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Contexto histórico.

De la centuria
anterior España arrastra la llamada
"crisis de fin de siglo", que se puede
concretar en los graves problemas
de convivencia entre los españoles, LUCES DE BOHEMIA
divididos en ideologías encontradas,
y la decadencia del país que culmina
con la pérdida de nuestras últimas
1. LUCES DE BOHEMIA EN EL CONTEXTO HISTÓRICO Y
colonias ultramarinas, el año del
LITERARIO DE LA ÉPOCA
desastre 1898. Desde 1902 a 1923
dura el reinado de Alfonso XIII.
Luces de bohemia, primer esperpento de Ramón del Valle-
Hay que destacar en este periodo el
Inclán, apareció por vez primera en la revista España, en 1920. El
desarrollo industrial, el nacimiento
libro, con muy significativas variantes, apareció en 1924.
y consolidación del proletariado, los
enfrentamientos sociales y las
1.1 CONTEXTO HISTÓRICO
continuas crisis ministeriales. La
situación anterior conduce a la
Luces de bohemia no se inscribe en un año concreto.
dictadura del general Primo de Retrata el ambiente social y político de una época caracterizada
Rivera (1923-1931), que intenta, por su inestabilidad política y social y por la ausencia de
desde la concentración del poder, soluciones visibles para los problemas del país.
resolver la crisis de la nación. Con
ciertos logros en algunos campos, al La obra se inicia en 1913 con el maurismo, y para situarla
final la dictadura también fracasó. hace referencia al propio Maura, líder conservador, y a su
La miseria muy generalizada, la oponente García Prieto. Durante uno de los gobiernos de este
organización y politización de la político tuvo lugar la huelga general revolucionaria, a la que
clase obrera y, sobre todo, la unión Luces de bohemia parece hacer mención; la ley de fugas que se
de las izquierdas, trajo consigo la aplica al preso catalán y que estuvo vigente desde 1915 a 1922;
proclamación de la Segunda además el origen de la rebelión de este preso parece hallarse en
República (1931-1939). El periodo los preliminares de la semana trágica de Barcelona (1909). En
republicano comenzó con un deseo Luces de bohemia, las alusiones a la historia contemporánea,
de profundas reformas y buenas aunque con ciertos anacronismos, sirven de marco a una acerba
intenciones, pero se manifestó crítica a la situación social en España, una España dramática y
impotente ante los problemas convulsa. Hay críticas políticas al mal gobierno, mejor dicho, al
endémicos del país: los ‘desgobierno’ de los Romanones, Castelar, Maura, Alfonso XIII,
enfrentamientos ideológicos y etc. Con su prisma deformante, Valle-Inclán habla del ‘Ministerio
sociales y la crisis económica. Los de la desgobernación’ y, especialmente a través de Max Estrella,
acontecimientos se precipitaron: denuncia la corrupción del capitalismo y el conformismo burgués,
huelgas y disturbios, triunfo de la el amiguismo y el compadreo. El autor se vale de unos hechos
derecha en 1933, huelga y históricos no estrictamente coincidentes en el tiempo: esto se
revolución en Asturias en 1934, debe al deseo de dar noticia general de una época y no a la
unión de izquierdas en el Frente noticia de un momento exacto.
popular que gana las elecciones en
1936. Ese mismo año, en julio, el Para ello no solo se vale de los sucesos históricos, sino
general Franco se sublevó contra el también de referencias más generales que contribuyen a
gobierno de la República. Estalla la retratar la realidad española de un modo más amplio: se incide en
Guerra Civil (1936-1939), la importancia del periodismo en ese momento, por su
confrontación fraticida con la que contribución a divulgar las ideas y formar la opinión de los
ciudadanos; se hace referencia a la popularidad de la novela por
culmina el enfrentamiento de las
entregas, a ideas políticas, económicas y filosóficas,
dos Españas
descubrimientos médicos y tecnológicos, opiniones sobre
instituciones y personajes públicos, a costumbres madrileñas…
todo contribuye a centrar la obra en un tiempo concreto, pero
crea además un acertado retrato costumbrista.

En conclusión, en Luces de bohemia Valle-Inclán cuestiona


los puntos más críticos de la España de su tiempo:

➢ La corrupción generalizada, que incluye desde los políticos más encumbrados (el ministro de la
gobernación) a los miembros más miserables de la sociedad (Latino).
➢ La pobreza y miseria del pueblo.
➢ La falta de ideales y de amor por la cultura.
1.2 CONTEXTO LITERARIO

Durante los primeros años del siglo XX perviven las tendencias literarias de finales del XIX:
escritores realistas como Galdós, Pardo Bazán o Blasco Ibáñez continúan su obra literaria, pero en esta época
aparece también una reacción contra el Realismo y el Naturalismo por parte de los escritores más jóvenes.
Esta reacción viene provocada por la crisis política, económica y social de finales del siglo XIX y por el
agotamiento de los temas y formas que se estaba practicando en ese momento.

1.2.1 MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98

Surge un movimiento literario renovador que se manifiesta en dos líneas: una más identificada con la
poesía (Modernismo) y otra que encuentra un mayor cauce expresivo en la novela y el ensayo (la
Generación del 98). Los dos movimientos abogaban por una profunda renovación lingüística que traería
nuevas posibilidades expresivas, y adoptaron también una postura crítica ante las normas sociales y la
situación política. A pesar de las diferencias entre modernistas y noventayochistas, la separación no es tan
clara. En primer lugar, algunos integrantes de la Generación del 98 - como A. Machado y Ramón del Valle-
Inclán - se podrían incluir, por algunas de sus obras, dentro del Modernismo; y, en segundo lugar, porque unos
y otros vivieron un ambiente y atmósfera que les unía.

El Modernismo surge en Hispanoamérica a finales del siglo XIX y se difunde en España tras la
publicación de Prosas profanas. (1886), de Rubén Darío, produciendo una renovación total en el panorama
lírico. Los poetas modernistas no están a gusto con el mundo que les ha tocado vivir y adoptan una actitud
bohemia; buscando la exaltación de la belleza percibida por los sentidos; tomando como modelo el
Romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo. Por ello en el vocabulario abundan expresiones sensoriales y
sinestésicas, la adjetivación cromática, un riquísimo léxico (neologismos, cultismos, etc.) las aliteraciones y los
recursos fónicos.

Todos los escritores pretenden una renovación de la literatura, sin embargo, hay algunos que además
están muy preocupados por la realidad política española durante estos años de profundos cambios y
muchísimos problemas. Son los autores de la Generación del 98. Estos escritores alarmados por el “problema
de España”, pretenden regenerar la vida pública de un país atrasado cultural y políticamente y fuertemente
conmocionado por “el desastre”, como se llamó a la pérdida de las últimas colonias de Cuba y Filipinas en
1898

Los autores más importantes de estos años militan a menudo en ambos movimientos porque todos
buscaban, cada uno a su modo, la renovación del lenguaje literario, sin embargo, es más frecuente
encontrar rasgos modernistas en Rubén Darío y en las primeras obras de Antonio Machado y Valle-Inclán, y
más rasgos noventayochistas en Pío Baroja, Azorín y Miguel de Unamuno.

1.2.2 TEATRO DE LA ÉPOCA

En la dramaturgia española se da una clara división entre el teatro convencional de signo conservador,
que triunfa comercialmente y el teatro innovador con dos figuras que sobresalen claramente del resto: Valle-
Inclán y Federico García Lorca.

En el teatro convencional se rechaza la innovación formal y se continúa la línea melodramática de José


Echegaray, la línea del género costumbrista o la de la “alta comedia”. Pueden señalarse tres corrientes en el
teatro que triunfa en la etapa anterior a 1936: la comedia burguesa (Jacinto Benavente), el teatro en verso
(Eduardo Marquina, Francisco Villaespesa y los hermanos Machado) y el teatro cómico (los hermanos Álvarez
Quintero y a Carlos Arniches).

En el teatro innovador destaca Valle-Inclán. El teatro de Valle es un teatro innovador tanto técnica como
ideológicamente, Esta nueva concepción del género dramático se caracteriza por la libertad formal y por la
diversidad de escenarios para penetrar en diversos ambientes sociales. Además, el lenguaje es uno de los
puntos que más destaca la originalidad de Valle, desde los cultismos librescos, las cursilerías modernistas,
casticismos, coloquialismos, etc.
Valle-Inclán acuña el término ESPERPENTO para referirse a unas obras creadas con una estética
personal y renovadora. Mediante esta técnica, el autor muestra con óptica deformante la realidad para
censurar y parodiar la decadente situación nacional.
2. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98 EN LUCES DE BOHEMIA

Durante los primeros años del siglo XX surge un movimiento literario renovador que se manifiesta en dos
líneas: una más identificada con la poesía (Modernismo) y otra que encuentra un mayor cauce expresivo en la
novela y el ensayo (la Generación del 98). Los dos movimientos abogaban por una profunda renovación
lingüística que traería nuevas posibilidades expresivas, y adoptaron también una postura crítica ante las
normas sociales y la situación política. A pesar de las diferencias entre modernistas y noventayochistas, la
separación no es tan clara. En primer lugar, algunos integrantes de la Generación del 98 - como A. Machado y
Ramón del Valle-Inclán - se podrían incluir, por algunas de sus obras, dentro del Modernismo; y en segundo
lugar, porque unos y otros vivieron un ambiente y atmósfera que les unía.

El Modernismo surge en Hispanoamérica a finales del siglo XIX y se difunde en España tras la
publicación de Prosas profanas. (1886), de Rubén Darío, produciendo una renovación total en el panorama
lírico. Los poetas modernistas no están a gusto con el mundo que les ha tocado vivir y adoptan una actitud
bohemia; buscando la exaltación de la belleza percibida por los sentidos; tomando como modelo el
Romanticismo, el parnasianismo y el simbolismo. Por ello en el vocabulario abundan expresiones sensoriales y
sinestésicas, la adjetivación cromática, un riquísimo léxico (neologismos, cultismos, etc.) las aliteraciones y los
recursos fónicos.

Todos los escritores pretenden una renovación de la literatura, sin embargo, hay algunos que además
están muy preocupados por la realidad política española durante estos años de profundos cambios y
muchísimos problemas. Son los autores de la Generación del 98. Estos escritores alarmados por el “problema
de España”, pretenden regenerar la vida pública de un país atrasado cultural y políticamente y fuertemente
conmocionado por “el desastre”, como se llamó a la pérdida de las últimas colonias de Cuba y Filipinas en
1898

Luces de bohemia —creación de un autor que tuvo sus inicios poéticos en el modernismo, pero que
en líneas generales se considera perteneciente al grupo del 98— ostenta numerosas características de
ambas corrientes.

Como punto de partida, este esperpento está inspirado en el modernista Alejandro Sawa y por él
circulan otros modernistas reales (Rubén Darío o Dorio de Gádex) o ficticios (el resto de poetas que forman el
nutrido grupo que sale de la buñolería). Valle-Inclán es consciente de que los nuevos tiempos hacen
imposible la existencia superior del artista aristocrático modernista. Si la vida bohemia ya no es posible,
tampoco lo es la estética modernista que la sustenta. Ese descubrimiento lleva a Max a la proclamación de una
nueva técnica, el esperpento, que sea capaz de ofrecer una visión del mundo tanto más cierta cuanto más
deformada. El "ciego hiperbólico andaluz" llega a esta conclusión cuando su vida está concluyendo.

Se relaciona con el 98 la renovación literaria experimental (libertad formal y diversidad de escenarios


para penetrar en diversos ambientes sociales) que intenta superar el estancamiento de la comedia burguesa
de Jacinto Benavente. También por la preocupación de la mala política y la miseria económica moral presentes
en toda la obra. La intrahistoria hace que Valle –Inclán se fije en la vida cotidiana de sus gentes: la vida
miserable del protagonista contrasta con el lujo provinciano de los poderosos. Las preocupaciones
existenciales porque Max Estrella muere de frío, pero también de dolor y de angustia ante una vida miserable
y sin sentido.

En cuanto al lenguaje, la obra incluiría rasgos de ambas corrientes. Serían igualmente propios de los
autores de la Generación del 98 el uso predominante de la prosa, la primacía del diálogo sobre la acción y la
recuperación de coloquialismos, localismos, arcaísmos o gitanismos ("gachó", "chanelo", "beatas",
"apoquinar"...).

En cambio, la función poética de las acotaciones —en las que encontramos una prosa repleta de
sinestesias, personificaciones o ingeniosas metáforas—, la presencia de cultismos o neologismos
("¡Eironeia!") o el cosmopolitismo (manifiesto en las alusiones a París y a Inglaterra, así como en la
presencia de personajes extranjeros: madama Collet o Basilio Soulinake) nos permitirían relacionar esta
antitragedia con la estética modernista. Este contraste intencionado aproxima aún más si cabe la obra a la
esencia del esperpento.
3. EVOLUCIÓN DE LA OBRA DE VALLE-INCLÁN. JUSTIFICA LA INCLUSIÓN DE LUCES DE
BOHEMIA EN LA ETAPA QUE LE CORRESPONDA

Ramón María del Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 - Santiago de Compostela, 1936) es uno de los
autores más controvertidos, rigurosos, extravagantes y geniales que ha dado nuestra literatura. Valle, cuya vida
excéntrica y aventurera se desarrolla entre Galicia, Madrid e Hispanoamérica, inicia los estudios de derecho
pero no los termina. Es famoso por su vida bohemia y por su apariencia estrafalaria (poseía una barba muy larga
y utilizaba quevedos). Ideológicamente, evolucionó desde una postura tradicionalista (carlismo) a posturas
mucho más críticas y comprometidas con su tiempo, tal como se aprecia en su primer esperpento.

Su obra recorre con acierto poesía (La pipa de Kif), novela (Tirano Banderas) y sobre todo teatro, género
en el que alcanza sus mayores logros: La marquesa Rosalinda, Comedias Bárbaras, Martes de carnaval, Luces
de bohemia... Es en sus piezas teatrales donde hallamos a un escritor vanguardista que se caracteriza por su
afán de renovar la dramaturgia española, tanto en su concepción de lo escénico como en la incorporación de
elementos narrativos e incluso cinematográficos.

Valle-Inclán inició su trayectoria literaria en el Modernismo. De hecho, sus cuatro Sonatas (1902-1905),
en las que se recogen las memorias del marqués de Bradomín, están consideradas como la mejor manifestación
de la prosa modernista. A esta etapa también pertenecen sus primeras producciones teatrales: Tragedia de
ensueño y El yermo de las almas.

Su segunda etapa, la del primitivismo (1907-1909), comienza con las Comedias bárbaras, obras míticas
donde aparecen extraños personajes tiránicos, violentos o tarados. Se trata de un "canto" a un mundo (el de la
Galicia feudal) en descomposición. Esta trilogía, formada por Águila de blasón, Romance de Lobos y Cara de
plata, es difícilmente representable debido a su gran longitud, a los cambios rapidísimos de escenario y a las
extensas acotaciones escénicas. Es más: para algunos críticos, las Comedias bárbaras constituyen novelas
dialogadas que mantienen un escaso vínculo con el género teatral.

Durante su tercera etapa, la del distanciamiento artificioso (1910-1920), Valle escribe obras teatrales,
en su mayor parte en verso. Sin embargo, son totalmente diferentes del teatro poético modernista de la época.
Se trata de experimentos dramáticos donde el autor crea un mundo artificioso, muy literario y estilizado. La
marquesa Rosalinda o La cabeza del dragón son algunas de las piezas que compuso durante estos años.

Su última etapa, la más lograda, es la de los esperpentos. En ella sobresalen Luces de bohemia
(1920) y la trilogía Martes de carnaval, integrada por Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto
(1926) y La hija del capitán (1927).

Valle acuña el término esperpento para referirse a unas obras creadas con una estética personal y
renovadora. Mediante esta técnica, el autor muestra con óptica deformante la realidad para censurar y parodiar
la decadente situación nacional. Su intención es llegar a una “superación del dolor y de la risa” y mostrar lo
absurdo, el “sentido trágico” y su disconformidad con la vida española de su tiempo, lo que lo aproxima a las
preocupaciones de los noventayochistas.
4. CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Y SU REFLEJO EN LUCES DE BOHEMIA

Luces de bohemia, publicada en 1920 en la revista España, es la primera obra que el propio autor
califica como esperpento, un género creado por Valle-Inclán que consiste en distorsionar sistemáticamente
nuestro entorno para poder expresar lo absurdo de la vida española. Se trata de una técnica que no es
exclusiva del teatro valleinclanesco, ya que existe una importante tradición artística que degrada la realidad. Así
se aprecia en los cuadros de Goya o El Bosco, en algunos poemas de Quevedo o en el cine expresionista
alemán de los años veinte.

Valle-Inclán teoriza sobre el esperpento en la escena XII de Luces de bohemia. En ella asegura
que "los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento" y que "el sentido trágico de la
vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada".

Para conseguir dicho objetivo, Valle emplea múltiples procedimientos, entre los que destacamos la
ridiculización de la realidad. Si la naturaleza del esperpento es crear una antitragedia, Luces de bohemia es
un ejemplo paradigmático. En este esperpento asistimos a un enorme drama a nivel colectivo (la situación social
española) y a nivel individual (la muerte de Max y el suicidio de su mujer y su hija), pero estos hechos aparecen
como ridículos debido a los personajes que les dan vida. Es más: la muerte de Max es grotesca. No hay nada
solemne en su fallecimiento, y mucho menos en su velatorio. Max agoniza en la calle, sus últimos momentos son
una parodia y su velatorio, una burla cruel. Además, no es su muerte la que cierra la obra, como en la tragedia
clásica, sino que, para mayor escarnio, esta concluye con las palabras de un borracho ("Cráneo previlegiado").

La estética del esperpento también se alcanza por medio de la degradación de los personajes. Todos
los personajes, sean de la clase social que sean, tienen en común la golfería, la ignorancia, e egoísmo y la
desidia, que ejercen en ellos una fuerza niveladora, por ejemplo, el Ministro promete a Max un sueldo de los
fondos de la policía, Don Latino se queda con el décimo de lotería premiado, las prostitutas callejeras confían en
sobornar a los policías con un puro habanero, así como Zaratustra o La Pisa Bien practican o amparan el robo y
se aprovechan de las circunstancias para sacar beneficio propio. Valle vacía a los personajes de razón,
sentimientos y cultura hasta transformarlos en títeres. Esta degradación se manifiesta, fundamentalmente, a
través de tres recursos estilísticos: la animalización ("La Pisa Bien se apresura a echarle la zarpa"), la
cosificación ("se mueve el bulto de un hombre") y la muñequización (sirva como ejemplo la escena segunda, en
la que don Latino y Zaratustra engañan a Max con la venta de los libros, transformando de este modo al propio
protagonista en un fantoche).

Otro importante recurso esperpentizador es la asombrosa variedad de registros empleados en los


diálogos; una variedad que no solo sirve para caracterizar a los personajes, sino también para parodiarlos o
criticarlos. Subrayamos, por un lado, el uso de un lenguaje pedante y cursi propio de los modernistas, y por otro,
la jerga vulgar de las bajas clases sociales, quienes emplean términos como "cuála" o "previlegiado". Incluso se
aprecia en Luces de bohemia la combinación de cultismos y gitanismos en una misma intervención, lo que
evidencia ese empleo de contrastes tan peculiar de la estética valleinclanesca ("Yo también chanelo el 'sermo
vulgaris'").

Estos personajes, que representan la España paupérrima y degradada de la época, se mueven en unos
espacios casi siempre mal iluminados, sucios, malolientes y desordenados. Valle describe en la acotación inicial
de la segunda escena el ambiente de la cueva de Zaratustra como el antro apestoso de aceite”. Asimismo,
cuando describe los espacios oficiales: el despacho del Ministro, la comisaría o la redacción del periódico, la
esperpentización nos llega a través del gusto vulgar y chabacano que preside las estancias: “Secretaria paticular
de Su Excelencia. Olor de brevas habanas, malos cuadros, lujo Parente y provinciano” (Escena VIII).

Por otra parte, la literaturización —consistente en la inclusión de gran cantidad de citas y referencias
literarias— se utiliza como un recurso más de deformación. Así, el género épico se nos presenta desfigurado:
Max es ciego como Homero y su peregrinación por el Madrid bohemio y nocturno nos evoca la odisea que
realiza Ulises desde Troya a Ítaca. También es a la luz de la literaturización como entendemos la escena del
cementerio (XIV): se trata de una parodia del entierro de Ofelia en Hamlet, de Shakespeare. Además, en la obra
de Valle-Inclán encontramos: referencias a la Divina comedia: Max, que es guiado por don Latino como Dante
por Virgilio, siente que ese mundo en el que vive es un círculo más del Infierno de Dante.

El esperpento, asimismo, se caracteriza por fusionar novela y teatro. Esta indefinición de


géneros se hace patente en la función de las acotaciones, que son muy extensas, tienen un excepcional valor
literario y están escritas imitando las intervenciones de un narrador omnisciente. Con ellas se describen
personajes y ambientes diversos.

Finalmente, se acumulan de manera intencionada hechos y referencias históricas en un confuso


anacronismo. Es decir, aunque la obra nos sitúa alrededor de 1920, su trama temporal se teje con personajes y
acontecimientos que no pudieron coincidir en el tiempo. De esta forma, la alusión a las últimas colonias
españolas (1898), la mención a la Semana Trágica de Barcelona (1909), los comentarios sobre la Revolución
rusa (1917), la coexistencia de modernistas y ultraístas o las referencias a la ley de fugas (1921) serían sucesos
temporalmente anacrónicos que servirían a Valle-Inclán para producir el efecto deformador que pretende. Esta
condensación del tiempo no es casual, sino que constituye un caso más de distanciamiento y permite explicar
todo un periodo, desvelar la esencia de una sociedad.

En conclusión, mediante la técnica del esperpento Ramón María del Valle-Inclán muestra con óptica
deformante la realidad para censurar y parodiar la decadente situación nacional. Nos hallamos, pues, ante la
vertiente más crítica de la Generación del 98.

5. LOS PERSONAJES DE MAX ESTRELLA Y DON LATINO EN LUCES DE BOHEMIA

Luces de bohemia, primer esperpento valleinclanesco publicado en 1920 en la revista España, es una
obra por la que transitan más de cincuenta personajes a los que el propio autor calificó de "enanos o patizambos
que juegan una tragedia". Procedentes de diversas clases sociales —poderosos, marginados, bohemios...—, de
todos ellos sobresalen los dos principales: Max Estrella y don Latino de Híspalis.

Valle-Inclán elabora los rasgos básicos y biográficos del protagonista de Luces de bohemia a partir
de la figura de Alejandro Sawa, periodista andaluz amigo personal del autor que murió en 1909. Sus similitudes
con Max Estrella son numerosas: ambos eran escritores, estaban casados con mujeres francesas y murieron
ciegos, locos y en la más absoluta miseria tras recibir una carta donde se prescindía de sus servicios en el
mundo del periodismo.

En la primera acotación de la obra se presenta a Max como un hombre ciego, “hiperbólico andaluz,
poeta de odas y madrigales”. Su descripción física se detalla en la tercera: “su cabeza rizada y ciega, de un gran
carácter clásico-arcaico, recuerda los Hermes”. Nuestro protagonista, descrito en ocasiones como un héroe
clásico con inteligencia, ingenio y talento, es un artista frustrado cuya obra no ha obtenido éxito, por lo que no
gana lo necesario para poder subsistir. Vive en una sociedad insensible a la obra literaria y se siente superior,
tanto intelectual como moralmente, al mundo burgués. Max Estrella se puede entender como un alter ego de
Valle-Inclán, dado que sus discursos reflejan muchas de las opiniones, valoraciones y críticas que el autor
sostenía sobre la sociedad española.

Max es un personaje extremadamente complejo y lleno de contradicciones. Su ceguera, que nos


recuerda a la de Homero, no le impide ver el sufrimiento del pueblo y las injusticias proferidas por los
gobernantes, por lo que se siente profundamente impotente ante la miseria intelectual y moral de España. Sin
embargo, su carácter no está exento de incongruencias. Como hemos afirmado, es crítico y denuncia la tiranía,
pero también sucumbe al poder aceptando una paga del ministro que gastará en champán, mientras su familia
sufre penalidades. Es decir, censura la corrupción política, pero acepta una pensión vitalicia.

Max Estrella podría haber llegado a ser un personaje trágico, pero la sociedad que lo rodea es tan cruel
y grotesca que convierte su vida heroica en una existencia patética y absurda. Su degradación se refleja en la
muñequización a la que lo somete el propio autor. En este sentido, Max, como si fuese un fantoche o un pelele,
es estafado por Zaratustra, engañado por don Latino y encarcelado como un vil delincuente. Incluso su muerte
es ridícula, pues será confundida primero con una borrachera y finalmente con una catalepsia.

El habla de Max Estrella merece especial atención, ya que reproduce los rasgos más marcados de su
personalidad: su orgullo se muestra en el constante empleo de sentencias; y su sentimiento de superioridad se
manifiesta en el uso de imperativos y de ironía culta con intención provocadora. Asimismo, en él predomina la
violencia verbal: se sirve del lenguaje para liberarse de la frustración que le producen su miseria y su ceguera.

El protagonista de Luces de bohemia también ha sido identificado con Ulises —su peregrinación por el
Madrid bohemio y nocturno nos evoca la odisea que realiza este desde Troya a Ítaca— y con Cristo —en la obra
hay una especie de via crucis grotesco, con sus "estaciones" y pasión incluidas—. Se le ha comparado,
asimismo, con don Quijote, pues ambos emprendieron un viaje por la realidad española (el de Max marcado por
la pobreza, el hambre y la degeneración) y ambos percibieron, antes de morir, la sinrazón de su vida anterior.
Además, en ambos casos hay una despedida de una forma de vida (la caballería andante y la bohemia) y un
rechazo hacia una estética de carácter evasivo (los libros de caballerías y el idealismo modernista).

En cuanto a don Latino de Híspalis, se ha discutido mucho sobre qué personaje real puede
esconderse tras el asiduo acompañante de Max Estrella. Podría ser cualquiera de los modernistas con los que
convivía Alejandro Sawa. De hecho, Sawa solía ir acompañado de un can y, curiosamente, Valle echa mano de
los recursos del esperpento para caracterizar a don Latino como un perro.

Este personaje fundamental, vejete asmático y cómico, debe entenderse como un desdoblamiento del
protagonista. Si Max simboliza la bohemia heroica, modernista y rebelde, don Latino es reflejo de la degradación
de esta bohemia que ha perdido la pureza de sus ideales y se ha corrompido. Frente a la complejidad y
grandeza de Max, don Latino aparece como un fantoche, una caricatura que sirve de contrapunto al
protagonista.

Se le puede definir como una persona inmoral, un parásito, un ser ruin y mezquino. No olvidemos que
don Latino estafa a Max —en connivencia con Zaratustra— el dinero de los libros, lo abandona moribundo en el
portal de su casa y le roba la cartera y el décimo de lotería premiado, causando sin el menor escrúpulo el
suicidio de la mujer y la hija del poeta ciego.

En don Latino llegan al extremo varios de los rasgos más típicamente esperpénticos: animalización,
cosificación, deformación... Se trataría, más que de un héroe, de un personaje de novela picaresca, de un
modelo de lucha por la supervivencia.

Según la crítica, este personaje reúne varias personalidades simbólico-míticas: la de Virgilio guiando a
Dante-Max por los infiernos madrileños, la de un Sancho Panza que acompaña a su dueño o la de un Lazarillo
engañando a su ciego amo. Incluso es equiparable, en algunos momentos, a la figura del criado "gracioso" típica
de la comedia española de los Siglos de Oro.

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