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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer

-¿Qué es la poesía? - me dijiste.


Cartas literarias
a una mujer Yo, que no soy muy fuerte en esto de
las definiciones te respondí titubeando:

Gustavo Adolfo
- La poesía es..., es...
Bécquer
Sin concluir la frase, buscaba
CARTA PRIMERA inútilmente en mi memoria un término
de comparación, que no acertaba a
encontrar.
En una ocasión me preguntaste:
Tú habías adelantado un poco la cabeza
para escuchar mejor mis palabras; los
-¿Qué es la poesía? negros rizos de tus cabellos, esos
cabellos que tan bien sabes dejar a su
antojo sombrear tu frente, con un
¿Te acuerdas? No sé a qué propósito abandono tan artístico, pendían de tu
había yo hablado algunos momentos sien y bajaban rozando tu mejilla hasta
antes de mi pasión por ella. descansar en tu seno; en tus pupilas
húmedas y azules
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piensas, hablar de lo que tú hablas,
como el cielo de la noche brillaba un sentir con lo que tú sientes; penetrar,
punto de luz, y tus labios se por último, en ese misterioso santuario
entreabrían ligeramente al impulso de en donde a veces se refugia tu alma y
una respiración perfumada y suave. cuyo umbral no puede traspasar la mía.

Mis ojos, que, a efecto sin duda de la


turbación que experimentaba, habían Cuando llegaba a este punto se
errado un instante sin fijarse en interrumpió nuestro diálogo. Ya sabes
ningún sitio, se volvieron entonces por qué.
instintivamente hacia los tuyos, y
exclamé, al fin:
Algunos días han transcurrido. Ni tú ni
yo lo hemos vuelto a renovar, y, sin
-¡La poesía..., la poesía eres tú! embargo, por mi parte no he dejado de
pensar en él. Tú creíste, sin duda, que
la frase con que contesté a tu extraña
¿Te acuerdas? Yo aún tengo presente interrogación equivalía a una evasiva
el gracioso ceño de curiosidad galante.
burlada, el acento mezclado de pasión
y amargura con que me dijiste:
¿Por qué no hablar con franqueza? En
-¿Crees que mi pregunta sólo es hija aquel momento di aquella definición
de una vana curiosidad de mujer? Te porque la sentí, sin saber siquiera si
equivocas. Yo deseo saber lo que es la decía un disparate. Después lo he
poesía, porque deseo pensar lo que tú pensado
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ningún poeta; pero, en cambio, hay
mejor, y no dudo al repetirlo; la poesíabastante papel emborronado por
eres tú. ¿Te sonríes? Tanto peor para muchos que no lo son.
los dos.
El que la siente se apodera de una idea,
Tu incredulidad nos va a costar: a ti, la envuelve en una forma, la arroja en
el trabajo de leer un libro, y a mí, el el estudio del saber, y pasa. Los críticos
de componerlo. se lanzan entonces sobre esa forma, la
examinan, la disecan y creen haberla
entendido cuando han hecho su
¡Un libro! - exclamas, palideciendo y análisis.
dejando escapar de tus manos esta
carta -.
La disección podrá revelar el
mecanismo del cuerpo humano; pero
No te asustes. Tú lo sabes bien: un los fenómenos del alma, el secreto de la
libro mío no puede ser muy largo. vida, ¿cómo se estudian en un cadáver?
Erudito, sospecho que tampoco.
Insulso, tal vez; mas para ti, No obstante, sobre la poesía se han
escribiéndolo yo, presumo que no lo dado reglas, se han atestado infinidad
será, y para ti lo escribo. de volúmenes, se enseña en las
universidades, se discute en los círculos
literarios y se explica en los ateneos.
Sobre la poesía no ha dicha nada casi
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para comprenderme.
No te extrañes. Un sabio alemán ha
tenido la humorada de reducir a notas Herejías históricas, filosóficas y
y encerrar en las cinco líneas de una literarias, presiento que voy a decirte
pauta el misterioso lenguaje de los muchas. No importa. Yo no pretendo
ruiseñores. Yo, si he de decir la enseñar a nadie, ni erigirme en
verdad, todavía ignoro qué es lo que autoridad, ni hacer que mi libro se me
voy a hacer; así es que no puedo declare de texto.
anunciártelo anticipadamente.

Sólo te diré, para tranquilizarte, que Quiero hablarte un poco de literatura,


no te inundaré en ese diluvio de siquiera no sea más que por satisfacer
términos que pudiéramos llamar un capricho tuyo, quiero decirte lo que
facultativos, ni te citaré autores que sé de una manera intuitiva, comunicarte
no conozco, ni sentencias en idiomas mi opinión y tener al menos el gusto de
que ninguno de los dos entendemos. saber que, si nos equivocamos, nos
equivocamos los dos; lo cual, dicho sea
de paso, para nosotros equivale a
Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada acertar.
sé, nada he estudiado; he leído un
poco, he sentido bastante y he
pensado mucho, aunque no acertaré a La poesía eres tú, te he dicho, porque la
decir si bien o mal. Como sólo de lo poesía es el sentimiento, y el
que he sentido y he pensado he de sentimiento es la mujer.
hablarte, te bastará sentir y pensar
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son las que expresan la ternura, la
La poesía eres tú, porque esa vaga pasión y el sentimiento. Yo no sé por
aspiración a lo bello que la qué los poetas y las mujeres no se
caracteriza, y que es una facultad de laentienden mejor entre sí. Su manera de
inteligencia en el hombre, en ti sentir tiene tantos puntos de contacto...
pudiera decirse que es un instinto. Quizá por eso... Pero dejemos
digresiones y volvamos al asunto.

La poesía eres tú, porque el


sentimiento, que en nosotros es un Decíamos ¡Ah, sí, hablábamos de la
fenómeno accidental y pasa como una poesía!
ráfaga de aire, se halla tan
íntimamente unido a tu organización
especial que constituye una parte de ti La poesía es en el hombre una cualidad
misma. puramente del espíritu; reside en su
alma, vive con la vida incorpórea de la
Ultimamente la poesía eres tú, porque idea, y para revelarla necesita darle una
tú eres el foco de donde parten sus forma. Por eso la escribe. En la mujer,
rayos. sin embargo, la poesía está como
encarnada en su ser; su aspiración, sus
presentimientos, sus pasiones y Destino
El genio verdadero tiene algunos son poesía: vive, respira, se mueve en
atributos extraordinarios, que Balzac una indefinible atmósfera de idealismo
llama femeninos, y que, que se desprende de ella, como un
efectivamente, lo son. En la escala de fluido luminoso y magnético; es, en
la inteligencia del poeta hay notas que una palabra, el verbo poético hecho
pertenecen a la de la mujer, y éstas carne.
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Yo, sin embargo, la comprendo; la
Sin embargo, a la mujer se la acusa comprendo por medio de una
vulgarmente de prosaísmo. No es revelación intensa, confusa e
extraño; en la mujer es poesía casi inexplicable.
todo lo que piensa, pero muy poco de
lo que habla. La razón, yo la adivino, Deja esta carta, cierra tus ojos al
y tú la sabes. Quizá cuanto te he dicho mundo exterior que te rodea, vuélvelos
lo habrás encontrado confuso y vago. a tu alma, presta atención a los
Tampoco debe maravillarte. La poesía confusos rumores que se elevan de ella,
es al saber de la Humanidad lo que el y acaso la comprenderás como yo.
amor a las otras pasiones. El amor es
un misterio. Todo en él son
fenómenos a cual más inexplicable; CARTA SEGUNDA
todo en él es ilógico, todo en él es
vaguedad y absurdo.
En mi anterior te dije que la poesía eras
tú, porque tú eres la más bella
La ambición, la envidia, la avaricia, personificación del sentimiento, y el
todas las demás pasiones, tienen su verdadero espíritu de la poesía de otro.
explicación y aun su objeto, menos la
que fecundiza el sentimiento y lo A propósito de esto, la palabra amor se
alimenta. deslizó en mi pluma en uno de los
párrafos de mi carta.
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
no escribo. Guardo, sí, en mi cerebro
De aquel párrafo hice el último. Nada escritas, como en un libro misterioso,
más natural. Voy a decirte el porqué. las impresiones que han dejado en él su
huella al pasar; estas ligeras y ardientes
hijas de la sensación duermen allí
Existe una preocupación bastante agrupadas en el fondo de mi memoria
generalizada, aun entre las personas hasta el instante en que, puro,
que se dedican a dar formas a lo que tranquilo, sereno y revestido, por
piensan, que, a mi modo de ver, es, sindecirlo así, de un poder sobrenatural,
parecerlo, una de las mayores. mi espíritu las evoca, y tienden sus alas
transparentes, que bullen con un
zumbido extraño, y cruzan otra vez por
Si hemos de dar crédito a los que de mis ojos como en una visión luminosa
ella participan, es una verdad tan y magnífica.
innegable que se puede elevar a la
categoría de axioma el que nunca se
vierte la idea con tanta vida y Entonces no siento ya con los nervios
precisión como en el momento en que que se agitan, con el pecho que se
ésta se levanta semejante a un gas oprime, con la parte orgánica natural
desprendido y enardece la fantasía y que se conmueve al rudo choque de las
hace vibrar todas las fibras sensibles, sensaciones producidas por la pasión y
cual si las tocase alguna chispa los afectos; siento, sí, pero de una
eléctrica. manera que puede llamarse artificial;
escribo como el que copia de una
página ya escrita; dibujo como el pintor
Yo no niego que suceda así. Yo no que reproduce el paisaje que se dilata
niego nada; pero, por lo que a mí toca, ante sus ojos y se pierde entre la bruma
puedo asegurarte que cuando siento de los horizontes.
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lo dije a propósito de una cuestión
parecida.

Todo el mundo siente. Sólo a algunos


seres les es dado el guardar como un Cuando un poeta te pinte en magníficos
tesoro la memoria viva de lo que han versos su amor, duda. Cuando te lo dé a
sentido. Yo creo que éstos son los conocer en prosa, y mala, cree.
poetas. Es más: creo que únicamente
por esto lo son. Hay una parte mecánica, pequeña y
material en todas las obras del hombre,
que la primitiva, la verdadera
Efectivamente, es más grande, es más inspiración desdeña en sus ardientes
hermoso, figurarse el genio ebrio de momentos de arrebato.
sensaciones y de inspiración, trazando
a grandes rasgos, temblorosa la mano
con la ira, llenos aún los ojos de Sin saber cómo, me he distraído del
lágrimas o profundamente asunto. Comoquiera que lo he hecho
conmovidos por la piedad esas tiradas para darte una satisfacción, espero que
de poesía que más tarde son la tu amor propio sabrá disculparme.
admiración del mundo; pero, ¿qué ¿Qué mejor intermedio que éste para
quieres?, no siempre la verdad es lo con una mujer?
más sublime.
No te enojes. Es uno de los muchos
puntos de contacto que tenéis con los
¿Te acuerdas? No hace mucho que te poetas, o que éstos tienen con vosotras.
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
el primer poeta del mundo.

Mas... entonces lo pensé y ahora lo


Sé, porque lo sé, aun cuando tú no me digo. Si yo siento lo que siento, para
lo has dicho, que te quejas de mí, hacer lo que hago, ¿qué gigante océano
porque al hablar del amor detuve mi de luz y de inspiración no se agitaría en
pluma y terminé mi primera carta la mente de esos hombres que han
como enojado de la tarea. escrito lo que a todos nos admira?

Sin duda, ¿a qué negarlo?, pensaste Si tú supieras cómo las ideas más
que esta fecunda idea se esterilizó engrandes se empequeñecen al encerrarse
mi mente por falta de sentimiento. Ya en el círculo de hierro la palabra; si tú
te he demostrado tu error. supieras qué diáfanas, qué ligeras, qué
impalpables son las gasas de oro que
Al estamparla, un mundo de ideas trotan en la imaginación al envolver
confusas y sin nombre se elevaron en esas misteriosas figuras que crea y de
tropel en mi cerebro y pasaron las que sólo acertamos a reproducir el
volteando alrededor de mi frente, descarnado esqueleto; si tú supieras
como una fantástica ronda de visiones cuán imperceptible es el hilo de luz que
quiméricas. Un vértigo nubló mis ata entre sí los pensamientos más
ojos. absurdos que nadan en el caos: si tú
supieras...

¡Escribir! ¡Oh! Si yo pudiera haber Pero, ¿qué digo? Tú lo sabes, tú debes


escrito entonces, no me cambiaría por saberlo.
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sueño magnífico, en que vi al amor,
¿No has soñado nunca? Al despertar, envolviendo a la Humanidad como en
¿te ha sido alguna vez posible referir, un fluido de fuego, pasar de un siglo en
con toda su inexplicable vaguedad y otro, sosteniendo la incomprensible
poesía, lo que has soñado? atracción de los espíritus, atracción
semejante a la de los astros, y
El espíritu tiene una manera de sentir revelándose al mundo exterior por
y comprender especial, misteriosa, medio de la poesía, único idioma que
porque él es un arcano; inmensa, acierta a balbucear algunas de las frases
porque él es infinito; divina, porque de su inmenso poema.
su esencia es santa.

Pero, ¿lo ves? Ya quizá ni tú me


¿Cómo la palabra, cómo un idioma entiendes ni yo sé lo que me digo.
grosero y mezquino, insuficiente a Hablemos como se habla. Procedamos
veces para expresar las necesidades de con orden. ¡El orden! ¡Lo detesto, y, sin
la materia, podrá servir de digno embargo, es tan preciso para todo!...
intérprete entre dos almas?

La poesía es el sentimiento; pero el


Imposible. sentimiento no es más que un efecto, y
todos los efectos proceden de una causa
más o menos conocida. ¿Cuál lo será?
Sin embargo, yo procuraré apuntar, ¿Cuál podrá serlo de este divino arranque
como de pasada, algunas de las mil de entusiasmo, de esta vaga y
ideas que me agitaron durante aquel melancólica
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
mi carta en este sitio?
aspiración del alma, que se traduce al
lenguaje de los hombres por medio de
sus más suaves armonías sino el No; ya no recurriré a los fenómenos del
amor? mío para disculparme de no hablar del
amor. Te lo confesaré ingenuamente:
Sí; el amor es el manantial perenne de tengo miedo.
toda poesía, el origen fecundo de todo
lo grande, el principio eterno de todo Algunos días, sólo algunos, y te lo juro,
lo bello; y digo el amor porque la te hablaré del amor, a riesgo de escribir
religión, nuestra religión sobre todo, un millón de disparates.
es un amor también, es el amor más
puro, más hermoso, el único infinito -¿Por qué tiemblas? - dirás sin duda -.
que se conoce, y sólo a estos dos ¿No hablan de él a cada paso gentes
astros de la inteligencia puede que ni aún lo conocen? ¿Por qué no has
volverse el hombre cuando desea luz de hablar tú, tú que dices que lo
que alumbre en su camino, inspiraciónsientes?
que fecundice su vena estéril y
fatigada.
¡Ay! Acaso por lo mismo que ignoran
lo que es, se atreven a definirlo.
El amor es la causa del sentimiento;
pero... ¿qué es el amor? Ya lo ves: el
espacio me falta, el asunto es grande, ¿Vuelves a sonreírte?... Créeme: la vida
y... ¿te sonríes?... ¿Crees que voy a está llena de estos absurdos.
darte una excusa fútil para interrumpir

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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
nubes se coloraban de amarillo y rojo,
CARTA TERCERA cuando la brisa, precursora de la luz,
levantándose del Océano, fresca e
impregnada en el marino perfume de
¿Qué es el amor? las olas, acarició, al pasar, nuestras
frentes.

A pesar del tiempo transcurrido creo


que debes acordarte de lo que te voy a La Naturaleza comenzaba entonces a
referir. La fecha en que aconteció, salir de su letargo con un sordo
aunque no la consigne la Historia, murmullo. Todo a nuestro alrededor
será siempre una fecha memorable estaba en suspenso y como aguardando
para nosotros. una señal misteriosa para prorrumpir en
el gigante himno de alegría de la
Nuestro conocimiento sólo databa de creación que despierta.
algunos meses; era verano y nos
hallábamos en Cádiz. El rigor de la Nosotros, desde lo alto de la fortísima
estación no nos permitía pasear sino almuralla que ciñe y defiende la ciudad,
amanecer o durante la noche. Un y a cuyos pies se rompen las olas con
día..., digo mal, no día aún: la dudosa un gemido, contemplábamos con
claridad del crepúsculo de la mañana avidez el solemne espectáculo que se
teñía de un vago azul el cielo, la luna ofrecía a nuestros ojos. Los dos
se desvanecía en el ocaso, envuelta en guardábamos un silencio profundo, y,
una bruma violada, y lejos, muy lejos, no obstante, los dos pensábamos una
en la distante lontananza del mar, las misma cosa.
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
la que nadaban encendidos los átomos
Tú formulaste mi pensamiento al del aire.
decirme:
Tus palabras resonaban aún en mi
oído.-
¿Qué es el sol?

¿Qué es el sol? me habías preguntado.


En aquel momento, el astro, cuyo
disco comenzaba a chispear en el
límite del horizonte, rompió el seno - Eso - respondí, señalándote su disco,
de los mares. Sus rayos se tendieron que volteaba oscuro y franjado de
rapidísimos sobre su inmensa llanura; fuego en mitad de aquella diáfana
el cielo, las aguas y la tierra se atmósfera de oro; y tu pupila y tu alma
inundaron de claridad, y todo se llenaron de luz, y en la indescriptible
resplandeció como si un océano de luzexpresión de tu rostro conocí que lo
se hubiese volcado sobre el mundo. habías comprendido.

En las crestas de las olas, en los


ribetes de las nubes, en los muros de Yo ignoraba la definición científica con
la ciudad, en el vapor de la mañana, que pude responder a tu pregunta; pero,
sobre nuestras cabezas, a nuestros de todos modos, en aquel instante
pies, en todas partes, ardía la pura solemne estoy seguro de que no te
lumbre del astro y flotaba una hubiera satisfecho.
atmósfera luminosa y transparente, en
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer

¡Definiciones! Sobre nada se han Por eso he creído más oportuno


dado tantas como sobre las cosas recordarte una escena pasada que tiene
indefinibles. La razón es muy sencilla:alguna analogía con nuestra situación
ninguna de ellas satisface, ninguna es presente, y decirte ahora como
exacta, por lo cual cada cual se cree entonces:
con derecho para formular la suya.
-¿Quieres saber lo que es el amor?
Recógete dentro de ti misma, y si es
¿Qué es el amor? Con esa frase verdad lo que abrigas en tu alma,
concluí mi carta de ayer, y con ella he siéntelo y lo comprenderás, pero no me
comenzado la de hoy. Nada me sería lo preguntes.
más fácil que resolver, con el apoyo
de una autoridad esta cuestión que yo Yo sólo te podré decir que él es la
mismo me propuse al decirte que es la suprema ley del universo; ley
fuente del sentimiento. Llenos están misteriosa por la que todo se gobierna
los libros de definiciones sobre este y rige, desde el átomo inanimado hasta
punto. Las hay en griego y en árabe, la criatura racional; que de él parte y a
en chino y en latín, en copto y en él convergen, como a un centro de
ruso... ¿qué sé yo?, en todas las irresistible atracción, todas nuestras
lenguas, muertas o vivas, sabias o ideas y acciones; que está, aunque
ignorantes, que se conocen. Yo he oculto, en el fondo de toda cosa y
leído algunas y me he hecho traducir efecto de una primera causa: Dios es, a
otras. Después de conocerlas casi su vez, origen de esos mil
todas, he puesto la mano sobre mi pensamientos desconocidos, que todos
corazón, he consultado mis ellos son poesía verdadera y
sentimientos y no he podido menos de espontánea que la mujer no sabe
repetir con Hamlet: ¡Palabras, formular, pero que siente y comprende
palabras, palabras! mejor que nosotros.

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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
corazón, asomáis al labio y morís sin
resonar apenas, mientras que el rubor
enciende las mejillas! ¡Murmullos
Sí. Que poesía es, y no otra cosa, esa extraños de la noche, que imitáis los
aspiración melancólica y vaga que pasos del amante que se espera!
agita tu espíritu con el deseo de una ¡Gemidos del viento, que fingís una
perfección imposible. voz querida que nos llama entre las
sombras! ¡Imágenes confusas, que
pasáis cantando una canción sin ritmo
Poesía, esas lágrimas involuntarias ni palabras, que sólo percibe y entiende
que tiemblan un instante en tus el espíritu! ¡Febriles exaltaciones de la
párpados, se desprenden en silencio, pasión, que dais colores y formas a las
ruedan y se evaporan como un ideas más abstractas! ¡Presentimientos
perfume. incomprensibles, que ilumináis como
un relámpago nuestro porvenir!
Poesía, el gozo improviso que ilumina ¡Espacios sin límites, que os abrís ante
tus facciones con una sonrisa suave, y los ojos del alma, ávida de inmensidad,
cuya oculta causa ignoras dónde está. y la arrastráis a vuestro seno, y la
saciáis de infinito! ¡Sonrisas, lágrimas,
Poesía son, por último, todos esos suspiros y deseos, que formáis el
fenómenos inexplicables que misterioso cortejo del amor! ¡Vosotros
modifican el alma de la mujer cuando sois la poesía, la verdadera poesía que
despierta al sentimiento y la pasión. puede encontrar un eco, producir una
sensación o despertar una idea!
¡Dulces palabras que brotáis del
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
Sabes de una vez y para siempre que,
Y todo este tesoro inagotable de tal como os manifestáis, yo creo, y
sentimiento, todo este animado poema conmigo lo creen todos, que las
de esperanzas y de abnegaciones, de mujeres son la poesía del mundo.
sueños y de tristezas, de alegrías y
lágrimas, donde cada sensación es una
estrofa, y cada pasión, un canto, todo
está contenido en vuestro corazón de CARTA CUARTA
mujer.

Un escritor francés ha dicho, juzgandoEl amor es poesía; la religión es amor.


a un músico ya célebre, el autor de Dos cosas semejantes a una tercera son
Tannhauser: Es un hombre de talento, iguales entre sí.
que hace todo lo posible por
disimularlo, pero que a veces no lo
puede conseguir y, a su pesar, lo He aquí un axioma que debía
demuestra. ahorrarme el trabajo de escribir una
nueva carta. Sin embargo, yo mismo
conozco que esta conclusión
Respecto a la poesía de vuestras matemática, que en efecto lo parece, así
almas, puede decirse lo mismo. puede ser una verdad como un sofisma.

La lógica sabe fraguar razonamientos


Pero, ¡qué!, ¿frunces el ceño y inatacables que, a pesar de todo, no
arrojas la carta?... ¡Bah! No te convencen. ¡Con tanta facilidad se
incomodes... sacan deducciones precisas de una base
falsa!
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
interior un fenómeno inexplicable.
Sentí, no diré un vacío, porque sobre
ser vulgar, no es ésta la frase propia;
En cambio, la convicción íntima suele sentí en mi alma y en todo mi ser como
persuadir, aunque en el método del una plenitud de vida, como un
raciocinio reine el mayor desorden. desbordamiento de actividad moral
¡Tan irresistible es el acento de la fe! que, no encontrando objeto en qué
emplearse, se elevaba en forma de
ensueños y fantasías, ensueños y
La religión es amor y, porque es amor, fantasías en los cuales buscaba en vano
es poesía. la expansión, estando como estaban
dentro de mí mismo.

He aquí el tema que me he propuesto


desenvolver hoy. Tapa y coloca al fuego un vaso con un
líquido cualquiera. El vapor, con un
ronco hervidero, se desprende del
Al tratar un asunto tan grande en tan fondo, y sube, y pugna por salir, y
corto espacio y con tan escasa ciencia vuelve a caer deshecho en menudas
como la de que yo dispongo, sólo me gotas, y torna a elevarse, y torna a
anima una esperanza. Si para deshacerse, hasta que al cabo estalla
persuadir basta creer, yo siento lo que comprimido y quiebra la cárcel que lo
escribo. detiene. Éste es el secreto de la muerte
prematura y misteriosa de algunas
mujeres y de algunos poetas, arpas que
Hace ya mucho tiempo - yo no te se rompen sin que nadie haya
conocía y con esto excuso el decir que arrancado una melodía de sus
aún no había amado -, sentí en mi
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
Un día entré en el antiguo convento de
cuerdas de oro. Ésta es la verdad de la San Juan de los Reyes. Me senté en una
situación de mi espíritu, cuando de las piedras de su ruinoso claustro y
aconteció lo que voy a referirte. me puse a dibujar. El cuadro que se
ofrecía a mis ojos era magnífico.
Estaba en Toledo, la ciudad sombría y Largas hileras de pilares que sustentan
melancólica por excelencia. Allí cada una bóveda cruzada de mil y mil
lugar recuerda una historia, cada crestones caprichosos; anchas ojivas
piedra un siglo, cada monumento una caladas, como los encajes de un
civilización; historias, siglos y rostrillo; ricos doseletes de granito con
civilizaciones que han pasado y cuyos caireles de yedra que suben por entre
actores tal vez son ahora el polvo las labores, como afrentando a las
oscuro que arrastra el viento en naturales; ligeras creaciones del cincel
remolinos, al silbar en sus estrechas y que parecen han de agitarse al soplo del
tortuosas calles. Sin embargo, por un viento; estatuas vestidas de luengos
contraste maravilloso, allí donde todo paños que flotan, como al andar;
parece muerto, donde no se ven más caprichos fantásticos, gnomos,
que ruinas, donde sólo se tropieza con hipogrifos, dragones y reptiles sin
rotas columnas y destrozados número que ya asoman por cima de un
capiteles, mudos sarcasmos de la loca capitel, ya corren por las cornisas, se
aspiración del hombre a perpetuarse, enroscan en las columnas, o trepan
diríase que el alma, sobrecogida de babeando por el tronco de las
terror y sedienta de inmortalidad, guirnaldas de trébol; galerías que se
busca algo eterno en donde refugiarse, prolongan y que se pierden, árboles que
y como el náufrago que se ase de una inclinan sus ramas sobre una fuente,
tabla, se tranquiliza al recordar su flores risueñas, pájaros bulliciosos
origen. formando contraste con las tristes
ruinas y las calladas naves,

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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
ruinas el monótono rumor del agua de
y por último, el cielo, un pedazo de la fuente, el trémulo murmullo del
cielo azul que se ve más allá de las viento que suspiraba en los claustros, y
crestas de pizarra de los miradores a el temeroso y confuso rumor de las
través de los calados de un rosetón. hojas de los árboles que parecían hablar
entre sí en voz baja.
En tu álbum tienes mi dibujo; una
reproducción pálida, imperfecta,
ligerísima, de aquel lugar, pero que no Mis deseos comenzaron a hervir y a
obstante puede darte una idea de su levantarse en vapor de fantasías.
melancólica hermosura. No ensayaré, Busqué a mi lado una mujer, una
pues, describírtela con palabras, persona a quien comunicar mis
inútiles tantas veces. sensaciones. Estaba solo. Entonces me
acordé de esta verdad que había leído
en no sé qué autor: «La soledad es muy
Sentado, como te dije, en una de las hermosa... cuando se tiene junto a
rotas piedras, trabajé en él toda la alguien a quien decírselo».
mañana, torné a emprender mi tarea a
la tarde, y permanecí absorto en mi
ocupación hasta que comenzó a faltar No había aún concluido de repetir esta
la luz. Entonces, dejando a un lado el frase célebre, cuando me pareció ver
lápiz y la cartera, tendí una mirada porlevantarse a mi lado y de entre las
el fondo de las solitarias galerías y me sombras una figura ideal, cubierta con
abandoné a mis pensamientos. una túnica flotante y ceñida la frente de
una aureola. Era una de las estatuas del
claustro derruido, una escultura que,
El sol había desaparecido. Sólo arrancada de su pedestal y arrimada al
turbaban el alto silencio de aquellas
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
una existencia
muro en que me había recostado,
yacía allí, cubierta de polvo y medio oscura y miserable, solos con sus
escondida entre el follaje, junto a la pensamientos y el ardiente corazón
rota losa de un sepulcro y el capitel de inerte bajo
una columna. Más allá, a lo lejos y
veladas por las penumbras y la el sayal, como un cadáver en su
oscuridad de las extensas bóvedas, se sepulcro. Volví a fijarme en aquellas
distinguían confusamente algunas facciones angulosas y expresivas; volví
otras imágenes: vírgenes con sus a examinar aquellas figuras secas, altas,
palmas y sus nimbos, monjes con sus espirituales y serenas, y proseguí
báculos y sus capuchas, eremitas con diciendo: «¿Es posible que hayáis
sus libros y sus cruces, mártires con vivido sin pasiones, ni temor, ni
sus emblemas y sus aureolas, toda una esperanzas, ni deseos? ¿Quién ha
generación de granito, silenciosa e recogido las emanaciones de amor que,
inmóvil, pero en cuyos rostros había como un aroma, se desprenderían de
grabado el cincel la huella del vuestras almas? ¿Quién ha saciado la
ascetismo y una expresión de beatitud sed de ternura que abrasaría vuestros
y serenidad inefables. pechos en la juventud? ¿Qué espacios
sin límites se abrieron a los ojos de
vuestros espíritus, ávidos de
He aquí, exclamé, un mundo de inmensidad, al despertarse al
piedra: fantasmas inanimados de otros sentimiento...?» La noche había
seres que han existido y cuya cerrado poco a poco. A la dudosa
memoria legó a las épocas venideras claridad del crepúsculo había sustituido
un siglo de entusiasmo y de fe. una luz tibia y azul; la luz de la luna
Vírgenes solitarias, austeros que, velada un instante por los oscuros
cenobitas, mártires esforzados que, chapiteles de la torre, bañó en aquel
como yo, vivieron sin amores ni momento con un rayo plateado los
placeres; que, como yo, arrastraron pilares de la desierta galería.
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Cartas literarias a una mujer Gustavo Adolfo Bécquer
escultor quisiera semejar que sus
miradas se perdían en el infinito
buscando a Dios.
Entonces reparé que todas aquellas
figuras, cuyas largas sombras se
proyectaban en los muros y en el A Dios, foco eterno y ardiente de
pavimento, cuyas flotantes ropas hermosura, al que se vuelve con los
parecían moverse, en cuyas ojos, como a un polo de amor, el
demacradas facciones brillaba una sentimiento de la tierra.
expresión de indescriptible, santo y
sereno gozo, tenían sus pupilas sin El Contemporáneo 23 de abril, 1861
luz, vueltas al cielo, como si el
FIN

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