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INTRODUCCIÓN.
Definición: La infección del tracto urinario (ITU) se define como la presencia de síntomas y signos
sugerentes asociado a invasión y multiplicación en la vía urinaria de organismos patógenos
(especialmente bacterias). Estos microorganismos provienen mayormente de la región perineal (vía
ascendente), aunque existen otras vías de infección menos frecuentes como la vía sistémica
(hematógena) y la vía directa (cirugías urológicas, traumas abdominales, etc.)
Predomina en los varones durante los primeros 3 meses de vida, posteriormente es más
frecuente en las niñas. En la etapa prepuberal aproximadamente el 3% de las niñas y el 1% de los
niños ha tenido un episodio de ITU.
ETIOLOGÍA.
Los agentes etiológicos que causan la mayoría de las infecciones urinarias proceden de la
flora intestinal (enterobacterias), siendo principalmente gram negativos, tales como la E. Coli (70 -
80%), debido a una propagación desde el periné y área periuretral, ascendiendo hacia la vejiga o
riñón, en etiología le siguen otras tales como proteus mirabilis, Kkebsiella, pseudomona
aeruginosa, enterobacter, enterococos, etc. A veces las infecciones urinarias tienen como agentes
etiológicos a virus u hongos (Cándida albicans).
Edad del niño: La posibilidad de producirse daño renal es tanto mayor cuanto menor es la
edad del niño. Si bien el riesgo de lesión renal (cicatriz) puede acontecer a lo largo de toda
la infancia, son los niños menores de 2 años los que tienen el mayor riesgo de cicatriz
pielonefrítica.
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APUNTE E.U. ALEJANDRA JEREZ SALINAS
Obstrucción al flujo urinario: producida fundamentalmente por la presencia de
malformaciones congénitas, la obstrucción renal se asocia con un elevado riesgo de
desarrollo de cicatrices pielonefríticas.
Reflujo Vesicoureteral (RVU): la orina infectada refluye a través de los colectores papilares
al interior del parénquima renal, gatillando el proceso inflamatorio parenquimatoso y las
reacciones inmunológicas a ese nivel y el posterior desarrollo de cicatrices renales y atrofia
renal.
Virulencia del germen: la capacidad de los microorganismos de adherirse a las células
uroepiteliales constituye el principal factor condicionante de la colonización inicial de la
mucosa vesical.
Factores dependientes del huésped: a mayor densidad de receptores uroepiteliales, más
posibilidades de adhesión bacteriana y mayor riesgo de infección urinaria.
Retraso terapéutico: el retraso en el inicio del tratamiento en el curso de una infección
urinaria, se acompaña de lesiones renales más frecuentemente que en aquellos casos en
los que el tratamiento se instauró precozmente.
Existen tres vías posibles por las que las bacterias, pueden invadir y diseminarse en el
tracto urinario:
Vía ascendente: la uretra femenina es corta y está próxima a las zonas vulvar y perianal, es
especialmente proclive, como se mencionó previamente, a la colonización por gérmenes gram
negativos del colon. Igualmente, las instrumentalizaciones como sondajes, citoscopías, posibilitan
la infección urinaria por vía ascendente al introducir gérmenes en el interior del tracto urinario.
Vía hematógena: el riñón es con frecuencia el sitio de ubicación en los pacientes con bacteremias
o endocarditis estafilocóccicas. Durante el periodo de recién nacido y del lactante menor, la
infección del tracto urinario ocurre frecuentemente por vía hematógena en el curso de sepsis
bacterianas (otitis, rinofaringitis), desde donde los microorganismos, a través de la sangre, llegan al
riñón con predominio también de gérmenes gram negativos.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS.
En todo niño con un cuadro febril sin foco claro se debe descartar una ITU.
.En los preescolares y niños mayores se observan síntomas más específicos y focalizados en la
vía urinaria: disuria, poliaquiuria, urgencia miccional, tenesmo y ocasionalmente enuresis. Se
pueden percibir alteraciones del color y olor de la orina
Cuando hay compromiso renal usualmente se asocia dolor en fosa lumbar – uni- o bilateral-, fiebre,
compromiso del estado general y vómitos.
Dentro de los antecedentes es importante indagar sobre ITU previas o episodios febriles sin causa
aparente, especialmente en lactantes; consultar por hábitos: retención urinaria, constipación,
incontinencia, aseo genito-anal antecedentes familiares de ITU o enfermedades/malformaciones
nefro-urológica
Recién Nacido: fiebre o hipotermia, habitualmente aparecen gravemente enfermos con signos
sugerentes de sepsis, rechazo a la alimentación, vómitos, retraso del crecimiento, ocasionalmente
hemorragias y convulsiones. Los neonatos habitualmente se ven gravemente enfermos, de aspecto
séptico
Niños menores de 2 años: fiebre, retraso del crecimiento, problemas de alimentación, vómitos,
diarrea, distensión abdominal, ictericia, micción frecuente o infrecuente, movimiento constante,
irritabilidad, orina de olor intenso, chorro anormal, dermatitis del pañal persistente.
Niños mayores de 2 años: enuresis, incontinencia diurna en niños acostumbrados al uso del
inodoro, fiebre, orinas maloliente o de olor intenso, aumento de la frecuencia de micción, disuria,
urgencia urinaria, dolor abdominal, dolor a la palpación del ángulo costo vertebral, hematuria,
vómitos (en los preescolares).
Adolescentes: Infección del tracto inferior: frecuencia, micción dolorosa, hematuria, no suele
haber fiebre. Infección del tracto superior: fiebre, escalofríos, dolor en flanco, síntomas de tracto
inferior. Orina: turbia, espesa, con presencia de sedimento y piuria.
MEDIOS DIAGNÓSTICOS.
Además de los síntomas, signos y un examen de orina sugerente, el diagnostico debe ser
confirmado siempre con un urocultivo.
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También se pueden considerar otros exámenes de contribución al diagnóstico como el
hemograma, PCR, VHS, hemocultivo. El diagnóstico de certeza de una ITU se establece a través
del urocultivo.
Muestra limpia a mitad de micción: este método se emplea con los niños que controlan sus
esfínteres. Se recoge la orina de la mitad de la micción en un frasco estéril, previa limpieza
meticulosa de la zona genital con agua y jabón y procediendo de acuerdo con el protocolo
de recogida de orina para urocultivo. Se aconseja recoger la orina de la primera micción de
la mañana, por su mayor permanencia en la vejiga.
Recolector de orina estéril: se utiliza con los neonatos y lactantes que no controlan sus
esfínteres. Antes de colocar la bolsa, se lava bien la zona con agua y jabón, en el niño
retrayendo levemente la piel del prepucio y en la niña separando los labios mayores.
Después de enjuagar con agua, se seca bien con gasas estériles, de manera que la bolsa
se adhiera bien a los genitales externos. Se reemplaza la bolsa por otra estéril a los 20 - 30
minutos, si no se ha producido emisión de orina. Si se presenta defecación con la orina, se
desecha la muestra y se inicia nuevamente el procedimiento.
Observaciones: previa preparación del material necesario para la obtención de una muestra de
orina para el cultivo microbiológico, se procede a explicar al niño el procedimiento a seguir,
respetando siempre su intimidad. Se deben mantener las máximas condiciones de asepsia en la
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ejecución de esta técnica. Se recomienda recoger la primera orina de la mañana y es suficiente
una pequeña cantidad; hay que asegurarse de que el recipiente quede bien cerrado. Sin refrigerar,
se deben enviar siempre al laboratorio antes de una hora. Si la muestra no se remite directamente
para su análisis, se debe mantener en frío, comprobando previamente que el frasco está
correctamente identificado y que la solicitud de examen está debidamente identificada.
TRATAMIENTO.
Indicaciones de hospitalización:
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Mayores de 3 meses que no requieran hospitalización: si las condiciones del paciente lo permiten
se debe iniciar el tratamiento con un antibiótico vía oral. (Recomendación A).
La duración de la terapia antimicrobiana recomendada en una ITU febril es de diez días y para una
ITU afebril siete días. No hay evidencia para recomendar terapia abreviada de uno o tres días en
niños. (Recomendación A).
Urocultivo de control : si la evolución es favorable este se debe realizar 3-5 días después de
suspendido el antimicrobiano. Está indicado antes sólo si el paciente persiste febril después de 48-
72 hrs. de iniciada la terapia o si se ha decidido realizar la uretrocistografía durante la
hospitalización, pues este procedimiento así lo requiere
Estudio de imágenes
Incluye
Ecografia renovesical
Cintigrama renal estático (DMSA)
Uretocistografia miccional.
Varones: todos niño varón que presente una infección urinaria sea alta o baja,
independiente de su sexo y edad, debe ser sometido a un estudio de imagen inicial con
ultrasonografía renovesical y con uretrocistografía miccional. (Recomendación B).
Niñas mayores de 5 años: con un primer episodio de infección urinaria afebril se sugiere
sólo ultrasonografía y sólo si ésta resulta anormal se debe realizar la uretrocistografía. En
caso de ITU febril o segundo episodio de ITU se recomienda realizar simpre la
uretrocistografía.
Puede si ser de utilidad cuando hay alta sospecha de cicatrices renales producto de ITU
asociada RVU y para realizar el seguimiento en el tiempo.
Criterios de alta
En general se recomienda el alta luego de 24 horas afebril y existiendo buena tolerancia oral.
También se considera útil un valor de Proteína C reactiva en descenso.
Indicaciones al alta
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Completar tratamiento antibiótico indicado por 7 a 10 días.
Profilaxis antimicrobiana al terminar el tratamiento antimicrobiano.
Consulta precoz ante fiebre sin foco aparente en especial en los 6 meses posterior al episodio de
ITU.
En todos los casos, tras la elección inicial del antibiótico empíricamente elegido, éste
deberá adaptarse al resultado de la sensibilidad antibiótica del germen aislado en el urocultivo. El
control de urocultivo deberá realizarse a los 3 y 15 días de iniciado el tratamiento antibiótico con el
fin de comprobar la esterilización de la orina. Una vez que el niño permanece afebril, a las 24 – 48
horas de apirexia se puede continuar la antibioterapia por vía oral con un antibiótico activo hasta
completar 10 – 14 días de tratamiento.
En las ITU de bajo riesgo de lesión renal (niños de más edad, con criterios clínico –
biológicos de infección urinaria de vías bajas), sin aspecto tóxico, no deshidratados, sin vómitos y
ante la seguridad que la familia va a seguir correctamente las indicaciones médicas, se recomienda
un tratamiento antibiótico por vía oral durante un periodo de tiempo de 5 – 7 días. Entre los
antibióticos recomendados se encuentran la amoxicilina, amoxicilina – ac. clavulánico, cefuroxima,
nitrofurantoína, ácido nalidíxico y el sulfametoxazol – trimetropín.
Aunque tratamientos cortos de una o dos dosis de antibiótico suelen ser suficientes para
esterilizar la orina, en el niño pueden ser aconsejable tratamientos más prolongados (5 – 7 días)
para evitar recidivas. En el caso de niños mayores con aspecto tóxico, o afectos de vómitos y/o
deshidratación, así como en aquellos casos en los que no estemos seguros de un seguimiento
correcto del tratamiento por parte de la familia, deberán de ser tratados hospitalariamente con
antibióticos por vía parenteral.
Tras la valoración clínica y biológica del niño, se le considera en uno de los siguientes
grupos:
Infección urinaria niños mayores de 2 años. Cursa sin fiebre y con signos clínicos y biológicos
que sugieren una cistitis aguda. Antimicrobianos por vía oral hasta que el urocultivo sea negativo.
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PREVENCIÓN DE RECURRENCIAS.
Aproximadamente unas dos terceras partes de las reinfecciones tienen lugar durante el
año que sigue a la infección inicial. Todos los niños que han tenido una pielonefritis previa y
presenten una uropatía obstructiva o RVU (reflujo vesicouretral), así como aquellos que presentan
pielonefritis recurrentes en ausencia de los factores anteriores, deben mantenerse con profilaxis
continua durante el periodo de riesgo de cicatriz (5 – 6 años). En las ITU recidivantes cada nuevo
brote de infección deberá tratarse con antibióticos durante 7 – 15 días. La mayoría de las recidivas
se producen por no cumplimiento y no por dosificación inadecuada. Los cultivos periódicos son
obligados, debiendo realizarse cada 2- 3 meses. Para la realización de los urocultivos de control no
debe interrumpirse la quimioprofilaxis.
Seguimiento
El chequeo posterior al alta, con urocultivos periódicos sólo se justifica en caso de existir
reflejo vesico-ureteral (RVU), en el que una colonización vesical puede desencadenar una
pielonefritis aguda sin cistitis.
Chequear urocultivo sólo ante la aparición de síntomas en casos sin RVU.
Completar estudio de imágenes.
Derivación a especialista a todo niño con ITU complicada, es decir:
CONSIDERACIONES DE ENFERMERIA.
INTRODUCCIÓN.
Se define como una entidad clínica caracterizada por la presencia de proteinuria masiva,
hipoalbuminemia, hipercolesterolemia y edema. En general cursa sin hematuria macroscópica,
hipertensión o insuficiencia renal. Su aparición está relacionada con una alteración de la
permeabilidad glomerular de carácter selectivo.
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El trastorno puede aparecer como dos grandes entidades: El primero sería el síndrome
nefrótico primario o idiopático o síndrome nefrótico de cambios mínimos (SNCM), con afección
glomerular y hallazgos histopatológicos (80-90%), aparece como manifestación clínica posterior o
asociada a una lesión glomerular de etiología conocida o presunta, siendo una forma congénita,
que se hereda como trastorno autosómico recesivo. Y en segundo lugar encontramos el síndrome
nefrótico secundario asociado a enfermedades sistémicas. La incidencia es mayor en hombres,
siendo más frecuente en los menores de 10 años, con una edad promedio de 6 años, es menos
frecuente en los menores de 3 años.
FISIOPATOLOGIA.
DEFINICIONES IMPORTANTES:
Edema: Este se presenta cuando el valor de albúmina sérica es menor de 2 gr/dl, debemos
recordar que la membrana glomerular, normalmente impermeable a la albúmina y otras proteínas,
se torna permeable a las mismas, especialmente a la albúmina, que se filtran a través de la
membrana y se pierden en la orina (hiperalbuminuria). Con ello se reduce el nivel de albúmina
sérica (hipoalbuminemia) y disminuye la presión oncótica de los capilares. Como resultado de todo
ello, la presión hidrostática vascular excede a la presión oncótica, lo que provoca la acumulación
de líquido en los espacios intersticiales (edema) y en las cavidades orgánicas, sobre todo en la
abdominal (ascitis). El edema es blando y predomina en las partes más laxas (párpados, cara,
genitales y dorso de las manos), dejan fóvea al deprimirse y si la enfermedad sigue un curso
evolutivo progresivo acaban por provocar la aparición de edemas en cavidades (hidrotórax, ascitis),
y si se generalizan, dan lugar a anasarca. A medida que progresa el edema, son frecuentes la
anorexia, la astenia y la irritabilidad; a nivel del aparato digestivo, los edemas son responsables de
abdominalgias, que llegan a simular cuadros apendiculares y diarrea. También se producen
edemas en genitales, a nivel escrotal y peneano. Es casi constante la palidez, producida por la
retención de agua en la piel, por la anemia y por la vasoconstricción refleja.
Proteinuria: en rango nefrótico es la presencia de más de 1000 mg/l en una muestra de orina de
24 horas, correlacionado en una muestra de orina aislada con valores de 100 mg/l.
MANIFESTACIONES CLINICAS.
MEDIOS DIAGNOSTICOS.
Sedimento de orina: se pueden referir orinas espumosas que alertan sobre la posibilidad de
proteinuria, se puede observar hematuria hasta en el 40% de los pacientes, la cual es transitoria,
cilindruria, células del epitelio renal, eritrocitos y leucocitos sugieren lesión glomerular; alteraciones
del pH y de la concentración de la orina sugieren lesión tubular asociada. A veces es frecuente
observar cuerpos redondos u ovales, que son partículas grasas y se presentan por lipiduria.
Radiografía de Tórax: Útil para descartar la presencia de derrame pleural o pericárdico y posibles
consolidaciones neumónicas.
Hemograma: útil para valorar el nivel de hemoglobina del paciente al ingreso; en la fórmula
leucocitaria se puede observar signos sugestivos de infección. La velocidad de sedimentación
puede estar alterada por la hipoalbuminemia y la hiperlipidemia. Se debe valorar también el
recuento plaquetario.
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Azohados: A menos que se encuentre un síndrome nefrítico asociado, estos pacientes no elevan
el nitrógeno uréico ni la creatinina, su elevación se asocia con hemoconcentración e incluso con
insuficiencia renal aguda, inicialmente prerrenal por hipovolemia severa, la cual si no es corregida
puede progresar a necrosis tubular aguda.
Electrolitos: Algunos pacientes con síndrome nefrótico pueden presentarse con hipocalcemia, la
cual es secundaria a la hipoalbuminemia con disminución del calcio ionizado, así cómo a pérdidas
de vitamina D por el riñón, aunque este último dato ha sido contradictorio en los pacientes. El sodio
y el potasio pueden o no estar alterados, pero deben ser vigilados cuando se inicia albúmina para
expansión plasmática en estos pacientes con posterior diuresis forzada. La presencia de
hiponatremia con densidad urinaria elevada muestra la incapacidad del riñón para excretar agua
libre.
Ecografía: Idealmente a todos los pacientes con diagnóstico de síndrome nefrótico oligúrico se les
debe realizar ecografía doopler abdominal, para descartar la posibilidad de trombosis de vena o
arterias renales, porta y cava.
TRATAMIENTO.
Reposo: Será únicamente el que imponga la severidad del edema, reposos prolongados pueden
favorecer los fenómenos trombóticos.
Nutrición: La dieta debe ser hipercalórica con 60– 65% del aporte calórico total como
carbohidratos, normoprotéica, dietas hiperprotéicas no contribuyen a mejorar la hipoalbuminemia
del nefrótico ya que ésta es por pérdidas renales y mejora al iniciarse los corticoides. No debe
tener más del 30% del aporte calórico como grasas (lo cual previene la tendencia a la obesidad y a
desequilibrio del metabolismo de lípidos que se presentará cuando se inicien los esteroides), son
preferibles las de origen vegetal y con menos de 300mg de colesterol al día (aunque la
hipercolesterolemia del nefrótico poco responde al manejo dietético). Se les restringe de sodio ya
que tienen aumento de la sensibilidad a la aldosterona con 1 gr/sal al día.
Líquidos: Se deben restringir los líquidos, hasta que se presente resolución de los edemas,
valorando muy bien el grado de hidratación y cualquier signo de depleción del volumen
intravascular, si bien estos pacientes hacen retención de agua, también es cierto que la
deshidratación es un riesgo que debe ser controlado, con la vigilancia clínica de cualquier signo de
deshidratación e incluso de hipovolemia; el uso de diuréticos en estos pacientes puede
desencadenar desequilibrio hidroelectrolítico por lo cual se deben controlar con frecuencia durante
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los primeros días de la hospitalización, al iniciar diuréticos es preferible restringir líquidos para
evitar hiponatremia y deshidratación, a veces es preferible asociar diuréticos ahorradores de
potasio para evitar la aparición de hipokalemia durante la evacuación de edemas leves a
moderados, también se puede utilizar furosemida más hidroclorotiazida.
Corticoides: Los corticoides hacen parte del pilar del tratamiento del paciente con síndrome
nefrótico, en estos pacientes disminuyen la proteinuria, aceleran la resolución de los edemas y
disminuyen el riesgo de infecciones (al disminuir la proteinuria disminuyendo la pérdida de inmuno-
globulinas en orina). Se utiliza por periodos aproximados de 4 a 6 semanas. De los pacientes que
van a responder a prednisona el 94% lo hacen durante el primer mes de tratamiento y
generalmente durante la primera o segunda semana, la respuesta a los corticoides se manifiesta
por una diéresis profusa con resolución de los edemas, se confirma por la ausencia de proteinuria
en tres muestras de orina de 12 horas recolectadas en la noche estando el paciente en reposo.
La falta de repuesta a este esquema terapéutico hace pensar que no se trata de lesiones
glomerulares mínimas sino de otra entidad que pueda evolucionar a insuficiencia renal crónica, de
acuerdo a la respuesta terapéutica a la prednisona se clasifican los pacientes:
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Las infecciones agudas o intercurrentes se tratan con antibióticos adecuados, sin escatimar
esfuerzos para eliminar las posibles infecciones.
COMPLICACIONES.
PRONÓSTICO.
CONSIDERACIONES DE ENFERMERÍA.
Asimismo, deben observarse los signos vitales, para detectar de forma precoz posibles
complicaciones como shock o procesos infecciosos.
La valoración y evaluación constantes ponen de manifiesto diversos diagnósticos de
enfermería importantes en la atención de estos niños y sus familias.
A los niños hospitalizados con SN a veces se les somete a reposo en cama durante la fase
de edema. Es raro que opongan resistencia, dado que suelen aparecer letárgicos, con
tendencia al cansancio fácil y que su volumen de edema no favorece el movimiento.
La reducción de la excreción de proteínas urinarias, implica fundamentalmente la
administración de corticoides. El personal de enfermería debe ser consciente de los
problemas asociados a estos fármacos y permanecer alerta a las complicaciones debidas
a su uso.
Las infecciones constituyen una fuente constante de problemas en los niños edematosos y
en los que se someten a tratamiento con corticoides, y son especialmente propensos a las
del tracto respiratorio superior; por tanto, deben permanecer secos y en ambientes cálidos,
cambiar de postura con frecuencia y protegerse del contacto con otros pacientes, visitas y
personal infectado. Hay que controlar los signos vitales, para detectar precozmente
cualquier proceso infeccioso.
La pérdida de apetito que acompaña a la nefrosis activa constituye un problema serio para
el personal de enfermería. Durante esta fase, se requieren los esfuerzos combinados de la
enfermera (o), la nutricionista, los padres y el niño para formular una dieta atractiva y que
resulte adecuada desde el punto de vista nutricional.
Durante la fase de edema, suele restringirse la sal (aunque no eliminarse) y la restricción
de líquidos (si se prescribe) se limita a períodos cortos, mientras el edema sea masivo.
No deben escatimarse esfuerzos para servir comidas atractivas con los alimentos
preferidos por el niño, aunque se precisa una dosis considerable de creatividad e ingenio
para lograr que estos pacientes coman.
A medida que el edema va cediendo, se debe permitir al niño que incremente su actividad,
lo que resulta deseable para prevenir la desmineralización ósea debida a la inmovilización
y a la administración de corticoides.
Aunque se fatigan con facilidad, los niños suelen ajustar sus actividades a su nivel de
tolerancia. Sin embrago, tal vez precisen ayuda a la hora de seleccionar las actividades
adecuadas; las de recreo y diversión constituyen una parte importante de su cuidado.
Una vez que desaparece el líquido de edema, se permite a los niños que reinicien sus
actividades habituales con moderación.
La irritabilidad y los cambios de humor que acompañan a la inactividad, la enfermedad y el
tratamiento con esteroides son habituales, lo que constituye un reto adicional para el
personal de enfermería y la familia del niño afectado.
El apoyo continuo del niño y su familia constituye uno de los objetivos fundamentales de
enfermería.
Hay que enseñar a los padres a detectar los signos de recurrencia y a solicitar atención
médica ante las primeras manifestaciones. Se prefiere el cuidado domiciliario, salvo en los
casos en los que el edema y la proteinuria son graves o en que los padres, por alguna
razón, son incapaces de cuidar del niño enfermo.
Se debe instruir a los padres para que sepan examinar la orina y determinar la presencia
de albúmina, y para que administren los medicamentos, impongan las restricciones
dietéticas (si están indicadas) y sean conscientes de los efectos colaterales frecuentes del
tratamiento con esteroides.
También se les debe advertir que eviten el contacto del niño enfermo con los compañeros
que sufran alguna infección, aunque deben permitirle que asista al colegio.
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El curso prolongado de la recurrencia del síndrome nefrótico cansa tanto a l niño como a la
familia. Las remisiones y exacerbaciones periódicas y la interrupción cada cierto tiempo de
la vida familiar por causa de las hospitalizaciones supone una grave fuente de tensión para
todos, tanto de tipo psicológico como financiero.
Hay que tranquilizar a los padres y a los niños, cuando tienen más de 5 o 6 años
explicándoles el curso típico de esta enfermedad y subrayando la importancia del cuidado
a largo plazo para ganar su colaboración.
Es más probable una respuesta satisfactoria cuando la detección de las recurrencias y la
instauración del tratamiento son precoces y las remisiones se distancian cuando se siguen
estrictamente las indicaciones médicas.
El apoyo continuo del niño y su familia constituye una de las principales responsabilidades
de enfermería. La eficacia de las intervenciones de enfermería se determina mediante una
valoración y evaluación continuas de la atención, basadas en las siguientes pautas de
observación y resultados esperados:
Determinar la ingesta y la diuresis y examinar la orina para detectar la presencia de
albúmina.
Observar los signos vitales y valorar la existencia de epidermolisis o de infección
cutánea.
Valorar el apetito y los hábitos alimentarios.
Observar y entrevistar al niño y a su familia para conocer su grado de comprensión
de la enfermedad, los tratamientos y su colaboración con el régimen prescrito.
INTRODUCCIÓN.
Es una enfermedad específica que, con pocas excepciones, tiene una etiología bien
definida: infección estreptocócica, especialmente por el estreptococo B-hemolítico del grupo A, y
con rasgos clínicos característicos: edema, hipertensión, oliguria, alteración del sedimento urinario,
hipocomplementemia, regresión espontánea y pronóstico benigno.
ETIOLOGÍA.
Las causas más frecuentes del SNA son de tipo infeccioso, de éstas, la glomerulonefritis
postestreptocócica es la más común, sin embargo, también se han asociado a este síndrome la
endocarditis bacteriana, shunts arteriovenosos infectados, enfermedades virales, enfermedades
parasitarias, etc.
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Otras entidades clínicas que pueden presentarse como SNA incluyen el síndrome urémico
hemolítico, la nefritis lúpica, la vasculitis renal y el púrpura de Henoch- Schonlein. La patogenia de
la glomerulonefritis asociada al SNA es inmunológica con una reacción inflamatoria resultante de
una reacción antígeno-anticuerpo que toma como asiento el riñón, y más específicamente el
glomérulo renal. Es conocido el hecho de que una infección estreptocócica faríngea o cutánea
precede en 2 a 3 semanas aproximadamente el inicio de la glomerulonefritis. Los estreptococos
nefritógenos son los estreptococos B-hemolíticos del grupo A (EBHA).
EPIDEMIOLOGÍA.
FISIOPATOLOGÍA.
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Los estudios de función renal en estos pacientes durante la fase aguda demuestran una
disminución importante de la velocidad de filtración glomerular y una disminución menor del flujo
sanguíneo renal y de las funciones tubulares. Se disminuye el filtrado glomerular y se reduce la
cantidad de agua y sodio que se ofrece a los túbulos para su reabsorción. Como la función tubular
está prácticamente intacta se reabsorbe una proporción de filtrado mayor que lo normal,
favoreciendo la aparición de un balance positivo que conduce a una plétora del espacio
extracelular, en especial del intravascular y al aumento de la presión venosa central. Son la causa
del edema, la hipertensión y la congestión circulatoria y de las complicaciones más temibles y
frecuentes en el período agudo de la GNAPE: la insuficiencia cardíaca y la encefalopatía
hipertensiva. La lesión y la disminución del filtrado glomerular explican también la presencia de
albúmina, hematíes y leucocitos en el sedimento urinario, así como la elevación de la tasa de urea
en sangre y de creatinina sérica.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS.
Oliguria: La oliguria es un hallazgo clásico, sin embargo menos del 50% de los pacientes refiere
disminución del volumen urinario en el interrogatorio inicial. La orina es escasa en volumen, turbia y
de un color más café que rojo. Los padres suelen describirla comparándola con té cargado, agua
de carne lavada o bebida cola. La hematuria es total y sin coágulos.
Hipertensión arterial: El 80 a 90% de los casos presentan hipertensión arterial. Todos los
estudios han demostrado en forma concluyente que se debe al aumento del gasto cardíaco y de la
resistencia periférica y mejora al restablecerse la diuresis. Se relaciona directamente con la cuantía
de la retención hidrosalina, mejora cuando se restablece una diuresis efectiva y se normaliza
cuando el paciente alcanza su peso seco. Es posible la elevación súbita de la tensión arterial, que
puede llegar a cifras peligrosas y dar síntomas de insuficiencia cardíaca o encefalopatía
hipertensiva.
Hematuria: La hematuria ocurre virtualmente en todos los casos. En el 20 a 30% de los casos
debido a nefritis postestreptocócica, la hematuria es macroscópica. Es de origen glomerular y por
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consiguiente el sedimento urinario muestra cilindros hemáticos. Además el recorrido de los
glóbulos rojos en su trayecto hasta la pelvis renal les impone cambios de forma y por ello, 80% de
los hematíes son dismórficos y más del 5% son acantocitos (hematíes en forma de roscas).
MEDIOS DIAGNÓSTICOS.
Exámenes de laboratorio. Los estudios de laboratorio deben realizarse con los siguientes objetivos:
Confirmar el diagnóstico de síndrome nefrítico agudo.
Determinar el estado de la función renal y diagnosticar oportunamente las complicaciones
que requieren tratamiento.
Establecer la etiología del síndrome nefrítico agudo.
Examen de orina: El examen de orina es obligatorio, el sedimento urinario en una muestra recién
emitida de orina permitirá identificar la presencia de cilindros hemáticos y de glóbulos rojos
dismórficos confirmando el diagnóstico de hematuria glomerular, debe observarse la orina reciente
si se quieren encontrar cilindros hemáticos porque se destruyen con facilidad. Durante el período
de latencia de la enfermedad, suele ser normal o con hematuria microscópica. En la fase aguda
edematosa, la orina disminuye en volumen y la densidad no sobrepasa los 1.020. La albuminuria
no suele llegar a 1 g%. No hay glucosuria. El sedimento presenta un número aumentado de
hematíes, leucocitos, células epiteliales y cilindros. La albuminuria y la hematuria microscópica
pueden persistir durante un tiempo.
Química plasmática: El sodio, potasio, cloruro y bicarbonato plasmático son normales, excepto en
enfermos con insuficiencia renal aguda en que se presentan los trastornos propios de dicho
cuadro. La urea se eleva rara vez sobre 1 g%. La creatinina plasmática asciende también
moderadamente.
TRATAMIENTO.
No hay tratamiento específico de la nefritis aguda, pero en casi todos los casos se produce
la evolución hacia la curación espontánea, si se maneja adecuadamente la fase hipervolémica
edematosa. La restricción en la dieta de la ingesta de líquidos, junto con la utilización de fármacos
para prevenir y tratar las complicaciones, ha reducido de modo considerable el número de muertes
que se producían anteriormente en las fases iniciales de la enfermedad, acercándose estas cifras a
cero en la actualidad. Todo paciente debe ser hospitalizado. Aquellos niños con síntomas leves
pudieran controlarse en la casa siempre y cuando sea posible un seguimiento estricto de la presión
arterial y peso, los que pueden agravarse en cualquier momento en la evolución de un cuadro
aparentemente benigno.
Balance hídrico: La ingestión de agua en el paciente no debe exceder la capacidad excretora del
riñón. El mejor índice de control del balance hídrico es el peso diario durante la fase aguda
edematosa, hasta que el peso se estabilice en las cifras previas a la enfermedad.
Diuréticos: El uso de diuréticos de asa reduce la duración del edema y de la hipertensión arterial.
Se recomienda furosemida por vía endovenosa o por vía oral, administrando una o varias dosis al
día dependiendo de la severidad del caso. Generalmente los diuréticos no son necesarios después
de las 48 primeras horas.
Antihipertensivos: Están sólo indicados en los pacientes con hipertensión arterial moderada o
severa, que requieren una disminución rápida de las cifras tensionales. Estos pacientes
representan cerca de la mitad de los niños con nefritis postestreptocócica. Como primera droga
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APUNTE E.U. ALEJANDRA JEREZ SALINAS
puede utilizarse nifedipina sublingual que puede repetirse después de 2 horas. En caso de
hipertensión arterial refractaria puede administrarse hidralazina por vía parenteral. El nitroprusiato
de sodio únicamente está indicado en casos de encefalopatía hipertensiva y convulsiones.
COMPLICACIONES.
EVOLUCIÓN Y PRONÓSTICO.
El alta está condicionada por la caída de la presión arterial a límites normales, la fusión de
los edemas, comprobada por la estabilización del peso durante más de 3 días, y la desaparición de
la hematuria macroscópica. La hematuria y la proteinuria no sirven para indicar la gravedad del
cuadro, pero sí son buenos índices controles, ya que son los últimos elementos clínicos en
normalizarse. La persistencia de una proteinuria más allá de seis meses o de una hematuria más
allá del año no significa paso a la cronicidad. Rara vez en la GNAPE se ha demostrado paso a la
cronicidad, por ello interesa tanto certificar con todos los medios clínicos bacteriológicos e
inmunológicos la presencia del estreptococo que estaría dando pronóstico benigno a la
enfermedad.
CONSIDERACIONES DE ENFERMERÍA.
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APUNTE E.U. ALEJANDRA JEREZ SALINAS – ACTUALIZADO E.U PAOLA PINILLA H.
BIBLIOGRAFIA.
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