Professional Documents
Culture Documents
REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN
La Constitución española de 1978 es el resultado de un largo proceso constituyente que se desarrolla desde el
verano de 1977 hasta diciembre de 1978. Agotado el período de elaboración en las Cámaras, fue aprobada por
las Cortes en sesión plenaria del Congreso y del Senado el 31 de octubre de 1978. Fue ratificada por el pueblo
español en referéndum el 6 de diciembre de ese mismo año y sancionada por S.M. el Rey ante las Cortes el 27
de diciembre. Por último, el día 29 fue publicada en el BOE, entrando en vigor en esa misma fecha.
El sentido y alcance que debe darse al texto magno, a la Constitución española, es el de un documento en el que
se integran las “reglas del juego” a seguir por las instituciones y ciudadanos españoles, un conjunto de normas
que el pueblo español se ha dado a sí mismo a través de sus legítimos representantes al objeto de que sirvan de
marco dentro del que desenvolver la vida pública, privada, política e institucional del país. Un texto que integre
las normas y principios básicos que todos los españoles hemos de respetar, como premisa de convivencia
pacífica y ordenada en el Estado.
La Constitución es, en un sentido material, la norma que establece los principios fundamentales que han de regir
el orden social, político y económico de la sociedad. Es decir, la norma que contiene las premisas básicas y
principios que han de inspirar el conjunto de las normas (leyes, decretos, reglamentos, ordenanzas, etc.) que se
aprueben en el futuro en el Estado español.
Desde un punto de vista formal, la Constitución es la norma suprema del ordenamiento elaborada por el poder
constituyente, es decir, por el propio pueblo, que, en ejercicio de su soberanía, se dota del estatuto jurídico por
el que desea regirse. Es decir, la Constitución ocupa la posición de jerarquía suprema en el ordenamiento jurídico
español. Es la norma primera y fundamental y ninguna otra ley o norma del Estado puede contradecir el
contenido de la misma, en base a esa posición de supremacía jerárquica que ocupa con respecto al resto del
ordenamiento jurídico.
1. Características
La Constitución española de 1978, en tanto que Constitución escrita, se caracteriza por los siguientes rasgos
generales:
1
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
Este doble valor de la Constitución de 1978 ha constituido una innovación en la tradición constitucional
española, ya que es la primera Constitución de la que puede predicarse tal carácter. Por una parte, en la misma
se integran los valores y principios fundamentales del sistema, aquellos que todos los poderes públicos y
particulares han de seguir en su actuación diaria, pero, por otra, la Constitución es norma en sí misma, norma
jurídicamente aplicable ante los Tribunales de Justicia e invocable ante el resto de los poderes públicos. Tiene
un doble valor, es norma directamente aplicable y norma inspiradora del resto de las que comprende el
ordenamiento jurídico español.
2. Estructura y contenido
Desde un punto de vista formal, la estructura de la Constitución española de 1978 es la de un texto escrito
dividido en un Preámbulo, 169 artículos, cuatro Disposiciones Adicionales, nueve Disposiciones Transitorias,
una Disposición Derogatoria y una Disposición Final. En un sentido material, en cambio, se distingue entre
parte dogmática y parte orgánica, atendiendo a la diferente naturaleza de los preceptos constitucionales.
La parte dogmática incluye los preceptos que enuncian los principios básicos y valores reconocidos en la
Constitución, mientras que la parte orgánica es la que contiene los artículos que definen la composición y
funcionamiento de los poderes del Estado, así como las relaciones entre ellos.
2.1. Preámbulo
El preámbulo recoge la exposición de motivos que impulsan la norma constitucional y los objetivos que con
ella se pretenden alcanzar. Tiene, por tanto, valor declarativo pero no preceptivo. El texto del preámbulo no está
integrado en el articulado de la CE y únicamente recoge una declaración de principios y motivos por los que el
pueblo español se ha dado a sí mismo una Constitución, como elemento de convivencia.
2
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
— 4 Disposiciones Adicionales.
— 9 Disposiciones Transitorias.
— 1 Disposición Derogatoria.
— 1 Disposición Final.
3
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
a) El Estado social; el concepto de Estado “social” es uno de los más empleados en los últimos años por la
sociedad entera. A diferencia del Estado “liberal” de finales del siglo XIX inicios del XX, que únicamente se
limitaba a garantizar una situación de paz y seguridad en la sociedad óptima para que cada individuo en
particular realizara sus derechos y desarrollara su iniciativa privada, el Estado “social”, surgido a mediados del
siglo XX, parte del principio de socialización del Estado, de la necesidad de que el Estado y, a través suyo, los
poderes públicos, tomen la iniciativa para garantizar al ciudadano mucho más que una simple paz o seguridad
ciudadana dentro de la que desarrollar cada cual su iniciativa privada. El Estado adquiere un compromiso y
obligación de satisfacción de prestaciones sociales hacia el ciudadano y éste tiene garantizado en nuestra
legislación el derecho a reclamar del Estado las mismas. El Estado y, a través suyo, los poderes públicos
(Gobierno, Cortes Generales, Administración, Poder Judicial, etc.) deben llevar a cabo una actividad
encaminada a la plena satisfacción de los derechos y servicios que la Constitución española ha reconocido a los
ciudadanos. Se incluyen aquí todos los servicios públicos clásicos de garantía social (sanidad pública, sistema
de pensiones, subsidio de desempleo, protección familiar...), como las nuevas formas de regulación estatal a
través de una política orientada al pleno empleo, formación profesional, así como programas de redistribución
(social y regional) de la renta por medio de la política fiscal, etc.
En definitiva, el Estado social es un Estado activo, un Estado que participa y toma la iniciativa en sectores
tradicionalmente reservados a la iniciativa privada (durante la vigencia del Estado “liberal” no existía seguridad
social, prestaciones por desempleo, prestaciones sanitarias, pensión por jubilación, educación obligatoria hasta
una cierta edad, etc.), al objeto de asegurar a todos los ciudadanos españoles (y extranjeros residentes en España)
aquellos derechos que la Constitución les ha reconocido en su Título Primero.
b) Estado democrático; el Estado democrático es aquel que tiene una estructura organizativa democrática y
propugna una convivencia plenamente democrática. Uno y otro aspectos se garantizan en nuestra Constitución,
al prever la misma un conjunto de mecanismos de articulación democrática de la sociedad, como son los partidos
políticos, los sindicatos, las organizaciones empresariales, las asociaciones, las libertades públicas, el pluralismo
lingüístico, la libertad de creencia religiosa, etc. Esta pluralidad de mecanismos de articulación democrática
(conocidos como formas de participación indirecta del ciudadano en la vida pública) se complementa con los
4
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
El art. 1.2 de la CE deposita en manos del pueblo español “la soberanía nacional”, o, lo que es lo mismo, la
titularidad teórica del conjunto de los poderes del Estado. Esta precisión del art. 1 de la CE se incluye en el texto
magno al objeto de clarificar que la titularidad de los poderes del Estado no reside en el Rey sino en el pueblo
español, quien, a través de los mecanismos de participación directa e indirecta antes enumerados, ejerce los
mismos, delegando en representantes y terceros el ejercicio real de los mismos (senadores, diputados,
funcionarios, etc.) o ejerciéndolos directamente, como sucede a través del referéndum, el Jurado, etc.
c) El Estado de Derecho; el Estado de Derecho que preconiza la CE de 1978 se fundamenta en dos principios
básicos:
— La separación de poderes. La separación de poderes del Estado en un Poder Legislativo, un Poder Ejecutivo
y un Poder Judicial responde al esquema clásico de estructuración del Estado diseñado en la Revolución francesa
y que se ha difundido a lo largo de los dos siglos anteriores en la mayor parte de Estados europeos. Éste es el
sistema empleado por la CE de 1978; sin embargo, dicho sistema es mucho más complejo que el diseñado en la
Revolución francesa, por dos motivos, la interdependencia de los poderes públicos entre sí y el surgimiento de
las Comunidades Autónomas (17 en la actualidad y dos Ciudades Autónomas), en las que cada una de ellas ha
desarrollado, con mayores o menores competencias, un Poder Legislativo y Ejecutivo propio, no Judicial, que
es común para el conjunto del territorio nacional.
La soberanía nacional reside en el pueblo y no en el Rey, por lo que es el pueblo español el titular de los poderes
del Estado. El Rey, como representante actual de la institución secular de la Corona de España, se encuentra
sometido y limitado:
5
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
Sin embargo, la estructuración del Estado en Comunidades Autónomas, suprimiendo la anterior división
regional, constituye una innovación jurídica fruto de la situación política de consenso y de la necesidad de
obtener acuerdos en la transición. Surge así el “Estado de las autonomías”, fórmula que tiene y ha tenido
múltiples deficiencias organizativas y estructurales, pero ha servido para mantener la convivencia pacífica del
país y reconocer la existencia de sustratos diversos dentro del Estado. El sistema territorial de autogobierno que
preconiza la CE está basado en la existencia de unas instituciones de gobierno (Consejo de Gobierno y Asamblea
legislativa de las CCAA) propias en las CCAA que, dotadas de mayores o menores competencias, según la
forma de acceso al autogobierno que emplearan en su momento, permiten la coexistencia en el Estado español
de unas instituciones políticas de gobierno de ámbito territorial central y unas instituciones de autogobierno
autonómicas con limitación territorial y competencial de sus funciones al territorio en el que se constituyen y a
las competencias que asumen en sus Estatutos de Autonomía o a las que posteriormente les han sido transferidas.
6
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
asegurar la participación política en el Estado democrático. Como peculiaridad más importante a resaltar de los
mismos, la CE exige a éstos, aparte de que su creación y el ejercicio de su actividad sean libres, que lo sea
dentro del respeto a la Constitución y a la ley y que “su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos”.
El Jefe de las Fuerzas Armadas es el Rey, si bien es el Gobierno, a través del Ministro de Defensa, quien dirige
la política militar nacional. Dispone la CE que “una ley orgánica regulará las bases de la organización militar
conforme
a los principios de la presente Constitución” (art. 8.2).
Dicha Ley Orgánica es la 5/2005, de 17 de noviembre, de la Defensa Nacional.
A) La jerarquía normativa
El ordenamiento jurídico español está integrado por el conjunto de normas vigentes en el Estado, tanto las de
ámbito territorial nacional como las de ámbito territorial autonómico.
Todo este conjunto de normas está estructurado sobre la base de dos principios, el de jerarquía y el de
competencia. El primero de ellos se refiere a la existencia de un orden de graduación jerárquico entre los
diversos tipos de normas que asegura la preeminencia de las unas sobre las otras. A la cabeza de todas ellas se
coloca la Constitución española y por debajo de la misma se estructura un conjunto de normas que
tradicionalmente son jerarquizadas y plasmadas en forma de pirámide, conocida como “pirámide de Kelsen”.
7
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
La publicidad de las normas es un presupuesto básico para asegurar su conocimiento por los ciudadanos y, con
ello, la plena seguridad jurídica. La entrada en vigor y eficacia de las normas está basada en la previa y necesaria
publicidad de las mismas y, a tal efecto, el Código Civil, en su art. 2.1, prevé que “las leyes entrarán en vigor a
los veinte días de su completa publicación en el Boletín Oficial del Estado, si en ellas no se dispusiere otra
cosa”. Así, pues, la regla general la constituye la necesaria publicación en el BOE de las normas, antes de que
las mismas entren en vigor, al objeto de asegurar el principio de publicidad reconocido en la CE.
Los veinte días de no vigencia de las normas a que se refiere el art. 2.1 del Código Civil se conocen jurídicamente
como el período de vacatio legis. Este período tiene por objeto que los ciudadanos se informen y conozcan el
significado de la norma al objeto de que, transcurrido que sea dicho plazo, pueda la misma entrar en vigor sin
dificultad.
La propia norma puede establecer un período más largo o más corto de vacatio legis, siempre que se exprese el
mismo en la norma misma. Así, por ejemplo, hemos visto cómo la Constitución española de 1978 entró en vigor
el mismo día de su publicación en el BOE, sin esperar los veinte días de vacatio legis. En otras ocasiones, los
legisladores establecen plazos de cuatro o cinco meses de vacatio legis al objeto de que la norma aprobada sea
conocida por toda la sociedad, especialmente cuando la misma conlleva una transformación sustancial con
respecto al contenido de la norma derogada. El art. 6.1 del Código Civil prevé que “la ignorancia de las leyes
no excusa de su cumplimiento”. Partiendo de este presupuesto legal, la publicidad de las normas es un elemento
esencial para asegurar el conocimiento de las mismas por todos y, con ello, la seguridad jurídica a la que nos
referiremos posteriormente.
Por el contrario, la despenalización de ciertas conductas sí afecta a las personas que en el pasado cometieron las
mismas y se encuentran siendo juzgadas o cumpliendo condena por dichos hechos. Con la evolución social son
muchas las conductas que el legislador va considerando que han de ser despenalizadas y, por ello, impunes. Las
personas que en el momento de ser despenalizada una conducta se encuentran sufriendo prisión por la pena
impuesta en su día al haber cometido la misma han de ser dejadas en libertad inmediatamente, y si en los
juzgados se instruyen procesos penales contra personas por la comisión de hechos ahora despenalizados, los
mismos han de ser archivados y no proseguir con los mismos. Esto es lo que se conoce bajo el principio de
“aplicación retroactiva de las leyes penales que favorezcan al reo”.
D) La seguridad jurídica
La seguridad jurídica se encuentra íntimamente ligada a la publicidad de las normas, ya que una es presupuesto
de la otra. Con un adecuado sistema de publicidad se consigue el máximo de seguridad jurídica. Es necesario
que el ciudadano conozca o pueda conocer el ordenamiento jurídico, al objeto de que le pueda ser exigido el
8
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
cumplimiento del mismo. A partir del momento en que las leyes constan publicadas en el BOE, puede exigirse
su cumplimiento a los ciudadanos, sin que éstos puedan alegar su desconocimiento o ignorancia.
3. Reforma de la Constitución
Concepto
La Constitución española de 1978 es una Constitución rígida, lo que quiere decir que para la modificación de
su contenido habrá de seguirse un procedimiento específico, distinto del procedimiento legislativo ordinario y
más agravado en sus trámites que éste. El procedimiento para la reforma constitucional viene regulado en el
Título X de la Constitución (arts. 166 a 169).
Iniciativa
La iniciativa para promover la reforma constitucional viene atribuida por el art. 166 de la Constitución a los
siguientes órganos:
— El Gobierno.
— El Congreso de los Diputados.
— El Senado.
— Las Asambleas legislativas de las Comunidades Autónomas.
Procedimientos de reforma
La Constitución regula dos procedimientos de reforma diferentes en atención a la materia que sea objeto de la
misma. Cuando lo que se pretende reformar afecte a los contenidos del Título Preliminar, a la Sección 1ª del
Capítulo Segundo del Título I (derechos fundamentales y libertades públicas) o al Título II (la Corona) o se
pretenda reformar totalmente la Constitución, se exige un procedimiento especialmente agravado, recogido en
el art. 168. Por el contrario, cuando la reforma pretendida no afecte a esos contenidos especialmente protegidos,
el procedimiento a seguir será el previsto en el art.167.
o Procedimiento general
El procedimiento general u ordinario exige, de acuerdo con el art. 167 de la Constitución cumplimentar los
siguientes trámites:
— Aprobación del proyecto de reforma en las Cámaras por mayoría de 3/5 de cada una de ellas. En caso de
desacuerdo entre ambas Cámaras, se formará una Comisión Mixta de composición paritaria de Diputados y
Senadores cuyo Dictamen se propondrá a votación en ambas Cámaras. Si no fuera aprobada esta propuesta, la
9
I. Organización del Estado y de la Administración Pública
reforma se entenderá aprobada si el texto cuenta con el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado y una
mayoría de 2/3 en el Congreso de los Diputados.
— Referéndum facultativo de ratificación. Aprobada la reforma, será sometida a referéndum para su ratificación
cuando lo soliciten, dentro de los quince días siguientes, 1/10 parte de los miembros de cualquiera de las
Cámaras. Mediante este procedimiento se efectuó la reforma constitucional de 27 de agosto de 1992. Afectó al
art. 13.2 como consecuencia y condición para la ratificación del Tratado de Maastricht. Este Tratado exigía que
todos los ciudadanos de la Unión Europea pudiesen tener derecho de sufragio tanto activo como pasivo en las
elecciones municipales en el caso de residir en un Estado miembro del que no fueran nacionales, y con este
propósito se reformó el art. 13.2 del texto constitucional que en su redacción originaria se refería solamente a
las condiciones de ejercicio del derecho de sufragio activo por los extranjeros en las elecciones municipales.
Asimismo, por el procedimiento general se llevó a cabo también posteriormente la segunda reforma
constitucional, de 27 de septiembre de 2011, que modificó el artículo 135 de la Constitución con el propósito
de garantizar el principio de estabilidad presupuestaria, vinculando a todas las Administraciones Públicas en su
consecución, reforzando el compromiso de España con la Unión Europea y garantizando, al mismo tiempo, la
sostenibilidad económica y social de nuestro país.
o Procedimiento especial
Este procedimiento especial o extraordinario, previsto en el art. 168, es el que se sigue para llevar a cabo una
reforma total de la Constitución o de esos contenidos especialmente protegidos a que se hizo referencia con
anterioridad. Consta de los siguientes trámites:
— Aprobación de la propuesta de reforma por mayoría de 2/3 de cada Cámara –sin que contemple la
Constitución una fórmula para superar el posible desacuerdo entre las Cámaras–, procediéndose a la disolución
inmediata de las Cortes.
— Ratificación por las Cámaras elegidas de la decisión de reformar el texto constitucional, pasando al estudio
del proyecto de reforma. Aprobado el texto de la reforma por mayoría de 2/3 de cada una de las Cámaras, el
Presidente del Congreso de los Diputados lo comunicará al del Gobierno a los efectos de la convocatoria de
referéndum.
— Referéndum obligatorio para ratificar la reforma constitucional
10