre a Marte no puede considerarse únicamente como un largo viaje,
y pensar únicamente en los problemas dinámicos y tecnológicos de la nave, sino
que debe abordarse el principal problema que debe ser resuelto antes del inicio
del viaje: ¿Cómo llevar a varios seres humanos en un viaje tal, que entre la ida,
la vuelta y la estancia debe durar más de dos años, alimentarlos, darles de beber,
protegerlos de un medio hostil, mantenerlos en buen estado de salud y devolverlos
a la Tierra sanos y salvos? Si este problema se resuelve implicarı́a un avance sin
precedentes en la medicina, en el problema de la escasez de agua dulce, en el desa-
rrollo de fuentes de alimentación, lo que puede, si no resolver, si paliar algunos de
los problemas de la humanidad.
y Japonesas, tanto China como la India se han añadido al grupo de paı́ses con
alguna misión lunar activa. Hay que destacar también la aparición de propuestas
que involucran a la industria privada, como por ejemplo el Google Lunar X Prize 5
que, organizado por el X Prize Foundation y patrocinado por Google, ofrece un
premio de 30 millones de dólares al equipo que consiga enviar una nave a la
Luna, poniendo en su superficie un robot que deberá moverse por ella al menos
500 metros y enviar a la Tierra imágenes y video de alta definición. En este
momento hay veinticinco equipos de todo el mundo registrados oficialmente en la
competición.
Mucha gente se pregunta si el hombre volverá a ir a la Luna y cuándo será es-
to. Tras más de cincuenta años de experiencia en el espacio, la tecnologı́a espacial
ha alcanzado unos niveles que hacen relativamente fácil, aunque muy costoso, el
situar de nuevo un hombre en la Luna con cierta seguridad. Aunque hay varias
misiones, de casi todas las agencias espaciales, que planean llevar tripulaciones hu-
manas a la Luna entre el 2020 y el 2030, es muy difı́cil, con la situación económica
actual, saber si alguna de ellas llegará a buen puerto. Lo más probable es que
todas las misiones actuales se retrasen. Lo que parece claro es que el hombre
volverá a la Luna, y cuando lo haga será para quedarse, situando bases estables
en su superficie y usándola como trampolı́n para futuras misiones mucho más
ambiciosas a Marte y al resto del sistema solar.
y los soviéticos las Venera. Las Mariner 2 y 5 sobrevolaron Venus en 1962 y 1967
respectivamente, mientras que la Mariner 10, en 1974, sobrevoló Venus y después
se acercó a Mercurio, llegando a 327 km de su superficie. Esta ha sido la única nave
que se ha acercado a Mercurio hasta marzo de 2011 en que la nave Messenger,
lanzada en agosto del 2004, fue insertada en su órbita. Los Venera son una larga
serie de 16 naves lanzadas a Venus entre 1961 y 1983. Estas naves han realizado
aproximaciones, han orbitado el planeta y se han posado en su superficie.
Viajes más recientes a Venus han sido realizados con los proyectos Vega, pro-
yecto sovietico continuación de los Venera en 1984 y 1985, y los norteamericanos
Pioneer Venus, en 1978, y Magellan que entre 1990 y 1994 cartografió el planeta
y estudió su campo gravitatorio. Actualmente aparte del Messenger la Agencia
Europea del Espacio ha enviado la nave Venus Express, lanzada el 9 de noviembre
de 2005 y que llegó a Venus en abril del 2006.
La primera nave que viajó al exterior del sistema solar fue la Pioneer 10, lan-
zada por la NASA el 3 abril de 1972 y que el 3 de diciembre de 1973 llegó a su
máxima aproximación al Júpiter pasando a unos 200000 km de éste y siguiendo en
un viaje de escape del sistema solar. La Pioneer 11, lanzada en 1973 aprovechó el
impulso gravitacional de Júpiter para acercarse por primera vez a Saturno, pa-
sando el 1 de septiembre de 1979 a 21000 km de Saturno y finalmente alejarse del
sistema solar.
Además de la Pioneer 10 la única misión exclusiva a Júpiter fue la misión
Galileo, lanzada en 1989, consistente en un orbitador y una sonda que se introdujo
en la atmósfera de Júpiter. El resto de misiones han consistido en aproximaciones
a Júpiter que han aprovechado su impulso para viajar a otros cuerpos. Además
de la Pioneer 11, la Voyager 1, lanzada en 1977 y Cassini, lanzada en 1997, han
pasado por Júpiter y continuado su viaje hasta Saturno. Esta última ha sido
una misión entre la NASA y la ESA que han portado una sonda atmosférica, la
Huygens, separada de la Cassini en diciembre de 2004 y que se introdujo en la
atmósfera y aterrizó en Titán, el satélite de Saturno el 14 de enero de 2005.
Mención especial merece la sonda Voyager 2 que fue lanzada en 1977 e ini-
ció un viaja que recorre casi todo el sistema solar pasando por las proximidades de
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno aprovechando en cada uno su impulso gravi-
tacional para aumentar su velocidad sin gasto de combustible y saltar al siguiente
planeta. Actualmente se encuentra a unos 15000 millones de kilómetros del Sol.
También se han realizado misiones de observación al Sol. De estas menciona-
remos dos por sus especiales caracterı́sticas astrodinámicas. Por un lado la nave
Ulysses es una sonda solar construida en colaboración por la NASA y la ESA y
lanzada en 1990. Esta sonda está diseñada para estudiar y observar el Sol desde
una posición nunca conseguida hasta ahora. La sonda tiene una órbita heliocéntri-
ca polar que la separa del plano de la eclı́ptica. Además, en su paso por la eclı́ptica
la nave realiza una aproximación al planeta Júpiter.
Otra nave de observación solar, también proyecto conjunto NASA-ESA, es la
SOHO, Solar and Heliospheric Observator, que fue lanzada en 1995 y cuya prin-
Navegación interplanetaria 269
Órbitas de satélites
artificiales terrestres
elementos orbitales.
S0
S
s
x s
G
!+f ⌦
S0 GMST
⌦ i N
GMST + s ⌦
N
o lo que es igual
6 5 4 3 2 1
(a) Quince vueltas de un satélite de periodo (b) Quince vueltas de un satélite de periodo
aproximado 1h 24m 29s . igual a 12h .
1 2 = GMST 2 GMST 1 ,
esto es, la variación de la longitud geográfica de la posición del nodo, y con él
de toda la traza, es igual a la diferencia de tiempos sidéreos, o lo que es igual, al
periodo de la órbita expresado en unidades de tiempo sidéreo. Cuanto mayor sea
el semieje (periodo), mayor será el desplazamiento de la traza entre una vuelta y
la siguiente.
Las figuras 17.3(a), 17.3(b), 17.4(a) representan satélites de elementos or-
bitales comunes e = 0, i = 60 , ⌦ = 0 , ! = 0 , T = 0. En el caso 17.3(a)
(a = r , P = 1h 24m 29s ) puede verse la traza producida por quince vueltas, que
tiende a llenar completamente el mapa entre las dos latitudes lı́mite. La figura
17.3(b) muestra las quince vueltas de un satélite de periodo igual a 12h de tiempo
sidéreo, que equivale a la de dos vueltas pues el periodo de rotación de la Tierra es
exactamente 2 veces el de la órbita. Por último en la figura 17.4(a) se representan
Movimiento del satélite sobre la superficie terrestre 275
(a) Traza de seis satélites de semiejes: 1, 2, 3, 5, (b) Cuatro satélites geosı́ncronos con inclina-
6, 6.61. Este último corresponde a un periodo ciones 60 , 40 , 20 y 5 .
de 24h .
(a) Traza de tres satélites cuyo ángulo del nodo (b) Tres satélites geosı́ncronos con inclinación
vale: 0 , 30 , 60 . 60 y ángulos del nodo: 0 , 30 y 60 .
(a) Traza de tres satélites de excentricidades (b) Traza de dos satélites geosı́ncronos con ex-
0, 0.5, 0.7. Los puntos señalan posiciones equi- centricidades 0 y 0.3.
distantes en t.
existirá un cierto ángulo lı́mite ✏ tal que, cuando el satélite esté a una distancia
angular del horizonte menor que el ángulo ✏, dicha observación es imposible y por
tanto consideraremos que el satélite no es visible. La estación puede realizar una
observación cuando éste cruza el llamado cono de visibilidad, que es un cono de
eje vertical y ángulo 90 ✏.
S S
r
✏ O O ✏
' ✏
r S0
T T
indica los instantes de visibilidad del satélite desde la estación. Esta condición
puede ponerse también como
r
cos( + ✏) > cos ✏. (17.6)
r
(12.15) para obtener las expresiones ( , f ) que permiten formular las ecuaciones
(12.30) y, mediante éstas, las variaciones de primer orden de los elementos orbitales
en el problema principal del satélite.
Si calculamos las integrales (12.30) entre 0 y 2⇡ obtendremos la variación de
primer orden, , de cada parámetro de la órbita de un satélite artificial, en cada
vuelta del satélite. Tras una serie de cálculos se obtienen las siguientes variaciones
a = 0,
e = 0,
i = 0,
3J2 rp2 ⇡ (17.7)
⌦ = cos i,
a2 (1 e2 )2
3J2 rp2 ⇡
! = (1 5 cos2 i).
2a2 (1 e2 )2
Para satélites muy altos, por ejemplo los geoestacionarios, el efecto más
importante es la perturbación luni-solar y luego la presión de radiación. El
potencial terrestre perturba muy poco y el rozamiento atmosférico es nulo.
La presión de radiación solar, que varı́a muy poco con la altitud del satéli-
te, produce variaciones periódicas en los elementos orbitales y se iguala en
magnitud con el rozamiento atmosférico a unos 800 km de altitud.
El efecto del rozamiento atmosférico, cuando actúa sobre órbitas muy ex-
céntricas, no reduce la distancia mı́nima en el perigeo rp , sino que reduce
progresivamente la excentricidad. Puede pensarse en este efecto como una
reducción pequeña de la velocidad en la dirección tangente que ocurre única-
mente a cada paso del satélite por el perigeo, pues debido a la excentricidad
el resto de la órbita casi no está afectada por el rozamiento de la atmósfera.
La perturbación producida por los planetas es muy pequeña siendo las más
importantes, por este orden, las de Venus y Júpiter. El efecto de éstos siem-
pre está por debajo del efecto relativista, que es del orden de 10 10 , es decir
extremadamente pequeño.
la estación espacial internacional, ISS5 , que está situada a unos 350 km de altitud
en una órbita casi circular inclinada 51 . Otra caracterı́stica de las órbitas LEO es
que el coste de satelización es pequeño comparado con otro tipo de órbitas. Basta
un cohete lanzador de dos etapas para situar un satélite en una órbita baja. El
mayor problema de dichas órbitas es que el rozamiento producido por la atmósfera
requiere un mayor gasto de combustible para su mantenimiento en órbita, por lo
que la elección de esta altitud para el estación espacial supone un compromiso
entre seguridad y coste de la misión.
Un satélite bajo tiene un semieje pequeño y por tanto un periodo corto, por
lo que puede completar entre 14 y 16 vueltas a la Tierra por dı́a. Además, co-
mo se ve en su traza densa (figura 17.3(a)), puede observar, en algún momento,
cualquier punto de la superficie terrestre de latitud menor que la inclinación. Es-
ta caracterı́stica hace este tipo de órbitas muy útiles para cualquier misión de
tipo geodésico (medida del potencial terrestre), fotográfico, meteorológico, medio
ambiental, etc.
Este tipo de satélites han sido usados, tanto para usos civiles, de comuni-
caciones, como militares, por la Unión Soviética y por los Estados Unidos. Las
posibilidades del sistema aumentan si en lugar de uno se sitúan tres satélites en la
misma órbita, asegurando que en cada momento del dı́a uno de los tres satélites
está volando por encima de la zona de cobertura.
El inconveniente principal de este sistema es que en las estaciones de Tierra
se hace necesario el uso de dos antenas de rastreo. Ya que la distancia estación-
satélite cambia continuamente, la potencia recibida varı́a y lo mismo ocurre con
la frecuencia en recepción debido al efecto Doppler. Se hace necesaria una progra-
mación previa que permita comunicar simultáneamente a las estaciones de Tierra
el instante en que deben cambiar de satélite. Por otro lado, como la altitud del
satélite varı́a, el haz de cobertura también variará. Los satélites Molniya llevan
una antena de rastreo que debe permanecer orientada hacia las estaciones de
Tierra operativas.
Otro tipo de órbitas que usan la inclinación crı́tica son las órbitas Tundra.
Su diferencia con las órbitas Molniya es que su excentricidad no es tan gran-
de, generalmente entre 0.25 y 0.4 y tienen un perı́odo de 24h . Estas son órbitas
geosı́ncronas, que tienen una traza en forma de ocho. Situando el apogeo en un
punto del hemisferio norte se consigue que el satélite recorre la parte superior del
ocho la mayor parte de su tiempo, con lo que con dos satélites en la misma órbita,
separados 180 se consigue una completa cobertura de la misma.
Maniobras orbitales
18.1 Introducción
En el capı́tulo anterior se ha analizado la relación entre los elementos orbitales
de un satélite artificial y las caracterı́sticas concretas de la misión para la que dicho
satélite ha sido diseñado. Llamaremos órbita nominal del satélite a la órbita en
la que será situado para cumplir su misión.
En este capı́tulo analizaremos las fases que conducen hasta la inserción del
satélite en su órbita nominal. Incluiremos, desde el lanzamiento del mismo, hasta
las correcciones de la órbita, o maniobras, que lo llevarán en sucesivas etapas a
su órbita nominal o que permitirán la corrección de la misma cuando el efecto de
las perturbaciones lo aleje de ésta. Con objeto de una mayor claridad en la expo-
sición de estos temas simplificaremos el complejo sistema técnico que encierran,
centrándonos principalmente en los aspectos dinámicos del mismo.
Las pelı́culas de ciencia ficción han popularizado una serie de naves espaciales
que distan mucho de lo que es la navegación por el espacio. Estas naves son presen-
tadas como un vehı́culo similar, en cuanto a su comportamiento, a un avión, que
es fácilmente maniobrado por un piloto que modifica en tiempo real la trayectoria
de la nave. La realidad es muy distinta. La intervención del piloto en la trayec-
toria de una nave únicamente tiene importancia en las reentradas a la atmósfera
de los transbordadores espaciales, que realmente se convierten en grandes aviones
y en las últimas fases de aproximación entre dos naves que se acoplan, como las
llegadas a la estación espacial. El resto del tiempo los viajes espaciales son más
parecidos a los viajes en tren donde las vı́as han quedado fijadas por la ecuación
diferencial y por las condiciones iniciales y éstas han fijado también el horario del
tren.
Para cambiar de ruta, tanto la vı́a como los horarios, debemos fijarnos de nuevo
en los parámetros que modifican la órbita. La ecuación diferencial es siempre la
misma, luego únicamente el cambio de las condiciones iniciales, o valores de la
posición y velocidad en un cierto instante, permitirá el cambio de trayectoria.
Pensemos ahora que tenemos un satélite artificial en una órbita dada, por ejemplo
una órbita ecuatorial y queremos darle una cierta inclinación. Supongamos que
estamos en el instante t0 y tenemos una posición y velocidad que nos aseguran
la órbita ecuatorial; para el cambio de órbita debemos cambiar, en ese mismo
instante t0 , la posición y la velocidad, pero es fácil comprender que no podemos
modificar la posición de la nave instantáneamente. Ası́ pues, el único recurso
que nos queda es modificar la velocidad y obtener unas condiciones iniciales,
(x0 , X 0 + v), que transferirán la nave a una nueva órbita que tiene un punto
en común con la anterior.
Además de los cambios de órbita durante una misión, la velocidad juega tam-
bién un importante papel en el lanzamiento al espacio de una nave, condicionando
si ésta puede o no entrar en órbita y si la órbita puede o no alejarse de la Tierra
lo suficiente para alcanzar otros cuerpos del sistema solar. Para comprender esto
nos olvidaremos, por ahora, de la dirección del vector velocidad y consideraremos
algunas propiedades del movimiento orbital derivadas únicamente de su norma,
basadas en la expresión (8.11) y en su particularización a los distintos tipos de
movimientos dada en la tabla (8.1).
Si la velocidad fuese inferior a la velocidad de una órbita circular, esto es v02 <
µ/r0 , se llegarı́a finalmente a que a < r0 , y por otro lado a que la distancia en
el periastro rp = a(1 e) < a < r0 . Si r0 coincide con el radio del planeta rP
resultará que la distancia en el periastro serı́a menor que el radio del planeta,
por lo que el satélite chocarı́a con la superficie del mismo. A un cuerpo con
una trayectoria elı́ptica de este tipo, esto es, con una velocidad menor que la
de satelización a una distancia rP , se le llama misil balı́stico.
Para la misma distancia, un aumento de v supone un aumento de la energı́a,
obteniéndose una órbita elı́ptica. Si aumentamos lo suficiente la velocidad, la
energı́a llegará a anularse y la órbita pasará a ser parabólica. En este caso
mP
ve2 = 2 G . (18.2)
rP
p
A esta velocidad, 2 veces mayor que la velocidad de satelización, se le llama
velocidad de escape, puesto que a partir de ella la órbita ya no es periódica y la
nave, llamada ahora sonda espacial, se aleja indefinidamente del planeta.
donde F ext es la resultante de las fuerzas exteriores que actúan sobre la nave. Las
principales fuerzas externas son la fuerza de gravedad, el rozamiento atmosférico,
etc.
1 La velocidad efectiva no coincide con la velocidad real de expulsión de gases, pues ésta queda
modificada por la distinta presión relativa de los gases y del aire. La relación viene dada por
c = vr + (pg pa )A/b, donde vr es la velocidad real de expulsión, pg , pa las presiones de los
gases y la atmósfera y A el área de la tobera de expulsión.
Propulsión de naves espaciales 291
m v b t( v c) = F ext t,
v ⇣ ⌘
m lı́m = b lı́m v c + F ext ,
t!0 t t!0
o lo que es igual
dv dm
m = c + F ext , (18.4)
dt dt
que es la llamada ecuación del cohete.
El término
dm
Fc = c= b c, (18.5)
dt
es el empuje o fuerza que el cohete ejerce sobre la nave.
La dirección del vector c es la dirección hacia la que se expulsan los gases en la
combustión y puede ser modificada, por ello, los dos parámetros que caracterizan
realmente un cohete son las normas, c y Fc = b c, de los vectores anteriores y
que, por extensión, se llaman también velocidad efectiva y empuje del cohete. En
la práctica no se usa la velocidad efectiva, sino ésta dividida por el valor de la
constante g0 de la aceleración de la gravedad en un punto del ecuador terrestre.
Ası́, definiremos el impulso especı́fico como la cantidad
c
Isp = . (18.6)
g0
suponer que la suma de las fuerzas externas es nula. Integrando la ecuación (18.4)
del cohete en estas condiciones se llega a
⇣m ⌘
0
v = c log .
m
La anterior relación indica que la variación de la velocidad de la nave lleva la
dirección opuesta a la de la expulsión de los gases, que puede ser elegida orientando
las toberas, por ello, el parámetro más importante de la maniobra es la variación
de la norma de la velocidad, que se puede poner como
⇣m ⌘ ⇣m ⌘
0 0
v = c log = Isp g0 log , (18.7)
m m
y es proporcional a la velocidad efectiva (impulso especı́fico) y al logaritmo del
cociente entre la masa inicial, m0 y la masa m al final del encendido, que es la
inicial menos la expulsada. Al valor v, que indica la variación de la norma del
vector velocidad en una maniobra, se le llama impulso total o más habitualmente
delta uve.
Si queremos calcular el tiempo de encendido de un cohete de parámetros
Fc , Isp , para conseguir un impulso v, bastará tener en cuenta que en un tiempo
t se habrá expulsado una cantidad de masa igual a b t, luego si la masa inicial es
m0 la final será m = m0 bt, que llevada a (18.7) nos da
m0 ⇣ v/c
⌘ m0 Isp g0 ⇣ v/Isp g0
⌘
t= 1 e = 1 e , (18.8)
b Fc
donde hemos sustituido b por su valor en términos de Fc e Isp .
A lo largo de la vida de un satélite se realizan múltiples maniobras, en cada
una de las cuales se produce un impulso total vi de acuerdo con la expresión
(18.7). La suma de estos impulsos, que se podrá poner como
X X ✓ ◆ ✓ ◆
mi 1 m0
v= vi = c log = c log ,
i i
mi mn
3
está entre los 10 y los 10 N.
El efecto de este tipo de motores es igual al de una pequeña perturbación que
actúa de manera continuada. Este tipo de efecto es similar al que puede producir
otro de los sistemas de propulsión propuestos, aunque todavı́a no probados: la
vela solar. En este caso se trata del efecto continuado de la presión de radiación
solar sobre una vela de grandes dimensiones. Esto puede producir una fuerza de
unos 9 N por km2 de vela, siempre en la dirección opuesta al Sol, sin gasto alguno
de combustible.
Los motores iónicos han sido probados en la misión de la ESA Smart-1, que
ha llevado una nave a la Luna con un motor iónico de 70 milinewtons en una
trayectoria espiral, esto es, con el semieje creciendo poco a poco de forma continua.
La duración del viaje ha sido de 14 meses, frente a una duración menor de cuatro
dı́as de una trayectoria convencional pero con un coste muchı́simo menor.
En lo que sigue estudiaremos el efecto sobre las órbitas de los satélites de
maniobras producidas por cohetes de propulsión quı́mica y supondremos que el
impulso total se ha producido por un encendido instantáneo de los cohetes que
origina una discontinuidad en la velocidad sin cambio de posición.
Para terminar este apartado, y una vez visto lo que la tecnologı́a de cohetes
puede proporcionarnos en la actualidad, revisaremos una serie de magnitudes que
informarán sobre los costes de cada tipo de misión. Por un lado el proceso más
caro de un misión espacial es el proceso de lanzamiento, que exige conseguir una
velocidad de 7.9 km/s, lo que requiere una cantidad de combustible enorme. Esta
es la razón principal por la que el proceso de lanzamiento y el resto de la misión se
consideran por separado, requieren distinta tecnologı́a y abordan problemas muy
diferentes.
El uso de los cohetes, una vez puesto el satélite en órbita, es mucho más mode-
rado que en la fase del lanzamiento. Los cohetes tienen un empuje mucho menor
que los usados en el lanzamiento y las necesidades de combustible son mucho más
pequeñas, aunque varı́an mucho en función del tipo de misión. Por ejemplo, un
satélite en órbita geoestacionaria necesita, para una misión de una vida media de
unos 10 años, puesta inicialmente en una órbita GTO, un delta uve caracterı́stico
de unos 2000 m/s, algo menor o mayor dependiendo de la inclinación de la órbita
de aparcamiento inicial, que dependerá de la latitud del lugar del lanzamiento.
Esta cantidad puede suponer entre unos 800 o 1000 kg de combustible para una
nave con una masa inicial de unos 2000 kg y un motor de Isp = 300 s.
Las maniobras necesarias para corregir el rozamiento atmosférico de una órbi-
ta LEO son muy frecuentes pero de pequeño delta uve, no mayor que 100 m/s
dependiendo de la altitud. Esto puede suponer, para una altitud de 450 km y un
Isp = 250 s un gasto de 12.8 kg de combustible por año.
Aunque el cálculo del impulso total necesario para cada una de las distintas
maniobras será estudiado más adelante podemos adelantar las magnitudes de
alguna de estas maniobras. Ası́ por ejemplo: el paso de una órbita LEO a una GTO
Lanzamiento de satélites artificiales 295
requiere 2500 m/s; para pasar de una GTO a una geoestacionaria es necesario 1500
m/s; el paso desde el perigeo de una órbita GTO a una órbita de escape de la
Tierra es de 700 m/s; la inserción en una órbita lunar de una órbita de escape de
la Tierra son 700 m/s; etc.
X o = X s + ! ⇥ xs ,
! ⇥ xs = ( ! r0 cos l , 0, 0).
Figura 18.3: Rotación de la Tierra y posi-
ción del satélite. Por tanto se tendrá
0 1
vs cos s sen As !ro cos l
X o = @ vs cos s cos As A, (18.11)
vs sen s
rṙ x·X
sen E = p = p ,
e µa e µa
a r x·X
E = atan( , p ). (18.15)
ae e µa
Esta relación, aplicada al instante S donde comienza la órbita del satélite, nos
dará
a r ro vo sen o
E = atan( , p ), (18.16)
ae e µa
donde observamos que un valor de o próximo a 0 nos asegura que S está próximo
al periastro.
300 Maniobras orbitales
En el momento en que no hay más combustible la vida activa del satélite acaba,
pues ya no podremos corregir la órbita y ésta se degradará por el efecto de las per-
turbaciones. Ası́, la cantidad total de combustible determina el v caracterı́stico,
que es la suma de todos los vi de las sucesivas maniobras. La estrategia de las
correcciones orbitales debe ser diseñada de manera que se minimice la suma de
los vi para conseguir alargar al máximo la vida del satélite. No existe una estra-
tegia óptima y, en muchas ocasiones, ésta depende de diversos factores y no solo
el gasto de combustible. Sin embargo, el estudio de las caracterı́sticas dinámicas
de los distintos tipos de correcciones, junto con las de las transferencias orbitales,
nos ayudará en la elección de la estrategia final de las maniobras.
Nuestro problema será obtener el impulso necesario v para pasar de Oi a Of ,
y que debe ser aplicado en el punto común de ambas órbitas. Por su simplicidad
e importancia analizaremos por separado tres formas posibles de correcciones
orbitales: una corrección general, la corrección del plano de la órbita y la de la
forma de la órbita manteniendo el plano.
Si la velocidad inicial es
X i = R u + T v,
expresada en el sistema orbital, ensayaremos una maniobra que produzca una
velocidad final
X f = R u + T cos A v + T sen A n,
esto es, una velocidad que tiene su componente tangencial girada un ángulo A
respecto a u. Se comprueba fácilmente que vi2 = R2 + T 2 = vf2 , por lo que la
energı́a, y con ella el semieje se mantienen constantes. A esta maniobra se le
llama giro a velocidad constante.
Si llamamos Gi al momento angular de la órbita inicial y Gf al de la órbita
final, se tendrá
Gf = xf ⇥ X f
= r u ⇥ (R u + T cos A v + T sen A n)
= rT cos A n rT sen A v.
Por otro lado, Gi = rT n, por lo que G2i = G2f , esto es, el módulo del momento
angular no varı́a, y por tanto p y e no varı́an.
El vector de Laplace A indica la nueva dirección espacial de la lı́nea de los
ápsides, sin embargo, puede comprobarse que ni !i ni Ti varı́an.
El incremento de la velocidad para pasar de X i a X f será
v = Xf X i = T (1 cos A) v T sen A n,
adecuadamente, se obtendrá
sen(⌦f ⌦i ) sen ii sen if
sen = , (18.21)
sen A
esto es, la latitud del lugar donde debe efectuarse la maniobra.
De esta expresión se deduce que para un cambio de inclinación, sin cambiar el
nodo, la maniobra debe realizarse al cruzar la órbita el ecuador = 0 .
sen > 0, por tanto, la reducción del posible rango de valores de permite poner
= acos(ṙ/v). Por otro lado, la ecuación (8.11) de la expresión de r en polares
se deduce que
e sen f
= acos p , (18.24)
1 + 2e cos f + e2
lo que nos da los valores de i , f sin más que añadir el correspondiente subı́ndice
a los elementos orbitales en la expresión anterior.
Basta recordar que
vG
X = v cos u + v sen v = v cos u + v,
r
para obtener, tanto X i como X f y por tanto v. Asimismo, el módulo se ob-
tendrá a partir de la relación
p = rp (1 + e) = ra (1 e), (18.27)
rp (1 + e1 ) rp (1 + e2 )
cos f = = 1,
rp (1 + e2 )e1 rp (1 + e1 )e2
X X
Transferencias y encuentros
orbitales
vf2 = vi2 + 2
v + 2v i v,
nos da una mayor velocidad final cuando v es tangencial. De acuerdo con esto,
la mejor forma de aprovechar el impulso suministrado por un cohete es aplicarlo
en la dirección del movimiento.
La búsqueda de una transferencia óptima es un problema muy complicado que
requiere de sofisticadas técnicas matemáticas y que en este momento no está com-
pletamente resuelto. Con objeto de ilustrar el problema consideraremos mode-
los simplificados de transferencias donde los impulsos sean tangenciales y estén
efectuados en dos puntos caracterı́sticos de la órbita: el apogeo o el perigeo. En
particular estudiaremos el proceso de transferencia entre dos órbitas circulares
coplanarias de radios respectivos ri , rf .
v1 v1
r2 r2
M2 r1 M1 M1 r1 M2
v2 v2
(a) Aumento del radio orbital. (b) Disminución del radio orbital.
|r1 r2 |
e= . (19.2)
r 1 + r2
312 Transferencias y encuentros orbitales
B H
0.08
0.06
v2 vb 0.04
rb
M2 M1 Mb k
v1 20 60 100
Figura 19.3
q
v(R1 , T1 , R2 , T2 ) = (Ri R1 )2 + (Ti T1 )2 + Ni2 + (19.9)
q
(Rf R2 )2 + (Tf T2 )2 + Nf2 , (19.10)
sujeta a las relaciones (11.14, 11.16, 11.18) entre los parámetros (R1 , T1 , R2 , T2 ).
Cuando w = 0 deberemos sustituir la restricción (11.18) por la (11.19).
Si hacemos un barrido de puntos P1 , P2 de cada una de las dos órbitas y
calculamos la velocidad caracterı́stica mı́nima en cada caso podemos comparar
estas velocidades mı́nimas y decidir entre que puntos haremos la transferencia.
Encuentros orbitales 315
vm
w
0 180 360
I
= nI (t TI ), O
= nO (t TO ),
✓ = nS (t TS ), (19.13)
Por último buscaremos el ángulo ✓IO , que forma el objetivo con el interceptor
en el instante adecuado, para que la transferencia de Hohmann haga coincidir
ambos en el punto final de esta transferencia. Las figuras 19.8(a) y 19.8(b) nos
muestran las dos situaciones posibles según que el interceptor tenga un radio
menor (figura 19.8(a)) o mayor (figura 19.8(b)) que el objetivo.
Oi
✓IO ✓IO Oi
If Of Ii Ii If Of
P P
(a) Aumento del radio orbital. (b) Disminución del radio orbital.
En ambos casos el tiempo de tránsito Ttr del interceptor desde Ii a If vendrá da-
do por (19.3). Durante ese tiempo el ángulo recorrido por el objetivo es igual a
nO Ttr , y este ángulo es igual a ⇡ ✓IO si el objetivo tiene un radio mayor, e igual
a ⇡ + ✓IO si lo tiene menor. Ası́ pues se tendrá:
8 s !
>
> (rI + rO )3
>
> ⇡ nO Ttr = ⇡ 1 nO , rI < rO ,
>
>
< 8µ
✓IO = s ! (19.15)
>
>
>
> (rI + rO ) 3
>
: nO Ttr
> ⇡ = ⇡ nO
8µ
1 , rI > rO .
Navegación interplanetaria
✓ ◆
x1 x0 r
ẍ1 = µ1 3 µ0 + 3 , (20.2)
r1 r03 r
donde ri = k xi k, µi = Gmi , i = 0, 1.
Las ecuaciones (20.1), (20.2) se pueden poner como
ẍ0 = K0 + P 0 , (20.3)
ẍ1 = K1 + P 1 , (20.4)
donde Ki representa la fuerza de atracción kepleriana de Pi sobre S y P i la
perturbación que produce P(1 i) .
Se usará una u otra ecuación según el valor relativo de la fuerza de atracción
kepleriana de cada cuerpo y la perturbación producida por el otro, para ello
consideraremos el cociente k P (1 i) k/k K(1 i) k, i = 0, 1, que será
2
"✓ ◆2 #1/2
r(1 1/2
k P (1 i) k i) xi r mi 2 1 1 xi · r
= µi + = r + + 2
k K(1 i) k µ(1 i) ri3 r3 m(1 i) (1 i) ri4 r4 ri3 r3
⇣ r ⌘4 ⇣ r ⌘2 1/2
mi r(1 i)2 i i
= 1 + 2 cos ↵ i .
m(1 i) ri2 r r
(20.5)
Supondremos que el astro de menos masa P1 es el foco de atracción del pro-
blema cuando la relación entre la fuerza perturbadora y la atracción kepleriana
sea menor que para P0 , es decir cuando k P 1 k/k K1 k < k P 0 k/k K0 k, o lo que
es igual cuando
k P 0 k/k K0 k
= > 1.
k P 1 k/k K1 k
Si consideramos las dos expresiones (20.5) para i = 0, 1, llamamos i = ri /r
y observamos que, de acuerdo con las propiedades del triángulo de la figura 20.1,
se tiene que r = r0 cos ↵0 + r1 cos ↵1 , podremos poner
s
m21 04 1 + 14 2 12 cos ↵1
= 2 4 .
m0 1 1 + 04 2 0 (1 1 cos ↵1 )
Puesto que 1 debe ser muy pequeño cuando la fuerza de atracción de P1 sea
dominante, la condición > 1 se podrá poner como
5 m21 1 m21
1 < 2
p < .
m0 1 + 3 cos2 ↵1 m20
Salida del campo gravitacional de un planeta 327
Una vez conocido el valor del v debemos averiguar en que punto de la órbita
de aparcamiento debe efectuarse la maniobra, para lo cual consideraremos que el
Entrada en el campo gravitacional de un planeta 329
a(e2 1)
rSOI = ,
1 + e cos fSOI
o lo que es igual en un punto que forma un ángulo
✓ ◆
1 a(e2 1)
fSOI = acos 1 ,
e rSOI
con la dirección del punto de salida. Para ser coherentes con la hipótesis de partida
podemos suponer que rSOI = 1 lo que nos da un ángulo
✓ ◆
1
fA = acos , (20.10)
e
que coincide con la dirección de la ası́ntota.
Sustituyendo el valor de fA en (18.24), que representa el ángulo entre la
dirección radial y la del vector velocidad expresado en términos de e y f , se
obtiene que = 0, lo que indica que la dirección del vector velocidad al final de
la maniobra lleva la dirección radial (del planeta a la sonda).
A partir del instante en que la sonda sale de la esfera de influencia la órbi-
ta será considerada como una órbita alrededor del Sol. En estas condiciones el
parámetro µ cambia, pues en la órbita alrededor del planeta valı́a µ = µP = GmP ,
mientras que la órbita solar vale µ = µ = Gm .
La hipérbola inicial se enlazará en ese momento con la cónica que la sonda re-
corra alrededor del Sol. Esta nueva órbita se obtendrá partiendo de las condiciones
iniciales, posición y velocidad en ese instante, que vendrán dadas por
x =r , X = v + v1 , (20.11)
acuerdo con las caracterı́sticas de la figura 20.3 donde vemos que la velocidad
forma un ángulo ↵ 2 [0, ⇡/2] con la dirección radial de la sonda desde el planeta
dada por u. Situando el vector n que define el plano orbital hacia arriba del plano
impedimos que ↵ sea mayor que ⇡, haciendo que los valores de ↵ en el interva-
lo (⇡/2, ⇡) correspondan a una salida de la esfera de influencia en lugar de una
entrada.
Si llamamos v = n ⇥ u po-
demos definir el sistema orbital
de la sonda respecto al planeta,
que comienza en ese punto. En
este sistema los vectores de po-
sición y velocidad inicial en el
v
instante de la entrada se podrán v ↵
poner como xP = r u, X P =
v cos ↵ u + v sen ↵ v, donde r es u xSOI S
P
el radio de la esfera de influencia
y v la norma del vector velocidad
de la sonda relativo al planeta.
El algoritmo visto en el
capı́tulo 9 permite obtener los
elementos orbitales de la nueva
órbita a partir de la posición y
velocidad anteriores. A partir de Figura 20.3: Condiciones de entrada de una son-
los vectores momento angular y da en la esfera de influencia de un planeta.
de Laplace podemos determinar
el semilado recto p y la excentricidad e y, con éstos, la distancia en el periastro
rp = p/(1 + e).
Hemos realizado este estudio tomando unos valores de r = 1, µ = 1 que
generalizan los resultados para cualquier caso sin más que cambiar la unidad de
longitud para hacerla igual al radio de la esfera de influencia y la unidad de tiempo
que haga µ = 1.
La figura 20.4 muestra las curvas de nivel de la función e = e(↵, v) que nos
da la excentricidad en función de el ángulo ↵ y de v. En dicha figura el eje Ox
representa el ángulo ↵, mientras que el eje Oy representa la velocidad v. El valor
v = 1.41, que representa la velocidad de escape para r = 1, separa dos regiones
del espacio fásico, la zona inferior de la figura representa órbitas elı́pticas mientras
que la superior representa órbitas hiperbólicas. La excentricidad aumenta en la
zona inferior conforme la curvas se desplazan a la izquierda, mientras que en la
zona superior las curvas más altas representan excentricidades mayores.
Por otro lado hemos representado en la misma figura la curva rp (↵, v) = RP ,
donde rp es la distancia en el periastro de la nueva órbita y RP el radio del planeta.
Esta curva separa la figura en otras dos zonas que representan las órbitas para
las cuales el radio del planeta es mayor o menor que la distancia en el periastro.
Entrada en el campo gravitacional de un planeta 331
Si el radio del planeta es mayor que rp se produce una colisión de la sonda con el
planeta.
3
1 Ası́ pues, la figura 20.4 nos mues-
tra los tres posibles casos:
1. Colisión de la sonda con el pla-
2 neta (zona oscura).
2. Entrada en una órbita elı́ptica
(periódica) de captura de la son-
da.
1 2
335
336 Bibliografı́a
Logsdon, T. (1998) Orbital Mechanics. Theory and Applications. John Wiley &
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Milani, A., Nobili, A. M. and Farinella, P. (1987) Non-gravitational perturbations
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Wertz, J. R. and Larson, W. J.. (1999) Space Mission Analysis and Design. Kluwer
Academic Publishers.
Wiesel, W. E. (2010) Modern Astrodynamics. Aphelion Press
Índice alfabético
A media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
aceleración verdadera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
de arrastre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 año . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
de coriolis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 anomalı́stico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
del origen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 beseliano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
radial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 bisiesto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
relativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101 juliano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82, 93
transversal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102 sidéreo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
achatamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 trópico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
acimut . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 apoastro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
across-plane . . véase dirección normal apogeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
across-track véase dirección normal a argumento del periastro . . . . . . . . . . . 144
la tangente armónicos
aerofrenado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331 teserales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
afelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128 zonales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225
along-track véase dirección tangencial ascensión recta . . . . . . . . . . . . . . . . . 42, 59
altitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 atmospheric drag . véase rozamiento
máxima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 atmosférico
mı́nima. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .143 azimut . . . . . . . . . . . . . . . . . . . véase acimut
altura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
B
ángulo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5
basura espacial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262
de rotación del planeta . . . . . . . . 51
de rotación terrestre . . . . . . . 64, 77 C
de transferencia . . . . . . . . . . . . . . 177 cálculo de efemérides . . . . . . . . . . . . . . 151
de trayectoria de vuelo . . . . . . . 151 calendario
del nodo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 gregoriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
determinación de un . . . . . . . . . . . . 5 juliano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .90
determinación principal de un . . . 5 cantidad de movimiento . . . . . . . . . . . . 98
directo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 carga útil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292
horario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 cenit . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . véase zenit
retrógrado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 cinturones de Van Allen . . . . . . . . . . . 281
sentido de un . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 coeficiente
ángulos de Euler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 balı́stico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 236
anomalı́a de rozamiento . . . . . . . . . . . . . . . . 236
excéntrica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 coeficientes de normalización . . . . . . 222
337
338 Índice alfabético
M baja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
maniobra orbital . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288 cementerio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
matriz de aproximación . . . . . . . . . . . . . . 331
de nutación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 de captura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
de precesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 de colisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
de precesión–nutación . . . . . . . . . 69 de Hohmann . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
de rotación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 de transferencia . . . . . . . . . . . . . . 175
de rotación elemental . . . . . . . . . . 30 geoestacionaria. . . . . . . . . .275, 282
de tambaleo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62 geosı́ncrona . . . . . . . . . . . . . 275, 282
del sesgo de la referencia . . . . . . . 70 halo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
ortogonal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27 heliosı́ncrona . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
medium earth orbit . . . . véase órbita kepleriana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141
media media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
meridiano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 Molniya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 283
cero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46, 50 nominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287
de referencia.véase meridiano cero osculatriz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .198
del lugar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 polar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
misil balı́stico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289 promediada . . . . . . . . . . . . . . . . . . 198
modelo de atmósfera Tundra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
de Harris–Priester . . . . . . . . . . . . 237 orbitador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
de Jaccia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 238 orientación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
exponencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237 origen
momento angular . . . . . . . . 98, 124, 209 celeste intermedio. . . . . . . . . . . . . .60
movimiento terrestre intermedio . . . . . . . . . . . . 60
kepleriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
medio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 P
orbital . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192 paralelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
relativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .116 parámetro orbital . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
parámetros de Euler. . . . . . . . . . . . . . . .33
N patched conics. . . . . . . . .véase cónicas
nadir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 enlazadas
Neper payload . . . . . . . . . . . . . . véase carga útil
analogı́as de . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 periastro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
regla del pentágono de . . . . . . . . . 20 perigeo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
nutación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56 perihelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
en longitud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 periodo
en oblicuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 de Chandler . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
orbital . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114, 129
O sinódico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
objetivo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .316 perturbación
oblicuidad de corto periodo . . . . . . . . . . . . . . 197
de la eclı́ptica. . . . . . . . . . . . . . . . . .38 de largo periodo . . . . . . . . . . . . . . 197
media . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57, 67 directa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
verdadera de la fecha . . . . . . . . . . 57 empı́rica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .248
órbita indirecta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
Índice alfabético 341
de escape. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .289
de pérdida de masa . . . . . . . . . . . 290
de satelización . . . . . . . . . . . . . . . . 289
efectiva. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .290
radial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
residual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 290
transversal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
ventana de lanzamiento . . . . . . . . . . . 300
Z
zenit . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39