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La maja vestida.

En origen, esta pintura y su «hermana», La maja desnuda, recibían el


nombre de «gitanas» y no de «majas». Manuel Godoy, su primer
propietario y quien mando su creación. En 1813 fue llevada al Depósito
General de Secuestros de la calle Alcalá reclamadas ambas obras por
el Tribunal de la Inquisición por obscena.
Expuesta al público Real Academia de San Fernando en 1840.
Goya la pintó con pinceladas sueltas, pastosas y muy libres, a diferencia de
la Maja desnuda, en la que el pintor es más cuidadoso en el tratamiento
de las carnaduras y sombreados. La figura de la maja está bañada con una
luz que destaca las diferentes texturas.
Se retrata a la misma mujer que en la maja desnuda recostada en un lecho
y mirando directamente al observador. Siempre se ha dudado de quien es
la retratada, aunque lo más sugerente era que hubiese sido la
decimotercera duquesa de Alba o Pepita Tudó, amante y luego esposa del
propio Godoy.

Saturno devorando a un hijo


El cuadro Saturno devorando a un hijo es una de las pinturas
al óleo sobre revoco que formaron parte de la decoración de los muros
de la casa que Francisco de Goya adquirió en 1819, llamada la Quinta del
Sordo. Por tanto, la obra pertenece a la serie de las Pinturas negras.
Representa al dios Crono, como es habitual indiferenciado de Chronos,
o Saturno en la mitología romana, en el acto de devorar a uno de sus
hijos. La figura era emblema alegórico del paso del tiempo, pues Crono se
comía a los hijos recién nacidos de Rea, su mujer, por temor a ser
destronado por uno de ellos.
El tema de Saturno está relacionado, con la melancolía y la destrucción, y
estos rasgos están presentes en las Pinturas negras

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