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Creer no es crear, la verdad importa, y

amor no es lo único que necesitas


El último año fue un poco monotemático en esta especie de blog: comencé escribiendo
sobre los dispositivos milagrosos que afirman diagnosticar y curarlo todo, de ahí pasé al
tema del autoproclamado sanador (lol), humanista (lmao) y vidente (ROFLMAO) René
Mey, y terminé tratando el asunto del Suplemento Mineral Milagroso (sustancia que,
aquellos que no residimos en Villa Psicosis, conocemos como blanqueador).

Naturalmente, la mayoría de las entradas ha recibido comentarios en contra, y en buena


parte de ellos he notado ciertas ideas que se repiten con gran frecuencia:

 La noción de que cada persona, con su propia mente, crea su propia realidad,
usualmente aderezada con una muy desubicada apelación a la Mecánica
Cuántica.
 Como extensión de esa idea, que cualquier opinión y cualquier creencia es
válida, incluso a la luz de los mismos hechos.
 Y que lo único que las personas (y, como consecuencia, el mundo) necesitan es
fe y de algo vago a lo que les da por llamar amor. Y que el pensamiento crítico
es, de alguna forma, enemigo de ese amor.

Desde luego, uno es conciente de que escribir en contra de los que enarbolan la bandera
del poder de la mente, la fe y el amor es ponerse, casi automáticamente, el disfraz de
villano. Pero, ¿qué le va a hacer uno? Sirva esta última entrada del año de respuesta a
esas ideas.

Creer no es crear. Y no importa que desees algo con todas tus fuerzas, el universo
permanecerá indiferente. En este momento, hay millones de personas en el mundo que
no tienen comida, que viven en medio de una guerra o en estado de esclavitud. ¿Crees
que esas personas no desean con todas sus fuerzas un poco de comida, pasar una noche
sin el temor de que les estalle una granada de fragmentación encima, o un día de
libertad?

(Y si crees que no lo obtienen por que no lo desean con la suficiente fuerza, no sigas
leyendo. Anda, ve a iluminarte o a meditar. No necesitamos a gente como tú por aquí.
Si, es mi forma de decirte que eres una persona horrible.)

El universo es mucho más grande, y ha existido (y seguirá existiendo) por mucho más
tiempo del que tu mente (y la mía, y la de cualquier otro ser humano) puede apenas
comenzar a concebir. En este momento, a cientos, miles, millones de años-luz de aquí
están ocurriendo cosas de magnitudes que apenas podemos imaginar: estrellas que están
naciendo entre nubes de gas y polvo, o que están colapsando y estallando con una luz de
una intensidad que tú y yo nunca conoceremos. Agujeros negros masivos, galaxias de
miles de años-luz de diámetro que colisionan unas con otras. Eventos que iniciaron
muchos millones de años antes de que apareciéramos como especie y culminarán mucho
tiempo después de que nuestro mundo deje de existir.
¿Y tú crees que el universo se preocupa por tus deseos? Vamos, ¿no crees que estás
siendo un poquito arrogante?

La única forma en que tus deseos y tus creencias lograrán algo es si te impulsan a
actuar, y ni siquiera eso es garantía de que lo lograrás (ni, dicho sea de paso, de que
lograrás algo bueno). El mundo es un lugar más peligroso, más obscuro, y más incierto
de lo que quisiéramos, y si queremos hacer de él un mundo un poco mejor, las buenas
intenciones, las palabras bonitas y las “buenas vibras” no serán suficientes.

Para lograrlo necesitamos comprender la causa de nuestros problemas e inventar la


forma de solucionarlos. La mala noticia es que no hay mantra, técnica de meditación
profunda, cadena de oración, consigna rimada ni, mucho menos, líder espiritual que
sirva para esa tarea. La buena noticia es que la razón, el trabajo duro y la cooperación
entre seres humanos han demostrado repetidamente que son perfectamente capaces de
tomar ese lugar.

Pero si queremos comprender las causas y encontrar las respuestas, primero debemos
superar un gran obstáculo: la idea de que el conocimiento es algo relativo, de que cada
persona tiene su verdad. Ante esta afirmación, mi respuesta es casi estándar: no, cada
persona tiene su opinión, su percepción de los hechos filtrada a través de sus
expectativas y de sus prejuicios; los hechos son independientes de esa opinión y tienen
precedencia sobre ella.

La misma naturaleza de esa engañosa noción hace que cualquier respuesta sea
prácticamente inútil. Pero la moneda tiene otro lado: es una idea tan mala que se
invalida a si misma.

En este momento, en Irán y otras naciones del medio oriente, la respuesta a la pregunta
¿existe un dios que desea que las mujeres adúlteras mueran lapidadas? es un asunto de
vida o muerte para cientos, probablemente miles de personas. En algunos países del
África subsahariana la respuesta a la pregunta ¿son los albinos seres mágicos cuyas
partes del cuerpo mutiladas atraen la buena suerte? puede significar la vida -o la
muerte violenta- de muchos seres humanos. No lejos de ahí, la respuesta equivocada a la
pregunta ¿es el SIDA una invención de los países ricos que se puede contrarrestar con
hierbas? ya le ha costado la vida a miles de personas. Adoptar la idea de que cada quien
tiene su verdad es condenar a millones de personas al sufrimiento.

La interpretación personal, relativa de la realidad, puesta por encima de la realidad


misma, no es inofensiva. Ha puesto a especies enteras al borde de la extinción. Ha
ayudado a tiranías a perpetuarse. Ha causado destrucción, enfermedad, muerte y
sufrimiento.

¿Mi punto? La verdad importa, e importa mucho más que tus creencias, tus opiniones y
tus deseos. Tienes derecho al solipsismo, a pretender que nada en el mundo está por
encima de tus pensamientos. Pero no esperes a que te creamos cuando dices que
sentándote sobre tu trasero a meditar has logrado algo más que satisfacer a tu vanidad y
a tu ego, ni cuando pretendes darle a los demás sermones acerca de la humildad.

Y mucho menos puedes esperar a que te tomemos en serio cuando llamas a eso amor.
No me atreveré a dar una definición de qué es el amor, pero puedo decir con seguridad
que no es ese frenesí idiota que surge de cerrar los ojos a la realidad y pretender que se
es el centro del universo. Tampoco lo es engañar a un enfermo diciéndole que lo curarás
meditando y tocándolo con tus manos. Y las palabras bonitas y vacías, los clichés y
lugares comunes tampoco son amor, no importa cuán bien te hagan sentir después de
escucharlas.

¿Quieres un mundo un poco menos obscuro, menos peligroso, menos incierto del que
tenemos ahora? Yo también, pero no sólo creo que tus métodos para lograrlo son
inútiles: también tengo buenas razones para creer que son muy destructivos. La fe y el
pensamiento mágico que pregonas no son ideas novedosas: se han intentado una y otra
vez a través de los siglos, siempre con una estela de odio, persecución y sufrimiento.

No tienes que amar a las personas que están a tu alrededor. Basta con que aceptes el
hecho de que tienen tanto derecho como tú a existir y a buscar la felicidad, y que no
están obligados a hacerlo de la misma forma por la que tu has elegido. Y sobre todo, que
ninguna de tus creencias, por muy trascendentales que te parezcan, es más importante
que ese derecho.

El mundo necesita amor, si. Pero también necesita inteligencia, compasión y mucho,
mucho trabajo, por que esas son las cosas que nos permiten modificar, si quiera un
poco, nuestra realidad.

Opiniones:

Qué tal. Difiero de tus ideas. Tu disertación está muy bien escrita y tus argumentos son
lógicos y convincentes para una mente inteligente. Hace año y medio pensaba
exactamente igual que tú, creo que somos parecidos. Creía en ese entonces y durante
toda mi vida anterior que la realidad sólo podía ser conocida y entendida a través de la
mente. Vivía como la mayoría, metido en mis pensamientos.
Tus ideas son producto de una lógica muy occidental que hoy domina el mundo. Esa
forma de pensar esta basada en la supremasía de la mente pero no es la única forma de
ver el mundo.
Todo lo que argumentas es real pero sólo en el nivel de la mente, que para ti en este
momento es el único que existe.
Lo que tu criticas son las tonterías que la gente que se cree en onda repite pero que
jamás ha experimentado. La mente no puede entenderlas, no se trata de creer en algo o
no, hay que vivirlas para comprenderlas.
Si quieres criticar con fundamentos te convendría leer algo de las filosofías orientales
que dicen algo un poco diferente a lo que dice las tendencias New Age, cosas como:
– la mayoría de los seres humanos son presa del pensamiento compulsivo y no pueden
ver más allá de lo que su mente dice que es real
– existe una conciencia más allá del pensamiento
– la mente pensante es sólo una parte de la conciencia
– tú no eres tu mente pensante, no eres tus pensamientos.
– La mente es sólo una parte de ti, es una herramienta que sirve para construir cosas y
resolver cosas prácticas, como sobrevivir.
– todos los sufrimientos son causados por vivir en el nivel de los pensamientos
– la mente no soluciona los problemas, es de hecho la causa de todos los problemas
– los problemas no existen, sólo existen situaciones que manejar, que la mente
transforma en problemas y se preocupa y sufre por ellos
– es perfectamente posible vivir la mayor parte del tiempo sin pensar pero es algo
completamente ajeno a la mayoría de la gente común.
– viviendo en la mente es imposible ser feliz. La mente sólo sirve para conseguir placer,
satisfacción y es incapaz de evitar el dolor, la frustración, el miedo, la ira, el
resentimiento.
– la verdadera alegría, el verdadero amor, la verdadera paz, sólo aparecen cuando la
mente deja de dominar la vida.
No se trata de creer o no creer en todo esto, se requiere experimentarlo para poder decir
que no te satisface o que es falso o que no existe.

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